Punción Capilar y Hto
Punción Capilar y Hto
Punción Capilar y Hto
Procedimiento
La toma de muestra de sangre por punción capilar es una técnica relativamente sencilla.
Los sitios anatómicos para la toma de muestra son varios y se mencionan a continuación.
Punción
– Se destapa la lanceta desechable por el extremo contrario a la punta, con la finalidad de
evitar que se contamine o que nos pinche accidentalmente.
– Con mucho cuidado se usa la lanceta para pinchar el dedo elegido. El movimiento debe
ser certero y con cierto impulso para evitar punciones muy superficiales; pero a la vez no
se deben sobrepasar los 2 mm de profundidad.
Es muy importante que la lanceta se posicione en sentido perpendicular a las huellas
dactilares del paciente, para evitar que la sangre se desperdicie al fluir por los pequeños
surcos de las huellas.
Recolección de la muestra
La sangre debe fluir en forma de gota, ya que esto facilitará su recogida. Si las gotas no
fluyen espontáneamente se puede aplicar una ligera presión sobre la zona, sin exprimir, ni
forzar el flujo, pues ello podría hemolizar la muestra o incrementar la proporción de fluidos
intersticiales en ella.
– La primera gota de sangre se deja perder, porque viene contaminada con líquido tisular,
y por tanto, se debe limpiar con el algodón seco sin tocar la zona pinchada.
Dónde se realiza
La punción se realiza en una de las zonas laterales del talón.
Asepsia
Se procede a realizar la asepsia de la zona utilizando preferiblemente alcohol. Se debe
secar la zona utilizando una gasa estéril.
Punción
Se hace una punción en el talón del recién nacido con una lanceta desechable, sin superar
los 2,4 mm de profundidad. La primera gota no se recolectará, por tanto, se eliminará con
ayuda de una gasa y luego se pueden recolectar las gotas que vengan después.
Se realiza para la detección precoz de las enfermedades metabólicas congénitas. Sirve
para detectar patologías como:
Hipotiroidismo congénito.
Hiperplasia Suprarrenal congénita.
Hiperfenilalaninemias o Fenilcetonuria.
Hemoglobinopatías congénitas.
Para conocer la proporción de la sangre que se corresponde con los hematíes o células
de la serie roja, dato útil para detectar, diagnosticar o monitorizar trastornos en los que se
afectan los hematíes; como parte de un análisis rutinario, especialmente si el médico
sospecha anemia o policitemia.
Normalmente forma parte del hemograma, que se puede solicitar en cualquier análisis de
rutina o ante la sospecha de anemia (hematocrito disminuido) o policitemia (hematocrito
aumentado); a intervalos regulares en la monitorización de trastornos que afectan a los
hematíes y para evaluar la eficacia del tratamiento.
Anemia
Hay numerosos factores que pueden contribuir a desarrollar una anemia, como la baja en
la ingesta de hierro; o pacientes con enfermedad renal crónica, quienes no generan
suficiente eritropoyetina para estimular la producción de glóbulos rojos en la médula ósea.
Aun así, solo se utilizan los valores de Hb para detectar si el paciente es o no anémico.
Policitemia
El hematocrito no puede sin embargo indicar la causa subyacente del trastorno. Además
del hemograma pueden ser necesarias otras pruebas entre las que se incluyen
una extensión de sangre, recuento de reticulocitos, estudio del hierro (hierro
sérico, ferritina, transferrina), vitamina B12 y folato, y en algunos casos más graves, una
evaluación de la médula ósea.
Cansancio, debilidad
Falta de energía
Desmayos
Palidez cutánea
Dificultad para respirar
Trastornos de la vista
Mareos
Dolor de cabeza
Rubor, enrojecimiento
Aumento del tamaño del bazo
El resultado del hematocrito se evalúa junto con los resultados del hemograma, como
recuento de hematíes, hemoglobina e índice eritrocitarios; también se valora junto al
recuento de reticulocitos. Deben tenerse en cuenta la edad, el sexo y la raza ya que los
valores de interpretación pueden variar. Por norma general, el hematocrito refleja los
resultados del recuento de hematíes y de la hemoglobina.
Destrucción excesiva de hematíes, por ejemplo por una anemia hemolítica debida
a un trastorno autoinmune o por defectos propios del hematíe
como hemoglobinopatías (anemia falciforme), anomalías de la membrana de los
hematíes (esferocitosis hereditaria) o defectos enzimáticos (déficit de G6PDH)
Disminución de la producción de hemoglobina
Sangrados gastrointestinales agudos o crónicos (úlceras, pólipos, cáncer de colon);
sangrados en otras zonas, como vejiga urinaria, útero (menstruaciones
abundantes) o traumatismos severos
Deficiencias nutricionales, por ejemplo, de hierro o de vitamina B12 y folato
Lesiones de la médula ósea, por ejemplo, por exposición a sustancias tóxicas, por
radioterapia, quimioterapia, infecciones o fármacos
Insuficiencia renal - una enfermedad renal grave o la enfermedad renal crónica se
asocian a menor producción de eritropoyetina, hormona producida por los riñones y
que estimula la producción de eritrocitos en la médula ósea
Trastornos o enfermedades inflamatorios crónicos
Trastornos de la médula ósea como anemia aplástica, síndromes mielodisplásicos
o cánceres como leucemia, linfoma, mieloma múltiple u otros cánceres que se
diseminen hacia médula ósea