Caso Amalia

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UNIVERSIDAD MARIANO GÁLVEZ DE GUATEMALA

SEDE: SOLOLÁ, SOLOLÁ


FACULTAD DE PSICOLOGÍA CLÍNICA
CURSO: SEMIOLOGÍA PSICOLÓGICA
DOCENTE: SILVIA ELIZABETH VILLATORO MORALES

Lindsay Amalfi López González


No. Carnet: 20-9570
Abril 2021
3er. Ciclo
Caso Amalia.
“Amalia tiene 21 años, es soltera, hija única y vive con sus padres. Estudia
Económicas y trabaja ocasionalmente en un supermercado. El primer episodio de
enfermedad lo presentó a los 16 años, cuando estudiaba 3o de BUP con buen
rendimiento. Estudiaba con becas y el nivel económico de sus padres era muy
humilde. Ellos la describen como amable, simpática, afectuosa, responsable,
trabajadora y muy sensible a las críticas.

Por lo que consta en la historia, el día que recibía la confirmación (a los 16 años)
dijo que había visto, cuando estaba en la Iglesia, una luz delante de ella, mientras
que todo a su alrededor permanecía a oscuras. Esa experiencia la inquietó mucho,
según explicaría después, pero procuró no darle demasiada importancia y no la
comentó con nadie por miedo a que pensaran que se había vuelto loca. A los tres
días del suceso los padres comenzaron a verla “rara, extraña y nerviosa,
excitada”. Decía cosas como que tenía la misión de salvar al mundo y que estaba
destinada a una gran misión. La semana siguiente, tras asistir a otro acto religioso
en el colegio, volvió muy alterada, hiperactiva, moviéndose de un lado a otro y sin
parar de hablar. Decía cosas como que iba a suceder algo terrible, que todo
estaba desmoronándose, que había que salir corriendo de la casa,
etc... La familia intentó tranquilizarla sin éxito y llamaron al médico de atención
primaria quien, luego de examinarla, la remitió al hospital. El psiquiatra de guardia
la ingresó pautándole un tratamiento sedativo que la tranquilizó después de una
hora aproximadamente.

Después de tres días recibiendo tratamiento parecía hallarse en condiciones de


comprender lo que se le decía y fue entrevistada. En la entrevista parecía confusa
y su discurso estaba plagado de frases de contenido contradictorio, del estilo
siguiente: “tengo que ser más independiente... pero es que todavía soy una
niña...”, “debo estudiar más...pero también tengo que divertirme, pero si hago eso
puedo perder la beca...” “no tengo edad para depender de mis padres, pero soy
estudiante y lo normal es depender de la familia...” Su actitud era de sorpresa y
extrañeza, por ejemplo, se sorprendía al ver que ya era de noche, y no parecía
darse cuenta del transcurrir del tiempo. Decía que en ocasiones le parecía oír
voces dentro de su cabeza, que solo ella podía escuchar. En ocasiones
interpretaba esas voces como un mensaje de amenaza en contra de sus padres o
sus amigas y llegaba a creer que podían morir por su culpa. Cuando esto sucedía,
entraba en un estado de gran agitación: comenzaba a moverse recorriendo sin
parar los pasillos de la sala, gesticulaba mucho, y se golpeaba contra las paredes.
En otros momentos, cuando se calmaba, parecía perpleja y miraba hacia el infinito
sin que pareciera percatarse de lo que sucedía a su alrededor. Cuando se le
preguntaba cómo se sentía, vacilaba mucho y tras un largo silencio decía “es
como si el mundo hubiera cambiado y ya nada es como antes”. Otras veces decía
“no sé si soy yo o los demás, pero alguien debe estar loco”. Su discurso era difícil
de seguir porque se detenía en mitad de las frases, cambiaba de un tema a otro,
en otras ocasiones se quedaba como ensimismada y no era capaz de exponer de
forma sintética lo que le ocurría. Entonces decía cosas como “si el mundo está así
será porque mañana fue ayer” “nadie sabe qué está por venir ni por no
sobrevenirse”, “si preguntas encontrarás la o con un canuto”. Cambiaba
bruscamente de humor, pasando de la risa al llanto, sin que esos cambios
emocionales tuvieran una relación clara y directa con el contenido de su discurso o
con lo que sucedía a su alrededor.

En otras ocasiones se comportaba y expresaba como una niña pequeña y había


que alimentarla, acompañarla al baño, limpiarla, etc. En general parecía asustada,
no dejaba de mirar en todas direcciones, permanecía como en un estado de alerta
constante y se comportaba como alguien que está atemorizada. Pidió un cambio
de habitación porque decía que las sillas, la ventana, el armario y las cosas que
había en la habitación se ponían dentro de ella y no era capaz de distinguir quien
era ella y “quienes” las cosas.

Al cabo de quince días su estado mejoró notablemente y se le dio el alta


hospitalaria, para seguir a partir de entonces tratamiento ambulatorio. Fue
mejorando progresivamente y seis meses después recuperó totalmente su nivel de
rendimiento y actividad normales.
No ha vuelto a presentar ninguna recaída hasta el momento en que acude de
nuevo al hospital a media mañana, traída por sus padres. Se encuentra en un
estado de confusión,

Con dificultades para expresarse, y respondiendo únicamente con monosílabos a


las preguntas del clínico. Los padres relatan que se halla en ese estado desde la
noche anterior cuando un sobrino les llamó de madrugada diciendo que acababa
de recoger a Amalia y que estaba en su casa, porque la había encontrado
deambulando sola por un barrio poco recomendable de una ciudad pequeña,
distante unos 20 Km. de su hogar.

Cuando le preguntó qué hacía allí, Amalia dijo que no lo sabía. Tampoco pudo
explicar cómo había llegado a ese lugar, ni parecía saber dónde estaba, ni
tampoco cómo regresar a su casa. No recordaba su nombre y dijo que quizá se
llamaba Antonia, pero que no estaba segura.
Amalia había salido de su casa a primeras horas de la mañana para ir a estudiar a
la Biblioteca de la Facultad, ya que estaba en período de exámenes y pasaba casi
todo el tiempo estudiando sola en su casa o en la Biblioteca. Temiendo que
volviera a pasarle lo mismo que unos años antes, los padres la llevaron al hospital.
En el momento de la entrevista seguía sin recordar su nombre, no sabía por qué
estaba allí, y no reconocía a sus padres, aunque se mostraba tranquila.”
RESOLUCIÓN DEL CASO DE AMALIA

Alteraciones de la percepción
Alucinaciones visuales
Menciona que había visto, cuando estaba en la iglesia una luz delante de ella,
mientras que todo a su alrededor permanecía a oscuras.
Pseudoalucinaciones
Parecía oír voces dentro de su cabeza que solo ella podría escuchar
Pidió un cambio de habitación porque decía que las sillas, la ventana, el armario y
las cosas que había en la habitación se ponían dentro de ella y no era capaz de
distinguir quien era ella y “quienes” las cosas.

Alteraciones de la conciencia
Confusión y delirium
A los tres días del suceso los padres comenzaron a verla “rara, extraña y nerviosa,
excitada” Decía cosas como que tenía la misión de salvar al mundo y que estaba
destinada a una gran misión.
Hipervigilancia
Parecía como un estado de alerta constante y se comportaba como alguien que
estaba aterrorizada.

Se encuentra en estado de confusión con dificultades para expresarse y


respondiendo únicamente con monosílabos.

Alteraciones de la psicomotora
La semana siguiente tras asistir a otro acto religioso en el colegio, volvió muy
alterada, hiperactiva moviéndose de un lado a otro y sin parar de hablar

Alteraciones de la orientación
No parecía darse cuenta del trascurrir del tiempo
Alteraciones de la atención
Inatención
Cuando se calmaba parecía perpleja y miraba hacia el infinito sin que pareciera
percatarse de lo que sucedía a su alrededor. Cuando se le preguntaba cómo se
sentía vacilaba mucho.

Alteraciones de la memoria
Retrograda
Cuando se le pregunto qué hacia allí Amalia dijo que no sabía. Tampoco pudo
explicar cómo había llegado a ese lugar, ni parecía saber dónde estaba, ni
tampoco como regresar a su casa. No recordaba su nombre y dijo que quizá se
llamaba Antonia, pero que no estaba segura.
En el momento de la entrevista seguían sin recordar su nombre, no sabía por qué
estaba allí, y no reconocía a sus padres, aunque se mostraba tranquila

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