La Ilusión Democrática

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1983-1989:

LA ILUSIÓN DEMOCRÁTICA:

Raúl Alfonsín asumió el 10 de diciembre de 1983 y convocó a una concentración en la


Plaza de Mayo, utilizando el Cabildo para diferenciarse del gobierno anterior.

Había un sentimiento de poder en la civilidad y una gran dificultad para satisfacer las
demandas sociales acumuladas que buscaban una solución inmediata ya que, el retorno
a la democracia suponía la solución de todos los problemas. “con la democracia se
cura..

Los problemas económicos eran los que más subsistían debido a que la economía se
encontraba en un estado de desgobierno y caos desde 1981:

 Inflación
 Deuda externa multiplicada y vencida
 Estado carente de recursos, limitado en la capacidad para dirigir la crisis.

A diferencia del peronismo, el radicalismo no tenía apoyos de los poderes corporativos


(militares, la Iglesia, los sindicatos) dudaban acerca de la capacidad del gobierno
democrático. No tenían plena confianza en él y sus representantes, se mantuvieron a la
expectativa de este nuevo escenario social en el que aún no había certezas del
desarrollo de un plan político para llevar adelante el destino del país.

A su vez, el peronismo vivía una fuerte crisis interna debido a la primera derrota electoral
desde sus inicios. El sindicalismo peronista se separa de la conducción peronista y
buscaba sus propias estrategias para enfrentar el nuevo gobierno.

El poder que administraba Alfonsín era grande y escaso a la vez. El radicalismo tenía
mayoría en la Cámara de Diputados y contaba con minoría en el Senado. El presidente
eligió rodearse de un grupo de intelectuales y de la Coordinadora (grupo radical juvenil).
Al asumir al mandato tenía una enorme fuerza: la civilidad, quien se identificaba con la
propuesta de construir un Estado de derecho al cual esos poderes corporativos debían
someterse y consolidar un conjunto de reglas capaces de resolver los conflictos que se
presentaban de una manera pacífica. Se trataba de una identidad política basada en
valores éticos.
Lo fundamental era eliminar el autoritarismo y encontrar modos auténticos de
representar la voluntad de los ciudadanos.

Para ello había dos opciones: elegir entre gobernar activamente en pos de la
construcción de un verdadero Estado de derecho, lo que implicaba confrontar con los
intereses que cada uno de los actores sociales y políticos (estados corporativos,
sindicatos, militares, la Iglesia, el campo, la industria, etc) pretendían sostener y al
mismo tiempo generar divisiones internas dentro del propio partido.

La segunda alternativa, era privilegiar los consensos y acuerdos con los poderes
establecidos, lo que implicaba postergar los problemas que requerían definiciones
claras.

El gobierno de Alfonsín por lo general eligió la primera línea, pero también debió ceder
su postura cuando se le presentaron distintos inconvenientes que limitaban su poder,
debiendo buscar caminos alternativos y nuevas propuestas.

La propuesta a largo plazo era remover el autoritarismo, otorgándole gran importancia


a la modernización cultural, el pluralismo y la participación. Rechazando así, todo
dogmatismo.

De esta manera, se desarrolló un programa de alfabetización y se cambiaron los


mecanismos represivos del sistema escolar.

En el ámbito de la cultura, los medios de comunicación y la libertad de expresión


permitieron un desarrollo de la opinión personal. También, regresaron los intelectuales
y científicos, quienes se encontraban exiliados. Estos se incorporaron a la política y de
esta forma la política se intelectualizó. Alfonsín recurrió a ellos como asesores.

Asimismo, la sanción de la ley que aprobaba el divorcio vincular en 1987 y la patria


potestad compartida fueron pilares fundamentales en el proyecto de modernización. Los
sectores más tradicionales de la Iglesia intentaron oponerse. En 1981 se habían definido
por la democracia, sin embargo, fue creciendo su hostilidad hacia el gobierno radical y
el cuestionamiento del régimen democrático.

El papa Juan Pablo II decidió dar batalla en defensa a la integridad de la comunidad


católica que tenía su centro en lo cultural. Loa obispos castrenses más conservadores
asumieron el combate y enfrentados con el gobierno radical, el presidente respondió en
un templo a las opiniones políticas de un obispo. Estos sectores de la Iglesia los cuales
de a poco comenzaban a dominar en ella, contaban con un discurso en el cual
postulaban que la democracia era el conjunto de todos los males: la droga, el terrorismo,
el aborto, etc.

Los valores de la democracia, la paz, los derechos humanos, la solidaridad internacional


y la independencia implicó la reinserción del país en el ámbito internacional. En este
contexto, se trataron las cuestiones pendientes con Chile por el Beagle, donde el laudo
papal fue la única solución posible para el gobierno y así reafirmar los valores de la paz
y eliminar cualquier conflicto. Y con Gran Bretaña por las Malvinas, donde también se
recuperó el terreno ya que las votaciones en las Naciones Unidas fueron favorables,
incluyeron a las potencias occidentales y aislaron al gobierno británico.

Argentina se propuso mediar en el conflicto de Centroamérica para aplicar los principios


éticos y evitar riesgos internos. La idea era dialogar con los países no alineados,
reivindicar los principios, pero alejándose de los enfrentamientos. Un ejemplo, fue
construir un “club de deudores” para negociar la deuda externa.

El gobierno mantuvo una buena relación con Estados Unidos, quién respaldó las
instituciones democráticas, cortando cualquier vínculo con los militares y apoyando la
estabilización de la economía.

LA CORPORACIÓN MILITAR Y SINDICAL:

El gobierno radical debió enfrentar problemas de dos grandes corporaciones: la militar


y la sindical. Para ambas el poder del gobierno ya era insuficiente.

La sociedad estaba al tanto, debido a las denuncias judiciales, los medios de


comunicación y el informe de la CONADEP de las atrocidades de la represión. A pesar
de las confusiones la gran mayoría repudió los hechos del pasado, se movilizaron y
exigieron justicia.

La derrota de Malvinas, el fracaso político, las divisiones entre las fuerzas y los
cuestionamientos internos debilitaron la institución militar que, sin embargo, continuaba
en el poder.

Alfonsín quería encontrar la manera de subordinar las Fuerzas Armadas al poder civil.
Para ello propuso:

 Separa el juicio a los culpables del juicio a la institución militar ya que


esta era y seguiría siendo parte del Estado.
 Distinguir entre quienes dieron las órdenes para el genocidio, quienes las
cumplieron y quienes se excedieron.

Así, se reformó el Código de Justicia Militar, se dispuso el enjuiciamiento de las


tres primeras Juntas Militares, el ERP y Montoneros.

 No obstante, a fines de 1984, los militares se negaban a revisar sus


propias acciones y someter a proceso a sus jefes.
 En 1985, comenzó el juicio público a los ex comandantes de las FA, el
mismo duró hasta fines de ese mismo año y reveló las atrocidades
cometidas durante los años del gobierno de facto.
 Fines de 1985, se dio a conocer la sentencia que condenó a los ex
comandantes. Negó una guerra que justificara sus acciones y se continuó
con la acción penal. Los militares estaban sometidos a la ley civil.

Se sancionaron las leyes de Punto Final en 1985, ponía límites temporales a las
citaciones judiciales y Obediencia Debida.

En este contexto, la Semana Santa de 1987, un grupo de oficiales (“carapintadas”) se


acuarteló en Campo de Mayo exigiendo una solución política y una reconsideración al
Ejército por su juicio injustamente condenado. No tuvieron el apoyo de la civilidad y
todos los partidos políticos manifestaron su respaldo al orden institucional, firmando un
Acta de Compromiso Democrático. El gobierno sostuvo la Ley de Obediencia Debida.

No obstante, el gobierno y la sociedad ya estaban devastados. Para el primero, implicó


un fracaso en el intento de resolver con dignidad el enfrentamiento del Ejército con la
sociedad, y para la última era el fin de la ilusión democrática.

El poder sindical estaba debilitado por la derrota electoral del peronismo, muchos
sindicatos estaban intervenidos.

El gobierno aprovechó esta debilidad y democratizó los sindicatos. El ministro Mucci


promulgó una ley que incluía:

 El voto secreto, directo y obligatorio.


 La representación de las minorías.
 La limitación de la reelección.
 Control de las elecciones por parte del Estado.

En 1984, la ley fue aprobada en Cámara de Diputados, pero el Senado la rechazó.


El poder sindical se enfrentó al gobierno y entre 1984 y 1988 la CGT organizó 13 paros
generales contra el gobierno constitucional. Integraron a sectores no sindicalizados
como los jubilados, pero también hicieron alianzas con los empresarios, la Iglesia y
grupos de izquierda.

Los contextos de los distintos frentes de oposición impulsaron al gobierno a pactar con
un grupo de 15 sindicatos. El acuerdo incluía la sanción de un conjunto de leyes que
organizaba la actividad sindical (controladas por los sindicatos), a cambio el gobierno
obtenía una tregua social ya que el sindicalismo quedó profundamente dividido.

Luego de la victoria electoral del peronismo en 1987, el poder sindical quedaba


reconstruido con la nueva legislación.

EL PLAN AUSTRAL:

Si bien en un principio los problemas económicos parecían menos graves que los
políticos la situación había cambiado. La inflación desatada desde 1982, el déficit fiscal
y la creciente deuda externa se prolongaban cada vez más.

El problema afectaba la capacidad del Estado para gobernar efectivamente la economía


y la sociedad.

A principios de 1985 cuando la inflación continuaba y la sociedad mostraba su


disconformidad al igual que los acreedores externos, Alfonsín reemplazó a su ministro
de Economía por Sourrouille (radical).

A esto se le sumaba la movilización de la CGT y la agitación militar, a punto de


concretarse el juicio a las Juntas.

La civilidad fue convocada a Plaza de Mayo para recibir el anuncio de una “economía
de guerra”. Días más tarde, se anunció el nuevo plan económico conocido como, Plan
Austral. Su objetivo era: estabilizar la economía a corto plazo y detener la inflación.

 Se congelaron precios, salarios y tarifas.


 Se regularon los cambios y tasas de interés.
 Se suprimió la emisión monetaria para equilibrar el déficit fiscal.
 Se cambia la moneda y el peso fue reemplazado por el austral.

El plan logró frenar la inflación rápidamente y así ganó apoyo social. No afectó a ningún
sector de la sociedad y no hubo despidos. Los acreedores externos se calmaron sobre
todo por el apoyo que el plan recibió de Estados Unidos como de las instituciones
internacionales.

Sin embargo, a fines de 1985 se advirtió la vuelta a la inflación que se evidenció en


1986. Influyó el derrumbe de los precios mundiales como consecuencia de las
decisiones políticas de EE.UU. Volvieron los enfrentamientos entre las corporaciones,
la CGT contra el congelamiento salarial y los productores rurales que se movilizaron
contra el congelamiento de los precios.

El plan tuvo cambios a corto plazo, pero no pudo prever los problemas de fondo (deuda
y déficit fiscal).

Se intentaron reactivar las inversiones extranjeras en el área del petróleo: PLAN


HOUSTON. Se anunciaron planes para la privatización de las empresas y de reforma
fiscal.

En 1987, el gobierno decidió apoyarse en los grupos corporativos, renunciando a su


control y volvían a predominar los intereses particulares de la sociedad.

La tregua social tuvo como consecuencia el rechazo de las corporaciones a políticas


que las pudieran afectar (empresarios y sindicalistas).

Por otra parte, los militares habían amenazado el poder civil por primera vez desde
1930, pero no encontraron ningún tipo de sostén.

Ese mismo año, se lanzó un nuevo plan de reformas, que contó con la aprobación del
Banco Mundial. Se pretendía una política de privatización de las empresas estatales y
una reducción de sus gastos. No obstante, este plan no tuvo la fuerza política necesaria
para llevarse a cabo debido a la derrota en las elecciones legislativas en septiembre de
1987. El peronismo apuntaba a las elecciones presidenciales de 1989 y se negó a
respaldar dichas reformas. De esta manera, la reconciliación con las corporaciones no
tuvo sus frutos en la economía.

LA APELACIÓN A LA CIVILIDAD:

El gobierno radical debía respaldarse en su poder institucional, pero allí su apoyo


también era limitado, especialmente en el Congreso. Los grandes sostenes del gobierno
se encontraban en el radicalismo y en la civilidad. La UCR siempre había sido el partido
de la civilidad, era fragmentario y complejo y se representaban múltiples intereses.
Desde 1983 Alfonsín tenía un fuerte liderazgo junto con el Movimiento de Renovación y
Cambio, su grupo interno que era más que una red de alianzas. También se encontraba
un grupo de jóvenes dirigentes que integraban la Coordinadora. Fueron de gran ayuda
para Alfonsín debido a la capacidad para organizar y movilizar a la civilidad.

Alfonsín quería llegar a un acuerdo con la ciudadanía. Continuó convocándola a la Plaza


de Mayo para tratar situaciones como el Beagle o el Plan Austral. Además, trabajó en
su educación, necesitó el apoyo de un grupo de intelectuales para asesorarlo.

Alfonsín se propuso tratar la lucha contra el autoritarismo, pero desde las elecciones de
1985 su discurso comenzó a orientarse hacia el pacto democrático, la participación y la
modernización. De este modo, se lanzó una serie de reformas:

 La reforma del Estado.


 El traslado de la Capital al sur para poder descentralizar.
 La reforma constitucional.

Las medidas no llegaron a concretarse, pero fueron temas de discusión política donde
un proyecto democrático y modernizador era la inquietud en común.

El radicalismo llevaba 40 años combatiendo movimientos de Perón, Frondizi, de los


sindicatos y algunos sectores empresarios, pero sobre todo la movilización de la
civilidad.

El pacto inicial lo había construido en base al bien común, afectado por los intereses
particulares de la sociedad, por cuestiones económicas y por nuevas alternativas
políticas, las cuales surgieron en un peronismo renovado.

Por la izquierda, el Partido Intransigente se dedicó a señalar la traición del gobierno al


pacto inicial y a fortalecer las consignas de los derechos humanos. Sin embargo, no
logaron construir una oposición y el PI se desintegró y fue absorbido por el peronismo
renovado.

A la derecha, creció la Unión del Centro Democrático, fundada por Alsogaray con ideas
liberales. Fue un partido que en la democracia encontró apoyo de la popularidad,
especialmente de los jóvenes. No obstante, no logró ir más allá de la Capital.

Paulatinamente, fue formándose dentro del peronismo una nueva corriente: la


renovación. La cual, combatió con la conducción oficial y en 1985 se dividió el bloque
de Diputados. Entre sus principales representantes se encontraba Carlos Menem. Se
proponía adecuar el peronismo al nuevo contexto democrático, insertarse en el discurso
de la civilidad y las demandas sociales.
Cuando se produjo el episodio de Semana Santa de 1987, el peronismo renovador
manifestó una compasión total por la institucionalidad democrática y respaldaron al
gobierno.

EL FIN DE LA ILUSIÓN:

1987 fue un año decisivo para Alfonsín debido al episodio de Semana Santa y la pérdida
de Diputados en las elecciones. No podía doblegar las fuerzas de la corporación militar
y perdió liderazgo sobre la civilidad.

Las mayores victorias habían sido para el peronismo renovador (Alfiero y Menem), en
las elecciones de 1987 el radicalismo perdió mayoría en la Cámara de Diputados y el
control de todas las gobernaciones. La derrota cuestionaba la legitimidad del gobierno
y su capacidad para dirigir. Las dificultades fueron creciendo: la fuerte inflación e
incapacidad para afrontar la deuda reaparecieron.

Se mostraron disconformes con la conducción de Alfonsín muchos dirigentes del propio


partido, quien había postulado como candidato presidencial para 1989 al gobernador de
Córdoba, Angeloz, partidario de las tendencias del alfonsinismo.

La cuestión militar tuvo dos nuevos episodios, Primero porque la situación de los
oficiales seguís inconclusa y además porque los activistas militares estaban dispuestos
para aprovechar la debilidad del gobierno. Había fracasado el proyecto de reconciliar a
la sociedad con las Fuerzas Armadas. La primera repudiaba su actitud subversiva.

En 1989 un grupo terrorista asaltó el cuartel de La Tableada y el Ejército se enfrentó a


los asaltantes, obteniendo un gran reconocimiento por parte de la sociedad.

Luego de las elecciones de 1987 creció la figura de Cafiero, gobernador de Buenos


Aires, presidente del Partido Justicialista que se postulaba como sucesor de Alfonsín.
Cafiero había remodelado el peronismo a imagen y semejanza del alfonsinismo para
asegurar un tránsito ordenado entre una presidencia y otra.

Eso los perjudicó frente a uno de los candidatos del peronismo, el gobernador de La
Rioja, Carlos Menem. Reunió todos los segmentos del peronismo, desde los dirigentes
sindicales, rechazados por Cafiero, hasta militantes de la izquierda y la derecha, junto
con los caudillos. Así, ganó las elecciones internas y en 1988 quedó consagrado como
candidato a Presidente. Construyó alianzas con los importantes empresarios, la Iglesia
y oficiales de las Fuerzas Armadas. Y en la sociedad, apeló a los humildes, afirmaba la
realidad de un pueblo dominado por la miseria y la marginalidad.
En 1988 el gobierno lanzó un nuevo plan económico denominado plan “Primavera” con
el objetivo de llegar a las elecciones con la inflación controlada.

 Congelamiento de salarios, precios y tarifas.


 Reducción del déficit estatal.

El plan tuvo dificultades: no hubo apoyo para mantener el congelamiento y no se podía


negociar con entidades externas.

Cavallo (economista afiliado al justicialismo) le recomendó al Banco Mundial y al FMI


que limitaran sus créditos al gobierno argentino y ambas instituciones anunciaron que
no lo seguirían respaldando.

De esta manera, comenzando 1989 el gobierno anunció la devaluación del peso, el dólar
subió y la economía entró en descontrol. Luego de la inflación, llegó la hiperinflación que
destruyó los salarios y la moneda.

En este contexto, se votó el en mayo de 1989 y el triunfo fue para el Partido Justicialista,
quedando como Presidente Carlos Menem. Si bien la fecha de traspaso sería el 10 de
diciembre de 1989, Alfonsín renunció para anticipar el traspaso del gobierno que
finalmente se terminó concretando el 9 de julio, seis meses antes del plazo
constitucional.

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