Cuadernillo - Curso Eva Futurock
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Cuadernillo - Curso Eva Futurock
EVA
AUTORA JULIA ROSEMBERG
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E
l 11 de noviembre del 2021 se cumplieron setenta años de la prime-
ra vez que las mujeres votaron a nivel nacional en la Argentina. Se
trata de una elección conocida por ser la que le permitió a Juan
Domingo Perón ser nuevamente electo para la presidencia, y tam-
bién por ser la primera y única vez que pudo votar Eva Perón desde el policlí-
nico donde estaba internada, ya con su enfermedad avanzada. Esta elección
fue posible gracias a la sanción cuatro años antes de la ley 13.010 “de los dere-
chos políticos de las mujeres”. Una ley que había sido largamente anhelada
por diferentes agrupaciones políticas y feministas que desde comienzos del
siglo XX habían emprendido la lucha. Más de una decena de proyectos de ley
llegaron a presentarse en el Congreso durante la primera mitad del siglo, pero
ninguna de esas veces fue aprobada, la mayoría en ambas cámaras solía ser
de los conservadores, generalmente opositores a otorgar derechos a las muje-
res.
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Así, el Partido Peronista Femenino junto a la Fundación Eva Perón y su vínculo
con los sindicatos fueron los dos pilares centrales en la construcción de poder
de Eva Perón. Un poder que, al decir de Marysa Navarro, una de las mejores
biógrafas de Eva, era similar al que había construido Perón. Sólo los diferen-
ciaba el hecho coyuntural de que uno era presidente. Una mujer, entonces,
que construye un poder político central en la Argentina incluso antes de que
las mujeres votaran, antes de que fueran consideradas sujetos políticos, antes
de que fueran consideradas ciudadanas. Un caso único dentro de los países
republicanos de mediados del siglo XX. Pero Eva no sólo construyó poder para
sí. Eva disputó poder para sus compañeras. A partir de las elecciones de 1951
el armado de las listas de legisladores que presentaría el peronismo fueron
objeto de disputas internas entre las tres partes que componían el peronismo:
el Partido Peronista de los hombres, la CGT y el Partido Peronista Femenino.
Gracias a las siguientes elecciones, la composición del Congreso nacional en
1955 cuando ocurrió el golpe de Estado, era casi el 25% de mujeres. Es inte-
resante la comparación con otros países: en Chile había sido aprobada una
ley de sufragio femenino en 1949, poco tiempo después de la sancionada en
nuestro país. Para 1957 habían pasado por el Congreso de ese país tan sólo
cuatro mujeres legisladoras, bien lejos del centenar que hubo en el nuestro. Lo
que pasaba en el mundo por ese entonces con la incorporación de mujeres a
la política era más similar a lo que sucedía en Chile que en Argentina.
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licencia por maternidad, entre otras cosas se pregunta “¿por qué si rendimos
iguales nos han de pagar menos?”, refiriéndose a la histórica injusticia de que
hombres y mujeres cobren diferente salario. O la posibilidad planteada en La
razón de mi vida de que lo que hoy llamamos tareas de cuidado sean remu-
neradas a través de un salario mínimo.
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que vencer muchas resistencias para poder incorporarse por primera vez a la
política como dirigentas. Este desconocimiento no es casual. El golpe de Esta-
do que se impuso en septiembre de 1955 tuvo entre sus principales objetivos
explícitos “desperonizar” al país. Para eso se tomaron medidas como el conoci-
do decreto 4161 que, entre otras cosas, prohibía el sólo hecho de mencionar la
palabra Perón o Eva Perón. Pero la dictadura que se instaura entonces tuvo un
particular interés en disciplinar la experiencia política de las mujeres. No sólo
porque gran parte de las legisladoras y delegadas del Partido Peronista Feme-
nino fueron encarceladas, muchas de ellas por más de dos años, prohibién-
doles volver a ejercer sus profesiones en muchos casos. Se atacaron, además,
las unidades básicas del Partido y se ensañaron particularmente con su archi-
vo, del cual quedan piezas desperdigadas generalmente en manos privadas,
buscando que no queden huellas, que no sea posible la transmisión. En el año
2012 el Departamento de Estudios Históricos Navales encontró una gran can-
tidad de documentos pertenecientes a Isaac Rojas, el vicepresidente de facto
a partir de 1955. Habían sido entregados por sus hijos tiempo antes al Archivo
General de la Armada Argentina para que lo custodiasen. Entre los diversos
documentos se encuentran allí resoluciones del consejo superior del Partido
Peronista Femenino.
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nismos. Por varios motivos, uno de ellos tiene que ver con un recorrido histó-
rico: la gran mayoría de los movimientos que se autodenominaban feministas
fueron profundamente antiperonistas. Aquellas agrupaciones que durante la
primera mitad del siglo XX habían hecho un largo recorrido en la búsqueda
del sufragio femenino, llegaron incluso a oponerse en 1947 a la sanción de la
ley 13.010, por aprobarse bajo el gobierno de Juan Domingo Perón, a quien
consideraban un fascista. En esta ocasión, el antiperonismo predominó por
encima de las reivindicaciones por las que venían peleando durante décadas.
Y en este sentido hay que sumar otro elemento que genera incomodidad: Eva
Perón nunca fue un personaje puro, sino que en ella pueden leerse tensiones
y complejidades que estaban en pugna a mediados del siglo XX. Ya menciona-
mos la convivencia en sus palabras de elementos tradicionales y rupturistas.
Pero hay un elemento más de esta impureza: en Eva las cuestiones de género
están siempre atravesadas por otra variable, las de clase. Para Eva la apelación
a las mujeres no era en abstracto, a un conjunto total, sino que hacía un recor-
te: buscaba un sujeto político en particular, las mujeres trabajadoras, las hu-
mildes, las descamisadas, las “mujeres de pueblo” como las llamaba, en oposi-
ción a las “oligarcas”. Esto para ciertos feminismos era y es intolerable.
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Coda de la segunda edición
EVA Y LAS MUJERES
“El derecho del sufragio femenino no consiste tan sólo en depositar la boleta
en la urna. Consiste esencialmente en elevar a la mujer a la categoría de ver-
dadera orientadora de la conciencia nacional”.1
A mediados del siglo XX las mujeres de nuestro país vivieron una fenomenal
experiencia: su incorporación a la vida política. ¿Qué significaba exactamente
esto? No sólo pasaban a ser votantes, sino también a partir de entonces po-
dían ser representantes políticas. En verdad, fue un cambio más profundo, a
partir de la ley 13.010 pasaron a ser ciudadanas, sujetos políticos. ¿Cómo vivie-
ron ese proceso? ¿Cómo pensaron eso que estaban protagonizando? ¿Cómo
lo interpretaron? ¿Bajo qué ideas organizaron su accionar? Para el caso del
peronismo, salvo contados casos, es muy poco lo que sabemos sobre ellas. En
la historiografía se avanzó de manera escueta sobre ese terreno 2, mientras
que la bibliografía más general tendió a enfatizar dos aspectos: el peronismo
injustamente no habría reconocido lucha previa por los derechos de las muje-
res, colocándose como el que inauguró ese camino. Y por otro lado, se ha lle-
gado a sugerir que quienes militaron en el partido conducido por Eva Perón,
incluso quienes fueron las primeras representantes de la patria, no habrían
sido cuadros políticos en sí mismos, sino meramente secuaces de las directi-
vas de la conducción. Una interpretación cargada de prejuicios y desconoci-
miento más que de un estudio de los documentos. Aquí nos interesa plantear
un recorrido por un conjunto de fragmentos, escritos o dichos, por diferentes
mujeres ligadas al peronismo que fueron contemporáneas a la fenomenal ex-
periencia de incorporación a la política para intentar comenzar a descular bajo
qué ideas y representaciones se lanzaron a la política. Se trata tan sólo de eso,
unas primeras pinceladas construidas a partir de las voces de las protagonistas
de esos años.
1 Discurso de Eva Perón difundido por radio sobre el deber cívico de la mujer desde la Residencia de Olivos,
19 de febrero de 1947.
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chos políticos, la generalización del trabajo fuera del hogar y el despertar de
la conciencia de los derechos de las trabajadoras, iniciado con la Revolución”.3
Derechos, género, política y trabajo: aparece aquí, al igual que los vimos en el
recorrido de Eva Perón, las mujeres trabajadoras como sujeto central del pe-
ronismo. Género y clase entramados. Nos dice Gregorio Lavié que la transfor-
mación fundamental de la época para las mujeres (que liga a la palabra “revo-
lución”) fue la incorporación a la política pero también por la transformación
sucedida en el mundo del trabajo. En el peronismo, una aparecería inescindi-
ble de la otra.
En este texto cuyo tema central son las mujeres, vuelve a la cuestión del tra-
bajo, ya no como una panacea, sino dando cuenta de las cuestiones aún pen-
dientes. Rápidamente señala la mayor explotación que sufren las mujeres:
“Los patronos prefieren a las obreras para muchas tareas porque rinden más y
se les paga menos”. Y es que no todo está resuelto para ellas: “se advierte que
pese a los grandes progresos realizados, respecto al trabajo de las mujeres,
queda mucho por hacer y que luchan empeñosamente por mejorar su con-
dición y por lograr que se aplique el principio “salario igual, para trabajo igual”
por el que tanto nos queda por luchar en la Argentina”.
Además marca las enormes resistencias que aún deben vencer las mujeres en
el mundo del trabajo: “Los obreros no se resignan todavía a reconocer en sus
compañeras condiciones de líderes. Todo requiere aprendizaje.
2 Una de las pocas que lo ha hecho fue Adriana Valobra en diversos trabajos que fuimos citando a lo largo del libro.
3 Gregorio Lavie, Lucila, Las mujeres de América y la paz, Universidad Nacional del Litoral,1948.
4 Gregorio Lavie, Lucila, Trayectoria de la condición social de las mujeres argentinas, Universidad Nacional del
Litoral, 1947.
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Les dije que con la misma sencillez que me hablaban debían hacerlo ante el
micrófono. Con mil temores aceptaron. El acto fue brillante. Las improvisadas
oradoras se desempeñaron magníficamente. Era que los compañeros, al no
tener confianza en ellas, le impedían la acción”.
Y para que eso sea posible no bastaba con lo que se legislara y se realizara
desde el gobierno, era necesario, además, una transformación en los vínculos
más cotidianos: los hombres tenían que hacer tareas en el hogar, y las muje-
res debían acceder a vacaciones que no se tradujeran en reproducir las tareas
del hogar en otro lado: “tenemos que colaborar todos con las mujeres casadas
que necesitan o quieren ser socialmente productivas para aliviar su doble y
pesada carga. El trabajo es fuente de dicha, pero requiere el descanso repara-
dor y la distracción sana”.
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“Estamos en los comienzos de una gran cruzada redentora”, así definían en
otro artículo a lo que estaban viviendo las mujeres en relación a la política. Se
trata de una de las pocas publicaciones que ligaron de manera explícita lo
que estaba sucediendo en nuestro país con el feminismo: “El feminismo se ha
impuesto entre nosotros por evolución y como lo dijo el General: revolución
es evolución y tanto la una como la otra dejan partículas y en este caso el voto
femenino es una partícula de aquella revolución inolvidable y salvadora de la
Patria. El pueblo de los varones ilustres, de los abuelos que son próceres indis-
cutibles, también tienen entre sus habitantes nobilísimas nietas. De ellas la
Patria espera y ellas no defraudarán a la Patria”. Acá el pasado también tiene
un lugar central, no como algo a descartar, sino por el contrario aquello que
permite una narración sobre la patria, y por ende, inscribir la acción política
del presente. Además, se liga el voto a la revolución pero también a una deuda
con la patria.
Incluso una de las notas se titula “Razón del feminismo”, en donde se propone:
“Hablemos -pues, que para ella hacemos esta revista- hablemos de la mujer
obrera, de la mujer empleada, de la mujer que puebla los barrios humildes y
que gana el sustento con el honrado esfuerzo de su labor cotidiana.
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Celina Rodríguez de Martínez Paiva y María Rosa Pizzuto de Rivero fueron dos
de las primeras legisladoras nacionales que ingresaron al Congreso en 1952
por el Partido Peronista Femenino. Escribieron tiempo después, en 1967, un
libro titulado La verdad, vida y obra de Eva Perón.6 En el primer tomo busca-
ban narrar el accionar político de Eva, dentro del cual le dieron un lugar desta-
cado a su construcción política de mujeres. Veamos cómo construyeron ellas
la narración sobre su incorporación a la política: “En 1889 el feminismo argen-
tino tiene su era inicial con Cecilia Griersson, quien pese a la oposición tenaz y
tozuda de las autoridades universitarias que se niegan a otorgarle el diploma
de médica, logra la entrega del correspondiente en solemne acto académico.
En el año 1911 la primera expresión del Movimiento Feminista en nuestro país
encuentra su líder en la doctora Lanteri, quien pide el derecho de votar para
las mujeres y la entrega de la libreta de enrolamiento. A ella la siguen unas
pocas mujeres nada más. Nadie las escucha”.
Esta lucha que fue ridiculizada dio un triunfo parcial: “el sufragio femenino en
la provincia de San Juan durante la gobernación del doctor Cantoni en 1927
(...) Las voces se pierden… como se pierden las iniciativas y los proyectos de
algunos parlamentarios. El hombre no le daba importancia. Pero dos hechos
tuvieron que acontecer para que la liberación de la mujer se produjese: 1) La
Revolución Social; y 2) la aparición en la escena pública argentina de una mu-
jer extraordinaria: Eva Perón”.
¿Qué significó para estas dos legisladoras lo sucedido a partir de la ley 13.010?
“El voto femenino resume todo un esquema de filosofía simple y práctica de
darle realidad y presencia jurídica a la mujer, que le permite alcanzar a través
de ella, la transformación total de las estructuras políticas y sociales, que ha-
brán de redimir opresiones, errores y horrores a los pueblos. Sin la mujer, par
del hombre ante la ley y las contingencias de la vida, todo intento de mejora-
ción colectiva, será en vano y pasajero”.
Y siguen un poco más en la misma línea: “¿Es ese pequeño documento cívi-
co que Eva Perón entregó a la mujer argentina, algo más que la obligación
de depositar en épocas de elecciones un sobre cerrado en la urna? Sí. Es algo
más. Mucho más. Ella quería la ejercitación permanente de esa representa-
ción política y constitucional, para que la propulsora congénita del bien, que
por la naturaleza y destino es la mujer, dispusiese del instrumento y la fuerza
legal necesarios gracias a ese ejercicio, cumpliría el amplio programa de jus-
6 Rodríguez de Martínez Paiva, C., Pizzuto de Rivero, M.R., La verdad, vida y obra de Eva Perón, Editorial Astral,
Buenos Aires, 1967.
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ticia social que, desde el primer momento, por su sola inspiración y decisión
levantó Eva Perón como decálogo de sus principios”. Como una constante, y
en discusión con otras vertientes políticas, el voto no puede reducirse al hecho
electoral, es la llave inicial para llegar a la justicia social, incluso a algo mucho
más elevado, la redención.
7 AAVV, Una nación recobrada, enfoques parciales de la Nueva Argentina, Presidencia de la Nación, Subsecreta-
ría de Informaciones, Buenos Aires, 1952.
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decisivo en la configuración de la sociedad futura. Cuanto más profunda sea
la cohesión de sus convicciones y propósitos, con mayor rapidez se recupera-
rá todo ese tiempo perdido en la larga inactividad, en la obligada indiferencia
política. De nada había valido la tradición histórica femenina, su actuación
entrañablemente humana y heroica en las luchas por la primera independen-
cia patria. Sólo el peronismo reparó todos los olvidos. Y ahora la mujer tiene
derechos y tiene partido”. El peronismo nuevamente como un antes y un des-
pués, como reparador no sólo de derechos, de materialidades sino también de
olvidos, de un tiempo histórico.
Para estas mujeres, y se trata de algo distintivo del peronismo en esos años,
participar de la política estaba lejos de ser un hecho meramente electoral.
Muy por el contrario, la invitación y porque no la demanda del peronismo era
a transformar los destinos de la patria. La incorporación de las mujeres al pe-
ronismo nace encarnando una disputa hacia el interior del movimiento, repre-
sentando sus ribetes más revolucionarios.
8 Discurso pronunciado en la Cámara de Diputados por el proyecto de ley de amnistía para los infractores de la
ley de enrolamiento, 30 de septiembre de 1953. Disponible en https://bcn.gob.ar/otras-publicaciones/publica-
cion-parlamentarias
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