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La evaluación en el Plan y programas de estudio 2017

(Parte 1)
Por Esther López-Portillo
10/10/2017

Antecedentes

A partir de 1993 los planes y programas de estudio para la educación básica en México
han entendido la evaluación como las acciones que lleva a cabo el docente para obtener
información que le permita identificar los avances y las dificultades de los estudiantes
para intervenir y favorecer el logro de los aprendizajes. La evaluación desde el enfoque
formativo se ha considerado desde la Reforma de 1993; sin embargo, fue en el Acuerdo
592, publicado en 2011, donde se explicaron ampliamente las características de este tipo
de evaluación.
La evaluación en el Modelo Educativo 2017

El Modelo Educativo presentado recientemente mantiene el enfoque de evaluación


formativa, que considera simultáneamente los resultados cualitativos y cuantitativos de
los aprendizajes para reconocer los avances y las dificultades de los estudiantes y asignar
calificaciones numéricas al desempeño de cada uno.

La evaluación desde este enfoque debe ser un elemento presente en cada fase del
proceso de aprendizaje. Para realizarse, requiere de la observación permanente del
docente, quien tiene la libertad de utilizar diversos procedimientos, estrategias,
instrumentos y recursos para obtener la información cualitativa y cuantitativa en relación
con el desempeño de sus estudiantes.

El Modelo Educativo (SEP, 2017, p. 85) señala que la evaluación desde el enfoque
formativo requiere:

a. Que el docente planifique actividades para que los alumnos estudien y aprendan.
b. Que los alumnos se den cuenta de lo que han aprendido y de lo que están por
aprender.
c. Que se tomen en cuenta los procesos de aprendizaje, no sólo los resultados.
d. Que se consideren las necesidades específicas de los alumnos y de los contextos en
los que se desarrollan.
e. Que la información sobre el desempeño de los alumnos se obtenga a lo largo de
todo el proceso de enseñanza y de una variedad de fuentes, no sólo de pruebas.
f. Que se fortalezca la colaboración entre docentes, alumnos, padres de familia o
tutores.
g. Que se actúe oportunamente para evitar el rezago o la deserción escolar.

Asimismo, señala que:

En un ambiente de aprendizaje, la evaluación es un proceso que tiene como


objetivo mejorar el desempeño de los estudiantes e identificar sus áreas de
oportunidad. Además, es un factor que impulsa la transformación de la práctica
pedagógica y el seguimiento de los aprendizajes. Se comprende que los errores son
parte de cualquier proceso de construcción de conocimiento, y que éstos deben
concebirse y usarse como fuente de mejora constante. La evaluación se sustenta
en diversas metodologías y debe consolidarse como un proceso que contribuya al
aprendizaje mediante la retroalimentación. Además, el docente puede orientar
mejor a los estudiantes al hacer explícitas las actividades y los criterios del
desempeño que espera, y al dar una retroalimentación objetiva, positiva y
constructiva para que todos puedan entender sus éxitos y fracasos.

Por su parte, el octavo principio pedagógico del Modelo Educativo (SEP, 2017, p. 89)
señala que es necesario entender a la evaluación como un proceso vinculado con la
planeación y el aprendizaje, es decir, deben proponerse desde la planeación los
momentos, las finalidades, las estrategias y los instrumentos de evaluación, con miras al
logro de los aprendizajes esperados. Evidentemente, siempre se puede corregir,
complementar, cambiar o enriquecer la propuesta, de acuerdo con las características y las
necesidades de los estudiantes. Asimismo, señala que:

 La evaluación no busca únicamente medir el conocimiento memorístico. Es un proceso


que resulta de aplicar una diversidad de instrumentos y de los aspectos a estimar.
 La evaluación del aprendizaje tiene en cuenta tres variables: las situaciones didácticas,
las actividades del estudiante y los contenidos.
 La evaluación parte de la planeación, pues ambas son dos caras de la misma moneda:
al planear la enseñanza, contextualizada en el entorno de los

estudiante los alcanza.


 La evaluación forma parte de la secuencia didáctica como elemento integral del
proceso pedagógico, por lo que no tiene un carácter exclusivamente conclusivo o
sumativo. La evaluación busca conocer cómo los estudiantes organizan, estructuran y
usan sus aprendizajes en contextos determinados, para resolver problemas de
distintos niveles de complejidad y de diversa índole.
 Cuando el docente retroalimenta al estudiante con argumentos claros, objetivos y
constructivos sobre su desempeño, la evaluación adquiere significado para éste, pues
brinda elementos para la autorregulación y la mejora de sus aprendizajes.

El hincapié en considerar a la evaluación como parte fundamental del proceso de


aprendizaje se hace porque, a pesar de que es un enfoque propuesto desde hace más de
dos décadas, los docentes dedican poco tiempo a la evaluación del aprendizaje en la
planificación de la enseñanza; es decir, no la consideran parte medular del proceso en sus
tres momentos (diagnóstica, formativa y final), ni en sus modalidades (autoevaluación,
coevaluación y heterevaluación), con propósitos bien definidos. Es frecuente que en la
práctica docente la evaluación se limite al proceso de medición para asignar calificaciones
y acreditar o no.

Aspectos de la evaluación

Evaluar desde el enfoque formativo es una actividad compleja que involucra diversos
elementos como la medición, la calificación, la estimación y la acreditación.

La medición compara un estándar o logro a partir de un resultado que pueda


representarse en cifras; por ejemplo, al aplicar un examen de opción múltiple a los
estudiantes para medir qué aprendieron durante un trimestre, no se evalúa, sino que se
mide el aprendizaje sobre aspectos específicos. Para que la medición abone a la
evaluación, desde el enfoque formativo, es necesario comparar el puntaje obtenido con
elementos de referencia establecidos desde la planeación, como los aprendizajes
esperados, y emitir un juicio sobre el logro de éstos a partir de diversos mecanismos,
como conversar con los estudiantes sobre sus respuestas erróneas para identificar la
causa subyacente (podría ser que la base del reactivo no sea clara, o que exista un
problema de comprensión lectora), por mencionar alguno.

La estimación es la apreciación del docente sobre los procesos de aprendizaje de cada


estudiante a partir del análisis de fuentes cualitativas (como el puntaje obtenido en un
examen) y cuantitativas (como su valoración con respecto al aprendizaje de los
estudiantes a partir de la observación, el registro de evidencias y los datos obtenidos de la
autoevaluación y la coevaluación, por ejemplo).

Es a partir de la estimación que se toman decisiones sobre qué calificación asignar a cada
estudiante y se decide si un estudiante acredita o no el ciclo escolar. En este sentido, cabe
mencionar que los Aprendizajes Clave no consideran la asignación de calificación
reprobatoria a los estudiantes de preescolar y primer ciclo de primaria, pues se parte de la
premisa de que están en proceso de alfabetización inicial y su nivel de desarrollo y
dominio es diferente. Para el segundo ciclo de primaria se espera que los estudiantes
logren los aprendizajes esperados de forma más equilibrada.
Funciones de la evaluación

La evaluación es importante porque es un insumo para favorecer el aprendizaje de los


estudiantes haciendo hincapié en solventar las dificultades y reconocer los logros, y
porque provee información para ser comunicada a otros. Así, la evaluación responde a dos
funciones, una de carácter pedagógico, y la otra, social.

La función pedagógica se vincula con la evaluación continua que lleva a cabo el docente,
capaz de adaptarse a las necesidades de los estudiantes en lo individual y en lo colectivo a
partir de la comparación, la regulación, la reflexión y la mejora de las situaciones
didácticas. Sin esta función no se podrían realizar los ajustes que en un momento
determinado son necesarios para el logro de los aprendizajes esperados, ni se podría
saber si se ha conseguido el propósito deseado en determinada asignatura o área de
desarrollo personal y social en un trimestre, durante el ciclo escolar o al final de un nivel
educativo.

La función social de la evaluación se relaciona con la selección, la acreditación, y la


certificación de los aprendizajes de los alumnos, y responde a la necesidad de la sociedad
por cerciorarse que los estudiantes poseen determinadas conocimientos y competencias
tras cursar un trimestre, un grado o un nivel educativo.

La evaluación con sus funciones pedagógica y social se realiza en diversos momentos con
propósitos distintos, como el diagnóstico de los conocimientos previos de los estudiantes;
el seguimiento de su aprendizaje a lo largo de un periodo a fin de reorientar las prácticas
docentes y promover la mejora continua; la aprobación, la certificación del aprendizaje y
la selección de los alumnos para la obtención de un lugar o reconocimiento, o la definición
de políticas y la rendición de cuentas a la sociedad acerca de la formación que se brinda a
los educandos.

Momentos o tipos de evaluación desde el enfoque formativo

Existen tres momentos o tipos de evaluación desde el enfoque formativo: diagnóstica,


formativa y sumativa. La evaluación diagnóstica es aquella que se realiza al inicio del
proceso educativo. Es parte medular de la evaluación formativa, pues permite identificar
los saberes de los estudiantes en relación con los aprendizajes esperados que deberían
haber logrado. Además, es un insumo fundamental para la planeación docente.

La evaluación formativa es la que se realiza permanentemente durante el proceso de


aprendizaje con el fin de favorecerlo. Tiene la función de mejorar una intervención en un
momento determinado y para un grupo específico de estudiantes. Su propósito es evaluar
las actividades iniciales y de seguimiento establecidas en la planeación. Cuenta con dos
componentes: la implementación y el progreso.

La evaluación de la implementación pretende valorar si lo propuesto en la planeación


realmente favorece el aprendizaje de los estudiantes en lo individual y lo colectivo. Para
llevarla a cabo, el docente necesitará hacer varias pausas para analizar si su propuesta
favorece o no el logro de los aprendizajes esperados.

La evaluación del progreso, en cambio, valora el avance en el logro de las metas de la


planeación. Para concretarla, es necesario recolectar información a fin de determinar el
impacto que han tenido las estrategias utilizadas para el alcance de los aprendizajes
esperados por parte de los alumnos.

La evaluación sumativa tiene el propósito de obtener un juicio global sobre el aprendizaje


de los estudiantes. Es la que se realiza al final de un trimestre o grado con el propósito
otorgar una calificación. Este tipo de evaluación necesita considerar la calidad y el impacto
de una serie de actividades que han sido implementadas en su totalidad (de carácter
cuantitativo y cualitativo).

Tanto el Modelo Educativo como los Aprendizajes Clave piden que las acciones de
evaluación que se realicen en la escuela, específicamente en el aula, con propósitos
diagnósticos, formativos o sumativos, y con fines acreditativos o no, se realicen a partir
del enfoque formativo, lo que implica que las evidencias obtenidas sobre el progreso de
los estudiantes, así como las estimaciones del docente sobre su aprendizaje promuevan la
toma de decisiones que permita el logro y el mejoramiento de los aprendizajes de los
estudiantes a partir de la intervención didáctica. Una calificación asignada sin propuesta
de mejora resulta inadecuada para favorecer el aprendizaje de los estudiantes y, por
tanto, es contraria al enfoque formativo.

Desde el enfoque formativo de la evaluación, los elementos para favorecer el logro de los
aprendizajes esperados son: dar seguimiento al progreso de cada estudiante, ofrecerle
oportunidades de aprendizaje, mejorar la práctica docente y proporcionar información
para la acreditación, la promoción y la certificación de estudios. Los referentes para la
evaluación de los aprendizajes de los estudiantes son los aprendizajes esperados incluidos
en los Aprendizajes Clave (Plan y programas de estudio para la educación básica).

Aprendizajes Clave. Orientaciones didácticas y sugerencias de evaluación

Como parte de la colección Aprendizajes Clave (Plan y programas de estudio para la


educación básica), está prevista la publicación de diversos materiales complementarios
(uno para preescolar, uno por grado de primaria que contiene tanto asignaturas como
áreas de desarrollo personal y social, y uno para secundaria por asignatura) que
contienen, además de orientaciones didácticas, sugerencias de evaluación congruentes
con el enfoque formativo.

Estas propuestas son ideas para llevar a cabo la evaluación de determinados


organizadores curriculares; sin embargo, son los docentes quienes decidirán qué camino
seguirá la evaluación que cada uno aplique y cuáles estrategias e instrumentos adoptarán
para llevarla a cabo.

Estrategias de evaluación desde el enfoque formativo

Como parte de la incorporación de la evaluación desde la planeación del docente, es


importante considerar el uso de estrategias de evaluación adecuadas para favorecer el
aprendizaje de los estudiantes. Las estrategias de evaluación consisten en el conjunto de
métodos, técnicas y recursos que utiliza el docente para valorar el aprendizaje de los
estudiantes. Los métodos son los procesos que orientan el diseño y la aplicación de
estrategias; las técnicas, las actividades específicas que llevan a cabo los estudiantes
cuando aprenden, y los recursos son los instrumentos o las herramientas que les
permiten, tanto a docentes como a estudiantes, tener información específica sobre el
proceso de aprendizaje.

Como estrategas, los docentes necesitarán proyectar, ordenar y orientar las acciones de
evaluación para cumplir con los objetivos de aprendizaje. A fin de diseñar una estrategia
de evaluación efectiva y elegir los instrumentos más adecuados, es fundamental realizar
una evaluación inicial al comienzo de cada periodo de aprendizaje, pues esto permitirá
conocer el punto de partida de los estudiantes e identificar sus necesidades de
aprendizaje.
Así, el diseño de una estrategia de evaluación desde el enfoque formativo considera la
integración holística de contenidos curriculares; las características de cada estudiante y
del grupo; el nivel de conocimientos, competencias y habilidades; los objetivos a alcanzar
(aprendizajes esperados); la técnica de evaluación, y los instrumentos que permitirán
llevarla a cabo.

Técnicas de evaluación

Las técnicas son los procedimientos utilizados para obtener información sobre el
aprendizaje de los estudiantes, siendo las dos principales: observación y desempeño. Las
técnicas de observación suelen ser auxiliares de las técnicas de desempeño y sirven para
establecer su valoración.

Existen dos formas de observación: sistemática y asistemática. En la sistemática el


observador ha definido previamente sus propósitos, es decir, sabe qué aspectos
específicos va a evaluar. La asistemática, en cambio, consiste en que el observador
registre la mayor cantidad de información sin tener propósitos definidos, para
sistematizarla posteriormente y recuperar los hallazgos que arroje, con base, por ejemplo,
en similitudes, diferencias, correlaciones, entre otros aspectos. La primera posibilidad, por
ser estructurada, suele ser más objetiva, consistente y auditable.

Sin embargo, en cualquiera de los casos es fundamental cuidar que el registro sea fiable,
lo cual permitirá que, al analizar las estrategias y los instrumentos utilizados, se cuente
con datos de calidad que permitan continuar o replantear el camino.

Las técnicas de observación de desempeño, por su parte, requieren que el estudiante


responda o realice una tarea que demuestre su aprendizaje sobre determinado asunto.
Involucran la integración de conocimientos sobre contenidos específicos, competencias,
habilidades y actitudes puestas en juego para el logro del propósito de aprendizaje.

Estrategias didácticas e instrumentos de evaluación

Una estrategia didáctica es un procedimiento organizado que busca alcanzar una meta.
Ésta se establece desde la planeación y se construye a partir de un conjunto articulado de
acciones que, progresivamente, llevan al logro del objetivo de aprendizaje. Las estrategias
son siempre conscientes e intencionales.
Los instrumentos de evaluación, por otro lado, son los recursos específicos con los que
cuentan tanto docentes como estudiantes para valorar cada situación de aprendizaje.
Dadas la complejidad y la diversidad de elementos que dan indicios sobre el proceso, es
necesario, como parte de la estrategia de evaluación, seleccionar cuidadosamente los
instrumentos a utilizar en cada fase, considerando qué se pretende verificar o valorar con
cada uno. Los instrumentos de evaluación son el hilo conductor de la estrategia.

Diversos tipos de técnicas e instrumentos de evaluación

Desde el enfoque formativo de la evaluación, es posible incorporar a la práctica docente


técnicas de evaluación informal, como la observación del trabajo individual y grupal de los
alumnos: registros anecdóticos, listas de control, diarios de clase; cuestionamientos orales
tipo pregunta-respuesta-retroalimentación; técnicas semiformales como la producción de
textos amplios; la realización de ejercicios en vivo; tareas y trabajos; la evaluación de
portafolios, y técnicas formales como exámenes, mapas conceptuales, evaluación del
desempeño, rúbricas, lista de verificación o cotejo y escalas de valoración. Todas las
evidencias resultantes de estas técnicas pueden ser insumos para la evaluación cualitativa
y cuantitativa.

Periodos de evaluación en el Modelo Educativo

Los docentes registrarán el resultado de la evaluación formativa de los estudiantes de


primaria y secundaria asignándoles una calificación de 5 a 10 para las asignaturas de los
campos de formación académica; para las áreas de desarrollo personal y social realizará
una valoración cualitativa, lo mismo que en las actividades correspondientes a los ámbitos
del componente de autonomía curricular. Ambos registros serán consignados en el
Reporte de Evaluación, que servirá para comunicarles su desempeño a los estudiantes, y
asimismo a sus padres o tutores en los meses de noviembre, marzo y julio.

En los casos en que sea necesario, como complemento al Reporte de Evaluación, el


docente escribirá un informe para cada estudiante sobre las áreas en que requiera apoyo
de algún tipo, para que la escuela y la familia lleven a cabo las acciones necesarias para
favorecer su aprendizaje.
Asimismo, como parte de la evaluación formativa, es necesario que a partir del primer
periodo de evaluación el docente consigne en el Reporte de Evaluación si existen riesgos
de que algún estudiante no logre los aprendizajes esperados, cuáles son, y qué estrategias
de intervención serán necesarias para evitar su rezago.

Conclusión

El Modelo Educativo y los Aprendizajes Clave, como se ha visto a lo largo del texto, dan
continuidad al enfoque formativo de la evaluación, que se considera parte fundamental
del proceso de aprendizaje, tanto para orientar a los docentes sobre las dificultades y los
logros de los estudiantes, como para dar información a los propios estudiantes sobre su
proceso.

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