Husserl Vs Realismo Contemporaneo
Husserl Vs Realismo Contemporaneo
Husserl Vs Realismo Contemporaneo
contemporáneos
Agradecimientos
Quiero agradecer a Daniela Mendoza y a Ángela Sotelo por su constante apoyo y cariño
durante toda la Maestría.
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Abstract
En primer lugar, a partir de la revisión de las críticas al correlacionismo que Quentin Meillassoux
hace en Después de la finitud, este trabajo muestra que en el tipo de realismo planteado por
Meillassoux y en la propuesta crítica kantiana hay un objetivo común: superar lo que cada uno
considera como una crisis de la filosofía, que a su vez es producto en cada caso de la manera en
que se comprenden el alcance y los límites de la razón y el papel de esta como fundamentación
correlacionista, que empieza en Kant, es usada después para hacer un contraste con la propuesta
metodológica de la fenomenología de Husserl. Esto se hace con el fin de resaltar lo que esta
última tiene de valioso como medio para superar las limitaciones del pensamiento que se
que esta última cambia radicalmente el método de investigación filosófica, pues es en el modo en
que se han abordado las cuestiones epistemológicas donde, desde el punto de vista de Husserl, se
encuentran las oscuridades que terminan llevando a la filosofía a siempre renovadas crisis
escépticas y relativistas. De esta manera, el objetivo del trabajo es ofrecer una revalorización de
Prefacio
En el año 2006 el filósofo francés Quentin Meillassoux publicó un libro titulado Después de la finitud
(Après La Finitude). En este se propone fundamentar racionalmente una forma particular de realismo,
considerada por él como “materialismo especulativo”, que sería catalogado un año después dentro de
la etiqueta de “realismo especulativo1”. El texto contiene una aclaración y una refutación del
“correlacionismo”, bajo el cual Meillassoux incluye todas las tradiciones filosóficas que de algún
modo siguen la corriente inaugurada por Kant en la Crítica de la razón pura, y que se caracterizan por
poner el énfasis de la investigación epistemológica en la relación mutua que existe entre subjetividad y
objetividad, y en negar la posibilidad de comprender alguno de estos dos aspectos como separado del
otro (Meillassoux, 2015, 29). El realismo de Meillassoux afirma que hay algo real que existe con
mismo, por eso, su estrategia consiste en demostrar que el correlacionismo es incorrecto como postura
Como Dan Zahavi señala, la fenomenología es indudablemente una forma de correlacionismo. Esta
es una filosofía que se ocupa de la relación que existe entre los sujetos y los objetos conocidos por
aquellos, y afirma que la investigación filosófica sobre el conocimiento y sobre el estatuto ontológico
de la realidad debe estar fundamentada en una revisión detallada de esta correlación. Esto es aún más
señala que la objetividad del mundo siempre es objetividad para una conciencia, es decir, es
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Realismo especulativo fue el nombre de una conferencia de 2007 en la que Meillassoux, Iain Hamilton Grant, Ray
Brassier y Graham Harman expusieron sus respectivas filosofías realistas y su descontento frente a la tradición
correlacionista que todos coinciden en rastrear hasta Kant. A partir de allí, la designación empezó a usarse como
etiqueta para una diversidad de propuestas realistas que, en realidad, no tienen en común más que los rasgos
generales del rechazo a la tradición nacida en Kant y del intento de recuperar algún tipo de acceso epistémico a
alguna forma de realidad (ver Gratton, 2014, p.4).
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experiencia, y que fuera de esta correlación no es posible entender lo que pueda significar el concepto
de realidad, o el de cosa en sí, porque estos son conceptos que surgen siempre como experiencias para
alguna subjetividad (Zahavi, 2017, 175). Por esto, la obra de Meillassoux, al presentar una serie de
El objetivo del presente trabajo es exponer los argumentos y las razones que Meillassoux aduce
para criticar al correlacionismo y, a partir de esta aclaración, hacer una defensa de la fenomenología
husserliana, que permita destacar lo que tiene de valioso esta propuesta como método para la
superación de varios problemas filosóficos heredados de la filosofía crítica kantiana y que son
reactualizados en la discusión presentada por Meillassoux. Es una manera de contestar a las críticas
que ha recibido la fenomenología de parte de algunas formas nuevas de realismo que han surgido en la
filosofía continental en los últimos años. Por la naturaleza y extensión de este trabajo, solo es posible
la discusión con alguna de estas propuestas realistas. En este caso, la escogencia de Meillassoux se
debe a que su obra fue en su momento uno de los dinamizadores más importantes de estas formas de
realismo, y a que en su trabajo se encuentra la más clara definición y el uso más contundente del
concepto de correlacionismo, que otros filósofos realistas actuales han usado como referencia y como
denominador común que designa el tipo de filosofía que quieren atacar o por lo menos dejar de lado.
concepto de correlacionismo, tal como lo usa Meillassoux, a pesar de captar un rasgo característico de
diferentes corrientes de pensamiento, resulta en realidad poco preciso, por lo que sus argumentos
terminan por perder de vista la particularidad de cada una de las filosofías que intenta incluir en él. Por
esto, al final consigue hacer una refutación que solo es válida dentro de los límites de su definición,
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pero que no dialoga con las diferentes formas concretas de correlacionismo que se han desarrollado en
la historia del pensamiento, para lo cual tendría que ocuparse en detalle de los presupuestos de cada
En segundo lugar, mi trabajo se basa en el reconocimiento de que existe una preocupación común
que motiva tanto el trabajo de Meillassoux como el de Husserl y el de Kant, que justifica el diálogo
entre estos autores. Esta base común tiene que ver con la reflexión sobre los límites del pensamiento y
con un intento de solucionar la crisis que trae para la filosofía el hecho aparentemente inevitable de
tener que aceptar su limitación. Esta limitación, como trataré de mostrar en el primer capítulo, tiene
que ver con la imposibilidad de la razón para validar racionalmente su propia validez: la razón valida
conocimiento, encuentra que no puede salir de sí misma para demostrar que tiene una posición
relativismo. Estas dos últimas posiciones, por su parte, producen en el trabajo filosófico una
consecuencia que tanto Husserl como Kant y Meillassoux advierten en las filosofías de sus respectivas
épocas, y que identifican como una crisis que la filosofía debe ser capaz de superar si pretende cumplir
A partir de esta preocupación común, que además considero como fundamental en cada uno de
estos pensadores, trato de poner de relieve los objetivos de cada uno de ellos para así mostrar por qué
la fenomenología no solo es una propuesta filosófica interesante, sino que hay en ella, tal como fue
formulada por Husserl, una clara conciencia de los problemas esenciales de la epistemología y la
ontología modernas, y que su objetivo, igual que el de Kant y Meillassoux, es ofrecer un camino para
resolverlos, camino que además tiene considerables ventajas sobre las propuestas de estos dos
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filósofos. De este modo, la defensa que ofrezco de la fenomenología trata de contestar las críticas
concretas que Meillassoux le hace al correlacionismo, pero también intenta brindar una perspectiva de
la fenomenología que no se limita a contestar al realismo especulativo, sino que responde a una
La obra particular de Meillassoux sirve entonces como motivadora de la discusión, pero a partir de
esta se presenta una reflexión sobre problemas comunes a diferentes épocas de la filosofía. Por esto,
en el primer capítulo no solo expondré la obra de Meillassoux, sino que la contrastaré con algunas de
las ideas de Kant para tratar de presentar el panorama amplio sobre el que pretendo destacar el valor
la filosofía que propone Meillassoux con una obra particular, en este caso la de Husserl, y en menor
medida la de Kant, reside en que de esta manera el diálogo filosófico puede mantenerse activo y no
sucumbe a la fácil tentación de la moda, que termina por darle valor a una propuesta filosófica solo
por su novedad y aparente carga renovadora del pensamiento. Las propuestas realistas que han estado
surgiendo en la filosofía continental de este siglo, con toda la fuerza creativa que tienen, deben ser
adecuadamente medidas y cuestionadas para determinar con claridad el alcance de sus propuestas, así
Desde esta perspectiva, el presente texto se enmarca dentro de lo que Dan Zahavi intenta en uno de
sus últimos trabajos, en el que ofrece una valoración de la vigencia de la fenomenología de Husserl,
contrastándolo, entre otras corrientes, con los realismos especulativos del presente siglo (Zahavi,
2017). Con esto espero contribuir, en alguna medida, al entendimiento del valor que la fenomenología
puede tener para la filosofía actual y a la comprensión de la fecundidad de su método. Creo, por lo
demás, que es precisamente el hecho de que la fenomenología exija como un aspecto decisivo de su
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aplicación una manera específica de utilizar la atención investigadora, lo que ha impedido comprender
lo más relevante de su propuesta. Por eso, espero que analizar el método a la luz de algunos problemas
filosóficos concretos, ayude a entender lo que esta metodología busca superar y por qué resulta
importante seguir intentando una comprensión mayor de lo que significa la reducción fenomenológica,
Tabla de Contenidos
Capítulo 1
lo que entiendo aquí por crisis de la filosofía y cómo esta es una preocupación fundamental en los tres
filósofos que revisaré en este trabajo. De la misma manera intentaré aclarar cómo esta crisis se
relaciona con el problema de los límites del pensamiento humano, en cuanto que estas limitaciones
Una de las preocupaciones que le dieron forma y orientación a la filosofía crítica kantiana fue la
situación en que se encontraba el pensamiento filosófico a finales del siglo XVIII, específicamente en
relación con la especulación metafísica. Eran tantos y tan diversos los sistemas metafísicos, que más
metafísica era “más bien un campo de batalla que parece estar propiamente destinado por completo a
que uno ejercite sus fuerzas en combates hechos por juego, en el que ningún combatiente ha podido
todavía nunca adueñarse de la más mínima posición ni fundar en su victoria posesión duradera
alguna” (Kant, 2009, BXV). Además de este estado confuso de la filosofía racionalista, Hume planteó,
desde el empirismo, una crítica escéptica a la validación racional del conocimiento, según la cual no es
posible probar que el conocimiento descanse sobre una racionalidad que garantice la a prioridad y la
Esta tensión, entre las pretensiones fallidas de la razón de ofrecer un fundamento deductivo para el
ciencia moderna, produjo para la filosofía epistemológica una crisis y un desafío: ¿cómo dar cuenta
racionalmente de este estado confuso del conocimiento y conjugar en una misma explicación los
resultados de la ciencia empírica y el papel decisivo de la razón? Frente a estos desafíos, Kant quiso
determinar, mediante una revisión crítica de las facultades humanas, los criterios en los que debe
fundarse un conocimiento seguro y válido, criterios con los que con justificación pueda juzgarse el
valor de toda forma de especulación y de conocimiento. De esta manera esperaba encontrar para la
metafísica que, por no tener un fundamento universal desde el que con seguridad dedujera con a
La filosofía critica kantiana es entonces la estrategia filosófica que Kant propuso para superar el
la razón, hacía que la filosofía careciera de importancia frente a los éxitos de la ciencia empírica. Así,
Kant se pregunta cómo son posibles los juicios sintéticos a priori, posibilidad que para él determinaba
las condiciones del conocimiento válido, pues son estos los juicios en donde se conjugan tanto la
En este desarrollo, Kant termina por demostrar la falta de sostén de la metafísica dogmática y su
consiguiente condena como conocimiento no válido; también consigue mostrar la insuficiencia del
empirismo y contestar su desafío escéptico. Esto lo hace al sostener que solo puede ser aceptado como
conocimiento un proceso cognitivo que involucre la intuición sensible, que es la que limita
pero que a su vez está necesariamente organizada por el entendimiento intelectual (Kant, 2009, A51 =
B75).
A partir de allí apuntala los límites de todo conocimiento posible, pues afirma la imposibilidad de
conocer las cosas como son en sí mismas, con independencia de las formas puras de la sensibilidad y
de las categorías del entendimiento. Así determina el curso que, desde su perspectiva, debe tomar la
reflexión filosófica: la búsqueda de una claridad cada vez mayor de los alcances de la razón y de los
límites de cualquier cosa que pretenda designarse como conocimiento válido. Es decir, funda la
Más de dos siglos después, a principios del siglo XXI, Meillassoux llama la atención sobre el
hecho de que la variedad de sistemas metafísicos no solo ha crecido, sino que además estos se han
fortalecido filosóficamente y parecen estar respaldados por la misma facultad crítica que Kant había
Todo sucede hoy como si la filosofía se pensara desde sí misma, y no bajo la presión de una
sirvienta liberal de cualquier teología, así fuera una ateolgía (Meillassoux, 2015, 81).
Con esto Meillassoux diagnostica la época presente como una en la que los filósofos
“contemporáneos han cedido de punta a punta ante el hombre de fe” (Meillassoux, 2015, 82). Es decir,
una época en la que la filosofía, entendida como una búsqueda de conocimiento sostenida en las
posibilidades y alcances propios de la razón, ha sido derrotada por la variedad y fuerza de los
fideísmos contemporáneos, entendidos estos como posturas en las que la creencia, y no la razón, “es la
única vía de acceso posible al absoluto” (Meillassoux, 2015, 80). Este es, como se ve, un diagnóstico
más grave que el que Kant formuló, porque el de Meillassoux señala no solo una variedad
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contradictoria de doctrinas, sino el hecho de que esa variedad no es vista ya como problemática,
porque está fundamentada en las declaraciones mismas de la epistemología, lo que hace que los
fideísmos tengan la misma solidez argumentativa que los hallazgos de la evidencia racional o las
Se podría suponer que esta pervivencia y este fortalecimiento de la crisis del pensamiento se debe a
una falta de atención y comprensión a los llamados que ha hecho la filosofía, desde Kant, a respetar y
distinguir con claridad los límites propios del entendimiento humano. Sin embargo, y
la obra de Kant y de la tradición correlacionista que este inaugura. Según el francés, la obra de Kant
fue al mismo tiempo un antídoto contra el dogmatismo metafísico de su época y el inicio de una nueva
forma de escepticismo. La razón es que esta filosofía rompió decididamente el nexo que existía desde
la filosofía griega entre ser y pensar: al plantear la imposibilidad de conocer las cosas en sí mismas, el
pensamiento kantiano legitimó, “por su propio movimiento, el hecho de que el ser se le ha tornado tan
opaco, que lo supone [al ser] capaz de transgredir hasta los principios más elementales del logos”
Según Meillassoux, si bien Kant abrió la puerta para el derrumbe de la justificación racional que
hizo la filosofía cristiana de esta doctrina religiosa particular, esto no significó, como se ha creído, el
pensamiento, el francés afirma que la filosofía crítica destruyó las pretensiones del cristianismo de ser
la única fe verdadera pero, en un largo desarrollo de los presupuestos del correlacionismo, proceso que
desemboca en el siglo XX, abrió la puerta a la justificación de cualquier forma de creencia religiosa,
sostenida en la incapacidad de mostrar racionalmente una explicación necesaria, única y universal del
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mundo. Por eso, según Meillassoux, “fideísmo es el otro nombre del correlacionismo fuerte”
(Meillassoux, 2015, 84). La razón es que la separación entre ser y pensamiento se fue agrandando
cada vez más en el desarrollo del correlacionismo, hasta que el ser quedó completamente desligado de
cualquier regulación lógica y racional, con lo que la posibilidad de cualquier comprensión del ser
Así, la solución que Kant antepone a la crisis escéptica de la filosofía se convierte para Meillassoux
en una nueva forma de crisis escéptica a la que es necesario contestar, y que, según él, ninguna forma
de correlacionismo ha podido superar. El problema de la cosa en sí, que ya desde los primeros
intérpretes de Kant se reveló como especialmente difícil e incómodo para la filosofía crítica y para el
idealismo trascendental basado en esta, es para Meillassoux un asunto todavía decisivo, pues es a
partir de este que los fideísmos de todo tipo se fortalecen. Esta parece ser también la razón de que
algunos filósofos se sientan llamados en la actualidad a intentar resolverlo de la única manera que
encuentran plausible: descartar completamente toda forma de correlacionismo que declare como
imposible el acceso a las cosas como son en sí mismas, y desarrollar una filosofía decididamente
correlación humano-mundo (Harman, 2011, vii) (Ferraris, 2012, 28) (Gabriel, 2015, 3).
La estrategia particular de Meillassoux para encontrar el antídoto no solo contra el dogmatismo que
Kant combatió, sino también contra el escepticismo al que la filosofía crítica le abrió la puerta, es
asumir un punto de vista dogmático precrítico, este intento debe pasar por una crítica a la tradición
kantiana, el correlacionismo. El objetivo crucial para el francés es devolverle a la filosofía una manera
justificada de entender la verdad como adecuación y no como validez intersubjetiva, sea del tipo que
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sea, y encontrar de nuevo algún tipo de “absoluto” para fundamentar la verdad. De esta manera, el
para sentar la base tanto de una nueva forma de filosofía realista, como de nuevas maneras de validar
Contra el dogmatismo, importa mantener el rechazo de todo absoluto metafísico; pero contra la
pensamiento un poco de absoluto, el suficiente, en todo caso, para oponerse a las pretensiones
de aquellos que se querrían sus depositarios exclusivos, por el solo efecto de alguna revelación
Así, la identificación de una crisis de la filosofía, que se encuentra tanto en Kant como en
Meillassoux, tiene que ver con la multiplicidad contradictoria de doctrinas filosóficas que terminan
algún tipo de verdad indubitable. La superación de la crisis se basa en los dos en el planteamiento de
algún criterio indubitable con el que se puedan valorar los diversos sistemas metafísicos y que permita
discernir lo que es conocimiento válido de lo que no lo es; con esto se supera además el escepticismo
termina por establecer la separación entre fenómenos y cosas en sí. El criterio de Meillassoux
pretende, como mostraré, superar esta distinción y establecer la existencia de una realidad
empirista, Kant defendió el papel de los sentidos y de la razón como delimitadores del conocimiento;
para Meillassoux este encierro resultó en otra forma de relativismo escéptico y en el consiguiente
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fideísmo contemporáneo. Por eso, su obra intenta romper estos límites correlacionales y fundamentar
Tanto para Kant como para Meillassoux la ciencia empírica natural es una forma sobresaliente de
conocimiento válido. Por eso, esta les sirve de modelo y guía para encontrar el camino que le devuelva
la solidez epistemológica a la filosofía. Es, pues, en la ciencia donde buscan el criterio de distinción
kantiano como el realismo de Meillassoux asumen una interpretación que hace depender a la filosofía
del modelo científico del conocimiento. La promesa de seguridad que la ciencia ofrece determina la
dirección de sus trabajos con respecto al papel que le dan a la filosofía con relación a la ciencia. Esta
el primer capítulo.
interpretación del desarrollo histórico del pensamiento occidental que hay en la Crisis de las ciencias
europeas se encuentra un diagnóstico según el cual la filosofía, y en consecuencia la ciencia –que para
él está basada en aquella– perdió en la modernidad la fundamentación, ese absoluto al que se refiere
Meillassoux. Esta fundamentación es para Husserl, igual que para el francés, la razón; esta es el
Según Husserl, lo que el individuo europeo trata de recuperar de la antigüedad clásica en el periodo
renacentista es “el darse su regla libremente a sí mismo, a su vida entera, a partir de la pura razón, a
sostenerse a sí misma sin necesidad de autoridades externas, y la confianza en que la razón por sí
misma y sostenida en sí misma puede fundamentar un conocimiento justificado y válido del mundo; es
en esta autonomía, por lo demás, en lo que se sostiene la libertad humana: “La filosofía como teoría no
solo hace libre al investigador sino a todo ser humano filosóficamente culto” (Husserl, 2008, 51). Así,
a partir de este cambio en el pensamiento europeo, que deja de fundamentar sus logros cognitivos en
La filosofía fue así para el Renacimiento europeo la disciplina que, haciendo un uso sistemático de
la razón, iba a ordenar todos los conocimientos humanos en un solo gran sistema que mostrara al
Esta nueva filosofía se esfuerza nada menos que por abarcar, con rigor científico, en la unidad
hacia el infinito debiera, entonces, dar respuesta a todos los problemas concebibles, problemas
2008, 52).
Sin embargo, la constatación que hizo Kant sobre el estado de confusión de la metafísica de su
época y las objeciones escépticas a la fundamentación racional del conocimiento lanzadas por Hume
desde el empirismo hicieron fracasar ese proyecto unitario. Este fracaso produjo una nueva crisis en la
filosofía, en cuanto que esta perdió su rol de fundamentación, y con ello se perdió también el criterio
universal del conocimiento. Para Husserl, a partir de la obra de Kant empezó un proceso de intento de
superación de dicha crisis, proceso que Husserl consideraba todavía vigente en el siglo XX y que
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condiciones que fundamentan el conocimiento en la razón, que permitiera comprender el fracaso del
proyecto filosófico renacentista. Lo que pretende este proceso es “alcanzar una clara autocomprensión
de las verdaderas razones de este fracaso que duró siglos” (Husserl, 2008, 54).
racional de la antigüedad, pero se encontró con una situación radicalmente diferente a la de los
filósofos griegos, quizás determinada por el nuevo papel que las ciencias empíricas estaban
empezando a asumir en un mundo cada vez más determinado por el ideal del mercado, ideal que les
daba a dichas ciencias, y a sus resultados prácticos, una importancia superlativa. Así, la presión que la
conocimiento válido. Esto se convirtió en un intento de solución de las aporías del pensamiento
occidental y llevó a que la filosofía se convirtiera “en problema para sí misma” (Husserl, 2008, 55),
esto es, que entrara en una crisis de su propia fundamentación racional. Desde entonces, “el problema
del ideal auténtico de una filosofía universal, de su auténtico método, se convierte propiamente en la
fuerza impulsiva interna de todos los movimientos filosóficos históricos” (Husserl, 2008, 55). Es
precisamente este problema del método el que Husserl aborda mediante la fenomenología.
A partir de esto se puede comprender que, así como Kant y Meillassoux buscan una superación de
fenomenología es también el de alcanzar una claridad filosófica que permita darle sostén al
conocimiento como un producto de la racionalidad humana, y de esta manera superar la crisis del
pensamiento occidental que surge como consecuencia del fracaso del ideal renacentista del
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conocimiento. La fenomenología es así, en su propia manera, una forma de buscar el absoluto que
Hume señaló como imposible y que la filosofía crítica kantiana dejó en una especie de oscuridad al
combatir fue el positivismo, entendido por Husserl como una reelaboración extrema del empirismo
escéptico que pretendía darle a la ciencia una fundamentación epistemológica que no le daba a la
razón el lugar esencial que la filosofía pretende para encontrar la indubitabilidad de la verdad.
Kant estableció unos criterios para discernir lo que pretende ser conocimiento con el fin de aclarar
“poco de absoluto” que sirva de criterio indubitable contra los relativismos y los fideísmos de la
posmodernidad (Meillassoux, 2015, 85); sus filosofías pretenden ser antídotos contra el estado de
confusión del pensamiento. De la misma manera, Husserl reconoce esta confusión también en su
época: “nosotros, los seres humanos del presente [...] nos hallamos en el mayor peligro de sumergirnos
en el diluvio escéptico y con ello renunciar a nuestra propia verdad” (Husserl, 2008, 56); su filosofía
también es un intento de fundamentación segura del conocimiento. Así, la fenomenología busca para
verdadero tema, su verdadero método” (Husserl, 2008, 58), para que esta pueda recuperar la “creencia
en una razón absoluta a partir de la cual el mundo adquiere su sentido” (Husserl, 2008, 56).
Para Husserl las ciencias empíricas, como prácticas productoras de conocimiento, tienen también
su base en la razón, que fundamenta todo saber, y que es la única forma concebible de autonomía
humana. Esto significa que “el concepto positivista de ciencia es –considerado históricamente– un
concepto residual” (Husserl, 2008, 52). Según esto, para Husserl, como la ciencia está sostenida en la
filosofía, que es la disciplina fundamental, en cuanto que es la que trata de desentrañar el fundamento
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racional de toda forma de conocimiento, cualquier crisis de la filosofía es también un problema para la
ciencia. Como las ciencias estuvieron condicionadas en su origen también por el valor de la razón,
entonces la crisis de la fundamentación de la filosofía las afecta inevitablemente. Si bien para las
ciencias la crisis “no ataca lo científico específico en sus éxitos teoréticos y prácticos”, sí “se
conmueve completamente todo su sentido de verdad” (Husserl, 2008, 56). Consecuentemente, Husserl
afirma:
La crisis de la filosofía significa la crisis de todas las ciencias modernas como miembros de la
universalidad filosófica, una crisis de la humanidad europea misma, primero latente pero
después cada vez más manifiesta en el conjunto de la capacidad de su vida cultural de tener
Esta manera de entender el lugar de la ciencia con respecto a la filosofía hace que la propuesta de
superación de la crisis que brinda Husserl resulte radicalmente diferente a la de Meillassoux. Para el
francés, la filosofía tendría que tener como criterio de validación alguna presión externa, pues es la
justificación racional de cualquier tipo de creencia metafísica, es decir, al fideísmo. Como ya señalé y
trataré de aclarar en el siguiente capítulo, tanto Meillassoux como Kant encuentran esta presión en la
ciencia, por lo que convierten esta disciplina en el modelo de conocimiento que debe determinar unos
parámetros para la filosofía. En cambio, Husserl, al entender la ciencia como una derivación del
apelar a la autoridad de la ciencia positiva. Esta fundamentación, por lo demás, no tomará un carácter
dogmático, sino que buscará un método que permita descubrir de manera intuitiva la operatividad de
la razón como formadora del conocimiento, tanto del metafísico como del empírico.
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Capítulo 2
La situación de crisis de la filosofía que Meillassoux detecta y que interpreta como un producto del
correlacionismo que nace con la filosofía crítica kantiana es, en mi opinión, la motivación principal
del desarrollo de su trabajo. Desde este punto de vista, Después de la finitud es el intento de
superación de la crisis mediante una propuesta nueva de fundamentación que habilite una
resulta útil contrastar sus presupuestos con los que Kant tuvo para su trabajo.
El punto de partida de la filosofía crítica fue para Kant, como parte fundamental de una revisión de
válido y universal. Según los Prolegómenos, el objeto de la pregunta por la posibilidad de esta ciencia
experiencia, aunque sea posible a priori y preceda a toda experiencia” (Kant, 1999, 119). La respuesta
a esta pregunta se sostuvo, en gran medida, en la comprensión que desarrolló Kant de la posibilidad de
los juicios sintéticos a priori de la matemática, que es de donde parte su comprensión de la necesidad
De la misma manera que lo hizo Kant en el siglo XVIII, Meillassoux se pregunta a comienzos del
geología y la paleontología, en las cuales son más claras para él las consecuencias negativas del
correlacionismo:
¿Cómo pensar el sentido de un discurso que hace de la relación con el mundo –viviente y/o
pensante– un hecho inscripto en una temporalidad en el seno de la cual esa relación solo es un
acontecimiento entre otros, inscripto en una sucesión de la cual no es más que un jalón y no el
origen? ¿Cómo puede la ciencia simplemente pensar tales enunciados y en qué sentido se les
Esto significa que Meillassoux se pregunta por la validez de unos juicios que podríamos seguir
llamando sintéticos a priori, pero que pretenden ser válidos incluso para momentos del universo en los
que no ha habido seres humanos que validen experiencialmente la verdad de dichos juicios.
Meillassoux señala que para estas ciencias contemporáneas hay, de algún modo, una insuficiencia en
la explicación kantiana de los juicios sintéticos a priori, en tanto que esta hace depender la validez y la
cuando estas ciencias están formulando juicios acerca de etapas de la realidad en las que el ser
científicas, que se pronuncian sobre hechos que ocurrieron antes de a toda forma de vida o humanidad,
Por lo demás, el método que emplea Meillassoux para responder a este problema es cercano al de
natural de su época: “estamos verdaderamente en posesión de una ciencia pura de la naturaleza, que
expone a priori y con toda aquella necesidad que se requiere para las proposiciones apodícticas,
ciertas leyes a las cuales está sometida la naturaleza” (Kant, 1999, 117). Lo que dinamiza su
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pensamiento es una tensión entre la validez de dicha ciencia y las preguntas propias de la razón que
necesita validar con necesidad a priórica sus conocimientos y que se encuentra con aporías escépticas
como la que Hume planteó sobre la contingencia de las leyes causales. De aquí surge la pregunta que
delimita su trabajo: “hay, por tanto, en efecto, una ciencia pura de la naturaleza, y ahora se plantea la
pregunta: ¿Cómo es posible esta ciencia pura de la naturaleza? (Kant, 1999, 117).
afirmaciones de tipo ancestral: “la ciencia puede producir declaraciones como que el universo tiene
aproximadamente 14 billones de años, o que la Tierra se formó hace aproximadamente 4.5 billones de
años”. A partir de esta aceptación se pregunta por su posibilidad: “mi pregunta es muy directa:
simplemente me pregunto: ¿cuáles son las condiciones de posibilidad de los enunciados ancestrales?”
Acorde con esto, Meillassoux señala que la suya es una pregunta de tipo kantiano, trascendental,
pero que resulta “imposible responder esta pregunta con los medios de la filosofía crítica”
(Meillassoux, 2014, 13). Como se ve, el problema que intenta solucionar Meillassoux parece partir de
las mismas condiciones de las que surgió la filosofía crítica; sin embargo, los enunciados ancestrales
hacen que la respuesta kantiana no sea satisfactoria, porque hacen depender la verdad de estas
afirmaciones de la existencia de sujetos que no existían en el momento en que ocurrieron los hechos
Para el correlacionista la ancestralidad no puede ser una realidad anterior a los sujetos, sino una
realidad expresada y pensada por el sujeto como siendo anterior al sujeto. Es un pasado de la
humanidad que no tiene más efectividad que la de ser un pasado de la humanidad que está
estrictamente correlacionado con los humanos. Pero esta afirmación es, por supuesto, una
catástrofe, porque destruye el sentido de las declaraciones científicas, las cuales, insisto,
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simplemente significan lo que significan. Un enunciado ancestral y científico no dice que algo
haya existido antes de la subjetividad para la subjetividad, sino que algo existió antes de la
subjetividad, y nada más que eso: el enunciado ancestral tiene un significado realista, o no
tiene significado en absoluto. Porque decir que algo existió antes que usted solo para usted,
solo con la condición de que usted haya existido para ser consciente de este pasado, es afirmar
que nada existió antes que usted. Es afirmar lo contrario de lo que la ancestralidad significa:
que la realidad en sí misma existió con independencia de su percepción de ella como pasado
En los Prolegómenos, Kant formuló la pregunta relacionada con el problema de la ciencia de dos
formas. Primero la plantea preguntándose “cómo es posible conocer a priori la conformidad necesaria
de las cosas, como objetos de la experiencia, a leyes”; después la reformula para delimitarla mejor
necesaria de la experiencia misma, por lo que respecta a todos sus objetos en general, a leyes? (Kant,
1999, 119). La primera de estas preguntas podría ser formulada por Meillassoux como uno de los
motivos de su texto, adaptada de esta manera: ¿cómo es posible conocer a priori la conformidad
mostrar que el correlacionismo es incorrecto porque, al hacer depender toda verdad de los sujetos y
sus condiciones, impide explicar adecuadamente la ciencia contemporánea que está investigando la
ancestralidad. En segundo lugar, busca demostrar que tenemos acceso no solo a la correlación
humano-mundo, sino también al mundo como es con independencia del pensamiento y del ser
humano. Esta posición se sostiene a su vez en la demostración de que esa realidad independiente de
En una conversación que sostuvo con Graham Harman, el filósofo francés señala algunos de estos
puntos:
partida [el correlacionismo], y por lo tanto presentar una refutación del argumento que llamo el
“círculo correlacional” (a saber, que hay un círculo vicioso pragmático contenido en cualquier
Este círculo correlacional es uno de los argumentos más fuertes esgrimidos por el correlacionismo
argumento sostiene que es imposible pensar el mundo con independencia del sujeto y de sus
condiciones cognitivas, porque si se piensa que el mundo es independiente de nosotros, este acto
mismo depende del pensar, por lo que queda demostrado de nuevo que cualquier concepción que se
tenga de la realidad tiene que ver con algún sujeto que concibe esa idea: el acto mismo de pensar una
realidad como independiente del pensamiento es un acto subjetivo que demuestra la imposibilidad de
Para Meillassoux, si se puede refutar este argumento, que se supone como fundamental a toda la
herencia filosófica que suscribe de alguna forma el giro crítico propuesto por Kant, es posible
demostrar la posibilidad del realismo frente a cualquier tipo de filosofía subjetivista o correlacional.
Esta es precisamente la razón del uso del término de correlacionismo: “con la invención de este
término quería ‘identificar’ un adversario ubicuo de la filosofía contemporánea, uno que toma en
El objetivo final de esta estrategia es abrir la puerta a una forma específica de realismo. La filosofía
realista que Meillassoux quiere sostener afirma que el aspecto de la realidad al que podemos acceder y
26
que existe con total independencia de los sujetos humanos tiene que ver con las propiedades
Todo lo que, del objeto, puede dar lugar a un pensamiento matemático (una fórmula, una
convertir en una propiedad de la cosa sin mí tanto como conmigo (Meillassoux, 2015, 26).
Después de la finitud es entonces la primera parte de esta empresa realista. Aquí Meillassoux
objetivo es sacarnos de la limitante o finita correlación en la que el correlacionismo nos encerró desde
Kant, mediante la demostración de que es necesario aceptar la irrecusable existencia de esta realidad.
La aporía de la ancestralidad
Meillassoux define correlacionismo como cualquier postura que sostenga que es imposible para el
ser humano conocer algo que exista más allá de los límites que impone la correlación asumida. A
partir de ahí, es correlacionista cualquier posición que rechace cualquier forma de realismo ingenuo
(Meillassoux, 2015, 29). Por ancestral Meillassoux entiende “toda realidad anterior a la aparición de la
especie humana, e incluso anterior a toda forma registrada de vida sobre la Tierra” (Meillassoux,
2015, 36). De este modo, una declaración ancestral es toda afirmación que se refiera a momentos del
Según esta, hay un correlacionismo que hipostasia la correlación y otro que la mantiene como un
sentido un correlacionismo, “sino una metafísica que eternizará al Ego o al Espíritu para hacer de ellos
la contraparte perenne de la donación del ente” (Meillassoux, 2015, 37); para esta postura, que podría
estar ejemplificada en el idealismo hegeliano, la correlación que estructura el mundo que percibimos
es eterna porque existe un Ser eterno que siempre la mantiene. La otra forma de correlacionismo, que
es correlacionismo en estricto sentido, identificada en esta parte de su texto con Kant y con Husserl
indiferentemente, sostiene que la correlación es un hecho concreto y limitado al ámbito humano, pues
“no conocemos ninguna correlación que esté dada fuera de los seres humanos, y no podemos salir de
nosotros mismos para descubrir si es posible que semejante desencarnación del correlato sea
para después cuestionar la comprensión que se les daría desde el punto de vista correlacional. Según la
como lo pretende la ciencia, porque lo que constituiría una interpretación literal de una afirmación
ancestral es “la creencia en que el sentido realista del enunciado ancestral es su sentido último, que no
hay otro régimen de sentido susceptible de profundizar la comprensión” (Meillassoux, 2015, 42), y el
Lo que sostiene Meillassoux parece una perogrullada, pues el correlacionismo ya fue definido
como una postura contraria al realismo. Entonces, afirmar que el correlacionismo no es capaz de
sostener una creencia realista resultaría inoficioso. Sin embargo, el punto sobre el que Meillassoux
señaló, estos se refieren a momentos del universo en los que no había seres humanos con sus
estructuras de correlación, como el momento de acreción de la Tierra; por esto, el enunciado ancestral
Meillassoux señala que las estrategias adoptadas por cada una de las formas de correlacionismo
mencionadas para dar sentido a la ancestralidad son diferentes: el correlacionismo que eterniza la
correlación mediante el recurso a una entidad siempre existente que atestigua todos los fenómenos del
universo le da sentido a un enunciado ancestral afirmando que es irrelevante que en el momento del
estaban allí para atestiguar y darle realidad al fenómeno de este acontecimiento (Meillassoux, 2015,
37). Este argumento, sin embargo, es descartado rápidamente señalando que, por ser un argumento
Lo que le interesa a Meillassoux es revisar la respuesta que le daría el correlacionismo (Kant y/o
Husserl en esta parte de Después de la finitud), y no la metafísica propia del idealismo que absolutiza
la correlación. La razón de esto es que lo que Meillassoux busca es precisamente una explicación no
dogmática de la ciencia. Así pues, el correlacionismo tiene dos estrategias. La primera consiste en
afirmar que como no tenemos un acceso a las cosas como son en sí mismas, la verdad de una
afirmación no puede estar basada en la correspondencia de esta con un objeto real, sino que basa su
hecho de que cualquier ser humano pueda, al realizar los mismos experimentos (con Carbono 14 o con
Para Meillassoux, sin embargo, esta explicación no da cuenta de la anterioridad cronológica del
evento señalado con respecto al surgimiento de la correlación, que nace con el ser humano, porque si
la verdad de la afirmación se basa en la intersubjetividad, aún hay que responder en qué se basa la
intersubjetividad, es decir, falta explicar cuáles son las condiciones de a prioridad que validan para
condiciones permiten entender el evento ancestral de la misma forma que lo presupone la ciencia. A
afirmar que hay una diferencia entre la anterioridad lógica y la anterioridad cronológica. Así, el
cronológicamente simultáneo, pues depende de la correlación, que ocurre en el presente, para ser
Meillassoux señala que una explicación como esta resulta insatisfactoria y peligrosamente cercana
del correlacionismo es que lo “que nos está dado, en efecto, no es algo anterior a la donación, sino
solo algo dado presente que se da por tal” (Meillassoux, 2015, 45). De manera similar, las
explicaciones creacionistas afirman, a partir de la Biblia, que la Tierra no tiene más de 6.000 años de
edad, y explican los datos que la ciencia arroja diciendo que “Dios creó hace 6.000 años, al mismo
tiempo que la Tierra, componentes radiactivos que indican una edad de la Tierra mucho más antigua –
Con esto Meillassoux también señala que la ancestralidad afirmada por la ciencia contemporánea
revela la similitud entre las dos formas de correlacionismo mencionadas, pues las dos terminan por
ofrecer explicaciones absurdas de la declaración ancestral. Una decreta la existencia de un Ser eterno
en el que la correlación se hace siempre efectiva, y la otra afirma que la correlación, siempre en
30
presente, ofrece una especie de engaño (similar a la prueba divina del creacionismo) que nos hace
correlacionista, llegamos a dos diferentes formas de sinsentido de parte de esta última: el sinsentido
dogmático ontológico de la metafísica que afirma como absoluta la existencia de un ente que valida
eternamente la correlación, o el sinsentido epistemológico correlacional que separa los contenidos que
ocurren dentro de la correlación, donde adquiere sentido la declaración ancestral, y los objetos reales
que están fuera de esta, y que son el objeto de investigación científica. Este absurdo señala que la
única manera de darle sentido a declaraciones de tipo ancestral sería rechazar toda forma de
Descubrir el “pasaje secreto” que el pensamiento tomó para tener éxito en lo que la filosofía
moderna nos enseña desde hace dos siglos como lo imposible mismo: salir de uno mismo,
apoderarse del en-sí, conocer lo que es, independientemente de que nosotros seamos o no
explicativa epistemológica del correlacionismo puede ser visto más como una justificación de la
empresa realista que como una refutación contundente. Es una manera en que Meillassoux llama la
atención sobre los que considera peligros de una concepción correlacionista y del hecho de perder la
posibilidad de afirmar el contacto directo con el mundo: el correlacionismo le quita valor absoluto de
Ahora bien, creo que es evidente aquello que se asume sin discusión para la formulación del
argumento, esto es, la validez de la ciencia y su concepción realista del mundo. Lo que resulta
chocante para Meillassoux, más que el hecho de que el correlacionismo ofrezca explicaciones que el
francés considera rebuscadas, es que estas estén en desacuerdo con la manera en que la ciencia valida
ancestral:
tiene sentido más que a condición de que su sentido literal sea también su sentido último
Meillassoux presupone la validez del realismo porque en este reside la confianza del procedimiento
científico y su manera de comprender la verdad de sus propios juicios. De esta manera, aun sin
Meillassoux maneja, es de por sí evidente que se encontrará entre ellas algún tipo de contradicción:
antirrealismo.
simplemente porque este es el ámbito de su disciplina: la ciencia, al menos la que Kant quiso explicar
y esta que Meillassoux tiene en mente, asume que lo que consigue con su trabajo es el descubrimiento
32
de una descripción de cómo son los hechos realmente, mediante el descubrimiento de sus propiedades
que se hace sobre una realidad que es cualitativamente diferente de este es un problema para la
Por esto, a pesar de que, como señalé, hay una semejanza en los puntos de partida de Kant y de
medio de una crítica a la razón en estado puro, la validez de esta relación entre razón y realidad,
condujo a Kant al desarrollo del idealismo trascendental y a la compresión que este ofrece sobre la
experiencia y de los juicios sintéticos a priori que se refieren a esta. Esto significa que el sistema del
idealismo trascendental es formulado porque Kant encuentra que es la única explicación plausible para
En contraste, en Meillassoux argumentar a favor de un acceso realista al mundo parece estar tanto
al principio como al final de su trabajo, como meta prefijada. En Kant se parte de la solidez de la
ciencia y de sus logros para intentar una explicación de cuál es el proceso epistemológico que la
Meillassoux, además de la solidez y relevancia del desarrollo científico, se asume también como punto
ontología. En Kant se parte de las afirmaciones científicas, que se consideran correctas y, al intentar
explicarlas, se revalúa el entendimiento que se tiene del espacio y del tiempo, y de su relación con el
entendimiento, sin importar que con esto se cuestione la concepción aceptada científicamente de
tiempo y de espacio o la relación epistemológica que el científico asume con la realidad (Kant, 1999,
33
110). Por su parte, Meillassoux no parece querer cuestionar la ontología y la epistemología realistas,
sino que las asume solamente para darles un sustento racional no dogmático.
Esta es una perspectiva que desafía la afirmación de Meillassoux sobre el correlacionismo, según la
(Meillassoux, 2015, 41). Tanto la filosofía kantiana como la fenomenología de Husserl, es decir, el
correlacionismo que Meillassoux ataca, pueden verse como una reflexión sobre las posibilidades del
conocimiento humano en general y de las ciencias empíricas en particular; ambas son sistemas de
pensamiento que han planteado importantes retos epistemológicos a la ciencia. Como contraste, la
empresa de Meillassoux, vista desde esta perspectiva, parece ser excesivamente más prudente, pues su
función consiste no solo en descubrir cómo puede la ciencia contemporánea validar racionalmente los
enunciados ancestrales, sino en defender la que sin crítica se asume como la base epistemológica (el
Quizás la razón de esto sea precisamente que Meillassoux se encuentra demasiado impelido a
sí mismo y el causante del estado filosófico actual, posmoderno, en el que cualquier creencia
eje de su trabajo en Después de la finitud no hubiera sido el correlacionismo, tal vez Meillassoux
hubiera asumido un trabajo crítico sobre la ancestralidad como el que Kant o Husserl hacen sobre la
ciencia de sus respectivas épocas, sin poner un prejuicio epistemológico como base para este.
En Kant, por ejemplo, la crítica de las declaraciones científicas toma en consideración los
elementos que considera indispensables para la formulación de estas: además de percatarse de que la
razón por la cual se hace necesario revisar en qué consisten estas ideas, Kant señaló con agudeza la
necesidad de comprender con mayor profundidad lo que es la matemática y qué tipo de juicios hay en
ella, además de intentar una comprensión de sus relación con el espacio, donde se proyecta la
geometría, y del tiempo, donde se proyecta la aritmética. Es decir, hay una actitud, que será extremada
por Husserl, de prudencia frente a la ciencia, en el sentido de tratar de tener a la vista las partes que la
En Meillassoux los enunciados ancestrales son contrastadas siempre con el trasfondo del
correlacionismo, no con un examen de lo que estas contienen como formas de conocimiento por sí
mismas. La pregunta más fundamental que tendría que planteársele a los enunciados ancestrales, no
el tipo de experiencia que las valida: la tecnología que ha hecho posible la datación del surgimiento de
la vida en la Tierra, relacionada íntimamente con la tecnología nuclear y con la capacidad de medir la
radioactividad, o la que ha permitido calcular la edad del universo, que depende de la posibilidad de
medir la temperatura de la luz que emiten estrellas a distancias gigantescas, tiene que ser el objeto de
la crítica de la razón, igual que la matemática de su tiempo lo fue para Kant. Si este último no reparó
en la tecnología de su época como elemento fundamental de su trabajo, fue quizás porque parecía
evidente que esta no era más que una ampliación de la sensibilidad humana más inmediata, a la que se
Así, algunas preguntas que es fundamental contestar para una explicación de la validez de la
ciencia contemporánea giran en torno al tipo de sensibilidad que ofrece esta nueva tecnología: ¿es
simplemente una ampliación mayor de la sensibilidad física humana, o hay un cambio cualitativo en
los datos que nos ofrece?, ¿permite esta tecnología una comprensión que ya no depende de las
35
una realidad que existe con independencia de nuestras condiciones sensibles, y revela, como quiere
limitada del ser humano? Una discusión más concreta con el pensamiento kantiano, o con el
husserliano, sobre la ciencia, hubiera sacado a la luz algunos de estos problemas. Sin embargo, la
generalización surgida del concepto de correlacionismo hace que la mirada de Meillassoux se fije solo
Así pues, desde esta perspectiva, la ancestralidad pierde la relevancia decisiva que le confiere
Meillassoux: la declaración ancestral no es el problema crucial que parecía ser, sino más bien una
una forma de justificar la necesidad de buscar un acceso a la realidad independiente del sujeto, que ya
validación científica es solo un recurso menor dentro de la preocupación central de Meillassoux, esto
es, las consecuencias relativistas de la cosa en sí, que campea en la filosofía desde la obra kantiana.
En suma, la ancestralidad en Después de la finitud no es, como se podría pensar a partir de algunas
afirmaciones de Meillassoux al inicio de su texto, el llamado a una reflexión filosófica sobre las
retórico para debilitar este correlacionismo que se va perfilando, en un contraste detenido, como un
no hay nada que impida a un correlacionista pensar objetos ancestrales o mundos más viejos
que el pensamiento que los piensa, o incluso más viejos que el pensamiento mismo. Incluso
36
desde una perspectiva kantiana ortodoxa, hay poca diferencia en principio entre pensar un
evento de ayer y pensar uno que tuvo lugar hace seis billones de años. No es claro que Kant
tenga más problemas en aceptar una afirmación ancestral acerca de la formación de la Tierra
que en aceptar una nueva demostración científica de la existencia de “materia magnética” antes
no detectada, o del descubrimiento de personas en la luna (para citar dos de sus propios
Piénsese, por ejemplo, que Kant afirma que la filosofía crítica no solo no excluye o niega de ningún
modo la existencia de cosas en sí, sino que los admite con la condición de aceptar que de
saberlo, ya que nuestros conceptos puros del entendimiento, así como nuestras intuiciones
puras, no se dirigen a otra cosa que a objetos de una experiencia posible, esto es, a meros seres
sensibles, y, tan pronto como uno se aparta de estos, no les queda a aquellos conceptos ni
una experiencia posible. Es decir, que si un individuo humano hubiera existido en ese momento
hubiera percibido este acontecimiento con todos sus detalles fenoménicos (colores, texturas, etc.) y, de
haber sido una persona con curiosidad científica, hubiera podido medir el tiempo que le tomó al
planeta formarse y acomodarse para producir la vida en su superficie y calcular, según el número de
veces que este planeta le da la vuelta a la estrella que llamamos sol, el número de años desde su
formación hasta cualquier otro momento del universo. Esto no significa negar que los objetos hayan
existido antes de la conciencia humana, sino solo reconocer que la ciencia, como producto de esta
37
conciencia, solo puede hacer afirmaciones relacionadas con un espacio y con un tiempo, y que
cualquier acontecimiento que haya ocurrido con independencia de nuestra percepción, debe ser
Kant también asume que son los objetos en sí mismos los que causan las representaciones que nos
hacemos de estos (Kant, 1999, 99). Entonces el kantismo no solo puede dar cuenta de la declaración
ancestral mediante la aclaración sobre la posibilidad de experimentar un fenómeno, sino que además
nos es posible conocer cómo fue el proceso de formación de la Tierra en sí mismo, ni nos sería posible
aun si hubiéramos estado presentes en ese momento; no conocemos ni podríamos conocer las
propiedades reales de los objetos que intervinieron en ese proceso, pero mediante procesos
comprensibles para nosotros: tiempo, espacio, condiciones de causalidad, etc. Esto es lo mismo que
hace un científico tanto en relación con acontecimientos ancestrales como con acontecimientos de
hace diez años o de hace dos días, o con respecto a acontecimientos de un futuro posible, y es lo
mismo que hace, según Kant, cualquier ser humano para darle un mínimo sentido a su experiencia más
cotidiana: sintetizar los datos de los sentidos mediante un proceso que relaciona los conceptos y las
formas puras de la sensibilidad (Kant, 1999, 135). Para afirmar que entiende y conoce algún proceso,
el científico debe hacer uso de las estructuras a las que tiene acceso y que posibilitan la experiencia:
espacio, tiempo, causalidad, etc. Así, desde una explicación kantiana, para los objetos y para la
realidad es irrelevante que existan o que no existan seres humanos; pero cualquier experiencia humana
humana y lo que establece es nuestra imposibilidad de conocer sus propiedades como son en sí
mismas, y la necesidad de traducir su existencia a las formas que nos es posible conocer a nosotros.
Esta traducción, en la ciencia contemporánea, la hacen primero los aparatos tecnológicos y después la
interpretación que hacen los científicos humanos de los datos que estos aparatos suministran. La
pregunta que habría que resolver aquí es pues, si, como Meillassoux tendría que demostrar, estos
aparatos no son traductores sino desveladores de las propiedades de la realidad o si, como un kantiano
tendría que mostrar, son solamente ampliaciones de las posibilidades de la sensibilidad humana,
determinada en cualquier caso por las formas a priori del espacio y el tiempo y de las categorías del
entendimiento. Sin poder profundizar en este asunto por no ser el objetivo de este trabajo, es fácil
señalar que en un examen somero se hace evidente que la afirmación ancestral es una afirmación
relativa al tiempo (al número de años que han pasado desde un determinado acontecimiento), al
espacio (la masa de la Tierra en su formación o los lugares de la superficie terrestre donde vivieron los
surgimiento, etc.); y que la matemática que aparece en ella es usada en función precisamente de estos
aspectos.
***
A pesar de que este primer argumento resulta débil y no alcanza a demostrar la insuficiencia
prejuicios realistas ocultos en el de ancestralidad, esta exposición perfila de algún modo el problema
que más preocupa a Meillassoux y permite detectar algunos asuntos que son problemáticos para toda
implacable” (Meillassoux, 2014, 10) y que lleva siempre a la crucial antinomia de la filosofía: que la
razón parece incapaz de validarse a sí misma, no en lo relativo a la ciencia empírica, donde parece que
razón, que justifica para el ser humano conocimientos de todo tipo, no parece ser capaz de justificarse
imposibilidad de trascender sus propios límites, detrás de los cuales supone debe encontrarse ese
absoluto que puede justificarla. Este es el problema que Meillassoux expone en toda su crudeza en su
argumento contra el círculo correlacional y contra la explicación que la razón ha dado para
Según una autointerpretación posterior que hace Meillassoux de Después de la finitud, el problema
de la ancestralidad no pretende ser, “en absoluto, una refutación del correlacionismo”, pues esto sería
“ingenuo”. El propósito de la presentación de este asunto es solamente “exponer una aporía, en lugar
de una refutación” (Meillassoux, 2014, 17). Como se vio, esta aporía consiste en que tanto la ciencia
de lo ancestral como el correlacionismo parecen estar perfectamente fundados y, sin embargo, son
menos no en la filosofía kantiana. Meillassoux encuentra esta aporía porque, por el prejuicio realista
distinción entre fenómenos y cosas en sí: Meillassoux identifica la acreción de la Tierra, que por ser
una experiencia posible cae dentro de lo que es el mundo fenoménico, con un acontecimiento en sí,
solamente por el hecho de que ocurrió en un tiempo anterior al surgimiento de la conciencia humana.
como fenómeno posible y no como un hecho en sí mismo. Sin embargo, esta suerte de anfibología,
probablemente ocasionada por la falta de cuidado con los conceptos particulares de cada una de las
discusión entre realismo e idealismo, esto es, la justificación del proceso mediante el cual el
pensamiento termina por inferir la existencia de una realidad independiente de toda forma de
pensamiento.
Hay un desarrollo propio del pensamiento, y que la filosofía muestra de manera radical y clara en
filosofía kantiana, en el que la razón afirma la necesidad de la existencia de un algo que debe existir
ontológica surge inevitablemente una antinomia epistemológica: este algo debe ser independiente e
incondicionado, por lo que el ser humano, que está condicionado a ciertas estructuras cognitivas, no
puede acceder a esa realidad sino solo a través de transformar eso real en algo condicionado que pueda
ser comprendido. El problema más acuciante frente a esto es que la razón no puede aceptar esta
limitación, y pretende siempre, por su propia naturaleza, comprender esa realidad en su propia
Desde este punto de vista, lo que Meillassoux lleva cabo en Después de la finitud es forzar al
extremo la tensión de este problema planteado por el idealismo trascendental para intentar romper la
resistencia de los límites fenoménicos del conocimiento (comp. Harman, 2011, 3). Sin embargo, a
pesar de su intento, no puede realmente romper o resolver esta tensión. Para mostrar por qué no se
***
Kant afirmó que lo que permite en el ser humano la formulación de juicios sintéticos a priori es la
a prioridad no solo de los conceptos del entendimiento, sino la manera en que estos conceptos se
enlazan con las formas puras de la sensibilidad, también de carácter a priori, para generar las
experiencias de la sensibilidad empírica. Este proceso es causado por el impacto que tienen los objetos
sobre la sensibilidad y que desencadena la síntesis de los datos sensibles mediante los conceptos del
ocurriendo en el tiempo. El conocimiento es así el producto de la limitación mutua que le imponen los
Sin sensibilidad no nos sería dado objeto alguno; y sin entendimiento, ninguno sería pensado.
Pensamientos sin contenido son vacíos, intuiciones sin conceptos son ciegas. Por eso, es tan
necesario hacer sensibles sus conceptos (es decir, añadirles el objeto en la intuición) como
hacer inteligibles sus intuiciones (es decir, llevarlas bajo conceptos) (Kant, 2009, A51 = B75).
Esto significa que toda la experiencia posible para el ser humano está condicionada por estos
elementos y sus relaciones, por lo que no es posible conocer o tener experiencias por fuera de estos
condicionamientos: todo objeto se nos presenta como podemos experimentarlo, pero acerca de cómo
es en sí mismo no podemos saber en realidad nada. La pregunta fundamental que surge de esta
42
explicación es, entonces, de dónde viene la necesidad de asumir la existencia de objetos en sí mismos,
conocimiento ocurre dentro de ciertos límites específicos, ¿por qué mantener la afirmación de la
existencia de cosas por fuera de estos límites? ¿Tiene esto alguna utilidad?
Para ocuparse de esto, Meillassoux hace otra distinción con respecto al correlacionismo según la
respuesta que se ha dado a estos interrogantes. Habría un correlacionismo fuerte, que podría ser el
sostenido por Husserl, Heidegger o Wittgenstein, que elimina el presupuesto ontológico de objetos en
sí y se queda solo con la correlación; y un correlacionismo débil, identificado con Kant, que acepta la
epistemológica. El correlacionismo fuerte decreta que es inútil ocuparse del problema de las cosas en
sí, y que la filosofía solo debe tratar acerca de la correlación, que es lo único a lo que en realidad
podemos tener algún tipo de acceso, o al menos de lo que podemos hacer algún tipo de descripción
asumiendo posturas incoherentes con sus propios postulados: si todas las experiencias posibles están
condicionadas por nuestras estructuras, pero se quiere establecer que hay una relación en la que las
cosas en sí afectan los sentidos para producir las experiencias, esto último significa afirmar algo
acerca de una realidad que existe con independencia de las experiencias mismas, lo que constituye una
contradicción.
Esta contradicción es lo que Meillassoux llama círculo correlacional. Así, el correlacionismo fuerte
No puede haber X sin una dación de X ni una teoría sobre X sin poner a X. Si usted habla de
algo, dirá el correlacionista, usted habla acerca de algo que le es dado a usted y puesto por
Según esta nueva distinción, hay tres posibilidades del correlacionismo frente a la cosa en sí: en
primer lugar, el correlacionismo kantiano, débil, que afirma la distinción, pero cae en una aparente
irresoluble e innecesario; el extremo, que es en realidad una metafísica, que resuelve el problema al
absolutizar la correlación hasta identificarla con la cosa en sí o el absoluto. Frente a este panorama,
Meillassoux quiere revalorar la cosa en sí en contra del correlacionismo fuerte, sin caer en el
correlacionismo extremo, pero sin asumir tampoco la limitación para el conocimiento que el
correlacionismo débil estableció en Kant. Es decir, a partir del correlacionismo fuerte, pretende
rehabilitar una parte del correlacionismo kantiano para transformarlo en una forma específica de
La demostración consiste primero en hacer evidente una posición definitoria del correlacionismo
fuerte. Esta afirma que como la correlación es lo único a lo que tenemos acceso, no es posible afirmar
la necesidad de la correlación: debemos afirmar que la correlación tanto puede darse como puede no
darse, porque aparte de ella nada sabemos, y es imposible saber si en algún punto el tipo de
correlación que tenemos cambiará, porque no conocemos lo que la determina ni por qué razones se da
de la manera en que lo hace. Esto, en otras palabras, significa que la correlación no es absoluta, sino
contingencia de la correlación. Es necesario que la correlación sea contingente, porque de otro modo
sería necesaria, es decir, absoluta, como quiere el correlacionismo extremo, que en realidad es un
44
dogmatismo metafísico. Entonces, el correlacionismo fuerte, si pretende ser consecuente con aquello
que lo distingue del correlacionismo débil y del correlacionismo extremo, tiene que decretar la
necesidad de la contingencia, por lo que debe aceptar la existencia de algo absolutamente necesario
termina demostrando que hay algo, y solo una cosa, que puede ser probada como necesaria, que es la
factual, solo la contingencia de lo que es no es ella misma contingente” (Meillassoux, 2015, 128). Este
demuestra, para Meillassoux, que existe un absoluto que el pensamiento puede pensar y al que puede
acceder, y que es independiente de este. Este absoluto es un absoluto lógico, que se deduce por un
reniega de este principio, caerá en alguna contradicción que le abre la puerta al dogmatismo. Este
principio también muestra que es absolutamente necesario que cualquier entidad puede no existir, lo
que significa que es la apertura para la absoluta posibilidad: la posibilidad de que cualquier cosa,
Por ser una tesis acerca de la absoluta necesidad de todas las posibilidades, es una tesis
especulativa y no metafísica, es decir, es una tesis epistemológica que ya no depende del sujeto que
conoce, y que establece algo sobre la posibilidad de la existencia de cualquier cosa, posibilidad que
permite y valida la especulación filosófica de carácter realista (Meillassoux, 2015, 101). Además, el
absoluto mostrado así por Meillassoux es especulativo y no metafísico, y se distingue del absoluto
metafísico hegeliano en que este último asume la contingencia necesaria solo como un momento
45
dentro del desarrollo del Espíritu, que es superado en otra instancia de este proceso, mientras que el
contingente. Por eso Meillassoux señala que “el principio de factualidad no consiste en sostener que la
contingencia es necesaria, sino en sostener con mucha exactitud que solo la contingencia es necesaria”
A este absoluto Meillassoux lo designa como Hiper-Caos, pues al estar caracterizado por la
(Meillassoux, 2015, 106). Es una forma de tiempo que sería “capaz tanto de abolir como de hacer
emerger toda cosa” (Meillassoux, 2015, 103). A partir de esto, Meillassoux señala las propiedades
positivas de esta realidad necesaria, para distinguirla de la cosa en sí del correlacionismo débil, que se
refiere a ella solamente como una forma de ignorancia, de limitación, de conocimiento negativo.
Meillassoux afirma así que su descubierta contingencia absoluta e innegable posee las propiedades de
momento determinado; pero si ese algo es contradictorio, entonces esa transformación se hace
imposible, porque si algo es y no es al mismo tiempo, ya no tiene nada más en que transformarse, por
actualización de cualquier posibilidad, implica que dentro de esas posibilidades necesariamente debe
las dos esferas de la existencia y la inexistencia, hay que decir que es necesario que haya
siempre tal o cual existente susceptible de no existir, y tal o cual inexistente susceptible de
existir.
La solución se enuncia entonces así: es necesario que haya algo y no nada, porque es
necesariamente contingente que haya alguna cosa y no alguna otra cosa. La necesidad de la
contingencia del ente impone la existencia necesaria del ente contingente (Meillassoux, 2015,
123).
Entonces, a partir de la distinción de cosas en sí y fenómenos establecida por Kant, y de los límites
contingente es posible mantener la distinción entre aquello que está limitado a ciertas formas
correlacionales y aquello que es incondicionado, pues es precisamente este absoluto el que hace que el
pensamiento filosófico llegue a establecer esta distinción. Así, en unas líneas que bien podrían estar
encuentra implicada en ella: usted ha “tocado” nada menos que un absoluto, el único
verdadero, y con ayuda de este ha destruido todos los falsos absolutos de la metafísica, sean los
Usted puede distinguir, entonces, el posible de ignorancia del posible absoluto. Pero queda el
hecho de que esta distinción siempre va a descansar sobre el mismo argumento: porque se
47
puede pensar que es absolutamente posible que el en-sí sea otro que lo dado, lo que creo
Meillassoux parte entonces de las diferentes formas de correlacionismo para buscar su supuesto
original, esto es, la distinción entre cosa en sí/cosa para mí, y encuentra en este supuesto la prueba de
una realidad independiente del pensamiento y una forma original de pensarla, un “logos de la
contingencia, o incluso una razón emancipada del principio de razón, un racional especulativo que no
sería ya una razón metafísica” (Meillassoux, 2015, 124). Con esto Meillassoux establece la base
teórica que justifica la especulación sobre la realidad, y que tendrá que resolver diferentes tipos de
problemas de tipo lógico y, probablemente, desarrollar diferentes formas de lógica para su desarrollo
consigo mismo, pero caótico por su carácter contingente. Esto lo hace en contra de lo que el
pensamiento había establecido en la filosofía kantiana, esto es, que el absoluto es necesario para el
muy claro en qué se diferencia este absoluto demostrado lógicamente a partir del correlacionismo, del
respuesta para Meillassoux es precisamente que este nuevo absoluto se demuestra contra el
correlacionismo, pero aceptando sus presupuestos más fundamentales. Esto hace que no sea esta una
forma ingenua de realismo que desatiende la filosofía trascendental para regresar a una postura
históricamente anterior a esta, sino una forma que surge precisamente de ella. Probablemente por eso
Meillassoux se pregunta: “¿no podríamos ‘restringir’ esta potencia del caos [el Hiper-Caos] de modo
48
tal de hacer con ella la objetivación de lo posible, pero esta vez del modelo débil, del modelo
Lo que Meillassoux hace es mostrar que si bien existe una correlación que delimita un cierto tipo
demostrar la existencia de algo real e independiente al pensamiento, pero que el pensamiento puede de
hecho pensar positivamente, es decir, puede convertirlo en objeto de la filosofía; una filosofía que es
realista especulativa. Vista así, la propuesta de Meillassoux puede entenderse como un kantismo que
absoluto. Mejor todavía: es efectivamente pensado –pensado por usted– como absoluto puesto
que, en el caso contrario, jamás se le habría pasado por la cabeza no ser un idealista
Sin embargo, como señalé también con respecto al problema de la ancestralidad, el principal
solamente en una discusión con algunos presupuestos lógicos de las filosofías correlacionales, y no
toma en consideración los aspectos de estas que tienen que ver con la pregunta por la investigación
clara la relación que hay entre las consideraciones sobre la ancestralidad y la ciencia empírica que la
hace posible, y el argumento lógico que demuestra lo absoluto de la necesidad de la contingencia. Para
49
ofrecer una refutación completa del idealismo trascendental, el argumento de la facticidad tendría
primero que mostrar, a partir de las condiciones de posibilidad de la ciencia, por qué lo derivado de un
un conocimiento válido.
A este ejercicio que demuestra verdades a partir del desenlace analítico de los conceptos, desligado
del contenido intuitivo de estos, Kant lo designa en la Crítica de la Razón Pura como dialéctica (Kant,
2009, B85). Como Kant ha determinado las condiciones de un juicio sintético a priori, y a partir de
esto ha señalado la necesaria interrelación entre conceptos e intuiciones puras, puede afirmar que
la lógica general, considerada como organon, es siempre una lógica de la apariencia ilusoria,
es decir, es siempre dialéctica. Pues no nos enseña nada acerca del contenido del conocimiento,
sino únicamente las condiciones formales de la concordancia con el entendimiento, las cuales,
por lo demás, son enteramente indiferentes en lo que respecta a los objetos; y por eso el
atrevimiento de servirse de ella como de un instrumento (organon), para (al menos como
pretensión) ensanchar y ampliar uno sus conocimientos, no puede conducir a nada más que a la
charlatanería de afirmar con alguna apariencia ilusoria –o también, de rebatir a capricho– todo
El establecimiento de estas condiciones hace que una refutación del idealismo trascendental deba
tener como uno de sus principios una reformulación de lo que es un juicio sintético a priori,
lo ancestral. De otro modo se incurre, como creo que es el caso en Meillassoux, en un ejercicio
dialéctico, desligado de todo contenido intuitivo, que no señala en realidad un camino fuera de la
correlación.
50
En contraposición a este tipo de ejercicio, Kant ofrece una explicación, coherente con su sistema,
de lo que es el papel de la cosa en sí, y de este modo la justifica. Según esto, es posible pensar algo
incondicionado porque la razón, que busca siempre un encadenamiento y una síntesis de conceptos,
silogismo no es, él mismo, otra cosa que un juicio, por medio de la subsunción de su condición
bajo una regla universal (premisa mayor). Ahora bien, puesto que esta regla, a su vez, está
expuesta al mismo intento de la razón, y por ello, debe buscarse, hasta donde sea posible, la
principio propio de la razón en general (en el uso lógico) es: encontrar, para el conocimiento
Es precisamente por la manera en que el conocimiento se da, y por las condiciones que posibilitan
los juicios de conocimiento, que la razón, como principio que da unidad al entendimiento, debe
presuponer algo incondicionado para operar sobre los conceptos que sintetizan lo múltiple en una
unidad, la objetividad condicionada. Así, la razón “se reserva la totalidad absoluta en el uso de los
sintética que es pensada en la categoría” (Kant, 2009, B383). Es decir, que la razón guía al
entendimiento hacia una “cierta unidad de la que el entendimiento no tiene concepto alguno, y que se
encamina a reunir todas las acciones del entendimiento con respecto a cada objeto, en una totalidad
absoluta” (Kant, 2009, B383). Este es para Kant el significado de absoluto: un presupuesto operativo
Meillassoux señala en las primeras páginas de su texto que Kant había declarado que las cosas en sí
mismas no pueden conocerse, pero que pueden pensarse: en Kant, “si no podemos aplicar el
conocimiento categorial a la cosa en sí, podemos en cambio someterla al requisito lógico de todo
pensamiento” (Meillassoux, 2015, 58). Sin ocuparse de los presupuestos que llevan en Kant a la
simplemente acepta esta necesidad de pensar la cosa en sí e infiere de esta la existencia de algo
absoluto en sí, del que puede haber un conocimiento positivo. Por eso esta estrategia puede verse
como una manera de resolver una pequeña parte del sistema filosófico kantiano, pero que deja de lado
otros aspectos que a la especulación realista podrían causarle problemas, como el rol de la experiencia
sensible, por ejemplo. Probablemente esto puede deberse a la reducción que hace Meillassoux de las
diferentes filosofías y sus presupuestos específicos –que incluyen presupuestos históricos, como la
esta manera afirma una filosofía que aborda la especulación sobre algo pretendidamente real y
absoluto, en donde caben todas las posibilidades. Es una filosofía cuyo tema no es el ser, sino lo que
puede-ser (Meillassoux, 2014, 27). Sin embargo, a pesar de la originalidad y fuerza argumentativa que
pueda observarse en esta estrategia, no puede concederse que el argumento de la facticidad sea una
refutación satisfactoria de los límites planteados por Kant al conocimiento posible. En primer lugar,
segundo, porque, aun aceptando que sin haber derribado las condiciones del conocimiento sí se abre la
posibilidad de una especulación válida sobre algo en sí, la descripción de esta como algo
cosa en sí.
52
Tanto Kant como Meillassoux plantean las dificultades de aceptar algo en sí que existe con
necesidad que hay en nosotros de romper de algún modo los límites de la razón. Kant afirma
claramente:
Es verdad: no podemos dar, más allá de toda experiencia posible, ningún concepto
determinado de lo que puedan ser las cosas en sí mismas. Pero no somos libres de abstenernos
completamente a la razón; la experiencia nos hace retroceder siempre más en la respuesta a las
preguntas y nos deja insatisfechos con respecto a la resolución completa de ellas [...] ¿quién,
ante la completa contingencia y la dependencia de todo aquello que pueda pensar y que pueda
empero, por sobre todos los conceptos que puede justificar por la experiencia, tranquilidad y
comprendida según su posibilidad, aunque no pueda tampoco ser refutada, porque concierne a
un mero ser del entendimiento; idea sin la cual la razón debería quedar insatisfecha para
Como se ve, ya en la filosofía kantiana había una conciencia de lo problemático que resulta limitar
preguntarse por lo que es indeterminado y que existe por sí mismo sin los condicionamientos de
53
ninguna forma de la razón. Igual que Meillassoux deduce algunas características positivas del Hiper-
Caos, Kant encuentra la posibilidad de señalar algo positivo al descubrir el límite de la razón, “pues en
todos los límites hay también algo positivo” (Kant, 1999, 259). La determinación de un reino de
primero depende de alguna manera, pues esta es la forma en que la razón puede explicar y dar
A partir de esto Kant le da cabida, como un acontecimiento inevitable y que debe ser aceptado
como supuesto, a la afirmación de cosas en sí mismas. Sin embargo, a pesar de entender de dónde
procede, y por eso aceptar la necesidad de afirmar la existencia de seres solamente inteligibles o
Meillassoux, fundamental, entendiendo por esto la necesidad no solo de aceptar por inevitable lo
indeterminado, sino de comprobarlo directamente, de evidenciarlo, de probar que hay algo afuera de
nuestra limitación, que nos es posible conocerlo y que es el fundamento de nuestro conocimiento.
En este sentido creo que la propuesta de Meillassoux tampoco ofrece una respuesta que satisfaga a
la razón, tanto por las razones ya señaladas acerca de su falta de cuidado con los correlacionismos
particulares, como por el hecho, más importante, de que su contingencia no es tampoco una manera
directa de evidenciar eso incondicionado, sino otra manera razonada de demostrar y señalar que es
necesario aceptar ese absoluto. Se mantiene ante esto la pregunta de si el hecho de validar una
filosofía especulativa sobre lo real satisface la urgencia de la razón por ese absoluto. Meillassoux
afirma que su filosofía se ocupa no del ser, sino del puede-ser, y que está basada en una absoluta
contingencia caótica; ahora bien, ¿es este tipo de especulación, que valida cualquier posibilidad, el
54
tipo de conocimiento absoluto que la razón pretende alcanzar? En cierto modo, la transformación que
hace Meillassoux del absoluto metafísico en un absoluto especulativo solamente traslada el mismo
problema a otro ámbito del pensamiento igualmente insatisfactorio para el instinto de absoluto que
En la respuesta que se obtiene al problema del fundamento realista de la ciencia, tanto de parte del
sistema kantiano como del realismo especulativo matemático de Meillassoux, hay una incomodidad.
Meillassoux afirma que un científico podría suscribir la metafísica cartesiana, pero no una explicación
kantiana de los procedimientos y las limitaciones del conocimiento; según esto, el científico
estará presto a admitir, sin demasiada dificultad, que las cualidades secundarias no existen más
que a título de relación de un ser vivo con su mundo, pero será sin duda bastante más reticente
a admitir que las cualidades primarias –matematizables– no existen más que a condición de
que nosotros mismos existamos, y no como propiedades de las cosas mismas (Meillassoux,
2015, 41)
Esto puede concederse. Pero también habría que preguntarse si un científico aceptaría que la
realidad que está investigando funciona a partir de un principio de sinrazón, y que los fenómenos que
estudia son en realidad producto de un Hiper-Caos que puede hacer surgir o destruir cualquier cosa en
cualquier momento. Si la explicación correlacionista es contraria al sentido común del que la ciencia
parte, esta explicación especulativa también resulta desconcertante para la manera de comprender el
quehacer del científico. Si, como traté de mostrar, el idealismo kantiano puede dar sentido a
dar cuenta de este tipo de investigación, ¿cuál opción estaría más propenso a elegir el científico?,
55
¿optaría por alguna solo por una preferencia histórica o estética? Este dilema deja ver que el problema
Para la filosofía el asunto crucial sigue siendo el de la inevitable evidencia del límite del
pensamiento: con especulación o sin ella, el pensamiento descubre siempre sus propias limitaciones, y
a partir de estas refuerza su necesidad de buscar maneras de salir de sí mismo para descubrir lo
entendimiento, sino como una evidencia directa, indubitable, intuible. Por otra parte, es de suponer
transformación, y posiblemente disolución, debe ser impredecible, en tanto que no puede ser planeada
ni ejecutada por la razón, sino que es el efecto del choque de esta con eso que se encuentra por fuera
de ella y que existe con independencia de cualquier determinación subjetiva dependiente del individuo
La esperanza de Meillassoux es que, así como la duda escéptica de Hume despertó a Kant de su
sueño dogmático, la ancestralidad nos despierte de nuestro “sueño correlacionista”, haciendo que
posible reconciliar el pensamiento con el absoluto, o si este contacto no ocasionaría más bien una
alcanzar ese contacto no se requiere algún tipo de metodología radicalmente diferente del devenir
próximo capítulo trataré de mostrar que la dirección de la filosofía de Husserl fue una búsqueda de
esta nueva metodología investigativa, y que esta puede entenderse precisamente como un intento de
solución del problema fundamental del pensamiento que Kant planteó y que la filosofía de
Capítulo 3
Como señalé en la introducción, igual que Kant y que Meillassoux, Husserl diagnostica la filosofía
de su época como una filosofía en crisis por la variedad contradictoria de ideas, doctrinas y corrientes.
Así, detecta que la filosofía de su época se encuentra en un estado de descomposición que la lleva a
moverse en una actividad sin norte: “en lugar de una filosofía viva y una, tenemos una literatura
filosófica creciente hasta lo infinito, pero casi carente de conexión [...] tenemos un seudoexponer y un
Ya en las lecciones de 1907, conocidas como La idea de la fenomenología, Husserl señalaba que el
principal reto que debía superar la filosofía para salir de esta crisis era el escepticismo (Husserl, 2011,
80). Este escepticismo, repetidamente relacionado en su obra con el empirismo, es entendido como la
actitud que nace de una carencia de fundamento racional que demuestre sin lugar a dudas la validez
del conocimiento. Según esta interpretación que Husserl hace del desarrollo filosófico moderno, lo
que mostró Hume fue precisamente que el pretendido absoluto de Descartes, que fundamentaba la
filosofía racionalista, no era evidente ni indubitable, y mostró que “el conjunto del conocimiento del
mundo, tanto el pre-científico como el científico, era un enigma enorme” (Husserl, 2008 ,132).
El empirismo resultó así definitivo como una forma escéptica de motivación filosófica, porque
mostró las carencias del racionalismo dogmático como fundamento de la ciencia y la filosofía al hacer
evidente que no existía en ninguna propuesta filosófica una explicación clara sobre la relación entre
razón, lógica, matemática, por un lado, y objetos empíricos, por otra. La tarea de una epistemología no
58
escéptica, que pueda justificar racionalmente el conocimiento, se convirtió entonces, desde Kant, en
desentrañar el nexo entre esos dos aspectos del conocer: el intelecto y la sensación, el sujeto y los
objetos.
La filosofía kantiana afirma que el nexo entre pensamiento y objetos está garantizado por las
experiencia de objetos que se presentan a nuestra percepción, con el sentido que les es propio. De esta
manera, Kant ofrece una explicación de la validez del conocimiento en general, y del conocimiento
científico en particular. Sin embargo, como consecuencia de esta explicación se delimita la región de
Con respecto a esto, igual que Meillassoux, Husserl llama la atención sobre el hecho de que el
conocimiento, por su naturaleza, pretende acceder a una universalidad que la distinción entre
conocidos? ¿Cómo puede ir más allá de sí y alcanzar los objetos de una manera fidedigna? [...]
En la percepción, la cosa percibida pasa por estar dada inmediatamente. Ahí está la cosa,
delante de mis ojos que la perciben; la veo y la toco. Pero la percepción no es nada más que
una vivencia que me pertenece a mí, el sujeto que percibe [...] ¿Cómo puedo estar seguro?,
¿cómo se yo, el sujeto que conoce, que no solo existen mis vivencias, estos actos
cognoscitivos, sino que también existe lo que ellas conocen? En efecto, ¿cómo puedo saber
que siquiera existe algo que hubiera que poner frente al conocimiento como un objeto? ¿Debo
decir que solo los fenómenos están verdaderamente dados al sujeto que conoce, que este nunca
59
jamás transciende el nexo de sus propias vivencias, por lo que solo puede decir con verdadero
derecho: ‘Yo existo; todo no-yo es mero fenómeno y se disuelve en plexos fenoménicos’?
¿Debo adoptar, pues, el punto de vista del solipsismo? Una dura exigencia (Husserl, 2011, 78)
Esto muestra que, para Husserl, igual que para Meillassoux, esta separación entre fenómenos y
cosas en sí, y la delimitación de la posibilidad del conocimiento solo a los primeros, es también un
problema que debe ser resuelto. Como se mostró en el capítulo anterior, Meillassoux pretende resolver
contingencia absoluta, con lo que busca demostrar que sí tenemos conocimientos de las cosas como
son en sí mismas. Sin embargo, con esta estrategia no consigue hacer evidente la existencia de los
demostración racional, que opera a partir de las normas de la razón, no hace evidentes los
presupuestos de la racionalidad ni muestra la validez del nexo que hay entre pensamiento y objetos.
Por lo demás, su crítica al correlacionismo muestra con claridad que la cosa en sí, es decir, lo que el
pensamiento siempre anhela alcanzar, es un problema que necesita una respuesta por la crisis
porque es la validez de la razón argumentativa lo que se debe aclarar: “¿de qué sirve apelar a
significado real de las leyes lógicas, que está fuera de toda cuestión para el pensamiento natural, se
vuelve ahora cuestionable e incluso dudoso” (Husserl, 2011, 80). Husserl se percata de que una
conocimiento humano, ligado a las formas intelectuales humanas, incapaz de alcanzar la naturaleza de
las cosas mismas, las cosas en sí” (Husserl, 2011, 80). Todo esto muestra que, para Husserl, como
para Meillassoux, la razón exige, para el conocimiento, una fundamentación sólida, basada en algún
absoluto.
Por eso para Husserl la ciencia representó siempre uno de sus temas de reflexión fundamentales,
pues es en esta actividad en donde se presenta de una manera más contundente la relación entre
pensamiento y realidad, realidad que es, al menos en apariencia, cualitativamente diferente de las
proporciones numéricas de la matemática y de las leyes formales de la lógica, que se usan como
criterio operativo de las ciencias. Sin embargo, la ciencia no es en sí misma, como lo es para Kant y
para Meillassoux, el modelo del que se debe extraer la fundamentación del conocimiento. El gesto de
Husserl comporta una radicalidad que no se encuentra en aquellos. Por un lado, si bien Kant termina
por transformar la base ontológica de la ciencia, convirtiendo el realismo ingenuo en una forma de
idealismo, a pesar de hacerlo acepta como válido el conocimiento de las ciencias empíricas y de las
ciencias matemáticas sin cuestionar su validez; por otro lado, Meillassoux acepta sin cuestionamiento
tanto la ontología realista de la ciencia como la validez de esta disciplina. Husserl, en cambio, se
percata de que la solución a los problemas epistemológicos no puede tomar nada de ninguna de estas
ciencias, pues la solución de aquellos es la fundamentación de estas. Esto significa que para él la
Si el sentido mismo y el valor del conocimiento natural como tal, junto con todos sus recursos
entonces esto afecta también a cada principio extraído de la esfera del conocimiento natural
que pueda ser considerado como un punto de partida y a cualquier método presuntamente
la naturaleza no tienen aquí la menor ventaja frente a cualquier conocimiento, real o presunto,
Esto muestra que el objetivo del pensamiento de Husserl se enmarca dentro de la misma
materialismo especulativo, señalaría el hecho evidente de que la razón, usada sin un previo examen de
Es decir, Husserl asume como punto de partida de su reflexión el problema del conocimiento con
todas las aporías y problemas que señalé en el capítulo anterior y que se hicieron evidentes en el
examen de la propuesta de Meillassoux en contraste con la filosofía critica kantiana. Sin embargo, su
manera conjunta los problemas que surgen tanto del racionalismo como del idealismo trascendental.
abarcadora: Meillassoux intenta refutar el correlacionismo haciendo uso de uno de los aspectos que ya
desde Kant se habían identificado solo como una de las partes constitutivas del conocimiento, esto es,
el intelecto y la lógica. Husserl se percata de la necesidad de investigar en una región que de algún
62
modo precede tanto al intelecto racional como a la sensibilidad empírica, y donde probablemente se
encuentre el fundamento del nexo que existe entre estos dos aspectos que son aspectos constitutivos
esenciales del conocimiento. Como ya señalé, esto significa, entre otras cosas, que esta propuesta
metodológica no puede basarse en el uso de la razón como método de investigación, lo que quiere
decir que no es una filosofía que pretenda argumentar para demostrar verdades. Además, Husserl no
parte de la aceptación acrítica de la validez de la ciencia como punto de partida para el descubrimiento
determinada por una forma específica de conocimiento. Su propósito es desde el inicio radicalmente
Para esto Husserl propone una forma de investigación filosófica que él consideró como
totalmente nuevo, que la distingue por principio de toda ciencia ‘natural’” (Husserl, 2011, 83). La falta
de comprensión de lo que esta se propone es, en mi opinión, la razón por la que para críticos como
Meillassoux no es posible ver el valor de la fenomenología como una práctica para el descubrimiento
Una clara muestra de que para Husserl lo crucial de su propuesta radicaba en la metodología es el
artículo que escribió para la Enciclopedia Británica en 1927. En este define la fenomenología como
“un nuevo método descriptivo que hizo su aparición en la filosofía a principios de siglo y una ciencia
63
apriórica que se desprende de él” (Husserl, 1990). Veinte años antes ya había señalado que la palabra
fenomenología designa “por encima de todo, un método y una actitud intelectual: la actitud intelectual
Por lo demás, este carácter de novedad del método es el descubrimiento inevitable de un camino de
racionalismo, incluido aquí el idealismo, habían podido aclarar este enigma, se hacía necesario dejar a
un lado los presupuestos de estas dos formas de investigación y encontrar una nueva vía que
permitiera descubrir los procesos y componentes que constituyen lo que se experimenta como
conocimiento. Para Husserl, el método fenomenológico es el inevitable paso que debía dar como
consecuencia del desarrollo propio que había tenido la filosofía antes de él, y que la había llevado a la
crisis de su justificación.
Este paso se dirige a determinar un ‘lugar’ desde el que se pudiera investigar de nuevo la realidad,
sin tomar como base ninguno de los presupuestos de los que hacían uso el empirismo y el
Mientras que ellos como genuinos filósofos que tienen ya un punto de vista parten de previas
prejuicios, nosotros tomamos nuestro punto de partida de aquello que se encuentra antes de
todos los puntos de vista: del dominio entero de lo dado ello mismo intuitivamente y antes de
todo pensar teórico, de todo aquello que se puede ver y captar inmediatamente – cuando,
precisamente, no se deja uno cegar por prejuicios ni aparta por ellos la atención de clases
la cosa en sí afirmando que solo los hechos sensibles existen y que estos son reales e independientes
de la subjetividad. Sin embargo, esta postura, que se basa en un perjuicio que les da preeminencia
epistemológica a los datos sensibles y termina por negar la posibilidad de una fundamentación
juicio trascendente sobre el conocimiento, según el cual no hay fundamentación trascendente posible.
contradice. Entonces, por un lado, es esta una posición epistemológica insatisfactoria filosóficamente,
por lo que tiene de contradictoria, y por otro comporta una visión muy corta cuando se pretende
comprender el sentido y el valor del conocimiento en el que el ser humano basa su vida: “meras
ciencias de hechos hacen meros seres humanos de hechos” (Husserl, 2008, 50). El empirismo resulta
ciencia.
Por su parte, el racionalismo “admite un pensar puro, ‘apriórico’”, pero no “llega a tener, por
medio de la reflexión, una clara conciencia de que hay algo que es un intuir puro” (Husserl, 2013,
124). Un idealismo como el de Kant entiende la intuición solamente como algo relacionado con las
formas de la sensibilidad y con los fenómenos que estas formas configuran con participación de las
deducciones que a su vez están sostenidas en conceptos que no han sido aclarados de manera intuitiva
Frente a estas dificultades que producen una crisis en la fundamentación epistemológica, Husserl
descubre la necesidad de desarrollar un método que permita un captar que sea anterior tanto a
65
perceptos como a conceptos, y que permita intuir directamente cómo estos se configuran. Es decir,
encuentra la necesidad de una comprobación de lo que Kant describió en su obra, pero no ya en forma
de deducción, porque la misma lógica está puesta en cuestión, sino como evidencia directa. El gesto
de Husserl pretende así descubrir si es posible intuir el proceso de formación de la experiencia, para
evidenciar directamente lo descrito por Kant, o por cualquier otra propuesta epistemológica que
explique las condiciones del conocimiento, y así discernir cuál es la descripción más adecuada.
Esto es precisamente lo que Husserl entiende por un intuir puro: un ‘ver’ o ‘percibir’, no los
fenómenos empíricos ni los conceptos con los que se juzgan, sino las estructuras y procesos que hacen
posible la experiencia de la realidad. El método fenomenológico pretende ser la manera para alcanzar
una tal percepción. Es a este propósito a lo que hacen referencia las famosas palabras de Husserl en las
Investigaciones Lógicas:
Los conceptos lógicos, como unidades válidas del pensamiento, tienen que tener su origen en
la intuición [...] no queremos de ninguna manera darnos por satisfechos con ‘meras palabras’,
esto es, con una comprensión verbalmente simbólica, como las que tenemos por de pronto en
nuestras reflexiones acerca del sentido de las leyes establecidas en la lógica pura [...] No
remotas, confusas, impropias. Queremos volver a las ‘cosas mismas’ (Husserl, 1976, 218).
Entonces, así como Meillassoux afirma que su pregunta en Después de la finitud es una pregunta
Husserl tiene el mismo carácter. La fenomenología es, desde esta perspectiva, la metodología
necesaria para intuir en su pureza los procesos de fundamentación del conocimiento, lo que permite
66
después una descripción de estas intuiciones y la formulación de una ciencia a priórica, es decir, de
***
¿Cómo llevar entonces la mirada de la investigación a esa región donde se configuran los procesos
que producen lo que experimentamos como conocimiento? ¿Cómo volver la mirada a las cosas
mismas? La fenomenología, como la plantea Husserl, requiere la aplicación de unos pasos específicos
que buscan que la mirada del investigador se dirija a esa región donde se da la a prioridad de lo que se
presenta como realidad. Solo de esta manera el sentido mismo de real puede ser investigado: si
podemos captar los procesos mediante los que se configuran los fenómenos que percibimos como
reales e independientes de nosotros, y también podemos captar los procesos intelectuales mediante los
que se producen los conceptos con los que juzgamos esa realidad, es posible desentrañar de dónde
provienen originalmente los conceptos de realidad y de objeto independiente, con los que calificamos
De esta forma, la discusión que se genera por la distinción entre fenómenos y cosas en sí toma otra
dirección. Meillassoux le critica al correlacionismo que este declare la imposibilidad de conocer las
cosas como son en sí, como en el caso de Kant, o que afirme la inexistencia de tal objetualidad en sí,
como en el correlacionismo fuerte. Lo que la propuesta de Husserl pretende señalar es que esta
discusión está basada en asumir de antemano que se entiende claramente lo que significa real, es decir,
independiente de un observador, y lo que significa ideal o dependiente del sujeto. Según esto, lo que
determina las distintas posiciones en esta discusión es el hecho de tomar partido por la adjudicación de
estas propiedades a los fenómenos: Meillassoux y el correlacionismo kantiano afirman que sí hay algo
real e independiente, mientras que el correlacionismo fuerte afirma que no existe nada con
67
independencia de quienes lo perciben; Meillassoux afirma que eso real puede efectivamente ser
conocido y pensado, mientras que Kant afirma que solo puede ser inferido pero nunca conocido. Con
la propuesta de Husserl, antes de tomar partido por una u otra de estas posiciones, lo que se debe
intentar es aclarar, no conceptualmente, sino por medio de un intuir directo, de dónde surge la
experiencia de algo real e independiente, o de algo ideal y dependiente, que es la que produce la
formación de los conceptos correspondientes (real, ideal, cosa en sí, etc.) (Zahavi, 2019, 38). Solo así,
con conceptos aclarados a partir de las cosas mismas, es decir, a partir de aquella experiencia que les
Por esto, así como en el capítulo anterior se pudo apreciar que el concepto de correlacionismo
como lo usa Meillassoux simplifica demasiado las particularidades de la propuesta crítica kantiana y
que por eso no toma en consideración importantes presupuestos de la filosofía trascendental con
fundamentalmente una filosofía correlacionista también impide ver que su valor decisivo no reside en
el hecho de estudiar una cierta forma de correlación, sino en la propuesta metodológica que propone
para hacerlo y en las condiciones de las que se deriva esta propuesta. Una refutación decisiva al
correlacionismo de Husserl tendría que partir de una consideración crítica del método fenomenológico
Ahora bien, lo primero que resulta decisivo para poner en práctica el método fenomenológico es
llevar a cabo una acción particular sobre nuestra subjetividad, que es desde donde se lleva cabo toda
subjetividad como un aspecto esencial de cualquier forma de conocimiento: por más que el científico
pretenda afirmar que el conocimiento de sus disciplina es neutral y objetivo, y que no se refiere a un
68
individuo particular, sino a los objetos del mundo como son en sí mismos, con independencia del
sujeto particular, tiene que reconocer que la investigación la realiza desde su subjetividad, desde un
lugar particular, desde donde observa el mundo. El método fenomenológico parte de la constatación
de que el conocimiento es conocimiento para alguien y de que si se quiere tener un punto de vista
realmente desprejuiciado es necesario reconocer y desactivar los prejuicios que hay en el investigador,
llevando cabo una acción específica sobre su estado cognitivo mismo y sobre la relación que sostiene
Este enigma consiste en que no hay claridad sobre cómo un sujeto, que tiene una experiencia que le es
propia, y que pertenece a su subjetividad, puede experimentar la validez sobre el conocimiento de algo
que existe por fuera de esta subjetividad, algo que es cualitativamente diferente a esa subjetividad. En
palabras de Husserl, el problema es entender cómo en una experiencia que es inmanente, es decir, que
esa subjetividad: “¿cómo puede la vivencia ir, por así decirlo, mas allá de sí misma?” (Husserl, 2011,
94).
presentan los objetos en la experiencia, y su relación con la inmanencia, es el enigma que se quiere
resolver, la filosofía no puede, por principio, dar por sentado el carácter independiente de los objetos,
Entonces, el punto de partida radicalmente nuevo que la filosofía debe asumir implica descartar de
Así, lo que la filosofía debe investigar no son los objetos, sino la correlación completa que se da entre
objetos y sujetos, para descubrir en ella el nexo que hay entre ambos. Para acceder directa e
objetivar lo que queremos comprender, es decir, dejar de lanzar nuestra investigación a objetos que se
presentan como trascendentes y dejar la mirada en una región donde lo inmanente de la subjetividad
está configurando la trascendencia del mundo. A esta desactivación Husserl la designa epojé, con esta
La metodología de Husserl promueve entonces que se realice una suspensión que desactiva la
tendencia natural que tenemos de asumir el mundo de nuestra experiencia como un mundo
trascendente, esto es, real, independiente de nuestra subjetividad. A esta tendencia se la designa como
actitud natural, por ser la actitud a partir de la cual vivimos nuestra cotidianidad y que es la que está a
la base de cualquier forma de investigación empírica. Por esto, el paso de entrada a la investigación
Es importante tener en cuenta que al desactivar toda forma de trascendencia se debe desactivar
también la trascendencia del sujeto concreto que tiene la experiencia: el individuo particular, su ser
trascendente que vive como objeto entre otros objetos también queda desactivado; a partir de la
reducción que Husserl plantea se suspende la objetividad psíquica del sujeto y en su individualidad
natural”. Esta tesis es la que afirma que la realidad “la encuentro ahí delante como existente y la
acepto, tal como se me da, también como existente” (Husserl, 2013, 140). Al desactivarla se “pone
entre paréntesis” el carácter trascendente de los objetos de la experiencia con lo que la región de
configuración inmanente queda revelada. Esta desconexión debe además entenderse adecuadamente
no como una negación, sino como una desactivación, como un poner entre paréntesis la tesis de la
actitud natural: “no niego este ‘mundo’ como si fuera un sofista, ni dudo de su existencia, como si
fuera un escéptico: pero practico la epojé fenomenológica, que me cierra por completo todo juicio
Esto significa que no se niega la existencia del mundo que se presenta ahí delante, porque eso
resolver el enigma sin haber tenido una evidencia directa de la correlación inmanencia/trascendencia.
Lo que hace el fenomenólogo al desactivar la tesis es no hacer uso de ella, no asumir la realidad o
idealidad del mundo, para que su actitud no esté volcada a este de una manera práctica, como es el
caso cuando hacemos uso de la tesis de la actitud natural: con la tesis activa, el mundo se presenta
como “mundo de valores, mundo de bienes, mundo práctico. [...] En forma inmediata hay cosas ahí
71
como objetos de uso, la ‘mesa’ con sus ‘libros’, el ‘vaso’, el ‘florero’, el ‘piano’, etc.” (Husserl, 2013,
137). Con la tesis desactivada ya no estamos relacionados de esta manera utilitaria con el mundo, sino
que podemos permitir que la mirada se fije solo en la inmanencia de la vivencia para descubrir en esta
Este descubrir el fundamento se convierte así en una intuición directa, es decir, en un dato absoluto del
Esta posibilidad de intuir directamente el nexo entre subjetividad y objetividad, en lugar de inferir
pensadores:
98).
que busca abrir al investigador una región de algún modo anterior a la operatividad de la lógica, de la
absolutamente indubitable.
72
Esto es posible porque la epojé o reducción fenomenológica permite que, al desactivar la tesis de
ya no estamos volcados a un mundo de objetos y valores en el que somos además objetos valorados
por otros, podemos observar como testigos neutrales lo que hay en nuestra vivencia y permitir que la
atención se mueva de diferentes maneras y capte lo que hay de esencial en esta. De esta manera la
fenomenología promete un acceso a la vivencia pura, a lo que hay de inmanente en cada experiencia.
Así, en lugar de demostrar lógicamente la existencia de una necesidad absoluta, como hace
Meillassoux, el método fenomenológico puede mostrar a la intuición del investigador que de hecho
Frente a la tesis del mundo, que es una tesis “contingente”, está, pues, la tesis de mi yo y mi
vida de yo puros, que es una tesis “necesaria”, simplemente indubitable. Todo lo cósico dado
en persona puede no ser; ninguna vivencia dada en persona puede no ser: tal es la ley esencial
Lo que esto significa es que al llevar a cabo la reducción fenomenológica y acceder a una región de
pura experiencia, que Husserl designa como la “región de la conciencia pura” (Husserl, 2013, 190), lo
que se presenta ya no son objetos trascendentes frente a los que dudamos de su carácter real o ideal,
presente o ilusorio, etc., es decir, contingencias cognitivas, sino sus correspondientes modos de darse
en la vivencia inmanente, en su pureza fenomenológica, en la cual son datos indudables que están ahí
presentes y que por eso revelan su necesidad. En términos más concretos, esto puede comprenderse si
se piensa que con la tesis de la actitud natural activa lo que tenemos son objetos frente a nosotros con
los que interactuamos de diferente manera; estos objetos pueden ser percibidos de manera engañosa:
podemos percibir un gato blanco como si fuera negro por efecto de la luz, o por un problema
73
neurológico podemos escuchar o ver cosas que en realidad no están ahí. En nuestra actitud natural los
objetos están sometidos a esta contingencia y nuestra experiencia puede cambiar constantemente el
Siempre puede ser que el curso ulterior de la experiencia fuerce a abandonar lo ya asentado con
derecho de experiencia. Era, se dice después, mera ilusión, alucinación, un mero sueño
coherente, etc. [...] Así pues, resulta completamente claro que todo cuanto en el mundo de las
cosas está ahí para mí, es por principio solo realidad presuntiva (Husserl, 2013, 179).
Pero en una actitud fenomenológica ya no hay este proceso de refrendación experiencial, porque lo
que está dado no requiere de ninguna confirmación: la vivencia es lo que se presenta y se presenta con
este carácter de inmediatez, que es lo característico de la intuición. En la actitud natural hay objetos
fenomenológica lo que se presenta son precisamente esos escorzos, partes y trasformaciones, los
cuales son simplemente lo que se presenta, y no necesitan una interpretación ulterior ni requieren que
incompletitud.
Lo decisivo de esto es que la fenomenología encuentra en estos datos absolutos y en los procesos
que ocurren en esta región de conciencia pura, el lugar en el que se configura la experiencia
trascendente propia de la actitud natural. Por eso la fenomenología permite partir de una intuición
absoluta que revela los procesos que configuran la experiencia de realidad con la que vivimos cada día
naturaleza con sus tesis trascendentes, y de dejarnos determinar por las motivaciones implícitas
en esos actos hacia tesis trascendentes siempre nuevas, ponemos todas esas tesis “fuera de
teórica a la conciencia pura en su absoluto ser propio. Así pues, esto es lo que queda como el
buscado “residuo fenomenológico”, lo que queda a pesar de que hemos desconectado el mundo
entero con todas las cosas, seres vivos, hombres, comprendidos nosotros mismos. No hemos
perdido propiamente nada, sino ganado el ser absoluto en su totalidad, que, bien entendido,
alberga en sí todas las trascendencias mundanas, las “constituye” en sí [...] Ahora vivimos
íntegramente en estos actos de segundo nivel, en los que lo dado es el campo infinito de las
En este campo de la fenomenología se descubre la esencial correlación que existe entre los datos de
las vivencias inmanentes, que se dan de manera absoluta, y los objetos trascendentes que llamamos
reales, que se presentan siempre incompletos y como separados de la conciencia que los experimenta:
“a todo fenómeno psíquico corresponde, por vía de la reducción fenomenológica, un fenómeno puro
que exhibe su esencia inmanente (tomada individualmente) como dato absoluto” (Husserl, 2011, 103).
experimenta como realidad, como cosas trascendentes, es el producto de una serie de procesos que
procesos inmanentes que ocurren en la conciencia y que pueden ser intuidos directamente cuando se
mediante un mostrar intuitivo, directo, que la experiencia de un mundo independiente del sujeto tiene
su origen en la conciencia, y que los conceptos derivados de esta experiencia, como los conceptos de
Precisamente por serlo no pueden ser entendidos como absolutos incondicionados que pueden ser pre-
asumidos, como conceptos con los que puede razonarse y a partir de los cuales pueden hacerse
En resumen, Husserl primero identifica los prejuicios teóricos, lógicos, conceptuales, que han
razón; una vez descubiertos los desactiva mediante la reducción fenomenológica para revisar
percibir si hay en esta región una evidencia directa de la fundamentación racional del conocimiento,
cualquiera que este sea y del tipo que sea (científico, artístico, filosófico, matemático, etc.).
A partir de esto, se puede afirmar que lo que distingue en primer lugar esta propuesta es el hecho
de darle un valor superlativo a la intuición, a la evidencia directa: siguiendo el camino que según su
interpretación tomó la filosofía moderna, y con Descartes como uno de los principales modelos,
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Husserl asume que sea cual sea el tipo de fundamentación que el conocimiento tenga, o incluso si no
tienen ninguna fundamentación módicamente absoluta, lo que se hace necesario es llegar a mostrar
La ciencia genuina y la genuina exención de prejuicios que le es propia exige como base de
todas las pruebas juicios inmediatamente válidos en cuanto tales, que saquen directamente su
validez de intuiciones originariamente dadoras. [...] Quiere parecernos que este y no otro es el
aspecto que presentaría un proceder realmente exento de prejuicios o puramente apegado a las
cosas.
El “ver” inmediato, no meramente el ver sensible, experimentante, sino el ver en general como
derecho de todas las afirmaciones racionales. Función legitimadora la tiene solo porque y en la
medida en que es originariamente dadora. Si vemos un objeto con toda claridad, si hemos
visión y en el marco de lo realmente captado al ver, si vemos luego (como un nuevo modo de
“ver”) cómo está conformado el objeto, entonces el enunciado fielmente expresivo goza de su
pretende ser una ciencia de alcance universal, quiere “ser ciencia y método de esclarecimiento de
Así, cuando en la definición de la Enciclopedia Husserl dice que del método descriptivo que es la
fenomenología se desprende una ciencia a priórica, quiere decir que al encontrar regularidades, esto
puede ofrecer explicaciones universales que valen para la conciencia pura en general, es decir, para
cualquier forma de producción de realidades trascendentes. Por lo demás, las esencias de las que habla
Husserl no son entidades metafísicas, que serían prejuicios propios de la actitud natural. Las esencias
de Husserl son, como ya señalé para los datos absolutos de las vivencias inmanentes, hechos que
deben poder comprobarse mediante una intuición, una intuición de hechos esenciales:
conciencia que capta el objeto originariamente, en su mismidad “en persona”. Enteramente por
Las esencias que la fenomenología busca son aquellas regularidades que mediante la reducción
conocimiento, o de experiencias emocionales, o de experiencias sensibles, etc. Son esos hechos que
están siempre presentes en la formación de cualquier experiencia, y que por estar siempre como base
Esta es la razón, por lo demás, de que Husserl hable de diferentes etapas de la reducción
fenomenológica. Si bien en general a la epojé descrita por Husserl se la designa como reducción
78
experiencia, se puede decir que se está llevando cabo una reducción trascendental, entendiendo el
concepto en sentido kantiano: es una reducción trascendental la que permite captar las estructuras
esenciales o a prióricas sin las cuales sería imposible la formación de la experiencia de realidad
Entonces, la respuesta que ofrece Husserl al reto escéptico de Hume pretende ser exhaustiva. No
solo ofrece un acceso a la intuición más originaria del conocimiento, sino que además, mediante la
progresión de reducciones, identifica las esencias fundamentales del conocimiento y de esta manera
ofrece una respuesta trascendental, es decir, a priórica, que fundamenta la universalidad y validez
racional del conocimiento, tanto el filosófico metafísico, como el empírico científico. Lo particular de
La fenomenología es una respuesta, que pretende ser completa, al desafío que Hume le lanzó a la
epistemología occidental, que pretende fundamentar la totalidad del conocimiento en la razón humana.
Su propósito no es otro que el de recuperar un absoluto racional que sirva de suelo firme para la
construcción de cualquier forma particular de conocimiento. En esta hay una superación de los límites
del conocimiento que Kant había impuesto. Esta superación consiste en la disolución de ciertas
concepciones que se revelan como pre-asumidas y no fundamentadas mediante una intuición directa
De esta manera, el concepto de cosas en sí, de algo que existe en un ámbito distinto al de la
y de sus procesos de configuración de la realidad que se presenta como objetiva y trascendente. Tomar
un concepto que nace en la experiencia, y a partir de este afirmar la existencia de algo que existe más
Ya sobre la base de nuestras exposiciones generales [...] resulta claro que semejantes teorías
solo son posibles mientras se evita fijar seriamente la vista y ahondar científicamente en el
sentido, entrañado en la esencia propia de la experiencia, de lo dado como cosa y por ende de
“la cosa en general” –el sentido que constituye la norma absoluta de todo discurso racional
sobre cosas. Lo que atenta contra este sentido es precisamente un contrasentido en la más
rigurosa acepción, y esto es sin duda aplicable a todas las teorías gnoseológicas del tipo
La lógica basa su sentido en la capacidad de enlazar conceptos. Estos conceptos se basan a su vez
definición del concepto. Así, la racionalidad toda se basa en la comprensión de lo que es una cosa, un
objeto, y de las maneras en que este se constituye y adquiere sentido para que una conciencia
particular pueda desarrollar un discurso lógicamente válido. Por esto la fenomenología se asume como
la practica capaz de fundamentar cualquier forma racional de discurso, pues es en la conciencia pura
donde está la base de la posibilidad tanto de la experiencia sensible como de la experiencia intelectual
basada en conceptos.
Entonces, la fenomenología puede de esta manera mostrar que cuando Kant afirma que las cosas en
sí mismas son completamente desconocidas para nosotros, está cometiendo el error de tomar un
80
concepto (el de cosa en sí) que tiene su origen en la conciencia, para usarlo como fundamentación
explicativa de cómo funciona la conciencia. La fenomenología muestra así que los límites kantianos
del conocimiento no son en realidad limitaciones de la conciencia, y que más bien lo que hay en la
experiencia es una ilimitada potencialidad de experiencias, que incluyen toda forma posible de
conocimiento y que, de nuevo, incluso la idea de que puede haber algo más allá surge como
mostrar así la génesis de la idea de la objetualidad, que sería el origen de la idea de cosas en sí,
Husserl, muestra que el supuesto encierro al que la filosofía correlacional kantiana había sometido al
conocimiento y que Meillassoux denuncia como una consecuencia negativa del correlacionismo es
simplemente una sensación derivada de una creencia errónea, esto es, la idea de que hay algo objetual
que existe más allá de la conciencia y que esta no puede llegar a conocer. En este sentido, el concepto
mismo de “más allá de” sería un producto de la experiencia de la actitud natural, en la que los objetos
Esta infinitud produce la sensación de que hay siempre un más allá, algo detrás de la experiencia, pero
Meillassoux critica este camino afirmando que la objetualidad y la realidad así mostradas como
allí solo hay un mundo en tanto que la conciencia se trasciende a sí misma hacia él. En
nosotros, de lo que existe solo como correlato de nuestra propia existencia. Esta es la razón por
la que, en realidad, nosotros no nos trascendemos mucho lanzándonos a un mundo como ese,
porque lo único que estamos haciendo es explorar las dos caras de lo que queda en un cara a
cara – como una moneda que solo conoce su propio anverso (Meillassoux, 2014, 7).
mediante la reducción y la evidencia intuitiva son insatisfactorias, y por qué el único modo de
entender el “gran exterior” es el de los pensadores prekantianos, y sobre todo por qué parece que es
indispensable para Meillassoux que ese exterior no sea relativo a nosotros. ¿En qué consiste la
molestia que tiene para Meillassoux ese “nosotros” como correlato de la realidad?
La fenomenología muestra un camino de exploración de ese nosotros que revela un exterior que no
es necesariamente insatisfactorio cuando se entiende que ese “nosotros” no se refiere al ser humano
concreto, sino a la conciencia como fundamento de toda forma de conocimiento, es decir, a una
conciencia no personal que es lo único que queda una vez han sido desconectados todos los prejuicios
y las tesis no autoevidentes de que se hacen uso en la actitud natural. Con respecto a esto, Husserl
afirma que en la fenomenología “no se ha dicho que tenga que haber en absoluto un mundo ni cosa
por ciertas configuraciones esenciales” (Husserl, 2013, 189). Esto quiere decir que el mundo, con
todos los seres particulares que contiene, incluidos los seres humanos, es contingente, una posibilidad
de la conciencia, mientras que la conciencia no depende del mundo, y en este sentido no está limitada
resulta entonces evidente que el ser de la conciencia, de toda corriente de vivencias en general,
82
quedaría sin duda necesariamente modificado por una aniquilación del mundo de las cosas,
pero intacto en su propia existencia [...] Así pues, ningún ser real, ningún ser de tal índole que
Con esto Husserl deja claro que la reducción fenomenológica descubre que la conciencia pura es un
existente autónomo, anterior a toda cosa y, en ese sentido, a toda experiencia, y que no necesita
ninguno de estos fenómenos para existir. Al mismo tiempo descubre que las cosas, esto es, las
experiencias, sí tienen como condición de posibilidad esa conciencia pura, que no es la conciencia de
un individuo concreto, sino la región donde se constituye toda forma de individualidad y de cosidad
Resulta claro que a pesar de cuanto se habla, en su sentido seguramente no sin fundamento, de
un ser real del yo humano y de sus vivencias de conciencia en el mundo, [...] a pesar de todo
esto, la conciencia, considerada en su “pureza”, debe tenerse por un nexo de ser cerrado para
sí, como un nexo de ser absoluto en que nada puede infiltrarse ni nada puede escapar; que no
tiene un exterior espacio-temporal ni puede estar dentro de ningún nexo espacio-temporal; que
no puede experimentar causalidad por parte de ninguna cosa ni puede ejercer causalidad sobre
epistemología occidental, porque ofrece ese absoluto que Meillassoux también reclama y que señala
como perdido debido a la filosofía de Kant. De acuerdo con esto, como Meillassoux lo señala, el tipo
83
de correlacionismo defendido por Husserl hace desaparecer el problema de las cosas en sí, pero lo
hace al mostrar, mediante una evidencia directa, que la idea de exterioridad y de trascendencia son
derivaciones de la conciencia y que no son anteriores a esta. Esto implica que cualquier investigación,
sea que se ocupe de objetos físicos, como en la física o la química, o conceptuales, como en la
especulación filosófica o la matemática, tiene como condición de posibilidad esta conciencia que
antecede cualquier objetualidad y cualquier conceptualidad. A esto se refiere Husserl al afirmar que
realidades singulares subordinadas [...] es un ser que la conciencia pone en sus experiencias,
que por principio solo es intuible y determinable en cuanto algo idéntico de multiplicidades
motivadas de apariciones –pero que más allá de ello es una nada (Husserl, 2013, 189).
La razón por la que esto puede resultar problemático para filosofías realistas, como es el caso de la
propuesta de Meillassoux, es, en primer lugar, el hecho de que con esto se niega la existencia de
objetos materiales que existen con independencia de cualquier condicionamiento determinado por
algún tipo de conciencia. En segundo lugar, y creo que de manera más importante, porque resulta
difícil entender en qué consiste una conciencia pura, no individualizada ni instanciada en seres
conscientes; esta dificultad hace que para Meillassoux, a pesar de decretarse la impersonalidad de esta
conciencia pura, siempre sigue existiendo un “nosotros”, es decir, un individuo humano que es el que,
desde la perspectiva fenomenológica, determinaría con su conciencia individua lo que son las cosas y
Sin embargo, lo que Husserl pretende señalar es que su hallazgo no consiste en un argumento que
pretende contestar otros argumentos en un sentido lógico, sino que es justamente el resultado de la
aplicación cuidadosa de una determinada metodología. Por eso, ante un contrargumento como el de
84
Meillassoux, que solo señala una insatisfacción producida tanto por el hecho de afirmar la inexistencia
de cualquier realidad por fuera de la conciencia, lo que genera una sensación de encierro, como por la
descubrimiento de los hallazgos que esta trae. Así, lo que la fenomenología promete es, por un lado, el
descubrimiento de una exterioridad absoluta e ilimitada, que es precisamente esa conciencia pura que
especulación filosófica y científica, etc.; y por otro la determinación de un fundamento confiable ara el
desarrollo del conocimiento, que tendría que basar sus productos en la evidencia directa que valide el
Ancestralidad y fenomenología
fenomenología porque esta última hace depender de los individuos humanos y sus estructuras
los que los seres humanos, o cualquier otra forma de vida orgánica, no existían todavía. Por eso, si los
juicios cobran su carácter de verdad solo en relación con nosotros los humanos, la verdad de los
Sin embargo, como ya señalé, la conciencia pura de la que habla Husserl no es la conciencia
humana, con sus limitaciones particulares, sino la condición absoluta de cualquier tipo de fenómeno
posible. Entonces la ciencia, que se ocupa de hacer afirmaciones de tipo espacio-temporal, como es el
caso también de la ciencia de la ancestralidad, es un fenómeno que se hace posible por la existencia
85
el espacio lo que posibilita el surgimiento de la conciencia, según como lo entiende la ciencia –para la
cual la conciencia es el producto del desarrollo de un cerebro, desarrollo que ocurre en el tiempo y en
el espacio–, es la conciencia la que hace posible cualquier fenómeno, lo que incluye también toda
A partir de esto, lo que establece la fenomenología de Husserl es, por un lado, que estos
existencia el sostén de la conciencia pura, que posibilita toda forma de realidad, de conocimiento y de
ciencia; y, por otro, que esta declaración sobre el fundamento del conocimiento pertenece al ámbito de
sostienen en otro ámbito de la investigación, que está determinado por el uso activo y no cuestionado
de la actitud natural.
propios de la ciencia, ni sus pretensiones realistas, sino que pretende descubrir el fundamento último
que posibilita cualquier tipo de fenómeno que se presenta como realidad trascendente. Por esto la
fenomenología no tiene problema con aceptar la verdad de los enunciados ancestrales tal y como la
ciencia, y Meillassoux, los entienden: como enunciados que se refieren a una realidad anterior a los
seres humanos e independiente de estos, y cuya verdad depende de los experimentos de comprobación
y de las herramientas matemáticas que se aplican en cada caso según las normas de cada disciplina
científica.
86
Según Meillassoux, el correlacionismo afirma que en la ciencia hay dos niveles de significado, “el
sentido inmediato, realista; y un sentido más original, correlacional” (Meillassoux, 2015, 42). Sin
embargo, por todo lo anterior, la fenomenología de Husserl no necesita hacer esto, pues su objetivo no
Además, como la fenomenología trata de descubrir la fundamentación de todo juicio mediante una
evidencia directa, permite constatar con claridad que los enunciados ancestrales se refieren a
duraciones temporales y a localizaciones espaciales, y que estas solo pueden ser entendidas en
correlación con una subjetividad para la que la experiencia se da en relaciones de tiempo y de lugar.
¿Qué otra cosa significa que la Tierra se formó hace 4.5 billones de años, si no es que a partir de una
conciencia presente (la del científico en su actitud natural) se puede tomar una cierta unidad de medida
(digamos, el año) y retroceder hasta el momento de acreción de la Tierra, y que lo que vamos a tener
en la cuenta que llevamos son 4.5 billones de las unidades de medida escogida (unidad que, por lo
demás, tiene que ver con experiencias sensoriales relacionadas con el movimiento aparente del Sol
alrededor de la Tierra)?
Así, no es solo el correlacionismo el que afirma que la verdad científica es una verdad con relación
a quienes la piensan, sino que el enunciado ancestral, como declaración científica, contiene, como
parte indispensable de su sentido, una serie de relaciones temporales y espaciales que implican el
tiempo presente y el espacio que ocupamos actualmente. Meillassoux pretende que los enunciados
ancestrales sean verdaderos con independencia de estas relaciones, porque sus propiedades
matemáticas existen con independencia de tiempo y espacio como cualidades secundarias, pero no
queda claro en su propuesta cómo entender estas propiedades matemáticas como algo separado de
87
cualquier determinación espacio-temporal fenoménica, ni qué valor puede tener una verdad que solo
Visto así, el materialismo especulativo de Meillassoux parece mucho más frágil que la propuesta
fenomenológica de Husserl, como medio de superación de las limitaciones que Kant impuso al
misma forma, desde este punto de vista, el idealismo de Husserl fundamenta mucho mejor, dentro de
en últimas, el punto de vista del propio Husserl es que la reducción trascendental nos permite
entender y dar cuenta del realismo que es intrínseco a la actitud natural [...] Por esto es que
Husserl también escribió que su “idealismo trascendental” contiene el realismo natural en él,
en tanto que es una explicación del sentido que el mundo tiene para nosotros “antes de
porque funciona con base en la actitud natural. Como ya señalé, la fenomenología no se ocupa de
cuestionar las declaraciones de tipo ancestral en cuanto que verdades objetivas de la ciencia, sino que
busca entender y descubrir la fundamentación de la realidad en la que a su vez se basan todas las
actividades humanas, incluida la ciencia natural. Entonces, desde la postura de Meillassoux, que pre-
ancestrales; desde la postura fenomenológica, que intenta no pre-asumir ninguna tesis sobre el mundo,
es la ciencia la que eventualmente tendría que aclarar en qué se sostiene su disciplina para evaluar la
Se entiende así que lo que Husserl rechaza no es la ciencia ni su realismo, sino “la absolutización
del mundo que encontramos en el realismo metafísico” (Zahavi, 2017, 186). Es decir, el intento de
tomar hallazgos científicos, que operan como consecuencia de la conciencia, y asumirlos como la
condición de la conciencia:
Todas las unidades reales son “unidades de sentido”. Las unidades de sentido suponen
que les da sentido, que por su parte es absoluta y no existe ella misma a su vez mediante un dar
Entonces, mientras que la ciencia opera como actividad empírico-matemática, todas sus
afirmaciones tienen valor en ese ámbito, y su significado, como quiere Meillassoux, es un significado
realista sin más. Surge un problema cuando un filósofo, como es el caso del francés, pretende asumir
metafísica:
experiencia posible, entonces ciertamente “orbe”, “todo de la naturaleza”, vale tanto como todo
de las realidades; pero identificar este con todo el SER, y con ello absolutizarlo, es un
contrasentido. Una realidad absoluta es lo mismo que un cuadrado redondo. Realidad y mundo
son aquí, precisamente, rótulos para ciertas unidades de sentido válidas, a saber, unidades del
“sentido”, referidas a ciertos nexos de la conciencia pura, absoluta, que conforme a su esencia
dan sentido y acreditan la validez del sentido justamente de tal manera y no de otra (Husserl,
2013, 204).
89
fundamentación misma del conocimiento requiere que no se asuma de antemano ninguna estructura
lógica ni concepto, para de esta forma hacer evidente a la intuición la formación de estos, que son los
natural, no lo es el uso ingenuo de estos procedimientos por parte de la filosofía, que quiere
existencia de la necesaria contingencia, puede ser válido desde una óptica racionalista ingenua, pero
no funciona como fundamentación del conocimiento según los presupuestos de Husserl, pues lo que se
necesita para fundamentar el conocimiento de manera indubitable es una comprobación directa que no
haga uso de presupuestos lógicos. Entonces, desde la perspectiva que tiene Husserl de los problemas
filosóficos que producen una crisis de la fundamentación epistemológica, sería necesario preguntarse
de qué manera es posible evidenciar esa absoluta contingencia, ese Hiper-Caos, al que se refiere
Meillassoux.
¿Hay alguna manera práctica, mediante la reducción fenomenológica o mediante cualquier otra
forma de evidenciarían directa, que permita intuir ese Hiper-Caos y que además lo revele como la
fundamentación absoluta del conocimiento filosófico y del empírico? Si no fuera posible, ¿no sería
90
esta falta de evidencia directa una muestra de que el realismo de Meillassoux es en su propia manera
Según Meillassoux, “el rechazo de la metafísica dogmática significa el rechazo de toda necesidad
real: a fortiori, el rechazo del principio de razón” (Meillassoux, 2015, 61). Por eso, afirma que su
realismo no es dogmático porque no hace uso del principio de razón suficiente, ya que el Hiper-Caos
que demuestra con el argumento de la factualidad es caótico precisamente porque todo ocurre sin
ninguna razón necesaria, sino en la absoluta contingencia. Según su interpretación, “ser dogmático
equivale siempre a sostener que esto o aquello, algo determinado cualquiera, debe ser absolutamente,
y ser tal como es” (Meillassoux, 2015, 60), pero su realismo afirma justamente que lo absolutamente
Sin embargo, no se explica adecuadamente por qué el dogmatismo tiene que ver exclusivamente
con esta no utilización del principio de razón suficiente y no con el hecho de aplicar conceptos puros
sensible, como la exigiría Kant, o sin una prueba intuitiva pura, como la exigiría Husserl. Es decir, no
justifica por qué el argumento de la factualidad no es un mero ejercicio dialéctico, o por qué no
Además, si lo que el dogmatismo supone es que mediante el empleo exclusivo de la razón, de sus
cualesquiera, sin que [sea] para ello necesario recurrir a los sentidos” (Kant, 2009, estudio preliminar
de Mario Caimi), parece que el procedimiento argumentativo que usa Meillassoux es una muestra de
que este realismo especulativo está sostenido en una nueva forma de dogmatismo.
91
Frente a esto Meillassoux podría afirmar que su postura no es dogmática porque tiene el respaldo
independiente de cualquier correlación determinada por el humano. Si esto fuera así, entonces, ¿para
qué ofrecer una demostración de un pretendido Hiper-Caos absoluto cuando ya la ciencia está
***
A partir de todas estas complicaciones que pueden llegar a planteársele a Meillassoux en relación
con su pretensión de ofrecer una forma no dogmática de realismo, puede verse de nuevo que la
satisfactorio en esta última, es el papel de la comprobación intuitiva que la fenomenología exige para
la filosofía. Mientras que la fenomenología ofrece un camino que promete mostrar de manera intuitiva
un absoluto, que es la fundamentación de la realidad y de las estructuras que posibilitan las diferentes
ciencias que estudian esa realidad, el realismo de Meillassoux solo ofrece un argumento que
demuestra una extraña forma de realidad y que no tiene una clara relación ni con la ciencia ni con la
realidad cotidiana.
92
Conclusiones
He tratado de mostrar que tanto Husserl como Meillassoux tienen el objetivo de superar un estado
de crisis que detectan en la filosofía de sus respectivas épocas, y que este objetivo es el motor
principal de sus propuestas. Esta crisis de la filosofía, que también fue diagnosticada por Kant en el
siglo XVIII, se manifiesta en forma de confusión filosófica, entendida como la carencia de un método
único que le dé unidad a la investigación filosófica y permita descubrir algún tipo de verdad absoluta
no relativa a condiciones particulares del investigador o de su escuela. Lo que determina este estado
de confusión, según las interpretaciones de estos filósofos, es en general el escepticismo, que muestra
razón y el pensamiento, lo que promueve el relativismo y justifica así toda forma de desarrollo
filosófico.
Así, mi interpretación sostiene que tanto Husserl como Meillassoux acometen sus trabajos para
buscar esta fundamentación absoluta e indubitable, que sirva para sacar a la filosofía de la crisis
escéptica en que se encuentra. Lo que motiva principalmente esta búsqueda es, por lo demás, que un
estado de crisis como este promueve los fideísmos, la estrechez de miras y los fanatismos sostenidos y
A partir de esto, he tratado de mostrar que la propuesta de fundamentación que hace Husserl resulta
más rica, sólida y fructífera que la de Meillassoux. Al hacerlo, he intentado a la vez contestar a
algunas de las críticas que Meillassoux le hace al correlacionismo, categoría en la que por supuesto
está incluida la propuesta fenomenológica de Husserl. De esta manera, he procurado explicar las dos
propuestas comparadas de la manera más detallada posible, siempre intentando comprenderlas como
Creo que la principal diferencia, aquello que considero de más valioso en la fenomenología a partir
directamente ese proceso de fundamentación, ese absoluto que fundamenta el conocimiento. A partir
de su interpretación del desarrollo filosófico moderno occidental, Husserl encuentra como una
necesidad el desarrollo de un nuevo método, una nueva forma de “ver” que permita captar lo que antes
solo se había inferido de unos conceptos que no habían sido adecuadamente contrastados con las
“cosas mismas”, es decir, con las intuiciones que los originan (Husserl, 1976, 218).
Así, resulta fundamental comprender que la fenomenología pretende ofrecer un método para
demostraciones lógicamente enlazadas. Con esta captación originaria descubre que la conciencia pura
inevitablemente llega a declarar la necesidad de investigar cualquier asunto mediante una revisión de
la experiencia misma y de los fenómenos en su pureza. Por lo demás, con esto establece su carácter
punto de partida.
Por su parte, Meillassoux ofrece una demostración de gran fuerza argumentativa, pero que no está
sostenida por algún tipo de intuición o de comprobación, ni empírica ni pura. Por esta razón, creo que
frente a los hallazgos de Husserl, el materialismo especulativo se revela como insuficiente en su tarea
parece existir una argumentación circular en la que se asume de antemano el realismo científico, que
es el que se pretende demostrar, y se utiliza como parte de la demostración. Desde cierta perspectiva,
parece como si Meillassoux, a partir de su interpretación de las causas del fideísmo, encontrara que
94
solo el realismo epistemológico puede superar la crisis de la filosofía, y partir de ahí se empeña
exclusivamente en desarrollar una refutación de todo lo que considera contrario a este realismo.
Así, identifica todos sus adversarios filosóficos con el nombre de correlacionismo, define ciertas
fundamentales que cada forma de correlacionismo usa como parte de su propuesta. Creo que esto es lo
que hace que, en el caso concreto de la fenomenología, Meillassoux en ningún momento se detenga a
que esta puede presentar, y que asuma a la fenomenología como una doctrina sobre la realidad y sobre
la constitución de esta. Vista así, la fenomenología no estaría basada en hallazgos intuitivos, sino en
teorías y argumentos, lo que es una manera muy poco adecuada de comprenderla, aun para intentar
refutarla.
una forma de lo que Meillassoux denomina correlacionismo fuerte. Sin embargo, lo que he tratado de
mostrar es que esto no implica, como afirma Meillassoux, un encierro que hace depender el
conciencia pura, entendida como el absoluto necesario impersonal que posibilita cualquier fenómeno y
los enunciados ancestrales en particular, porque la fenomenología se ocupa del fundamento último del
dicho realismo, sino intentar una comprensión de las condiciones que lo hacen posible.
95
A partir de estas comprobaciones, considero que la principal debilidad del realismo de Meillassoux
sostiene la existencia de una realidad que no se corresponde con el tipo de realidad que estudia la
ciencia ni con la que tenemos frente a nosotros en la experiencia cotidiana. El absoluto de Meillassoux
resulta ser un Hiper-Caos en el que cualquier cosa es posible, porque ninguna cosa es necesaria. Así,
no se ve con claridad cómo esta comprensión de la realidad pueda eliminar los diversos fideísmos
contemporáneos porque, si cualquier cosa es posible, cualquier concepción sobre la realidad sigue
estando justificada, solo que ahora de una manera mas contundente por la demostración que hace
Al final, tanto Husserl como Meillassoux decretan la existencia de un absoluto que contiene en sí la
posibilidad de cualquier forma de existencia. Sin embargo, mientras que Meillassoux lo establece
como un absoluto solo dialécticamente demostrado, Husserl señala un camino para hacerlo evidente al
investigador. De esta manera, la filosofía de Meillassoux debe ser especulativa, es decir, mantenerse
la posibilidad de hacer una investigación detenida que muestre las estructuras propias de dicha
Lista de referencias
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