Salud Mental en Niños, Niñas y Adolescentes
Salud Mental en Niños, Niñas y Adolescentes
Salud Mental en Niños, Niñas y Adolescentes
NIÑOS, NIÑAS Y
ADOLESCENTES
LIC. ROY MEDINA BENDEZU
Ley de la salud mental. Ley N° 30947
Es el proceso dinámico de bienestar, producto de las interrelaciones entre el entorno y el
despliegue de las diversas capacidades humanas, tanto de los individuos como grupos y colectivos
que forman la sociedad.
Incluye a presencia de conflictos en la vida de las personas, así como la posibilidad de
afrontarlos de manera constructiva.
implica el proceso de búsqueda de sentido armonía; que se encuentre íntimamente ligado a la
capacidad de autocuidado, empatía y confianza que se pone en juego en la relaciones con los
demás personas así como el reconociendo de la condición, propia y ajena de ser sujete de
derecho.
¿Qué es la salud mental de los niños?
Estar mentalmente sano durante la infancia significa alcanzar los indicadores del desarrollo y los
indicadores emocionales, así como también aprender destrezas sociales saludables y cómo enfrentar
los problemas que puedan presentarse. Los niños que son mentalmente sanos tienen una calidad de
vida positiva y pueden desempeñarse bien en el hogar, la escuela y sus comunidades.
Los trastornos mentales en los niños se describen como cambios serios en su forma habitual de
aprender, comportarse o manejar las emociones, lo cual causa angustia y problemas en las
actividades diarias. Ocasionalmente, muchos niños presentan temores y preocupaciones o muestran
comportamientos disruptivos. Si los síntomas son serios y persisten e interfieren con las actividades
en la escuela, la casa y al jugar, puede que al niño le diagnostiquen un trastorno mental.
Tener salud mental no es simplemente la ausencia de un trastorno mental. Los niños que no tienen
un trastorno mental podrían diferenciarse en cuán bien se encuentran, y los niños con el mismo
trastorno mental diagnosticado podrían mostrar fortalezas y debilidades diferentes en la forma en
que se están desarrollando y sobrellevan las situaciones, y tener una calidad de vida diferente.
Considerar la salud mental como un proceso continuo y la identificación de trastornos mentales
específicos son maneras de entender cuán bien se encuentran los niños.
¿Cuáles son los trastornos mentales comunes
en la infancia?
Entre los trastornos mentales más comunes que se pueden diagnosticar en la infancia se
encuentran el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), la ansiedad (temores o
preocupaciones) y los trastornos conductuales.
Otros trastornos y preocupaciones en los niños que afectan la forma en que aprenden, se
comportan o manejan las emociones pueden incluir las discapacidades del aprendizaje y del
desarrollo, el autismo, y factores de riesgo como el consumo de sustancias intoxicantes y
causarse autolesiones.
¿Cuáles son los síntomas de los trastornos
mentales infantiles?
Los síntomas de los trastornos mentales cambian con el tiempo a medida que el niño crece, y
pueden incluir dificultades en la manera en que juega, aprende, habla y actúa, o en cómo
maneja sus emociones. Por lo general, los síntomas comienzan en los primeros años de la
infancia, aunque algunos de los trastornos pueden aparecer en la adolescencia. El diagnóstico se
hace a menudo durante los años escolares y a veces antes. Sin embargo, es posible que a
algunos niños no se les diagnostique o detecte el trastorno mental que tienen.
¿Se pueden tratar los trastornos mentales
infantiles?
Los trastornos mentales infantiles se pueden tratar y controlar. Existen muchas opciones de
tratamiento que se basan en la mejor y más actualizada evidencia científica. Los padres y los
médicos deben trabajar en estrecha colaboración con todas las personas que participen en el
tratamiento del niño: maestros, entrenadores, terapeutas y otros integrantes de la familia.
Aprovechar todos los recursos disponibles ayudará a los padres, profesionales de la salud y
educadores a guiar al niño hacia el éxito. El diagnóstico temprano y los servicios adecuados para
los niños y sus familias pueden lograr un cambio en la vida de los menores con trastornos
mentales.
¿Cuál es el impacto de los trastornos mentales
en los niños?
La salud mental es importante para la salud en general. Los trastornos mentales son afecciones
crónicas —aquellas que duran mucho tiempo y que, a menudo, nunca desaparecen por
completo— que pueden continuar durante toda la vida. Sin un diagnóstico temprano ni
tratamiento, los niños con trastornos mentales pueden tener problemas en el hogar, en la
escuela y para hacerse amigos. Los trastornos mentales también pueden interferir en su
desarrollo saludable, causando problemas que pueden continuar cuando sean adultos.
La salud pública incluye la salud mental
Con el fin de ayudar a los niños con afecciones mentales, los Centros para el Control y la
Prevención de Enfermedades (CDC) trabajan con agencias asociadas para comprender mejor
estos trastornos y el impacto que tienen en los menores.
Lo que usted puede hacer
Padres: Ustedes conocen a su hijo mejor que nadie. Hablen con el profesional de la salud que atiende
al niño si tienen inquietudes acerca de la forma en que su hijo se comporta en la casa, en la escuela o
con sus amigos.
Jóvenes: Cuidar de la salud mental es tan importante como cuidar de la salud física. Si están
enojados, preocupados o tristes, no teman hablar acerca de sus sentimientos y acudan a un amigo o
adulto de confianza.
Profesionales de la salud: Es muy importante tener un diagnóstico temprano y un tratamiento
adecuado que se base en directrices actualizadas. Hay recursos disponibles para ayudar a diagnosticar
y tratar los trastornos mentales de los niños.
Maestros o personal administrativo de la escuela: La identificación temprana del problema es
importante para que los niños puedan recibir la ayuda que necesiten. Trabajen con las familias y los
profesionales de la salud si tienen alguna preocupación sobre la salud mental de un niño en su
escuela.
Salud mental del adolescente
Una de cada seis personas tiene entre 10 y 19 años de edad. La adolescencia es una etapa única y
formativa, pero los cambios físicos, emocionales y sociales que se producen en este periodo, incluida
la exposición a la pobreza, los malos tratos o la violencia, pueden hacer que los adolescentes sean
vulnerables a problemas de salud mental. Protegerlos de la adversidad, promover en ellos el
aprendizaje socioemocional y el bienestar psicológico, y garantizar que puedan acceder a una
atención de salud mental son factores fundamentales para su salud y bienestar durante esos años y la
edad adulta.
Aunque en el mundo, según se calcula, uno de cada siete adolescentes de 10 a 19 años (14%) padece
algún trastorno mental (1), estas enfermedades siguen en gran medida sin recibir el reconocimiento y
el tratamiento debidos.
Los adolescentes con trastornos mentales son particularmente vulnerables a sufrir exclusión social,
discriminación, problemas de estigmatización (que afectan a la disposición a buscar ayuda),
dificultades educativas, comportamientos de riesgo, mala salud física y violaciones de derechos
humanos.
Determinantes de la salud mental
Son muchos los factores que afectan a la salud mental. Cuantos más sean los factores de riesgo a los
que están expuestos los adolescentes, mayores serán los efectos que puedan tener para su salud
mental. Algunos de estos factores que pueden contribuir al estrés durante la adolescencia son la
exposición a la adversidad, la presión social de sus compañeros y la exploración de su propia
identidad. La influencia de los medios de comunicación y la imposición de normas de género pueden
exacerbar la discrepancia entre la realidad que vive el adolescente y sus percepciones o aspiraciones
de cara al futuro. Otros determinantes importantes de la salud mental de los adolescentes son la
calidad de su vida doméstica y las relaciones con sus compañeros. La violencia (en particular la
violencia sexual y la intimidación), una educación muy severa por parte de los padres y problemas
socioeconómicos y problemas graves de otra índole constituyen riesgos reconocidos para la salud
mental.
Algunos adolescentes corren mayor riesgo de padecer trastornos de salud mental a causa de sus
condiciones de vida o de una situación de estigmatización, discriminación, exclusión, o falta de acceso
a servicios y apoyo de calidad. Entre ellos se encuentran los adolescentes que viven en lugares donde
hay inestabilidad o se presta ayuda humanitaria; los que padecen enfermedades crónicas, trastornos
del espectro autista, discapacidad intelectual u otras afecciones neurológicas; las embarazadas y los
padres adolescentes o en matrimonios precoces o forzados; los huérfanos, y los que forman parte de
minorías de perfil étnico o sexual, o de otros grupos discriminados.
Trastornos emocionales
Los adolescentes padecen trastornos emocionales con frecuencia. Los trastornos de ansiedad
(que pueden presentarse como ataques de pánico o preocupaciones excesivas) son los más
frecuentes en este grupo de edad, y más comunes entre adolescentes mayores que entre
adolescentes más jóvenes. Se calcula que el 3,6% de los adolescentes de 10 a 14 años y el 4,6%
de los de 15 a 19 años padece un trastorno de ansiedad. También se calcula que el 1,1% de los
adolescentes de 10 a 14 años y el 2,8% de los de 15 a 19 años padecen depresión. La depresión
y la ansiedad presentan algunos síntomas iguales, como son cambios rápidos e inesperados en
el estado de ánimo.
La ansiedad y los trastornos depresivos pueden dificultar profundamente la asistencia a la
escuela, el estudio y el hacer los deberes. El retraimiento social puede exacerbar el aislamiento y
la soledad. La depresión puede llevar al suicidio
Trastornos del comportamiento
Los trastornos del comportamiento se presentan con una mayor frecuencia entre los
adolescentes jóvenes que entre los adolescentes mayores. El trastorno por déficit de atención
con hiperactividad (TDAH), caracterizado por la dificultad para prestar atención, un exceso de
actividad y comportamientos en los que no se tienen en cuenta las consecuencias, lo padece el
3,1% de los adolescentes de 10 a 14 años y el 2,4% de los de 15 a 19 años (1). El trastorno
disocial (con síntomas de comportamiento destructivo o desafiante) se produce en el 3,6% de
los adolescentes de 10-14 años y en el 2,4% de los de 15-19 años (1). Los trastornos del
comportamiento pueden afectar a la educación de los adolescentes y el trastorno disocial puede
dar lugar a comportamientos delictivos.
Trastornos de la conducta alimentaria
Los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa,
suelen aparecer durante la adolescencia y la juventud. Este tipo de trastornos se presentan con
comportamientos alimentarios anormales y preocupación por la comida y, en la mayoría de los
casos, por el peso y la figura corporales. La anorexia nerviosa puede producir la muerte
prematura, a menudo debido a complicaciones médicas o al suicidio, y tiene asociada una
mortalidad superior a la de cualquier otro trastorno mental.
Psicosis
Los trastornos con síntomas de psicosis suelen aparecen a finales de la adolescencia o a
principios de la edad adulta. Algunos síntomas de la psicosis son alucinaciones o delirios. Esas
experiencias pueden afectar gravemente a la capacidad del adolescente para participar en la
vida diaria y la educación, y en muchos casos llevan a situaciones de estigmatización o a
violaciones de los derechos humanos.
Suicidio y autolesiones
El suicidio es la cuarta causa de muerte entre los adolescentes mayores (15 a 19 años) (2). Los
factores de riesgo del suicidio son diversos: abuso del alcohol, malos tratos en la infancia,
estigmatización a la hora de buscar ayuda, obstáculos que impiden recibir atención y el disponer
de medios para suicidarse. Los medios digitales, como cualquier otro medio, pueden
desempeñar un papel importante en la mejora o el empeoramiento de las medidas de
prevención del suicidio.
Conductas de riesgo
Muchos comportamientos de riesgo para la salud, como el consumo de sustancias o las prácticas
sexuales de riesgo, comienzan durante la adolescencia. Los comportamientos de riesgo pueden
responder a una estrategia inútil para hacer frente a dificultades emocionales y pueden tener efectos
muy negativos en el bienestar mental y físico del adolescente.
En todo el mundo, la prevalencia de los episodios de ingesta masiva de bebidas alcohólicas entre los
adolescentes de 15 a 19 años fue del 13,6% en 2016; el riesgo más elevado correspondió a los
hombres (3).
El consumo de tabaco y de cannabis son problemas adicionales. Muchos fumadores adultos
consumen su primer cigarrillo antes de los 18 años. El cannabis es la droga que más utilizan los
adolescentes: en 2018, alrededor de un 4,7% de las personas de 15 a 16 años la consumieron al
menos una vez (4).
La comisión de actos violentos es una conducta de riesgo que puede aumentar las probabilidades de
que la persona tenga un bajo rendimiento educativo, sufra lesiones, participe en delitos o muera. La
violencia interpersonal fue clasificada en 2019 como una de las causas principales de muerte entre
los adolescentes de mayor edad (5).
Promoción y prevención
Las intervenciones de promoción de la salud mental de los adolescentes van orientadas a
fortalecer su capacidad para regular sus emociones, potenciar las alternativas a los
comportamientos de riesgo, desarrollar la resiliencia para gestionar situaciones difíciles o
adversas, y promover entornos y redes sociales favorables.
Esos programas requieren un planteamiento que abarque múltiples niveles y varias plataformas
de difusión —por ejemplo, medios digitales, entornos de atención médica o social, escuelas o la
comunidad—, así como diversas estrategias para llegar a los adolescentes, en especial a los más
vulnerables.
Detección y tratamiento tempranos
Es crucial abordar las necesidades de los adolescentes que padecen trastornos de salud mental.
En el caso de la salud mental de los adolescentes es clave evitar la institucionalización y la
medicalización excesiva, priorizar las soluciones no farmacológicas y respetar los derechos de los
niños recogidos en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y otros
instrumentos de derechos humanos.