Evolución Del Concepto Teología Pastoral
Evolución Del Concepto Teología Pastoral
Evolución Del Concepto Teología Pastoral
II. Evolución de la Teología pastoral después del Vaticano II (según áreas lingüísticas)
Inmediatamente después del Vaticano II se despliega el tema fundamental de la dimensión
pastoral "o práctica" de toda la teología. K. Rahner defiende, en la línea del Handbuch, que la
praxis eclesial no puede reducirse a una mera aplicación de principios teológicos (porque la vida
de la Iglesia es lugar teológico). Desde el campo protestante E. Jüngel, uniendo la perspectiva
de Barth (la teología depende de la Palabra) con la de Schleiermacher (interés práctico),
entiende que la "Teología práctica" es la ciencia teológica de la Palabra de Dios como
acontecimiento, que desgrava a las otras ciencias teológicas de la responsabilidad de la práctica.
En el número inicial de la revista "Praktische Theologie", G. Krause proponía una ciencia de la
acción eclesial en el presente que implica datos y conexiones antropológicas, socioculturales,
políticas y teológicas.
Esta perspectiva de la Teología práctica como reflexión sobre la relación entre religión, Iglesia y
sociedad es la que inaugura lo que algunos consideran como el tercer periodo, en el que nos
encontramos, una vez superado el periodo "aplicativo", y también el periodo "eclesiológico",
quizá, en nuestra opinión, por no haber captado suficientemente la dinámica del Misterium
Ecclesiae. Krause, por ejemplo, contrapone la comprensión actual con la Teología pastoral en
clave eclesiológica. Pero, a nuestro juicio, también puede entenderse el periodo actual como
profundización del periodo de fundamentación eclesiológica.
Permítasenos algunas consideraciones antes de seguir adelante. Más allá de una discusión sobre
la clasificación por etapas del itinerario que la Teología pastoral ha recorrido, podemos decir que
lo primero que se juega en el paso de una perspectiva eclesiológica a una perspectiva que quiere
incluir el actuar del hombre como tal, su situación en el mundo, su dimensión sociopolítica, etc.,
es una visión teológica y no sociológica de la Iglesia y su misión. Insistamos en que esto supone
precisar ante todo el ser de la Iglesia y su estructuración teológica. Ciertamente, una visión
limitada al lugar, sin duda clave, que la Jerarquía tiene en la estructura de la Iglesia, y que se
redujera a enfatizar la importancia de los ministros sagrados en la transmisión de la fe, no
bastaría para explicar plenamente en qué consiste el obrar de la Iglesia. Esta cuestión fue
afrontada en la Teología pastoral antes del Concilio, implícitamente por Graf, claramente por
Arnold. Nos parece que la teología del laicado, como aspecto de la eclesiología de comunión que
promovió el Vaticano II, tiene aquí un papel fundamental.
Pero menos aún daría razón de la acción de la Iglesia una reflexión que difuminara las
adquisiciones teológicas en favor de una mirada fundamentalmente sociológica al hombre y al
mundo, relegando la Revelación cristiana a un lugar secundario. En el ámbito del cristiano
singular esto equivaldría a sostener que el cristiano percibe su misión en la demanda sociológica
del momento. En realidad, nada hay fuera de Cristo que explique la acción de la Iglesia y del
cristiano. Cristo es Alfa y Omega. Por Él fueron hechas todas las cosas y en El encuentran su
plenitud. Cristo es el centro, el "contenido" y el sentido interno del tiempo y del cosmos, que, a
partir de su Cruz gloriosa atrae todas las cosas hacia El. Es el proyecto de la Trinidad en el
interior del cual se desarrolla la historia, y el hombre encuentra su verdadera Vida. Nada se
puede "añadir desde fuera" al Misterio de Cristo porque desde el principio lo contiene todo como
Verbo, prototipo vivificante y manifestación eterna de la plenitud divina. Porque Cristo es
redentor, su misión es redentora; porque el cristiano, gracias a la acción del Espíritu Santo, está
llamado a la santidad, está también llamado al apostolado —su actividad entera puede
convertirse en apostolado— en el horizonte de la recapitulación de todas las cosas en el Reino de
Dios. Y eso se muestra en su mirada de fe y en su actuar movido y vivificado por su fe. Así lo
expresaba Josemaría Escrivá de Balaguer:
"Dios Nuestro Señor te quiere santo, para que santifiques a los demás. Y para esto, es preciso
que tú —con valentía y sinceridad— te mires a ti mismo, que mires al Señor Dios Nuestro..., y
luego, sólo luego, que mires al mundo" (Forja, 710).
Lógicamente esto no quiere decir que deba prescindirse de la "mirada al mundo". Lo importante
es ese luego, sólo luego. En efecto, el proceso de conversión lleva al cristiano a reconocer a Dios
en la propia vida, a glorificarle y agradecer sus dones, a descubrir la misión que le corresponde
en la edificación de la Iglesia y en la transformación del mundo, y a ponerla por obra. Por eso en
una teología de la acción eclesial hay que subrayar con fuerza la prioridad del dato teológico. Por
lo demás ese "primero mirar a Dios" no es algo que luego se olvida en la mirada al al mundo,
sino precisamente lo que proporciona a esta "tercera mirada" su marco, su profundidad y su
operatividad transformadora.
Y es que sin la dimensión teologal de la existencia conscientemente vivida, la acción del cristiano
corre el peligro de disolverse escondida, bien sea en un formalismo que no extrae todas las
consecuencias de la conversión (cristianos sólo de nombre, aunque se asista eventualmente a
alguna ceremonia religiosa), bien sea en un horizonte naturalista que desconoce la circularidad
entre anuncio, sacramentos y vida cristiana, y acaba de hecho olvidando la fe.
Dicho esto, que parece relevante en una interpretación del trayecto de nuestra disciplina,
sigamos ahora examinando su evolución en el ámbito germanófono, para pasar más adelante a
otras áreas.
1. Desarrollos de la Teología pastoral en el área de habla alemana después del Concilio
La línea de reflexión epistemológica que acentúa lo sociológico es la que se continúa en el área
alemana, desarrollada sobre todo entre los protestantes. La Teología pastoral se concebirá
como ciencia empírica de la acción, con dos modalidades: a) como la "hermenéutica crítica del
obrar eclesial" (H. D. Bastian, 1968), de modo que se corre el riesgo de que la praxis arrebate la
primacía a la teología; b) como "teoría funcional de la praxis eclesial" (K. W. Dahm, 1971), con
parecida inspiración extrateológica y con referencia a la sociología de N. Luhmann y T. Parsons.
(La Teología práctica tendría entonces dos funciones principales: la transmisión de valores y el
apoyo en situaciones de crisis). En estas dos versiones cabe señalar una insuficiente valoración
de la Revelación como instancia crítica del obrar eclesial.
En los años setenta, G. Otto retoma la perspectiva de Schleiermacher para introducir, como
objeto de la Teología práctica, la génesis social de los problemas, y el desarrollo y finalidades de
la ciencia, con una preocupación por la transformación del mundo. Siguiendo a M. Horkheimer y
J. Habermas, Otto entiende este trabajo "crítico" de comprender globalmente el trabajo humano,
en polémica con la metafísica y con la religión conservadora. Define la Teología práctica como
"teoría crítica de la praxis mediada religiosamente en la sociedad". Considera por tanto la
práctica eclesial como parte de un todo (el obrar humano dirigido a la emancipación). Su interés
por la dimensión sociopolítica del obrar humano deja poco espacio para el aspecto individual y
espiritual.
En 1974 los pastoralistas protestantes de habla alemana celebran en Viena el segundo
centenario de la entrada de la Teología práctica en el ámbito universitario. Con ese motivo
vuelven a salir los temas fundamentales. En otro simposio en el mismo año, organizado por la
revista "Theologia Practica" con la intervención de W. Pannenberg y Ch. Baümler, brotan algunos
temas nuevos que se vinculan a la acción eclesial: la palabra, el símbolo, el lenguaje, el diálogo
y la comunicación, el obrar político. Todos ellos en relación con la categoría del "obrar
comunicativo" y el conocimiento simbólico, siguiendo los pasos del último Habermas.
En parcial conexión con esta línea N. Mette (1978) plantea un repensamiento del entero saber
teológico y de la acción eclesial encaminada a la construcción de la communio eclesial. Siguiendo
a autores como H. Schelsky y el ya citado G. Krause, Mette propone una Teología práctica que
supere su situación secundaria y de marginación respecto a las demás disciplinas teológicas, y
que tenga como características: la perspectiva inductiva, la valoración de los métodos empíricos,
y la capacidad de incidencia práctica y proyectiva. Ve necesario redefinir el concepto de praxis
superando la nefasta oscilación entre el reduccionismo "aplicativo" y la hipertrofia que convierte
la praxis en el fundamento de la historia. La Teología práctica se configura así como disciplina
centrada sobre el obrar cristiano eclesial, pero no reducida a la organización eclesiástica
institucional. Se trata de una acción no restringida a los márgenes eclesiásticos sino atravesada
por la sacramentalidad salvífica en un horizonte universal. Sin duda puede afirmarse con Sergio
Lanza que estamos ante "una adquisión de indudable relieve, que proyecta su luz sobre el entero
planteamiento metodológico... y sobre la crucial relación teoría-praxis".
Lanza ha señalado que el desarrollo de la disciplina en área alemana refleja los cambios de la
situación sociopolítico-eclesial. La Teología pastoral ha ido entendiéndose cada vez más hasta
hoy en relación con el proceso de modificación de las relaciones entre cristianismo y sociedad.
Esto confirma la connotación práctica de la disciplina en el sentido, ya apuntado por la gran
escolástica, de su radicación en la vida de la Iglesia y su relación con el mundo. Como toda la
teología, la Teología pastoral debe configurarse en conexión inmediata con los intereses vitales y
culturales. Pero es necesario además asegurar la necesidad de una disciplina específica, rigurosa
y científica, de igual rango que las demás disciplinas teológicas.
Vale la pena aludir en este contexto, aunque sea de paso, a la "Teología política". Aunque no se
trata de un desarrollo nacido en la evolución de la Teología pastoral, comparte algunos intereses
con los pastoralistas alemanes y europeos a partir de los años sesenta. Su exponente principal,
J. B. Metz, reaccionó contra la "privatización" de la fe que se extendía en el cristianismo.
Queriendo evitar toda vuelta a planteamientos tradicionalistas o confesionales, impulsó el
compromiso del cristiano y de la teología en un mundo que se considera suficientemente
"maduro" para desentenderse de los planteamientos religiosos. Sin embargo, la perspectiva
negativa de Metz —la teología no puede ir en su crítica más allá de lo que el mundo se propone
— le impidió percibir la capacidad iluminadora, y no sólo transformadora de la fe. Estos
planteamientos influyeron a partir de los años setenta en la teología de la liberación
representada por G. Gutiérrez.
2. Desarrollos de la Teología pastoral en el área francófona
Para describir la evolución de esta materia en el área de habla francesa conviene remontarse
antes del Vaticano II. En ese ámbito la Teología pastoral se ha desarrollado a impulsos de los
intereses y contextos pastorales. G. Adler señala, en el periodo antes del Concilio ("la teología
pastoral en dependencia de la teología"), tres de estos contextos:
a) El descubrimiento de la dimensión misionera (en el sentido de evangelizadora) de toda la
Iglesia. Aunque no es su única fuente, cabe recordar cómo a partir de la fundación de la JOC en
1925, y sobre todo en los años 30-40, la Acción Católica francesa siente la necesidad de una
interpretación teológica de su tarea. El libro de 1943 de Y. Daniel y H. Godin, France, pays de
mission? queda como un jalón importante en el desarrollo teológico-pastoral centroeuropeo.
b) La enseñanza de la religión y la catequesis. El interés del movimiento catequético por las
ciencias humanas (especialmente la psicología y la pedagogía) había comenzado en los años
veinte-treinta (M. Fargues, F. Derkenne, F. D'Aubigny). Entre los que llegan a un método
teólogico práctico destaca Joseph Colomb.
c) El movimiento litúrgico especialmente entre los jóvenes. Estos movimientos se despliegan,
como se ha dicho antes, en el marco de la renovación teológica promovida desde el periodo de
entreguerras, con la vuelta a las fuentes bíblicas, litúrgicas, patrísticas, etc.
En esta historia de la Teología pastoral sobresale P. A. Liégé (1921-1979), dominico, profesor de
la Facultad de Teología de París. Inauguró poco antes del Vaticano II una reflexión sobre la
Teología pastoral que suscitó un debate con algunos representantes de la teología dogmática
(principalmente Daniélou), acerca de la autonomía que debía tener en adelante nuestra
disciplina. Liégé la entiende, siguiendo las huellas de la escuela de Tubinga, como conciencia
refleja del obrar eclesial en su realización, o como "ciencia teológica de la misión de la Iglesia en
acto". Sostenía que la Teología pastoral no sólo era un capítulo nuevo de la teología sino una
dimensión constitutiva de toda teología. Por eso difundió una teología de dimensión
"kerigmática" e influyó mucho en la catequética, abriendo en nuestra disciplina el interés por las
ciencias humanas. El estudio de su obra puede descubrir una conexión entre la eclesiología
alemana y la denominada pastorale d'ensemble, perspectiva que se desarrolló desde el final de
la segunda guerra mundial, extendiéndose a otros países.
En 1964 salió a la luz el libro del canadiense G. de Bretagne, Pastoral fundamental, que es un
buen testimonio de la comprensión que entonces se tiene de la Teología pastoral, concebida
desde la acción eclesial, con una atención específica a la naturaleza de la acción presbiteral (en
este caso con fuerte acento misionero) y a su ejecución.
A partir de los años setenta, la pastoral francófona se interesará sucesivamente por la
sociología, la lingüística, la sociología, la comunicación, etc., tratando de analizar las evoluciones
sociales y culturales y su impacto sobre la vida cristiana. Desde el ámbito catequético M. Van
Caster trabajó en una Teología pastoral entendida como "interpretación cristiana de la
experiencia", en torno a la revista y el centro "Lumen Vitae" (Bruselas). En perspectiva más
sociológica cabe recordar a J. Le Du, con sus estudios sobre la dinámica de grupos, y G. Defois
con su análisis de las instituciones. En relación con una "Teología práctica" hay que citar a J. P.
Leconte, J. Audinet y J. Joncheray. Los dos últimos, profesores del Institut Catholique de Paris,
subrayan respectivamente el diálogo con la sociología y con la antropología del "homo
religiosus". Por medio de la antropología y de las ciencias de la religión, el marco de la Teología
práctica ha ido ampliándose al terreno ecuménico, pasando desde una insistencia en las
relaciones Iglesia-mundo a la relación entre sociedad y religión. En diálogo con la reflexión de
procedencia alemana trabaja en la suiza francófona M. Donzé (Friburgo); además existen tres
cátedras de Teología práctica en las universidades protestantes de Ginebra, Lausana y
Neuchatel.
En el Canadá francófono uno de los pastoralistas más conocidos es M. Lefèvre, quien a principios
de los años setenta unió las sugerencias de Liégé con el interés por una "praxeología" eficaz e
interdisciplinar. En 1982 se constituye el "Grupo de Investigaciones en estudios Pastorales"
(GREC), bilingüe e interconfesional, que reúne especialistas de las universidades de Otawa,
Montréal, Québec y Toronto. En 1992 se funda en Lausana la Société Internationale de Théologie
Pratique. En Montréal trabajan J. Grand'Maison y J.-G.Nadeau. En Québec la Universidad Laval
presta atención tanto a los estudios catequéticos (R. Brodeur, B. Caulier), como a la metodología
fundamental de la "Teología práctica" (G. Routhier, M. Pelchat y M. Viau). Viau, en diálogo con la
filosofía analítica anglosajona, trata de conectar la experiencia, el lenguaje y la fe, por medio del
análisis del discurso.
Entre los francófonos es significativa la clara diferencia al utilizar la terminología "Teología
pastoral" o "Teología práctica". La primera remite a la época de la relación exclusiva con el
pastor y a una metodología más "aplicativa", y se desarrolla en ambientes intraeclesiales. La
segunda amplía la responsabilidad de la reflexión a los agentes pastorales, pone en juego el
análisis de las ciencias humanas y se elabora en los ambientes universitarios. Después de
analizar los desarrollos de la Teología práctica en el ámbito francófono, G. Adler sintetiza su idea
de la disciplina así: una reflexión crítica y sistemática sobre las direcciones del pensamiento y de
la acción con las que los cristianos sugieren y ponen por obra el mensaje evangélico en la
sociedad y en el tiempo presente.
3. Evolución de la Teología pastoral en Italia
La reflexión pastoral en Italia había comenzado antes del Concilio en el Centro pastorale de Milán
(1953). En 1957 Pio XII instituyó el Instituto pastoral de la Universidad Lateranense. Antes de
los años ochenta en Italia hay un desarrollo discreto de la Teoogia pastoral. Cabe señalar dos
autores que se sitúan en una línea aristotélico-tomista: R. Spiazzi y G. Ceriani. Spiazzi concibe la
disciplina como una "eclesiología práctica": la portadora de la salvación es la Iglesia total,
Cuerpo místico y Pueblo de Dios. Distingue el "ministerio fundamental" de la Iglesia que se
expresa en maneras diversas, del "ministerio especial" de la jerarquía, con el que pueden
colaborar los laicos. Según Ceriani la Teología pastoral consiste en la reflexión sistemática "sobre
el misterio de la Iglesia en su directa actividad salvífica".
En 1982 G. Cardaropoli publica su manual sobre "la pastoral como mediación salvífica. A partir
de ese año una nueva generación de teólogos pastoralistas se destaca, poniéndose a la cabeza
en cuanto a las perspectivas europeas se refiere.
De acuerdo con B. Seveso, profesor de Teología Pastoral en la Facultad de teología de la Italia
septentrional en Milán, esta disciplina tiene por objeto las formas históricas de la Iglesia, o la
Iglesia en cuanto se da en formas históricas (sobre todo instituciones e iniciativas); es decir, la
acción salvífica de la Iglesia en relación con el mundo y el hombre.
S. Lanza, actual director del Instituto Pastoral "Redemptor hominis" en la Universidad
Lateranense, enseña y promueve una especialización en Teología pastoral en esa universidad. A
finales de los años ochenta se pronuncia en diálogo con el ámbito germanófono, sosteniendo que
la Teología pastoral es la "ciencia teológica de la acción eclesial" a partir de instancias internas y
peculiares de la teología, concebida como fides quaerens intellectum que implica la dimensión
operativa. Lanza puede considerarse como heredero de la perspectiva de Tubinga (Rahner,
Arnold, Liégé, etc). Pone de relieve la centralidad de Cristo como acontecimiento salvífico
decisivo y verdad del hombre. Aunque destaca la dimensión pastoral de toda la teología,
defiende con fuerza la especificidad de una "teología de la acción eclesial".
El trabajo metodológico que M. Midali, profesor emérito de la Universidad Pontifica Salesiana, ha
venido realizando desde los años ochenta, se ha revelado como punto de referencia del discurso
sobre el método de la Teología pastoral (análisis, valoración, estrategia, etc), y particularmente
sobre el diálogo teología-ciencias humanas. Midali aplica el metodo empírico-crítico, propio de
las modernas ciencias antropológicas y experimentales, en una perspectiva teológica y de
interdisciplinariedad.
En el surco abierto por esta interesante producción, en los años noventa han publicado en Italia
estudios introductorios sobre la Teología pastoral: M. Szentmártoni, L. Pacomio, S. Pintor, V.
Grolla y L. Cozzarin. Los tres últimos se esfuerzan por fomentar una reflexión pastoral en
particular referencia a las orientaciones del Vaticano II.
4. La Teología pastoral en España
En el ámbito español los especialistas coinciden en afirmar que la Teología pastoral se ha
desarrollado de modo precario y desigual. Desde 1950 se publican, o reeditan, una serie de
manuales que tratan de los deberes del pastor en cuanto al gobierno de las almas. Una reflexión
de tipo más científico, aunque sigue centrada en el quehacer sacerdotal, se instaura con S.
Beguiristáin y C. Sánchez-Aliseda. En 1955 se funda el Instituto Superior de Pastoral,
dependiente de la Universidad Pontificia de Salamanca, que sería trasladado a Madrid en 1964.
Los años sesenta son testigos de la difusión de la "pastoral de conjunto", con su énfasis en la
praxis concreta, el trabajo en equipo y la "zona humana". Se asiste a un renovado interés
teológico-pastoral, surgen nuevas revistas (como "Pastoral Misionera") y se va recurriendo a la
sociología pastoral como instrumento. Se va tomando conciencia de la necesidad de un impulso
en la formación pastoral de los seminarios. Pero se tarda en poner en marcha una reflexión
propiamente teológico-pastoral suficientemente estructurada para influir en la formación de los
seminaristas e incidir en la vida eclesial.
El artículo de R. Calvo señala el influjo de las traducciones de obras extranjeras, y, acercándose
a nuestros días, la influencia de B. Seveso, J. Audinet, P. M. Zuhlener y M. Szenmártoni.
Entre las aportaciones españolas destacan tres autores que proponen diversos modos de
comprender la Teología pastoral: I. J. de Celaya y Urrutia, que centra la disciplina en el estudio
de la función de los pastores, y la define como "la ciencia teológica de la cooperación ministerial
de la Iglesia al plan divino de la salvación que nos ha sido revelado por Jesucristo"; F. J. Calvo
Guinda, que considera la disciplina en la perspectiva de la "autorrealización total de la Iglesia
entera", analiza la evolución y estado de la materia, y clasifica las orientaciones actuales en
cuatro direcciones: eclesiológica, crítico-social, pragmática y antropológica; por último F. Placer
Ugarte, que no aborda directamente la Teología pastoral, pero la entiende desde la teología de la
liberación latinoamericana.
Nos detenemos finalmente en los manuales publicados por autores españoles a partir del
Vaticano II.
C. Floristán y M. Useros editaron en 1968 el que R. Calvo considera primer manual español
"renovado". Tiene dos partes: "pastoral fundamental" (estudia la acción pastoral en la historia,
su teología y criteriología, y los sujetos de esa acción), y "pastoral especial" (analiza la
edificación de la Iglesia, a través de la Palabra, la liturgia y el servicio cristiano, y su relación con
el mundo). Concibe la disciplina como "ciencia de la acción pastoral" con criterios teológicos,
referida a la situación concreta por medio de las ciencias humanas. El sujeto de la "acción
pastoral" es el Pueblo de Dios, por lo que la Iglesia aparece como el criterio primario,
especialmente en la perspectiva de la historia de la salvación. Inspirado en la reflexión europea
del momento (en la línea del Handbuch alemán y de acuerdo con las orientaciones de Arnold y
Liégé), ha sido durante mucho tiempo un punto de referencia para el estudio de la Teología
pastoral en España.
La segunda edición de este manual, realizada en solitario por C. Floristán, refleja la influencia de
la teología política europea y la teología latinoamericana de la liberación. La Teología práctica
aparece como "teología de la praxis", y esto supone "la primacía de la praxis sobre la teoría y
que la teoría está en función de la praxis". En ese sentido la obra manifiesta una notable
unilateralidad.
R. Prat i Pons escribe su libro desde el ámbito catalán (1995). Lo divide en tres partes: la
primera dibuja el marco general de una "teología de la acción eclesial"; la segunda propone una
metodología pedagógica para el ejercicio de la pastoral; y la tercera se dedica a algunas
cuestiones actuales. Sostiene que la Teología pastoral es una "eclesiología operativa" con acento
en las mediaciones antropológicas y en las ciencias humanas (especialmente la sociología, la
psicología y la pedagogía). Siguiendo de cerca a Bernard Lonergan, Prat i Pons entiende que lo
propio de esta disciplina "está en el esfuerzo de traducir en método de acción y en categorías de
acción el diálogo establecido entre la praxis histórica y la praxis cristiana; esto no es posible sin
un autoconocimiento y sin una proximidad a la persona humana". Es un libro más sugerente que
sistemático.
El manual de J. A. Ramos Guerreira vio la luz en 1995, dentro de la Colección "Spientia Fidei". El
autor subraya la necesidad, aquí y ahora, de una reflexión teológica sobre la pastoral. En el nivel
fundamental la Teología pastoral es para él una "eclesiología existencial", una "manifestación
epifánica de la eclesiología", que estudia el obrar eclesial en diálogo con las ciencias humanas.
Sus criterios brotan de la misión de Cristo, del camino hacia el Reino y de la presencia y misión
de la Iglesia en el mundo. La pastoral especial comprende el estudio de las etapas
evangelizadoras de la Iglesia, los sujetos y las formas de la acción pastoral. Su enraizamiento en
la eclesiología y su interés en una metodología propiamente teológico-pastoral son los puntos
más fuertes del libro. Se echa de menos un mayor desarrollo de las conexiones de nuestra
disciplina con la espiritualidad y con la tarea ecuménica.
5. La Teologia práctica en el ámbito anglófono (especialmente los Estados Unidos)
En los Estados Unidos y el Canadá anglófono la investigación pastoral se ha concentrado en las
dimensiones comunicativas y organizativas de la pastoral, así como en sus conexiones con las
ciencias humanas. Muchos identifican el trasfondo teoría-praxis como característica fundamental
de la Teología práctica "norteamericana". Como en Europa, hay quienes consideran que toda la
teología es teología práctica, y otros (la mayoría) que defienden además la Teología práctica
como ciencia autónoma. Algunos autores la conciben en estrecha relación con la educación
cristiana.
Para Midali, la escuela americana anglosajona, a diferencia de las corrientes europeas, se ha
ocupado más de la práctica pastoral que de las cuestiones epistemológicas y eclesiológicas. De
ahí el interés por la persona singular y por la psicología, sin olvidar la sociología. Abundan estos
estudios entre los autores protestantes.
Según el valdense E. Genre, ha sido precisamente el movimiento pastoral norteamericano (léase
EE. UU. y Canadá) el que abierto nuevos horizontes a la Teología práctica después del declive de
la neoortodoxia protestante, a finales de los años sesenta. Esos nuevos horizontes se concretan
en el Pastoral Counseling, siguiendo las huellas del conocido psicólogo y educador C. R. Rogers:
los precursores de esta línea —A. T. Boisen, C. Cabot, R. L Dicks, y sobre todo S. Hiltner—
configuraron un tipo de relación interdisciplinar entre pastores y médicos que ha sido más tarde
difundida en Europa.
Entre las nuevas direcciones, surgidas en los años noventa, destaca la conexión de la Teología
práctica con la ética cristiana y con el ecumenismo. En los estudios de psicología pastoral y ética
sobresale D. Browning, cuyo pensamiento se mueve en las coordenadas del pensamiento
filosófico y hermenéutico de los clásicos (Aristóteles) y de los modernos (Gadamer, Habermas).
En 1997 se constituye la Association of Practical Theology (con sede actual en Elkhart (Indiana),
que tiene como finalidad la promoción de un discurso crítico que integre la reflexión y la
práctica. También 1997 se comenzó a publicar el International Journal of Practical
Theology, editado por Walter de Gruyter en Berlin y en New York.
Otras fuentes de reflexión pastoral en marcha en los Estados Unidos son las que provienen de
los autores hispanoamericanos (Hispanic/Latino Theology), los de origen africano (Black
Thelogy), asiático (Asian American Theology), y los que proceden de los habitantes indígenas de
esos territorios (Native American Theology). Estas reflexiones se sitúan en relación con la
teología de la liberación, lógicamente con matices diversos.