Humildad

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HUMILDAD

La palabra Humildad proviene del latín humilitas, que significa “pegado a la


tierra”. Es una virtud moral contraria a la soberbia, que posee el
ser humano en reconocer sus debilidades, cualidades y capacidades, y
aprovecharlas para obrar en bien de los demás, sin decirlo. De este modo
mantiene los pies en la tierra, sin vanidosas evasiones a las quimeras del
orgullo.

La persona humilde, reconoce su dependencia de Dios; no busca el


dominio sobre sus semejantes, sino que aprende a darles valor por encima
de sí mismo. El apóstol Pablo dijo una vez que no debemos tener más alto
concepto de nosotros mismos del que debemos tener. Así es el humilde,
no mira lo suyo propio, sino lo de los demás. Sale en ayuda de los
afligidos, extiende su mano al menesteroso. Viene a servir y no ha ser
servido.

La humildad permite a la persona ser digna de confianza, flexible y


adaptable. En la medida en que uno se vuelve humilde, adquiere grandeza
en el corazón de los demás. Quien es la personificación de la humildad
hará el esfuerzo de escuchar y aceptar a los demás, cuanto más acepte a
los demás, más se le valorará y más se le escuchará.

La humildad involuntariamente le hace a uno merecedor de halagos. El


éxito en el servicio a los demás proviene de la humildad, cuanto mayor sea
la humildad, mayor el logro. No puede haber beneficio para el mundo sin
humildad.

Esta virtud en el liderazgo se ve claramente, cuando los protagonistas se


hacen accesibles a sus liderados. La humildad nos dice que no hay
competidor pequeño; es decir, los demás no son inferiores a nosotros. Por
ejemplo, en una empresa, sí la humildad interviene en cada una de las
operaciones directivas, diagnostico, decisión y mando, se tendrá una
empresa líder, no hay peor enemigo para el crecimiento de una empresa,
que el orgullo.

Por otro lado, se tiene que los padres con el ejemplo, deben enseñar a sus
hijos a practicarla en la familia, en la escuela y con los amigos. Es también
importante que exista humildad en el núcleo familiar, respetando la
individualidad de cada uno, sin emplear competencias entre los miembros
ni intentar ninguno de ellos ser mejor que los demás, sino apreciando las
cosas buenas de cada uno, aunque seamos distintos, debemos aprender a
convivir con nuestras diferencias.

La humildad es difícil de encontrar en la actualidad, cuando vivimos en una


sociedad que rebasa de egoísmo, donde las personas viven preocupadas
por lo material, por el éxito, por el dinero y por el poder.

Muchas religiones consideran a la humildad como una de las virtudes más


importantes que debe seguir el ser humano. En el cristianismo, Jesús es
modelo de humildad y de hecho es considerado el rey de los humildes, por
eso, quienes siguen su doctrina también deben ser fieles a esta
concepción. Tanto la dedicación al otro como el amor al prójimo son pilares
dentro del catolicismo.

Quien sea humilde conoce sus propias limitaciones y debilidades. Es


capaz de restar importancia a los logros personales y de reconocer sus
defectos y errores.

El valor de la humildad no requiere objetos materiales, las dimensiones


“intangibles” son casi siempre las que nos aportan verdadero bienestar,
verdadera felicidad

Por otro lado, humildad también se refiere a la posición económica de los


pobres y desfavorecidos. Una persona humilde, en este sentido, es alguien
que proviene de un hogar de escasos recursos y sin mayores posibilidades
de prosperar.

Finalmente, la humildad es también la actitud de quien se somete o rinde a


la autoridad de una instancia superior. En las religiones, por ejemplo, la
sumisión está asociada al temor de Dios. No obstante, comportarse con
humildad implica también evitar actitudes de prepotencia ante un jefe o
una autoridad policial y, más bien, optar por el acatamiento.

Perdón es la voluntad sincera y amorosa de eliminar respuestas


destructivas causadas por pensamientos y sentimientos negativos hacia
quienes han infringido una ofensa o un mal acto en contra nuestra,
renunciando ante todo al deseo de venganza.

Perdonar sería la acción, es decir, llevar a la práctica el perdón. Debemos


entender que es sobre todo un proceso, lo cual implica que toma tiempo.

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