Reseña Sara Cárdenas
Reseña Sara Cárdenas
Reseña Sara Cárdenas
La Legitimidad Democrática
P. Rosanvallon, 2008
En Ficciones Fundacionales; el autor expresa que “la gran mayoría” se comenzó a aceptar
como la única forma válida de imponer las demandas de los gobernados, esa
homogeneización de los diversos sectores que componen la sociedad se limita en las urnas por
una gran mayoría (que no necesariamente los representa). Así bien, considerarla como un
todo, hace que se traslape el principio de justificación y el de técnica de decisión. Como se
volvió costumbre se limitó el concepto a decir que “es democrático, en el sentido más amplio
del término, lo que expresa la generalidad social”. Es problemático, pues se entiende que la
cantidad de personas es la que da capacidad y validez, para tomar cualquier decisión con los
gobernados, en pro del “bien del pueblo”. El autor hace hincapié en lo que denomina como
“el fantasma” del dominio de las masas, para explicar cómo la idea de legitimidad por medio
de las mayorías, podría derivar en sistemas autoritarios o populistas, que se separan
completamente de la democracia y el sistema liberal.
La doble Legitimidad
La intrusión de los “funcionarios” trajo consigo lo que el autor nombra como la nueva era de
la legitimidad que desprende 4 valores para entender las lógicas de las realidades
democráticas; en principio está la imparcialidad, luego, el pluralismo, la compasión y la
proximidad. Esta visión se completó con un avance en la educación y el aumento del nivel
educativo en las sociedades democráticas más grandes, por lo que la población se encuentra
menos predispuesta a aceptar las cosmovisiones tradicionales y la toma de decisiones por
parte de unos tecnócratas y políticos. Esto a su vez, hace visible el colapso de la legitimidad
electoral, ya que no todo depende de lo que ocurriera en las urnas a gran escala, más bien se
dieron tres formas de tener generalidades socialmente construidas; el despego de la
particularidad, expresiones de soberanía social (mecanismos de control) y finalmente, la
variedad de situaciones. De igual forma, el concepto de legitimidad evoluciona a otros
aspectos, como la imparcialidad, la reflexividad y la proximidad.
La legitimidad del establecimiento de la que habla el autor, hace referencia a ese componente
esencial para entender la democracia y donde se aceptan visiones revolucionarias, es decir,
que las constituciones o leyes se ven como una salvaguarda que impone el pueblo para limitar
el poder de los gobiernos. También, se puede asimilar desde un ángulo dualista donde las
instituciones se componen de representativas directas e indirectas, espacios donde coexisten
procedimientos, decisiones e incluso, comportamientos. Por último, se puede destacar la
visión pluralista, para la cual, se requiere la aceptación de opiniones e intereses divergentes,
que afectan la elección y precisamente que atañe a esas diferencias, buscando siempre
alcanzar “la decisión” sin imponer arbitrariamente, llegando a consensos. Esto conlleva a que
la unanimidad, como valor social y político, se hiciera imposible de alcanzar, el avance de la
sociedad hizo que se aplicara una nueva unanimidad conocida como sustantiva y por tanto,
ese concepto de la “mayoría” dejó de ser aceptado socialmente y permitió, que se corrigiera
en poco tiempo divisiones de la minoría, así como la ascensión de posiciones minoritarias
organizadas. Aunque este concepto también representó un problema inicialmente, se tomó la
pluralidad como una forma de atender de mejor manera a los pedidos sociales, que no
solamente se atendió por medio del sufragio universal.
El autor cierra el fragmento con la gran transformación, donde se puede evidenciar que en la
búsqueda de un mecanismo que reflejara la pluralidad, se llegó a una etapa de desilusión, al
no ser los gobiernos capaces de atender al cambio social, lo que siempre deriva, como se
destacó durante su amplio trabajo de contextualización, en la solidez de la legitimidad de este
modelo. Estas crisis históricas que narra el autor, terminan en una generalidad que atiende a la
parte social, económica y política de los estado modernos, P. Rosanvallon, argumenta este
cambio desde escritos como el de Marx (el capital) o ideas como las de producción de Ford.
Los avances, obligan a retornar a las particularidades, con la diferencia de que, ahora, la
actividad administrativa debe apoyarse por un sector privado más grande, donde se gobierna
de forma flexible y coordinada; nueva gestión pública. Cuya única forma de superar los
problemas es por medio de la negociación, la transparencia y los mecanismos de control y ya
no depende la legitimidad de una fuente netamente electoral, sino que se desacraliza las
elecciones como máxima expresión de la voluntad y el misticismo frente al poder del voto
común, centrándose más en las minorías, la política democrática en bases legales estables y
un poder administrativo que busca legitimidad democrática.
Bibliografia: Rosanvallon, P. (2008). Democratic Legitimacy: impartiality, reflexivity,
proximity.