Marques de Lozoya - Santiago Apostol
Marques de Lozoya - Santiago Apostol
Marques de Lozoya - Santiago Apostol
APOSTOL
BIBLIOTECA NUEVA
UbfiAfcYOF PRINC6T0N
AUG 2 4» 2009
TH60LOGICAL SEMIMARY
https://archive.org/details/santiagoapostolpOOIozo
Pórtico de la Gloria, Catedral de Santiago de Compostel
JUAN DE CONTRERAS
MARQUES DE LOZOYA
SANTIAGO
APOSTOL
PATRON DE LAS ESPAÑAS
a
(2. edición)
BIBLIOTECA NUEVA
ALMAGRO, 38 - MADRID -4
1
9 6 5
NlHIL OBSTAT.
El Censor:
Cecilio Santiago.
Imprímase.
El Vicario General:
Dr. Manuel Rubio.
INDICE
Págs.
—9—
JUAN DE CONTRERAS
Flandes, de las Indias Nuevas y del extremo
oriente. El Apóstol Santiago es el padre, el
defensor y el animador de las Españas. En
este escrito vamos a prescindir del todo de
las áridas exigencias de la crítica histórica.
Nada inventaremos, sin embargo, de nuestra
parte. Nuestro guía será la tradición ; tradición
tan vieja que se inicia en los más venerables
Padres de la Iglesia hispana y tan popular que
ya el Arzobispo don Rodrigo, en los albores
del siglo xni, asegura haberla oído en su in-
fancia "a ciertas monjas y viudas piadosas";
tan constante y extendida, que está en las pie-
dras de nuestras catedrales, y en los más vie-
jos retablos, de figuras brillantes como esmal-
tes sobre fondos dorados, en la labor humilde
de azabacheros, orfebres y bordadores, en la
prosa de nuestros cronistas y en el verso de
nuestros dramaturgos. Quédese para otros ave-
riguar lo que haya en ella de verdad estricta
y confronten códices y lápidas; los que no
se sientan con alientos para ello, consulten, a
lo menos, de Menéndez Pelayo, de
las obras
— 10 —
SANTIAGO EN LA HISTORIA SACRA
— 11 —
JUAN DE CONTRERAS
sus días en las tranquilas márgenes del lago, sin
otros accidentes que una pesca afortunada o
los riesgos corridos en una tempestad, y hun-
dirse luego en la fosa anónima en que se sumen
los más de los nacidos, cuyos nombres sólo Dios
conoce. Pero un día, cuando, descuidados, es-
taban con su padre en la barca remendando
las redes, pasó por allí el Señor Jesucristo, en-
tonces en los comienzos de su predicación. Ellos
le siguieron, arrancándose de su amada tarea
cotidiana, hacia un porvenir de trabajos, de
miserias y de martirios, coronado por una glo-
ria, aun en lo humano, incomparable. El Maes-
tro les amó con sigular predilección, sin duda
porque le placía aquel su temperamento ardien-
te, que no titubeaba cuando se les ofrecía un
cáliz de dolor para apurar y aquel celo de la
gloria de Dios que les valió el nombre de "Hijos
del Trueno" (Boanerges). Santiago el Mayor fi-
— 12 —
SANTIAGO EN LA HISTORIA SACRA
— 13 —
JUAN DE CONTRERAS
vanta hoy un templo suntuoso, en poder de los
armenios cismáticos.
En estos años oscuros, que corren entre el
— 14 —
II
CAMPO DE SEMENTERA
En el siglo i de Jesucristo, España (Híspa-
nla) no era ya el país remoto y desconocido, el
— 17 —
2
:
JUAN DE CONTRERAS
cabeza del Imperio se tendió por todas partes
una red de caminos, con sus puentes y calza-
das. Muchas eran las ciudades en que se vivía
— 18 —
CAMPO DE SEMENTERA
dante en todo género de productos, cuyo valor
se acrecienta por la facilidad de llevarlos a los
— 19 —
JUAN DE CON T R ERAS
pues el Imperio nunca fue intransigente con
las creencias de los vencidos, y el panteón ro-
mano era tan amplio que en él cabían todos los
dioses; perseveraron el culto a Neton, dios
guerrero, o a Atecina, diosa infernal; a Endo-
vellico, divinidad curandera, e infinidad de cul-
tos y ritos populares que daban prestigio sagra-
do a las fuentes, a las montañas y a los ríos
— 20 —
CAMPO DE SEMENTERA
gran sed de verdad había en este pueblo múlti-
ple y diverso, profundamente religioso, que,
en aquellas montañas en que se conservaba más
puro, adoraba al Dios desconocido, al Alma del
Mundo, animador invisible de la armonía del
firmamento y de las maravillas de la vida sobre
el haz de la tierra.
— 21 —
JUAN DE CONTRERAS
formaremos un concepto algo parecido al de
aquella Atenas donde predicó San Pablo. Po-
demos restaurar mentalmente el agora (aquí
foro), donde acudía la multitud ansiosa de oir
— 22 —
III
No es la historia sino la anotación de algunos
pasajes luminosos hundidos entre un mar de
sombras insondables del cual emergen solamen-
te algunos islotes. Lo ignoramos todo o casi
todo; a menudo, aquellos pequeños detalles,
aquellas nimias circunstancias que son el mó-
vily la explicación de los sucesos históricos.
No sabemos cómo ni por qué Santiago fue el
designado para evangelizar la remota España.
Acaso en los largos coloquios de aquellos años
de apostolado en que acompañó a su Maestro
por los campos, las ciudades y los castillos de
Palestina, se le indicó que fuese él quien cer-
tificase la verdad de aquellas palabras del sal-
— 25 —
JUAN DE CON T RE RAS
y a unos correspondió la India, a otros la
— 26 —
EL SEMBRADOR
salazones y de metales; muchas doblaban el
— 27 —
:
JUAN DE CONTRERAS
contemplarían, surcando los cielos como la es-
— 28 —
EL SEMBRADOR
de veces renovada, donde dicen que el Santo
se retiraba a orar, y por devoción, muy princi-
— 29 —
JUAN DE CONTRERAS
cuentan las viejas en Galicia se han de pasar en
vida, porque si no el ánima ha de venir a atra-
— 30 —
IV
— 33 —
3
JUAN DE CONTRERAS
viñedos. Zaragoza era una ciudad importante
a la que Augusto había dado su propio nombre,
santuario, fortaleza y mercado de toda la rica
— 34 —
SANTA MARIA DEL PILAR
místicos, amarguísimo abismo en que se hunde
el alma y se debate sin poder por sí misma li-
berarse. El, ante aquel pueblo de esclavos, había
expuesto la doctrina liberadora que iguala al
siervo con el señor; ante aquella plebe, flage-
lada por el dolor humano, abrevada de lágri-
mas, acosada de dolores y de miserias, explicó
el sentido sobrehumano del Dolor, llave dorada
de la dicha Eterna; sus labios habían repetido
aquellos sublimes conceptos, nunca oídos en el
— 35 —
JUAN DE CONTRERAS
el más antiguo testimonio escrito de ella, que
está en un códice latino, en letra del siglo xni,
en el archivo del Pilar, y que traducido al ro-
— 36 —
SANTA MARIA DEL PILAR
río, donde se echaba en la paja. Allí, después de
un breve reposo, se daban a la oración, evitando
las turbaciones de los hombres y las molestias
de los gentiles. A los pocos días, estando el
— 37 —
JUAN DE CONTRERAS
intercesión y reverencia a favor de aquellos que
imploren mi auxilio en sus necesidades. Y el
— 38 —
SANTA MARIA DEL PILAR
dicha Iglesia Santa Maña del Pilar; y ésta es la
primera Iglesia del mundo dedicada por manos
apostólicas a honor de la Virgen. Esta es la Cá-
mara Angélica, fabricada en los principios de
la Iglesia. Este es el Palacio Sacratísimo, visi-
tado muy amenudo por la Virgen, en donde ha
sido vista muchas veces la Madre de Dios cantar
los Salmos Matutinos con los coros de los An-
geles. Aquí se otorgan beneficios a muchos por
intercesión de la Virgen y se obran innumera-
bles maravillas, concediéndolas Nuestro Señor
Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo
vive y reina por los siglos de los siglos. Amén."
— 39 —
:
JUAN DE CONTRERAS
lio Clemente Prudencio podría cantar en sus
versos de hierro el triunfo de Cristo en la ciu-
dad redimida
— 40 —
SANTA MARIA DEL PILAR
inconmovible el triunfo en Zaragoza de la Cru-
zada española de 1936, cuando todas las cir-
migos vencidos.
— 41 —
V
LA LEYENDA DEL SANTO
ENTERRAMIENTO
La tradición de la venida a España y de la
— 45 —
JUAN DE CONTRERAS
cel los capiteles de los templos románicos, a
los pintores que pintaban los retablos primiti-
vos, a los juglares que corrían por aldeas y
castillos narrando la historia del Señor Santia-
go, primo y amigo del Señor y defensor de
las Españas.
Cuando el Santo Apóstol fue degollado por
orden de Herodes, los judíos arrojaron los res-
— 46 —
LA LEYENDA DEL SANTO ENTERRAMIENTO
— 47 —
JUAN DE CONTRERAS
rica y respetada en la comarca, que las viejas
crónicas -medievales la llaman "Reina" y los
pintores de retablos suelen representarla mag-
níficamente vestida. Vivía esta señora en un
castillo —uno de tantos castros celtas como aún
permanecen en Galicia — que llamaban "Castro
Lupario", entre Padrón y Santiago. Acaso era
una especie de maga o sacerdotisa iniciada en
los viejos cultos naturalistas de sus antepasa-
dos. Escuchó la astuta hembra la relación de
los peregrinos, y deseando librarse de ellos, les
— 48 —
LA LEYENDA DEL SANTO ENTERRAMIENTO
— 49 —
4
,
JUAN DE C O N T RE R AS
el monte, testigo de prodigios, y le llamaron
"Pico Sacro".
Con la fuerza de tantos milagros, la señora
Lupa vino en hacerse cristiana y consintió en
que fuesen derribados los ídolos; puesto sobre
— 50 —
LA LEYENDA DEL SANTO ENTERRAMIENTO
— 51 —
VI
La pequeña capilla quedó sola como con- —
venía a monumento funerario —
entre aquellas
selvas, al cuidado de dos de los discípulos, a
— 55 —
JUAN DE CONTRERAS
go, y aun las páginas del Obispo gallego Idacio
son un reflejo de los horrores de la invasión:
del hambre espantable, de la sangre, de los in-
cendios. Hombres de otra casta entre los ger^
manos disputaron con guerras aquel territorio
a los feroces suevos y se enseñorearon de él.
— 56 —
COM POSTE LA
contentos los berberiscos que ocupaban las
— 57 —
JUAN DE CONTRERAS
rineo y no lo ignora Carlomagno, el gran em-
perador de la barba florida. El cielo premia la
piedad de Alfonso y la pureza de su corazón
haciendo que por mano de Angeles sea labrada
la cruz empedrada de gemas que el príncipe
anhelaba poseer.
Es en este reinado de actividad reconstruc-
tora cuando tiene lugar el prodigio que dio nom-
bre a España ante el mundo entre las sombras
de aquellos siglos y la dotó de espíritu para
realizar las empresas más asombrosas. Corrían
los primeros años del siglo ix cuando llegaron
a Iria, cuya sede ocupaba el piadoso Obispo
Teodomiro, los rumores de que en un bosque
muy cerrado y denso, cerca del Sar, aparecían
de noche los breñales como sembrados de estre-
llas rutilantes, y que entre las sombras de la
— 58 —
C O M P O S T E L A
— 59 —
J U A X DE CONTRERAS
cubrieron un monumento rodeado de un peque-
ño atrio en el cual había cavadas dos sepulturas.
En el interior del edículo hallaron un altar y
a su pie una losa funeraria, que cubría restos
humanos. El que un altar se edifique sobre una
sepultura indica que en ella se guardan las re-
liquias de un Santo. Por divina revelación, o
por la tradición local, o porque así lo dijesen
et matas".
Una miniatura del tumbo A en la Catedral
— 60 —
COM POSTE LA
nerable Obispo penetra en el santuario y llega
a la tumba, incensada por un Angel.
¡Aleluya! Las dichosas Españas, tierras de
mártires y de cruzados, han sido halladas dig-
nas de custodiar la tumba del "Hijo del True-
no", el celoso Apóstol del Señor. Llegó la noticia
a la Corte de Oviedo, y el buen Rey Alfonso se
apresuró a venir al lugar santo y a postrarse
allí con abundantes lágrimas y oraciones. Nada
ya parecía difícil, y una ola de confianza y de
alegría se extendía por el pequeño reino monta-
ñés. ¿Qué había ya imposible para los españoles
— 61 —
JUAN DE CONTRERAS
gran edificador hizo levantar otra ya menos hu-
milde, non modicam, con tres altares, consa-
grado el principal al Salvador y los otros a los
Apóstoles Pedro y Juan. A su lado construyó
claustro y monasterio donde viviesen un abad
y doce monjes. También Obispo y el clero de
el
— 62 —
COM POSTE LA
dictina: la Corticella. En la plaza del Paraíso
establecían su tinglado los cambiadores y los
glo v.
— 63 —
JUAN- DE CONTRERAS
de hierro, y el poderoso Rey ordena que se le-
vante en su lugar una Catedral ostentosa, por
los hábiles obreros que en Valdediós habían
elevado una gran basílica en que influencias
mozárabes se entrelazan a la tradición artística
— 64 —
COM POS TELA
tol. Alfonso II había comunicado el hallazgo al
Papa San León y al Emperador Carlomagno,
su amigo. Los peregrinos venían en tal número
que parecía cosa milagrosa. Hasta a los musul-
manes había llegado la fama de aquel lugar. En
850 estuvo allí el diplomático y poeta andaluz
Yahia-ben-Alhaquem-al-Gazel acompañando a
una embajada normanda, y no es raro encontrar
en autores musulmanes noticias del sepulcro del
Apóstol y de las peregrinaciones. Por el mismo
tiempo llegaba a Compostela un peregrino ale-
mán, San Evermaro. Después de Roma y de los
— 65 —
5
JUAN DE CONTRERAS
comparaban a la Meca por la gran afluencia de
peregrinos. De acuerdo con los Condes gallegos
y leoneses rebeldes a su Rey, el "hagib" llegó a
Galicia y asoló todos aquellos lugares y monaste-
rios que trabajosamente, a lo largo de tres si-
— 66 —
COM POS TELA
— Estoy orando ante el sepulcro de Santiago
—contestó monje.
el
— 67 —
VII
El sepulcro del Apóstol había sido honrado
por la Providencia con muy bellos prodigios.
Cuéntase en el capítulo II del Libro de los Mi-
lagros de Santiago, atribuido al Papa Calix-
to II, que en años muy remotos llegó a Com-
postela un peregrino, proveniente de Italia, a
quien su Obispo había impuesto esta romería
en penitencia de un gravísimo delito, con la
— 71 —
:
JUAN DE CONTRERAS
lación humillante del delito. Cuéntase también
que a un caballero de linaje de reyes que se pa-
seaba a caballo cerca del mar de Galicia se le
desbocó la bestia y lo arrojó al agua. A punto
de perecer ahogado, se encomendó al Apóstol
y salió a flote sobre las olas, cubierto de vene-
ras. De este prodigio, del cual dicen se origina
la costumbre de adornarse con conchas los pe-
quedaron como memoria unos versos,
regrinos,
no horádanos precisamente, en el antiguo bre-
viario de la Catedral de Oviedo
— 72 —
LA ROMERIA
luego insignes prodigios. Por estos mismos años
se verificó la peregrinación de un monje grie-
— 74 —
LA ROMERIA
de la Calzada construyeron, para los peregri-
nos, puentes de sabia arquitectura.
Este camino se iba poblando, en sus etapas
principales, de buenas hospederías, en las cua-
— 75 —
JUAN DE CONTRERAS
romeros. Alfonso VIII construyó en la misma
ciudad el magnífico hospital del Rey, cerca de
Las Huelgas. Lo mismo hacía, en la vieja Cas-
— 76 —
LA ROMERIA
non eran
tantos dineiros de prata e de ouro que
conoscidos. E moitos malditos homes mataban e
roubaban os romeiros ansi na cidade como jora
della". Los Reyes tomaron diversas providen-
cias para seguridad del camino y unos cuantos
caballeros hicieron voto de consagrar su vida
a la defensa de los viajeros indefensos que ha-
cían su romería, como los caballeros andantes
de los romances de gesta. Así nació la ínclita y
gloriosísima Orden Militar de Santiago.
— 77 —
VIII
EL CAMINO FRANCES
Los tres primeros siglos del segundo mile-
nario, cuando, afirmadas ya las naciones, co-
— 81 —
ó
JUAN DE CONTRERAS
de historias y romances, hacían más breve su
caminata por las vías romanas que llevan a
España y a través de las cuales les acogían in-
numerables santuarios y hospitales. Los más
expertos iban provistos de guías, como el Coáex
Calistinus, en que se indicaban los parajes hos-
Calzada.
Durante la última jornada había entre los pe-
regrinos como un pugilato para ver quién de
ellos era el primero que desde el Monxoy (mon-
te del gozo) vislumbraba las torres de la ciudad,
— 83 —
JUAN D E C O N T R E R A S
— 84 —
E L C A >M 1 N O F R A N C E S
mance :
— 85 —
JUAN DE C O N T MERAS
Más adelante, siguen la misma ruta prínci-
pes aventureros o devotos que se preparaban
para alguna grande hazaña viniendo a postrar-
se ante latumba venerable: Juan de Breña,
Rey de Jerusalén; el desdichado Sancho II de
Portugal —Sancho Capelo— ;
Eduardo, Prínci-
pe de Gales; Hugo IV, Duque de Borgoña;
Raimundo VII, Conde de Tolosa; infinidad de
Príncipes, de Obispos y de Señores con sus
comitivas abigarradas de soldados, lacayos y
juglares.
— 86 —
EL CAMINO FRANCES
En Santiago obtuvo el terreno necesario para
edificar un convento del abad de San Martín,
a cambio del foro de un cestillo de peces, y él,
enamorado de la dama pobreza, hizo inmensa-
mente rico al carbonero Cotolay, que le hospe-
dó benignamente. El otro de estos peregrinos
procuraba esconder bajo su sayal blanco el se-
Domingo de Guz-
ñorío de su figura. Se llamaba
mán y estaba destinado a iluminar, como clara
antorcha, la Iglesia de Dios.
Muchos romeros de las Islas Británicas y
de los países escandinavos hacían por mar su
camino. Hubo una vía marítima de Santiago,
menos estudiada, pero tan importante como la
— 87 —
J U A N DE CON f R E R A S
— 88 —
E L C A M I N O F R A N C E S
— 89 —
IX
— 94 —
¡SANTIAGO Y CIERRA ESPAÑA!
el monarca instituyó entonces el voto de San-
tiago, en virtud del cual, durante siglos, los
te a un caballero.
Lo cierto es que sin oposición alguna y por
general creencia vino satisfaciéndose esta con-
tribución hasta que en 1578 se puso en la Cnan-
cillería de Valladolid una demanda por la San-
ta Iglesia de Santiago contra el Consejo de las
ciudades, villasy lugares del Arzobispado de
Toledo, del Tajo acá,y los comprendidos en el
de Burgos y otros, sobre que todos los vecinos,
sin excepción de personas nobles, pagasen a la
— 95 —
JUAN DE CONTRERAS
Reinó esta leyenda durante muchos siglos
en mente de los españoles, y ningún nacido
la
— 96 —
¡SANTIAGO Y CIERRA ESPAÑA!
diestra, entre un grupo de doncellas que le ado-
ran reverentes. Berceo se refiere al "Voto de
Santiago" como a algo que era viejo en su tiem-
po. Ciertamente que lo breve del reinado de
Ramiro y lo alejado que se supone el teatro de
la batalla — sobre la cual guardan silencio los
cronistas poco posteriores — del pequeño reino
asturiano,, hacen legítima la duda, a lo menos
sobre la localización en el espacio y en el tiem-
po, del famoso hecho de armas.
Pero la leyenda no nace nunca sin un hecho
cierto que adorna luego con fingidos pormeno-
res. La leyenda no crea, sino que se limita a
ornamentar con el prestigio de su vana hoja-
rasca. Un relato de tan enorme trascendencia
no puede nacer de la pura invención de un
clérigo, sino que es preciso un acontecimiento
que haya impresionado fuertemente a toda una
generación. Es ciertamente extraño que los cro-
nistas casi contemporáneos de Ramiro no men-
cionen hecho tan importante. Acaso la tradi-
ción se fundamente en un suceso posterior.
Un siglo después, otro Rey Ramiro Rami- —
ro II — vencía a otro soberano de Córdoba, lla-
— 97 —
7
J U A N DE CONTRERA S
— 98 —
—
; 5 A N T I A G O Y CIERRA ESPAÑA!
Ialdun, y sus ecos llegan hasta Masudi, que es-
cribía en Bagdad sus Praderas de Oro.
Es posible que de esta enorme e inesperada
victoria se originase la tradición del Santiago
— 99 —
JUAN DE CON T- RE RA S
— 100 —
:
— 101 —
JUAN DE CONTRERAS
ba no en sus timbres reales, sino en su calidad
de alférez del Apóstol.
No hay ya batalla de importancia en que los
españoles no viesen o creyesen ver a su Caba-
llero galopando por entre las nubes del cielo.
— 102 —
¡SANTIAGO Y CIERRA ESPAÑA !
monio de gratitud.
103 —
LA ORDEN Y CABALLERIA
DEL SEÑOR SANTIAGO
En la organización del Estado anterior a los
Reyes Católicos operan diversas instituciones,
autónomas de hecho aunque de derecho reco-
nociesen la supremacía del poder Real. El jue-
go de todas estas entidades poderosas forma la
— 108 —
LA ORDEX Y CABALLERIA DEL SEÑOR SANTIAGO
— 109 —
J U A N DE C O X T R E R A $
— 110 —
LA ORDEN Y CABALLERIA DEL SEÑOR SANTIAGO
— 111 —
:
JUAN DE CONTRERAS
de espada de hoja ancha y corta, con el testero
rematado en forma de punta de lanza y los bra-
zos "florenzados", tal como se ve ya en un se-
pulcro de Villasirga, del siglo xin. En el pen-
dón de los Maestres la cruz revestía otra forma
era de brazos iguales, florenzados, y en los cua-
encomendada a de Aragón y
Castilla, sino la
— 113 —
8
JUAN DE CO N T RE HAS
po continuaron en el oficio de proteger a los
peregrinos de Compostela, que eran asistidos
en sus hospitales. La Orden de Santiago fue la
— 114 —
LA ORDEN Y CABALLERIA DEL SEÑOR SANTIAGO
— 115 —
JUAN DE CONTRERAS
Enrique, su hijo, y más tarde lo fue el Infante
— 116 —
LA ORDEN Y CABALLERIA DEL SEÑOR SANTIAGO
— 117 —
JUAN DE CONTRERAS
ció Bandinelli; gobernantes como don Alvaro
de Luna, y aun Santos como San Francisco de
Borja y San Luis Gonzaga. Ciertamente, nin-
guna corporación puede envanecerse de miem-
bros tan ilustres, y es por ello tan acreedora al
respeto de la posteridad.
— 118 —
XI
SANTIAGO EN INDIAS
Con la conquista de Granada, en 1492, las
— 121 —
J U A X DE C O X T R E R A S
122
;
SANTIAGO EN I X D í A S
— 123 —
J U A N DE C O X T R E R A S
— 124 —
S A N T I A G O E N I X D I A S
— 125 —
JUAN DE C O N T R E RAS
Nuestro Señor Jesucristo y que en aquella ba-
talla había para cada uno de nosotros tantos
— 126 —
S A N T I A G O E N I X D I A S
— 127 —
JUAN DE CONTRERA S
— 128 —
SANTIAGO EN INDIAS
grey inmensa de los indios, avergonzada de
haber sido tan fácilmente vencida. Una muche-
dumbre incontable puso cerco al Cuzco, donde
estaban los hermanos del Marqués, Juan (que
murió de una pedrada), Hernando y Gonzalo,
y sujetó casi toda la tierra poniendo en situa-
ción casi desesperada al mismo Marqués en
Lima. Duró el cerco del Cuzco ocho meses, y
los españoles se defendieron de los constantes
— 129 —
9
JUAN DE CONTRERAS
en las Indias tan extendida que ninguna otra
pueda competir con ella, si no es la de Santa
María, Nuestra Señora. Sería bien largo el enu-
merar las ciudades, pueblos, misiones
y parro-
quias del Nuevo Mundo que llevan el nombre
de Santiago. Hay entre ellos la capital de un
Estado : Santiago de Chile. En la isla de Santo
Domingo, la primera colonizada, hay un Santia-
go de los Caballeros, en el cual quedan curiosos
vestigios de arquitectura mudéjar, y Santiago
de la Vega. En el Memorial y noticias sacras
Potosí...
La fiesta de Santiago era celebrada por es-
— 130 —
SANTIAGO EN INDIAS
pañoles e indios con singulares ceremonias y
regocijos. Bernal Díaz del Castillo nos cuenta
— 131 —
:
JUAN DE CONTRERAS
ria siguiese a los lusos en aquellas legendarias
aventuras que les hicieron señores de las ru-
tas y de los tesoros de Oriente. He aquí cómo
reseña don Francisco de Quevedo la aparición
de Santiago en la Toma de Goa
"El Padre Juan Pedro Maffeo, insigne histo-
riador de la Compañía de Jesús, en el fin del li-
— 135 —
/ U A N DE C O N T R E R A S
Alborotáronse algunos,
y Rey, corrido y suspenso,
el
determinó de morir
o de libertar su Reino.
Juntó su gente de guerra,
y prestándoles su esfuerzo
el glorioso Santiago,
dio la batalla y vencieron.
— 136 —
LA HUELLA DEL APOSTOL
quitasen otro lienzo, debajo del cual se descu-
brió la imagen del Patrón de las Españas a ca-
Don Quijote:
—Este que es caballero y de las escuadras
sí
— 137 —
! :
JUAN DE CONTRERAS
oyesen gritar sobre la escena estos versos de
Las famosas asturianas, de Lope:
— 138 —
LA HUELLA DEL APOSTOL
Cien doncellas (¡qué bárbaro contrato!)
le tributó cada año, y consentido
fue servicio tan vil, con fuerte nudo
por D. Alonso el Casto y D. Bermudo.
REY
— 139 —
:
acometer al enemigo,
y hacer en su poder mortal estrago
con el favor de Dios y de Santiago.
— 140 —
LA HUELLA DEL APOSTOL
Así, pues, el grito "Santiago" era casi tan
— 141 —
JUAN DE CONTRERAS
gestionar el ánimo del Rey Felipe IV. "Son las
Españas —escribe— bienes castrenses, gana-
dos en la guerra por Santiago ; y las leyes que
amparan en ellas a cualquier soldado particu-
— 143 —
JUAN DE C O N T R E R A S
— 144 —
LA HUELLA DEL APOSTOL
de la vocación y del martirio, de la navegación
milagrosa y del traslado en el carro de bueyes
de la Reina Lupa. Algunas de estas escenas
se ven en los vestigios del retablo que pintó
en el siglo xv Nicolás Francés para la Catedral
de León y en tablas de la escuela de los Serra
en Cataluña. En el centro solía representarse
la efigie de Santiago peregrino o combatiente.
Uno de los más interesantes primitivos portu-
gueses, el "Maestro de Pelay Pérez Correa",
se consagró principalmente a temas jacobitas.
— 145 —
10
JUAN DE CONTRERAS
humildemente ante Nuestra Señora, a orillas
del Ebro.
Es, sobre todo, en las artes industriales don-
de la influencia jacobita es más notable. Desde
los comienzos de las peregrinaciones, los ro-
— 146 —
LA HUELLA DEL APOSTOL
Hacer pretendo
una cruz de valor y de artificio
que aquí en Oviedo, donde ahora estamos,
honre los templos y las almas guarde:
pues que dezís los dos que soys plateros
peregrinos devotos de Santiago,
estas piedras tomad y todo el oro
que necesario fuere...
— 147 —
EPILOGO
Al llegar al final de nuestro trabajo nos da-
mos cuenta de que son él poquísimas las pá-
ginas destinadas a la biografía del Apóstol y
muchas, en comparación, las que hemos consa-
grado a exponer su repercusión legendaria, de
tan grande influjo en la Historia de España.
Es preciso que hagamos notar la relación que
secretos designios providenciales establecieron
entre una y otra parte de los hechos que inte-
gran el relato precedente, pues alguno. pudiera
extrañarse, como aquel Obispo griego de la le-
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JUAN DE CONTRERAS
o un Roldán, que flagela con su espada invenci-
ble a los enemigos caídos sobre los cuales ga-
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EPILOGO
do pedía para sus hijos los principales puestos
de su reinado.
Poco a poco, en los meses de convivencia con
el Rabbí, Jacobo aprendió la dura y áspera en-
señanza de la renunciación suprema. No se tra-
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JUAN DE CONTRERAS
ceñida con resplandeciente armadura, como la
del Señor San Jorge o el Arcángel San Miguel.
Más ciudades llevan su nombre que el de Oc-
tavio Augusto, y con él se honraron reyes, in-
fantes y caballeros.
España, que recibió de él la semilla evangé- -
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JUAN D E CONTRERAS
paña, fue degollado antes de que pudiese em-
prender Es de tener en cuenta que es-
el viaje.
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A P E N D I C E
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JUAN DE CONTRERA. S
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APENDICE
timidad de un título fundado en concesiones
reales. Los liberales, que atacaron la más vene-
rada tradición española con argumentos de tipo
enciclopedista, no brillaron en este debate por
su erudición ni por su elocuencia. Llevado el
Apóstol.
FIN
t
Precio: 60 pesetas