Quiet Critters
Quiet Critters
Quiet Critters
La idea es sencilla. Los Quiet Critters viven en un bote tapado en el escritorio del
profesor o en un estante. El bote tiene que estar siempre tapado porque a los
Quiet Critters les daría mucho miedo hasta el sonido más bajo. Sólo pueden salir
del bote si hay silencio total en el aula. Cuando toque una actividad o tarea
individual que requiera silencio, los Quiet Critters se reparten a todos los alumnos–
uno por cada alumno. (Yo qué tú, no dejaría el repartimiento de los Critters a la
elección de los alumnos. Así se puede perder mucho tiempo, que seguramente
querrán mirarlos todos para buscar sus colores favoritos, etc.) Los Critters se
tienen que quedar al frente del pupitre y no se pueden tocar, que esto también les
da miedo. Entonces los Critters se quedan quietos encima de los pupitres a lo
largo de la actividad individual, a menos que uno de los alumnos decida hablar o
tocar su Critter. En este caso, el profesor le quita el Critter al alumno y lo pone en
el escritorio del profesor–no necesariamente en el bote. Se entenderá que el
Critter volverá al pupitre del alumno cuando éste vuelva a centrarse en su trabajo
individual. Si no vuelva a trabajar, el Critter volverá el bote y allí se quedará
durante el resto de la clase.
Justificación Pedagógica
Lo que más me gusta de los Quiet Critters es que dan una oportunidad más para
fomentar las consecuencias lógicas y la autonomía en el aula. Como ya sabemos
bien, los alumnos necesitan aprender la importancia de tomar buenas decisiones-y
esto cuanto antes posible. Para prepararlos para el mundo real, es importante que
nuestros alumnos sean conscientes de lo que pasará si decidan tomar malas
decisiones en cuanto a las normas de convivencia. Nuestro papel como
profesores es controlar el espacio del aula para que puedan experimentar estas
consecuencias de una manera práctica y segura. Nosotros ponemos los límites y
las consecuencias y les damos a nuestros alumnos la oportunidad de elegir sus
experiencias respectivas, sean positivas o negativas. Así se vuelven autónomos y
se convierten en los protagonistas de su propio aprendizaje. (Obviamente no
queremos que tengan experiencias negativas, pero así se aprende. Además,
hasta la experiencia más negativa se puede volver positiva mediante un poco de
reflexión individual.)