Liderazgo Valores Ea
Liderazgo Valores Ea
Liderazgo Valores Ea
MANDO DE PERSONAL
MINISTERIO
DE DEFENSA GT LIDERAZGO Y VALORES
El Ejército del Aire somos las personas que lo componemos. Nosotros conseguimos
que nuestra Institución sea lo que es, con sus capacidades, su historia y sus
tradiciones. Alcanzar el éxito en nuestras misiones depende de muchas cosas, pero
somos las personas las que lo hacemos posible, con nuestras aptitudes, voluntad y
espíritu de sacrificio, apoyados sobre los valores que sustentan nuestra forma de
vivir la milicia.
La forma de entender el mando viene recogida en las Reales Ordenanzas para las
Fuerzas Armadas, cuyos preceptos están dirigidos al ejercicio de la autoridad de la
que estamos investidos cada uno en función del cargo, empleo, destino o servicio y
que implica, entre otros, el derecho y el deber de tomar decisiones, dar órdenes y
hacerlas cumplir, mantener la disciplina y administrar eficazmente los medios y
recursos.
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Los tiempos cambian, las ideas evolucionan, la sociedad se transforma y con ella las
condiciones culturales y socioeconómicas y nuestros escenarios de actuación, pero
la esencia de las operaciones se mantiene. El Ejército del Aire está alerta,
evoluciona al compás de la realidad y se adapta a los cambios para mantenerse
siempre en vanguardia. Así, a lo largo de los años, los miembros del EA hemos ido
moldeando una forma propia de ejercer el mando. La generación de confianza,
proximidad y preocupación por los subordinados, el fortalecimiento del espíritu de
equipo y la creación de un entorno agradable de trabajo, entre otros, que
habitualmente han inspirado en el tiempo nuestra actitud como líderes en el
quehacer diario, deben constituirse hoy de forma inequívoca en un pilar esencial de
nuestra cultura como Institución, de la forma en que pensamos, vivimos y nos
comportamos, de la forma en que ejercemos el mando como auténticos líderes.
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1. EL EJÉRCITO DEL AIRE DEL SIGLO XXI: EN EQUIPO, TODOS
ESENCIALES.
Las operaciones en las que participamos, que pueden estar dirigidas a la disuasión,
la prevención de conflictos, el mantenimiento de la paz, la actuación en situaciones
de crisis o, en su caso, la respuesta a una agresión, consisten, de acuerdo con lo
previsto en nuestras leyes, en vigilar y controlar el espacio aéreo de soberanía e
interés nacional, contribuir al mantenimiento de la paz y la estabilidad
internacionales, apoyar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, colaborar
en búsqueda, salvamento y gestión de catástrofes, y evacuar ciudadanos españoles
en zonas de conflicto.
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1.2. Nuestros medios.
Así, nuestra historia, nuestro presente y nuestro futuro están fuertemente marcados
por la creatividad y el espíritu de innovación, cualidades que siempre nos han
definido y que nos permitirán enfrentarnos con éxito a los desafíos del mañana.
El Ejército del Aire del siglo XXI es y será cada vez más complejo y
tecnológicamente más exigente y tiene el reto de desarrollar una auténtica
capacidad de liderazgo para ser una Fuerza Aérea de vanguardia.
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Nuestro esfuerzo se apoya firmemente en los valores éticos y morales que
constituyen las bases sobre la que se asienta el EA desde su fundación. Todos
somos líderes a nuestro nivel y, por tanto, responsables del buen hacer del equipo.
Estos valores, algunos que se mantienen a pesar del vertiginoso ritmo de los
tiempos y otros que se incorporan acordes con estos, son la guía que rige todas las
actuaciones de las personas que componemos el EA, cuya calidad moral,
dedicación y amor al servicio son las bases que nos hacen un equipo ganador.
Los integrantes del EA, que somos su componente más valioso, asumimos
libremente un compromiso que conlleva importantes responsabilidades con la
sociedad, de la que formamos parte y a la que nos debemos. Por el mero hecho de
pertenecer a nuestro Ejército nos esforzamos en llegar a unos excelentes
estándares de formación y competencia profesional, así como en mantener una
conducta y un comportamiento intachables. Esta voluntad de constante mejora
constituye la quintaesencia de una Institución imprescindible en la que también
queremos desarrollar el ejercicio del mando adaptándonos a la realidad actual.
El EA del siglo XXI está formado por personas que hemos elegido formar parte de
un proyecto de servicio a la sociedad. Somos profesionales técnicamente muy
competentes, eficientes y con una preparación física y mental que nos permite
enfrentarnos con éxito a nuestras tareas.
1.5. El equipo.
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importancia de su trabajo para el éxito del conjunto; un equipo del que también
forman parte nuestro personal civil y quienes se incorporan temporalmente a
nuestras filas como reservistas voluntarios, porque aquí sumamos todos; todos
contribuimos desde nuestro puesto al éxito del equipo.
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2. NUESTRO EQUIPO HUMANO, NUESTRA FUERZA.
La gran familia que formamos todos los miembros del EA es el motor de nuestra
organización, la pieza clave que impulsa y garantiza su buen funcionamiento. La
verdadera fuerza de nuestro Ejército reside en las personas que formamos parte de
ella, por vocación y decisión propia. Sentirnos parte de una institución querida y bien
valorada por nuestra sociedad, conformada por un grupo humano que comparte
ideales y valores, nos da fuerza para soportar los sacrificios inherentes a nuestra
profesión, para acometer con garantías de éxito las misiones que se nos
encomiendan por complejas o arriesgadas que sean o nos puedan parecer.
Cada uno de nosotros somos una persona, un ser humano único. Procedemos de
diferentes puntos del territorio nacional, incluso de fuera de España. Pertenecemos a
distintas generaciones y ámbitos sociales; nuestras percepciones sobre el mundo en
que vivimos, las relaciones, la autoridad o el trabajo son diferentes y están influidas,
entre otras, por las circunstancias del entorno en el que se ha desarrollado nuestra
personalidad individual.
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Disponemos de un talento individual único en función de nuestra personalidad,
aptitudes, conocimientos y experiencias. Debemos ponerlas en juego en beneficio
del bien común, esforzándonos al mismo tiempo por mejorar o minimizar nuestros
puntos débiles.
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Destaca por su especial relevancia la formación en nuestros valores esenciales, que
forjan el carácter humano, militar y aeronáutico característico de nuestro personal y
constituye la base de las actitudes y comportamientos adecuados para llevar a cabo
las misiones con garantías de éxito.
En un ejército como el nuestro, con una tecnología cada vez más compleja y
sofisticada que evoluciona a gran velocidad, con un marcado carácter
expedicionario, que requiere mantener las mismas capacidades en lugares muy
alejados, la formación constante es imprescindible para adaptarse a los complejos
escenarios en los que trabajamos.
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Estamos convencidos de que la disciplina, esencial en la Institución militar, no se
opone a un trato cercano con nuestros compañeros, jefes y subordinados. Creemos
en un marco de compañerismo y confianza que enriquece las relaciones y potencia
la lealtad.
Enfocados en todo momento al servicio y con sentido del deber, siempre disponibles
y con la mente puesta en la misión, los miembros del EA del siglo XXI somos
proactivos e innovadores y trabajamos con espíritu de equipo, como siempre lo han
hecho nuestros antecesores. Las características propias del ambiente aeronáutico
en el que nos movemos nos ofrecen un adecuado grado de autonomía individual; un
reto que recibimos con responsabilidad y que asumimos por el bien del servicio.
El éxito del equipo depende de que cada uno de nosotros hagamos bien, en el
momento y forma oportuna, lo que sabemos y debemos hacer, siempre en beneficio
y al servicio del grupo. El camino del éxito parte de lo individual y se integra en el
trabajo de equipo con la vista puesta en la misión. Es una responsabilidad
compartida en la que, para satisfacción de cada uno de nosotros, todos somos
actores y autores principales.
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3. LA POTENCIA DE LOS VALORES.
Los valores de las Fuerzas Armadas son reflejo de los valores de la sociedad
española consagrados en la Constitución.
Los miembros de las Fuerzas Armadas primamos los valores que más se identifican
con la misión de defender España, a los españoles y sus intereses, pero es
imprescindible reconocer que los valores militares no pueden ser distintos de los
valores propios de la sociedad que nos sustenta.
Cada uno de los ejércitos tiene una personalidad propia fruto de su cultura, que a su
vez es el resultado de su historia, tradición, doctrina, tecnología de la que están
dotados, entorno y forma de actuación o experiencia acumulada. La propia
naturaleza de las operaciones aéreas ha definido con el tiempo tanto el carácter de
los miembros del EA como los valores que en cada momento han tenido mayor
relevancia en su organización, que la han sostenido desde su creación y que han
dado sentido al sacrificio individual de tantos hombres y mujeres de nuestro ejército.
Los miembros del Ejército del Aire nos esforzamos por cultivar y mantener los
valores que compartimos con la sociedad, de la que provenimos y a la que nos
debemos, como piedra angular sobre la que apoyar la vocación de servicio a los
demás que nos caracteriza.
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El ejercicio de estos valores es una tarea individual de todos los miembros del EA,
que debemos predicar con el ejemplo. Todos cuantos ocupan puestos de mando y
responsabilidad serán conscientes de que transmitirlos, inculcarlos y fomentarlos
constituye la base de un liderazgo eficaz.
Disponibilidad, compromiso.
Lealtad, respeto, espíritu de equipo.
Profesionalidad, ejemplaridad.
Disciplina, valor.
3.2.1. Disponibilidad.
A los que pertenecemos al EA nos une, por encima de cualquier otra consideración,
la misión común de servir a los españoles usando los recursos humanos, materiales
y organizativos que tenemos asignados.
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3.2.2. Compromiso.
Compromiso con nuestros compañeros, con los que, a través de una relación
basada en el respeto mutuo, la confianza y la camaradería, contribuimos a alcanzar
los objetivos colectivos.
Compromiso con nosotros mismos, que decidimos seguir el camino del desarrollo
personal y profesional. Comprometidos para buscar, aceptar y ejercer la
responsabilidad, sin miedo a decidir, asumiendo las consecuencias de cada
decisión. Comprometidos para hacer siempre lo correcto, aunque el sacrificio sea
grande. Comprometidos para aprender, para crecer.
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3.2.3. Lealtad.
Sin lealtad no hay confianza, y sin confianza sería difícil acometer los sacrificios y
complejas misiones que en ocasiones demanda el ejercicio de nuestra profesión. La
lealtad nos impulsa a arriesgar incluso nuestra propia vida para salvar la de un
compañero.
Estamos convencidos de que el éxito del equipo no es posible sin lealtad, que
antepone el bien común al beneficio individual, expresado en el compromiso a una
causa, propósito, ideal o persona.
3.2.4. Respeto.
Respeto es mucho más que el hecho de no discriminar o ser indiferente con el otro,
es considerarlo, valorarlo, reconocer su singularidad, escuchar sus opiniones y
apreciar su aportación. En definitiva, respeto es ser educado, atento y cortés con los
demás con independencia de la condición, empleo, cargo o lugar que se ocupe
dentro del EA. El respeto transmite sinceridad y autenticidad.
El respeto a la Institución y a los valores que tiene implícitos, y que por ende
representamos, también es importante para el buen militar. Ese respeto nos permite
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lucir con orgullo el uniforme que vestimos, sentirnos afortunados de pertenecer al
Ejército del Aire.
Nuestro espíritu de equipo hace que busquemos nuestra fuerza en la diversidad. Así
conseguimos la excelencia porque la diversidad nos enriquece y potencia nuestras
capacidades. Todos somos eslabones de la misma cadena.
El espíritu de equipo requiere de cada uno de nosotros una actitud abierta que nos
permita compartir conocimiento e información, actuar con franqueza y sinceridad. Es
la actitud que facilitará la comunicación entre todos, superiores y subordinados, y
promocionará el desacuerdo organizado.
Hoy, cuando los esfuerzos multilaterales son más necesarios que nunca, el espíritu
de equipo se debe extender fuera de los límites del EA cuando participamos en al
ámbito conjunto o combinado, con otras fuerzas de países amigos o aliados.
El espíritu de equipo es, por tanto, ese estado de ánimo fruto de sentir orgullo de ser
lo que eres, de hacer lo que haces, de compartirlo con el resto, de hacer converger
nuestros esfuerzos individuales, de pertenecer a una organización, el EA, que
merece nuestro empeño hasta dar la vida si ello fuera necesario.
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3.2.6. Profesionalidad.
Una adecuada formación técnica nos ayudará a ser competentes en nuestro trabajo
con independencia de que lo seamos en el ámbito operativo, tecnológico, logístico,
administrativo o de gestión o formemos parte de tripulaciones aéreas.
Nuestra profesionalidad y el afán por ser cada día mejores requieren dedicación,
esfuerzo, el sacrificio de nuestro tiempo y la humildad que nos proporciona cierto
“inconformismo intelectual” y nos permite aprender de los errores.
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Nuestro sentido de la profesionalidad nos conduce a una actualización permanente
de nuestros conocimientos para “estar al día” en nuevas tecnologías, desarrollos,
procedimientos, etc. Nos proporciona prudencia, criterio para decidir y la flexibilidad
y agilidad necesarias para responder a situaciones cambiantes o adaptarnos a
diferentes misiones y escenarios.
3.2.7. Ejemplaridad.
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La ejemplaridad genera confianza y credibilidad ante los demás. Es básica para la
cohesión del equipo, componente esencial de nuestra identidad y todos los
miembros del EA debemos promoverla y exigir.
La ejemplaridad se trabaja día a día y, aunque las grandes acciones influyen, lo que
verdaderamente cala y permanece es la actitud en el quehacer diario.
3.2.8. Disciplina.
La disciplina, uno de los pilares sobre los que se asientan las Fuerzas Armadas,
obliga a mandar con responsabilidad y a obedecer lo mandado.
Como recogen nuestras Ordenanzas, la adhesión racional del militar a sus reglas
garantiza la rectitud de conducta individual y colectiva y asegura el cumplimiento
riguroso del deber. Es así como se consigue la cohesión del grupo y el cumplimiento
del deber en toda circunstancia, anteponiendo siempre el interés general al nuestro
particular, incluso cuando está en riesgo nuestra propia vida.
El líder militar debe fomentar la autodisciplina no impuesta, que nos obliga a seguir
nuestro código de conducta, haciéndonos dueños de nuestro comportamiento,
desarrollando nuestras fortalezas. Con ella vencemos nuestras debilidades,
orientamos nuestra fuerza interior, desarrollamos el carácter, controlamos nuestros
sentimientos y nos obligamos a hacer lo que debemos sin necesidad de supervisión.
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Con una disciplina individual sólida es fácil mantener la disciplina colectiva, valor
imprescindible para el buen funcionamiento de una Institución jerarquizada como la
nuestra.
3.2.9. Valor.
Para afrontar con determinación situaciones en las que nos sentimos más
incómodos, con las que no estamos familiarizados, nos producen inseguridad o
incertidumbre, o son complejas e inesperadas.
La acometividad en el día a día tiene que ver con la actitud valiente y resuelta con la
que desafiamos los problemas. Es la actitud decidida de acortar permanentemente
las distancias con la dificultad, con la adversidad.
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4. MODELO DE LIDERAZGO PARA EL EA.
4.1. Todo miembro del Ejército del Aire puede y debe ser un líder.
Por otro lado, el liderazgo debe completarse con otras capacidades directivas,
ejecutivas y de gestión que nos permitirán, además, estar en disposición de asumir
en cualquier momento funciones o responsabilidades de nivel superior como
consecuencia de la sucesión natural de mando.
El Ejército del Aire define para todos sus miembros un liderazgo de servicio basado
esencialmente en nuestros valores, definidos en el capítulo anterior. Los valores dan
el imprescindible sentido del “porqué” de todo “lo que hacemos” y nos guían al
decidir “cómo lo hacemos”, convirtiendo nuestra profesión, en nuestra forma de vida
y el Ejército del Aire en la organización de la que queremos formar parte y con la que
nos identificamos.
Los valores que dan sustento a nuestra vocación de servicio son también la base de
nuestro liderazgo.
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El EA es una institución militar, jerarquizada y disciplinada, en la que conocemos
perfectamente cuál es nuestro nivel de mando (autoridad formal, capacidad de
decisión y responsabilidad) y donde todos somos o podemos ser líderes y
subordinados a la vez. Actuamos y nos relacionamos con los demás asumiendo
diferentes funciones en nuestro entorno de trabajo: somos o podemos ser jefes
directos de nuestros subordinados e indirectos de otros, subordinados directos de
nuestro jefe inmediato, subordinados indirectos de otros superiores y
compañeros y colaboradores de otras muchas personas. Estos diferentes roles
están enmarcados por la cultura compartida y los valores institucionales, que son
nuestra referencia, especialmente a la hora de tomar decisiones y actuar en
situaciones imprevistas. No podemos olvidar tampoco que nos encontraremos, en
ocasiones, en situaciones con un elevado grado de incertidumbre, complejidad y
riesgo, que pondrán a prueba nuestras dotes de liderazgo.
Líder es cualquiera de nosotros, miembro del EA, que debe ejercer el mando de
acuerdo con una autoridad y responsabilidad determinadas. En el ejercicio de esta
función, consideraremos el conocimiento y desarrollo personal, afán por el
aprendizaje, actitudes y hábitos de comportamiento como la base sobre la que
habremos de trabajar para generar confianza, entusiasmo y compromiso en el
equipo. Además, seremos conscientes de que como líderes nos relacionaremos con
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muchas otras personas, militares y civiles, sean superiores, subordinados,
compañeros o ajenas a nuestra Institución.
El grupo humano lo formamos todos los miembros del EA. Nos referimos no solo al
personal que, perteneciendo a nuestra misma unidad, no está directamente
relacionado con nuestro ámbito concreto de trabajo, sino también a cualquier otro
miembro de nuestra Institución. Para que nuestro liderazgo sea efectivo, debemos
esforzarnos por relacionarnos y trabajar de forma cooperativa no solo con nuestro
inmediato superior y nuestros subordinados más cercanos, sino también con el resto
de componentes en nuestro Ejército, personas en definitiva con funciones,
capacidades y perfiles profesionales muy diversos.
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En el EA todos somos a la vez líderes y subordinados. Para cumplir con eficacia la
trascendente responsabilidad de liderar personas, tenemos que esforzarnos por
mejorar día a día como personas y en nuestra relación con los demás.
Como líderes, debemos saber identificar y manejar siempre la relación entre estos
elementos citados y ser capaces de adaptarnos con flexibilidad y rapidez a los
cambios. Las situaciones de mando y liderazgo en las que podemos encontrarnos
son muy diversas, abarcando desde la rutina diaria en territorio nacional hasta la
situación de combate más exigente. Necesitamos estar preparados para ejercer el
mando, para actuar como verdaderos líderes, en cualquier posible escenario y
actuar con garantías de éxito en toda situación, independientemente de su
complejidad, incertidumbre y riesgos que presente.
4.4. Capacidades del líder en el modelo de liderazgo 360º del Ejército del
Aire.
Estas capacidades son la clave para que los líderes del EA se adapten al
cumplimiento de la misión, tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra, y para
que el modelo tenga estabilidad en el tiempo. Sobre su base construiremos, con el
apoyo de la Institución, nuestras competencias profesionales y directivas, que nos
han de servir como herramientas para el desarrollo de nuestras capacidades de
liderazgo en el ejercicio del mando.
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posibilidades. Todo ello con la vista puesta en crear una representación acertada de
lo que está pasando. Así estaremos creando conciencia de la situación.
En tercer lugar, ser capaz de crear visiones compartidas implica crear imágenes de
futuro convincentes, que ayuden a promover el cambio. El líder ofrecerá las visiones
compartidas al grupo como un propósito común que da sentido a la tarea diaria, al
esfuerzo de cada persona. En la creación de visiones compartidas encontramos la
diferencia fundamental entre un gestor y el líder: las personas se entusiasmarán con
su visión de futuro, pondrán ese entusiasmo al servicio de dicha visión e invitarán a
otros a compartir el esfuerzo común.
Finalmente, crear valor en beneficio del grupo es desarrollar nuevos procesos que
hagan realidad la visión, traduzcan ideas abstractas en planes de acción concretos y
perfeccionen tácticas y procedimientos. Para esto hay que ser consciente de que es
el mensaje que emitimos, el propósito del mismo, lo que inspira confianza a las
personas, que deben creer lo que cree el líder y para eso es necesario mucho más
que la persuasión comunicativa. Al comunicar con claridad los objetivos, la dirección
correcta, las prioridades, los resultados esperados y las razones e importancia de las
actuaciones del equipo y de sus miembros, tenemos que ser capaces de anticipar
las reacciones emocionales ante nuestro mensaje y tenerlas en cuenta en nuestra
actuación posterior. Las herramientas de comunicación que usaremos, primordiales
para el ejercicio efectivo del liderazgo, nos ayudarán a:
Explicar nuestro punto de vista, dejando claro cómo hemos llegado a nuestras
conclusiones.
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nuevos modos de organizar el trabajo, aprendiendo de forma positiva de los errores
y fomentando la proactividad y la iniciativa para que todos los componentes pongan
su potencial intelectual y creativo al servicio del grupo.
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Situando a cada persona en el mejor lugar para obtener lo mejor de su talento,
potenciando sus fortalezas y fortaleciendo sus puntos más débiles, trasmitiremos
espíritu positivo y entusiasmo y aumentaremos la motivación.
Todo el que ejerce mando debe tomar decisiones, en los momentos oportunos y con
diferente alcance e impacto. No seremos considerados líderes por nuestros
subordinados si no decidimos con una dosis equilibrada de prudencia y de valentía,
de rapidez y de sentido común, con la información disponible y con las exigencias de
la misión y, desde luego, de acuerdo con los valores de la Institución.
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que todos mejoremos en el ejercicio del mando, en función de diferentes aspectos
como nuestras habilidades y conocimientos de partida o el nivel en el que nos
encontremos en la estructura jerárquica.
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5. HOJA DE RUTA PARA UN LIDERAZGO MILITAR EFICAZ.
5.1. Introducción.
Este capítulo pretende ayudar a responder a ese compromiso personal que como
militar supone el desafío de inspirar, dirigir y mandar a otros y la gran
responsabilidad de ser su referente. Para ello, tan solo es necesario que creamos en
las personas, en su naturaleza y en su potencial, tengamos un profundo deseo por
aprender y una resuelta determinación por mejorar nuestras habilidades para tratar
con quienes nos rodean.
La hoja de ruta diseñada se divide en etapas. La primera de ellas comienza por uno
mismo pues el liderazgo se basa, principalmente, en el autoconocimiento, la calidad
humana, las competencias y el carácter del líder. Incluye esta primera etapa el “ser”
y el “saber” del líder. Las siguientes etapas conforman el “hacer”, pues es la acción y
la experiencia adquirida lo que permite al líder consolidarse y mejorar cada día.
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Entender qué valores y principios guían nuestra vida y, por tanto, nuestras
decisiones.
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el camino del liderazgo requiere, sobre todo, el desarrollo de competencias en el
ámbito personal, en las relaciones interpersonales y en el entorno profesional.
a) Competencia personal.
Autodisciplina, por la cual nos forzamos a hacer lo que debemos hacer y cuando
hemos de hacerlo, sin importar que nos apetezca o no.
Humildad, que nos invita a una actitud receptiva y abierta para aprender de los
demás y de nuestros propios errores.
No pienses que tu papel de líder se limita solo a tu vida profesional. Siempre lo eres.
En tu actividad privada sé también un ciudadano ejemplar.
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más críticos. Ser dueños de nuestros impulsos nos permite pensar con claridad y
permanecer concentrados, siendo más propensos a la reflexión y la escucha activa.
El temperamento vehemente y los arrebatos no son nunca signos de carisma ni
identificativos de un puesto superior en la organización.
Por su parte, el miedo es una emoción que nos ayuda a sobrevivir, defendernos o
sobreponernos a las dificultades. Sin embargo, también puede tener efectos
negativos cuando limita o anula nuestras capacidades. La gestión del miedo requiere
tomar conciencia de sus causas y efectos y actuar en el pensamiento para fortalecer
nuestra autoestima.
3. Aprendizaje continuo.
El líder es consciente de que no lo domina todo, confía en los que saben más,
admite sus errores, se pregunta sobre ellos y extrae todas las enseñanzas posibles.
Asumir los errores aumenta la confianza que los demás tienen en nosotros.
4. Adaptabilidad.
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los valores inherentes al EA. Además, conecta con sus subordinados, entiende sus
miedos y resistencia al cambio y les impulsa al optimismo.
5. Automotivación.
Identificaremos qué se debe hacer y lo acometeremos sin esperar a que nos asignen
la tarea, buscando las mejores formas de hacerlo; desarrollaremos así una iniciativa
creativa basada en la búsqueda constante de pequeños cambios para hacer más
eficientes las tareas. Nos esforzaremos para analizar y cuestionar
constructivamente, para mejorar los procesos y procedimientos de trabajo.
No vaciles. ¡Decide! Analiza las circunstancias, sé prudente, asume los riesgos que
conlleva y la posibilidad de cometer errores.
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b) Competencia en las relaciones interpersonales.
Para una comunicación eficaz debemos ser claros, concisos y asertivos, sin dejar
lugar para la interpretación del mensaje. Además, buscaremos la comunicación en
positivo, articulando el mensaje en función de los efectos perseguidos, cuidando el
orden, la argumentación, las expresiones y el vocabulario.
Por otro lado, existe una correlación directa entre las formas y frecuencia de la
comunicación y cómo se sienten los subordinados en su trabajo; la comunicación
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frecuente tiene un efecto tremendamente positivo. Dominar la comunicación nos va
a permitir buscar los momentos para hablar de forma tranquila, conversar, alentando
la participación. Uno de los efectos más importantes de la comunicación abierta y
cercana es que permite al líder darse a conocer y a los subordinados decidir mejor
en su ausencia, si fuese necesario.
Saber escuchar es, por otro lado, una de las habilidades más importantes y difíciles
del proceso comunicativo. Escuchando activamente somos capaces de entender no
solo lo que la otra persona nos está transmitiendo directamente con palabras sino
también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen.
No creas que por estar al mando “lo sabes todo”. Sé humilde. Haz participar a tus
subordinados. Pregúntales ¿y usted qué opina, cómo lo haría? Escúchales y luego
muestra gratitud.
El líder busca resolver los casos de fricción, tensión o malestar que se originan en su
equipo. Resolver los conflictos requiere un diagnóstico acertado del problema,
implicar a las personas involucradas, averiguar cómo perciben ellas la situación e
identificar las causas y las alternativas más apropiadas. Recordaremos que nos
enfrentamos al problema y no a la persona, evitando la polémica y dejando de lado
las emociones.
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Otras veces podemos estar interesados en alcanzar un determinado nivel de
consenso para una cuestión planteada. El consenso se basa en el principio de
respeto, en que cada persona posee parte de la verdad y que nadie la posee por
completo. Para llegar al consenso es necesario dialogar de forma constructiva, hacer
que todos los miembros se sientan escuchados y participen en la decisión final.
4. Empatía.
La empatía permite al líder identificar y entender las emociones de los demás, sus
motivaciones, las razones de su comportamiento o su forma de tomar decisiones. La
empatía nos permitirá “leer” los sentimientos de los subordinados y ponernos en su
lugar, teniéndolos en cuenta en la toma de decisiones.
5. Habilidades sociales.
Las habilidades sociales, que posibilitan la adecuada relación entre las personas,
nacen de la consideración y valoración de los demás, de la percepción de que nada
importante se hace solo.
No prefieras “caer bien” antes que ser respetado. Ser abierto y accesible no significa
“ser uno más de la pandilla”. Esfuérzate en inspirar el respeto espontáneo, arrastrar
a la subordinación natural y fomentar la disciplina voluntaria.
c) Competencia profesional.
La esencia del ejercicio del mando se encuentra en la relación con las personas, que
quieren ser conducidas en la adversidad y el peligro por alguien que conoce bien su
oficio. Por ello desarrollaremos un elevado nivel de pericia basada en el sentido
común, destrezas, conocimientos, técnicas y experiencia. Conociendo nuestra
profesión nos adaptaremos con facilidad a diferentes misiones y escenarios.
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Este proceso, que se inicia con la incorporación al EA, estará presente durante toda
la vida del militar. La participación en programas de perfeccionamiento, el estudio y
lectura de publicaciones especializadas, el entrenamiento y el análisis de la
experiencia propia, enriquecida con la valoración de jefes, compañeros y
subordinados, constituyen las actividades más relevantes para el desarrollo de la
competencia profesional.
1. Capacitación técnica.
2. Competencia operativa.
Nos permite ejecutar o apoyar las misiones con un enfoque operacional, siendo
conscientes de cómo nuestra labor, individual y colectiva, contribuye a cumplir con
nuestras misiones y cometidos, y a mejorar las capacidades de la organización.
3. Capacidad de gestión.
Es parte esencial del ejercicio del mando por la que los superiores, iguales y
subordinados reciben puntualmente dirección, guía y recursos para cumplir la
misión. Nuestra capacidad de gestión debe incluir:
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priorizando las tareas con flexibilidad y capacidad de reacción ante imprevistos y
urgencias sobrevenidas.
Los líderes han de saber dónde quieren ir y como pretenden hacerlo. Debemos
establecer objetivos claros, que supongan un desafío medible y practicable, y los
comunicaremos de forma clara, eficiente y motivadora, identificándolos con la misión
general de la Unidad y del EA.
De esta forma, nuestros subordinados sabrán qué se espera de ellos y cómo van a
contribuir con su esfuerzo a alcanzar los fines superiores. Encontrarán sentido a su
vocación y esto les hará participar en un propósito más elevado que trasciende al
mero sentido ocupacional del trabajo.
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5.4.2. Generar confianza.
No seas pesimista. No lo veas todo negro. Mira la cara positiva de las dificultades y
considéralas un reto. Cree en el futuro y díselo a tus subordinados.
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No tengas, ni consientas, un comportamiento inapropiado o incompatible con el más
estricto sentido de la integridad y la ejemplaridad pública. Ejerce un liderazgo
fundamentado en virtudes, promueve un ambiente ético en el trabajo y cuida del
buen nombre del Ejército del Aire.
La credibilidad del líder no viene dada con el puesto de trabajo o cargo que se
desempeña sino que es fruto del prestigio personal y profesional que hemos
construido con una trayectoria ejemplar. Damos credibilidad a la persona honesta,
íntegra, congruente con lo que piensa, dice y hace. Es un factor crítico para la
credibilidad de quien ejerce el mando el fin último que se persigue, que deberá servir
siempre al propósito general y al beneficio del servicio y nunca al interés particular
del líder.
El coraje hace al líder mantenerse firme en sus valores, dar valor a la palabra y los
compromisos contraídos, asumir errores y fracasos, buscar y aceptar con agrado la
responsabilidad y afrontar las situaciones adversas con serenidad y firmeza.
No des “café para todos”. Da a cada uno según sus méritos y circunstancias. Trata
igual a los iguales y desigual a los desiguales.
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5.4.3. Generar compromiso.
Otro de los factores que más compromiso genera es la percepción del subordinado
de que su líder estimula y potencia su desarrollo personal y profesional, que
entiende su especificidad, le ayuda a establecer sus metas, le ofrece oportunidades
para crecer, progresar y no quedarse estancado.
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Cuidar de nuestros subordinados y de sus familias es una de las responsabilidades
del líder que genera un compromiso más fuerte. En primer término, el líder debe
preocuparse por la salud y bienestar de sus subordinados y asegurarse que estos
conocen los recursos y opciones disponibles. Fomentar la práctica del deporte,
individual y colectivo, y los hábitos de vida saludable debe también ocupar nuestro
interés.
Deberá ser objeto de especial cuidado la atención de los subordinados y sus familias
con motivo de la participación en operaciones en el exterior, consciente del estrés
que genera en ambos tanto la distancia como el riesgo.
Como líder, tus tres responsabilidades primeras son: cumplir la misión, cuidar de tus
subordinados y cuidar también de sus familias. Preocúpate por ellos, por su
crecimiento personal y profesional.
No intentes reforzar a tu equipo comparándolo con otros. Cada uno tiene sus
cometidos y todos sois eslabones de la misma cadena.
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Para generar cohesión, quien ejerce el mando deberá considerar los siguientes
aspectos:
Compartir con los subordinados los valores del EA. Generar el entorno y las
oportunidades para hablar y reflexionar sobre ellos.
Establecer criterios para que todos se rijan por las mismas reglas, teniendo las
mismas oportunidades, sin favoritismos, sin fomentar actitudes individualistas ni
que generen rivalidad o competencia interna.
Esforzarse juntos, sufrir juntos. El jefe debe compartir las actividades con sus
subordinados, incluso aceptar las peores condiciones.
La motivación es, sin duda, uno de los conceptos claves del liderazgo, un factor
multiplicador que debe ser bien entendido por quienes ejercen el mando.
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deseo de cumplirlo sin mostrarles el camino. Antes bien, les ayudará a que realicen
su trabajo de la forma en la que para ellos es más natural. Así se multiplicarán en
ellos las experiencias positivas, disfrutarán con su trabajo y percibirán que ha sido su
mérito, que han tenido éxito aplicando su estilo propio.
Haz una pausa, olvida el email, deja la oficina, busca a tus subordinados y comparte
con ellos un momento de asueto. Escúchales. Fortalece las relaciones personales.
Por último, el líder hará ver a los subordinados el resultado final del trabajo del que,
de alguna forma, son propietarios. Reforzará con entusiasmo los éxitos, reconocerá
también el trabajo duro aunque no se hayan alcanzado los resultados previstos y
exhibirá una comprensión inteligente ante el fracaso.
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amonestado, comprender las consecuencias no deseadas que esta conducta tiene
sobre la unidad o el grupo y las implicaciones que conlleva. No es nunca una
amonestación a la persona sino al comportamiento. El líder debe ayudarle a
identificar y concretar qué y cómo debe cambiar, conseguir un compromiso para ello
y animarle en su consecución.
El líder ha de tener una visión amplia, percibir la organización de la que forma parte
como un todo, reconocer los diferentes elementos que la componen, las
interrelaciones entre los mismos y cómo los cambios en una parte influyen en los
demás elementos. Esta visión global nos permite ser conscientes de cómo la misión
de nuestra unidad o equipo contribuye al objetivo general. También de cómo
nuestras decisiones pueden trascender el ámbito interno de nuestro equipo y
afectar a otros.
No hagas de tu equipo una isla dentro de la Unidad. Ábrelo al resto. Colabora con
todos. Haz que tus subordinados se sientan parte de otro equipo superior.
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5.6. Quinta etapa. El líder y las personas ajenas al EA.
En estos casos, el líder se proyecta hacia el exterior, crea una red de trabajo y
fomenta la formación de vínculos, generando confianza mediante su presencia.
También emplea el tiempo necesario en explicar las capacidades propias a otros, así
como en conocer las suyas, en busca de la máxima eficacia colaborativa.
Por último, debemos ser conscientes de que en las relaciones fuera del EA lo
representamos y debemos por tanto cuidar y fomentar su buen nombre.
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6. EL EJÉRCITO DEL AIRE: UNA INSTITUCIÓN COMPROMETIDA
CON EL LIDERAZGO Y LOS VALORES.
6.1. Introducción.
En este capítulo se presenta la estrategia de liderazgo del EA, sus principios básicos
y los ejes de esfuerzo estratégicos, así como las líneas generales del proceso
previsto para su implantación.
Coherencia entre las acciones derivadas del proceso de implantación del modelo
de liderazgo 360º, el fundamento, propósito y medio principal de la estrategia de
liderazgo del EA definidos anteriormente y el eje “Recursos Humanos” de la visión
del EA del JEMA (2013).
Determinación para la puesta en marcha y continuidad en el tiempo de las
iniciativas implementadas, venciendo las resistencias que todo cambio genera.
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6.2.2. Ejes de esfuerzo estratégicos.
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La evaluación de su nivel de liderazgo.
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