AZTECAS

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AZTECAS

El 12 de octubre de 1492, muy temprano en la mañana, los aborígenes de las actuales Bahamas
avistaron tres extrañas siluetas en el horizonte. Poco a poco las siluetas fueron cobrando forma y
color, semejando construcciones de madera que flotaban en el mar. Mientras tanto, una pequeña
embarcación a remos se acercaba lentamente a la playa. Indígena Caribe

Atónitos, los nativos contemplaban a un grupo de seres blancos y barbudos que les hacían gestos
y vociferaban en una lengua desconocida. Un hombre al que llamaba Colón tomó la iniciativa e
intentó establecer contacto con el cacique de la isla. Se trataba nada menos que del primer
encuentro entre habitantes de la vieja Europa y de la América Indígena. Este hecho, tan
significativo para toda la humanidad y especialmente para los indígenas, se repetiría en adelante
en todos los lugares poblados por las múltiples culturas americanas.
La hueste encabezada por Cortés estaba conformada por unos 600 hombres que se dirigieron
hacia el interior, atraídos por la capital totonaca, llamada Cempoala. Allí fueron bien recibidos por
el denominado "cacique gordo", quien les brindó alojamiento y comida y proporcionó noticias
acerca del pujante imperio azteca con su bullante capital Tenochtitlán. De mucha ayuda resultó
también una mujer, la Malinche o doña Marina, que Cortés había recibido de parte de algunos
amistosos indígenas de la zona costera. Transformada en su amante, Malinche sirvió a Cortés
como intérprete y consejera política en su calidad de conocedora de la mentalidad indígena
mesoamericana. De esa manera, los españoles contaron desde un comienzo con valiosa
información sobre las relaciones políticas que imperaban entre los diversos pueblos que
habitaban la meseta del Valle de México y estaban sometidos a los tributos aztecas.

Diplomacia
En la mente de Cortés cobró fuerza una idea: avanzar a la capital azteca y apoderarse de sus
riquezas. Con ese fin, se dirigió primero al enclave independiente de Tlaxcala y luego de derrotar
la resistencia logró la alianza estratégica con estos y otros enemigos de los aztecas. A partir de
entonces, el poderío español se vio incrementado por los indios amigos, quienes resultaron
decisivos a lo largo del proceso de conquista en México. Tras un accidentado camino, donde se
registraron también sangrientas matanzas como la de Cholula, los españoles contemplaron
boquiabiertos la impresionante vista de Tenochtitlán. Era el 8 de noviembre de 1519.
Desde entonces, Cortés inició una etapa de preparación militar para conquistar definitivamente la
capital azteca, etapa que se extendió por casi un año. Desde el estado amigo de Tlaxcala los
peninsulares prepararon la ofensiva, construyendo trece bergantines que fueron trasladados por
piezas hasta Texcoco a orillas del lago, donde se les colocó las piezas de artillería. Además se
adiestró a guerreros tlaxcaltecas en los métodos de lucha españoles y se reforzó la hueste con
contingentes provenientes de Cuba.

Sitio a la capital azteca


El ataque sobre Tenochtitlán se inició con la destrucción de los poblados cercanos y prosiguió con
el sitio de la ciudad que duró 75 días. Las enfermedades, la falta de agua (pues los españoles
habían cortado el principal acueducto), de comidas, el hacinamiento y la lucha continua vencieron
la resistencia azteca encabezada por Cuauhtémoc. El 13 de agosto de 1521, el imperio azteca
quedó sometido a Cortés. Una vez consolidada la conquista peninsular de la capital azteca y
aniquiladas las capas dirigentes de la sociedad indígena, se procedió a la reconstrucción de la
ciudad y al reparto de la mano de obra. Sobre las ruinas y con los restos de los templos aztecas
destruidos, se erigieron los primeros edificios de la que sería la capital del virreinato de Nueva
España: ciudad de México. Cortés, confirmado en sus poderes por la corona, fue beneficiado con
una encomienda de 22 mil indígenas que incluía más de siete poblados, además de recibir como
premio el valle de Oaxaca y el título de marqués. Luego, distribuyó encomiendas entre sus
hombres y financió una serie de expediciones de conquista al sur y al norte del territorio
dominado.

Códice
A fines de 1528 arribaron a ciudad de México los cinco integrantes de la Real Audiencia ,
nombrados por el Consejo de Indias, para poner orden y administrar en favor del rey los nuevos
dominios. El principal problema era el maltrato al indígena, situación en la cual la Audiencia no
fue capaz de resolver nada a raíz de la corrupción de sus miembros. Ante esto, se nombró una
segunda Audiencia gobernadora que se mantuvo en funciones desde 1530 hasta la llegada del
primer virrey de Nueva España, Antonio de Mendoza, en 1535. Durante este período se prohibió
la esclavitud del indígena, pero se les fijó un tributo, y se consagró el predominio de la autoridad
de la corona de España por sobre de la de los conquistadores.

Bautizo de jefe indígena


También hay que destacar la labor desempeñada por la Iglesia, y particularmente por las Órdenes
religiosas. Franciscanos y Dominicos, conscientes de lo ocurrido en las Antillas, intentaron desde
un comienzo mitigar los abusos de los encomenderos. Además se preocuparon de la
descendencia de la clase dirigente azteca, creándose por ejemplo el Colegio de Santa Cruz de
Tlatelolco que impartía catequesis y procuró conservar la lengua y la historia nativa. Mención
aparte merece la labor cumplida por el fraile Bernardino de Sahagún, quien recopiló una gran
cantidad de las tradiciones indígenas en la monumental Historia General de las cosas de la Nueva
España.

Presagios
La profunda creencia en un regreso del mítico Quetzalcoátl quien, según la leyenda, volvería para
proteger a los aztecas, influyó en las primeras apreciaciones que éstos tuvieron acerca de los
españoles. Una serie de presagios, como un rayo que impactó un templo o la aparición de un
cometa, fueron interpretadas por los sacerdotes aztecas como señales de cambios y
perturbaciones. En virtud de ello, las noticias sobre el arribo de extraños seres a la zona de
Veracruz, inquietaron a las autoridades aztecas y al mismo Moctezuma, el huey tlatoani.

Emisarios Aztecas
Las reacciones inmediatas consistieron en el envío de emisarios con regalos para los recién
llegados, quienes tras un primer reconocimiento fueron calificados como teúles, vocablo que
designaba a los extraños. Por lo mismo, Cortés fue recibido con muchos honores en Tenochtitlán
y permaneció en la ciudad por espacio de casi ocho meses, muy bien atendido por los aztecas. Sin
embargo, el verdadero rostro de los conquistadores hispanos no tardó en manifestarse y muy
pronto la avidez por el oro y el deseo de dominar la ciudad motivaron la sangrienta matanza del
Templo Mayor, liderada por Pedro de Alvarado. A los ojos de los aztecas los españoles pasaron a
ser malos teúles que debían ser combatidos al igual que aquellos que los apoyaban, como los
tlaxcaltecas y los otomíes.

casas indígenas destruidas


Surgió entonces la resistencia armada que tuvo como gran hito para los nativos el triunfo en la
llamada "Noche Triste". Posteriormente se organizó la defensa de Tenochtitlán, aplastada por los
invasores después de casi tres meses de constantes ataques, donde los aztecas opusieron una
capacidad de aguante que impresiona hasta el día de hoy. Como ya sabemos, la resistencia fue
vencida con un costo humano que alcanzó a la mitad de la población azteca y aniquiló a su clase
dirigente. Las fuentes indígenas coinciden en señalar que con la caída de Tenochtitlán se habían
acabado los mexicas o aztecas, generándose el denominado trauma de la conquista.

Finalmente, los sobrevivientes aztecas experimentaron la sensación de haber sido abandonados


por sus dioses, en especial Huitzilopochtli, el dios de la guerra, quien recibía diariamente ofrendas
rituales. Se configura de esa manera una mentalidad que asume la derrota con resignación y
como un designio de los dioses. Dicha mentalidad explica la ausencia de conatos de resistencia
azteca posteriores a la conquista. El hasta entonces floreciente imperio azteca había
desaparecido para siempre.
Caída de la población indígena
Dirigente azteca
La población nativa de México no escapó a la hecatombe demográfica producto de la conquista. A
diferencia del mundo antillano o Tierra Firme, el número de muertos debido a los
enfrentamientos y la guerra fue mayor en esta zona.La conquista de Tenochtitlán y la cuasi
extinción de la nobleza azteca ejemplifican bien lo que estamos diciendo.

En cuanto a cifras concretas de mortalidad, nos enfrentamos al mismo problema de siempre: la


escasez de fuentes confiables y las abismantes divergencias entre los especialistas. Podemos
afirmar, no obstante, que hacia mediados del siglo XVI la población nativa de México se había
reducido a una quinceava parte.

LOS MAYAS
El territorio habitado por los mayas al momento de la llegada de los españoles comprendía, a
grandes rasgos, el sur de México, la actual Guatemala, parte de Honduras y la península del
Yucatán. Se trataba de regiones cubiertas en importante medida por una espesa selva tropical
que era muy difícil de penetrar. Si bien esta zona ya había sido avistada por los españoles a partir
del tercer viaje de Colón (1498-1500), recién se procedió a su conquista una vez consolidado el
dominio de Centroamérica y el valle de México.

Conquistador
Los primeros intentos por doblegar a los diversos grupos mayas corrieron por cuenta de Hernán
Cortés, quien en 1523 envió a su lugarteniente Pedro de Alvarado a las tierras bajas en
Guatemala. En esta expedición participaron una vez más los indígenas amigos de Tlaxcala,
convertidos en valiosos auxiliares de los 300 hombres que acompañaban a Alvarado. A diferencia
de lo ocurrido en México, los mayas, entre ellos los grupos cakchiqueles y quichés, decidieron
oponerse desde el comienzo a la ocupación de sus tierras. No obstante, en 1525 Alvarado había
logrado derrotar las agrupaciones mayas más numerosas de la región de Guatemala, aunque las
hostilidades siguieron siendo intensas hasta el año de 1530. El principal asentamiento hispano
fundado en estos años fue Santiago de Guatemala, erigida originalmente sobre la ciudad
cakchiquel de Iximché.

Uxmal
Distinta fue la situación en Yucatán, cuya conquista había sido encomendada a Francisco de
Montejo en 1527. Su intento falló y tuvo que dejar la empresa en manos de su hijo. Al ingresar
éste en los territorios del Yucatán sostuvo encuentros tanto cordiales como hostiles con los
nativos. Mientras los pobladores de la antigua Uxmal lo recibieron amistosamente, los habitantes
de los restos de Chichén Itzá y Mayapán lo enfrentaron por las armas. Tras varios años de reñidos
encuentros, en 1541 Montejo consiguió dominar la mayor parte del Yucatán, fundando la ciudad
de Mérida al año siguiente. Empero, se mantuvo un enclave maya independiente en el Tayasal, a
orillas del lago Petén, hasta 1697.

Reaccion indígena. Los mayas, al igual que los aztecas, tuvieron profecías que anunciaban la
llegada de forasteros o dzules; profecías recogidas en los libros del Chilam Balam (crónicas mayas
redactadas durante la conquista en idioma castellano). Según los sofisticados calendarios
elaborados por los sacerdotes mayas se avecinaba un período donde "vendrá quien conozca la
sucesión de las épocas". Ahora bien, mientras en Guatemala se pensó en primera instancia que
los españoles eran dioses, en Yucatán los llamaron dzules desde un principio.

Luchas entre españoles e indígenas


Al no existir una articulación política central, las reacciones mayas frente al invasor variaron
mucho de una región a otra. A raíz de ello, la resistencia se extendió en ocasiones por mucho
tiempo, quedando testimonios de este proceso en distintas relaciones indígenas. Se narran, por
ejemplo, las campañas de Alvarado, apodado Tonatiuh (dios Sol) por su cabello y barba rubios, en
contra de los quichés y los cakchiqueles violentamente avasallados. Abundan las descripciones de
los combates, del valor desplegado por los jefes mayas como Tecum Umán y de la amargura por
la derrota.

Sincretismo religioso
A pesar que la conquista española se vio coronada por el éxito, muchas comunidades mayas
sobrevivieron este período, conservando sus tradiciones e idioma en pleno siglo XX. Para ellos la
resistencia contra los usurpadores de sus territorios y los responsables de sus pésimas
condiciones de vida continúa. Así, lo que ocurre desde 1995 en Chiapas no constituye un
fenómeno casual; muy por el contrario señala una larga continuidad en la historia maya.
Caida indígena.
Maya actual
Lo único que podemos afirmar con certeza en relación con este aspecto, es una mortandad
superior al 50% de la población maya durante la conquista; es decir, habrían perecido alrededor
de 3 millones de indígenas. Los factores que mayormente incidieron en la mortalidad fueron la
violencia de los enfrentamientos contra los españoles y las enfermedades que portaban los
mismos conquistadores. Actualmente, la población maya alcanza unas dos millones de personas
INCAS
El proceso de conquista
Expediciones de conquista
Las primeras noticias sobre la existencia del fabuloso reino del Pirú, llegaron a oídas de los
españoles asentados en Castilla de Oro desde comienzos del siglo XVI. Las autoridades de dicha
gobernación Pedrarias Dávila y Pedro de los Ríos enviaron expediciones de reconocimiento al
Pacífico sur a partir de la década de 1520. Entre todas ellas, sobresalieron las que realizó una
sociedad compuesta por dos veteranos soldados: Diego de Almagro y Francisco Pizarro. En su
tercer viaje a la América del Sur Pizarro desembarcó cerca de la localidad de Tumbez (1532), que
formaba parte del Tahuantinsuyo inca.

Retrato
En Tumbez, Pizarro no encontró las facilidades que había tenido Cortés en México; no hubo
regalos ni emisarios ni espontáneas muestras de amistad, pero sí halló un camino que conducía
hacia la sierra. Los españoles siguieron avanzando hasta enterarse de la cercana presencia del
Sapa Inca Atahualpa en los baños de Cajamarca. Un total de 168 hombres penetraron en el
poblado de Cajamarca en noviembre de 1532, donde se produciría el primer encuentro entre
Atahualpa y Pizarro.

Retrato
A la sazón, Atahualpa se encontraba en esta región descansando de las duras campañas que
había sostenido contra su hermanastro Huáscar por la sucesión al máximo cargo del
Tahuantinsuyo. Victorioso, Atahualpa era agasajado por el señor de Chincha, pero sus generales
estaban en distintas regiones del imperio imponiendo el nuevo orden. La presencia de una
avanzada de españoles, al mando de Hernando de Soto, lo sorprendió en estas circunstancias y
accedió a concurrir a una entrevista con Pizarro en la plaza de Cajamarca.

Asentamiento español
Plano del Cuzco
A partir del reparto del tesoro de Atahualpa obtenido por los españoles en Cajamarca, Perú cobró
fama mundial por sus riquezas. El saqueo de los templos del Cuzco confirmó aquello y propició la
afluencia masiva de aventureros europeos desde el Viejo Mundo y otras regiones de América. No
tardaron en aparecer poblados en diferentes lugares del Tahuantinsuyo: San Miguel de Piura
(1533), Jauja (1533) la refundación de Cuzco (1534), Quito (1534), la ciudad de los Reyes o Lima
(1535) y Huamanga (1539, hoy Ayacucho). Mientras unos cumplieron la función de afirmar el
dominio hispano en la zona, otras, como Lima, tuvieron la finalidad de vincular a Perú con las
rutas marítimas que conducían a España.

Retrato
Las riquezas amasadas por algunos capitanes posibilitaron también la organización de numerosas
expediciones hacia otras latitudes, transformando a Perú en una importante plataforma de
conquista. De esa manera, el dominio español alcanzó el actual Ecuador, ocupado por Sebastián
de Benalcázar; se reconoció el Amazonas con el viaje de Francisco de Orellana y se enviaron
expediciones a Chile al mando de Diego de Almagro y posteriormente Pedro de Valdivia. Mientras
tanto, el gobernador Francisco Pizarro y sus hermanos se reservaron el control de Lima y Cuzco.

Sepulcro
La convivencia de los españoles en Perú no duraría mucho. La existencia de un estado neoinca
liderado por Manco II y crecientes problemas entre los conquistadores hicieron del Perú una
verdadera "olla de grillos" hasta la década de 1560. En un principio, se rompió la sociedad Pizarro-
Almagro, convirtiéndose en una abierta rivalidad por el poder. Se conformaron bandos enemigos
e irreconciliables y en 1538 estalló una guerra civil, donde Pizarro logró derrotar a los almagristas.
Sin embargo, su reinado sería corto ya que en 1541 fue asesinado por partidarios del hijo de
Almagro. Las rencillas se agudizaron en 1544 con la llegada del primer virrey, Blasco Núñez Vela,
quien sucumbió ante las fuerzas de Gonzalo Pizarro. Recién a partir de 1548 el segundo virrey,
Pedro de la Gasca, consiguió limitar las luchas intestinas y sentar las bases del virreinato del Perú.
Finalmente, la gestión del virrey Francisco de Toledo, desde 1569, terminará por configurar al
Perú colonial.

Asalto
En comparación con Nueva España, en Perú la corona tardó mucho más en imponer sus
funcionarios a los hombres que habían protagonizado la conquista. Las instituciones y leyes reales
no eran respetadas, tal como quedó de manifiesto con motivo de las Leyes Nuevas de 1542,
destinadas a frenar los abusos de que eran víctimas los nativos, o con la muerte del virrey Blasco
Núñez Vela a manos de los conquistadores.
Reacción indígena
Ciudad Americana
En el mundo indígena del Tahuantinsuyo hubo diversas apreciaciones acerca de los forasteros
que arribaron en 1532. Para Atahualpa éstos eran nada más que extranjeros andrajosos sin
vestimentas de colores ni distintivos, por lo cual no pertenecían al imperio. En cambio, para otros
como los chancas, huancas y cañaris, los españoles constituyeron potenciales aliados en sus
luchas contra los incas. En general, en el área andina los hispanos no fueron considerados seres
de distinta naturaleza o dioses, debido a su apariencia y a su comportamiento voraz a partir del
desembarco en la zona de Tumbez, donde se apropiaron de bienes sagrados del Inca.

Ejecución: el garrote
En virtud de lo anterior, no debe sorprendernos la temprana resistencia al español, aunque ésta
no se tradujo en mayores éxitos militares. En las derrotas de prestigiosos generales como
Rumiñahui o Quisquis incidieron también las divisiones que existían al interior del mundo
indígena. El intento más importante por sacudirse el yugo español lo encabezó Manco Inca II a
partir de su alzamiento iniciado en 1536. Al frente de un numeroso ejército, Manco aprovechó las
debilidades de los españoles para sitiar Cuzco y provocar la huida de los invasores. Fracasado su
plan, abandonó el sitio y se retiró al sagrado valle del Urubamba, donde se formó el llamado
Estado neoinca que perduró hasta el año de 1572 cuando fue capturado el último Sapa Inca
Túpac Amaru.

Crónica escena campesina


La conquista de los incas tuvo efectos traumáticos sobre la mayoría de la población nativa;
efectos que se sintetizan en el concepto de desestructuración. Éste hace alusión al
desmoronamiento de los principios básicos que daban coherencia a las estructuras políticas,
sociales, económicas y religiosas del mundo andino y concretamente al fin de la redistribución
practicada por el imperio inca. La sustitución del inca por autoridades peninsulares significó un
quiebre en la relación entre los ayllus, los curacas y los funcionarios imperiales. El tributo
impuesto por los españoles, los abusivos trabajos mineros por turnos (mita), la extirpación de los
dioses y huacas andinas y el reparto de los nativos en encomiendas, entre otros factores, explican
el profundo traumatismo de la conquista.

Partiendo de la base que la población del Tahuantinsuyo llegaba a los 10 o 12 millones de


habitantes antes de la irrupción europea, podemos señalar que disminuyó aproximadamente en
un 75% hacia 1561. Ese año se realizaron diversos censos de población tributaria en el antiguo
incario, llegándose a una cifra de alrededor de 2,5 millones de habitantes en aquel entonces. Por
lo tanto, la hecatombe demográfica no alcanzó las proporciones que tuvo en las Antillas o en
México, aunque no deja de ser considerable.

El historiador francés Nathan Wachtel en su ya clásico texto Los vencidos. Los indios del Perú
frente a la conquista española sintetiza de manera notable las opiniones sobre la demografía
peruana de este período, apoyado en vastas evidencias documentales. Sus conclusiones nos han
servido de base en las cifras que entregamos en esta sección.

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