Umberto Eco
Umberto Eco
Umberto Eco
Por
Bruno González
Contenido
Introducción ........................................................................................................................ 3
Conclusión ........................................................................................................................ 13
Bibliografía ....................................................................................................................... 14
Introducción
Es este nombre el que será protagonista de este análisis teórico. Se dará un vistazo breve a
su biografía y obras, para luego enfocar la atención en sus concepciones semióticas y las funciones
del signo según este prolífico y brillante intelectual.
Después trabajó como editor cultural para la emisora estatal Radiotelevisión Italiana (RAI)
y fue profesor de Estética entre 1956 y 1964. Algún tiempo después, ejerció en la Universidad de
Milán durante dos años, antes de convertirse en profesor de Comunicación visual en Florencia en
1966.
En 1962 contrajo matrimonio con Renate Ramge, una profesora de arte alemana, con la
que tuvo dos hijos, Stefano y Carlotta.
Umberto Eco falleció en su casa de Milán la noche del viernes 19 de febrero de 2016, a los
84 años de edad.
Obras
Formó parte de Gruppo 63 (Grupo del 63), junto a artistas, pintores, músicos y escritores,
con los que había hecho amistad en la RAI, y que se convirtió en una importante influencia en su
carrera como escritor. Fue durante este periodo cuando publicó sus estudios Obra Abierta (1962)
y La estructura ausente (1968). Entre 1969 y 1971 dio clases en la Universidad Politécnica de
Milán y en 1971, pasó a ser profesor de Semiótica en Bolonia.
Doctor honoris causa por 25 universidades de todo el mundo, entre ellas, la Complutense
(1990), la de Tel Aviv (1994), la de Atenas (1995), la de Varsovia (1996), la de Castilla-La Mancha
(1997) y la Universidad Libre de Berlín (1998). Posee numerosos premios y condecoraciones,
como la Legión de Honor de Francia y el Premio Príncipe de Asturias en el año 2000.
La última de sus obras como autor de novelas de éxito y ensayos de semiótica, estética
medieval o filosofía, fue Número cero, una mirada crítica sobre la crisis del periodismo que,
advertía, empezó “en los cincuenta y sesenta, justo cuando llegó la televisión”.
Novela
Con los aportes de Eco, manifestado en ‘La estructura ausente: introducción a la semiótica’
(1968) y ‘El tratado de semiótica general’ (1975), los signos y sus modos de funcionamiento en el
mundo social, a pesar de las propuestas de Peirce, Saussure, Lévi-Strauss y otros pensadores, la
semiótica cobró estatus de ciencia que fue reconocida en la academia y fuera de ella: en los
espacios comunicativos. La Asociación Internacional de Semiótica fue una de sus contribuciones.
Como su propio nombre indica, ‘El tratado de semiótica general’ pretende -a modo del
Curso de Lingüística General de Saussure-, definir y constituir la ciencia semiótica, su
terminología y sus contenidos, partiendo del concepto general con el que el mismo Saussure intuye
que debe ser el fin de esta ciencia, esbozando sus propósitos y sus límites.
Comunicación cultural
Para Eco, la primera hipótesis convierte a la semiótica en una teoría general de la cultura
y, en un momento dado, en un sustituto de la antropología cultural. Sin embargo, el reducir toda
la cultura a comunicación no significa reducir la vida material a una serie de acontecimientos
mentales puros, es decir, no quiere decir que la cultura solo sea comunicación, sino que esta puede
comprenderse mejor si se estudia e investiga desde el punto de vista de la comunicación.
La mayoría de críticos confirman los atributos del escritor al incorporar la semiótica como
eje transversal de su novelística, tan llena de símbolos –signos, significados y significantes-.
Funciones de los signos según Umberto Eco
Es necesario recordar la definición general de signo. Y es que este término implica que
todo signo es una representación convencional de la realidad, que se enmarca en un sistema
convencional, social, de sustituciones: en el caso del lenguaje verbal, se trata de la palabra por la
cosa, o, mejor dicho: un sonido específico por la impresión que deja la cosa referida en la mente.
La observación semiótica puede ocuparse de cualquier «cosa» que pueda ser considerada
como signo. Y para Eco es signo “toda cosa que pueda ser considerada como sustituto significante
de otra (cosa, o a su vez un nuevo signo). Este concepto va de la mano con el que ideó Peirce al
decir que «un signo tiene la capacidad de ser representado, de mediar y llevar ante la mente una
idea, y en ese sentido la semiótica es el estudio del más universal de los fenómenos y no se limita
a un mero estudio y clasificación de los signos. También nuestros pensamientos son signos y por
eso la lógica en sentido amplio no es “sino otro nombre para la semiótica, la cuasi-necesaria o
formal doctrina de los signos”».
Eco apuesta por la creencia semiótica de que los sistemas de signos preceden a la realidad
(que es un constructo semiótico, una construcción que, entre otros sistemas de signos, el lenguaje
realiza).
Si desde una perspectiva (que Eco llama presuposicional) lo primario sería la experiencia
verídica, y el lenguaje viene después, de tal modo que las experiencias lingüísticas se prueban
verdaderas o falsas según que la experiencia las verifique o falsifique, desde otra perspectiva (que
llama posicional) el lenguaje viene primero y determina la experiencia, es el medio usado por el
hombre para crear creencias y certezas, y como él dice, la principal herramienta de una estrategia
de «veridicción».
La propia realidad está «semiotizada», los objetos están informados por la significación,
un signo remite siempre a otro signo o a otra cadena de signos, y los significados son «unidades
culturales». Por eso, nos dirá Eco, consideramos «natural» lo que es percibido como tal en una
cultura dada.
Desde esta perspectiva, Eco expone dos enfoques que se vienen discutiendo en torno al
signo lingüístico: la primera, una semiótica de la comunicación y la segunda, una semiótica de la
significación.
La primera representada por Saussure define al signo como una entidad de dos caras:
significante y significado. A partir de este primer enfoque, Eco aclara que Saussure no define
claramente el significado y lo dejó inconcluso entre “una imagen mental, un concepto y una
realidad psicológica no circunscrita de otro modo; en cambio, subrayó con insistencia el hecho de
que el significado es algo que se refiere a la actividad mental de los individuos dentro de la
sociedad”. Según Eco, Saussure consideró al signo como un artificio comunicativo, que afecta a
dos individuos que se expresan algo, lo que permite deducir que Saussure, finalmente, pensó en
sistemas semiológicos artificiales, convencionalizados, como las reglas de etiqueta, los alfabetos
y las señales militares.
Entonces, para Umberto Eco “el signo no es solamente un elemento que entra en el proceso
de comunicación –puede también transmitir una serie de sonidos sin significado–, sino que es una
entidad que forma parte del proceso de significación”. Basados en esta concepción, diversas
corrientes filosóficas del lenguaje y de la lingüística en sí, han adoptado numerosas definiciones
teóricas en referencia al significante, significado y referente. Por tanto, las “divergencias
terminológicas ocultan divergencias radicales de pensamiento”, donde la realidad percibida y
experimentada por los hablantes posee múltiples dimensiones y la transmisión de esas
experiencias, es debido a su carácter oral, el cual involucra un proceso comunicativo donde
interviene el signo, un objeto y un interpretante. Sin embargo, a pesar de las diferencias
terminológicas atribuidas, la noción de signo se define como algo que se pone en lugar de otra
cosa.
Conclusión
Finalizado este trabajo, se puede concluir con un breve resumen de los puntos más
destacados de las ideas de Umberto Eco.
La propuesta que realizó Umberto Eco en los años sesenta está basada en la idea de que la
cultura por entero es un fenómeno de significación y de comunicación, lo que tiene como principal
consecuencia que humanidad y sociedad existan solo cuando se establecen relaciones de
significación y procesos de comunicación, es decir, la semiótica cubre todo el ámbito cultural, por
lo tanto, el conjunto de la vida social puede verse como un proceso semiótico o como un sistema
de sistemas semióticos. Estas primeras consideraciones le van a permitir plantear las tres hipótesis
referidas, a saber, a) “la cultura por entero debe estudiarse como fenómeno semiótico; b) todos los
aspectos de la cultura pueden estudiarse como contenidos de una actividad semiótica y c) la cultura
es solo comunicación y la cultura no es otra cosa que un sistema de significaciones estructuradas”.
Queda claro que los aportes semiológicos de Umberto Eco han sido sumamente
importantes para el estudio del lenguaje humano, esto se evidencia en los múltiples autores que lo
han tomado de referencia para desarrollar sus teorías sociolingüísticas. Deseamos que este análisis
haya sido satisfactorio en la resolución de cualquier duda sobre este gran semiólogo.
Bibliografía