Tema 02 - Fuentes Del Derecho Administrativo
Tema 02 - Fuentes Del Derecho Administrativo
Tema 02 - Fuentes Del Derecho Administrativo
TEMA 2
Fecha: 8 octubre 2016.
2965 palabras – 13:11.
Sumario:
Las fuentes del derecho administrativo se rigen por el mismo sistema de fuentes general, proclamado
en el artículo 1 del CC, que dice: «Las fuentes del ordenamiento jurídico español son la ley, la costumbre y
los principios generales del derecho».
2. EL REGLAMENTO.
Se puede definir el reglamento como una norma escrita dictada por la Administración en el ejercicio
de una potestad propia (la potestad reglamentaria), de rango inferior a la ley.
IV. Clases de reglamentos.
En cuanto a los reglamentos estatales, su elaboración se regula en el artículo 26 de la Ley 50/1997,
de 27 de noviembre, del Gobierno (añadido por la Ley 40/2015, de 1 de octubre; anteriormente se contenía
en el artículo 24).
3) Consulta pública. «Se sustanciará una consulta pública […] con carácter previo a la
elaboración del texto, en la que se recabará [la] opinión de los sujetos potencialmente afectados por la futura
norma y de las organizaciones más representativas…».
4) Memoria del análisis de impacto normativo. «El centro directivo competente elaborará
con carácter preceptivo una memoria del análisis de impacto normativo», entre cuyos apartados figuran
los relativos al impacto económico y presupuestario y al impacto por razón de género.
6) Informe de la secretaría general técnica. «En todo caso, […] los proyectos de
disposiciones reglamentarias deberán ser informados por la secretaría general técnica del ministerio o
ministerios proponentes».
8) Dictamen del Consejo de Estado. «Se recabará el dictamen del Consejo de Estado u
órgano consultivo equivalente, cuando fuera preceptivo o se considere conveniente».
El artículo 47.2 de la LPAC dice: «… serán nulas de pleno derecho las disposiciones
administrativas que
Por tanto, los reglamentos que infringen el ordenamiento jurídico solo pueden ser nulos de pleno
derecho; a diferencia de los actos administrativos, los reglamentos no pueden ser anulables.
Los reglamentos nulos pueden ser corregidos a través de dos vías: administrativa y judicial.
2) Vía judicial. En vía judicial existen dos garantías frente a los reglamentos ilegales:
3) Delegación o habilitación legislativa. Pero estos principios, de los que se tratará con más detalle
en el epígrafe siguiente, pueden alterarse mediante la técnica de la delegación o habilitación legislativa.
Esta delegación legislativa puede ser de tres tipos:
1.º Delegación recepticia: supone que el legislador habilita al Gobierno para que dicte una
norma con rango de ley, prevista en el artículo 82 de la Constitución, que da lugar a los decretos
legislativos, que tienen rango de ley, a pesar de ser dictados por el Gobierno.
2.º Remisión normativa: se trata de aquellos casos en que una ley remite al reglamento la
tarea de completar la regulación de dicha ley.
3.º Deslegalización: se da cuando una ley autoriza que un reglamento regule una materia
antes regulada por una ley, siempre que no esté reservada a la ley por la Constitución.
El principio de reserva de ley implica la existencia de materias que solo pueden ser reguladas por
ley. Ofrece dos vertientes: la reserva material y la formal.
1) Reserva material de ley: significa que determinadas materias solo pueden ser reguladas
por ley. En este sentido, la Constitución reserva a la ley la regulación de sus contenidos más relevantes.
2) Reserva formal de ley: significa que una materia, que no está reservada a la ley, desde el
momento en que es regulada por una ley ya no puede ser regulada por un reglamento. Da lugar a la llamada
congelación del rango, en cuya virtud una norma nueva ha de tener, por lo menos, igual rango a la que
sustituye o innova.
II. Principio de competencia.
El principio de competencia significa que el reglamento solo puede emanar del órgano que tiene la
competencia para dictarlo.
— y a los órganos de gobierno locales, de acuerdo con lo previsto en la Constitución, los
estatutos de autonomía y la Ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases del Régimen Local».
También la tienen los ministros, pues, entre otras funciones, les corresponde: «Ejercer la potestad
reglamentaria en las materias propias de su departamento» (artículo 61.a de la LRJSP).
También hay que advertir que distintos órganos constitucionales tienen atribuida la potestad
reglamentaria, como las cámaras legislativas, y también los organismos reguladores, que pueden dictar
circulares o instrucciones, como el Banco de España.
Un reglamento dictado por un órgano no competente será nulo de pleno derecho por contravenir lo
dispuesto en la norma (de rango superior) que fija la competencia (artículo 47.2 de la LPAC).
2.ª Pero también se establece una jerarquía interna entre los mismos reglamentos, que se
encuentran subordinados entre sí jerárquicamente, en función de los órganos de que proceden: 1.º reales
decretos del Consejo de Ministros; 2.º órdenes de las comisiones delegadas del gobierno; 3.º órdenes
ministeriales; y 4.º disposiciones de autoridades y órganos inferiores, según su propia jerarquía.
El reglamento puede ser derogado por la misma autoridad que lo dictó, que también puede
modificarlo. Lo que no puede hacer la autoridad que lo dictó, ni siquiera otra superior, es derogar el
reglamento para un caso concreto, esto es, establecer excepciones privilegiadas a favor de una persona
determinada, que es en lo que consiste el principio de la inderogabilidad singular.
2. Son nulas las resoluciones administrativas que vulneren lo establecido en una disposición
reglamentaria, así como aquellas que incurran en alguna de las causas recogidas en el artículo 47».
«Los órganos administrativos podrán dirigir las actividades de sus órganos jerárquicamente
dependientes mediante instrucciones y órdenes de servicio.
Cuando una disposición específica así lo establezca o se estime conveniente por razón de los
destinatarios o de los efectos que puedan producirse, las instrucciones y órdenes de servicio se publicarán
en el boletín oficial que corresponda, sin perjuicio de su difusión de acuerdo con lo previsto en la Ley
19/2013, de 9 de diciembre, de transparencia, acceso a la información pública y buen gobierno».
También se emplea el término circular, aunque impropiamente, para designar las órdenes que se dan
a las personas vinculadas por una relación de supremacía especial o simplemente para designar auténticos
reglamentos (como ocurre con las que emiten el Banco de España o la CNMC).
Las circulares e instrucciones de servicio se aprueban por la voluntad del órgano superior, sin
necesidad de seguir un procedimiento formalizado ni de su publicación, salvo la excepción mencionada.
En el orden interno, su eficacia jurídica es plena, pues vinculan a los órganos jerárquicamente
dependientes.
En cuanto a su valor, aunque no son reglamentos y no tienen aplicación general, la LRJSP dice
también: «El incumplimiento de las instrucciones u órdenes de servicio no afecta por sí solo a la validez de
los actos dictados por los órganos administrativos, sin perjuicio de la responsabilidad disciplinaria en que se
pueda incurrir» (artículo 6.2).
I. Costumbre.
En virtud del principio de legalidad, que obliga a la Administración a no poder actuar sino con base
en una potestad previamente atribuida por una norma y conforme a ella, la costumbre tiene un papel muy
limitado en el derecho administrativo.
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Sin embargo, algunas organizaciones han sido administrativizados muy recientemente, y hasta
entonces se regían por la costumbre. Por ello, el legislador remite a la costumbre para su regulación. Así
sucede con el concejo abierto, que ajusta «su funcionamiento a los usos, costumbres y tradiciones locales»
(artículo 29.3 de la LBRL); o respecto del de los jurados de riegos, que actúan «de acuerdo con la
costumbre y el procedimiento propios de los mismos» (artículo 82 del texto refundido de la Ley de Aguas,
aprobado por el Real Decreto Legislativo 1/2001, de 20 de julio).
II. Precedente administrativo.
No es una fuente del derecho administrativo, pero vincula a la Administración, que no puede
apartarse del precedente sin justificarlo; lo contrario sería arbitrario. Así, la LPAC impone el deber de
motivar: «Los actos que se separen del criterio seguido en actuaciones precedentes…» (artículo 35.1.c).
Los principios generales del derecho sí desarrollan una importante función en el ordenamiento
jurídico administrativo, pues es un ordenamiento muy cambiante, que necesita de unos principios que doten
de estructura fija a la base de la normativa administrativa.
No obstante, la mayoría se han ido incorporando a las normas escritas, y algunos gozan de
proclamación constitucional. Por ejemplo, el artículo 9.3 de la Constitución reconoce los principios de
legalidad, jerarquía normativa, publicidad de las normas, irretroactividad de las disposiciones sancionadoras
no favorables o restrictivas de derechos individuales, responsabilidad de los poderes públicos e interdicción
de la arbitrariedad de los poderes públicos.