Martínez Guijón
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SUMARIO
1. Planteamiento: los interrogantes sobre el tema.
2. La respuesta del Fuero Real: selección de textos romanos que consagran el principio de la
irrectroactividad de las leyes. Fuero Real, proemio y Código Teodosiano 1, 1, 3; Fuero Real
4, 5, 1, y Digesto 48, 19, 1.
3. La respuesta de las Partidas 3, 14, 15, frente a la tradición romana y visigoda: el grado de
perfección de los actos jurídicos y la aplicación de una nueva ley; la renuncia al decisionismo
del legislador.
4. La aplicación de los principios a los casos: Leyes Nuevas, XVI, y Leyes del Estilo CC. La
retroactividad o irretroactividad de las normas en función de una determinada política legislati-
va. La discrecionalidad del legislador al valorar la perfección de los actos jurídicos.
5. El sistema del Ordenamiento de Alcalá de Henares. La carta de Pedro I, de 1351, sobre su
observancia y la formal recepción de las soluciones de la Constitución Tanta y del Liber
iudiciorum 2, 1, 14. Leyes nominatim retroactivas en el dispositivo del Ordenamiento.
Bibliografía
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JOSÉ MARTÍNEZ GUÓN
habrán de ser referenciales del de Castilla, que resultará así valorado mediante esta
precisa comparación.
Proemio: "... e pidiéndonos mercet que les emendásemos los sus usos
que fallásemos que eran sin derecho e que les diéssemos fuero por que
uisquiessen derechamient daquí adelant...".
4,5,1: "Todo omne que alguna cosa fiziere porque deua auer pena en
su cuerpo, reciba la pena que deue auer en el tiempo que fizo la culpa e
non en el tiempo que es dada la sentencia; et por ende mandamos que si
alguno era sieruo en el tiempo que fizo el mal, maguer que en el tiempo
de la sentencia sea aforrado, a tal pena haya como manda la ley dar al
sieruo e non como a libre. Otrossí mandamos que si en el tiempo de la
pena era libre e en el tiempo de la sentencia era sieruo, que haya la pena
de como libre".
El primer texto enuncia el principio general que rige los efectos de las leyes
en el tiempo. "Por que uisquiessen derechamient daquí adelant", es una fórmula
genérica que consagra la irretroactividad de las leyes. El texto castellano, que en
este punto no ha merecido la atención de su glosador Alonso Díaz de Montalvo,
es una manifestación vulgarizada de dicho principio, al parecer formulado por
vez primera por Teodosio I en el ario 393, cuando las constituciones imperiales
no sólo interpretan el derecho existente sino que también crean el nuevo que se
necesita: "Omnia constituta non praeteritis calumniam faciunt, sed futuris regu-
lam ponunt" (C. Th. 1,1,3). Años más tarde, Teodosio II y Valentiniano III, en
el ario 440, recogerán de nuevo el principio, pero reservándose el legislador
ahora la posibilidad opuesta, la de promulgar constituciones con efectos retroacti-
vos: "Leges et constitutiones futuris certum est dare forman negotiis, non ad
facta praeterita revocan, nisi nominatin et de praeterito tempore et adhuc penden-
tibus negotiis, cautum sir (C.1,14,7). Siendo principio el efecto irretroactivo de
las leyes nuevas, la retroactividad aparece como excepción, que exige cumplir
los requisitos que la propia constitución establece. Formalmente la retroactividad
precisa de cláusula expresa que la establezca. Sustancialmente sólo puede incidir
sobre actos jurídicos anteriores pendientes de conclusión, frente a los "iudicata,
transacta finitave", sin necesidad, pues, de que lo hayan sido por la vía procesal,
como se desprende de la última expresión utilizada (D. 50,16,229 y 230).
Presentados así los dos textos jurídicos romanos, podría pensarse que en el
transcurso del ario 393 al 440, el poder legislativo imperial aumenta, sobre la
base de una declaración normativa que legaliza la posibilidad de otorgar, con
ciertos requisitos, efectos retroactivos a las nuevas leyes. De esta forma se habría
introducido una mayor inseguridad jurídica.
No cabe tal conclusión, puesto que en el propio Código Teodosiano en el
que se ha recogido la Constitución del 393, aparecen normas posteriores, tanto
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Textos castellanos de la Baja Edad Media sobre los efectos temporales de las leyes
Sobre estas bases -la regla y los casos singulares- la constitución del año 440
permitía una distinta valoración, con ejemplos claros en el Código Justiniano. Desta-
ca su pragmatismo, puesto que recoge la regla general, la práctica de las excepcio-
nes, y lo que hay que subrayar, y es por lo que cabe una distinta valoración de la
misma, se autoimpone límites para excepcionar la regla general. Sin esta precisa
argumentación, pero con indicación de que tales limites ya se hallaban en el se.
Orfitianum, D. 50, 16, 229 y 230, Tommaso Marky pudo concluir, y con acierto, lo
siguiente, comparando los efectos de los dos textos que se manejan y la práctica
legislativa:
"A guardare il gruppo delle leggi retroattive si vede a prima vista che mentre nel
Codice Teodosiano la rempattivitá é espressa con semplice riferimento al passato, in
quello Giustiniano c' é messo sempre un limite preciso e definito alla retroattivitá
cioé che questa non coinvolga i casi esauriti in via giudiziaria o extragiudiziaria",
(la cita en pág. 270).
Véanse algunos ejemplos:
1, 17, 2, 23. De veteni iure enucleando etc.- "Leges autem nostras, quae in
his codicibus id est institutionum seu elementorum et digestorum vel pan-
dectarum posuimus, suum obtinere robur ex tertio nostro felicissimo sanci-
mus consulatu... in omne aevum valituras et una cum nostri constitutionibus
pollentes et suum vigoren iu iudiciis ostendentes in omnibus causis, sive
quae postea emerserint sive in iudicio adhuc pendent, nec eas iudicialis vel
amicalis forma compescuit. Quae enim iam vel iudiciali sententia finita sunt
vel amicali pacto sopita, haec resuscitari nullo volumus modo" (a. 533).
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JOSÉ MARTÍNEZ GUÓN
La concordancia del Fuero Real con el Digesto en este punto ya fue señalada
por Alonso Díaz de Montalvo: "concord. 1. 1. ff. de poenis", quien, de nuevo, no
muestra interés alguno por la cuestión esencial que el texto castellano plantea y
regula. Si el delito deriva de la previa existencia de la pena, no existe acción punible
sin que se halle predeterminada por la ley y sancionada: "e tal pena haya como
manda la ley". El delito resulta así ser un acto penado y circunscrito al tiempo en
que se comete y, en estos momentos, también a la condición social de su autor. La
ecuación que relaciona la pena establecida con el momento de la comisión del delito
y con el status del reo, rige la sentencia con independencia del tiempo en que ésta
se dicte. Consecuentemente, el autor del delito "reciba la pena (establecida) en el -
tiempo que fizo la culpa e non en el tiempo que es dada la sentencia". Podrá con-
cluirse que el texto del Fuero Real, al menos para los delitos que se castigan con
penas corporales, se pronuncia por la irretroactividad de las leyes penales. Sería la
concreción, ahora en la esfera penal, del principio sobre la vigencia del Fuero Real,
"daquí adelante", incluido en el proemio al mismo.
La glosa (de fines del siglo XV) de Alonso Díaz de Montalvo, "todo home,
en el tiempo", a la ley 4,5,1, plantea cuestiones que nosotros hemos de relacionar
con la virtualidad que se ha de atribuir a las teóricas conclusiones sobre la legali-
dad de la pena y sobre el efecto irretroactivo de la ley penal, a las que, a nuestro
juicio, era posible llegar al comentar el texto. Así razona el jurista castellano:
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Textos castellanos de la Baja Edad Media sobre los efectos temporales de las leyes
"aut loquimur de poena ordinaria, et a jure limitata, et habet locum ista lex,
et inspicitur tempus delicti... aut in poena arbitraria... et tunc inspicitur
tempus condemnationis... et est ratio in promptu, quia prima poena est certa
a principio, et uniformis, et invariabilis... et statim cum quis delinquit est
astrictus ad illam poenan, sed guando imponitur poena arbitrio Judicis non
est certa a principio sed tempore sententiae, certificatur pro motu Judicis...
habito respectu ad qualitatem delinquentis tempore sententiae...." (El Fuero
Real de España... glosado por el egregio doctor Alonso Díaz de Montavol,
Madrid, 1781, pág. 382).
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Textos castellanos de la Baja Edad Media sobre los efectos temporales de las leyes
hubiesen producido todos sus efectos. Tales posiciones, así diferenciadas, arrojan
saldos distintos. Creo que el de las Partidas introduce mayor estabilidad en el
derecho, puesto que las relaciones juridicas contraídas bajo un determinado
sistema, aunque éste cambie, pueden continuar produciendo sus efectos según las
soluciones de aquél, siempre que las partes implicadas así lo acuerden, renun-
ciando a pleitear, o no haya tercero legitimado para promover demanda alguna.
Han de verse ahora algunos textos romanos y visigodos que plantean la
cuestión en el ámbito expreso que no lo hacía el Código de Justiniano y sí en
cambio las Partidas. Es el caso de la constitución Tanta del ario 533 sobre
confirmación del Digesto, y la ley 2, 1, 14, del Liber iudiciorum que en su
versión medieval, es la 2, 1, 12, del Fuero Juzgo:
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Textos castellanos de la Baja Edad Media sobre los efectos temporales de las leyes
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Textos castellanos de la Baja Edad Media sobre los efectos temporales de las leyes
"... Et ideo harum legum co- "...E por ende estas leyes, que
rrectio vel novellarum nostrarum nos emendamos, é las que fazemos
sanctionum ordinata constructio, si- nuevamientre, é ordenamos, é pone-
cuti in hoc libro et ordinatis titulis mos en este libro cada uno sus títu-
posita et subsequenti est serie adno- los mandamos que sean guardadas
tata, ita ab anno secundo regni nos- de las Kalendas de noviembre deste
tri a duodecimo Kalendis Novem- segund armo que nos regnamos, é
bribus (21 octubre 681) in cunctis que valan por siempre, é que las
personis ac gentibus nostrae ampli- tengan todos los que son de nuestro
tudinis imperio subiugatis innexum regno, así cuerno las oyeron, é las
sibi a nostra gloria valorem obti- otorgaron todos los obispos de
neat, et inconvulso celebritatis ora- Dios, é los sabios de nuestra corte,
culo valitura consistat..." é los mayores.."
(Liber iudiciorum 2, 1, 1, redac- (Fuero Juzgo 2, 1, 1,).
ción de Ervigio y la vulgata, a. 681).
Puede concluirse que las Partidas han pretendido ofrecer al juez una solu-
ción sobre el derecho de acuerdo con el cual debe administrar justicia, cuando
sobre una materia determinada se han producido cambios normativos, sobre la
base de la situación misma en que se encuentre el acto jurídico objeto del pleito,
es decir tomando en consideración el grado de perfección que el acto haya con-
seguido con anterioridad a la entrada en vigor de una ley nueva. Los actos termi-
nados o "fechos", es decir, los consumados y finalizados con anterioridad, con
independencia de que sobre ellos haya una litis pendiente, o en el futuro sean ob-
jeto de litigio, siempre han de sentenciarse conforme al derecho vigente cuando
se comenzaron e hicieron. Para dichos actos las Partidas sancionan la irretroacti-
vidad de las nuevas leyes. ¿Qué ocurre con los que comenzaron a realizarse
conforme a un determinado derecho entonces vigente, y que prosiguen produ-
ciendo efectos al dictarse una nueva ley?
Es esta una interrogante que subyace en la ley, pero que no es resuelta
expresamente. Al no serlo, se abre un posibilitismo diferenciador y casuístico en
cuanto al tratamiento juridico de unos actos no plenamente consumados, que en
el texto de las Partidas no encuentra reflejo, incluso en supuestos que podrían
exigir expreso pronunciamiento, como lo era, a título de ejemplo, el de las legítimas,
ahora rebajadas (Partidas 6, 1, 17; Liber iudiciorum 4, 5, 1; Fuero Real 3, 5, 9), sin
que se plantee su incidencia sobre un testamento anterior.
JOSÉ MARTÍNEZ GIJÓN
"La otra es guando uno orne demanda a otro su hermano en ioyzio, quel
diese a partir buena de su padre, mueble e heredat, e aqueste que demanda era
de baragana e el demandado era de velada; e dijo el de velada que non devia
dalle parte, ca el lo avie todo de heredar porque era de velada, e asi lo manda
el fuero; e dixo el de la baragana, digo vos que nuestro padre me connoció por
fijo en el otro fuero, e heredaré asi como el otro fuero manda, e por esto tengo
que me devedes dar partir buena de mi padre, pues que en el otro fuero fui
heredado de buena de nuestro padre: dijo el de velada, digo vos que nuestro
padre, que murió en este fuero que agora avemos, e tengo que por él vos
heredar, en el otro fuero non debedes heredar, pues que él en este fuero murió,
e yo lo debo heredar porque so de velada, manda el rey, que pues que el
padre non fuer muerto en el otro fuero, que non herede el fijo de barragana,
maguer que fuese nacido e recibido en el otro fuero, ca non ganó el hereda-
miento, pues que el padre en el non fue muerto".
"Qui fiziere fijo con otra mugier. Tod omne de briuega que oviere
mugier velada, et fijo fiziere en otra, aquel fijo non herede, et si non oviere
mugier et fijo fiziere en mugier que no aya marido, et buscare padrinos, o
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Textos castellanos de la Baja Edad Media sobre los efectos temporales de las leyes
El derecho nuevo era el del Fuero Real, que excluía de la sucesión intestada
del padre a los hijos naturales si concurrían con legítimos, pudiéndose, en la
testada, disponer en favor de aquéllos de la cuota del quinto de los bienes, que
era de libre disposición. Este era el alcance de la ley 3,6,1, de dicho Fuero:
"e los fijos de las barraganas o los que fazen fijos en sus moras que
heredan con los fijos de las veladas, esto vos digo que non es derecho e
mando que sea como el derecho manda".
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JOSÉ MARTÍNEZ GIJÓN
"La ley del tiempo en que se abre una sucesión abintestato, esto es,
del tiempo en que muere la persona intestata, es la única que determina
quiénes son los que deben recoger la herencia, y cuál es el derecho de cada
uno de los llamados en los bienes de que se compone. Así, pues, la espe-
ranza que pudieran haber concebido a la herencia otras personas en virtud
de una ley anterior, quedaría desvanecida con la publicación de la nueva
ley: porque tal esperanza no formaba un derecho adquirido, como ya se ha
insinuado más arriba; y por la contraria razón, si después de la muerte de
la persona intestada, sobreviniere otra ley que variase el orden de suceder,
no podría ya privar de los bienes hereditarios a las personas llamadas por
la ley del tiempo de dicha muerte, aunque todavía no los hubiesen acepta-
do; pues que tenían ya adquirido en ellos un derecho que hacía parte de su
patrimonio ...." (S.v. 'Efecto retroactivo', pág. 766)
Otro texto, casi coetáneo del anterior, interesa analizar ahora. Procede de
las Leyes del Estilo, colección privada también, realizada posiblemente en la
época de Sancho IV, y en la que se recogen sentencias o decisiones del tribunal
de la Corte, pronunciándose sobre la aplicación del Fuero Real y de las Partidas.
La ley CC establece lo que sigue:
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Textos castellanos de la Baja Edad Media sobre los efectos temporales de las leyes
se habían inclinado por la solución que igualaba a los hijos en la sucesión (el Fuero
de Soria 303 y 330 admite, contradictoriamente, las dos soluciones), y en contra del
derecho sucesorio de las Partidas (Alfonso Otero, págs. 74 ss.).
El capitulo 230 (10,27) del Fuero de Cuenca sirve de ejemplo del sistema que
consagraba el principio de igualdad de derechos de los hijos al suceder a sus padres:
"Quod parentes nulli heredum pre aliis dare queant.- Propter predictas
raciones mandamus, quod neque pater, neque mater aliquid possint dare
alieni filiorum suorum, neque sani, neque infirmi; set omnes equaliter acci-
piant, tam in mobili quam in radice".
La ley 3,5,10, del Fuero Real reconoce la facultad de mejorar con el tercio
de los bienes, en estos términos:
La ley 200 de las del Estilo se plantea, por vía de hipótesis, la incidencia que
sobre las mejoras otorgadas en testamento habría de tener un retomo legislativo al
viejo sistema de los derechos locales, si se promulgara una nueva ley contraria a la
3, 5, 10, del Fuero Real. El supuesto, que ya demuestra, por su mismo planteamien-
to, cierta inseguridad sobre el futuro arraigo de la institución, que la posterior evolu-
ción del derecho castellano desde luego no confirma, es resuelto en favor de la
validez de las mejoras otorgadas en el testamento, en tanto no fueran revocadas por
quien las ordenó, y aun cuando éste muera estando vigente un derecho que no las
admitiera. Y la solución se fundamenta utilizando el principio de la irretroactividad
de las leyes con respecto a los actos realizados con anterioridad (los pasados, he-
chos, mandados, u otorgados, claro es, porque de un testamento se trataba), principio
que resulta formulado y admitido en toda su radicalidad.
Ahora bien, lo que hay que subrayar es la contradicción, o falta de homoge-
neidad, que se advierte entre el criterio que ahora se acepta y el que se tuvo en
cuenta al resolver el caso que originó la ley XVI de las Leyes Nuevas, porque
si la norma que ha de regir la sucesión es la vigente cuando el decuius fallece,
en el supuesto objeto de Leyes Estilo 200, la mejora otorgada resultará ser nula
si la facultad de mejorar había sido prohibida antes de la muerte de aquél, aun-
que lo hubiera sido con posterioridad al acto de testar. ¿O es que el testamento,
una vez otorgado y no revocado, es un acto perfecto sobre el que no ha de
operar ningún efecto ley nueva alguna, aunque se haya promulgado antes de la
muerte del testador y modifique el derecho de sucesiones?
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JOSÉ MARTÍNEZ GIJÓN
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Textos castellanos de la Baja Edad Media sobre los efectos temporales de las leyes
tanto no muera el testador, el supuesto de Leyes del Estilo, CC, debería haberse
resuelto en contra de la validez de la mejora.
¿Cómo se explica la contradicción señalada entre las Leyes Nuevas, XVI,
y las Leyes del Estilo, CC? En ambas se respeta el principio de la irretroacti-
vidad de las leyes, pero sobre la base de premisas no uniformemente valoradas.
La condición de hijo natural reconocido no origina derechos hereditarios, tan
sólo unas expectativas que pueden no confirmarse por el derecho existente al
morir el padre intestado, que es el aplicable. La mejora otorgada en testamento,
conforme al entonces derecho vigente, es válida porque la nueva ley, que la
prohíbe, no ha de aplicarse a los actos pasados. Se juega, y de modo distinto,
con la perfección o no de unos actos o de unas situaciones, cuando, tanto en uno
como en otro caso, debían haber sido considerados como no consumados o como
pendientes de alcanzarla. Obsérvese -y es lo que se sugiere- que las soluciones
que en ambos casos se adoptan, son coherentes en sus resultados, porque de ellos
se desprende la confirmación de las disposiciones del Fuero Real, sobre los
derechos hereditarios de los hijos naturales en concurrencia con los legítimos y
sobre la facultad de mejorar a los descendientes, en contra de lo que se estable-
cía en los derechos locales castellanos. El principio de la irretroactividad de las
leyes, actuando sobre unos actos jurídicos que discrecionalmente pueden ser
calificados o no como perfectos, resulta ser un comodín manejable según con-
venga a una determinada política legislativa del rey.
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Textos castellanos de la Baja Edad Media sobre los efectos temporales de las leyes
Titulo 21. ley 1. Sobre el adulterio, con un tratamiento penal cuya aplica-
ción se prevé "de aquí adelante", y que difiere del Fuero Real;
Titulo 23, ley 2. 'Que ningunt judío, nin judía, nin moro, nin mora non den
a logro', "de aquí adelante", frente a un derecho "que fasta aqui de luengo
tiempo acá fuese usado, e non es estrannado como devia";
Título 29, ley única, que regula los desafios entre hijosdalgo, los "que de
aquí adelante acaescieren", derogándose el Ordenamiento de Burgos del año
1338 sobre idéntica materia;
Titulo 32, leyes 1 a 58, bajo esta rúbrica 'De las cosas que el rey don Alfonso
en las Cortes de Alcalá tiró e declaró, e mandó guardar del [Pseudo] Ordena-
miento [1] que el emperador don Alfonso VII figo en las Cortes de Nájera
(1138)', debe entenderse irretroactivo sobre la base de la declaración que en el
prólogo de dicho titulo 32 se hace: "las quales (leyes que lo integran) ... man-
damos que se guardasen de aquí adelante", con respecto a las alteraciones y
modificaciones que ahora se establecen frente al anterior y discutido Ordena-
miento najerense. Se trata de un amplio título, regido por su propio prólogo,
en el que se insertan algunas leyes -me refiero a la 50 y a la 51 que prohíben
respectivamente el pecio de los navíos y la prendación de los que transportan
mercancías a estos reinos por deudas de sus dueños-, que por su materia bien
pudieran haber constituido titulo diferenciado de este 32, que fundamentalmen-
te trata de ciertos derechos del rey, de los derechos de los señores, de las paces
y seguridades en los caminos, y de la designación y requisitos que para ella
han de cumplir los jueces y los merinos.
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JOSÉ MARTÍNEZ GIJÓN
aquí adelante, establescemos que toda muerte sea segura, salvo lo que se
probare que fue peleada".
"et las debdas, que son fechas fasta aquí desque son pasados siete
annos o mas, que las puedan demandar fasta tres annos; et si non fueren
pasados siete annos que las demanden del día que se comprió el plago a
que se avía a pagar la debda fasta comprimiento de los dichos dies annos;
et después que non sea oído el demandador".
"et las debdas, e las demandas que ovieren los judíos por ragón de los
contractos, que figieren los christianos, que non puedan ser demandadas, nin
entregadas después de seis amos del plago a que ovieren de ser pagadas".
Otro caso es el de la ley única del titulo 26, que prohíbe la percepción de
portadgos, peajes, rondas y castillerías, cuando se carece de tíitulo para ello,
estableciendo penas concretas para las futuras contravenciones, y retrotrayendo
la posibilidad de penalizar las anteriores a la ley con penas arbitrarias, a discre-
ción del monarca. Puede pensarse que nos encontramos ante una figura de delito
ya existente -"et porque esto es contra derecho, e es danno a los de nuestra
tierra"-, sin previa penalización, aplicándose la solución que ya ha sido apuntada
en el comentario a Fuero Real 4, 5, 1: "ubi enim poena non exprimitur, recurritur
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Textos castellanos de la Baja Edad Media sobre los efectos temporales de las leyes
ad arbitrium iudicis", en este caso al del rey dada la materia que se contempla
y los posibles contraventores, nobles o señores.
En la ley 1, título 23. se ha impuesto otra solución retroactiva, al prohibir
la práctica de la usura por los cristianos, puesto que
"los contractos usurarios que son fechos fasta aquí, que no son pagados, e
que han rescibido los que les dieren mayor contía de la que dieron, e les
finca alguna comía por ragón dellas, que seyendo fallado que han recibido
lo que dieron. e prestaron, que non puedan a yer más",
lo que significa que a unos contratos anteriores a la ley. en cuya virtud una de
las partes habría recibido de la otra un préstamo, obligándose a devolver mayor
cantidad de la recibida, se les aplica una norma posterior, que declara extinguida
la obigación en tanto se haya devuelto lo que se recibió sin intereses, logros o
usuras. Solución bien distinta a la que se establece en la ley siguiente (23,2), que
prohíbe para el futuro que judíos y moros presten a usura o logro (cfr. Bartolomé
Clavero, págs. 40, 42, 46).
Y conviene fijarse en los argumentos que en ambas leyes se barajan para
justificarlas:
"La cobdicia, es raíz de todos los males, en tal manera que ciega los
coragones de los cobdiciosos, que non temiendo a Dios nin aviendo ver-
guenga a los omes desvergongadamente dan a usuras en muy grant peligro
de sus almas e danno de nuestros pueblos; por ende mandamos, que cual-
quier christiano, o christiana de qualquier estado, o condición que sea, que
diere a usura..." (23,1);
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JOSÉ MARTÍNEZ GUÓN
BIBLIOGRAFÍA:
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328 [22]