Catequesis Sobre El Pecado Original

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Escuela de Formación cristiana Prof. Lic.

Gilberto Zárate

CATEQUESIS SOBRE EL PECADO ORIGINAL (Gen 2,8-17; 3,1-24)

El tema anterior nos ayudará a comprender este pasaje. No olvidemos lo que quiere decir el
cuento ni el lenguaje humano en el cual se expresa la Biblia para que le entendamos.

Empecemos con un cuento


Había una vez una mamá, doña Mary, que iba de compras y le pide a su hijo Juanito
que le acompañe, Juanito se pone muy contento porque siempre le gusta salir, pero en ese
momento, empieza a llover. Juanito le dice a doña Mary: “Mira mamá allá va ‘el
correcaminos’ a jugar futbol con esta lluvia –señalándolo con el dedo– lástima, ya no
podremos salir. ¿No me explico por qué llueve? ¿Qué sucede en el cielo? Un amigo en la
escuela me dijo que cuando los angelitos están tristes en el cielo lloran y que esa era la
lluvia”. Doña Mary, le contesta: “Juanito ese no es el nombre tu amigo ni le digas así”.
Juanito replica “bueno mamá, se llama Pedro, pero le decimos ‘el correcaminos’ porque es
el más rápido de la escuela”. Doña Mary con gran calma dice: “mientras se calma la lluvia,
veamos un rato cómo caen las gotas de la lluvia. Juanito, eso de los angelitos es una
explicación muy simple de la lluvia, los angelitos nunca están tristes, además los angelitos
son espíritus y no pueden llorar. Se me hace que esa explicación se la enseñaron ante que
fuera a la escuela. Pues en las escuelas enseñan lo que sucede en realidad. En nuestro
planeta, la tierra, hay agua en los océanos, mares, ríos y contamos con zonas de mucha
humedad. El sol hace evaporizar el agua y ese vaporcito va subiendo al cielo y se concentra
en las nubes, son como gotitas muy diminutas que casi flotan en las nubes, pero cuando se
van haciendo grandes caen a la tierra en forma de lluvia. Juanito quiero que aprendas una
cosa hay explicaciones que son muy sencillas que sólo tienen la finalidad que entiendas por
qué suceden las cosas, pero en realidad, a veces, no son así como el caso de los angelitos
que te contó tu amigo”. “Ah, ya entendí. Gracias mamá. Pero ahora ya nos podemos ir de
compras, pues ya paró la lluvia” – dijo Juanito.

Preguntas de asimilación:
• ¿De qué se trata el cuento?
• ¿Qué se quiere decir cuando se utiliza un apodo?
• ¿Qué enseñanza le da la Mamá?

Este cuento nos ayuda a leer y entender el Génesis, ya que trata sobre los orígenes del
Pueblo de Israel, más en concreto, sobre “el pecado original”. Otra de las cosas que
debemos tener presente es que la Biblia utiliza un “lenguaje que podamos entender”.

Leer: Gen 2,8-17; 3,1-24.

Pregunta sobre el texto:


1. ¿Qué había en el Edén?
2. ¿Cómo te imaginas ese lugar?
3. ¿Qué personajes intervienen en este relato?
4. ¿Qué mandamiento dio Dios al hombre?
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5. ¿Qué animal era más astuto de todos los animales del campo?
6. ¿En qué consiste la trampa que pone la serpiente cuando pregunta a la mujer?
7. ¿Qué puedes decir del fruto prohibido?
8. ¿Quiénes comieron del fruto prohibido?
9. ¿Cómo saben el hombre y la mujer que Dios se aproxima?
10. ¿Cuál es parte de la naturaleza de la Serpiente, del Hombre y de la Mujer?

Explicación del texto


En el tema anterior habíamos dicho que la Biblia utiliza un lenguaje que podamos
entender, al modo de hablar de nosotros mismos. Para unir el tema anterior y este diremos
que el cuento habla de un niño que le apodan “el correcaminos” pero que ese no es su
nombre, sino que lo que se quiere decir es que se le identifica por una cualidad que tiene.
Ese caso es muy parecido al nombre de Adán (Gen 2,7), que quiere decir “suelo, polvo de
la tierra” para indicar la fragilidad de la vida del hombre y el de Eva (Gen 3,20), “madre de
todos los vivientes” puesto que es la mujer quien da a luz a todo hombre, la mujer tiene la
cualidad de ser madre.
Ahora centrémonos en los otros elementos del texto. En primer lugar, en el “jardín”,
lo podemos imaginar como un lugar frondoso, tupido de platas, arboles, ríos, en pocas
palabras con mucha vegetación en medio del desierto. Eso es una maravilla. Por eso, ese
lugar que lo tiene todo es conocido como el “lugar de Dios o el jardín de Dios” (cf.
Ez 28,13; 36,35; Is 51,3). Lo único que Dios pide al hombre para estar ahí es que aprenda a
serle obediente y le da un mandamiento (Gen 2,16-17), pero no lo obliga a que lo cumpla,
sino que le da la libertad. El hombre al desobedecer, ya no puede estar en ese lugar
privilegiado y es expulsado del jardín (paraíso).
En segundo lugar, se presenta una serpiente. En la Biblia aparece la palabra
“serpiente” 34 veces en el AT y 14 en el NT. La serpiente es un animal común en Israel
pues es una zona desértica te la encuentras donde quiera. Por eso, el pueblo de Israel se
preguntaba sobre su origen, por qué no tiene patas y por su veneno, también el mal es
personificado con la serpiente (cf. Sal 140,1-3; Eclo 21,2). Podemos ver que la imagen de
serpiente es muy usual. Es parte de nuestro lenguaje, es como cuando decimos, “yo atrape
la piñata como un oso y nadie me la quitó” y lo que queremos decir es la fuerza y la manera
en que se agarró la piñata. Así como en el cuento con que iniciamos, muchas veces nos
quedamos con la explicación sencilla, pero en realidad ¿qué se quiere decir? Tenemos todos
los elementos para poder explicar esto, es decir, hemos identificado el jardín, Dios, el
mandamiento y su consecuencia, la serpiente, el hombre y la mujer. Se dan tres diálogos
entre la serpiente y la mujer. En el último diálogo la serpiente le dice “no van a morir…
serán como Dios, conocedores del bien y del mal”. La tentación que se le presenta al
hombre y cae es “ser como Dios”, no obedecerle a Dios sino decidir por sí mismo si eso es
bueno o malo. Es como si un niño de 5 años quisiera trabajar él solo en la fábrica de su
papá, todavía no mide el peligro, no está preparado. Puede tener un accidente trágico.
En tercer lugar, hay algo curioso acerca de la vista y de los ojos. Gen 3,6 dice que el
fruto era “atractivo, de buen aspecto” y Gen 3,7 “se le abrieron los ojos”. ¿Cómo está eso?
¿Agarraron el fruto con los ojos cerrados? ¿No que tenía buen aspecto del fruto? Aquí está
el detalle. Antes de desobedecer, el hombre vivía en “un estado de santidad original” que va
a perder por el hecho de desobedecer y entonces va experimentar la “vergüenza”, por eso
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dice que “se le abrieron los ojos”. Y como consecuencia “tiene miedo y se esconde” (Gen
3,10).
En cuarto lugar, “oyeron los pasos de Dios”, otra vez el lenguaje. ¿Dios tiene pies?
Ya hemos dicho que es Espíritu. Cuando alguien se acerca escuchamos sus pasos y cuando
conocemos su manera de caminar podemos decir “ahí viene mi papá” o “ahí viene mi tía” o
cualquier otra persona. Entonces lo que se quiere decir es la proximidad y cercanía de Dios.
Dios está siempre cerca del hombre, es más, lo busca: “¿Dónde estás?” (Gen 3,9).
En quinto lugar, Dios pide cuentas de la conducta y desobediencia del hombre. La
experiencia del pecado hace que el hombre no asuma su responsabilidad y busca culpables.
El hombre le echa la culpa a la mujer, la mujer le echa la culpa a la serpiente. Es aquí donde
se explicarán parte de la naturaleza o condición de la serpiente (Gen 3,14), de la mujer (Gen
3,16) y del hombre (Gen 3,17-19). Podemos descubrir justicia original se pierde (Sab 2,23-
24), es decir, la armonía en la que se encontraban queda destruida; la unión entre el hombre
y la mujer es sometida a tensiones; sus relaciones estarán marcadas por el deseo y el
dominio; la armonía con la creación se rompe; la creación visible se hace para el hombre
extraña y hostil; la muerte hace su entrada en la historia de la humanidad. Por eso, a partir
del pecado de nuestros primeros padres (Adán y Eva), todo hombre y mujer, nacerán con el
“pecado original” (Sal 51,7). La naturaleza humana queda herida, lesionada, debilitada e
inclinada al mal o al pecado, a eso se le conoce con el nombre de la concupiscencia (cf.
1 Jn 2,16; Ef 4,21-24).
Por último, hay que decir que Dios actúo con misericordia. No dejó al hombre a la
deriva. Si observamos el mandamiento que dio, decía que si el hombre comía del fruto
prohibido “moriría sin remedio”. Sin embargo no murió. Tuvo como consecuencia, el
dolor, el trabajo, las tensiones entre el hombre y la mujer, la muerte. Pero también da un
signo de esperanza. Recordemos que la serpiente representa al mal. ¿Quién o quiénes
pisarán la cabeza de la serpiente? Una mujer y su hijo (Ap 12,17). María y Jesucristo. Por
el “sí” de María y su colaboración al misterio de la Redención, Jesucristo restablecerá la
dignidad del género humano, venciendo al mal.
Para profundizar podemos leer el Catecismo de la Iglesia Católica (CEC nn. 396-
412).

¿Reconozco que yo solo no puedo vencer al mal y que necesito de Dios?


¿Le pido a Dios ayuda para vencer a las tentaciones y el pecado?
¿Me acerco a los sacramentos para que Dios me fortalezca de su Gracia?

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