Dotti. Hegel y La Guerra
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JORGE E. DOTTI
In spite of his deep insights, Hegel fails to grasp the specific cha-
racter of the war waged by the French Revolution and the Empire.
His theory of limited warfare turns out to be a peculiar Sollen, but
it is precisely this gap between rationality and reality what makes
his classical model an appealing antithesis to postmodern vio-
lence.
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Studien zur Ouverture nach 1789, Duncker u. Humblot, Berlín, 1983, pp. 11-32
(original en Der Staat, 2, 1963, pp. 297-317). El contexto teórico general de las
páginas siguientes son las ideas schmittianas. Naturalmente, escapa a los límites
de las mismas analizar las fuentes, sobre todo las del belicismo girondino, o las
similitudes en la ideología básica que mantienen con ellas sus adversarios
Robespierre (inclusive cuando denuncia lo que J. Jaurès llamará el “imperialismo
revolucionario”, por ejemplo, en el “Informe sobre la situación de la República”
del 18. XI. 1793), o Marat (por ejemplo en L’Ami du peuple, nº. 634, 19. IV.
1792). Asimismo, hemos tenido especialmente en cuenta el importante trabajo de
J.-F. KERVÉGAN, Hegel, Carl Schmitt. Le politique entre spéculation et posi-
tivité, PUF, Paris, 1992, en especial, pp. 155-225. Coincidimos en muchos as-
pectos; aquellos con los cuales tenemos ciertas divergencias exigen un desarrollo
que excede el presente artículo. Finalmente, sobre la contemporaneidad del plan-
teamiento schmittiano respecto del sentido de la violencia actual, son muy im-
portantes las recientes consideraciones de G. MASCHKE, "La décomposition du
Droit International. Entretien avec Günter Maschke", Krisis, 26, 2005, pp. 43-66.
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11. Cfr. G. W. F. HEGEL, Grundlinien, par. 323: “En la existencia, esta rela-
ción negativa del Estado consigo aparece, entonces, como relación de otro con
otro y como si lo negativo fuera algo externo [ein Äusserliches]. La existencia de
esta relación negativa tiene, pues, la figura de algo que acontece y aparece en-
vuelto en una maraña de circunstancias accidentales [Begebenheiten], prove-
nientes desde afuera. Pero, por el contrario, se trata de su momento más elevado y
propio, su infinitud real como idealidad de lo finito en él, el lado por el cual la
sustancia, en tanto poder absoluto, se alza contra todo lo individual y particular,
contra la vida, la propiedad y su derechos, asimismo contra los círculos ulteriores,
y da existencia, a la par que lleva a conciencia la nulidad de los mismos”. Ibidem,
p. 491.
12. Ibidem, p. 493.
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tado, la enemistad con otro Estado: si la unión alcanza el status de individualidad,
inevitablemente generará “un enemigo”.
18. G. W. F. HEGEL, Grundlinien, par. 325 a 328, pp. 494-496.
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22. Cfr. Ibidem, par. 333 y Observación, pp. 499-500; y par. 331 in initio, p.
498. Sobre la legitimación por la existencia, en la medida en que dicha existencia
es presentificación del Espíritu, cabe atender a las anotaciones del Zusatz al par.
331: “Cuando Napoleón, al celebrarse la Paz de Campoformio, dijo: «La repú-
blica francesa no necesita ningún reconocimiento, tal como el sol tampoco nece-
sita ser reconocido», sus palabras encierran nada menos que, precisamente, la
fuerza de la existencia, la cual ya lleva consigo misma la garantía del reconoci-
miento, sin que fuera explicitada”. Ibidem, Agregado al par. 331, p. 499.
23. Cfr. Ibidem, par. 337 y su Observación, donde la alusión a Kant es clara:
“En un momento se hablaba mucho de la oposición entre moral y política, y de la
exigencia de que la segunda se conformara a la primera. Acá corresponde obser-
var tan sólo que el bienestar de un Estado tiene una justificación bien diversa del
bienestar del individuo, y que la sustancia ética, el Estado, tiene su existencia
[Dasein], es decir su derecho inmediatamente en una existencia [Existenz] no abs-
tracta, sino concreta, y que sólo esta existencia concreta, no uno de los muchos
pensamientos generales que se consideran mandamientos morales, puede ser el
principio de sus acciones y conductas [Handelns und Benehmens]. La opinión
[Ansicht] acerca de la presunta injusticia que debe siempre caracterizar a la polí-
tica en esta presunta oposición, se asienta más bien en la superficialidad de las
ideas acerca de la moralidad, la naturaleza del Estado y de sus relaciones con las
perspectivas morales”. Ibidem, pp. 501-502.
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24. Cfr. Ibidem, par. 334, que se abre con el principio básico: “Por consi-
guiente, en la medida en que las voluntades [estatales] particulares no llegan a un
acuerdo, el conflicto entre Estados sólo puede resolverse mediante la guerra”.
Ibidem, p. 500.
25. La irracionalidad y la inexistencia efectiva de un magistrado superior
planetario condensa el núcleo del hobbesianismo de la filosofía hegeliana de la
guerra como evento insuprimible, por ser natural, y de conductas acotadas, por no
estar en juego la justicia. Por cierto, Hegel expone estas ideas de manera muy
sucinta; a su modo las da por conocidas y compartidas, sin ver que la praxis bé-
lica a él coetánea las desmiente. También están en Spinoza, pero Hegel no alude a
este aspecto de la filosofía spinoziana al exponerla didácticamente (Cfr. el extenso
tratamiento en las Vorlesungen über die Geschichte der Philosohie, en: Werke, 20,
III, pp.157-197), mientras que sí alude a este momento del iusnaturalismo de
Hobbes (Cfr. ibidem, pp. 225-229, y elogiosamente en el vol. 19. II de las Werke,
p. 108. La observación del Zusatz al par. 71 de las Grundlinien, op. cit., p. 153),
pese a no pertenecer al ámbito del derecho internacional, revela lo central de la
enseñanza hobbesiana recibida por Hegel: igualdad y enemistad entre las reali-
dades independientes por naturaleza es la cifra racional del mantenimiento y
confirmación de la propia autonomía.
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34. “Pero como su relación” —los nexos interestatales— “tiene como prin-
cipio la soberanía de los mismos, [los Estados] están entonces en estado de natu-
raleza uno frente al otro, y sus derechos alcanzan realidad no sobre la base de una
voluntad universal que se ha constituido en un poder por encima de ellos, sino en
la voluntad particular de cada uno de ellos”. Cfr. G. W. F. HEGEL, Grundlinien,
Observación al par. 333, p. 500.
35. Cfr. G. W. F. HEGEL, Grundlinien, par. 337, p. 501.
36. En este párrafo hacemos referencia a G. W. F. HEGEL, Grundlinien,
paragráfos 321, 329, 330, 337 y su Observación, pp. 490, 497, 501-502. De la
importancia de este momento personalista en Hegel, un tema hobbesiano-
schmittiano (el poder sólo se predica de las personas), no podemos ocuparnos
ahora, pero igualmente cfr. par. 348, pp. 506-507.
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período 1799-1802, es evidente que Hegel conceptualiza las guerras en cuestión
según la categorización propia del derecho público europeo, de cuyos principios
da una lograda síntesis: las guerras sin más (por ende, también aquella reciente
contra los franceses, a la que alude luego) son un enfrentamiento entre conten-
dientes que tienen iguales derechos, la misma razón y que, por ende, es absurdo
aplicarles la categorización de justo/injusto. Situación trágica, de la cual el decisor
o tercero que supera dialécticamente la oposición es la guerra misma: decide no
quién tiene la razón y la justicia de su lado, porque los dos la tienen, sino qué
derecho prevalece y cuál cede. Véase G. W. F. HEGEL, Die Verfassung
Deutschlands, en: Sämtliche Werke, edición Lasson-Hoffmeister, cfr. vol. VII, pp.
98-100.
40. Compartimos este aspecto de la interpretación de S. Avineri, quien, sin
embargo, no la desarrolla —de hecho, la posición hegeliana resulta ser fruto de
“naïveté, and ultimately wishful thinking”—, y planteamos nuestra lectura desde
posiciones distintas. Cfr. S. AVINERI, Hegel’s Theory of the Modern State,
Cambridge University Press, 1972, p. 205; en general, véanse pp.194-207. El
contexto que condiciona las opiniones de este estudioso es el meritorio afán de
liberar a Hegel de las acusaciones de proto-fascista, belicista, totalitario, una inter-
pretación (Popper, Kohn, Heller, Hook) que seguía manteniendo significativa vi-
gencia. Es interesante que en un artículo precedente sobre el mismo tema, pese a
que son numerosas las coincidencias literarias entre ambos, este juicio sobre la
ingenuidad hegeliana esté ausente. Cfr. S. AVINERI, “The Problem of War in
Hegel’s Thought”, Journal of the History of Ideas, 1964, pp. 463-474. Algunas
afirmaciones de este trabajo nos sorprenden, porque su autor atribuye a Hegel lo
contrario de lo que dicen los textos invocados. Cita el par. 323 para negar que el
Estado según Hegel sea independiente y soberano; el par. 334 para demostrar que
no hay ninguna necesidad superior que lleve a la guerra, como ocurre —a su en-
tender— en C. Schmitt; y el par. 337 para negar que guerra alguna pueda ser jus-
tificada filosóficamente. Utilizamos la versión alemana en: I. FETSCHER (Hrsg.),
Hegel in der Sicht der neueren Forschung, Wissenschaftliche Bibliothek,
Darmstadt, 1973, pp. 464-482, cfr. también pp. 473 y 478. Con el mismo
propósito de proteger a Hegel frente a las acusaciones indicadas, véase también
D. P. VERENE, “Hegel’s Account of War”, en: Z. A. PELCZYNSKI, Hegel’s Poli-
tical Philosophy. Problems and Perspectives, Cambridge University Press, 1971,
pp. 168-180. A partir de asumir que el ser guerrero (“warrior”) es una figura
fenomenológica (arriesgar la vida por la totalidad ética), la superación de la guerra
radica en las formas espirituales superiores a la del Estado: “artistas, religiosos,
filósofos” deberán desarrollar otras formas de relacionarse con el Estado, supe-
riores a las del guerrero. El autor entiende que Hegel no explica cómo, y él tam-
poco lo hace: simplemente muestra que es también hegelianismo proponer que los
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41. Véase, por ejemplo, K.-H. ILTING (Hrsg.), Hegel’s Vorlesungen über
Rechtsphilosophie 1818-1831. IV Bände, Frommann-Holzboog, Stuttgart-Bad
Cannstatt, 1973. Cfr. vol. III, pp. 836-837.
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tente dar cuenta del presente será deudora del pensamiento hege-
liano.
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Universidad de Buenos Aires
Argentina
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