Una Mirada Desde Grecia Hacia El Mundo

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JUL 01 2011 Una mirada desde Grecia hacia el mundo El Parlamento griego aprob un feroz plan de ajuste dirigido

a sacar las castaas del fuego a los bancos y al sistema financiero europeo, descargando una vez ms el peso del castigo sobre quienes son las vctimas y no los responsables del estado de cosas.

Pero ello no es sino parte de un desorden mundial que crece da a da y ante el cual nadie est seguro. Hay dos formas de escapar de la realidad que nos propone el mundo contemporneo y, por lo tanto, de equivocar el camino que corresponde tomar para asumirlo. Una es verlo como un escenario sombro, irrevocablemente prometido a la catstrofe; y otra es no atribuir mayor importancia a sus altibajos, aduciendo que todo se supera, que el capitalismo siempre ha sido capaz de reformarse a s mismo y que, en ltima instancia, Latinoamrica en general y Argentina en particular estn demasiado distantes de las reas crticas y disponen de sobrados recursos para mantenerse alejadas de las grandes conmociones que estn producindose ahora y de las iguales o peores que pueden acontecer en el futuro. La primera conclusin induce muy fcilmente al fatalismo y, consecuentemente, al derrotismo. La segunda predispone a una frivolidad que tambin redunda en derrotismo cuando el shock de los acontecimientos inesperados nos sumerge y nos paraliza ms all de cualquier posibilidad de reaccin. Tener conciencia de lo que pasa y de las tendencias que estn presentes en el mundo de hoy es la mejor manera de preservarse del temor y de ponerse en condiciones para enfrentar a un escenario que, si para algunos privilegiados o semiprivilegiados no es apocalptico como los alarmistas claman, para otros que padecen en carne propia el castigo, tiene elementos de sobra para serlo. El momento actual est caracterizado por el intento de los oligopolios financieros, industriales, de servicios y de la comunicacin en el sentido de imponer su orden en el mundo entero. Lo hacen porque la crisis de la economa sistmica no da para ms. La exigencia de acopiar ganancias desmedidas de parte de los ncleos capitalistas ms concentrados no puede satisfacerse ya con la base productiva existente sin romper el esquema capitalista y orientarlo a una distribucin social de las ganancias. Pero esto es impensable o ms bien inaceptable para los dueos del sistema, que se rehsan a esa solucin y apelan a la financierizacin creciente. El reciclamiento del excedente en forma de especulacin y no de inversin productiva, lleva a la creacin de las denominadas burbujas que estallan peridicamente. El volumen de las transacciones financieras, informa Samir Amin, es del orden de los dos mil trillones de dlares, cuando la base productiva, el PIB mundial, es slo de unos 44 trillones de dlares(1). Este desnivel fabuloso asfixia la economa real, produce una estagnacin relativa de la produccin y la regresin de los ingresos de los trabajadores; el aumento del desempleo, el elevamiento de la precariedad laboral y el empeoramiento de la pobreza en los pases del Sur(2). En este encuadre las sociedades desarrolladas requieren ms imperiosamente que nunca el acceso a los recursos naturales del planeta para mantener en pie su sistema de consumo-despilfarro. La poblacin de los pases ricos acapara para s el 85 por ciento de los recursos del globo, siendo que representa tan slo el 15 por ciento de la poblacin mundial. Se trata de una situacin insostenible

en el tiempo, si no es con la fuerza y la imposicin de un neocoloniaje que han de sufrir los pases ms dbiles y provistos de sociedades menos estructuradas. Pero tambin con medidas de ajuste que impactan en las sociedades del primer mundo ms lbiles, como lo est demostrando el caso de Grecia y la reaccin en cadena que se esboza en Espaa, Portugal o Irlanda. El primer campo en el que se ejerce la agresin sistmica es el de la manipulacin informativa. Hay una ofensiva global para distraer al pblico de los reales factores que fomentan la crisis. Y hay tambin una machacona insistencia en torno de temas puntuales de carcter sensacional terrorismo, narcotrfico, aluviones inmigratorios- para inducir al pnico y a la indignacin moral a los sectores de la opinin pblica que ms susceptibles son a la evaluacin de los datos de una realidad distorsionada por la informacin que se teje en torno de ella. El muelle de este sistema de desinformacin es el doble rasero con que se miden los acontecimientos que se narran. La deformacin noticiosa afecta a todo el mundo y tiene un xito notable, en tanto distrae, engaa o simplemente atonta e induce a la atona del pblico. El manipuleo informativo arranca con el discurso nico en torno de los patrones que gobiernan la economa mundial. Por dcadas Latinoamrica ha debido soportar la prdica unvoca y martillante acerca de los beneficios del neoliberalismo que ha de acarrear con la desregulacin, la privatizacin y el eventual derrame de riquezas que luego se distribuirn por el cuerpo social. De hecho a tales resultados no se los ha visto por ningn lado, y el saldo general de esa poltica inclemente ha llevado a que varios pases diesen un portazo a ese tipo de regimentacin. No sin pasar por revueltas populares primero y por una reorganizacin econmica que, aunque est lejos de haber sido completada, al menos se funda en parmetros propios, que desoyen los consejos imperativos de los organismos de crdito mundiales. Pero la prdica sigue vigente y hoy es el da en que Grecia y Espaa estn experimentando los dolores que provoca la aplicacin sin anestesia de esas mismas recetas que atormentaron a los latinoamericanos. La guerra como opcin sistmica

La tortura que emana de la aplicacin de tales conceptos no es por supuesto privativa de la economa, sino que se hace extensiva al mbito diplomtico y militar, cuando hace falta. Y la desinformacin acompaa a estos desarrollos como la sombra al cuerpo. En este momento hasta peridicos que se dicen progresistas sustentan una lnea editorial que presenta la guerra en Libia como parte de una lucha popular para deshacerse de un dictador inhumano. Otro tanto ocurre con Siria. Y cuando la manipulacin noticiosa no alcanza o se producen movimientos como el de la primavera rabe, que insina un acceso a la democracia efectiva en pases sometidos a dictaduras sbditas de Occidente, se desencadena la intervencin armada o se procura boicotear la revuelta popular con el expediente de consentir que cambie algo para que nada cambie. Mientras se acusa a Gaddafi de actos inhumanos contra su pueblo y llueven sobre l las condenas y las bombas de los gobiernos de los pases libres (que en otro tiempo se autodefinan como civilizados en contraposicin a los brbaros a los concurran a beneficiar) y se describe al rgimen sirio como una dictadura inhumana, la misma situacin, visualizada desde otra perspectiva, nos ensea un escenario distinto. Distinguimos entonces, en Libia, una fractura tribal antes que social, y un conflicto caracterizado por una intromisin externa en los asuntos internos de un pas que posee un recurso estratgico de primer orden, el petrleo de alta calidad. En el caso sirio se grita contra la bestialidad represiva del rgimen pero no se aportan pruebas slidas de los delitos que estara cometiendo contra el pueblo, como no sean algunos videos confusos; y se pone en sordina la matanza producida en estos das, por obra del ejrcito israel, de decenas de manifestantes palestinos que intentaban cruzar el borde fronterizo para reivindicar su derecho al retorno al hogar del que fueron expulsados tras la Guerra de los Seis Das.

Por otra parte no se pone de relieve que, cualquiera que sea la calidad humana o inhumana de Gaddafi o de Bashir el Assad, la verdad es que, en las condiciones en que les toca vivir a sus pases, esos dos gobernantes dieron pasos importantes a favor de su modernizacin de esas sociedades. Sus defectos pueden ser muchos, pero de lo que no cabe duda es que son el producto genuino de procesos gestados en el interior de sus pases, y no el fruto de una ingerencia externa. Pero el viejo principio de la no intervencin, sostenido de forma adamantina por la diplomacia de nuestro pas en los tiempos de Yrigoyen y Pern, parecera estar quedando de lado en el concierto internacional. Es la hora del Tribunal de La Haya y de la polica universal ejercida por las grandes potencias apoyndose en la doctrina de los derechos humanos. Doctrina que, curiosamente es puesta en prctica contra los pases que no se adecuan a los parmetros marcados por la globalizacin econmica impuesta por occidente, mientras que esos principios son letra muerta en los mltiples casos en que es el occidente "civilizado el que vulnera el derecho de gentes. La mayor potencia de todas, Estados Unidos, ni siquiera reconoce la autoridad de la Corte Internacional y acta a priori contra los regmenes a los que califica como estados delincuentes, pero con una regularidad sorprendente el Tribunal decide a posteriori llevar a estos a juicio. De hecho, el Tribunal no hace sino seguir los pasos que se le marcan desde los mximos organismos del poder. Ahora bien, no se puede analizar la realidad en base a lo que sucede de un da para el otro. Esa necesario ms bien reconocer las tendencias que operan en el da a da y fijar los episodios que se suceden con arreglo a esas lneas de fuerza. Solo de esta manera se puede superar el barullo informativo que satura la mente y los odos del pblico. Saltan as a la vista las inconsecuencias y los disparates que se echan a rodar como si tal cosa. Por ejemplo, el fiscal Luis Moreno Ocampo (nuestro fiscal adjunto en el juicio a las Juntas, ahora propulsado por ese distinguido servicio al cargo de procurador del mximo tribunal internacional) usa con gran desenvoltura rumores difusos para preparar el cuerpo de la acusacin contra Muammar el Gaddafi. Estudia basarse, por ejemplo, entre otras cosas, en una informacin que sostiene que el dictador libio habra hecho distribuir grandes cantidades de pastillas de viagra entre sus soldados para estimular en estos el deseo sexual y predisponerlos a violar a las mujeres de los rebeldes Hay que prestar atencin a este grotesco argumento? No porque no hayan podido existir violaciones son un hecho frecuente aunque no siempre practicado en igual escala en todas las guerras-, sino porque hay que imaginarse a Gaddafi o a alguno de los suyos urdiendo ese febricitante plan y complicndose un poco ms la logstica para enviar algunos camiones al frente con cajas de la pastillita azul. A la que vaya uno a saber cundo ingieren unos guerreros que, antes de proceder a las violaciones, se supone tienen que ocuparse de cosas ms peliagudas, como lo es batirse contra el enemigo. Asunto cuya solucin insumir (a los sobrevivientes) un tiempo en el cual la maravillosa droga debera haber perdido su efecto Ms atencin que a estas estupideces habra que prestarle al diseo criminal de una vasta estrategia dirigida a derribar gobiernos que se consideran molestos para la consecucin de los planes de dominio, y el sentido que tienen los movimientos diplomticos y militares que apuntan a disear estrategias de contencin o confrontacin con potencias que pueden neutralizar el proyecto hegemnico. Por ejemplo, cul es el sentido ltimo que tiene la poltica de Estados Unidos en el sentido de generar tensiones con Pakistn? El asesinato de un presunto Osama Bin Laden, en las circunstancias en que se produjo el operativo, revisti los contornos de una provocacin e incide en una estrategia de la tensin que involucra cada vez ms a Estados Unidos como fautor de un enfrentamiento entre India y Pakistn. En ese lugar del continente asitico y en su inmediata vecindad se acumulan las masas poblacionales ms imponentes del globo. China y la India suman casi la mitad de la poblacin mundial y son potencias con un elevado y cada vez ms rpido proceso de desarrollo industrial y tecnolgico, capaz tal vez de igualar o superar al de

Occidente en unas dcadas. Geogrficamente, China y su vecina Rusia representan el autntico Heartland, el bloque continental que conforma la regin cardial significada por Halford Mackinder como llave para dominar el mundo. Wall Street y el Pentgono tienen muy claro lo que esto significa. En una nota reciente Los Balcanes del siglo XXI- hacamos hincapi en la aproximacin entre China y Pakistn y la garanta dada por China a su vecino de comprometer toda su ayuda para el caso en que fuese atacado o afectado en su integridad territorial. Hace rato que Washington especula en el tablero del Asia central con una inversin de alianzas que suplante al antiguo socio paquistan por el socio indio. Antes del derrumbe de la URSS la cosa era distinta, pues se visualizaba aun a la Unin Sovitica como el principal enemigo estratgico y en consecuencia se apostaba a China para que sirviera de contrapeso al poder de esta, mientras que la India, siempre enredada en un contencioso fronterizo con China y Pakistn, prefera recostarse sobre la Unin Sovitica para balancear las relaciones de fuerza. Hoy, China se erige en el enemigo potencial -objetivamente determinado en ese carcter por el crecimiento arrollador de su fuerza productiva y econmica-, de la pretensin occidental acaudillada por Estados Unidos en el sentido de imponer un orden global subordinado a los intereses de su oligarqua dominante. Por lo tanto la tendencia a neutralizarlo o eventualmente suprimirlo se convierte en una coordenada fatal que orientar al planeamiento geoestratgico de la superpotencia imperial. En la cuerda floja

Cmo puede sobrevivir el sistema capitalista en su etapa actual? Si no se reforma (cosa que no va a hacer a menos que se vea amenazado por una disgregacin manifiesta en el seno de sus reas metropolitanas, como ocurri en 1929 en Estados Unidos) no va a dar marcha atrs por ningn motivo. Incluso entonces, cuando el presidente Franklin D. Roosevelt implement las polticas keynesianas que permitieron paliar la crisis, fue slo la guerra mundial, precipitada por la debacle financiera que motoriz al nazismo, lo que en definitiva permiti una reorganizacin provisoria del mundo sobre bases econmicas un poco ms racionales. Pero, a qu costo! Y por cuan poco tiempo! El Estado de Bienestar que fue su consecuencia dur apenas 30 aos, y fue sucedido por el capitalismo salvaje cuyas consecuencias estamos viviendo. Si las cosas siguen la tendencia actual, el diseo del Pentgono, que apunta a enfrentar a la India con la China, podr verse reforzado, lo cual promete cualquier cosa menos tranquilidad en el futuro prximo, pues su objetivo ltimo no puede ser otro que la destruccin mutua de esas dos grandes potencias emergentes. Rusia, ya cercada por las bases de misiles norteamericanos en el linde de sus fronteras, amenazada en el Cucaso y en el Mar Negro, y bloqueada por la Otan en Europa y en el Asia central, no tendra entonces ms remedio que capitular ante Washington. S, ya se sabe, estas son especulaciones. Pero son especulaciones que estn contempladas en los diseos operacionales de la alianza atlntica, y los movimientos previos que podran llevar a su cumplimiento se encuentran en marcha en el Medio Oriente y en Afganistn y Pakistn Nadie ignora, en las sedes situadas ms alto, sean polticas o castrenses, la naturaleza potencialmente explosiva de las tendencias imperantes en el mundo. Tanto es as que en Suramrica la regin del planeta ms preservada en este momento del torbellino global- desde 2009 est funcionando el "Consejo de Defensa Sudamericano" y que este acaba de ser reforzado con la propuesta creacin en Buenos Aires de un "Colegio Sudamericano de Defensa", en directa competencia con el "Instituto de Defensa del Hemisferio Occidental para la Cooperacin en la Seguridad",(3) largo ttulo que enmascara la perpetuacin de la Escuela de las Amricas, de triste memoria, enfeudada a la orientacin que marca Estados Unidos. Brasil y Argentina son los propulsores de la iniciativa, que suscit sorpresa en Washington, pero

que es significativa del grado de conciencia que los medios militares de nuestros pases estn alcanzando en lo referido a la orientacin de los contenciosos internacionales y a la necesidad de programar una estrategia regional que consolide la proteccin de los recursos naturales atendiendo a las necesidades propias y no a los requerimientos de las potencias dominantes. Es apenas un principio, convengamos en ello, pues si bien Brasil est impulsando polticas de defensa que ponen mucha atencin en el equipamiento y la preparacin de sus fuerzas armadas, en Argentina todava se padecen, en los niveles de decisin gubernamental, las rmoras de un pasado que no termina de cerrarse. Como consecuencia de esto, si bien parece existir un buen grado de comprensin estratgica de los peligros potenciales de la actual situacin mundial y una orientacin terica respecto de la forma de hacerles frente, no se terminan de implementar actividades que revistan al esquema conceptual con los instrumentos y recursos que son necesarios para tornarlo eficiente. Como se dijo al principio, no se puede escapar de la realidad ni magnificando sus aspectos sombros ni asumindola con despreocupacin. La nica forma de sobrellevarla e influirla es asumindola en sus verdaderos contornos y actuando en la medida de las propias posibilidades, sin autoengaos y sin abdicar el derecho de ejercer reservas crticas respecto de esa realidad, pero empujando siempre a favor de las opciones que resulten ms accesibles para obtener su modificacin positiva. Notas 1) Samir Amin, Debacle financiera, crisis sistmica?, Global Research de noviembre de 2008. 2) 3) La Nacin del 20 de junio de 2011. Enrique Lacolla Ibd.

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