BIENES
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BIENES
I.
CONCEPTOS GENERALES
1. INTRODUCCIÓN.
El Derecho de Bienes (también denominado “Derecho de Cosas” y/o “Derechos Reales”) tiene
por objeto el estudio y aná lisis de las normas jurídicas que regulan los a los objetos,
focalizá ndose en determinar su concepto, clasificarlos en base a su naturaleza material y a
otros factores, analizar el poder que se puede tener sobre ellos, establecer los modos de lograr
esa potestad y decidir la protecció n que a ese poder adquirido se confiere.
Si bien pueden versar sobre un mismo hecho jurídico, resulta conveniente distinguir el campo
del Derecho de Bienes y del Derecho de Obligaciones. Mientras el Derecho de Obligaciones
regula el intercambio de bienes y servicios para la satisfacció n de las necesidades de los
individuos, la materia jurídica de los Derechos Reales: a) fija o radica los bienes en el
patrimonio de cada individuo, y b) determina los poderes o facultades que el sujeto tiene sobre
ellos.
2. COSA Y BIEN.
En doctrina se ha discutido arduamente acerca del sentido y alcance de los conceptos “cosa y
bien”, cuestió n que no resuelve el Có digo Civil, dando así lugar a innumerables
interpretaciones.
Sobre la materia, buena parte de la doctrina estima que, jurídicamente hablando, “cosa” es
todo lo que forma parte del mundo exterior y sensible (cosas materiales), y asimismo todo
aquello si bien no tienen una representació n exterior ni pueden percibirse con los sentidos,
pero sí con la inteligencia (cosas inmateriales). Por ende, se ha señ alado que “cosa es todo lo
que es relevante o tomado en cuenta por la ley y que pueda ser objeto de relaciones jurídicas”
(Rozas).
Se agrega que las características de la noció n jurídica de cosa serían las siguientes: (a) debe
ser extraña al sujeto, pues la cosa se contrapone la persona, como objeto se contrapone a
sujeto; (b) debe tener una relevancia jurídica, lo que significa tener la posibilidad de ser objeto
de relaciones jurídicas; (c) la noció n de cosa es independiente de la noción de apropiabilidad
por un sujeto, por ejemplo los metales de una mina inexplorada; (d) las cosas pueden ser
presentes o futuras; y (e) debe proporcionar o poder proporcionar una utilidad al hombre,
aunque no es necesario que tenga un valor econó mico o patrimonial, como el nombre o el
domicilio.
Por su parte, buena parte de la doctrina asocia el concepto “bien” a aquellas cosas que
efectivamente presentan un interés o utilidad a un sujeto. En este sentido, ALESSANDRI
señ ala que “la etimología de la palabra bienes delata el cará cter ú til de las cosas que el
Derecho considera. Proviene ella del adjetivo latino bonus, que, a su vez, deriva del verbo
beare, el cual significa hacer feliz. Realmente, aunque las cosas que se tienen por propias no
dan la felicidad, contribuyen al bienestar del hombre por la utilidad moral o material que de
ellas puede obtener”.
Cabe hacer presente que el Có digo no define lo que es bien, sino que se limita en el art. 565 a
señ alar en que consisten.
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En razó n de lo anterior, para algunos autores la relació n entre cosa y bien es de género a
especie. Para otros, mientras la noció n de cosa es de cará cter objetiva, la de bien es subjetiva.
En todo caso, la distinció n que se hace entre cosa y bien tiene utilidad pues permite explicar la
coexistencia de varios derechos subjetivos en una misma cosa (vgr. un mismo predio – cosa –
puede ser objeto de diversos derechos reales – bienes – con distintas utilidades, como el
dominio, usufructo, servidumbres, hipotecas, etc.).
3. REGULACIÓN.
II.
CLASIFICACIONES
Desde el Derecho Romano los autores han intentado sistematizar a los bienes en base a
diversas clasificaciones basadas en mú ltiples criterios. Con el transcurso del tiempo algunas
de esas clasificaciones pierden importancia, en tanto que aparecen otras, debido a la
influencia y desarrollo de diversos factores. En este estudio se analizará n las clasificaciones
que conforme a la doctrina mayoritaria son de mayor interés e importancia prá ctica, aunque
las mismas no hayan sido consideradas en el Có digo Civil.
II. 1
1. CONCEPTO.
Esta clasificació n se encuentra expresamente reconocida en el Có digo Civil, y con ella da inicio
al Libro II el art. 565, que dispone: “Los bienes consisten en cosas corporales o incorporales.
Corporales son las que tienen un ser real y pueden ser percibidas con los sentidos, como una
casa, un libro.
Incorporales las que consisten en meros derechos, como los créditos, y las servidumbres
activas”.
Tal disposició n debe ser complementada por el art. 576, que establece que “Las cosas
incorporales son derechos reales o personales”; y por el art. 583, que señ ala: “Sobre las cosas
incorporales hay también una especie de propiedad. Así, el usufructuario tiene la propiedad
de su derecho de usufructo”.
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Adicionalmente, esta clasificació n se encuentra expresamente reconocida en el art. 19 Nº 24
de la Constitució n Política.
Asimismo, muchos autores estiman que entre los derechos considerados como cosas no se
puede considerar el derecho de propiedad, ya que éste tradicionalmente se identifica con la
cosa en que se ejerce. Asimismo, considerar el derecho de propiedad como cosa crearía una
cadena infinita e inú til de derechos sobre derechos (vgr. se tiene derecho de propiedad sobre
un automó vil; sobre tal derecho se tiene a la vez un derecho de propiedad; sobre este ú ltimo
se tiene también un derecho de propiedad; y así hasta el infinito).
Si bien esta ú ltima crítica es atendible, lo cierto es que el Có digo Civil sí reconoce la
“propiedad sobre el derecho de propiedad”, pues el art. 577 menciona entre los derechos
reales, que son cosas incorporales conforme el art. 576, el de dominio o propiedad.
Sin perjuicio de las críticas a la clasificació n en aná lisis, lo cierto es que para muchos autores
la misma presenta, en primer término, una gran importancia, atendido que la ley atendería a
la naturaleza corporal o incorporal de los bienes para dictar las normas relativas a los modos
de adquirir las diversas clases de bienes y la manera có mo se puede disponer de ellos.
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directamente protegido por ese recurso (vgr. el derecho a la educació n del art. 19 Nº 10 CPR),
propone que, en todo caso, es dueñ o de ese derecho y, al agredírsele, se le está agrediendo su
derecho de propiedad, que sí es uno de los que está n protegidos por ese recurso.
4. BIENES INCORPORALES.
Si bien el art. 576 las cosas incorporales “son derechos reales o personales”, lo cierto es que
también existen otras cosas no susceptibles de ser percibidas por los sentidos (y por tanto
incorporales) incorporales, distintas de derechos, que en todo caso igualmente poseen una
regulació n y protecció n, por ejemplo el espacio aéreo, las energías, las obras del ingenio, etc.
Sin perjuicio de lo anterior, en este apartado se analizará n principalmente los derechos reales
y personales, pues ellos son los que reciben mayor atenció n e importancia en el Có digo Civil.
(i) Concepto.
Por definició n legal, los derechos reales son aquellos que se tienen sobre una cosa sin
respecto a determinada persona (art. 577).
Se concibe como una relació n persona-cosa, inmediata, absoluta; un derecho en la cosa (ius in
re). Puede entenderse como un “poder” o “señ orío” que tiene un sujeto sobre una cosa.
Cuando ese poder es completo, total, se está en presencia del derecho real máximo, el
dominio; pero puede ser parcial, incompleto, como en los demá s derechos reales (usufructo,
prenda, hipoteca).
El titular es una persona, pero puede también ser varias (como en la copropiedad).
Teniendo en cuenta lo ya expuesto, la doctrina suele indicar que los derechos reales está n
compuestos por dos elementos:
a) El sujeto activo o titular del derecho, que es quien tiene el poder de aprovecharse de la cosa,
en forma total o parcial.
b) La cosa objeto del derecho, que puede ser de carácter corporal o incorporal. Se suele
señ alar que la cosa siempre debe ser determinada individual o específicamente, porque como
decía Planiol, el derecho real tiene siempre por objeto garantizar el hecho de la posesió n, que
es necesariamente concreto y que só lo puede existir tratá ndose de una cosa determinada.
Sin embargo, ciertos autores afirman que en los derechos reales no só lo existen estos dos
elementos, pues, como observa Planiol, es errado concebir una relació n entre una persona y
una cosa, en circunstancias que en el Derecho las relaciones jurídicas se establecen entre
sujetos, sin perjuicio de que el objeto de esa relació n pueda recaer sobre una cosa. Por ello,
este autor indica que existiría, como tercer elemento, un sujeto pasivo del derecho real, que en
este caso sería “todo el mundo” (obligació n pasivamente universal), y su obligació n (deuda)
consistiría en abstenerse de todo lo que podría perturbar el ejercicio de ese derecho.
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(iii) Clases.
El contenido de los distintos derechos reales conduce a agruparlos en derechos reales de goce
y garantía.
Los derechos reales de goce permiten la utilizació n directa de la cosa (uso, percepció n de
frutos). El primero de ellos, el má s completo, es el dominio; junto a él está n otros derechos
reales de goce, con facultades limitadas (usufructo, uso, servidumbre).
Por su parte, los derechos reales de garantía permiten utilizar la cosa indirectamente, por su
valor de cambio; contienen la facultad de lograr, con el auxilio de la justicia, su enajenació n
para obtener con el producto una prestació n incumplida (prenda, hipoteca).
Como se verá má s adelante, los derechos personales, por sus caracteres, son infinitos, tantos
cuantos los particulares acuerden, con las modalidades que impriman sus convenios. Por el
contrario, los derechos reales, por su contenido absoluto y directo sobre las cosas, só lo los
puede establecer la ley. Los Có digos Civiles generalmente efectú an una enumeració n de los
que se han de tener como derechos reales.
Nuestro Có digo los enumera en el art. 577, cuyo inciso segundo establece que “son derechos
reales” : (1) el dominio; (2) el de herencia; (3) usufructo; (4) uso; (5) habitació n; (6)
servidumbres activas; (7) prenda; e (8) hipoteca.
En todo caso, tal enumeració n no es taxativa, pues otros textos legales establecen otros
derechos reales. Así ocurre con el art. 579, que menciona al derecho de censo. Deben
señ alarse, ademá s, los denominados “derechos reales administrativos” que consagran algunos
textos legales nacionales (como el derecho de aprovechamiento de aguas, el del concesionario,
etc.).
Nuestra doctrina en forma general no acepta la posibilidad de que los particulares puedan
crear derechos reales distintos de aquellos establecidos por la ley; la razó n má s
frecuentemente mencionada es el carácter de orden pú blico que tienen las normas sobre
organizació n de la propiedad, entre las que se encuentran las relativas a derechos reales, lo
que resta aplicació n a la voluntad de los particulares.
En relació n a lo anterior, conviene precisar que lo recién expuesto no se opone al hecho que la
voluntad de los particulares es lo que por regla general origina los derechos reales concretos.
Así, para que se configure un usufructo será necesario que un sujeto se lo conceda a otro en un
convenio, testamento, etc. Pero el usufructo, como figura jurídica, está previamente diseñ ado
en la ley; de modo que cuando se plantea el problema de si los particulares pueden crear
derechos reales, lo que se discute es si ellos podrían elaborar, en sus pactos, un derecho real
no contemplado en abstracto por los textos legales.
(i) Concepto
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Por definició n legal, los derechos personales o créditos como aquellos que só lo pueden
reclamarse de ciertas personas, que, por un hecho suyo o la sola disposició n de la ley, han
contraído las obligaciones correlativas (art. 578).
Es necesario tener en cuenta que las nociones de derecho personal o crédito y obligació n son
correlativas. En efecto, las palabras derecho personal y crédito, que significan lo mismo,
surgen de considerar que la relació n de obligació n faculta a una de las partes para reclamar de
la otra la prestació n debida, y esta facultad es lo que constituye un derecho personal o crédito.
En cambio, las palabras obligació n o deuda emanan del hecho de que en la relació n de
obligació n una de las partes se encuentra en la necesidad de efectuar una determinada
prestació n. La ley utiliza la palabra obligació n en sentido amplio, esto es, de relació n de
obligació n que comprende el aspecto activo –el crédito- y el aspecto pasivo –la deuda-; o bien
en sentido restringido, de deuda.
En otras palabras, no puede concebirse un crédito sin deuda de modo que, en definitiva, se
hablará de derecho personal o de obligació n, segú n la relació n entre los sujetos se mire desde
el punto de vista del acreedor (titular de un crédito) o del deudor (obligado en esa relació n).
Así lo deja en evidencia el artículo 578 al definir el derecho personal o crédito.
Empleando el lenguaje del artículo 1438, es lo que el deudor debe dar, hacer o no hacer.
c) Un vínculo jurídico, lo que significa que nos encontramos ante una relació n protegida por el
derecho objetivo, lo que hace la diferencia entre obligació n y otros deberes, como los morales.
La doctrina clá sica contrapone los derechos reales a los personales, destacando varias
diferencias:
a) En los derechos reales existe una relació n directa de persona a cosa. En cambio, en los
personales, la relació n es entre dos sujetos determinados: acreedor y deudor.
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en cambio, fundamentalmente porque en él no existe una relació n directa entre el titular del
derecho y la cosa, sino un vínculo jurídico entre personas: acreedor y deudor; en
consecuencia, el titular del crédito tiene una relació n indirecta con la cosa, y por ello los
romanos hablaban de “jure ad rem”, derecho a la cosa.
c) En cuanto a la forma de adquirir ambos tipos de derechos. Los reales se adquieren por la
concurrencia de un título y de un modo de adquirir. En cambio, en los derechos personales,
basta el título.
d) Los derechos reales -se dice- son derechos absolutos en cuanto al titular le corresponde
una acció n persecutoria y restitutoria, dirigida al reintegro de la cosa y ejercitable frente a
terceros. Los derechos personales, en tanto, son derechos relativos porque só lo se pueden
exigir del deudor.
e) En lo que se refiere a su contravenció n, los derechos reales pueden ser violados por
cualquiera, no así los personales, que só lo pueden serlo por el deudor.
f) De los derechos reales nacen las acciones reales, que son aquellas que tiene el titular de un
derecho real para perseguir la cosa sobre la cual ejerce dicho derecho de manos de quien lo
tuviera en su poder. En cambio, de los derechos personales surgen acciones personales, en
cuya virtud el titular del crédito puede reclamar al deudor el cumplimiento de la prestació n
debida. Por ende, si la obligació n consiste en dar una cosa, y ésta es transferida por el deudor
a un tercero, el acreedor no puede solicitar al tercero la restitució n de la cosa debida, sino que,
dependiendo del caso, deberá ejercer otra clase de acciones contra el deudor (de
indemnizació n de perjuicios, de nulidad absoluta, pauliana, etc.).
g) Finalmente, se argumenta que los derechos reales só lo los puede crear la ley (“numero
clausus”), quedando inhibidas las partes de establecerlos, situació n totalmente distinta a la de
los derechos personales en que las partes en virtud del principio de la autonomía de la
voluntad, pueden generar cualquier tipo de derechos personal sin má s limitació n que la ley, el
orden pú blico o la moral (“numero apertus”). De lo anterior se sigue que el nú mero de
derechos reales es limitado, y no hay otros derechos reales que los que la ley determina; en
cambio, el nú mero de derechos personales es ilimitado, por lo que hay tantos derechos
personales como relaciones jurídicas puedan crearse
Luego de definir el derecho real y el derecho personal, el Có digo declara que de ellos nacen,
respectivamente, las acciones reales y las acciones personales (parte final arts. 577 y 578).
Desde el punto de vista del Derecho Civil, se suele señ alar que la acció n es el derecho que se
hace valer en juicio para obtener que sea reconocido, satisfecho o respetado.
Desde el punto de vista del Derecho Procesal, el término acció n tiene a lo menos tres
acepciones: (a) como sinó nimo de derecho (en este sentido se señ ala que “el demandante
carece de acció n”); (b) como sinó nimo de pretensión de que se tiene un derecho vá lido (en
este sentido se señ ala que “la acció n es fundada o infundada”); y (c) como la facultad de
provoca la actividad jurisdiccional, esto es el poder jurídico que tiene todo sujeto de derecho,
de acudir a los ó rganos jurisdiccionales para reclamarles la satisfacció n de una pretensió n.
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Teniendo en cuenta lo anterior, la acción real es aquella que tutela un derecho real, y por
ende puede interponerse en contra de cualquier persona que no hubiese respetado tal
derecho.
Por su parte, la acción personal es aquella tutela un derecho personal, y por ende só lo puede
ejercerse en contra de la persona (deudor) que hubiese contraído la obligació n correlativa.
5. BIENES CORPORALES
Como se indicó , el artículo 565 del Có digo Civil indica que los bienes corporales son aquellos
que tienen un ser real y pueden ser percibidos por los sentidos, como una casa o un libro.
Acto seguido, el artículo 566 establece que las cosas corporales se dividen en muebles e
inmuebles, clasificació n que se analizará en el siguiente apartado. Sin perjuicio de lo anterior,
el Có digo también aplica a los derechos y acciones la clasificació n de los bienes corporales en
muebles e inmuebles segú n lo sea la cosa en que han de ejercerse (derechos reales) o que se
debe (derechos personales) (art. 580), agregando que los hechos que se deben se reputan
muebles (art. 581).
II.2
1. CONCEPTOS GENERALES.
Si bien el art. 566 indica que “las cosas corporales se dividen en muebles e inmuebles”, hemos
indicado que esta clasificació n es aplicable tanto a los bienes corporales como a los
incorporales (art. 580). Lo que sigue está referido fundamentalmente a los corporales. Nacida
en el Derecho Romano, esta clasificació n fue paulatinamente adquiriendo importancia, hasta
transformarse en una de las fundamentales, si no en la má s importante, de las clasificaciones
de los bienes; la naturaleza y el rol econó mico distinto imponen diversidad de normas en
muchas materias.
Por mucho tiempo, y hasta la llegada del desarrollo industrial los inmuebles, el suelo,
constituían el bien econó mico por excelencia, representantes de poder y prestigio; desde
entonces ha quedado establecida para ellos una especial protecció n, recogida en las
codificaciones.
2. IMPORTANCIA DE LA CLASIFICACIÓN.
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En Derecho positivo son innumerables las disposiciones que establecen la diferencia; la
mayoría de las cuales constituyan protecció n para los inmuebles:
b) La tradición de los inmuebles se efectú a por la inscripció n del título en el Registro del
Conservador de Bienes Raíces (art. 686); la de los muebles se efectú a por la entrega material o
simbó lica (art. 684);
d) Cuando se transmiten inmuebles por sucesión por causa de muerte, para que los herederos
puedan disponer de ellos es necesario cumplir ciertas diligencias que no se exigen tratá ndose
de muebles (art. 688);
e) En las reglas de la sociedad conyugal se establece que los inmuebles que se hayan aportado
o que los có nyuges adquieren durante el matrimonio a título gratuito, pertenecen al haber del
respectivo có nyuge, en tanto que los muebles que los có nyuges aportan o adquieren a
cualquier título durante el matrimonio, forman parte del haber social (arts. 1725 y ss.);
g) La enajenació n de inmuebles del hijo o pupilo debe efectuarse con ciertas formalidades,
previo decreto judicial y en el caso del pupilo se requiere ademá s publica subasta (arts. 254,
393 y 394);
i) La competencia de los tribunales es distinta segú n sea mueble o inmueble la acció n intentada
(arts. 135 y 138 del Có digo Orgá nico de Tribunales).
3.1. Concepto.
Los define el art. 567 de la siguiente forma: “Muebles son las cosas que pueden transportarse
de un lugar a otro, sea moviéndose ellas a sí mismas, como los animales (que por eso se
llaman semovientes), sea que só lo se muevan por una fuerza externa, como las cosas
inanimadas”.
3.2. Clasificación.
Son las cosas muebles propiamente tales, esto es que pueden transportarse de un lugar a otro,
y a ellas se refiere la definició n del art. 567.
La misma norma indica que los bienes muebles por naturaleza se dividen a su vez en
semovientes y cosas inanimadas.
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Son semovientes las cosas corporales muebles que pueden trasladarse de un lugar a otro
moviéndose por si mismas, como los animales.
Por su parte, son cosas inanimadas las que só lo se mueven por una fuerza externa.
Los consagra el art. 571, que establece que “Los productos de los inmuebles, y las cosas
accesorias a ellos, como las yerbas de un campo, la madera y fruto de los á rboles, los animales
de un vivar, se reputan muebles, aun antes de su separació n, para el efecto de constituir un
derecho sobre dichos productos o cosas a otra persona que el dueñ o. Lo mismo se aplica a la
tierra o arena de un suelo, a los metales de una mina, y a las piedras de una cantera.
Con esta disposició n, puede decirse que los muebles por anticipació n son ciertos bienes
inmuebles por naturaleza, por adherencia o por destinació n que, para el efecto de constituir
un derecho sobre ellos en favor de otra persona que el dueñ o, se reputan muebles antes de su
separació n del inmueble al que pertenecen.
Y al reputarse muebles, se les aplica todas las normas de éstos, cuando se trata de constituir
sobre ellos derechos a favor de terceros (de ahí, por ej. la disposició n del art. 1801, inc. 3°).
Atendido que a la palabra mueble se le pueda dar un diverso sentido y alcance, el Có digo Civil
establece, en forma dispersa, ciertas reglas de interpretació n de dicho término.
(i) El artículo 574 establece en su inciso primero que “Cuando por la ley o el hombre se usa de
la expresió n bienes muebles sin otra calificación, se comprenderá en ella todo lo que se
entiende por cosas muebles, segú n el artículo 567”, esto es, los muebles por naturaleza.
Por su parte, el inciso segundo de dicha disposició n señ ala que “En los muebles de una casa no
se comprenderá el dinero, los documentos y papeles, las colecciones científicas o artísticas, los
libros o sus estantes, las medallas, las armas, los instrumentos de artes y oficios, las joyas, la
ropa de vestir y de cama, los carruajes o caballerías o sus arreos, los granos, caldos,
mercancías, ni en general otras cosas que las que forman el ajuar de una casa.
(ii) Por su parte, el artículo 1121 indica en su inciso 1º que “Si se lega una casa con sus
muebles o con todo lo que se encuentre en ella, no se entenderá n comprendidas en el legado
las cosas enumeradas en el inciso 2º del artículo 574, sino só lo las que forman el ajuar de la
casa y se encuentran en ella”.
En síntesis: (a) el término “mueble”, sin ningú n calificativo, se refiere a los muebles por
naturaleza; y (b) los “muebles de una casa” son los que forman su ajuar.
4.1. Concepto.
Los define el art. 568 de la siguiente forma: “Inmuebles o fincas o bienes raíces son las cosas
que no pueden transportarse de un lugar a otro; como las tierras y minas, y las que adhieren
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permanentemente a ellas, como los edificios, los á rboles. Las casas y heredades se llaman
predios o fundos”.
4.2. Clasificación.
Debido a que el legislador considera jurídicamente como inmuebles a ciertos bienes que
naturalmente no lo son, se ha formulado una conocida distinció n:
En este punto cabe agregar que existen una serie de términos que aluden a inmuebles por
naturaleza, pero desde distintas perspectivas. Así, se señ ala que La palabra casa en general
alude a todo edificio en el que se puede vivir o morar, aunque no esté destinado a la
habitació n hogareñ a, y alude fundamentalmente a un inmueble urbano, o a la construcció n
destinada a la vivienda, que se levante en un predio rú stico. Heredad es una porció n de
terreno cultivado y perteneciente a un mismo dueñ o. Con esta expresió n se designa a los
predios rú sticos. También emplea el Có digo la expresió n finca, referida tanto a predios
urbanos como rú sticos, aunque en su acepció n natural, alude má s bien a los ú ltimos.
En nuestro ordenamiento jurídico existen una serie de normas legales que, para determinados
efectos, han definido, aunque de modo no uniforme, los conceptos inmueble “rú stico” e
inmueble “urbano” (vgr. Ley 16.640, DL 3.516, Ley 18.101, DL nú mero 993).
(i) En materia de compraventa, las reglas relativas a la cabida de los predios só lo se aplican a
la venta de predios rú sticos (artículo 1831 y siguientes);
(ii) En materia de arrendamiento, los predios urbanos y rú sticos tienen diferentes normas
(Ley 18.101 y DL 993, respectivamente);
(v) Similar cosa ocurre con el arrendamiento de los bienes del hijo sujeto a patria potestad
(artículos 255 y 407).
11
Del art. 568 se desprende que inmuebles por adherencia son ciertos bienes que, siendo
muebles, se reputan inmuebles por estar adheridos permanentemente a un inmueble, como
los á rboles. Por su parte, el art. 569 indica, a modo de ejemplo, que los á rboles y las plantas
que adhieren al suelo por sus raíces, siempre que no se encuentren en macetas que puedan
transportarse de un lugar a otro (artículos 568 y 569).
Es necesario tener en cuenta que los productos de la tierra y los frutos de los árboles, mientras
permanecen adheridos a su fuente de origen, son inmuebles pues forman con ella un solo
todo; separados permanentemente, son muebles; y se reputan muebles, segú n de ha dicho,
aun antes de su separació n, para los efectos de constituir derechos sobre ellos en favor de otra
persona que el dueñ o (muebles por anticipació n).
Por su parte, la jurisprudencia resuelto que deben reputarse inmuebles por adherencia los
durmientes, rieles y en general todas las obras de un ferrocarril; los puentes, alcantarillados,
terraplenes, etc., obras que se encuentran unidas al terreno formando con él un solo todo;
también las líneas telegrá ficas, que por su propia naturaleza, deben considerarse
permanentemente adheridas al suelo.
De lo ya expuesto es posible indicar que para que un bien sea calificado como inmueble por
adherencia es necesaria la concurrencia copulativa de dos requisitos:
(a) Que la cosa adhiera a un bien inmueble por naturaleza o bien a otro bien inmueble por
adherencia; y
(b) Que la cosa adhiera de forma permanente a un inmueble, esto es, debe haber una
incorporació n estable, íntima y fija y no una mera adherencia exterior. Se debe notar que
“permanencia” no es lo mismo que “perpetuidad”, y por ello son inmuebles (por adherencia)
las construcciones levantadas para una exposició n, aunque luego de cierto tiempo deban ser
demolidas.
a) Concepto.
El art. 570 indica que “Se reputan inmuebles, aunque por su naturaleza no lo sean, las cosas
que está n permanentemente destinadas al uso, cultivo y beneficio de un inmueble, sin
embargo de que puedan separarse sin detrimento”.
Es decir, son inmuebles por destinació n ciertos bienes muebles que la ley reputa inmuebles
por estar permanentemente destinados al uso, cultivo o beneficio de un inmueble (no del
propietario del inmueble). Al efecto, el Có digo señ ala varios ejemplos, tales como las losas de
un pavimento, los tubos de las cañ erías, los utensilios de labranza o minería, y los animales
actualmente destinados al cultivo o beneficio de una finca, etc.
Por ende, los inmuebles por destinació n conservan su naturaleza mueble y difieren de los
inmuebles por adherencia en que su inmovilizació n es só lo ficticia y jurídica. Los motivos de la
ficció n que constituyen los inmuebles por destinació n son de orden prá ctico: se trata de evitar
el menoscabo de la separació n de ciertos bienes que para su mejor aprovechamiento
requieren de otros elementos complementarios. Por ende, celebrado un acto jurídico sobre un
inmueble sin especificar la suerte de tales objetos, ellos se entienden incluidos; pero la
voluntad de las partes puede excluirlos.
12
Tres requisitos deben reunir los bienes muebles para ser considerados como inmuebles por
destinació n:
- Que hayan sido colocados en interés del inmueble mismo, esto es, para su uso, cultivo o
beneficio del inmueble.
- Que la destinació n tenga cará cter permanente, que no es lo mismo que perpetuidad, como lo
comprueba el que el art. 570 mencione los “abonos” existentes en la finca, que dejan de existir
por su empleo.
Conforme al artículo 573, los inmuebles por destinació n no dejan de serlo por su separació n
momentá nea del inmueble al que acceden. Pero desde que se separan con el objeto de darles
diferente destino, dejan de ser inmuebles. En armonía con lo anterior, el artículo 2420
establece que la hipoteca afecta a los muebles que por accesió n pertenecen al inmueble de
acuerdo al artículo 570, pero el gravamen deja de afectarles desde que los inmuebles por
destinació n pertenecen a terceros, reconociendo el derecho del deudor para enajenar aquellos
bienes.
Como se adelantó , el art. 580 del Có digo Civil indica los derechos reales y personales pueden
ser muebles o inmuebles. En efecto, al disponer que los derechos se reputan bienes muebles o
inmuebles, segú n lo sea la cosa en que han de ejercerse, se refiere evidentemente a los
derechos reales, porque son estos derechos los que se ejercen “en” en las cosas. Y al expresar
el mismo precepto que los derechos se reputan muebles o inmuebles segú n sea la cosa “que se
debe”, alude indudablemente a los derechos personales, porque en virtud de estos derechos se
deben las cosas.
Hay derechos reales que siempre son inmuebles, como las servidumbres activas, la hipoteca,
el derecho de habitació n y el censo; por su parte, el derecho real de prenda es mueble.
El derecho real de usufructo y el derecho real de uso, en cambio, podrá n ser muebles o
inmuebles, segú n la naturaleza de la cosa corporal sobre la que recaen.
Tratá ndose de los derechos personales, si el objeto corporal que el acreedor puede exigir al
deudor, en virtud de la obligació n, fuere mueble, el derecho personal también lo será ; si el
objeto que el primero puede exigir al segundo es inmueble, el derecho personal será
inmueble. Lo anterior, en el ámbito de las obligaciones de dar. En cuanto a las obligaciones de
hacer y de no hacer, se reputan muebles, de conformidad a lo dispuesto en el artículo 581.
II.3
13
1. CONCEPTOS GENERALES.
2. CLASES DE CONSUMIBILIDAD.
Son objetivamente consumibles los bienes que, por sus propias características, se destruyen
ya natural, ya civilmente, por el primer uso. Se destruyen naturalmente si desaparecen
físicamente o sufren una alteració n substancial; y se destruyen civilmente (jurídicamente) si el
uso implica enajenació n del bien. Así, un alimento cualquiera (vgr. pan) es naturalmente
consumible (pues se alteran substancialmente o desaparecen con el primer uso); y las
monedas son civilmente consumibles (pues su uso implica enajenarlas). Todo ello,
objetivamente, atendiendo al destino natural de estos bienes.
Al contrario, son objetivamente no consumibles los bienes que, por sus propias
características, no se destruyen ni natural ni civilmente por el primer uso (como una mesa, un
automó vil, etc.).
Son subjetivamente consumibles los bienes que, atendido el destino que tienen para su actual
titular, su primer uso importa enajenarlos o destruirlos. Así, por ejemplo, el empleo de un
automó vil para rodar una escena en una película, en la cual dicho automó vil será arrojado a
un precipicio.
Son subjetivamente no consumibles los bienes que, atendido el destino que tienen para su
actual titular, su primer uso no importa enajenarlos. Por ejemplo, las monedas que
constituyen piezas de una colecció n numismá tica, o las estampillas que sin cargo de correo, se
incorporan en una colecció n filatélica.
Combinando ambas clases de consumibilidad, puede haber bienes que pertenecen a una de las
consumibilidades y no a la otra. Por ejemplo, los libros de una librería son consumibles
subjetivamente para el librero, pero no son consumibles objetivamente; viceversa, una botella
de licor o un elaborado producto alimenticio es objetivamente consumible, pero, destinado a
exposiciones o muestras, es subjetivamente no consumible. En otros casos, el bien es
consumible desde ambos puntos de vista, como los alimentos de un almacén, que son
consumibles subjetivamente para el almacenero, y también objetivamente consumibles.
14
objetivamente por el primer uso, sino en forma gradual, por el mismo uso, má s o menos
repetido.
Por otra parte, dentro de los bienes consumibles hay una categoría especial, la de los llamados
bienes corruptibles, que deben consumirse en breve tiempo, pues rá pidamente pierden su
aptitud para el consumo, como algunas frutas, medicamentos, etc. (artículo 488 CC y 483
CPC).
II.4
1. CONCEPTO.
No obstante los diversos criterios existentes para abordar esta clasificació n, en general puede
decirse que son fungibles las cosas que por presentar entre sí una igualdad de hecho, se les
considera como de igual poder liberatorio. En otros términos, pero manteniendo el mismo
sentido, se dice también que son bienes fungibles los que pertenecen a un mismo género y se
encuentran en el mismo estado, y que por ende son sustituibles.
Desde un punto de vista objetivo, la fungibilidad es aquello recién indicado, esto es, las cosas
que tienen igual poder liberatorio.
Sin que sea aceptada uná nimemente, se ha propuesto una acepció n subjetiva de la
fungibilidad. Conforme a ella, dos o má s cosas son subjetivamente fungibles cuando el
interesado les atribuye igual poder liberatorio (vgr. dació n en pago, obligaciones alternativas,
compensació n convencional). Así, hay cosas que, siendo objetivamente fungibles,
subjetivamente pueden no serlo, sobre todo cuando está presente el poder de afección (vgr. un
reloj corriente, por ser un antiguo recuerdo familiar puede ser no fungible para su actual
propietario).
3. CONSUMIBILIDAD Y FUNGIBILIDAD.
Generalmente, las cosas consumibles son al mismo tiempo fungibles (así ocurre, vgr., con la
mayoría de los alimentos); pero ambos caracteres no van necesariamente unidos. En efecto,
hay bienes consumibles no fungibles (como una bebida exclusiva y cuidadosamente
preparada); mientras que hay bienes fungibles no consumibles objetivamente (como los libros
de una misma edició n, las varias reproducciones de una obra de arte). Entonces, só lo puede
afirmarse que a menudo concurren ambos caracteres, pero son independientes.
Relacionando las cosas genéricas y las fungibles, cabe precisar que el criterio de ambas
clasificaciones es distinto.
15
Tratá ndose de cosas genéricas, se atiende a la determinació n de las cosas; por su parte, en las
fungibles se atiende a la similitud o disimilitud de dos o má s cosas, a las que se les confiere o
no idéntico poder liberatorio. Por ello, no puede sostenerse que las cosas fungibles sean
necesariamente genéricas y las no fungibles específicas o cuerpos ciertos. Una cosa puede ser
fungible y al mismo tiempo un cuerpo cierto, como por ejemplo tratá ndose de una pistola
“má gnum” de tal calibre (cosa genérica) o la misma pistola, pero identificá ndoselo con su
nú mero de serie (cuerpo cierto).
La clasificació n entre cosas fungibles y no fungibles reviste importancia, entre otras, en las
siguientes materias:
a) El mutuo recae en cosas fungibles (art. 2196); por el contrario, el comodato, por regla
general, recae en cosas no fungibles;
b) La compensació n legal só lo es posible entre dos deudas que tienen por objeto cosas
fungibles (art. 1656 Nº 1).
II.5
1. CONCEPTOS.
Bienes principales son aquellos que tienen existencia independiente, sin necesidad de otros
(vgr., el suelo)
Por su parte, son bienes accesorios los que está n subordinados a otros sin los cuales no
pueden subsistir (vgr., los á rboles).
Son varios los factores que se consideran para decidir, entre dos o má s cosas, cuá l es accesoria
de la otra:
a) El primer factor es el de la subsistencia, esto es la posibilidad que tiene la cosa de existir por
sí misma. Se considera cosa principal la cosa que puede subsistir por si misma, y accesoria la
que necesita de otra para subsistir. Por eso, el suelo es siempre cosa principal respecto de una
casa, aunque valga menos que ésta, pues el primero existe por si mismo, mientras que no se
concibe un edificio sin suelo donde adherirse o asentarse (artículo 668). Del mismo modo, un
crédito existe por si mismo, pero no la hipoteca que lo cauciona, pues ésta no puede subsistir
sin el primero (sin perjuicio de las hipotecas con clá usula de garantía general, que pueden
caucionar obligaciones futuras).
16
b) En otros casos, la finalidad de los objetos determina su carácter. Es accesoria la cosa
destinada al uso, cultivo, beneficio, adorno o complemento de otra (vgr. la vaina es accesoria
de un sable).
c) También se considera el valor de las cosas. En la adjunció n, si de las dos cosas unidas, la una
es de mucho má s valor que la otra, la primera es la principal (artículo 659).
3. IMPORTANCIA DE LA CLASIFICACIÓN.
II.6
1. CONCEPTO.
Desde un punto de vista físico, todas las cosas corporales son divisibles, pues en ú ltimo
término, todas pueden fraccionarse, aunque ello suponga su destrucció n.
En cambio, desde un punto de vista jurídico, hay dos conceptos de divisibilidad, uno material
y otro intelectual.
a) Son jurídica y materialmente divisibles los bienes que pueden fraccionarse sin que se
destruyan en su estado normal, ni pierdan notoriamente su valor al considerarse las partes en
conjunto. Un líquido (como el agua) es divisible; pero un animal es indivisible, porque al
fraccionarlo se destruye en su estado normal; un diamante normalmente será indivisible,
porque al fraccionarlo disminuye apreciablemente (las partes, en conjunto, tendrá n un valor
considerablemente inferior al todo primitivo).
b) Son jurídica e intelectualmente divisibles las cosas que pueden fraccionarse en partes
ideales, imaginarias, aunque no puedan serlo materialmente. Desde este punto de vista, todos
los bienes, corporales e incorporales, son divisibles. Lo interesante aquí es destacar que los
bienes incorporales, derechos, por su naturaleza, al no tener consistencia física, só lo son
intelectualmente divisibles; y por disposició n legal, hay ciertos derechos que no pueden
dividirse ni siquiera intelectualmente (tal es el caso del derecho de servidumbre; arts. 1524,
826, 827).
17
En cuanto a los derechos reales, atendiendo al derecho positivo, algunos son indivisibles
(como los derechos reales de servidumbre arts. 826 y 827; de prenda, art. 2405, y de hipoteca,
art. 2408).
II.7
1. CONCEPTOS.
Son bienes singulares los que constituyen una unidad, natural o artificial.
Son bienes universales las agrupaciones de bienes singulares que no tienen entre sí una
conexió n física, pero que forman un todo funcional y está n relacionados por un vínculo
determinado.
2. LAS UNIVERSALIDADES.
Este es un tema de arduo debate en la doctrina, respecto del cual só lo se analizará n los
aspectos fundamentales.
a) Los bienes que la componen pueden ser de la misma naturaleza (como los animales de un
rebañ o, los libros de una biblioteca) o de naturaleza diferente (como el conjunto de bienes
corporales e incorporales que componen el llamado “establecimiento de comercio”, que segú n
algunos y en ciertos casos, puede estimarse una universalidad de hecho aunque el punto es
discutido).
Esto permite distinguir dentro de las universalidades de hecho dos categorías: las colecciones
y las explotaciones.
b) Los bienes que la componen mantienen su propia individualidad, funció n y valor, por lo que
no se consideran universalidades de hecho las meras partes o fracciones de un bien singular.
18
c) El vínculo que une a las cosas singulares para formar la universalidad de hecho es el de un
común destino o finalidad, que generalmente es de carácter econó mico.
a) Estas universalidades contienen tanto elementos pasivos como activos, existiendo una
correlació n funcional entre ellos, de modo que el activo está precisamente para responder del
pasivo existente o eventual.
b) Dentro del conjunto de bienes que componen la universalidad funciona también, como
norma general, el principio de la subrogació n real, por el cual los bienes que ingresan al
continente universalidad a costa de otros que salen, pasan a ocupar la posició n jurídica de
éstos.
c) Las universalidades de hecho, por regla general, no tienen una regulació n jurídica especial;
las universalidades de derecho sí tienen una regulació n jurídica especial.
Finalmente, cabe indicar que en nuestro Derecho positivo no existe una reglamentació n de las
universalidades, lo que, por lo demá s, es comú n en las legislaciones. Sin embargo, el Có digo
supone esta clasificació n (arts. 1317 y 1340 distinguen bienes singulares y universales; el art.
951 se refiere a la herencia como universalidad de derecho; el art. 788 implica un caso de
universalidad de hecho).
II.8
19
Atendiendo a la existencia real de los bienes al momento de crearse una relación jurídica
pueden clasificarse en presentes y futuros. Puede observarse que esta es una clasificació n
puramente jurídica, porque en la realidad só lo son bienes los aquí llamados presentes.
Presentes son los que a un momento determinado (al celebrarse una relació n jurídica) tienen
una existencia real; en cambio, son futuros los que, a esa época, no existen y tan solo se espera
que existan.
Si bien el Có digo Civil no formula esta clasificació n, la reconoce en diversas disposiciones. Así
por ejemplo, los artículos 1461 y 1813 se refieren cosas futuras (como objeto de un acto
jurídico o de una compraventa, respectivamente).
II.9
1. CONCEPTOS
Bienes comerciables son los que pueden ser objeto de relaciones jurídicas privadas, de
manera que sobre ellos puede recaer un derecho real o puede constituirse a su respecto un
derecho personal (arts. 1461, 2498).
Bienes incomerciables o no comerciables son los que no pueden ser objeto de relaciones
jurídicas por los particulares. No puede existir a su respecto un derecho real ni personal.
Esta clasificació n es de gran importancia, atendido que el objeto de los actos jurídicos que se
refieran a una cosa deben ser comerciables (art. 1461), estableciéndose que hay objeto ilícito
en la enajenació n de bienes no comerciables (art. 1464 Nº 1).
En cuanto a las llamadas cosas consagradas al culto divino, el Có digo Civil se remite, en su
artículo 586, al Derecho Canó nico, específicamente en lo tocante a las “cosas consagradas”,
entendiéndose por tales los bienes muebles e inmuebles que mediante la consagració n o
bendició n han sido dedicadas al culto divino. El artículo 587, por su parte, deja en claro que
estos bienes son comerciables.
20
II.10
1. CONCEPTOS.
privada).
Pueden entenderse como inapropiables las cosas comunes a todos los hombres, antes
calificadas de absolutamente incomerciables.
Dentro de los bienes apropiables pueden distinguirse los bienes apropiados e inapropiados; y
apropiables por particulares e inapropiables por éstos.
b) Inapropiados son los bienes que siendo susceptibles de apropiació n, carecen actualmente
de dueñ os. Puede ser que nunca hayan tenido propietario y son entonces llamados res nullius,
o pueden haberlo tenido, pero el dueñ o los abandonó con intenció n de desprenderse del
dominio, en cuyo caso son llamados res derelictaes.
El mismo art. 19 Nº 23 agrega que una ley de quó rum calificado puede establecer limitaciones
o requisitos para la adquisició n del dominio de algunos bienes.
21
Finalmente, debe indicarse que e el Derecho chileno se acostumbra denominar a los bienes de
dominio de los particulares “bienes privados” o “ bienes particulares”, y a los de la Nació n
toda, “bienes nacionales”, subdistinguiéndose entre éstos los “bienes nacionales de uso
pú blico” o “bienes pú blicos” y los “bienes del Estado” o “bienes fiscales”.
II.11
1. BIENES PRIVADOS.
Segú n lo prescribe el art. 589, son “aquellos cuyo dominio pertenece a la nació n toda”,
subdistinguiéndose entre los “bienes nacionales de uso pú blico” o “bienes pú blicos” y los
“bienes del Estado” o “bienes fiscales”.
(i) Concepto.
Son aquellos cuyo dominio pertenece a la nació n toda y su uso a todos los habitantes (art.
589). El mismo Có digo se encarga de señ alar algunos ejemplos de estos bienes: plazas, calles,
puentes, caminos, mar adyacente.
(ii) Características.
b) Aunque en el Có digo no se expresa que estos bienes son incomerciables, está n fuera del
comercio, por su propio destino. Por ende, son imprescriptibles e inalienables.
En este sentido, el art. 599 establece que “Nadie podrá construir, sino por permiso especial de
autoridad competente, obra alguna sobre las calles, plazas, puentes, playas, terrenos fiscales y
demá s lugares de propiedad nacional”. Por su parte, el art. 602 indica que “Sobre las obras
que con permiso de la autoridad competente se construyan en sitios de propiedad nacional,
no tienen los particulares que han obtenido este permiso, sino el uso y goce de ellas, y no la
propiedad del suelo”.
El Estado puede desprenderse del dominio de los bienes nacionales de uso pú blico, pero só lo
en virtud de una ley que declare su “Desafectació n”, es decir, su sustracció n al dominio
pú blico, de su condició n de bien nacional de uso pú blico, quitá ndole tal calidad y destino.
22
(iv) Clasificación de los bienes nacionales de uso público.
Para el aná lisis de los distintos estatutos legales de estos bienes, se acostumbra distinguir
diferentes “dominios”: dominio pú blico marino (fundamentalmente arts. 593 y 596 que
distinguen entre mar territorial, zona contigua y zona econó mica exclusiva), terrestre, fluvial
y lacustre, y aéreo.
Se debe considerar, en primer lugar, al artículo 593, que define el mar territorial como aquél
mar adyacente, hasta la distancia de 12 millas marinas medidas desde las respectivas líneas
de base. El mar territorial es de dominio nacional. Define también lo que se entiende por zona
contigua, espacio marítimo que se extiende hasta la distancia de 24 millas marinas, medidas
desde las respectivas líneas de base. En la zona contigua, el Estado ejerce jurisdicció n para
objetos concernientes a la prevenció n y sanció n de las infracciones de sus leyes y reglamentos
aduaneros, fiscales, de inmigració n o sanitarios. Finalmente, las aguas interiores del Estado
son las aguas situadas en el interior de las líneas de base del mar territorial.
El artículo 596 define la zona económica exclusiva, como el mar adyacente que se extiende
hasta las 200 millas contadas desde las líneas de base del mar territorial. Otras disposiciones
atinentes a la materia son los artículos 585, 594 (que define que se entiende por playa de
mar), 604, 612, 613 y 614, todos del Có digo Civil.
Fuera del á mbito del Có digo Civil, cabe señ alar el Decreto Ley nú mero 2.222, sobre Ley de
Navegació n; el Decreto con Fuerza de Ley nú mero 292, referido a la Ley Orgá nica de la
Direcció n General de Territorio Marítimo y de Marina Mercante; la Ley general de Pesca y
Acuicultura, etc.
Comprende todos los bienes nacionales de uso pú blico situados en la superficie del territorio
del Estado (artículos 589 y 592). Entre otras leyes atinentes, cabe citar la Ley Orgá nica
Constitucional de Municipalidades (conforme a la cual, la administració n de los bienes
nacionales de uso pú blico situados en la Comuna respectiva, corresponden al municipio), la
Ley General de Urbanismo y Construcciones, la Ley Orgá nica del Ministerio de Obras Pú blicas,
etc.
Comprende todas las aguas del territorio nacional. De conformidad al artículo 595, todas las
aguas son bienes nacionales de uso pú blico. En el ú ltimo inciso del artículo 19 nú mero 24 de
la Constitució n se establece lo siguiente: “Los derechos de los particulares sobre las aguas,
reconocidas o constituidas en conformidad a la ley, otorgará n a sus titulares la propiedad
sobre ellos”.
Se dice que el propietario de un predio es dueñ o del espacio existente sobre su inmueble, lo
que quiere expresar que tiene derecho a ocuparlo con construcciones, plantaciones, etc., con
las limitaciones que la ley imponga (por ejemplo, en la Ley General de Urbanismo y
Construcciones o en las normas municipales que regulan el tipo de construcció n en
determinadas zonas de la comuna). Por otra parte, cuando se afirma que el Estado tiene
23
soberanía en el espacio ubicado sobre su territorio, quiere indicarse que está facultado para
regular la utilizació n de dicho espacio, cuestió n de la que se ocupa el Có digo Aeroná utico.
El Estado, ente de Derecho pú blico, puede ser sujeto de derechos privados. Son los llamados
bienes fiscales los que constituyen el patrimonio privado del Estado; pertenecen a él en
cuanto sujeto de relaciones patrimoniales privadas, para cuyos efectos es llamado “Fisco”. Con
el art. 589 puede decirse que estos bienes fiscales son los bienes nacionales cuyo uso no
pertenece a la nació n toda.
Teó ricamente, el régimen jurídico de estos bienes es el Derecho Privado. Sin embargo,
siempre se han dictado leyes especiales que reglamentan la adquisició n, administració n y
disposició n de estos bienes (actualmente, el Decreto Ley nú mero 1.939, y arts. 19Nº 21 y 60
Nº 10 CPR). De tal forma, las normas de Derecho Privado comú n adquieren só lo un valor
supletorio.
Entre los bienes fiscales que pueden mencionarse, existen por ejemplo: (i) bienes muebles e
inmuebles afectos al funcionamiento de los servicios pú blicos; (ii) bienes que componen las
herencias en las que sucede el Fisco, como heredero intestado: herencias yacentes que se
transforman en herencias vacantes (art. 995); (iii) nuevas islas que se forman en el mar
territorial o en ríos y lagos navegables por buques de má s de 100 toneladas (art. 597); (iv) la
denominada captura bélica (art. 640); (v) las tierras que, ubicadas dentro del territorio
nacional, carecen de otro dueñ o (artículo 590).
En relació n a este ú ltimo precepto, se estima que establece una verdadera presunció n de
dominio a favor del Fisco, de manera que quien le dispute un inmueble debe acreditar
dominio, aunque tenga posesió n.
Derechos Reales
24
En cuanto al modelo chileno, se Libro II se llama “De los bienes, y de su dominio,
posesión uso y goce”. Sin duda que el titulo expresa lo que se trata en aquel libro.
1. - Derechos reales. Son aquellos que atribuyen a su titular un señ orío o poder inmediato
sobre la cosa, señ orío o poder que, dentro de los má rgenes de la ley, puede ser má s
amplio o menos amplio.
El artículo 577 del Có digo Civil los define: Derecho real es el que tenemos sobre
una cosa sin respecto a determinada persona. Se quiere decir que el derecho real
es un poder inmediato sobre la cosa, no se relaciona con ninguna persona. Son
derechos reales el de dominio, el de herencia, los de usufructo, uso o habitació n,
los de servidumbres activas, el de prenda y el de hipoteca. De estos derechos
nacen las acciones reales.
A pesar de que se entronca con la palabra res de origen romano, la expresió n ius in
rem, derecho sobre la cosa, no es de ellos, pero sí de los romanistas, es decir, de los doctos en
Derecho romano. Se introduce en la Edad Media por el uso de las escuelas y aparece en la obra
llamada Brachilogue iuris civiles o Corpus Legum. Es un compendio del derecho justinianeo
redactado en Lombardía. Su autor, al hablar de las acciones, busca las causas de que nacen, y
establecen que la actio in rem deriva de un ius in rem, así como la actio in personam surge de
un iun in personam, un derecho personal o de obligació n.
El derecho real es el poder directo e inmediato sobre la cosa, poder o señ orío que,
dentro de los má rgenes de la ley, puede ser má s amplio o menos amplio. Así el dominio es el
poder má s amplio porque tiene todas las facultades, en contraste con el derecho de
habitació n, que solo tiene la facultad de uso de la cosa.
El poder sobre la cosa es directo e inmediato, porque para ejercerlo el titular del
derecho no necesita de la mediació n de nadie. La persona tiene el derecho de propiedad sobre
una casa, conforme a su sola voluntad, la dedicará a habitació n suya, a arrendarla etc., sin que
le sea preciso recurrir a otro sujeto, al revés de lo que sucede al arrendatario, que, para
habitar la casa, necesariamente debe haber recurrir a su dueñ o para que se la dé en
arrendamiento.
25
1. - Elementos constitutivos de uno y otro. El derecho real tiene tan solo dos elementos: la
persona, sujeto activo del derecho y la cosa, objeto del derecho. Pero en el derecho
personal, ademá s de ellos, interviene otro elemento, el deudor o sujeto pasivo del
derecho: de éste depende que el derecho persona se cumpla, que se pague el crédito. A
diferencia del derecho real. Por ejemplo, Pedro para pasearse por su casa, no necesita,
jurídicamente, de nadie, como tampoco para venderla o coger los frutos que en sus
á rboles haya, tiene un derecho real.
2. - Diferencia en cuanto al objeto. El objeto del derecho real es siempre una cosa; el del
derecho persona puede ser la prestación de una cosa, de un hecho o una abstención.
3. - Diferencia en cuanto a la determinación del objeto. La cosa objeto del derecho real es
determinada en su individualidad; el objeto del derecho personal no es una sino una
prestación, es decir, la realizació n de un hecho, o la abstenció n de llevar a cabo uno, o la
entrega de una cosa que puede no ser individualmente determinada, sino solo serlo en
su género.
Excepcionalmente hay derechos personales que obligan a terceros, pero no por tal
circunstancia se transforman en derechos reales, ya que no recaen sobre la cosa,
sino que aseguran la persistencia de la prestació n del deudor respecto de la cosa.
Un claro ejemplo, es en el caso del arrendamiento cuando todos deben respetarlo.
Artículo 1.962 del Có digo Civil y 101 del D.F.L. N° 3 Ley General de Bancos.
Podría preguntarse por que los derechos personales no pueden ser perseguidos
respecto de terceros adquirentes (contra terceros en general es obvio, dada la
relació n jurídica) La inoponibilidad de los créditos adquirentes se justifica por la
exigencia de hacer má s simple, expedito y seguro el régimen de la circulació n de
los bienes.
26
Como contrapartida, hay casos en que un derecho real es solo oponible entre
partes y no a terceros adquirentes. Por ejemplo, el dueñ o de una cosa corporal
mueble no puede reivindicarla en el caso de que el poseedor de ella lo haya
comprado en una feria, tienda o almacén u otro establecimiento industrial.
Artículo 890.
b) Acción Real. Se llama así porque tiene eficacia contra cualquier persona;
cualquiera puede ser sujeto pasivo de la acció n.
La regla es que estas prerrogativas las tenga solo el derecho real. Excepcional y
taxativamente el derecho personal puede tenerlas como lo ofrece el Derecho
Comercial Marítimo Artículo 843 del Có digo de Comercio.
Los puntos expuestos son parte de la teoría clá sica de los derechos reales, pero hay
teorías que van en contra y que tienen diferencias que hay que observar:
Se critica esta teoría. Se dice que no tiene sentido de habar de una relació n
jurídica entre un sujeto con todos los coasociados. Responde diciendo que en
realidad no son todos, sino aquellos que solamente pueden, de hecho, alterar el
goce del derecho. Por otro lado se critica diciendo que se confunde, pues la
pretendida obligació n pasivamente universal no es sino un deber general y vago
que se impone a cada uno de los miembros de la comunidad de respetar la ley y
27
los derechos ajenos, lo cual técnicamente no es una obligació n.
2. - Teoría ecléctica. Hay una diferencia fundamental ente los derechos reales y personales,
aunque armoniza la teoría clá sica y la personalista: Asegura que los elementos del
derecho real son dos la relación del sujeto con la cosa y la obligación (de contenido
negativo) que tienen los terceros de no invadir aquella relació n autó noma y directa
entre el sujeto y la cosa. Esta teoría puede aceptarse, aunque nada nuevo aporta a la
teoría clá sica.
3. - Teoría Económica. Al igual que la clá sica, hay una separació n entre los derechos raes y
personales, pero basada en la diversidad del contenido de uno y otro. El contenido del
derecho real, es el fenómeno económico de la apropiación de riqueza; el del personal es
una relació n de derecho por virtud de la cual la actividad econó mica o social de una
persona es puesta a disposició n de otra, en la forma positiva de una pretensió n por
proporcionarse, o en la forma negativa de una abstenció n por observar.
4. - Teoría realista u objetiva. Ellos también son de una posició n monista, pero en la que se
asimila el derecho personal al real. Identifican la obligació n con el real. Afirman que el
derecho de crédito se ha despersonalizado para irse patrimonializando. Saleilles dice
que cuando se contrae la obligació n de pagar una suma de dinero, lo importante es que
sea pagada.
Conclusión
Todas las teorías anteriores, han sido objeto de críticas. Por ello, se mantiene la teoría
clá sica como la preponderante.
El numero de derechos reales es cerrado (numerus clausus), es decir, solo existen los
tipos que las leyes expresan. En cambio los derechos personales pueden crearse libremente
por los particulares.
Ademá s de los derechos reales hay otros expresados en las leyes. Por ejemplo, en el
Có digo de Minería, tenemos la concesión minera. También en el Có digo de Aguas tenemos el
derecho de aprovechamiento de las aguas.
Derechos personales pueden haber tantos cuantos puedan crear los hombres, pero
28
derechos reales, cabe preguntarse si también los particulares está n facultados para crear
otros derechos reales. Si se responde que si, se dice que no son taxativos, pero si se responde
negativamente, el numero de ellos es cerrado.
Los romanos decían que eran numerus clausus, y los germá nicos decían que eran
numerus apertus.
En las legislaciones prevalece que son cerrados. En Chile, no hay duda de que son
cerrados. A favor de este criterio se arguye diciendo que la organizació n y las modalidades de
la propiedad, derecho real-tronco, interesa al orden pú blico; y, por lo demá s, si resulta
comprensible que las partes puedan a su antojo establecer relaciones jurídicas que só lo a ellas
liguen, má s difícil resultaría explicar que estuviesen autorizar para, a su manera, instituir
derechos que, pudiendo oponerse a todos, constituyen una molestia para la colectividad: la
norma de la relatividad de las convenciones del legislador, producir efecto má s allá del círculo
de las partes y de sus causahabientes a titulo universal.
Nuestro Có digo Civil califica de cosas incorporales los derechos (artículo 565), urge
advertir que ellos está n excluidos como objeto de los derechos intelectuales. Estos pueden
recaer, pues, sobre creaciones del espíritu o de la mente que no sean derechos. Ejemplos de
derechos intelectuales, son los que tienen los autores sobre sus obras literarias, artísticas o
científicas.
Por cierto, las creaciones intelectuales son cosa distinta del sustrato material en que se
manifiestan. El derecho de autor de un poeta recae sobre sus versos y no sobre los libros o las
pá ginas impresas que los contienen y dan a conocer; el derecho del interventor recae sobre la
invenció n misma y no sobre la má quina fabricada de acuerdo con el nuevo esquema mental.
Caracteres
2. - Recaen directamente sobre una cosa inmaterial. Por ser absolutos y ejercerse el poder
que confieren directamente sobre su objeto, algunos autores sostienen que los derechos
sobre bienes inmateriales o derechos intelectuales son una figura de los derechos reales
y, má s específicamente, del derecho de propiedad. Sin embargo, otros autores lo niegan
y afirman que los derechos en aná lisis difieren profundamente de los derechos reales y
por eso no es correcto hablar de una propiedad intelectual o industrial, ya que la
naturaleza del objeto del derecho real presenta una radical diferencia con la del objeto
del derecho intelectual.
3. - Por ultimo, los diversos derechos reales pueden tener por objeto cualquiera cosa ú til
que se encuentre en el comercio; los derechos intelectuales só lo pueden recaer sobre
cosas inmateriales que, genérica o específicamente, señala la ley. Esta llega a veces, para
evitar la ocurrencia de dudas, a manifestar qué cosas inmateriales no son objeto de su
protecció n. Por ejemplo, el artículo 37 letra a) del reglamento de la ley 19.039.
Naturaleza jurídica
29
llamados derechos intelectuales o derechos sobre bienes inmateriales.
Nuestro Có digo Civil se refiere a los derechos que se tienen sobre las cosas
inmateriales en un artículo ubicado dentro del Titulo llamado “Del dominio”. El artículo 584
dice: Las producciones del talento o del ingenio son una propiedad de sus autores. Andrés
Bello estimo necesaria esta declaració n porque hubo tiempos en que se sostenía que de
ninguna manera debería reconocerse un derecho individual exclusivo al autor o al inventor,
en razó n de que la obra de arte y la invenció n no son má s que el fruto o producto de una época
o el resultado de esfuerzos e investigaciones a las cuales pueden haber contribuido.
El inciso 2°, por su parte, establece que esta especie de propiedad se regirá por leyes
especiales. Si Bello, tomó la palabra especie en el sentido ló gico, esto es, divisió n de una
categoría má s amplia, el género, habrá que aceptar que consideró los derechos intelectuales
como un tipo de propiedad. Pero si lo tomó en su sentido etimoló gico, significativo de
semejanza, apariencia, ha de concluirse que estimó a los derechos sobre cosas inmateriales
só lo como una apariencia de propiedad o un tipo semejante a ésta, o sea, parecido pero
distinto. Parece ser ésta la solució n acertada.
Conclusiones y terminología
1. - Los derechos intelectuales o sobre cosas inmateriales son derechos absolutos que
30
recaen directamente en estas cosas y facultad para explotarlas econó micamente de un
modo exclusivo o monopó lico.
2. - En su aspecto pecuniario, forman parte de los derechos patrimoniales, constituyendo
una categoría de éstos que, segú n la opinió n prevaleciente en la doctrina moderna, debe
colocarse aparte de los derechos reales y personales
4. - En la doctrina y en las legislaciones que los contemplan, los derechos sobre bienes
inmateriales reciben diversos nombres: derechos intelectuales, o simplemente derechos
sobre bienes inmateriales o, aun, propiedades intelectuales.
La Propiedad
I.- Generalidades
Concepto
La propiedad es el derecho que confiere al sujeto el poder má s amplio sobre
una cosa. En cambio los demá s derechos reales otorgan poderes limitados sobre la cosa; solo
autorizan aprovechamientos parciales.
Razón de Existencia
Al igual que todos los derechos subjetivos patrimoniales, la propiedad tiene
por razó n de existencia la satisfacció n de necesidades humanas de carácter econó mico. Es un
poder para que un individuo obtenga con el ejercicio de esta atribució n los medios materiales
que le permitan cubrir sus necesidades.
Dominio y Propiedad
Jurídicamente algunos ocupan la palabra propiedad como sinó nimo de
dominio. Es la doctrina adoptada por el Có digo Civil en el artículo 582.
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derecho real que recae sobre cosas materiales y el término Propiedad (que sería má s
genérico) sería respecto de todo género de derecho susceptible de apreciació n pecuniaria,
como propiedad de un crédito, herencia, etc.
Definiciones
Se critica que esta definició n no consigna el cará cter exclusivo del derecho de
propiedad.
Nuestro Có digo Civil considera que el objeto de la propiedad son las Cosas
Corporales. Luego habla de 2 especies de propiedad:
1. - Una es la que se tienen sobre sus derechos, reales o de crédito, los titulares de éstos y
así dice que el usufructuario tiene la propiedad de su derecho de usufructo. Artículo 565
inciso 3° y 583.
2. - La otra especie de propiedad es la que sobre las producciones del talento o del ingenio
tienen sus autores. Artículo 584. Esas producciones son cosas inmateriales y por cosas
inmateriales se entienden todas aquellas que no se perciben por los sentidos, sino que se
reconocen por medio del espíritu o intelecto, excluyéndose los derechos.
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1. - Carácter Absoluto. Tiene 2 alcances:
a) Significa que el dueñ o puede ejercitar sobre la cosa todas las facultades posibles.
b) También que se tiene un poder soberano para usar, gozar y disponer de ella a su
arbitrio, sin que nadie pueda impedírselo.
Puede decirse que en estos términos nuestro Có digo Civil contempla el cará cter
absoluto del dominio. Dice que este derecho real faculta para gozar y dispone
arbitrariamente de la cosa; no siendo contra ley o contra derecho ajeno.
Reconoce el poder soberano del propietario, pero dentro de los límites naturales
del dominio: la ley y el derecho ajeno.
Ademá s, sería independiente porque existe por si, no presupone ningú n otro
derecho. Los demá s derechos reales serían especiales con relació n al domino
porque solo facultan para aprovecharse de un grupo de cosas no de la
generalidad; y son dependientes porque presuponen de la existencia de la
propiedad.
2. - Carácter Exclusivo. En su esencia, supone un titular único facultado para usar, gozar y
dispone de la cosa, y por ende, para impedir la intromisió n de cualquier otra persona.
Claro ejemplo es el derecho de cerramiento, artículo 844 inciso 1°.
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3. - Carácter Perpetuo. Lo es en todo lo no que está sujeto a limitació n en el tiempo y puede
durar tanto como cuanto la cosa; en sí mismo no lleva una razó n de caducidad, y
subsiste independientemente del ejercicio que se pueda hacer de él. Así no se pierde el
dominio por no usar la cosa y aunque un tercero ejerza actos de dominio, solo se pierde
la posesió n de la cosa, pero no el dominio.
Cuestiones relativas a la perpetuidad. Este cará cter de perpetuo no es obstá culo a que se
pueda hacer depender la extinció n del derecho de propiedad de ciertas causas
establecidas y previstas en el momento mismo de su adquisició n. Se puede decir que es
perpetuo pero no irrevocable.
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1. - La inviolabilidad.
1. - Uso (usus).
2. - Goce o Disfrute (fructus).
3. - Disposició n (abusus).
Clasificación
1. - Materiales Son las que se realizan mediante actos materiales que permiten el
aprovechamiento del objeto del derecho (uso, goce y disposició n física de la cosa).
2. - Jurídicas. Las que se realizan mediante actos jurídicos. Se encuentran los actos de
disposició n jurídica, como gravar.
Facultades Materiales
Existen casos donde solo el usuario, o sea, el titular del derecho real de uso,
tendrá solo esta facultad, sin participació n alguna en los frutos de la cosa; y en
otras ocasiones, si bien podrá apropiarse de ellos, deberá restringir su goce a una
parte limitada de los mismos. Ver artículo 764.
Como las atribuciones del propietario son de gran magnitud, puede usar la cosa
de su dominio, en principio, con cualquier fin, aun cuando contraríe el destino
natural de ella; su poder só lo tiene cortapisas en la ley y en el derecho ajeno. El
dueñ o de un palacete puede usarlo como bodega, pero no puede hacer lo mismo el
habitador, artículo 816 inciso 2°; el arrendatario, a falta de convenció n expresa,
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solo puede hacer servir la cosa a objetos a que ella es naturalmente destinada o
que deban presumirse de las circunstancias del contrato o de la costumbre del
país. Artículo 1.938 inciso 1°.
Esta facultad, no está expresamente señ alada en el artículo 582, pero el legislador
la incorporó en el goce, con la cual se refunde. En síntesis, la facultad de uso, en el
hecho y en teoría, es un facultad del derecho de dominio; no se confunde con el
goce y puede constituir por sí sola el objeto de un derecho, por ejemplo el derecho
de uso.
2. - Facultad de Goce. Es la habilita a apropiarse de los frutos y los productos que la cosa
da. Precisamente en virtud de esta facultad de goce, el dueñ o de una cosa pasa a serlo de
los productos y frutos de ella. Nuestro Có digo Civil, sin embargo, justifica la adquisició n
del dominio de los frutos, mediante la accesió n. Tal concepción es inútil y falsa.
Facultad Jurídica
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Enajenación
En un sentido amplio, la enajenació n es todo acto de disposición entre vivos
por el cual el titular transfiere su derecho a otra persona o constituye sobre él un nuevo derecho
real a favor de un tercero, nuevo derecho que viene a limitar o gravar el suyo ya existente.
Ejemplo de enajenació n en sentido amplio es el artículo 2.387 que dice: “No se puede empeñar
una cosa, sino por persona que tenga facultad de enajenarla.”, pero ¿por qué?, porque la prenda
es una forma de enajenació n (constituye un principio de enajenació n), así el artículo 2.414,
del mismo modo, expresa que no se puede constituir hipoteca sobre sus bienes sino la
persona que sea capaz de enajenarlos.
2. - La Ley. Por ejemplo, la ley no permite enajenar cosas embargadas por decreto judicial, a
menos que el juez lo autorice o el acreedor consienta en ello, artículo 1.464 N° 3°. Lo
mismo en la propiedad fiduciaria, artículo 751.
Limitar y Gravar
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No debe confundirse capacidad de disposición con la facultad de disposición:
1. - Respecto de los bienes ajenos, porque no somos titulares de ellos o representantes del
titular;
3. - No hay facultad de disposició n cuando el derecho es inepto para ser objeto de ella (por
ejemplo, los derechos personalísimos);
4. - Cuando hay un agente extraño y legítimo que la impide (por ejemplo, un embargo recae
sobre nuestra propiedad).
Cláusula de No Enajenar
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a) Si en Derecho Privado puede hacerse todo lo que la ley no prohíbe, siempre se podrá
establecer con eficacia una cláusula de no enajenar, a menos que una disposició n
expresa lo prohíba en determinado caso, y tal disposició n, con carácter general, no
existe respecto de la cláusula contractual.
c) El dueñ o puede desprenderse de todas las facultades del dominio, como ocurre
cuando trasfiere este derecho real: por tanto , conforme al adagio “quien puede lo
más, puede lo menos”, con mayor razó n puede renunciar al ejercicio de una sola
facultad, la de disponer.
c) Tales clá usulas se oponen a diferentes textos del Có digo Civil, sobre todo a los
artículos 582 y 1.810. El 582 permite disponer arbitrariamente de la cosa y el
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1.810, dice que se puede vender siempre que no esté prohibido por ley.
d) El artículo 53 del reglamento, se limita a permitir una inscripció n, sin señ alarse
efecto alguno. En todo caso es solo una disposició n reglamentaria que no
sobrepasa a la ley en ningú n caso.
Sanción. Sería la Nulidad Absoluta por recaer sobre objeto ilícito, cual es impedir
la libre circulació n de los bienes.
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1. - Clases de Propiedad según su Extensión. La propiedad puede ser:
d) Propiedad Fiduciaria. Segú n la definició n del Có digo Civil, es la que está sujeta al
gravamen de pasar a otra persona, por el hecho de verificarse una condició n.
Artículo 733 inciso 1°.
a) Individual.
3. - Clases de propiedad en cuanto a las cosas objeto del derecho. Puede ser:
c) Minera. Este no está en pugna con la propiedad civil, así que se consideraría
como civil.
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5. - Según su titular sea el Estado o los Particulares. En el campo econó mico se ve esta
clasificació n.
En realidad el dominio es el amplio señ orío que puede tenerse sobre una
cosa, pero la libertad y la exclusividad de facultades que otorga al titular sobre ésta no son
ilimitadas. Hay ciertas restricciones que son inmanentes al dominio.
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1. – Restricciones Genéricas
Todas las legislaciones positivas sancionan expresamente al que sin derecho causa daño a
otro. Si dentro de los limites de mi terreno elevo una enorme muralla con el ú nico y malévolo
propó sito de oscurecer la casa del vecino, ¿podrá yo liberarme de toda responsabilidad
alegando que esté dentro de mi derecho hacer cualquier cosa en el suelo de mi propiedad? . Y
má s aú n, si los actos de ejercicio de un derecho no aparecen inspirador por ningú n propó sito
doloso, ¿está el tercero obligado a soportar las consecuencias perjudiciales para sus intereses?.
Tendencias
2. - Las tendencias que pretenden hacer reinar la equidad en el mundo del derecho dan la
solució n contraria. Proclaman, como regla general, que el ejercicio de los derechos es
relativo; no pueden ellos usarse segú n el solo arbitrio de los titulares, sino de acuerdo
con los finos que la ley ha tenido en cuenta para otorgarlos; el ejercicio de un derecho
que se aparta de estos fines no es normal o racional; importa un abuso del derecho y
merece sanció n.
En resumen, hoy por hoy, la teoría del abuso del derecho se desenvuelve en
el capo del Derecho Privado y en el Derecho Pú blico. Muchas son las obras consagradas a su
estudio en el Derecho Administrativo, en el Derecho Internacional Pú blico.
1. - Dícese que la expresió n abuso del derecho es una contradicció n en los términos, pues si
hay abuso no existe derecho, y si hay derecho no existe abuso. Se ha replicado que la
contradicció n no existe porque el acto abusivo es conforme al derecho subjetivo, pero
contrario al objetivo, es decir, al conjunto de reglas jurídicas. La contrarréplica expresa
que el derecho subjetivo no es má s que un aspecto del derecho objetivo, de modo que
no se concibe que el uno esté en oposició n con el otro.
2. - Desde el punto de vista ideoló gico, los sostenedores de la teoría del abuso del derecho
argumentan en pro de ésta que el derecho no es un concepto absoluto, sino relativo, y
como tal tiene límites, más allá de los cuales no es operante como fuerza social protegida
por la autoridad del Estado, y si obra y ocasiona daños a otros, no merece protección.
1. - De acuerdo con cierto sector de la doctrina, el abuso del derecho es una materia que se
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rige por los principios de la responsabilidad delictual y cuasidelictual civil. Así habría
abuso del derecho cuando el titular lo ejerce dolosa o culpablemente, o sea, cuando
ejerce su derecho con intenció n de dañ ar a otro o sin el cuidado o diligencia que los
hombres emplean ordinariamente en sus actos o negocios propios.
En contra se dice que hacer del dolo o la culpa elementos del abuso del derecho es
tergiversar la cuestió n, pues lo que se trata de evitar con la teoría, es el dañ o a
otro sin utilidad propia o con una utilidad muy inferior al perjuicio ajeno.
2. - Otros sostienen la independencia o autonomía del abuso del derecho frente a los
principios que rigen la responsabilidad extracontractual. Se dice que hay abuso cuando
los actos que importa su ejercicio son contrarios a los fines económicos o sociales del
mismo o cuando, sin una apreciable utilidad propia, se realizan sólo o principalmente para
causar un mal a otro.
Explicado está que el abuso del derecho, hace chocar un derecho (el mío)
con un simple interés (el del vecino). En la colisió n de derecho la pugna se produce entre dos
derechos, el propio y el ajeno, y no entre un derecho (el propio) y un simple interés (el ajeno).
Podría decirse que hay una colisión de derechos cuando varios concurren de tal suerte que el
ejercicio de uno de ellos hace imposible o perjudica el del otro.
Sanción
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El esfuerzo interpretativo, sin embargo, no parece acertado, pues la
disposició n se refiere al que ha cometido un delito o cuasidelito, y éstos, por definició n,
implican obrar sin derecho, y las hipó tesis de abuso se presentan, precisamente, cuando se
dañ a a otro en el ejercicio del propio derecho y sin salirse de su orbita.
1. - Derecho de Uso Inocuo. El jusinocui es el derecho de aprovechar una cosa ajena, por
razó n de utilidad, no sufriendo el dueñ o perjuicio alguno o sufriéndolo en una cuantía
despreciable.
Es un derecho que actú a sobre cosa ajena, no un simple permiso ni una tolerancia
del dueñ o de ésta, como tampoco es, por parte de que aprovecha, resultado
caprichoso o de un abuso. La calificació n de inocuo revela que el uso o el goce no
causa un verdadero perjuicio; en otras palabras, que es inocente o inofensivo.
El aprovechamiento debe ser ú til al que lo hace pues esta utilidad es su base.
En nuestro Có digo Civil el uso inocuo no tiene la categoría de derecho, por tanto,
como se trata de una situació n excepcional, no se puede considerar en ese
cará cter ni, consiguientemente, como una limitació n del dominio. El uso inocuo
solo está considerado, en forma implícita, en algunas disposició n, como un acto
que depende de la mera tolerancia o benevolencia del dueño. Ejemplo, artículo
2.499.
3. - Principio del Mal Menor. Conforme a este principio se concede derecho a un extrañ o
para aprovechar una cosa ajena a fin de salvar de un peligro inminente un bien o un
interés jurídico mayor valor que aquélla. El propietario carece de facultad para
oponerse al acto del tercero; su facultad de excluir queda, pues, limitada.
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retirarla del alcance del angustiado.
El Có digo Civil nada establece sobre el principio del mal menor. Podría decirse,
en consecuencia, que, como las limitaciones del dominio son de derecho estricto, el
propietario no está obligado a tolerar la actuació n del tercero. Pero frente a esta
norma de interpretació n se alza la norma de equidad; ella debe aplicarse,
considerando el caso como una laguna de nuestra legislació n, y los vacíos de la
legislació n deben llenarse, precisamente con los principio de equidad, artículo
170 N° 5 del Có digo de Procedimiento Civil.
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Copropiedad
Copropiedad: Definición
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cada una de sus partes y no sobre una parte materialmente determinada de ella. Si, por
ejemplo, 3 estudiantes compran en comú n tres tomos, todos éstos pertenecen en comú n a los
3 estudiantes; ninguno podrá pretender un derecho exclusivo sobre alguno de los tomos,
salvo que hubiera acordado otra cosa.
1. - La concepció n clá sica inspirada por el derecho romano, sostiene que la copropiedad no
es un derecho esencialmente distinto del dominio, sino que una simple forma, variedad
y modalidad de éste.
2. - Segú n otra concepció n, uno de cuyos paladines má s conocidos es el autor francés Henri
Capitant, la copropiedad constituye un derecho real, sin duda, pero distinto del dominio;
otorga a cada titular el derecho de adquirir parte de los frutos o el uso de la cosa en
ciertos casos, intervenir en la administració n, la facultad de pedir la participació n de l
cosa comú n, y la de oponerse a los actos de enajenació n que pretendan realizar los otros
copropietarios.
Fuentes de la Indivisió
3. - Entre los casos de indivisió n que tienen por fuente un texto de la ley, puede citarse el de
los bienes afectos al uso comú n en los edificios en que la propiedad se encuentra
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dividida por pisos o departamentos.
Se debe distinguir entre Actos Jurídicos que pueden realizarse respecto de la cuota-parte y los
actos materiales de uso o de goce que pueden hacerse sobre la cosa comú n.
Noción de Cuota-Parte
Esta es la porció n ideal, fija y determinada, o determinable, que cada comunero tiene en el
derecho sobre la cosa comú n; es la medida extensiva del derecho de cada comunero en la
comunidad.
Las cuotas pueden ser iguales o desiguales; si no consta lo contrario, se reputan iguales. Se
desprende de varios preceptos. Artículos 1.098º, 2.307º. La cuota se expresa en un tercio, un
quinto, un décimo.
Cada comunero puede servirse para su uso personal de las cosas comunes,
con tal que las emplee segú n su destino ordinario y no entrabe el justo uso de los demá s
comuneros (artículos 2.305º en relació n con el 2.081º).
La limitació n de no entrabar el justo uso de los demá s comuneros tiene su justificació n en que
los derechos de todos son cualitativamente iguales.
El Có digo de Procedimiento Civil establece que para poner termino al goce gratuito de alguno
o algunos de los comuneros sobre la cosa comú n bastará la reclamació n de cualquiera de los
interesados; salvo que este goce se funde en algú n titulo especial. Artículo 655.
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Hay que distinguir:
1. - No hay un administrador que gestione los intereses comunes. Del hecho de que todos
los comuneros tienen un derecho igual en la cosa comú n, deriva el principio de que
todos los tienen las mismas facultades para intervenir en la administració n de ella y que
los actos administrativos deben tomarse de comú n acuerdo, por la unanimidad de los
comuneros. Cada uno de ello tiene el jusprohibiendi o derecho a oponerse a los actos
que los demá s copartícipes pretenden realizar.
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Responsabilidad de los Comuneros
4. - Responsabilidad por los daños causados en las cosa y negocios comunes. Cada
comunero es responsable hasta de la culpa leve. Artículo 2.308º.
5. - La cuota del comunero insolvente grava a todos los demás. Artículos 2.311 y 1.347.
Extinción de la Comunidad
1) Por la reunió n de las cuotas de todos los comuneros en una sola persona.
4. - Abandono Liberatorio. Solo se puede abandonar el derecho sobre su cuota, pero no las
obligaciones, ni menos las responsabilidades que se tengan por la copropiedad. La cuota
abandonada, acrece a los demá s copropietarios.
La Partición
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de ellos.
2. - Sentido Restringido. Es la operación por la cual el bien común se divide en tanto lotes
cuantos comuneros haya, recibido cada uno de ésos la propiedad exclusiva de uno de esos
lotes.
1. - Es imprescriptible, pues la ley, dice que la partición del objeto asignado “podrá siempre
pedirse”. Capitant y Colin, observan que el derecho de provocar la partició n descansa
sobre un estado de cosas, la indivisió n, que se renueva constantemente.
Nuestro Có digo Civil al igual que el Derecho Francés, establece que el efecto
de la adjudicación es puramente Declarativo, no constitutivo ni traslaticio de dominio.
Segú n la teoría clá sica que sea declarativo, significa que se limita a
reconocer una situació n anterior, sin modificar sus elementos. Ver artículo 1.344.
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Modos de Adquirir el Dominio
Teoría que exige un título y un modo para la adquisición del dominio y los demás derechos reales
Por regla general, para adquirir un derecho personal basta el solo contrato
o acto constitutivo. Pero tratá ndose de derechos reales, ademá s del contrato o acto
constitutivo es necesario, segú n la teoría tradicional, otro requisito, un modo de adquirir.
Para que el comprador llegue a ser dueñ o de la cosa, no basta la celebració n del contrato; es
preciso también que el vendedor realice la tradició n en favor del comprador.
1. - Una de las teorías, sostiene que para adquirir los derechos reales basta con el
título; el modo es innecesario o, al menos, se le considera implícito en aquél. En otros
términos, las voluntades concordantes de transferir y de adquirir la propiedad son
suficiente para hacer propietario al adquiriente. Artículo 711º, 1.138º y 1.583º. Este
sistema no protege a los terceros, de ahí que solo reciba una aplicació n plena en cuanto
a las partes contratantes, y sufra atenuaciones má s o menos intensas respecto de
terceros.
2. - Otra teoría estima necesario cortar el lazo entre el modo de adquirir y el título; hay
que independizar, para efectos de la transferencia de los derechos reales, el modo de
adquirir del título. Lo que interesa para la transferencia y adquisició n de esos derechos
es só lo el modo, que se desdobla en dos momentos; el acuerdo real y la propia tradició n
o inscripció n. (Teoría Alemana)
Esta teoría trae una eficaz protecció n de los terceros. Si el titulo o negocio causal
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se declara nulo, no por eso la enajenació n deja de surtir efectos; y la parte en cuyo
favor se declara la nulidad solo puede hacer valer la acció n de enriquecimiento sin
causa.
2. - La Accesión, que segú n la definició n legal, “es un modo de adquirir por el cual el dueñ o
de una cosa pasa a serlo de lo que ella produce, o de lo que se junta a ella.” Artículo
643º.
4. - La Sucesión Por Causa de Muerte, que es un modo de adquirir el dominio de los bienes
y derechos transmisibles dejados a su muerte por una persona. Artículo 951º.
6. - Debe agregarse a la enumeració n anterior la Ley, que en ciertos casos sirve de modo de
adquirir. Así, por ejemplo, el usufructo legal del padre sobre los bienes del hijo, y el del
marido sobre los bienes de la mujer, se adquirieren por la ley. La jurisprudencia ha
declarado retiradamente que una ley de expropiación sirve de título y modo de
adquirir el bien expropiado.
Pueden hacer varias, segú n sea el punto de vista que se tome como base. Estas son:
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3. - A Título Gratuito y a Título Oneroso.
4. - Modos de adquirir por actos entre vivos y por actos de ú ltima voluntad.
I. - Originarios y Derivativos
Se observa
a) Hay dos modos que siempre son a título singular: la accesió n y la ocupació n.
b) Hay un modo que indistintamente puede ser a título universal o a título singular: la
sucesió n por causa de muerte.
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c) Hay dos modos que por regla general son a título singular: la tradició n y la prescripció n,
salvo que se trate de la cesió n o prescripció n de una herencia, casos en que son a título
universal.
La tradició n por ende puede ser tanto a título gratuito como a título
oneroso. La sucesió n por causa de muerte y la prescripció n son siempre a título gratuito.
2. - Modo de adquirir entre vivos, son los que para operar la adquisició n de un derecho
presuponen la existencia de la persona de la cual otra deriva su derecho, o no
presupone ni la existencia ni la muerte de otra persona de la cual se derive el derecho,
porque éste se adquiere originalmente, es decir, nace en la persona de su titular. Modos
de adquirir entre vivos de carácter derivativo es la tradició n, y modo de adquirir entre
vivos de cará cter originario son la ocupació n, la accesió n y la prescripció n.
Mediante los modos de adquirir se puede adquirir toda clase de derechos y no solo el dominio
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Hay algunos modos que sirven para adquirir cualquier derecho real o
personal, como ser el dominio, el usufructo, servidumbre, créditos, etc.; tales modos son la
tradición y la sucesión por causa de muerte.
Se comete una falta de ló gica cuando se dice que una persona adquiere un
derecho por dos modos de adquirir; porque cuando opera un modo, no opera otro. Así, se
adquiere por prescripció n o por herencia; pero no por prescripció n y herencia a la vez.
1. - Porque así lo dice expresamente el artículo 675: “Para que valga la tradición se requiere
un título translaticio de dominio, como el de venta, permuta, donación, etc.”
2. - Porque, segú n el criterio del Có digo Civil, siguiendo al derecho romano, de los contratos
só lo nacen derechos personales y jamá s derechos reales; en consecuencia, para adquirir
el dominio se requiere la existencia de un modo de adquirir, que en el caso del contrato
es la tradición. Por ejemplo, si yo le compro una casa a Pedro, por el contrato de
compraventa, no me hago dueñ o de la casa; solamente adquiero un derecho personal
para exigirle a Pedro que me entregue la casa. Entregada la casa, con la inscripción en el
conservador, adquiero el dominio de la casa.
Arturo Alessandri Rodríguez, sostiene que de acuerdo con el sistema Chileno, el requisito del
titulo debe aplicarse a todos los modos de adquirir que enumera el artículo 588. Así en la
ocupació n, accesió n y prescripció n, el titulo se confunde con el modo de adquirir. Y
tratá ndose de la sucesió n por causa de muerte, el titulo puede ser: o bien el testamento, en el
caso de la sucesió n testamentaria, o bien la ley en el caso de la sucesió n ab intestato.
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hay necesidad de titulo en la tradición, y que la opinió n contraria ha querido generalizar,
ampliando lo que só lo se aplica a un modo de adquirir, la tradició n. Los argumentos son:
1. - El 588 solo habla de modos de adquirir el dominio y para nada de títulos. Así basta con
la existencia del modo de adquirir. Pero el 675 en cuanto a la tradició n, se exige
claramente el titulo traslaticio de dominio en forma excepcional. Desestiman la
posibilidad de que titulo y modo se confundan en la ocupació n, accesió n y prescripció n.
2. - Cada vez que en la ciencia jurídica se imponen tales o cuales requisitos o condiciones
para que valga un Acto Jurídico, para que produzca sus efectos, es porque el legislador,
la jurisprudencia o los tratadistas se ponen en el caso de que pueda faltar dichos
requisitos. Así para que valga la compraventa de bienes inmuebles, se requiere de una
escritura pú blica.
a) En ninguna parte así lo dice el legislador, siendo esto una mera creació n de
los tratadistas.
3. - Tratá ndose de la sucesió n por causa de muerte, se puede suceder a una persona parte
ab intestato y parte testada. Así si se aceptara la posició n de Alessandri, tendríamos el
absurdo de que una persona sucedería a 2 títulos, lo cual es errado, porque no pueden
concurrir 2 títulos en la adquisició n del dominio respecto de una misma cosa.
4. - La doctrina que exige como requisito general el titulo es incompleta; nada dice del modo
de adquirir denominado ley, y ni siquiera se pronuncia acerca de cuál sería el titulo en
este caso.
5. - Si bien es efectivo que el artículo 703 dice que el justo titulo puede ser constitutivo o
traslaticio de dominio, y agrega que son constitutivos la ocupació n, la accesió n y la
prescripció n, esa disposició n se refiere al justo titulo que se necesita en la posesión
regular.
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Modos de Adquirir
La Ocupación
Requisitos
2. - Que su adquisició n no esté prohibida por las leyes chilenas o por el Derecho
Internacional.
El artículo 606 señ ala que solo puede adquirirse por ocupació n las cosas
que no pertenecen a nadie, es decir, las cosas que no tienen dueñ o, sea porque no la han
tenido nunca, sea porque lo tuvieron y dejaron de tenerlo, por haber permanecido largo
tiempo ocultas, o porque el dueñ o las ha abandonado voluntariamente para que las haga
suyas el primer ocupante:
1. - No han tenido nunca dueño: Los animales bravíos o salvajes, las perlas y las conchas
que arroja el mar y que no tiene señ ales de dominio anterior, las cosas comunes a todos
los hombres, que si bien nadie puede apropiá rselas en el todo, no hay inconveniente
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para que cualquiera persona se apropie de una fracció n de ellas.
2. - Cosas que han tenido dueño y han dejado de tenerlo: Las que su dueñ o abandona para
que las haga suyas el primer ocupante, como las monedas que se arrojan a la multitud.
Los romanos la llamaban Res Derelictae. Ejemplo, el tesoro; los animales domesticados
que recobran su libertad natural.
II.- La Adquisición de las cosas no debe estar prohibida por las Leyes chilenas o por el
Derecho Internacional
El artículo 606 lo señ ala expresamente. De acuerdo con esto, los animales
que las leyes u ordenanzas prohíban cazar o pescar, no pueden serlo en la época en que dichas
leyes u ordenanzas lo prohíban. Puede ser perpetua o temporalmente.
2. - Ánimo. Es el elemento intencional. Así los infantes y dementes que carecen en absoluto
de voluntad, no pueden adquirir por ocupació n; faltaría al requisito de hecho el
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elemento intencional.
Se divide en:
a) Caza
b) Pesca
a) La Invención o Hallazgo.
b) El Descubrimiento de un Tesoro.
c) La Captura Bélica.
4. - Especies Náufragas.
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A) Ocupación de cosas animadas
Comprende tanto la caza como la pesca, que segú n con el artículo 607, son especies de
ocupación por las cuales se adquiere el dominio de los animales bravíos.
Los animales bravíos pueden adquirirse por la caza y pesca y puede ser: terrestres, volátiles
o acuáticos.
1. - Se llaman bravíos o salvajes, los que viven naturalmente libre e independientes del
hombre, como las fieras y los peces.
2. - Se llaman domésticos, los que pertenecen a especies que viven ordinariamente bajo la
dependencia del hombre, como las gallinas, las ovejas.
3. - Se llaman domesticados, los que sin embargo de ser bravíos por su naturaleza, se han
acostumbrado a la domesticidad y reconocen en cierto modo el imperio del hombre.
Los animales domésticos no pueden ser objeto de ocupación, pues está n sujetos a dominio,
tiene dueñ o, y el derecho de éste no se extingue por el hecho de que el animal se fugue e
introduzca en tierras ajenas, sean éstas cercadas o abiertas, plantadas o no. Artículo 623 del
Có digo Civil.
Los animales domesticados, pueden ser objetos de ocupación. Esto sucede en el caso de que
estos animales recobren su libertad. Artículo 608º inciso 2º.
En resumen, tenemos que los animales bravíos o salvajes son los ú nicos que pueden ser
adquiridos por ocupació n, porque si bien pueden serlo los domesticados, só lo lo son cuando
recobran su calidad de animales bravíos. Artículo 619.
Momento en que se entiende que el cazador o pescador se apodera del animal y lo hace suyo
62
3. - Cuando el animal ha caído en las trampas o en las redes del cazador o pescador, siempre
que haya construido las trampas o tendido las redes en parajes en que sea lícito cazar o
pescar. Artículo 617.
En los dos ú ltimos casos, la ley viene a anticipar la adquisició n, como una compensació n a los
esfuerzos gastados por el individuo. Por eso el artículo 618 establece: “No es lícito a un
cazador o pescador perseguir al animal bravío que es ya perseguido por otro cazador o
pescador; si lo hiciere sin su consentimiento, y se apoderare del animal, podrá el otro reclamarlo
como suyo.”
Con estas dos disposiciones el Có digo Civil se pronunció sobre la discutida cuestió n de la
persona a quien pertenece el animal herido y perseguido por un cazador y capturado por otro.
No se puede cazar sino en tierras propias, o en las ajenas, con permiso del dueñ o. Pero no
será necesario este permiso, si las tierras no estuvieren cercadas, ni plantadas o cultivadas; a
menos que el dueñ o haya prohibido expresamente caza en ellas y notificado la prohibició n.
Artículo 609
La notificació n puede hacerse por medio de avisos, diarios, o carteles, colocados en los lugares
de entrada que dan acceso a la respectiva heredad.
Cazar en tierras ajenas, está sancionado. Lo cazado queda para el dueñ o de las tierras, a
quien, ademá s, debe indemnizar de todo perjuicio. Artículo 610º.
El propietario del predio no lo es de los animales bravíos que viven en él. Para adquirirlos,
necesita de ocupació n de los animales. No hay accesió n en este caso de los animales, y para
que el dueñ o del predio se haga dueñ o deberá adquirirlos por ocupació n, es decir, necesita
tomarlos materialmente.
Está n en el artículo 611 del Có digo Civil. En el mar territorial, con excepció n del á rea de
reserva para la pesca artesanal, y en la zona econó mica exclusiva de la repú blica, existe un
régimen general de acceso a la actividad pesquera.
A la ley General de Pesca y Agricultura, queda sometida toda actividad pesquera extractiva de
acuicultura, de investigació n y deportiva, que se realice en aguas terrestres, aguas interiores,
mar territorial o zona exclusiva econó mica y en las á reas adyacentes a esta ultima sobre las
que exista o pueda llegar a existir jurisdicció n nacional de acuerdo con las leyes y tratados
internacionales. Artículo 1 de la ley.
Pesca Deportiva es aquella actividad pesquera realizada por personas naturales, nacionales o
extranjeras, que tiene por objeto la captura de especies marinas, sin fin de lucro y con
propó sito de deporte, recreo, turismo o pasatiempo, y que se realiza con un aparejo de pesca
personal apropiado al efecto (misma ley, artículo 103 inciso 1°)
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Para pescar se requiere la posesió n de una licencia que los habilite para pescar una o má s
especies, señ alá ndose las aéreas habilitadas, así como establecer el monto de los derechos
para su obtenció n (Ley General de Pesca y Agricultura, artículo 105)
El artículo 612 del Có digo Civil, con el objeto de facilitar el desarrollo de la industria pesquera
y dar facilidades a los pescadores, el legislador ha establecido las medidas de los artículos 612,
613 y 614, que establecen una serie de franquicias a favor de los pescadores.
Un informe del Consejo de Defensa Fiscal precisa que el uso que los pescadores pueden hacer
de los terrenos de playa o de los contiguos a que se refiere el artículo 613 del Có digo Civil, y
aunque estos ú ltimos pertenezcan a particulares, es, naturalmente, un uso momentá neo y
restringido a los menesteres de la pesca; en ningú n caso les autoriza para construir
habitaciones definitivas ni les da derecho sobre el suelo.
Los artículos 613 y 614 establecen una verdadera servidumbre pú blica en beneficio de la
industria pesquera.
El artículo 615 del Có digo Civil, respecto de los derechos de los pescadores fluviales a ocupar
las riberas de los ríos, lagos, hay que ver el artículo 7° del D.F.L. 34 del 12 de marzo de 1931.
El artículo 616 se refiere a la pesca en aguas ajenas. Se debe obtener un permiso del dueñ o de
las tierras que atraviesan terrenos de dominio privado.
Aparte de estas reglas del Có digo Civil, la caza y la pesca quedan sometidas a las ordenanzas
generales o especiales que se dicten, como lo dispone el artículo 622 del Có digo Civil.
Los artículos 620 y 621 ambos del Có digo Civil disponen las reglas. El artículo 619º dispone
que las abejas y las palomas son animales domesticados, que pertenecen al dueñ o del panal
o palomar mientras conservan la costumbre de volver a dicha colmena o palomar; pero
si pierden esa costumbre, quedan sujetas a las reglas de los animales bravíos, y pueden ser
ocupadas por cualquier persona, salvo que el dueñ o vaya en su persecució n teniéndolas a la
64
vista.
Sin embargo, se consideran bravíos, y pueden ser ocupados por cualquier persona, salvo que
el dueñ o vaya en su persecució n teniéndolas a la vista.
La invenció n o hallazgo es una especie de ocupació n por la cual el que encuentra una cosa
inanimada que no pertenecen a nadie, adquiere su dominio, apoderándose de ella. De
este modo se adquiere el dominio de las piedras, conchas y otras substancias que arroja el
mar, y que no presentan señ ales de dominio anterior. Artículo 624º incisos 1º y 2º.
Se llama invenció n porque viene del latín invenire, que quiere decir hallar.
No es, pues, como cree el vulgo, la manera de adquirir una cosa como resultado de un invento.
Requisitos
2. - Que se trate de una res nullius, es decir, cosas que no tienen dueñ o.
Las cosas que tienen dueñ o no pueden ser adquiridas por la invenció n o hallazgo; una cosa
que presenta señ ales de dominio anterior no se considera como res nullius, sino como especie
al parecer pérdida, y, por tanto, no puede ser adquirida por invenció n o hallazgo.
Son las res derelictae, que el có digo las asimila en el inciso 3º del artículo 624 del Có digo
Civil. A pesar de que estas cosas nunca han tenido dueñ o, las cosas que los romanos llamaban
res derelictae, aquellas cosas que el propietario abandona para que las haga suyas el primero
ocupante, existe en realidad una donación a persona indeterminada. El legislador, las llama
ocupació n en vez de donació n.
Para que sea res derelictaees necesario que exista el ánimo de renunciar
a su dominio. Las renuncias no se presumen. El artículo 624º inciso 4º establece que no se
presume que abandonen, las especies que los navegantes arrojen al mar para aligerar
la nave. Pero esta presunció n es simplemente legal; puede probarse que hubo á nimo de
desprenderse de las cosas.
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III.- Tesoro
Requisitos
5. - No debe existir memoria o indicio del dueño del tesoro, o sea res nullius.
El dominio del tesoro se adquiere por el solo hecho del descubrimiento, aunque el
descubridor no se apodere de él. El Có digo Civil exige una aprehensió n presunta.
2. - Si el tesoro es descubierto por un tercero en suelo ajeno, hay que considerar dos
situaciones:
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autorizació n del dueñ o. Se divide por iguales partes entre el descubridor y el dueñ o del
suelo. Artículo 626 inciso 1º.
b) Si el descubrimiento es el resultado de pesquisas realizadas contra o sin la
voluntad del dueñ o. Todo el tesoro pertenece al propietario del suelo. Artículo
626 inciso 3º. Al decir el inciso 3° en los demás casos, está comprendida la
situació n que examinamos.
Fundamento del derecho al tesoro del dueño del terreno en que es hallado.
Para muchos autores, el titulo es la accesión; pero esta doctrina parece no tener gran asidero
en nuestro Có digo Civil, porque el tesoro no es una cosa producida por el terreno, y si lo
hubiera de admitirse esta explicació n, podría el tesoro ser adquirido por el usufructuario.
El artículo 627º, establece el permiso de cavar en el suelo para sacar dinero o alhajas.
La captura bélica, en general, es el despojo de los bienes del vencido en provecho del
vencedor.
Se llama Botín, la captura de las cosas muebles en la guerra terrestre. Se llama Presa, la
captura de las naves y de las mercaderías en el mar.
En las guerras terrestres solo pueden ser objeto de captura bélica las propiedades del estado
enemigo; no las privadas. No rige para la guerra marítima.
Só lo el estado puede invocar la captura bélica. El có digo establece que la captura bélica es una
forma de ocupació n. El artículo 640º se refiere a esto. Se desarrolla en el artículo 641º y 642.
Diferencia fundamental entre las especies al parecer perdidas y las res derelictae
Las res derelictae, son cosas que su dueñ o ha abandonado voluntariamente, para que las haga
suyas el primer ocupante. En cambio las especies pérdidas son cosas respecto de la cual su
propietario no ha manifestado en forma alguna la intenció n de desprenderse del dominio que
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tiene sobre ella; su separació n de la cosa es involuntaria.
Una misma cosa puede ser res derelicta y especie al parecer perdidas, segú n
sean las circunstancias en que el propietario se ha separado de ella. Así, si una persona
compra un diario, y después de leerlo lo arroja a la calle, habrá una res derelicta, porque el
abandono del diario por el propietario manifiesta el propó sito de desprenderse del dominio.
Las reglas de esta está en los artículos 629º a 639º inclusive que son muy
engorrosas y detalladas. El Có digo Civil señ ala reglas distintas para las especies al parecer
perdidas, esto es, las que se pierden en la tierra, y para las especies náufragas, esto es, las que
se pierden en el mar.
La Accesión
Es un modo de adquirir por el cual el dueñ o de una cosa pasa a serlo de lo que ella produce, o
de lo que se junta a ella. Artículo 643 del Có digo Civil.
Se agrega que es todo lo que se junta a ella, natural o artificialmente. Solo se aplica a las cosas
corporales.
Especies de Accesión
2. - La accesión continua, llamada también por unión accesión propiamente tal, es la que
resulta de la agregació n de dos o má s cosas diferentes que, luego de unidas, forman un
todo indivisible. Puede ser mobiliaria o inmobiliaria; también puede ser natural o
artificial. Puede ser:
a) Mobiliaria.
b) Inmobiliaria.
Fundamento
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1. - Parte de la doctrina, estima que toda accesió n, sea discreta o continua, tiene por
fundamento el principio jurídico de que lo accesorio sigue la suerte de lo principal.
2. - Otros, dicen que, cada una de las dos especies de accesió n tiene una razó n de ser una
naturaleza propia. Así el fundamento de la accesió n discreta sería el mismo del derecho
de propiedad: si las cosas pertenecen a los hombres es por las utilidades y productos
que de ellas pueden obtener.
La accesió n continua se justificaría por una consideració n prá ctica y otra racional
o jurídica.
b) Otros estiman que la accesión es una facultad o extensión del dominio. Tratá ndose
de la discreta, el dominio preexistente, el de la cosa-madre, por el hecho de la
producció n de frutos, se amplia y extiende a éstos. Y tratá ndose de la continua,
pareciera que predominara el aspecto extensivo de la propiedad preexistente.
c) Otros autores dan una solución ecléctica. Dicen que solo la accesión continua es un
verdadero modo de adquirir; la accesión discreta es una simple facultad del dominio, el
ejercicio de la facultad de goce, que habilita al dueñ o de una cosa para apropiarse los
productos y frutos que ella genera.
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no han tenido antes dueñ o, o, si lo han tenido, el dueñ o de la cosa principal no adquiere la cosa
accesoria como consecuencia de un traspaso que el propietario le haga.
I. - Accesión de Frutos
La utilidad de los frutos se obtiene separá ndolos de la cosa que los produce
y desde el momento que se separan, deja de haber accesió n, deja de haber acrecimiento o
aumento de la cosa principal. De manera que pendientes los frutos no hay accesió n, porque
los frutos forman parte integrante de la cosa principal, y separados, es un absurdo, es
contrario al sentido comú n pretender que haya accesió n. Sin embargo, el Có digo Civil, en su
artículo 643, considera que el propietario adquiere los frutos por accesió n.
Productos y Frutos
El artículo 643 dice que los productos de las cosas, son frutos naturales o
civiles. Se señ ala que aquí se confunden los términos de frutos con productos. Distingamos:
1.- Frutos, serían aquellas cosas que, periódicamente y sin alteración sensible de su sustancia,
produce otra cosa, llamada cosa-productora o cosa-madre. Jurídicamente, es todo lo que
una cosa produce y reproduce perió dicamente.
2.- Productos, en cambio, serían aquellas cosas que derivan de la cosa-madre, pero sin
periodicidad o con disminución de la sustancia de esta última. Ejemplo, piedras sacadas
de una cantera.
Caracteres comunes entre ellas serían su accesoriedad y su utilidad, pues unos y otros
representan un cará cter econó mico no principal. Notas diferenciadoras, serían la
periodicidad de los frutos y el que la producció n de éstos deje sensiblemente intacta a la
cosa-productora o la fuerza generatriz de ella.
Pero hay autores, que afirma que la disposició n segú n la cual los productos
y frutos son lo mismo, no representa una confusió n sino la tradición legal del significado
gramatical y amplio de la palabra frutos. La Corte Suprema, ha sostenido que el artículo 643
no tiene confusión y que se toma a la palabra producto como una extensió n de fruto.
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1. - Doctrina clásica. Fruto es todo lo que una cosa produce y reproduce perió dicamente
(aunque los periodos no sean fijos sino irregulares) y sin alteració n de su sustancia.
Ejemplos, frutos de los á rboles, flores, maderas de los bosques explotados de un modo
racional que permita su reproducció n, etc.
a) Periodicidad;
b) La Conservación de la sustancia y;
Fruto sería todo producto o utilidad que constituye el rendimiento perió dico de la
cosa conforme a su destino econó mico y sin alteració n de su sustancia.
Actualmente es la má s aceptada, pero también ha sido objeto de críticas que han
dado por resultado la formulació n de otras varias doctrinas, cuyo estudio puede
hacerse en monografías.
Así, segú n estas 2 doctrinas, las minas serías productos, no frutos, porque la
producció n y reproducció n no son perió dicas y porque su extracció n, lejos de dejar incó lume
la sustancia de la cosa, la va agotando y destruyendo.
El artículo 643 del Có digo Civil distingue entre frutos naturales o civiles.
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Frutos Naturales
1. - Naturales propiamente tal. Es decir, los producidos espontá neamente por una cosa.
2. - Industriales. Los que produce una cosa con la ayuda de la industria humana. Por
ejemplo el Vino.
En derecho tiene importancia esta distinció n entre frutos civiles y naturales, para determinar
có mo adquieren por persona distinta que el propietario, y desde qué momento pertenecen a
terceros.
1. - Pendientes. Está n mientras que adhieren todavía a la cosa que los produce, como las
plantas que está n arraigadas al suelo, o los productos de las plantas mientras no han
sido separados de ellas.
2. - Percibidos. Son los que han sido separados de la cosa productiva, como las maderas
cortadas, las frutas y granos cosechados, etc.
Esta clasificació n es importante respecto de terceros, porque éstos solos se hacen dueñ o de
los frutos mediante su percepció n. A contrario sensu, no tiene importancia para el dueñ o de
ellos.
Frutos Civiles
Frutos civiles son las utilidades o rendimientos que se obtienen de una cosa equivalente
del uso o goce que de ella se proporciona a un tercer merced a una relación jurídica.
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de capitales exigibles, entendiendo por tales aquellos respecto de los cuales el propietario
conserva el derecho de reembolso, como en el caso del préstamo y del mutuo, o del precio de
una venta a plazo; y, finalmente también lo son los intereses de capitales impuestos a fondo
perdido, que son aquellos que una persona entrega a otra, que los adquiere definitivamente,
sin má s obligació n que la de pagar una pensió n cada cierto tiempo, como en el caso del censo
vitalicio y de la renta vitalicia.
Por regla general los frutos civiles como los naturales, pertenecen al dueñ o
de la cosa que los produce por el solo hecho de su producció n. De ahí que en este caso no
pueda hablarse de accesión, porque el propietario es dueñ o de los frutos por el solo hecho de
ser dueñ o de la cosa. Artículo 646 y 648.
Hay excepciones donde estos frutos pertenecen a un tercero, sea por ley o
por un hecho voluntario del propietario. Ejemplo usufructos legales, o arrendamientos,
usufructo voluntario, la anticresis.
Puede ser:
1. - Aluvió n.
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2. - Avulsió n.
3. - Mutació n del álveo de un río o divisió n de un río en dos brazos que no juntan
nuevamente.
Aluvión
Se llama aluvió n el aumento que recibe la ribera de la mar o de un río o lago por el lento e
imperceptible retiro de las aguas. Artículo 649º.
Requisitos
1. - Que el retiro de las aguas sea lento e imperceptible. Si el retiro de las aguas es
violento, no hay aluvió n; pues haber mutació n del curso de un río o nueva isla, o retiro
del mar, segú n los casos. Por la misma razó n, el terreno quitado al mar o a un río por
medio de obras de ingeniería tampoco es aluvió n.
El inciso 2° del artículo 650 hace sinó nimo los términos ribera y cauce; pero el
Có digo de Aguas dejó en claro que no ha sinonimia y que los conceptos son
diferentes. Dice que álveo o cauce natural de una corriente de uso público es el
duelo que el agua ocupa y desocupa alternativamente en sus creces y bajas
periódicas (artículo 31 inciso 1°) y que son riberas o márgenes las zonas
laterales que lindan con el álveo o cauce (artículo 33)
Este principio está consagrado en el artículo 650 inciso 1° del Có digo Civil. Los propietarios
riberanos de un mar, de un río o de un lago adquieren por accesió n el terreno de aluvió n,
excepto en los puertos habilitados, donde el terreno de aluvió n pertenece al Estado.
Para determinar los límites de la parte del terreno de aluvió n que accede a
cada heredad, se prolongan las respectivas líneas de demarcació n directamente hasta el agua.
Pero puede suceder que prolongadas estas líneas se corten una a otra antes de llegar al agua.
En tal caso, tiene aplicació n la regla del artículo 651.
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Avulsión
Mutación del Álveo de un Río o división de éste en dos brazos que no vuelven a juntarse
Como sea, el 654º dice que los propietarios riberanos tienen el derecho de hacer
las obras necesarias para volver el río a su antiguo cauce, con permiso de
autoridad competente. Municipalidad.
Propiedad de los terrenos que quedan en descubierto. Si el esfuerzo es en
vano, se distingue para quien son los terrenos que han quedado en descubierto.
ii) Se traza una línea longitudinal que divida el cauce abandonado en dos
partes iguales, y cada parte accede a las heredades contiguas dentro de sus
respectivos límites de demarcació n. Artículo 654º inciso 2º.
2. - El río se divide en dos brazos que no vuelven a juntarse. Rige la regla del artículo
655º. Es una aplicació n de las reglas estudiadas. Rige la regla del cambio de cauce de un
río.
Heredad Inundada
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Formación de la Nueva Isla
1. - Que las islas se formen en ríos o lagos no navegables por buques de más de 100
toneladas. Ver artículo 597º en relació n con el 656º. Así la regla del artículo 656 queda
reducida a las islas que se formen en los ríos y lagos que no sean navegables por buques
de má s de 100 toneladas.
2. - Es que la isla se forme con carácter definitivo. En virtud del artículo 656º Nº 1º.
Se distinguen 3 situaciones:
a) La isla se forma por abrirse el río en dos brazos que vuelven a juntarse.
I.- La Isla se forma por abrirse el río en brazos que vuelven a juntarse
Rige la regla 2º del artículo 656º. No se altera el dominio anterior de los terrenos
comprendidos en la nueva isla.
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II.- La Isla se forma en el lecho del río
1. - Si toda la isla está más cercana a una de las riberas, accederá a las heredades de
dicha ribera, dentro de sus respectivas líneas de demarcació n.
Para determinar si toda la isla está má s cercana a una de las riberas, se traza una
línea imaginaria por el cauce del río, que divida a éste en 2 porciones iguales, y es
necesario que toda la isla, en todos sus contornos, quede dentro del espacio
comprendido entre una de las riberas y la línea imaginaria, porque la regla inserta
má s arriba dice que accederá a las propiedades, de aquella de las dos riberas a
que estuviere má s cercana toda la isla. Es, pues, necesario que la línea imaginaria
no corte la isla.
2. - Toda la isla no está más cercana a una de las riberas, lo que sucederá cuando la línea
imaginaria divida o toque en cualquiera forma los bordes de la isla. Artículo 656º inciso
2º y regla tercera, inciso 3º.
Se aplica la regla 6º del artículo 656º. Esta regla trata de evitar que los propietarios que hayan
adquirido las islas preexistentes pretendan tener derecho a la nueva isla. La distribució n de la
isla se hará en la forma que lo indica el inciso 2° de la regla tercera del mismo artículo, esto es,
en conformidad a la regla para la divisió n de la isla que se forma en el lecho de un río, cuando
toda la isla no está má s cercana a una de las riveras que de la otra; pero no tendrá n parte en la
divisió n del terreno formado por las aguas, aquellas heredades cuya menor distancia de la isla
exceda a la mitad del diámetro de la isla, medido en la direcció n de esa misma distancia.
Desde el momento que se forma, constituye una propiedad diferente.
Surge el problema de determinar a quién pertenece la isla cuando ninguna de las 2 heredades
está a la distancia requerida para tener participació n en la divisió n de ella. Hay posiciones:
Los artículos 668º y 669º ambos del Có digo Civil se refieren a ella. Tiene lugar en los casos de
edificació n y plantació n o siembra ejecutadas en un inmueble, cuando los materiales, plantas
o semillas pertenecen a distinta persona que el dueñ o del suelo.
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de la naturaleza como en la accesió n de inmueble a inmueble, sino a un hecho humano, a la
industria de los hombres.
Si una de éstas tiene conocimiento de los hechos o entre las partes media un convenio, no hay
accesió n sino otro modo de adquirir.
Puede ser:
1. - Edificació n.
2. - Plantació n o Siembra.
Pero como nadie puede enriquecerse sin causa, se han establecido reglas
para asegurar al propietario una justa indemnizació n. La ley asigna al dueñ o del sueñ o el
dominio de la edificació n o plantació n o siembre, pero le impone la obligació n de pagar una
indemnizació n al dueñ o de los materiales. Se distingue:
1. - El dueñ o del suelo edifica con materiales ajenos, o planta o siembra con plantas o
semillas ajenas.
2. - El dueñ o de los materiales siembra sus semillas, edifica o planta con materiales propios
en suelo ajeno.
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I.- Se edifica, planta o siembra con materiales ajenos en el suelo propio
1. - El dueño de los materiales no ha tenido conocimiento del uso que de ellos hacían el
propietario de inmueble. El dueñ o del suelo, puede encontrarse en tres situaciones
diferentes. Segú n si haya usado de los materiales ajenos con justa causa de error, sin
justa causa de error o a sabiendas de que no eran suyos.
a) Con justa causa de error. Ha tenido fundados motivos para creer que los
materiales que empleó eran suyos. Ha obrado de buena fe. En este caso, se debe
pagar al dueñ o de los materiales su justo precio o restituirle otro tanto de la
misma naturaleza, calidad y aptitud. Artículo 668º inciso 1º. La opció n es del
dueñ o del inmueble.
b) Sin justa causa de error. No se tienen los motivos suficientes para equivocarse. Se
hace dueñ o de los materiales, pero queda obligado a pagar indemnizació n o la
restitució n de los mismos en igual naturaleza, calidad y aptitud, ademá s de los
perjuicios producidos. Artículo 668º inciso 2º. Se ha obrado con ligereza o
precipitació n.
c) A Sabiendas que los materiales eran ajenos.Ha procedido de mala fe el dueñ o del
inmueble. Sobre él cae todo el peso de la ley. Debe pagar el justo precio de los
materiales y los perjuicios, pero, ademá s, queda sujeto a la acció n criminal
competente, a la pena de hurto Artículo 668º inciso 2º.
2. - El dueño de los materiales tuvo conocimiento del uso que de ellos hacía el
propietario del inmueble. Este se hace dueñ o de la construcció n, plantació n o
sementera, y haya precedido con o sin justa causa de error, o a sabiendas, su
responsabilidad es siempre la misma. Só lo debe pagar el justo precio de los materiales u
otro tanto de la misma naturaleza, calidad y aptitud. Artículo 668º inciso 3º.
Se diferencia si:
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2. - Si el dueño del inmueble tuvo conocimiento, de lo que hacía el dueñ o de los materiales,
está obligado a pagar la edificació n, plantació n o sementera. Artículo 669º inciso 2º.
Aquí tampoco puede hablarse de accesión, sino de tradición, porque hay consentimiento
de las partes.
Entre el dueñ o de los accesorios y el dueñ o del terreno no hay relaciones jurídicas de ninguna
especie; ambos deben arreglar su situació n con el que operó en la accesió n.
El artículo 669 hace referencia a este derecho al decir, que el dueñ o del
inmueble deberá pagar las indemnizaciones para recobrarlo.
Tiene lugar cuando dos cosas muebles pertenecientes a diferentes dueñ os, se unen. La cosa
accesoria pasa a pertenecer al propietario de la cosa principal. Artículos 657º a 667º. Puede
ser:
1. - Adjunció n.
2. - Especificació n.
3. - Mezcla.
Adjunción
La adjunció n es una especie de accesió n, y se verifica cuando dos cosas muebles
pertenecientes a diferentes dueñ os se juntan una a otra, pero de modo que puedan separarse
y subsistir cada una después de separada; como cuando el diamante de una persona se
engasta en el oro de otra, o en un marco ajeno se pone un espejo propio. Artículo 657.
Críticas
La redacció n del precepto es erró nea, da a entender que las cosas deben poder separarse para
que haya adjunció n. Sin embargo, y con mayor razó n, existe ésta cuando las cosas no pueden
separarse o la desunió n es difícil. Lo que, en verdad, la ley quiso decir es que la adjunció n
supone una conexió n de tal naturaleza que no hace perder su fisonomía individual a las cosas
juntadas; que éstas, en caso de separarse, puedan subsistir después conservando su ser
específico.
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Requisitos
3. - Conservació n de la fisonomía individual de las cosas juntadas, o sea, que éstas, en caso
de poder separarse después, puedan subsistir conservando su ser específico. Este
requisito es la nota diferencial entre la adjunció n y la mezcla, pues en esta ú ltima los
elementos componentes pierden su individual, siendo imposible distinguirlos por la
vista.
En los casos de adjunció n, no habiendo conocimiento del hecho por una ni mala fe por otra, el
dueñ o de la cosa principal se hace dueñ o de la cosa accesoria, con el gravamen de pagar al
dueñ o de esta ú ltima el valor de ella. Artículo 658.
1. - Si de las dos cosas unidas, la una es de mucho má s estimació n que la otra, la primero se
mirará como lo principal y la segunda como lo accesorio. Artículo 659º inciso 1º. La
estimació n se refiere al valor venal, o sea, la venta. Pero si la cosa tiene un gran valor de
afecció n, se mirará ella como de má s estimació n. Artículo 659º inciso 2º.
2. - Si no hay tanta diferencia en la estimació n, será accesoria a la que sirva para el uso,
ornato o complemento de otra. Artículo 660º.
3. - Si no se puede aplicar ninguna de estas dos reglas, se mirará como cosa principal la de
mayor volumen. Artículo 661º.
Si las dos cosas son del mismo tamañ o, se sigue una regla de equidad.
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Especificación
La especificació n es la creació n o producció n de una cosa nueva, empleando
materia ajena sin el consentimiento del propietario. Artículo 662º inciso 1º. Se verifica
cuando de la materia perteneciente a una persona, hace a otra una obra o artefacto cualquiera,
como si de uvas ajenas, se hace vino, o de plata ajena una copa, o de madera ajena una nave.
Elementos
Son 3:
2. - La materia ajena.
Naturaleza jurídica
El có digo expresa que es una especie de accesió n. Artículo 662º inciso 1º.
Sin embargo hay autores que señ alan que no es una especie de accesió n porque la accesió n
importa unió n o incorporació n de dos cosas diferentes, y en la especificació n solo habría una
sola cosa y que se transformaría por un tercero: esta industria o trabajo humano no es cosa en
el sentido legal de la palabra, pues no es ente que pueda ser objeto de apropiació n; el trabajo
no se junta o confunde con la cosa ajena, sino que actú a sobre ella, transformá ndola.
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dueñ o de materia se hace dueñ o de la obra, pagando la hechura. Artículo 662º inciso 2º.
Mezcla
Es la unió n de dos o má s cuerpos, só lidos o líquidos, que se compenetran o confunden en el
conjunto, dejando ser distintos y reconocibles.
Que sean reconocibles, deferencia a la mezcla con la adjunció n en la cual las cosas está n
simplemente unidas, continuando distintas y reconocibles.
No habiendo conocimiento del hecho por una de las partes, ni mala fe por la
otra, la mezcla permanecerá en común a los dueños de las cosas mezcladas, a prorrata del
valor de la materia que a cada uno pertenecería. Artículo 663º inciso 1º.
El propietario de la cosa que tiene mayor valor tiene derecho a reclamar la cosa producida por
la mezcla. Pero de igual manera debe pagar al propietario de la otra cosa su valor. Artículo
663º inciso 2º.
El artículo 662, en su inciso final, se pone en la hipó tesis. Dice que si la materia del artefacto es
en parte ajena, y en parte propia del que la hizo o mandó hacer, y las dos partes no pueden
separarse sin inconveniente, la especie pertenecerá en común a los dos propietarios; al uno a
prorrata del valor de su materia, y al otro a prorrata del valor de la suya y de la hechura.
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Reglas Comunes a la Accesión de Mueble a Mueble
4. - Consecuencia del error sin justa causa y de la mala fe. Se está sujeto a perder lo
propio y a pagar lo que má s de esto valieren los perjuicios irrogados al dueñ o. Fuera de
la acció n criminal a que haya lugar cuando procede a sabiendas.
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La Tradición
Ambos pueden entregar y recibir a nombre del dueñ o sus mandatarios o sus representantes
legales. Artículo 671 inciso 1 y 2.
La tradició n es un Acto Jurídico de disposición, y estos actos son los que importan una
inmediata disminució n del patrimonio, sea por la renuncia abdicativa, transferencia,
transmisió n mortis causa o limitació n de un derecho patrimonial. En este caso, la disminució n
del patrimonio es del tradente, porque de él sale el derecho que se transfiere al adquirente.
Es también un acto de atribución patrimonial, es decir, un acto que desplaza un derecho del
patrimonio de una persona al patrimonio de otra.
Caracteres
2. - No sólo sirve para adquirir el dominio, sino también todos los derechos reales y
personales. Artículos 670 inciso 2 y 699. Con excepció n de los personalísimos.
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3. - Por regla general, es un modo de adquirir a título singular. La excepció n es el
derecho real de herencia, caso donde es a título universal. Aclaraciones:
Utilidad e Importancia
2. - Con ella no solo se puede adquirir el dominio, sino que también otros derechos reales y
personales.
3. - La tradició n es requisito para ganar las cosas por prescripció n ordinaria cuando se
invoca un título traslaticio de dominio.
Entrega y Tradición
Entrega, en términos generales, es el traspaso material de una cosa de manos de una persona
a otra. Puede ser una entrega propiamente tal o una tradició n.
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1. - En la tradició n, al efectuarse la entrega, existe de parte del tradente y del adquiriente, la
intenció n de transferir y adquirir el dominio respectivamente. En cambio, en la entrega,
no hay dicha intenció n.
A pesar de estas diferencias se confunden los términos entrega y tradició n. Así el artículo
1.443 al definir los contratos reales, dice que son aquellos que se perfeccionan por la tradición
de la cosa, queriendo significar la entrega de la cosa.
Hay otros artículos en los cuales los términos está n bien empleados. Así, el artículo 2.221, al
definir el contrato de depó sito, dice que se perfecciona por la entrega de la cosa. Y está bien
dicho, porque el depó sito es titulo de mera tenencia y no transfiere el dominio.
El artículo 2.197 establece que el contrato de mutuo se perfecciona por la tradición de la cosa.
Aquí está bien usar el término.
Requisitos
4. - Entrega de la cosa.
Es natural que existan 2 partes, ya que es una convenció n, un acto bilateral. El artículo 671
define ambos.
1. - Debe ser dueño de la cosa que entrega o titular del derecho que transfiere.
2. - Debe tener facultad para transferir el dominio o el derecho de que se trate.
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La tradició n hecha por quien no es dueñ o de la cosa es vá lida, pero no transfiere el dominio.
Nadie puede transferir má s derechos de los que tiene.
Así se desprende una importante consecuencia: la tradición hecho por quien no es dueño de la
cosa es perfectamente válida; pero, eso si, no surte el efecto señalado en el artículo 670, esto es,
no transfiere el dominio.
Justo en este punto está la diferencia entre la tradición y la simple entrega, y la importancia
enorme que la tradició n tiene en el derecho civil. El efecto que provoca la simple entrega es
que al adquirente lo deja en posesió n de la cosa, ya que el 682 señ ala que si posteriormente
adquiere el dominio el tradente, se entenderá haberlo tenido desde el momento de la
tradició n.
Si con posterioridad a la tradició n hecha por quien no es dueñ o se adquiere el dominio por el
tradente, segú n el inciso final del artículo 682, el cual señ ala que se reputa que el adquirente
es dueñ o de la cosa desde el momento de la tradició n.
Esto se complementa con el artículo 1.815 que señ ala que la Venta de Cosa Ajena es vá lida y
produce todos los efectos propios de este contrato entre las partes.
Se da por entendido que la tradició n como Acto Jurídico, debe celebrarse por personas que
sean capaces. En consecuencia, el tradente, si es plenamente capaz, podrá actuar por si solo o
a través de mandatario que él mismo designe. Si es incapaz relativo, podrá hacer la tradició n
mediante su representante legal o efectuarla él mismo por tal representante. Si es incapaz
absoluto, huelga, decir que necesariamente ha de entregar la cosa a su nombre la persona que
es su representante legal.
Pero, ademá s, el artículo 670º, exige la Facultad. En diversos casos una persona puede ser
plenamente capaz, pero no estar facultada para realizar un determinado Acto Jurídico. Por
ejemplo, los có nyuges no divorciados perpetuamente, los cuales, so pena de nulidad, no
pueden celebrar entre si el contrato de compraventa y consecuentemente la correspondiente
tradició n.
Hoy en día la facultad, es llama legitimación. El tradente debe estar legitimado para
transferir el dominio.
En resumen, el que lleva a cabo la tradició n debe no solo ser capaz de ejercicio, o salvar su
incapacidad relativa en la forma que señ ala la ley, sino que también debe estar legitimado
para transferir el determinado derecho sobre que versa la tradició n. Si no esta legitimado el
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acto es nulo.
Esta legitimació n debe concurrir también en el mandatario o representante legal, o sea, ellos
deben estar investidos del poder o facultad de transferir el dominio. Si no está n facultades el
acto es inoponible al dueñ o de los bienes.
En cuanto a la capacidad del adquirente, son vá lidas, mutatis mutandi, las consideraciones
formuladas respecto del tradente.
La entrega de la cosa debe hacerse con la voluntad de transferir el dominio de ella. En caso
contrario sería una mera entrega.
Sin este acuerdo de voluntades el acto sería inexistente. No cabría la ratificació n, ya que no
puede ratificarse lo que no existe.
Sin embargo, la ley, en los inciso finales de los artículos 672 y 673, señ ala que si falta voluntad
de una de las partes, la tradició n se valida retroactivamente por la ratificació n de la parte que
no hubiera prestado su consentimiento. Esto no es sino una consecuencia necesaria de lo
expresado anteriormente, segú n lo cual la tradició n es vá lida aunque se haga por otra persona
que el dueñ o de la cosa.
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La tradició n puede efectuarse por medio de representantes
Se puede hacer por representantes todo lo que puede hacerse personalmente, salvo aquello
que la ley prohíbe realizar por medio de mandatario. El artículo 671 inciso 2º lo permite.
Un principio bá sico es que los representantes deben actuar dentro de los límites de su
representació n. Artículo 674. Asimismo, una mandatario encargado de vender una cosa al
contado, si la vende a plazo, o en un precio inferior al fijado, la tradició n que hiciera no
transferiría el dominio.
En las Ventas Forzadas, segú n el artículo 671 inciso 3º, el juez será el representante legal del
deudor, para los efectos de realizar la tradició n. Algunos han objetado que en las ventas
forzadas haya tradició n, porque no hay consentimiento, voluntad de parte del dueñ o de la
cosa, que es el ejecutado. Pero el consentimiento se busca de otra forma. De acuerdo con el
artículo 22 de la Ley de Efecto Retroactivo de las Leyes, a un contrato se le entienden
incorporadas todas las leyes vigentes al tiempo de su otorgamiento, y el artículo 2.465 del
Có digo Civil, que contempla el derecho de prenda general, autoriza al acreedor para hacerse
pago en los bienes del deudor. Así, al contratar, ya sabe que si no cumple, con su obligació n
podrá el acreedor sacarle sus bienes a remate, y ahí estaría el verdadero consentimiento.
En los artículos 676, 677 y 678 se reglamenta el error en la tradició n. De modo que respecto
del dolo y la fuerza en la tradició n se estudia la regla general del Acto Jurídico.
1. - Error en la cosa tradida. El artículo 676 señ ala que el error en cuanto la identidad de
la especie produce la nulidad de la tradició n. Esta armonizada con el artículo 1.453
segú n el cual el error sobre la identidad de la cosa específica es causal de nulidad
absoluta, y desde el punto de vista de los principios generales del derecho, de
inexistencia del acto o contrato.
2. - Error en la Persona. Aquí se presenta una excepció n a los principios generales, porque
el error sobre la persona no anula el consentimiento salvo que la persona sea el motivo
determinante del acto o contrato; pero tratá ndose de la tradició n, el error en la persona
anula la misma, porque la tradició n no es sino el cumplimiento de la obligació n que nace
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del contrato. Ahora bien, el pago debe ser siempre hecho al acreedor; de lo contrario, es
nulo.
Pero si el error recae sobre el nombre, la tradició n es vá lida. Artículo 676 inciso
2º.
a) Ambas partes entienden que hay un título traslaticio de dominio. Pero las partes se
equivocan en cuanto a la naturaleza del título.
b) Una persona entiende que hay título traslaticio de dominio y la otra entiende que hay
sólo un título de mera tenencia. El error recae sobre la diferente naturaleza del titulo o acto
fundamental.
En ambos casos la tradició n es nula, pues dice la ley que el error en el titulo
invalida la tradició n, sea cuando una sola de las partes supone un titulo traslaticio
de dominio, sea cuando por las dos partes se suponen títulos traslaticios de
dominio, pero diferentes. Artículo 677.
Finalmente, el artículo 678 señ ala que el error sufrido por los mandatarios
o representantes legales también invalida la tradició n.
El antecedente de la tradició n es el título; sin título no hay tradició n; por eso, todo vicio, toda
imperfecció n, toda nulidad del título hace que la tradició n no opere, que ésta no transfiere el
derecho.
Esta en el artículo 675. Si no hay título traslaticio de dominio, no hay tradició n. En nuestro
derecho el contrato por si solo no transfiere el dominio.
1. - La compraventa.
2. - La permuta.
3. - La donació n.
4. - El aporte en propiedad a una sociedad.
5. - El mutuo.
6. - El cuasiusufructo.
7. - La transacció n cuando recae sobre un objeto no disputado.
8. - La dació n en pago.
9. - La novació n.
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El título debe ser válido
El título de la tradició n ademá s de ser traslaticio de dominio, debe ser vá lido. Artículo 675º.
No debe tratarse de un título nulo.
El artículo 679 del có digo reafirma lo dicho por el 675. Para que valga la tradició n se requiere
no solo un titulo traslaticio de dominio, sino, ademá s, que el titulo sea valido respecto de la
persona a quien se confiere (675). Así de acuerdo al artículo 1.796, está prohibida la
compraventa entre el padre e hijo de familia.
Sabemos que en todo modo de adquirir hay un hecho material y en este caso el hecho material
es la entrega de la cosa.
Efectos de la Tradición
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titulo, pasando el adquirente a tener la posesió n regular.
Puede suceder que el tradente, sea que se trate de un poseedor regular, uno irregular o un
mero tenedor, adquiera, por cualquier razó n, con posterioridad, el dominio de la cosa
entregada. En tal evento, de acuerdo con el artículo 682 inciso 2°, del Có digo Civil, se entiende
que la transferencia de dominio ha operado desde el mismo instante en que se hizo la
tradició n.
2. - Si hay plazo pendiente para el pago de la cosa. Artículo 681. Si hay un plazo
pendiente, no puede la otra parte exigir la tradició n de la cosa, sino después que se haya
cumplido el plazo.
a) Porque de acuerdo con el artículo 1.578 del Có digo Civil, es nulo el pago que
se hace al acreedor a quien se ha mandado retener el pago, como sería en
este caso.
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tradició n constituye enajenació n, habría objeto ilícito, y por lo tanto,
nulidad absoluta.
El artículo 680º estipula que la tradició n puede estar sujeta a Condició n Suspensiva o
Resolutoria.
El artículo 680 está en franca contradicció n con los artículos 1.873 y 1.874 del Có digo Civil,
porque es evidente que quien lea aisladamente el artículo 680 llegará a la conclusió n de que
puede estipularse que no se transferirá el dominio mientras no se pague el precio o se cumpla
una condició n. Pero el artículo 1.874 establece otra cosa: dice que la clá usula de no transferir
sino en virtud del pago del precio, no produce otro efecto que la demanda alternativa que
establece el artículo precedente: derecho del vendedor para exigir el cumplimiento del
contrato, es decir, el pago del precio, o la resolució n del contrato, esto es, dejarlo sin efecto. La
entrega efectuada por el vendedor con la reserva mencionada del dominio, producirá de todas
maneras la tradició n, aunque bajo condició n resolutoria.
Esto se soluciona haciendo primar los artículos de la compraventa, porque está n ubicados
especialmente en el titulo de la compraventa, pues sabemos que, de acuerdo con el artículo 13
del Có digo Civil, las disposiciones de una ley relativas a cosas o negocios particulares,
prevalecen sobre las disposiciones generales de la misma ley, cuando entre unas y otras
hubiere oposició n.
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Diversas Especies de Tradición
1. - Tradició n de los derechos reales sobre una cosa corporal mueble.
Esta materia está reglamentada en los artículos 684 y 685. Esta tradició n puede ser Real y
Ficta.
2. - Tradiciones Fictas. Son las que se hacen por medio de una ficció n que represente la
verdad. Son:
Tradición Simbólica
Es la que se hace por medio de un símbolo o señ al u otro signo que representa a la cosa
tradida y la pone bajo el poder o acció n de adquiriente.
Ejemplo, hay tradició n simbó lica cuando en lugar de la cosa misma, se entregan al adquiriente
o a su representante las llaves del granero, almacén, cofre o lugar cualquiera en que esté
guardada la cosa. Artículo 684 Nº 3º.
Cuando el tradente se encarga de poner la cosa a disposició n del adquiriente. Artículo 684 Nº
4º
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Comercio, artículo 149)
Se efectú a mostrando ésta y poniéndola a disposició n del adquirente. Artículo 684 Nº 2º.
Es la que se produce cuando el mero tenedor de una cosa llega a ser adquiriente de ella y la
retiene con á nimo de dueñ o.
Consiste en suponer que el dueñ o de la cosa al venderla al que la tenía como mero tenedor, la
recibe éste y se la vuelve a entregar por un rá pido cambio de mano. La ficció n tiende evitar un
rodeo inú til. Artículo 684º Nº 5 primera parte.
Nuestro Có digo Civil contempla esta especie de tradició n dicta al decir que puede figurarse la
tradició n por la venta, donació n u otro titulo de enajenació n conferido al que tiene la cosa
mueble como usufructuario, arrendatario, comodatario, depositario, o a cualquier otro titulo
no traslaticio de dominio.
Este caso, contrario al anterior, se produce cuando en virtud del contrato el dueñ o de la cosa
se constituye en mero tenedor de ella.
El có digo dice que puede figurarse la tradició n por el mero contrato en que el dueñ o se
constituye usufructuario, comodatario, arrendatario, etc., Artículo 684º Nº 5º parte final.
Ejemplo, el dueñ o de la cosa se la vende a otra persona, pero conviene en que la mantendrá en
su poder como simple arrendatario; se constituye, pues, en representante de la posesió n
ajena.
Cuando con permiso del dueñ o de un predio se toman en él piedras, frutos pendientes u otras
cosas que forman parte del predio, la tradició n se verifica en el momento de la separació n de
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estos objetos. Aquel a quien se debieron los frutos de una sementera, viñ a o plantío, podrá
entrar a cogerlos, fijá ndose el día y hora de comú n acuerdo con el dueñ o. Artículo 685º
Para Daniel Peñ ailillo registro es el conjunto de instrumentos en que se va dejando constancia de
las mutaciones jurídicas que tienen lugar en determinada clase de bienes.
Pero fuera de la publicidad, el registro de Bienes Raíces llena otras funciones que varían segú n
el régimen de cada país. En muchos es una garantía de la propiedad inmueble; en otros, só lo
de la posesión.
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derecho real inmueble no desempeñ a el papel de tradició n, sino de medio de
publicidad para la historia de la propiedad raíz y para afectar a terceros.
Andrés Bello tuvo la intenció n de que la inscripció n probara tanto la posesió n como la
propiedad, pero esto, pensó , hubiese significado establecer medidas compulsivas y
complicados procedimientos judiciales tendientes a lograr este fin.
Tipos de Registro
1. - Registros Personales, son los que se organizan tomando como pauta los nombres de
las personas a quienes afecta cada anotació n o inscripció n. Las anotaciones se estampan
cronoló gicamente, segú n se vayan solicitando por los interesados, pero los índices para
reconstituir la historia de un inmueble se construyen en base a los nombres de los
interesados, ordenados alfabéticamente, con el complemento de períodos de tiempo
(anuales, semestrales, etc.)
2. - Registros Reales, son los que se llevan por predios; cada uno de éstos se matricula con
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un nú mero de orden y le corresponde una hoja especial, que constituye su registro.
Permiten conocer de un solo golpe de vista todas las mutaciones y gravá menes de una
propiedad; revelan de inmediato, segú n cierto autor, el estado civil del inmueble.
Transcripción e Inscripción
1. - Transcripción, es cuando los títulos se copian íntegra y literalmente en los libros del
Registro, o bien éste se forma esencialmente con las copias fieles de los documentos
originales.
Tiene como ventaja la exactitud, pues evita las omisiones y errores que pueden
deslizarse al extractar de los títulos los datos que se anotan en el Registro; pero,
por otro lado, tienen el inconveniente de aumentar el volumen de los registros y
dificultar por ende su consulta.
Es el que sigue nuestro país, tiene como ventaja que es má s expedito y supera los
defectos de la transcripció n. Reduce las anotaciones a extractos que contienen las
menciones precisas que interesan, en cuanto a las partes y al objeto, para dar a
conocer el verdadero estado de la propiedad raíz.
Este carácter de legalidad, cuya creació n y puesta en prá ctica pueden resultar complejas y
costosas, es, sin duda, de gran utilidad para un país, al dar seguridad y certeza a los derechos
sobre inmuebles, facilitando las negociaciones sobre ellos, evitando litigios estériles y
desarrollando al crédito con garantía territorial. En definitiva, es con un cará cter de legalidad
como un Registro se acerca má s a cumplir las finalidades que justifican su instauració n. Como
puede apreciarse, también, es una característica graduable; el grado de legalidad de un
sistema se desprenderá de los textos positivos que regulan sus mecanismos.
En los ú ltimos tiempos han alcanzado especial renombre dos sistemas registrales que parecen
estar funcionando por varias décadas, con aparente éxito:
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1. - El sistema Prusiano o Alemán. Está vigente en Alemania en sus características actuales
desde 1936 y adoptado por varios países como Hungría, Suecia, Portugal, Austria.
Funciona mediante 2 libros o registros concordantes. Uno se llama predial o territorial
(Grundbuch) y el otro se llama catastral (Flurbuch) Tiene como ventaja que todas las
fuerzas probatorias emanan absolutamente de la inscripció n. Es prueba de dominio.
Tradición de los Derechos Reales sobre una cosa corporal inmueble: Continuación
La tradició n del dominio de los bienes raíces se efectú a por la inscripció n del título en el
registro del conservador. De la misma manera se efectú a la tradició n de los derechos de
usufructo o de uso constituidos en bienes raíces, de los derechos de habitació n o de censo y el
de hipoteca. Artículo 686.
Por otra parte, la servidumbre, a pesar de ser un derecho real inmueble, aparece excluida de la
enumeració n de los derechos que se transfieren por la inscripció n en el Registro
Conservatorio, pues su tradició n se efectú a en otra forma.
La tradició n del derecho de herencia, que tampoco considera el artículo 686, no requiere
inscripció n, como veremos en su lugar, aun cuando comprenda inmuebles.
Papel de la Inscripción
La entrega de la cosa corporal misma, cuando resulta necesaria para que el adquirente ejercite
los derechos que se le transfieren, no es sino la consecuencia de la tradició n de éstos.
Naturalmente, debe también llevar a cabo. Por eso la Corte Suprema ha dicho que para el
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cumplimiento de la obligació n de entregar, que pesa sobre el vendedor respecto del
comprador, debe llegarse, no só lo a la inscripció n, sino hasta la entrega material de lo
vendido.
Con pedagó gica oportunidad dijimos que las cosas se adquiere por un solo modo; cuando
opera uno, no opera el otro. Se adquiere verbi gratia, por prescripció n o por sucesió n por
causa de muerte, pero no por ambas a la vez. En consecuencia, si opera otro modo de adquiere
y no la tradició n, la inscripció n no es necesaria, pues la ultima es só lo una forma de tradició n.
Tradición de Cuotas
El derecho cuotativo en una comunidad universal es una parte indivisa de una cosa
incorporal, cuyo carácter es independiente de los bienes que la componen. Por tanto, la
tradició n del derecho de uno de los comuneros en la universalidad, no requiere inscripció n en
el Conservador del titulo traslaticio respectivo, aun cuando existan bienes raíces en la
comunidad
1. - Vehículos Motorizados. La ley 18.290 del Trá nsito, tuvo especial cuidado en señ alar
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expresamente que la constitució n del dominio, su transmisió n, transferencias y los
gravá menes sobre vehículos motorizados se sujetan a las normas que el derecho comú n
establece para los bienes muebles. Artículo 33. Seguramente se hizo esta declaració n
para evitar dudas acerca del régimen jurídico de los mencionados vehículos, dudas que
podrían surgir por estar sometidos ellos, en algunos aspectos, al sistema registral que,
de ordinario, se vincula má s con la propiedad del inmueble. Veamos:
Podrá requerirse también que en dicho Registro se anoten los gravá menes,
prohibiciones, embargos y medidas precautorias que les afecten,
inscripció n que no es requisito para su constitució n. En tanto no se efectú e
esta anotació n, no será n oponibles frente a terceros. Artículo 35 inciso 2.
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nacional por las empresas autorizadas o internados al país por
representantes o distribuidores de los fabricantes, debe acreditarse con la
presentació n de la respectiva factura en la que consten la adquisició n y el
pago de los tributos correspondientes a la primera venta del vehículo.
Reglamento del registro de Vehículo Motorizados, artículo 4 inciso 1.
2. - Tradición de los Buques y artefactos navales. Para estos efectos hay que atender a lo
dispuesto en el D.L. N° 222 y el Có digo de Comercio. Para estos efectos hay que analizar
la venta de las naves:
b) Forzada. El deudor está representado por el juez (835). La venta forzada se hará
en la forma y con las formalidades del C.P.C. (835 inc.1) Aquí se sigue un Juicio
Ejecutivo, y no se hace distingo y de todas formas se hace una tasació n previa por
peritos. También se pueden acompañ ar documentos de tasació n.
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a) Bienes Susceptibles de Hipotecarse. La ley exige que para que sea vá lida, los bienes
deben estar inscritos. (866)
i) Naves.
ii) Artefactos Navales.
iii) Naves en Construcció n.
c) Como se hipoteca.
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i) Casco.
ii) Maquinarias.
iii) Pertenencias fijas o movibles que la complementan.
iv) Flete.
v) Subvenciones u otros subsidios otorgados por el Estado.
No se puede gravar a las partes individualmente consideradas de la nave.
(839 en relació n del 876). De todas formas el dueñ o de la nave no queda
inhibido de ejercer derechos sobre la nave, es decir, puede enajenarse o
gravarse nuevamente. La excepció n está dada cuando la enajenació n da
lugar al cambio de nacionalidad, teniendo como sanció n la nulidad y
penalmente, comete un delito. (878)
h) Extinción de la Hipoteca. Ademá s de extinguirse por la cancelació n voluntaria,
puede extinguirse por vía consecuencial. También por la Purga (879). En este
ultimo caso, los acreedores, pueden:
i) Mantener la hipoteca.
ii) Ejecutar la hipoteca y pagarse con el producido.
iii) Supletoriamente se aplican las normas del Có digo Civil. (880)
3. - Tradición de Aeronaves. Se hará conforme a las reglas de los bienes muebles. Para
inscribir el dominio de la aeronave se acompañ ará copia de la escritura pú blica o del
instrumento privado protocolizado ante notario, que acredite su adquisició n. Sin esta
inscripció n, la transferencia del dominio no producirá efectos respecto de terceros. (49)
La venta se hace por escritura pú blica o privada protocolizada, por ello el titulo es
solemne.
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llamado sucesió n por causa de muerte, y que esta adquisició n se produce en el momento
mismo de la muerte del causante. Por tanto, el heredero no necesita de tradició n, pues
adquiere las cosas por sucesió n mortis causa, y es un principio que las cosas no pueden
adquirirse sino por un solo modo.
Inscripciones Necesarias
La posesió n efectiva de la herencia solo se puede solicitar por los herederos y se entiende dada
a toda la sucesió n, aun cuando uno solo de los herederos la pida (Có digo de Procedimiento
Civil, artículo 881); que la copia de la resolució n judicial que la concede debe inscribirse en el
Registro de Propiedades del o de los territorios en que estuvieren situados los inmuebles y en
el del territorio del ultimo domicilio del causante, si fuere distinto del anterior (del territorio
en que está n situados los inmuebles); que cuando entre los bienes hereditarios no hay
inmuebles, la inscripció n de la posesió n efectiva só lo se hace en el Conservador del territorio
donde se haya concedido, esto es, en el del ultimo domicilio del causante (Có digo Orgá nico de
Tribunales, artículo 148 y Có digo de Procedimiento Civil artículo 883).
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Inscripción del Testamento
1. - La fecha de su otorgamiento.
La ley solo exige la inscripció n del testamento en el Registro del lugar en que se dictó la
resolució n de la posesió n efectiva, y no también en el Registro del o de los territorios en que
estuvieren situados los inmuebles de la sucesió n; pero es conveniente hacerlo.
Inscripción de Herencia
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cabido (artículo 688 N° 3° en relació n con el inciso final del artículo 687)
Nó tese que en conformidad al Có digo de Procedimiento Civil, todo acuerdo de las partes o
resolució n del partidor que contenga adjudicació n de bienes raíces, debe reducirse a escritura
pú blica, y sin esta solemnidad no puede efectuarse su inscripció n en el Conservador. Artículo
659.
Formalidad Fiscal
“Para que gocen del privilegio de este artículo, los compromisos particionales deberán ser
ejercidos por abogados que nombre la justicia ordinaria, o cuyo nombramiento sea sometido a
su aprobación para los efectos del impuesto de herencias, si no lo debiere prestar por otra causa.
Se exceptuarán de lo dispuesto en este artículo, las escrituras de partición y la de cesión de
derechos hereditarios.”
Claro Solar sostiene: “En el artículo 688 la ley contrapone la posesión legal la herencia, que se
confiere por el ministerio de la ley al heredero, a la posesión efectiva, de ella que da al heredero
el decreto judicial; y en el artículo 696 expresa que los títulos cuya inscripción se prescribe dan o
transfieren la posesión efectiva del respectivo derecho mientras la inscripción no se efectúe...”
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posesión del inmueble, mientras la inscripción no efectúe.”
1. - En un principio la Corte Suprema dijo que la sanció n recaía sobre el contrato o titulode
dominio otorgado por el heredero al tercero y que esta sanció n era la nulidad absoluta,
porque el artículo 688 contenía una prohibició n encaminada a organizar el Registro
Conservatorio de Bienes Raíces y mantener regularmente su continuidad, lo que
quedaría frustrado si al fallecimiento del dueñ o de los predios no se inscribieran las
transmisiones de dominio; las leyes que rigen este Registro son de orden publico y su
infracció n vicia de nulidad absoluta los actos o contratos celebrados sin sujeció n a las
solemnidades prescritas.
2. - Diversos autores criticaron las doctrinas de la Corte Suprema, sobretodo Luis Claro
Solar y Tomá s Ramírez Frías. Así la Corte Suprema comenzó a girar, y partió con una
sentencia que señ aló que la palabra disponer está tomada en el artículo 688 en el
sentido natural y obvio de enajenar, esto es, transferir el dominio de una persona a otra;
la venta no importa acto de transferencia de dominio, sino un simple contrato, que tiene
existencia propia sin necesidad de que haya entrega, la que debe verificarse por acto
posterior e independiente. Así el contrato celebrado por un heredero sin haberse
cumplido antes las inscripciones indicadas en el artículo 688, es vá lido y no nulo.
Una nueva sentencia vino a completar y dar mayor fuerza a esta doctrina.
Estableció que el artículo 688 se refiere a la tradición del dominio de los bienes
raíces por estar comprendido en el pá rrafo que de ella trata, y no puede
atribuírsele un sentido diverso, extrañ o al de dicho pá rrafo. Por ello, la
109
prohibició n de dispone impuesta a los herederos antes de la realizació n de las
inscripciones de disponer impuesta a los herederos antes de la realizació n de las
inscripciones señ aladas, no puede aplicarse al titulo, como la compraventa, sino al
modo de adquirir, esto es, a la tradició n, a la inscripció n del titulo en el Registro
Conservador de Bienes Raíces. En su sentido legal la expresió n “no podrá disponer
en manera alguna”, significa que el heredero no puede transferir el dominio son
que previamente se practiquen dichas inscripciones. Esta interpretació n, agrega
la Corte Suprema, mantiene la debida armonía que debe existir entre el precepto
en estudio y los demá s que forman parte del pá rrafo aludido y está de acuerdo
con el artículo 696 del mismo có digo; este artículo , refiriéndose a los anteriores,
entre los que se encuentra el artículo 688, dispone que los títulos cuya inscripció n
en ellos se prescribe no dará n o transferirá n la posesió n efectiva del respectivo
derecho, mientras la inscripció n no se efectú e de la manera que en dichos
artículos se ordena. Esta transitoria ineficacia de la inscripció n pone de relieve
que de ninguna manera la sanció n podría ser la nulidad absoluta del titulo,
porque en tal caso no podría sanearse por ratificació n de las partes.
Se dice que la sanció n del artículo 696 no es la que conviene al artículo 688,
porque el primero señ ala los efectos de la falta de inscripció n de los títulos traslaticios de
dominio, en tanto que el segundo contempla la inscripció n de actos que no tienen esa
naturaleza, porque no puede decirse que son títulos traslaticios de dominio la resolució n de
posesió n efectiva, ni la inscripció n especial de herencia ni la adjudicació n. El artículo 688
estaría mal ubicado entre las disposiciones que se refieren a la tradició n, pues él ordena la
inscripciones que no miran a la tradició n del dominio a favor del heredero. Por tanto, el
artículo 696 sería aplicable solo a aquellos casos en que la inscripció n vale como tradició n, de
tal manera que mientras el titulo traslaticio no se inscribe, no se posee; pero no sería aplicable
el adquirente del inmueble enajenado por el heredero que inscribe el titulo conferido por éste.
110
El artículo 688 no se aplica a la cesión del derecho de herencia
Si el heredero cede sus derechos en la herencia, no es necesario que previamente cumpla con
las inscripciones del artículo 688, porque este precepto impide la deposició n de un inmueble
sin esas inscripciones previas; pero no la de la herencia o de una cuota de ella, que es una
universalidad jurídica que no tiene carácter inmueble, aunque comprenda esta clase de
bienes. Así lo ha resuelto, por lo demá s, la jurisprudencia de nuestros tribunales.
Claro Solar dice que si la sucesió n testamentaria, al mismo tiempo que la posesió n efectiva se
inscribirá n conforme al artículo 691 del Có digo Civil. Ademá s, el artículo 79 del Reglamento,
debe comprender la entre otros requisitos, los legatarios que soliciten su inscripció n.
Alessandri dice que si nos apegamos al sentido de la ley, el artículo 691 solo se ocupa de las
menciones esenciales del testamento que es necesario registrar, pero el artículo 688 que trata
de las inscripciones, no contienen en ninguna parte a los legatarios.
Ahora en torno a ¿cómo lo inscribe?, lo que resulta conveniente para acogerse al régimen de la
propiedad inscrita y mantener la historia de la propiedad, hay gran discusió n. Algunos dicen
que bastaría la presentació n del testamento judicialmente reconocido (posesió n efectiva).
Pero otros dicen que es aventurado inscribir un legado con el solo testamento, ya que el
legado, segú n las normas de la sucesió n testada, está sujeto a muchas contingencias, como el
pago de las legítimas, o si está adherido a un inmueble de tal forma que no pueda separarse,
caso en que solo se le debe el precio del legado. Así lo fallo la Corte de Apelaciones de
santiago.
La Inscripción en la Prescripción
Diversos artículos la exigen, así el artículo 689, 2.513 y las disposiciones del artículo 52º del
Reglamento del Conservador.
La inscripció n no sirve para que el prescribiente adquiera el dominio, puesto que ya lo tiene
adquirido por prescripció n: la inscripció n que se exige tiene un triple objetivo:
111
C. - Tradición del Derecho de Herencia
Posiciones
112
2. - Doctrina según la cual la tradición de la herencia exige la inscripción conservatoria
cuando aquélla comprende bienes raíces. Sostiene esta doctrina don José Ramó n
Gutiérrez. El derecho real de herencia es mueble o inmueble, segú n lo sean las cosas
singulares en que ha de ejercerse, porque la herencia confiere al heredero un derecho
real sobre cada una de las especies singulares que la componen.
La herencia es pues, una cosa cuyo carácter depende de los bienes o especies que
la componen.
Solución de la Jurisprudencia
Para ceder el derecho de herencia no es necesario que el heredero haya obtenido previamente
la posesió n efectiva de ésta. Ninguna disposició n del Có digo Civil exige tal supuesto. Tampoco
es necesario que, antes de ceder ls derechos hereditarios, el heredero practique las
inscripciones señ aladas por el artículo 688 del Có digo Civil, porque ellas se exigen para que el
heredero pueda disponer de algú n inmueble, y la herencia no tiene este carácter aunque
contenga bienes raíces.
La tradició n de los derechos personales que un individuo cede a otro se verifica por la entrega
del título hecha por el cedente al cesionario. Artículo 699.
Segú n la jurisprudencia, la ley no se refiere a la entrega material del título, pues lo que se
transfiere no es la cosa corporal, el documento en que consta el crédito, sino éste, que es un
derecho y, por lo tanto, un ente que no se toca ni se mira y que existe independencia del título.
113
Una conclusió n contraria significaría la imposibilidad de ceder créditos que no constaran por
escrito, pues faltaría el documento para hacer la entrega material.
Requisitos para que la tradición produzca efecto contra el deudor y contra terceros
Por la entrega del titulo, la tradició n produce sus efectos entre el tradente o cedente y el
adquirente o cesionario de los derechos personales (artículos 199 y 1.901); pero la cesió n no
produce efecto contra el deudor no contra terceros, mientras no ha sido notificada por el
cesionario al deudor o aceptada por éste. Artículo 1.902.
La Posesión
Concepto
La significació n vulgar de la palabra posesió n está en armonía con la etimoló gica y denota la
ocupació n de una cosa, el tenerla en nuestro poder.
El sentido técnico de la expresió n varía en las diversas legislaciones. Nuestro Có digo Civil,
destaca no só lo la relació n de hecho de la persona con la cosa, sino un elemento intelectual o
psicoló gico, el animus, y establece que la posesió n es la tenencia de una cosa determinada con
á nimo de señ or o dueñ o, artículo 700 inciso 1°.
El artículo 700 la define como: La tenencia de una cosa determinada con ánimo de señor o
dueño, sea que el dueño o el que se da por tal tenga la cosa por sí mismo, o por otra
persona que la tenga en lugar y a nombre de él. Esta definició n traduce la concepció n
subjetiva de Savigny.
114
Naturaleza Jurídica
El Có digo sigue a Savigny, ya que al referirse a derechos, los llama Facultad, o un Derecho, y al
referirse a la posesió n dijo que es la tenencia..., y la tenencia es un hecho. Por otra parte afirma
Pothier, que la posesión es un hecho más bien que un derecho en la cosa poseída..., lo que no
obsta que dé al poseedor muchos derechos con respecto a la cosa que posee.
Se afirma, ademá s, que el có digo no enumeró a la posesió n dentro de los derechos reales
“únicos entre los cuales podría tener cabida”; se le replica que no necesariamente es un
derecho real, porque no autoriza la prosecució n, y tampoco es un derecho puramente
personal, pues confiere sobre la cosa un derecho inmediato. Sin embargo, se inclina este
criterio, porque el derecho se manifiesta por la acció n, que en este caso sería persona. Molitor,
quien es quien sostiene esta posició n, agrega que por los motivos expuestos, sería un derecho
real-personal.
La teoría moderna resuelve este problema, señ alando que la posesión es un hecho protegido
por un derecho.
“Por ello, debemos guardarnos de definir la posesión como se hace a veces, diciendo que es el
ejercicio de un derecho. Sólo lo es cuando el derecho existe; pero se puede tener la posesión sin
tener ningún derecho que ejercer”. Sin embargo, para salvar esta crítica, muchos definen la
posesió n como el ejercicio del contenido de un derecho.
Elementos de la Posesión
1. - Corpus.
2. - Animus.
115
1. - El Corpus
Es un poder físico o potestad de hecho sobre la cosa. Los glosadores estimaban que la
posesió n es la aprehensió n material de las cosas.
Savigny, afirma que el corpus no supone necesariamente el contacto inmediato del hombre
con la cosa poseída. Es una posibilidad física de aprehensió n, de disposició n material de la
cosa, en forma directa e inmediata, con exclusió n de toda intromisió n de extrañ os.
Saleilles, dice que el corpus está constituido por un conjunto de hechos capaces de descubrir
una relació n permanente de apropiació n econó mica, un vinculo de explotació n de la cosa pues
al servicio del individuo, entre aquel a quien dichos hechos se refieren y la cosa, que éstos
tiene por objeto. En otras palabras es el conjunto de circunstancias externas que revelan que
una cosa se halla subordinada a la explotación de determinada persona.
Para Ihering, el corpus exterioriza una relació n de apropiació n jurídica; para Saleilles, en
cambio, implica una relació n de apropiació n económica.
El có digo chileno, señ ala como elemento de la posesió n la tenencia, es decir, la ocupació n
material de una cosa en nuestro poder, y se la tiene no só lo cuando existe aprehensió n física,
sino también cuando hay la posibilidad de disponer materialmente de ella, en forma directa e
inmediata, sin injerencia extrañ a alguna. Sigue a Savigny.
2. - El Ánimus
De acuerdo con la teoría clá sica o subjetiva la posesió n no só lo implica una potestad de hecho
sobre la cosa (corpus), sino también la existencia de una voluntad especial en el que pretende
poseer.
Este elemento es el carácter psicoló gico o intelectual y se llama Á nimus. Se le conoce como
ÁnimusPossidendi. Consiste en la intenció n de obrar como propietario, como señ or o dueñ o
(animus domini), o en la intenció n de tener la cosa para sí (animus rem sibihabendi)
La relación posesoria, que es la que se establece entre una persona y la cosa sometida a su
poder, puede presentarse tanto como posesió n y como una simple detentació n o tenencia.
Existen 2 teorías que explican que relació n hay una vez dadas las condiciones legales
exteriores (corpus) de la relació n posesoria, en determinar de qué depende de que haya
posesió n o tenencia.
116
1. - Teoría Subjetiva: Para que haya tenencia basta la detentació n material; la posesió n, en
cambio, exige no só lo la tenencia, sino el ánimo de tener para sí la cosa (animus rem
sibihabendi), o de tenerla como señ or y dueñ o (animus domini). El que haya posesió n o
tenencia depende, pues, de la voluntad de la persona que tiene la cosa; si su á nimo es de
poseer la cosa, hay posesió n; si su voluntad es poseer para otro, hay tenencia.
Pero este animus domini no só lo debe existir en el fuero interno del individuo,
porque de ser así no habría má s prueba de él que la declaració n del pretendido
poseedor: ha de aparecer del titulo mismo en virtud del cual detenta. Esta es la
razó n por la que a los meros tenedores, como el arrendatario, no se les reconoce
el animus domini, pues en el titulo mismo que los autoriza a disfrutar de la cosa
reconocen la propiedad de otro.
Recordemos que el nombre de la teoría subjetiva que se ha dado al sistema
preconizado por Savigny se explica por atribuir a la voluntad un efecto
preponderante en la caracterizació n de la posesió n.
2. - Teoría Objetiva: Ihering, niega que exista un animus especial o calificado, y menos un
animus domini, para constituir la posesió n. El señ ala que toda relació n posesoria
implica un animus, aun la mera detentació n, pues también supone voluntad. Sin éste
animus, solo existe una yuxtaposición local. El elemento intencional es comú n a la
posesió n y a la detentació n y no consiste en un animusdomini, sino en el propó sito de
servirse de la cosa para sus necesidades.
117
4. - Tesis del Código: Sigue la clá sica, y para adquirir la posesió n se necesita el corpus y el
animus; pero basta el animus para conservarla. Diferencia a la posesió n de la Mera
tenencia en el artículo 714º, diciendo que: Mera Tenencia es la que se ejerce sobre
una cosa, no como dueño, sino en lugar o a nombre del que tiene el derecho. La
protecció n de la posesió n está dada por las acciones posesorias; incluso, protegen hasta
la Mera Tenencia.
Si la posesió n es un simple hecho, como muchos pretenden resulta un poco extrañ o que esté
protegida jurídicamente.
Las numerosas teorías que han tratado de explicar este fenó meno ha sido agrupadas por
Ihering en absolutas y relativas, segú n que justifiquen la posesió n por sí misma o la funden en
otras instituciones o consideraciones extrañ as a ella.
118
La protecció n de la posesió n, como exteriorización de la propiedad, es un
necesario complemento de la protecció n de ésta, una facilitació n de la
prueba a favor del propietario, la cual aprovecha necesariamente a los no
propietarios. La protecció n posesoria facilita la prueba del propietario que
quiere reclamar la cosa de que está privado, porque le evita recurrir a la
prueba del dominio, que es larga y difícil, permitiéndole, en cambio, discutir
como poseedor y probar el hecho de que poseía la cosa un añ o completo.
Presunción de Dominio
El artículo 700 inciso 2, establece que el poseedor se reputa dueñ o mientras otra persona no
justifica serlo, porque lo má s comú n y corriente es que la posesió n vaya unida al dominio.
Pero esta no es una regla sin excepció n; por el contrario, como después veremos, hay
poseedores que no son dueñ os de la cosa, y viceversa, esto es, también hay propietarios que
no tienen la posesió n de la cosa.
1. - El dominio supone una relació n jurídica entre el propietario y la cosa. La posesió n solo
entrañ a una relació n de hecho.
2. - El dominio só lo se puede adquirir por un modo; se puede poseer una cosa, en cambio,
por vario títulos. Artículo 701º.
3. - El dominio está protegido por una acció n real, la reivindicació n; la posesió n está
protegida por las acciones posesorias.
Ventajas de la Posesión
1. - Segú n el artículo 700 inciso 2°, el poseedor se reputa dueñ o mientras otra persona no
justifica serlo; lo que en otros términos significa que está amparado por una presunció n
legal. Si alguien quiere discutirle el dominio, debe probar su calidad de propietario.
119
de adquirir el dominio.
Mera Tenencia
La mera tenencia se caracteriza por la falta del á nimo de señ or y dueñ o. Tiene solo el
elemento del corpus. El artículo 714 la define, sentando la regla general, dice que se es mero
tenedor cuando se reconoce el dominio ajeno, cuando se tiene una cosa a nombre de otro. Así,
el depositario, el usufructuario y el comodatario son meros tenedores de la cosa.
La posesió n supone cosas sobre las cuales se puede tener á nimo de señ or o dueñ o, es decir,
cosas susceptibles de apropiació n o de propiedad privada. Así no se puede tener posesió n
respecto de las cosas comunes a todos los hombres (como el alta mar); de los bienes
nacionales de uso pú blico (calles, plazas, puentes, caminos, mar adyacente, etc.)
El artículo 715º del có digo dice que la posesió n de las cosas incorporales es susceptible de las
mismas calidades y vicios que la posesió n de una cosa corporal.
En la antigü edad se le llamaba Cuasi posesió n. En el mensaje con que se propuso al Congreso
Nacional la aprobació n del Proyecto de Có digo Civil se explica especialmente la admisió n de la
posesió n con respecto a los demás derechos reales.
Ahora, si bien se admite que la posesió n se extiende a los derechos reales, hay discrepancia en
la doctrina en cuanto a los derechos personales.
Algunos juristas, como el francés Girard y el italiano Chironi, piensan que todo derecho, sea
real o personal, es susceptible de posesió n. Ruggiero y Barassi, rechazan la posibilidad de la
posesió n de los derechos personales, estimando que cuando las leyes hablas de la posesió n
del estado civil o de los créditos, lo hacen en un sentido muy diferente al de una posesió n
técnica.
120
Pero aú n hay derechos reales que no son susceptibles de posesió n: las servidumbres
discontinuas de todas clases y las servidumbres continuas inaparentes; ni las unas ni las otras
pueden adquirirse por prescripció n (artículo 882).
1. - Posesión Regular: Es la adquirida con un justo título y con buena fe; aunque la buena fe
no subsista posteriormente. Si el título es traslaticio de dominio, es también necesaria
la tradició n. Artículo 702º.
2. - Posesión Inútil: Dentro de la doctrina tradicional de nuestro país, son las viciosas, es
decir, la violenta y la clandestina. Artículo 709
a) Posesión Violenta: Es la que se adquiere por la fuerza; la fuerza puede ser actual
o inminente. Artículo 710.
b) Posesión Clandestina: Es la que se ejerce ocultá ndola a los que tienen derecho
para oponerse a ella. Artículo 713.
Algunos consideran que la posesió n viciosa representa simplemente una forma de posesió n
irregular, que sería posesió n irregularísima. Se basan en el documento que acompañ o al
Có digo al Congreso y que dice textualmente: pero la posesión puede ser regular o irregular;
aquélla adquirida sin violencia, clandestinidad, con justo título y buena fe; la segunda sin alguno
de estos requisitos.
1. - Posesión Regular
Se llama posesió n regular, la que procede de justo título y ha sido adquirida de buena fe;
aunque la buena fe no subsista después de adquirida la posesió n. Se puede ser, por
consiguiente, poseedor regular y poseedor de mala fe, como viceversa al poseedor de buena fe
puede ser poseedor irregular. Si el título es traslaticio de dominio, es también necesaria la
tradició n. Artículo 702º Inciso 2º y 3º.
En consecuencia, podemos definir la posesió n regular como: La que procede de justo titulo y
121
ha sido adquirida de buena fe y, si el titulo es traslaticio de dominio, se ha efectuado
además la tradición.
Nó tese que para calificar la buena fe se atiende só lo al momento inicial de la posesió n y que la
tradició n es solo necesaria cuando se invoca un titulo traslaticio de dominio.
Elementos
1. - Justo Título.
2. - Buena Fe
3. - Tradició n, si el título es traslaticio de dominio.
A. - Justo Titulo
La denominació n de justo titulo se explica, segú n Pothier, porque dan a las personas que
mediante ellos adquieren la posesió n de la cosa, un justo motivo para creerse propietario, sin
que permitan adivinar que carecería de esta calidad de persona de la cual ellos han adquirido
la cosa y en cuya posesió n veían ésta.
La ley no define un justo titulo; el Có digo Civil siguiendo un criterio negativo, se limita a
enumerar los que no son justos, artículo 704.
El ú nico elemento que no se considera para calificar el titulo de justo, es si la persona de que
emana es verdaderamente propietario; no es necesario que el titulo, para ser justo, sea
otorgado por el dueñ o de la cosa.
1. - Debe tener aptitud suficiente para atribuir el dominio; no la tienen los títulos que
importan reconocimiento de dominio ajeno, como el arrendamiento, el comodato, la
prenda.
2. - Debe ser verdadero, es decir, que exista. Artículo 704º Nº 1º y 4º, que enumeran títulos
falsos y putativo respectivamente como falto título.
Los Títulos pueden ser Constitutivo o Traslaticios de Dominio, segú n el có digo. Artículo 703º
inciso 1º. Pero la doctrina agrega el título Declarativo de Dominio.
Son los que dan origen al dominio, esto es, sirven para constituirlo originariamente. Son:
1. - La Ocupació n.
2. - La Accesió n.
122
3. - La Prescripció n. Artículo 703º inciso 1º.
Títulos Traslaticios
Son los que por su naturaleza sirven para transferir el dominio como la compraventa, la
permuta, el aporte en propiedad a una sociedad, la transacció n en cuanto transfiere la
propiedad de un objeto no disputado.
Títulos Declarativos
Son los que se limitan a reconocer o declarar el dominio o la posesió n preexistentes. Nada
crean ni transfieren, só lo confirman, reconocen o verifican una situació n ya existente.
La clasificació n que hace el artículo 703º hace referencia a que los justos títulos son por acto
entre vivos, pero se desprende de diversos preceptos del có digo que es un justo título
123
también. Artículos 688º, 704º y 722º.
No es, evidentemente un titulo traslaticio de dominio, porque los muertos no transfieren sus
bienes, los transmiten. Es un titulo derivativo, que en forma amplia suponen una transferencia
de propiedad entre vivos o una transmisió n por causa de muerte.
1. - Al decir el legislador que dichas sentencias y actos pertenecen a los títulos traslaticios
de dominio, ha querido significar que pertenecen a los títulos derivativos, que suponen
un dominio antes existente, en contraposició n a los títulos constitutivos, que se refieren
a un dominio originario, “porque evidentemente no son constitutivos de dominio desde
que recaen sobre cosas ya apropiadas y el adjudicatario adquiere el dominio que tenía
su antecesor a quien sucede inmediata y exclusivamente.”
124
Existe una tesis que señ ala que la adjudicació n es un justo título de posesió n. Para ello
diferencia las materias: En materia de dominio, seria un título traslaticio de dominio, pero en
materia posesoria y respecto de los copartícipes, señ alan que la sentencia de adjudicació n
pone término a la posesió n proindiviso y dan origen a la posesió n exclusiva del adjudicatario,
constituyendo un título de posesió n y si concurren las demá s circunstancias, sería apto para
prescribir.
Jurisprudencia
El Justo Titulo
Título; en materia posesoria, es todo hecho o Acto Jurídico, en virtud del cual una persona
adquiere la posesió n de una cosa. No está tomada la palabra en el sentido de instrumento.
Justo Título: Se entiende todo hecho o Acto Jurídico que por su naturaleza y por su cará cter
de verdadero y vá lido es apto para atribuir en abstracto el dominio.
Se exige que el titulo só lo en abstracto tenga aptitud para atribuir el dominio, porque se toma
en cuenta el titulo en sí mismo, con prescindencia de otras circunstancias ajenas a él, que, en
concreto, pueden determinar que a pesar de su calidad de justo, no se opere la adquisició n del
dominio. Por eso la venta de cosa ajena es un justo titulo, que habilita para poseer; pero no da
al comprador el dominio; éste no se adquiere, no por defecto del titulo, suponiendo que sea
verdadero y vá lido, sino porque el vendedor carecía de la propiedad de la cosa vendida.
Títulos Injustos
Los títulos injustos se caracterizan en general porque adolecen de vicios o defectos que
impiden la transferencia del dominio, por causas que miran a la regularidad del acto mismo y
125
no a la calidad del dueñ o que invista pueda investir el otorgante. Por eso se dice que el titulo
es injusto cuanto adolece de algú n vicio o defecto o no tiene valor respecto de la persona a
quien se confiere.
El artículo 704 dice que no es justo título: el falsificado, esto es, no otorgado
realmente por la persona que se pretende.
La jurisprudencia ha declarado que es falso un título cuando no ha sido realmente
otorgado por las personas que aparecen interviniendo. Por lo tanto, no puede
considerarse falso título, el que en su contenido contenga falsedad y tampoco el
documento destruido y reconstruido sobre un papel pegado al respaldo.
Titulo conferido por una persona que exhibe un poder de otra que no tiene la
calidad de dueño. Como hemos visto la venta de cosa ajena vale; en consecuencia,
como el representante obra a nombre y por cuenta de la persona que representa,
si esta ú ltima no es dueñ o de la cosa respecto a la cual el representante confiere el
titulo, el titulo es justo, tal como lo es el que otorga la misma persona que no es
dueñ o. Esta conclusió n no se opone al artículo 704 N° 2°, porque no dice él que
sea injusto el titulo conferido por una persona que exhiba un poder de otra que no
tiene la calidad de dueñ o, sino que se refiere al que obra como mandatario o
representante legal de otra persona sin serlo en realidad.
3. - Título que adolece de vicio de nulidad: Este título no es apto para operar una
transferencia de dominio, y en consecuencia, la posesió n no responde a un derecho, a lo
menos aparente, que la justifique. Es indiferente que adolezca de nulidad absoluta o
relativa.
Un titulo que en un principio fue nulo puede validarse por la ratificació n o por
otro medio legal, y en tal caso la validació n se retrotrae a la fecha en que fue
conferido el titulo (artículo 705). Pero esta disposició n só lo es aplicable,
naturalmente, a la nulidad relativa, porque la absoluta no admite ratificació n ni
saneamiento del acto.
¿Puede un tercero que no ha sido parte en el contrato viciado de nulidad
126
relativa invocar ésta para el efecto que se califique de injusto el titulo del
poseedor que le opone ese contrato alegando posesión irregular? Es evidente
que dicho tercero puede alegar esa nulidad para el efecto de que se califique de
injusto el titulo; pero no podría hacerlo para que se declare la nulidad del
contrato, pues en este sentido carece de acció n (artículo 1.684), porque los
efectos de la nulidad del contrato en que él no ha sido parte no le empecen y, por
el contrario, la sentencia que declarase tal nulidad alcanzaría a persona que no ha
sido parte en el juicio (el otorgante del titulo). Bien puede, pues, invocar el actor
el vicio de nulidad “para el solo efecto de calificar el titulo de injusto, sin que ello
importe una petició n de que se declare la nulidad del contrato para los efectos de
las prestaciones que se deban los contratantes. En otros términos, puede quedar a
firme el contrato y, no obstante, reconocer el tribunal que adolece de un vicio de
nulidad que le da el carácter de titulo injusto. Esta situació n se advierte
claramente en los juicios reivindicatorios en que el poseedor demandado opone al
actor un titulo que no emana de éste, para alegar prescripció n ordinaria.”
4. - Título Putativo: Es putativo el título en cuya existencia cree la persona que lo invoca, si
bien no existe en realidad. En realidad es un título inexistente. Ejemplo, el título del
heredero aparente que no es en realidad heredero. No se trata de un titulo defectuoso,
sino de uno inexistente. Por ejemplo, es meramente putativo el titulo del heredero
aparente que no es en realidad heredero; el del legatario cuyo legado ha sido revocado
por un acto testamentario posterior (artículo 704, N° 4°, inciso 1°).
Sin embargo, agrega la ley, al heredero putativo a quien por decreto judicial se
haya dado la posesió n efectiva, servirá de justo titulo el decreto; como al
legatario putativo el correspondiente acto testamentario que haya sido
judicialmente reconocido (artículo 704 inciso final). Así es justo titulo de
posesió n para el heredero putativo, el decreto de posesió n efectiva; y para el
legatario putativo, el acto testamentario judicialmente reconocido.
B. - La Buena Fe
Tradicionalmente se hacen 2 clasificaciones de buena fe:
127
buena fe. Artículo 702.
Sin embargo, a juicio de la opinió n mayoritaria, la buena fe representa algo má s que la mera
ausencia de mala fe; es una convicció n positiva; la firma creencia de no obrar contra derecho,
de actuar legítimamente. Y esta persuasió n só lo puede ser verdadera si tiene un fundamento
de razó n o que pueda aceptarse como justo.
La mala fe no es la ú nica noció n antitética de la buena fe; también lo son el fraude y el dolo.
Este ultimo jamá s traduce una creencia erró nea en el que lo emplea; por tanto, só lo debe
distinguirse de la mala fe-deslealtad o intenció n de dañ ar o perjudicar. Por lo que toca al
fraude, es un concepto todavía má s complejo: puede ser a la vez un estado del conocimiento y
una disposició n de la voluntad.
No resulta fácil la distinció n entre mala fe, dolo y fraude. Lejos está la doctrina de haber
calificado y delimitado estos conceptos, que guardan tan estrecho parentesco. Demogue en 4
tomos no logra dilucidar el tema, y menos Ripert.
128
Podríamos decir que el dolo, dentro de la celebració n de los Actos Jurídicos y mirá ndolo desde
el lado de la parte que se vale de él, es una especie de mala fe que se caracteriza por la
intenció n de producir en una persona un error o de mantenerla en él para determinarla, por
virtud de tal error, a emitir una declaració n de voluntad que, de otro modo, no emitirá o
emitiría en otro sentido o condiciones.
El fraude (que representa otra especie de mala fe) es uno de esos conceptos que se sienten
pero que resulta angustioso definir. No constituye (como el error, el dolo o la violencia) un
vicio del declarante, sino un comportamiento ilícito de su autor y consiste en un obrar
malicioso, desleal, que se sabe que producirá un dañ o a otro, aunque la intenció n directa del
que se vale de él pueda no ser ésa. Por tal razó n no es imprescindible para la existencia del
fraude civil la intenció n de dañ ar; basta el conocimiento del dañ o que se va a causar con el
medio empleado.
El artículo 706 inciso 1º. Señ ala que es la conciencia de haberse adquirido el dominio de la
cosa por medio legítimos exentos de fraude y de todo otro vicio.
El artículo 706º inciso 2º. Dice que Así en los títulos traslaticios de dominio la buena fe
supone la persuasió n de haberse recibido la cosa de quien tenía la facultad de enajenarla, y de
no haber habido fraude no otro vicio en el acto o contrato.
La creencia que importa la buena fe debe ser firme; el que duda de la legitimidad de la
adquisició n, posee de mala fe. Traslucen claramente esta idea las palabras que usa la ley:
“conciencia”, “persuasión”; implican ambas un convencimiento y no una aprensió n o un
juicio vacilante.
Para determinar si el poseedor es regular o no, hay que mirar só lo al poseedor mismo; la
buena o mala fe no se traspasa de un poseedor a otro.
El artículo 706 inciso 3º, señ ala que un justo error en materia de hecho no se opone a la buena
fe. No cualquier error, solo el Justo Error de Hecho. No cualquier error es compatible con la
buena fe; só lo lo es el justo error de hecho, y debe entenderse por tal, segú n el significado
natural y obvio de las palabras, el que tiene un fundamento de razó n o aceptable conforme a
los principios de justicia. El juez en cada caso lo determinará . Habría por ejemplo, un justo
error de hecho de parte del que compra una plegadera de marfil a una persona conocida y a la
129
cual ha visto por mucho tiempo usar como suya, aunque en realidad no le perteneciera. Pero
no concurriría un justo error de hecho si el mismo objeto se comprara a un desconocido que,
por diversas circunstancias, revela o parece que lo ha habido mal.
El error de derecho constituye una presunció n de mala fe, que no admite prueba en contrario.
Artículo 706 inciso final. Es una consecuencia del principio de que nadie puede alegar
ignorancia de la ley después que ésta haya entrado en vigencia, artículo 8.
La regla de que el error de derecho constituye una presunció n de mala fe que no admite
prueba en contrario no es de aplicació n general. Se refiere só lo a la posesió n, segú n se
desprende del mismo Título en que se encuentra y de los antecedentes sobre esta materia. Si
la disposició n del inciso final del artículo 706 se hiciera extensiva, por ejemplo, a los
contratos, resultaría el absurdo jurídico de que por el solo hecho de declararse la ilegalidad de
una presunció n de derecho no les sería permitido probar lo contrario.
Presunciones de Buena Fe
La buena fe se presume, excepto en los casos en que ley establece la presunció n contraria. En
los demá s casos la mala fe debe probarse. Artículo 707º.
Si se quiere alegar posesió n regular no es necesario, pues, probar la buena fe; basta exhibir
justo titulo, pues la buena fe se presume. La parte que impugne ésta deberá probar la mala fe
del poseedor.
Presunciones de mala fe encontramos en el artículo 706º inciso final, artículo 2.505º regla 3º.
Dice que a pesar que el artículo 707 se encuentre en el Titulo de la posesió n, es de todas
formas aplicable en forma general, ya que hay muchas normas en el Có digo Civil que son
generales, estando en títulos particulares. Por ejemplo, la Teoría de la Prueba.
Se agrega que la mala fe guarda relació n con el dolo, y si se pretendiera que la buena fe debe
probarse, equivaldría a sostener que la presunció n es la mala fe y no la buena. Esto no es el
espíritu del legislador, segú n fluye del artículo 1.459.
Por otro lado, es solo el artículo 707 el que establece la presunció n de buena fe y en muchas
otras disposiciones expresamente se establece la mala fe, lo que hace ver que la verdadera
presunció n es la de la buena fe.
130
También en el derecho pú blico, en materia tributaria, los jueces aplican el principio cuando un
texto legal expreso no exige determinadamente la prueba de la buena fe.
C. - La Tradición
Para que la posesió n regular tenga existencia legal y pueda invocarse y sea base de la
prescripció n adquisitiva ordinaria, es necesario que proceda:
1. - Justo titulo.
2. - Que se adquiera de buena fe.
Presunción de tradición
La posesió n de una cosa a ciencia y paciencia del que se obligó a entregarla, hace presumir la
tradició n; a menos que ésta haya debido efectuarse por la inscripció n de título. Artículo 702º
inciso final. Aquí la presunció n no entra en juego, porque, de acuerdo con la ley, la inscripció n
es la ú nica manera de efectuar la tradició n.
Esta presunció n queda reducida a los bienes muebles y a las servidumbres, pues su tradició n
no se efectú a por inscripció n.
Hay que subrayar que la tradició n en referencia es inaplicable al dominio de los bienes raíces
y a los derechos reales constituidos en ellos que deben transferirse por la inscripció n del
titulo en el registro Conservatorio.
2. - Posesión Irregular
Es la que carece de uno o má s requisitos de los de la posesió n regular. Artículo 708º Por
tanto es la posesió n que no procede de justo titulo, o ha sido adquirida de mala fe, o sin que
haya mediado tradició n.
131
b) El poseedor irregular lo hace por la prescripción adquisitiva extraordinaria (que es
de 10 añ os sin distinció n de bienes muebles o inmuebles, artículo 2.511)
4. - En cuanto a los interdictos posesorios pueden ser interpuestos tanto por el poseedor
regular como por el irregular. La ley en el artículo 918 solo exige que se haya tenido la
posesió n tranquila y pacífica por un añ o ininterrumpidamente completo.
1. - Posesión Violenta: Es la que se adquiere por la fuerza. La fuerza puede ser actual o
inminente. Artículo 710º. Puede consistir en vías de hecho o en amenazas.
Pero el artículo 711º señ ala que el que en ausencia del dueño se apodera de la
cosa, y volviendo el dueñ o le repele, es también poseedor violento. El artículo 712
inciso 1º, señ ala que existe vicio de violencia sea que se haya empleado contra el
verdadero dueñ o de la cosa, o contra el que la poseía sin serlo, o contra el que la
tenia en lugar o a nombre de otro.
La ley dice que también es poseedor violente el que en ausencia del dueñ o se
apodera de la cosa y volviendo el dueñ o le repele. Se ha entendido que se repele
al dueñ o no solo cuando se le arroja con violencia, sino que también cuando
simplemente se le rechaza y se le niega la devolució n de la cosa. Veamos ciertas
cosas:
132
adquirirla y no la persona contra la cual fue empleada.
133
Inutilidad de la posesión viciosa
Tradicionalmente se afirma, y como en casi todas las legislaciones, que la posesió n viciosa es
inú til, principalmente para el ejercicio y adquisición de la propiedad por prescripció n. Para
poder ejercerla y adquirir, se requiere que la posesió n esté exenta de vicios.
Sin embargo, hay una Teoría de la Utilidad de la Posesión Viciosa cuyos argumentos son:
2. - La posesión regular, nunca puede ser violenta; así la violenta es irregular. Es así,
porque se riñ e como la buena fe inicial y nada se opone a que ese vicio acompañ e a la
posesió n irregular y el poseedor violento pueda prescribir extraordinariamente cuando
posee sin titulo, pues ninguna disposició n del Có digo Civil permite sostener lo contrario.
Es mas, el artículo 2.510 niega la prescripció n y sostiene que la existencia de un título
de mera tenencia hará presumir mala fe, y no dará lugar a la prescripció n, a menos de
concurrir estas dos circunstancias:
a) Que el que se pretende dueñ o no pueda probar que en los ú ltimos 10 añ os se haya
reconocido expresa o tá citamente su dominio por el que alega la prescripció n;
b) Que el que alega la prescripció n pruebe haber poseído sin violencia,
clandestinidad ni interrupció n por el mismo espacio de tiempo.
3. - El poseedor violento puede prescribir cuando posee sin titulo y cuando posee en
virtud de un titulo traslaticio. Es mas, no se concibe a un poseedor violento con titulo.
Pero si tienen un titulo de mera tenencia, se aplica el artículo 2.510 regla 3°.
La Mera Tenencia
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solo tiene el corpus de la posesió n, pero no el animus.
135
salvo el caso del artículo 2510, regla 3. Reafirma el artículo 719 inciso 2: Si se ha
empezado a poseer a nombre ajeno, se presume igualmente la continuación del mismo
orden de cosas. Sin embargo hay 2 excepciones:
a) Artículo 716 en relación por el 2.510 regla 3°. La existencia de un título de mera
tenencia hará presumir mala fe, y no dará lugar a la prescripció n, a menos de concurrir
estas dos circunstancias:
i) Que el que se pretende dueñ o no pueda probar que en los ú ltimos diez
añ os se haya reconocido expresa o tá citamente su dominio por el que alega
la prescripció n;
ii) Que el que alega la prescripció n pruebe haber poseído sin violencia,
clandestinidad ni interrupció n por el mismo espacio de tiempo.
b) El que usurpa una cosa no adquiere la posesió n, ni hace perder la posesió n
anteriormente existente, salvo que el usurpador enajene la cosa a su propio nombre, pues
entonces la persona a quien se enajena adquiere la posesió n de la cosa, y pone fin a la
posesió n anterior. Con todo, si el que tiene la cosa en lugar y a nombre de un poseer
inscrito, se da por dueñ o de ella y la enajena, no se pierde por una parte la posesió n ni se
adquiere por otra, sin la competente inscripció n. Artículo 730.
No se Transmite
2. - El artículo 722 dice que la posesión de la herencia se adquiere desde el momento en que es
deferida, aunque el heredero lo ignore. El heredero comienza una posesió n nueva, que le
es conferida por la ley u que no deriva de su predecesor.
3. - El artículo 717 dice que sea que se suceda a título universal o singular, la posesión del
sucesor principia en él; a menos que quiera añadir la de su antecesor a la suya; pero en tal
caso se la apropia con sus calidades y vicios.
No se Transfiere
1. - El artículo 717, recién mencionado, al decir que la posesió n del sucesor principia en él,
sea que se sucede a título universal o singular, no distingue si el sucesor a título singular
sucede por causa de muerte o por acto entre vivos principia una nueva posesió n.
2. - El artículo 2.500 dispone que si una cosa ha sido poseída sucesivamente y sin
interrupción por dos o más personas, el tiempo del antecesor puede o no agregarse al
tiempo del sucesor, según lo dispuesto en el artículo 717. Es decir, la posesió n de que se
apropia el ultimo es con las mismas calidades y vicios que tenía el antecesor. Tampoco
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el artículo 2.500 distingue entre sucesores por causa de muerte y sucesores por acto
entre vivos.
3. - El artículo 683 señ ala que la tradició n da al adquiriente, en los casos y del modo que las
leyes señ alan, el derecho de ganar por la prescripció n el dominio de que el tradente
carecía, aunque el tradente no haya tenido ese derecho. Por ejemplo, el poseedor
violento no puede adquirir por prescripció n ordinaria; pero si ese poseedor violento
transfiere la cosa, el adquirente de buena fe puede ganar el dominio de la cosa por
prescripció n ordinaria, precisamente porque la posesió n suya es independiente de la
del poseedor violento: no hay transferencia de la posesió n de éste al adquirente.
Permite mejorar los títulos de las propiedades, pues impide que la posesió n de los bienes pase
al heredero o adquirente con los mismos vicios que tenía en el causante o tridente.
1. - El artículo 696 establece: “Los títulos cuya inscripción se prescribe en los artículos
anteriores, no darán o transferirán la posesión efectiva del respectivo derecho, mientras la
inscripción no se efectúe de la manera que en dichos artículos se ordena...” Algunos dicen
que incurre en un infeliz “desliz” al hablar de transferencia de posesió n. Otros creen ver
una excepció n, pues el artículo 696 no establece que se traslada la posesió n propia del
tridente al adquirente: só lo quiere significar que se transfiere la posesió n en sí misma
considerada. Esto carece de sentido.
2. - El artículo 2.500 inciso 2 establece: “La posesión principiada por una persona difunta
continúa en la herencia yacente, que se entiende poseer a nombre del heredero” Esta
disposició n ha recibido críticas muy largas:
c) Este inciso rompe la unidad del sistema que establece el Có digo Civil de la
instransmisibilidad de la posesió n, pues dice que la posesió n principiada por una
persona difunta continua en la herencia yacente.
137
3. - Podría interpretarse que el artículo 725 contraviene el principio: El poseedor conserva la
posesión, aunque transfiera la tenencia de la cosa, dándola en arriendo, comodato,
prenda, depósito, usufructo o a cualquiera otro título no translaticio de dominio. Pero se
ha estimado que el legislador en esta norma utiliza el concepto de transferir en forma
vulgar.
4. - Dice el artículo 919: El heredero tiene y está sujeto a las mismas acciones posesorias que
tendría y a que estaría sujeto su autor, si viviese. Da a entender que la posesió n del
heredero es la misma que la del causante. Tal anomalía se debe a que no se cambió en el
Proyecto Inédito el artículo 919, luego de haber desechado el 819. Por ello actualmente
está en contradicció n.
Aunque la posesió n del sucesor a titulo universal o singular, principia en él, la ley lo faculta
para añadir a su propia posesió n la de su antecesor; pero en tal caso se apropia de la posesió n
de éste con sus calidades y vicios. Artículo 717.
Como la posesió n está constituida por el corpus y el animus, la aprehensió n real o ficta
de la cosa y la voluntad de poseer resulta que los Dementes y los Infantes son incapaces de
adquirir la posesió n, ya sea para si mismos o para otros. Artículo 723 inciso 2º. Solo pueden
adquirir la posesió n a través de sus representantes legales. Dichos incapaces absolutos solo
pueden adquirir la posesió n por intermedio de sus representantes legales:
1. - Pero las personas que tienen el suficiente discernimiento para darse cuenta del hecho
que ejecutan, pueden adquirir la posesió n de las cosas muebles, sin autorizació n alguna.
Los que no pueden administrar libremente lo suyo, no necesitan de autorizació n alguna
para adquirir la posesió n de una cosa mueble, con tal que concurran en ello la voluntad
y la aprensió n material o legal. Artículo 723 inciso 1 parte primera.
138
ejercer los derechos de poseedores, sino con la autorización que competa. Esto es
porque el ejercicio de los derechos de poseedores se traduce en Actos Jurídicos
que esas personas no pueden realizar por si solas.
En todos los casos, para que opere la adquisició n, es preciso que el que obra a nombre
de otro tenga la capacidad para adquirir la posesió n en el momento de tomar ésta y que su
voluntad esté dirigida a realizar la adquisició n para la persona en cuyo nombre obra.
139
Posesión de la Herencia
Esta posesió n conferida por el solo ministerio de la ley, se llama legal; su objeto cesada la
posesió n de éste, comienza inmediatamente una nueva, la de heredero.
La tenencia de la cosa se efectú a generalmente poniendo la mano sobre ella, teniéndola real y
materialmente el que adquiere la posesió n u otra persona en lugar y a nombre de él.
a) Del mismo poseedor. Como cuando enajena la cosa o la abandona para que la
haga suya el primer ocupante.
140
b) De un tercero. Segú n lo establece el propio artículo 726. Se deja de poseer una
cosa desde que otro se apodera de ella con á nimo de hacerla suya.
1. - Perdida simultánea de los dos elementos de la posesión: Animus y Corpus. Peñ ailillo
dice que ordinariamente el que pierde la posesió n pierde al mismo tiempo el corpus y el
animus. Esto puede pasar cuando:
2. - Perdida del elemento Corporal. Otra forma de perder la posesió n, es perder el corpus,
pero manteniendo el animus. Es así cuando:
a) Cuando otro se apodera de la cosa poseída con ánimo de hacerla suya. Artículo
726.
141
poseedor a nombre ajeno.
Se hace en los inmuebles, una distinció n entre los Inscritos y los No Inscritos. Andrés Bello, en
un comienzo no quería imponer la inscripció n de los bienes inmuebles, sin embargo, pensó
que a lo largo del tiempo, todas las propiedades deberían estar inscritas. Desgraciadamente
este vaticinio no se ha cumplido y es por ello que actualmente en Chile existen bienes inscritos
y bienes no inscritos.
1. - Simple Apoderamiento de la cosa con ánimo de señor y dueño: Por este hecho se
adquiere la posesió n de inmuebles no inscritos. Se desprende de los artículos 726 y
729.
El artículo 726 expresa: Se deja de poseer una cosa desde que otro se apodera de
ella con ánimo de hacerla suya; menos en los casos que las leyes expresamente
exceptúan. Por su parte el artículo 729 dice: Si alguien, pretendiéndose dueño, se
apodera violenta o clandestinamente de un inmueble cuyo título no está inscrito, el
que tenía la posesión la pierde.
2. - Títulos no traslaticios de dominio: Estos títulos son la sucesión por causa de muerte y
los títulos constitutivos como la Ocupación, Accesión y Prescripción. Artículo 730º inciso
2º. En ninguno de estos casos se requiere inscripció n:
a) Sucesión por causa de Muerte. Tratá ndose de la sucesió n por causa de muerte, el
heredero aunque lo ignore, adquiere, por el ministerio de la ley, la posesió n de la
herencia desde el momento en que lees deferida. Artículo 688 y 722. No
olvidemos que las inscripciones del 688 solo otorgan la disposició n de los mismos
y no la posesión de ellos.
142
Sin embargo, se ha opinado en contra, señ alando que si bien no sirve
como modo de adquirir el dominio, puede invocarse como titulo de
posesión, ya que ningú n precepto establece que el Estado tiene la
posesió n de las tierras que carecen a otra persona, ya que el 590 solo
se refiere al dominio. Concluyen que la posesió n que tienen es
irregular, porque se adquirirá de mala fe, al tener todos bienes dueñ o.
Hay que advertir que respecto de los bienes raíces no inscritos la ley
ha sido muy cuidadosa en resguardar los intereses del estado,
haciendo imposible la posesió n y posterior adquisició n por
prescripció n de las tierras que, estando situadas dentro de los limites
territoriales, son del Estado por carecer de otro dueñ o. Así fluye de
diversos preceptos del D.L. 1.939 que establece las normas sobre
adquisició n, administració n y disposició n de bienes del estado. Se
desprende claramente que el Estado, respecto de las tierras que la ley
le atribuye el dominio por falta de otro dueñ o, no reconoce ninguna
ocupació n ni adquisició n que no emane de una autorizació n,
concesió n o contrato otorgado conforme a las leyes.
143
un modo de adquirir el dominio.
3. - Títulos Traslaticios de Dominio. Cuando se invoca uno de estos títulos, siempre será
necesaria la inscripció n; pero otros autores afirman que la inscripció n só lo es necesario
cuando se trata de adquirir la posesió n regular, pero no la irregular:
Por ello no hay duda que tratá ndose de títulos traslaticios de dominio las
inscripciones sin indispensables. El artículo 686 sin distinguir entre
inmuebles inscritos o no, hace la exigencia. Por otra parte, estos artículos
no hacen la distinció n entre posesió n regula o irregular.
144
ii) Los que sostienen que no es necesaria la inscripció n para adquirir la
posesió n irregular de un inmueble no inscrito cuando se hace valer un titulo
traslaticio de dominio, apoyan su pensamiento en las razones que se
exponen:
1. El artículo 724 se refiere solo a los bienes raíces que ya han entrado al
régimen de propiedad inscrita. Así lo confirma el inciso 2° del artículo
728 y el artículo 729. El artículo 728 inciso 2° establece: Mientras
subsista la inscripción, el que se apodera de la cosa a que se refiere el
título inscrito, no adquiere posesión de ella ni pone fin a la posesión
existente. El artículo 729 agrega: Si alguien, pretendiéndose dueño, se
apodera violenta o clandestinamente de un inmueble cuyo título no está
inscrito, el que tenía la posesión la pierde.
Pero no puede dejar de recordarse la posició n de quienes sostienen que para adquirir
la posesió n de inmuebles, incluso los no inscritos, es necesaria la inscripció n. Entonces en
síntesis el poseedor no inscrito perderá su posesió n:
145
1. - Cuando la abandona sin importar que otro entre a poseer.
3. - Cuando alguien llega y usurpa el inmueble no inscrito, artículo 729; aquí dispone por un
añ o de las acciones posesorias, y si la recupera legalmente, se entiende que nunca la ha
perdido, artículo 731. También aquí tendrá interés la alternativa de exigir o no
inscripció n , que se refirió al tratar de la adquisició n de la posesió n de inmuebles por
apoderamiento, porque si se sostiene que es necesaria inscripció n, podría sostenerse
que mientras el usurpador no inscriba, no adquiere posesió n (aunque el tenor del
artículo 729 la ha perdido el poseedor. El artículo 729 dispone que el poseedor pierde la
posesió n ante un usurpador violento o clandestino y nada refiere para el usurpador
pacífico; hay que concluir ló gicamente que con mayor razó n la perderá en tal caso.
4. - Cuando el mero tenedor del inmueble no inscrito (el poseedor entonces estaba
poseyendo a través de otro) la usurpa, es decir, se da por dueñ o y la enajena.
Simplemente se da por dueñ o; el poseedor no la pierde. Artículo 730 inciso 1. Pero si
luego de darse por dueñ o la enajena, el adquirente adquiere la posesió n y pone fin a la
posesió n anterior.
b) La inscripción es solo una garantía de la posesión. Los que sostienen esta posesió n
dicen que no la pierde. La inscripció n es un requisito legal para solemnizar la
tenencia con á nimo de señ or y dueñ o y si esa tenencia no existe, si no hay una
posesió n material, la inscripció n por si sola no significa nada, es una inscripción
de papel, es decir, una mera anotació n en el Registro sin que el titular de ella
tenga la posesió n física y material del inmueble. De los artículos 683 y 730 se
deduce que tratá ndose de inmuebles no inscritos, para que la tradició n
(inscripció n) dé al adquirente la posesió n, es necesario que el tridente que la
enajena como suya tenga la posesió n material o, al o menos, la mera tenencia, o
bien que el adquirente haga esa aprehensió n por sí mismo. La jurisprudencia se
ha inclinado por esta segunda teoría, aunque mas bien por una razó n de justicia
social que por razones jurídicas.
146
imprevisió n.
Esta teoría está formada por una serie de disposiciones que, determinadas a través del có digo
son perfectamente armó nicas. Son los artículos 686, 696, 702 inciso final, 724, 728, 730, 924,
2.505.
a) Nadie discute que para adquirir la posesió n regular de los inmuebles, y tratá ndose
de títulos traslaticios de dominio, es necesaria la inscripció n conservatoria.
Artículo 702º inciso 3º que expresa: Si el título es translaticio de dominio, es
también necesaria la tradición; y 686º inciso 1º: Se efectuará la tradición del
dominio de los bienes raíces por la inscripción del título en el Registro del
Conservador.
147
tratá ndose de títulos traslaticios de dominio, no se requiere la inscripció n. Dicen
que la exigencia perentoria del artículo 724 só lo comprende la posesió n regular,
porque só lo en ella se necesita esencialmente la tradició n; la posesió n irregular, la
violenta y la clandestina no requieren de la tradició n, pueden existir sin la
inscripció n en el Registro. Esta doctrina está hoy abandonada, y son numerosas
las razones:
ii) El artículo 2.505 dispone que contra un título inscrito no tendrá lugar la
prescripción adquisitiva de bienes raíces, o de derechos reales constituidos en
éstos, sino en virtud de otro título inscrito; ni empezará a correr sino desde la
inscripción del segundo. Ahora si la posesió n irregular pudiera adquirirse sin
la inscripció n, habría prescripció n contra título inscrito sin otro titulo
inscrito, pues podría prescribirse extraordinariamente el inmueble inscrito
en virtud de la posesió n irregular adquirida sin inscripció n. Es flagrante la
infracció n al artículo 2.505.
iii) El mensaje del Có digo Civil afirma que la inscripció n es la que da la posesió n
real y efectiva, y mientras ella no se ha cancelado, el que no ha inscrito su
titulo no posee, es un mero tenedor.
iv) Todo el sistema del Có digo Civil tiende a que los inmuebles se incorporen al
régimen del Registro Conservatorio, y sería absurdo pensar que el
legislador dejara abiertas las puertas para que, después que un inmueble ha
entrada a ese régimen, pudiera salir de él mediante la adquisició n de la
posesió n del bien raíz sin inscripció n.
d) La gran mayoría de los autores señ ala que la legislació n afirma el principio que la
posesió n inscrita no se pierde mientras subsista la inscripció n a su favor. Por otra parte el
artículo 2.505 señ ala que la prescripció n contra título inscrito no es vá lida, es claro.
El artículo 728 del có digo dice que para que cese la posesión inscrita, es necesario que la
inscripción se cancele, sea por voluntad de las padres, o por una nueva inscripción en que el
poseedor inscrito transfiere su derecho a otro, o por el decreto judicial. Mientras subsista la
inscripción, el que se apodera de la cosa que se refiere el título inscrito, no adquiere posesión de
ella ni pone fin a la posesión existente.
148
termine tal posesió n es necesario que se cancele la inscripció n a su favor, y mientras esto no
suceda el que se apodera materialmente del predio no adquiere su posesió n ni pone fin a la
posesió n existente.
Pero esta manera de pensar va en contra del artículo 728 que expresamente dice
que mientras subsista la inscripció n, el que se apodera de la cosa a que se refiere
el titulo inscrito, no adquiere posesió n de ella, ni pone fin a la posesió n existente.
Impide que el usurpador adquiere cualquier clase de posesió n.
Por otro lado sostener que si adquiere la posesió n irregular, sería atentar con el
artículo 2.505 el cual sostiene que contra un titulo inscrito no tiene lugar la
prescripció n adquisitiva de bienes raíces, o de derechos reales constituidos en
éstos, sino en virtud de otro titulo inscrito.
149
Esta cancelació n, debe efectuarse materialmente en el Registro del
Conservador. Sin embargo una sentencia de la Suprema, aceptó una
cancelació n virtual de la inscripció n por voluntad de las partes manifestada
tácitamente, por haber tolerado, durante má s de 30 añ os el titular de la
inscripció n actos de dominio ejecutados por los poseedores materiales del
predio. Este fallo fue bien criticado, aunque por razones de equidad es ló gico
el fallo.
a) Si se puede prescribir sin título alguno, artículo 2.510 Nº 1º, con mayor
razó n se podrá prescribir con un título injusto, que, cancelando la posesió n
inscrita anterior, dé nacimiento a una posesió n irregular, que sirva de base
a la prescripció n.
150
persona que está desligada del poseedor inscrito, cancelar la inscripción anterior?.
Dice el inciso 1° del artículo 730: “Si el que tiene la cosa en lugar y a nombre de
otro, la usurpa dándose por dueño de ella, no se pierde por una parte la posesión ni
se adquiere por otra; a menos que el usurpador enajene a su propio nombre la cosa.
En este caso la persona a quien se enajena adquiere la posesión de la cosa, y pone fin
a la posesión anterior.” Un mero tenedor que, precisamente, es el que tiene la cosa
a nombre de otro, aun cuando la usurpe, no mejora su titulo: la mera tenencia es
inmutable y porque es un principio universal que nadie puede mejorar su propio
titulo. Pero si este mero tenedor enajena la cosa a su propio nombre, segú n el
artículo pone termino a la posesió n anterior y se da nacimiento a una nueva
posesió n por el artículo 717 establece que la posesió n es personal, que no se
transmite ni se transfiere. Como la disposició n del artículo 730 inciso 1° no
distingue, se aplica tanto a los bienes muebles como a los bienes rices no inscritos.
El inciso 2° del artículo 730 contempla el caso de los bienes raíces inscritos: “Con
todo, si el que tiene la cosa en lugar y a nombre de un poseedor inscrito, se da por
dueño de ella y la enajena, no se pierde por una parte la posesión ni se adquiere por
otra, sin la competente inscripción.” Ejemplo: Pedro, dueñ o y poseedor inscrito, me
arrienda un inmueble. Yo, arrendatario, descubro que el titulo de Pedro tiene
cierto defecto legal y, sintiéndome con mejor derecho, le hago entrega material de
la propiedad a Juan. Ahora bien, esta entrega material que yo, mero tenedor, hago
a Juan, no hace que Juan adquiera la posesió n, y tampoco que Pedro la pierda, sin
la competente inscripción.
151
La ley admite que el poseedor inscrito pueda perder la posesió n como
consecuencia de la enajenació n de la cosa por el usurpador, seguida
de la competente inscripció n, y, por consiguiente, esta inscripció n no
puede ser otra que la del titulo de la enajenació n derivada del
usurpador. No ha podido la ley referirse a una inscripció n que
proceda del poseedor inscrito, pues a ese caso alude el artículo 728, y
el artículo 730 se coloca en el supuesto de que no es el poseedor
inscrito el que enajena la cosa, sino, por el contrario, el que la pierde
por obra del usurpador. De otro modo la disposició n del artículo 730
inciso 2, no tendría aplicació n y estaría de má s, porque ocuparía de
un caso ya previsto y resuelto por el artículo 728.
6. - Aplicación restrictiva del inciso 2° del artículo 730. Esta norma es una norma
disposició n excepcional y por ello debe aplicarse restrictivamente al caso que
contempla. Sin embargo, hay autores que dan al inciso una aplicació n amplia: no
circunscriben su aplicació n al tenor de la cosa a nombre de otro que la usurpa, sino que
la extienden a todo tenedor material de un inmueble que lo enajena a su propio nombre.
Estiman que aunque la letra del artículo 730 no autoriza esta inteligencia amplia, la
legitima o justifica el espíritu del legislador, el cual sería que toda inscripció n habilita
para adquirir la posesió n, siempre que concurran los requisitos de la tenencia y de
animo de señ or y dueñ o.
152
contemplando particularmente la perdida de la posesió n, no su adquisición sobre
la cual ya se ha establecido en el artículo 724 la regla general, que si la posesió n
procede de un titulo traslaticio de dominio, la posesió n tratá ndose de inmuebles
no puede adquirirse sino por la inscripció n en el registro; nadie podrá adquirir la
posesió n de la cosa sino por este medio. Claro Solar.
153
Registro Conservador de Bienes Raíces
Para Daniel Peñ ailillo registro es el conjunto de instrumentos en que se va dejando constancia de
las mutaciones jurídicas que tienen lugar en determinada clase de bienes.
Pero fuera de la publicidad, el registro de Bienes Raíces llena otras funciones que varían segú n
el régimen de cada país. En muchos es una garantía de la propiedad inmueble; en otros, só lo
de la posesión.
154
1. - Realización de la Tradición. Es la ú nica manera de efectuar la tradició n de los derechos
reales inmuebles, excepto la tradició n del derecho de servidumbre (artículos 686 y
698). Las partes no pueden acordar otra cosa.
Andrés Bello tuvo la intenció n de que la inscripció n probara tanto la posesió n como la
propiedad, pero esto, pensó , hubiese significado establecer medidas compulsivas y
155
complicados procedimientos judiciales tendientes a lograr este fin.
Tipos de registro
1. - Registros Personales, son los que se organizan tomando como pauta los nombres de
las personas a quienes afecta cada anotació n o inscripció n. Las anotaciones se estampan
cronoló gicamente, segú n se vayan solicitando por los interesados, pero los índices para
reconstituir la historia de un inmueble se construyen en base a los nombres de los
interesados, ordenados alfabéticamente, con el complemento de períodos de tiempo
(anuales, semestrales, etc.)
2. - Registros Reales, son los que se llevan por predios; cada uno de éstos se matricula con
un nú mero de orden y le corresponde una hoja especial, que constituye su registro.
Permiten conocer de un solo golpe de vista todas las mutaciones y gravá menes de una
propiedad; revelan de inmediato, segú n cierto autor, el estado civil del inmueble.
Transcripción e Inscripción
1. - Transcripción, es cuando los títulos se copian íntegra y literalmente en los libros del
Registro, o bien éste se forma esencialmente con las copias fieles de los documentos
originales.
Tiene como ventaja la exactitud, pues evita las omisiones y errores que pueden
deslizarse al extractar de los títulos los datos que se anotan en el Registro; pero,
por otro lado, tienen el inconveniente de aumentar el volumen de los registros y
dificultar por ende su consulta.
Es el que sigue nuestro país, tiene como ventaja que es má s expedito y supera los
defectos de la transcripció n. Reduce las anotaciones a extractos que contienen las
menciones precisas que interesan, en cuanto a las partes y al objeto, para dar a
conocer el verdadero estado de la propiedad raíz.
156
jurídicos relativos a los derechos sobre el inmueble, del primer solicitante, que pide su
inclusió n en el registro, y una precisió n de las características materiales del bien raíz de que
se trata. Así, aceptado un inmueble en el registro, como perteneciente a una persona, queda
así de modo indiscutible, y las transferencias o gravá menes futuros se irían haciendo constar
estableciendo también mecanismos que aseguren el carácter indubitado del sistema.
Este carácter de legalidad, cuya creació n y puesta en prá ctica pueden resultar complejas y
costosas, es, sin duda, de gran utilidad para un país, al dar seguridad y certeza a los derechos
sobre inmuebles, facilitando las negociaciones sobre ellos, evitando litigios estériles y
desarrollando al crédito con garantía territorial. En definitiva, es con un cará cter de legalidad
como un Registro se acerca má s a cumplir las finalidades que justifican su instauració n. Como
puede apreciarse, también, es una característica graduable; el grado de legalidad de un
sistema se desprenderá de los textos positivos que regulan sus mecanismos.
En los ú ltimos tiempos han alcanzado especial renombre dos sistemas registrales que parecen
estar funcionando por varias décadas, con aparente éxito:
2- El sistema del acta torrens. En honor a su creador Robert Torrens, vigente en Australia
desde 1858, adoptado también por Inglaterra y algunos estados de EE.UU. La matrícula,
hace inatacable el titulo del propietario que lo ha obtenido. No procede acció n
reivindicatoria, de declaració n, de hipoteca o de carga real. Sin embargo, a pesar que es
el considerado el má s perfecto, da muchas facilidades para el fraude.
Antecedentes y creación
En Chile, la propiedad raíz, inmueble o territorial está organizada sobre la base del registro
conservatorio de bienes raíces. Bello concibió esta institució n inspirá ndose en la ley prusiana
de 1872 y en el Registro de Hipotecas que, conforme a la legislació n españ ola, existía en
nuestro país.
El registro conservatorio fue creado por el Có digo Civil, pero las disposiciones que a él se
refieren só lo recibieron aplicació n una vez que aquél fue establecido. El artículo 695 dispuso
un reglamento especial determinará en lo demás los deberes y funciones del Conservador, y la
forma y solemnidad de las inscripciones.
157
Régimen de transición
En el tiempo intermedio entre la fecha en que comenzó a regir el Có digo Civil y aquella en que
la inscripció n empiece a ser obligatoria, se hará la inscripció n de los derechos reales
mencionados en los artículos anteriores, del modo siguiente, segú n el artículo 697:
4. - La de un legado, por medio de una escritura pú blica como la prevenida en el nú mero 1.;
y
5. - La del objeto adjudicado en acto de partició n, por escritura pú blica en que conste la
adjudicació n y haberla aceptado el adjudicatario.
Los Conservadores
En las comunas o asientos de comunas donde hay 2 ó má s notarios, uno de ellos lleva el
registro de comercio y el otro o uno de los otros el registro de bienes raíces. El Presidente de
la Repú blica hará la distribució n de estos registros, artículo 448 incisos 1° al 4° del Có digo
Orgá nico de Tribunales.
158
Nombramiento, requisitos y juramento de los conservadores
Los conservadores son nombrados por el Presidente de la Repú blica de entre los abogados
que cumplen los requisitos para ser notario. Todo conservador antes de entrar a ejercer su
oficio, debe prestar juramento ante la respectiva Corte de Apelaciones y dará fianza,
constituirá hipoteca o depositará en arcas fiscales letras de la Caja Hipotecaria para responder
de toda omisió n, retardo, error y, en general, de toda falta o defecto que en el ejercicio de su
cargo pueda serle imputable. La fianza o hipoteca será a satisfacció n del Regente de la citada
Corte. Artículos 7 y 8 del reglamento.
1. - El Registro de Propiedad.
2. - El Registro de Hipotecas y Gravá menes.
3. - El Registro de Interdicciones y Prohibiciones de Enajenar.
4. - El Repertorio.
5. - El Índice General.
Repertorio
Es un libro que debe llevar el conservador para anotar todos los títulos que se le presenten,
cualquiera que sea su naturaleza, en el orden cronoló gico en que llegan. Artículo 21 del
reglamento.
El expresado libro debe estar encuadernado, foliado y cubierto con tapa firme, artículo 22. En
la primera pá gina el juez de letras debe dejar constancia, bajo su firma y la del conservador,
del nú mero de fojas que contiene el libro, artículo 23. Este libro se cierra diariamente
indicando el nú mero de anotaciones hechas en el día. Se debe anotar:
Cada columna se encabezará con el ró tulo de la enunciació n que debe figurar en ella.
Artículo 26. Las anotaciones se hará n en este libro bajo una serie general de nú meros,
siguiendo el orden de la presentació n de los títulos, artículo 27.
159
Es aplicable al Repertorio lo dispuesto para los Registros parciales en el artículo 38. Artículo
30.
Registro de Propiedad
Se inscriben en este libro las hipotecas, los censos, los derechos de usufructo, uso y habitació n,
los fideicomisos, las servidumbres y otros gravá menes semejantes. Artículo 32 inciso 2.
Cada registro parcial deberá contener un índice por orden alfabético, destinado a colocar
separadamente el nombre de los otorgantes del acto inscrito, el apellido de los mismos y el
nombre del fundo materia de la inscripció n. En un apéndice de este índice deben inventariarse
los documentos agregados al fin de cada registro.
160
que se haga menció n de la primera inscripció n que va a hacerse con él; y se cerrará al fin de
añ o con otro certificado, escrito todo por el Conservador en que se exprese el nú mero de fojas
y de inscripciones que contiene, el de las que han quedado sin efecto, las enmendaturas de la
foliació n, y cuanta particularidad pueda influir en lo substancial de las inscripciones y
conduzca a precaver suplantaciones y otros fraudes. Artículo 38.
Los documentos que el Conservador debe retener segú n el artículo 85, se agregará n
numerados al final de los respectivos Registros, por el mismo orden de las inscripciones.
Artículo 39. Verificada la inscripció n, el Conservador devolverá su título al requirente; pero si
la inscripció n se refiere a minutas o documentos que no se guardan en el Registro o protocolo
de una oficina pú blica, se guardará n dichas minutas o documentos en el archivo del
Conservador bajo su custodia y responsabilidad, observando a este respecto lo dispuesto en el
artículo 39. Artículo 85. Al final de los expresados documentos se pondrá un certificado igual
al de los Registros; y en cada documento, cuyas pá ginas todas rubricará el Conservador,
certificará la foja y el nú mero de la inscripció n a que se refiere. Artículo 40
Cada Registro parcial se encuadernará prolijamente y se cubrirá con tapa firme. Sobre
ella o en el lomo se pondrá un ró tulo, expresando la clase de Registro que contiene y el añ o a
que pertenece. Artículo 47. Si los Registros fuesen poco voluminosos, podrá n cubrirse con una
sola tapa los correspondientes a cada añ o pero entonces se rotulará n expresando no só lo la
clase de Registros que componen el tomo y el añ o a que pertenecen, sino también la foja en
que principia y concluye cada Registro. Artículo 48.
El Índice General
El conservador también deberá llevarlo, por orden alfabético, el cual se forma a medida que se
van haciendo las inscripciones en los 3 registros parciales. En él se abren las mismas partidas
que en el índice particular. Artículo 43.
Las partidas de ambos índices, ademá s del nombre de los otorgantes, enuncian el nombre
particular del fundo, la calle en que está situado, siendo urbano, y si es rú stico, la
subdelegació n, la naturaleza del contrato o gravamen, la cita de la foja o numero de la
inscripció n en el registro parcial. Artículo 44.
Los índices generales se cerrará n anualmente con un certificado que pondrá el Conservador al
final de cada serie alfabética de partidas; y se continuará el mismo índice después de los
certificados de cada serie, si en el libro hubiere bastante capacidad para ello. Artículo 45
Es aplicable a los índices generales lo dispuesto, respecto del Repertorio, en los artículos 22 y
23. Artículo 46.
Este libro está abierto a todos. Son esencialmente pú blicos, por consiguiente, es permitido a
cualquiera consultarlo en la misma oficina y tomar los apuntes que crean convenientes.
Artículo 49.
161
Ademá s, es obligado el conservador a dar cuantas copias y certificados le pidan judicial y
extrajudicialmente, acerca de lo que consta o no consta en sus registros, certificados que
deben contener las subinscripciones y notas de referencia. Artículos 50 y 51.
El conservado, sí, tiene responsabilidad directa por su negligencia, dolo o abuso. Está obligado
a indemnizar los dañ os y perjuicios que puedan resultar de las inscripciones mal hechas o de
ls errores o descuidos en que incurra en los certificados que expide. Ademá s, segú n el
Reglamento del Registro Conservatorio, puede ser condenado a pagar una multa por las faltas
y omisiones producidas en el desempeñ o de su cargo. Así, es sancionado con multa si hace,
niega o retarda indebidamente alguna inscripció n; si no anota en el Repertorio los títulos en el
acto de recibirlos, etc. (reglamento, artículos 96 a 98).
La responsabilidad civil del conservador está regida por las reglas generales del Có digo Civil,
sobre delitos y cuasidelitos; la responsabilidad funcionaria, por el Titulo XVI del Có digo
Orgá nico de Tribunales (la sanció n puede ir desde la amonestació n privada hasta la
suspensió n de funciones por 4 meses, segú n la falta); y la responsabilidad penal, por los
principios generales del Có digo Penal, especialmente por las disposiciones del Titulo de este
cuerpo que se refiere a los crímenes y simples delitos cometidos por empleados pú blicos en el
desempeñ o de sus cargos.
El conservador es un funcionario pú blico, pero no percibe sueldo fiscal alguno, sino derechos
arancelarios. Con ellos financia los gastos de oficina y los sueldos de los empleados que
trabajan a sus ó rdenes.
162
enumeraciones deben completarse con otras disposiciones legales que indicaremos.
4. - Actos relacionados con la sucesión por causa de muerte. El artículo 688 del Có digo
Civil lo establece no el articulado del reglamento. Se ordena la inscripció n de una serie
de actos cuando opera la sucesió n por causa de muerte. Mientras esas inscripciones no
se realicen, no está habilitado el heredero para disponer en manera alguna de un
inmueble. Por otro lado, aunque no haya bienes inmuebles, deben inscribirse las
posesiones efectivas, conforme al artículo 683 inciso 3.
163
normas del Có digo de Procedimiento Civil, está n envueltas en el Có digo Civil,
como por ejemplo, en el artículo 1.464 N° 3 y 4.
10. - Decreto que declara una población en situación irregular. Se inscribe a petició n de
cualquier persona o de oficio por los Conservadores de Bienes Raíces en el registro de
Interdicciones. Con la sola inscripció n se entienden embargados, para todos los efectos
legales el inmueble en que se encuentra ubicada la població n, los bienes destinados a su
uso y beneficio y todos los demá s destinados a las obras de urbanizació n. Su
enajenació n produce objeto ilícito, salvo que la Corporació n de Servicios habitacionales
de la ley 16.741 lo autorice (artículo 4 incisos 1 y 3), o el juez.
164
principio de publicidad de la propiedad territorial al no exigirse la inscripció n de
las servidumbres, que en algunas ocasiones puede resultar ú til hasta para las
naturales, cuando se ha controvertido sobre su existencia. Las leyes de estos
ú ltimos tiempos han salvado el vacío del Có digo Civil, pues imponen la inscripció n
para determinadas servidumbres, como la del alcantarillado que vimos.
b) Arrendamientos. Solo puede inscribirse en el caso del artículo 1.962 del Có digo
Civil y cualquiera otro acto o contrato cuya inscripció n sea permitida por la ley. El
inciso final del artículo 1.962 o establece. Por ello, la inscripció n del
arrendamiento no es obligatoria; pero si se inscribe es oponible incluso contra
acreedores hipotecarios. Es má s el artículo 101 inciso 1° del D.F.L. N° 3 establece
como regla que al subastar un inmueble, no se respetará el arrendamiento, salvo
que este esté inscrito, con anterioridad a la hipoteca del Banco.
La inscripció n del derecho real de dominio y de cualquier otro derecho real inmueble, excepto
la servidumbre, debe hacerse en el Registro Conservatorio del territorio en que esté situado el
bien raíz, y si éste por su situació n pertenece a varios territorios, preciso es hace la inscripció n
en el que dio el reglamento.
Si por un acto de partició n se adjudican a varias personas los inmuebles o parte de los
inmuebles que antes se poseían proindiviso, el acto de partició n en lo relativo a cada inmueble
o cada parte adjudicada debe inscribirse en el Registro Conservatorio en cuyo territorio esté
ubicado el Inmueble, artículo 687 inciso 3°. El Có digo de Procedimiento Civil, establece que
todo acuerdo de las partes o resolució n del partidor que contenga adjudicació n de bienes
raíces, debe reducirse a escritura pú blica, y sin esta solemnidad no puede efectuarse su
inscripció n en el Conservador.
Los decretos de interdicció n, los que prohíben o limitan generalmente el derecho de enajenar
165
en el territorio en donde tiene su domicilio de la persona sobre quien recae el derecho o
prohibició n. Deben inscribirse también en el territorio o territorios en que estén situados los
inmuebles que le pertenezcan.
Los interesados pueden pedir la inscripció n por sí, por medio de personeros o de sus
representantes legales. Artículo 60 del Reglamento.
Clemente Fabres critica la disposició n de la ley, pues no ve razó n para exigir la presentació n
del título del poder solo en el caso de transferencia y no también en el de constitución de los
derechos reales inmuebles: “tan grave es lo uno como lo otro”
Para llevar a efecto la inscripció n, debe exhibirse (en verdad entregarse) al Conservador copia
auténtica del título respectivo o de la sentencia o decreto judicial; en este caso, con
certificació n al pie del respectivo secretario, que acredite ser ejecutorios; deben exhibirse
también los demá s documentos necesarios, sean pú blicos o privados (artículo 690).
Ellos no pueden inscribirse sin previo decreto judicial que califique la legalidad de su forma y
su autenticidad, segú n las normas de los artículos 16, 17 y 18 del Có digo Civil. Sin embargo,
para los efectos de la inscripció n, el conservador debe reputar legales e inscribir los
instrumentos otorgados en el país extranjero y auténticas las copias, si hubiesen pasado
aquéllos y se hubieren éstas dado, con el sello de la Legació n o Consulado, por un Ministro
Plenipotenciario, un Encargado de Negocios, un Secretario de Legació n o un Có nsul de Chile,
con tal que estos dos ú ltimos tengan titulo expedido por el Presidente de la Repú blica, y que el
Ministro de Relaciones Exteriores haya abandonado la firma del autorizante. Artículo 64 del
Reglamento.
La inscripció n só lo puede hacerse en virtud de un titulo que conste por instrumento pú blico,
sea escritura pú blica, sentencia o decreto judicial. No obstante, para facilitar la inscripción
pueden presentarse documentos privados y minutas, esto es, declaraciones o solicitudes
dirigidas al conservador y suscritas por las partes, y que tienen por fin enmendar y suplir las
designaciones defectuosas e insuficientes de los títulos. Artículo 82 del Reglamento.
166
Anotación en el Repertorio
Podría definirse la anotació n en el repertorio como el asiento que en este libro se hace del
extracto de un titulo presentado al conservador para su inscripció n y cuyo fin es dejar, para
los efectos legales, testimonio de la recepció n de dicho título.
El Conservador no examina la legalidad de los títulos que se presentan para inscribir; pero
puede rehusar las inscripciones que son en algú n sentido inadmisible. Pero en ningú n caso
puede rehusarse anotar en el Repertorio el titulo que se le presenta, aunque sus defectos sean
fáciles de subsanar. Artículo 15 inciso 1 del Reglamento.
Hay que observar que el conservador siempre está obligado a realizar la anotació n de un
titulo referente a inmuebles; si el documento que se le presenta no tienen esta calidad,
evidente es que puede negarse no solo a la inscripció n, sino que también a efectuar la
anotació n en el repertorio.
La parte perjudicada con esta determinació n del conservador puede ocurrir al juez de letras,
quien en vista de esta solicitud y de los motivos expuestos por el conservador, resuelve por
escrito y sin má s trá mite lo que corresponda. Si el juez manda hacer la inscripció n, el
conservador deberá hacerla mencionando en ella el decreto en que se ordena. Este decreto es
apelable conforme a las reglas generales. Artículos 18, 189 y 20 del Reglamento.
Anotación presunta
167
Convertida la anotació n en inscripció n, surte ésta todos sus efectos propios desde la fecha de
la anotació n, sin embargo de cualquier derecho que hayan sido inscritos en el intervalo de la
una a la otra. Reglamento, artículo 17.
Esta ú ltima nunca puede constituir tradició n, pues la tradició n se efectú a por inscripció n del
título en el registro parcial respectivo; pero en razó n del efecto retroactivo mencionado, la
fecha de la inscripció n es para los efectos legales la fecha de la anotació n.
La anotació n presunta no da preferencia para inscribir, solo importa para poder fijar la fecha
de la inscripció n, en virtud del efecto retroactivo, y por ende, la fijació n del dominio. Tampoco
impide durante el plazo de su vigencia, la inscripció n de otros títulos incompatibles; y por el
contrario, afirma la Corte Suprema, la ley autoriza esa inscripció n, puesto que el artículo 17
del reglamento se pone en el caso de que se hagan otras inscripciones cuando dice que
convertida la anotación en inscripción, surte ésta todos los efectos desde la fecha de la
anotación, sin embargo de cualquiera derechos que hayan sido inscritos en el intervalo de una a
la otra.
168
anterior referente al mismo predio y estar pendiente el plazo de 2 meses a que alude el
artículo 15 del Reglamento, si esa inscripció n se hizo una vez que cesó la causa que impedía la
inscripció n de la primera venta y antes que el primer comprador requiriera del conservador
la inscripció n de su titulo en el registro de propiedad para convertir la anotació n en
inscripció n.
Sin embargo, la doctrina piensa lo contrario. Dice que las anotaciones en el Repertorio tienen
por objeto determinar la prioridad de las inscripciones, es decir, debe darse preferencia a la
inscripció n que primero se requirió . La existencia de una anotació n presunta es un
impedimento legal, durante 2 meses, para que se practiquen inscripciones de otros títulos
sobre el mismo inmueble a que aquélla se refiere. El artículo 17 no autoriza otras
inscripciones, y si las menciona, es seguramente, porque se pone en el caso de que hayan sido
efectuadas “por inadvertencia, descuido o ignorancia del conservador”.
Alessandri, cree que esta es la doctrina que se ajusta a la ley. Nadie puede dudar que só lo si la
inscripció n ha podido legal y vá lidamente efectuarse surtirá todos sus efectos de tal desde la
fecha de la anotació n; pero esa legalidad debe considerarse con relació n al tiempo en que se
requiere la inscripció n y no después.
169
en el repertorio.
Esto conforme al artículo 1.682 inciso 1°, haría adolecer a la inscripció n, sin previa anotació n
en el repertorio, en un vicio de nulidad absoluta, por la falta de una formalidad prescrito por
la ley para el valor del acto en consideració n a la naturaleza de éste. Ademá s, el Conservador
que lo inscriba, cae en sanciones disciplinarias. Artículo 96 del Reglamento.
Es nula la inscripció n. Se justifica esta nulidad de la misma forma que las anotaciones
efectuadas sin la anotació n en el repertorio.
El artículo 69 del reglamento es claro, a todo requirente, en el acto que lo pida, dará el
Conservador copia de la anotació n hecha en el Repertorio.
Puede pedirse junto con la anotació n del título, el llamado Certificado de Repertorio, en el que
el conservador deja testimonio de las anotaciones vigentes relacionadas con el inmueble que
se trata de inscribir.
170
presenta; si no está situada en el departamento o no es inmueble la cosa a que se refiere, si no se
ha dado al público el aviso prescrito en el artículo 58; si es visible en el título algún vicio o
defecto que lo anule absolutamente, o si no contiene las designaciones legales para la
inscripción.
Fallos que se han pronunciado ante negativas del conservador, reclamadas, lo han entendido
en este ú ltimo sentido, comprensivo de ambas clases de defectos. En todo caso, tiene 2
limitaciones:
1. - Conforme al texto, para poder negarse, debe tratarse de defectos que conduzcan a la
nulidad, y específicamente a la absoluta.
Casos en que los otorgantes del título no tienen inscrita a su nombre la propiedad
vendida: Segunda causal de negativa
Caso en que uno de los compradores solo tiene anotado presuntamente su titulo,
apareciendo después el otro solicitando la inscripción del suyo.
1. - Los que sostienen que la anotació n presunta impide la inscripció n de otro título
(doctrina), concluyen que el conservador debe rehusar la inscripció n del segundo
requirente. Si caduca la primera inscripció n, solo entonces podrá hacer la inscripció n el
segundo; pero si aquélla se transforma en inscripció n, el conservador deberá negarse a
la segunda.
171
Corte Suprema.
El artículo 14 inciso asevera que los fundamentos de toda negativa se expresará n con
individualidad en el mismo título. Por su parte el artículo 25 también lo expresa. Devolviendo
el Conservador el Título por alguna de las causas mencionadas en los artículos 13 y 14, se
expresará al margen del Repertorio el motivo de la devolució n, dejando en blanco la quinta
columna para designar el Registro parcial en que debe inscribirse el título y darle el nú mero
que le corresponda a la fecha en que de nuevo se le presente, caso de ordenarse por el juez la
inscripció n, segú n lo prevenido en el artículo 19.
Inscripción de actos relativos a una propiedad que no ha sido antes inscrita: Inscripción
por avisos
El artículo 58 del reglamento expresa que para inscribir la transferencia por donació n
o contrato entre vivos de una finca que no ha sido antes inscrita, exigirá el Conservador
constancia de haberse dado aviso de dicha transferencia al pú blico por medio de 3 avisos
publicados en un perió dico del departamento o de la capital de la provincia si en aquél no lo
hubiere, y por un cartel fijado durante 15 días por lo menos en la oficina del mismo
Conservador, con las designaciones relativas a las personas que transfieran y a los límites y
nombre de la propiedad, materia del contrato.
La inscripció n no podrá efectuarse sino una vez transcurridos 30 días contados desde
el otorgamiento del certificado en que se han cumplido los requisitos de publicació n.
Hay que tener presente si, que las formalidades de los artículos 693 del Có digo Civil y
58 del Reglamento, se refieren a la primera inscripción del inmueble, y solo se refieren a la
transferencia por donación o contrato entre vivos, del dominio de una finca o para la
172
constitución o transferencia por acto entre vivos de los derechos de usufructo, de censo y de
hipoteca. Así las publicaciones no son necesarias para las inscripciones hechas en virtud de
otros títulos, como sentencias que declaren haberlo adquirido por prescripció n o por sucesió n
por causa de muerte.
José Clemente Fabres contesta que es la nulidad absoluta, segú n el 1.682. El señ or Claro Solar
niega que los avisos y el cartel constituyan un requisito establecido en consideració n a la
naturaleza del acto, pues só lo exigen en caso de que el predio a que se refiere el titulo que va
a inscribirse no ha sido antes inscrito, por ello la sanció n sería la Inoponibilidad.
Las inscripciones se escribirá n entre dos má rgenes, y en tal orden de sucesió n que
entre una y otra no quede má s de un rengló n en blanco. Tendrá cada inscripció n al principio,
en el margen de la izquierda, una anotació n que exprese la naturaleza del título y el nú mero
que le corresponda en el Repertorio. Las sumas se escribirá n en guarismos y en letras, y no se
usará jamá s de abreviaturas. Artículos 75, 76 y 77 del Reglamento.
Pero si resultare de un título que muchos deudores o fiadores hubiesen hipotecado los
inmuebles que singularmente les corresponden, se verificará n tantas inscripciones cuantos
los inmuebles sean. Artículos 71 y 72 del Reglamento.
Toda inscripció n se reduce a copiar un extracto fundamental del titulo; las indicaciones que
debe contiene son distintas, segú n sea la naturaleza de éste. En general, se consignan los datos
necesarios para formarse cabal idea de las partes y el asunto a que se refiere la inscripció n.
173
Contenido de la inscripción de los títulos de propiedad y otros derechos Artículo 78.
1. - La fecha de la inscripció n;
2. - La naturaleza, fecha del título y la oficina en que se guarda el original;
3. - Los nombres, apellidos y domicilios de las partes;
4. - El nombre y linderos del fundo; los predios urbanos no se designan por el nombre, sino
que por el numero y calle de la ciudad en que está n situados.
5. - La firma del Conservador;
Firma de la inscripción.
En las transferencias que procedan de decretos judiciales no hay necesidad de que las
partes firmen las anotaciones.
Por su parte el artículo 83 establece que a continuació n de la ú ltima palabra del texto
de la inscripció n, seguirá n las firmas de las partes, en los casos que fueren necesarias,
debiendo cerrar la inscripció n la firma del Conservador.
174
¿Qué sanción tiene la no mención? La sanció n es solo la del 696 del Có digo Civil: Los
títulos cuya inscripció n se prescribe en los artículos anteriores, no dará n o transferirá n la
posesió n efectiva del respectivo derecho, mientras la inscripció n no se efectú e de la manera
que en dichos artículos se ordena, pero esta disposició n no regirá sino respecto de los títulos
que se confieran después del término señ alado en el reglamento antedicho. La inscripció n no
es nula, sino que solo ineficaz, mientras no se llene la formalidad omitida o de oficio el
conservador practique una subinscripció n.
El título se devolverá con nota de haberse inscrito del Registro, nú mero y fecha de la
inscripció n, la fecha de la nota y la firma del Conservador. Se hará ademá s menció n en la
predicha nota, del contenido de las minutas o documentos que, deben quedar en poder del
Conservador. Artículo 86
¿Cómo se suplen las faltas en los títulos de algunas de las designaciones legales que debe
contener?
La falta absoluta en los títulos de algunas de las disposiciones legales, solo puede llenarse por
medio de escritura pública. Pero pueden salvarse por medio de minutas suscritas por las
partes las designaciones defectuosas e insuficientes de los títulos; la designació n de los
herederos en el caso de la posesió n efectiva de la herencia; las designaciones que deban
completar la inscripció n de una sentencia o decreto judicial y las de las personas o
representantes legales de las partes. Reglamento, artículo 82.
Subinscripciones
175
modificada, artículo 88 del reglamento. Su objeto es alterar el valor o alcance de la
inscripción del centro.
Cancelación
Las cancelaciones implican extinguir o dejar sin efecto un asiento del Registro. Se realizan
mediante subinscripciones, sean las cancelaciones totales o parciales, convencionales o
decretadas por la justicia. Reglamento, artículo 91.
La inscripció n como Acto Jurídico, sigue las reglas generales de éstos, y puede adolecer de
nulidad absoluta o relativa, segú n los casos.
Reinscripciones
Toda reinscripció n importa volver a inscribir un titulo ya inscrito. No hay norma que lo
autorice, pero tampoco que lo prohíba y por ello en la prá ctica se acepta, para encadenar
inscripciones que no lo estaban. Por ejemplo, un heredero vende un inmueble, sin haber
practicado antes las inscripciones correspondientes y el adquirente logra inscribir la
compraventa. Má s tarde, el heredero realiza las inscripciones omitidas y comprador o
adquirente del inmueble vuelve a inscribir su contrato, para que en el registro aparezca que
deriva su dominio del heredero.
Reconstitución de Inscripciones
1
Daniel Peñailillo. Los Bienes.
176
En caso de destrucció n total o parcial de los Registros, tiene lugar la denominada
“reconstitució n de inscripciones”. El procedimiento para la reconstitució n está señ alado en la
ley 16.665 de 1967, aplicable a ella también la reconstitució n de escrituras pú blicas de los
artículos 436 a 439 del Có digo Orgá nico de Tribunales.
Calificación
La descripció n de nuestro sistema, en los términos relatados, permite cotejarlo con las
principales alternativas teó ricas en materia registral, que se enunciaron al comienzo. Con lo
dicho, puede concluirse que:
Saneamiento de Títulos
Para acelerar la solució n de estas situaciones se han dictado numerosas leyes de saneamiento
de títulos, que fijan procedimientos especiales para inscribir en el registro, y obtener así un
titulo saneado.
La sucesió n por causa de muerte y la subdivisió n de inmuebles pueden mencionarse como dos
causas de importancia en la configuració n del problema. La dictació n de leyes de saneamiento,
por otra parte, es una demostració n má s de las debilidades del sistema registral.
Prescripción Adquisitiva
177
demás requisitos legales.
Este tratamiento, ha sido criticado por algunos, que estiman que habría sido má s
ló gico tratar cada una de las prescripciones en un lugar aparte:
Sin embargo hay 2 razones que señ alan el porqué se tratan conjuntamente:
Con todo, la tendencia actual es tratarlas por separados, así el Có digo Civil Suizo e
Italiano.
De aquí se deduciría que la misma prescripció n produce, por una parte, la adquisició n
del dominio y, por otra, la extinción de las acciones del dueñ o. En la venta de cosa ajena, por
ejemplo, los derechos del dueñ o se extinguen cuando el comprador gana el dominio de la cosa
por prescripció n. Solo el tiempo y la inacción del titular del derecho que prescribe son los
178
ú nicos elementos comunes.
La verdad es que la teoría unitaria confunde lo econó mico con lo jurídico. Piensa que
la prescripció n es una, porque de cualquiera de ellas que se trate, siempre hay un
enriquecimiento del prescribiente y un empobrecimiento correlativo del titular prescrito. Ha
llegado a creer que, como desde el punto de vista econó mico la unió n de adquisició n y pérdida
es indisoluble, también es inseparable la usucapion de la prescripció n extintiva.
Por otra parte, si bien la inacció n del titular del derecho que prescribe es nota comú n
de ambas especies de prescripció n, en la adquisitiva interviene otro elemento, la posesió n,
que no se da en la prescripció n extintita. Sin posesió n, no puede haber usucapion, aunque la
inercia y el silencia del titular del derecho sean absolutos. El hecho negativo de la inactividad
del titular basta para fundamentar la prescripció n extintiva; pero, tratá ndose de la adquisitiva
o usucapion, es indispensable, además, considerar un hecho positivo, la posesió n del
prescribiente.
2. - Psicológica. Porque como con mucha razó n ha dicho un autor, el legislador quiso cerrar
su obra, coronarla, con una institució n como la prescripció n, que viene a estabilizar y
dar garantía a todos los derechos contemplados dentro del Có digo Civil.
En todos los tiempos, juristas, filó sofos y literatos has discutido la justicia y los
fundamentos de la prescripció n.
179
dificultades de semejante prueba, llamada con toda propiedad infernal (probatiodiabolica) y
fácil es también darse cuenta de la injusticia que significaría no reconocer al actual titular su
derecho porque uno de sus remotos predecesores, de 50, 100 ó 200 añ os atrá s, carecía de
derecho.
180
2. Tacita. Es el inciso 2 del artículo 2.494 el que la dispone. Se renuncia
tácitamente, cuando el que puede alegarla manifiesta por un hecho
suyo que reconoce el derecho del dueñ o o del acreedor; por ejemplo,
cuando cumplidas las condiciones legales de la prescripció n, el
poseedor de la cosa la toma en arriendo, o el que debe dinero paga
intereses o pide plazo.
181
libremente.
3. - Las reglas son iguales para todas las personas. El artículo 2.497 señ ala que las reglas
relativas a la prescripció n se aplican igualmente a favor y en contra del Estado, de las
iglesias, de las municipalidades, de los establecimientos y corporaciones nacionales, y
de los individuos particulares que tienen la libre administració n de lo suyo.
Así se puso término a la situació n de desigualdad que existía entre las Personas y
el fisco.
Prescripción Adquisitiva
Definición
Es un modo de adquirir el dominio de las cosas comerciables ajenas, por haberlas poseído
durante cierto tiempo con los requisitos legales. Artículos 2.492 y 2.498.
Características
2. - La prescripción sólo sirve para adquirir el dominio y los demás derechos reales, a
excepción de las servidumbres discontinuas y continuas inaparentes. Como regla
general, podemos decir que se adquieren por el modo de adquirir denominado
prescripció n cuando el que constituye el derecho real no es dueñ o de la cosa en la cual
éste se constituye. Ejemplo, si doy en prenda una cosa que no es de mi propiedad, el
acreedor puede adquirir por prescripció n el derecho real de prenda, que no adquirió
por la entrega de la cosa garante, ya que le fue hecha por una persona sin poder de
disposició n, sin facultad alguna de constituir derecho real de prenda.
182
prescribiente ningú n desembolso econó mico, ninguna prestació n.
5. - La prescripción es un modo de adquirir por acto entre vivos. Para operar no necesita
la muerte de una persona.
Requisitos
2. - Existencia de posesión.
3. - Transcurso de un plazo.
Regla General
La regla general es que todas las cosas son susceptibles de prescripció n, pero hay cosas
imprescriptibles:
4. - Las cosas que están fuera del comercio humano. Es decir, las cosas comunes a todos
los hombres, como la alta mar, el aire, etc.
6. - Las cosas propias. Por definició n. Solo se pueden adquirir las cosas por un modo, y si
ya se es dueñ o por la tradició n, sucesió n por causa de muerte, etc., ya no podría volver
adquirir lo mío.
7. - Las aguas del territorio nacional. Artículo 5 del Có digo del Agua. Todas las aguas del
territorio nacional son bienes nacionales de uso pú blico.
183
Se pregunta si es posible que un comunero adquiera para sí solo el derecho sobre la cosa
comú n después de haberla poseído en forma exclusiva con los requisitos necesarios para
ganarla por prescripció n ordinaria o extraordinaria. Antes de analizar las posiciones,
debemos dejar sentadas 2 cosas:
1. - Tesis Positiva. La prescripció n adquisitiva entre comuneros tiene lugar cuando uno de
ellos, desvinculá ndose de la comunidad o desconociéndola, empieza a poseer con á nimo
de señ or y dueñ o exclusivo algú n bien comú n, exteriorizando ese á nimo con hechos
inequívocos y concluyentes, sin que los demá s comuneros, durante todo el tiempo
necesario para prescribir, pongan atajo a la situació n mediante las acciones pertinentes,
como la partició n.
¿Por qué se admite que un extraño a la comunidad pueda adquirir por prescripción
una cosa de ésta y no pueda hacerlo un miembro de la misma?. Es la crítica a los
que dicen que no sería posible. Nadie piensa que baste la sola voluntad del
comunero “separatista” para desvincularse de la coposesió n; es necesario
también que no surja en el debido tiempo la oposició n de los demá s comuneros a
dicha voluntad.
2. - Tesis Negativa. Ninguna prescripció n cabe entre comuneros, ni extintiva (en lo que
todos está n de acuerdo) ni adquisitiva; esta ultima requiere una posesió n exclusiva, y la
de los comuneros no lo es, ya que cada uno posee no só lo a nombre propio, sino
también al de los demá s, y porque segú n el artículo 1.317, al decir que, salvo cuando hay
pacto de indivisió n, la partició n del objeto asignado podrá siempre pedirse, descarta
cualquiera prescripció n, adquisitiva o extintita.
184
cuando hay un titulo que justifique la posesión exclusiva y no la sola voluntad del
comunero prescribiente. Así ocurre cuando un copropietario vende y enajena una cosa
dá ndose por dueñ o exclusivo de ella; el adquirente no incorpora a su patrimonio sino la
fracció n o cuota del derecho que tenía el enajenante, porque nadie puede adquirir má s
derechos que los que tenía su causante; en consecuencia, el adquirente pasa a ser
comunero con los que no participaron en la transferencia, pero comunero en el derecho,
y no en la posesió n, ya que la posesió n no se transfiere ni se transmite; el adquirente
empieza su propia y exclusiva posesió n, que, si se prolonga por el tiempo exigido y con
los demá s requisitos legales, lo conducirá a la propiedad absoluta. El titulo justificativo
de la posesió n es el contrato de compraventa celebrado entre el comunero que hizo
pasar por dueñ o exclusivo y el tercero comprador.
B. – Posesión
El artículo 2.499 incisos 1º señ ala que la omisió n de actos de mera facultad y la mera
tolerancia de actos de que no resulta gravamen, no confieren posesió n ni dan fundamento a
prescripció n alguna.
1. - Actos de mera facultad: Son los que cada cual puede ejecutar en lo suyo, sin necesidad
del consentimiento de otro. Artículo 2.499º inciso final. Así, el que durante muchos
añ os dejó de edificar en un terreno suyo, no por eso confiere a su vecino el derecho de
impedirle que edifique. Artículo 2.499 inciso 2. No podría este ultimo alegar, por
ejemplo, que desde hace má s de 15 añ os gozaba de una vista a través del predio no
edificado y que, por consiguiente, adquirió la servidumbre de no edificar, de impedir
que el otro edifique, pues construir en un predio es un acto de mera facultad del dueñ o,
de cuya omisió n no puede un tercero derivar posesió n alguna que lo habilite para
185
prescribir.
a) Concepto. Puede decirse, desde el punto de vista del que los tolera, son aquellos
que para él entrañan el ejercicio de un derecho, como es permitirlos o no, y a cuya
ejecución no se opone por benevolencia y considerando que no atentan contra la
integridad del contenido de su derecho.
Desde el punto de vista del tercero, son actos de mera tolerancia los que él
realiza sin la intención de ejercitar un derecho propio, sino basándose en el
condescendencia del titular del derecho ejercitado.
Hay que agregar que le Có digo Civil no obliga a nadie a tolerar: só lo dice que
si se produce la tolerancia que señ ala, ella no habrá suponer el
reconocimiento de un derecho del tercero, o de un acto de posesió n que
podría llevarlo a la prescripció n adquisitiva.
c) Calificación del acto; consideración del ánimo de las dos partes. Para calificar
un acto como de mera tolerancia o no, es preciso atender al á nimo o voluntad de
las dos partes. Habrá un acto de esa naturaleza si el agente, o sea el que lo ejecuta,
lo hace sin á nimo de realizar un acto posesorio o de ejercicio de un derecho
propio, y si, por su lado, el que soporta el acto lo hace por pura condescendencia.
d) Signos externos del acto que sirven para calificar el ánimo de las partes. Hay
que determinar el á nimo de las partes, atendiendo, naturalmente, a algunos
signos externos, má s o menos característicos, cuya ponderació n razonada
permitirá descubrir el fuero interno del acto y el demandado.
186
tolerancia el que un propietario no impida que el ganado de su vecino
transite por sus tierras eriales o paste en ellas, hechos que indudablemente
han de ser frecuentes, y no por eso el propietario se impone la servidumbre
de trá nsito o pasto. Artículo 2.499 inciso 3. Pero si una vez al añ o, llega el
sujeto a instalarse por unos días en la cabañ a que hay en una propiedad del
campo, por espaciadas que sean estas visitas, reiteradas só lo cada 1 añ o,
habrá margen para pensar en un acto de posesió n má s que en uno de mera
tolerancia, salvo como en todas las hipó tesis, una prueba en contrario.
C. - Transcurso de un Plazo
1. – Accesión de Posesiones
Razón de ser
La ley no exige que toda posesió n continuada de la cosa sea personal; por el contrario, permite
juntar, agregar o unir a la posesió n del actual titular la de sus antecesores. Esto es ló gico ya
que como cambian de mano tantas veces las cosas, sea por sucesió n por causa de muerte o
acto entre vivos resultaría difícil que una persona se mantenga una cosa durante el plazo
fijado por ley.
187
completo para poder deducirlas. Así se desprende de los artículos 2.500 inciso 1 y 920.
De los artículos 717 y 2.500 se desprende que es el sucesor el sujeto que puede
agregar a su posesió n la del sucesor. Ademá s, como la accesió n de posesiones es
un beneficio excepcional, no podría extenderse al caso inverso: el antecesor no
puede agregar a su posesió n la del sucesor.
188
cuando el adjudicatario añ ade éste al de su posesió n exclusiva, es su propia
posesió n, ya que se entiende haber poseído exclusivamente la parte que por la
divisió n le cupiere, durante todo el tiempo que duró la indivisió n.
2. - Las posesiones que se suman deben ser contiguas y no interrumpidas. Artículo 717 y
2.500 No debe haber solució n de continuidad entre la posesió n actual y la que se
incorpora a ella, no debe haber interrupció n natural ni civil de ninguna de las
posesiones que se juntan o suman.
3. - Las posesiones que se juntan debe ser útiles para prescribir. E. Belmar C. señ ala que
las posesiones que se juntan deben ser todas ú tiles para la prescripció n adquisitiva; si
una de ella es inú til, no opera la accesió n de posesiones. Sería inú til, por ejemplo, la
posesió n iniciada con un acto violento por el que tiene un titulo de mera tenencia; o la
del que posee clandestinamente habiendo de por medio un titulo de mera tenencia.
1. - La accesión de posesiones es una facultad del sucesor. La ley deja a la voluntad del
sucesor unir o no su posesió n con la del su causante o autor. Así se desprende del uso
que las disposiciones respectivas hacen de las palabras “quiera” y “podrá ”. En efecto, el
artículo 717 dice: “Sea que se suceda a título universal o singular, la posesión del sucesor,
principia en él; a menos que quiera añadir la de su antecesor a la suya; pero en tal caso se
la apropia con sus calidades y vicios. Podrá agregarse en los mismos términos a la
posesión propia la de una serie no interrumpida de antecesores.” El artículo 718 dispone
que el adjudicatario podrá añ adir el tiempo que duró la indivisió n al de su posesió n
189
exclusiva. Finalmente, el artículo 2.500 estatuye en su inciso 1°: “Si una cosa ha sido
poseída sucesivamente y sin interrupción por dos o más personas, el tiempo del antecesor
puede o no agregarse al tiempo del sucesor, según lo dispuesto en el artículo 717”
3. - La posesión de los antecesores accede con sus calidades y vicios a la del sucesor que
agrega aquélla. Es facultativo para el actual poseedor unir a su posesió n la del
antecesor o la de una serie interrumpida de antecesores; pero si realiza tal unió n, se
apropia de la posesió n o posesiones añ adidas, con sus calidades y vicios. Artículo 717.
190
prescripció n ordinaria; pero los añ os ú tiles de ésta pueden contarse para
completar los de aquélla.
Nuestra jurisprudencia ha dicho reiteradamente que la posesió n irregular del
antecesor, si se agrega a la del actual poseedor regular, hace irregular la posesió n
de este ultimo.
Puede suceder que el actual poseedor só lo invoque la posesió n de sus antecesores
má s pró ximos, y no la de los má s lejanos. En tal caso, la posesió n de éstos, como
no accede a la del actual poseedor, ninguna influencia ejerce sobre ella. Los
tribunales han declarado que no habiéndose invocado por el que alega la
prescripció n la posesió n de uno de sus antecesores, no cabe considerar los vicios
que a ésta puede afectar.
Disociación de posesiones
Si el poseedor actual no usa de las facultades de agregar la posesió n de los antecesores, puede
él perfectamente invocar só lo la posesió n que le convenga. Como la agregació n de posesiones
es una facultad del poseedor actual, nada impide que se atenga a una sola. La posesió n del
antecesor y la del sucesor pueden ser disociadas por éste, el cual puede invocar una u otra
solamente, a su elecció n, y de acuerdo con su interés.
Vial del Río sostiene que la invasió n de la posesió n del antecesor se funda en que, si bien éste
no transmite su posesió n, traspasa en cambio todos los derechos que tenía sobe la cosa, entre
los cuales está el beneficio o ventaja que resultad de su posesió n para lograr la prescripció n.
El poseedor actual só lo alegará la posesió n de su autor si, por ejemplo, este ultimo ya había
cumplido el plazo de su prescripció n, resaltá ndose a aquél, en cambio, tiempo para cumplir la
suya. Por el contrario, si el autor tenía posesió n irregular, el sucesor invocará só lo su propia
posesió n si ésta ha sido regular, ininterrumpida y el tiempo de la prescripció n adquisitiva
ordinaria ha transcurrido íntegro.
Interrupción de la Prescripción
Siguiendo a Planiol la interrupció n es todo hecho que, destruyendo una de las dos
191
condiciones esenciales de la prescripción adquisitiva, hace inútil todo el tiempo
transcurrido. Este queda definitivamente perdido y no se puede computar en el cá lculo del
plazo de prescripció n. Así una vez desaparecida la causa de la interrupció n, y si el
prescribiendo se mantiene en la posesió n de la cosa, debe comenzar una nueva prescripció n;
el plazo anterior a la interrupció n queda borrado a los ojos de la ley.
Es todo hecho material, sea del hombre o de la naturaleza, que hace perder la posesió n de la
cosa. Es natural (Artículo 2.502º):
Si una heredad ha sido inundada, el terreno restituido por las aguas dentro de los
cinco añ os subsiguientes, volverá a sus antiguos dueñ os, artículo 653. El tiempo
de la inundació n que hacía imposible el ejercicio de actos posesiones, se
descuenta del plazo de prescripció n (artículo 2.502 inciso final). Si la inundació n
permanece por má s de 5 añ os, una vez que cesa no só lo hace perder la posesió n la
posesió n del terreno, sino también el dominio de éste, el cual no vuelve a los
antiguos propietarios sino que, conforme a las reglas contenidas en el Titulo “De
la accesió n”, accede a los propietarios riberanos.
2. - Cuando se ha perdido la posesión por haber entrado en ella otra persona. Hace
perder todo el tiempo de la posesió n anterior. A menos que se haya recobrado
legalmente la posesió n, conforme a lo dispuesto en el Título de las acciones posesorias.
Sabemos que se deja de poseer una cosa desde que otro se apodera de ella con á nimo de
hacerla suya; menos en los casos que las leyes expresamente exceptú an artículo 726.
Tratá ndose de inmuebles inscritos, mientras subsiste la inscripció n, el que se apodera
de la cosa a que se refiere el titulo inscrito, no adquiere posesió n de ella ni pone fin a la
posesió n existente (artículo 728 inciso 2). Así el apoderamiento material del inmueble
inscrito no interrumpe la prescripció n.
192
Es todo recurso judicial intentado por el que se pretende verdadero dueñ o de la cosa, contra
el poseedor. Artículo 2.503 inciso 1º. Si la perdida de la posesió n produce la interrupció n
natural, la actividad del que se pretende verdadero dueñ o de la cosa, que sale de su pasividad,
trae la interrupción civil.
Requisitos
a) La definición está en el mismo artículo. Algunas sentencias señ alan que ese
recurso, medio o expediente que debe emplear el que se pretende verdadero
dueñ o de la cosa para interrumpir la prescripció n del poseedor, está precisado en
el mismo artículo 2.503 que, al señ alar los casos excepcionales en que ni aun el
empleo del recurso judicial permite alegar la interrupció n, se refiere a la
demanda, al cual es el escrito con que se inicia todo procedimiento.
Expresa ademá s que del propio texto se deduce: Interrupción civil es todo
recurso judicial... la palabra “todo” sería equivalente a la palabra “cualquier”,
al igual que lo está en el artículo 2.329. Así cualquier recurso judicial, y no
tan solo la demanda serviría para interrumpir la prescripció n.
193
la cosa manifieste su voluntad de conservarla, sin que importe que esta
manifestació n se haga ante un tribunal competente o uno incompetente. Es mas,
la jurisprudencia ha señ alado que la demanda deducida por un incapaz relativo
interrumpe de igual forma la prescripció n que corre en su contra.
2. - Desde la notificación. Se aduce que este principio resulta la norma general, segú n la
cual la interrupció n de la prescripció n ni aun el que ha intentado el recurso judicial, “si
la notificació n de la demanda no ha sido hecha en forma legal”. Artículo 2.503 N° 1.
Así, si la demanda se presenta dentro del plazo de la prescripció n, pero la notificació n de ella
se practica después de vencido dicho plazo, debe concluirse que no hubo interrupció n. Carece
de todo asidero legal sostener que la presentació n oportuna de la demanda hace retrotraer a
su fecha la de la notificació n de ella realizada después de cumplido el plazo de prescripció n.
Efectos de la Interrupción
La regla general, relativa a los efectos de la interrupció n, es que ésta hace perder todo el
tiempo anterior que se lleva de posesió n.
Excepción
194
Artículo 2.502 inciso final.
Así, si después de haberse ejercido actos posesorios por 6 meses, una vez removido el
obstá culo, la continuació n de los 2 añ os de posesió n sigue desde el día en que desapareció la
interrupció n; los 6 meses que duró ésta es un tiempo incomputable para el prescribiente, no
así el tiempo anterior a la interrupció n, el cual entra en la computació n del plazo prescriptivo.
Recordemos que si el terreno es restituido por las aguas dentro de los 5 añ os subsiguientes,
vuelve a sus antiguos dueñ os (artículo 653); de lo contrario, ellos pierden no só lo la posesió n
sino también el dominio, que pasa al estado como lecho, á lveo, cauce o fondo de río, estero u
otra corriente que se escurra por cauce natural. Si después de los 5 añ os las aguas deja el todo
o parte del terreno que cubrían, este terreno, en cuanto a su dominio, seguirá el destino que
señ ale la aplicació n de las normas sobre accesió n, oportunamente analizadas. Por ú ltimo hay
que tener presente:
1. - Que las porciones de terrenos de un predio que, por avenida, inundació n o cualquiera
causa queden separadas del predio, pertenecen siempre al dueñ o de éste y no forman
parte del cauce del río. Artículo 30 inciso 3 del Có digo de Aguas.
El artículo 2.502 Nº 2º (haber entrado en posesió n otra persona), señ ala el efecto propio de la
interrupció n, es decir, se pierde todo el tiempo corrido de prescripció n, con una excepció n: si
el poseedor, por medio de acciones posesorias, recupera la posesió n perdida, no se entiende
haber habido interrupció n para el desposeído. Artículo 2.502 inciso final. Esta excepció n se
da solo si la posesió n se recupera por medios legales y no por vías de hecho, caso en que nace
una nueva prescripció n.
Este precepto está de acuerdo con el artículo 731 del Có digo Civil, segú n el cual el que
recupera legalmente la posesió n perdida, se entenderá haberla tenido durante todo el tiempo
intermedio.
Se distingue:
1. - Interrupción Natural: Puede alegarla cualquiera persona que tenga interés en ello.
195
Interrupción respecto de comuneros
La regla segú n la cual puede alegar la interrupció n civil só lo el que ha entablado la acció n,
tiene una excepció n que se encuentra en el artículo 2.504 que dice que si la propiedad
pertenece en común a varias personas, todo lo que interrumpe la prescripción respecto de una de
ellas, la interrumpe también respecto de las otras.
a) Sentido Amplio de “Sentencia de Absolución”. Para algunos sería toda sentencia que
no acoge la demanda.
196
Interrupción: prescripción ordinaria y prescripción extraordinaria.
Clases de prescripción
Existe la Prescripció n Ordinaria y la Extraordinaria, de acuerdo al artículo 2.506.
1. - Requisitos comunes a toda prescripción. Requiere que la cosa sea prescriptible y de una
posesió n ininterrumpida.
2. - Posesión Regular. Artículo 700º y 707º inciso 1º. Es la que procede de justo titulo y ha
sido adquirida de buena fe, aunque ésta no subsista, siendo necesaria, ademá s, la
tradició n, si el titulo invocado es traslaticio de dominio.
3. - Transcurso del tiempo legal. Artículo 2.507º El transcurso del plazo es de 2 añ os para
los muebles y de 5 añ os para los inmuebles.
Aquí hay silencio del legislador por ello, se aplican las normas de los artículos 48, 49 y 50. Así
el plazo es continuo, corre sin interrupció n incluyendo los días domingo y los feriados legales,
ya que en el Có digo Civil la regla general es que los plazos sean corridos. Ademá s, los días son
completos y no se cuenta de hora a hora, sino de medianoche a medianoche, de manera que el
1° día no cuenta. Con todo recordemos que el plazo es de añ os y no de días.
197
Suspensión de la Prescripción
Es un fenó meno que puede ocurrir solo en la prescripció n ordinaria. Es la detención del
plazo de la prescripción durante el tiempo que dure la causa suspensiva, pero
desaparecida ésta, continua el plazo. El periodo anterior a la suspensió n se agrega al
posterior a la cesació n de la misma.
Pero este paréntesis puede estar no só lo en el curso de la una prescripció n ya iniciada, sino
también al comienzo. Si una persona entra a poseer un inmueble estando demente el dueñ o, el
plazo del poseedor só lo podrá comenzar a correr una vez que el propietario recobre su salud
mental.
Efecto de la Suspensión
Fundamento
Su fundamento es la injusticia que supondría dejar correr la prescripció n contra personas que
se encuentran en la imposibilidad de defender sus derechos. Es verdad que los representantes
de los incapaces podrían hacerlo, pero la ley ha querido salvaguardar sus derechos hasta de la
negligencia de ellos.
Su carácter excepcional
Campo de Aplicación
198
Causas de Suspensión
1. - Los Menores; los dementes; los sordomudos; y todos los que están bajo potestad
paterna, o bajo tutela o curaduría. Gozan de beneficio los menores, emancipados o no,
es decir, tanto los que son hijos de familia como los que no lo son, pues el legislador no
distingue.
4. - Se suspende siempre entre cónyuges. Artículo 2.509 inciso final. Esto por varias
razones:
b) Con respecto al marido hay otra razó n. El marido tiene el usufructo legal de los
bienes de la mujer; y sabemos que el usufructuario es un mero tenedor. Así,
siendo el marido mero tenedor, no puede prescribir, ya que el titulo de mero
tenedor no da derecho a prescribir.
199
iii) Si bien el artículo 2.511 dispone que la prescripció n extraordinaria no
se suspende a favor de las personas enumeradas en el artículo 2.509,
no alcanza a los có nyuges, pues ellos no está n señ alados en los
nú meros del artículo 2.509, sino contemplados en una disposició n
aparte, como lo es el inciso final.
iii) En cuanto al argumento del artículo 2.511 se dice que dicha palabra
está tomada como indicada, referidas o enunciadas, y no en el sentido
de señ aladas con nú meros.
La disposició n del artículo 2.509 del Có digo Civil es taxativa. De aquí se colige que
aunque una persona se encuentre en la imposibilidad absoluta y total para interrumpir la
prescripció n, no se suspende a favor de ella.
3. - Los efectos de ambos son diversos: la interrupció n hace perder todo el tiempo corrido
de prescripció n (regla general); la suspensió n só lo produce el efecto de descontar el
tiempo que ha durado la causa de la suspensió n.
2. - Prescripción Extraordinaria
200
Esta requiere posesió n irregular y no interrumpida y el lapso de 10 añ os. Artículo 2.510º y
2.511º.
1. - Posesión Irregular: La teoría comú n y tradicional sostiene que aunque la posesió n sea
irregular, en ningú n caso debe ser viciosa, porque ésta no es ú til para prescribir
mientras subsista el vicio de Violencia o Clandestinidad.
Sin embargo el señ or Belmar, dice que nada obsta a que el poseedor vicioso pueda
prescribir, ya que en có digo nada dice en contrario, y que el 2.510 solo se refiere a
que no puede prescribir el poseedor vicioso que alega prescripció n, cuando existe
un título de mera tenencia en virtud del cual detenta la cosa; de aquí se desprende
que si el poseedor vicioso tiene a su favor un titulo de posesió n, o simplemente
carece de titulo, puede prescribir adquisitivamente. La posesió n viciosa só lo es
un obstá culo para prescribir cuando existe un título de mera tenencia.
La posesión irregular debe ser también ininterrumpida, ya que la interrupció n es
un fenó meno que produce la perdida del tiempo corrido en cualquier clase de
prescripció n.
Para la extraordinaria no se necesita buena fe, porque basta posesió n irregular y ésta es
aquella que carece cualquiera de los requisitos de la posesió n regular.
Tratá ndose de títulos traslaticios de dominio, se requiere tradició n. El 2.510 dice: El dominio
de cosas comerciables que no ha sido adquirido por la prescripción ordinaria, puede serlo por la
extraordinaria, bajo las reglas que van a expresarse:
2. - Se presume en ella de derecho la buena fe, sin embargo de la falta de un título adquisitivo
de domino. No se ve motivo que ha tenido el legislador para establecer esta disposició n,
pues la buena fe no es necesaria para la prescripció n extraordinaria.
3. Pero la existencia de un título de mera tenencia hará presumir la mala fe, y no dará lugar
a la prescripción, a menos de concurrir estas dos circunstancias:
a) Que el que se pretende dueño no pueda probar que en los últimos 10 años se haya
reconocido expresa o tácitamente su dominio por el que alega la prescripción.
b) Que el que alega prescripción pruebe haber poseído sin violencia, clandestinidad ni
interrupción por el mismo espacio de tiempo.
Es evidente que el legislador no ha sido feliz en la redacció n de la regla 3° del artículo 2.510.
de la simple lectura parece desprenderse que el poseedor no podría prescribir por estar de
mala fe, cuando la verdad es que no podría hacerlo por la existencia del titulo de mera
tenencia, por faltar la posesió n, elemento indispensable para prescribir.
201
La mera tenencia no da lugar a la prescripción
De los artículos 716, 719, 730 y 2.510 se deduce que la mera tenencia no se cambia en
posesió n por el solo transcurso del tiempo, por la sola voluntad subjetiva de parte del mero
tenedor.
Sin embargo, la alusió n que el artículo 716 hace al artículo 2.510 podría inducir a pensar que
este ultimo contempla un caso que escapa a la afirmació n que dijimos. En efecto, el artículo
716, después de sentar el principio de que “El simple lapso de tiempo no muda la mera
tenencia en posesió n”, agrega: “salvo el caso del artículo 2510, regla 3” Pero los términos de
esta norma (2.503 regla 3ª no son una excepció n a la regla general, sino que lo confirman.
1. - Que el que se pretende dueñ o no pueda probar que en los ú ltimos 10 añ os se haya
reconocido expresa o tá citamente su dominio por el que alega la prescripció n.
2. - Que el que alega la prescripció n pruebe haber poseído sin violencia, clandestinidad ni
interrupció n por el mismo espacio de tiempo
La presencia copulativa de estos requisitos indica que el que comenzó como mero tenedor, ha
tenido la cosa como señ or y dueñ o. Así la mera tenencia se convierte en posesió n, no ya por la
voluntad del tenedor no por el simple transcurso del tiempo, sino también, y esto es lo
principal, por negligencia de parte del dueñ o.
2. - Tanto una como la otra, requieren de posesió n: una la regular y la otra irregular.
3. - En cuanto al có mputo del plazo se aplican las reglas de los artículos 48, 49 y 50 del
Có digo Civil.
202
salvo el caso discutido de la prescripció n entre có nyuges.
Hasta aquí hemos visto la prescripció n, sus reglas y plazos en la adquisició n del dominio.
Entonces ¿qué reglas y plazos de prescripción son aplicables a los demás derechos reales?. La
respuesta la da el artículo 2.512: en la prescripción de otros derechos reales, se aplican las
mismas reglas y plazos del dominio. Así, la prescripció n del derecho real de hipoteca, usufructo,
uso y habitació n se rigen por las reglas estudiadas.
Son embargo, el mismo artículo 2.512 luego de establecer la regla general, establece dos
reglas especiales:
Efectos de la Prescripción
Adquisición de la propiedad
El efecto esencial de la prescripció n es hacer adquirir el dominio al poseedor una vez que ella
se ha cumplido.
203
también en el pasado, desde el momento en que comenzó a correr la prescripció n. No se
expresa este efecto, pero se deduce, por ejemplo del artículo 1.736 segú n el cual no
ingresan a la sociedad conyugal los bienes adquiridos por prescripció n iniciada antes
del matrimonio y cumplida durante toda la sociedad; si no tuviera efecto retroactivo la
prescripció n, dichos bienes ingresarían al haber social y no serían propios del
correspondiente có nyuge.
c) Por el contrario, los gravá menes impuestos por el antiguo dueñ o, durante el
plazo de prescripció n, son inoponibles al poseedor.
1. - Sólo puede alegarse por vía de excepción. Segú n la concepció n civilista de la acció n,
ésta siempre nace de un derecho y la prescripció n no es un derecho sino un modo de
adquirir. Así no se divisa cuál sería el derecho deducido en juicio en la acció n de
prescripció n adquisitiva. Cuando el demandante alega la prescripció n adquisitiva, lo que
hace en invocarla como causa de pedir de la acció n correspondiente. Por ello, cuando
para recuperar la posesió n de la cosa, el prescribiente entabla la acció n reivindicatoria,
¿qué es lo que arguye el titular?. Sencillamente dice pedir la cosa de que no está en
posesió n porque es dueñ o de ella, y lo es por haberla adquirido por prescripció n.
2. - Solo puede hacerse valer por vía de acción. Niegan que ésta siempre nace de un
204
derecho, y así lo probaría la existencia de acciones de nulidad y posesorias, reconocidas
por el legislador y que precisamente no nacen de un derecho real o personal. Sostienen
que las excepciones perentorias, tienen por objeto enervar la acció n deducida, y la
prescripció n adquisitiva no tiene por ú nico fin aniquilar la acció n del demandante, como
ocurre en la prescripció n extintita, sino obtener el reconocimiento del dominio del
demandado, sobre la cosa que se pretende reivindicar, por la existencia de un modo de
adquirir sin conexió n alguna con el titulo del actor no los fundamentos de la demanda.
El artículo 309 N° 3 del Có digo de Procedimiento Civil, establece como excepció n perentoria a
la prescripció n. No obstante, las excepciones de prescripción, cosa juzgada, transacción y pago
efectivo de la deuda, cuando ésta se funde en un antecedente escrito, podrá n oponerse en
cualquier estado de la causa; pero no se admitirá n si no se alegan por escrito antes de la
citació n para sentencia en primera instancia, o de la vista de la causa en segunda. Artículo 310
inciso 1.
La jurisprudencia ha dicho que la prescripció n adquisitiva, como modo de adquirir que es, y
por la declaració n de dominio que persigue, es por su naturaleza de lato conocimiento. Así
aunque el artículo 310, al referirse a la prescripció n, no la haya limitado ni haga distinció n
alguna a su respecto, no puede estimá rsela incluida en esa referencia.
Debe alegarse en términos concretos aplicables al caso de que se trata, pues el juez no puede
declarar de oficio los elementos con que debe ser alegada para poder decidir si es procedente.
Así, debe expresarse la fecha precisa desde la cual comenzó a correr el plazo, ya que en la
prescripció n es tan importante el lapso del tiempo y la posesió n o la inacció n en su caso, como
la invocació n o alegació n.
205
Puede alegarla el poseedor, como cualquiera que en su beneficio se encuentra establecida.
Igualmente los sucesores del prescribiente (herederos o legatarios), comprendiéndose los
cesionarios, que son los que suceden a titulo por acto entre vivos. Obviamente no podrá
alegarla el dueñ o de la cosa.
La sentencia que declara la prescripció n adquisitiva del dominio de un bien raíz o de cualquier
otro derecho real constituido en él, deberá inscribirse en el registro Conservatorio del
territorio en que esté ubicado el inmueble, por disponerlo así, el artículo 52 del reglamento,
en la parte final del N° 1 y los artículos 697, 698 y 2.513 del Có digo Civil.
Segú n el artículo 2.505 “Contra un título inscrito no tendrá lugar la prescripción adquisitiva de
bienes raíces, o de derechos reales constituidos en éstos, sino en virtud de otro título inscrito; ni
empezará a correr sino desde la inscripción del segundo”
Esta disposició n es un corolario del artículo 728 que impide adquirir la posesió n de inmuebles
inscritos por actos de apoderamiento material. Esto porque si conforme a éste no se puede
poseer, tampoco se podrá prescribir, como quiera que la prescripció n tiene por fundamento a
la posesió n.
Son 2:
1. - Plantea el problema de si el titulo inscrito que habilita para prescribir debe emanar
necesariamente del primitivo poseedor inscrito contra el cual se hace valer la
206
prescripció n. ¿puede estar totalmente desligado el titulo del prescribiente respecto del
título en contra del cual se prescribe?
1. - Teoría según la cual las inscripciones de los títulos deben estar ligadas en alguna
forma.
207
retroactivamente la venta. Artículo 1.819
iii) Cuando el usurpador, suplantando al verdadero dueñ o, vende el
inmueble inscrito usurpado: la inscripció n de este título no justo
cancela la inscripció n vigente.
c) Aplicaciones prácticas del artículo 2.505. Debiendo emanan la nueva inscripció n del
poseedor inscrito anterior, en la prá ctica ocurrirá ordinariamente que el adquirente, al
inscribir su titulo, se hará dueñ o por tradició n del inmueble, y por tanto, no tendrá la
necesidad de recurrir al modo de adquirir llamado prescripció n. Pero, se sostiene que
pueden presentarse varios casos de confirmació n de la tesis segú n la cual la nueva
inscripció n debe emanar del poseedor inscrito para que proceda la prescripció n.
Esto ocurriría en los títulos justos, cuando la tradició n no opera la
transferencia del dominio por no llenar alguno de los requisitos exigidos
por la ley para su validez. No se transfiere el dominio en razó n de no ser
vá lida la tradició n; pero cancelada la inscripció n vigente por medio de la
nueva inscripció n en que el poseedor inscrito transfiere si derecho al
adquirente, cesa la posesió n anterior y comienza la nueva, mediante la cual
puede llegar a la prescripció n adquisitiva del inmueble. Por ejemplo, si para
efectuar la tradició n se fuerza a una persona a ir al conservador: esa
tradició n es nula porque no fue voluntariamente (artículo 672); pero si la
nueva inscripció n permanece vigente, porque el vendedor no entabla las
acciones del caso, podría el comprador adquirir por prescripció n el dominio
del inmueble en virtud de su titulo emanado del poseedor anterior. 2
Pero es en los casos de inscripció n de un titulo no justo en los que, segú n
esta teoría, tendría una aplicació n má s vasta el artículo 2.505, interpretado
en la forma que hemos señ alado. Recordemos el ejemplo del artículo 730: el
del usurpador que suplantando al poseedor inscrito, enajena el inmueble.
La inscripció n que verifica el adquirente cancela la inscripció n anterior, ya
que procede aunque sea aparentemente del poseedor inscrito. Ahora, bien,
semejante enajenació n no habría trasladado el dominio, pues el que aparece
transfiriendo no es el verdadero dueñ o de la cosa. Pero, de acuerdo con el
artículo 683, la tradició n verificada por el que no es dueñ o, da al adquirente,
en los casos y del modo que las leyes señ alan, el derecho de ganar por
prescripció n el dominio de que el tridente carecería, aunque el tridente no
haya tenido ese derecho. Esta posesió n, en razó n de ser injusto el titulo de
que procede, será irregular y, por lo tanto, servirá solo para prescribir
extraordinariamente el inmueble inscrito en virtud de esta nueva
inscripció n ligada, como lo quiere la ley, a la inscripció n anterior.
2. - Teoría que afirma que las inscripciones de los títulos pueden estar
desligadas
a) Afirmación. Para cancelar la inscripció n existen y obtener posesió n del inmueble
que se pretende prescribir, no se requiere relació n alguna entre la inscripció n
anterior y la posterior. La prescripció n contra titulo inscrito es posible en virtud
de otro titulo inscrito, que bien puede no emanar del poseedor inscrito anterior,
sino de un tercero que enajena como propio el bien raíz y hace entrega material
del mismo al adquirente que inscribe su titulo de enajenació n.
b) Razones.
2
Opinión de Alejandro Lira y Arturo Alessandri.
208
i) Si bien el artículo 728 establece que para que cese la posesió n inscrita es
necesario que la inscripció n se cancele, sea por voluntad de las partes, o por
una nueva inscripció n en que el poseedor inscrito transfiere su derecho a
otro, o por decreto judicial, es de observar que el inciso 2 del artículo 730 se
pone en el caso en que el mero tenedor de ese inmueble inscrito lo enajene
a su nombre, y en este evento el adquirente mediante la competente
inscripció n adquiere para si la posesió n poniendo fin a la posesió n anterior.
Esta competente inscripció n no puede ser la emane del poseedor, porque
ese caso lo considera el artículo 728 y no es dable suponer semejante
redundancia.
iv) El artículo 2.505 no contiene la exigencia de que el titulo deba emanar del
anterior poseedor, aunque solo sea aparentemente (como el caso del falso
mandatario o del que teniendo el mismo nombre del poseedor inscrito se
hace pasar por éste).
209
posesió n que pasa a manos del tercero que ha adquirido del usurpador y ha
inscrito su titulo.
viii) Es falso, como pretenden los adversario, que si se admitiera la teoría segú n
la cual la nueva inscripció n emanada de un tercero confiere posesió n, se
produciría un vacío en la historia de la propiedad raíz, pues precisamente
para llenarlo la ley obliga a inscribir la sentencia que reconoce la
prescripció n adquisitiva.
210
1. - Solo se aplica a la Ordinaria. Don Ruperto Bahamonde y Juan Esteban Montero. Un
inmueble inscrito se puede adquirir por prescripció n extraordinaria sin necesidad de
titulo inscrito. Segú n esta doctrina, el individuo que se apodera materialmente de un
inmueble inscrito, y lo posee durante 10 añ os sin violencia, clandestinidad ni
interrupció n, se hace dueñ o de él por la prescripció n extraordinaria. Hay Algunas
consideraciones:
211
prescripció n extraordinaria contra titulo inscrito, porque la habrá cada vez que la posesió n
sea irregular, cuando el titulo no sea justo, cuando haya sido adquirida de mala fe; y ya
vimos que los títulos injustos tienen la virtud de cancelar la inscripció n anterior y conferir
la posesió n; y en este caso, siendo la posesió n irregular, por el titulo injusto, la prescripció n
a que dé origen será extraordinaria.
g) Los antecedentes que sirvieron de fuente a estas disposiciones del Có digo Civil, como
el artículo 2.505, fueron el Có digo Civil prusiano y el proyecto del Có digo Civil Españ ol de
García Goyena, y en ambos se establece la imprescriptibilidad de los inmuebles inscritos
cuando no se invoca un titulo inscrito.
h) El argumento que se hace de que la ley protege al dueñ o que no trabaja, en desmedro
del que trabaja en el inmueble, no es argumento jurídico; podrá ser una crítica estimable
para modificar la ley, pero no para interpretarla.
i) En su inmensa mayoría los fallos de los tribunales declaran que contra titulo inscrito
no hay lugar a prescripció n ordinaria ni extraordinaria, sino en virtud de otro título
inscrito; y que el simple apoderamiento no da posesió n, y, por lo tanto, no puede conducir
a la prescripció n.
Concepto
Los derechos reales limitados o restringidos son aquellos, que, comparados con el derecho
real patró n, el dominio, presentan un contenido má s limitado o reducido. El usufructo por
ejemplo, otorga al usufructuario las facultades de uso y goce, pero no la de consumo o
destrucció n de la cosa.
Como señ ala la doctrina, los derechos reales limitados se inspiran en un principio de
212
solidaridad social: las cosas objeto del dominio son ú tiles en primer lugar al propietario, y por
su mediació n, a la economía nacional; pero en ciertos casos pueden y deben prestar utilidad a
otras personas aunque en menor medida que la que da el dominio pleno.
Se clasifican en 2 categorías:
1. - Derechos reales limitados de goce. Son aquellos que permiten el uso directo de la cosa.
Ellos son:
a) El Fideicomiso.
b) El Usufructo.
c) El derecho de uso y habitación
d) Las Servidumbres Prediales o simplemente Servidumbre.
a) La Prenda.
b) La Hipoteca.
c) El Censo. Aunque no lo nombre el Có digo Civil.
Hay autores que sostienen que los derechos reales de garantía no son en verdad
derechos reales, porque, en algunos casos, con en la hipoteca, el acreedores no
tiene un poder directo sobre la cosa. Es fácil de refutar, ya que todo depende del
concepto que se tenga sobre ese poder: si se mira en una relació n material, claro
que no es un derecho real; pero eso es erró neo, ya que nos llevaría al absurdo de
calificar al depó sito como un derecho real, por el solo hecho que la cosa se coloca
en manos del depositario. Jurídicamente por poder directo hay que entender todo
poder que puede ejercer sobre ella el titular del derecho sin mediació n de otra
persona; la existencia o inexistencia de actos materiales de aprehensió n es
indiferente.
213
2. - La concepción moderna. Sostiene que el derecho de dominio está lejos de ser la suma
de una serie de facultades; es un derecho único que comprende todos los poderes
posibles de goce y disposició n; los derechos reales limitados no son facultades
desgajadas o desprendidas del dominio, que, existiendo con fisonomía propia dentro de
éste, se sacan al exterior. Nada de eso. Las facultades que forman el contenido del
dominio no tienen, dentro de éste, autonomía de los derechos reales limitados só lo
existe cuando ellos se consideran fuera del dominio, siendo de notar que no nacen
desprendiéndose de éste; surgen originariamente, ex novo: no son derechos
desmembrados de la propiedad, que antes vivían dentro de su contenido, sino que son
derechos nuevos, que, las má s de las veces, vienen a limitar el dominio. Por tanto, el
titular del derecho real limitado no sucede al propietario y éste no traspasa su facultad;
el titular del derecho real limitado no adquiere su titularizad por tradició n o
transmisió n del propietario, sino por constitució n del derecho a su favor.
Parece que la clá sica, segú n fluye de algunas disposiciones. Así por ejemplo, señ ala
como regla para proceder a la distribució n de los efectos hereditarios, la de que si dos o má s
personas fueren coasignatarios de un predio, podrá el partidor con el legítimo consentimiento
de los interesados separar de la propiedad el usufructo, habitació n o uso para darlos por
cuenta de la asignació n. Artículo 1.337 regla 6ª . Refiriéndose a la constitució n de la
servidumbre, habla de la tradición de ella, artículo 698, o sea el Có digo Civil parte de la base de
que la facultad que otorga el derecho de servidumbre ya existía dentro del domino y que se
traspasa al dueñ o del fundo dominante.
Los derechos reales limitados son los que comparados con el derecho real patró n, el
214
dominio, presentan un contenido má s restringido. La mayor parte de estos derechos son
también limitativos de la propiedad, porque restringen las facultades que ella otorga. Así, el
usufructo, es un derecho limitado, porque só lo confiere la facultad de uso y goce de la cosa, y a
la vez, es un derecho limitativos del domino, porque restringe las facultades del propietario, le
impide el ejercicio de las facultades de uso y goce. En cambio, la propiedad fiduciaria, es un
derecho real limitado, pero no es limitativos porque mientras existe el fideicomiso no hay sino
la propiedad fiduciaria, no hay otro derecho de propiedad al cual la fiduciaria venga a limitar.
En una palabra, la propiedad fiduciaria es un dominio limitado, pero no una limitació n del
dominio.
Terminología
1. - Derechos limitativos del dominio de las restricciones normales de la propiedad. Esto para
las personas que consideran que los derechos limitados nacen ex novo.
2. - El nombre limitaciones del dominio, no abarca a todos los derechos limitados, porque
como dijimos, si bien producen ese efecto, hay casos en que no sucede esto, como con la
propiedad fiduciaria. Por otro lado, puede que un derecho real limitado, no limite nada,
como cuando el que tiene un usufructo sobre una cosa, la tiene en su poder, porque el
propietario la abandonó , aquí no hay limitació n.
Propiedad Fiduciaria
Definición
Se llama propiedad fiduciaria la que está sujeta al gravamen de pasar a otra persona,
por el hecho de verificarse una condición. Artículo 733 inciso 1º.
1. - Constituyente: Es la persona que dispone de una cosa suya en favor de otra a quien
grava con la obligació n de restituirla a una tercera si se verifica una condició n. Por
restitución entendemos, la traslació n de la propiedad a la persona en cuyo favor se ha
constituido el fideicomiso, artículo 733 inciso final.
Ejemplo, Juan (constituyente) deja una casa a Pedro (fiduciario) para que la adquiera Manuel
215
(fideicomisario) cuando éste se reciba de abogado.
El artículo 732 dice: “El dominio puede ser limitado de varios modos: 1. Por haber de pasar a
otra persona en virtud de una condición.” En forma amplia quedan comprendidos todos los
casos en que la propiedad se limita a una condició n. Así, tendría un dominio resoluble el
comprador de una casa que quedó adeudando parte del precio; si no cumple esta obligació n,
se resuelve el titulo, el contrato y consecuentemente la tradició n.
Sustitución Fideicomisaria
Nació en Roma como un medio para eludir las incapacidades de suceder, de que
adolecían, entre otro, los peregrinos. El causante o fideicomitente hacía un ruego al fiduciario
para traspasara los bienes al fideicomisario, el incapaz. Al comienzo no se concedía acció n
216
judicial para exigir su cumplimiento; éste dependía por completo de la buena fe y conciencia
de la persona a quien se hacía el ruego (fides). De este hecho y de la formula que se solía usar,
lleva la institució n el nombre de fideituaecomito (encomiendo a tu conciencia).
Capellanía es una obra pía o fundació n de beneficencia hecha por una persona, el
fundador, afectando ciertos bienes, o las rentas que ellos producen, al pago de los servicios
religiosos que aquélla ha tenido en vista (generalmente celebració n misas en cierta capilla,
iglesia o altar). La persona que recibe los bienes y a cuya propiedad pasan con la mencionada
carga, es el titular de la capellanía, su poseedor o patrono. La cosa gravada se llama finca
capellánica.
Mientras rigió la legislació n españ ola, los fideicomisos y las vinculaciones tuvieron
plena eficacia en Chile. Pero en el añ o 1818 O’Higgins suprimió los mayorazgos; pero hubo de
dejar sin efecto el decreto. La Constitució n Política de 2828 declaró abolidos para siempre los
mayorazgos y todas las vinculaciones que implicaba la libre enajenació n de los fundos. Pero
tales preceptos no tuvieron ninguna aplicació n.
217
Luego el Có digo Civil, en su artículo 747 también derogó los mayorazgos, fideicomisos
perpetuos y vinculaciones, las que las transformó en capitales acensuados.
Don Jacinto Chacó n, considera que aun cuando no se puede reprochar de impropia la
colocació n de los fideicomisos en el Libro del Có digo Civil que trata de la propiedad, porque
entrañ a una limitació n a éste se puede criticar, señ alando que de falta de filosofía en el
método por haber basado en un accidente má s bien que en la esencia del asunto la ubicació n
de los fideicomisos. El accidente es que limite el dominio. Sin embargo esta critica no ha
encontrado eco, es má s, se considera infundada.
Los fideicomisos no pueden constituirse sino por acto entre vivos otorgado en
instrumento pú blico, o por acto testamentario. Artículo 735 inciso 1. Sea mueble o inmueble
la cosa. Generalmente el instrumento pú blico será una escritura pública.
218
adolecería de nulidad absoluta por falta de un requisito exigido en atenció n a la naturaleza del
acto, artículo 1.682. La Corte Suprema, ha establecido que si no se inscribe, no trae consigo la
nulidad.
2. - Tesis positiva. Se afirman en el inciso 2 del artículo 2.498: Se ganan (por prescripció n
adquisitiva) de la misma manera los otros derechos reales que no está n especialmente
exceptuados. La propiedad fiduciaria no está expresamente exceptuada.
Alessandri no está de acuerdo con esta solució n, ya que sostiene que no hay ninguna
razó n basada en la naturaleza de las cosas que induzca a excluir el fideicomiso de los derechos
que se pueden ganar por prescripció n.
Requisitos
1. - Que los bienes sobre los cuales se constituye la propiedad fiduciaria sean susceptibles
de constituirse en fideicomiso.
No puede constituirse fideicomiso sino sobre la totalidad de una herencia o sobre una
cuota determinada de ella, o sobre uno o más cuerpos ciertos. Artículo 734. La frase no puede
constituirse sino... demuestra que la enumeració n es taxativa. Así no puede recaer el
fideicomiso sobre:
1. - Cosas Genéricas. Es así porque el fiduciario debe restituir la misma cosa que constituye
el fideicomiso, la cual está obligado a conservar en su integridad y valor.
2. - Las cosas consumibles. Es ló gico, si se considera que en las cosas consumibles aparece
de manifiesto que sobre este tipo de cosas recae el usufructo. Artículo 764.
219
3. - No puede versar sobre dinero. Es una cosa jurídicamente consumible, pero sí del
fideicomiso pueden provenir dineros, como, por ejemplo, cuando el fideicomiso recae
sobre una herencia o sobre una cuota determinada de ella, casos en que puede contener
dinero; y en estas hipó tesis el objeto sobre que recae el fideicomiso no es el dinero, sino
la herencia ola cuota determinada de ella.
2. – Existencia de 2 personas
Puesto que la propiedad fiduciaria es la que está sujeta al gravamen de pasar a otras manos
por el hecho de verificarse una condició n, es ló gico que para que opera deba haber dos
personas: una que tenga la propiedad mientras pende la condició n y otra que la reciba cuando
la condició n se haya cumplido.
El fiduciario es el primero que goza de la cosa, pues disfruta de ella desde el momento
de la constitució n del fideicomiso hasta el momento en que se cumple la condició n.
220
1. - El fiduciario debe ser una persona cierta y determinada que exista en el momento
de constituirse el fideicomiso. Es un principio fundamental que para adquirir derechos
se debe existir. Claro ejemplo es el artículo 77, que establece que los derechos que se
deferirían a la criatura que está en el vientre materno, si hubiese nacido y viviese,
estará n suspensos hasta que el nacimiento se efectú e. Así, aplicando el principio al
fideicomiso, tenemos que llegar a la conclusió n de que el fiduciario debe ser persona, y
debe existir en el momento de constituirse el fideicomiso.
4. - Falta del fiduciario. Derecho de Acrecer. Hay que distinguir segú n que falte antes o
después que se le defiera el derecho:
a) Si falta antes. La ley no regula los subdititos del fiduciarios, pero si la de los
fideicomisarios. Pero no hay inconveniente en que el constituyente haya
nombrado un substituto al fiduciario. Ahora, si se nombró un substituto y falta por
cualquier causa el fiduciario, pasará la propiedad al fiduciario substituto. Así una
disposició n testamentaria diría: Dejo tal casa a Pedro, y si Pedro no existe a mi
fallecimiento, a Juan, para que pase a Diego cuando se case.
221
5. - Momento en que debe existir el fideicomisario. Al igual que el fiduciario, el
fideicomisario puede ser tanto una persona natural como una persona jurídica, pues
ésta tiene la misma capacidad que la persona natural. Sin embargo entre ambos hay una
diferencia, y ella dice relació n con el momento en que deben existir ambos. Vimos poco
má s arriba que el fiduciario debe existir al momento en que se constituye el fideicomiso;
en cambio, en lo que respecta al fideicomisario, no es necesario que él existe en un ese
momento: basta que exista el momento de cumplirse la condició n, porque só lo entonces
adquiere el derecho; antes no tiene ninguno.
6. - Falta de nombramiento del fideicomisario. Esta hipó tesis no está resuelta por el
legislador. Pero segú n algunos no habría inconveniente en aplicar por analogía lo que el
artículo 748 dispone para el fiduciario. Así, aplicando este artículo analó gicamente
tendríamos que el fideicomisario sería el propio constituyente o en caso de faltar éste
sus herederos. La Corte de Apelaciones de Santiago estimó que esta posibilidad está
desechada en nuestro Có digo Civil, pues no contempla dicha posibilidad. Ahora, de
aceptarse esta posició n, podría darse el absurdo que el mismo constituyente sea ademá s
fiduciario, en caso de que falte éste y luego sea igualmente fideicomisario, lo que pugna
con la naturaleza del fideicomiso.
Alessandri no comparte esta posesió n. Dice que el hecho de que una situació n esté
reglamentada no significa que otra que no lo está deba necesariamente
considerarse inadmisible. Puede que solo constituya un olvido del legislador. Por
otra parte, sostienen que el hecho de que en determinados supuestos pudieran
reunirse en una misma persona las calidades de constituyente, fiduciario y
fideicomisario no atenta contra la naturaleza del fideicomiso si al momento de
constituirse éste no hay identidad só lo significa que el fideicomiso se extingue por
confundirse la calidad de ú nico fideicomisario con la de ú nico fiduciario. Artículo
736 N° 6.
a) El fideicomisario falta antes de que se cumpla la condición. Así por ejemplo dice el
testador: dejo esta casa a Pedro hasta que Juan se reciba de Abogado; pero fallece antes de
recibir el titulo. En este caso, el fideicomisario falta antes de que se cumpla la condició n.
Si el constituyente estableció un substituto éste pasaría a ocupar el lugar del
fideicomisario. Pero si no hay sustituto el fideicomisario que falta, como lo
establece expresamente el artículo 762, no transmite a sus herederos ni
siquiera la expectativa de llegar a ser dueñ o alguna vez de la cosa: porque,
como ya lo hemos dicho, hay una condició n que tá cita o expresamente
siempre existe en el fideicomiso, y ella es la de que exista la persona del
fideicomisario al momento de cumplirse la condició n. Por ello, en este caso,
se consolidararía la propiedad en manos del fiduciario.
b) Falta el fideicomiso una vez verificada la condición. Este caso no presenta ninguna
dificultad: si falta el fideicomisario una vez verificada la condició n, quiere decir que la cosa
pasa a sus herederos, de acuerdo con las reglas generales de la sucesió n por causa de
222
muerte.
8. - Los substitutos de los fideicomisarios. Son sustitutos aquellas personas a
quienes, por disposició n del constituciones, pasan los derechos si el fideicomisario deja
de existir antes de la restitució n, es decir, antes de que se traslade la propiedad en su
favor.
9. - Principios que rigen las sustituciones.
a) Las sustituciones se entiende vulgares, es decir, só lo operan cuando el fideicomisario o
el fiduciario faltan antes de que se defiera su derecho, es decir, antes de que se cumpla la
condició n; pero si faltan después que la condició n se ha cumplido, el sustituto no tiene
derecho alguno, porque el fideicomisario ya ha adquirido la propiedad absoluta de la cosa y
a su muerte se transmite a sus herederos. Artículo 762
b) No hay má s sustitutos que los que expresamente haya designado el constituyente; no
hay sustituciones subentendidas, y, ademá s, pueden nombrase varios sustitutos que sean
llamados sucesivamente uno a falta de otro. Artículos 743 y 744. No se reconocerá n otros
substitutos que los designados expresamente en el respectivo acto entre vivos o
testamento.
10. - Prohibición de los Fideicomisos Sucesivos. Se prohíbe constituir dos o má s
fideicomisos sucesivos, de manera que restituido el fideicomiso a una persona, lo
adquiera ésta con el gravamen de restituirlo eventualmente a otra. Artículo 745 inciso
1. en el mensaje se establece que ellos embarazan la circulació n de los bienes y entibian
el espíritu de conservació n y mejora, que da vida y movimiento a la industria.
La sanció n segú n el artículo 10 del Có digo Civil debería ser la Nulidad Absoluta,
sin embargo el artículo 745 inciso 2 da otra sanció n. Si de hecho se constituyeren,
adquirido el fideicomiso por uno de los fideicomisarios nombrados, se extinguirá
para siempre la expectativa de los otros. La ley establece al caso de que se señ alen
varios fideicomisarios, el carácter de sustitutos, de manera que cuando uno de
ellos, en el orden de precedencia señ alado por el constituyente, adquiere el
fideicomiso, pone fin a la expectativa de los restantes.
223
y continuará el usufructo hasta la expiració n de los 10 añ os; a menos que el testado
haya dispuesto otra cosa.
Por eso las disposiciones a día, que no equivalgan a condició n segú n las reglas del
título De las asignaciones testamentarias, 3, no constituyen fideicomiso. Artículo 741.
Al lado de las condiciones que las partes pueden o no insertar en los Actos
Jurídicos, segú n lo determine su arbitrio, hay otras que forman parte de la constitució n o
esquema mismo de dichos actos y que el legislado impone como requisito o presupuesto. De
224
ellos, no pudiendo en consecuencia, las partes prescindir de esas condiciones. Las primeras se
llaman de hecho o voluntarias (condiciones facti); las segundas se designan con los nombre de
legales, tácitas o de derecho (condicione iuris).
Las legales, suelen definirse, pues como aquellas en que el hecho futuro e
incierto constituye, por disposició n de la ley, un presupuesto o requisito de la eficacia de un
Acto Jurídico. Son imposiciones o exigencias de la ley derivadas de la misma finalidad objetiva
del acto; son hechos que tipifican a éste y forman parte de su esquema característico e
inamovible. La incertidumbre es una consecuencia necesaria de la naturaleza del acto en que
debe concurrir la condicio iuris; por ende, la menció n expresa de ella no agrega ni quita nada a
dicho acto. Finalmente las condiciones jurídicas o legales, al menos en principio, producen
só lo efectos para el futuro (ex nunc) y no obran hacia atrá s, con efecto retroactivo (ex tunc)
225
De la circunstancia de que la existencia del fideicomisario sea una
condició n, un hecho incierto fundamental, resulta que si es segura la existencia del
fideicomiso a la época de la restitució n, no hay condició n ni por ende fideicomiso. No hay
fideicomiso si no cabe duda de que el llamado fideicomisario pasará a ser titular de la
propiedad, dueñ o, desde el día en que la persona a la cual se le defirió el goce de la cosa
deberá restituirla. Ejemplo: dejo a Antonio Torres Heredia, hasta su muerte mi quinta “El
Camborio”; y después de los días de Antonio, pase dicha quinta a la municipalidad dentro de
cuyos limites jurisdiccionales está situada. Siendo la Municipalidad una persona jurídica de
existencia permanente, se sabe que existirá y que tarde o temprano recogerá la propiedad. La
asignació n del ejemplo es un usufructo. En cambio, si el asignatario fuera una persona natural
se tratará de un fideicomiso, porque nacer o morir antes de la época de la restitució n es un
hecho incierto. Nadie sabe si el que se espera, vendrá , y tampoco se sabe cuá ndo el que ya
vino bajará hacia el polvo.
Con todo, hay que recordar que estos hechos deben realizarse dentro de los 5
añ os subsiguientes a la delació n de la propiedad fiduciaria, de manera que si se
casa o si se recibe de abogado con posterioridad a ese lapso, tampoco tiene
derecho.
226
restitució n
De la simple lectura del artículo 739 podría hacer creer que la muerte de una persona es
condició n, puesto que da reglas para el caso de que la muerte del fiduciario sea el evento de
que penda la restitució n del fideicomiso; pero la muerte de una persona no puede ser, no es
condició n, porque lo que caracteriza a ésta es su incertidumbre, y la muerte es un hecho
cierto. Así lo ha entendido en artículo 1.081.
Otros afirman que toda condició n caduca en el plazo má ximo señ alado para
la prescripció n extraordinaria (10 añ os). El mensaje y otras disposiciones harían presumir
que es éste el espíritu del legislador.
1. - Derechos
227
puede enajenarse entre vivos y transmitirse por causa de muerte, pero en uno y otro
caso con el cargo de mantenerla indivisa, y sujeta al gravamen de restitució n bajo las
mismas condiciones que antes. No será , sin embargo, enajenable entre vivos, cuando:
3. - Libre Administración. Artículo 758º inciso 1º. Por lo demá s, el fiduciario tiene la libre
administració n de las especies comprendidas en el fideicomiso, y podrá mudar su
forma; pero conservando su integridad y valor.
4. - Goce de Frutos. El fiduciario tiene derecho a gozar de los frutos. De esto no cabe duda
por 2 razones:
228
a) Es dueñ o principal de y por lo tanto de lo accesorio.
b) De acuerdo al artículo 754 el propietario fiduciario tiene sobre las especies que
puede ser obligado a restituir, los derechos y cargas del usufructuario y el
usufructuario, de acuerdo con los artículos 789 y 790 tiene derecho a los frutos
naturales y civiles de la cosa fructuaria.
2. - Obligaciones
1. - Conservación de la Cosa. Artículo 758. Bá sicamente las obligaciones son 2: la de
conservar la cosa y de restituirla al momento del cumplimiento de la condició n. Será
responsable de los menoscabos y deterioros que provengan de su hecho o culpa. Inciso
2 del artículo 758. responde como un buen padre de familia.
2. - Formación de Inventario. Artículo 754 y 755. Solo por sentencia puede estar obligado
a rendir caució n. Para determinar la extensió n de la obligació n de restituir que puede
tener el fiduciario y la de responder por los menoscabos y deterioros, la ley lo obliga a
formar un inventario solemne igual que el usufructuario, segú n el artículo 754.
229
reembolsen por el fideicomisario dichas expensas, reducidas a lo que con
mediana inteligencia y cuidado debieron costar, y con las rebajas que van a
expresarse:
230
de las obligaciones que la ley le impone que es la de restituir la cosa. Es el artículo
733 inciso final el que define lo que es restitució n: Es la translación de la
propiedad a la persona en cuyo favor se ha constituido el fideicomiso, se llama
restitución.
La condició n que opera la restitució n es para el fideicomisario suspensiva y
resolutoria para el fiduciario. Conforme a los principios de la condició n jurídica,
no hay efectos retroactivos: subsisten todos los actos ejecutados por el fiduciario
sobre las cosas mientras las tuvo en su poder.
Veamos otras obligaciones y derechos del fiduciario:
a) Indemnizaciones. Se deben indemnizar los menoscabos y deterioros
sufridos por la cosa que provengan de su hecho o culpa. Artículo 758.
231
providencias conservatorias que le convengan, si la propiedad pareciere peligrar
o deteriorarse en manos del fiduciario.
1. - Derechos
Mientras esté pendiente la condició n, el fideicomisario solo tiene una mera expectativa
de adquirir el dominio. El fideicomisario, mientras pende la condició n, no tiene derecho
ninguno sobre el fideicomiso, sino la simple expectativa de adquirirlo, artículo 761 inciso 1.
232
Lo curioso es que se da una representación legal. En caso que el fideicomisario,
como bien puede acontecer, sea una persona cuya existencia se espera pero que
no existe actualmente, la ley faculta para impetrar estas medidas conservativas a
los ascendientes del futuro fideicomisario. Esta representació n está en el inciso
final: Tendrán el mismo derecho los ascendientes del fideicomisario que todavía no
existe y cuya existencia se espera; los personeros de las corporaciones y fundaciones
interesadas; y el defensor de obras pías, si el fideicomiso fuere a favor de un
establecimiento de beneficencia.
4. - Tiene el derecho a ser oído cuando se quiere gravar la cosa fiduciaria. Artículo 757
y 761. Este derecho lo ejerce cada vez que el fiduciario quiera gravar la cosa. Su sanció n
es que no obliga posteriormente al gravamen que el fiduciario constituyó sobre la cosa.
5. - Facultad para solicitar que el fiduciario rinda caución. Artículo 755. Debe hacerlo
judicialmente. No es obligado a prestar caució n de conservació n y restitució n, sino en
virtud de sentencia de juez, que así lo ordene como providencia conservatoria,
impetrada en conformidad al artículo 761.
6. - Derecho de reclamo del fideicomisario. Puede reclamar una vez cumplida la condició n,
porque entonces, cesa el derecho del fiduciario; ya que éste es un propietario
condicional.
2. - Obligaciones
233
1. - Por la Restitución. Artículo 733 inciso final. La translació n de la propiedad a la persona
en cuyo favor se ha constituido el fideicomiso, se llama restitució n.
4. - Por la renuncia del fideicomisario antes del día de la restitución. Artículo 12º. Pero
esta renuncia es sin perjuicio de los derechos del substituto si hay.
Introducción
Derechos de Goce
Lo normal es que las facultades del dominio sean ejercidas por una sola persona, pero puede
ocurrir que el uso y goce se ejerzan por un solo sujeto y la facultad de disponer por otro.
El derecho personal de goce existe en virtud de un vinculo jurídico que une al titular
con el dueñ o de la cosa; y éste, cumpliendo su obligació n, pone el bien a disposició n del
primero para su disfrute. Ejemplo, el arrendamiento y el comodato. El arrendatario y
comodatario son meros tenedores de la cosa y la disfrutan en virtud del respectivo contrato.
El derecho real de goce no implica ningú n vinculo jurídico entre su titular y el dueñ o
de la cosa: el primero goza de ella por obra de su derecho, que lo coloca en relació n directa
con el bien. Por tanto, el propietario no está obligado a realizar ningú n acto para poner la cosa
a disposició n del titular del derecho de goce.
Servidumbres personales
El artículo 732 establece que el dominio puede ser limitado de varios modos: 2. Por el
gravamen de un usufructo, uso o habitació n, a que una persona tenga derecho en las cosas que
pertenecen a otra.
234
En el Derecho romano en la época de Justiniano estos derechos reales limitados, se agruparon,
bajo la comú n denominació n de servidumbres personales en contraposició n a las servidumbres
prediales. Las primeras van en interés de una persona y las segundas en el interés de un fundo
o predio.
Son servidumbres personales los derechos reales establecidos sobre la cosa ajena en interés de
una persona.
El Có digo Civil Francés repudió esta clasificació n, al igual que nuestro Có digo Civil. Solo
conservaron el concepto de servidumbres prediales. Con todo los Có digo Civil Alemá n y Suizo
retomaron esta clasificació n, sosteniendo que hay muchos puntos de contacto entre ambos.
Sin embargo, los autores anotan profundas diferencias entre las servidumbres personales y
reales:
2. - El usufructo puede recaer sobre bienes muebles o inmuebles, mientras que las
servidumbres siempre tienen por objeto estos ú ltimos.
Fuente legal
Está en el Có digo Civil en el Título IX del Libro II, artículos 764 a 810.
Definición
235
gozar de una cosa con cargo de conservar su forma y substancia, y de restituirla a su dueñ o, si
la cosa no es fungible; o con cargo de volver igual cantidad y calidad del mismo género, o de
pagar su valor, si la cosa es fungible. Artículo 764.
Segú n las personas a quienes se conceden y las forman como a ellas se les
atribuye el usufructo puede ser:
b) Sucesivo. Da el goce a los titulares del derecho a uno en pos de otro. Nuestra
legislació n prohíbe el usufructo sucesivo.
Características
2. - Es un derecho real. Se ejerce sobre la cosa sin respecto de una determinada persona.
Artículos 577 y 764. Así es posible defenderlo mediante una acció n reivindicatoria y si
recae sobre inmuebles puede defenderse por acciones posesorias.
3. - Es un derecho de goce completo. Permite gozar de todos los frutos naturales y civiles
de la cosa.
4. - Es una limitación del dominio. Impide al titular de éste el ejercicio del uso y goce.
236
no necesariamente la cosa debe pasar a manos del fideicomisario, pues si no se cumple
la condició n se consolida el dominio en manos del fiduciario. En cambio en el usufructo,
fatalmente debe terminar.
7. - Es un derecho sujeto a plazo. Gran diferencia con el fideicomiso. Aquí aparece uno de
los casos en que resulta importante distinguir entre el plazo y la condició n: una
asignació n testamentaria sujeta a plazo, nunca será fideicomiso, pero si un usufructo; y
a la inversa, una asignació n testamentaria sujeta a condició n, jamá s será usufructo, pero
sí fideicomiso.
8. - Es un derecho sobre cosa ajena. Nadie puede limitar su derecho en beneficio propio, y
de ahí que el usufructo no pueda ser ejercido sobre una cosa propia y que sea esencial
que las calidades de nudo propietario y de usufructuario se encuentren separadas.
237
El artículo 2415 es categó rico: El dueño de los bienes gravados con hipoteca
podrá siempre enajenarlos o hipotecarlos, no obstante cualquiera estipulación en contrario .
Pero nada dice, en cambio si después de hipotecado un inmueble puede constituirse sobre el
mismo un usufructo o una servidumbre.
Otra opció n sería, cuando hay juicios separados contra el nudo propietario
y el usufructuario, pedir la acumulació n de autos a fin de lograr un remate simultá neo de la
nuda propiedad y el usufructo. Esta simultaneidad es necesaria, porque si el acreedor se
adjudica primero la nuda propiedad, se extingue la hipoteca por confundirse y consolidarse
con el dominio, y en tal caso no cabe proceder después contra el usufructuario.
238
prescribe que el juez podrá también fijar o aprobar que la pensió n alimenticia se impute total
o parcialmente a un derecho de usufructo, uso o habitació n sobre bienes del alimentante,
quien no podrá enajenarlos ni gravarlos sin autorizació n del juez.
Cuasiusufructo
Segú n la teoría clá sica, el usufructo sobre cosas consumibles es un
usufructo impropio o anormal, pues el propio o normal implica el cargo de conservar la forma
y subsistencia de la cosa, y tal no puede suceder con los bienes consumibles porque su uso
normal consiste en su destrucció n material o civil. Por ello los romanos determinaron que
cuando una persona legal el usufructo del conjunto de sus bienes, el usufructuario no tiene
derecho sobre los consumibles. Pero en la época imperial, un senadoconsulto permitió llegar
el usufructo a toda clase de bienes.
Las razones con que se justifica la necesidad del traspaso del dominio al
cuasiusufructuario son: la incompatibilidad del goce de las cosas, cuyo uso implica destrucción,
con la propiedad de otro, y la necesidad, como condición sine qua non, de ser propietario para
poder consumirlas legítimamente.
239
La no subsistencia de la propiedad después del goce es una consecuencia
impuesta por la naturaleza del objeto, que en nada afecta a la naturaleza del derecho.
240
pérdida, pues las cosas perecen para su dueñ o. Por el contrario, el cuasiusufructuario
responde siempre del caso fortuito, porque es deudor, no de una cosa determinada, sino
de una cierta cantidad de cosas de un determinado género, y el género no perece.
Cuasiusufructo y Mutuo
Los que siguen la corriente tradicional que inspira nuestro Có digo Civil
declaran imposible establecer diferencias, en cuanto a la estructura jurídica, entre
cuasiusufructo y mutuo préstamo de consumo, porque éste ultimo da también al mutuario la
propiedad de la cosa mutuaza, y el mutuante no tiene sino el derecho reexigir la restitució n de
igual cantidad de cosas del mismo género y calidad que las prestadas. Artículo 2.197 y 2.198.
Sin embargo, se aducen diferencias entre una y otra:
3. - Las causas de extinció n no son comunes a ambas figuras jurídicas. Como se ve, las otras
diferenciales no son de esencia, sino accidentales.
Críticas al Usufructo
El usufructo ha sido criticado porque no es favorable para la buena
administració n de los bienes. El usufructuario tiende a abusar, a sacar el mayor provecho
posible de la cosa que debe después restituir, sin que le importe el menoscabo que ella sufra.
Si los bienes dados en usufructo exigen grandes reparaciones o gastos importantes será difícil
que el usufructuario los haga, pues tendrá temor de que la compensació n econó mica la
aproveche el nudo propietario. É ste, por su parte tampoco está llano a hace sacrificios,
temeros, de que si el usufructo se prolonga por mucho tiempo el ganancioso será el
usufructuario. Todas estas dificultades tratan de superarse con una adecuada reglamentació n
legal.
1. - Por la ley;
2. - Por testamento;
3. - Por donació n, venta u otro acto entre vivos;
4. - Se puede también adquirir un usufructo por prescripció n.
La doctrina los clasifica de una manera má s sistemá tica:
2. - Usufructo Voluntario. Es el constituido por la voluntad del hombre, sea por acto entre
vivos o por testamento.
241
3. - Usufructo Mixto. Es el adquirido por prescripció n.
4. - Usufructo Judicial. Sería el que se fijan como pensió n alimenticia, de la ley 14.908.
1. – Usufructo Legal
El artículo 810 del Có digo Civil califica como usufructos legales el usufructo legal del
padre o madre de familia sobre ciertos bienes del hijo, y el del marido, como administrador de
la sociedad conyugal, en los bienes de la mujer, está n sujetos a las reglas especiales del título
De la patria potestad y del título De la sociedad conyugal. Algunos agregan el del los
poseedores “provisorios” de los bienes del desaparecido sobre el patrimonio presunto de éste,
pues aunque el Có digo Civil no señ ala este caso como usufructo, concurrirían los requisitos
que dan fisonomía a tal derecho.
Reglas Especiales
El mismo artículo 810 establece que tanto el usufructo que tiene el padre sobre los
hijos y el usufructo del marido sobre los bienes de su mujer casados en el sociedad conyugal,
tienen su tratamiento en los pá rrafos correspondientes.
A. – Usufructo Legal del Padre sobre los bienes del hijo de familia
El padre, y en su defecto la madre, en los casos que expresa la ley, tiene un usufructo
legal sobre todos los bienes del hijo de familia, salvo ciertas excepciones.
El artículo 252 en su inciso 1º define el derecho legal de goce, que nos dice “El derecho
legal de goce es un derecho personalísimo que consiste en la facultad de usar los bienes del hijo y
percibir sus frutos, con cargo de conservar la forma y sustancia de dichos bienes y de restituirlos,
si no son fungibles; o con cargo de volverigual cantidad y calidad del mismo género, o de pagar
su valor, si son fungibles.”
Si analizamos la definició n que el có digo civil da del derecho legal de goce veremos
que es muy similar a la que da del usufructo en el artículo 764.
De tal manera que las definiciones son muy similares, pero no iguales.
242
Corresponde al padre o madre que ejerce la patria potestad y si la patria potestad
la ejerce conjuntamente el padre y la madre se divide entre ellos en partes iguales
a menos que ellos establezcan una divisió n distinta. De manera que la ley permite,
cuando el padre o la madre ejercen conjuntamente la patria potestad, establecer o
estipular una divisió n distinta. Así lo establece el artículo 252 en su inciso 4º al
decir “Si la patria potestad se ejerce conjuntamente por ambos padres y no se ha
acordado otra distribución, el derecho legal de goce se dividirá entre ellos por
iguales partes.”
4. - En cuarto lugar otorga la administración de los bienes del hijo, porque de acuerdo al
artículo 253, aquel de los padres que ejerza el derecho legal de goce tendrá también la
administració n y si fuere privado de la administració n será privado del derecho legal de
goce.
Si el titular del derecho legal de goce es una mujer casada bajo el régimen de
sociedad conyugal, se considera como separada parcialmente de bienes respecto
del ejercicio de este derecho y de lo que su ejercicio obtenga. Esta separació n se
rige por las reglas del artículo 150, o sea, nos encontramos frente a otro caso de
separació n legal parcial. Tenemos entonces, que si el titular del derecho legal de
goce, es una mujer casada bajo el régimen de sociedad conyugal, se la considera
separada parcialmente de bienes respecto del ejercicio del derecho del derecho
legal de goce y de lo que de él obtenga. Esta separació n se rige por el artículo 150
y es otro caso de separació n legal parcial.
La razó n de ser de esta separació n legal parcial, segú n quedó establecido en la
Comisió n de Constitució n, legislació n, justicia y reglamento del Senado, es que en
caso contrario, esto es en el caso de que no hubiera separació n parcial legal, los
frutos ingresarían al haber social absoluto, y como el marido administra la
sociedad conyugal, entraría a aprovechar de los frutos haciendo ilusorio el
derecho legal de goce que corresponde a la madre. Por eso, la ley establece que si
quien ejerce el derecho legal de goce es una mujer casada bajo el régimen de
sociedad conyugal, se considera respecto del ejercicio de este derecho y de lo que
de él obtenga, separada parcialmente de bienes.
6. - El derecho legal de goce es, por último, un derecho temporal. Así lo establece el
artículo 252 que define y señ ala los caracteres del derecho legal de goce.
243
Sobre qué bienes recae el usufructo legal
La patria potestad confiere el derecho legal de goce sobre todos los bienes del hijo,
exceptuados los siguientes:
1. - Los bienes adquiridos por el hijo en el ejercicio de todo empleo, oficio, profesió n o
industria. Los bienes comprendidos en este nú mero forman su peculio profesional o
industrial;
2. - Los bienes adquiridos por el hijo a Título de donació n, herencia o legado, cuando el
donante o testador ha estipulado que no tenga el goce o la administració n quien ejerza
la patria potestad; ha impuesto la condició n de obtener la emancipació n, o ha dispuesto
expresamente que tenga el goce de estos bienes el hijo, y
3. - Las herencias o legados que hayan pasado al hijo por incapacidad, indignidad o
desheredamiento del padre o madre que tiene la patria potestad.
En estos casos, el goce corresponderá al hijo o al otro padre, en conformidad con los
artículos 251 y 253. El goce sobre las minas del hijo se limitará a la mitad de los productos y el
padre que ejerza la patria potestad responderá al hijo de la otra mitad. Artículo 250.
En cuanto a las minas, los hijos de familia pueden hacer sedimentos, como todo menor
adulto, pueden hacer pedimento o manifestaciones sin necesidad del consentimiento o
autorizació n de sus representantes legales. Los derechos así adquiridos quedan incorporados
a su peculio industrial. Artículos 24 y 25 del Có digo de Minería.
Diferencias entre el usufructo derecho real y el mal llamado usufructo legal del padre o
madre del hijo de familia.
El có digo civil hablaba del usufructo legal del padre o madre de familia. En realidad
este llamado usufructo legal no es tal, por que el usufructo legal del padre o madre tiene
notables diferencias con el usufructo derecho real.
3. - El usufructuario, como se vio al tratar del usufructo, debe rendir caución de conservación
y de restitución. El padre de familia no está obligado a rendir caución de conservación o de
restitución, solo tiene que llevar una relació n circunstanciada de los bienes del hijo que
está administrando.
4. - El usufructuario debe efectuar inventario solemne entes de entrar al goce de las cosas. El
padre o la madre que ejerce la patria potestad no está obligado a facción de inventario
solemne, sino sólo debe llevar una relación circunstanciada de los bienes.
244
5. - El usufructuario está obligado a rendir cuenta.El padre o la madre que ostenta la patria
potestad no está obligado a rendir cuenta.
6. - Por ú ltimo, el usufructo del padre de familia tiene causales propias de extinción. Esto ha
llevado a la doctrina uná nimemente a sostener que el mal llamado usufructo del padre
de familia no es sino un derecho legal de goce.
El có digo civil con la reforma habla de derecho legal de goce, sin embargo, en el
artículo 252 inciso final señ ala que el derecho legal de goce recibe también la denominació n
de usufructo legal del padre o madre sobre los bienes del hijo y en cuanto convenga a su
naturaleza se regirá supletoriamente por las normas del Título IX del Libro II. Por lo tanto, no
obstante que el có digo civil habla de derecho legal de goce este también recibe la
denominació n de usufructo legal del padre o madre sobre los bienes del hijo, y en cuanto
convenga a su naturaleza se rige supletoriamente por las reglas del Título IX del Libro II, es
decir, por aquellas reglas que reglamentan el derecho real de usufructo. Tampoco la ley
modificó el artículo 810 que habla del usufructo legal del padre o madre de familia y tampoco
modificó el inciso final del artículo 2.466.
B. - ¿Usufructo o simple derecho legal del goce ejercido por el marido sobre los
bienes de la mujer?
245
tanto, son ellos inembargables, artículos 1.725 N° 2, 1.740 y 1.750. Pero como los frutos de los
bienes de los có nyuges tienen una misma afectació n familiar (está n destinados a soportar las
cargas del matrimonio, artículo 1.753), los acreedores só lo pueden embargarlos en cuanto
excedan de lo necesario para subvenir a las cargas de familia.
Algunos autores sostienen que los herederos presuntivos poseen los bienes
del desaparecido a titulo de usufructo. Este sería legal, pues dicha posesió n la confiere el
legislador. Estaría sometido a las reglas generales del derecho de usufructo por no haberse
establecido normas especiales para su regulació n. Así se explicaría que el artículo 810 no haga
referencia a ese usufructo legal.
Otros autores, dicen que no es un usufructo. Los poseedores “provisorios” serían dueñ os de
los bienes bajo la condició n resolutoria de que el desaparecido reaparezca o se prueba la
fecha de su muerte real, que motive la distribució n de los bienes segú n las reglas generales.
2. – Usufructo Voluntario
2. - Vías por las que puede constituirse el usufructo por contrato. Se puede hacer de dos
formas:
246
a) Por vía de enajenación. El usufructo es directamente el objeto del contrato: se crea
a favor de una persona que antes no tenía el goce.
a) Rol de tradición. Hay autores que dicen que la ú nica solemnidad en la constitució n
del usufructo es la escritura pú blica. Así la inscripció n, solo sería el modo de
adquirir la forma de otorgar el derecho real que tiene por causa remota el
contrato. La palabra “inscrito” del artículo 767 nada agrega al artículo 686.
En un comienzo la jurisprudencia de inclinó por esta segunda tesis; pero los fallos
má s recientes de la Corte Suprema se inclinan por la primera. Alessandri cree que
la inscripció n no es solemnidad.
Como se ve la importancia de que se discurra por una o por otra tesis importa
para el nacimiento del derecho personal del usufructuario de exigir la cosa, o
precisamente, exigir la tradició n del derecho real. Si se estima que es solemnidad,
no tendría tal derecho, pues con la inscripció n bastaría.
3. – Usufructo Mixto
247
Segú n el Có digo Civil también se puede adquirir un usufructo por
prescripció n. Artículo 767 N° 4. En este caso el usufructo se denomina mixto porque la
prescripció n adquisitiva es un modo de constituir que resulta a la vez de la ley y de un hecho
del hombre.
El inciso 2° del artículo 9 de la ley 14.908, indica: “El juez podrá también
fijar o aprobar que la pensión alimenticia se impute total o parcialmente a un derecho de
usufructo, uso o habitación sobre bienes del alimentante, quien no podrá enajenarlos ni
gravarlos sin autorización del juez. Si se tratare de un bien raíz, la resolución judicial servirá de
título para inscribir los derechos reales y la prohibición de enajenar o gravar en los registros
correspondientes del Conservador de Bienes Raíces. Podrá requerir estas inscripciones el propio
alimentario.”
Es decir, el juez puede constituir un usufructo, uso o habitació n sobre los bienes del
alimentante y que la pensió n alimenticia se impute a este derecho. Ademá s, la ley priva al
alimentante de las facultades de enajenarlo o gravarlo. Los bienes quedan destinados a ese fin.
Si se tratare de una resolució n que recae sobre inmuebles, será titulo suficiente para inscribir
tanto en:
Por otro lado el usufructo puede recaer sobre bienes muebles, como por
ejemplo si el alimentante tiene una flota de camiones.
248
Ahora estos derechos reales que se constituye, no afectan a los derechos de
los acreedores del alimentante que estaban constituidos con anterioridad al derecho que se
establece. Artículo 9 inciso 3°: “La constitución de los mencionados derechos reales no
perjudicará a los acreedores del alimentante cuyos créditos tengan una causa anterior a su
inscripción.” Esto importa, porque si hay una hipoteca sobre los bienes inmuebles, los
acreedores hipotecarios pueden rematar si su gravamen tiene una causa anterior a la
inscripció n de los derechos reales de usufructo, uso o habitació n y en este caso, cesa o se
extingue el usufructo por una causa lega, lo que obliga a establecer otro modo de pago.
Hay que tener presente que el alimentario pasa a ser titular del derecho de
usufructo, uso o habitació n y debe obtener un beneficio de ello. Así puede arrendarlo, irse a
vivir allá, por ejemplo, etc., ya es cuestió n del alimentario determinar el uso y la forma de
có mo le saca provecho. El alimentante cumple entregá ndole la cosa al alimentario.
249
último de los usufructuarios. Artículo 780 inciso 1. Por ejemplo, si se deja en usufructo una
casa a Juan por 2 añ os, a Pedro por 4 y a Mario por 6 añ os, una vez cumplido el plazo de Juan,
la parte que gozaba éste la sigue gozando Pedro y Mario; cumplido el plazo de Pedro, continú a
gozando la totalidad del usufructo Mario, y só lo una vez expirado el derecho de éste se
consolida la propiedad.
Siendo dos o má s los usufructuarios, habrá entre ellos derecho de acrecer, y durará la
totalidad del usufructo hasta la expiració n del derecho del ú ltimo de los usufructuarios. Lo
cual se entiende, si el constituyente no hubiere dispuesto que terminado un usufructo parcial se
consolide con la propiedad. Artículo 780 inciso 2. Así el constituyente puede establecer que,
cumplido el plazo de uno de los usufructuarios, se consolide su cuota con el dominio.
Substitutos
250
esta hipó tesis, desde el momento en que el usufructo puede ejercerse, al fallecimiento del
testador, aparece como puro y simple. Tal no ocurre en el usufructo constituido por acto entre
vivos, por escritura pú blica, ya que en este caso el usufructo debería ejercerse desde a fecha
misma de la escritura constitutiva y a esta fecha la iniciació n del ejercicio está suspendida.
Duración Limitada
El usufructo tiene una duració n limitada, al cado de la cual pasa al nudo propietario, y se
consolida con la propiedad. Artículo 765 inciso 2.
1. - Derecho de Uso y Goce. Artículo 782 y 785. El usufructuario tiene derecho de usar y
gozar de la cosa fructuaria. El usufructuario de una heredad goza de todas las
servidumbres activas constituidas a favor de ella, y está sujeto a todas las servidumbres
pasivas constituidas en ella. Artículo 782
251
El usufructo de una heredad se extiende a los aumentos que ella reciba por
aluvió n o por otras accesiones naturales. Artículo 785.
2. - Derecho de Percibir los Frutos. El usufructuario tiene derecho a percibir los frutos
civiles y naturales. Pero ¿qué pasa con los frutos naturales pendientes al momento de la
delación del usufructo? El artículo 781 señ ala el usufructuario de una cosa inmueble
tiene el derecho de percibir todos los frutos naturales, incluso los pendientes al tiempo
de deferirse el usufructo.
En cuanto a los frutos civiles pertenecen al usufructuario día por día. Artículo 790.
Ejemplo, Pedro deja en usufructo a Juan una casa, pero la casa estaba arrendada,
dignamos por 5 añ os; si al momento de la delació n del usufructo iban corridos 2
añ os y medio y se habían pagado al propietario los 5 añ os de renta de
arrendamiento, toca al nudo propietario entregar al usufructuario los 2 añ os y
medio de renta que caen en el plazo en que Juan será usufructuario.
3. - Derechos a ciertos productos. El usufructuario, por regla general, solo tiene derecho a
los frutos, pero no a los productos. Má s el legislador, expresamente, concede al
usufructuario derecho a ciertos productos que participan de algunos caracteres de los
frutos: bosques y arbolados, minas y canteras, ganados o rebañ os:
252
i) Animales individuales. El usufructuario de cosa mueble tiene el derecho de
servirse de ella según su naturaleza y destino; y al fin del usufructo no es
obligado a restituirla sino en el estado en que se halle, respondiendo
solamente de aquellas pérdidas o deterioros que provengan de su dolo o
culpa. Artículo 787. El usufructuario debe restituir los mismos animales en
el estado en que se encuentren, sin responder por la natural disminució n de
fuerzas por el trabajo y la vejez, haciendo suyos los estiércol, las astas, la
lana, la leche y las crías, es decir, todos los frutos de los animales.
Las reglas del derecho de goce del usufructo pueden derogarse. Esto
porque son supletorias. Lo dicho en los artículos precedentes se entenderá sin
perjuicio de las convenciones que sobre la materia intervengan entre el nudo
propietario y el usufructuario, o de las ventajas que en la constitución del
usufructo se hayan concedido expresamente al nudo propietario o al
usufructuario. Artículo 791. Con todo, tratá ndose de bancos como
administradores de bienes. Estas no pueden ser privados de la
administració n de bienes.
253
5. - Derecho a Hipotecar el Usufructo. Artículo 2.418º. Dice el artículo: La hipoteca no
podrá tener lugar sino sobre bienes raíces que se posean en propiedad o usufructo, o
sobre naves. La hipoteca no significa que el acreedor hipotecario vaya a percibir los
frutos; éstos los sigue percibiendo el usufructuario. El derecho del acreedor hipotecario
se reduce a poder embargar y sacar a remante el goce, con exclusió n de la nuda
propiedad, si el usufructuario no paga la obligació n principal que está garantizada con
la hipoteca.
6. - Derecho a Arrendar y Ceder el usufructo. Artículo 793º inciso 1º, 3º y 4º. Dice el
inciso 1°: El usufructuario puede dar en arriendo el usufructo y cederlo a quien quiera a
título oneroso o gratuito. A pesar de que los términos de la disposició n legal aluden al
usufructo, se discute si el objeto de la cesió n es propiamente el usufructo o su ejercicio,
el emolumento del derecho de usufructo.
254
El usufructuario está provisto de las acciones reivindicatorias y acciones posesorias;
tiene estas ú ltimas siempre que el usufructo recaiga sobre un inmueble.
Pero los usufructos legales, dado el fin social que mueve su constitució n no son
embargables; no lo es el usufructo del marido sobre los bienes de la mujer, ni del padre sobre
los bienes del hijo. Artículo 2.466 inciso final. Tampoco el usufructo constituido por sentencia
judicial como pensió n alimenticia, pues las pensiones alimenticias son inembargables.
Inventario y Caución
255
1. - Los usufructuarios legales no tienen esta obligación. Recordemos que estos
usufructos está n en el artículo 810 del Có digo Civil. Este mismo artículo se remite a los
títulos correspondientes los que no establecen regla alguna para la confecció n del
inventario previo.
Segú n el artículo 46 caución significa generalmente cualquiera obligació n que se contrae para
la seguridad de otra obligació n propia o ajena. Son especies de caució n la fianza, la hipoteca y
la prenda.
256
El legislador no ha establecido aquí una caució n especial y puede rendirse cualquiera.
Tampoco se ha pronunciado sobre la cuantía, pero es evidente que deben fijarla de acuerdo el
nudo propietario y el usufructuario. En caso de discusió n, el juez determinará el monto de la
caució n, tomando para ello en cuenta el valor de los bienes dados en usufructo.
Ahora, debemos analizar los usufructuarios que no está n obligados a rendir caució n:
1. - Los usufructuarios legales, vale decir, el padre o madre de familia y el marido sobre los
bienes del hijo y de la mujer, respectivamente.
5. - El alimentario que tiene fijada una pensió n alimenticia el usufructo de algú n bien del
alimentante está exento de la obligació n de caució n.
La omisió n del inventario y de la caució n no trae consigo la pérdida del derecho del
usufructuario. El artículo 776 establece que mientras el usufructuario no rinda la caució n a
que es obligado, y se termine el inventario, tendrá el propietario la administració n con cargo
de dar el valor líquido de los frutos al usufructuario.
257
Podrá también, de acuerdo con el usufructuario, comprar o vender las cosas fungibles y
tomar o dar prestados a interés los dineros que de ello provengan.”
Caución Juratoria
258
pú blica. Si se ha constituido un usufructo a título oneroso, pareciera que la ley no
exige la escritura pú blica, ya que el 792 es excepcional.
b) Otra teoría refunde la sustancia con el valor de las cosas, pues éstas no son
sino un valor socialmente apreciable. Por tanto, conservar la subsistencia es
conservar el valor de la cosa, lo que implica no só lo conservar su
rendimiento normal, sino su potencial permanente; y así como una merma
de la productividad norma es un ataque a su subsistencia, también lo es un
aumento de esa productividad a costa del potencial futuro.
c) Algunos autores creen que esta materia ha sido enturbiada por sutilezas
filosó ficas o sicoló gicas, y propugnan un criterio prá ctico. Estiman que en el
fondo lo que la ley pretende es armonizar los intereses del usufructuario y
del propietario; por ende, en la interpretació n de la regla salva
rerumsubtantia debe adoptarse un criterio prá ctico que, en términos
generales, se traduce en afirmar que la conservació n de la sustancia supone
mantener la cosa en el estado má s semejante, que su disfrute racional
permite, al que tenía ella en el momento de constituirse el usufructo.
2. - Goce de la cosa como buen padre de familia. Responde de culpa leve. Artículos 787º,
787º, 802º. El Có digo Civil no lo dice expresamente pero se desprende de diversas
disposiciones. Recordemos el artículo 44 inciso 3: Culpa leve, descuido leve, descuido
ligero, es la falta de aquella diligencia y cuidado que los hombres emplean ordinariamente
en sus negocios propios. Culpa o descuido, sin otra calificación, significa culpa o descuido
259
leve. Esta especie de culpa se opone a la diligencia o cuidado ordinario o mediano. Algunas
disposiciones que se refieren a la responsabilidad del usufructuario:
3. - Cargas Fructuarias. Son las indispensables para que la cosa produzca frutos y que el
usufructuario debe satisfacer. Entran en esta categoría las siguientes:
b) Cargas anuales y periódicas. Artículo 796. Será n de cargo del usufructuario las
pensiones, cá nones y en general las cargas perió dicas con que de antemano haya
sido gravada la cosa fructuaria y que durante el usufructo se devenguen. No es
lícito al nudo propietario imponer nuevas cargas sobre ella en perjuicio del
usufructo. Artículo 796 inciso 1.
260
conservació n y permanente utilidad de la cosa fructuaria. Artículo 798. Ahora, las obras
o refacciones mayores necesarias para la conservació n de la cosa fructuaria, será n de
cargo del propietario, pagá ndole el usufructuario, mientras dure el usufructo, el interés
legal de los dineros invertidos en ellas. Artículo 797 inciso 1.
Con respecto al cuasiusufructo, se presenta una cuestió n: ¿quién tiene derecho a elegir
entre la devolución de otras cosas del mismo género y cantidad, o su valor?. El artículo 789 es
medianamente claro: Si el usufructo se constituye sobre cosas fungibles, el usufructuario se hace
dueño de ellas, y el propietario se hace meramente acreedor a la entrega de otras especies de
igual cantidad y calidad, o del valor que éstas tengan al tiempo de terminarse el usufructo. Así el
derecho a decidir es del nudo propietario, y no del constituyente.
261
El artículo 800 es claro. El usufructuario podrá retener la cosa fructuaria hasta el pago
de los reembolsos e indemnizaciones a que, segú n los artículos precedentes, es obligado el
propietario.
1. - Derecho a enajenar la nuda propiedad. El nudo propietario es dueñ o, y como tal, tiene
derecho a enajenar su nuda propiedad. Evidentemente que el adquirente está obligado a
respetar el usufructo existente sobre la cosa.
7. - Derecho al tesoro. Artículo 786. El usufructuario no tiene sobre los tesoros que se
descubran en el suelo que usufructú a, el derecho que la ley concede al propietario del
suelo.
262
El juez, segú n la gravedad del caso, podrá ordenar, o que cese absolutamente el
usufructo, o que vuelva al propietario la cosa fructuaria, con cargo de pagar al
fructuario una pensió n anual determinada, hasta la terminació n del usufructo.
Se entienden por obras o refacciones mayores las que ocurran por una vez o a largos
intervalos de tiempo y que conciernen a la conservació n y permanente utilidad de la cosa
fructuaria. Artículo 798. Ejemplo, hacer el techo, reconstituir una muralla, etc., el
usufructuario debe pagar, como sabemos, el interés corriente durante todo el tiempo del
usufructo.
Si la cosa fructuaria está afecta a una hipoteca, los intereses de la deuda hipotecaria
está obligado a solventarlos el usufructuario, de acuerdo con el artículo 796; y lo que
corresponde a la amortización corre de cuenta del nudo propietario. De tal modo que si la
deuda es de un 7% y 1%, el usufructuario paga el 7%, en tanto que el 1% lo pagará el
propietario.
263
la cosa fructuaria y conservar su usufructo, hacerlas a su costa, y el propietario se las
reembolsará sin interés.”
2. - También probaría que el usufructuario no puede exigir al nudo propietario que haga las
obras o refacciones mayores necesarias, invirtiendo inmediatamente en su peculio los
gastos que demande las expensas, la diferencia de redacció n de los artículos 795 y 797.
Segú n Claro Solar, el primero dice que corresponde al usufructuario las expensas
ordinarias dando así por establecido que deben ser en todo caso ejecutadas; el segundo
dice que serán de cargo del propietario las obras o refacciones mayores necesarias, no
sus expensas inmediatas. Esta diferencia de redacció n tiene mayor significació n si se
tiene presente que en el artículo 949 del proyecto Inédito se decía que el propietario es
obligado a las reparaciones mayores necesarias, no sus expensas inmediatas por la
negligencias del usufructuario, que las hará, en tal caso, a su costa. Al cambiar la frase es
obligado por serán de cargo, se quiso, seguramente, evitar toda duda al respecto. La ley
se coloca precisamente en el caso de rehusar o retardar indefinidamente el nudo
propietario las obras o refacciones mayores necesarias de que tiene conocimiento o que
le ha denunciado el usufructuario, y en lugar de facultad al usufructuario para
demandar al nudo propietario la ejecució n de dichas obras o refacciones, autoriza al
usufructuario que quiere libertar de ruina la cosa fructuaria, y poder usufructuarla
convenientemente, para que la haga él a su costa con derecho de reembolso.
El usufructuario no tiene derecho a pedir cosa alguna por las mejoras que
voluntariamente haya hecho en la cosa fructuaria; pero le será lícito alegarlas en
compensació n por el valor de los deterioros que se le puedan imputar, o llevarse los
materiales, si puede separarlos sin detrimento de la cosa fructuaria, y el propietario no le
abona lo que después de separados valdrían.
Lo cual se entiende sin perjuicio de las convenciones que hayan intervenido entre el
usufructuario y el propietario relativamente a mejoras, o de lo que sobre esta materia se haya
previsto en la constitució n del usufructo. Artículo 801.
Si un edificio viene todo a tierra por vetustez o por caso fortuito, ni el propietario ni el
usufructuario son obligados a reponerlo. Artículo 799.
264
Extinción del Usufructo
1. - Llegada del día o del evento de la condición prefijado para la terminación del
usufructo. Artículo 805: En la duració n legal del usufructo se cuenta aun el tiempo en
que el usufructuario no ha gozado de él, por ignorancia o despojo o cualquiera otra
causa.
3. - Se extingue por la resolución del derecho del constituyente. Artículo 806º caso 2º.
Como cuando se ha constituido sobre una cosa que se posee fiduciariamente, y llega el
caso de la restitució n.
4. - Por la consolidación del usufructo con la propiedad. Artículo 806º caso 3º. Se
entiende consolidació n el hecho de reunirse en una sola persona las calidades de nudo
propietario y usufructuario, como si el usufructuario heredera del nudo propietario. El
usufructuario que contraviniere a esta disposició n, perderá el derecho de usufructo,
artículo 793 inciso final.
5. - Se extingue por la renuncia del usufructuario. Artículo 806º caso 5º. Se trata en este
caso de un derecho que só lo mira al interés particular de su titular, y su renuncia no
está prohibida. Superfluamente, el artículo citado la permite, ya que puede renunciarse,
de conformidad con el principio general contenido en el artículo 12.
6. - Se extingue por prescripción. Artículo 806º caso 6º. No hay duda de que el usufructo
265
se extingue por la prescripció n adquisitiva de un tercero que adquiere el derecho de
usufructo, o que adquiere la propiedad plena de la cosa en que el usufructo se halla
constituido. Pero ¿se extingue el usufructo por la prescripción extintita, por el simple no
ejercicio, por parte del usufructuario, de su derecho durante cierto tiempo?.
Luis Claro Solar dice que el derecho de propiedad es perpetuo por su propia
naturaleza y no se pierde por el no uso del propietario, pues la acció n
reivindicatoria de éste no se extingue por el simple lapso, sino por la prescripció n
adquisitiva del mismo derecho por el actual poseedor de la cosa; el usufructo, al
contrario, es esencialmente de duració n limitada, y como constituye una grave
limitació n del libre y pleno ejercicio de los derechos del propietario, si el
usufructuario no lo ejercita, lo natural es que sea consolidado con la propiedad.
8. - Extinción del usufructo por sentencia judicial. Artículo 809º. El usufructo termina, en
fin, por sentencia de juez que a instancia del propietario lo declara extinguido, por
haber faltado el usufructuario a sus obligaciones en materia grave, o por haber causado
dañ os o deterioros considerables a la cosa fructuaria.
El juez, segú n la gravedad del caso, podrá ordenar, o que cese absolutamente el
usufructo, o que vuelva al propietario la cosa fructuaria, con cargo de pagar al
266
fructuario una pensió n anual determinada, hasta la terminació n del usufructo.
9. - Extinción del usufructo por expropiación del predio rústico sobre el que recaía.
c) El fideicomiso no puede constituirse por ley; pero si hay usufructos legales, o por
lo menos así los llama el Có digo Civil.
267
d) También hay diferencias en cuanto a las expensas extraordinarias mayores. En el
caso del fideicomiso está obligado a hacerlas el propietario fiduciario; pero si
éstas consisten en obras materiales, el fideicomisario só lo está obligado a pagarle
lo que valgan ellas al momento de la restitució n, y si se trata de obras
inmateriales, estará obligado a pagarle el fideicomisario lo que hubiere invertido
el propietario fiduciario, con la deducció n de una veintava parte por cada añ o que
el fiduciario hubiere gozado de las obras mayores. En cambio, en el usufructo,
estas obras mayores o refacciones mayores está obligada a pagarlas el nudo
propietario; pero el usufructuario deberá satisfacele, mientras dure el usufructo,
el interés legal de los dineros invertidos en ellas.
a) En la propiedad fiduciaria no termina el derecho del fiduciario por su muerte, sino que
pasa sus herederos, en cambio el usufructo se extingue por el fallecimiento del
usufructuario, ya que el usufructuario es intransmisible.
b) El fideicomiso jamá s puede terminar por sentencia judicial; pero si el usufructo,
en el caso del artículo 809, y en el que se estableció como pensió n alimenticia.
268
Derecho de Uso y Habitación
Derecho de Uso
Seguido el usufructo el Có digo Civil reglamentó los derechos que son diminutivos del
usufructo: uso y habitación.
Es el artículo 811 el que define al derecho de uso: “El derecho de uso es un derecho real que
consiste, generalmente, en la facultad de gozar de una parte limitada de las utilidades y
productos de una cosa.
En el uso hay dos derechos coexistentes: el del nudo propietario y del usurario. Por esto
el artículo 812 es claro en la constitució n: “Los derechos de uso y habitación se constituyen y
pierden de la misma manera que el usufructo.”
269
En la época clá sica del Derecho romano el derecho real de uso atribuía só lo la facultad
de usar de una cosa ajena, pero no la de gozar, esto es, de apropiarse de sus frutos: utipotest
frui non potest. Pero con Justiniano el contenido del derecho fue ampliado; se permitió al
usuario una pequeñ a participació n en los frutos, limitada a las necesidades del usuario y de su
familia.
Estas consideraciones e basaron en que hay cosas como los predios no edificados, que
no rinden utilidad verdadera si no se tiene sobre ellas al menos un goce parcial.
Nuestro Có digo Civil siguió la tendencia, y permite que el usuario se sirva de la cosa,
usarla, en su sentido estricto, conforme a su destino, y además, apropiarse de los frutos.
Para determinar la extensió n en que se concede el derecho de uso, es decir, para ver
qué facultades otorga al usuario, es preciso atenerse al título con que se constituye el derecho
de uso.
El usuario no puede percibir má s utilidades de la cosa que las que sean necesarias para sus
necesidades personales y las de su familia, no en su sentido natural y obvio, sino en el sentido
que la ley le da. El artículo 815 le da un sentido diverso a lo que entendemos por familia.
1. - La familia comprende al có nyuge y los hijos; tanto los que existen al momento de la
constitució n, como los que sobrevienen después, y esto aun cuando el usuario o el
habitador no esté casado, ni haya reconocido hijo alguno a la fecha de la constitució n.
2. - Comprende asimismo el nú mero de sirvientes necesarios para la familia.
3. - Comprende, ademá s, las personas que a la misma fecha vivían con el habitador o
usuario y a costa de éstos; y las personas a quienes éstos deben alimentos.
270
Derecho del usuario de una heredad
Son las mismas del usufructuario, sin má s modificaciones que las siguientes: el usuario
no está obligado a rendir caución, porque el artículo 813 lo releva expresamente de esta
obligació n. “Ni el usuario ni el habitador estarán obligados a prestar caución”
Características
Derecho de Habitación
La habitació n no es sino un derecho de uso constituido sobre una casa habitació n y referente a
la utilidad de morar en ella. Artículo 811.
271
Al derecho de habitació n se le aplican igualmente las reglas del derecho de uso. Hay
una sola observació n que hacer: el habitador está siempre obligado a practicar inventario,
obligació n que el usuario só lo tienen cuando se trata de cosas que debe restituir en especie.
Artículo 813. “...el habitador es obligado a inventario...”
3. - El usufructo puede constituirse, entre otras maneras, por el solo ministerio de la ley; no
hay uso o habitació n legales.
5. - El usufructo es embargable, con las solas excepciones que vimos; el uso y la habitació n
son inembargables.
6. - El usufructuario debe soportar el total de las cargas fructuarias, mientras que el usuario
y el habitador deben concurrir a ellas a prorrata del beneficio que la cosa les reporta.
En todo lo demá s, el usufructo y los derechos de uso y habitació n se rigen por las mismas
reglas, en conformidad con lo que dispone el artículo 812, que consideramos oportunamente.
Generalidades
272
Noción, función económica e importancia de las servidumbres
Por lo general, la carga que imponen las servidumbres al fundo que la soporta es
mínima, comparada con la utilidad que proporcionan al predio que benefician. La importancia
es evidente. Muchos fundos no podrían ser explotados o lo serían con gran dificultad s no
tuvieran a su favor una servidumbre: tierras desprovistas de agua de riego, predios sin salida
a caminos pú blicos, etc.
Definiciones
Se llama predio sirviente el que sufre el gravamen, y predio dominante el que reporta
la utilidad. Con respecto al predio dominante la servidumbre se llama activa, y con respecto al
predio sirviente, pasiva. Artículo 821.
273
En la definició n llega de las servidumbres se presenta a éstas como relaciones directas
de dos cosas: predio dominante y predio sirviente. Esto no significa que no intervengan
personas, sino que pone de relieve una relació n para el beneficio de un predio, gravando a
otro predio. El beneficio no tan solo lo recibe el predio, sino que también su dueñ o o quien
soporte el gravamen. En esto consiste la predialidad de las servidumbres. Hay por ejemplo,
una ventaja para el fundo dominante cuando el dueñ o del predio sirviente se compromete a
no elevar sus paredes sino hasta cierta altura o cuando se obliga dejar pasar por su fundo a
todos los dueñ os del predio sirviente. En estos casos, la ventaja vincula al fundo dominante
mismo, porque cualquiera sean los dueñ os de éste, el beneficio subsistirá . Las personas que se
vean beneficiadas por el gravamen, no gozará n por ser ellas personas, sino que por ser
dueñ as.
Las casas y heredades se llaman predios o fundos, artículo 568. Así, los inmuebles por
destinación no pueden estar gravados ni beneficiados con las servidumbres. Pero nuestra
Corte Suprema, ha decidido dos veces en contrario; en cambio la Corte de Apelaciones de
Santiago ha dicho que la palabra predio empleada en los artículos de la servidumbre se
encuentra definida en el artículo 568.
Finalmente el hecho de que un inmueble esté dentro de los límites de otro, no obsta a
la constitució n de la servidumbre. La Corte de Apelaciones de Santiago declaró que
constituyen predios tanto el inmueble como el molino construido en él por su dueñ o
primitivo, sin que pueda pretenderse que por estar dentro de aquél no son predios diferentes.
1. - Obligació n del dueñ o del fundo sirviente de tolerar o soportar (pati) en su propiedad
ciertos actos del dueñ o del fundo dominante.
2. - Obligació n del dueñ o del fundo sirviente de abstenerse de realizar alguna cosa (non
facere) que, a no mediar la servidumbre, podría realizar en virtud de su derecho de
propiedad.
274
ventajas, y tal no ocurriría si la ventaja del predio dominante dependiera de la
prestació n de una persona: la servidumbre es un derecho real, debe ejercitarse sobre la
cosa para obtenerse las utilidades de ella, y no debe requerir la colaboració n de terceras
personas; el propietario del fundo sirviente só lo puede estar obligado implícitamente a
hacer lo indispensable por su arte para que sea posible el ejercicio de la servidumbre.
3. - Que entre los predios exista la posibilidad de la comunicació n de la utilidad del fundo
sirviente al dominante.
Las servidumbres son derechos reales limitados sobre la cosa ajena; no puede
concebirse que un propietario tenga servidumbre sobre un predio que le pertenece en
utilidad de otro que también le pertenece, pues cualquiera utilidad que el dueñ o de dos
predios saca de uno en pro de otro deriva del derecho de propiedad. Sobre cosa propia nadie
puede tener servidumbre.
Cuando el dueñ o de dos predios establece entre ellos un servicio, no hay servidumbre,
sino relaciones de hecho o servicios ú tiles que encuentran su fundamento y causa en la libre
voluntad o determinació n del propietario; éste ejerce los beneficios resultantes en virtud, no
del derecho real de servidumbre, sino del derecho de propiedad. Es má s, cuando hay una
servidumbre en dos predios de diferente dueñ o y uno de ellos adquiere el dominio del otro
predio, la servidumbre se extingue por confusió n. Artículo 885 N° 3
275
Legislación aplicable
El Có digo Civil establece las reglas generales y sus principales tipos, en el Titulo XI del
Libro II, artículos 820 a 888; pero otros có digos como el Minería o de Aguas, o leyes y
ordenanzas contienen tipos o normas especiales o reglamentació n de algú n punto de detalle
sobre esta materia. Por este motivo el artículo 832 advierte: “Las disposiciones de este título se
entenderán sin perjuicio de las ordenanzas generales o locales sobre las servidumbres.”
276
4. - Es un derecho perpetuo. En principio son perpetuas, pues se establecen para una
utilidad o necesidad indefinida o perpetua como la existencia del predio dominante
mismo. Este carácter de las servidumbres, si bien es de la naturaleza de las
servidumbres, no es de su esencia; nada impide establecer una servidumbre por tiempo
determinado o sujeta a condició n. Precisamente lo expresan así el artículo 885 N°s 2 y 5.
“N° 2 Por la llegada del día o de la condición, si se ha establecido de uno de estos modos;
N° 3 Por haberse dejado de gozar durante tres años.”
5. - Derecho indivisible. Ellas no pueden adquirirse, ejercerse ni perderse por partes. Este
carácter de las servidumbres muestra su valor prá ctico cuando los predios dominantes
o sirvientes pertenecen, sea al constituirse la servidumbre o con posterioridad a la
constitució n, a varios propietarios. Veamos algunas consecuencias:
Clasificación
Existen diversos criterios para poder clasificar a las servidumbres.
277
b) Negativa. Es la que impone al dueño del predio sirviente la prohibición de hacer
algo, que sin la servidumbre le sería lícito, como la de no poder elevar sus paredes
sino a cierta altura. Artículo 823. El dueñ o del predio dominante está facultado del
poder de privar al propietario del fundo sirviente de que haga algo; la sujeció n de
este ú ltimo consiste en el deber de abstenerse de hacer alguna cosa en el propio
fundo, como no edificar, no construir má s arriba, etc.
El que sufre la servidumbre debe dejar hacer o abstenerse de hacer, pero él nada
está obligado a hacer en razó n del gravamen real del mismo. La actividad debe
desplegarla el dueñ o del predio dominante, el titular del derecho de servidumbre,
y la carga se objetiviza materialmente en el predio que la soporta, sea a través de
un acueducto, o de una senda, o de un muro que soporta una construcció n ajena o
que no puede elevarse má s en beneficio de ésta, etc.
Sin embargo, parece que el artículo 823, admitiera excepciones a la regla que no
se exige acció n al dueñ o del predio sirviente. Esto porque luego de señ alar que
“Servidumbre positiva es, en general, la que só lo impone al dueñ o del predio
sirviente la obligació n de dejar hacer...” agrega en el inciso 2° “Las servidumbres
positivas imponen a veces al dueño del predio sirviente la obligación de hacer
algo, como la del artículo 842.” El artículo 842 se refiere a la servidumbre de
demarcació n.
Sin embargo, los tipos que se miran como obligaciones de hacer constitutitas de
servidumbre, en realidad, segú n se verá en el aná lisis especial de la demarcació n y
el cerramiento, no son servidumbres, sino obligaciones legales basadas en las
relaciones de vecindad. Así puede establecerse voluntariamente que el dueñ o del
predio sirviente estará obligado a remover él, cada vez que se presenten, los
obstá culos como tierra, piedras, basuras, etc., que impiden el libre curso de las
aguas por el acueducto.
278
permanentes destinadas al ejercicio del derecho. La servidumbre de
acueducto puede ser aparente cuando el canal está a la vista, y será
inaparente cuando el agua se lleva por cañ erías o por tubos subterrá neos.
Así el modelo que siguió el Có digo de Bello, puede inducir a error. Solo bastaría
decir que son servidumbres continuas o discontinuas dependiendo si necesitan de
la intervenció n del hombre o no. No es que las discontinuas se ejerzan a intervalos
de tiempo o que las continuas requieren de continuidad.
279
cuenta desde la fecha del ú ltimo acto de goce de la servidumbre. Así, en la
servidumbre de trá nsito se contará desde la ultima vez que el propietario del
predio dominante pasó por el predio sirviente.
b) Servidumbres Legales. Son aquellas que son impuestas por la ley. De manera que
el propietario del predio sirviente puede ser obligado a tolerarlas aun en contra
de su voluntad. Las servidumbres legales, dan derecho a indemnizaciones, en
cambio las naturales no.
Critica a esta clasificación. Se dice que esta clasificació n no es exacta y por ende,
resulta científicamente inadmisible. Se argumenta que las servidumbres naturales
y legales, no constituyen verdaderas servidumbres, sino limitaciones al derecho de
propiedad. La verdadera servidumbre implica una excepción al derecho comú n de
la propiedad y esta excepció n no existe tratá ndose de las servidumbres naturales
y legales, pues unas y otras representan limitaciones generales al derecho de
propiedad en circunstancias previstas por la ley, determinado el derecho comú n
de la propiedad raíz, para todos los inmuebles que se encuentren en semejantes
condiciones o circunstancias. Se concluye que las ú nicas servidumbres que
merecen ser llamadas así, son las establecidas por un hecho del hombre.
Con todo hay autores que tratan de justificar su inclusió n en el Có digo Civil, y
justifican la inclusió n de todas ellas por el deseo del legislador de presentar un
cuadro conjunto de la rogació n de las relaciones de vecindad, cualquier que sea la
naturaleza de ellas. Ademá s, la idea de gravamen (servidumbre) no está ajeno a
este tipo de servidumbres.
280
1. - Servidumbres continuas aparentes. Son aquellas que se ejercen sin necesidad de un
hecho actual del hombre, y que están continuamente a la vista, como la de acueducto,
cuando consiste en un canal que está al descubierto.
Reglas Generales
1. - El que tiene derecho a una servidumbre, lo tiene igualmente a los medios necesarios
para ejercerla. Así, el que tiene derecho de sacar agua de una fuente situada en la
heredad vecina, tiene el derecho de trá nsito para ir a ella, aunque no se haya establecido
expresamente en el título. Artículo 828.
2. - Las obras indispensables para ejercer la servidumbre son de cargo del que la goza.
El que goza de una servidumbre puede hacer las obras indispensables para ejercerla;
pero será n a su costa, si no se ha establecido lo contrario; y aun cuando el dueñ o del
predio sirviente se haya obligado a hacerlas o repararlas, le será lícito exonerarse de la
obligació n abandonando la parte del predio en que deban hacerse o conservarse las
obras. Artículo 829.
281
oneroso el modo primitivo de la servidumbre, podrá proponer que se varíe a su costa; y
si las variaciones no perjudican al predio dominante, deberá n ser aceptadas. Artículo
830
Comportamiento “Civiliter”
1. – Servidumbres Naturales
Servidumbres naturales son las impuestas por la naturaleza. Existirían aun sin ley que
las reconociera. Por esto y a diferencia de las servidumbres legales y voluntarias, el dueñ o del
predio sirviente no tiene derecho a indemnización alguna; debe soportar el gravamen como
una fatalidad.
Está regulada en el Pá rrafo 1 del Título XI del Libro II y solo se contempla un solo caso
de este tipo de servidumbre.
El artículo 833 inciso 1 dice “El predio inferior está sujeto a recibir las aguas que
descienden del predio superior naturalmente, es decir, sin que la mano del hombre contribuya a
ello.”
La servidumbre es respecto de las aguas que corren naturalmente. Hay una verdadera
servidumbre, porque un predio dominante y un predio sirviente (el que recibe las aguas); el
gravamen consiste precisamente, en recibir las aguas. La servidumbre existirá por ejemplo,
con respecto a las aguas de una vertiente, a las aguas lluvias o de un estero.
Aunque no se diga es evidente que las aguas acarrean piedras arenas, etc.
282
Prohibición de hacer cualquiera obra que para que as aguas desciendan
“No se puede por consiguiente dirigir un albañal o acequia sobre el predio vecino, si no se
ha constituido esta servidumbre especial.” Artículo 833 inciso 2. No se puede hacer ninguna
obra con el objeto de que las aguas desciendan. Pero si hay consentimiento de ambos dueñ os
no habrá inconveniente en que se constituya una servidumbre a fin de recibir las aguas que
caen de un molino.
“En el predio servil no se puede hacer cosa alguna que estorbe la servidumbre natural, ni
en el predio dominante, que la grave.” Artículo 833 inciso 3.
Conforme al inciso final del artículo 833 las servidumbres establecidas en este artículo
se regirá n por el Có digo de Aguas. Es decir, con todo, el dueñ o del predio inferior tiene
derecho a hacer dentro de él prediles, malecones, paredes u otras obras que, sin impedir el
normal descenso de las aguas, sirvan para regularizarlas o aprovecharlas, segú n el caso.
También tiene el mismo derecho el dueñ o del predio superior dentro de éste, pero sin hacer
má s gravosa la servidumbre que puede soportar el predio inferior. Có digo de Aguas, artículos
74 y 75.
2. – Servidumbres Legales
Definición
Las servidumbres legales son las que han sido impuestas por la ley, es decir, aquellas que la ley
autoriza o impone, aun contra la voluntad del dueño del predio sirviente.
Clasificación
Segú n el artículo 839, esas servidumbres que clasifican en relativas al uso público o
establecidas en razó n de utilidad pú blica, y otras relativas a la utilidad de los particulares.
283
Clases
Segú n el artículo 839 las servidumbres legales de interés pú blico son de 2 clases:
1. - El uso de las riberas en cuanto necesario para la navegación o flote, que se regirá por el
Código de Aguas;
284
2. Servidumbres establecidas por reglamentos u ordenanzas especiales
El artículo 841 que trata de las servidumbres legales relativas a la utilidad de los
particulares, son determinadas por las ordenanzas de policía rural. Aquí se trata
especialmente de las de demarcación, cerramiento, tránsito, medianería, acueducto, luz y vista.
La referencia a las leyes de policía rural podría hacer creer que estas servidumbres
só lo se aplican a los predios rurales, nunca a los urbanos, pero tal conclusió n sería erró nea:
nada impide que puedan presentarse con respecto a esta segunda clase de predios. Má s aun:
si bien hay servidumbres que será n casi siempre rurales, como las de demarcació n,
cerramiento, trá nsito y acueducto, las otras, las de medianería y de luz y vista, son caso
siempre urbanas.
1. La Demarcación
2. - Fase Material. Es el amojonamiento, dirigida a señ alar esta línea sobre el suelo por
medio de signos apropiados, llamados hitos o mojones.
Naturaleza Jurídica
La doctrina niega que se trate de una servidumbre, pues ésta es un derecho que
permite al propietario de un fundo, el dominante, servirse de otro fundo, el sirviente, para las
necesidades del primero, y en la demarcació n no hay ningú n aprovechamiento de un fundo
para beneficio de otro. La Corte Suprema ha seguido este pensamiento.
285
del dominio que se traduce en el poder que tiene todo propietario de un inmueble, por el solo
hecho de serlo, para fijar la extensió n exacta de su derecho y para individualizar, por medio de
signos materiales, la cosa sobre que éste recae.
Este derecho a pedir que se fijen los limites que separan el propio fundo de los
colindantes es real, sea que se le mire como servidumbre activa o como facultad del dominio.
Así la acció n que deriva es real. La Corte Suprema ha dicho que carece de importancia la
persona del dueñ o de cada predio, ya que se persigue solo fijar la línea y levantar el deslinde.
Como solo se busca fijar la línea y levantar el deslinde, la acció n tiene los caracteres de
sumaria encaminada a resguardar lo que cada uno está poseyendo segú n el respectivo título,
en relació n a referencias a puntos de terreno.
Estas dos acciones son reales pero se diferencian por su objeto: la de demarcació n
persigue fijar judicialmente los limites dentro de los cuales se extiende una propiedad y la
separan de otras; la reivindicatoria tiende a obtener la restitució n de un terreno cuyo dominio
pretende el demandante y que está en posesió n del demandado.
Puede suceder que para hacer la delimitació n y señ alar los linderos sea preciso
rectificar los deslindes que se atribuyen los diferentes colindantes entregá ndose a uno cierto
retazo de terreno detentado por otro. ¿Qué acción compete?. La Corte Suprema ha resuelto que
procede la acció n de demarcació n si ninguno de los vecinos posee el suelo en cuestió n con
á nimo de señ or y dueñ o; de lo contrario, para obtener que se prive a uno de la posesió n y se
entregue a otro, hay que recurrir necesariamente a la acció n reivindicatoria.
286
predios; los limites pueden también marcarse con á rboles, cercas vivas, o muertas, fosos, etc.
2. - Dos fundos contiguos. Precisamente los hitos divisorios deben colocarse en predios
que se tocan. Así, la acció n de demarcació n no cabe entre dos dueñ os de fundos
separados por la interposició n de otro fundo de un tercero dueñ o o por un inmueble
bien nacional de uso pú blico.
Excepción a la demarcación
Si los predios está n demarcados, no hay nada que demarcar, sea que los predios estén
deslindados por acuerdo de los dos vecinos, o por resolució n judicial.
El Có digo Civil no distingue sobre que tipo de predios procede. Ahora, rara vez habrá
que deslindar predios urbanos, ya que ellos generalmente está n deslindados y separados por
cierros completos que los individualizan; pero si por partició n o enajenació n se confundiesen,
solo entonces procedería la demarcació n.
A. – Demarcación Amigable
Este tipo de demarcació n puede anularse por error u otro vicio del consentimiento.
La capacidad y poder necesario para celebrar la demarcació n amigable, son los de los
actos de administració n, ya que se trata de reconocer derechos preexistentes y conservarlos.
Así el hijo menor de edad puede convenir libremente en la demarcació n respecto de un
inmueble de su peculio profesional y el marido respecto de los predios de la Sociedad
Conyugal.
287
transacciones sobre parte de los terrenos, entonces la capacidad y el poder necesario son los
que exigen los actos de enajenació n inmobiliaria.
B. – Demarcación Judicial
Si no hay acuerdo entre las partes, la ley le reconoce a cada uno la acció n judicial de
demarcació n. Esta acció n es real e inmobiliaria.
La jurisprudencia ha dicho que solo puede ejercer la acció n el que acredite ser
propietario o al menos, poseedor del predio que se trata de deslindar. El poseedor puede ser
regular o irregular, en virtud del artículo 700 inciso 2.
La acció n de demarcació n puede ser ejercida por cualquiera persona que tenga un
derecho real en la cosa, como el usufructuario, el usuario, etc. Esta conclusió n está basada en
el artículo 842 del Có digo Civil. Este artículo dice: “Todo dueño de un predio tiene derecho a
que se fijen los límites que lo separan de los predios colindantes, y podrá exigir a los respectivos
dueños que concurran a ello, haciéndose la demarcación a expensas comunes.” Este artículo se
refiere a todo dueño, es decir, todo propietario, redacció n que no excluye a otros derechos
reales.
Cuando un derecho real pertenece a una comunidad, se reconoce a cada uno de los
comuneros el derecho de ejercer la acció n de demarcació n sin necesidad de pedir el
consentimiento de los otros comuneros. La Corte Suprema ha dicho que esta acció n al igual
que la de cerramiento, son acciones de conservació n, y por esto no se requiere autorizació n.
Artículos 2.078 y 2.132
Cuando coexisten varios derechos reales sobre el mismo predio, el dueñ o del predio
vecino demandado de demarcació n tiene un interés evidente en que sean llamados a juicio los
titulares de esos derechos para que la sentencia también los afecte. Así el usufructuario
llamará al nudo propietario, porque si no lo hacer, la sentencia tendrá efecto provisional con
efectos limitados a la duració n del usufructo y sería inoponible al nudo propietario.
Pueden ser demandadas todas las personas que pueden ser demandantes. La
jurisprudencia ha dicho que si el demandante, por medio de la demarcació n, quiere separar su
predio de otro que pertenece en comú n a varias personas, todos los comuneros a quienes
pueda perjudicar la demarcació n o afectar sus derecho, deben ser comprendidos en la causa y
notificá rselas la demanda.
288
Es una acció n doble en que cada uno de los propietarios vecinos desempeñ a
teó ricamente el papel de demandante y demandado; ambas partes está n en una situació n
igual y, por tanto, cada una de ellas tiene el peso de la prueba de sus respectivas pretensiones.
Esto diferencia al juicio de demarcació n del juicio reivindicatorio.
Imprescriptibilidad
1. - Si uno de ellos es removido o destruido por caso fortuito, la reposició n debe hacerse por
ambos propietarios a expensas comunes.
2. - Si alguno de los hitos es removido o destruido intencionalmente por uno de los dueñ os
de los predios vecinos, dice el artículo 843 “Si se ha quitado de su lugar alguno de los
mojones que deslindan predios vecinos, el dueño del predio perjudicado tiene derecho para
pedir que el que lo ha quitado lo reponga a su costa, y le indemnice de los daños que de la
remoción se le hubieren originado, sin perjuicio de las penas con que las leyes castiguen el
delito.” El artículo 462 del Có digo Penal sanciona con presidio menor en su grado
mínimo y multa de once a veinte unidades tributarias mensuales, al que destruyere o
alterare términos o límites de propiedades pú blicas o particulares con á nimo de
289
lucrarse.
Sanciones de la Demarcación
2. Cerramiento
Las municipalidades, segú n su Ley orgá nica Constitució n, tienen la facultad para exigir
el cerramiento de los sitios abiertos al costado de los lugares de uso pú blico.
Segú n el artículo 844 inciso final “El cerramiento podrá consistir en paredes, fosos,
cercas vivas o muertas.”
290
Aquí no hay predio dominante ni predio sirviente, ademá s, no existe el gravamen con
las características que le encontramos en el caso de las servidumbres. Desde Pothier pasando
por muchos autores franceses, el cerramiento no es una servidumbre, sino obligaciones
impuestas por las relaciones de vecindad.
Imprescriptibilidad
El derecho a cerrar el fundo propio es una facultad del dominio, y como éste,
imprescriptible si no se hace uso de ellas; constituye un acto de mera facultad que no da lugar
a prescripció n alguna.
3. La Medianería
El cerramiento (pared, cerca, muro) que separa dos predios contiguos se llama divisorio .
El cerramiento divisorio es privativo si pertenece a uno de los vecinos, y medianero si a ambos.
Naturaleza Jurídica
Los que niegan el cará cter de Servidumbre, dicen que ésta no cabe distinguir el
predio dominante del predio sirviente y que la reciprocidad de las obligaciones de
los dueñ os de dos predios contiguos es contraria a la unilateralidad del gravamen
que caracteriza al concepto genérico de servidumbre. Sin embargo, hay que
291
observar que si bien la carga es virtualmente recíproca, desde el punto de vista
prá ctico ella entra en juego de manera unilateral, en provecho de uno solo de los
dos fundos y en contra del otro, pues el dueñ o del predio que desea cerrarlo tiene
acció n para obligar a los colindantes a que concurran a la construcció n de cercas
divisorias comunes. Artículo 846. Por tanto, ese dueñ o puede imponer la carga a
los propietarios de los otros fundos, y en ese sentido el suyo sería predio
dominante. Sin embargo, para Alessandri, hay que atender no a la iniciativa para
imponer la carga, sino a la existencia de ésta y el beneficio, y ambos, en definitiva,
resultan recíprocos y no unilaterales.
292
2. – Prescripción
Serían actos de copropietario, por ejemplo, utilizar el muro divisorio ajeno para el
edificio propio, o servirse de aquél como muro de fondo, o hacerlo soportar parte de un
techado propio, etc.
2. - Uno forzado. Es el caso del artículo 854: “En todos los casos, y aun cuando conste que
una cerca o pared divisoria pertenece exclusivamente a uno de los predios contiguos, el
dueño del otro predio tendrá el derecho de hacerla medianera en todo o parte, aun sin el
consentimiento de su vecino, pagándole la mitad del valor del terreno en que está hecho el
cerramiento, y la mitad del valor actual de la porción de cerramiento cuya medianería
pretende.”
Pero cuando un muro o cerco divisorio es privativo, el dueñ o contiguo tiene derecho a
hacerlo medianero. En todos los casos, y aun cuando conste que una cerca o pared divisoria
pertenece exclusivamente a uno de los predios contiguos, el dueñ o del otro predio tendrá el
derecho de hacerla medianera en todo o parte, aun sin el consentimiento de su vecino,
pagá ndole la mitad del valor del terreno en que está hecho el cerramiento, y la mitad del valor
actual de la porció n de cerramiento cuya medianería pretende. Artículo 854.
293
imprescriptible; lo mismo que el derecho de domino, del cual es una facultad, no se pierde por
el no uso.
1. - Algunos estiman que es una expropiación, fundada en el interés general de evitar una
pérdida de terreno, de obra de mano y de materiales, pérdida que existiría si el vecino
del dueñ o de la pared divisoria privativa se viera obligado a hacer otra en sus terrenos.
Pero se ha replicado que en este caso el interés general no es de la misma especie que el
que consulta la Constitució n Política para la procedencia de la expropiació n por causa
de utilidad pú blica.
2. - Otros piensa que la operació n que se produce cuando el vecino hace uso de su derecho
de hacer medianera la ceca o parte divisoria es simplemente una venta;
Esta venta por referirse a un inmueble, como es la muralla o cerca, debe otorgarse
por escritura pú blica e inscribirse en el Conservador de Bienes Raíces,
efectuá ndose en esta forma la tradició n.
El Có digo Civil admite pruebas directas e indirectas. Son de la primera especie el titulo
y la prescripció n, y de la segunda las presunciones.
1. - El titulo. Se debe entender en un sentido amplio. Puede ser una escritura pú blica o una
privada reconocida por la parte contra la cual se opone, declarativa o traslaticia de
derechos.
a) Titulo declarativo. Lo habrá por ejemplo, si del escrito consta que los 2
propietarios colindantes hicieron el cerramiento de acuerdo y a expensas
comunes.
b) Titulo traslaticio. Será así, por ejemplo, si el propietario de 2 terrenos vende uno y
en la escritura pú blica se dice que el contrato comprende la medianería de la
pared o cerca divisoria.
294
alguna señal aparece que han hecho el cerramiento de acuerdo y a expensas
comunes.”: apoyo de los edificios vecinos en una misma muralla separativa;
salientes (cornisas, repisas y similares) construidas con el muro y que se
presentan de los dos lados opuestos; albardilla o caballete del muro inclinados a
los 2 lados de éste para defender de la lluvia ambos paramentos.
No habría lugar para presumir medianera una pared que sostiene uno solo
de los edificios vecinos y sin que haya vestigio alguno de que el propietario
del otro la hubiera utilizado en alguna forma. Tampoco podría considerarse
medianero un muro en que aparezcan construidos con él salientes de un
edificio que se adentran hasta má s de la mitad del grueso del muro, etc.
b) El artículo 853 inciso establece otra: “Toda pared de separación entre dos edificios
se presume medianera, pero sólo en la parte en que fuere común a los edificios
mismos.” Es decir,. La pared de la pared de separació n que sirve de apoyo o como
base de construcció n a uno y otro edificio.
c) El inciso 2 del artículo 853 establece la ú ltima: “Se presume medianero todo
cerramiento entre corrales, jardines y campos, cuando cada una de las superficies
contiguas esté cerrada por todos lados: si una sola está cerrada de este modo, se
presume que el cerramiento le pertenece exclusivamente.”
1. - Derecho de edificar sobre la pared medianera. Cualquiera de los dos condueñ os que
quiera servirse de la pared medianera para edificar sobre ella, o hacerla sostener el
peso de una construcció n nueva, debe primero solicitar el consentimiento de su vecino,
y si éste lo rehú sa, provocará un juicio prá ctico en que se dicten las medidas necesarias
para que la nueva construcció n no dañ e al vecino. Artículo 855 inciso 1.
a) ¿Qué se entiende por juicio práctico?. Estos eran una forma de resolver por
peritos las contiendas que versaban sobre materias que exigían conocimientos
especiales y examen ocular del objeto disputado. Dichos peritos actuaban como
á rbitros. Estos juicios fueron abolidos por el Có digo de Procedimiento Civil. Dice
el artículo: “Cuando la ley ordene que se resuelva un asunto en juicio práctico o
previo informe de peritos, se entenderán cumplidas estas disposiciones agregando el
reconocimiento y dictamen pericial en conformidad a las reglas de este párrafo, al
procedimiento que corresponda usar, según la naturaleza de la acción deducida.”
295
hasta el medio de la pared, sin dislocarlos. Artículo 855.
c) Pagará la misma indemnización todas las veces que se trate de reconstruir la pared
medianera. Es una consecuencia de la regla anterior.
d) Será obligado a elevar a su costa las chimeneas del vecino situadas en la pared
medianera. Es una consecuencia de la de cada medianero de respetar el derecho
del otro condueñ o, que se hará ilusorio si con el alza de las murallas se dejaran las
chimeneas ciegas e inservibles.
Este artículo no hace sino aplicar la regla del artículo 2.309, el que expresa que cada
comunero debe contribuir a las obras y reparaciones de la comunidad proporcionalmente a su
cuota.
296
Agrega el inciso 2 del artículo 858: Sin embargo, podrá cualquiera de ellos exonerarse
de este cargo, abandonando su derecho de medianería, pero só lo cuando el cerramiento no
consista en una pared que sostenga un edificio de su pertenencia.
D. Árboles medianeros
Cualquiera de los dos condueñ os puede exigir que se derriben dichos á rboles,
probando que de algú n modo le dañ an; y si por algú n accidente se destruyen, no se repondrá n
sin su consentimiento. Artículo 859 inciso 2.
El dueñ o de una casa tiene derecho para impedir que cerca de sus paredes haya
depó sitos o corrientes de agua, o materias hú medas que puedan dañ arla.
Tiene asimismo derecho para impedir que se planten á rboles a menos distancia que la
de 15 decímetros, ni hortalizas o flores a menos distancia que la de 5 decímetros.
Si los á rboles fueren de aquellos que extienden a gran distancia sus raíces, podrá el
juez ordenar que se planten a la que convenga para que no dañ en a los edificios vecinos: el
má ximum de la distancia señ alada por el juez será de cinco metros.
Los derechos concedidos en este artículo subsistirá n contra los á rboles, flores u
hortalizas plantadas, a menos que la plantació n haya precedido a la construcció n de las
paredes. Artículo 941
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Este es una consecuencia del artículo 941. Dice el artículo 942. Si un á rbol extiende sus
ramas sobre suelo ajeno, o penetra en él con sus raíces, podrá el dueñ o del suelo exigir que se
corte la parte excedente de las ramas, y cortar él mismo las raíces.
Obligación de observar las ordenanzas en las obras de que pueda resultad daño a los
edificios o heredades vecinas
4. Servidumbre de Tránsito
Es el derecho concedido por la ley al dueño de un fundo que se halla destituido de toda
comunicación con el camino público por a interposición de otros predios, para exigir paso por
alguno de éstos, en cuanto fuere indispensable para el uso y beneficio de su fundo, previa la
correspondiente indemnización. Es una definició n extraída del artículo 847.
Naturaleza Jurídica
Esta si es una verdadera servidumbre, pues hay un predio dominante, que es el que
está desprovisto de salida al camino pú blico; y hay un predio sirviente, que es el que va a
atravesar el dueñ o del predio dominante; y hay también un gravamen: dejar pasar al dueñ o
del predio dominante, sus vehículos, etc.
1. - Esta es una servidumbre discontinua, porque para ejercerla se requiere un hecho actual
del hombre.
2. - Es una servidumbre positiva, porque el dueñ o del predio sirviente debe dejar de hacer
al dueñ o del predio dominante.
3. - Puede ser una servidumbre aparente o inaparente, pero lo comú n es que tenga el primer
carácter.
Adquisición
Es evidente que esta servidumbre de trá nsito o , mejor dicho, el papel del predio
sirviente, no puede recae sobre un camino que es un bien nacional de uso pú blico.
Requisitos de la servidumbre
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1. - El predio que trata de impone la servidumbre debe estar desprovisto de toda
comunicación con el camino público. Por lo tanto, si el predio dominante tiene salida o
comunicació n con el camino pú blico, pero ella es larga y costosa, no tiene su dueñ o
derecho a imponer esta servidumbre.
3. - Debe indemnizarse previamente al dueño del predio servil. La regla general es que
esta indemnizació n sea fijada por las partes, pero si las partes no se convienen, se
reglará por peritos, tanto el importe de la indemnizació n, como el ejercicio de la
servidumbre. Artículo 848. El procedimiento es un juicio sumario.
Derecho del dueño del predio sirviente para pedir que se le exonere de la servidumbre
El artículo 850 considera la hipó tesis de que un predio que era uno se divida en lotes y
quede transformado en diversas hijuelas, de las cuales una o má s resultan desprovistas de
comunicació n con el camino pú blico. Por ejemplo, un fundo se divide en la partició n de la
herencia en 3 hijuelas, tocá ndole a cada uno de los herederos de una hijuela. La hijuela N° 1,
digamos, queda desprovista de comunicació n con el camino pú blico. En este caso, se
entenderá por ley constituida a favor de ella servidumbre de trá nsito, sin necesidad de
indemnización alguna.
Esta disposició n, má s que todo, tiene por objeto defender los derechos de los otros
propietarios vecinos, a quienes por la ley el dueñ o del predio sin comunicació n podría obligar
a soportar la servidumbre de trá nsito.
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5. Acueducto
Todas las aguas del territorio nacional, son bienes nacionales de uso público. Artículo 595 del
Có digo Civil y 5 del Có digo de Aguas. Las aguas son bienes nacionales de uso pú blico y se
otorga a los particulares el derecho de aprovechamiento de ellas, en conformidad a las
disposiciones del presente Có digo, artículo 5 del Có digo de Aguas.
El derecho de aprovechamiento es un derecho real que recae sobre las aguas y consiste
en el uso y goce de ellas, con los requisitos y en conformidad a las reglas que prescribe el
Có digo de Aguas. El derecho de aprovechamiento sobre las aguas es de dominio de su titular,
quien podrá usar, gozar y disponer de él en conformidad a la ley. Artículo 6 del Có digo de
Aguas.
La Constitució n Política dice expresamente que “los derechos de los particulares sobre
las aguas, reconocidos o constituidos conforme a la ley, otorgarán a sus titulares la propiedad
sobre ellos” Artículo 19 N° 24 inciso final. Es importante tener presente que la propiedad se
confiere sobre los derechos sobre las aguas y no sobre las aguas mismas.
En la realidad, el agua debe venir calzada, o sea, por un conducto que, en este caso, se
construye o está construido en fundo ajeno. Acueducto etimoló gicamente significa conducto
de agua.
Definición
Características
2. - Positiva. Porque impone al dueñ o del predio sirviente la obligació n de dejar hacer algo.
3. - Puede ser aparente o inaparente. Será aparente cuando corra por un cauce que se
300
manifiesta por señ as exteriores, de lo contrario, será inaparente. Generalmente es
aparente.
Predios Dominantes
Predios Sirvientes
Todo predio puede ser predio sirviente de la servidumbre de acueducto, salvo los
mencionados en el artículo 80 del Có digo de Aguas. Los edificios, instalaciones industriales y
agropecuarias, estadios, canchas de aterrizaje y las dependencias de cada uno de ellos, no
está n sujetos a la servidumbre de acueducto.
2. - Existencia del derecho de disponer de las aguas que se pretenden conducir. Hay que
probar el derecho.
Procedimiento
301
especial, se tramitan conforme al Procedimiento Sumario establecido en el Titulo XI del Libro
III del Có digo de Procedimiento Civil artículos 680 a 692. Artículo 177 del Có digo de Aguas.
Con todo, si con motivo de la utilizació n de los canales existentes debieren efectuarse
ensanches, ampliaciones o modificaciones en el cauce, se procederá en la forma señ alada en el
artículo 85. Artículo 84 del Có digo de Aguas.
Si se tratare de una bocatoma, será n de su exclusivo cargo todas las obras de reforma
o de cualquier otra naturaleza, necesarias para extraer el nuevo volumen de agua.
Todo otro perjuicio será también de cargo del interesado, quien, ademá s, deberá
concurrir a los gastos de mantenció n y operació n de las obras en la forma prevista en el
artículo 91. Artículo 85 del Có digo de Aguas.
302
permita el libre descenso de las aguas y que, por la naturaleza del suelo, no haga
excesivamente dispendiosa la obra.
Verificadas estas condiciones, se llevará el cauce por el rumbo que menos perjuicio
ocasione al predio o heredad sirviente.
El Juez conciliará , en lo posible, los intereses de las partes y en los puntos dudosos
decidirá a favor de las heredades sirvientes. Artículo 79 del Có digo de Aguas.
2. - Servidumbre de Drenaje. Se justifica pro el interés general, que en este caso consiste en
el aumento de los terrenos cultivables o el mejoramiento de la salubridad de una regió n
como consecuencia de la desecació n de los pantanos. Esta servidumbre se rige por la de
acueducto así que se sigue el mismo procedimiento establecido para las
indemnizaciones. El drenaje puede hacerse a tajo abierto, que es la forma usual en Chile,
o por alcantarillas subterrá neas.
Los Derrames
Constituyen derrames las aguas que quedan abandonadas después de su uso, a la
salida del predio. Se presume el abandono de estas aguas desde que el dueñ o del derecho de
aprovechamiento hace dejació n de ellas, en los linderos de la propiedad, sin volver a
aprovecharlas. Artículo 43 del Có digo de Aguas.
Los derrames que escurren en forma natural a predios vecinos podrá n ser usados
dentro de éstos, sin necesidad de obtener un derecho de aprovechamiento. Artículo 44 del
303
Có digo de Aguas.
Las mismas reglas se aplicará n a las aguas provenientes de las lluvias o filtraciones
que se recojan en los fosos de los caminos para darles salida a cauces vecinos. Para este fin, los
predios intermedios quedan sujetos a servidumbre. Artículo 95 del Có digo de Aguas.
Luces son ventanas o huecos destinados a dar luz y aire a los espacios cerrados y
techados; vista son huecos o ventanas que, ademá s del paso de luz y el aire, permiten
asomarse al predio vecino o, como decía una costumbre francesa, dirigir “miradas
penetrantes” sobre él.
No se pueden tener ventanas, balcones, miradores o azoteas, que den vista a las
habitaciones, patios o corrales de un predio vecino, cerrado o no; a menos que intervenga una
distancia de tres metros. Artículo 878 inciso 1. Si la distancia es mayor a los 3 metros, el
dueñ o de la pared medianera puede hacer lo que le plazca.
La ley no impide construir ventanas de luces; pero concilia su interés, hasta donde es
posible, con el del vecino, que tiene derecho a vivir libre de molestias, provocadas por miradas
fiscalizadoras u objetos que caen en tierra por negligencia o malignidad de los moradores del
edificio en que está la ventana.
304
de luces, son las siguientes y está n en el artículo 875:
a) La ventana estará guarnecida de rejas de hierro, y de una red de alambre, cuyas mallas
tengan tres centímetros de abertura o menos.
b) La parte inferior de la ventana distará del suelo de la vivienda a que da luz, tres
metros a lo menos.
Puede suceder que una pared divisoria privativa llegue a ser después medianera;
en tal caso, el que construyó la ventana debe clausurarla, a menos que se deje
subsistir voluntariamente, por mutuo consentimiento de ambos dueñ os. Artículo
877.
Aunque las luces se practiquen en la forma establecida en la ley, el vecino conserva sus
facultades del dominio.
2. - Ademá s, el que goza de la servidumbre de luz no tendrá derecho para impedir que en el
suelo vecino se levante una pared que le quite la luz. Artículo 876. Este artículo solo rige
la servidumbre legal de luz; pero no se aplica tratá ndose de una servidumbre
voluntaria, en que una persona se compromete a no privar en alguna forma de luz al
predio vecino.
3. - Si la pared divisoria llega a ser medianera, cesa la servidumbre legal de luz, y só lo tiene
cabida la voluntaria determinada por mutuo consentimiento de ambos dueñ os. Artículo
877.
305
1. - No son servidumbres. La servidumbre existiría si los huecos se abrieran en pared ajena.
Así, se trata solo de restricciones del dominio impuestas por la ley y basadas en las
relaciones de vecindad.
2. - Es una servidumbre. Hay autores que sostienen esta posició n, pero el asunto no lo
resuelven en forma contradictoria:
a) Algunos autores entre ellos Alessandri, dicen que si, ajustá ndose al Có digo Civil hay
que calificar de servidumbre la restricció n en estudio, debe concluirse que ella se impone
al dueñ o de la pared en beneficio del predio vecino: el gravamen consiste en que los huecos
deben practicarse de acuerdo con las condiciones fijadas por la ley, en consecuencia,
predio dominante es el vecino al de la pared privativa, y su beneficio o utilidad consiste en
la libertad y tranquilidad que, dentro de lo posible, proporciona a sus moradores; predio
sirviente es el predio de que forma parte la pared en que se abren las luces sometidas a las
condiciones legales, o en que no pueden abrirse las vistas.
Nuestro Có digo Civil habla de servidumbre legal de luz. Pero sus
disposiciones confunden cuá l es el predio dominante y cuál es el sirviente.
Diversos artículos dan a entender que el predio dominante, es el que tiene
la ventana a través de la cual recibe luz, y que el predio sirviente es el
vecino. Estos preceptos son:
306
1. -Los que sostienen el predio gravado es el de la pared que tiene ventanas,
ló gicamente concluyen que es una servidumbre negativa: el dueñ o del muro tiene la
prohibició n de hacer las ventanas como le plazca. Por el contrario, los que afirman que
el predio gravado es el vecino, concluyen que es una servidumbre positiva: el dueñ o del
predio vecino debe dejar al dueñ o de la pared hacer las ventanas en la forma prescrita
por la ley.
2. -Es una servidumbre aparente: está continuamente a la vista, se manifiesta por
señ ales exteriores (ventanas, troneras).
3. -Es continua: se ejerce sin necesidad de un hecho actual del hombre.
No existe la servidumbre legal de aguas lluvias. Los techos de todo edificio deben
verter sus aguas lluvias sobre el predio a que pertenecen, o sobre la calle o camino pú blico o
vecinal, y no sobre otro predio, sino con voluntad de su dueñ o. Artículo 879.
Esta servidumbre, solo puede establecerse por la voluntad de las partes. La
jurisprudencia ha establecido que incluso puede adquirirse por prescripció n, pues es una
servidumbre aparente y continua: está a la vista por medio del techo que recibe y vierte las
aguas y se ejerce sin necesidad de un hecho actual del hombre.
El dueñ o de un predio puede servirse, de acuerdo con las leyes y ordenanzas
respectivas, de las aguas lluvias que corren por un camino pú blico y torcer su curso para
utilizarlas. Ninguna prescripció n puede privarle de este uso. Artículo 11 del Có digo de Aguas.
307
3. – Servidumbres Voluntarias
En virtud de la autonomía de la voluntad, cada cual podrá sujetar su predio a las servidumbres
que quiera, y adquirirlas sobre los predios vecinos con la voluntad de sus dueñ os, con tal que
no se dañ e con ellas al orden pú blico, ni se contravenga a las leyes. Artículo 880 inciso 1.
Obviamente que la libertad de los hombres para establecer servidumbres prediales supone la
concurrencia de elementos que tipifican el instituto. No se puede llamar servidumbre a una
carga que objetivamente no lo es. Muchas veces no son tan solo las partes, sino que los
propios tribunales los que establecen servidumbres voluntarias siendo que no lo son.
Las servidumbres que no pueden imponerse como legales pueden establecerse como
voluntarias
Cuando una servidumbre no puede exigirse o imponerse como legal por faltar uno o
má s de los requisitos que la hacen procedente en ese carácter, nada obsta para que se
establezca como voluntaria. Así, por ejemplo, para la servidumbre de trá nsito se requiere que
el predio dominante, esté totalmente desprovisto de comunicació n con el camino pú blico;
puede suceder en un caso concreto que determinado fundo tenga comunicació n, aunque larga
y costosa: el inconveniente se podría subsanar con una servidumbre de trá nsito voluntaria,
establecida de comú n acuerdo entre el dueñ o del predio que será sirviente y el del que lo será
dominante.
Sabemos que la llamada servidumbre legal de vista es negativa, impide mirar al predio
vecino; pero nada impide establecer una verdadera servidumbre de vista positiva con el
cará cter de voluntaria. Por ejemplo, el dueñ o de un hermoso jardín podría convenir
voluntariamente con el dueñ o del predio vecino, situado a menos de 3 metros, que este ú ltimo
abriera ventanas con vista a las rosas y los alhelíes. En este caso, predio dominate sería el de
las ventanas, y sirviente el del jardín.
308
Modos de Establecer las Servidumbres Voluntarias
Las servidumbres de esta especie pueden también adquirirse por sentencia de juez en
los casos previstos por las leyes. Artículo 880 inciso 2.
Salvo una excepció n (la del partidor), las leyes no prevén el establecimiento de
servidumbres por sentencias judiciales, pues éstas son só lo declarativas de derechos y no
atributivas de los mismos. Parece que al redactarse la disposició n en comento se tuvo
presente la regla dada al partidor de que en la divisió n de fundos se establecerá n las
servidumbres necesarias para su có moda administració n y goce. Artículo 1.337 regla 5ª. Sería
el ú nico caso en que el juez crea un derecho.
A. Titulo
Cuando la ley dice que se pueden adquirir por titulo, toma esta palabra en el sentido
de acto jurídico generador de un derecho, y no en el sentido de escrito o medio probatorio.
Esfera de aplicación
Por prescripció n y por destinació n del padre de familia, só lo se pueden adquirir las
servidumbres que son, a la vez, continuas y aparentes. Artículos 881 y 882 inciso 2. Las
servidumbres discontinuas de todas clases y las servidumbres continuas inaparentes só lo
pueden adquirirse por medio de un título, ni aun el goce inmemorial bastará para
constituirlas. Artículo 881 inciso 1.
Capacidad
1. - Para el dueño del predio sirviente. La constitució n de una servidumbre
importa un acto de disposició n de un derecho real inmueble y, por tanto, debe tener
capacidad para enajenar semejante derecho.
a) Representantes legales de los incapaces. Para gravar con servidumbre los bienes raíces
de sus representados, deben ajustarse a los requisitos legales, para la enajenació n de los
inmuebles de los incapaces. Así, el tutor o curador debe obtener previamente decreto
judicial, y el juez só lo puede autorizar la constitució n de la servidumbre por causa de
utilidad o necesidad manifiesta. Artículo 393.
309
b) Poder para gravar. En principio una servidumbre no puede establecerse sino por el
dueño de la heredad que será sirviente.
i) Si ésta pertenece en común a varias personas, los copropietarios deben
proceder de comú n acuerdo; pero si uno de ellos, por su sola voluntad,
grava la heredad pro indiviso, la constitució n de la servidumbre no produce
efecto con respecto a los otros copropietarios mientras dura la indivisió n:
terminada ésta, si el comunero que la constituyó la servidumbre sin el
consentimiento de los demá s, llega a ser dueñ o exclusivo por cualquier
causa de toda la heredad gravada o de una parte de ella, la servidumbre
adquiere eficacia sobre toda la heredad o sobre la parte obtenida por el
constituyente segú n el caso.
ii) Usufructuario. É l como no tiene poder para disponer de la propiedad,
no puede imponer sobre el predio una servidumbre que tenga que respetar
el nudo propietario, a menos que actú e de acuerdo con éste. Pero como las
servidumbres admiten modalidades, pueden sujetarse a plazo o condició n,
por el tiempo que dure su derecho de usufructo. Por su parte, el nudo
propietario puede constituir servidumbre siempre que no lesione los
derechos del usufructuario, “no es lícito al propietario hacer cosa alguna que
perjudique al usufructuario en el ejercicio de sus derechos; a no ser con el
consentimiento formal del usufructuario.” Artículo 779 inciso 1.
310
La constitució n de una servidumbre no está sujeta a ninguna solemnidad especial. En
general se rige por las reglas del acto que la contiene:
1. -A titulo oneroso. Se aplican las normas de la compraventa. “La venta de los bienes
raíces, servidumbre y censos, y la de una sucesión hereditaria, no se reputan perfectas ante
la ley, mientras no se ha otorgado escritura pública.” Artículo 1.801 inciso 2.
2. -A titulo gratuito. Se aplican las normas de las donaciones o del testamento segú n el
caso. Si es por testamento, se rige por las normas establecidas para ellos. Si es por
donació n entre vivos, no valdrá la donació n entre vivos de cualquiera especie de bienes
raíces, si no es otorgada por escritura pú blica e inscrita en el competente Registro.
Artículo 1.400.
311
B. La Destinación del padre de familia
Una persona cuanto tiene dos o má s predios puede comunicar las utilidades de alguno
de ellos a otro. Así, puede constituir un acueducto en un fundo para llevar aguas a otras
tierras suyas. En este caso no hay servidumbre, pues ésta, por definició n, no cabe en cosa
propia. La destinació n del predio al servicio de otro del mismo dueñ o es un acto que emana
del derecho de propiedad, y se llama tradicionalmente destinación del padre de familia. Este
es, pues, el acto por el cual el dueñ o de dos predios establece entre ellos un servicio o relació n
que constituiría servidumbre si los predios fueran de distintos dueñ os.
Si má s tarde, por cualquier causa (enajenació n, partició n), los fundos pasan a ser de
distintos propietarios, nace del pleno derecho la servidumbre, o sea, el servicio establecido
por el propietario ú nico subsiste con el cará cter de servidumbre, siempre que en el acto por el
cual se produce la diferenciació n del dominio (enajenació n, partició n) no se estipule
expresamente otra cosa. Artículo 881.
La destinació n anterior, segú n el artículo 881, puede también servir de título. Artículo
883 inciso 2.
Requisitos
312
constitució n de la servidumbre por destinació n del padre de familia: porque
mantener el estado de cosas existente al momento de pasar los dos predios a
poder de un solo dueñ o equivale a establecerlo.
C. Prescripción
La regla es que todo derecho subjetivo puede adquirirse por prescripció n, pero hay
una excepció n en materia de servidumbres: solo permite adquirir por prescripció n las
servidumbres continuas y aparentes. Ni aun el goce inmemorial bastará para constituir las
servidumbres discontinuas de todas clases y las servidumbres continuas inaparentes; unas y
otras só lo pueden adquirirse por medio de titulo. Artículo 882.
313
que la exigencia de la continuidad y apariencia de las servidumbres para admitir su
adquisició n por la prescripció n carece de todo fundamento racional o jurídico. Concluyen que
la ley debiera permitir la usucapió n de cualquier clase de servidumbre siempre que el
ejercicio fuera pú blico y suficientemente frecuente para constituir posesió n continua, y que
debiera negarla cuando los actos de posesió n fueran clandestinos o se demostrase que se
llevaron a cabo por simple tolerancia del dueñ o. En dos palabras, la prescripció n adquisitiva
debería quedar sometida a los principios generales.
Plazo de prescripción
Medios de Determinación
Las servidumbres voluntarias, en cuanto a su extensió n y a la forma como deben
usarse, se determinan por los modos que han servido para establecerlas: titulo, prescripción o
destinación del padre de familia. Así lo expresa el artículo 884: “El título, o la posesión de la
servidumbre por el tiempo señalado en el artículo 882, determina los derechos del predio
dominante y las obligaciones del predio sirviente.”
314
este respecto, la ley no distingue entre las diversas especies de servidumbres; pero
como son cosas distintas la constitución y la manera de ejercerlas éstas, el ejercicio de las
servidumbres continuas inaparentes y el de las discontinuas de todas clases suponen la
constitució n de ellas por titulo: sin existencia de éste, tales servidumbres no pueden
adquirirse y menos lo pueden para su ejercicio.
3. - El modo particular de ejercer la servidumbre también puede perderse como la
servidumbre mismas. Por haberse dejado de gozar durante tres añ os, artículo 885 N° 5.
Se pierde por la prescripció n extintita de 3 añ os. La perdida del modo particular de
ejercer la servidumbre se traduce en el no uso parcial de ella, en un uso má s restringido
que al que se tiene derecho.
4. - El Có digo Civil no contiene en la letra de su disposició n ninguna distinció n ni
aclaració n sobre la pérdida del modo particular de ejercer la servidumbre; pero la
doctrina uná nimemente considera que el espíritu de la disposició n está limitado por
consideraciones de equidad y de razó n. Se concluye que si el titular activo de la
servidumbre la ha usado conforme a su titulo en la medida de sus necesidades o
conveniencia, debe entenderse que aquélla se conserva íntegramente, aunque el titulo
no haya hecho todo lo que le permite su titulo. Por ejemplo, si el dueñ o del predio
dominante está autorizado por su titulo a pasar a pie o a caballo por el fundo sirviente, y
no ha tenido necesidad durate 3 añ os de usar caballo para transitar, conserva, no
obstante, todo su derecho, porque no puede estimarse que pierde uno de los modos de
ejercerlo por el hecho de limitar el ejercicio de sus facultades a las necesidades de su
predio.
Por el contrario, la doctrina resuelve que cuando el ejercicio parcial de la
servidumbre ha sido determinado por un obstá culo material que dura má s de 3
añ os y que hace imposible el uso completo de la servidumbre, ésta queda
reducida a los límites en que se ha ejercido durante el tiempo señ alado para la
prescripció n; el mismo criterio se aplica cuando el no ejercicio total es el
resultado de la oposició n del dueñ o del predio sirviente, sin protesta formal del
dueñ o del predio dominante. Por ejemplo, si el titulo faculta para pasar a pie o en
carruaje por la heredad ajena, y el camino es impracticable para el vehículo, el
ejercicio de la servidumbre de este modo se pierde al cabo de 3 añ os y queda
reducido al trá nsito a pie; en igual forma, si se tiene derecho a pasar de día o de
noche y durante ésta el dueñ o del predio sirviente cierra la puerta que da acceso
al camino, y el dueñ o del predio dominante no reclama judicialmente durante 3
añ os, el ejercicio de la servidumbre queda reducido al paso de día.
Causas de Extinción
Como las servidumbres son servicio que un predio rinde a otro, ellas son, en principio,
perpetuas como los predios mismos. Si ellas se extinguen aun cuando los fundos subsistan es
por accidente.
315
1. -Por la resolució n del derecho del que las ha constituido;
2. -Por la llegada del día o de la condició n, si se ha establecido de uno de estos modos;
3. -Por la confusió n, o sea la reunió n perfecta e irrevocable de ambos predios en manos
de un mismo dueñ o.
Así, cuando el dueñ o de uno de ellos compra el otro, perece la servidumbre, y si
por una nueva venta se separan, no revive salvo el caso del artículo 881: por el
contrario, si la sociedad conyugal adquiere una heredad que debe servidumbre a
otra heredad de uno de los dos có nyuges, no habrá confusió n sino cuando,
disuelta la sociedad, se adjudiquen ambas heredades a una misma persona;
4. -Por la renuncia del dueñ o del predio dominante;
5. -Por haberse dejado de gozar durante tres añ os.
6. -En las servidumbres discontinuas corre el tiempo desde que han dejado de gozarse;
en las continuas, desde que se haya ejecutado un acto contrario a la servidumbre.
A estas causas pueden agregarse otras, como la expropiación del predio sirviente.
Algunas de las causales mencionadas son aplicables a todas las servidumbres, pero otras só lo
a las voluntarias.
Esta causal es explicació n del principio general y comú n de que resuelto el derecho del
que da, queda resuelto el derecho del que recibe. Este tipo de terminació n, cabe solo en las
servidumbres voluntarias, pues en las naturales y legales es indiferente el carácter del
derecho del propietario del fundo gravado.
3. – La Confusión
316
ellos compra el otro, perece la servidumbre. Artículo 885 N° 3.
La desaparició n resulta del la extinció n del primer supuesto de la servidumbre, el que
haya dos predios de distintos dueñ os.
Requisitos
1. La reunión del predio dominante y del predio sirviente debe serlo en manos de un
mismo dueño. Esta integració n persona no se produce si el propietario de uno de los
predio só lo adquiere la copropiedad del otro, o si, la sociedad conyugal adquiere
una heredad que debe servidumbre a otra heredad de uno de los dos có nyuges, no
habrá confusió n sino cuando, disuelta la sociedad, se adjudiquen ambas heredades a
una misma persona. Artículo 885 N° 3 inciso 2.
3. Es preciso que la reunión de ambos predios en manos de un mismo dueño sea perfecta
e irrevocable. No lo es si la adquisició n de la heredad que causó la reunió n en una
persona de los dos predios cesa en virtud de una causa con efecto retroactivo. Por
ejemplo, la nulidad o resolució n del título adquisitivo, evicció n de uno de los fundos.
Renacimiento de la servidumbre
Sabemos que cuando el dueñ o de uno de los predios, dominante o sirviente, adquiere
el otro, parece la servidumbre por confusió n. Si después, por una nueva venta o por un legado
a un tercero los predios otra vez se separan, la servidumbre, por regla general, no revive. Para
que renaciera sería necesario constituirla de nuevo en el instrumento de enajenació n o en
otro posterior.
Pero hay un caso de excepció n en que la servidumbre revive automá ticamente, es el
caso de la destinació n del padre de familia, artículo 885 N° 3 inciso 2: si el dueñ o de uno de los
fundos relacionados por la servidumbres adquiere el otro y deja subsistente el servicio que
aquélla prestaba, enajenando después uno de los predios, el servicio renace como
servidumbre, a menos que en el titulo constitutivo de la enajenació n se haya establecido otra
cosa. La ley considera que el hecho de haberse mantenido la servidumbre como mero servicio
mientras estuvieron los predios en manos de un dueñ o ú nico, equivale al establecimiento del
servicio por parte de éste y que el hecho de no decidirse nada expresamente en el titulo
constitutivo de la enajenació n o de la partició n significa la voluntad de las partes de dejar
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subsistente el servicio como servidumbre, o sea, las cosas vuelven al estado primitivo que
tenían cuando los dos predios, como ahora, pertenecían a distintos dueñ os: la excepció n del
renacimiento de la servidumbre está restringida a los servicios continuos y aparentes.
Esta norma es una aplicació n del artículo 12 del Có digo Civil. La renuncia puede ser
expresa o tácita. La tacita exige que los actos de que se deduce sean concluyentes,
incompatibles con la voluntad de mantener la servidumbre. En caso de duda debe decidirse
que no hay renuncia.
Por ejemplo, sería una renuncia tácita si el dueñ o del predio dominante que tiene
sobre el predio vecino la servidumbre de trá nsito autorizara al dueñ o de este ú ltimo para
cortar el camino con una construcció n infranqueable; pero no habría renuncia si le permitiera
cerrarlo con una puerta, siempre que le entregara una llave de la misma.
4. – No Uso
Por haberse dejado de gozar durante tres añ os, o sea, por el no uso, que, a diferencia
de los demá s derechos reales, conduce a la pérdida del derecho por la prescripció n extintiva.
El fundamento de esta causa extintiva radica en que, como la imposició n de la
servidumbre só lo se justifica por la utilidad que presta, la ausencia del uso demuestra la
inutilidad de la carga. La razó n de ser de la servidumbre desaparece y, por tanto, es ló gico que
se extinga ella misma.
A diferencia de la prescripció n como modo adquisitivo de las servidumbres, que só lo
se aplica a las continuas y aparentes (artículo 882), la prescripció n como causa de extinció n
hace perder toda clase de servidumbres (continuas y discontinuas, aparentes e inaparentes),
pues la ley no distingue.
Pero la divisió n de las servidumbres en continuas y discontinuas tiene importancia
para la fijación del momento en que empieza a correr la prescripción extintiva:
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1. - En las servidumbres discontinuas, corre el tiempo desde el ú ltimo acto de
ejercicio de ellas, o sea, desde que han dejado de gozarse por cualquiera persona que
actú e en razó n del fundo dominante. No es necesario, pues, que el ú ltimo acto de goce
sea del propietario. Así, aunque éste no pase jamá s por el fundo sirviente sobre el cual
se tiene servidumbre de trá nsito, ésta se conserva a favor del titular activo si pasan los
obreros del fundo dominante: el plazo de prescripció n de la servidumbre de trá nsito se
contará desde la ú ltima vez que pasó el propietario o cualquier otra persona que lo aya
hecho en razó n del fundo dominante. Si la servidumbre discontinua no se ejerce sino en
forma intermitente, a intervalos perió dicos, el plazo se cuenta, no desde el ú ltimo acto
de uso, sino a partir del período en que el derecho debía ejercerse, pues el no uso carece
de sentido si no se opone a lo que habría podido hacerse.
2. - En las servidumbres continuas, el plazo de prescripció n extintiva se cuenta a
partir desde que se haya ejecutado un acto contrario a la servidumbre, y por tal se
entiende un acto material que impida el ejercicio de la servidumbre, un hecho que el
dueñ o del fundo dominante no puede eliminar. La falta de utilizació n de la servidumbre
deriva de la presencia del obstá culo; de ahí que sea indiferente que éste sea causado por
el hecho del propietario del fundo sirviente o de un tercero cualquiera, que actú e o no
en el interés del propietario del fundo sirviente. Tampoco es preciso que el acto
contrario a la servidumbre esté totalmente consumado: por ejemplo, el que está
gravado con la servidumbre de no edificar, desde que comienza a construir incurre en
un acto contrario a la servidumbre, y al dueñ o del fundo dominante le corre en contra el
plazo.
Interrupción de la Prescripción
La servidumbre sirve al predio y no a la persona del dueñ o del fundo dominante; de
ahí que cualquiera que goce de la servidumbre por razó n o causa del predio dominante la goza
en interés de éste e interrumpe la prescripció n que pudiera estar corriendo: no hay necesidad
de que el acto de goce o interruptivo lo realice el propietario del fundo dominante.
Si el predio dominante pertenece a muchos proindiviso, el goce de uno de ellos
interrumpe la prescripció n respecto de todos; y si contra uno de ellos no puede correr la
prescripció n, no puede correr contra ninguno. Artículo 886.
Respecto de la interrupción de la prescripció n, no hay ninguna novedad, reciben
aplicació n las reglas generales; éstas dicen que si la propiedad pertenece en comú n a varias
personas, todo lo que interrumpe la prescripció n respecto de una de ellas, la interrumpe
también respecto de las otras. Artículo 2.504.
Pero hay una modificació n en torno a la suspensión de la prescripció n, porque en
virtud de ella la prescripció n detiene su curso só lo en beneficio de las personas favorecidas;
sin embargo, tratá ndose de las servidumbres, la causa de la suspensió n a favor de uno de los
propietarios dominantes, aprovecha a todos: “y si contra uno de ellos (contra uno de los
copropietarios del fundo dominante) no puede correr la prescripción, no puede correr contra
ninguno” Esta norma excepcional deriva de la consideració n de que la servidumbre se da má s
a favor del fundo mismo que de tal o cual persona y de la circunstancia de que la servidumbre
es un derecho indivisible, que no puede extinguirse por partes.
319
5. – Imposibilidad de ejercer la servidumbre por el estado en que se hallan
las cosas
Si cesa la servidumbre por hallarse las cosas en tal estado que no sea posible usar de
ellas, revivirá desde que deje de existir la imposibilidad con tal que esto suceda antes de haber
transcurrido tres añ os. Artículo 887.
320
La Acción Reivindicatoria
Generalidades
321
La doctrina generalmente clasifica en 2 estas acciones:
b) La acción negatoria persigue que se reconozca que una cosa no está gravada con
algú n derecho real que el demandado pretende tener; se contrapone a la acción
confesoria que tiende a que se declare a favor del demandante la existencia de una
servidumbre, o de un usufructo o de un derecho de uso o habitació n sobre la cosa
de que es propietario el demandado. En nuestro Có digo Civil no existen
autónomamente la acció n negatoria ni la confesoria. Ambas quedan refundidas en
la reivindicatoria.
c) Interdictos de obra nueva y obra ruinosa. Ellas previenen el dañ o o peligro que
puede temerse. Ambas protegen tanto la propiedad o dominio y la posesió n.
Aunque nuestro Có digo Civil no las regula, pueden ser contradictorias, pues no
tienen por fin conservar o recuperar la posesió n, y tampoco petitorios, pues no
entrañ an una cuestió n de propiedad.
2. - Acciones que protegen el dominio solo en forma indirecta. Su misió n es atender otras
situaciones jurídicas. Especialmente son de este carácter las acciones posesorias y la
publiciana. En cuanto a las posesorias, protegen, precisamente la posesió n, por ello se
protege indirectamente la propiedad.
Son Supuestos:
322
3. - Que se trate de una cosa singular.
No hay que confundir la legitimación en causa (que denota simplemente los titulares
del derecho relació n jurídica que se cuestione) con la legitimación en proceso, que es la aptitud
o facultad de gestionar o ejercer en juicio la tutela o protecció n de un derecho. Por ejemplo, si
el reivindicador es un menor de edad, la demanda reivindicatoria la deberá interponer si
representante legal: el menor de es el legitimado en causa, y el representante legal, el
legitimado en el proceso.
El actor pretende que el juez haga reconocer o constar y como consecuencia ordene la
restitució n de la cosa a su poder por el que la posee. No busca que se le reconozca su derecho
de dominio, puesto que alega tenerlo.
No olvidemos que la Acció n Reivindicatoria es una acció n real, ya que emana de un derecho
real como lo es el dominio. Artículo 577. Por esto la acció n de reivindicació n se diferencia de
323
otras acciones personas que pueden buscar también la restitució n. Así, por ejemplo, las
acciones del arrendatario y comodatario, en su caso, una vez cumplido el plazo del contrato,
son acciones personales, ya que el demandante hace valer un derecho de crédito y no un
derecho real, como el reivindicador, que afirma ante la justicia su derecho de propiedad.
La Acció n Personal, emana de una relació n contractual, sea o no dueñ o de la cosa cuya
restitució n se persigue. Estas acciones personales de restitució n só lo pueden entablarse
cuando el demandado está ligado por una relació n personal o de crédito con el demandante.
Basta acreditar el vínculo de la obligació n entre demandante y demandado: la prueba del
dominio es innecesaria. Por ejemplo, puede arrendarse una cosa ajena; el arrendador, aunque
no sea propietario, siempre obtendrá la restitució n de la cosa si prueba su derecho personal o
de crédito.
Cuando el causante del actual poseedor no ha estado ligado por ninguna relació n
obligatoria con el reivindicador, la acció n reivindicatoria procede sin depender de ninguna
acció n personal previa. Así la venta de cosa ajena es vá lida, pero como no afecta al dueñ o,
puede éste dirigirse de inmediato contra el actual poseedor con la acció n reivindicatoria.
324
Por un tema de economía procesal, el artículo 18 del Có digo de Procedimiento Civil,
permite que se deduzcan dos acciones conjuntamente en un mismo juicio. Intervienen como
demandantes y demandados varias personas, siempre que e deduzca la misma acció n. La
acció n de nulidad y la de reivindicació n, cuando es consecuencia de ella, emanan de un mismo
hecho, la nulidad; ésta permite, por un lado la destrucció n del acto o contrato nulo y, por otro,
la restitució n de lo que se dio o pagó en virtud de ese mismo acto o contrato.
La acció n de nulidad, que es personal, se dirigirá contra los que celebraron el acto o
contrato nulo, y la Acció n Reivindicatoria, que es real, contra el actual poseedor de la cosa
material del acto o contrato nulo.
Cuando ha mediado una relació n jurídica personal del reivindicador con el actual
poseedor de la cosa o su causante, el acogimiento de la reivindicació n está subordinado a la
aceptació n previa de la acció n persona, como la de nulidad o de resolució n del acto o contrato.
Pero si una persona ha sido privada del dominio de una cosa por un acto o contrato que le es
inoponible, no hay subordinació n de la acció n reivindicatoria a una acció n personal previa:
ésta procede directamente. Por ejemplo, en la venta de cosa ajena o en cualquier acto que
conduce a la enajenació n celebrada por un falso representante del dueñ o del bien objeto del
tal acto. No hay acció n de inoponibilidad. Este efecto del acto o contrato inoponible que alegue
el reivindicador no es una acció n, y menos una que deban ser acogida previamente para
aceptar la petició n de restitució n de la cosa. La inoponibilidad es solo un efecto del acto o
contrato de restitución de la cosa.
Las acciones posesorias tienen por objeto conservar o recuperar la posesió n de bienes
raíces o de derechos reales constituidos en ellos. Artículo 916º y artículo 549º Nº 2º del
Có digo de Procedimiento Civil. Segú n la jurisprudencia, es compatible la acció n reivindicatoria
con la acción posesoria de restitución, ya que ambas persiguen el mismo fin.
325
Con todo hay profundas diferencias:
En cuanto a la competencia el artículo 135 del Có digo Orgá nico de Tribunales es enfá tico: Si la
acción entablada fuere inmueble, será competente para conocer del juicio el juez del lugar que
las partes hayan estipulado en la respectiva convención. A falta de estipulación será competente,
a elección del demandante:
Si por el contrario la acció n fuere mueble, dispone el artículo 134 del Có digo Orgá nico de
Tribunales: En general, es juez competente para conocer de una demanda civil o para intervenir
en un acto no contencioso el del domicilio del demandado o interesado, sin perjuicio de las reglas
establecidas en los artículos siguientes y de las demás excepciones legales.
326
2. - Cosas que Pueden Reivindicarse
Si consideramos que esta acció n emana del dominio, siguiendo el có digo, existe
también una propiedad sobre cosas incorporales, como los derechos. Por ello, procede la
reivindicació n contra las cosas corporales e incorporales.
Tanto las cosas corporales raíces como las muebles pueden reivindicarse. Artículo 890 inciso
1.
Excepción
El propio có digo dice que se exceptú an de la reivindicació n, las cosas muebles cuyo
poseedor las haya comprado en una feria, tienda, almacén, u otro establecimiento industrial
en que se vendan cosas muebles de la misma clase. Justificada esta circunstancia, no estará el
poseedor obligado a restituir la cosa, si no se le reembolsa lo que haya dado por ella y lo que
haya gastado en repararla y mejorarla. Artículo 890 inciso 2 y 3.
El contexto mismo de la norma establece que no es una excepció n: dichas cosas no escapan a
la reivindicación. La excepció n está en que el reivindicador no puede exigir lisa y llanamente la
entrega de aquéllas, sino que debe rembolsar al poseedor lo que haya dado por ella y lo que
haya gastado en repararla y mejorarla. Naturalmente el reivindicador puede repetir estas
cantidades contra el que se apoderó de la cosa y la llevó a la feria o la entregó para su venta al
dueñ o de la tienda, almacén o establecimiento en que la compró el poseedor vencido.
Una posició n plantea que al ser el Có digo Procesal Penal posterior al Có digo Civil, nada
debería rembolsar a su legítimo dueñ o.
Pero, otra posició n sostiene que el poseedor que adquirió la cosa hurtada por la compra en
327
una feria, no está obligado a restituir mientras no se hagan los reembolsos a que alude la
disposició n civil. La norma del Có digo Procesal Penal, establece solo la oportunidad en que
deben restituirse las cosas, luego de cumplidas las formalidades procesales de la
comprobació n del dominio o tenencia y la avaluació n legal; pero esto no se opone a la
obligació n de rembolsar que prescribe el Có digo Civil y no puede, como tal, entenderse
derogada esta disposició n. No hay incompatibilidad entre los artículos 189 del Có digo
Procesal Penal y el artículo 890 del Có digo Civil.
El artículo 890º inciso 2º y 3º, también es aplicable a las cosas compradas en Bolsas de
Comercio y en remates judiciales, ya que se ha estimado que no es taxativo y es só lo a modo
ejemplar o al menos, una enumeració n cuyos miembros no son genéricos.
Singularidad de la Cosa
Solo pueden reivindicarse cosas singulares, artículo 889. Se consideran cosas singulares
también las universalidades de hecho: rebañ o, bibliotecas, colecció n de cajetillas, etc.
328
Por el contrario compete entablar la acció n reivindicatoria cuando el
demandando no dice ser heredero, sino que los bienes que él posee no forman parte de la
herencia, sea porque el difunto jamá s ha sido dueñ o de ellos, sea porque se los enajenó en
vida. No se discute en este caso el titulo de heredero del demandante, y éste, para vencer, no
debe limitarse a probar su calidad de dueñ o, sino, ademá s, que la cosa pertenecía al difunto
cuando el demandado la adquirió de otra persona o que la enajenació n es nula, si la obtuvo del
difunto. La prueba es má s difícil aquí que en la petició n de herencia.
Cosas Incorporales
El artículo 583 del Có digo Civil establece que sobre las cosas incorporales
hay también una especie de propiedad. Así, el usufructuario tiene la propiedad de su derecho
de usufructo. De ahí que los otros derechos reales pueden reivindicarse como el dominio;
excepto el derecho de herencia. Artículo 891.
Reivindicación de Cuotas
El artículo 892 señ ala que se puede reivindicar una cuota determinada pro indiviso, de
una cosa singular. Es preciso, eso sí, que la cosa singular esté indivisa aú n, que no se haya
efectuado la partició n aú n. Si ya ha precedido partició n, la cosa ya no es en cuotas, sino que
singular en manos de cada adjudicatario.
329
Se requiere ademá s, que la cosa pro indiviso que se reivindica sea determinada. De
modo contrario, el juez no sabría como ordenar la restitució n.
1. - Algunos sostienen que en la comunidad universal, como una herencia, cada comunero
es dueñ o só lo de una cuota en la comunidad total y abstracta; pero carece de cualquier
derecho sobre los bienes individualmente considerados: respecto de ellos só lo tiene una
expectativa de dominio, si se le llegan a adjudicar. Antes de la adjudicació n, ningú n
comunero puede decir, tratá ndose de una comunidad universal, que es dueñ o de una
cuota determinada en un bien singular, y no pudiendo invocar la calidad de dueñ o, mal
puede entablar la acció n reivindicatoria que, por definició n supone esa calidad.
La disposició n que permite reivindicar una cuota determinada pro indiviso de una
cosa singular (artículo 892) se refiere a cuotas indivisas de una cosa singular que
desde un comienzo ha sido objeto ú nico de una comunidad o que lo ha sido
después de haber formado parte de una comunidad universal, una vez salida de
ésta por haberse adjudicado singularmente a dos o má s personas.
2. - Otros afirman que se puede reivindicar una cuota determinada pro indiviso de una cosa
singular, sea que ésta constituya el bien comú n ú nico o só lo exige que la cuota que se
trata de reivindicar se refiera a una cosa singular y no a la universalidad jurídica dentro
de la cual pueda estar comprendida. Por otra parte, negar la acció n reivindicatoria de
una cuota determinada pro indiviso de una cosa singular que forma parte de una
universalidad jurídica, sería dejar prá cticamente en la indefensió n al comunero que no
se tomó en cuenta para efectuar la enajenació n de esa cosa. En efecto, ese comunero
para reivindicar debería, de acuerdo con la tesis contraria, pedir el consentimiento de
los otros, de los que enajenaron, los que, indudablemente, se negará n, má xime si contra
ellos el adquirente puede entablar la acció n de evicció n. Hay má s: mientras dura la
comunidad, todo comunero tiene interés y derecho a que se reconozca su
coparticipació n y se le ponga en la coposesió n de la cosa comú n; ninguna ley subordina
el ejercicio de ese derecho a la partició n; a la realizació n de ésta para determinar que la
cosa salida de la comunidad universal por la enajenació n de los otros comuneros le
pertenece o no en alguna medida.
Por ejemplo, se ha declarado que “el comunero de una comunidad universal puede,
durante la indivisió n, reivindicar su cuota en y un cosa singular, y no necesita para ello el
consentimiento de los demá s comuneros”.
330
La cosa que se reivindica debe determinarse e identificarse en tal forma que no quepa
duda alguna que la cosa cuya restitució n se reclama es la misma que el reivindicado posee.
Respecto de los inmuebles, es necesario fijar de manera precisa la situació n cabida y linderos
de los predios. Tratá ndose de la reivindicació n de cuota, ella debe igualmente determinarse;
no puede acogerse una acció n reivindicatoria que se funda en una inscripció n que no señ ala la
cuota determinada pro indiviso que el demandante pretende reivindicar.
1. - Concepto de titulo de crédito. Se llama titulo de crédito o mejor dicho título valor, el
documento escrito, destinado a una larga y expedita circulació n, que consigna un
derecho privado cuyo ejercicio está subordinado a la posesió n del documento. En otras
palabras, titulo de crédito es un documento escrito del que deriva la promesa de una
prestació n a favor del que lo posee y presenta, en condiciones legales, al deudor que o
ha emitido o suscrito.
Todo esto es en principio, pues hay casos de excepció n (como los de hurto o
extravío) en que, sin tener la posesió n del título, el acreedor puede exigir el
cumplimiento de la prestació n.
Ejemplos de titulo de crédito, son los cheques, letras de cambio, pagarés billetes
de banco, los títulos representativos de mercadería, llamados por la doctrina
títulos de participació n, etc.
331
artículo 164.
Acción Publiciana
Corresponde a los casos en que puede reivindicar un no dueñ o.
332
En el derecho romano
En el có digo está en artículo 894º. “Se concede la misma acción reivindicatoria, aunque
no se pruebe dominio, al que ha perdido la posesión regular de la cosa, y se hallaba en el caso de
poderla ganar por prescripción. Pero no valdrá ni contra el verdadero dueño, no contra el que
posea igual o mejor derecho.”
Fundamento
Supuestos
2. - La posesión pérdida debe ser regular, es decir, proceder justo título, y haberse
adquirido de buena fe, mediando tradición si el título es traslaticio de dominio.
Artículo 702 del Có digo Civil.
3. - Haberse hallado en el caso de poder ganar la cosa por prescripción. Pero ¿cuándo se
ha estado en este caso? Algunos sostienen que cuando ha transcurrido íntegramente el
plazo de prescripció n y ésta todavía no se ha alegado no, por consiguiente, declarado
judicialmente; mientras el poseedor no completa ese plazo, no puede valerse de la
publiciana, pues si otro se apodera antes de la cosa, se produce la interrupció n natural y
333
la consecuente pérdida de todo el tiempo transcurrido con anterioridad: el poseedor
deja de estar en vías de usucapir.
La publiciana solo puede hacerse valer contra un poseedor de condición inferior al del
demandante
Artículo 894º inciso 2º: “Pero no valdrá ni contra el verdadero dueño, ni contra el que
posea con igual o mejor derecho.” La acció n publiciana no tiene una eficacia general, no
permite al demandante que perdió su posesió n regular triunfar contra cualquier otro
poseedor, sino solo contra aquellos que tienen como poseedores, una condició n inferior. Es un
334
derecho a poseer má s débil.
2. - La acción publiciana no vale contra el que posee con igual derecho que el
demandante poseedor regular que perdió la posesión. Porque en igualdad de causa
prevalece la posesió n actual.
1. - El que entable la acció n reivindicatoria debe probar el dominio, mientras que el que
demande la publiciana solo debe acreditar haber adquirido una posesió n regular há bil
para ganar la cosa por prescripció n.
Esta acció n resulta ú til no solo para defender directamente la posesió n regular de la
cosa, sino indirectamente el dominio, ya que el propietario ejerciendo la acció n publiciana,
puede alivianar su carga probatoria, limitá ndose a invocar y demostrar su mejor derecho a
poseer frente al adversario. En definitiva tiene el mismo efecto prá ctico de la acció n
reivindicatoria.
El actor que hace uso de la acció n reivindicatoria debe estimar que implícitamente
invoca también la acció n publiciana, segú n lo establecen los tribunales chilenos. Así si no logra
probar el dominio, puede probar el mejor derecho a poseer que el contendor.
La acció n reivindicatoria es el que tiene el dueñ o de una cosa singular, de que no está
en posesió n, para que el poseedor de ella, sea condenado a restituírsela, siendo el fin obtener
la posesió n. Artículo 889.
335
posesió n después de la muerte de aquél.
Con relació n a reivindicació n de Inmuebles Inscritos, hay que tomar en cuenta la posició n:
2. - Los que sostienen que la inscripción exigida para adquirir la posesión de los
derechos reales sujetos al régimen de la posesión inscrita no basta, por si sola, para
dar dicha posesión si no va acompañada de la tenencia con ánimo de señor y dueño ;
ellos concluyen que el dueñ o del inmueble inscrito, pero sin tenencia material de éste,
podría entablar la Acció n Reivindicatoria contra el que lo poseyera, pues el dueñ o no
tendría la posesió n por faltarle uno de sus elementos: la tenencia.
336
Principales puntos que debe probar el reivindicado
1. - El dominio. Debe probar el derecho de dominio sobre la cosa que pide le sea restituida.
No debemos olvidar que el artículo 700 inciso 2º establece una presunció n de dominio,
que está a favor del poseedor. Cuando es el Fisco quien reclama tierras que no tienen
dueñ o, la Suprema ha señ alado que es el demandado quien probar su dominio, ya que el
fisco tiene una presunció n legal del artículo 590: “Son bienes del Estado todas las tierras
que, estando situadas dentro de los límites territoriales, carecen de otro dueño.”
a) Algunos sostienen que el fisco carga con la prueba de este punto porque
toca al actor, conforme a los principios probar los supuestos de su acció n, a
este efecto, el fisco podría presentar como prueba que esas tierras carecen
de otro dueñ o:
iii) Reconocimiento en alguna forma por parte del demandado del dominio
del fisco.
337
le corresponderá probar a él el dominio.
1. - Prueba de las Vías Originarias. Los modos originarios son la ocupació n, acció n y
prescripció n. Estos modos son simples hechos por lo que pueden acreditarse por todos
los medios probatorios que establezca la ley, incluso los testigos, ya que las
restricciones establecidas por el Có digo Civil a la prueba testimonial se refiere
ú nicamente a las obligaciones que nacen en los actos y declaraciones de voluntad,
artículos 1.708 y 1.711.
338
c) Dominio Adquirido por Prescripción. Solo exige al actor probar que ha poseído
ininterrumpidamente la cosa o por si mismo o con ayuda de sus antecesores
(unió n de posesiones) durante el tiempo necesario para prescribir.
2. - Prueba de las Vías Derivativas. Los modos derivativos, por virtud del riguroso
principio de que: ningún sujeto puede transferir más derechos de los que tiene,
condicionan o subordinan la existencia del dominio del adquiriente a la del de su
causante. Consecuentemente la prueba del domino adquirido derivativamente supone:
c) El derecho del causante, de éste causante, hasta llegar al antecesor que adquirió el
dominio por un modo originario.
Esto es sumamente largo, difícil y hasta imposible, es una labor tan complicada la
de probar la escala de los sucesivos titulares, que desde la edad media se llama
“probatio diabólica”. Casi siempre no se puede tomar toda la escala probatoria y
queda por probar el dominio o por prescripció n o presunció n judicial.
Cuando se alega la prueba del dominio por tradició n o por sucesió n por causa de
muerte, la prueba completa de ese derecho, forzaría demostrar que el actual titular lo tiene
legalmente y que también lo tienen sus antecesores en la propiedad; basta que cualquiera de
esas personas, aun el causante má s remoto, no hubiere sido dueñ o para que tampoco lo fuera
el ú ltimo y má s nuevo de los adquirentes, la escala se desmonoraría desde arriba hasta el
ú ltimo peldañ o. Pero el derecho no puede vivir de imaginació n jurídica y exigir una
demostració n perfecta de punta a punta, amoldá ndose a una realidad factible, se contenta con
una prueba que abarque sea los límites de la prescripció n, sea ordinaria o extraordinaria. Si se
prueba que se ha poseído por sí mismo o sus causantes durante el tiempo exigido para
prescribir se habrá n demostrado en forma absoluta el derecho de dominio.
339
B. - Prueba por las Presunciones Judiciales del dominio adquirido derivativamente
Por una parte encontramos que la ley, permite que se justifique que el poseedor no es
dueñ o y por otro, no hay ningú n precepto que establezca en esta materia, la repugnancia de la
presunció n judicial.
Confrontando dichos antecedentes, alegados por las partes, los jueces toman en cuenta
la presunció n, ya que los antecedentes hacen má s verosímil la presunció n.
Nuestros tribunales no han plasmado ninguna doctrina general sobre las presunciones
de dominio, de manera que en cada caso, la solució n no está prefabricada y que hay que
construirla paso a paso y caminando con pies de plomo.
Los testigos no pueden acreditar el dominio; ejemplo, no pueden acreditar que una
340
persona es dueñ a, porque ese derecho es un concepto jurídico que solo puede ser apreciado
por el juez. Sin embargo, tanto la posesió n como el dominio, se traducen en hechos materiales
y visibles; estos hechos hacen suponer la calidad de dueñ o en quien los realiza, y nada se
opone a que puedan ser probados por testigos, pues este medio probatorio se rechaza solo
respecto de obligaciones que hayan debido consignarse por escrito, artículo 1.708, los hechos
que traducen el dominio, en cuanto tales, no tienen ese cará cter.
Ejemplo, una persona se ve en la necesidad de probar que era dueñ o la persona que le
transfirió el dominio, perfectamente podría recurrir a los testigos para demostrar que su
causante ejecutaba hechos a que faculta el dominio: venta de productos de la tierra que se le
transfirió , arrendamiento de esta, otras obras, etc. El juez, puede deducir la presunció n, ya que
es normal y corriente que quien es dueñ o, arriende su predio, venda sus productos o haga
obras.
Puede alegar:
5. - La cosa juzgada. Artículo 1.838. Exige que entre la nueva demanda y la anteriormente
resuelta haya identidad de la causa a pedir, esto es, el fundamento inmediato del
derecho deducido en el juicio, artículo 177 del Có digo de Procedimiento Civil. Por lo
tanto, esta excepció n no podrá oponerse a una reivindicació n, sino si ésta invoca el
mismo modo de adquirir hecho valer en una reivindicació n anteriormente rechazada. Si
en la primera reivindicació n se dijo que era dueñ o por haber adquirido la cosa por
compraventa seguida de la correspondiente tradició n, el demandado no podrá oponer la
cosa juzgada si en la segunda reivindicació n que le entabla la misma persona se expresa
por ésta que la cosa se adquirió por sucesió n por causa de muerte.
341
5. - Contra quién se puede Reivindicar
Por regla general só lo el actual poseedor de la cosa puede ser sujeto pasivo de la
acció n reivindicatoria, pero, en determinados casos, ésta procede en contra el que fue
poseedor y dejó de serlo. Segú n algunos, dicha acció n también es posible hacerla valer contra
el injusto detentador que nunca tuvo la calidad de poseedor.
1. - El Actual Poseedor. Conforme a los artículos 889 y 895 del Có digo Civil la acció n de
dominio se dirige contra el actual poseedor. Nada importa que este sea regular o
irregular, con o sin título, de buena o mala fe, la ley no distingue, porque cualquier
posesió n de un tercero lesiona en la misma forma el derecho protegido, el dominio.
ii) Juramento. Puede también obligá rsele decir bajo juramento el nombre y
residencia de la persona en cuyo nombre tiene la cosa y a exhibir el titulo de
su tenencia, y si expresa no tener titulo escrito, a declarar bajo juramento
que carece de él.
b) Poseedor Ficto. Si el mero tenedor o cualquier otro tercero, de mala fe, se da por
poseedor de la cosa que se reivindica sin serlo, será condenado a la indemnizació n de todo
perjuicio que de este engañ o haya resultado al actor. Artículo 897. Por ejemplo, los gastos
de un proceso inú til seguido contra un proceso inú til no legitimado pasivamente, la
pérdida del derecho de propiedad por no haber podido interrumpir la prescripció n contra
el verdadero poseedor, etc.
c) Los Coposeedores. La reivindicació n de una cosa poseída por varios en comú n debe
dirigirse contra todos los comuneros, ya que uno de éstos no representa a los demá s.
342
d) Reivindicación contra los herederos del poseedor. La Acció n Reivindicatoria, en
cuanto persigue reintegrar al dueñ o en la posesió n, debe dirigirse solo contra él o los
herederos que posean la cosa y por la parte que en ellos posean. Artículo 899. Esto porque
es este hecho, y en la medida de que cada cual lo produce, el que da margen a la acció n real
de dominio. En cambio, de las prestaciones a que estaba obligado el poseedor fallecido por
razó n de los frutos o de los deterioros que le eran imputables, responden todos los
herederos y en la proporció n de sus cuotas hereditarias (artículo 899, segunda parte).
Tales prestaciones, constituyen obligaciones del difunto que se traspasan a los herederos:
son deudas hereditarias que, conforme a las reglas generales, se dividen entre los
herederos a prorrata de sus cuotas en la herencia, artículo 1.354.
La norma que rige la relació n entre el reivindicador y los herederos del
poseedor difunto nada tienen que ver con las relaciones puertas adentro de
los herederos entre sí. Por lo tanto, si el heredero se ve en la necesidad de
restituir al reivindicador la cosa que le fue adjudicada en la partició n, tiene
derecho a que sus coherederos le saneen la evicció n a prorrata de sus
cuotas hereditarias (artículo 1.345 y 1.347), deben compensarle en esa
proporció n la privació n del bien.
2. - Poseedor que dejó de serlo. También puede ejercerse la acció n reivindicatoria contra el
que habiendo sido poseedor ha dejado de serlo. A este respecto hay que distinguir
entre el poseedor de buena y mala fe. Artículo 898 y 900.
343
éste ultimo.
La Corte Suprema sostiene que esta acció n procede contra bienes muebles
solamente porque en contra de los inmuebles no tiene el carácter de difícil o
imposible; pero la doctrina dice que la ley no distingue, por lo tanto procede
contra bienes muebles o inmueble, por ejemplo, cuando el demandado
coadyuvó en la expropiació n del predio, acto que por su naturaleza u objeto
(dividir en lotes el terreno) hace imposible la recuperació n del mismo por
su legítimo dueñ o.
Confirmación de la enajenación por el reivindicador. El reivindicador que
recibe del enajenador lo que se le ha dado a éste por la cosa, confirma por el
mismo hecho la enajenació n (artículo 898 inciso 2°). El dominio se entiende
que hizo el enajenador (artículo 682, inciso 2° y 1819 del Có digo Civil.
Extensión de la acción reivindicatoria al embargo de lo adeudado por el
tercero al poseedor que enajenó la cosa. Cuando el tercero a quien el
poseedor enajenó la cosa debe a éste todo o parte del precio, o la cosa que
se obligó a permutar, el reivindicador que demanda al poseedor puede, para
garantía de sus derechos, pedir la retenció n o embargo, en manos del
tercero, de lo que éste adeuda al enajenador demandado de reivindicació n.
Segú n el có digo civil, esta petició n es una extensión de la acción
reivindicatoria a dicho embargo (artículo 903), pero, como se ha
observado, en el fondo se trata má s bien de una medida precautoria de la
misma acció n.
344
el reivindicador no es obligado al saneamiento. El ú nico responsable de ello
es el poseedor.
345
indemnizació n de perjuicio en su caso. De ahí que el interesado que la
hace valer acepta o confirma la enajenació n cuyo precio pide se le
entregue y su voluntad implícita es desprenderse del dominio que
tenía y dejar en vigor las nuevas inscripciones.
3. - Injusto detentador. Dice el artículo 915: “Las reglas de este título se aplicarán
contra el que poseyendo a nombre ajeno retenga indebidamente una cosa raíz o mueble,
aunque lo haga sin ánimo de señor” Son supuestos de esta norma:
a) La calidad de mero tenedor del demandado. Es este quien posee a nombre ajeno. La
posesió n puede ser a nombre del actor o de un tercero ya que la ley no distingue.
b) El carácter de indebido de la retención. Es decir, el persistimiento de la cosa en poder
del mero tenedor, debe carecer de causa legal que lo justifique. Por ejemplo, no es indebido
la retenció n declarada judicialmente a favor del mero tenedor. Es indiferente que concurra
el requisito de á nimo de señ or y dueñ o. Siempre es indebida, si concurren estos supuestos.
Casos en que se puede hacer valer el artículo 915. Se puede aplicar este artículo
en contra del acreedor prendario del demandante, si una vez cumplido el contrato
de prenda o declarado nulo o resuelto éste, se resiste aquel a devolver la cosa sin
motivo legal a que autorice la retenció n.
346
después de cierto tiempo o en el evento de una condició n. En tal caso, el
demandante pedirá la restitució n de la cosa de acuerdo con este acto o
disposició n testamentaria; el demandado se le aplicaran las reglas sobre
deterioros y mejoras, en los mismos términos vistos para el injusto detentador
que entró en la tenencia, de la cosa merced a un acto celebrado con el
demandante.
Medidas Precautorias
1. - Cosas Muebles. Se puede pedir el secuestro. Artículo 901 y 2.249 y artículos 291, 292 y
483 del Có digo de Procedimiento Civil. Si reivindicá ndose una cosa corporal mueble,
hubiere motivo de temer que se pierda o deteriore en manos del poseedor, podrá el
actor pedir su secuestro; y el poseedor, será obligado a consentir en él, o a dar
seguridad suficiente de restitució n, para el caso de ser condenado a restituir.
2. - Cosas Inmuebles. Durante el Juicio, el poseedor está facultado para seguir gozando de
la cosa, hasta que exista una sentencia. Pero el demandante tiene derecho a provocar
las providencias necesarias para evitar un deterioro de la cosa. Artículo 902. Se debe
solicitar el interventor judicial. Artículo 2.251 del Có digo Civil; 291 y 294 del Có digo de
Procedimiento Civil.
347
que esa falta de suficiente garantía de las facultades del demandado es
condició n só lo de la prohibició n de celebrar actos y contratos respecto de
determinados bienes del demandado que no son materias del juicio;
respecto de los bienes comprendidos en el pleito, la medida prohibitiva
cabe si se prueba que hay un justo motivo de creer que esos bienes corren
peligro de deteriorarse o perderse sin que importe que las facultades del
demandado ofrezcan suficiente o no garantía, porque en este caso lo que
interesa al demandante son los mismos bienes del juicio con prescindencia
de las facultades del demandado para asegurar los resultados de la acció n.
Ejemplo, el demandado que litiga con privilegio de pobreza no ofrece
suficiente garantía y proceden en su contra medida conservativas.
a) Por una parte existen autores que señ alan que el secuestro judicial no tiene
lugar respecto de bienes raíces, porque si bien el Có digo Civil (artículo
2.251) declara que pueden oponerse al secuestro no solo cosas muebles,
sino bienes raíces, el Có digo de Procedimiento Civil introdujo una
modificació n al conceder esa medida solo en cuanto a los muebles, artículo
291, dejando constancia en la historia de la ley aquel pensamiento y
agregá ndose que el nombramiento de interventores basta para resguardar
los derechos ejercitados sobre un bien raíz. Ademá s, el Có digo Civil se
refiere en el artículo 901 al secuestro de bienes muebles, pero guarda un
elocuente silencio con relació n a los bienes inmuebles en el artículo 902.
Prestaciones Mutuas
348
I.- Prestaciones del poseedor vencido en favor del Reivindicador
El poseedor vencido debe restituir la cosa al reivindicador, y ademá s, puede estar obligado a
realiza las siguientes prestaciones cuya procedencia o medida, caso en que haya lugar a dichas
prestaciones, dependen de su buena o mala fe: indemnización de los deterioros de la cosa que
provengan de su hecho o culpa; restitución de los frutos; reembolso del pago de los gastos de
conservación y custodia al secuestre, costas del juicio.
En la restitució n de una heredad se comprenden las cosas que forman parte de ella, o
que se reputan inmuebles por su conexió n con ella. Las cosas que no se incluyeron en la
demanda y posterior sentencian no se devuelven, pero pueden reivindicarse separadamente.
Artículo 905 inciso 1º.
349
Lugar para entregarse los Bienes Muebles
El có digo nada dice. Por analogía se aplica la regla sobre el lugar en que deban
cumplirse las obligaciones: la restitució n de la cosa reivindicada habría que hacerla en el lugar
en que la cosa se hallaba al tiempo de la contestació n de la demanda. Artículo 1.588 y 1.589.
Si el demandado la hubiera transportado a otra parte, debería ponerla a disposició n del
reivindicador en el lugar en que estaba en aquella fecha, siendo de su cuenta (del demandado)
los gastos de transporte.
1. - Mala Fe. Es responsable este poseedor de los deterioros que por su hecho o culpa ha
sufrido la cosa. Artículo 906. No responde del caso fortuito, salvo que se haya
constituido en mora de restituir, de acuerdo con la sentencia que acogió la demanda
reivindicatoria. Artículos 1.547 y 1.672.
2. - Buena Fe. Mientras permanece en ella, no es responsable de los deterioros que por su
hecho o culpa ha sufrido la cosa, sino cuanto se hubiere aprovechado de ellos, por
ejemplo, destruyendo un bosque o arbolado, y vendiendo la madera o leñ a, o
empleá ndola en beneficio suyo. Artículo 906 inciso 2º.
1. - También tiene injerencia la buena o mala fe y ésta, se refiere relativamente a los frutos,
al tiempo de la percepció n. Artículo 913. Ejemplo al poseedor que siembra de buena fe,
350
pero cosecha de mala fe, se le juzga, en cuanto a la restitució n de los frutos, en este
ú ltimo cará cter.
2. - El Poseedor de Mala Fe, es obligado a restituir los frutos naturales y civiles de la cosa y
no só lo los percibidos, sino los que el dueñ o hubiera podido percibir con mediana
inteligencia y actividad, teniendo la cosa en su poder. Si no existen los frutos debe pagar
el valor que tenían o hubieren tenido al tiempo de la percepció n. Artículo 907 inciso 1º
y 2º.
¿Por qué el poseedor de buena fe hace suyos los frutos, o sea, está dispensado de
restituirlos? ¿Por qué este favor? Porque la aplicació n de la regla de la restitució n
conduciría a una injusticia. En efecto, los frutos, como productos perió dicos, está s
destinados a gastarse, y seguramente el poseedor de buena fe así lo ha hecho. Ha
ajustado su tren de vida a las rentas que creía tener. Sería arruinarlo obligarlo a
rembolsar una suma equivalente tal vez a los gastos diarios que ha hecho durante
numerosos añ os y que no podría pagar sino sustrayéndosela a su capital,
precisamente porque los frutos se han gastado. No hay que olvidar, por otra parte,
que el poseedor de buena fe tenía, por definició n, motivos plausibles para creerse
propietario. El no tienen nada que reprocharse.
4. - La restitució n se refiere a los frutos líquidos, pues la ley dispone que en toda restitució n
de frutos se abonará n al que la hace los gastos ordinarios que ha invertido en
producirlos. Artículo 907 inciso final. Estos gastos deben abonarse a todo poseedor que
restituya frutos, pues cualquiera persona para producir éstos habría debido incurrir en
aquéllos. Se abonan los gastos ordinarios, entendiéndose por tales los que responden a
una explotació n normal de la cosa y no exceden del valor de los frutos. Es el concepto de
gasto ordinario que establece el Có digo Civil Alemá n y que no hay inconveniente en
adoptar entre nosotros. Finalmente se incluyen entre los gastos ordinarios los
impuestos y contribuciones que ha tenido que pagar el poseedor vencido así como las
demá s cargas fructuarias que pesen sobre la heredar.
1. - Si la cosa fue secuestrada, debe el actor pagar al secuestre los gastos de custodia y
conservació n; pero el poseedor vencido de mala fe está obligado a reembolsarlos.
Artículo 904: el poseedor de buena fe está libre de esta responsabilidad.
2. - En cuanto a las costas del juicio, se estará a lo que disponga en la sentencia el tribunal
de la causa, de acuerdo con las normas del Có digo de Procedimiento Civil.
351
II.- Prestaciones del Reivindicador en favor del Poseedor Vencido
Las impensas, expensas o mejoras son los gastos hechos para una cosa.
Pueden ser:
1. - Necesarias.: Son
a) Ordinarias.
b) Extraordinarias.
a) Útiles.
b) Voluptuarias.
a) Ordinarias. Son los gastos más o menos periódicos que exige el uso natural de la
cosa y que son indispensables para conservarla y cultivarla.
b) Extraordinarias. Son las que ocurren por una vez o a largos intervalos de tiempo, y
que conciernen a la conservación y permanente utilidad de la cosa. Artículo 798.
352
indemnicen las mejoras necesarias. Artículo 908 inciso 1º. Esto porque el reivindicador
también habría tenido que hacerlas si la cosa hubiera estado en u poder. Estas expensas
pueden referirse a obras materiales permanentes o a obras inmateriales.
3. - Si las mejoras necesarias se invirtieron en obras permanentes (como una cerca para
impedir las depredaciones o un dique para atajar las avenidas, o las reparaciones de un
edificio arruinado por un terremoto), deben abonarse al poseedor dichas mejoras, en
cuanto hubieren sido realmente necesarias; pero reducidas a lo que valgan las obras al
tiempo de la restitució n. Artículo 908 inciso 2º.
Estas obras permanentes, que el Có digo Civil llama también en otra parte
(usufructo, artículo 797), obras o refacciones mayores, son expensas
extraordinarias. No se trata, pues, de las expensas ordinarias de conservació n y
cultivo, que se imputan a los gastos ordinarios hechos para la producció n de los
frutos. Artículo 907º inciso final.
2. - Expensas No Necesarias
Son aquellas que pueden dejar de hacerse sin que se produzca el deterioro,
menoscabo o pérdida de la cosa. Se clasifican en:
1. - Útiles. Son las que aumentan el valor venal de la cosa. Artículo 909 inciso 2º.
2. - Voluptuarias. Son las que sólo consisten en objetos de lujo y recreo, como jardines,
miradores, fuentes, cascadas artificiales, y generalmente aquellas que no aumentan el
valor venal de la cosa, en el mercado general, o sólo lo aumentan en una proporción
insignificante. Artículo 911 inciso 2º.
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Expensas No Necesarias Útiles
1. - El poseedor de Buena Fe, vencido tiene derecho a que se abonen las mejoras útiles,
hechas antes de contestarse la demanda. Artículo 909 inciso 1º. Hasta este momento
impera la presunció n de buena fe, pero como la ley determina que la buena fe debe
existir al tiempo en que las mejoras se hacen, podría probarse por el reivindicador, que el
poseedor perdió su buena fe antes de la contestació n de la demanda y en este caso no
tendría derecho al abono de las mejoras ú tiles realizadas a partir del momento en que
perdió la buena fe.
2. - El Poseedor de Mala Fe, no tiene derecho a que se le abonen las mejoras ú tiles. Pero
puede llevarse los materiales de dichas mejoras, siempre que pueda separarlos sin
detrimento de la cosa reivindicada y que el propietario se rehú se pagarle el precio que
tendrían dichos materiales después de separados. Artículo 910
Expensas Voluptuarias
El propietario no está obligado a pagar las mejoras voluptuarias al poseedor de
mala fe ni de buena fe; éste só lo tiene con respecto de ellas el derecho que se concede al
poseedor de mala fe respecto de las mejoras ú tiles. Artículo 911 inciso 1º.
354
Liquidación de las Prestaciones
Conforme a las reglas estudiadas, deben hacerse las prestaciones entre reivindicador y
poseedor vencido. Esto da lugar a una liquidació n en que, después de efectuadas las
compensaciones una de las dos partes resultará con un saldo en contra. Tal saldo es, en
definitiva, la ú nica suma que deberá pagar el reivindicador o el demandado, segú n el caso.
El có digo expresa que cuando el poseedor vencido tuviere un saldo que reclamar en
razó n de expensas y mejoras puede retener la cosa hasta que se verifique el pago, o se le
asegure su satisfacció n puede retener la cosa hasta que se verifique el pago, o se le asegure su
satisfacció n. Artículo 914.
Este derecho lo tiene tanto el poseedor de buena fe como el de mala fe, la ley no
distingue.
El que se asegure el pago a satisfacció n del poseedor no significa que la garantía que
pueda ofrecerse por el reivindicador queda librada al capricho de aquél, pues de ser así, el
derecho del deudor para poner término a la retenció n quedaría anulado: la obligació n
correlativa no existiría por depender del mero arbitrio del acreedor aceptar o no la garantía
propuesta, por muy só lida y eficaz que fuera. Corresponde, por tanto, al juez calificar en cada
caso la garantía que se ofrece para asegurar el pago al poseedor vencido.
355
Las Acciones Posesorias
Concepto
El artículo 916º señ ala que las acciones posesorias tienen por objeto conservar o
recuperar la posesión de bienes raíces o de derechos reales constituidos en ellos.
Por regla general, tutelan la posesió n propiamente dicha, y por excepció n, la mera
tenencia, cuando ésta es violentamente arrebatada a una persona (artículo 926). Pero como
veremos se discute el cará cter de posesoria de la acció n.
Terminología
Se les llama también interdictos, palabra que tiene ademá s otros significados. Se la
emplea para designar el juicio o proceso en que se debate, en forma sumaria, precisa y
exclusivamente el hecho de la posesió n.
Estas son:
4. - Denuncia de Obra Nueva: Es la acció n que la ley da para impedir una obra nueva.
Artículo 549 Nº 4º e inciso final del Có digo de Procedimiento Civil.
5. - Denuncia de Obra Ruinosa: Es la acció n otorgada por la ley para impedir que una obra
ruinosa o peligros cause dañ o. Artículo 549º Nº 5º e inciso final del Có digo de
Procedimiento Civil.
6. - Interdictos Especiales: Son los que tiene por objeto hacer efectivas las demá s acciones
posesorias especiales establecidas en el Có digo Civil. Artículo 941 del Có digo Civil. Por
ejemplo, en relació n a las acciones de los particulares en relació n con el uso de las
aguas, y ciertas acciones establecidas en el titulo “De las servidumbres”
356
De todas las mencionadas, tiene el carácter de posesorias jurídicamente las de
amparo y de restitución. Las otras segú n el caso, miran má s a la mera tenencia, al ejercicio
del derecho de propiedad o a otros fines. Sin embargo, todas se denominan Acciones
Posesorias.
El Có digo Civil chileno no reconoce ninguna acció n para adquirir la posesió n, que el
Derecho romano si establecía: adispiscendaeposeessionis. En Chile, solo el que ha poseído
puede ejercer estas acciones.
a) Algunos dice que viene del latín interim dicta, porque la orden que dictaba el
magistrado romano era interina, subsistía hasta que en el procedimiento judicial
posterior se resolvía sobre su procedencia o improcedencia.
357
Naturaleza real e inmueble de las acciones posesorias
1. - Los que como Pothier hacen nacer las acciones posesorias de un delito o cuasidelito
civil, concluyen que dichas acciones son personales. Otros dicen que al resguardar la
posesió n que es un hecho, no podrían ser ni reales ni personales, porque no nacen de
ninguna clase de esos derechos. Con todo, prevalece la tendencia a catalogarlas dentro
de las acciones reales, tal vez porque, al igual que éstas protegen una situació n directa
sobre las cosas y se pueden hacer valer contra cualquiera persona que perturbe o viole
la situació n existente, o, como dice Hébraud, porque tienen carácter real las relaciones
jurídicas con ocasió n de las cuales proceden dichas acciones posesorias.
Jurídicamente no hay razó n alguna para excluir a los bienes muebles de las
acciones posesorias, y algunas legislaciones extranjeras como la alemana, los
abarcan. Pero nuestro Có digo Civil no. Parece que, en definitiva, juzgó
innecesarias tales acciones respecto de los muebles por ser mucho má s fá cil la
prueba del dominio de ellos, por manera que la acció n reivindicatoria y la de
hurto o robo, cuanto procede, llenan las necesidades tutelares del legítimo
poseedor.
Características Procesales
La circunstancia de que la mayor parte de los interdictos dejen a salvo las acciones
ordinarias, ha hecho decir que las sentencias de los juicios posesorios no producen cosa
juzgada material. Pero un mayor aná lisis revela lo contrario, porque las acciones ordinarias
que quedan a salvo promueven una cuestió n diversa de la planteada y resuelta en el
interdicto, y siendo así, mal puede afirmarse que éste no produce cosa juzgada material: la
sentencia del juicio posesorio es irrevocable en cualquier otro juicio posterior. Ejemplo, si se
entabla una acció n de restitució n, el objeto pedido es la entrega de la posesió n, y la causa de
pedir es la posesió n que se tenía. Si má s tarde el perdidoso hace valer la acció n reivindicatoria
y gana el pleito, no quiere decir que la querella de restitució n no produjo autoridad de cosa
juzgada, pues la cuestió n resuelta por el segundo juicio es diferente: aunque el objeto pedido
es el mismo, la entrega o restitució n de la posesió n, no lo es la causa de pedir, que en la
358
querella de restitució n está constituida por la posesió n que se tenía antes del despojo, y en el
proceso de reivindicació n por el derecho de dominio.
Por excepció n produce cosa juzgada formal y no material, pudiendo ser revocadas en
juicio ordinario posterior, la sentencia que falla la denuncia de obra nueva ordenando la
suspensió n de la obra y la sentencia dictada en la denuncia de obra ruinosa que desecha la
demanda.
El que las sentencias produzcan cosa juzgada no significa, sin embargo, que sus efectos
no puedan ser neutralizados por un fallo que recaiga en un juicio petitorio, es decir, en un
proceso en que se discuta la titularizad del dominio o de otro derecho real de goce. Así, puede
que la posesió n que quedó en unas manos por la sentencia del juicio posesorio vaya a parar a
otras por la sentencia del juicio petitorio. Ahora, esto puede que suceda o no: el juez es quien
decide.
La sentencia que decide el juicio posesorio y reconoce a una de las partes la posesió n,
le confiere la calidad y las ventajas del poseedor actual. Así, si mas tarde se plantea un juicio
petitorio, ella se beneficia con la posesió n del demandado; corresponde a su adversario tomar
la iniciativa de la acció n petitoria y asumir la carga de la prueba; la parte favorecida en el
juicio posesorio adquirirá los frutos percibidos hasta antes de contestar la demanda petitoria,
si, al menos, no se le prueba mala fe.
359
Por otro lado, sostiene que el artículo 563 que dice: “Cualquiera que sea la sentencia,
queda siempre a salvo a los que resulten condenados el ejercicio de la acción ordinaria...”sería
claro. El proyecto del Có digo de Procedimiento Civil, establecía la expresió n “acció n de
dominio”, pero fue cambiada para dar mayor amplitud y no circunscribirla a la acció n
reivindicatoria solamente, sino que también abarcaría la acció n posesoria ordinaria. Vendría a
precisar esta posesió n el artículo 564: “La sentencia pronunciada en la querella de
restablecimiento deja a salvo a las partes, no sólo el ejercicio de la acción ordinaria en
conformidad al artículo 563, sino también el de las acciones posesorias que les
correspondan.”
Sin embargo, se ha sostenido que esta norma, al igual que el artículo 950 del Có digo
Civil, contrapone la acció n ordinaria a las acciones posesorias, restringiendo así, claramente
en esta materia, el alcance de la primera a la acció n de dominio. Pero el señ or Valdés cree que
la disposició n procesal incurre en una omisió n, la de la palabra “sumarias”; la omisió n sería
evidente, pues el titulo del Có digo de Procedimiento Civil trata de los interdictos y éstos,
conforme al mismo có digo, son sinó nimos de los juicios posesorios sumarios.
Sin embargo, hay una acció n específica que podría calificarse de acció n posesoria
ordinaria: la publiciana; ésta reú ne sus caracteres: persigue el reconocimiento del mejor
derecho a poseer y se tramita conforme al procedimiento ordinario. Así lo ha declarada una
vieja sentencia.
1. - Algunos dicen que solo pueden tramitarse las acciones posesorias, conforme al
procedimiento especial que la ley ha señ alado, porque las partes no pueden establecer
un procedimiento especial. Artículo 3 del Có digo de Procedimiento Civil.
2. - Otros por el contrario, afirman que no hay inconveniente en que el actor renuncie al
procedimiento especial y deduzca su acció n ajustá ndola al procedimiento ordinario,
porque el procedimiento breve y sumario de los interdictos se ha establecido en
beneficio exclusivo del acto y no hay prohibició n expresa de esa renuncia; y porque no
menoscaba ningú n interés social concurrente, ni la amplitud de poderes del juicio.
Sucede que las cosas ajenas, que han sido robadas o usurpadas, se vendan, permuten o
enajenen de otro modo sin noticia ni consentimiento del verdadero dueñ o, quien por lo tanto
360
tiene derecho a reivindicarlas judicialmente y recobrarlas de cualquiera que las tenga, con tal
que no hayan sido ya prescritas, y esta recuperació n es la que se llama evicción. Como a
consecuencia de tal evicció n, el vencido que había adquirido la cosa mediante justo titulo,
verbigracia de compra, permuta, pago de la deuda u otro semejante, queda privado de la cosa
aunque justamente poseída, se establece que el que la vendió o permutó o se la dio en pago o
por otra razó n le sostenga y defienda en la posesió n pacífica de ella, o le dé otra de igual valor,
calidad y bondad, o le resarza la perdida y los dañ os y perjuicios que le originaron, y esto es lo
que generalmente se denomina saneamiento de la evicció n.
Podrá n, con todo, exhibirse títulos de dominio para comprobar la posesió n, pero só lo
aquellos cuya existencia pueda probarse sumariamente, ni valdrá objetar contra ellos otros
vicios o defectos que los que puedan probarse de la misma manera. Artículo 923 inciso 2°.
Si la existencia de los títulos para comprobar la posesió n importa una cuestió n de lato
conocimiento, aquellos no deben considerarse en el interdicto.
1. - La reivindicació n es una acció n petitoria y como tal protege el domino u otro derecho
real; las posesorias protegen la posesió n que es un hecho.
2. - La reivindicatoria puede ser mueble o inmueble; las posesorias son solo muebles.
361
o embarazo inferido a la posesió n o desde que el poseedor anterior la ha perdido,
artículo 920.
Pueden ser objeto de las acciones posesorias los bienes raíces y los derechos reales
constituidos en ellos, siempre que se trate de bienes y derechos que puedan ganarse por
prescripció n. Artículos 916 y 917.
1. - Bienes raíces. La ley no distingue, por ello en la expresió n bienes raíces caben todas las
cosas que legalmente tienen ese carácter, incluso aquellos inmuebles que no lo son por
naturaleza.
2. - Derechos reales constituidos en bienes raíces. No solo la posesió n del dominio, sino la
de todo otro derecho real inmueble, puede defenderse con las acciones posesorias:
usufructo, uso, habitació n, censo, hipoteca, servidumbres continuas y aparentes: las
inaparentes o discontinuas quedan al margen, pues no pueden ganarse por
prescripció n.
El Có digo Civil no autoriza esas acciones respecto de los bienes muebles, tal vez por
ser má s fá cil la prueba de su dominio.
Sobre las cosas que no pueden ganarse por prescripció n, como las servidumbres
inaparentes o discontinuas, no puede haber acció n posesoria. Artículo 917. Esto porque el fin
de ésta no es só lo mantener al poseedor en la situació n material que goza o hacerle recuperar
la que gozaba, sino también permitirle continuar el curso de la usucapió n: si no puede haber
posesió n ni prescripció n adquisitiva, ló gica resulta la negació n de las acciones posesorias.
Aunque comprende bienes raíces, el derecho real de herencia no tiene el cará cter de
inmueble. Así su posesió n no puede defenderse por las acciones posesorias. Pero nada impide
que el que posea un inmueble a titulo de heredero, en cuanto poseedor se valga de las
acciones posesorias para proteger su posesió n.
Utilización de cosa ajena por mera tolerancia del dueño o poseedor; aprovechamiento de
la omisión de actos de mera facultad u otro
2. - Actos de mera tolerancia. La ley los menciona pero no los define. Desde el punto de
vista del que los tolera, son de mera tolerancia aquellos actos que para él entrañ an el
ejercicio de un derecho, como es permitirlos o no, y a cuya ejecució n no se opone por
362
benevolencia y considerando que no atentan contra la integridad del contenido de su
derecho. Para el tercero que los realiza son actos de mera tolerancia los que él lleva a
cabo sin la intenció n de ejercitar un derecho propio, sino basá ndose en la
condescendencia del titular del derecho ejercitado.
3. - Actos de mera facultad. Se llaman actos de mera facultad los que cada cual puede
ejecutar en lo suyo, sin necesidad del consentimiento de otro. Artículo 2.499 inciso final.
Es acto de mera facultad, por ejemplo, edificar o no en el suelo que nos pertenece,
aprovechar o no los sobrantes de las aguas del propio fundo, etc.
De la omisió n de los actos de mera facultad por parte del dueñ o o poseedor de
una cosa puede resultar para otro un beneficio. El ejemplo clá sico en este sentido
es el del dueñ o de una casa que, a través del terreno no edificado del vecino, goza
de una vista maravillosa sobre el mar y sus rocas cautivas. Si después de 15 ó má s
añ os el vecino decide a construir, no podría el dueñ o de la casa tratar de
impedírselo, alegando que ha adquirido por prescripció n las ventajas que procura
una servidumbre de no edificar. ¿Por qué?Porque durante todo el tiempo en que el
terreno estuvo desnudo, el dueñ o de la casa se limitó a sacar las ventajas de su
propio bien, sin apropiarse de nada del vecino y sin manifestar tampoco el á nimo
o intenció n de restringir el derecho de propiedad de éste: no tuvo posesió n, le
faltaron el corpus y el animus.
4. - Diferencia entre la omisión de los actos de mera facultad de otro y los actos de mera
tolerancia. Los actos de mera tolerancia, suponen una usurpació n, má s o menos
pequeñ a, de la cosa ajena; en cambio, el beneficio que en forma indirecta puede resultad
de la omisió n de los actos de mera facultad de otro, no implica ninguna usurpació n:
constituye una ventaja que deriva esencialmente de la propia situació n jurídica.
5. - Posesión precaria del que ejecuta los actos tolerados. El que por simple tolerancia
ejerce un derecho real en la cosa ajena es un poseedor precario, pero de una
precariedad relativa, porque só lo reconoce la superioridad del derecho o de la posesió n
del dueñ o o poseedor de esa cosa, má s no la de otros terceros extrañ os. Frente a estos
ú ltimos, el que ejerce un derecho real por simple tolerancia se comporta como un
verdadero poseedor, ya que ejerce el derecho en su propio nombre y por su propia
cuenta; consiguientemente, puede hacer valer las acciones posesorias contra todos,
salvo contra el dueñ o o poseedor tolerante.
Esta tesis, no retrocede ante la norma que declara que la mera tolerancia de actos
de que no resulta gravamen no confiere posesió n ni da fundamento a prescripció n
alguna (artículo 2.499 inciso 1°), porque cree evidente que tal disposició n só lo ha
tenido en vista las relaciones del que ejerce el derecho real por simple tolerancia
con el propietario o poseedor que tolera ese ejercicio, y no, también con los
363
terceros extrañ os.
Sin embargo, una minoría objeta que la ley declara en términos absolutos, sin
discriminar en cuanto a los sujetos que pueden ponerse en relació n, que los actos
tolerados de que no resulta gravamen no confiere posesió n y, por ende, carecen
de la tutela de las acciones posesorias. Las sentencias chilenas, antiguas, se van
por este camino, aunque hay una que se pronunció por el otro.
364
discontinua, puesto que para ser ejercida necesita, en general, el hecho actual del
hombre; sin embargo, si se considera que posesió n continua es la que implica
actos de ejercicio suficientemente pró ximos para hacer suponer un uso normal,
indudable resulta que la posesió n de la servidumbre de transito debe calificarse
de continua cuando el propietario del fundo dominante ejerce el paso a intervalos
regulares y normales, tan frecuentes como lo exige la explotació n del fundo.
Por eso, la norma legal que autoriza la prescripció n y las acciones posesorias só lo
respecto de las servidumbres continuas y aparentes, gran parte de la doctrina
moderna la encuentra injustificada en el derecho; debería reconocerse a todas las
servidumbres establecidas por el hecho del hombre y someterse a los principios
generales. La razó n má s bien sería histó rica.
En Chile, no se puede eludir el artículo 917 que es categó rico. Con todo, los
inconvenientes se salvan con el procedimiento sumario el que se aplica a las
cuestiones que se susciten sobre constitució n, ejercicio, modificació n o extinció n
de servidumbres naturales o legales y sobre las prestaciones a que ellas den
lugar. Así las servidumbres convencionales quedan excluidas. Pero no todas, ya
que las que no tengan un procedimiento especial quedan en el inciso 1° del
artículo 680 del Có digo de Procedimiento Civil que es general. Indudablemente, la
cuestió n sobre la constitució n de una servidumbre voluntaria, sea continua o
discontinua, aparente o inaparente, no podrá sustanciarse conforme al
procedimiento sumario porque es de lato conocimiento. Pero hay cuestiones que
deben ser rá pidas como el caso en que el dueñ o del predio sirviente de una
servidumbre de transito constituida por título voluntario, cierre el paso al dueñ o
del fundo dominante: sería absurdo llevarlo a juicio ordinario.
365
Legitimación en Causa y Supuestos de la Acción Posesoria
1. – Legitimación Activa
Todo poseedor de una cosa que puede ser objeto de una acció n posesoria y que ha
estado en posesió n tranquila y no interrumpida durante un añ o completo está legitimado para
entablar dicha acció n. Artículos 916 y 918.
Pueden valerse de ella el poseedor que es titular del derecho y el poseedor del derecho
que no es titular de éste, y tanto el poseedor regular como el irregular, pues ninguna de estas
distinciones excluyentes establece la ley.
Pero el mero tenedor, como no es poseedor, no está legitimado para las acciones
posesorias, salvo para la de restablecimiento que, a juicio de muchos, no es propiamente una
acció n posesoria, sino una medida de policía y acció n personal dirigida a reparar el dañ o
ocasionado por el despojo.
366
inciso 2). Es ló gico que la sentencia sea inoponible al dueñ o en la hipó tesis considerada,
porque el usufructuario, el usuario y el habitado está n legitimados para contender sobre sus
respectivos derechos o la posesió n de ellos; pero no sobre la posesió n del dominio, por
manera que si en el juicio no ha participado el propietario, la sentencia no le afecta en lo
relativo a la posesió n de su derecho.
1. - No podrá instaurar una acció n posesoria sino el que ha estado en posesió n tranquila y
no interrumpida un añ o completo. Artículo 918.
367
considera que de ese mismo plazo beneficia, para interponer sus querellas, los que
pudieron haber sido privado de la posesió n por el actual poseedor, hay fundamento, si
en todo ese tiempo nadie reclama, para pensar que la actual posesió n tiene visos de ser
legítima y que merece la protecció n interdictal.
5. - No hay necesidad de que el poseedor cumpla por si solo el plazo del añ o completo;
expresamente se le permite añadir el tiempo de posesió n de sus antecesores, conforme
a las reglas de la unió n, accesió n o agregació n de posesiones. Artículo 920 inciso final.
368
c) Elementos que no integran el concepto de turbación posesoria. La buena o mala fe
es indiferente; la ley no distingue. Tampoco es elemento de la perturbació n
posesoria el lugar en que se comete; tanto da que la perturbació n sea en el fundo
del perturbador como en el fundo del perturbado. Ejemplo, si una tronadura de
dinamita en una mina afecta quebrando vidrios, si es perturbació n.
ii) Turbación de derecho. Son las declaraciones o actos jurídicos que suponen
inequívocamente una pretensió n contraria a la posesió n ajena: ejemplo, una
gestió n encaminada a inscribir un titulo de dominio relativo a un inmueble
que posee otra persona.
369
i) Si se trata de turbar o molestar la posesió n del querellante.
iii) El despojo puede ser total o parcial. La parcial se traduce en limitar de una
manera permanente la posesió n ajena.
a) Las acciones que tienen por objeto conservar la posesió n, deben interponerse
antes de que se cumpla un añ o completo, contado desde el acto de molestia o
embarazo inferido a ella. Artículo 920 inciso 1º. Este añ o se cuenta desde el acto
de molestia o embarazo inferido a ella hasta segú n la jurisprudencia, el día de la
presentació n de la querella, y no el de la notificació n de ésta.
c) Las molestias pueden ser varias en nú mero, reiteradas, pero siempre las mismas.
Alessandri, Somarriva y Vodanovic, sostienen que el plazo se debe contar desde el
primer acto perturbatorio, pero Claro Solar, sostiene que debe contarse desde el
ú ltimo de ellos.
370
3. – Legitimados Pasivos
El heredero tiene y está sujeto a las mismas acciones posesorias que tendría y a que
estaría sujeto su autor, si viviese. Artículo 919. La ley no distingue, por ello la acció n posesoria
puede dirigirse incluso contra el heredero que ha entrado en posesió n de la herencia de buena
fe, ignorando los actos perturbatorios cometidos por su causante.
371
Acciones posesorias entre comuneros
Se cuestionado si las autoridades pú blicas pueden ser demandadas por los actos que
ordenen o ejecuten y que perturben la posesió n. En Chile, suelde defenderse la
inadmisibilidad de las acciones posesorias contra las autoridades pú blicas, afirmando que
dichas acciones suponen hechos o actos ejecutados por los particulares, que los puedan
obligar o constituir responsables, y no actos emanados de autoridades; respecto de los actos
ilegales o arbitrarios proceden otros recursos judiciales, constitucionales o administrativos.
1. - Que puede entablarse acció n posesoria contra un subdelegado, por el acto de tal, sin
perjuicio de la acció n de éste contra el superior responsable.
2. - Que procede la querella de amparo contra el Fisco por la perturbació n que causa al
declarar ilegalmente caducada, mediante decreto, la concesió n respecto de bienes
nacionales.
Por otro lado, la misma jurisprudencia ha dicho que no proceden las acciones
372
posesorias, declarando:
2. - Que sea cual fuere la responsabilidad que afecte a un funcionario pú blico por el ejercicio
de una facultad administrativa que tiene por efecto privar a un particular de la posesió n
de un inmueble, no puede reclamarse de tales actos mediante una querella de
restitució n.
El Debate Posesorio
En los juicios posesorios no se tomará en cuenta el dominio que por una o por otra
parte se alegue. Artículo 923 inciso 1.
Podrá n, con todo, exhibirse títulos de dominio para comprobar la posesió n, pero só lo
aquellos cuya existencia pueda probarse sumariamente, ni valdrá objetar contra ellos otros
vicios o defectos que los que puedan probarse de la misma manera. Artículo 923 inciso 2. Por
si solos, esos títulos, si no se tiene la posesió n misma, no bastan para acreditarla, porque ellos
no la dan; pero pueden servir para comprobarla, o sea, para confirmar o corroborar la
posesió n que se tiene. Ejemplo, la inscripció n conservatoria, testigos, confesió n judicial, etc.
estos títulos establecen el fundamento y alcance de la posesió n.
El juez debe valorar los títulos de dominio desde el punto de vista posesorio,
solamente; no indaga el derecho, sino el fundamento y alcance de la posesió n alegada. Por
ejemplo, los títulos pueden considerarse para reconocer o aclarar si determinados hechos de
pasaje o trá nsito sobre un camino han sido realizadas a titulo de dominio o de servidumbre.
Pero no todos los títulos pueden exhibirse. Solo pueden presentare aquellos títulos de
dominio cuya existencia pueda probarse sumariamente, es decir, no de lato conocimiento y
que, a la recíproca, no vale objetar contra ellos otro vicio o defecto que los que puedan
probarse de la misma manera.
373
El estado no necesita acreditar la posesión de los bienes raíces que le pertenecen
Así se desprende del D.L. que estatuye las normas sobre adquisició n, administració n y
disposició n de los bienes del Estado. Es el D.L. 1.939 de 1977, artículo 19 incisos penú ltimo y
final. El fisco no requiere expresar en la demanda de querella posesoria haber estado en
posesió n del derecho que pretende ser amparado.
Los que sostienen que si se puede, aducen la disposició n procesal que establece que
cualquiera que sea la sentencia recaída en la querella, queda siempre a salvo a los que
resulten condenados el ejercicio de la acció n ordinaria que corresponda con arreglo al
derecho, pudiendo comprenderse en dicha acció n el resarcimiento de las costas y perjuicios
que hayan pagado o que se les haya causado con la querella. Artículo 563 inciso 1 del Có digo
de Procedimiento Civil. Pero este precepto solo establece que el que perdió pudo ser obligado
a indemnizar, pero no dice si fue en el mismo procedimiento.
Pero Alessandri, Somarriva y Vodanovic sostienen que por historia fidedigna de las
actos de discusió n del proyecto del Có digo de Procedimiento Civil, se sostuvo que no es
oportuno que en el interdicto se ventile en toda su extensió n la cuestió n de perjuicios que
puede resultar complicada por su naturaleza.
Al actor le corresponde probar los hechos que son supuestos de la protecció n judicial
que reclama, o sea, es el querellante quien debe probar: (artículo 551 del Có digo de
Procedimiento Civil”
374
2. - Que se le ha tratado de turbar o molestar su posesió n o que en el hecho se le ha turbado
o molestado por medio de actos que expresará circunstanciadamente, o que se le ha
despojado de la posesió n por medio de actos que indicará clara y precisamente.
La prueba no rige para el fisco respecto de sus bienes raíces, segú n lo explicado.
1. - Prueba de la Posesión
Hechos que prueban la posesión
El Có digo Civil establece dos hechos que prueban la posesió n de los bienes raíces o de
los derechos reales constituidos en ellos:
Dice el artículo 924: “La posesió n de los derechos inscritos se prueba por la
inscripció n y mientras ésta subsista, y con tal que haya durado un añ o completo, no es
admisible ninguna prueba de posesió n con que se pretenda impugnarla.”
Dice el artículo 925: “Se deberá probar la posesió n del suelo por hechos positivos, de
aquellos a que só lo da derecho el dominio, como el corte de maderas, la construcció n de
edificios, la de cerramientos, las plantaciones o sementeras, y otros de igual significació n,
ejecutados sin el consentimiento del que disputa la posesió n.”
Los artículos señ alados tienen validez para todos los juicios en que deba probarse la
posesió n y no solo para los interdictos.
375
Existen interpretaciones contradictorias de los artículos 924 y 925 ya que si bien es
cierto aisladamente son de una claridad tranquila, al momento en que se pretende
interpretarlos arrastran a la polémica cuando se pretenden aplicar al sistema legal posesorio
de los bienes raíces.
1. - Una teoría interpretativa aplica el artículo 924 a la prueba de la posesió n de todos los
derechos reales inmuebles, menos a la de uno: el dominio; y el artículo 925 a la prueba
de la posesió n de ese derecho de los inmuebles mismos (en que el dominio se
materializa). O sea, la inscripció n en el registro conservador solo serviría para probar la
posesió n de los derechos reales limitados constituidos en los inmuebles; y los hechos
positivos a que solo faculta el dominio, serviría para probar la posesió n del dominio, de
esos bienes, la de los inmuebles mismos, sea que estos estén inscritos o no y sea que se
trate de la posesió n regular e irregular.
a) El artículo 924 se refiere a la prueba de la posesió n de los bienes raíces que hayan
entrado al régimen de la inscripció n conservatoria, es decir, a la prueba de la
posesió n de los inmuebles inscritos debe administrarse por la respectiva
inscripció n.
b) El artículo 925 alude a la prueba de la posesió n de los bienes raíces que no han
entrado a ese régimen, o sea, la de los no inscritos, por los hechos positivos a que
solo faculta el dominio.
3. - Má s que teoría es una solució n prá ctica: Señ ala que el artículo 924 rige la prueba de la
posesió n de los derechos reales constituidos sobre los inmuebles. El artículo 925, la
prueba de la posesió n de los inmuebles no inscritos, y el conjunto de ambas
disposiciones, la prueba de la posesió n de los inmuebles inscritos, esto es, la prueba de
la posesió n del dominio materializado en ellos. En este ú ltimo caso, la prueba de la
posesió n se haría mediante la inscripció n conservatoria y los hechos positivos que solo
faculta el dominio.
A. - Tesis. El Có digo Civil distingue entre la posesió n de los bienes raíces mismos, esto es, de
las cosas corporales, que se identifican con el dominio, y la posesió n de los otros
derechos reales constituidos en los inmuebles, que se califican de posesió n de cosas
incorporales. Artículo 715.
La posesió n del dominio se confunde con la cosa misma al decir que esta es la
tenencia de una cosa determinada con á nimo de señ or y dueñ o. Artículo 700.
376
B. - Base. Parece ló gico que el Có digo Civil establezca a los bienes raíces el artículo 925 que
habla de la prueba de la posesió n del suelo, del inmueble material, la que debe
producirse por hechos positivos, sea que la posesió n esté inscrita o no y sea que sea
regular o no; y la prueba de los derechos reales la dedique al artículo 924,
comprendiéndolos en la expresió n “derechos inscritos”, la que debe producirse por la
inscripció n conservatoria.
D. - Crítica. Los impugnadores de esta teoría que distingue entre la posesió n de la cosa
corporal y la de los derechos, expresan que el Có digo Civil establece la inscripció n de
éstos y no la de los bienes mismos, materialmente considerados (artículos 686 y 687), y
en primera línea mencionan el dominio.
A. - Tesis. El Có digo Civil establece un sistema legal para los bienes raíces inscritas y otro
para los no inscritos. La inscripció n conservatoria es requisito de la conservació n y de la
posesió n de los bienes raíces inscritos (artículos 686, 724 y 728); natural es entonces
que también constituya su adecuada prueba (artículo 924). La adquisició n de la
posesió n de los bienes raíces no inscritos no necesita de inscripció n si se invoca el
simple apoderamiento material de la cosa (artículo 729) o un titulo no traslaticio de
dominio; luego, resulta que la posesió n de estos inmuebles se pruebe por la existencia
de los hechos positivos a que solo faculta el dominio.
B. - Conclusión. Artículo 924. Rige exclusivamente la posesió n de los bienes raíces inscritos;
la posesió n de cualquier derecho real sobre ellos, se prueba por la inscripció n que ha
durado un añ o completo, llá mese ese derecho real dominio, usufructo, uso o habitació n;
y el artículo 925 rige exclusivamente la posesió n de inmuebles no inscritos; la posesió n
de cualquier derecho real sobre ellos se prueba por la existencia de los hechos positivos
a que solo faculta el dominio, ejecutado sin el consentimiento del que disputa la
posesió n.
377
inscritos, es perfectamente ló gica, pues da al artículo 924 el carácter que tiene de
consecuencia del sistema de la posesió n inscrita. Pero el absolutismo tajante es un
pecado. La oposició n irreductible entre ambos artículos no parece ser verdadera, hay
casos en que los dos preceptos se aplican al mismo tiempo. Presuntamente el artículo
925 se escribió pensando en que pudiera aplicarse también en ciertas situaciones a los
bienes raíces inscritos.
Ahora bien, si el artículo 925 se refiriera solo a los bienes raíces no inscritos,
resultaría inú til, cuando estos –conforme a la previsió n- desaparecieran; parece
extrañ o entonces, que se estableciera como una disposició n firme y permanente,
para una situació n que, tarde o temprano dejaría de existir. El lugar adecuado
habría sido el de las disposiciones transitorias.
Se acepta generalmente que el artículo 925 se aplica, son solo a los bienes raíces no
inscritos, sino que también en algunos casos a los inscritos. Por ejemplo:
4. - Inscripciones de papel. Los que sostienen que la inscripció n representa una posesió n
real, afirman, con eco en la jurisprudencia, que, tratá ndose de inmuebles no inscritos,
para que la tradició n primera inscripció n dé al adquirente la posesió n, que el tradente
que enajena como suya la cosa tenga la posesió n material o, al menos, la mera tenencia,
o bien que el adquirente haga esa aprehensió n por sí mismo. (Artículos 683 y 730). Por
tanto, si este ú ltimo inscribe esa propiedad no poseída por su enajenante, pero sin
lograr él tampoco poseerla realmente, la inscripció n practicada a su favor es de papel, es
decir, una simple o mera anotació n registral que no representa posesió n alguna. El
poseedor no inscrito podría probar que continú a en su posesió n material por los hechos
378
materiales que habla el artículo 925.
Segú n algunos el artículo 924 só lo se refiere aquellos bienes raíces inscritos cuya
posesió n, por derivar de un título traslaticio de dominio, necesita, para adquirirse, la
inscripció n en el registro conservador (Artículos 686, 696 y 724). Por tanto, aunque sean
propiedades inscritas se aplica el artículo 925, si la posesió n invocada no arranca de un título
traslaticio de dominio sino de uno transmisivo, como la sucesió n por causa de muerte, o de
uno constitutivo como la accesió n, del decir, de la ley, la prescripció n (artículo 703).
Segú n otros en todos estos casos, rigen las reglas comunes con solo ciertas
modalidades inherentes a la naturaleza del título:
1. - Los que piensan que el artículo 924 se aplica só lo a las propiedades inscritas cuando la
posesió n alegada arranca de un título traslaticio de dominio, afirman que la regla del
artículo 925, y no la del artículo 924 tiene imperio sobre los bines raíces inscritos
adquiridos por sucesió n por causa de muerte, a menos que el heredero hubiese
verificado las inscripciones del artículo 688: só lo en este caso se podría probar la
posesió n de esos bienes por medio de la inscripció n. Mientras no estén inscritos se
probará n por los actos positivos del artículo 325.
2. - Accesión. Para los que restringen la aplicació n del artículo 924 a las propiedades
inscritas cuya posesió n arranca de un título traslaticio de dominio, la posesió n de los
aumentos que por accesió n experimenta unos de los inmuebles debe probarse
conforme al artículo 925, es decir, por hechos positivos, sin perjuicio, de tener que
exhibir la inscripció n relativa a la cosa principal, el bien raíz inscrito.
Para otros, los aumentos que un bien inmueble inscrito recibe por accesió n
quedan cubiertos por la inscripció n de la cosa principal, por ende con esa misma
inscripció n se prueba la posesió n de esos aumentos.
379
Presunción del artículo 924
El artículo 924º supone una presunció n de derecho, con relació n a que mientras subsista la
inscripció n, y con tal que haya durado un añ o completo, no es admisible ninguna prueba de
posesió n con que se pretenda impugnarla.
Algunos autores sostienen que es una presunció n absoluta, porque, segú n sus términos, que
no distinguen, se rechaza la prueba de toda posesió n que se contraponga a la de la inscripció n,
sea la posesió n contrapuesta material u otra inscripció n sobre el mismo bien raíz. Dicho de
otra forma el título inscrito no admite en contra la prueba que emana de los hechos positivos
del artículo 925, y tampoco de otra inscripció n relativa al mismo inmueble.
Una segunda opinió n afirma que la presunció n del artículo 924 es relativa, pues parece
evidente que la repulsa es contra de prueba de posesió n distinta de la inscripció n; la prueba
de la inscripció n no admite que se le contrapongas la de los hechos positivos señ aladas en el
artículo 925, pero no excluye que se le contraponga, la prueba de posesió n constituida por
otra inscripció n del mismo bien raíz.
Restricció n de la aplicació n del artículo 924 a los derechos para cuya tradició n es necesaria la
inscripció n
El artículo 924 dispone: “La posesió n de los derechos inscritos se prueba por la
inscripció n...”No distingue entre los derechos que para transferirse necesitan inscripció n y
aquellos que, aun cuando no la necesiten, han sido voluntariamente inscritos. Pero la Corte
Suprema restringió la aplicació n del artículo 924 solo a los derechos que para transferirse
necesitan inscripción, porque solo la posesió n de ellos exige para adquirirse (artículo 724) y
conservarse (artículo 728) la existencia de la inscripció n en el registro conservador. Así la
servidumbre como no requiere inscripció n, su posesió n no puede justificarse por el artículo
924.
380
Direcció n de Bienes Nacionales. El Conservador remitirá oportunamente las respectivas
solicitudes para este trá mite. Este informe deberá emitirse dentro del plazo de 30 días,
contado desde la recepció n del oficio del Conservador. Si no se evacuare la diligencia en dicho
plazo, podrá prescindirse de ella. Si no se pide la autorizació n o si fuere ésta negativa, la
inscripció n será nula. Del informe negativo se puede alegar dentro de 5° día há bil ante la Corte
de Apelaciones la que fallará en ú nica instancia.
Si alguien vende una cosa raíz ajena no inscrita y cuya posesió n tampoco tiene el
comprador por el solo hecho de inscribir, no adquiere la posesió n del inmueble mientras no
sea capaz de hacer cesar la posesió n anterior que se sigue ejerciendo sobre el inmueble a
pesar de la inscripció n. Esta no basta para coronar poseedor al adquirente del inmueble. Se
necesita que dicha inscripció n vaya acompañ ada de la tenencia material; só lo así se
entendería que el antiguo poseedor (no inscrito) ha dejado de poseer.
Para llegar a esta conclusió n, es preciso no olvidar que el artículo 682 del Có digo Civil
sienta el principio de que la tradició n no confiere al adquirente otros derechos que los que
tenía el tradente sobre la cosa tradida y que de los artículos 683 y 730 se desprende que, en
cuanto a cosas raíces no inscritas, para que la inscripció n-tradició n dé al adquirente la
posesió n es necesario que el tradente que enajena la cosa como suya tenga la tenencia
material o bien que el adquirente haga esa aprehensió n por sí mismo.
El actor o querellante debe probar no só lo su posesió n, sino también los conatos o hechos de
turbació n y molestia, o el despojo de que ha sido víctima. Es necesario probar en qué
consisten esos hechos y la fecha en que ocurrieron. Artículo 551 del Có digo de Procedimiento
Civil.
Medios de prueba
381
publicaciones que hace un tercero en el diario para inscribir el mismo inmueble como si no
estuviera ya inscrito.
Entendemos por accionesposesorias comunes las que el Có digo Civil trata en el Titulo
XIII del Libro II bajo el epígrafe “De las acciones posesorias” y que el Có digo de Procedimiento
Civil trata como querellas de amparo, restitució n y restablecimiento. Aunque la ú ltima no es
considerada una acció n posesoria.
382
1. - Si turban o amenazan, se configura la querella de amparo a fin de conservarla libre de
molestias.
Pero no son diferencias profundas, por ello, el Có digo Civil en la mayor parte de sus
disposiciones las trató juntas, como los mismos requisitos, e idéntica tramitació n.
Si al objeto comú n se le agrega que de unos mismos hechos o actos pueden será , a la
vez de despojo de una parte y de mera turbació n o embarazo en la posesió n, iló gico resulta
que tales hechos puedan dar nacimiento al mismo tiempo a las dos querellas. La Corte
Suprema ha estimado que si así sucede pueden deducirse juntas, conforme a lo establecido en
el artículo 17 del Có digo de Procedimiento Civil.
Ademá s de los requisitos comunes a todas demandas se debe cumplir con el artículo 551 del
Có digo de Procedimiento Civil:
3. - Deberán también expresarse en la querella los medios probatorios de que intente valerse
el querellante; y, si son declaraciones de testigos, el nombre, profesión u oficio y residencia
de éstos. Artículo 551 inciso 3°.
383
Legitimados pasivos
La acció n para la restitución puede dirigirse no só lo contra el usurpador, sino contra toda
persona, cuya posesió n se derive de la del usurpador por cualquier título. Artículo 927 inciso
1. Por usurpador se entiende no solo al autor material del despojo, sino también al autor
intelectual o moral del mismo.
2. – La Querella de Restablecimiento
Concepto
Esta acció n está establecida para obtener el restablecimiento en la posesión o mera tenencia de
los mismos bienes, cuando dicha posesión o mera tenencia hayan sido violentamente
arrebatadas. Artículos 928 del Có digo Civil y 549 N° 3 del Có digo de Procedimiento Civil.
Su nombre se explica, por el restablecimiento o reintegro que tiene. Al igual que todas las
legislaciones, concede la acció n de reintegració n o restablecimiento no só lo al poseedor, sino
384
también al mero tenedor.
Fundamento
El fundamento capital de todas las acciones posesorias es evitar la justicia privada, pero es
aquí donde cobra mayor relevancia. Con sus caracteres propios, descansa sobre los principios
conservadores del orden social y la paz pú blica.
Naturaleza Jurídica
1. - Segú n algunos no es una verdadera acció n posesoria, real, inmobiliaria, sino de una
acció n personal, delictual, destinada a garantizar la paz social, a sancionar el principio de
que nadie puede hacerse justicia por sí mismo; es simplemente una medida de policía y
una acció n persona dirigida a reparar el dañ o. Su fin no es asegurar la prescripció n, sino
la paz pú blica en general.
El hecho de que la querella esté tratada junto con las demá s posesorias no es una
buena justificació n, ya que ello no determina su naturaleza jurídica. Es má s el artículo 928
concede la querella de restablecimiento al que, en general “no pudiere instaurar acción
posesoria”, y esto importa decir que aquélla no es una de éstas. El inciso final lo reafirma al
disponer que “restablecidas las cosas, y asegurado el resarcimiento de daños, podrán intentarse
por una u otra parte las acciones posesorias que correspondan.”; claramente se manifiesta así
que la querella de restablecimiento no es una de estas acciones.
Legitimados Activos
385
necesite probar má s que el despojo violento, ni se le pueda objetar clandestinidad o despojo
anterior. Este derecho prescribe en seis meses. Artículo 928 inciso 1.
Incluso está legitimado el que adquirió la cosa como despojador violento, o poseedor o
tenedor clandestino, pues el Có digo Civil dice expresamente que para usar de esta querella
só lo es necesario probar el despojo violento, no pudiendo objetarse la clandestinidad o
despojo anterior.
1. - Haber tenido, al momento del despojo, la posesión o la mera tenencia de un bien raíz.
2. - Pero las amenazas que no envuelvan peligro inminente y serio no puede fundar una
querella de restablecimiento.
3. - La fuerza o violencia que habla la ley, debe ser ejercida injustamente contra derecho, a
la arbitraria e ilícito, que constituye o puede constituir delito. Así no procede la querella
si una persona es despojada por un receptor judicial en el uso de sus facultades. Pero si
en el juicio el poseedor o mero tenedor no han intervenido, si constituiría despojo
violento.
Requisitos de la querella
386
4. - La violencia con que ha sido despojado de una de estas situaciones en que pretende ser
restablecido.
5. - Los medios de prueba.
6. - Si la prueba es la testimonial, el nombre, profesió n u oficio y residencia de los testigos.
Legitimado Pasivo
387
2. - Pero como es natural, esa acció n puede tener por objeto las cosas muebles que se
consideran inmuebles por destinació n. Así lo ha resuelto la Corte Suprema, en el caso de
la querella interpuesta para recuperar animales.
3. - Como se requiere tener la posesió n y como por otra parte dicha querella se
considerante todo una medida de orden y de paz pú blica, se concluye que los inmuebles
no susceptibles de posesió n ni de ganarse por prescripció n (ejemplo los inmuebles de
dominio pú blico) pueden defenderse con la querella de restablecimiento, si son
violentamente arrebatados a su detentador. Procedería no solo contra los particulares,
sino contra la administració n pú blica.
4. - Las servidumbres de cualquier clase que sea no pueden ser objeto de la querella de
restablecimiento. La querella supone ser detentador de la cosa, pero dicha detentació n
que es la tenencia material de la cosa, supone un objeto material sobre el cual recae. No
se concibe que el poseedor de un derecho real de servidumbre pueda ser físicamente
desposeído o expulsado con violencia de su derecho, pues el no tienen la detentación
material de la cosa sobre la cual recae la servidumbre.
Pro hay una excepció n al principio de que las servidumbres no pueden ser objeto
de una querella de restablecimiento, y se refiere a las obras aparentes efectuadas
con el fin de facilitar el ejercicio de la servidumbre. La destrucció n de tales
trabajos supondría el despojo violento o expulsió n violenta ya que en este caso, la
detentació n se aplica a los signos materiales de la servidumbre. Ejemplo, cerrar la
ventaja con la cual tengo la servidumbre de luz.
Este derecho prescribe en seis meses, contado desde la fecha del despojo. Artículo 928.
Sanciones
El juez que falla la querella debe ordenar que las cosas se restablezcan por el
querellado vencido en el estado que se hallaban antes de cometida la violencia.
Los actos de violencia cometidos con armas o sin ellas, será n ademá s castigados con
las penas que por el Có digo Criminal correspondan. Artículo 929.
388
demandarse posteriormente por la vía ordinaria.
Reserva de acciones
Restablecidas las cosas, y asegurado el resarcimiento de dañ os, podrá n intentarse por
una u otra parte las acciones posesorias que correspondan. Artículo 928 inciso final. La
sentencia pronunciada en la querella de restablecimiento deja a salvo a las partes, no só lo el
ejercicio de la acció n ordinaria en conformidad al artículo 563, sino también el de las acciones
posesorias que les correspondan. Artículo 564 del Có digo de Procedimiento Civil.
Cosa Juzgada
Así, la sentencia firme del juicio posesorio de restablecimiento produce cosa juzgada
substancial frente a todo juicio posterior, incluso cualquiera querella posesoria. No será
admisible ninguna otra demanda que tienda a enervar lo resuelto en el interdicto. Artículo 563
inciso 2.
2. - Las primera tienen como supuesto la posesió n por un añ o completo; la segunda no exige
tiempo, basta un instante.
4. - Aquellas acciones prescriben al cado de un añ o completo, contado desde los hechos que
las motivas; la querella de restablecimiento prescribe en 6 meses contados desde el
despojo violento.
389
Las acciones posesorias en relación con los bienes raíces Inscritos y los No Inscritos
390
restitució n (artículo 926), pidiendo le sea devuelta la posesió n material y se
mande cancelar la inscripció n hecha a nombre del tercero. Si lo logra con éxito se
entiende que jamá s dejó de poseer.
2. - Bienes Raíces Inscritos. Se resuelve de acuerdo a la teoría que se adopte. Vale la pena
detenerse en este lugar en la posesió n del poseedor inscrito a otra inscripció n que sobre
el mismo inmueble pretende realizar un tercero y en la pérdida del poder material
sobre el inmueble inscrito.
391
perturbació n.
1. – Generalidades
Está n en el mismo Titulo XIV del Libro II se enumeran algunas acciones que se llaman
posesorias especiales: denuncia de obra nueva, denuncia de obra ruinosa, y otras acciones
especiales. Con el nombre de interdictos especiales el Có digo de Procedimiento Civil trata
precisamente a estas acciones. Sin embargo, las denuncias de obra nueva y obra ruinosa, las
trata en un pá rrafo aparte.
3. - A todas las acciones se les aplica la norma sobre pluralidad de sujetos actos y pasivos de
la denuncia o querella que señ ala el artículo 946 del Có digo Civil.
Las normas de las acciones comunes, entre las cuales está el haber poseído la cosa
durante un añ o interrumpido (artículo 918) no son aplicables, por cuanto así no lo ordenó el
392
legislador, y por la divisió n que el propio legislador hizo de las materias, considerando las
acciones comunes y las especiales en títulos especiales y separados.
Esto no significa que no se aplica el artículo 923 que manda excluir toda discusió n
sobre el dominio.
Las acciones posesorias especiales no pueden hacerse valer contra una servidumbre
Las acciones concedidas en este título (acciones especiales) no tendrá n lugar contra el
ejercicio de servidumbre legítimamente constituida. Artículo 947. Es ló gico, toda vez que el
ejercicio y posesió n de las servidumbres está amparado por la ley; sería absurdo conceder al
propietario del fundo sirviente acció n para oponerse a la ejecució n de los actos que importan
el ejercicio de la servidumbre.
Pero en cuanto a la indemnizació n ninguno podrá pedirla, sino por el dañ o que él
mismo haya sufrido, a menos que legitime su personería relativamente a los otros.
Artículo 946 inciso 2 segunda parte.
393
2. – Denuncia de Obra Nueva
Concepto Legal
Significatoda cosa hecha que antes no existía, o que si existía, resulta distinta o
diferente por la naturaleza de las modificaciones a que fue sometida. Nuestro Có digo Civil
contrapone las obras nuevas a las ya hechas o concluidas.
1. - No solo puede consistir en un edificio, sino que en toda construcció n con cuya erecció n
se perjudique la propiedad, posesió n o el derecho del demandante. No tan solo tienen
que ser con elementos fijos al sueñ o, sino que elementos movibles o piezas
desmontables.
2. - Es obra no solo el trabajo de lo que se entiende por construcció n o edificació n, sino que
se considera como tal también la excavació n o perforació n o aun la demolició n. En
resumen, debe entenderse por ésta todo trabajo que cambia o puede cambiar
esencialmente el estado del lugar y que aú n no está terminado. No hay obra nueva si con
derecho, se ejecuta un trabajo que se reduce a reparar, mejorar o arreglar lo existente.
2. - La acció n supone trabajos no concluidos, pues tiene por objeto suspender la obra y no
destruirla.
3. - No es preciso que los trabajos se hayancomenzado a ejecutar. Basta que estén a punto de
comenzarse. Así lo dice el artículo 930 inciso 1: “...toda obra nueva que se trate de
construir...”. La ley procesal dice que sirve para impedir una obra nueva y una cosa se
puede impedir desde cualquier momento antes que ella se haga.
4. - Igualmente, nada obsta a que los trabajos estén muy avanzados; lo ú nico decisivo es que
no estén concluidos. La denuncia no puede subordinarse al mayor o menor grado de
avance de la obra.
Esta denuncia ofrece ventajas para ambas partes: El poseedor o denunciante evita, en
forma rá pida, una perturbació n o la extensió n o agravació n de la ya consumada por la obra no
concluida, y el autor de los trabajos só lo se expone a suspenderlos, en lugar de derribarlos.
Ademá s, si no existiera, ante la sola oposició n del poseedor, el autor de los trabajos estaría
394
obligado a detenerlos, debiendo empelar una acció n ordinaria.
La obra nueva denunciable puede tratar de construirse sobre el suelo del que está en
posesió n el denunciante (artículo 930 inciso 1) o en el predio del denunciado (artículo 931),
como si en el predio sirviente de éste se construye una obra que embaraza el goce de una
servidumbre constituida en él.
Obras denunciables
1. - Obra nueva que se trata de construir sobre el suelo de que otro está en posesión. El
poseedor tiene derecho para pedir que se prohíba toda obra nueva que se trate de
construir sobre el suelo de que está en posesió n. Pero no tendrá el derecho de
denunciar con este fin las obras necesarias para precaver la ruina de un edificio,
acueducto, canal, puente, acequia, etc., con tal que en lo que puedan incomodarle se
reduzcan a lo estrictamente necesario, y que, terminadas, se restituyan las cosas al
estado anterior, a costa del dueñ o de las obras. Tampoco tendrá derecho para
embarazar los trabajos conducentes a mantener la debida limpieza en los caminos,
acequias, cañ erías, etc. Artículo 930 del Có digo Civil.
Para que sea denunciable la obra nueva que se trata de construir sobre el suelo
que otro está en posesió n, basta justificar e que no hay excepció n improcedente.
No hay necesidad de probar incó modo alguno.
395
servidumbre. Son igualmente denunciables las construcciones que se trata de sustentar
en edificio ajeno, que no esté sujeto a tal servidumbre. Artículo 931 inciso 2.
4. - Obra voladiza que atraviesa el plan vertical de la línea divisoria de dos predios. Se
declara especialmente denunciable toda obra voladiza que atraviesa el plan vertical de
la línea divisoria de dos predios, aunque no se apoye sobre el predio ajeno, ni dé vista,
ni vierta aguas lluvias sobre él. Artículo 931 inciso 3.
La enumeració n de los artículos 930 y 931 del Có digo Civil no es taxativa; señ ala solo
algunos casos. Ejemplo, la ley N° 3.133 sobre neutralizació n de los residuos provenientes de
establecimientos industriales y la ley N° 11.402 que establece normas para la defensa de
riberas y cauces de los ríos, lagunas y esteros, que se realicen con participació n fiscal.
Esto es discutido. Algunos dicen que es una verdadera acción posesoria, cuya
particularidad consiste en que se puede proteger una turbació n no realizada, simplemente
eventual.
Segú n otros, aun cuando la denuncia solo protege un hecho (posesió n), se diferencia
por su finalidad, que es típicamente cautelar en cuanto busca prevenir un dañ o o un perjuicio
que puede derivar de una obra nueva. Esta cautela se ve claramente en el juicio, donde el juez
provisoriamente puede suspender la obra.
Legitimación Activa
El poseedor tiene derecho para pedir que se prohíba toda obra nueva que se trate de
construir sobre el suelo de que está en posesió n. Artículo 930 inciso 1°. En cuanto a las obras
denunciables, no se establece quien puede, pero la doctrina ha dicho:
1. - Los dueñ os o poseedores de los edificios o heredades perjudicados con la obra nueva.
Artículos 930 inciso 1°, 931 inciso 2° y 3°, 948 inciso 1°.
2. - Los titulares activos de la servidumbre cuyo goce embaraza la obra nueva construida en
el predio sirviente. Artículo 931 inciso 1°.
3. - Los que tengan en los edificios o heredades perjudicados los derechos de usufructo, uso
o habitació n. Es dudoso por no haber reproducido la norma del Proyecto el Có digo Civil.
Legitimación Pasiva
396
La jurisprudencia ha resuelto que solo puede entablarse contra terceros y no contra
condueñ os coposeedores. Sus actos no perturban ni amenguan la posesió n de la comunidad ni
la de los otros comuneros.
Si las dirigidas contra una obra nueva no se instauraren dentro del añ o, los
denunciados o querellados será n amparados en el juicio posesorio, y el
denunciante o querellante podrá solamente perseguir su derecho por la vía
ordinaria. Pero ni aun esta acció n tendrá lugar, cuando, segú n las reglas dadas
para las servidumbres, haya prescrito el derecho. Artículo 950 incisos 3° y 4°.
2. - Intento de construir una obra nueva denunciable y la posesión del predio o del derecho de
goce limitado que aquélla viene a afectar. Basta probar la posesió n actual y no la de un
añ o completo o de cualquier tiempo de duració n.
4. - El poseedor tiene derecho para pedir que se prohíba toda obra nueva que se trate de
construir sobre el suelo de que está en posesió n. Artículo 930 inciso 1. Si el inmueble no
está inscrito, deberá probarse la posesió n actual de cará cter material, ú nico que existe
en este caso. Pero si está inscrita... ¿se prueba con la inscripción? ¿Hay que probar la
tenencia material? ¿Y si el tenedor material y el poseedor inscrito son personas diferentes?
Definición
397
ocurrencia. Artículos 932 y 935 del Có digo Civil y 571 del Có digo de Procedimiento Civil.
Finalidades
El que tema que la ruina de un edificio vecino le pare perjuicio, tiene derecho de
querellarse al juez para que se mande al dueñ o de tal edificio derribarlo, si estuviere tan
deteriorado que no admita reparació n; o para que, si la admite, se le ordene hacerla
inmediatamente; y si el querellado no procediere a cumplir el fallo judicial, se derribará el
edificio o se hará la reparació n a su costa. Artículo 932 inciso 1. La disposició n se extiende al
peligro que se tema de cualesquiera construcciones; o de á rboles mal arraigados, o expuestos
a ser derribados por casos de ordinaria ocurrencia. Artículo 935.
El que presenta la obra ruinosa puede demandar dos peticiones concretas, una en
subsidio de otro. Puede pedir como petició n principal que se derribe el edificio ruinoso, si no
admite reparació n, y si la admite, puede pedir en forma subsidiaria que se ordene hacer de
inmediato la reparació n.
Si el dañ o que se teme del edificio no fuere grave, bastará que el querellado rinda
caución de resarcir todo perjuicio que por el mal estado del edificio sobrevenga. Artículo 932
inciso 2° y 1.935. Algunos sostienen que la caució n no puede ser materia del interdicto, pero
otros sostienen que ni el Có digo Civil ni el Có digo de Procedimiento Civil lo hacen
improcedente. Lo má s obvio parece que es pedir en lo principal de la demanda de la
reparació n o demolició n de la cosa ruinosa, y en un otrosí, el otorgamiento de caució n para el
caso de que se declare por el juez que el dañ o que se teme no es grave.
Naturaleza Jurídica
Supuestos de la acción
1. - La causa del daño temido debe ser la ruina. La ley supone el perjuicio que se teme
provenga de la caída del á rbol, edificio o construcció n. Por ello, no hay lugar a la acció n
si el temor proviene de otro defecto de las mismas que las expone a destruirse y causar
con esta destrucció n un dañ o. Por ejemplo, la acció n destinada a conjurar el peligro que
pueda sobrevenir una parte del cerro situado sobre ésta.
398
La ruina puede ser total o parcial, la ley no distingue. Pero si es esencial que el
dañ o provenga de la caída de los materiales incorporados al edificio, de los
materiales que lo forman o constituyen; só lo entonces hay ruina. Así la caída de
una teja, mampostería, balcó n, cornisa, etc., por insignificante que sea constituye
ruina. Pero no dan lugar a la acció n elementos que no estén incorporados al
edificio, como un macetero, cuyo dañ o podría ser perseguido por las
disposiciones de los artículos 2.328 y siguientes.
2. - La cosa que amenaza ruina, según la letra de la ley, debe ser un edificio,
construcción, o un árbol. La Corte de Apelaciones de Valparaíso consideró inaceptable
la denuncia en contra de la caída de un cerro. Si un á rbol hubiere amenazado con caerse,
procedería.
3. - El inmueble que amenaza ruina debe ser vecino al del denunciante. Artículos 932 y
934
Legitimación Activa
Lo que legitima la acció n es el perjuicio temido por la ruina del inmueble del vecino. Por
eso tiene derecho a querellarse todo el que tema ese perjuicio. Artículo 932. No hay necesidad
de ser dueñ o o poseedor, incluso un arrendatario podría querellarse.
Para deducir la querella es necesario ser vecino del edificio ruinoso. Es vecino todo el
que posea, ocupe o habite un predio cercano, pró ximo o inmediato al que causó el dañ o, sea
que se halle contiguo, al frente o en cualquier otra direcció n.
Ahora bien, si la víctima es vecino del edificio causante del dañ o, podrá
invocar la responsabilidad del artículo 2.323 si la ruina acaece después que el dueñ o fue
notificado legalmente de la querella de obra ruinosa. Expresamente lo dice el inciso del
artículo 934: “No habrá lugar a indemnización, si no hubiere precedido notificación de la
querella.” Esta norma prevalece sobre el artículo 2.323, disposició n que declara expresamente
que no se aplica a los terceros que se hallen en el caso del artículo 934.
399
Si la víctima no es vecina, puede invocar en todo caso la responsabilidad del artículo 2.323 y
no sería aplicable la disposició n del inciso 2° del artículo 934.
Legitimación Pasiva
La querella debe dirigirse contra el dueñ o (o el poseedor que se reputa dueñ o, mientras
alguien má s no justifica serlo) del edificio, construcció n o á rbol que amenaza caerse (artículo
932).
La jurisprudencia ha señ alado que no procede la denuncia de obra ruinosa entre comuneros
del inmueble denunciado; solo puede instaurarse contra el dueñ o del bien ajeno.
Las disposiciones que establecen los casos en que procede la denuncia de obra ruinosa y los
sujetos que la pueden ejercitar (artículo 932, 935 y 948), no son aplicables a situaciones que
no han sido expresamente contempladas, en razó n de que son excepcionales por implicar
limitaciones al derecho de dominio.
En el caso de hacerse por otro que el querellado la reparació n, el que se encargue de hacerla
conservará la forma y dimensiones del antiguo edificio en todas sus partes, salvo si fuere
necesario alterarlas para precaver el peligro. Las alteraciones se ajustará n a la voluntad del
dueñ o del edificio, en cuanto sea compatible con el objeto de la querella. Artículo 933
Indemnización
400
Si notificada la querella, cayere el edificio por efecto de su mala condició n, se indemnizará de
todo perjuicio a los vecinos; pero si cayere por caso fortuito, como avenida, rayo o terremoto,
no habrá lugar a indemnizació n; a menos de probarse que el caso fortuito, sin el mal estado
del edificio, no lo hubiera derribado. Las disposiciones precedentes se extenderá n al peligro
que se tema de cualesquiera construcciones; o de á rboles mal arraigados, o expuestos a ser
derribados por casos de ordinaria ocurrencia. Artículos 934 inciso 1 y 935.
Cosa Juzgada
La sentencia que acoge la demanda produce cosa juzgada sustancial, pues no se puede
revocar por otra vía jurisdiccional ordinaria, ni menos sumaria. Pero si se acoge, produce cosa
juzgada formal.
Prescripción
1. - La acció n de obra ruinosa, no prescribe mientras haya justo motivo de temer el dañ o que
tiende a precaver. Artículo 950 inciso 2°.
2. - Pero la acció n concedida para la indemnización del dañ o sufrido, prescribe para siempre
al cabo de un añ o completo. Artículo 950 inciso 1°. Se cuenta desde que el dañ o se
produjo.
401
Denominación Genérica
El Có digo Civil en el Titulo “De alguna acciones posesorias especiales”, trata ademá s de ambas
denuncias, varias otras, que el Có digo de Procedimiento Civil agrupó bajo en nombre de
Interdictos Especiales. Ellas tienen por objeto hacer efectiva otras acciones que establecen el
Có digo Civil (en las servidumbres) y el Có digo de Aguas.
1. - Acciones contra labores que tuercen la dirección de las aguas corrientes. El que hace
obras para impedir la entrada de aguas que no está obligado a recibir, no es responsable
de los dañ os que, atajadas de esa manera y sin intenció n de ocasionarlos, puedan causar
en las tierras o edificios ajenos. Artículo 125 del Có digo de Aguas. Pero si se hicieren
estacadas, paredes u otras labores que tuerzan la direcció n de las aguas corrientes, de
manera que se derramen sobre el suelo ajeno, o estancá ndose lo humedezcan o priven
de su beneficio a los predios que tienen derecho a aprovecharse de ellas, mandará el
Juez, a petició n de los interesados, que tales obras se deshagan o modifiquen y se
resarzan los perjuicios. Lo dispuesto se aplica no só lo a las obras nuevas, sino a las ya
hechas, mientras no haya transcurrido tiempo bastante para constituir un derecho de
servidumbre. Sin embargo, ninguna prescripció n se admitirá a favor de las obras que
corrompan el aire y lo hagan conocidamente dañ oso. Artículos 123 y 124 del Có digo de
Aguas.
2. - Acción por el estancamiento del agua o desviación de su curso determinados por las
materias que acarrea. Si corriendo el agua por una heredad se estancare o torciere su
curso, embarazada por el cieno, piedras, palos u otras materias que acarrea y deposita,
los dueñ os de las heredades en que esta alteració n del curso del agua cause perjuicio,
tendrá n derecho para obligar al dueñ o de la heredad en que ha sobrevenido el
embarazo, a removerlo o les permita a ellos hacerlo, de manera que se restituyan las
cosas al estado anterior. El costo de la limpia o desembarazo se repartirá entre los
dueñ os de todos los predios a prorrata del beneficio que reporten del agua. Artículo 126
del Có digo de Aguas.
402
Siempre que las aguas de que se sirve un predio, por negligencia del dueñ o en darles salida
sin dañ o de sus vecinos, se derramen sobre otro predio, el dueñ o de éste tendrá derecho para
que se le resarza el perjuicio sufrido y para que en el caso de reincidencia se le pague el doble
de lo que el perjuicio importare. Artículo 127 del Có digo de Aguas.
Esta no es una acció n posesoria, porque no le desconoce la posesió n. Por ello el Có digo de
Procedimiento Civil no lo menciona como interdicto. Se trata simplemente de una acció n
indemnizatoria del dañ o proveniente de un cuasidelito.
Todo lo que no está regulado en el Có digo de Aguas relativamente a las acciones posesorias
sobre las aguas, queda sujeto a las normas contenidas en los artículos 930 a 950 del Có digo
Civil. Artículo 128 del Có digo de Aguas.
1. - El dueñ o de una casa tiene derecho para impedir que cerca de sus paredes haya
depó sitos o corrientes de agua, o materias hú medas que puedan dañ arla. Artículo 941
inciso 1.
2. - Tiene asimismo derecho para impedir que se planten á rboles a menos distancia que la
de quince decímetros, ni hortalizas o flores a menos distancia que la de cinco
decímetros. Artículo 941 inciso 2°.
Si los á rboles fueren de aquellos que extienden a gran distancia sus raíces, podrá
el juez ordenar que se planten a la que convenga para que no dañ en a los edificios
vecinos: el máximum de la distancia señ alada por el juez será de cinco metros.
Artículo 941 inciso 3°
Los derechos concedidos en este artículo subsistirá n contra los á rboles, flores u
hortalizas plantadas, a menos que la plantació n haya precedido a la construcció n
de las paredes. Artículo 941 inciso final.
Aunque el Có digo de Procedimiento Civil los establece como interdictos, y los tramita
como denuncia de obra ruinosa (artículo 579), no son acciones posesorias. Son acciones que
hacen efectiva las restricciones del dominio, establecidas para evitar las influencias extrañ as
que, directa o indirectamente, puedan perjudicar, en forma má s o menos considerable, la
propiedad ajena.
Acción y justicia privada para las inmisiones derivadas de las ramas o raíces de árbol
403
ajeno
Si un á rbol extiende sus ramas sobre suelo ajeno, o penetra en él con sus raíces, podrá
el dueñ o del suelo exigir (mediante un interdicto especial que se tramita como la obra
ruinosa) que se corte la parte excedente de las ramas, y cortar él mismo las raíces. Lo cual se
entiende aun cuando el á rbol esté plantado a la distancia debida. Artículo 942.
Derecho de acceso coactivo al terreno ajeno para entrar a coger los frutos que dan las ramas
tendidas sobre él
Los frutos que dan las ramas tendidas sobre terreno ajeno, pertenecen al dueñ o del á rbol; el
cual, sin embargo, no podrá entrar a cogerlos sino con permiso del dueñ o del suelo, estando
cerrado el terreno. El dueñ o del terreno será obligado a conceder este permiso; pero só lo en
días y horas oportunas, de que no le resulte dañ o. Artículo 943.
Aquí evidentemente no hay una acció n posesoria: seguramente lo que el Có digo Civil
quiso fue hacer valer este derecho como interdicto.
Acciones establecidas en el titulo de las servidumbres que deben tramitarse como la denuncia
de obra nueva
1. - No se puede abrir ventana o tronera de ninguna clase en una pared medianera, sin
consentimiento del condueñ o. Se pide que se le ordene suspende la construcció n de
dicha ventana. Artículos 874 inciso 1 y 580 del Có digo de Procedimiento Civil.
2. - Acció n del dueñ o de un predio para pedir la suspensió n de la obra destinada a dar luz a
una propiedad vecina, si no cumple con las condiciones a que está sujeta dicha
servidumbre legal. Artículo 875 del Có digo Civil y 580 del Có digo de Procedimiento
Civil. Las condiciones son:
a) Que la ventana esté guarnecida de rejas de hierro, y de una red de alambre, cuyas
mallas tengan 3 centímetros de abertura o menos.
b) Que la parte inferior de la ventana diste del suelo de la vivienda a que da luz, 3
metros a lo menos. Artículo 875.
3. - Acció n del propietario de un predio para pedir la suspensió n de la obra destinada a dar
vista a un predio vecino en contravenció n al precepto que declara no poder tenerse
ventanas, balcones, miradores o azoteas, que den vista a las habitaciones, patios o
corrales de un predio vecino, cerrado o no; a menos que intervenga una distancia de 3
metros. Artículo 878 del Có digo Civil y 580 del Có digo de Procedimiento Civil.
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5. – Acción Popular
Acciones populares son las acciones que se reconocen a cualquiera persona para
la defensa de un interés público, y sobre todo a aquellas que, por el hecho que lo
contraviene, también han sufrido o pueden sufrir un daño en su interés privado.
La municipalidad y cualquiera persona del pueblo tendrá n, en favor de los caminos, plazas u
otros lugares de uso pú blico, y para la seguridad de los que transitan por ellos, los derechos
concedidos a los dueñ os de heredades o edificios privados. Artículo 928 inciso 1°.
El primer problema es saber si la seguridad de los que transitan por caminos, plazas, calles,
etc., es una condició n de la acció n popular. Má s de un fallo así lo declarado, pero prevalece la
interpretació n contraria, es decir, que la municipalidad y cualquier persona del pueblo tiene, a
favor de los caminos, plazas y otros lugares de uso pú blico, como la seguridad de los que
transitan por ellos, las mismas acciones concedidas a los dueñ os de las heredades o edificios
privados.
Segú n Alessandri, Somarriva y Vodanovic el artículo 948 busca proteger los lugares de uso
pú blico y la seguridad de los que transitan por ellos; la acció n popular puede tender a
cualquiera de esos dos fines, a uno u otro, y con mayor razó n, a ambos en los casos en que
concurra a la vez.
Se atenta contra las calles, plazas y demá s lugares de uso pú blico, sin afectar la seguridad de
los transeú ntes, cuando, por ejemplo, los vecinos o cualesquiera otros sujetos se apropian de
una calle, cerrá ndola, o la ocupen en parte con alguna construcció n sin permiso alguno del
poder administrador.
Perjudica la seguridad de los transeú ntes de lugares de uso pú blico no só lo en acto ilícito que
menoscaba o deteriora esos lugares en forma de hacerlos peligrosos, sino también el estado
de un edificio que amenaza con desplomarse y dañ ar calles y a las personas que por ahí
circulan.
En sentencia parecida, la Corte Suprema ha rechazado esta acció n por no ser vecinos los
querellantes, lo cual no es ló gico, porque la norma otorga esta acció n a cualquier persona del
pueblo.
Por otro lado, la Corte Suprema entiende que el dañ o debe amenazar a personas
indeterminadas y no a las específicas que se señ alan en la querella. Lo cual es evidentemente
subjetivo tomando en consideració n cada redacció n.
El segundo problema de la norma es saber si pueden deducirse como populares todas las
acciones posesorias o só lo las que el Có digo Civil trata en el Titulo de las especiales. Una
405
interpretació n restringida, restringe también la acció n popular a las mismas acciones
especiales. Pero la interpretació n amplia, sustentada, esta vez sí, acertadamente por la Corte
Suprema, sostiene que abarca tanto las acciones comunes como las especiales.
La acción popular no obsta a las que puedan intentarse en el solo interés privado
Las acciones municipales o populares se entenderá n sin perjuicio de las que competan
a los inmediatos interesados. Artículo 949.
2. - Cualquiera persona podrá denunciar a la Municipalidad las obras que amenacen ruina o
que, por el mal estado de ciertas partes de ella, pudieren originar la caída de materiales
o elementos de la construcció n, sin perjuicio de la obligació n de la Direcció n de Obras
Municipales de solicitar del Alcalde que ordene la demolició n del todo o parte de dichas
obras. Artículo 149 de la Ley general de urbanismo y construcciones.
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6. – Prescripción de las Acciones Posesorias Especiales
Las acciones concedidas en este título para la indemnizació n de un dañ o sufrido, prescriben
para siempre al cabo de un añ o completo.
Las dirigidas a precaver un dañ o no prescriben mientras haya justo motivo de temerlo.
Si las dirigidas contra una obra nueva no se instauraren dentro del añ o, los denunciados o
querellados será n amparados en el juicio posesorio, y el denunciante o querellante podrá
solamente perseguir su derecho por la vía ordinaria.
Pero ni aun esta acció n tendrá lugar, cuando, segú n las reglas dadas para las servidumbres,
haya prescrito el derecho. Artículo 950 del Có digo Civil.
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