Artículo 234 CPP

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 22

Artículo 234. (Peligro de Fuga)1.

Por peligro de fuga se entiende a toda circunstancia que


permita sostener fundadamente que el imputado no se someterá al proceso buscando evadir
la acción de la justicia.
Para decidir acerca de su concurrencia, se realizará una evaluación integral de las
circunstancias existentes, teniendo especialmente en cuenta las siguientes:
1. Que el imputado no tenga domicilio o residencia habitual, ni familia, negocios o
trabajo asentados en el país;
2. Las facilidades para abandonar el país o permanecer oculto;
3. La evidencia de que el imputado está realizando actos preparatorios de fuga;
4. El comportamiento del imputado durante el proceso o en otro anterior, en la medida
que indique su voluntad de no someterse al mismo;
5. La actitud que el imputado adopta voluntariamente respecto a la importancia del daño
resarcible;2
6. El haber sido imputado por la comisión de otro hecho delictivo doloso o haber recibido
condena privativa de libertad en primera instancia;3
7. Habérsele aplicado alguna salida alternativa por delito doloso;
8. La existencia de actividad delictiva reiterada o anterior;
9. El pertenecer a asociaciones delictivas u organizaciones criminales; 4
10. Peligro efectivo para la sociedad o para la víctima o el denunciante; y
11. Cualquier otra circunstancia debidamente acreditada, que permita sostener
fundadamente que el imputado se encuentra en riesgo de fuga.
(NOTA DEL AUTOR: el texto tachado, fue declarado inconstitucional por mandato
de la Disposición primera de la S.C.P. 0056/2014)
Concordancias:
CPP: Art. 7, 54:2), 233 ,235bis
CPE: Art. 14:I , 23:I a III, V y VI, 46:II ,47:I , 62 , 108:5) , 114 , 115 , 116:I , 120 , 122 ,
180 , 256
COMENTARIO TECNICO PARA ARGUMENTAR:
El peligro de fuga es el criterio más importante en la consideración para la imposición de
las medidas cautelares, ya que el criterio dominante para la existencia del proceso es la
comparecencia del procesado. En el peligro de fuga el juez debe valorar todas las
circunstancias que rodean el caso específico y que motive la permanencia del imputado en
un centro de detención.
El peligro de fuga es interpretado por la doctrina cautelar como un periculum in mora. El
peligro que el imputado siga en libertad tiene relación con el peligro de evasión o de fuga,
que se incrementa cuanto más grave sea la pena a imponerse.
En el proceso penal el periculum in mora se configura desde una óptica diferente siendo
completamente ajeno a la idea de peligro de retardo antes aludida. En materia penal no
1
En los términos de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH)  “Pacto de San José de Costa Rica”
(Aprobado y ratificado por Bolivia, mediante Ley 1430 de 11 de febrero de 1993), se tiene que la CIDH, es el intérprete
último de la CADH, pues en el marco de su doctrina del control de convencionalidad, ha correlacionado los arts. 24 y 68.1
de la CADH con su Preámbulo, y ha concluido en que sus fallos poseen efectos generales, que respecto a su fuerza
ejecutiva son equiparables a la norma misma que les da origen. Si la Corte Interamericana de Derechos Humanos es el
órgano natural para interpretar la Convención Americana sobre Derechos Humanos, entonces, la fuerza de su decisión al
interpretar la convención y enjuiciar leyes nacionales a la luz de esta normativa, ya sea en caso contencioso o en una mera
consulta, tendrá –de principio- el mismo valor de la norma interpretada. Bajo éste razonamiento, del artículo 8.2 de la
Convención, se deriva la obligación para el Estado Plurinacional Boliviano, de no restringir la libertad del detenido, más allá
de los límites estrictamente necesarios para asegurar que no impedirá el desarrollo eficiente de las investigaciones y
que no eludirá la acción de la justicia, pues la prisión preventiva es una medida cautelar, no punitiva (no se constituye
en una pena anticipada). No en vano el legislador boliviano ha previsto justamente como requisitos para la detención
preventiva, en el art. 233.2 del CPP, la existencia de elementos de convicción suficientes de que el imputado: 1) No se
someterá al proceso (Peligro de Fuga desarrollado en el art. 234 del CPP); y, 2) Obstaculizará la averiguación de la verdad
(Peligro de Obstaculización desglosado en el art. 235 del CPP). Idéntica interpretación ha desarrollado la CIDH, en su
Informe 35/07[32] (por citar alguno) donde dispuso que: “La Convención prevé, como únicos fundamentos legítimos de la
prisión preventiva los peligros de que el imputado intente eludir el accionar de   la justicia o de que intente obstaculizar
la investigación judicial…Por ello se deben desechar los demás esfuerzos por fundamentar la prisión durante el proceso
basados, por ejemplo, en fines preventivos como la peligrosidad del imputado, la posibilidad de que cometa delitos en el
futuro o la repercusión social del hecho…porque se apoyan en criterios de derecho penal material, no procesal, propios de
la respuesta punitiva”
2
Expulsado del ordenamiento jurídico por la S.C.P. Nº 0056/2014, Sucre 3 de enero.
3
Expulsado del ordenamiento jurídico por la S.C.P. 0005/2017 de 9 de marzo de 2017.
4
Expulsado del ordenamiento jurídico por la S.C.P. Nº 0056/2014, Sucre 3 de enero.

P á g i n a 1 | 22
puede imponerse pena alguna sin una sentencia definitiva previa. De allí que este
presupuesto se conforma por la amenaza de que durante el transcurso del proceso el
imputado intente su fuga o intente destruir algún material que pueda usarse como prueba de
cargo en el juicio oral. Son situaciones que de una u otra forma pueden impedir o dificultar
la efectividad de la sentencia que en su momento se dicte.
 LEGISLACIÓN COMPARADA:
 CÓDIGO PROCESAL PENAL - GUATEMALA
ARTÍCULO 262. - Peligro de Fuga. Para decidir acerca del peligro de fuga se tendrán
en cuenta, especialmente, las siguientes circunstancias:
1. Arraigo en el país, determinado por el domicilio, residencia habitual, asiento de la
familia de sus negocios o trabajo y las facilidades para abandonar definitivamente el
país o permanecer oculto.
2. La pena que se espera como resultado del procedimiento.
3. La importancia del daño resarcible y la actitud que el sindicado o imputado adopta
voluntariamente frente a él.
4. El comportamiento del sindicado o imputado durante el procedimiento o en otro
procedimiento anterior, en la medida que indique su voluntad de someterse a la
persecución penal; y
5. La conducta anterior del imputado.
 CODIGO PROCESAL PENAL DE PERU
ARTÍCULO 269. - Peligro de Fuga. Para calificar el peligro de fuga, el juez tendrá en
cuenta:
1. El arraigo en el país del imputado, determinado por el domicilio, residencia habitual,
asiento de la familia y de sus negocios o trabajo y las facilidades para abandonar
definitivamente el país o permanecer oculto;
2. La gravedad de la pena que se espera como resultado del procedimiento;
3. La importancia del daño resarcible y la actitud que el imputado adopta,
voluntariamente, frente a él;
4. El comportamiento del imputado durante el procedimiento o en otro procedimiento
anterior, en la medida que indique su voluntad de someterse a la persecución penal.

1. DESVIRTUANDO EL PELIGRO DE FUGA (Art. 234 del CPP).- reiterando lo


mencionado en la introducción, el peligro de fuga es uno de los presupuestos más
importantes al momento de imponer las medidas cautelares, porque para la existencia del
proceso es necesario la comparecencia del imputado. A continuación explicaré con
argumentos basados en jurisprudencia de reciente emisión para desvirtuar todos los
elementos de la primer figura jurídica, comencemos:
1.1. Num.1 del Art. 234 “Que el imputado no tenga domicilio o residencia habitual,
ni familia, negocios o trabajo asentados en el país”;
El art. 115.II de la Constitución Política del Estado (CPE) establece que: “El Estado
garantiza el derecho al debido proceso, a la defensa y a una justicia plural, pronta,
oportuna, gratuita, transparente y sin dilaciones”.
Por su parte, la SCP 1539/2013 de 10 de septiembre, efectuando la cita de la SC
0952/2002-R de 13 de agosto, a tiempo de referirse al debido proceso y su relación
con el derecho a la defensa, realizó el siguiente razonamiento: “...todo tribunal o
autoridad que tenga como facultad juzgar o imponer una sanción, está obligado a
respetar las normas del debido proceso, entre las cuales, se encuentran el derecho
a la defensa, que implica no sólo ser citado al inicio de la acción interpuesta, sino
también la notificación posterior de cada una de las actuaciones, pues a partir de
ellas, el procesado podrá presentar todas las pruebas que considere demostrarán
su inocencia, así como también podrá presentar cuanto recurso le faculte la Ley".
Ahora bien, respecto al derecho a la defensa reconocido por el art. 119.II de la CPE,
éste se constituye en uno de los elementos que conforman el debido proceso,
teniendo el Estado la obligación de garantizar el mencionado derecho a todos los
habitantes de nuestro país; además, siempre debe ser interpretado conforme al
principio de favorabilidad y no restrictivamente. En ese entendido, el extinto

P á g i n a 2 | 22
Tribunal Constitucional en la SC 1842/2003-R de 12 de diciembre -refiriéndose al
derecho a la defensa, concluyó: “…precautela a las personas para que en los
procesos que se les inicia, tengan conocimiento y acceso de los actuados e
impugnen los mismos con igualdad de condiciones conforme a procedimiento
preestablecido y por ello mismo es inviolable por las personas o autoridad que
impidan o restrinjan su ejercicio…”
Como mencionamos anteriormente, la declaración del imputado será usada como
prueba ante el juez, en caso de negarse a declarar el imputado tiene el derecho a
guardar silencio5 conforme al art. 121 de la CPE, sin que ello pueda tenerse en
cuenta a los efectos de determinar su culpabilidad o inocencia. La presencia del
fiscal y el abogado defensor son elementos claves al momento de tomar la
declaración del imputado porque de faltar alguno constituiría un defecto absoluto
vulnerando el derecho a la defensa y por consiguiente ese acto no convalidaría la
remisión del imputado ante el juez cautelar.
“CON RESPECTO AL DERECHO A GUARDAR SILENCIO NO DEBEMOS
OLVIDAR QUE… al momento que el tribunal interroga al imputado, y este decide
hacer uso a su derecho a guardar silencio, en todos los casos no puede abstenerse a
declarar:
1. Su nombre, apellido, edad, estado civil, profesión, nacionalidad, fecha y
lugar de nacimiento, domicilio real y procesal;
2. Si ha sido perseguido penalmente y, en su caso por qué causa, ante qué
tribunal, qué sentencia recayó y si ella fue cumplida; y,
3. Si el imputado decide declarar, las preguntas se le formularán en forma clara
y precisa nunca capciosa o sugestiva.
El fiscal y el abogado defensor tienen derecho a pedir aclaración con referencia a la
declaración emitida por el imputado, también a reconocer los objetos o instrumentos
del delito. Una vez recepcionada la declaración del imputado el juez dispondrá las
medidas necesarias para que dicho sujeto no obstaculice las investigaciones, ni
dilate el proceso dándose a la fuga, por lo cual será necesario desvirtuar los riesgos
de obstaculización y tener en cuenta que una de las características de las medidas
cautelares de carácter personal es la excepcionalidad, siendo la más importante,
dado que la normativa procesal otorga prevalencia a la libertad como derecho
fundamental de carácter primario o bien superior de la persona, revaloriza la
presunción de inocencia del imputado, por lo tanto, la regla es la libertad y las
medidas cautelares es la excepción.
POR LO TANTO… el presente numeral hace referencia a tres presupuestos:
DOMICILIO, FAMILIA Y TRABAJO y para que el abogado del imputado logre
desvirtuar legalmente dichos presupuestos es necesario demostrar mediante
elementos de convicción, realizando las siguientes actuaciones:
 Solicitar al fiscal de materia requerimiento para obtener certificado
domiciliario y antecedentes penales del Director departamental FELCC.
 Acreditar familia mediante certificados de nacimiento, matrimonio o libreta
de familia.
 Acreditar un trabajo estable o negocio asentado en el país.
A continuación analizaremos cada presupuesto:
1.1.1. DOMICILIO.- la S.C. Nº 807/2005-R Sucre, 19 de julio establece… “ Conforme a
la disposición glosada, efectivamente tiene relevancia la existencia de un domicilio
fijo, por lo que el imputado debe ser veraz sobre los datos de su domicilio pues la
falsedad, la falta de información o la falta de actualización constituyen “presunción
de fuga”; sin embargo, la exigencia de demostrarse la existencia de un domicilio o
residencia habitual exige al juez analizar el caso concreto, pues perfectamente
pueden darse situaciones diversas que pueden generar duda como en el caso, donde
5
Artículo 55.- Derechos de las personas durante la investigación.-… b) A guardar silencio, sin que ello pueda tenerse
en cuenta a los efectos de determinar su culpabilidad o inocencia…
(Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.- Aprobado el 17 de julio de 1998 por la Conferencia Diplomática de
Plenipotenciarios de las Naciones Unidas sobre el establecimiento de una corte penal internacional. Entrada en vigor: 1 de
julio de 2002.Se aprobó y ratifico por Bolivia mediante Ley Nº2398 de 24 de mayo de 2002.)

P á g i n a 3 | 22
se ha señalado un nuevo domicilio y se suscribió un documento privado aclaratorio
de anticresis, por lo que en el caso el análisis de la autoridad judicial debió
circunscribirse a la veracidad y justificación del mismo.
Ello no significa un desconocimiento de la exigencia establecida en la SC
1625/2003-R, en la que se apoya el Juez recurrido, Sentencia que, resolviendo una
problemática concreta estableció la necesidad de que a los efectos del art. 234.1 del
CPP el imputado debía señalar un domicilio anterior al hecho; concretamente se
señala lo siguiente:
“….el documento tampoco hubiere podido sustentar la residencia habitual en el
sentido del precepto (art. 234-1 CPP), pues el contrato de alquiler data de tres días
después de que el juez cautelar resolvió su detención; y, lo que exige el citado
artículo es una condición totalmente diferente a ello, pues el peligro de fuga no se
desvirtúa con que el imputado deba tener una residencia habitual en el lugar donde
esta siendo detenido, sino en el país, lo que significa que el certificado para ser
validado cuando no se tenga derecho propietario sobre el inmueble que constituye
domicilio, debe sustentarse en un contrato de arrendamiento u otro contrato que
acredite que el imputado tiene su domicilio en cualquier lugar del país, pero de
manera anterior al hecho y no posterior y menos que emerja inmediatamente
después de la detención”.
Dicha sub regla de ningún modo impide al juez o tribunal considerar la explicación
que exponga el imputado sobre las razones o motivos por los cuales tiene un nuevo
domicilio que es posterior a la detención y que ello sea óbice para dar curso a su
solicitud si la misma está justificada, pues de no ser así se podrían dejar de
considerar situaciones y circunstancias excepcionales que se pueden presentar y que
pueden estar plenamente justificadas…
En síntesis para evitar la presunción de fuga…:
 El imputado debe ser veraz sobre los datos de su domicilio.
 Los requisitos para acreditar de este elemento no deben ser excesivos.
 Para acreditar el domicilio o residencia habitual, el imputado deberá
presentar prueba idónea que demuestre que ese domicilio no es temporal y si
lo es deberá presentar elementos de prueba que sustenten legalmente por qué
es transitorio6.
 Demostrar los elementos de habitabilidad y habitualidad7
6
SENTENCIA CONSTITUCIONAL 1154/2004-R Sucre, 26 de julio.- …De igual forma, se hace imprescindible señalar que
el legislador, en las normas previstas por el art. 234.1 del CPP, para establecer el riesgo de fuga ha fijado elementos
fácticos o tomarse en cuenta en la valoración de los antecedentes, entre ellos se tiene que “el imputado no tenga domicilio o
residencia habitual, ni familia, negocios o trabajos asentados en el país”, en consecuencia, lo que el imputado “(…) va a
demostrar que en el inmueble que se señala como domicilio es en el que habita con la familia de forma diaria, es decir, el
que le sirve de residencia permanente (...)” así se dijo en la SC 1521/2002-R, de 16 de diciembre.
            Partiendo de ese razonamiento debemos asumir que para acreditar  el domicilio o residencia habitual, el imputado
deberá presentar prueba idónea que demuestre que ese domicilio no es temporal y si lo es deberá presentar elementos de
prueba que sustenten legalmente por qué es transitorio, vale decir, que la regla es que el domicilio sea habitual, por lo
mismo debe haber sido habitado con anterioridad a la aprehensión y en forma diaria, lo que supone que allí, conforme al
estado civil que tenga el imputado pernocta, reposa, disfruta de su vida familiar, no con periodicidad ni esporádicamente
sino cotidianamente; consiguientemente, no basta acreditar el derecho propietario porque tampoco es exigible, de igual
forma no basta con presentar un contrato de alquiler o anticrético debidamente registrado en la oficina correspondiente,
pues ese contrato podrá y deberá ser tomado como un elemento de prueba importante, pero no será suficiente sino
únicamente junto a otros elementos de juicio que hagan establecer objetivamente que el imputado tiene domicilio o
residencia habitual en la República de Bolivia.
            El referido criterio también es aplicable a los extranjeros, pues éstos para demostrar la exigencia de habitualidad
deberán presentar los documentos que acrediten su residencia o el fin lícito y específico por el que se encuentran en la
República, de modo que eso les permitirá demostrar también que tienen un domicilio o residencia habitual en el sentido del
precepto o un domicilio temporal con un fin lícito.
7
NO SE DEMOSTRÓ EL DOMICILIO EN SUS ELEMENTOS DE HABITABILIDAD Y HABITUALIDAD, DEBIDO A QUE
CONFORME AL MUESTRARIO FOTOGRÁFICO EL INMUEBLE NO SE ENCONTRABA HABITADO POR SU NÚCLEO
FAMILIAR (SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0996/2016-S3 de 22 de septiembre) …el sustento
argumentativo del Auto de Vista de 31 de mayo de 2016 hoy impugnado, refiere que no se demostró el domicilio en sus
elementos de habitabilidad y habitualidad, debido a que conforme al muestrario fotográfico el inmueble no se encontraba
habitado por su núcleo familiar; sin estimar:
i)     Que el contrato de alquiler que suscribió es para domicilio a futuro, desconociendo las SSCC 0760/2004-R y
0807/2005-R, que reconocen los contratos de alquiler para estos tipos de domicilio, y que los requisitos para acreditar este
elemento no deben ser excesivos.
Al respecto, de la revisión del Auto de Vista cuestionado, es posible advertir que las Vocales ahora demandadas, en
relación al contrato de alquiler que suscribió para acreditar su domicilio, señalaron que: “…revisados los elementos de
convicción presentados por el imputado se tiene que efectivamente las fotografías de la habitación obtenida en alquiler,
mediante contrato de fecha 01 de abril de 2016, suscrito entre el imputado y la Sra. Isabel Barrios de Ayarachi, esta última
propietaria del inmueble ubicado en la calle Rio Guaporé N° 137, no muestra ninguna señal de que es el lugar donde se
P á g i n a 4 | 22
1.1.2. FAMILIA.- para demostrar si el imputado tiene familia constituida, no es preciso el
certificado de matrimonio, basta con la presentación de los certificados de los hijos,
nuestra carta magna en su Art. 63. II reconoce las uniones libres o de hecho que
reúnan condiciones de estabilidad y singularidad.
1.1.3. TRABAJO.- para demostrar que se tiene un trabajo por cuenta ajena, bastara con
acreditar las aportaciones a la AFP’s, seguros, boletas de pago, etc… los cuales
tienen más convicción que el contrato laboral, ahora como todos sabemos existen
bastantes fuentes laborales informales, que para demostrar la relación laboral se
requerirá testigos, la presentación del empleador e inspecciones, etc.
1.2. Num.2 del Art. 234 “Las facilidades para abandonar el país o permanecer
oculto”; el juez debe valorar:
 Las posibilidades económicas que tiene el imputado para abandonar el país,
lógicamente considerando la actividad laboral a la q se dedica.
 Las amistades que tenga.
 Los viajes al exterior realizados.
 La documentación: como pasaporte, visa, familiares o actividad que tenga.
Lo mencionado anteriormente es importante considerar, las facilidades que el
imputado pueda permanecer oculto o la capacidad que tuviera para movilizarse de
un lugar a otro, viajar al interior o exterior.
La S.C.P 0656/2015-s2 de 10 de junio, nos indica la forma correcta de aplicar el
numeral 2 del art. 234 del CPP, “NO SOLO SE DEBE SEÑALAR DE FORMA
CONFUSA Y VAGA, MEDIANTE PRESUNCION QUE POR LA ACTIVIDAD
LABORAL QUE REALIZA SATISFACE COMO CAUSAL DE RIESGO DE
FUGA, es deber de toda autoridad jurisdiccional fundamentar la aplicación de una
medida cautelar con base a elementos de convicción8.”
encuentra habitando la familia del imputado, no obstante su entrega, denotando carencia de habitualidad, ya que conforme
a los razonamientos del Tribunal A quo, no se trata de demostrar formalmente la existencia de un lugar donde podría ir a
vivir el imputado, sino una residencia donde el mismo radica o radicará de manera estable, permanente o habitual junto a su
familia, que en este caso no se ha acreditado…” (sic).
ii)    Los antecedentes del proceso, siendo que mediante Auto de Vista de 23 de marzo de 2016, emitido con anterioridad
por las Vocales hoy demandadas, habiendo presentado un contrato de alquiler de otro domicilio -de forma contraria-
señalaron que era incongruente que del muestrario fotográfico se advierta que el inmueble se encuentre habitado por su
núcleo familiar, cuando el mismo es para habitarlo en el futuro.
De lo señalado en el Auto de Vista de 31 de mayo de 2016, es posible advertir que a través del mismo las Vocales ahora
demandadas hicieron referencia a la solicitud de cesación de la detención preventiva efectuada con anterioridad por el
ahora accionante, señalando que: “…contrariamente en el anterior domicilio que se pretendió acreditar se denota la
existencia de muebles y enceres que no se verifica en el nuevo domicilio que el imputado pretende acreditar a futuro,
además de ser distintos domicilios, por lo que este Tribunal estima que la observación realizada por el Tribunal A quo es
correcta, por ende al haber rechazado la solicitud de cesación de la detención preventiva del imputado, lo ha hecho de
manera razonable…” (sic); y en atención a la solicitud de explicación y enmienda respecto al mismo aspecto refirieron
que:“…este Tribunal ha resuelto de manera congruente al único aspecto específicamente formulado como punto de agravio
por el apelante, no encontrando ninguna contradicción con el Auto de Vista de 23 de marzo de 2016 pronunciado por la
Sala Penal Tercera, ya que en el mismo se hicieron observaciones muy distintas; por lo que no existe omisión, defecto, ni
expresión oscura que aclarar, enmendar o corregir…” (sic).
Realizado el contraste entre los argumentos vertidos por el ahora accionante para sustentar la presente acción tutelar y el
Auto de Vista hoy cuestionado, corresponde señalar que las omisiones señaladas en los incisos a) y b), no son evidentes
como se describió supra, debido a que las Vocales demandadas se pronunciaron respecto a los reclamos del accionante
sobre el contrato de alquiler y los antecedentes del proceso de forma clara, fundamentada y razonable; toda vez que
establecieron, a su criterio que el elemento domicilio no se encontraba acreditado, fundamentando que se denotaba
carencia de habitualidad en el presentado por el hoy accionante, asumiendo los razonamientos del Tribunal a quo, respecto
a que no se trataba de demostrar formalmente la existencia de un lugar donde podría ir a vivir, sino una residencia donde
radicará de manera estable, permanente, habitual junto a su familia; así como referir que las observaciones realizadas a
una anterior solicitud de cesación de la detención preventiva, estaban destinadas a otro domicilio en el cual se denotó la
existencia de muebles y enseres que no se verifica en el nuevo domicilio que el imputado pretende acreditar a futuro,
además de ser distintos domicilios y que en el actuado procesal -alegado de contradictorio- se hicieron observaciones
distintas.
Asimismo, es posible advertir que la pretensión del actual accionante es que la justicia constitucional valore nuevamente la
prueba -contrato de alquiler-, aspecto que es de atribución privativa y exclusiva de las autoridades jurisdiccionales conforme
señaló la jurisprudencia citada en el Fundamento Jurídico III.2. de la presente Sentencia Constitucional Plurinacional; sin
embargo, de manera excepcional se podría ingresar a valorar la prueba, siempre y cuando la misma hubiera sido valorada
apartándose de los marcos legales de razonabilidad y equidad o su valoración fuese omitida parcial o totalmente, aspectos
que no fueron mencionados y menos aún explicados en la presente acción de defensa;

8
SENTENCIA MODULADORA, SENTENCIA CONSTITUCIONAL 0670/2007-R Sucre,7 de agosto de 2007: “Esta
circunstancia debe estar objetivamente demostrada por el Ministerio Público o querellante a través de las pruebas
pertinentes, en base a las cuales el juzgador debe pronunciar resolución, aclarándose que, como sostiene la jurisprudencia
glosada, no es suficiente la mera presunción respecto al peligro de fuga que realiza el juzgador basada en aspectos no
vinculados a la circunstancia prevista en el art. 234.2 del CPP.
Ahora bien, el riesgo de fuga tampoco puede fundarse en el comportamiento demostrado en el momento de la aprehensión,
sino en la conducta del imputado posterior a ese momento.  Al respecto la SC 1702/2004-R de 25 de octubre, señaló lo
siguiente:
P á g i n a 5 | 22
S.C.P 0656/2015-s2 “…respecto al análisis efectuado por los Vocales
demandados del numeral 2 del art. 234 del CPP, se advierte que al indicar que el
arraigo natural no desvirtúa las facilidades para abandonar el país o permanecer
oculto, no precisan –al igual que el Juez a quo– cuál es el indicio o elemento de
convicción que demostraría mínimamente que el ahora accionante, vaya incurrir
en dicha causal de riesgo de fuga, limitándose a señalar de forma confusa y vaga,
mediante la presunción de que por tener la calidad de policía se satisface la
causal del riesgo procesal citada, situación inadmisible, ya que de acuerdo a la
amplia jurisprudencia constitucional desarrollada en la materia, es deber de toda
autoridad jurisdiccional fundamentar la aplicación de una medida cautelar con
base en elementos de convicción, que demuestren la probabilidad de los riesgos
procesales por los cuales se solicita la aplicación de medidas cautelares
personales al imputado, no siendo suficiente la mención de meras presunciones u
otras afirmaciones. Asimismo, de manera confusa, las autoridades demandadas
refieren en su parte resolutiva, la persistencia de los riesgos procesales del art.
235.1 y 2 del CPP, sin considerar que los mismos fueron analizados por el Juez
inferior en el caso de los coimputados Germán y Humberto Pereira Castro, no así
al ahora accionante, por lo que los mismos quedan fuera del análisis de la
presente problemática. En esa lógica, se evidencia que no se ha efectuado una
debida fundamentación en este punto respecto a los riesgos procesales,
respaldada con elementos de convicción que los demuestren razonablemente, por
lo que corresponde conceder en parte la tutela solicitada.”
Revisemos a continuación otro fallo constitucional, en el cual es importante tomar
en cuenta al momento de interpretar el presente numeral, la S.C.P. 1214/2016-s3 de
4 de noviembre, en el análisis del caso en concreto, con respecto a las actuaciones
de los vocales demandados consideraron “  …Sobre el art. 234.2 del CPP, “…
riesgo de fuga donde se va ir león su arraigo natural está aquí en Bolivia, tiene su
esposa hijos un prestigio bien ganado, entonces no es posible que la Sra. Juez haya
dictado este tema de que no existiría un arraigo natural porque precisamente corre
el riesgo de irse precisamente porque no tiene trabajo…” por lo que existe una falta
de congruencia en cuanto al presente riesgo procesal, deviniendo en la vulneración
al debido proceso.
1.3. Num.3 del Art. 234 “La evidencia de que el imputado está realizando actos
preparatorios de fuga”; la parte contraria debe demostrar objetivamente los actos
preparatorios de fuga, por ejemplo: alguna constancia de que el imputado ha
reservado o comprado pasaje para fugarse, obtención de pasaporte, visa u otra
documentación requerida para salir del país o la transferencia de bienes.
PERO DEBEMOS TOMAR EN CUENTA QUE… “Nuestra Carta magna en su
Art. 27.IV expresamente establece que la información y prueba obtenidas con
violación de correspondencia y comunicaciones en cualquiera de sus formas no
producirán efecto legal, por lo mismo que guarda estrecha relación el presente
Artículo, porque una de las características esenciales de la prueba es su legalidad
de obtención, para ser considerada por el juez en la audiencia.

“(…) Sobre los fundamentos precedentemente señalados, respecto a la existencia de riesgo de fuga, fundada en el hecho
de que ambos imputados fueron aprehendidos a punto de abandonar el país, con pasajes, dinero, pasaportes, etc., se debe
manifestar que las autoridades judiciales recurridas no consideraron que tal situación se dio únicamente en el momento de
su aprehensión, aspecto que luego fue determinante para disponer su detención preventiva; empero, a partir de allí, no se
tiene demostrado que los representados de los recurrentes hayan vuelto a incurrir en semejante conducta, ni en otra que
demuestre peligro de fuga o su voluntad de obstaculizar la investigación o el proceso, por cuanto se llegó a dictar
Sentencia, en la cual no se refiere ningún tipo de obstaculización ni actitudes dilatorias de parte de los imputados, por el
contrario, se esclarecieron los hechos merced a las declaraciones formuladas por éstos, corroboradas por los funcionarios
que intervinieron en el caso, además que tampoco podían demostrar una conducta obstaculizadora o peligro de fuga,
puesto que como es sabido, se encuentran detenidos preventivamente, esto es, privados de su libertad, lo cual de por sí
asegura, o cuando menos limita que quienes se encuentren bajo tal situación puedan incurrir en conductas como las
señaladas”.
Consiguientemente, conforme precisó la SC 0807/2005-R: “…la conducta del imputado al momento de su aprehensión sólo
puede ser considerada a los efectos de disponer la detención preventiva, pero para resolver la solicitud de cesación de la
detención preventiva se debe determinar si a partir de la detención preventiva el imputado volvió a incurrir en semejante
conducta u otra que demuestre peligro de fuga o su voluntad de obstaculizar la investigación o el proceso, ello tomando en
cuenta que, conforme al art. 239 inc. 1 del CPP, la detención preventiva cesa cuando nuevos elementos de juicio
demuestren que no concurren los motivos que la fundaron”.
P á g i n a 6 | 22
Así, toda prueba obtenida con violación de garantías fundamentales es nula y debe
ser excluida del proceso, constituyéndose la regla de la exclusión probatoria en
una auténtica protección de los derechos fundamentales; por lo que, el proceso
penal debe ser sustentado sólo en base a los medios de prueba permitidos por ley,
que sean lícitos, incorporados en base a las formalidades legales y que no vulneren
derechos fundamentales ni garantías constitucionales en perjuicio del imputado;
caso contrario, cuando lesionen derechos constitucionalmente establecidos, o se
quebrante el procedimiento legal en su obtención, no pueden fundar una eventual
responsabilidad penal debiendo ser apartadas del proceso”.
Este principio de libertad probatoria que nuestra CPP establece en su Art. 171, es
fundamental para que exista igualdad de partes al momento de proponer las pruebas
ante la autoridad judicial.
1.4. Num.4 del Art. 234 “El comportamiento del imputado durante el proceso o en
otro anterior, en la medida que indique su voluntad de no someterse al
mismo”;.- Con referencia al presente numeral referido al comportamiento del
imputado durante el proceso o en otro anterior, en la medida que indique su
voluntad de no someterse al proceso; cabe señalar que el Juez cautelar debe realizar
una valoración  razonable que no se sustente simplemente en el comportamiento
demostrado en el momento de la aprehensión sino toda la conducta demostrada con
posterioridad a la aprehensión y durante el proceso. Al respecto la SC 1702/2004-R,
de 25 de octubre, señaló lo siguiente:
“Sobre los fundamentos precedentemente señalados, respecto a la existencia de
riesgo de fuga, fundada en el hecho de que ambos imputados fueron aprehendidos a
punto de abandonar el país, con pasajes, dinero, pasaportes, etc., se debe
manifestar que las autoridades judiciales recurridas no consideraron que tal
situación se dio únicamente en el momento de su aprehensión, aspecto que luego
fue determinante para disponer su detención preventiva; empero, a partir de allí,
no se tiene demostrado que los representados de los recurrentes hayan vuelto a
incurrir en semejante conducta, ni en otra que demuestre peligro de fuga o su
voluntad de obstaculizar la investigación o el proceso, por cuanto se llegó a dictar
Sentencia, en la cual no se refiere ningún tipo de obstaculización ni actitudes
dilatorias de parte de los imputados, por el contrario, se esclarecieron los hechos
merced a las declaraciones formuladas por éstos, corroboradas por los
funcionarios que intervinieron en el caso, además que tampoco podían demostrar
una conducta obstaculizadora o peligro de fuga, puesto que como es sabido, se
encuentran detenidos preventivamente, esto es, privados de su libertad, lo cual de
por sí asegura, o cuando menos limita que quienes se encuentren bajo tal situación
puedan incurrir en conductas como las señaladas”.
NO OLVIDEMOS QUE…
S.C.P. 1399/2013 de 16 de agosto de 2013:
Entonces, a la Policía Boliviana, en su labor de investigación, no le está permitido
definir o establecer si una determinada conducta es obstaculizadora o no, ni
mucho menos precisar sobre temas relativos a medidas cautelares como la
concurrencia de cualquier otro riesgo o peligro procesal, por cuanto su labor es
meramente investigativa; por consiguiente, bajo el principio acusatorio, que rige en
el proceso penal, los órganos de investigación de los delitos de acción pública,
están vetados para efectuar actos jurisdiccionales y, los jueces, impedidos en
realizar actos investigativos; sin embargo, lo que no está prohibido es que, el
funcionario policial a tiempo de realizar la investigación, certifique sobre hechos
concretos; es decir, en el cumplimiento de la labor del funcionario policial, el
investigador asignado a un determinado caso, puede emitir certificaciones o
informes sobre las labores inherentes a sus atribuciones, claramente contempladas
en los arts. 74 y 295 del CPP, sin que ello signifique emitir criterios de valor sobre
si determinadas conductas atribuibles al investigado son actos de fuga u
obstaculización, cuya definición -como se dijo anteriormente- le está reservada a la
autoridad jurisdiccional, quien en su momento y de manera autónoma definirá si
P á g i n a 7 | 22
una determinada conducta es considerada como acto de fuga u obstaculización. En
ese sentido, a los órganos encargados de la persecución penal, no les asiste la
facultad de negar solicitudes de certificación o informes sobre hechos concretos a
la investigación.
1.5. Num.5 del Art. 234 “La actitud que el imputado adopta voluntariamente
respecto a la importancia del daño resarcible”;9
Analizando la norma citada, se extrae, que ella induce aludiendo a la voluntad -utilizar
el término “voluntariamente”-, a que la persona imputada tenga que necesariamente
asumir una actitud por adelantado respecto a un supuesto daño causado por la presunta
comisión del delito acusado, sin que previamente se haya determinado su culpabilidad
en sentencia condenatoria y ejecutoriada y así asumir su culpabilidad y responsabilidad
sin juicio previo y antes de haberse emitido una sentencia condenatoria ejecutoriada
donde se demuestre su culpabilidad; entonces, para demostrar que no incurrirá en el
riesgo procesal de fuga, el imputado necesariamente tendría que asumir una actitud
respecto a un daño que supuestamente se hubiera ocasionado por la comisión de un
supuesto delito aun no determinado en sentencia condenatoria y ejecutoriada.
En el Fundamento Jurídico III.4 de esta Sentencia Constitucional Plurinacional
0056/2014 del 3 de enero10, se estableció que las medidas cautelares, y en particular la
detención preventiva, son medidas provisionales que tienen la finalidad de asegurar la
9
S.C.P. Nº 0056/2014, Sucre 3 de enero: III.5.1. En consecuencia, estando garantizado el derecho a la presunción de
inocencia por nuestra norma fundamental y las normas internacionales, el supuesto establecido en el art. 234.5 del CPP, al
inducir a una persona imputada asumir alguna actitud respecto a un supuesto daño causado por la presunta comisión de un
delito, sin que previamente se haya determinado en sentencia condenatoria y ejecutoriada su culpabilidad, vulnera el
derecho a la presunción de inocencia garantizada en el art. 116.I de la CPE; por ello siendo contrario al derecho
mencionado, corresponde expulsar del ordenamiento jurídico en el art. 234.5 del CPP, por ser contrario a la norma
constitucional señalada.
10
SCP 0054/2014 F.J. III.4.Las medidas cautelares en materia penal
El Código de Procedimiento Penal, en su art. 221, establece la finalidad y alcance de las medidas cautelares, y señala: “La
libertad personal y los demás derechos y garantías reconocidos a toda persona por la Constitución Política del Estado, las
Convenciones y Tratados internacionales vigentes y este Código, sólo podrán ser restringidos cuando sean indispensables
para asegurar la averiguación de la verdad, el desarrollo del proceso y la aplicación de la ley.
Las normas que autorizan medidas restrictivas de derechos, se aplicaran e interpretaran de conformidad con el artículo 7 de
este Código. Esas medidas serán autorizadas por resolución judicial fundamentada, según lo reglamenta este Código, y
solo durarán mientras subsista la necesidad de su aplicación.
No se podrá restringir la libertad del imputado para garantizar el resarcimiento del daño civil, el pago de costas y multas” (el
resaltado es agregado).
Según la norma citada, las medidas cautelares se constituyen en medidas provisionales restrictivas de la libertad y de
aseguramiento del imputado para que responda a las emergencias y consecuencias del proceso.
El art. 7 del CPP, indica: “La aplicación de medidas cautelares establecidas en éste Código será excepcional. Cuando exista
duda en la aplicación de una medida cautelar o de otras disposiciones que restrinjan derechos o facultades del imputado,
deberá estarse a lo que sea más favorable a éste”.
Según la norma antes mencionada, las medidas cautelares deben ser aplicadas de manera excepcional, restringiendo la
libertad personal, cuando racionalmente no exista ninguna medida alternativa o sustitutiva para garantizar la averiguación
de la verdad, el desarrollo del proceso y la aplicación de la ley.
Clemente Espinoza Carballo, en el Código de Procedimiento Penal Anotaciones, Comentarios y Concordancias, Cuarta
Edición, Gestión 2012, Editorial el País de Santa Cruz, en su página 46 señala: “Las medidas cautelares en general, bien
podrían denominarse medidas provisionales restrictivas y de aseguramiento del imputado, ya que tienden a prevenir la
consecución de un determinado fin o precaver lo que pudiera dificultarlo”.
El mismo autor en el Código citado, en su página 276 y 277 señala: “Las notas características de las medidas cautelares o
de aseguramiento, son: la excepcionalidad, instrumentalidad, proporcionalidad, provisionalidad, temporalidad y variabilidad.
La instrumentalidad es la nota característica común a todas las medidas cautelares en general, por cuanto éstas no
son autónomas y no tienen existencia propia por sí mismas. Su existencia está condicionada a un nexo que las liga al
proceso principal, al cual están destinadas, garantizando la efectividad de su resultado.
La proporcionalidad, que implica una limitación en cuanto a su adopción, y están condicionadas a cumplir el fin
pretendido; vale decir, para asegurar la averiguación de la verdad, el desarrollo del proceso y la aplicación de la ley, art.
221.
La provisionalidad, que implica su limitación temporal; verbigracia, en los casos de imponérsela medida cautelar de
detención preventiva, ésta no puede durar más del mínimo legal previsto para el delito objeto de investigación; dieciocho
meses sin que se haya dictado acusación contra el imputado, o treinta y seis meses, sin sentencia, art. 239.
La variabilidad y temporalidad, que implica que pueden suspenderse (cesarse) o modificarse en cualquier tiempo, aún de
oficio, art. 250, y deben ser adecuadas a los fines pretendidos en su adopción”.
Juan Carlos Rios Villanueva, en su libro “Medidas Cautelares en el Proceso Penal”, Segunda edición 2010, Editorial
Alexander, en su página 16, refiriéndose a la naturaleza jurídica de las medidas cautelares señaló: La aplicación de una
medida cautelar en el proceso penal desde una perspectiva doctrinal, tiende en última instancia a garantizar el
cumplimiento efectivo de la sentencia condenatoria, toda vez que el proceso penal viene dada por la combinación de
dos factores: por un lado, todo proceso con las debidas garantías se desarrolla siguiendo normas de procedimiento, por lo
que tiene una duración temporal; y por otro, la actitud de la persona a la que afecta el proceso, que si es culpable o así se
siente, su tendencia natural le llevará a realizar actos que dificulten o impidan que el proceso penal cumpla su fin, verbi
gratia, hará desaparecer los datos que hagan referencia al hecho punible, se ocultará, etc.
En ese sentido, a partir de la normativa procesal, las medidas cautelares constituyen instrumentos de tipo procesal
que buscan asegurar que el imputado no evada la acción de la justicia (Medidas cautelares personales), así como
garantizar la reparación del daño causado con la comisión del hecho delictivo (Medidas cautelares reales) o, aquel
remedio arbitrario por el derecho para conjurar los riesgos que la duración del proceso puede suponer para la eficacia de los
eventuales pronunciamientos que se dicten al final del mismo.
P á g i n a 8 | 22
averiguación de la verdad, el desarrollo del proceso, la aplicación de la ley y el
efectivo cumplimiento de una sentencia. En esa perspectiva, también se determinó que,
procede la detención preventiva a pedido fundamentado del Fiscal o de la víctima
cuando concurran simultáneamente los requisitos establecidos del art. 233.1 y 2 del
CPP; es decir, la existencia de elementos de convicción suficientes para sostener que el
imputado es, con probabilidad, autor o partícipe de un hecho punible; y, la existencia
de elementos de convicción suficientes de que el imputado no se someterá al proceso u
obstaculizará la averiguación de la verdad. Además a fin de acreditar el segundo
elemento o requisito, estos deben estar relacionados con el peligro de fuga establecido
en el art. 234, peligro de obstaculización previsto en el art. 235 y peligro de
reincidencia previsto en el art. 235 bis, todos del CPP.
Entonces teniendo presente, que las medidas cautelares, -en particular la de detención
preventiva-, son medidas provisionales que tienen la finalidad de asegurar la
averiguación de la verdad, el desarrollo del proceso, la aplicación de la ley y el
efectivo cumplimiento de una sentencia, éstas no pueden inducir a que un imputado
asuma alguna actitud respecto a un supuesto daño que aún no fue comprobado en
sentencia condenatoria y debidamente ejecutoriado, en su caso, dicha “actitud”, podría

Ahora bien, esas medidas se denominan cautelares, porque tienden a evitar los peligros de obstaculización del
proceso ‘periculum in mora’ por una parte y buscan asegurar el efectivo cumplimiento de la posible condena, esta
afirmación encuentra su sustento doctrinal en el hecho de que, -establece la doctrina- si luego de pronunciada una
sentencia condenatoria en juicio, el imputado pudiera sustraerse al cumplimiento de dicha condena, la justicia se
vería burlada y la sociedad perdería confianza en la justicia como aconteció en el viejo sistema penal de la
legislación boliviana”.
El autor citado, en su libro señalado, también se refirió a las clases de medidas cautelares y señala lo siguiente:
“Atendiendo los principios doctrinales sobre la materia, el Cód. de Pdto. Penal, identifica claramente las medidas cautelares
de carácter personal, las medidas cautelares de carácter real y las medidas cautelares sobre bienes sujetos confiscación o
decomiso, diferenciándose las mismas en función a los fines que persiguen; las primeras tienen como finalidad asegurar
la presencia del imputado en el juicio y evitar así mismo que este obstaculice la averiguación de la verdad” (las
negrillas son nuestras).
El mismo autor, en el libro citado, página 98 a 99, refiriéndose a la detención preventiva, como medida cautelar de carácter
personal señala:”…la medida cautelar de detención preventiva no se contrapone conforme se tiene dicho, a este elemento
principio constitucional del juicio previo, en la medida en que la misma, no se la considera pena anticipada, sino un simple
instrumento que garantiza la presencia del imputado en el juicio. Es por ello que la imposición de medidas cautelares debe
producirse únicamente por la necesidad -verificada en cada caso- de que el imputado no se someterá al proceso u
obstaculizará la averiguación de la verdad”.
“De todo ello se concluye que la aplicación de medidas cautelares y fundamentalmente la detención preventiva, no
constituye contradicción ni es incompatible con el principio de presunción de inocencia, al no tratarse de pena anticipada,
sino tan sólo constituir instrumento procesal que garantiza los fines del proceso asegurando la presencia efectiva del
imputado durante el juicio”. 
“Respecto a los presupuestos exigidos para su aplicación, están regulados de manera taxativa y reglada en el artículo 233
del Cód. Pdto. Penal, estableciendo dos presupuestos concretos que son concurrentes.
1.1.    La existencia de elementos de convicción suficientes para sostener que el imputado es, con probabilidad autor o
partícipe de un hecho punible…”.
“2.2.  La existencia de elementos de convicción suficientes de que el imputado no se someterá al proceso u obstaculizará la
averiguación de la verdad…”.
“para la aplicación de esta medida cautelar, deben concurrir necesariamente los dos presupuestos establecidos
precedentemente; sin embargo, debe quedar claro que el segundo presupuesto contiene tres alternativas referidas al
peligro de fuga, peligro de obstaculización y al peligro de reincidencia este último incorporado por la Ley del Sistema
Nacional de Seguridad Ciudadana. En tal sentido, es procedente la detención preventiva cuando concurre en un caso
concreto el primer presupuesto señalado en el inc. 1 y además necesariamente cualquiera de las tres alternativas previstas
en el inc.2), conforme establece el art. 233 concordante con los arts. 234, 235 y 235 bis del Cod. Pdto. Penal”.
Conforme a las normas procesales penales y doctrina precedentemente citados, las medidas cautelares son medidas
judiciales provisionales restrictivas y de aseguramiento tendientes a asegurar la averiguación de la verdad, el desarrollo del
proceso, la aplicación de la ley y efectivo cumplimiento de la sentencia.
Son también, medidas provisionales restrictivas de la libertad y de aseguramiento del imputado para que responda a las
emergencias y consecuencias del proceso.
Las medidas cautelares, según la norma y doctrina citadas, tiene la finalidad de asegurar la averiguación de la verdad, el
desarrollo del proceso, la aplicación de la ley y el efectivo cumplimiento de una sentencia.
Las medidas cautelares son de dos tipos, una de carácter personal y otra de carácter real.
Las medidas cautelares de carácter personal tienen como finalidad asegurar la presencia del imputado en el juicio y evitar
que obstaculice la averiguación de la verdad.
Así, entre las medidas cautelares de carácter personal, tenemos a la más importante y grave, la medida cautelar de
detención preventiva que tiene la finalidad de asegurar la presencia del imputado en el juicio y la averiguación de la verdad
de los hechos.
Según la normativa procesal citada y la doctrina siempre citados en este Fundamento Jurídico, procede la detención
preventiva a pedido fundamentado del Fiscal o de la víctima cuando concurran simultáneamente los requisitos establecidos
en los numerales 1 y 2 del art. 233 del CPP; es decir, la existencia de elementos de convicción suficiente para sostener que
el imputado es, con probabilidad, autor o partícipe de un hecho punible; y, la existencia de elementos de convicción
suficientes de que el imputado no se someterá al proceso u obstaculizará la averiguación de la verdad.
Además, con el objeto de acreditar el segundo elemento o requisito, se debe analizar y relacionar el peligro de fuga,
establecido en el art. 234 del CPP, peligro de obstaculización previsto en el art. 235 del citado Código y peligro de
reincidencia previsto en el art. 235 bis del cuerpo normativo antes referido.
En ese contexto, el peligro de fuga, conforme al art. 234 del CPP, expone las circunstancias que se deben tener en cuenta
para su calificación, incluyendo entre ellas las normas ahora demandadas y cuya inconstitucionalidad corresponde analizar. 
P á g i n a 9 | 22
hacer presumir que el imputado es autor del delito que se va juzgando antes de
determinarse su culpabilidad en sentencia condenatoria debidamente ejecutoriada.
A este respecto cabe mencionar, que la presunción de inocencia, conforme fue
determinado en el Fundamento Jurídico III.3.111 de esta Sentencia Constitucional
Plurinacional, el derecho a la presunción de inocencia se encuentra garantizada en el
art. 116.I de la CPE y en virtud a ella, conforme también se estableció en el
Fundamento Jurídico III.312 de este mismo fallo, una persona imputada por la presunta
comisión de un delito, debe ser considerada inocente y tratada como tal en todo
momento, mientras no se declare su culpabilidad en sentencia ejecutoriada.
El derecho a la presunción de inocencia, no solo se encuentra garantizada por nuestra
norma fundamental, sino también por las normas internacionales, como ser, la
Declaración Universal de los derechos Humanos de 10 de diciembre de 1948, que en
11
SCP 0054/2014 F.J.III.3.1. La presunción de inocencia en la Constitución Política del Estado
El estado jurídico de inocencia, conocido por todos como “presunción de inocencia”, es uno de los elementos esenciales del
proceso penal que conforma una de las principales directrices de un moderno modelo de enjuiciamiento.
La presunción de inocencia se encuentra garantizada en nuestra Constitución Política del Estado en el art. 116.I, que
señala:
”I. Se garantiza la presunción de inocencia. Durante el proceso, en caso de duda sobre la norma aplicable, regirá la más
favorable al imputado o procesado” (el resaltado es añadido).
La presunción de inocencia es un postulado básico de todo ordenamiento jurídico procesal, instituido como garantía
constitucional en nuestro país en el art. 116.I de la CPE, que establece la presunción de inocencia del encausado mientras
no se pruebe su culpabilidad.
No solo la norma fundamental es la que garantiza la presunción de inocencia, sino también la norma procesal penal en su
art. 6 que señala: “(PRESUNCION DE INOCENCIA). Todo imputado será considerado inocente y tratado como tal en
todo momento, mientras no se declare su culpabilidad en sentencia ejecutoriada.
No se podrá obligar al imputado a declarar en contra de sí mismo y su silencio no será utilizado en su perjuicio.
La carga de la prueba corresponde a los acusadores y se prohíbe toda presunción de culpabilidad.
En el caso del rebelde, se publicaran únicamente los datos indispensables para su aprehensión” (las negrillas son
nuestras).
También en el art. 116 del mismo Código, se garantiza la presunción de inocencia cuando señala: “Los actos del proceso
será públicos.
En el marco de las responsabilidades establecidas por la Ley de Imprenta, las informaciones periodísticas sobre un proceso
penal se abstendrán de presentar al imputado como culpable, en tanto no recaiga sobre él una sentencia condenatoria
ejecutoriada…”. 
Como se puede observar, la garantía de la presunción de inocencia, consagrada en el art. 116.I de la CPE, fue
complementada y enriquecida con la presunción de inocencia establecida en los arts. 6 y 116 del CPP, donde se estableció
que el imputado debe ser considerada y tratado como inocente en todo momento, mientras no sea declarado su
culpabilidad en sentencia ejecutoriada, más aún todavía cuando la norma mencionada, establece una prohibición de
presunción de culpabilidad y cuando se prohíbe en la información periodística, presentar al imputado como culpable, en
tanto no recaiga sobre él una sentencia condenatoria ejecutoriada.
12
SCP 0054/2014 F.J. III.3.Respecto al derecho de presunción de inocencia
El Diccionario de Derechos de Manuel Ossorio y Florit Guillermo Cabanellas de las Cuevas, Tomo II, Editorial Heliasta, en
su página 352 define a la presunción de inocencia como: “La que ampara, en los enjuiciamientos de tipo liberal, a los
acusados cuya responsabilidad debe probar el acusador para fundar la condena”.
Raúl Cárdenas Rioseco, en su libro “La Presunción de Inocencia”, Editorial Porrua, Segunda edición, Impreso en México
2006, en su página 23, da un concepto y significado de la presunción de inocencia y señala: “ La presunción de inocencia
es un derecho subjetivo público, que se ha elevado a la categoría de derecho humano fundamental que posee su
eficacia en un doble plano: por una parte, opera en las situaciones extraprocesales y constituye el derecho a recibir
la consideración y el trato de no autor o no partícipe en hechos de carácter delictivo o análogos a éstos; por otro
lado, el referido derecho opera fundamentalmente en el campo procesal, con influjo decisivo en el régimen jurídico
de la prueba”.
El mismo autor en su libro referido también señala: “Para otros autores, como Laime VEGA TORRES, la presunción de
inocencia, tiene tres significados claramente diferenciados: 1. Como garantía básica del proceso penal; 2. Como regla de
tratamiento del imputado durante el proceso y; 3. Como regla relativa a la prueba”.
Por su parte Walter Alfredo Raña Arana, en la Revista del Tribunal Constitucional de la República de Bolivia N° 8 editado en
Sucre - Bolivia en diciembre de 2007, en su página 140 al 141, refiriéndose al principio de presunción de inocencia señala:
“Los pensadores revolucionarios utilizaron para formular este principio fundamental del nuevo sistema de enjuiciamiento
criminal, que tienen un fuerte contenido político en orden a garantizar la libertad del acusado frente al interés colectivo de la
represión penal, dos vocablos que han sido la causa de la controversia doctrinal respecto de él: así, el primero de ellos,
presunción, viene del latin présopmtion derivación de praesumtio-ónis, que significa idea anterior a toda experiencia; el
segundo vocablo, inocencia, procede del latin innocens que significa virtuoso, calidad del alma que no ha cometido pecado.
Es necesario señalar que la presunción de inocencia representa una condición inherente a la persona que, en tanto
sujeto de derecho, puede ser objeto de persecución penal por existir probabilísticamente la posibilidad
infinitesimal de ser culpado de un delito, consecuencia que únicamente se alcanza si y solo si se logra el grado de
incertidumbre suficiente, exigido en un ordenamiento jurídico dado, para adquirir la convicción de que la
probabilidad infinitesimal que se tenía al inicio del proceso penal se ha incrementado de tal modo que por
elementos empíricos se ha transformado en la verdad procesal que se refleja en una sentencia definitiva
condenatoria, verdad que aunque relativa, pues ella deviene de un razonamiento inductivo, es la única que se puede
alcanzar y que como miembros de un Estado de derecho se acepta tácitamente, ya que es el medio que se ha dado para
proteger valores que se estiman esenciales.
Con lo anteriormente establecido, se tiene el fundamento de muchas instituciones procesales, como el in dubio pro
reo o el onus probandi, entre otras, dado que si los órganos del estado, encargados de llevar adelante la acción
penal y la investigación de ella, no logran por medio de elementos de convicción empíricos, acrecentar la
probabilidad infinitesimal, que tiene una persona, de ser culpado de un crimen, se debe optar por considerar como
verdad procesal la inocencia de aquella, pues es esta la condición la que goza de mayor grado de certeza”.
El mismo autor, en la revista citada, en las páginas 142 a 143 señala como a postulados de la presunción de inocencia los
siguientes:
“La Presunción de Inocencia como garantía Básica del Proceso Penal
P á g i n a 10 | 22
su art. 11.1 señala: “Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su
inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público
en el que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa”; el
Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, que en su art. 14.2 indica:
“Toda persona acusada de un delito tiene derecho a que se presuma su inocencia
mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley”; la Convención Americana
sobre derechos Humanos “Pacto de San José de Costa Rica” de 22 de noviembre de
1969, que en su art. 8.2 señala: “Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que
se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad…”.
En consecuencia, estando garantizado el derecho a la presunción de inocencia por
nuestra norma fundamental y las normas internacionales, el supuesto establecido en el
art. 234.5 del CPP, al inducir a una persona imputada asumir alguna actitud respecto a
La presunción de inocencia es, en primer lugar el concepto fundamental en torno al cual se construye el modelo de proceso
penal, concretamente el proceso penal de corte liberal, en el que se establece garantías para el imputado.
Desde esa perspectiva, la presunción de inocencia constituye, en el ámbito legislativo; un límite al legislador frente a la
configuración de normas penales que implican una presunción de culpabilidad y conlleva para el acusado la carga de probar
su inocencia.
La Presunción de inocencia como Regla de Tratamiento del Imputado
La presunción de inocencia también puede entenderse como un postulado directamente referido al tratamiento del imputado
durante el proceso penal, conforme el cual habría de partirse de la idea de que el imputado es inocente y, en consecuencia,
reducir al mínimo las medidas restrictivas de derechos del imputado durante el proceso.
La Presunción de Inocencia como Regla de Juicio del Proceso
La principal vertiente del derecho a la presunción de inocencia es su significado como regla probatoria del proceso penal. La
presunción de inocencia, en este sentido, puede considerarse como una regla directamente referida al juicio de hecho de la
sentencia penal, con incidencia en el ámbito probatorio, conforme a la cual la prueba completa de la culpabilidad del
imputado debe ser suministrada por la acusación, imponiéndose la absolución del inculpado si la culpabilidad no queda
suficientemente demostrada.
La Presunción de Inocencia como Presunción ‘Iuris Tantum’
En cuanto presunción ‘iuris tantum’, la presunción de inocencia “determina la exclusión de la presunción inversa de
culpabilidad criminal de cualquier persona durante el desarrollo del proceso, por estimarse que no es culpable hasta que así
se declare en Sentencia condenatoria, al gozar, entre tanto, de una presunción ‘Iuris tantum’ de ausencia de culpabilidad,
hasta que su conducta sea reprochada por la condena penal, apoyada en la acusación pública o privada, que portando
pruebas procesales logre su aceptación por el juez o Tribunal, en relación a la presencia de hechos subsumibles en el
tiempo delictivo, haciendo responsable al sujeto pasivo del proceso”.
En la misma revista, el autor en su página 144, también señala cual el alcance de la presunción de inocencia: “La
presunción de inocencia constituye para unos un derecho y para otros una garantía. Siguiendo al español Jaime
Vegas Torres, citado por César San Martin Castro presenta tres alcances: 1) Como concepto fundamental en torno al cual
se construye todo un modelo de proceso penal, en el que se mira fundamentalmente a establecer garantías para el
imputado frente a la actuación punitiva estatal. 2) Como postulado directamente referido al tratamiento del imputado durante
el proceso penal, conforme al cual habría de partirse de la idea de que el inculpado es inocente y, por tanto, reducir al
mínimo las medidas restrictivas de derechos en el tratamiento del imputado durante el proceso. 3) Como una regla
directamente referida al juicio de hecho de la sentencia penal, con incidencia en el ámbito probatorio, conforme a la cual, la
prueba completa de la culpabilidad del imputado debe ser suministrada por la acusación, imponiéndose la absolución del
inculpado si la culpabilidad no queda suficientemente demostrada”.
Juan Colombo Campebell, en el “Anuario de Derecho Constitucional Latinoamericano, 13 el año, Tomo I de la gestión 2007,
publicada por la Fundación Konrad Adenauer de Alemania, en su trabajo sobre el tema “garantías constitucionales del
debido proceso penal. Presunción de inocencia”, señaló: “…en un proceso penal, los derechos de la víctima de un hecho
punible y los del inculpado, sospechoso de haberlo producido se enfrentan y colinden.
La víctima es siempre la que sufre los efectos del delito; es cierto. En cambio, el imputado es el que por el momento
aparece como eventual partícipe y posible responsable de sus consecuencias: sin embargo, no puede sostenerse
jurisdiccionalmente, en ese instante, que cometió un ilícito penal en forma culpable y penada por ley.
El principio de inocencia opera en dos ámbitos diferentes, el primero procesal y el segundo penal.
Hoy existe una contradicción evidente, ya que por una parte el nuevo sistema procesal presume inocente al imputado y por
la otra autoriza al juez para privarlo de su libertad o restringírsela, a la luz de la prueba rendida. La lógica jurídica nos dice
que un inocente no puede estar privado de libertad. Ello clama una explicación satisfactoria.
En consecuencia, cabe razonar en el sentido de que, si no hay hechos punibles, naturalmente que todos son inocentes.
Mas enfrentado a la realidad cada vez más generalizada que provoca la acción de persona cuyo resultado genera hechos
que revisten caracteres de delito, iniciada la investigación, abierto un proceso y cuando se van probando en su desarrollo
ciertos hechos que las incriminan como participantes, la llamada presunción se va esfumando y la convicción de
responsabilidad crecerá en la mente del juez hasta poder llegar a una convicción plena de culpabilidad.
Ello significa que el que realiza un acto como participante puede seguir y terminar siendo inocente, como puede
suceder también que el juez logre convicción en torno a su posible responsabilidad en la comisión del hecho
punible, a partir de lo cual su inocencia no será ya completa y terminará si la sentencia definitiva lo declara
culpable.
Es a contar de la apertura del proceso que se produce una evolución de su convicción a cerca de los hechos que
se investigan y que varían dentro de una gama que parte con un nivel de desconocimiento de lo que ocurrió y que
debería concluir con su plena demostración. En ese entorno, su convicción, enfrentada al imputado, oscila desde la
inocencia, pasando por los estados de la sospecha y de las presunciones, hasta llegar a determinar su plena
culpabilidad y responsabilidad, o confirmar su inocencia, ya sea porque así lo considera o porque el mérito del
proceso no ha logrado convencerlo de lo contrario. En este instante, cobra toda su fuerza el principio consagrado por el
Código de Procedimiento Penal….” (las negrillas son nuestras).
El mismo autor en el anuario señalado, refiriéndose al estado de inocencia, en su página 356 al 357, señala: “La libertad es
una garantía de todo habitante de la nación, que conlleva el derecho a que ni el estado ni los particulares puedan privarlo de
ella o suspendérsela, salvo en los casos que expresamente la ley señale. Para lograrlo, la persona sólo requiere vivir y
ajustar sus actos a las normas jurídicas vigentes. Es el Estado de Derecho.
En esa primera alternativa, no necesita ser protegida con ninguna presunción de inocencia, puesto que nadie la señala
como culpable.
Más adelante concluiremos que, en términos procesales, no estamos en presencia de una presunción y, por lo tanto, para
los efectos de esta exposición, me referiré al estado de inocencia. Este planteamiento coincide con lo expresado por el
P á g i n a 11 | 22
un supuesto daño causado por la presunta comisión de un delito, sin que previamente
se haya determinado en sentencia condenatoria y ejecutoriada su culpabilidad, vulnera
el derecho a la presunción de inocencia garantizada en el art. 116.I de la CPE; por ello
siendo contrario al derecho mencionado, corresponde expulsar del ordenamiento
jurídico en el art. 234.5 del CPP, por ser contrario a la norma constitucional señalada.
1.6. Num.6 del Art. 234 “El haber sido imputado por la comisión de otro hecho
delictivo doloso o haber recibido condena privativa de libertad en primera
instancia13”;
Se cuestiona la constitucionalidad del art. 234.6 del CPP, por ser presuntamente
contrario a los arts. 116.I, 117.I, 119.II y 120.I de la CPE y a los arts. 7.1 y 3, 8.1 y
8.2.inc.c) de la CADH; toda vez que en el proceso penal instaurado en contra del
accionante, por la aparente comisión del delito de contratos lesivos al Estado, se
aplicó la norma cuestionada, la cual establece como circunstancia para determinar el
peligro de fuga, “…el haber sido imputado por la comisión de otro hecho delictivo
doloso o haber recibido condena privativa de libertad en primera instancia”;
precepto que el accionante considera que es contrario al principio de presunción de
inocencia, al derecho a la libertad, al proceso previo, a la defensa y al juez natural y
competente.
1)      Control de constitucionalidad respecto al art. 116.I de la CPE
Expuestos los argumentos de forma precedente y de acuerdo al marco estructural
propuesto por el accionante, corresponde inicialmente hacer referencia a la
presunción de inocencia, prevista en el art. 116.I de la CPE, sobre el cual, el
entendimiento jurisprudencial mencionado en el Fundamento Jurídico III.2 de este
fallo, dejó establecido que el mismo se traduce en un principio, derecho y garantía a
la vez, y se configura como un estado de inocencia de la persona sometida a un
proceso, que debe ser conservado durante todo el trámite procesal, hasta el
pronunciamiento de la sentencia firme y definitiva de culpabilidad; asimismo, se
profesor Alfredo Vélez Mariconde, que concibe a la inocencia como un estado jurídico del imputado, el cual es
inocente hasta que sea declarado responsable penalmente por sentencia firme, lo que no obsta a que durante el
proceso pueda existir una presunción judicial de responsabilidad penal capaz de justificar medidas cautelares
personales.
Estamos en presencia de una cuestión abstracta, a priori de la realidad, que como agrega Vélez, reconoce un estado
natural del hombre y tiene la función de orientar el proceso penal, lo que no significa que el juez adquiera la convicción
suficiente para ordenar medidas cautelares.
La presunción de inocencia no es una presunción ni pertenece a la categoría de las presunciones legales o
judiciales.
Así lo confirma Miguel Ángel Montañés Pardo, que en su especializada obra ya citada sobre la presunción de inocencia,
cuyas conclusiones comparte José Vásquez Sotelo y Juan Montero Aroca, expresa:
‘Es preciso señalar con carácter previo, que la presunción de inocencia no es una presunción en sentido técnico-
procesal, ni pertenece a la categoría de las presunciones judiciales o legales. En efecto, en estricto sentido jurídico
toda presunción exige: 1) Un hecho base o indicio, que ha de ser afirmado y probado por una parte y que no integra
el supuesto fáctico de la norma aplicable; 2) Un hecho presumido afirmado por la parte y que es el supuesto fáctico
de la norma cuya aplicación se pide; y 3) Un nexo lógico entre los dos hechos, que es precisamente la presunción,
operación mental en virtud de la cual partiendo de la existencia del inicio probado se llega a dar por existente el
hecho presumido. Entendida así la presunción, no hace falta insistir en que la presunción de inocencia no es una auténtica
presunción ni por su estructura ni por su funcionamiento y que, por ello, es una manera incorrecta de decir que el acusado
es inocente mientras no se demuestre lo contrario’.
La inocencia no necesita cumplir con los elementos de la presunción, ya que se trata de la situación jurídica de una persona
que requiere ser desvirtuada por quien la síndica como culpable.
La inocencia es una regla directamente referida al juicio de hecho de la sentencia penal, que exige una prueba completa del
hecho punible, de la culpabilidad del imputado y de la antijuricidad de su conducta.
Toda la prueba gira en torno a la convicción del juzgador y, tal como se dijo, opera en dos ámbitos perfectamente
diferenciados, que son la sustanciación del proceso y la sentencia definitiva que lo decide.
Durante la sustanciación, la convicción le servirá al juzgador para aplicar medidas cautelares, sobreseer o archivar
la sentencia definitiva para absolverlo o condenarlo.
En este trabajo hemos hecho la distinción entre la inocencia procesal y la penal. La primera puede disminuir o incluso
terminar, de acuerdo con los elementos de probatorios del proceso. Es por ello que existe coincidencia en que es
posible compatibilizar este principio con la aplicación de medidas que priven o restrinjan la libertad del imputado o
procesado”.
Luis María Diez Picazo, en su libro “Sistema de Derechos Fundamentales”, Segunda edición, Thonson Civitas, Madrid Mayo
2005, en su página 423 al 429, señala como garantías específicas del proceso penal al derecho a ser informado, derecho a
no confesarse culpable, el derecho a la presunción de inocencia y el derecho a no ser obligado a declarar cuando medie
parentesco o secreto profesional. Refiriéndose al derecho a la presunción de inocencia señala: “El derecho a la presunción
de inocencia significa que, en el proceso penal, la carga de la prueba pesa sobre el acusador. Aunque resulte evidente, no
está de más recordar que se trata de una presunción iuris tantum y, por tanto, que admite prueba en contrario. En otras
palabras, toda persona a quien se impute la comisión de un delito ha de presumirse inocente en tanto en cuanto no se
aporten pruebas suficientes de su culpabilidad…”
13
La Sala Plena del Tribunal Constitucional Plurinacional, en virtud a la autoridad que le confiere la Constitución Política del
Estado y conforme al art. 12.2 de la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional, resuelve: declarar la
INCONSTITUCIONALIDAD del art. 234.6 del CPP, por vulnerar el derecho a la presunción de inocencia establecido en el
art. 116.I de la CPE. (S.C.P. 0005/2017 Sucre, 9 de marzo de 2017)
P á g i n a 12 | 22
señaló que un procesado no puede ser considerado ni tratado como culpable, menos
como delincuente, mientras no exista una sentencia condenatoria que adquiera la
calidad de cosa juzgada formal y material, lo que implica que únicamente la
sentencia condenatoria firme es el instrumento idóneo capaz de vencer el estado de
presunción de inocencia del procesado y mientras ello no suceda, debe ser
merecedor y gozar de un trato de inocente por parte de las autoridades
jurisdiccionales, además de no sufrir ningún tipo de reproche o censura social.
Asimismo, en el Fundamento Jurídico III.4 de este fallo, se dejó sentado, entre otras
circunstancias, que en la adopción de las medidas cautelares de carácter personal de
los imputados por la comisión de un delito, y principalmente para la imposición de
la medida excepcional de la detención preventiva, las autoridades jurisdiccionales se
encuentran obligadas a cumplir con los presupuestos establecidos en el art. 233 del
CPP, siendo uno de ellos la concurrencia del peligro de fuga, y dentro de este riesgo
procesal previsto en el art. 234.6 del CPP, ahora expresamente denunciado de
inconstitucional a través de la presente acción de inconstitucionalidad concreta,
relativo a la consideración de una nueva imputación por la comisión de otro hecho
delictivo doloso o el hecho de haber recibido condena privativa de libertad en
primera instancia, para determinar la concurrencia de dicho riesgo procesal.
En ese marco, en relación al primer supuesto consignado en la norma impugnada, la
jurisprudencia constitucional mencionada en el Fundamento Jurídico III.3 de la
presente Sentencia Constitucional Plurinacional, dejó establecido que la imputación
al margen de ser un acto procesal unilateral que proviene de las expresas facultades
conferidas al Fiscal, cuando advierta la existencia de indicios sobre la existencia del
hecho y la participación del imputado, resulta ser un acto procesal provisional; es
decir, que no genera efectos permanentes o definitivos y por ello, no causa estado,
pues el mismo puede mutar dependiendo del avance de las investigaciones, y que
también puede concluir o no con la continuación del proceso penal en su etapa
preparatoria, aspectos que se encuentran en función a las decisiones unilaterales que
pueda asumir el Ministerio Público, dependiendo de los indicios que éste advierta, y
que considere suficientes para determinar la supuesta existencia del hecho delictivo
y la participación del imputado.
Asimismo, en el fallo constitucional referido, claramente se refirió que debido al
carácter provisional de la imputación formal, la misma no podía generar efectos
procesales, aspectos bajo los cuales declaró la inconstitucionalidad de la norma que
autorizaba la suspensión de autoridades judiciales y personal de apoyo
jurisdiccional, fundado en la imputación formal.
Por consiguiente, el haber sido imputado formalmente por la comisión de otro hecho
delictivo doloso, en otro proceso penal, de acuerdo a la consideración precedente,
no puede generar una consecuencia adyacente en el proceso en el que se pretende
aplicar esa circunstancia, lo que implica que por ese motivo, no puede de ninguna
manera variarse el trato respecto al justiciable; es decir, que por esa situación
netamente provisional, no puede éste ser merecedor de un trato diferente del que se
brinda a un sujeto considerado inocente, ni tampoco esa situación podría hacer
presumir que la persona imputada en otro proceso, sería considerado como el autor
del delito que se juzga, pues la presunción de inocencia como ya se tiene señalado,
debe permanecer incólume hasta tanto se declare su culpabilidad o responsabilidad a
través de una sentencia condenatoria debidamente ejecutoriada, situación que
también lo contempla la jurisprudencia emanada de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, al indicar en el caso Ricardo Canese Vs. Paraguay, párrafo 154,
que dicha presunción “…acompaña al acusado durante toda la tramitación del
proceso hasta que una sentencia condenatoria que determine su culpabilidad quede
firme”.
En consecuencia, corresponde concluir que debido al carácter provisional que
reviste la imputación formal, como un acto perteneciente a la etapa investigativa del
proceso penal, y asumida de forma unilateral por el representante del Ministerio
Público, no puede ser considerada como un elemento idóneo por medio del cual se
venza el estado de inocencia de la persona procesada, pues en consideración a su
P á g i n a 13 | 22
esencia netamente procedimental, no tiene los mismos efectos que una sentencia
condenatoria firme, por lo que ese hecho no puede repercutir en el ejercicio de los
derechos fundamentales y garantías constitucionales de las personas, y por lo mismo
no puede ser considerado como una circunstancia que funde el peligro procesal de
fuga, para que en base a ello, se pueda restringir el derecho a la libertad personal del
encausado penalmente.
En relación al segundo supuesto normado por el art. 234.6 del CPP, relativo a la
emisión de sentencia condenatoria privativa de libertad en primera instancia, como
circunstancia para fundar la concurrencia del peligro procesal de fuga, corresponde
señalar, en coherencia con el argumento anteriormente expuesto, que si bien este
actuado procesal, emana del desarrollo y la conclusión del juicio penal en sí mismo,
en el que la prueba aportada resultó ser suficiente para generar la convicción
necesaria sobre la responsabilidad del imputado; sin embargo, la misma no puede
ser considerada como un elemento que sirva para vencer la presunción de inocencia,
pues esa inicial determinación se encuentra reatada a los resultados de los posibles
medios impugnatorios previstos en el ordenamiento procesal penal, y que pueden
ser utilizados tanto por el condenado penalmente, como por quien considera
insuficiente la sanción impuesta en su contra, para revertir la decisión asumida en la
sentencia condenatoria emitida en primera instancia.
En tal sentido, al no contar dicho fallo con la calidad de cosa juzgada formal y
material, se constituye, al igual que la imputación formal, en una circunstancia
provisional que puede ser modificada, y que al tener  una vigencia momentánea en
el proceso que fue emitido, no puede ser considerada como un elemento idóneo que
sirva para disponer en otro proceso diferente, la imposición de medidas cautelares,
entre ellas la detención preventiva, como medida excepcional de restricción del
derecho a la libertad de las personas.
Además, la probable responsabilidad del sentenciado penalmente en un proceso, que
hace presumir su autoría respecto del delito que se juzgó en el mismo, no puede ser
considerado como un elemento demostrativo de la posible culpabilidad de la misma
persona, ni en el mismo, ni en otro proceso distinto, pues recuérdese que sólo la
Sentencia que adquiera firmeza; es decir, la que se encuentre debidamente
ejecutoriada, es la que vence el estado de inocencia del procesado, por lo que
cualquier determinación asumida en un proceso que se encuentra sujeta a una
posible modificación, no puede traer como consecuencia, la consideración de una
posible culpabilidad de la persona que se encuentra sometida en otro proceso
diferente, situación expresamente prohibida por la jurisprudencia emitida por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, en el caso Cabrera García y Montiel
Flores Vs. México, en su párrafo 184, señaló que: “…el principio de presunción de
inocencia implica que los juzgadores no inicien el proceso con una idea
preconcebida de que el acusado cometió el delito que se le imputa…”; y que “La
presunción de inocencia se vulnera si antes de que el acusado sea encontrado
culpable una decisión judicial relacionada con él refleja la opinión de que es
culpable”.
En consecuencia, en base a las consideraciones anotadas, la sentencia condenatoria
emitida en primera instancia, que adolece de calidad de cosa juzgada formal y
material, no puede considerarse como una circunstancia idónea que permita fundar
la concurrencia del peligro procesal de fuga, para que en función a esta medida
provisional se pretenda afectar el derecho a la libertad de las personas sometidas a
un procedimiento sancionador.
Por lo expuesto, la norma cuestionada contenida en el art. 234.6 del CPP, resulta
contraria al principio, derecho y garantía de presunción de inocencia, establecido en
el art. 116.I de la CPE y 8.2 de la CADH.
2)    Control de constitucionalidad sobre el art. 117.I de la CPE
En lo que respecta al art. 117.I de la CPE, que hace mención a la garantía del juicio
previo, indicando que: “Ninguna persona puede ser condenada sin haber sido oída y
juzgada previamente en un debido proceso”, el accionante indica que el art. 234.6
del CPP, permite que una autoridad judicial que está tramitando una causa e
P á g i n a 14 | 22
incidente cautelar (causa 1), conozca y utilice elementos traídos de otro proceso
(causa 2), del que él no es competente, y lo use para afectar el derecho a la libertad
de un ciudadano, sin darle respecto a aquellos elementos ajenos de dicho proceso
(causa 2), el derecho al juicio previo, pues no fue oído respecto de los mismos en la
causa en trámite referida (causa 1).
De la atenta comprensión del cargo de inconstitucionalidad aludido
precedentemente, y conforme la utilidad que realiza el accionante con relación a la
garantía del juicio previo en el argumento propuesto, se advierte que éste no se
percata que respecto a los elementos traídos de otro proceso y que pretenden ser
utilizados para afectar el derecho a la libertad, tiene la posibilidad procesal de
expresar un criterio argumentativo suficiente que le permita desvirtuar los mismos.
Así también, y acorde con el argumento propuesto por el accionante sobre la
garantía en análisis, respecto a los elementos extrapolados de otro proceso, la
persona tiene la oportunidad de ser oído por la autoridad jurisdiccional competente
en la audiencia respectiva con carácter previo a que ésta emita una determinación
que pueda afectar sus derechos fundamentales.
En consecuencia, y de acuerdo al diseño propuesto por el accionante respecto a la
garantía aludida, no se advierte la transgresión de la misma, prevista en los arts.
117.I de la CPE y 8.1 de la CADH.
3)    Análisis de constitucionalidad respecto a los arts. 117.I y 120.I de la CPE
Sobre el art. 117.I y 120.I de la CPE, el accionante indica que al traer la norma
refutada, aspectos provisionales emergentes de otro proceso al que está en curso, y
para efectos perjudiciales al imputado, vulnera la garantía del juez natural y
competente.
Al esbozar este cargo de inconstitucionalidad, el accionante no se percata que los
elementos que se extrapolan de un proceso a otro, y relacionados con la imputación
por la comisión de otro hecho delictivo doloso y la emisión de una condena
privativa de libertad en primera instancia, son determinaciones que fueron asumidas
precisamente por un juez natural y competente, en los respectivos procesos en lo
que estas decisiones fueron dispuestas.
Así también, la medida cautelar que se pretenda aplicar en base a esos elementos
trasladados de un proceso a otro, relativos a una imputación por la comisión de otro
hecho delictivo doloso o haber recibido condena privativa de libertad en primera
instancia, será asumida por un juez con plenitud de competencia; aspectos que
denotan que la norma prevista en el art. 234.6 del CPP, no resulta contraria a la
garantía del juez natural y competente, establecidos por los arts. 117.I y 120.I de la
CPE y 8.1 de la CADH.
4)    Test de constitucionalidad sobre el art. 119.II de la CPE
Finalmente, en relación al art. 119.II de la CPE, que configura el derecho a la
defensa, el accionante señala que al extrapolar elementos de un proceso diferente al
que se tramita y utilizarlos para limitar la libertad personal del encausado, impide el
ejercicio de ese derecho, porque no se le concede el tiempo ni los medios para poder
ejercerlo.
Esta alegación, no toma en cuenta que al igual que las demás circunstancias
previstas en el art. 234 del CPP, las que se hallan estipuladas en el numeral 6, como
presupuestos para demostrar la concurrencia del peligro procesal de fuga, que
pretendan ser aplicados en un proceso específico con la finalidad de restringir el
derecho a la libertad personal, deben ser de conocimiento previo del encausado
penalmente, a fin de que en función a ellos, éste prepare sus argumentos para poder
desvirtuarlos.
En ese sentido, y en coherencia con la jurisprudencia constitucional desarrollada en
el Fundamento Jurídico III.6 de este fallo, sólo se tendrá por vulnerado el derecho a
la defensa, si no se le permite al encausado, el conocimiento y el acceso a dichos
actuados                -imputación formal y sentencia condenatoria-, con los que se
pretenden afectar sus derechos fundamentales, o que de alguna manera se impida la
concesión del tiempo necesario y el ejercicio de los medios procesales adecuados
para la preparación de su defensa (art. 8.2.inc.c] de la CADH), que le permitan
P á g i n a 15 | 22
impugnar los mismos en igualdad de condiciones que los demás intervinientes; así
también, se tendrá por conculcado el derecho en análisis, si no se le da la
oportunidad de ser escuchado por el órgano jurisdiccional, a fin de poder hacer
conocer su versión de los hechos y en su caso enervar los argumentos de la parte
que lo sindica de la comisión de un delito, con carácter previo a que se asuma una
decisión.
En ese marco, al permitirse el conocimiento antelado de los presupuestos del peligro
de fuga expresamente denunciados de inconstitucionalidad, antes de disponerse
sanción alguna en contra del encausado, posibilitando a que éste pueda
controvertirlos en audiencia pública, no se advierte la conculcación del derecho a la
defensa previsto en los arts. 119.II de la CPE y 8.2.inc.c) de la CADH.
POR TANTO
La Sala Plena del Tribunal Constitucional Plurinacional, en virtud a la autoridad que
le confiere la Constitución Política del Estado y conforme al art. 12.2 de la Ley del
Tribunal Constitucional Plurinacional, resuelve: declarar la
INCONSTITUCIONALIDAD del art. 234.6 del CPP, por vulnerar el derecho a la
presunción de inocencia establecido en el art. 116.I de la CPE.
1.7. Num.7 del Art. 234 “Habérsele aplicado alguna salida alternativa por delito
doloso14”
En su acepción y origen estricto, las salidas alternativas al proceso penal son
mecanismos o formulas extrasistémicas de resolución de conflictos, que busca que
las partes alcances acuerdos con el fin de evitar dirimir los problemas en el sistema
penal. Con el uso de las salidas alternativas se pretende flexibilizar, economizar y
descongestionar el sistema penal.
A mi consideración el establecer como causal de peligro fuga el presente
numeral, constituye una limitación para la parte imputada el simple hecho de
haberse acogido a una salida alternativa por delito doloso, ya que solo basta con la
presentación de la resolución que impone la salida alternativa por delitos doloso o
certificado de REJAP.
1.8. Num.8 del Art. 234 “La existencia de actividad delictiva reiterada o anterior”
Para la acreditación de este riesgo procesal, es imprescindible la presentación de la
siguiente documentación:
 Antecedentes de denuncias.
 Antecedentes policiales.
 Antecedentes de condenas o aplicación de salidas alternativas.
Así mismo podemos ver el siguiente extracto de la S.C.P. 0372/2016-s2 de 25 de
abril de 2016, “En cuanto al cuestionamiento de no concurrir la aplicación del art.
234.8 del CPP, porque no tiene ningún elemento que pueda probar respecto a la
existencia de una actividad delictiva anterior, aspecto que el Juez actuó dentro la
norma ultra petita; sin embargo, se tiene una certificación emitida por la FELCC
de 16 de noviembre de 2015, en la que se evidencia que L.T.Q.A. el 6 de enero de
2013, fue aprehendida por el delito de robo agravado y el 7 del mismo mes y año,
fue imputada formalmente por el Ministerio Público caso ventilado ante el Juez
Segundo de Instrucción en lo Penal del departamento de Oruro; entonces, existe
riesgo procesal; lo que quiere decir que, el Juez de la causa no obró en forma ultra
petita”
1.9. Num.9 del Art. 234 “El pertenecer a asociaciones delictivas u organizaciones
criminales”15
14
un delito doloso, es cometer un acto/acción que este considerado delito y a sabiendas de saber esto lo cometes por tu
propia voluntad.
15
S.C.P. Nº 0056/2014, Sucre 3 de enero: III.5.2. Como se observa, las asociaciones delictivas y organizaciones
criminales, se encuentran configurados como delitos en el Código penal, como tal al ser hechos delictivos estos
requieren ser comprobados y determinados en sentencia condenatoria ejecutoriada.
La norma establecida en el art. 234.9 del CPP, como una causal del riesgo procesal del peligro de fuga, siendo una medida
provisional que tiene la finalidad de asegurar la averiguación de la verdad, el desarrollo del proceso, la aplicación de la ley y
el efectivo cumplimiento de una sentencia, establece una afirmación, cual es la de pertenecer a asociaciones delictivas u
organizaciones criminales; esta afirmación se la hace a priori sin haber sido demostrado y comprobado en sentencia
condenatoria debidamente ejecutoriada, como si ella fuera una sentencia. La Sentencia condenatoria y debidamente
ejecutoriada, es la única que puede determinar si una persona imputada, es autor o autora de un delito en este caso
de los delitos de asociación delictuosa y organización criminal o el pertenecer a ellas y no así una causal de
P á g i n a 16 | 22
El art. 234.9 del citado Código, establece como un supuesto para ser considerado y
valorado para la determinación de la existencia del riesgo procesal de fuga “El
pertenecer a asociaciones delictivas u organizaciones criminales”.
Las asociaciones delictivas se encuentran configuradas en el Código Penal como delito
en el art. 132, que señala: “(Asociación delictuosa). El que formare parte de una
asociación de cuatro o más personas, destinadas a cometer delitos, será sancionado con
reclusión de seis (6) meses a dos (2) años o prestación de trabajo de un mes a un (1)
año.
Igual pena se aplicará a los que formaren parte de bandas juveniles con objeto de
provocar desórdenes, ultrajes, injurias o cual quiera otro delito”.
De igual forma las organizaciones criminales se encuentran también configuradas
como delito en el art. 132 bis del CP, que señala: “(Organización criminal). El que
formare parte de una asociación de tres o más personas organizadas de manera
permanente, bajo reglas de disciplina o control, destinada a cometer los siguientes
delitos: genocidio, destrucción o deterioro de bienes del Estado y la riqueza nacional,
sustracción de un menor o incapaz, tráfico de migrantes, privación de libertad, trata de
seres humanos vejaciones y torturas, secuestro, legitimación de ganancias ilícitas,
fabricación o tráfico ilícito de sustancias controladas, delitos ambientales previstos en
leyes especiales, o se aprovechare de estructuras comerciales o delitos contra la
propiedad de negocios, para cometer tales delitos, será sancionado con reclusión de
uno (1) a tres (3) años.
La pena se aumentará en un tercio cuando la organización utilice a menores de edad o
incapaces para cometer delitos a que se refiere este artículo, y cuando el miembro de la
organización sea un funcionario público encargado de prevenir, investigar o juzgar la
comisión de delitos”.
1.10. Num.10 del Art. 234 “Peligro efectivo para la sociedad o para la víctima o el
denunciante”
Entrando a la cuestión, el término “PELIGRO”, significa riesgo o contingencia
eminente de que suceda algún mal, y cuando se hace referencia a lo “EFECTIVO”,
se entiende como “riesgo inminente verdadero”, por lo tanto el presente numeral,
exige se fundamente en caso de acreditar que este riesgo procesal, o se desvirtué
con las medios probatorios suficientes para que se considere que no existe cierto
riesgo para la sociedad, denunciante o víctima.
A continuación veamos el siguiente fallo constitucional:
AL NO HABERSE ENERVADO Y CONCURRIDO EL RIESGO PROCESAL
PREVISTO EN EL NUMERAL 10 DEL ART. 234 DEL CPP, y encontrarse el
proceso todavía en fase de investigación por el ilícito de violación a una persona
que resulta ser menor de edad; por lo que, no solamente constituye un riesgo para la
propia víctima, sino también para la sociedad en su conjunto (SENTENCIA
CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0695/2016-S2 sucre, 8 de agosto de
2016) “…relación al caso que nos ocupa y lo que se tiene reclamado u observado
por el ahora accionante, conforme la jurisprudencia desarrollada en el Fundamento
Jurídico III.2 de la presente Sentencia Constitucional Plurinacional, analizadas la
resoluciones pronunciadas por los Vocales de la Sala Penal Segunda del Tribunal
Departamental de Justicia de La Paz y el Juez a quo, la exigencia de una adecuada
fundamentación y motivación de las resoluciones judiciales significa que toda
decisión debe contener argumentos claros y precisos que permitan al justiciable
conocer y entender los motivos y las razones por la que asumen tal decisión; por lo
que, efectuada la revisión del Auto Interlocutorio 603/2015 y Auto de Vista
20/2016, esta jurisdicción concluye por una parte, que las mismas contienen la
fundamentación y motivación necesarias sobre aspectos que corresponden a las

medida cautelar como es la norma en análisis. 


En consecuencia, al ser las asociaciones delictivas y las organizaciones criminales delitos establecidos en el
Código Penal, que tienen que ser establecidos en sentencia, no pueden concurrir como causales del riesgo
procesal del peligro de fuga que es una medida provisional emitida en la etapa investigativa, contraviniendo el
derecho a la presunción de inocencia establecido en el art. 116.I de la CPE; correspondiendo por ello, declarar la
inconstitucionalidad de la norma en análisis por ser vulneratorio al derecho a la presunción de inocencia
establecido en el art. 116.I de la CPE y expulsarla del ordenamiento jurídico del art. 234 del CPP.
P á g i n a 17 | 22
observaciones que se tienen precisamente anotadas, cumpliéndose aunque no de
manera muy ampulosa con la debida fundamentación o motivación de las
resoluciones judiciales; vale decir, que las autoridades ahora demandadas realizaron
a su turno una clara, precisa y concreta argumentación que sustenta los motivos de
su decisión final; no obstante de que la mismas no son abundantes en mayores
consideraciones y citas legales, confirmándose en todo caso la resolución de alzada,
precisamente al encontrarse el accionante con imputación formal, así como guardar
detención preventiva en el recinto penitenciario de San Pedro, al no haberse
enervado y concurrido el riesgo procesal previsto en el numeral 10 del art. 234 del
CPP, y encontrarse el proceso todavía en fase de investigación por el ilícito de
violación a una persona que resulta ser menor de edad; por lo que, no solamente
constituye un riesgo para la propia víctima, sino también para la sociedad en su
conjunto, además conforme el numeral 1 del art. 235 del CPP, al existir aún peligro
de obstaculización y actuaciones pendientes de producirse en las que podría influir
negativamente el procesado; por tanto, en criterio de este Tribunal Constitucional
Plurinacional, las resoluciones impugnadas no infringen en modo alguno el debido
proceso en sus vertientes de fundamentación y motivación, careciendo por tanto las
observaciones efectuadas por el ahora accionante de relevancia constitucional; por
lo que, en todo caso corresponde denegar la tutela solicitada.”
También podemos apreciar en la siguiente sentencia, los caracteres que se
toman en cuenta para acreditar el riesgo procesal del presente numeral.
S.C.P. 0564/2015-S2 de 26 de mayo de 2015 ….la conducta y el comportamiento
del imputado fueron caracterizados por la violencia, máxime si se acreditó el uso
de uniforme policial y arma de fuego para constreñir a la víctima para que este dé
curso a sus pretensiones, como ser la entrega de dinero; consiguientemente, dichos
factores claramente demuestran el grado de peligrosidad en el comportamiento del
imputado, configurándose el peligro procesal previsto en la norma referida
precedentemente; además, la conducta del imputado en el presente caso es similar
a los comportamientos de los otros procesos penales iniciados en su contra;
consiguientemente, el riego procesal contemplado en el art. 234.10 del CPP,
permanece latente y no fue desvirtuado. Entonces, la Resolución cuestionada
claramente consigna una debida fundamentación y motivación, por lo que, no
existe vulneración del derecho al debido proceso.
1.11. Num.11 del Art. 234 “Cualquier otra circunstancia debidamente acreditada,
que permita sostener fundadamente que el imputado se encuentra en riesgo de
fuga”.
El presente numeral abre la posibilidad de que en el transcurso de las
investigaciones puedan surgir nuevos riesgos procesales, pero además debemos
entender que también el presente numeral es contrario a la norma, porque el juez al
momento de disponer una detención preventiva deber tener elementos objetivos
predeterminados de los cuales debe motivar prolijamente al restringir el derecho
fundamental de locomoción.
DERECHO A UNA DEBIDA FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN
COMO ELEMENTOS DEL DEBITO PROCESO
AUTO SUPREMO Nº 269/2015-RRC
Sucre, 27 de abril de 2015
El debido proceso, concebido como un derecho, garantía y principio, reconocido
expresamente en los arts. 115.II, 117.I y 180 de la Constitución Política del Estado
(CPE), entre sus elementos contiene el derecho de todo ciudadano a contar con
resoluciones debidamente fundamentadas y motivadas, de tal manera que brinde
certeza del contenido y alcances de la decisión asumida.
Al respecto, el Tribunal Supremo de Justicia, en su jurisprudencia, estableció que:
“La exigencia de motivación es una garantía constitucional de justicia, fundada
en el régimen republicano de gobierno que, al asegurar la publicidad de las
razones que tuvieron en cuenta los jueces para pronunciar sus sentencias,
permiten el control del pueblo, sobre su conducta, resguardando con ello a los
P á g i n a 18 | 22
particulares y a la colectividad contra las decisiones arbitrarias de los jueces; la
motivación responde también a otros fines, ya que podrán los interesados conocer
las razones que justifican el fallo y decidir su aceptación o fundar su impugnación
por los medios que la ley concede. Al mismo tiempo brinda al Tribunal de alzada
el material necesario para ejercer su control, y finalmente sirve para crear la
jurisprudencia, entendida como el conjunto de las enseñanzas que derivan de las
sentencias judiciales.
De ahí que la motivación de los fallos emergentes de los recursos, debe ser
expresa, clara, legítima y lógica.
a) Expresa: porque el Tribunal, no puede suplirla por una remisión a otros actos,
o a las constancias del proceso, o reemplazarlas por una alusión de la prueba. La
ley exige que el juzgador consigne las razones que determinan su decisorio,
expresando sus propias argumentaciones de modo que sea controlable el iter
lógico seguido por él, para arribar a la conclusión.
b) Clara: en la resolución, el objeto del pensar jurídico debe estar claramente
determinado, de manera que produzca seguridad en el ánimo de quienes la
conozcan, aún por los legos.
c) Completa: la exigencia comprende a todas las cuestiones planteadas por las
partes en los diferentes recursos que se analizan, y a cada uno de los puntos
decisivos que justifican cada conclusión. El Tribunal está obligado a considerar
todas las cuestiones  esenciales  o fundamentales que determinan el fallo. En este
sentido, cualquier aspecto de la indagación susceptible de valoración propia,
asume individualidad a los fines de la obligación de motivar; y sobre la base del
principio de exhaustividad habrá falta de motivación, cuando se omita la
exposición de los razonamientos efectuados sobre un punto esencial de la decisión
y sobre los hechos secundarios alegados en el mismo, porque la obligación de
motivar alcanza también a ellos en cuanto comprenden el iter a través del cual el
Tribunal llega a la conclusión sobre la causa petendi.
La motivación de los fallos emergentes de los recursos, para ser completa, debe
referirse al petitum y al derecho, analizando la resolución impugnada y expresando
las conclusiones a las que se arribe luego de un examen sobre la veracidad de las
denuncias formuladas, resolver apartándose del petitum significa que el fallo
incurre en un vicio de incongruencia.
El vicio de incongruencia como desajuste entre el fallo judicial y los términos en los que las
partes han formulado su pretensión o pretensiones, en definitiva constituyen el objeto del
recurso. Al conceder más, menos o cosa distinta a lo pedido, el órgano judicial incurre, en las
formas de incongruencia conocidas como ultra petita, citra petita o extra petita partium.
d) Legítima: la legitimidad de la motivación se refiere tanto a la consideración de
las denuncias formuladas, como a la obligación de revisar ex oficio la legitimidad
del proceso. Por lo tanto, el fallo que se funda en la consideración de cuestiones
alejadas del objeto particular del recurso deducido, no esta debidamente
motivada.
e) Lógica: finalmente se exige que la sentencia cumpla con las reglas de
logicidad, de ahí que el Tribunal valorará las cuestiones formuladas de un modo
integral, empleando el razonamiento inductivo, verificando la observancia de las
reglas de la sana crítica y exponiendo los razonamientos en que se fundamenta la
decisión; es decir, sustentándolos en las reglas de la lógica, psicología y
experiencia”.
Por otro lado, el Auto Supremo 86/2013 de 26 de marzo, estableció lo que
sigue: “La garantía del debido proceso, consagrada en el parágrafo II del
artículo 115 y parágrafo I del artículo 180 de la Constitución Política del Estado,
cuyo fin es garantizar que los procesos judiciales se desarrollen en apego a los
valores de justicia e igualdad, se vulnera y, con ella la tutela judicial efectiva y la
seguridad jurídica cuando se infringe el derecho a la debida fundamentación o
motivación de las resoluciones judiciales que establece que toda resolución

P á g i n a 19 | 22
expedida por autoridad judicial o administrativa necesariamente tiene que
encontrarse adecuadamente fundamentada y motivada.
En alzada, conforme ha establecido la amplia doctrina emanada por el Máximo
Tribunal de Justicia, los Tribunales a momento de resolver las apelaciones
restringidas, deben pronunciarse de forma puntual, precisa, y bajo ningún
aspecto esgrimir fundamentos generales, evasivos, vagos o imprecisos que
generen confusión y dejen es estado de indeterminación a las partes por ser
vulneratorias del debido proceso en sus elementos derecho a la motivación de los
recursos, a la tutela judicial efectiva, a la seguridad jurídica y al artículo 124 del
Código de Procedimiento Penal, pues no es fundamentación suficiente la simple
remisión a obrados o cita de alguna parte del proceso, doctrina y/o
jurisprudencia, seguida de conclusiones, sin respaldo jurídico, ni explicación
razonada del nexo entre la normativa legal y lo resuelto; es decir, el Tribunal de
Apelación debe plasmar el por qué del decisorio, emitiendo criterios lógico-
jurídicos sobre la base de las conclusiones arribadas por el Tribunal de mérito en
cumplimiento a su obligación de ejercer el control de logicidad, con el cuidado de
no expresar nuevos criterios respecto a la prueba producida en juicio.
En consecuencia, una vez mas se deja establecido que el Tribunal de Apelación, a
momento de resolver el o los recursos interpuestos, esta obligado
constitucionalmente (parágrafo II del artículo 115 de la Constitución Política del
Estado) a circunscribir su actividad a los puntos apelados en cada recurso,
dentro los límites señalados por los artículos 398 del Código de Procedimiento
Penal y parágrafo II del artículo 17 de la Ley del Órgano Judicial, en sujeción a
los parámetros especificidad, claridad, completitud, legitimidad y logicidad;
respondiendo a cada recurso por separado o en conjunto cuando las denuncias
estén vinculadas, dejando conocer claramente a cada recurrente la parte de la
resolución que responde a cada pretensión; además, debe fundamentar y motivar
sus conclusiones respecto a cada una de las alegaciones, las que inicialmente
podrían clasificarse por motivo alegado, resumiendo y describiendo cada una de
ellas por separado o de forma conjunta si estuvieran vinculadas (aclarando ese
aspecto), con la finalidad de expresar los fundamentos y la motivación de la
resolución de manera ordenada, lo contrario implica incurrir en defecto
inconvalidable o insubsanable, al tenor del artículo 169 inciso 3) del Código de
Procedimiento Penal, pues todo acto que vulnere derechos y/o garantías
constitucionales, cuyo resultado dañoso no se enmarquen a la salvedad dispuesta
en el artículo 167 de la misma norma legal, deriva en defecto absoluto y
corresponde renovar el acto”.

TRIBUNAL CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL


LA COMPETENCIA PARA DEFINIR LOS RIESGOS PROCESALES
S.C. Nº1399/2013 de 16 de agosto de 2013
Los peligros procesales a las que hacen referencia los arts. 234 y 235 del CPP, están
establecidas en la norma adjetiva penal, dentro del acápite de las medidas cautelares, a cuyo
efecto, corresponde precisar sus características desde la óptica de la jurisprudencia
constitucional y la doctrina existente al efecto. Así, la SCP 0339/2012 de 18 de junio,
señala: “Así también, Cecilia Pomareda de Rosenauer (código de procedimiento penal,
pág. 85), señaló que dentro de las características de las medidas cautelares se puede
rescatar las siguientes:
1. Excepcionalidad, en vista del derecho preeminente a la libertad personal;
2. Proporcionalidad, porque deben estar en adecuada relación con el hecho que se imputa
y con lo que se busca garantizar;
3. Instrumentalidad, ya que la medida cautelar no tiene una finalidad en sí misma y sólo
puede adoptarse estando pendiente el proceso principal y por lo tanto, tiene una duración
limitada en el tiempo;
4. Revisabilidad, porque su imposición responde a una determinada situación del hecho
existente al momento de adoptar la media, que varía si las circunstancias que la motivaron

P á g i n a 20 | 22
sufrieran modificaciones a lo largo del proceso, lo que obliga a su alteración o
revocación;
5. Temporalidad, pues sólo puede adoptarse estando pendiente el proceso principal y tiene
una duración limitada en el tiempo;
6. Jurisdiccionalidad, pues su aplicación se encuentra reservada exclusivamente a los
jueces”.
        A los fines de resolver la problemática planteada, corresponde referirnos únicamente a
la característica de jurisdiccionalidad, lo cual implica que, el abordaje o temática de las
medidas cautelares le está reservada única y exclusivamente a la autoridad jurisdiccional; es
decir, al juez o tribunal que conoce la causa en concreto.
       Bajo el parámetro anterior, los riesgos procesales ingresan en el ámbito de las medidas
cautelares de carácter personal; por consiguiente, la autoridad competente para definir y
establecer la concurrencia o no de los mismos, le está reservada al juez o tribunal
conocedor de la causa. Entonces, a la Policía Boliviana, en su labor de investigación, no le
está permitido definir o establecer si una determinada conducta es obstaculizadora o no, ni
mucho menos precisar sobre temas relativos a medidas cautelares como la concurrencia de
cualquier otro riesgo o peligro procesal, por cuanto su labor es meramente investigativa;
por consiguiente, bajo el principio acusatorio, que rige en el proceso penal, los órganos de
investigación de los delitos de acción pública, están vetados para efectuar actos
jurisdiccionales y, los jueces, impedidos en realizar actos investigativos; sin embargo, lo
que no está prohibido es que, el funcionario policial a tiempo de realizar la investigación,
certifique sobre hechos concretos; es decir, en el cumplimiento de la labor del funcionario
policial, el investigador asignado a un determinado caso, puede emitir certificaciones o
informes sobre las labores inherentes a sus atribuciones, claramente contempladas en los
arts. 74 y 295 del CPP, sin que ello signifique emitir criterios de valor sobre si
determinadas conductas atribuibles al investigado son actos de fuga u obstaculización, cuya
definición -como se dijo anteriormente- le está reservada a la autoridad jurisdiccional,
quien en su momento y de manera autónoma definirá si una determinada conducta es
considerada como acto de fuga u obstaculización. En ese sentido, a los órganos encargados
de la persecución penal, no les asiste la facultad de negar solicitudes de certificación o
informes sobre hechos concretos a la investigación.

S.C.P. Nº 0086/2016 –S2 : RIESGO DE FUGA: Con relación al alcance de las medidas
cautelares personales y sus medidas sustitutivas, la SCP 0024/2015-S2 de 16 de enero,
señaló que: “El anterior Tribunal Constitucional, a través de la SC 0012/2006 de 4 de
enero, estableció el siguiente entendimiento respecto a la aplicación de la medida cautelar
de detención preventiva y sus medidas sustitutivas, en la que primeramente se refirió:
III.1.4.La modalidad normativa establecida en el Código de procedimiento penal. En
sujeción a la política criminal diseñada por la Constitución, el legislador, previo el juicio
de proporcionalidad que la Constitución de manera implícita exige, ha establecido el
régimen de las medidas cautelares de naturaleza personal, bajo el principio de potestad
reglada, evitando con ello decisiones subjetivas que importen arbitrariedad; esto supone
que los operadores jurídicos están relevados del juicio de proporcionalidad en la adopción
de la medida, dado que tal labor ya fue realizada por el legislador, y más bien, están
reatados a los parámetros objetivos que la ley fija, tanto para la determinación de la
detención preventiva como para la adopción de las medidas sustitutivas.
El criterio restrictivo de las medidas a que se refiere el art. 222 del CPP forma parte de la
política adoptada por el legislador y se reflejan en las disposiciones contenidas en los arts.
232, 233 y 239 del CPP; por lo que del contenido de tal enunciado no debe entenderse que
el juez tiene facultad discrecional para no aplicar la medida, pese a presentarse los dos
requisitos contemplados en el art. 233, o aplicarla cuando tales presupuestos no están
cumplidos; pues en tal caso se estaría ante un acto arbitrario, prohibido por la
constitución de manera implícita y de forma expresa por el art. 7.3 por el Pacto de San
José de Costa Rica, que previene que «Nadie puede ser sometido a detención o
encarcelamientos arbitrarios».

P á g i n a 21 | 22
En este orden de cosas, conviene también precisar, que el legislador no ha tomado como
parámetro para medir el riesgo de fuga, la gravedad del delito; pues este baremo fue
considerado únicamente para determinar en qué clase de delitos no se justificaba desde el
juicio de proporcionalidad, la detención preventiva (art. 232 del CPP); de lo que no puede
inferirse, sin embargo, que se esté frente a una presunción de comparecencia, dado que el
mismo precepto en su parte in fine, establece que es posible aplicar a esta clase de delitos
las medidas sustitutivas, las cuales se viabilizan precisamente ante el peligro de fuga u
obstaculización del procedimiento (art. 240 del CPP)”
JURISPRUDENCIA RELATIVA DE OTRAS GESTIONES PARA INDAGAR y
DESARROLLAR EL CONTENIDO:
 Para su determinación no es exigible que concurran las 7 circunstancias  previstas en el
art. 234 del CPP: S.C.Nº 0034/2005-R 
 Ilegal exigencia de certificado de matrimonio para acreditar familia :  S.C.Nº
1521/2002-R 
 Ilegal exigencia de derecho propietario para acreditar domicilio habitual:  S.C.Nº
1521/2002-R 
 No es razonable sustentar el peligro de fuga en la buena posición económica  del
imputado: S.C.Nº 0129/2007-R 
 El domicilio habitual debe ser anterior a la detención: S.C.Nº1625/2003-R   S.C.Nº
1154/2004-R 
 La circunstancia de sentencia condenatoria para medir riesgo de fuga no vulnera la
presunción de inocencia : S.C.Nº 0012/2006-R
 OTRAS SENTENCIAS PARA ARGUMENTAR EL PELIGRO DE FUGA: S.C. Nº
0514/2007-R , S.C. Nº 1301/2011-R , S.C.P. Nº 0086/2016-S2 , S.C.P. 0056/2014 ,
S.C.P. Nº 0056/2016-S3 , S.C.P. Nº 0139/2016-S3 , S.C.P. Nº 0644/2014, S.C.P. Nº
0024/2015-S2.

P á g i n a 22 | 22

También podría gustarte