Hora Santa PDF
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CANTO DE ENTRADA
ALTÍSIMO SEÑOR
SACRAMENTO
Lector/. En los cielos y en la tierra sea para siempre alabado.
Todos/. El corazón amoroso de Jesús Sacramentado.
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SACRAMENTO ACTOS DE FE:
Lector/ Creo en Jesús Sacramentado
Creo, Jesús mío, que eres el Hijo de Dios vivo que has venido a salvarnos.
Creo, Señor mío y Dios mío, que está presente en el Santísimo
Sacramento del altar. Creo, Señor Jesús, que moras con tu cuerpo,
sangre, alma y divinidad.
Creo en ti, y creo por los que no
creen. Creo, Señor Jesús, pero
aumenta mi débil fe.
(SILENCIO)
CANT
ACTOS DE ESPERANZA:
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Lector/ Espero en Jesús Sacramentado.
(SILENCIO)
CANTO
ESTÁS AQUÍ
Estás aquí, aunque no te pueda ver, pues escondes tu gloria y majestad. Estás
aquí, revestido solamente del amor, bajo la forma de un pan; con sencillez te
me vienes a entregar y en mi interior vas haciendo maravillas: corazón con
corazón, en profunda comunión me haces templo de la Santa Trinidad.
ACTOS DE CARIDAD:
Lector/ Amo a Jesús
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me has amado infinitamente.
Porque té eres mi mejor amigo.
Porque tu dijiste: “nadie tiene amor más grande que dar la vida por sus
amigos” (Jn 15, 13) y lo hiciste.
Porque tú te entregas con todo a mí en tu Cuerpo y en
tu Sangre. Porque tú me llenas de tus dones.
Porque tú me tratas siempre muy bien, a pesar de mis pecados
e ingratitudes. Porque tú me has enseñado que Dios es Padre
que me ama sin medida.
Porque tú me has dado por madre a tu misma
Madre…, María. Te amo por los que no te aman.
(SILENCIO)
CANT
YO SOY EL PAN DE VIDA
<<Mis paz les dejo, mi paz les doy; no se las doy como la da el
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mundo. Nos se turbe su corazón ni se acobarde>>. - Palabra del
Señor -.
(LECTURA EN SILENCIO):
La paz aparece como el gran don que Jesús nos deja. No la impone, es puro
Don. En esto coincide con la idea de Shalom en Israel. Pero el versículo
termina diciendo «no se turbe su corazón…» ¿Y por qué iba a turbarse? ¿No
nos está hablando de paz?
Si la primera frase habla de la paz que nos deja, en la segunda habla de «mi
paz les doy».
¿Una paz «Hecha en Jesús»? Y en efecto, para subrayar que es una paz
especial, añade:
«No se las doy como la da el mundo». ¿Cómo la da el mundo? El mundo no
la da, la impone. En efecto, todo dictador que se precie de tal se consideraría
a sí mismo como el que ha traído la paz a su pueblo y siempre lo celebran.
Pero la paz no se puede imponer, sencillamente porque deja de serlo.
Tranquilidad dicen las malas lenguas que puede derivar de tranca: si alguien
está detrás de mí con una arma amenazándome, y ustedes me avisas «¡Ten
cuidado, no te muevas…!» yo me encojo y ni respiro. Si nadie se mueve
porque todos se sienten amenazados, todo está
«tranquilo», «en paz». Es decir, eta paz apunta a que yo no experimente
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ninguna amenaza, que nada me perturbe, que nada me espante, que me
sienta seguro.
A todos se nos ha dicho en alguna ocasión y no precisamente con mucho
agrado: ¡Déjame tranquilo!» o «¡Déjame en paz!», frase que interpretamos
como un «¡Vete a molestar a otra parte!», por no decir otra frase más
expresiva. Además, el «tono» con que la decimos no es precisamente muy
«pacífico».
Puede haber muchas manifestaciones en nuestro país por la paz. Pero ¿será
la paz lo que nos preocupa o la seguridad? En estos tiempos hay un conflicto
bélico que amenaza al mundo entero y perturba nuestra seguridad.
Es decir, ni la «paz del mundo» ni el modo de «darla» ―que consiste en
imponerla― tienen nada que ver con la que al parecer trae Jesús. Esta es una
paz que no consiste precisamente en la ausencia de conflicto, sino en algo
positivo: poder vivir la reciprocidad de la fraternidad ―la fraternidad mutua,
en la que no sólo me siento hermano de los demás, sino que los demás e
sienten hermano mío y pueden contar conmigo―. Esto trae consigo la
necesidad de superar conflictos y desavenencias para podernos encontrar.
VI. CONTEMPLACIÓN
Alternando con el que dirige
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Lector/ Señor, que no sea vana nuestra oración y engañosa nuestra
esperanza de paz.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, resucitado derriba los muros de la enemistad que dividen hoy
a los hermanos.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, socorre a las mujeres víctimas de la violencia pública y
familiar.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, salva a los niños que sufren por los conflictos y les roban su
infancia.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, sostén a los que se esfuerzan por combatir el mal con el bien.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, afianza a los gobernantes con espíritu noble y recto, y
valientes en la búsqueda de la paz.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, concédenos a todos nosotros ser artesanos de paz donde
quiera que estemos.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, enséñanos a construir caminos de solidaridad y una mejor
convivencia.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, danos la sabiduría para saber que un mundo sin violencia no
es utopía.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, haz que formemos una sociedad basada en el servicio a los
demás.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, haz que la verdadera paz se logre cuando luchemos por la
justicia a través del diálogo, persiguiendo la reconciliación y el desarrollo
mutuo.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
Lector/ Señor, haz que construyamos amistad social y hagamos
nuestra la cultura del diálogo.
Todos/ Jesucristo Príncipe de la Paz, hazme mensajero tuyo.
(SENTADOS)
VII. PRECES
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mundo la paz por la venida de su Hijo y fruto de su Resurrección,
envió al Espíritu de Paz y digamos:
L 1. Oremos por la santa Iglesia de Dios, por el Papa Francisco, por los
obispos, los sacerdotes y los diáconos, por los religiosos y religiosas,
seminaristas y laicos, para que fieles a su llamado desde el bautismo, sean
testigos incansables de la paz.
R. / Rey de la paz, escúchanos
L 2. Oremos por los gobernantes de todas las naciones, especialmente por
los de nuestro País, para que en comunión con la sociedad, trabajen
por el bien común, respeten la vida, la familia y la dignidad humana y
luchen por poner fin a la cultura de la muerte.
R. / Rey de la paz, escúchanos
L 3. Oremos por nuestra nación, por las familias de nuestra sociedad que
sufren los horrores de la violencia, para que recobren la paz y obtengan
la tranquilidad y la libertad verdadera.
R. / Rey de la paz, escúchanos
L 4. Oremos por quienes han muerto víctimas de la violencia, el terrorismo y
la guerra, para que Dios les haya dado la paz eterna en la gloria del
cielo.
R. / Rey de la paz, escúchanos
L 5. Oremos por los que hacen el mal, para que reconozcan la maldad de sus
acciones y vuelvan a la senda de la paz y el bien, el respeto por la vida
y la dignidad de cada ser humano, independientemente de su religión,
origen o posición social.
L 6. Oremos por todos nosotros fieles hijos de Dios, para que sintiéndonos
inspirados por el ejemplo de Cristo, estemos abiertos al amor y al
servicio de los más necesitados siendo una luz para todos de
fraternidad, caridad, justicia y paz.
R. / Rey de la paz,
escúchanos
ORACIÓN
Dios no sólo de la paz, sino la paz misma, a quien los sembradores de
la discordia no pueden comprender, ni aceptar quien ama la violencia,
concede a los que trabajan por la paz perseverar en su propósito de hacer el
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bien, y a los que la obstaculizan, olvidarse del odio, para que su corazón sane.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. AMÉN.
Toca el corazón de
quienes olvidan que
somos hermanos
y provocan sufrimiento y
muerte, dales el don de la
conversión
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sacramentalmente, ven a lo menos espiritualmente a mi corazón. Concédeme
poder encontrarme en el rostro de cada uno de mis hermanos. No dejes que
me extravíe siendo piedra de tropiezo para todos ellos. Que no sea escándalo
con mis acciones dentro de tu Iglesia, nuestra Madre, tu Cuerpo Místico. Que
no consienta yo, ser alguno que divida la comunidad con mi falta de prudencia
y sensatez; ni que sea yo, el juez y el verdugo de mi hermano, por sus malas
acciones. Señor, Jesús, como si ya hubieses venido, te abrazo y me uno del
todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me aparte de Ti.
OREMOS:
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Señor Nuestro Jesucristo, que en este Sacramento admirable nos dejaste el
memorial de tu Pasión, concédenos venerar de tal modo los sagrados
misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre; que experimentemos constantemente
en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de
los siglos.
O bien:
Dios y Padre nuestro, concédenos celebrar dignamente al Cordero Pascual,
muerto por nosotros en la cruz y oculto en este sacramento, para que,
terminada nuestra peregrinación en la tierra, podamos contemplarlo cara a
cara en la gloria del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien:
A quienes creemos y confesamos que en este sacramento está realmente
presente Jesucristo, el cual para redimirnos nació de la Virgen María, padeció
muerte de cruz y resucitó de entre los muertos, concédenos, Dios nuestros,
obtener de él nuestra salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.
O bien:
Dios nuestro, que este sacramento, por medio del cual te dignas renovarnos,
nos llene de tu amor y nos ayude a llegar algún día a la gloria de tu Reino.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
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Concepción.
Bendita sea su gloriosa
Asunción.
Bendita sea María, Madre de la
Iglesia.
Bendito sea el Nombre de María, Virgen y
Madre
. Bendito sea San José, su castísimo
esposo.
Bendito sea Dios, en sus Ángeles y en sus Santos. AMÉN.
O bien:
Cristo, Maestro y Salvador
nuestro. Cristo, Mesías
enviado.
Cristo, Fuente de la divina
sabiduría. Cristo, Buena
Noticia.
Cristo, Médico de los
enfermos. Cristo, Palabra
de verdad.
Cristo, Luz de los
pueblos. Cristo, Pan
bajado del cielo.
Cristo, Muerto y Resucitado por
nosotros. Cristo, Presencia
permanente entre nosotros.
A ti, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. AMÉN.
CANTO DE SALIDA
¡TU REINARÁS!
¡Tú reinarás! Este es el grito, que ardiente exhala nuestra fe; ¡Tú reinarás!
¡Oh rey bendito! Pues tú dijiste: “¡REINARÉ!”
¡Tú reinarás! Este es el grito, que ardiente exhala nuestra fe; ¡Tú reinarás!
¡Oh rey bendito! Pues tú dijiste: “¡REINARÉ!”
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REINE JESÚS POR SIEMPRE, REINE SU CORAZÓN: EN NUESTRA
PATRIA, EN NUESTRO SUELO QUE ES DE MARÍA LA NACIÓN. EN
NUESTRA PATRIA, EN NUESTRO SUELO QUE ES DE MARÍA LA NACIÓN.
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