Foucault. Ludwig Binswanger y El Análisis Existencial Web

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michel foucault

ludwig binswanger
y el análisis
existencial
un enfoque filosófico
de la enfermedad mental
Índice

­El joven ­Foucault 11
­Edgardo ­Castro
­Senda ­Sferco

­Presentación 29
­François ­Ewald

­Reglas de establecimiento del texto 31

Ludwig ­Binswanger y el análisis existencial

[­Introducción] 35
­I. P
­ sicoanálisis y antropología de la vida: 1. ­Lo vital y la
vivencia; 2. ­Retorno a la vivencia: F­ reud y H
­ usserl. ­II. ­La
psicología fenomenológica como ciencia eidética: 1. E ­ l retorno
a la vivencia en la fenomenología eidética; 2. ­De la eidética de
la vivencia a la génesis de las constituciones. ­III. ­Descripción
fenomenológica y experiencia patológica: 1. ­La ­Lebenswelt
[el mundo de la vida]; 2. ­Negación y contradicción: la
psicopatología pone en crisis el modelo fenomenológico. ­IV. ­El
análisis de las formas de la existencia como superación radical
del análisis fenomenológico.

[1.] ­El caso ­Ellen ­West 71


­Construcción teórica y observación clínica en la psicopatología
fenomenológica. ­I. ­El caso ­Ellen ­West (­Ludwig ­Binswanger):
1. ­Historia de la paciente; 2. ­Comparación entre el caso E ­ llen
­West y el caso ­Nadia (­Pierre ­Janet); 3. ­La interpretación
psicoanalítica de ­Ellen W­ est; 4. ­El mundo de E ­ llen W
­ est; 5. ­El
estilo de la existencia de ­Ellen ­West. ­I­I. ­Lo óntico y lo ontológico.
8 ludwig binswanger y el análisis existencial

[2. ­El espacio] 101


­I. ­La espacialidad: 1. ­La experiencia vivida originaria del
espacio: ­Husserl; 2. ­La espacialidad se funda en el “ser-en-
el-mundo”; 3. ­La espacialidad afectiva. I­ ­I. ­El espacio de los
enfermos. 1. ­El caso ­Franz ­Weber (­Roland K­ uhn): el “delirio
de límite”; 2. ­El modo de espacialización del sujeto. I­ ­I­I. ­El
víncu­lo entre espacio y tiempo: el análisis de la espacialidad
lleva a interrogarse sobre el modo de temporalización de
la existencia.

[3. ­El tiempo] 117


­I. ­El problema del tiempo: 1. ­El tiempo en la patología mental;
2. ­La raíz común de la historia y de la temporalidad en el
plano existencial. ­II­ . ­Análisis de dos casos de esquizofrenia: 1.
­El caso ­Georg (­Roland ­Kuhn); 2. ­Un análisis de A ­ lfred ­Storch.
­I­II­ . Descripción fenomenológica y análisis existencial: 1. L ­a
experiencia mórbida del tiempo en el marco de una descripción
puramente fenomenológica; 2. ­El caso ­Rudolf R ­ . (­Roland
­Kuhn); 3. ­La psicoterapia como verificación del proyecto
de mundo.

[4. ­La experiencia del otro] 143


­I. ­Temporalidad e intersubjetividad: 1. L ­ a primera divergencia
explícita del análisis existencial con la analítica existencial
de ­Heidegger; 2. ­La experiencia del otro en la tradición
psiquiátrica, en F­ reud y ­Husserl. I­ ­I. ­El personaje del O­ tro en el
horizonte mórbido: 1. ­El otro en el dominio fenomenológico; 2.
­La totalidad del otro y las perversiones sexuales. ­I­I­I. ­Casos
clínicos: 1. ­El caso ­Konrad ­Schwing (­Medard ­Boss); 2. ­El
caso ­Lola ­Voss (­Ludwig ­Binswanger). ­I­V. ­Distancia de la
­Daseinsanalyse con respecto a la fenomenología de H ­ usserl
y la ontología de ­Heidegger: 1. ­El caso ­Jürg ­Zünd (­Ludwig
­Binswanger); 2. ­La primacía antropológica del amor.

[5. ­La antropología existencial] 171


­I. ­La ­Daseinsanalyse con respecto a la psicología
fenomenológica y al psicoanálisis existencial de S­ artre: 1. ­La
reflexión sobre la existencia; 2. ­El enfermo y las formas de su
libertad. I­ ­I. ­La vocación terapéutica de la ­Daseinsanalyse: la
índice 9

relación médico-paciente. ­I­I­I. ­Significación y expresión: 


1. ­La ­Existenzerhellung; 2. ­El caso ­Lina (­Roland ­Kuhn).
­I­V. ­La ­Daseinsanalyse entre metafísica y análisis objetivo.

Situación del texto 217


Elisabetta Basso

Índice de nombres 245

Índice de temas 249


­El joven ­Foucault
­Edgardo ­Castro
­Senda ­Sferco *

un nuevo umbral

­ urante décadas, y hasta ahora, las obras de ­Foucault co-


D
menzaban en 1954. ­En ese año apareció ­Enfermedad mental y persona-
lidad, su “primer libro”,1 y una introducción a la traducción france-
sa de la obra de ­Ludwig ­Binswanger Le Rêve et l’existence.
­El presente volumen corresponde a un extenso manuscrito re-
dactado por F ­ oucault a comienzos de la década de 1950, cuando
enseñaba P ­ sicología en la ­Universidad de ­Lille.2 ­Este escrito, junto
con otros que irán apareciendo en la colección que reúne los “cur-
sos y trabajos” de ­Michel ­Foucault previos a su nombramiento en el
­Collège de ­France,3 marca un nuevo umbral en su obra publicada.
­Por ello, si la edición de los cursos en el ­Collège de F ­ rance foca-
lizó en gran medida la atención de lectores y especialistas alrede-
dor de lo que se llamó el último ­Foucault –­preocupado por indagar
una ética y una estética de la existencia en el mundo grecorro-
mano–­, es de esperar que ­Ludwig B ­ inswanger y el análisis existen-
cial nos invite a girar la mirada hacia el joven ­Foucault.  ­Una épo-
ca en la cual su profundo interés por la psicología, la psiquiatría
y el psicoanálisis se convierte en una cantera de trabajo para sus
inquietudes filosóficas.

* ­­Edgardo ­­Castro es doctor en ­­Filosofía por la ­­Universidad de ­­Friburgo


(­­Suiza), investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y
Técnicas (­­Conicet) y profesor de Historia
­­ de la ­­Filosofía ­­Contemporánea
en la ­­Universidad ­Nacional de ­­San ­­Martín (­­Argentina). ­­Senda ­­Sferco
es doctora en ­­Filosofía por la ­­Université de ­­Paris ­­V­­­I­­­I­­­I, investigadora del
­­Conicet y profesora de ­­Antropología ­­Filosófica en la ­­Universidad ­­Nacional
del ­­Litoral (­­Argentina).
12 ludwig binswanger y el análisis existencial

entre filosofía y psicología

­ or esos años, en ­Francia, la psicología ingresaba a la universidad


P
de la mano de la filosofía, como parte de su programa de estudios.
­Daniel ­Lagache, fundador de la Sociedad Francesa de Psicoanálisis,
crea en 1947 la licenciatura en ­Psicología en la ­Sorbona. F ­ oucault
cursa la carrera y sigue las lecciones sobre psicología de ­Maurice
­Merleau-­Ponty. E ­ n 1949, un año después de haber obtenido su li-
cenciatura en ­Filosofía, se gradúa en ­Psicología. O ­ btiene, también,
un diploma en ­Psicopatología en  1952, y, al año siguiente, otro
en ­Psicología E
­ xperimental. A ­ simismo, asiste al “­Seminario de los
miércoles” de ­Jacques L ­ acan y trabaja como psicólogo en el hospi-
tal psiquiátrico de ­Sainte-­Anne. A ­ demás de las lecciones que dicta
en ­Lille, gracias a ­Louis ­Althusser imparte cursos de P ­ sicología en
la ­École ­Normale S ­ upérieure de P ­ arís entre 1951 y 1955.4 ­El pro-
pósito de F­ oucault –­según comenta a R ­ aymond ­Polin,5 director del
­Departamento de F ­ ilosofía en L­ ille–­era conjugar ambas discipli-
nas en una tesis sobre la filosofía de la psicología.6
¿­Cómo abordar este doble interés por la filosofía y la psicología?
¿­Qué claves nos brindan los escritos de juventud para comprender
el pensamiento foucaultiano? ­Es preciso no caer en la tentación de
buscar aquí un origen que contenga larvadamente sus de­sarrollos
posteriores. ­Pero tampoco se trata de pasar por alto o de diluir las
preocupaciones foucaultianas en un mero anecdotario. ­Ni origen
de un programa ni anécdotas de una época, sino, más apropiada-
mente, el inicio de un modo de problematización, esto es, la puesta
en marcha del laboratorio conceptual de ­Michel ­Foucault.

***

­ l joven ­Foucault lee profundamente a ­Freud, estudia la psicolo-


E
gía experimental y, como veremos, se sumerge en la propuesta del
análisis existencial (­Daseinsanalyse) de L­ udwig B­ inswanger.7 ­Antes
de abordar el significado que tendrá el encuentro de ­Foucault
con B ­ inswanger y su obra, resulta conveniente recuperar cierta
perspectiva histórica.
­El nombre de B ­ inswanger aparece ligado, por un lado, a la clíni-
ca ­Bellevue, situada en la ciudad suiza de ­Kreuzlingen, junto al lago
de ­Constanza, y, por otro, a S­ igmund ­Freud. ­Pertenecía a una fami-
el joven foucault 13

lia de psiquiatras: su abuelo había fundado en 1857 esta clínica que


su padre, él mismo y también su hijo dirigirán. ­Allí se alojaron la
célebre paciente de ­Josef ­Breuer, A ­ nna ­O. (­Bertha P ­ appenheim), el
historiador de arte ­Aby ­Warburg y el fundador de la ­Bauhaus H ­ enry
van de ­Velde.8 ­También R ­ aymond ­Roussel, a quien F ­ oucault consa-
gró un libro entero, tuvo la intención de internarse en B ­ ellevue,9
antes de quitarse la vida en ­Palermo.
­En 1907, ­Binswanger acompaña a ­Carl ­Jung a V ­ iena, para visitar
a ­Freud. ­No era un apellido desconocido para el frecuentado habi-
tante del número 19 de la ­Berggasse. ­Freud, en efecto, conocía a su
tío, ­Otto B­ inswanger, el psiquiatra de ­Nietzsche.
­Una inquebrantable amistad se entabla entre el joven L ­ udwig
y el padre del psicoanálisis, con repetidos encuentros y un inten-
so intercambio epistolar. B ­ inswanger define este víncu­lo como
ese lugar “donde los hombres libres se dejan juzgar en el fondo
del alma”.10
­Pero entre la clínica ­Bellevue y su amistad con ­Freud, ­Binswanger,
que en 1910 se convierte en presidente de la S ­ ociedad P ­ sicoanalítica
de ­Zúrich, se abre su propio camino, la ­Daseinsanalyse. F ­ oucault des-
cribe esta corriente de la psiquiatría en términos que expresan per-
fectamente gran parte del contenido del presente volumen:

[­Captar] al hombre como una existencia en el mundo y ca-


racterizar a cada hombre por el estilo propio de esta exis-
tencia es, para L­.B­ inswanger, […] alcanzar, más allá de la
psicología, el fundamento que le da su posibilidad y expli-
ca su significado. ­La psicología aparece como un análisis
empírico del modo en que la existencia humana se ofrece
en el mundo; pero debe basarse sobre el análisis existen-
cial del modo en que esta realidad humana se temporaliza,
se espacializa y finalmente proyecta un mundo.11

­En efecto, en línea con los trabajos de ­Husserl y el ­Heidegger de ­El


ser y el tiempo, ­Binswanger propone una antropología de la enferme-
dad mental, en la que, a partir de la experiencia concreta del en-
fermo, se busca comprender su mundo en lugar de diagnosticarlo
desde un afuera. L ­ a ­Daseinsanalyse, en definitiva, busca comprender
la estructura del ser-en-el-mundo de los pacientes. ­Como todo hom-
bre, también el enfermo mental proyecta un mundo, y sus voces,
14 ludwig binswanger y el análisis existencial

sus acciones y especialmente sus sueños despliegan un sentido que


es necesario descubrir.

­He vivido en una época [afirma ­Binswanger en una carta


del 10 de mayo de 1954 dirigida a F­ oucault] en la cual el
sueño ha luchado mucho para ganarse el derecho a una
investigación científica.12

tiempo e historia

­ ero volvamos sobre el joven ­Foucault e intentemos comprender


P
de qué modo su lectura del análisis existencial se sitúa en el con-
texto de sus preocupaciones filosóficas y se articula con ellas. S ­ obre
todo, mediante qué elaboraciones el análisis existencial, desde ese
doble registro de la filosofía y la psicología, se convierte en un te-
rreno de confrontación con las grandes referencias teóricas de la
época: ­Freud, H ­ usserl y ­Heidegger. ­Para ello es inevitable comen-
zar deteniéndonos, aunque sea brevemente, en su tesis de juventud
sobre ­Hegel.
­En 1949, ­Foucault había obtenido su diploma de estudios supe-
riores en F ­ ilosofía con un trabajo sobre “la constitución de un tras-
cendental en la ­Fenomenología del espíritu de H ­ egel”, bajo la direc-
ción de ­Jean ­Hyppolite. E ­ ste escrito ha sido hallado recientemente
por ­Henri-­Paul ­Fruchaud, sobrino de nuestro filósofo.13
­En esta tesis, F
­ oucault lee a H
­ egel desde K­ ant. ­Este último deno-
mina “trascendentales” los conceptos puros y a priori, en el sentido
de que no provienen de la experiencia pero nos permiten consti-
tuirla, pues con esas categorías ordenamos los datos que nos ofre-
cen los sentidos y, así, se hace posible el conocimiento científico.
­En ­Kant, estos trascendentales no tienen historia, pertenecen a la
estructura del entendimiento.
­En su tesis, ­Foucault quiere mostrar que también podemos ha-
blar de trascendental a propósito del saber absoluto hegeliano,
en la medida en que este saber hace posible el saber de la filoso-
fía, así como en ­Kant los conceptos puros hacían posible la cien-
cia. ­Pero, a diferencia de ­Kant, este trascendental es histórico.
­En efecto, en la ­Fenomenología del espíritu nos encontramos con
el joven foucault 15

el camino que nos conduce, en la historia, a través del recorrido


de la conciencia, hasta el saber absoluto, es decir, un saber de
la totalidad. D ­ esde el momento en que es alcanzado, este saber
hace posible el sistema de la filosofía que ­Hegel de­sarrolla en
sus obras posteriores, como la ­Enciclopedia de las ciencias filosófi-
cas. ­Porque hace posible el sistema de las ciencias filosóficas –­y
también la escritura de la misma ­Fenomenología–­, el saber absoluto
es un trascendental. ­Y porque accedemos a él en la historia, es,
precisamente, histórico.
­Sin embargo, ­Foucault encuentra aquí una dificultad que pone
todo el pensamiento de H ­ egel en cuestión. P­ or un lado, el saber
absoluto se manifiesta en la historia, aparece al final del recorrido
de la conciencia o del sujeto en la ­Fenomenología; pero, por otro, su
contenido, su verdad –­lo que ­Hegel llama “el concepto”–­, es eter-
no. ­El saber absoluto habita desde siempre en la conciencia, su in-
quietud guía el camino fenomenológico; en su carácter finito vive
el ­Espíritu infinito. L ­ a historia hegeliana es, entonces, alienación,
manifestación en el tiempo de una verdad eterna. P ­ ero el tiempo
en sí mismo nunca constituye la verdad, solo la manifiesta.
­Así, la tesis sobre ­Hegel deja planteada una interrogación sobre
la relación entre historia y tiempo, entre verdad y tiempo, entre
pasado y futuro, que F ­ oucault hace propia y retoma en relación con
­Binswanger y el análisis existencial.
­Este paso, como veremos, se centra ya no en la fenomenología de
­Hegel, sino en las fenomenologías de ­Husserl y de H ­ eidegger de las
que se sirve ­Binswanger para elaborar su propuesta. E ­ n este despla-
zamiento, el lugar del absoluto hegeliano es ocupado por la idea de
hombre; vale decir, por un concepto que, abstractamente, se propo-
ne expresar su esencia, lo que es o debería ser. ­Al igual que el absolu-
to, esta idea de hombre también se sitúa fuera de la historia y, sobre
todo, del tiempo de la historia.
­Ahora bien, ¿por qué ­Foucault se interesa en las experiencias
psiquiátricas? ¿­Cuál es la problematización que estas le permiten
poner de relieve? ­En dichas experiencias, el autor busca la posibi-
lidad misma de recuperar un pensamiento sobre el tiempo que no
se subsuma en el de la historia como manifestación del absoluto.
­Nuestro joven filósofo trata de pensar un tiempo efectivo, abier-
to a la contingencia o en sí mismo contingente, creador, sin otra
referencia que la de su propia experiencia. ­También podemos en-
16 ludwig binswanger y el análisis existencial

trever aquí que la angustia de su propia biografía lo moviliza hacia


estas experiencias. ­La enfermedad mental es parte del registro de
vivencias personales del joven F ­ oucault y de su búsqueda por una
terapéutica no normativa.
­Los casos clínicos habilitan esa búsqueda de un tiempo de las
experiencias y de una terapéutica capaz de reconocer en ellas la
singularidad de la existencia. P ­ or ello, para ­Foucault, las voces de
los pacientes de ­Binswanger (­Ellen ­West, ­Lola ­Voss y ­Jürg ­Zünd) y
de ­Ronald K­ uhn (­Franz ­Weber, ­Rudolf ­R., ­Georg y L
­ ina), diagnosti-
cados con psicosis diversas, no son meros casos, sino “experiencias
fundamentales, únicas e incomparables”,14 que trascienden el diag-
nóstico psicopatológico para abrirse a la problematización filosófi-
ca de la temporalidad, la espacialidad y los modos de relación con
los otros.
¿­Encontrará ­Foucault en B
­ inswanger, más que en H ­ egel, la posibi-
lidad de abordar las experiencias en su singularidad, sin presupues-
tos, sin subsumirlas a ningún absoluto, a ninguna verdad atemporal?

***

­ l presente volumen comprende una introducción y cinco capítu-


E
los, en los que los conceptos filosóficos y las experiencias psiquiá-
tricas no dejan de entrelazarse, interrogándose y poniéndose en
cuestión entre sí. E ­ l análisis existencial y los escritos de B
­ inswanger
resultan un terreno particularmente propicio para este movimien-
to de ida y vuelta.
­En la “­Introducción”, ­Foucault se sirve de ­Binswanger y del análi-
sis existencial para criticar la psicología positiva, la raigambre biolo-
gicista que a sus ojos siguen manteniendo el psicoanálisis freudiano
(­Lacan apenas está emprendiendo su retorno a ­Freud) y la propia
fenomenología de ­Husserl.
­El primer capítulo vuelve sobre los temas de la introducción
a propósito de un caso clínico de ­Binswanger, el de ­Ellen ­West,
paciente diagnosticada con esquizofrenia y graves problemas ali-
menticios. ­Los capítulos 2 a 4 retoman diversos casos clínicos para
ocuparse, respectivamente, de las cuestiones del espacio, el tiempo
y la alteridad. ­Tal es el relato de ­Rudolf ­R., agorafóbico, cuando
necesita elaborar un tiempo propio para poder cruzar una aveni-
da. ­Leyendo a B ­ inswanger, ­Foucault describe la peculiar relación
el joven foucault 17

espaciotemporal que el mundo de ­Rudolf proyecta, visto que su


“angustia es el futuro desplegado frente a él como una estructura
espacial”.15 ­Por eso, el espacio por franquear solo puede ser atra-
vesado si se anticipa al tiempo y a lo que encontrará en el extremo
final, cuando ya esté del otro lado. ­También G ­ eorg, paciente hebe-
frénico de ­Roland ­Kuhn, sufre pánicos que pueden ser descriptos
como crisis del “fin de mundo”, emerge en el examen de F ­ oucault
para señalar la importancia del tiempo vivido en su relación con la
verdad, que no es otra que la del mundo que el enfermo proyecta.
­O, una vez más, ­Rudolf ­R., paciente de R ­ onald ­Kuhn, negado al
trabajo de duelo por la muerte de su madre, que permite diluci-
dar la temporalización de una existencia tomada por repeticiones,
pero cuya vinculación a una fijación o a una tendencia iterativa
del instinto de muerte freudiano, aun cuando permita señalar el
problema, no lo resuelve. ­Y ­Lina, también paciente de K ­ uhn, que
induce a preguntarse si un análisis puede resolver una neurosis de
histeria desde el mismo ciclo de repeticiones que la provoca. L ­ as
paradojas de la experiencia amorosa que trae L ­ ina –­así como las
de ­Lola ­Voss, otro caso de B ­ inswanger–­dejan planteado no solo el
problema del origen de la experiencia de la enfermedad mental,
sino también el de la relación de presencia/ausencia del otro y
la dimensión intersubjetiva de los afectos, que en ese mundo ha
sido suspendida.
­Foucault traslada al análisis existencial de ­Binswanger la pregunta
por la temporalidad, y desde esta inquietud fundamental se interro-
gará también por la espacialidad y por la experiencia de la intersub-
jetividad. ­Este eslabonamiento organiza su exposición en relación
con los casos clínicos como experiencias únicas e incomparables.
­Pero no sería correcto decir que estas experiencias declinan esos
conceptos; al contrario, es en ellas donde estos conceptos emergen
en su singularidad. ­Si el enfermo encuentra en su enfermedad un
proyecto existencial, es necesario entender que el mundo que aquí
se manifiesta tiene la marca de una alteridad. S ­ e arma con coorde-
nadas espaciotemporales “otras”, desde una intersubjetividad frag-
mentada: el mundo del enfermo debe ser comprendido, entonces,
como un mundo “otro”.16
18 ludwig binswanger y el análisis existencial

lo biográfico y lo biológico

­ ientras tenemos presente el ida y vuelta entre filosofía y psicolo-


M
gía que define el proceder de F ­ oucault en este trabajo, exploremos
ahora más detenidamente cuál es su posición respecto de F ­ reud, de
­Husserl y, por último, frente al propio análisis existencial.
­Como ya señalamos, el interés de F ­ oucault por el análisis exis-
tencial mantiene el propósito de rehabilitar un pensamiento sobre
el tiempo que la fenomenología hegeliana no llegaría a pensar.
­Con la mediación de B ­ inswanger, el joven F ­ oucault aborda, esta
vez, a partir de la fenomenología de H ­ usserl y de H­ eidegger, la
cuestión del tiempo en el psicoanálisis de ­Freud. ­Aquí ya no está
en cuestión el tiempo de la “gran” historia del relato de la fenome-
nología hegeliana, sino el tiempo de la vida natural.17
­En este contexto, la vida es tematizada en su doble dimensión,
como vida biológica y como vida biográfica. F ­ oucault se vale de esta
amplitud para situarse frente a F ­ reud. ­Si bien la tarea psicoanalíti-
ca se centra en los relatos de historias individuales, revalorizando
la dimensión de lo biográfico, para F ­ oucault, como también para
­Binswanger, ­Freud habría quedado limitado por una raigambre na-
turalista, según la cual la biografía es remitida a la biología, y las
vivencias a las pulsiones. ­De modo tal que, aun cuando el psicoa-
nálisis hace de “lo vivido” lo que está en cuestión en el análisis, a la
hora de explicarlo, no se desprende por completo del evolucionis-
mo, es decir, de una temporalidad biológica que dicta los criterios
de lo normal y lo patológico.18
­Siguiendo a ­Binswanger, ­Foucault insiste en que “lo vivido” no
debe ser entrevisto desde un punto originario, a partir del cual se
desplegaría una “orientación vital” o se manifestaría, por la vía de
la historia biográfica o del naturalismo, un principio atemporal y
ahistórico. ­A ojos de F ­ oucault, la raíz de la enfermedad mental no
es un déficit de adaptación al medio o un desvío respecto del curso
natural de la vida; por eso, considera necesario volver a plantear
la pregunta por la historia vivida sin que esta quede capturada por
una génesis que se confunda con el de­sarrollo.
­Además de la objeción naturalista, ­Foucault critica a ­Freud desde
el concepto mismo de existencia. E ­ n este caso, recurre a la perspec-
tiva heideggeriana y retoma la distinción entre lo óntico (el nivel
donde el hombre es un ente como cualquier otro) y lo ontológi-
el joven foucault 19

co (donde, en cambio, el hombre es un ser particular, es existen-


cia –­­Dasein–­; el que se pregunta por el ser y por el sentido de la
existencia). ­En este punto, ­Foucault retoma la posición crítica de
­Binswanger, según la cual el psicoanálisis freudiano –­en la medida
en que no aborda la enfermedad mental desde el punto de vista de
la existencia y su sentido–­permanecería en un plano óntico. P ­ ara la
­Daseinsanalyse, precisamente, en la enfermedad mental se desplie­
ga un proyecto existencial, es decir, una experiencia desde la cual
emerge la necesidad de dar forma a un mundo. ­Este, como ya seña-
lamos, se elabora mediante un espacio, un tiempo y una intersub-
jetividad propias. L­ a experiencia de la enfermedad mental es la de
una existencia que conforma un mundo “otro”, haciéndose de los
más creativos registros, para encarnar –­como libertad y verdad–­el
proyecto de vida del enfermo.
­En consecuencia, ¿cómo abordar el tiempo de lo vivido que expo-
nen las voces de los casos, sus biografías, sin subsumir su experiencia
a la dinámica que impone lo vital, la biología? E ­ l tiempo vivido no
puede reducirse a la simple expresión de una verdad preexistente
y que el individuo vendría solo a consumar. ­Es preciso comprender
plenamente el alcance de esta inquietud de F ­ oucault, que desde este
momento ya inscribe en la tensión semántica del bios griego una cla-
ve de problematización que le permite afrontar la polaridad confor-
mada por lo biológico y lo biográfico, lo vital y lo vivido. ­Al respecto,
no se pueden soslayar los ecos, que llegan hasta sus últimos cursos y
el debate contemporáneo, de las siguientes expresiones:

­ sí, la vieja oposición entre el alma y el cuerpo es conve-


A
nientemente sustituida por la distinción entre lo funcional
y lo histórico. ­Aunque nos gustaría decir “entre lo biológi-
co y lo biográfico”, si fuera posible devolver a estos térmi-
nos su riqueza originaria, aquella que la ambigüedad de
sentido entre lo vital y lo vivido daba a la palabra bios.19

el mundo de la vida

­ i bien ­Foucault es crítico respecto de la limitación biologicista de


S
la aproximación freudiana a la enfermedad mental, retiene la im-
20 ludwig binswanger y el análisis existencial

portancia que le confiere el psicoanálisis a la vivencia individual.20


­Ella marca un punto de convergencia con la fenomenología husser-
liana, siendo que, tanto en F ­ reud como en H ­ usserl, nos encontra-
mos con un “retorno a lo vivido”.
­Sin embargo, a través de la noción husserliana de mundo de la
vida (­Lebenswelt), lo vivido vuelve a encontrar un presupuesto. P ­ ara
la fenomenología, en efecto, toda vivencia supone un conjunto de
significaciones que están ya dadas. ­Estas conforman el mundo de
la vida, punto de partida necesario para la constitución de esas vi-
vencias. ­Dicho mundo ya presupone un sentido del espacio, del
tiempo y de la intersubjetividad. A ­ hora bien, el mundo del enfermo
mental, según ya vimos, aparece como un mundo “otro” que no se
sostiene en una ­Lebenswelt, en la medida en que su articulación de
sentido al mundo-con-los-otros no podría reposar sobre una uni-
dad. ­El mundo delirante de las psicosis, justamente, de­sagrega la
centralidad vital sobre la que se asienta la ­Lebenswelt, creando viven-
cias que desde la fenomenología husserliana no tendrían modo de
ser incorporadas. ­De manera tal que, a ojos de ­Foucault, la noción
de ­Lebenswelt, en su relación con las vivencias, termina ocupando el
lugar de presupuesto que tenía en ­Freud el mundo biológico.
­Frente a esta limitación de la aproximación husserliana, las ex-
periencias terapéuticas de B ­ inswanger se convierten en una instan-
cia crítica respecto de la fenomenología de la que había partido.
­Binswanger trabaja con enfermos, escucha sus voces y entiende
que, más que venir a vivir un mundo que ya está ahí, sus relatos
constituyen sentidos nuevos y proyectan un mundo otro. S ­ e trata de
una verdadera creación, única e irreductible, que emerge de una
temporalidad singular. ­Así, frente a la pregunta por el origen de
la enfermedad mental, las descripciones fenomenológicas también
resultan insuficientes, puesto que reposan sobre una temporalidad
fundada por la ­Lebenswelt. ­Aun cuando esta explicite el sentido ge-
neral de una experiencia patológica, para el análisis existencial, la
­Lebenswelt no puede oficiar de momento originario: “­El error de los
psiquiatras que se inspiraron exclusivamente en la fenomenología
fue confundir la estructura eidética de una experiencia con su fun-
damento y asimilar los momentos constitutivos de la génesis con el
origen radical de la experiencia”.21
­La problematización de la temporalidad permite, entonces, dilu-
cidar el punto en el que la descripción fenomenológica y el análi-
el joven foucault 21

sis existencial se distancian. ­La primera está preocupada por saber


cómo es que la génesis puede dar cuenta y razón de sí misma en
una descripción constitutiva. ­En ella, el carácter patológico se fun-
da a través de perturbaciones de la génesis ideal de la experiencia
(en la que gravita la centralidad del hombre normal), ratificando la
referencia a una normatividad de la experiencia temporal y a una
definición de lo patológico como trastorno o de­sorden respecto del
tema ideal. ­El análisis existencial, en cambio, busca vincular esos
momentos constitutivos en una problematización que se quiere su-
peradora respecto de la descripción de la génesis, y que conduce la
reflexión hacia un horizonte más radical, donde lo patológico de-
viene existencia.22 ­Por consiguiente, lo patológico no emerge aquí
como algo originado, sino como instancia originante.
­Foucault explica la importancia de este desplazamiento, ya que
los momentos temporales implican en sí mismos, cada uno, una
manera de dirigirse hacia el mundo, de abrirse y de proyectarse
en él. U ­ na reducción fenomenológica de estas experiencias pa-
tológicas escaparía a la visión de sus contradicciones. ­El abando-
no al tiempo del final del mundo que experimenta un paciente
en sus crisis de pánico, por ejemplo, ocurre en momentos caóti-
cos siempre fragmentarios, que paradójicamente son vivenciados
como totalidad inmediatamente dada. S ­ e trata del “proyecto de
dominar y regir el mundo con una omnipotencia casi divina (y
de asumir asimismo todas sus imperfecciones, todos sus pecados,
todas sus faltas; una suerte de apoteosis simultánea del ­Demiurgo
y del holocausto)”.23
­Por eso la descripción de las estructuras temporales debe vincu-
larse al análisis de un proyecto existencial en el que se ponen en
valor su significación y necesidad.
­Consideremos ahora, para terminar, cuál es el alcance de esta
descripción. ¿­A dónde nos conduce finalmente el pensamiento de
­Binswanger?

de la existencia al amor

­ l análisis existencial se propone el objetivo de construir una an-


E
tropología, sobre todo a medida que ­Binswanger avanza en su
22 ludwig binswanger y el análisis existencial

recorrido intelectual. F ­ rente a esta exigencia reaparecerán, para


­Foucault, las dificultades teórico-metodológicas que presentaban
el biologicismo de ­Freud y la ­Lebenswelt de H ­ usserl, pero ahora de
mano de ­Binswanger.
­En efecto, a pesar de haber abierto la psiquiatría al análisis exis-
tencial, el psiquiatra suizo no renuncia a encontrar una unidad que
reconcilie la dispersión de experiencias que expresan las voces de
sus pacientes, reuniendo su sentido a través de un eje antropológi-
co. ­Este le sirve para organizar el proyecto existencial del enfermo y
articular en un relato más o menos unitario sus vivencias singulares.
­De esa manera, ­Binswanger reconduce, finalmente, la multiplici-
dad de las experiencias hacia lo que ­Foucault llama una “unidad de
estilo”24 donde estas volverían a encontrar una forma y un origen.
­El hombre, postulado como objeto de conocimiento científico, de-
viene el prisma desde el cual el análisis existencial determina la
experiencia de su ser-en-el-mundo. ­Nuestro filósofo halla entonces
un problema: si el análisis subsume en una unidad radical todas las
formas de la existencia, el camino antropológico binswangeriano se
torna un nuevo callejón sin salida.
­En este sentido, si bien el análisis existencial “revoluciona” el ho-
rizonte naturalista de la psicopatología al abordar en términos de
verdad y de libertad el proyecto de mundo del paciente, cuando
quiere devolver al enfermo “lo que el hombre propiamente dicho
tiene de más esencialmente humano”,25 hace perder a la existencia
su densidad experiencial. ­Foucault, en consecuencia, se pregunta
si no es este “un rodeo casi teológico por una verdad y una liber-
tad cuyo contenido supera la existencia humana, y cuyo origen la
precede”.26 ­Su respuesta es categórica y también afirmativa: la tem-
poralidad singular de verdad y de libertad abierta por las experiencias
patológicas de los mundos “otros” de los psicóticos queda, una vez
más, obturada.
­No podemos dejar de observar, al igual que el propio F ­ oucault,
que en este punto el análisis existencial de B ­ inswanger colisiona
con el denominado “psicoanálisis existencial” de ­Sartre. ­En efecto,
también este, en E ­ l ser y la nada,27 había planteado la necesidad de
abordar la enfermedad en términos de existencia. S ­ in embargo, de
modo inverso a la antropología binswangeriana, para S ­ artre esta
existencia se halla plenamente atravesada por una libertad que ex-
cluye cualquier referencia a una esencia. ­Mientras para ­Binswanger
el joven foucault 23

es posible reunir en una unidad todas las empiricidades del sujeto


convirtiéndolo en el objeto “hombre”, para el psicoanálisis existen-
cial sartreano la libertad no concierne a lo que el hombre es, sino
a lo que hace.28 ­En este sentido, la enfermedad aparece en la pers-
pectiva de una “elección libre” del hombre, que para F ­ oucault no
dejará de ser una inquietud. 29

­Emerge aquí uno de los principales frentes de la crítica foucaul-


tiana al análisis existencial, el que concierne a su dimensión tera-
péutica. ­Concedamos que efectivamente el enfermo mental tiene
un mundo “otro”, que es el proyecto libre y propio de su ser-en-
el-mundo: ¿cómo es posible para él vivir un mundo en común, un
mundo de la coexistencia (­Mitwelt)? ¿­Qué intersubjetividad le sería
posible? ­Y, como parte de este nosotros, ¿qué sucede entre un psi-
quiatra binswangeriano y su paciente?
­El análisis existencial se desplaza, en este punto, de la dimen-
sión de la alteridad a la de la intersubjetividad, de la cuestión del
otro a la interrogación por el nosotros. ­Hasta ahora B ­ inswanger
seguía las tesis heideggerianas según las cuales el modo de ser-en-
el-mundo del enfermo comporta el ser-con-otros; pero se distancia
cuando, para pensar la constitución de ese “nosotros”, recurre al
amor. P ­ ara ­Binswanger, la intersubjetividad se funda en “el amor”,
que organiza las estructuras del ser-en-el-mundo y es el lazo que
reconcilia todas las experiencias humanas, incluso la relación con
el psiquiatra.
­Con ello, así como la “unidad de estilo” pretendía reunir todas las
vivencias, el amor permitiría, desde la posición del terapeuta, resti-
tuir el enfermo a la intersubjetividad. ­En consecuencia, B ­ inswanger
se distancia de su propuesta inicial, en la que había logrado dar
valor al mundo existencial del enfermo: al postular la necesidad
de una ontología del amor a la que el psicótico no accedería por
sí mismo, el médico sustituye el mundo “otro” –­que ha abierto en
el paciente–­por un mundo ético, por un deber ser que le resulta
ajeno. ­En esta creencia en el amor hay, para F ­ oucault, una suerte
de postura “humanista” que definitivamente desluce la apuesta de
la psiquiatría existencial.
­El tiempo, el espacio y la intersubjetividad finalmente pierden
sus singularidades. E ­ stas son unificadas en la esencia del hombre,
y no únicamente en una forma antropológica, sino también en
una “filosofía del amor”, planteada por B ­ inswanger en un nivel
24 ludwig binswanger y el análisis existencial

ontológico que, para F ­ oucault, necesita una apertura histórico-


crítica. ­Pues ­Binswanger piensa el amor como una eternidad ins-
tantánea, como “el espacio, a partir de [la] patria familiar donde
se perpetúa y se amplía el encuentro”.30 ­La tensión creativa entre
temporalidad e historia que F ­ oucault quiso buscar en este terre-
no es escamoteada, una vez más, en dirección de una eternidad,
ahora amorosa.
­Podríamos decir que, en definitiva, el dispositivo psiquiátrico
binswangeriano actúa también por la vía del amor y, parafraseando
­La voluntad de saber, señalar la ironía de este dispositivo, la de ha-
cernos creer que lo que aquí se halla en juego es nuestra libertad.31
­El amor es, a fin de cuentas, un deber ético para ­Binswanger,
que aburre a ­Foucault32 de igual modo que una diatriba paterna a
su hijo. E ­ sto, más que una humorada al pasar, da cuenta de la to-
nalidad con la que, llegado al final del recorrido, F
­ oucault se sitúa
respecto de esta propuesta, pues no logra involucrar el nivel exis-
tencial que pretendía. ­En este sentido, en 1980 volverá sobre lo que
significó su interés de juventud:

­ a lectura de lo que se llamó “análisis existencial” o “psi-


L
quiatría fenomenológica” fue importante para mí en la
época en que trabajaba en hospitales psiquiátricos y bus-
caba algo diferente a las cuadrículas tradicionales de la
mirada psiquiátrica, un contrapeso. ­ Ciertamente, esas
magníficas descripciones de la locura como experiencias
fundamentales únicas e incomparables eran importantes.
­Creo que a ­Laing también le impresionó todo esto. ­Él tam-
bién tomó como referencia el análisis existencial durante
mucho tiempo (él de forma más sartreana y yo de forma
más heideggeriana). […] ­Nos sirvió para delimitar y defi-
nir mejor lo que pesaba y oprimía en la visión y el conoci-
miento psiquiátrico académico.33

­ ojos de ­Foucault, este amor presentado como una exigencia ter-


A
mina superponiéndose a la experiencia del enfermo, que en ver-
dad no puede vincularse a él. S­ i el proyecto existencial del enfermo
le hace vivir en términos de verdad y de libertad un mundo otro
que lo destruye, y que luego, por la vía del amor, la palabra del
psiquiatra vuelve a obliterar, es preciso dar lugar y tiempo a otra
el joven foucault 25

verdad y a otra libertad, y ello requiere una indagación ontológica


más radical, que no soslaye las singularidades.
­Foucault explora en las relaciones entre lenguaje y ser una posi-
ble salida. E
­ ste será el tema de P­ hénoménologie et psychologie, el ma-
nuscrito de 1953-1954,34 donde las propuestas fenomenológicas de
­Husserl y de ­Heidegger, así como el psicoanálisis de ­Freud, serán
nuevamente objeto de una búsqueda de claves ontológicas e histó-
ricas para pensar juntas psicología y filosofía.

notas
1 ­­Incluso si con el tiempo Foucault ­­ sostendrá que “su primer libro verdadero”
fue ­­Historia de la locura en la época clásica, de 1961 (véase ­­Dits et écrits, 1954-1988
[en lo sucesivo DE], ed. en 4 vols., al cuidado de Daniel ­­ ­­Defert y ­­François
­­Ewald con la colaboración de ­­Jacques ­­Lagrange, ­­París, ­­Gallimard, col.
“­­Bibliothèque des sciences humaines”, 1994, vol. 3, p. 669).
2 ­­Acerca de la génesis y la naturaleza de este escrito, remitimos a la “­­Situación
del texto”, pp. 217-243 del presente volumen, donde la profesora ­­Elisabetta
­­Basso aborda detalladamente esta cuestión.
3 ­­En esa serie ya ha aparecido Michel Foucault, ­­Phénoménologie et
psychologie. 1953-1954, ed. establecida, bajo la responsabilidad de ­­François
­­Ewald, por ­­Philippe ­­Sabot, ­­París, ­­E­­­H­­­E­­­S­­­S -­­­ ­­Gallimard - ­­Seuil, col. “­­Hautes
­­Études”, 2021. Y, ­­ por afuera de ella, también se han editado algunos textos
breves del joven ­­Foucault. ­­E. ­­Basso, por ejemplo, ha publicado una versión
anotada de un ms. de Foucault­­ de comienzos de la década de 1950 sobre
el psicoanálisis: “­­Un manuscrit de ­­Michel ­­Foucault sur la psychanaly-
se”, ­­Astérion, online, 21, 2019.
4 ­­Entre los cursos de esta época encontramos, por ejemplo: “­­La angustia en
­­Freud”, “­­Enfermedad mental y personalidad en ­­Freud”, “­­Freud y la psicolo-
gía de la génesis”, “­­La teoría psicoanalítica”, “­­El inconsciente en psicoa-
nálisis”, “­­Un ejemplo de psicoanálisis: el ­­Hombre de los Lobos. ­­ La
­­ noción
de entorno psicoanalítico”, “­­Psicología y teoría de la conciencia”, “­­El
mundo y la historia”. ­­Véanse ­­Jean-­­François ­­Bert y ­­Elisabetta ­­Basso (dirs.),
­­Foucault à ­­Münsterlingen. ­­À l’origine de l’ ­­Histoire de la folie, con fotografías
de ­Jacqueline ­Verdeaux, ­París, ­­E­­­H­­­E­­­S­­­S, 2015, p. 37, n. 15 y, en el presente
volumen, ­­E. ­­Basso, “­­Situación del texto”.
5 ­­Véase ­­Didier ­­Éribon, ­­Michel ­­Foucault, ­­París, ­­Gallimard, 1989, p. 82 [ed. cast.
rev. y aum.: ­­Michel ­­Foucault, trad. de Silvio Mattoni, ­­Buenos ­­Aires, ­­El ­­Cuenco
de ­­Plata, 2020].
6 ­­Acerca de las informaciones biográficas de ­­Michel ­­Foucault, véase la
“­­Chronologie (1926-1967)” elaborada por ­­Daniel ­­Defert, en ­­Michel
­­Foucault, ­­Œuvres, t. ­­I, ed. publicada bajo la dirección de Frédéric ­­ Gros
­­ con
la colaboración de ­­Jean-­­François ­­Bert, ­­Daniel ­­Defert, ­­Francois ­­Delaporte
y ­­Philippe ­­Sabot, ­­París, ­­Gallimard, “­­Bibliothèque de la ­­Pléiade”, 2015,
pp. xxxv-liv. Además,
­­ pueden consultarse la ya citada biografía de ­­D.
­­Éribon y el mencionado apartado “­­Situación del texto”. Acerca ­­ de esta
etapa en la vida intelectual de Michel ­­ ­­Foucault, resulta invalorable
26 ludwig binswanger y el análisis existencial

el testimonio de ­­Maurice Pinguet, ­­ “­­Les années d’apprentissage”, ­­Le


­­Débat, 1986/4, 41, pp. 122-131.
7 ­­Acerca de la recepción de Binswanger ­­ en Francia,
­­ véase la “­­Situación del
texto”, específicamente, pp. 225-228 del presente volumen.
8 ­­Véase ­­Chantal ­­Marazia, “­­Carteggio ­­Binswanger-­­Foucault (aprile-
maggio 1954)”, ­­P­­­O­­­L.it. ­­The ­­Italian on line ­­Psychatric ­­Magazine,
disponible en <priory.com/ital/chantal2004.htm>.
9 ­­Véase ­­David ­­Macey, ­­Las vidas de ­­Michel ­­Foucault, trad. de Carmen Martínez
Gimeno, ­­Madrid, ­­Cátedra, 1993, p. 178.
10 ­­Ludwig ­­Binswanger, “­­Mon chemin vers ­­Freud”, en ­­Analyse existentielle et
psychanalyse freudienne. ­­Discours, parcours et ­­Freud, ­­París, ­­Gallimard, 1970,
p. 242 [ed. cast.: “­­Mi camino hacia ­­Freud”, en ­­Theodor ­­W. ­­Adorno y ­­Walter
­­Dirks (comps.), ­­Freud en la actualidad, trad. de José Manuel ­Pomares,
­­Barcelona, ­­Barral, 1971].
11 ­­M. ­­Foucault, ­­DE, vol. 1, p. 136, también citado en p. 100 del presente volumen.
12 ­­Incluida en ­­C. ­­Marazia, “­­Carteggio…”, cit.
13 ­­Actualmente el texto encontrado por Fruchaud ­­ es objeto de un trabajo
de edición. En ­­ nuestro caso, hemos consultado algunas fuentes cruciales
para acceder a estos escritos de juventud: ­­Stuart ­­Elden, ­­The ­­Early ­­Foucault,
­­Cambridge - ­­Medford, ­­Polity, 2021, cap. ­­I; ­­Jean-­­Baptiste ­­Vuillerod, ­­La
­­Naissance de l’anti-hégélianisme. ­­Louis ­­Althusser et ­­Michel ­­Foucault, lecteurs de
­­Hegel, ­­Lyon, ­­E­­­N­­­S, 2022, en especial el cap. ­­V­­­I; ­­Philippe ­­Sabot, “­­Situation”,
en M. ­Foucault, ­­Phénomenologie et psychologie, ob. cit., pp. 365-399; ­­Pierre
­­Macherey, “­­Foucault serait-il sorti de ­­Hegel?”, en ­­Alain ­­Brossat y ­­Daniele
­­Lorenzini (dirs.), ­­Foucault et… ­­Les liaisons dangereuses de ­­Michel ­­Foucault, ­­París,
­­Vrin, 2021, cap. ­­I.
14 ­­M. ­­Foucault, ­­DE, vol. 4, p. 58.
15 ­Véase p. 118 del presente volumen.
16 ­­Vale la pena señalar que no se trata de “otro mundo”, que se encuentre en
un plano metafísico o más allá de la misma experiencia en la que se elabora.
­­Desde aquí, ­­Foucault deja asentada una figura que retomará, sobre todo, en
su último curso, particularmente en relación con los cínicos, en los desarro-
llos que tienen lugar en su Le ­­ ­­Courage de la vérité. Le ­­ Gouvernement
­­ de soi et des
autres ­­I­­­I. ­­Cours au ­­Collège de ­­France, 1984, ed. establecida por ­­Fréderic ­­Gros,
bajo la dirección de ­­François ­­Ewald y ­­Alessandro ­­Fontana, ­­París, ­­E­­­H­­­E­­­S­­­S -
­­Gallimard - ­­Seuil, col. “­­Hautes ­­Études”, 2009, p. 264 [ed. cast.: ­­El coraje de la
verdad. El ­­ gobierno de sí y de los otros ­­I­­­I. Curso
­­ en el Collège
­­ de ­­France (1983-1984),
trad. de ­Horacio ­Pons, ­­Buenos ­­Aires, ­­F­­­C­­­E, 2010].
17 ­­Véase ­­J.-­­B. ­­Vuillerod, ­­La Naissance de l’anti-hégélianisme, ob. cit., p. 300.
18 ­­Foucault retoma la relación entre psicoanálisis y evolucionismo en ­­Maladie
mentale et personnalité, ­­París, ­­P­­­U­­­F, 1954, p. 37 [ed. cast.: ­­Enfermedad mental y
personalidad, trad. de Emma Kestelboim, Buenos ­­ ­­Aires, ­­Paidós, 1962].
19 ­­Véanse pp. 36-37 del presente volumen.
20 ­La relación de Foucault ­­ con el psicoanálisis, como observa Pinguet, ­­ seguirá
siendo ambivalente. ­­Véase ­­M. ­­Pinguet, “­­Les années d’apprentissage”, cit.,
p. 125. ­­En efecto, si bien el padre del psicoanálisis es criticado por remitir
las etapas de la enfermedad mental a criterios evolucionistas, reiteradas
veces esta objeción aparece matizada. ­­Tal es el caso del siguiente pasaje
de la ­­Introducción del presente volumen, en p. 42: “­­A pesar de haberse
ignorado mutuamente, [­­Freud y Husserl] ­­ marcaron juntos un momento
decisivo en la historia de las ciencias del hombre: pudieron separarlas
de su contexto naturalista y asignarles como primera tarea el retorno a
lo vivido”.
21 ­­Véase p. 131 del presente volumen.
el joven foucault 27

22 ­­Íd.
23 ­­Véase p. 132 del presente volumen.
24 ­Véase p. 125 del presente volumen.
25 Véase p. 177 del presente volumen; el destacado nos pertenece.
26 ­Íd.
27 ­­Véase ­­Jean-Paul ­­Sartre, ­­L’­­Être et le néant. ­­Essai d’ontologie phénoménologique,
­­París, ­­Gallimard, 1943, pp. 602-620 [ed. cast.: ­­El ser y la nada. Ensayo ­­ de ontolo-
gía fenomenológica, trad. de Juan Valmar, ­­Buenos ­­Aires, ­­Losada, 1981].
28 ­­Véase p. 173 del presente volumen.
29 Véanse pp. 173 y 204, n. 2 del presente volumen.
30 Véase p. 166 del presente volumen.
31 Michel ­­Foucault, ­­Historia de la sexualidad, vol. 1, La ­­ voluntad de saber, trad. de
­Ulises ­Guiñazú, ­­Buenos ­­Aires, ­­Siglo ­­X­­­X­­­I, 2002.
32 ­­Véase p. 203 del presente volumen.
33 Véase ­­M. ­­Foucault, ­­DE, vol. 4, p. 58.
34 ­­Véanse, de ­­M. ­­Foucault, ­­Phénoménologie et psychologie, ob. cit., y también
–­­­acerca de la importancia de rastrear esta cuestión en el lenguaje–­
­­“­­Introduction” a la ed. fr. de “­­Sueño y existencia” de ­­Binswanger (Le Rêve
et l’existence), en ­­DE, vol. 1, texto 1, pp. 65-118 [ed. cast.: “­­Introducción”, en
­­Entre filosofía y literatura. ­­Obras esenciales, ­­I, trad. de Miguel Morey, ­­Barcelona,
­­Paidós, 1999, pp. 65-120].

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