Thymós, Mythos, Themis
Thymós, Mythos, Themis
Thymós, Mythos, Themis
Según Heidegger, el destino de Occidente está marcado por la asignación de modos epocales
de pensar, a partir del gran primer comienzo en el impulso e insistencia de los pensadores
esenciales griegos hacia y en el Ser -que se oculta en la presencia del ente-. Ese inicio, pese a
su grandeza y profundidad, no se sostuvo y, a partir de él, una deriva arrastra la historia
occidental a través del olvido de la ocultación del Ser, en el pensar del ente como lo presente.
Este pensar la preeminente presencia del ente en el oculto olvido del Ser que abandona a
Occidente es la esencia de la metafísica y predomina tanto en ella como en sus derivados, la
ciencia, la cosmovisión y la técnica.
Por ello, si buscamos la esencia de Occidente debemos remontarnos a la fuente del pensar
inicial del primer comienzo en el juego del doble genitivo ya que el pensar inicial – en el que
circunscribimos a tres de los presocráticos (Anaximandro, Heráclito y Parménides)- es en sí una
fuente, pero sin embargo también reconocemos, a su vez, una fuente más primigenia desde
donde él mismo surge y que denominaremos pensar original.
Distinguir un pensar de rango original de otro inicial filosófico es reconocer que existió un
pensamiento anterior al de los presocráticos. Podría decirse que estos también tuvieron sus
hiddens sources, aunque su ocultamiento fue una destinación histórica esencial, no una
decisión personal, como la que se le endilga a Heidegger. Estas fuentes primigenias son las que
manan en la poesía griega “pre-filosófica”, abordada metafísicamente por las ciencias
filológicas, pero cuyas conexiones esenciales con el pensar “filosófico” pocas veces han sido
consideradas, más bien han sido una y otra vez burdamente desfiguradas mediante las
distintas versiones de la superstición iluminista del “paso del mito al logos”, en las que no se
piensa en absoluto ni el mito ni el logos. Podría decirse que la maldición de Casandra marca el
destino del pensar poético griego ya desde temprano, el síntoma más claro es la distorsión
semántica total de la palabra mythós, tal como se halla a partir de Heródoto y se consuma
cuando Platón lanza su ofensiva contra Homero y Hesíodo. Como mujeres troyanas, algunas de
las palabras poéticas originales obtienen un salvoconducto con los presocráticos para luego
convirtirse en esclavas del pensamiento representativo en la deriva metafísica occidental.
Entre ellas se hallan ἀήόςῦςῦςήExistieron otras que, en cambio, se
retrotrajeron a lo profundo del ámbito de ή, el olvido, cuyo nombre también fue olvidado:
ῦςέςόςEstas, junto con algunas otras, son las palabras que reconectan con
fuentes ocultas en la arcaica oscuridad de los albores de la civilización griega, perdidas en la
ominosa omisión del pensar metafísico.
Además de las palabras perdidas y de las sometidas a la servidumbre metafísica porque
dejaron de pensarse, la ciencia moderna echa de menos lo que, según criterios evolucionistas,
serían palabras faltantes en la lengua de los griegos, ya que muchas veces la carencia de
pensamiento exige ser compensada con profusión de conceptos. Heidegger advierte sobre
esta rara situación cuando dice que “no existe ninguna palabra griega para nombrar el ser del
hombre en la ἀή. Simplemente no existe. Tampoco en la poesía griega, donde sin
embargo esto se encuentra llevado a su colmo… e inmediatamente aclara magistralmente: Si
no hay palabra griega para esta existencia ek-stática no es por defecto sino por exceso” 1… Falta
el término “filosófico”, pero esto es sólo un defecto para alguien a quien pasa desapercibido lo
más importante, la simplicidad de la palabra con la que el poetizar pensante sonoriza la
experiencia más originaria en su integra desnudez.
Para pensar la esencia de Occidente es necesario recordar aquellas palabras sapienciales
que, sustentando en lo profundo de la tradición
Los tres grandes pensadores iniciales nombrados se mantienen aún en contacto con esa
simplicidad. Con relación a la protesta citada de Heidegger, Parménides es quien posiblemente
1
Le thor
nos habla de una palabra muy cercana a ese ámbito de insistencia del hombre en la ἀή.,
cuando en el proemio de su Poema, expresa:
Las traducciones de este pasaje son propensas a agregar formas posesivas referidas a ός
que no se hallan en el texto, lo cual redunda en arbitrarias variaciones de sentido 2 y además
refuerza la tendencia muy común -y que observamos ya en Diels 3- de traducir aquella palabra
como una determinación demasiado anímico-subjetiva. Lo que expresa Parménides con la
palabra ός, es de una dimensión coextensible e interpenetrante al acontecer de la
experiencia más profunda posible del esenciarse de la verdad para el hombre griego. Esto es
así porque no es el “concepto” deός algo de la existencia y que se explica a partir de ella,
sino que es ésta la que recibe su sentido en el seno extático de la verdad que primeramente se
entona comoός, para y con el hombre.
Para el habla poética originaria ser humano es ser transido de thymós. La comprensión de
ello se ve reflejada igualmente también en la prístina emergencia de las palabras en otras
tradiciones indoeuropeas, como por ejemplo ya en la lengua hitita, que para significar
“hombre” articula el vocablo antuṵaḫḫaš- / antuḫš-. Kloekhorst4 identifica en esos morfemas la
aglutinación de las raíces indogermánicas *-h1n-dhue2-ōs, *-h1n-dhuh2-s-os, cuyo elemento
central, la raíz *dhuH-, se conecta con el sánscrito dhῦmá- “humo”, y el griego ῦϚ. Según el
citado lingüista, “hombre”, en hitita, se dice literalmente “having breath inside”, y relaciona
esa significación al griego ἔῦϚ
Siguiendo el universo semántico al que pertenece tymos-humo-atmos-atman…
Cargada de interpretaciones extraviadas, ός es una de las palabras originales desde
donde brota y permanece la existencia griega primigenia. Emerge temprana y profusamente
en el habla poética para significar la integra textura patética de la experiencia radical en lo
afectante de su despliegue, recogida y proyectada en una determinación de tinte afectivo que
guarda en su coalescencia el talante de la insistente relación de los hombres con lo sagrado.
Como recogimiento afectivo, el ός nunca es una determinación vivencial o humor anímico
humano, no pertenece a una proto-psicología mitológica, ni es la sede de sentimientos de un
romanticismo primitivo.
Es el medio ambiente de sintonía espiritual que, como un vaho brumoso, impregna la totalidad
de la escena del drama de la existencia y sólo de modo secundario provoca un impacto
estético en una χή5, cuando ésta en un momento siempre posterior actualiza la conciencia
autoreflexiva del sentimiento que es generado como un subproducto.
En la palabra θυμὸς resuena tempranamente lo que Heidegger, en el otro comienzo, llama
Stimmung, temple de ánimo6. Este pensador indica la correspondencia de Stimmung, el temple
2
Por ejemplo: Las yeguas que (me) llevan tan lejos cuanto (mi) ánimo podría alcanzar… (Gómez Lobo).
Nótese la ambigüedad que resulta al comparar esa traducción con la de Láscaris, que traduce ός por
arrojo, en este caso ¡de las yeguas!
3
Die Rosse, die mich dahintragen, zogen mich fürder, soweit nur die Lust mich ankam…
4
Kloekhorst, Alwin, Etymological Dictionary of the Hittite Inherited Lexicon (Leiden Indo-European
Etymological Dictionary Series; 5), Leiden, 2008, pg 227.
5
Nótese la ambigüedad de las traducciones del fragmento de Parménides citado, al comparar la
presente con la de Láscaris, que traduce ός por arrojo, en este caso de las yeguas. El texto griego no
presenta ninguna forma posesiva referida a thymós.
6
“La pregunta conductora no conoce el temple de ánimo porque en realidad, como temple fundamental,
éste solo entra en juego en la verdad y, por tanto, en el «en medio», en la medida en que forma parte de
la experiencia fundamental y solo junto con tal experiencia fundamental.” Posiciones metafísicas
fundam.
de ánimo, como una respuesta a una Stimme, una voz que connota la sonoridad armónica y
afinada7. Ese ámbito de correspondencia vibra ya en Hesíodo, cuando dice:
Θυμός es la sintonía empatizante que se difunde en y como el “ medio” donde acontece toda
experiencia radical del mundo griego. Ese ambiente es infundido por la voz del ῦς, que en
los contextos de la poesía épica, es fundamentalmente el designio, en cuanto decir-
designante, de Zeus. En el pasaje citado de Hesíodo aparece casi públicamente la alteración y
acrecentamiento de un determinado θυμός –el de una guerra más relacionada con la
dimensión que le dá Heráclito, aquella de páter panta, que con un simple hecho historiográfico
o materia de leyenda épica- que atraviesa a todos los dioses presentes. Otro contexto, como el
que nos trae el siguiente texto de Homero, es más intimista pero más claro y rico por la
construcción gramatical del verso final, que se repite dos veces en la Ilíada:
7
“Intentamos escuchar la voz (Stimme) del ser. ¿En qué temple de ánimo (Stimmung) pone aquella voz
al pensar de hoy? Apenas podrá contestarse unívocamente la pregunta. Presumiblemente impera un
temple fundamental de ánimo (Grundstimmung).” Qué es eso de filosofía.
8
Hesíodo, Teogonía, 664-6, Ed. UNAM 1978, pg. 22-3. Traducción propia.
9
Αἶαν διογενὲς Τελαμώνιε κοίρανε λαῶν πάντά τί μοι κατὰ θυμὸν ἐείσαο μυθήσασθαι: (Ilíada)
10
Ἥρη μὴ δὴ πάντας ἐμοὺς ἐπιέλπεο μύθους εἰδήσειν . (iliada)
3) Diseñar el despliegue estructural del esenciarse del ser del cielo, la tierra, los dioses y
los mortales en el acontecimiento. Aquello cuyo imperante despliegue (ῦς) el
ῦς diseña en su señalar destinante, es ές
Le experiencia de la manifestación de ή y las Μοῖραι en el aparecer de los entes en la
ἁή fue profundamente pensada por los presocráticos. Pero la presencia de ές, madre
de dichas diosas, en lo allí pensado, no aparece ya tan claramente y acusa una primigenia
tendencia hacia el olvido. Esta titánide preolímpica, es celebrada en la poesía épica como
teniendo una estrecha relación con Zeus quien, luego de hacer de Metis su primera esposa,
toma como mujer a aquella, engendrando con ella a las Ὣy a las ῖ11Un conciso
himno homérico describe a ές sentada al lado de Zeus e, inclinada hacia él como su
compañera consecuente, íntimamente conversa con el mejor de los dioses 12. Este íntimo
susurrar recuerda una de las connotaciones de la palabra alemana Stimme y nos indica la
fuente murmurante desde donde Zeus puede vocalizar su ῦς y por donde este puede
atravesar señalando y destinando la totalidad del ámbito brumoso hasta donde alcanza el
θυμός. Ese continente pre y ultra-dimensional es ές: en ella Zeus recibe todo poder de
designio que resuena en el bramar de su ῦς.
Los mitógrafos desde la época clásica entraron en perplejidades en lo que respecta a la
naturaleza y relaciones de Themis. Hesíodo no tiene empacho en consignar una contradicción
en su Teogonía que a luces de un Pensar poetizante no resulta sino superficial.
Nada sería más fructífero que sondear los orígenes etimológicos del nombre mismo de la
Diosa.
11
Hesíodo, 901 y ss. Recordemos que las Horas son Eunomía, Diké y Eirene. Las Moiras por su lado,
Cloto, Láquesis y Átropo.
12
Himnos Homéricos. XXIII.