Pensadores Iluministas

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Pensadores iluministas

Los pensadores iluministas se caracterizaban por defender la libertad, por encima


de todo, eran progresistas y procuraban una explicación racional de todo. El
objetivo principal de los filósofos iluministas, tal como fue dicho anteriormente, era
buscar la felicidad del hombre, a través del rechazo de la intolerancia religiosa,
injusticias y privilegios.
Los pensadores iluministas más importantes fueron:

Voltaire (1694-1778), crítico de la religión, de la Monarquía y de la censura. Por


otra parte, creía en la presencia de Dios en la naturaleza y en el hombre,
que podía descubrirlo por medio de la razón, y en la idea de tolerancia y de
una religión basada en la creencia de un ser supremo. Fue un gran
propagandista de las ideas iluministas.

Montesquieu (1689-1755), fue participe de la primera generación de los


iluministas. Su contribución más importante fue la doctrina de los tres
poderes: ejecutivo, legislativo y judicial, cada uno debería actuar dentro de
su área, sin tomar las funciones del otro, es lo que se conoce como la
descentralización de los poderes para evitar el abuso de los gobernantes.

Jean Jacques Rousseau (1712-1778), fue el filósofo más popular y radical, en la


cual muchas veces sus ideas eran contrarias a las de sus colegas.
Proponía una sociedad basada en la justicia, igualdad y soberanía del
pueblo.

Es de resaltar, en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano,


emanada en el apogeo de la Revolución Francesa, específicamente en el
año 1789, se observa una fuerte influencia de todas las ideas democráticas,
anteriormente comentadas
Características de la Ilustración

La Ilustración confiaba en la razón y la ciencia.


En líneas generales, la Ilustración se caracterizó por:
Apostar abierta y totalmente por la razón humana y el progreso como las vías para
construir una sociedad mejor, más justa y más feliz. Ello significaba valorar los
saberes humanos y divulgarlos a la sociedad entera, así como el combate contra
la ignorancia, la superstición y el fanatismo religioso.
Tener una mirada antropocéntrica del mundo (o sea, centrada en el ser humano,
sus capacidades y necesidades), lo cual desemboca en una actitud pragmática
ante la vida: sólo lo útil es digno de esfuerzo.
Asumir la tradición de manera hipercrítica, lo cual condujo a una posición
reformista, es decir: los pensadores ilustrados asumían la herencia del pasado de
manera crítica y escéptica, por lo que eran propensos a corregirla, enmendarla o
modificarla, en lugar de ser reverentes y respetuosos.
Sostener una postura optimista frente a la vida (en franco contraste con
la tradición culposa medieval), que partía de asumir al ser humano como una
criatura naturalmente bondadosa, aunque posteriormente corrompida por la
sociedad.
Un enfoque laico y secular de la sociedad, que relegaba a la religiosidad y a la
Iglesia de la conducción de la sociedad y de la administración de los saberes:
educación laica, fe en la ciencia, y la consideración de cualquier saber no
proveniente de la razón como meras supersticiones.
Oponerse a la tiranía y al absolutismo monárquico, a favor del republicanismo y
del establecimiento de una sociedad más libre e igualitaria, propia de las
sociedades burguesas que surgirían más adelante. Esto implicó también oponerse
a la sociedad de castas heredada del Medioevo.
En su seno tuvieron origen distintos movimientos filosóficos y culturales, como
fueron el Racionalismo, el Empirismo, el Materialismo, el Idealismo, el
Enciclopedismo y el Universalismo.
Contexto histórico de la Ilustración
La Ilustración se halla conectada y emparentada con el siglo XVI y XVII,
específicamente con el período conocido como la Era de la Razón, dado que en él
se dieron todos sus antecedentes filosóficos.
Dicho período presenció las guerras religiosas europeas que enfrentaron a
católicos y protestantes, que culminaron con la Paz de Westfalia en 1648. Europa
quedó sumida en un clima de inestabilidad, en el que se tenía a las revelaciones
religiosas individuales como la fuente genuina y principal de conocimientos. En
ese entonces, alrededor de un 70% de la población europea era analfabeta.
Sin embargo, ese panorama no tardó en cambiar, a medida que tuvo lugar
la Revolución Científica, gracias a la obra de científicos como Galileo Galilei
(1564-1642), Blaise Pascal (1623-1662), Gottfried Leibniz (1646-1716), e Isaac
Newton (1643-1727), cuyo aporte en la sustitución de un mundo religioso por uno
científico sembró las semillas que luego recogería la Ilustración.
El siglo XVIII marcó el inicio de las Revoluciones Burguesas, esto es, el inicio de la
caída del Antiguo Régimen y de la Monarquía Absolutista, que culminaron en la
década de 1770.
Posteriormente se dio una transformación profunda de los modelos económicos,
políticos y sociales de Europa y Occidente, con el advenimiento de la Revolución
francesa, la Revolución estadounidense, y la Revolución industrial en Inglaterra.
Consecuencias de la Ilustración
Monarquías como la de Catalina II se guiaron por los valores de la Ilustración.
Entre las consecuencias de la Ilustración figuran las siguientes:
La difusión del pensamiento cientificista y racional a lo largo y ancho de la
sociedad europea, influenciando estilos artísticos e
inaugurando doctrinas filosóficas, y marcando para siempre la idea del progreso
en el curso de las ideas en Occidente. Esto permitió que las instituciones
religiosas perdieran aún más su poder sobre la sociedad.
Su cuestionamiento de la tradición y las estructuras heredadas del pasado inspiró
a las revoluciones que entre los siglos XVIII y XIX barrieron con el Antiguo
Régimen, independizaría las colonias americanas de Europa (Estados Unidos y
las repúblicas hispanoamericanas) y fundaría el mundo industrial en detrimento del
agrario (la Revolución industrial).
Las ideas de la Ilustración propiciaron la Revolución Francesa de 1789, y, para
evitar un estallido semejante, las demás monarquías de Europa intentaron el
Despotismo Ilustrado: un régimen absolutista que intentaba guiarse por los
preceptos políticos y filosóficos de la Ilustración, sin ceder en el camino su control
del poder.

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