Dios No Acepta Devoluciones Tema #1 El Espiritu de Elias
Dios No Acepta Devoluciones Tema #1 El Espiritu de Elias
Dios No Acepta Devoluciones Tema #1 El Espiritu de Elias
Mal 4:5 He aquí, yo os envío el profeta Elías, (A) antes que venga el día de
Jehová, grande y terrible. 6 El hará volver el corazón de los padres hacia los
hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la
tierra con maldición.
Cuando vemos en la Palabra el escenario Iglesia notamos existen dos condiciones que deben
cumplirse para el retorno del Señor Jesucristo, una es la predicación del evangelio a todo el
mundo como dice Mt 24:14 RVA; la segunda es la restauración de todas las cosas Hch 3:21
RVA. Cuando se inaugura la predicación del evangelio podemos encontrar que hay un
levantamiento del espíritu de Elías que reposa en Juan el Bautista, esto para manifestar la
salvación y luego hacer la presentación del Cordero de Dios. En Juan el Bautista se manifiesta
esa capacidad de poder sacudir la sociedad para que puedan escuchar de nuevo la voz de
Dios. Ahora a nosotros en la segunda venida del Señor, nos corresponde presentar al Rey de
reyes y Señor de señores. El espíritu de Elías viene para preparar el camino que conducirá a
una sociedad religiosa, dura e indiferente, hacia el camino correcto y que vuelvan sus
corazones a Dios, según vemos en Lc 1:76 RVA. El Señor en Mt 17:11 RVA nos deja ver que
Elías viene primero y que restaurará todas las cosas. Esta restauración fue profetizada desde
tiempo antiguo, tal como nos indica la Biblia en Hch 3:21 RVA. Hay dos acciones
fundamentales que debemos hacer para que venga el Señor, evangelizar y restaurar todas las
cosas, en esas dos funciones de la Iglesia, está encomendada la necesidad de la ministración
del Espíritu de Elías, si bien Juan el Bautista cumplió la primera fase ahora la segunda fase la
harán los ministros. Es un privilegio servir al Señor y debemos hacerlo con excelencia.
En nuestros días debe haber un proceso de restauración como lo hubo la primera vez, pero
eso empieza con los ministros, con la familia, con la congregación. El poder de Elías tiene que
llevar a los ministros a reunir todas las cosas en Cristo, como dice Ef 1:10 RVA. Tenemos que
ver que si la Iglesia no tiene ministros modelos, comprometidos con su llamamiento, tendrán
una Iglesia sin orientación, identidad, sin esperanza. En la Biblia encontramos a Simeón, un
anciano justo, piadoso, y allí estaba Ana quien servía de día y de noche, ellos esperaban la
salvación de Israel como lo vemos en Lc 2:30 RVA.
El poder de Elías es confrontativo y como pastores estamos para destruir estructuras viejas
porque la Iglesia no será levantada mientras no se levanten sus ministros, este es tiempo de
definición. Elías fue un profeta de juicios, convocó a los profetas de Baal y los mató a todos.
Este espíritu llama a las cosas por su nombre, porque en este tiempo muchos ministros están
convertidos y no convencidos. El espíritu de Elías no era complaciente, lo que nos deja ver
que no podremos hacer la obra del Señor si estamos acomodados. Es tiempo de
determinación, porque los pecados que hoy se cometen en medio de la congregación de
tolerancia, de tibieza espiritual y ambigüedad se tienen que terminar. Jn 5:35 RVA dice que
Juan era una antorcha que alumbraba y ardía. Nosotros, como ministros, también debemos
tener nuestra antorcha encendida y alumbrar a otros; y dar siempre la gloria a Dios.
Mal 4:5,6 RVA nos habla de la restauración de la relación entre padres e hijos. Tenemos que
saber que muchas veces nuestros hijos van a determinar nuestro nivel de felicidad o
infelicidad pues si nuestros corazones son contrarios tenemos nuestra casa dividida y una
casa dividida no puede permanecer. El espíritu de Elías nos sacude para ministrar nuestra
alma y arrancar amarguras del pasado para que nuestros hijos no sean receptores de
nuestras propias frustraciones, porque la familia es la entidad que Dios dio para ser receptora
de Sus promesas, por eso el enemigo está interesado en dividir y destruir la familia. La
reconciliación no viene sin la humildad, la cual es la capacidad de asumir los errores. Este es
el tiempo de Dios para que la Iglesia tenga ministros modelos que puedan ser restauradores
pero no podremos restaurar todas las cosas si no hemos sido restaurados primero.
Por lo menos ocho características del espíritu de Elías que necesitamos desarrollar.
Era un varón de Dios y la Palabra de Dios era verdad en su boca (1 Rey 17:24).
Conocedor y practicante de la Palabra (Sal 1.1-3, 3 Jn 2, Rom 12:2, Jos 1:8).
Ello no solo manifestaba un testimonio delante de las personas que le veían vivir de acuerdo
con lo que dice la Palabra, sino que ese testimonio le otorgaba también autoridad para que las
personas le prestaran atención (igual que a Jesús, Mat 7:29, Mar 1.22).
Como consecuencia de la obediencia a la Palabra derivado de que El es Dios y Señor
nuestro, y del carácter santo que vamos a manifestar de vivir en la presencia del Señor,
entonces vamos a tener un testimonio intachable delante de las personas y ello nos va a dar
la autoridad para que nos escuchen y sepan lo que necesitan hacer (1 Cro 12.32) en medio de
los días malos que les va a tocar vivir (Mat 5:13-16) en las cercanías de los últimos tiempos
previos a la segunda venida del Señor.
Era un hombre celoso por Dios, Jehová de los Ejércitos, y por Su obra (1 Rey 19:10, 1
Rey 19:14).
Amante de Dios con todo su corazón.
Conocedor de Su poder: lo había experimentado personalmente en condiciones extremas.
Apasionado, vehemente, celoso, guardador con todo su corazón, de Dios y de las cosas de
Dios (Jn 2.17, Apo 3.19) (Tit 2.14, Num 25:12-13, 2 Rey 20.15-17, Sal 69:9, Sal 119:139, Gal
4:18).
Como lograrlo.
Volver al primer amor (pasión y vehemencia), (Apo 2.5, Apo 3.19). Arrepentirnos de nuestra
falta de pasión y vehemencia delante de Dios, si hemos sido faltos de pasión y fuego, si no
hemos puesto a Dios como una prioridad real en nuestras vidas y no hemos estado
comprometidos a una obediencia radical a Su Palabra y a Su Espíritu.
Activar el fuego de los dones que hay en nosotros (2 Tim 1.6). La semilla ya está en nosotros,
solo necesitamos desarrollarla día a día, con perseverancia, con disciplina, con esfuerzo (2
Tim 2.1-6, Jos 1:8).
Prepararnos y comenzar a levantar a nuestra descendencia (Efe 6:4) para Dios. Primero
necesitamos prepararnos y levantarnos nosotros porque no podemos dar lo que no somos ni
tenemos (Isa 59:21).