Los Ataques Normandos A Las Costas de Sa

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LOS ATAQUES NORMANDOS A LAS COSTAS DE ŠARQ AL-

ANDALUS EN EL SIGLO IX. CONSECUENCIAS MILITARES Y


SOCIALES

Francisco Franco-Sánchez
Catedrático de Estudios Árabes e Islámicos
Universidad de Alicante

Desde 1987 en que en la Memoria de Licenciatura 1 vengo dando a


conocer en diversas publicaciones y congresos este ataque de los
normandos a la ciudad de Orihuela. El objetivo del presente estudio es
poner estos ataques a las cĀstas del Šarq al-Andalus en el contexto de los
ataques normandos a la península Ibérica y poner el acento en las
consecuencias militares y sociales que desencadenaron a lo largo del siglo
X.
Muchos autores se han fijado sobre estos hechos históricos. Hay que
comenzar citando las obligadas síntesis que hicieran Reinhardt Dozy en su
estudio monográfico sobre el tema (1881; 1987), Évariste Lévi-Provençal
amplía los datos con el uso intensivo de los volúmenes del Muqtabis de Ibn
Ḥayy n que tenía en su āĀder (I, 218-225) y luego se traducen en el volumen
IV de la Historia de España de Menéndez Pidal (1967: 144-150); luego también
A. Melvinger en su estudio (1955) y resumido en su artículo de la EI2 sobre
los maŷ s, y luego hicieron lo propio tanto Hajji (1970: 155-165) como Jesús
Riosalido en su síntesis sobre el tema (1997), todos ellos directamente, junto
a otros estudios más parciales o centrados en aspectos locales, han
contribuido en diversa medida al exacto conocimiento de estos ataques que
hicieron ver a los andalusíes de modo violento que el peligro no solo podía
provenir de los rebeldes al emir, o de los irredentos cristianos del norte, sino

1Titulada Los espacios urbanos de la ciudad de Orihuela en el período islámico, fue dirigida por
Míkel de Epalza y su defensa se realizó en el Área de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad
de Alicante el 11 de mayo de 1987. Fue luego editada como Franco 1989a.
Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

también puede llegar desde el mar en forma de ejércitos que arrasan con
todo con el fin de obtener botín.

1. Los sucesivos ataques normandos a las costas y ciudades de la


península Ibérica

Estos pueblos escandinavos a mediados del siglo VIII emprendieron


sistemáticas incursiones contra el flanco atlántico de la península Ibérica,
sufriendo las consecuencias de sus depredaciones tanto los pueblos
cristianos del norte, como los musulmanes del sur. Es conocido cómo desde
el s. VIII desde sus hogares centrales en Dinamarca, sur de Noruega y, en
menor medida, desde el Sur y centro de Suecia, van atacando cada vez
costas más meridionales en unas campañas estivales que en ocasiones
llegan a durar años. Las fuentes latinas francesas e inglesas informan de
cómo van atacando las costas de Normandía y Bretaña y también todas las
costas británicas, hasta el punto que acaban por instalase tanto allí, como en
la misma Islandia, en donde se les encuentra instalados ya en el año 830.
Como era esperable, llegan a las costas de Galicia, las cuales pobres en
recursos, en un primer momento estaban pobremente defendidas; pronto
se habilitan torres de defensa y de aviso costero. Con ello, los normandos
acaban extendiendo sus incursiones cada vez más hacia el sur.
Sus ataques iban dirigidos contra las poblaciones costeras, y siempre que
es era posible, penetraban hacia el interior por vía fluvial (Tajo,
Guadalquivir, Ebro...), merced a que sus barcas poseían una quilla poco
profunda, que les permitía tanto navegar por el mar, como adentrarse por
estuarios y por los ríos. De este modo, estudiaban bien sus objetivos,
dirigiéndose hacia las poblaciones más desguarnecidas de defensas y con
muchos habitantes. Con ello se garantizaban un botín seguro, en bienes
muebles, oro y alhajas, pero también en esclavos. A este respecto son
reveladoras las palabras del geógrafo al-Zuhr (m. entre 549/1154 y
556/1161), quien afirma
Estos tienen y salen a este mar en grandes barcos, que las gentes de al-
Andalus conocen como qarāq r, que son grandes embarcaciones que navegan
hacia adelante y hacia atrás, con altas velas. En ellos salían pueblos
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Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

conocidos por maŷ s,2 dotados de agudeza y de gran valentía en la


navegación del mar. Cuando salían quedaban vacías ante ellos las costas (de
Al-Andalus) por temor a ellos. 3 No salían más que al principio de cada seis
o siete años, y no venían más que en grupos de cuarenta barcos o más,
llegando incluso a cien. Tomaban todo lo que encontraban en el mar,
haciendo prisioneros y cautivando (Z-HS ár. § 240; Z-S 71-2).

1.1. La primera oleada de ataques contra Al-Andalus de 229-230 H./844 e.C.

Cuando se trata de sistematizar el orden lógico de los ataques que las


fuentes árabes nos refieren, hay que señalar primeramente que éstas son
prolijas en detalles, pero no son uniformes sus informaciones, de modo que
aunque es Aḥmad al-R z una de las fuentes ārinciāales de infĀrmaciĀnes,
éstas distan de ser homogéneas, y se hace difícil establecer una secuencia
consecutiva de los hechos. Esto se debe a cómo se fueron produciendo los
acontecimientos: se reunían un número de 4 o 5 decenas de barcos que se
desplazan por mar y atacaban determinadas poblaciones; pero de este
convoy principal solían desgajarse otros convoyes menores que acudían a
atacar poblaciones más pequeñas, de modo que, con frecuencia, se
producían ataques en paralelo y a la vez en puntos diferentes de las costas.
El propio Ibn Ḥayy n en su Muqtabis II.1. recoge hasta 5 versiones
diferentes de los hechos acaecidos en esta campaña de los normandos de

2 Las fuentes árabes hablan de maŷūs para referirse a estos pueblos normandos (Melvinger EI2 ). El
término significa “adoradores del fuego” y se aplicó primeramente a los zoroastrianos persas
(Morony). La explicación para tal deriva semántica viene dada por el problema que se encontraro n
los musulmanes en la conquista del Irán: dado que los zoroastrianos eran la población mayoritaria
no podía declarárseles politeístas, puesto que ello hubiera significado que si no se convertían habría
que matarlos. En consecuencia, se les declara maŷūs (que en realidad está emparentado con el siríaco
magōshā y el griego μάγος), creándose un cuarto estatuto personal con ello, equiparándose los maŷūs
a una especie de ḏimmīes de segundo grado. De este modo se explica por qué no se ejecutó a los
normandos que se quedaron: como eran de religión pagana se les equiparó con los maŷūs; de hecho
luego se les permite asentarse sin problema en al-Andalus (Aguadé). Esta misma categoría de maŷūs
se aplicó a los vascones en el s. X, de lo que se deduce que no estaban cristianizados tampoco (Epalza
1985; 2007; 2008).
3 En el ms. de Mallorca dice lit. «Cuando salían quedaban vacías ante ellos las costas de Al -Andalus,

y se recogían todas las ciudades de la costa por temor a ellos».


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Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

los años 229 y 230 H. (844 e.C.), algunas similares a la principal de Aḥmad
al-R z , Ātras algĀ diferentes tomadas de las obras de otros historiadores
(IḤ-Mq-II.1 ár. 185v-188v; trad. 312-322).
Al-‘Uḏr dedica tres āáginas a detallar lĀs acĀntecimientĀs más
relevantes a que se enfrentaron a partir de estos momentos (U ár. 98-100;
trad. § 14-19) y de él cĀāia y resume Ibn ‘Iḏ r (I‘I ár. t. II, 87).
Desde el 1º del mes musulmán de ḏ l-ḥiŷŷā 229 H./20 agosto 844 e.C.
llegaron 54 de grandes navíos (markaban dice al-‘Uḏr ) vikingos4 y otras 54
barcas más pequeñas (qāriban, cárabos), todos los cuales echaron el ancla en
el estuario del Tajo, habiendo desembarcado sus soldados, tomado Lisboa
el 1 de ḏ l-ḥiŷŷa/20 agosto y permanecido en ella 13 días, con continuos
combates con los musulmanes. El gĀbernadĀr de LisbĀa Wahb All h Ibn
Ḥazm envió nĀticia de lĀs sucesĀs āara ārevenir al emir ‘Abd al-Raḥm n II
(206-238/822-852). Éste puso en guardia a los oficiales de las provincias del
litoral atlántico. Después de ello partieron en dirección al sur.
Una parte de este convoy desembarcó en la costa de la provincia de
Medina SidĀnia (Šaḏūna), ocupando también el puerto de Cádiz. Mientras
tanto el grupo del convoy remonta el curso del Guadalquivir y, cuando éste
se divide en dos brazos dejando Isla Menor en medio, deciden acampar en
ella. El lunes 12 de muḥarram/20 de septiembre deciden atacar el castillo de
Coria, a 12 millas de Sevilla, siendo masacrados los musulmanes y arrasada
la localidad. Siguieron hacia Ṭaly ṭa (Tablada), a unas 20 millas de la ciudad
de Sevilla. Ganaron la batalla que allí hubo y siguieron hasta llegar a la
propia metrópoli sevillana.
El 14 de muḥarram 230/1 de octubre 844 viendo ya cerca los sevillanos
sus velas de color marrón intentaron organizar una defensa militar, pero
ante la carencia de murallas de Sevilla ninguna resistencia seria pudieron
oponer. Enviaron algunos navíos contra los normandos, que no tardaron en

4Melvinger señala que el navío noruego denominado gokstad, datado a mediados del s. IX, es el
más grande navío hallado, tiene 28,80 m. de largo y 5,10 m. de ancho, y cuenta con 16 remos y 32
escudos a cada lado, pudiendo embarcar hasta a 70 navegantes a bordo (EI2 : 1115).

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ser incendiados por ellos. La población de Sevilla había huido


precipitadamente la ciudad en cuento tuvieron noticia del peligro,
dejándola casi abandonada. Al-‘Uḏr refiere con detalle y con tono trágico
los acontecimientos, contando cómo los normandos masacraron a quienes
hallaron en la ciudad: “HubĀ entre lĀs musulmanes muertĀs y cautivĀs lĀ
que no es posible describir. Los normandos no levantaron las espadas de
todo lo que estaba vivo, alcanzando con ellas a hombres, mujeres y niños,
bestias de carga, ganado, aves y a todo lo que llegaban sus espadas y
flechas”, esclavizando a las mujeres y a los niños que capturaban. Como
símbolo de la mayor humillación, incendiaron la mezquita, destruyeron
buena parte de su caserío cercano y se dedicaron a un saqueo de la ciudad
que duró 7 días. Aparecieron los generales enviados con su ejército y
consiguieron hacerles huir (U ár. 99-100, trad. 15-6; Roldán).
Las fuentes coinciden en que se quedaron por la región. De modo que
‘Abd al-Raḥm n II hubo de movilizar un gran ejército contra ellos,
poniendo a Muḥammad Ibn Rustum a su cabeza, desarrollando una
primera batalla en un cortijo al sur de la ciudad. Ellos se alejaron hasta
acampar en Ṭaly ṭa (Tablada). Se unió el contingente de tropas procedentes
de Córdoba al mando del fatà Naṣr y el martes 2 de rab ‘ II/17 de diciembre
844 tuvo lugar la batalla decisiva. Las crónicas refieren que más de un millar
de maŷ s fueron muertos y los 400 capturados fueron ejecutados delante de
sus compañeros, cifras que al-‘Udr reduce a “alrededĀr de quinientĀs de
ellos y apresándoles cuatro naves de las que tenían. Ibn Rustum ordenó
incendiar las y vender lĀ que hubiera en ellas de bĀtín” (U ár. 100, trad. 17).
La derrota vikinga fue proclamada por todo Al-Andalus, e incluso el
emir envió puntual y detallada noticia a los emires beréberes de Marruecos
y al imām jāriŷ de T hart.
La flota vikinga restante se internó en el Aljarafe, en donde obtuvieron
prisioneros y botín. Luego las tropas musulmanas los echaron de Isla Menor
y de Sidonia y Niebla, adonde volvieron a entrar; Acamparon en la isla de
Saltés, y siguieron a Ocsonoba, volviendo a acampar en el Guadiana.
Remontando por este río se trasladaron hasta Beja y acamparon luego en
Almada, llegando luego a la inmediata Lisboa. Desde ésta se marcharon a
sus tierras de origen, perdiéndose las noticias de ellos.
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Otro convoy había virado hacia el Magreb, y desembarcó atacando


Arcila (Aṣ la), a unĀs 50 Km. āĀr debajĀ de Tánger (Melvinger EI2: 1115).
Aunque las tropas cordobesas tuvieron una victoria incontestable sobre
ellĀs, ‘Abd al-Raḥm n II necesitó movilizar todos los recursos militares y
económicos del estado para atajar una partida militar de unos escasos miles
de guerreros, empleando casi cinco meses en poder expulsarlos de la
península. Poco después decidió enviarles un embajador y negociar una
paz.
Relata Ibn Diḥya (m.632/1235) que tras el desembarcĀ del 844, ‘Abd al-
Raḥm n II envió al famĀsĀ Yaḥyà Ibn Ḥakam al-Bakr al-Gaz l (m.
250/8694) a su país para concluir un acuerdo con ellos. El relato de Ibn
Diḥya está fundado en los que al-Gaz l le había dichĀ a su vuelta, veinte
meses más tarde, al visir Tamm m Ibn ‘Alqama (m. 283/896) (Hajji 1970:
166-203) Es curioso que el orgulloso y ufano al-Gaz l nada dejara escrito de
esta embajada, a diferencia de las otras que emprendió enviado por el emir
‘Abd al-Raḥm n II a Bizancio en 840 (Martín 1983; Roldán et allii 1988) y
otros lugares.
Los historiadores no se ponen de acuerdo respecto a su verosimilitud:
Lévi-PrĀvençal escribió que “se trata de una fábula inventada de āies a
cabeza. El relato de esta falsa embajada a Escandinavia, imaginado en el
siglo XII o en el XIII, aparece como sumamente sospechoso, apenas es
examinado con alguna atención, y se ve que los elementos más o menos
maravillosos que lo componen están en su mayoría tomados de los
episodios ya registrados en el s. X, del viaje de al-Gazal al imāeriĀ griegĀ”
(1967: 163). En esta línea interpretativa, Melvinger ha apuntado que
embajada fuera una creación literaria por parte de su transmisor, Ibn Diḥya
(EI2: 1116). Por el contrario, A. A. Hajjji, tras un detallado análisis textual
concluye que el relato del viaje no puede haber sido inventado y que viajó
hasta la corte normanda de Dinamarca (Hajji 1970: 186-203).
Con ello durante todo su reinado no volvieron a aparecer. Como
consecuencia directa, esta amenaza indujo al emir a aumentar su flota y
reforzar las defensas costeras, lo cual les fue de gran ayuda en el siglo
siguiente (IḤ-Mq-II.1 ár. 186v-187r; trad. 317-318).

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Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

1.2. La segunda oleada de ataques contra las costas de Al-Andalus en el año


244-247 H./858-861 e. C.
En época de su sucesor Muḥammad I (238-273/852-886), se vuelve a
producir una ofensiva normanda conjunta contra el norte del Magreb y el
sur de Al-Andalus entre los años 244/858-61.
Las precauciones que había tomado el poder central fueron
esencialmente militares: fortificar la costa y perfeccionar el sistema de aviso
y comunicaciones en el sur de Al-Andalus, Además había continuamente
una escuadra naval patrullando continuamente entre Galicia y el estrecho
de Gibraltar. Debido a ello, en 244/858 una gran flota de 62 navíos
normandos vio frustradas sendas tentativas de desembarco. Fueron
capturados dos navíos que enviaron en vanguardia, cogiéndoseles su
cuantioso botín en oro, plata y esclavos. El resto de la flota continuó en
dirección al estuario del Guadalquivir, en donde fueron rechazados por la
flota andalusí, al mando del ḥāŷib ‘ sĪ Ibn al-Ḥasan Ibn Ab ‘Abda. Al
descubrir que había una flota andalusí en el propio río continuaron hacia
Algeciras Los vikingos llegaron a Algeciras, en la que pillaron lo que les fue
posible, pasando por la espada a habitantes y quemando su mezquita
aljama. Los musulmanes capturaron dos navíos normados con sus
cargamentos cerca de Sidonia. La flota musulmana, comandada por Ibn
Šakkūḥ y Jašj š entabló con los navíos una fiera batalla naval, en la que
usaron nafta (naffāṭa, pl. naffāṭāt) y con ella incendiaron lso navíos enemigos;
desāués de ellĀ redĀblarĀn su furia y llegandĀ al barcĀ de Jašj š, lĀ
asesinaron (Hajji 1970: 157-159).
Ante estas circunstancias se dividieron en dos secciones: una se dirigió
hacia las cĀstas marrĀquíes, en dĀnde asĀlarĀn la región de Nakūr, en una
fecha en la que los diversos autores disienten (Melvinger EI2: 1115).
Durante 8 días se dedicaron al pillaje y a hacer prisioneros a todos los
habitantes que no habían podido huir. Capturan a los miembros de la
familia del príncipe gobernante, siendo pagado su rescate por el emir de
Córdoba.
La otra escuadra dobló el Cabo de Gata y viró en dirección norte, hacia
el río Segura. Por su curso fluvial ascendieron hacia la ciudad de Orihuela

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y la sorprendieron. Los normandos saquearon Orihuela y la incendiaron.


Varias fuentes árabes refieren que penetraron incluso en el castillo.
Después de este hecho, pasaron delante de las cosas valencianas y
catalanas, llegando hasta el sur de Francia, en donde harán cuantioso botín
y esclavos. Pasarán el invierno en la Camargue. Tras ello, retornaron a las
costas de la península, pero la flota emiral les cierra el paso y acaban
perdiendo 40 navíos.
Mientras tanto, un pequeño convoy se había desgajado para asolar las
Baleares. Luego algunos de sus navíos pequeños habían remontado el valle
del río Ebro, llegando nada menos que a Pamplona en 245/859. All í
capturan a su rey García Íñiguez (Garsiya Ibn Wannaqo) a quien se
denomina como am r, príncipe de los vascos:
AñĀ 245 (859). [… ] LuegĀ lĀs restantes barcĀs de lĀs maŷ s siguieron
subiendo hasta varar al pie de Pamplona, e hicieron algaras contra los
bašk niš, matando muchos y haciendo prisionero a su am r Garsiya Ibn
Wannaqo. El rescate se fijó en 70.000 [piezas de oro]. Por diferirse el pago
de parte, quedaron en rehenes sus hijos y a él lo soltaron (IḤ trad. parc. Lévi-
Provençal & García Gómez: 309).
Tras regresar de la Camargue al Mediterráneo, el convoy principal fue
alcanzado por la flota cordobesa, que logró acabar con una buena parte de
las embarcaciones normandas. Posteriormente se reunieron de nuevo la
rama que asoló Al-Andalus con la que se dedicó al asalto del norte de
África, con lo que adquirió la flota normanda una gran envergadura
nuevamente.
Siguieron por Cataluña y Provenza para acabar el viaje en el litoral
italiano. Desde la Península Itálica regresaron a sus bases en el norte de
Europa. Después de esta oleada, que dura probablemente hasta el año
247/861, hizo falta esperar más de un siglo para que se volviera a ver otra
similar.

1.3. Dos nuevas oleadas, entre los años 355-61 H./966-72 e.C.

Siguiendo el relato de los textos árabes, no regresarán los maŷus hasta la


época del ya califa al-Ḥakam II (350-366/961-976), según nos los refiere Ibn

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Ḥayy n en el vĀlumen VIIº del Muqtabis conocido como los Anales Palatinos,
trascribiendĀ las nĀticias de la Ābra de ‘ sĪ al-R z , quien narra la campaña
a partir de 360/971 (IḤ-Mq-VII §8-9, §11-13, §29).
Así el 1º de raŷ b 355/23 juniĀ 966 al-Ḥakam II recibe desde Alcácer do
Sal (a 94 km. al sur de Lisboa) la noticia del avistamiento de una flota de 28
navíos de maŷ s. Estos habían desembarcado y arrasado la región y luego
se habían dirigido hacia Lisboa. Allí les plantan cara los musulmane s,
produciéndose numerosas pérdidas en los dos bandos. Se envía la flota
andalusí de Sevilla, la cual encontrará los navíos enemigos en las cercanías
de Silves. La flota musulmana liberará los cautivos andalusíes, matando a
un gran número de infieles y haciendo huir al resto.
Para entonces ya había un sistema muy bien coordinado de transmisión
de noticias y la capital cordobesa recibió puntual noticia de los movimientos
de los maŷ ṣ, los cuales acabaron por desaparecer. Este mismo año,
previendo su venida, el califa ordenó al almirante de la flota, Ibn Futays,
tenerla en guardia en el Guadalquivir, así como construir barcos del mismo
tipo que los de los normandos.
A principios de ramaḍān 360/fin junio 971 corrieron rumores alarmantes
de avistamientos de maŷ ṣ al-urdumān y en el Algarbe, ante lo cual al-
Ḥakam II envía inmediatamente “diĀ orden a ‘Abd al-Raḥm n Ibn Rumahis,
el almirante, que a la sazón se hallaba en Córdoba, de salir para y prepararse
a navegar, saliendo desde Pechina en dirección a Sevilla y luego al Algarbe;
orden que cumplió el lunes día 6 del mencionado mes de ramaḍān” (3 de
julio 971). Llegaron noticias de que el 25 de ramaḍān/22 julio 971 los maŷ ṣ
habían remontado “āĀr el río Duero y habían hecho una incursión hasta
Santaver y su llanura, de la que vĀlvierĀn sin lĀgrar nada”. Ordena a su
general G lib que Ārganice la aceifa de ese mismĀ añĀ cĀntra estĀs
normandos. Afirma Ibn Ḥayy n que al final del añĀ 360/971 lĀs nĀrmandĀs
atacaron el litoral occidental, pero que derrotados y enterados de que la
flota y todas las tropas y hombres del califato se habían movilizado en aceifa
contra ellos, acabaron por huir de la península Ibérica (IḤ-Mq-VII §9, §11-
13, §29; Hajji 1970: 81).
Por otro lado, una expedición de normandos se había asentado en
Normandía en 711 y convertido oficialmente al cristianismo. Al inicio del
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960 les llegarán desde Dinamarca nuevos militares paganos para intervenir
en una guerra local. Una vez acabada ésta, son expulsados y emigran en
una expedición a Galicia, conquistando Santiago de Compostela, la cual
retendrán durante algún tiempo (Melvinger EI2: 1116).

2. El ataque en 245 H./859 e.C. a las costas del Šarq al-Andalus y saqueo
de la ciudad de Orihuela

Entre esta serie de ataques a las costas peninsulares, en la segunda


oleada normanda, la de 244-247 H./858-861 e.C. destaca la mención
explícita de los ataques a la fortaleza de Orihuela, seguidos por otros más
generales “a las cĀstas de Tudm r”. Se produjo en el marco de la segunda
de las oleadas normandas, de las que tantas referencias escritas han dejado
los historiadores musulmanes. Vamos a analizar con más detenimiento lo
que los textos árabes dicen sobre estos concretos ataques.
Esta segunda ofensiva normanda conjunta contra el norte del Magreb y
el sur de Al-Andalus se producirá en época de Muḥammad I (238-273/852-
886). Hacia el 244/858, una gran flota de normandos vio rechazadas sendas
tentativas de desembarco en el litoral gallego y en el Guadalquivir. Ante
estas circunstancias, tras asaltar Algeciras, se dividieron en dos secciones:
Una escuadra se dirigió hacia las costas marroquíes, desembarcando en
Arcila (Aṣ la) y Nakūr,5 en la que permanecieron 8 días y cautivaron a dos
princesas parientes suyas, por eso el rescate fue pagado por el emir
Muḥammad I (B-S ár. 92, 111; trad. 184, 119-20; B-LF ár. §1284, §1326; IQ
137-145; Dozy 1987: 24-27, 31-33).
La otra escuadra dobló el Cabo de Gata y viró en dirección hacia la Cora
de Tudm r. Por el curso fluvial del Segura ascendieron hacia la fortaleza de

5 Es curioso ver que Al-Bakrī informa en dos sitios distintos, al hablar de las ciudades de Nakūr y
Arcila, de los ataques normandos a las mismas en el año 245 H. En cambio no dice nada de la otra
escuadra que va a asolar Al-Andalus, de la que no parece tener información. Con ello no habla del
ataque normando a Orihuela y costas de Tudmīr.

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Orihuela y la asaltaron. Ibn Ḥayy n refiere esta noticia, que dice que ha
tomado de al-R z :
Año 245.6 Dijo Aḥmad Ibn Muḥammad al-R z : [… ]
NĀticia sĀbre lĀs maŷūs.
En el mismo salieron los normandos (maŷ s) hacia las costas del Algarbe en
tierras de Al-Andalus. […]
Pasaron unos barcos de normandos (maŷ s) desde el campo hasta que
llegaron a la misma desembocadura del río de Sevilla y sus alrededores. El
terror fue con ellos por todos los caminos por donde pasaron. Se apresuró el
emir Muḥammad a salir contra ellos con su ejército en dirección a occidente
y llamó a la gente para el combate contra el enemigo en el camino.
Acudieron a la lucha todos los que habían retornado. Fue el general (al-qā’id)
del ejército del sultán contra ellos era ‘Isà Ibn al-Ḥasan Ibn Ab ‘Abda [Ā
‘Ubada] al-Ḥ ŷib. Partieron los barcos de los infieles (marākib al-kafra) de
Sevilla y se instalaron en Algeciras; tomaron la capital, la saquearon [y
quemaron su mezquita] aljama.
Luego partieron de Al-Andalus, buscando la otra orilla [del Magreb] y
se instalaron [en él y saquearon sus costas. Después retornaron a las tierras
del Šarq al-Andalus], vagando por las costas de Tudm r, para luego llegar
a la fortaleza de Orihuela (ḥiṣn riy la). Posteriormente partieron hacia
Francia (Ifranŷa), donde pasaron el invierno (IḤ Mq-II.2 ár.: 307-308).
Por fuentes escritas francesas sabemos que pasaron el invierno en la
Provenza, asentándose en la isla de Camaria, hoy llamado la Camargue
(Dozy 1987: 33-34).
Ibn ‘Iḏ r al-Marr kuš (m. ha. 711/1312) en su recopilación histórica
copia el texto anterior de Al-R z transmitidĀ āĀr Ibn Ḥayy n,7 puesto que
lo refiere de modo casi idéntico:

6 La correspondencia exacta del año 245 H. se inicia el 8 de abril de 859 y acaba el 27 de marzo de
860 del calendario de la e.C.
7 R. Dozy escribió que Ibn ‘Iḏārī “Según todas las apariencias, en este caso se ha reducido a copiar

a Arīb Ìbn Sa‘īd], escritor del siglo X, que ha sido su principal fuente” (Dozy 1987: 34). Cotejando
los dos textos vemos que en realidad lo copia de Al-Rāzī, lo cual no podía saber Dozy en las fechas
en que escribiera este estudio, pues no se conocía aún el texto del Muqtabis VII de Ibn ayyān, en
donde se copia en gran medida textos de Al-Rāzī..
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Partieron los barcos (marākib) de la desembocadura del río de Sevilla,


fueron a Algeciras, de la que se apoderaron, incendiando su mezquita
aljama. Luego pasaron a la otra orilla [del Magreb] y despojaron a sus
poseedores. Después de ello, volvieron hacia las tierras de Al-Andalus,
desembarcando en la costa de Tudm r; terminando por ir hasta la fortaleza
de Orihuela (ḥiṣn riy la). Después partieron hacia Francia (Ifranŷa),
invernando allí [...] (I‘I ár. vol II, 97; Dozy 1987: 31).
Por su parte, este es el relato del más tardío enciclopedista egipcio al-
Nuwayr (677-732/1279-1332):

En el año 245/859 salieron los maŷ s en barcos hacia el país de Al-


Andalus. Llegaron a Sevilla, desembarcaron en Algeciras e incendiaron
su mezquita mayor. Después pasaron a las costas a la otra orilla [del
Magreb]. Pero pronto volvieron a Al-Andalus; pusieron en fuga a los
habitantes de Tudm r (fa-inhazama ahl Tudm r) y penetraron en la
fortaleza de Orihuela (wa-dajal ḥiṣn riy la). Luego partieron hasta las
fronteras de Francia (ḥā’iṭ Ifranŷa) [...] (N v. I: ár. 54, trad. 47)

Los referidos textos árabes son harto similares. Parece ser que en esta
expeción de 245/859 en la costa levantina únicamente encontraron propicio
el ataque a la fortaleza de Orihuela.
Apunta R. Dozy que esta expedición duró tres años consecutivos –de
244-247 H./858-861 e.C.– y que según fuentes francesas, en concreto el
obispo Prudencio habla de una invasión de normandos en el este de la
península “[… ] lĀs que estaban en el RódanĀ llegarĀn en sus deāredaciĀnes
hasta la ciudad de Valencia, en donde, saqueando todas las que estaban
alrededor, regresaron a la isla en que se habían asentadĀ [… ]”8 . Esta noticia
la data Dozy en 860, por lo que se ha de entender este ataque a Valencia en
un contexto temporal y diferente: tras el asalto a Orihuela, los normandos
fueron a la desembocadura del Ródano y en la isla de Camargue pasaron el

8 Cuyo texto original sería “[…] qui in Rhodano morabatur, usque ad Valentiam civitatem vastando

perveniunt; unde, direptis quae circa erant omnibus, revertentes ad insulam in qua sedes posuerant,
redeunt, […]”, Dozy 1987: 34 n. 40.
132
Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

invierno. En la primavera siguiente, dentro del mismo año 245 de la Hégira,


pero ya en 860 e.C., tomando como base la isla de Camargue, durante más
de un año se dedicaron a asolar sistemáticamente el interior y el sur de
Francia y las costas del Šarq Al-Andalus, las Baleares e Italia. Es en este
marco, en la primavera del 860 en que atacarían Valencia. Sebastián de
Salamanca menciona que esta campaña duró tres años, y apunta que
volvieron a invernar en la Camargue en el invierno de 860 a 861 (año 246
H.) (Dozy 1987: 34). Cuando las fuentes árabes no mencionan este ataque a
Valencia es porque seguramente fue de escasa relevancia.
La táctica militar que los normandos empleaban era: el asalto a las
ciudades costeras (en Asturias y Galicia, Lisboa, Algeciras, Cádiz, Arcila,
Nakūr ...) y a las islas (Saltés, Baleares, Camargue ...). Con sus barcos de
quilla plana ascendían a remo por los cursos navegables para llegar hasta
poblaciones del interior (así por el Tajo entran a Lisboa, por el Guadalquivir
hasta Sevilla y sus castillos río arriba, por el Tinto llegan hasta Niebla, por
el Sado a Alcácer do Sal, por el Miño hasta Tuy ...), o montan un
campamento en las desembocaduras de los ríos e internarse unos pocos
kilómetros9 siguiendo los valles fluviales hasta llegar a ciudades poco
alejadas del litoral (ataques a Silves, a Ocsonoba —Faro— … ).

9 Generalmente no más de 10-15 Km. Excepciones fueron la toma de Pamplona o la de Santiago de

Compostela. La primera se enmarca dentro de la misma oleada de 858-861; una vez con el
campamento en la desembocadura del Ródano, una de los múltiples grupos subió por el valle del
Ebro hasta Pamplona, llegando a capturar al rey de Navarra, García, hijo de Iñigo, que hubo de pagar
un fuerte rescate por su libertad; esta noticia es verosímil, pues este monarca navarro está datado en
esta época por las fuentes latinas (I -Mq trad. parc. Lévi-Provençal & García Gómez). Otro caso
fue el asalto a Santiago de Compostela en marzo del 970; entrarían por el Tambre o por el Ulla, en
cuyo caso tendrían que haber marchado 10 y 15 km. respectivamente. Estos movimientos de los
normandos manifiestan el gran conocimiento geográfico y estratégico que demostraron en todo
momento. (Dozy 1987: 36-37, 47).
133
Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

3. Consecuencias militares directas de estos ataques normandos contra


Al-Andalus

3.1. La población huye ante los ataques militares, no se refugia en castillos


o ciudades

La primera vez que leí esta noticia lo que más me llamó la atención es el
comportamiento de la población de Orihuela. Pero luego cuando uno ve la
actitud de las diversas poblaciones locales ante el inminente ataque de los
normandos, comprobamos cómo entre los ss. VIII a X es habitual que las
gentes huyan a las montañas ante una amenaza militar seria. La ciudad
puede tener, o no, murallas para su defensa, pero solamente en la montaña
están a salvo de estos ejércitos numerosos y coordinados, los cuales no se
desorganizan y no pierden el tiempo en ir a buscarlos a sus refugios, sino
que se centran en la destrucción de los enclaves y en la obtención del botín
que los propietarios no pudieron acarrear.
Esto nos habla del tipo de lucha militar y del movimiento de las tropas,
generalmente lento. En el caso de los normandos sí que se movían de modo
más ágil, gracias a que no transitaban por los caminos (como era habitual
en la infantería o caballería), sino que llegaban por mar, sin ser percibida su
llegada, hasta las las poblaciones de Lisboa, Sevilla, Coria, etc. y el resto de
las citadas en la península Ibérica. Cuando son apercibidos del peligro, las
gentes tienen tiempo para huir a las montañas, a refugios escondidos en los
que no les puedan encontrar los atacantes. Cuando no son apercibidos es
cuando sufren el asedio y ataques de los invasores.
Será a partir del siglo de las taifas cuando, ante la generalización de la
caballería ligera y la multiplicación de las pequeñas partidas militares, las
poblaciones ya no tienen tiempo de huir a las montañas.10 Es por entonces
cuando las murallas de las ciudades se convierten en la mejor defensa y
seguridad para sus habitantes. Será a partir del s. XI, por tanto, cuando los

10 Esta evolución vendrá derivada por los cambios en el modo de lucha armada, derivados de la

introducción de la caballería ligera, o lo que es lo mismo, la introducción de las tropas de caballería


beréberes que comenzara a traer al- akam II y que luego Almanzor reclutó de modo importante
(Franco 1995: §2.2., 107-110).
134
Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

albacares de los ḥuṣ n pasen a ser refugio temporal de las gentes (Bazzana
& Guichard 1978; Bazzana 1980ª; 1980b; Guichard 1982: 34-38, n. 10 y 18),
dejando de ser un corral ganadero en que se recogían los impuestos del
azaque en ganados (Franco 2008), hasta su consumo por parte de la
guarnición local, o su venta en el mercado –y consecuente monetización–
(Epalza 1984; Gozálbes 1987).

3.2. Origen de la primera marina andalusí

Como consecuencia de la primera oleada de ataques del año 230/844,


recoge Ibn Ḥayy n en su Muqtabis II.1:

En este tiemāĀ cĀnstruyó ‘Abd al-Raḥm n la muralla de la ciudad de


Sevilla, fortificándola, y reparó los daños causados por los normandos en
su mezquita aljama y otras mezquitas y arregló sus destrozos.
Dice Mu‘ wiya Ibn Hiš m al-Šab nas :

El alfaquí ‘Abd al-Malik Ibn Ḥab b escribió al emir ‘Abd al-Raḥm n,


tras este episodio de los normandos –¡Dios los maldiga!–, en Sevilla,
instándole a construir su muralla, en época en que el emir había
empezado su famosa ampliación de la mezquita aljama de Cordoba, lo
que le supuso amplios capítulos de gastos. Ibn Ḥab b le decía en su carta
que la construcción de la muralla de Sevilla y su fortificación eran más
urgente que la ampliación de la mezquita aljama, y siguió su consejo en
cuanto a la construcción de la muralla de Sevilla, pero sin abandonar su
resolución con respecto a la ampliación ya comenzada, completando
ambas obras simultáneamente con firme tesón y ayudado por Dios
firmemente, de modo que terminó ambas y quedaron acabada, gracias
a Dios (IḤ-Mq-II.1 ár. 188v, trad. 321-322).

Tantas reformas a la vez fueron motivo de quebranto para las arcas del
estado, puesto que hacía poco que el emir había comenzado la muy costosa
Ābra de recĀnstrucción de la aljama de CórdĀba. El influyente alfaquí ‘Abd
al-Malik Ibn Ḥab b le envía una misiva al emir en que le dice que la

135
Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

construcción de las murallas de Sevilla, serían tan beneficiosas para los


musulmanes como la propia reconstrucción de la mezquita cordobesa
puesto que eran necesarias para la tranquilidad y el desarrollo normal de la
vida de los musulmanes sevillanos. Al final las crónicas afirman que se
realizaron ambas obras, con serios esfuerzos económicos para ello. No en
vano la Crónica del Moro Rasis dice que este emir “hizĀ las murallas de
muchas ciudades” (R 374).
Ibn al-Qūṭiya infĀrma de mĀdĀ más escuetĀ que “lĀs visires cĀmentaron
[a ‘Abd al-Raḥm n II] que las murallas de Sevilla debían ser recĀnstruidas”
(IQ 142-145), pero se extiende luego más en referir que dispuso la creación
de unas atarazanas para la construcción de gran número navíos de guerra,
destinados a patrullar por el Atlántico hasta la desembocadura del
Guadalquivir, con el fin de prevenir nuevas oleadas normandas:

El emir ‘Abd al-Raḥm n Ibn al-Ḥakam adoptó medidas preventivas,


como lo fue ordenar la instalación de las atarazanas (dār al-ṣinā‘a) en
Sevilla para la construcción de navíos [de guerra] (al-marākib). Atrajo a
marinos desde las costas de Al-Andalus dándoles buenos salarios y les
proveyó de instrumental y de nafta (al-nafṭ). Cuando los normandos
hicieron su segunda invasión en el año 244, durante el reinado de
Muḥammad, ellos mantuvieron un encuentro naval en la
desembocadura del río de Sevilla y los hicieron huir. Algunos de sus
barcos fueron incendiados y se dieron la vuelta (IQ 146-147).

De ello informa con detalle también Ibn Ḥayy n:

Cuando dios libró a Al-Andalus de la plaga de estos normandos, el


emir ‘Abd al-Raḥm n se cuidó tras de ellĀ de la marina, āensandĀ en
tomar precauciones. Botó embarcaciones en todas sus costas, las hizo
tripular con marinos, y comenzó a construir la muralla de Sevilla,
aunque luego se detuvo por temor a la insurgencia de su población,
cuando estuviesen protegidos por ella (IḤ-Mq-II.1 ár. 188v, trad. 321-
322).

136
Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

Después de esta oleada normanda del 230/844 nos llega la noticia de la


construcción de las primeras atarazanas del estado, en Sevilla,
concretamente en Carmona (Lévi-Provençal 1967: 150 n. 39). Estaban
destinadas a la construcción de barcos de guerra para una incipiente marina
andalusí. Formada por marineros mercenarios, fondeada en Lisboa, Sevilla
y un siglo después también se dice que en Almería, esta marina tenía como
finalidad patrullar desde Galicia a Almería, para salvaguarda de las costas
atlánticas y mediterráneas peninsulares. De este modo su presencia sirvió
de aviso y protección frente a otras oleadas posteriores de los normandos,
como bien lo expresan los textos árabes recogidos.

3.3. Las rábitas marinas, como parte del sistema de vigilancia militar de las
costas

É. Lévi-Provençal reproduce la noticia de que ‘Abd Al-Raḥm n II, tras


los ataques del año 230/844, también ordenó poner puestos de vigilancia a
lo largo del litoral atlántico (IQ 146-147), asunto ligado con la construcción
de barcos y la creación de una marina andalusí. Realmente tal iniciativa
hubiera sido muy cara y difícil de mantener, por lo que es poco creíble,
aunque a Lévi-Provençal le pareciera verosímil (1967: 150).

Como consecuencia del ataque en la segunda oleada normanda de


244/858 contra las costas marroquíes, tras el desembarco normando en el
puerto de Arcila (Aṣ la) y en Nakūr, dice Al-Bakr que:

Los habitantes del lugar comenzaron después a construir un ribāṭ en


el sitio [en que actualmente está] Arcila y se instaló allí gente de todas
las regiones [vecinas]. Se celebraba un gran mercado (s q ŷāmi‘i) tres
veces al año, siendo el momento de la reunión: en el mes de ramaḍān, el
10 de ḏ l-ḥiŷŷa y en [la fiesta de] la ‘āš rā’ (el 10 de muḥarram). Sobre
este terreno, que pertenecía a [la tribu de los] Law ta, algunos kutāma
edificaron una aljama. Habiendo oído hablar la gente de este sitio,
habitantes de al-Andalus y de otros lugares vecinos en las épocas ya
indicadas aportaron diversos tipos de mercancías y plantaron sus

137
Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

tiendas. Luego comenzaron a construir poco a poco y se acabó por


formar [una población] (B-S ár. 112; trad. 220; B-LF ár. §1326)

Este texto de Al-Bakr es bien explícito, pero otras fuentes históricas


también hacen relación de causa-efecto entre los ataques de los normandos
a las costas andalusíes y la aparición de rábitas en los lugares en donde estos
habían realizado sus ataques.

Así se habla de las rábitas de Almería como la defensa ante los ataques
normandos.
De igual modo, la rábita de Kaški (hoy Sant Carles de la Ràpita) surge para
la vigilancia y defensa de la desembocadura del Ebro; como ha estudiado
D. Bramon, al-Idr s y ĀtrĀs autĀres relaciĀnan su Ārigen cĀn estĀs ataques
normandos del s. IX (Bramon 1993; 2004).
Lo mismo cabría decir para el resto de rábitas costeras, mediterráneas y
atlánticas (Franco 2004; 2012). Las rábitas son unas edificaciones situadas en
lugares especiales para realizar labores de vigilancia, especialmente de las
costas, pero también en los lugares de pasos de los caminos. Como hemos
mostrado en diversos estudios (2004; 2012; 2015) hay que relacionar el
precepto del ribāṭ, como sustituto individual del ŷihād comunitario
(efectuado por el estado andalusí en las aceifas) con una voluntaria
prestación en tiempo y espíritu a la umma. Dicho de otro modo: con la
voluntaria disponibilidad de su tiempo y esfuerzo personales, los creyentes,
movidĀs y mĀtivadĀs āĀr el “esāíritu del ribāṭ” se constituyen como una
“milicia ciudadana” al serviciĀ de la cĀmunidad. Para ellĀ el creyente
destina su tiempo personal a la oración (tanto individual, como colectiva de
diversos ḏikr), mientras, a la par, realiza la vigilancia del mar o de los
desfiladeros, dando la voz de alarma cuando divisa algún peligro o
enemigo.
Las fuentes los denominan en un contexto religioso como murābiṭ “quien
se esfuerza en el ribāṭ”, y en un cĀntextĀ militar cĀmĀ “vĀluntariĀs en la fe”.
Esta “milicia ciudadana” estaba cĀĀrdinada con los puestos de vigilancia
del ejército, contribuyendo a las labores de vigilancia y aviso. Gracias a este
sistema coordinado se consiguió a mantener una relativa tranquilidad en
138
Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

las costas andalusíes, mientras que, a la par, se ahorraba al ejército y al


estado un importante montante económico en forma de salarios (que
deberían haberse pagado para garantizar estas vigilancias).

3.4. Frente a los ataques normandos: Armada y diplomacia

La primera oleada de ataques en el 230/844 se salda con la clara y


rotunda victoria de las tropas andalusíes sobre los maŷ s normandos. Lo
que no explican tan claramente las fuentes árabes es que, si seguimos el
detallado cómputo de al-‘Uḏr , habían pasado cuatro meses, desde agosto a
fines de diciembre. Ello indica hasta qué punto le costó al emir reunir un
poderoso ejército y cómo las estructuras del primer ejército emiral no
estaban preparadas para una rápida movilización y respuesta ante posibles
ataques externos.

I. Por entonces el ejército andalusí estaba formado por cuadros


heterogéneos: En primer lugar, tropas de los señores árabes locales, quienes
tenían sus propios ejércitos para su guarda y servicio personal,
generalmente de gentes cercanas a sus tribus o de sirvientes de sus
posesiones. Luego estaban los contingentes de las levas de las provincias,
junto a un núcleo básico de mercenarios, reducido en número, creado por
el ārĀāiĀ ‘Abd l-Raḥm n I. Evidentemente lo que subyace tras esta noticia
es que este tipo de estructura del ejército estaba pensada para hace frente
tanto a las sediciones de los señores árabes, que se aliaban unos con otros
en luchas tribales o por el poder, como para hacer frente a los cristianos del
norte. No estaba pensado para poder actuar rápida y contundentemente
frente a incursiones que pudieran venir del exterior, que entraban por el
tejido capilar vial que suponían los estuarios y los ríos y que por las calzadas
de origen romano tenían fácil acceso a las poblaciones y ciudades
andalusíes. El emir toma nota de ello y a partir de este momento sabemos
que se intensifica la contratación de mercenarios al servicio directo de
Córdoba y se hace más eficaz el reclutamiento de las levas del ejército.
Solo hay que comprobarlo en la segunda de las oleadas, la de 244-7
H./858-61 e.C., que muestra como hay una mayor rapidez a la hora de

139
Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

reunir tropas y de plantar cara a los normandos en los diversos territorios


en los que desembarcan. Además, la flota ya ejerce una labor disuasoria
clave en el freno que se les pone en esta ocasión.
II. En segundo lugar hay que destacar en envío del reputado sabio,
poeta, y diplomático caradura (a tenor por las jugosas anécdotas que refiere
Ibn Ḥayy n sĀbre él en el Muqtabis II.1) Yaḥyà Ibn Ḥakam al-Bakr al-Gaz l.
Ya hemos aludido a este viaje en el §1.1. Ahora solo queremos señalar que
Lévi-Provençal se despacha con unas líneas afirmando la falsedad del viaje
de al-Gaz l a Escandinavia. PĀr el cĀntrariĀ, Hajji le dedica un detalladĀ
análisis de 20 páginas al mismo, para concluir que es más que verosímil y
que el que sería seguramente falso es el viaje de al-Gaz l a BizanciĀ (Hajji
1970: 186-203). Sería necesario retomar el asunto, viendo si los nuevos textos
árabes y andalusís hallados después del 19709 pueden iluminar este asunto
Si damos crédito al análisis de Hajji, que considera verosímil esta
embajada, podemos apuntar una hipótesis justificativa para su embajada a
Dinamarca (según Hajji): Frente a la carencia de un ejército ágil y
contundente, hay que entender esta embajada como un modo de asegurar
un pacto de no agresión. Esto evidentemente supondría el pago de algún
tipo de compensación a los normandos, bien económica, o de cualquier otro
tipo. Con ello se ganaba la deseada paz. Como el pago de estas primitivas
parias no estaría bien visto por los alfaquíes, dado que supondrían de facto
un cierto reconocimiento de soberanía, ilegítimo a los ojos de la ley islámica
(Franco 2010), quizás por ello ni al-Gaz l, ni lĀs crĀnistas hayan dejadĀ más
detalle que la mera noticia de la embajada. Por otro lado, es un hecho
diplomático singular, que no parece que vuelviera a repetirse con
posterioridad.

3.5. Mayor poder para el estado cordobés

Se ha hablado en diversos trabajos de la relativa independencia de las


poblaciones costeras respecto al control del estado por parte del emirato
cordobés en los siglos VIII y IX (Guichard 1987). Si alguna consecuencia
traerán estos ataques de los normandos es que en las costas ya no hay
posibilidad de tranquilidad sin una salvaguarda y un apoyo militar, llegado

140
Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

el caso, por parte del estado cordobés. El ejército se verá impulsado desde
la crisis del 230/844 a llevar un control más estricto de los posibles peligros
que pueden llegar desde el mar. Pero también a tener una información más
directa y más detallada de lo que ocurría en cada una de las regiones
marítimas de la península andalusí. La crisis será aprovechada por el poder
cordobés para hacerse más presente en cada región, y para desarrollar la
“funcionarización” del estado, tanto en lo que correspondía a la
contratación de más efectivos militares, como al envío de funcionarios a
estas regiones.
A ‘Abd al-Raḥm n II se le puede considerar el emir “urbanizadĀr” de
al-Andalus. Según la Crónica del Moro Rasis, construyó mezquitas y murallas
en muchas ciudades (R 374), lo que equivale a decir que otorgó el estatus de
mad na a poblaciones cuya demografía creciente en el último siglo las había
hecho acreedoras de convertirse en centros administrativos y religiosos.
Con ello nos informa el cronista que se realizó una profunda reforma
administrativa en el estado.
También se puede afirmar que con esta reforma administrativa y del
ejército, la libertad que habían venido gozando las que se ha dado en llamar
“reāúblicas marítimas”, esāecialmente mediterráneas, cĀmenzó a verse
muy limitada. El mejor funcionamiento de un estado más centralizado
pudo observarse en tiempos de Muḥammad I, quien supo coordinar una
respuesta más eficaz ante la segunda oleada de ataques de los maŷ s.

4. Informaciones que cabe extraer de esta noticia de los ataques


normandos a las costas del Šarq Al-Andalus

De estas noticias tas escuetas, conociendo la geopolítica, el ejército


emiral y los modos de lucha de la época, se pueden extraer otras
consecuencias de relevancia, tanto local, en la comarca de la Vega Baja,
como estatal para todo Al-Andalus.

141
Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

4.1. Un río Segura ocasionalmente navegable

Hoy el río Segura en un río con escasa agua, en ocasiones


contaminada, pero sobre todo es un rio manso y domesticado, desde que
las lluvias intensas de otoños y primaveras en la cabecera o en el curso
medio, ya no causan las impresionantes avenidas que inundaban toda la
Vega Baja. Con la construcción de la presa de la Fuensanta, desde el 1968 la
inundación solo es una circunstancia muy extraordinaria, acaecida después
en contadas ocasiones. 11
En base al estudio de los magros datos que los textos escritos nos ofrecen
de estos ataques a las costas del Sharq Al-Andalus he insistido en mis
trabajos anteriores en la navegabilidad periódica del río Segura (Franco
1989b; 2000), que habría favorecido la llegada en sus barcos de estos
normandos hasta la misma ciudad, y luego su huida posterior, y también
he puesto de relevancia cómo una de las consecuencias posteriores a este
ataque es la fundación oficial de las rábitas de Guardamar del Segura en
muḥarram del año 333 H. (24 agosto-22 septiembre 944 de e.C.) algo menos
de un siglo después de estos hechos, aunque podemos pensar que quizás
hubiera algún establecimiento precedente más endeble, al que se quiso dar
más empaque e importancia, al revivir la necesidad de defensa con la lucha
contra el enemigo fāṭimí, como medio de alerta para evitar otros posibles
ataque provenientes desde las costas.
Este ataque normando a Orihuela tendría mayor sentido si pensamos
que pudieron aprovechar una coyuntura favorable. Tras vagar por las
cĀstas de Tudm r, sin que las fuentes señalen ĀtrĀs asaltĀs, en este ĀtĀñĀ del
245/859 pudieron hallar una circunstancia positiva para su táctica, como
posiblemente un nivel del Segura más alto de lo habitual, con lo cual
podrían haberse acercado hasta unos pocos kilómetros, o hasta la misma

11En 1932 se inauguró y entró en servicio la presa de la Fuensanta, en el término de Yeste, en el


curso alto del río Seguro, pero no será finalizada completamente hasta el año 1968.
142
Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

ciudad de Orihuela, para realizar la rápida operación ofensiva que parece


deducirse de las fuentes árabes. 12
Lo mismo que Sevilla fue atacada por su carencia de murallas eficaces
(IḤ-Mq II.1 ár. 187r, trad. 318-9), creemos poder asegurar que Orihuela
estaría en unas condiciones similares. El primer hábitat estuvo en el Llano
de San Miguel y es más que probable que con el desarrollo demográfico,
hubiera desbordado el caserío las murallas de esta escueta llanura y se
extendieran no solo por las laderas del monte abajo, sino ya en el mismo
llano fluvial, pero sin una adecuada protección de murallas. De igual modo,
cuando las fuentes hablan del ataque al ḥiṣn dudamos que los normandos
hubieran subido al castillo, siendo lo más probable que atacaran el recinto
amurallado de la Orihuela tardovisigoda y protoandalusí, que es el del
Llano de San Miguel, el cual sí contaba con murallas (motivo por el cual fue
calificado de ḥiṣn, fortificación). Avanzamos esta hipótesis porque nos
preguntamos el motivo por el cual los normandos no subieron y atacaron la
nueva ciudad de Murcia, fundada por este mismo emir el 4 rab ‘ I del 216
H./21 abril 831. Quizás la respuesta sería que porque en su propia
fundación habría sido bien dotada de murallas.
Tras asaltar Orihuela volvieron al Mediterráneo, donde fueron
alcanzados por la flota cordobesa, que logró acabar con una buena parte de
las embarcaciones normandas. Posteriormente se reunieron de nuevo la
rama que asoló Al-Andalus con la que se dedicó al pillaje en el norte de
África; la flota normanda adquirió de este modo nuevamente una gran
envergadura. Continuaron su periplo y fueron a instalar su campamento de
invierno de la Camargue, en la desembocadura del Ródano. Desde esta base
partieron numerosas bandas dispersas que asolaron las Baleares, el litoral
del Šarq Al-Andalus (incluida Valencia) los condados catalanes y la
Provenza francesa, para acabar el viaje en el litoral italiano. Desde la
península Itálica regresaron a sus bases en el norte de Europa. No volvieron

12 Hace tiempo analizamos las diversas noticias de época medieval que remiten a la posibilidad de

que el Segura fuera navegable en esta época. Aunque hay algunas que parecen apuntar que sí, lo
cierto es que no hay dato alguno contundente al respeto , con lo que se debe concluir que no (Franco,
1989a, 18-21)
143
Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

a aparecer por Al-Andalus hasta un siglo después, reinando al-Ḥakam II


(350-366/961-976) (Dozy 1987: 29-39; Vilar 1976: 72-3).
Según Ibn Ḥayy n la invasión nĀrmanda fue antes del inviernĀ, en que
se retiraron a tierras de francos 13 o sea, ocurrió en otoño. Al parecer —como
afirma Ibn Ḥayy n— vagaron por la costa de la cora de Tudm r; ante el
peligro inminente que su presencia representaba, los habitantes de la misma
(piénsese los cercanos a las zonas costeras) huyeron a ponerse a buen
recaudo del peligro, como hicieran antes los sevillanos o los pobladores de
las regiones por donde pasaron. Huirían hacia el interior, o a la montaña
más cercana, quedándose solo algunos escasos soldados en el ḥiṣn, el recinto
amurallado con función de fortaleza habitada, que en este s. IX se ubicaría
en un muy poblado Llano de San Miguel.

No son prolijos los textos en hablar de las consecuencias para la fortaleza


del Llano de San Miguel de Orihuela. En coherencia con lo ocurrido en otros
lugares habría saqueo y pillaje de una fortaleza prácticamente vacía. Se
podría aventurar que hubo las destrucciones necesarias para entrar en la
ciudad y no parece que atacaran la mezquita, pues las fuentes lo hubieran
explicitado.

4.2. Las rábitas de Guardamar como elemento primordial para salvaguardar


la seguridad de la vega del río Segura

Según informa Ibn Ḥayy n en el Muqtabis II.1. dice que tras la primera
oleada de ataques el emir ordena

13 El gentilico ifrānŷ y su topónimo Ifranŷa, son aplicados tanto a la Cataluña de la Marca Hispánica
hasta el s. X, como al territorio de la actual Francia. Si se ven los mapas de la “cartografía de al-
Baljī” se apreciará hasta qué punto llega esta confusión espacial (Franco, 2005; 2013). Sabemos por
el obispo Prudencio que pasaron el invierno en Provenza; tras internarse por el Ródano y asolar
varías poblaciones establecieron su campamento en la isla de Camaria, hoy de la Camargue, en la
desembocadura de este río (Dozy 1987, 33).

144
Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

Está claro que los normandos acuden al núcleo urbano más importante
de la zona de la Vega Baja del Segura, empujados por la búsqueda del botín,
pero también hay que decir que los núcleos habitados más cercanos al río
no dejarían de haber sufrido su depredación, de modo que esta inseguridad
y pillaje quedará impresa en la memoria y en la mente de los habitantes
locales. En esta circunstancia, así como en la alarma generada habría que
cifrar el origen de la construcción un siglo después de las rábitas de
Guardamar: Las poblaciones locales habrían sentido que necesitaban
“arrimar el hĀmbrĀ”, ĀrganizándĀse cĀmĀ esa “milicia ciudadana” que sĀn
los musulmanes que practican el precepto del ribāṭ: gentes mentalizadas
religiosamente y conscientes de que la comunidad musulmana necesita de
su tiempo y de su dedicación para efectuar una vigilancia activa que de l a
alarma a los enclaves militares de las ciudades en el caso de que llegaran
nuevos ataques por vía marítima o fluvial.
Es muy probable que pocos años después del otoño de 245/859 en que
tiene lugar el ataque normando surgiera un grupo articulado de esta
“milicia ciudadana” y que se asentara en alguna cĀnstrucción más Ā mejĀr
estable, aunque arquitectónicamente elemental, en alguna colina cercana a
la desembocadura del río Segura. Allí pasarían las horas rezando y
vigilando el horizonte para dar a viso al promontorio de Santa Pola y a las
fortalezas de Callosa de Segura y Orihuela, de modo que su alarma
permitiría articular una defensa armada para frenar la entrada de esta
posible amenaza antes de que penetrara más al interior.
Con los años, un casi desconocido mecenas, de nombre Aḥmad Ibn
Baḥlūl Ibn ¿?,14 dará un dinerĀ āara “fundar” unas rábitas de buena

14 É. Lévi-Provençal advierte de la dificultad de leer este nombre propio, y en especial la palabra

indicada (que puede llevar los puntos diacríticos en cualquier posición). En epigrafía, los caracteres
cúficos no llevan diacríticos, lo cual no es problema para la lectura de azoras coránicas, ni de
fórmulas o nombres comunes, pero dificulta el reconocimiento de los nombres poco corrientes. En
este caso, la variedad de posibilidades de lectura es enorme, dado, además el deterioro de algunas
partes de la pieza. F. Codera leyó el nombre del fundador como ‫( بن بنت الواثق ب ه‬1897): este A mad
Ibn Ba lūl habría sido descendiente de una hija del califa ‘abbāsí al-Wāṯiq bi-Llāh (quien gobierna
227-232/842-846) y encargado del zoco de Córdoba en 915-925. Su lectura fue corregida por Lévi-
Provençal (1931: 94 n. 2) como ‫ أحمد بن بهلول بن ب‬y traduce: “A mad Ibn Ba lūl Ibn ...”, sin lograr
145
Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

construcción, con su mezquita comunitaria, siendo esto recordado gracias a


una lápida fundacional que ha conservado memoria perenne de que su
fundación (oficial) tuvo lugar en el mes de muḥarram del año 333 (24 de
agosto a 22 de septiembre del 944). 15

5. Fuentes y bibliografía

5.1. Fuentes árabes

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de Ibn ‘Iḏārī se conoce su nombre completo: A mad Ibn abīb Ibn Ba lūl/Bu lūl. C. Barceló lee
‫ أحمد بن بهلول بن ر‬y traduce: “A mad Ibn Bu lūl Ibn Zarb (?)” (1998: n. 3, 128-130).
15 La lápida fundacional de las rábitas de Guardamar del Segura fue dada a conocer y traducida por

vez primera por Codera 1897. Actualmente se encuentra en el Museo Arqueológico Provincial de
Murcia. Haciendo una reinterpretación del texto árabe la volvió a publicar y traducir al francés Lévi-
Provençal (1931: n. 95, pp. 93-94), añadiendo los signos de puntuación al texto árabe pues el cúfico
no lleva ni puntos diacríticos, ni puntuación alguna. Finalmente C. Barceló (1998: n. 3, 128-130)
difiere de F. Codera y aporta una nueva interpretación, más cercana a la de Lévi-Provençal. Barceló
la ha vuelto a publicar, con nuevas matizaciones en 2004.
146
Los ataques normandos a las costas Francisco Franco Sánchez

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153
LOS VIKINGOS EN LA HISTORIA 3
MANUEL ESPINAR MORENO
(Coordinador)

LIBROS EPCCM
Estudios, 22

GRANADA, 2018
LOS VIKINGOS EN LA HISTORIA 3

LIBROSEPCCM

Estu dios , NÚM. 22


Manuel Espinar Moreno
Los Vikingos en la Historia 3

© Manuel Espinar Moreno


© HUM-165: Patrimonio, Cultura y Ciencias Medievales

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Diseño de cubierta: Manuel Espinar Moreno.

Motivo de cubierta: Objetos de cultura material vikinga.

Maquetación: Manuel Espinar Moreno

ISBN: 978-84-09-01496-5
Edición del Grupo de Investigación HUM-165: Patrimonio, Cultura y Ciencias
Medievales.

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ÍNDICE GENERAL

Presentación P. 9
Introducción P. 11

PONENCIAS

Matilde Casas Olea


Contextos de transmisión de motivos literarios escandinavos en
la Europa Nororiental p. 29

Manuel Espinar Moreno


Los pueblos del Norte: Escandinavia y Germania en la época
pre-vikinga p. 41

Francisco Javier Esquivel Sánchez y José Antonio


Esquivel Guerrero
Nuevas metodologías en el estudio del patrimonio de los vikingos:
Scanner 3D y fotogrametría low range p. 101

Francisco Franco Sánchez


Los ataques normandos a las costas de Šarq al-Andalus en el
siglo IX. Consecuencias militares y sociales p. 121

Encarnación Motos Guirao


La primera incursión ruso-varega contra Constantinopla:
el ataque del 860 d. C p. 155

Marta Peña Escudero


Interrelaciones literarias ruso-escandinavas: las mujeres
vengadoras en las crónicas rusas p. 189

José Ruiz Mas


Vikingos en Chipre y Tierra Santa p. 205

Francisco Salvador Ventura


La Germania de Tácito p. 217

José Soto Chica


Los Vikingos y el fuego griego p. 229
5
COMUNICACIONES

José Abellán Santisteban y Urko Santamaría Díaz


Geoarqueología vikinga en Islandia p. 249

Alejandro Luis Acal González


Reino de Kent, recorrido por su Historia Alto Medieval p. 265

María Benavente Moreno-Dávila, Julia García Vázquez,


Pablo Rosellón León, Aida Ruiz Guerrero e
Isabel María Valencia Jiménez
La mujer vikinga p. 279

Jorge Macario Bravo Martínez y Nuria Laorga Fernández


Incursiones vikingas en Galicia: la respuesta eclesiástica p. 289

Emilio Cano Padilla, Mario Ramos Soriano y


Francisco Rodríguez Fernández
Armamento vikingo p. 307

Manuel Espinar Moreno y José Manuel Espinar Jiménez


Palacios, templos, fortalezas y viviendas vikingas p. 317

Manuel Espinar Moreno y José Manuel Espinar Jiménez


Los terremotos en la mitología escandinava. El dios Loki p. 347

Manuel Espinar Moreno y María Espinar Jiménez


Notas sobre comidas en los reinados de Carlomagno y sus hijos p. 379

María Espinar Jiménez y Manuel Espinar Moreno


La leyenda de los Nibelungos. Atila y otros personajes del poema.
Datos para la alimentación p. 411

Miguel Flores Delgado y Jesús Márquez García-Luengo


Ajuar y costumbres funerarias en la sociedad vikinga p. 455

Eduardo González Rubio, María Jesús Peña Moreno,


María Molina Martínez y Celia María López Medina
Los vikingos en la actualidad p. 461
6
Coraima Gutiérrez Durán
Valquirias. Seres femeninos poderosos a través del Cantar
de los Nibelungos p. 471

Alba Jiménez Gordillo


Literatura vikinga p. 489

Concepción López Leyva, Elena Cobo Muñiz y


Miriam Romero Toledo
Expansión vikinga a través del ADN mitocondrial p. 491

Penélope Martín López


Orfebrería vikinga p. 501.

Santiago José Martínez Jiménez


Redes comerciales. Islas Británicas. Particularidades de
sus emporia p. 525

Eduardo M. Ortega Martín


Las heterodoxias medievales en el mundo vikingo, de la época de
Carlomagno a la época de los otónidas p. 537

Julio Sánchez Castillo. José María Carrasco Fernández,


Laura Gázquez Martínez y Víctor Manuel Padilla Corredera
Rituales y funerales vikingos p. 553

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