Factores Criminológicos

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FACTORES CRIMINOLÓGICOS

Los aspectos sociales de la criminalidad son elementos extraños a la naturaleza


constitutiva del ser humano, pero que la influyen en forma variable según las
condiciones del medio y la capacidad de percepción del sujeto; agregamos ahora, que la
Sociología Criminal ha destacado la importancia de los factores político, cultural,
educativo, económico y ecológico entre otros.

EL FACTOR POLÍTICO

Cuando se habla de este factor se está haciendo referencia al gobierno, a la


administración pública. En este sentido, si se considera la criminalidad como un
fenómeno sociopolítico, aparece adecuado pensar que la misma siempre estará presente
en toda sociedad que tenga un gobierno que la gobierne o la “desgobierne”, según
expresa (con mucho acierto, creemos.) Manuel López Rey (1976).

En realidad, en sentido estricto, sin organización política no existiría el delito


(Parmellee, 1925) puesto que ningún hecho es considerado delictivo hasta que el Estado
le da esa definición. En este sentido, la naturaleza de los delitos está en gran parte
determinada por la naturaleza de la organización política vigente en un tiempo y lugar
dados; así, por ejemplo, en USA. Habrá algunos delitos que no existen en la UU.RR.SS
y viceversa (aunque también los habrá similares).

Por otra parte, cuando el gobierno es mal administrador (gobiernos ineficaces y


corruptos), puede constituirse en factor inmediato de producción de conductas delictivas
(los comentarios huelgan); también lo será en forma indirecta, en la medida en que cree
condiciones favorables a la conducta delictiva y no tome las pertinentes medidas de
prevención.

EL FACTOR CULTURAL

Cultural es el nombre con que se designa a todas las realizaciones características de los
grupos humanos.

Para la escuela positivista moderna el delito refleja, en buena parte, el ritmo evolutivo
cultural de toda sociedad: a mayor cultura y desarrollo de la tecnología, el delito, en
consecuencia, presentará variaciones cualitativas y cuantitativas.

Dentro de esta perspectiva, la Sociología Criminal se ha ocupado de estudiar, entre


otras, las relaciones posibles entre criminalidad y grado de instrucción, criminalidad y
medios colectivos de difusión (cine, televisión, radio y prensa) criminalidad y
actividades recreativas.

a.- Criminalidad y grado de instrucción: Durante el siglo pasado prevaleció la idea de


que el desarrollo de la instrucción haría disminuir la delincuencia, sin embargo, las
investigaciones realizadas al respecto en Europa y en USA. no produjeron resultados
definitivos. Se encontró, sin embargo, que el analfabetismo no juega papel esencial con
relación a la delincuencia (como también se creyó durante mucho tiempo); su nivel
puede permanecer igual aunque se generalice la instrucción (en Francia, de 1851 a
1931, disminuyó el número de analfabetos en un 90%, pero el nivel de criminalidad no
experimentó variación).
Se ha argüido, también, que la mayoría de los delincuentes están reclutados entre los
analfabetos, lo cual es estadísticamente cierto, pero ello no contradice la anterior
conclusión, sino que obedece a otras razones que han sido aclaradas por la Criminología
de la Reacción Social.

b.- Criminalidad y medios de comunicación social: El cine, la televisión, la radio y la


prensa no son malos ni buenos en sí mismos (sólo son vehículos de difusión); si pueden
serlo los mensajes que por su intermedio llegan al público.
Entre los investigadores europeos, es criterio generalizado que el cine tiene efectos
perniciosos sobre los espectadores juveniles, por su característica falta de espíritu crítico
y por su tendencia hacia la identificación, que los puede llevar a reproducir conductas
que han visto en las pantallas.

La televisión cumple un papel similar al del cine, con la ventaja del relativo aislamiento
del espectador, pero con la desventaja de la invasión del hogar y la gratuidad del
espectáculo; hechos que favorecen el que diariamente la violencia, el crimen, el
desorden familiar y la negación de los valores morales establecidos, sean proyectados
dentro del hogar.

Aquí el problema reviste mayor gravedad por el poco o ningún control de calidad en la
programación de las televisoras comerciales; y porque, además de a los jóvenes y
adultos, su influencia alcanza también al público infantil.

En opinión de Arnoldo García Iturbe (1972), el cine y la TV suelen ser verdaderas


cátedras de delincuencia (en la actualidad, el cine y la televisión están marcadamente
orientados hacia el sexo, la violencia y el delito), los cuales, puestos como lo están al
servicio del escándalo y del mal gusto, causan un grave daño a nuestra población,
especialmente a nuestros jóvenes. Una de las características de nuestros cines (señala)
es que en las funciones correspondientes a películas censura A (aptas para todo público)
se proyectan como propaganda partes de películas censura B y censura C, precisamente
las partes más escandalosas y más violentas.

En cuanto a la radio, ésta ha perdido atractivo frente al embate de la televisión, pero


sigue teniendo su público, el cual a fuerza de la apabullante repetición de los “slogans”
puede ser manipulado en sus apreciaciones. También predominan en ella los mensajes
negativos, especialmente en los espacios informativos, en los cuales se suelen reseñar
los hechos delictivos en forma más detallada (prensa hablada) y en la emisión de
radionovelas a las cuales se trata de hacer más efectivas en su truculencia para
compensar la ausencia de las imágenes.

A la prensa se confiere menor influencia criminógena. En todo caso, el público


analfabeta está fuera de su área de influencia directa; pero, como todo medio de
comunicación social, la prensa puede ser usada como instrumento de manipulación
colectiva y siempre podrá constituir para algunos sujetos (adolescentes y jóvenes, en
especial) una fuente suplementaria de estímulos que los oriente hacia las conductas
antisociales. Aparte de las páginas completas de propaganda gráfica de las películas en
las que en forma nítida se presentan desnudos y escenas pornográficas atentatorias
contra la personalidad en formación de los niños, que en todo hogar tienen acceso a los
periódicos y que, desde luego, no necesitan saber leer para interpretar gráficas.
Se ha señalado que la prensa venezolana tiene los siguientes aspectos negativos:

Tendencia sensacionalista (algunos diarios).


* Publicación de fotografías o ilustraciones obscenas, vulgares o de mal gusto
(publicidad de carteleras de cine y teatro).
* Y el enfoque exagerado en la información sobre hechos delictuosos.
EL FACTOR ECONÓMICO

El socialismo científico de fines del siglo pasado consideró que la criminalidad era un
fenómeno de anormalidad social por influencia económica; en tanto que la llamada
“escuela socialista”, la consideró como una consecuencia directa del capitalismo.

Hoy se sabe, sin embargo, que en los países de regímenes no capitalistas también existe
la criminalidad.

En verdad, el factor económico en la criminalidad es de extrema complejidad, baste


saber que, por ejemplo, tanto la pobreza como la riqueza pueden influir en su
producción:

a.- En relación con la pobreza, es un hecho que la carencia de los medios


indispensables para la satisfacción misma de las necesidades individuales y familiares
(falta de trabajo, de vivienda adecuada, de servicios elementales, etc.), puede crear en
los individuos un estado emocional susceptible de transformarse en sentimiento de
inferioridad y de frustración que, así mismo, puede convertirse en odio o resentimiento
hacia toda la sociedad, considerada como responsable de tales penurias. También puede
generar rebeldía constante que suele traducirse en frecuente violación a las leyes,
consideradas como instrumento de opresión y explotación; pudiendo además, generar
irrespeto hacia las autoridades; actitudes todas ellas que pueden desencadenar en
perpetración de delitos.

b.- En cuanto a la riqueza, no es menos cierto que las situaciones de bonanza y de


extrema facilidad para la obtención de los bienes en la sociedad de consumo (lo cual
conlleva a la perdida de la conciencia del valor de los objetos) se constituye, en gran
medida, en fuente de la más moderna criminalidad: la criminalidad no convencional
(económica, de cuello blanco, de los poderosos.).

EL FACTOR ECOLÓGICO
La ecología es el estudio de las relaciones entre los organismos y sus habitats. Tiene tres
ramas: botánica, animal y humana. A esta última se le denomina también Ecología
Social, en cuanto se la considera una rama de la Sociología que se ocupa del estudio de
las áreas de habitación humana y de la distribución espacial de los rasgos o complejos
sociales y culturales.

Ahora bien, en relación con la delincuencia, vamos a encontrar que a comienzos del
siglo pasado Adolfo Quételet, publico su famosa obra “Física Social” en la cual dio a
conocer sus no menos famosas “Leyes térmicas de la delincuencia”, basadas en la
influencia del medio geográfico sobre el individuo, las cuales formuló en la forma
siguiente:

1.- En invierno se comete mayor número de delitos contra el patrimonio que en verano.
2.- Los delitos contra las personas se cometen en mayor número en verano.
3.- Los delitos contra las personas tienden a aumentar según nos aproximamos al
ecuador y, a la inversa, los delitos contra la propiedad disminuyen.
4.- Los delitos sexuales se cometen con mayor frecuencia en primavera.

Desde luego, se trata de estudios estadísticos, realizados en Europa, donde las cuatro
estaciones tienen ciclos bien diferenciados y en condiciones que hoy día son ya historia
lejana. Por lo demás, la criminología moderna entiende que existen relaciones
dialécticas entre los factores del delito, los cuales, en todo caso, ejercerían su influencia
en constelación.

Middendorff por su parte, ha señalado que el ambiente local puede ejercer un fuerte
influjo sobre la extensión y clases de la criminalidad. Esta es la teoría de “los influjos
locales”, de gran desarrollo en USA con el nombre de Ecología Social o método
sociológico, usado en el estudio de las relaciones especiales o distributivas de los seres
humanos y las formas sociales. En este sentido son grupos ecológicos los formados por
los habitantes de la ciudad y los habitantes del campo; así como los de las ciudades
portuarias, barrios bajos y distintos fronterizos.
En este sentido ha sido utilizado también en el estudio de la criminalidad, especialmente
en USA, donde se ha encontrado que las cifras más altas de delincuencia corresponden a
lo que han denominado “áreas de desorganización social”, las cuales están
caracterizadas por una prosperidad deteriorada, existencia de “gans”, heterogeneidad
cultural y social, y ausencia de controles sociales.

La teoría ecológica aparece estrechamente relacionada con la llamada “Escuela de


Chicago”, en la que destaca la obra de Trasher (Goppinger, 1975), quien estudió 1.313
bandas integradas por unos 25.000 miembros. Esta investigación permitió a trasher
observar las zonas de permanencia y de acción de las mismas y constató la existencia de
una zona de bandas, que denominó “gangland”, la cual describió geográfica y
socialmente como una especie de terreno intermedio (zona de fábricas, terrenos de
ferrocarril, áreas a la sombra de grandes edificios de oficinas y almacenes), todas las
cuales tienen un control social mínimo.

En Latinoamérica, señala Héctor Solís Quiroga (1977), se tiene la experiencia de que las
zonas que circundan los mercados hay mayor delincuencia que en otras, al igual que en
los suburbios de las ciudades. Señala también que parece tener relación con la mayor o
menor delincuencia de un lugar, el tiempo que las familias vivan en él, el hecho que las
viviendas sean rentadas o adquiridas en condominio, la homogeneidad de la población,
la densidad de población, el tamaño de la ciudad, el conocimiento y trato que unos
tengan con los otros.

Los resultados de estas investigaciones (ecológicas) han sido importantes para la


política criminal, pues han permitido la elaboración de mapas y planos en donde se
indican las zonas criminógenas de un determinado país, región o ciudad, facilitándole
así su tarea, especialmente en el aspecto represivo policial.
Quedan aún sin explicación, no obstante, la no-delincuencia de muchos jóvenes de esas
“áreas de delincuencia”, al igual que la delincuencia que se produce fuera de las
mismas; así mismo, queda planteado saber si tales áreas realmente generan delincuencia
o si, mas bien, ataren a personas que ya son delincuentes.

Mgter. Tirso E. Castillo De Lemos


Sociólogo / criminólogo / docente

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