Los Ataques Normandos A Las Costas de Sa
Los Ataques Normandos A Las Costas de Sa
Los Ataques Normandos A Las Costas de Sa
Francisco Franco-Sánchez
Catedrático de Estudios Árabes e Islámicos
Universidad de Alicante
1Titulada Los espacios urbanos de la ciudad de Orihuela en el período islámico, fue dirigida por
Míkel de Epalza y su defensa se realizó en el Área de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad
de Alicante el 11 de mayo de 1987. Fue luego editada como Franco 1989a.
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también puede llegar desde el mar en forma de ejércitos que arrasan con
todo con el fin de obtener botín.
2 Las fuentes árabes hablan de maŷūs para referirse a estos pueblos normandos (Melvinger EI2 ). El
término significa “adoradores del fuego” y se aplicó primeramente a los zoroastrianos persas
(Morony). La explicación para tal deriva semántica viene dada por el problema que se encontraro n
los musulmanes en la conquista del Irán: dado que los zoroastrianos eran la población mayoritaria
no podía declarárseles politeístas, puesto que ello hubiera significado que si no se convertían habría
que matarlos. En consecuencia, se les declara maŷūs (que en realidad está emparentado con el siríaco
magōshā y el griego μάγος), creándose un cuarto estatuto personal con ello, equiparándose los maŷūs
a una especie de ḏimmīes de segundo grado. De este modo se explica por qué no se ejecutó a los
normandos que se quedaron: como eran de religión pagana se les equiparó con los maŷūs; de hecho
luego se les permite asentarse sin problema en al-Andalus (Aguadé). Esta misma categoría de maŷūs
se aplicó a los vascones en el s. X, de lo que se deduce que no estaban cristianizados tampoco (Epalza
1985; 2007; 2008).
3 En el ms. de Mallorca dice lit. «Cuando salían quedaban vacías ante ellos las costas de Al -Andalus,
los años 229 y 230 H. (844 e.C.), algunas similares a la principal de Aḥmad
al-R z , Ātras algĀ diferentes tomadas de las obras de otros historiadores
(IḤ-Mq-II.1 ár. 185v-188v; trad. 312-322).
Al-‘Uḏr dedica tres āáginas a detallar lĀs acĀntecimientĀs más
relevantes a que se enfrentaron a partir de estos momentos (U ár. 98-100;
trad. § 14-19) y de él cĀāia y resume Ibn ‘Iḏ r (I‘I ár. t. II, 87).
Desde el 1º del mes musulmán de ḏ l-ḥiŷŷā 229 H./20 agosto 844 e.C.
llegaron 54 de grandes navíos (markaban dice al-‘Uḏr ) vikingos4 y otras 54
barcas más pequeñas (qāriban, cárabos), todos los cuales echaron el ancla en
el estuario del Tajo, habiendo desembarcado sus soldados, tomado Lisboa
el 1 de ḏ l-ḥiŷŷa/20 agosto y permanecido en ella 13 días, con continuos
combates con los musulmanes. El gĀbernadĀr de LisbĀa Wahb All h Ibn
Ḥazm envió nĀticia de lĀs sucesĀs āara ārevenir al emir ‘Abd al-Raḥm n II
(206-238/822-852). Éste puso en guardia a los oficiales de las provincias del
litoral atlántico. Después de ello partieron en dirección al sur.
Una parte de este convoy desembarcó en la costa de la provincia de
Medina SidĀnia (Šaḏūna), ocupando también el puerto de Cádiz. Mientras
tanto el grupo del convoy remonta el curso del Guadalquivir y, cuando éste
se divide en dos brazos dejando Isla Menor en medio, deciden acampar en
ella. El lunes 12 de muḥarram/20 de septiembre deciden atacar el castillo de
Coria, a 12 millas de Sevilla, siendo masacrados los musulmanes y arrasada
la localidad. Siguieron hacia Ṭaly ṭa (Tablada), a unas 20 millas de la ciudad
de Sevilla. Ganaron la batalla que allí hubo y siguieron hasta llegar a la
propia metrópoli sevillana.
El 14 de muḥarram 230/1 de octubre 844 viendo ya cerca los sevillanos
sus velas de color marrón intentaron organizar una defensa militar, pero
ante la carencia de murallas de Sevilla ninguna resistencia seria pudieron
oponer. Enviaron algunos navíos contra los normandos, que no tardaron en
4Melvinger señala que el navío noruego denominado gokstad, datado a mediados del s. IX, es el
más grande navío hallado, tiene 28,80 m. de largo y 5,10 m. de ancho, y cuenta con 16 remos y 32
escudos a cada lado, pudiendo embarcar hasta a 70 navegantes a bordo (EI2 : 1115).
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1.3. Dos nuevas oleadas, entre los años 355-61 H./966-72 e.C.
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Ḥayy n en el vĀlumen VIIº del Muqtabis conocido como los Anales Palatinos,
trascribiendĀ las nĀticias de la Ābra de ‘ sĪ al-R z , quien narra la campaña
a partir de 360/971 (IḤ-Mq-VII §8-9, §11-13, §29).
Así el 1º de raŷ b 355/23 juniĀ 966 al-Ḥakam II recibe desde Alcácer do
Sal (a 94 km. al sur de Lisboa) la noticia del avistamiento de una flota de 28
navíos de maŷ s. Estos habían desembarcado y arrasado la región y luego
se habían dirigido hacia Lisboa. Allí les plantan cara los musulmane s,
produciéndose numerosas pérdidas en los dos bandos. Se envía la flota
andalusí de Sevilla, la cual encontrará los navíos enemigos en las cercanías
de Silves. La flota musulmana liberará los cautivos andalusíes, matando a
un gran número de infieles y haciendo huir al resto.
Para entonces ya había un sistema muy bien coordinado de transmisión
de noticias y la capital cordobesa recibió puntual noticia de los movimientos
de los maŷ ṣ, los cuales acabaron por desaparecer. Este mismo año,
previendo su venida, el califa ordenó al almirante de la flota, Ibn Futays,
tenerla en guardia en el Guadalquivir, así como construir barcos del mismo
tipo que los de los normandos.
A principios de ramaḍān 360/fin junio 971 corrieron rumores alarmantes
de avistamientos de maŷ ṣ al-urdumān y en el Algarbe, ante lo cual al-
Ḥakam II envía inmediatamente “diĀ orden a ‘Abd al-Raḥm n Ibn Rumahis,
el almirante, que a la sazón se hallaba en Córdoba, de salir para y prepararse
a navegar, saliendo desde Pechina en dirección a Sevilla y luego al Algarbe;
orden que cumplió el lunes día 6 del mencionado mes de ramaḍān” (3 de
julio 971). Llegaron noticias de que el 25 de ramaḍān/22 julio 971 los maŷ ṣ
habían remontado “āĀr el río Duero y habían hecho una incursión hasta
Santaver y su llanura, de la que vĀlvierĀn sin lĀgrar nada”. Ordena a su
general G lib que Ārganice la aceifa de ese mismĀ añĀ cĀntra estĀs
normandos. Afirma Ibn Ḥayy n que al final del añĀ 360/971 lĀs nĀrmandĀs
atacaron el litoral occidental, pero que derrotados y enterados de que la
flota y todas las tropas y hombres del califato se habían movilizado en aceifa
contra ellos, acabaron por huir de la península Ibérica (IḤ-Mq-VII §9, §11-
13, §29; Hajji 1970: 81).
Por otro lado, una expedición de normandos se había asentado en
Normandía en 711 y convertido oficialmente al cristianismo. Al inicio del
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960 les llegarán desde Dinamarca nuevos militares paganos para intervenir
en una guerra local. Una vez acabada ésta, son expulsados y emigran en
una expedición a Galicia, conquistando Santiago de Compostela, la cual
retendrán durante algún tiempo (Melvinger EI2: 1116).
2. El ataque en 245 H./859 e.C. a las costas del Šarq al-Andalus y saqueo
de la ciudad de Orihuela
5 Es curioso ver que Al-Bakrī informa en dos sitios distintos, al hablar de las ciudades de Nakūr y
Arcila, de los ataques normandos a las mismas en el año 245 H. En cambio no dice nada de la otra
escuadra que va a asolar Al-Andalus, de la que no parece tener información. Con ello no habla del
ataque normando a Orihuela y costas de Tudmīr.
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Orihuela y la asaltaron. Ibn Ḥayy n refiere esta noticia, que dice que ha
tomado de al-R z :
Año 245.6 Dijo Aḥmad Ibn Muḥammad al-R z : [… ]
NĀticia sĀbre lĀs maŷūs.
En el mismo salieron los normandos (maŷ s) hacia las costas del Algarbe en
tierras de Al-Andalus. […]
Pasaron unos barcos de normandos (maŷ s) desde el campo hasta que
llegaron a la misma desembocadura del río de Sevilla y sus alrededores. El
terror fue con ellos por todos los caminos por donde pasaron. Se apresuró el
emir Muḥammad a salir contra ellos con su ejército en dirección a occidente
y llamó a la gente para el combate contra el enemigo en el camino.
Acudieron a la lucha todos los que habían retornado. Fue el general (al-qā’id)
del ejército del sultán contra ellos era ‘Isà Ibn al-Ḥasan Ibn Ab ‘Abda [Ā
‘Ubada] al-Ḥ ŷib. Partieron los barcos de los infieles (marākib al-kafra) de
Sevilla y se instalaron en Algeciras; tomaron la capital, la saquearon [y
quemaron su mezquita] aljama.
Luego partieron de Al-Andalus, buscando la otra orilla [del Magreb] y
se instalaron [en él y saquearon sus costas. Después retornaron a las tierras
del Šarq al-Andalus], vagando por las costas de Tudm r, para luego llegar
a la fortaleza de Orihuela (ḥiṣn riy la). Posteriormente partieron hacia
Francia (Ifranŷa), donde pasaron el invierno (IḤ Mq-II.2 ár.: 307-308).
Por fuentes escritas francesas sabemos que pasaron el invierno en la
Provenza, asentándose en la isla de Camaria, hoy llamado la Camargue
(Dozy 1987: 33-34).
Ibn ‘Iḏ r al-Marr kuš (m. ha. 711/1312) en su recopilación histórica
copia el texto anterior de Al-R z transmitidĀ āĀr Ibn Ḥayy n,7 puesto que
lo refiere de modo casi idéntico:
6 La correspondencia exacta del año 245 H. se inicia el 8 de abril de 859 y acaba el 27 de marzo de
860 del calendario de la e.C.
7 R. Dozy escribió que Ibn ‘Iḏārī “Según todas las apariencias, en este caso se ha reducido a copiar
a Arīb Ìbn Sa‘īd], escritor del siglo X, que ha sido su principal fuente” (Dozy 1987: 34). Cotejando
los dos textos vemos que en realidad lo copia de Al-Rāzī, lo cual no podía saber Dozy en las fechas
en que escribiera este estudio, pues no se conocía aún el texto del Muqtabis VII de Ibn ayyān, en
donde se copia en gran medida textos de Al-Rāzī..
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Los referidos textos árabes son harto similares. Parece ser que en esta
expeción de 245/859 en la costa levantina únicamente encontraron propicio
el ataque a la fortaleza de Orihuela.
Apunta R. Dozy que esta expedición duró tres años consecutivos –de
244-247 H./858-861 e.C.– y que según fuentes francesas, en concreto el
obispo Prudencio habla de una invasión de normandos en el este de la
península “[… ] lĀs que estaban en el RódanĀ llegarĀn en sus deāredaciĀnes
hasta la ciudad de Valencia, en donde, saqueando todas las que estaban
alrededor, regresaron a la isla en que se habían asentadĀ [… ]”8 . Esta noticia
la data Dozy en 860, por lo que se ha de entender este ataque a Valencia en
un contexto temporal y diferente: tras el asalto a Orihuela, los normandos
fueron a la desembocadura del Ródano y en la isla de Camargue pasaron el
8 Cuyo texto original sería “[…] qui in Rhodano morabatur, usque ad Valentiam civitatem vastando
perveniunt; unde, direptis quae circa erant omnibus, revertentes ad insulam in qua sedes posuerant,
redeunt, […]”, Dozy 1987: 34 n. 40.
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Compostela. La primera se enmarca dentro de la misma oleada de 858-861; una vez con el
campamento en la desembocadura del Ródano, una de los múltiples grupos subió por el valle del
Ebro hasta Pamplona, llegando a capturar al rey de Navarra, García, hijo de Iñigo, que hubo de pagar
un fuerte rescate por su libertad; esta noticia es verosímil, pues este monarca navarro está datado en
esta época por las fuentes latinas (I -Mq trad. parc. Lévi-Provençal & García Gómez). Otro caso
fue el asalto a Santiago de Compostela en marzo del 970; entrarían por el Tambre o por el Ulla, en
cuyo caso tendrían que haber marchado 10 y 15 km. respectivamente. Estos movimientos de los
normandos manifiestan el gran conocimiento geográfico y estratégico que demostraron en todo
momento. (Dozy 1987: 36-37, 47).
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La primera vez que leí esta noticia lo que más me llamó la atención es el
comportamiento de la población de Orihuela. Pero luego cuando uno ve la
actitud de las diversas poblaciones locales ante el inminente ataque de los
normandos, comprobamos cómo entre los ss. VIII a X es habitual que las
gentes huyan a las montañas ante una amenaza militar seria. La ciudad
puede tener, o no, murallas para su defensa, pero solamente en la montaña
están a salvo de estos ejércitos numerosos y coordinados, los cuales no se
desorganizan y no pierden el tiempo en ir a buscarlos a sus refugios, sino
que se centran en la destrucción de los enclaves y en la obtención del botín
que los propietarios no pudieron acarrear.
Esto nos habla del tipo de lucha militar y del movimiento de las tropas,
generalmente lento. En el caso de los normandos sí que se movían de modo
más ágil, gracias a que no transitaban por los caminos (como era habitual
en la infantería o caballería), sino que llegaban por mar, sin ser percibida su
llegada, hasta las las poblaciones de Lisboa, Sevilla, Coria, etc. y el resto de
las citadas en la península Ibérica. Cuando son apercibidos del peligro, las
gentes tienen tiempo para huir a las montañas, a refugios escondidos en los
que no les puedan encontrar los atacantes. Cuando no son apercibidos es
cuando sufren el asedio y ataques de los invasores.
Será a partir del siglo de las taifas cuando, ante la generalización de la
caballería ligera y la multiplicación de las pequeñas partidas militares, las
poblaciones ya no tienen tiempo de huir a las montañas.10 Es por entonces
cuando las murallas de las ciudades se convierten en la mejor defensa y
seguridad para sus habitantes. Será a partir del s. XI, por tanto, cuando los
10 Esta evolución vendrá derivada por los cambios en el modo de lucha armada, derivados de la
albacares de los ḥuṣ n pasen a ser refugio temporal de las gentes (Bazzana
& Guichard 1978; Bazzana 1980ª; 1980b; Guichard 1982: 34-38, n. 10 y 18),
dejando de ser un corral ganadero en que se recogían los impuestos del
azaque en ganados (Franco 2008), hasta su consumo por parte de la
guarnición local, o su venta en el mercado –y consecuente monetización–
(Epalza 1984; Gozálbes 1987).
Tantas reformas a la vez fueron motivo de quebranto para las arcas del
estado, puesto que hacía poco que el emir había comenzado la muy costosa
Ābra de recĀnstrucción de la aljama de CórdĀba. El influyente alfaquí ‘Abd
al-Malik Ibn Ḥab b le envía una misiva al emir en que le dice que la
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3.3. Las rábitas marinas, como parte del sistema de vigilancia militar de las
costas
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Así se habla de las rábitas de Almería como la defensa ante los ataques
normandos.
De igual modo, la rábita de Kaški (hoy Sant Carles de la Ràpita) surge para
la vigilancia y defensa de la desembocadura del Ebro; como ha estudiado
D. Bramon, al-Idr s y ĀtrĀs autĀres relaciĀnan su Ārigen cĀn estĀs ataques
normandos del s. IX (Bramon 1993; 2004).
Lo mismo cabría decir para el resto de rábitas costeras, mediterráneas y
atlánticas (Franco 2004; 2012). Las rábitas son unas edificaciones situadas en
lugares especiales para realizar labores de vigilancia, especialmente de las
costas, pero también en los lugares de pasos de los caminos. Como hemos
mostrado en diversos estudios (2004; 2012; 2015) hay que relacionar el
precepto del ribāṭ, como sustituto individual del ŷihād comunitario
(efectuado por el estado andalusí en las aceifas) con una voluntaria
prestación en tiempo y espíritu a la umma. Dicho de otro modo: con la
voluntaria disponibilidad de su tiempo y esfuerzo personales, los creyentes,
movidĀs y mĀtivadĀs āĀr el “esāíritu del ribāṭ” se constituyen como una
“milicia ciudadana” al serviciĀ de la cĀmunidad. Para ellĀ el creyente
destina su tiempo personal a la oración (tanto individual, como colectiva de
diversos ḏikr), mientras, a la par, realiza la vigilancia del mar o de los
desfiladeros, dando la voz de alarma cuando divisa algún peligro o
enemigo.
Las fuentes los denominan en un contexto religioso como murābiṭ “quien
se esfuerza en el ribāṭ”, y en un cĀntextĀ militar cĀmĀ “vĀluntariĀs en la fe”.
Esta “milicia ciudadana” estaba cĀĀrdinada con los puestos de vigilancia
del ejército, contribuyendo a las labores de vigilancia y aviso. Gracias a este
sistema coordinado se consiguió a mantener una relativa tranquilidad en
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el caso, por parte del estado cordobés. El ejército se verá impulsado desde
la crisis del 230/844 a llevar un control más estricto de los posibles peligros
que pueden llegar desde el mar. Pero también a tener una información más
directa y más detallada de lo que ocurría en cada una de las regiones
marítimas de la península andalusí. La crisis será aprovechada por el poder
cordobés para hacerse más presente en cada región, y para desarrollar la
“funcionarización” del estado, tanto en lo que correspondía a la
contratación de más efectivos militares, como al envío de funcionarios a
estas regiones.
A ‘Abd al-Raḥm n II se le puede considerar el emir “urbanizadĀr” de
al-Andalus. Según la Crónica del Moro Rasis, construyó mezquitas y murallas
en muchas ciudades (R 374), lo que equivale a decir que otorgó el estatus de
mad na a poblaciones cuya demografía creciente en el último siglo las había
hecho acreedoras de convertirse en centros administrativos y religiosos.
Con ello nos informa el cronista que se realizó una profunda reforma
administrativa en el estado.
También se puede afirmar que con esta reforma administrativa y del
ejército, la libertad que habían venido gozando las que se ha dado en llamar
“reāúblicas marítimas”, esāecialmente mediterráneas, cĀmenzó a verse
muy limitada. El mejor funcionamiento de un estado más centralizado
pudo observarse en tiempos de Muḥammad I, quien supo coordinar una
respuesta más eficaz ante la segunda oleada de ataques de los maŷ s.
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12 Hace tiempo analizamos las diversas noticias de época medieval que remiten a la posibilidad de
que el Segura fuera navegable en esta época. Aunque hay algunas que parecen apuntar que sí, lo
cierto es que no hay dato alguno contundente al respeto , con lo que se debe concluir que no (Franco,
1989a, 18-21)
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Según informa Ibn Ḥayy n en el Muqtabis II.1. dice que tras la primera
oleada de ataques el emir ordena
13 El gentilico ifrānŷ y su topónimo Ifranŷa, son aplicados tanto a la Cataluña de la Marca Hispánica
hasta el s. X, como al territorio de la actual Francia. Si se ven los mapas de la “cartografía de al-
Baljī” se apreciará hasta qué punto llega esta confusión espacial (Franco, 2005; 2013). Sabemos por
el obispo Prudencio que pasaron el invierno en Provenza; tras internarse por el Ródano y asolar
varías poblaciones establecieron su campamento en la isla de Camaria, hoy de la Camargue, en la
desembocadura de este río (Dozy 1987, 33).
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Está claro que los normandos acuden al núcleo urbano más importante
de la zona de la Vega Baja del Segura, empujados por la búsqueda del botín,
pero también hay que decir que los núcleos habitados más cercanos al río
no dejarían de haber sufrido su depredación, de modo que esta inseguridad
y pillaje quedará impresa en la memoria y en la mente de los habitantes
locales. En esta circunstancia, así como en la alarma generada habría que
cifrar el origen de la construcción un siglo después de las rábitas de
Guardamar: Las poblaciones locales habrían sentido que necesitaban
“arrimar el hĀmbrĀ”, ĀrganizándĀse cĀmĀ esa “milicia ciudadana” que sĀn
los musulmanes que practican el precepto del ribāṭ: gentes mentalizadas
religiosamente y conscientes de que la comunidad musulmana necesita de
su tiempo y de su dedicación para efectuar una vigilancia activa que de l a
alarma a los enclaves militares de las ciudades en el caso de que llegaran
nuevos ataques por vía marítima o fluvial.
Es muy probable que pocos años después del otoño de 245/859 en que
tiene lugar el ataque normando surgiera un grupo articulado de esta
“milicia ciudadana” y que se asentara en alguna cĀnstrucción más Ā mejĀr
estable, aunque arquitectónicamente elemental, en alguna colina cercana a
la desembocadura del río Segura. Allí pasarían las horas rezando y
vigilando el horizonte para dar a viso al promontorio de Santa Pola y a las
fortalezas de Callosa de Segura y Orihuela, de modo que su alarma
permitiría articular una defensa armada para frenar la entrada de esta
posible amenaza antes de que penetrara más al interior.
Con los años, un casi desconocido mecenas, de nombre Aḥmad Ibn
Baḥlūl Ibn ¿?,14 dará un dinerĀ āara “fundar” unas rábitas de buena
indicada (que puede llevar los puntos diacríticos en cualquier posición). En epigrafía, los caracteres
cúficos no llevan diacríticos, lo cual no es problema para la lectura de azoras coránicas, ni de
fórmulas o nombres comunes, pero dificulta el reconocimiento de los nombres poco corrientes. En
este caso, la variedad de posibilidades de lectura es enorme, dado, además el deterioro de algunas
partes de la pieza. F. Codera leyó el nombre del fundador como ( بن بنت الواثق ب ه1897): este A mad
Ibn Ba lūl habría sido descendiente de una hija del califa ‘abbāsí al-Wāṯiq bi-Llāh (quien gobierna
227-232/842-846) y encargado del zoco de Córdoba en 915-925. Su lectura fue corregida por Lévi-
Provençal (1931: 94 n. 2) como أحمد بن بهلول بن بy traduce: “A mad Ibn Ba lūl Ibn ...”, sin lograr
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localizar al personaje, aunque descartando su identificación con el anterior, pues gracias a el Bayān
de Ibn ‘Iḏārī se conoce su nombre completo: A mad Ibn abīb Ibn Ba lūl/Bu lūl. C. Barceló lee
أحمد بن بهلول بن رy traduce: “A mad Ibn Bu lūl Ibn Zarb (?)” (1998: n. 3, 128-130).
15 La lápida fundacional de las rábitas de Guardamar del Segura fue dada a conocer y traducida por
vez primera por Codera 1897. Actualmente se encuentra en el Museo Arqueológico Provincial de
Murcia. Haciendo una reinterpretación del texto árabe la volvió a publicar y traducir al francés Lévi-
Provençal (1931: n. 95, pp. 93-94), añadiendo los signos de puntuación al texto árabe pues el cúfico
no lleva ni puntos diacríticos, ni puntuación alguna. Finalmente C. Barceló (1998: n. 3, 128-130)
difiere de F. Codera y aporta una nueva interpretación, más cercana a la de Lévi-Provençal. Barceló
la ha vuelto a publicar, con nuevas matizaciones en 2004.
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LOS VIKINGOS EN LA HISTORIA 3
MANUEL ESPINAR MORENO
(Coordinador)
LIBROS EPCCM
Estudios, 22
GRANADA, 2018
LOS VIKINGOS EN LA HISTORIA 3
LIBROSEPCCM
ISBN: 978-84-09-01496-5
Edición del Grupo de Investigación HUM-165: Patrimonio, Cultura y Ciencias
Medievales.
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ÍNDICE GENERAL
Presentación P. 9
Introducción P. 11
PONENCIAS