El Sistema Educativo Republicano: Un Proyecto Frustrado: Manuel Puelles Benítez
El Sistema Educativo Republicano: Un Proyecto Frustrado: Manuel Puelles Benítez
El Sistema Educativo Republicano: Un Proyecto Frustrado: Manuel Puelles Benítez
1 Manuel Ramírez, "La JI República: una visión de su régimen político", en Arbor, tomo CIX. núms. 426-
427, junio-julio 1981, p. 33.
2 Enrique Tierno Galván, prólogo a la obra de Eduardo Huertas Vázquez, La política cultural de la Segunda
República Española, Ministerio de Cultura, Madrid, 1988, pp. 7 Y8.
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3 Manuel Azaña, Memorias políticas y de guerra, vol. 1, Afrodisio Aguado S.A., Madrid, 1976, p. 252.
4 Gabriel A. Almond y James S. Coleman (eds.), The Politics 01 the Development Areas, Princeton Univer-
sity Press, 1960, p. 27. El concepto sería desarrollado ampliamente en la obra de Gabriel A. Almond y Sid-
ney Verba, The Civic Culture, Princeton, Princeton University Press, 1963.
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5 Decreto de 9 de junio de 1931, por el que se crean los Consejos de primera enseñanza (Gaceta del día 10),
en Historia de la educación en España. La educación durante la Segunda República., la guerra civil (/93/-
/939), vol. IV, Ministerio de Educación y Ciencia, Madrid, 1991, p. 135 (estudio preliminar, notas)' selec-
ción de textos de Antonio Molero Pintado).
6 Decreto de 23 de junio de 1931 (Gaceta del día 24). por el que se crean 7.000 plazas de maestros con des-
tino a las escuelas nacionales. Ibidem, p. 144.
7 Decreto de 29 de septiembre de 1931 (Gacela del día 30), por el que se reforman los plantes de estudio de
la Escuela Normal. Ibidem, p. 155.
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12 Véase el proyecto completo en Revista de Pedagogía, septiembre de 1931, Año X, núm. 117. pp. 417 a
421.
13 Ibidem, p. 417.
14lbidem. p. 418.
15 Ibidem, p. 418.
16 Manuel de Puelles Benítez, "Secularización y enseñanza en España (1874-1917)", en la obra colectiva
España entre dos siglos (1875-1931). Continuidad)' cambio, VII Coloquio de Historia Contemporánea de
España, dirigido por Manuel Tuñón de Laza. Siglo XXI Editores, Madrid, 1991, especialmente las páginas
207 a211.
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«obligatoria y común para todos los niños de aquella edad», de seis a doce
años; el segundo grado, de enseñanza secundaria, tendría también dos ciclos,
uno primero de doce a quince años, obligatorio y en el que la «educación es
comúfi), y otro de quince a dieciocho años, de carácter voluntario; finalmente
el tercer grado sería la enseñanza superior, «haciéndose para el ingreso en él
una rigurosa selección por aptitudes»20. No obstante, esta organización de la
educación no era aséptica, no era un puro principio de ordenación institucional
de la enseñanza. La escuela unificada, debatida entre los pedagogos europeos a
principios de este siglo, se enriqueció pronto con reivindicaciones sociales e
igualitarias: se trataba también de conseguir una organización en que la ense-
ñanza no fuera una barrera institucional que adjudicara la educación primaria a
los trabajadores y la secundaria y universitaria a la burguesía media y supe-
rior. Volveremos sobre ello más adelante.
3. La Constitución y la enseñanza
La Constitución de 1931 representa, probablemente, el mayor esfuerzo
hecho en España para resolver los problemas planteados por la modernidad;
entre ellos, la educación. Siendo la modernidad la partera de los sistemas edu-
cativos nacionales, no puede decirse que España dispusiera en 1931 de un sis-
tema educativo a la altura de los tiempos. En ese sentido, la Constitución re-
publicana es una culminación de esfuerzos, la continuación del empeño del
liberalismo español por construir un sistema educativo nacional.
Si leyéramos ahora los principios que la Constitución 1931 dedica a
regular una cuestión tan compleja y tan debatida como la educación, veríamos
cómo en el precepto cardinal, en el artículo 48 21 se retoman viejos temas de-
cimonónicos: la gratuidad y la obligatoriedad de la educación popular, tan
combatidas por el conservadurismo español, son elevadas ahora a rango cons-
titucional -«la enseñanza primaria será gratuita y obligatoria»; la competencia
estatal de la educación, tan discutida por las fuerzas eclesiásticas desde 1857,
adquiere también nivel constitucional -«el servicio de la cultura es un atributo
esencial del Estado»-; la enseñanza de la religión confesional, otro tema
polémico, recibe un tratamiento acorde con el liberalismo radical -«la ense-
ñanza será laica»-; el viejo asunto de la libertad de expresión docente recibe
asimismo amparo en la Constitución -«la libertad de cátedra queda reconocida
20 Véase Revista de Pedagogía, número ya indicado. Todas las cifras corresponden a las páginas 419 a 421.
La cursiva es del original.
21 Véase este artículo en Jorge de Esteban (ed.), Constituciones españolas y extranjeras, Editorial Tauros,
Madrid, 1977, vol. 1, p. 320.
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sectores que habían sido más críticos con la comisión anterior; me refiero a la
unicidad y laicidad de la enseñanza, pues ahora se preveía que la enseñanza
primaria se daría en una escuela que sería única, gratuita, obligatoria y laica.
La Revista de Pedagogía, de fuerte sesgo institucionista y socialista, hizo ver,
sin embargo, las contradicciones que con el pensamiento de la escuela unifi-
cada encerraba la nueva redacción: «Para nosotros -y para casi todos los auto-
res- la escuela única no es la escuela primaria, sino la enseñanza pública en su
totalidad organizada unitariamente, de suerte que facilite el paso de los alum-
nos de uno a otro grado. Por tanto, la escuela única se extiende lo mismo a la
escuela primaria que a la escuela secundaria, que a la universidad»24. Por otra
parte, se felicitaba de la declaración de laicismo escolar, consecuencia obligada
de que el Estado careciera de religión oficial.
La redacción definitiva del artículo 48 rectificará el tratamiento parcial que
se había dado a la escuela unificada y hará de esta el nervio central del sistema
educativo: «el servicio de la cultura es atribución esencial del Estado, y lo
prestará mediante instituciones educativas enlazadas por el sistema de la es-
cuela unificada»25. Asimismo, se indicará que la enseñanza «hará del trabajo el
eje de su actividad metodológica y se inspirará en ideales de solidaridad hu-
mana»26. Los demás aspectos del artículo 48 se reproducirán prácticamente en
los mismos términos que el anteproyecto de la comisión parlamentaria presi-
dida por Jiménez de Asúa.
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27 La obra pionera que inició los estudios sobre las realizaciones republicanas fue la que Mariano Pérez Ga-
lán publicó en 1975 en la ya desaparecida editorial Cuadernos para el Diálogo, con el título de La enseñanza
en la Segunda República Española; la obra ha sido reeditada con el mismo título y contenido por la editorial
Mondadori, Madrid, 1989. Sobre las realizaciones del primer bienio puede consultarse el libro de Mercedes
Samaniego Boneu, La política educativa de la Segunda República, Consejo Superior de Investigaciones Cien-
tíficas, Madrid, 1977, aunque la obra de Antonio Molero Pintado, ya citada, me sigue pareciendo el estudio
más completo y acabado de dicho bienio. Finalmente, para una perspectiva temporal más amplia, puede acu-
dirse a la obra de Claudio Lozano, La educación republicana, 1931-1939, editada por la Universidad de Bar-
celona en 1980.
28 Constituciones... , obra citada, p. 320.
29 Véanse los dos proyectos completos en Historia de la Educación en España... , ya citada, páginas 192 a
226.
30 lbidem, p. 193. De haberse podido instaurar un sistema educativo de este corte, España hubiera estado en
1933 entre los países modernos dotados de una educación básica, entre párvulos y primaria, de nueve años de
escolaridad.
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31 Ibidem. p. 193.
32 Ibidem, p. 194.
33 Ibidem, p. 194.
34 Ibidem, p. 195. Esta base, al igual que alguna de las anteriores, elevaba a rango de ley nonnas que la Re-
pública había ya instaurado con el decreto de 29 de septiembre de 1931, que refonnó las escuelas nonnales.
Triunfante el Nuevo Estado nacido de la guerra civil, es preciso esperar a la ley de 21 de diciembre de 1965
para que se exija de nuevo el título de bachiller para acceder a las escuelas normales.
35 Ibidem, p. 198.
36 Ibidem, pp. 197/8. El carácter cíclico de las enseñanzas y la concepción de la educación secundaria como
prolongación de la primaria eran de manifiesta influencia institucionista.
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- modernidad del currículo, no sólo por las materias que incluye, sino
también por el énfasis que se pone en una formación básica y común de cinco
años, frente a los tres de semiespecialidad. Entre las materias fundamentales se
incluye, además de un idioma extranjero (francés, alemán o inglés), una disci-
plina dedicada a Economía y Derecho. Por otra parte, se prevén enseñanzas
complementarias de trabajo manual.
Es cierto que este proyecto, de notables influencias institucionistas, tiene
también aspectos negativos, algunos de ellos, incluso, desconcertantes 37 .
Quisiera mencionar ahora, por su importancia, el contrasentido político,
ideológico y pedagógico que suponía programar el comienzo del bachillerato a
los diez años de edad, pues aunque no se descartaban pasarelas de acceso de la
enseñanza primaria a la secundaria, el proyecto diseñaba de hecho una ense-
ñanza bipolar en pugna con el sentido auténtico de la escuela unificada: a los
diez años unos niños seguirían la enseñanza primaria mientras que otros in-
gresarían en la enseñanza secundaria y superior, haciendo de estos niveles, de
(acto, compartimentos estancos y discriminatorios.
Ignoro las razones que pudieron inducir a Fernando de los Ríos a proyec-
tar un sistema educativo de estructura bipolar. Pudiera ser que se inclinara a
esta solución por razones financieras, tales como el elevado coste de adecua-
ción del aparato escolar existente al conjunto de «instituciones educ;ativas en-
lazadas por el sistema de la escuela unificada», aunque el proyecto podría ha-
ber previsto en ese caso medidas transitorias de aplicación. Posiblemente hu-
bo también cierta confusión dentro de las propias filas republicanas en torno
al concepto de la escuela unificada. El caso delas escuelas preparatorias de ba-
chillerato me parece revelador de la falta de coherencia existente dentro del blo-
que republican0 38 . En realidad, no se trataba de que algunos institutos tuvieran
su propia escuela de primaria, sino de que toda la enseñanza secundaria fuese
concebida como prolongación y complemento de la enseñanza primaria.
37 Sorprende que en el proyecto no hubiera ninguna referencia a las conexiones de la enseñanza primaria y
secundaria con la formación profesional, cuyo estatuto legal continuó siendo el que le diera la Dictadura en
1928. La verdad es que, como ya puso de relieve Claudio Lozano, en la República «no hubo política alguna
en Formación Profesiona¡". Véase la obra de Lozano, ya citada, especialmente las páginas 135 a 140 dedica-
das a las enseñanzas profesionales.
38 Como es sabido, el Instituto-Escuela de Madrid, de fuerte influencia institucionista, fue creado en 1918
para experimentar los efectos de una concepción unitaria de la enseñanza primaria y de la enseñanza secun-
daria. Se trataba de dar en un mismo centro docente ambos grados de enseñanza con una perspectiva curri-
cular uniforme, de modo que todo el proceso fuera considerado com una sola educación con dos etapas dis-
tintas, la primaria y la secundaria. Sin embargo, el decreto de 25 de septiembre de 1931 supuso el comienzo
de la creación de una escuela preparatoria de enseñanza primaria dentro de los institutos, de modo que en los
meses siguientes fueron surgiendo Institutos-Escuela en Sevilla, Valencia, Málaga, etc. De esta forma se ge-
neralizó el experimento y no la experimentación, contribuyendo posiblemente a aumentar más la confusión
en torno a la escuela unificada y a la debida relación institucional entre ambos niveles de enseñanza.
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39 Manuel Azaña, Memorias polfticas y de guerra, vol. 111, Afrodisio Aguado S.A., Madrid. 1978. p. 167.
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