Umberto Eco

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Tema:

Por
Bruno González
Contenido
Introducción ........................................................................................................................ 3

Concepciones semiológicas y funciones de los signos según Umberto Eco ...................... 4

Vida y obras de Umberto Eco ......................................................................................... 4

Concepciones semiológicas de Umberto Eco ..................................................................... 7

Funciones de los signos según Umberto Eco .................................................................... 10

Conclusión ........................................................................................................................ 13

Bibliografía ....................................................................................................................... 14
Introducción

La semiótica o semiología es la ciencia que se dedica al estudio de los sistemas de


comunicación dentro de las sociedades humanas. Puede decirse entonces que los signos de la
comunicación humana son su principal objeto de estudio.

Esta es una ciencia relativamente nueva y que, de hecho, carecía de argumentos y


estrategias metodológicas precisas. A pesar de los esfuerzos desplegados por el ginebrino
Ferdinand de Saussure, del antropólogo Lévi-Strauss, de Roland Barthes y otros pensadores que
propusieron pasos decisivos para su constitución, no existe la menor duda de que uno de los más
exitosos en lograr semejante pretensión ha sido el académico italiano Umberto Eco.

Es este nombre el que será protagonista de este análisis teórico. Se dará un vistazo breve a
su biografía y obras, para luego enfocar la atención en sus concepciones semióticas y las funciones
del signo según este prolífico y brillante intelectual.

El resultado de este análisis se ha logrado con la extensa investigación, interpretación y


recopilación de varias fuentes tanto bibliográficas como webgráficas, cuidando que los temas
logren ser comprensibles para el lector.
Concepciones semiológicas y funciones de los signos
según Umberto Eco

Vida y obras de Umberto Eco

Umberto Eco nació en Alessandria el 5 de enero de 1932 y falleció el 19 de febrero de


2016. Fue un escritor, filósofo y semiólogo italiano, considerado como uno de los intelectuales
más importantes del siglo XX.

Su padre le instó a convertirse en abogado, pero entró en la Universidad de Turín para


estudiar filosofía y literatura medieval. Doctorado con la tesis El Problema Estético de Santo
Tomás, sobre Tomás de Aquino.

Después trabajó como editor cultural para la emisora estatal Radiotelevisión Italiana (RAI)
y fue profesor de Estética entre 1956 y 1964. Algún tiempo después, ejerció en la Universidad de
Milán durante dos años, antes de convertirse en profesor de Comunicación visual en Florencia en
1966.

En 1962 contrajo matrimonio con Renate Ramge, una profesora de arte alemana, con la
que tuvo dos hijos, Stefano y Carlotta.

Umberto Eco falleció en su casa de Milán la noche del viernes 19 de febrero de 2016, a los
84 años de edad.

Obras

Formó parte de Gruppo 63 (Grupo del 63), junto a artistas, pintores, músicos y escritores,
con los que había hecho amistad en la RAI, y que se convirtió en una importante influencia en su
carrera como escritor. Fue durante este periodo cuando publicó sus estudios Obra Abierta (1962)
y La estructura ausente (1968). Entre 1969 y 1971 dio clases en la Universidad Politécnica de
Milán y en 1971, pasó a ser profesor de Semiótica en Bolonia.

Su primer trabajo propiamente de semiótica fue La Estructura Ausente, aparecido en 1968,


que precedió a su libro más completo sobre el tema, Tratado de Semiótica General (1975). Se
hizo popular con dos novelas, El nombre de la rosa (1981) historia detectivesca que se desarrolla
en un monasterio en el año 1327, y El péndulo de Foucault (1988), fantasía acerca de una
conspiración secreta de sabios. Su obra maestra, El nombre de la Rosa fue adaptada para el cine
(1986) por el director francés Jean-Jacques Annaud.

En 2004 publicó La misteriosa llama de la Reina Loana, y en 2010 El cementerio de


Praga, sobre un falsificador con doble personalidad contratado por servicios secretos de varios
países europeos. Este se desenvuelve en un medio altamente antisemita y como obra cumbre de la
conspiración resulta ser el autor de los conocidos Protocolos de los sabios de Sion.

En febrero de 2000 creó en Bolonia la Escuela Superior de Estudios Humanísticos. La


'Superescuela', como se la conoce en Italia, iniciativa académica solo para licenciados de altísimo
nivel destinada a difundir la cultura universal. También es secretario (y fundador desde 1969) de
la Asociación Internacional de Semiótica.

Doctor honoris causa por 25 universidades de todo el mundo, entre ellas, la Complutense
(1990), la de Tel Aviv (1994), la de Atenas (1995), la de Varsovia (1996), la de Castilla-La Mancha
(1997) y la Universidad Libre de Berlín (1998). Posee numerosos premios y condecoraciones,
como la Legión de Honor de Francia y el Premio Príncipe de Asturias en el año 2000.

La última de sus obras como autor de novelas de éxito y ensayos de semiótica, estética
medieval o filosofía, fue Número cero, una mirada crítica sobre la crisis del periodismo que,
advertía, empezó “en los cincuenta y sesenta, justo cuando llegó la televisión”.

Novela

• El nombre de la rosa, 1980


• El péndulo de Foucault, 1988
• La isla del día de antes, 1994
• Baudolino, 2000
• La misteriosa llama de la Reina Loana, 2004
• El cementerio de Praga, 2010
• Número cero, 2015

Otras obras seleccionadas

• El problema estético en Tomás de Aquino, 1956


• Arte y belleza en la estética medieval, 1959
• Opera aperta, 1962
• Diario mínimo, 1963
• Apocalittici e integrati, 1964
• Las poéticas de Joyce, 1965
• La definición del arte, 1968
Concepciones semiológicas de Umberto Eco
Según Umberto Eco ‘la semiótica estudia toda la cultura como proceso de comunicación,
y tiende a demostrar que bajo los procesos culturales hay sistemas. La dialéctica entre sistema y
proceso nos lleva a afirmar la dialéctica entre código y mensaje’. Eco piensa que ‘para comprender
mejor muchos de los problemas que aún nos preocupan, es necesario volver a analizar los contextos
en que determinadas categorías surgieron por primera vez’.

Con los aportes de Eco, manifestado en ‘La estructura ausente: introducción a la semiótica’
(1968) y ‘El tratado de semiótica general’ (1975), los signos y sus modos de funcionamiento en el
mundo social, a pesar de las propuestas de Peirce, Saussure, Lévi-Strauss y otros pensadores, la
semiótica cobró estatus de ciencia que fue reconocida en la academia y fuera de ella: en los
espacios comunicativos. La Asociación Internacional de Semiótica fue una de sus contribuciones.

Como su propio nombre indica, ‘El tratado de semiótica general’ pretende -a modo del
Curso de Lingüística General de Saussure-, definir y constituir la ciencia semiótica, su
terminología y sus contenidos, partiendo del concepto general con el que el mismo Saussure intuye
que debe ser el fin de esta ciencia, esbozando sus propósitos y sus límites.

Semiótica, cultura y comunicación

La ‘Estructura ausente’ es una crítica del estructuralismo de Claude Lévi-Strauss. En su


libro, Umberto Eco describe los objetivos fundamentales de esta nueva ciencia: la
institucionalización de un campo del saber (la semiótica); la construcción de una persuasiva
sistematización teórica (a partir de la combinación de teorías y conceptos lingüístico-semióticos,
filosóficos y antropo-sociológicos, entre otros); una recuperación de la antropología de Lévi
Strauss, a partir de la crítica de su estructuralismo y la apropiación de las imágenes de la cultura
como proceso de comunicación; y la aplicación sistemática de modelos analógicos para la
comprensión de fenómenos socioculturales (la ‘obra de arte’ como recurso epistemológico).

Eco en su análisis rescata la importancia de la cultura como proceso de comunicación y


reconoce la existencia de ‘sistemas de comunicación naturales y espontáneos –menos ‘culturales’-
hasta los procesos culturales más complejos’.

Comunicación cultural

En esa línea de pensamiento, Eco planea dos hipótesis:


1. Toda cultura se ha de estudiar como un fenómeno de comunicación (o en su aspecto
más radical “la cultura ‘es’ comunicación”). Desde esta posición, Eco sostiene: a)
que la semiótica es una teoría general de la cultura, y en último análisis, de la
antropología cultural; b) reducir toda la cultura a comunicación no significa reducir
toda la vida material a ‘espíritu’ o una serie de acontecimientos mentales puros; c)
imaginar la cultura como una subespecie de la comunicación no significa que sea
solamente comunicación, sino que se puede comprender mejor si se examina desde
el punto de vista de la comunicación, y d) los objetos, los comportamientos, las
relaciones de producción y los valores funcionan desde el punto de vista social,
precisamente porque obedecen a ciertas leyes semióticas.

Para Eco, la primera hipótesis convierte a la semiótica en una teoría general de la cultura
y, en un momento dado, en un sustituto de la antropología cultural. Sin embargo, el reducir toda
la cultura a comunicación no significa reducir la vida material a una serie de acontecimientos
mentales puros, es decir, no quiere decir que la cultura solo sea comunicación, sino que esta puede
comprenderse mejor si se estudia e investiga desde el punto de vista de la comunicación.

2. Todos los aspectos de la cultura pueden ser estudiados como contenidos de la


comunicación (o cualquier aspecto de la cultura puede convertirse en una unidad
de sentido). Esta idea se refiere a I) cualquier aspecto de la cultura se convierte en
una unidad semántica; y II) si esto es así, los sistemas de significados se constituyen
en estructuras (campos o ejes semánticos) que obedecen a las mismas leyes de las
formas significantes. En palabras de Eco: ‘automóvil’ no es sólo una unidad
semántica a partir del momento en que se pone en relación con la entidad
significante /automóvil/. Es unidad semántica a partir del momento en que se
dispone de un eje de oposiciones o de relaciones con otras unidades semánticas
como ‘carro’, ‘bicicleta’ o incluso ‘pie’. Este sería el nivel semántico desde donde
puede ser analizado el objeto automóvil. Pero, además, existe un nivel simbólico,
cuando se usa como objeto: en este caso el auto como objeto que transporta gente
o cosas se convierte en el significante de una unidad semántica que no es
“automóvil”, sino por ejemplo “velocidad”, “comodidad” o “riqueza”.
Y concluye que ambas hipótesis -respaldadas por sus respectivas premisas- se sostienen
mutuamente en forma dialéctica: ‘En la cultura cada entidad puede convertirse en fenómeno
semiótico. Las leyes de la comunicación son las leyes de la cultura. La cultura puede ser
enteramente estudiada bajo un punto de vista semiótico. La semiótica es una disciplina que puede
y debe ocuparse de toda la cultura’, según Umberto Eco. Esta tercera hipótesis es la más seria,
dado que implica a la semiótica no como forma de aproximación sino como forma de
estructuración, como elemento de organización y configuración de la cultura. Aunque Eco
reconoce esta tercera hipótesis como la más radical, su desarrollo posterior parece transitar en este
sentido, es decir, más que en el análisis, en la construcción de un modelo semiótico de la cultura.

La mayoría de críticos confirman los atributos del escritor al incorporar la semiótica como
eje transversal de su novelística, tan llena de símbolos –signos, significados y significantes-.
Funciones de los signos según Umberto Eco
Es necesario recordar la definición general de signo. Y es que este término implica que
todo signo es una representación convencional de la realidad, que se enmarca en un sistema
convencional, social, de sustituciones: en el caso del lenguaje verbal, se trata de la palabra por la
cosa, o, mejor dicho: un sonido específico por la impresión que deja la cosa referida en la mente.

La observación semiótica puede ocuparse de cualquier «cosa» que pueda ser considerada
como signo. Y para Eco es signo “toda cosa que pueda ser considerada como sustituto significante
de otra (cosa, o a su vez un nuevo signo). Este concepto va de la mano con el que ideó Peirce al
decir que «un signo tiene la capacidad de ser representado, de mediar y llevar ante la mente una
idea, y en ese sentido la semiótica es el estudio del más universal de los fenómenos y no se limita
a un mero estudio y clasificación de los signos. También nuestros pensamientos son signos y por
eso la lógica en sentido amplio no es “sino otro nombre para la semiótica, la cuasi-necesaria o
formal doctrina de los signos”».

Eco apuesta por la creencia semiótica de que los sistemas de signos preceden a la realidad
(que es un constructo semiótico, una construcción que, entre otros sistemas de signos, el lenguaje
realiza).

Si desde una perspectiva (que Eco llama presuposicional) lo primario sería la experiencia
verídica, y el lenguaje viene después, de tal modo que las experiencias lingüísticas se prueban
verdaderas o falsas según que la experiencia las verifique o falsifique, desde otra perspectiva (que
llama posicional) el lenguaje viene primero y determina la experiencia, es el medio usado por el
hombre para crear creencias y certezas, y como él dice, la principal herramienta de una estrategia
de «veridicción».

La propia realidad está «semiotizada», los objetos están informados por la significación,
un signo remite siempre a otro signo o a otra cadena de signos, y los significados son «unidades
culturales». Por eso, nos dirá Eco, consideramos «natural» lo que es percibido como tal en una
cultura dada.

El signo lingüístico en la comunicación y en la significación

Umberto Eco, en su Tratado de Semiótica General manifiesta que la semiología


saussureana, entendida como el estudio del signo, puede parecer una perspectiva rigurosa de la
significación en la medida en que la relación se establece sobre la base de un sistema de reglas: la
langue, donde la significación como proceso que asocia un objeto, un ser, una noción, un
acontecimiento a un signo es susceptible de evocarlos. Entonces, signo es un estímulo cuya acción
provoca en el organismo la imagen recordatoria de aquel estímulo, es decir, la palabra evoca la
imagen de las cosas. Los signos nos rodean por doquier y toda nuestra experiencia o conocimiento
no es sino una significación.

Desde esta perspectiva, Eco expone dos enfoques que se vienen discutiendo en torno al
signo lingüístico: la primera, una semiótica de la comunicación y la segunda, una semiótica de la
significación.

La primera representada por Saussure define al signo como una entidad de dos caras:
significante y significado. A partir de este primer enfoque, Eco aclara que Saussure no define
claramente el significado y lo dejó inconcluso entre “una imagen mental, un concepto y una
realidad psicológica no circunscrita de otro modo; en cambio, subrayó con insistencia el hecho de
que el significado es algo que se refiere a la actividad mental de los individuos dentro de la
sociedad”. Según Eco, Saussure consideró al signo como un artificio comunicativo, que afecta a
dos individuos que se expresan algo, lo que permite deducir que Saussure, finalmente, pensó en
sistemas semiológicos artificiales, convencionalizados, como las reglas de etiqueta, los alfabetos
y las señales militares.

El segundo enfoque, constituido por un signo, su objeto y su interpretante, proviene desde


la corriente norteamericana de Charles Pierce. En este sentido, Eco considera a este enfoque como
un constructo más amplio en virtud que contiene tres nociones dentro del signo. Por tanto, esta
influencia es tri-relativa, ya que en ninguno de los casos puede ser separada y vista como una
dualidad significante y significado de Saussure. Entonces, la tríada de Pierce: el signo o
represéntamen –refiere a algo–, el objeto – aquello que representa–, el interpretante –lo que
interpreta– al no requerir como condición esencial para la definición del signo, que su emisión sea
intencional, ni que se produzca artificialmente podría aplicarse a fenómenos sin emisor humano,
lo que representa a índices como fenómenos meteorológicos o científicos. De este principio, Eco
destaca el enfoque de Pierce al manifestar que Saussure pensaba únicamente en sistemas
artificiales.
El aporte de Pierce pone de manifiesto que la significación es un proceso de inferencia e
implica una interpretación de los signos, tomados como instrumentos que ponen el universo al
alcance del oyente/hablante. Eco al considerar que el signo no puede aceptar otros
comportamientos distingue a la semiótica de los actos comunicativos para ampliar la teoría y por
ende, la noción de signo. En consiguiente, concuerda con la definición de Morris: “algo es signo
solo porque un intérprete lo interpreta como signo de algo (…), la semiótica no tiene nada que ver
con el estudio de un tipo de objeto particular, sino con los objetos comunes en la medida en que
participan en la semiosis”. En este sentido, la interpretación debe ser comprendida por un intérprete
posible, es decir, el destinatario es la garantía de la existencia de la significación.

Entonces, para Umberto Eco “el signo no es solamente un elemento que entra en el proceso
de comunicación –puede también transmitir una serie de sonidos sin significado–, sino que es una
entidad que forma parte del proceso de significación”. Basados en esta concepción, diversas
corrientes filosóficas del lenguaje y de la lingüística en sí, han adoptado numerosas definiciones
teóricas en referencia al significante, significado y referente. Por tanto, las “divergencias
terminológicas ocultan divergencias radicales de pensamiento”, donde la realidad percibida y
experimentada por los hablantes posee múltiples dimensiones y la transmisión de esas
experiencias, es debido a su carácter oral, el cual involucra un proceso comunicativo donde
interviene el signo, un objeto y un interpretante. Sin embargo, a pesar de las diferencias
terminológicas atribuidas, la noción de signo se define como algo que se pone en lugar de otra
cosa.
Conclusión
Finalizado este trabajo, se puede concluir con un breve resumen de los puntos más
destacados de las ideas de Umberto Eco.
La propuesta que realizó Umberto Eco en los años sesenta está basada en la idea de que la
cultura por entero es un fenómeno de significación y de comunicación, lo que tiene como principal
consecuencia que humanidad y sociedad existan solo cuando se establecen relaciones de
significación y procesos de comunicación, es decir, la semiótica cubre todo el ámbito cultural, por
lo tanto, el conjunto de la vida social puede verse como un proceso semiótico o como un sistema
de sistemas semióticos. Estas primeras consideraciones le van a permitir plantear las tres hipótesis
referidas, a saber, a) “la cultura por entero debe estudiarse como fenómeno semiótico; b) todos los
aspectos de la cultura pueden estudiarse como contenidos de una actividad semiótica y c) la cultura
es solo comunicación y la cultura no es otra cosa que un sistema de significaciones estructuradas”.
Queda claro que los aportes semiológicos de Umberto Eco han sido sumamente
importantes para el estudio del lenguaje humano, esto se evidencia en los múltiples autores que lo
han tomado de referencia para desarrollar sus teorías sociolingüísticas. Deseamos que este análisis
haya sido satisfactorio en la resolución de cualquier duda sobre este gran semiólogo.
Bibliografía

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