El poema describe la situación de un viajero que se encuentra perdido en un oscuro bosque. Encuentra a Virgilio, quien le explica que está en el infierno y se ofrece a guiarlo. Virgilio le advierte sobre una pantera y un león que amenazan al viajero, y le explica que solo podrá pasar ayudado por un salvador futuro llamado el Lebrel. Virgilio acepta guiar al viajero a través del infierno, donde verá almas sufriendo y dichosas, hasta las puertas del para
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El poema describe la situación de un viajero que se encuentra perdido en un oscuro bosque. Encuentra a Virgilio, quien le explica que está en el infierno y se ofrece a guiarlo. Virgilio le advierte sobre una pantera y un león que amenazan al viajero, y le explica que solo podrá pasar ayudado por un salvador futuro llamado el Lebrel. Virgilio acepta guiar al viajero a través del infierno, donde verá almas sufriendo y dichosas, hasta las puertas del para
El poema describe la situación de un viajero que se encuentra perdido en un oscuro bosque. Encuentra a Virgilio, quien le explica que está en el infierno y se ofrece a guiarlo. Virgilio le advierte sobre una pantera y un león que amenazan al viajero, y le explica que solo podrá pasar ayudado por un salvador futuro llamado el Lebrel. Virgilio acepta guiar al viajero a través del infierno, donde verá almas sufriendo y dichosas, hasta las puertas del para
El poema describe la situación de un viajero que se encuentra perdido en un oscuro bosque. Encuentra a Virgilio, quien le explica que está en el infierno y se ofrece a guiarlo. Virgilio le advierte sobre una pantera y un león que amenazan al viajero, y le explica que solo podrá pasar ayudado por un salvador futuro llamado el Lebrel. Virgilio acepta guiar al viajero a través del infierno, donde verá almas sufriendo y dichosas, hasta las puertas del para
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Canto I
rabioso, alta la testa, y parecía,
En medio del camino de, la vida, hacer temblar el aire con su aliento. errante me encontré por selva oscura, Y una loba asomó; que se diría, en que la recta vía era perdida. de apetitos repleta en su flacura., ¡Ay, que decir lo que era, es cosa dura, que hace a muchos vivir en agonía. esta selva salvaje, áspera y fuerte, De sus ardientes ojos la bravura, que en la mente renueva la pavura! de tal modo turbó mi alma afligida, i Tan amarga es, que es poco más la que perdí la esperanza de la altura. muerte! Y como aquel que gana de seguida, Mas al tratar del bien que allí encontrara, se regocija, y al perder desmaya, otras cosas diré que,vi por suerte. y queda con la mente entristecida, No podría explicar como allí entrara, así la bestia, me tenía a raya, tan soñoliento estaba en el instante y poco a poco, en contra, repelía en que el cierto camino abandonara. hacia la parte donde el sol se calla. Llegué al pie de un collado dominante, Mientras que al hondo valle descendía, donde aquel valle lóbrego termina, me encontré con un ser tan silencioso, de pavores el pecho zozobrante; que mudo en su silencio parecía. miré hacia arriba, y vi ya la colina Al divisarle en el desierto umbroso, vestida con los rayos del planeta, «¡Apiadate de mi! clamé afligido, que por doquier a todos encamina. «hombre seas o espectro vagaroso.» Entonces, la pavura un poco quieta, Y respondió: «Hombre no soy: lo he sido; del corazón el lago, serenado, Mantua mi patria fué, y Lombardía pasó la angustia de la noche inquieta. la tierra de mis padres. Fui nacido, Y como quien, con hálito afanado «Bajo Julio, aunque lo fuera en tardo día, sale fuera del piélago a la riba, y a Roma vi, bajo del buen Augusto, y vuelve atrás la) vista, aun azorado; en tiempo de los dioses de falsía. así mi alma también, aun fugitiva, «Poeta fui; canté aquel héroe justo, volvió a mirar el temeroso paso hijo de Anquises, que de Troya vino, del que nunca salió persona viva. cuando el soberbio Ilion quedó combusto. Cuando hube reposado el cuerpo laso, «¿Mas tú, por qué tornar al mal camino, volví a seguir por la región desierta, y no subes al monte refulgente, el pie más firme siempre en más retraso. principio y fin del goce peregrino?» Y aquí, al comienzo de subida incierta, «¡ Tú eres Virgilio, la perenne fuente una móvil pantera hacia mí vino, que expande el gran raudal de su que de piel maculosa era cubierta; oratoria!» como no se apartase del camino le interrumpí con ruborosa frente, y continuar la marcha me impedía, «¡ Oh! de poetas, luminar y gloria, a veces hube de tornar sin tino. ¡válgame el largo estudio y grande afecto Era la hora en que apuntaba el día, que consagré a tu libro, y tu memoria! el sol subía al par de las estrellas, «• Oh mi autor y maestro predilecto! como el divino amor, en armonía de tí aprendí tan sólo el bello estilo, movió al nacer estas creaciones bellas; que tanto honor ha dado a mi intelecto. y hacíanme esperar suerte propicia, «Esa bestia me espanta, y yo vacilo: de la pantera las pintadas huellas, ¡ de ella defiéndeme, sabio famoso, la hora y dulce estación con su caricia: que hace latir mis venas, intranquilo!» cuando un león que apareció violento, Al verme tan turbado y tan lloroso, trocó en pavor esta feliz primicia. «Te conviene tomar», dijo, «otra vía, Venía en contra el animal, hambriento, para salir de sitio tan fragoso. Canto I «La bestia que tu marcha contraría, no permite pasar por su apretura sino al que se le rinde en agonía. «Es tan maligna, empero su magrura, que de apetitos y de cebo henchida, hambrea más cuanto es mayor su hartura. «Con muchos animales hace vida, y muchos más serán, hasta que encuentre al Lebrel que la inmole dolorida. «Este no vivirá de tierra y güeltre, sino de amor, virtud, sabiduría, y su nación, será entre Peltre y Feltre. «El salvará la humilde Italia, un día, por quien murió Camila y Eurialo, y Niso y Turno, heridos en porfía; «perseguirá do quier sin intervalo esa bestia feroz, hasta el infierno, que de la. envidia fué el engendro malo. De donde, por tu bien, pienso y discierno que me sigas y yo seré tu guía, y he de llevarte hasta el lugar eterno donde oirás espantosa gritería, verás almas antiguas dolorosas: segunda muerte lloran a porfía; verás gentes también que son dichosas en el fuego, que esperan convivir un día con las almas venturosas. A las cuales, si aspiras a subir, más que la mía existe un alma pura con ella, al irme yo, te veré ir; que aquel emperador que hay en la altura, puesto que fui rebelde a su doctrina, que yo no llegue a su ciudad procura. A todo desde allí rige y domina, allá están su ciudad y su alta sede; ¡feliz aquel a quien allí destina!». Y dije yo: «Poeta, pues lo puede aquel Dios que tú nunca has conocido, de este mal libre, y de otro mayor, quede; llévame donde ahora has prometido, y a las puertas de Pedro vea un día y a los de ánimo triste y afligido». Él echó a andar, y yo detrás seguía