TEMA 4 - Hidrografia

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TEMA 4.

LAS AGUAS Y LA RED HIDROGRÁFICA

Características de la red hidrográfica española:

1. La disimetría de la red fluvial, es decir, la falta de simetría que presenta con relación al
soporte geográfico. La hay entre la superficie peninsular que vierte sus aguas hacia el Océano y
la que las que vierte hacia el Mediterráneo, que son del 69 y del 31%, respectivamente.

2. Adecuación al relieve. Es por causa de


la gran longitud de sus ríos que discurren
por las llanuras y depresiones, que oscilan
en torno a los 1000 Km, y el corto
recorrido de los ríos de montaña, que no
suelen sobrepasar el centenar. Los ríos de
la Meseta destacan por su escasa
pendiente y lentitud de aguas, mientras
que los que drenan los rebordes
montañosos o los sistemas exteriores
unen a su escasa longitud la altura de
cumbres en su nacimiento, resultando un
desnivel y una pendiente que confieren a sus aguas tanta velocidad como fuerza erosiva.

3. Paralelismo. La red hidrográfica peninsular es reconocible a simple vista por el paralelismo


que, excepción del Ebro, presentan los grandes ríos entre sí, cuyos cauces están relativamente
equidistantes y regularmente distribuidos sobre el espacio.
4. Alternancia entre cursos de agua y sistemas montañosos. Está favorecido por la disposición
paralela del relieve. De hecho, nuestros grandes ríos se sitúan entre dos sistemas montañosos
y el curso fluvial es más o menos paralelo a los ejes de las cordilleras, desde los cuales
descienden los afluentes transversalmente hacia el cauce principal. Así se explica que los ríos
que discurren por zonas de pocas precipitaciones puedan tener un caudal considerable gracias
al agua procedente de las montañas.

5. Intensa relación con la ocupación del territorio. Ocurre con el emplazamiento de las
ciudades antiguas junto a importantes cursos de agua (Córdoba, Mérida, Zaragoza, Toledo…) o
la utilización de los valles fluviales para el establecimiento de vías de comunicación, sin olvidar,
incluso, la relación que pueda existir entre los ríos peninsulares y la Reconquista, cuyos
grandes avances consistieron en la incorporación sucesiva de las cuencas hidrográficas a los
reinos cristianos.

Los factores condicionantes del régimen fluvial

El régimen de los ríos depende de un conjunto de factores geográficos que son externos al
propio río. Unos son de índole física y otros derivados de la acción humana.

A. Factores de índole física:

1. El clima es, probablemente, el factor más influyente en el régimen fluvial. Las aguas que
transportan los ríos proceden de la escorrentía, por ello existe una relación directa entre el
total de precipitaciones que registra un clima y el caudal de sus ríos. La secuencia estacional de
las precipitaciones, igualmente, influye en el régimen fluvial, cuyas crecidas y estiajes coinciden
con las estaciones húmedas y secas.
2. El relieve, además de condicionar el trazado de los cursos de agua, afecta al régimen fluvial
de forma diversa. La topografía es responsable de la pendiente de un río y de la velocidad de
sus aguas y, consecuentemente, de su fuerza erosiva y de su potencialidad para la producción
de energía hidroeléctrica. El relieve también influye en el clima a través de la altura, e incluso
puede propiciar la aparición de regímenes fluviales de alimentación nival.

3. El suelo o sustrato, por su parte, afecta al régimen hidrográfico en virtud de su grado de


permeabilidad. Un sustrato impermeable apenas interfiere en el discurrir de las aguas,
mientras en un sustrato permeable, como el calizo, absorbe y retiene una cantidad importante
de agua, lo que repercute, tanto en el desfase temporal entre el momento de la lluvia y el
crecimiento del caudal como en los efectos beneficiosos que produce el aprovechamiento de
estos manantiales en los meses de sequía.

4. La existencia de vegetación evita el desplazamiento rápido de las aguas por las laderas y
ralentiza el proceso de incorporación del agua de lluvia a los cauces, y es un excelente
atenuador de las crecidas violentas, tan frecuentes en los regímenes mediterráneos. De ahí
que la reforestación de las cuencas altas fuese un anhelo de los naturalistas, tanto para la
protección medioambiental como para la regulación de caudales.

B. Factores derivados de la acción humana:

En lo que se refiere a los factores humanos, ha de entenderse que su interferencia en los


regímenes fluviales deriva de una doble necesidad: la de regular las cuencas hidrográficas para
disminuir los riesgos de inundaciones y los efectos de las crecidas, y la de almacenar agua para
consumo humano y usos agrícolas o industriales. Ello requiere la construcción de embalses y
presas de contención.

Con independencia de la merma de caudal que suponen los antedichos usos del agua, su
retención en pantanos altera el régimen del río, cuyas aguas dejan de fluir conforme a las
secuencias marcadas por la naturaleza para hacerlo conforme a la voluntad humana, que ha
logrado domesticar a los ríos

El caudal de los ríos peninsulares.

Un dato elemental para apreciar la importancia de un río es su caudal, entendido éste como la
cantidad de agua que transporta, expresada en metros cúbicos por segundo.
Se mide en las estaciones de aforo que hay distribuidas por la geografía española y los datos
recogidos se presentan en sus doce valores mensuales, o reducidos a la cifra media anual. Son
cifras que expresan el caudal absoluto. El río más caudaloso es el Duero (660m ³), seguido del
Ebro (614m ³).

El caudal guarda relación con el tamaño de los ríos y que, en general, los más largos son los
más caudalosos. Los caudales descienden de norte a sur. Así, los ríos de mayor caudal (Duero,
Ebro) pertenecen al tercio septentrional de la Península; el Tajo se sitúa en un nivel
intermedio; y el Guadiana y el Guadalquivir que son los menos caudalosos, ocupan la parte
meridional.

Aunque los datos de caudal absoluto de los ríos son muy expresivos de su magnitud, no
informan acerca de si la cantidad de agua que transporta un río es consecuencia de la
abundancia de precipitaciones o de que drena una superficie muy grande. Por ello, la noción
de caudal absoluto ha de complementarse con la de caudal relativo, que es la noción que
realmente nos permite hablar de la caudalosidad de los cursos de agua. El caudal relativo se
expresa en l/seg/km2. Por tanto, para calcular el caudal relativo de un río hay que pasar los
m3/seg a l/seg, multiplicándolos por mil, y dividendo esta cifra por los km 2 de la cuenca.

Ej. Calcular el caudal relativo de los ríos Segre (caudal medio anual de 12,23 m3/s y 1.114 km 2 de
cuenca) y el Pisuerga (caudal medio anual 10,10 m3/s y 1.143 km de cuenca)

Atendiendo a los datos de caudal relativo de los grandes ríos, podemos establecer una
jerarquización de los mismos de acuerdo con su importancia hidrológica y ponerla en relación
con los elementos del clima. Así quedan de manifiesto las diferencias entre ríos muy
caudalosos, como el Miño o el Nalón, que drenan cuencas reducidas de clima atlántico, y ríos
de escaso caudal, como el Guadiana y el Júcar, que avenan cuencas mayores pero de clima
mediterráneo.

En cuanto al caudal se refiere, también es obligado mencionar las extraordinarias variaciones


de nivel que acusan nuestros ríos. Éstas variaciones de nivel van asociadas a la persistencia de
precipitaciones, a precipitaciones de alta intensidad horaria, a la fusión brusca de nieves, etc.

El régimen de los ríos peninsulares

Por régimen fluvial entendemos el comportamiento del caudal medio de un río a lo largo del
año, es decir, el modo habitual de fluencia de sus aguas. Se estudia a partir de los datos de
caudal, pero el manejo directo de estas cifras tiene ciertos inconvenientes, como el de hacer
muy difíciles las comparaciones.

Resulta por eso más conveniente sustituir la noción de caudal por la de coeficiente, que
consiste en relacionar el caudal medio anual (módulo) con los caudales medios mensuales.
Así, el coeficiente 1 equivale al valor del caudal medio.

Los coeficientes mensuales se pueden representar gráficamente con el fin de obtener una
imagen del régimen fluvial.

Los regímenes fluviales se clasifican, básicamente atendiendo a la procedencia de sus aguas.


Distinguimos un régimen pluvial, en el que el agua que llevan los ríos procede directamente de
la lluvia, y un régimen nival, en el cual las aguas fluviales procederían de la fusión de las nieves
En el primer caso, el tiempo que media entre la caída del agua y su evacuación por los ríos es
muy escaso, siempre y cuando los suelos se hallen saturados. En el segundo caso pueden
transcurrir varios meses, pues depende de la persistencia de las bajas temperaturas y del
momento en que se alcance la fusión de las nieves. Entre unos y otros regímenes existen
situaciones intermedias según predomine en el mismo la nieve o el agua.
La mayoría de los ríos españoles son de alimentación pluvial, por lo que se observan regímenes
diferentes de acuerdo con la variedad climática de la Península.

1. Régimen pluvial oceánico. Se caracterizan por la abundancia de aguas durante todo el año y
por no tener grandes crecidas ni estiajes, como corresponde a la secuencia anual de las
precipitaciones del clima atlántico. A este tipo pertenecen los ríos cántabros y gallegos, cuya
principal ventaja a efectos de aprovechamiento hidrológico es la regularidad y constancia de
sus caudales.

2. Régimen pluvial subtropical o mediterráneo continental. Es propio de las tierras del


interior, de la España seca, en las que la precipitación anual es reducida, está mal distribuida
en el tiempo y presenta una sequía estival muy pronunciada, que se acrecienta por las
elevadas temperaturas. Las diferencias de caudal son notables entre períodos de máxima y
mínima, apareciendo unos coeficientes mensuales tan contrastados como para advertir la
existencia de dos estaciones contrapuestas. La de abundancia de aguas y la de estiaje.

3. Régimen pluvial mediterráneo. Se caracteriza por las inflexiones que muestra su gráfica.
Registra un máximo principal en otoño y otro secundario a finales de invierno-primavera,
destacando un mínimo estival menos acusado en duración e intensidad que en el régimen
mediterráneo continental.

4. Régimen nival. Se limita a las cumbres centrales pirenaicas. Su característica principal es la


de ofrecer un régimen muy simple, con una estación de aguas muy altas y elevado coeficiente
a finales de primavera y verano, y un prolongado estiaje, de mínimo coeficiente, durante los
meses en los que las temperaturas son lo suficientemente bajas como para impedir la fusión
de las nieves. En las zonas adyacentes a las grandes cimas aparece el denominado nival de
transición, que en realidad es el régimen nival algo degradado

En las restantes cumbres montañosas, que tienen la altura suficiente como para recibir
precipitación en forma de nieve y retenerla durante varios meses (Sistema Central, cordillera
Ibérica, Sierra Nevada), surgen los regímenes nivo-pluvial y pluvial-nival, cuyos caracteres son
muy parecidos a los del régimen nival, sólo que atenuados en intensidad y con crecidas
levemente anticipadas en el tiempo.

Los regímenes fluviales comentados se presentan en toda su pureza en ríos cortos, pero no así
en los largos.

Las vertientes hidrográficas españolas.

Los ríos peninsulares vierten sus aguas al mar Cantábrico, al océano Atlántico y al mar
Mediterráneo. Cada una de estas vertientes recibe unos ríos que se diferencian por sus
características físicas y por su régimen fluvial.

Los ríos de la vertiente cantábrica son cortos y caudalosos. Cortos por la proximidad de la
cordillera Cantábrica al mar y por tener su nacimiento a considerable altura y a escasa
distancia de su desembocadura, en su recorrido han de salvar un gran desnivel; son
caudalosos por la abundancia de precipitaciones y carecen de estiajes acusados por la
regularidad de las precipitaciones que los alimentan.

En la vertiente atlántica desembocan los grandes ríos de la Meseta, así como el Miño,
atlántico por su lugar de desembocadura, pero que no comparte rasgos con los restantes ríos
de su vertiente, pues a todos los efectos es un río de la España húmeda Adaptados a las
condiciones del relieve y a la inclinación de la Meseta, los ríos atlánticos son largos y de
pendiente muy suave. Conforme a la distribución espacial de las precipitaciones, disminuyen
de caudal a medida que se sitúan más al sur, siendo la cantidad de agua que trasportan un
reflejo de las condiciones climáticas de la España seca y de la irregularidad del clima
mediterráneo. Su régimen se ve enriquecido por los grandes afluentes, en particular los que
tienen su nacimiento en las montañas, cuyas aguas vienen a atenuar los contrastes
estacionales de caudal.

En la vertiente mediterránea desaguan ríos desiguales. El Ebro es el de mayor longitud, caudal


y regularidad, pues recibe aportes hídricos de sus afluentes pirenaicos e ibéricos. En los
restantes ríos está patente la influencia de los relieves adyacentes al mar, que limitan la
longitud de las corrientes. Se trata, en general, de ríos muy poco caudalosos, con grandes
crecidas estacionales y fortísimos estiajes. Asimismo, en esta vertiente están presentes cursos
que llevan agua sólo en ocasiones, permaneciendo secos la mayor parte del año: son las
denominadas ramblas, que tanto significado tienen en las regiones mediterráneas.

En Baleares y Canarias no hay ríos propiamente dichos. Tienen arroyos o correintes de agua
de escaso caudal, alimentados por manantiales. Los torrentes son frecuentes en ambos
archipiélagos.

Las cuencas hidrográficas de España.

 Miño. Es el río gallego


por excelencia. Nace en
las montañas
septentrionales de Galicia,
en la provincia de Lugo.
Tiene un recorrido de
norte a sur hasta unirse
con su principal afluente,
el Sil. Desemboca en Tuy,
tras servir en último
trecho de frontera entre
España y Portugal. Tiene
una longitud de 343 Km y
es uno de los ríos más
caudalosos de España, pese a disponer de una superficie de cuenca muy reducida.
 Duero. Es el río de la submeseta septentrional. Su cuenca hidrográfica es la mayor de España,
aproximadamente unos 100000 Km². Nace en los Picos de Urbión, en el Sistema Ibérico, y
desemboca en Oporto, tras un recorrido de 913 Km. Su caudal es de 660 m³/s. Pasa por Soria,
Aranda del Duero, Toro y Zamora. Tiene una tupida red de afluentes que recoge aguas de la
cordillera Cantábrica, el Sistema Ibérico y el Sistema Central, y es responsable de su elevado
caudal. Los más importantes son el Pisuerga y el Esla, por el norte, y el Adaja y el Tormes, por
el sur. Su curso sirve de frontera con Portugal y en este tramo se encaja profundamente en la
zona conocida como los Arribes del Duero, donde se construyó uno de los mayores complejos
hidroeléctricos peninsulares.

 Tajo. Es el río más largo de la península Ibérica (1202 Km). Nace en la sierra de Albarracín
(Teruel), y discurre entre el Sistema Central y los Montes de Toledo, pasando por Aranjuez,
Toledo, Talavera de la Reina y Alcántara. Desemboca cerca de Lisboa, en el mar de la Paja,
formando el estuario del mismo nombre. Sus principales afluentes son el Jarama, el
Guadarrama, el Alberche, EL Tiétar y el Alagón.

 Guadiana. Tradicionalmente se señalaban las lagunas de Ruidera como su lugar de


nacimiento. Hoy, éste se sitúa aguas abajo. Con una longitud de 840 Km, es el menos
caudaloso de los grandes ríos peninsulares, pues sólo desagua 79 m³/s. Pasa por Mérida y
Badajoz, y desemboca en Ayamonte, tras formar frontera entre España y Portugal. Sus
principales afluentes por la derecha son el Záncara y el cigüela y, por la izquierda, el Jabalón y
el Zújar. En su cuenca se han construido grandes embalses para la irrigación agrícola, entre los
que destaca el de La Serena, el mayor de España y uno de los de mayor capacidad de la Europa
occidental.

 Guadalquivir. Nace en la sierra de Cazorla, provincia de Jaén, y desemboca en Sanlúcar de


Barrameda tras un recorrido de 560 Km por las fértiles tierras de la depresión bética. Pasa por
Andujar, Córdoba y Sevilla. Recoge aguas de Sierra Morena a través de los afluentes de su
margen derecha, que son cortos y objeto de intensa regulación y aprovechamiento. Los más
importantes son el Guadalimar, Jándula, Guadalmellato, Bembézar y Viar. Por la margen
izquierda recibe al Guadiana Menor y al Genil, que nace en Sierra Nevada y riega la fértil vega
de Granada.

 Ebro. Es el más importante de los ríos exteriores a la Meseta. Su cuenca hidrográfica supera
los 95000 Km² y su caudal es elevado. Nace en las cercanías de Reinosa (Cantabria), pasa por
Haro, Logroño y Zaragoza, y desemboca en Tortosa, formando el delta que lleva su nombre.
Tiene una longitud superior a los 900 Km y representa la paradoja de ser una vía muy
caudalosa sobre una zona muy seca, lo que es posible gracias a los afluentes de los Pirineos y
del Sistema Ibérico. Tiene un régimen complejo, resultante de la alineación pluvial de su
cabecera y nivo-pluvial y pluvio-nival de los afluentes montañosos. Desde el Pirineo
descienden el Aragón, el Gállego y el Segre, y desde el Sistema Ibérico, el Jalón, con su
afluente, el Jiloca.

 Segura, Júcar y Turia. Son excelentes ejemplos de ríos mediterráneos, tanto por su
moderada longitud como por su caudal reducido. Su régimen es pluvial y está determinado por
el roquedo calizo de sus lugares de nacimiento. Tienen gran importancia a efectos agrícolas,
pues el primero riega las huertas murcianoalicantinas y los otros dos, la huerta valenciana.

Los lagos y humedales españoles.

En España existen cerca de 2500 lagos y lagunas, la mayor parte de ellos de pequeño tamaño y
estacionales.

Podemos clasificarlos en tres tipos distintos atendiendo a su origen:

- Endógenos u originados por los movimientos internos de la Tierra, en cuyo caso pueden ser,
a su vez, tectónicos o formados sobre el área hundida de una falla (Carucedo, León), o
volcánicos, si han surgido sobre antiguos cráteres (Funtilleja, Ciudad Real).

- Exógenos, si aparecen a partir de la acción de fuerzas erosivas externas, como el hielo, que
forma lagos glaciares (Sanabria, Zamora); disolución de las calizas, que genera cubetas en las
que se instalan lagos cársticos (Ruidera, Ciudad Real); hundimiento de las tierras llanas o
áridas en el interior peninsular (arreicos, como las Tablas de Daimiel, Ciudad Real); por
erosión del viento sobre materiales blandos (eólicos, como las closes del Ampurdán, Girona);
o por acción marina (litorales, Mar Menor, Murcia; Albufera de Valencia; Delta del Ebro).

Los humedales son áreas encharcadas cubiertas por aguas de escasa profundidad. Las
marismas, las turberas y algunos deltas y albuferas son ejemplo de ello. En España destacan las
marismas del Guadalquivir.

Los acuíferos.

Las aguas subterráneas son parte esencial del ciclo hidrológico. El agua se almacena en las
formaciones geológicas porosas denominadas “acuíferos”, dentro de los cuales se mueve y
presenta interrelaciones con las aguas superficiales, lo que se manifiesta de forma notoria en
la aparición de fuentes naturales y zonas húmedas.

Estas aguas presentan algunas ventajas respecto de las superficiales, como su pareza, ya que al
carecer de organismos nocivos no es necesario su tratamiento. En la península existen hoy
más de 400 acuíferos

Los principales problemas que afectan a las aguas subterráneas en este momento están
relacionados con la sobreexplotación, con las consiguientes repercusiones negativas que de
ello se derivan tanto para la salud humana como para los ecosistemas acuáticos y los ríos.

Usos y aprovechamientos del agua

El aprovechamiento de los recursos hídricos tiene larga tradición en España. Desde las
construcciones romanas (acueductos, implantación de regadíos,..) a los árabes que implantan
una cultura del agua al servicio de la agricultura.

El agua es referente de los ilustrados y regeneracionistas, símbolo de progreso social y


agrícola. Esta línea de pensamiento termina con el Plan Nacional de Obras Públicas de 1933,
que contemplaba la construcción de presas, embalses, trasvases,…muchos realizados a partir
de 1960.

El consumo de agua en España se ha incrementado considerablemente en los últimos


cuarenta años debido al aumento del nivel de vida, desarrollo industrial y urbano, incremento
del número de hectáreas dedicadas a cultivos regados, al desarrollo de áreas turísticas,
expansión de segundas residencias, consumo de agua para parques y jardines, incremento del
uso doméstico, etc. Hasta ahora el agua había sido considerada como un bien abundante, y no
escaso, como sucede actualmente.

En la actualidad, se han añadido otros usos como acuicultura, refrigeración de instalaciones


energéticas,… en algunos casos se toma el agua en unos lugares del medio natural y se
consume en otros sitios, caso de usos urbanos, riegos agrarios, etc. En otros casos se utiliza en
su mismo medio natural, como la producción de energía eléctrica, utilización recreativo-
paisajística.

La demanda de agua en España supera los 30 000hm3, distribuidos en estos usos:

 Abastecimientos urbanos e industriales. En países como el nuestro se consume por encima


de 300litros/habitante/día,(según la OMC, la cantidad de agua potable necesaria para uso
doméstico es de 50 litros diarios por persona) lo que supone un 14% del total.

Casi toda el agua llega de los embalses a las casas, por diferencia de nivel pero en algunas
ocasiones se necesitan hacer estaciones de elevación. Ha sido necesario ampliar las
infraestructuras para abastecer a poblaciones como en zonas costeras mediterráneas
(provincias de Murcia, Alicante,….)o el caso de Madrid que ha visto surgir nuevas necesidades
vinculadas a la aparición de corredores industriales, urbanizaciones en la Sierra de
Guadarrama, núcleos dormitorios, etc.

La industria consume gran cantidad de agua, en torno al 7.5% del consumo total.

 Usos agrarios. Gran parte de las obras hidráulicas realizadas en España han sido para
aumentar las hectáreas de regadío. El mayor usuario del agua, en nuestro país, es el sector
agrario. La desigual distribución de precipitaciones hace necesario el regadío en muchos
cultivos. El agua que se usa para riegos procede en parte de cursos de agua que transporta
aguas residuales, usadas en núcleos urbanos e industria y devuelta a los ríos. Este proceso se
realiza después de ser tratada adecuadamente para que no contamine. Para el uso agrario, se
hace necesario, por tanto, obras de desvíos y canalizaciones, así como construcción de canales
y acequias. No puede ocultarse el uso poco racional del agua en el agro español por el empleo
de técnicas y métodos que suponen un auténtico dispendio de agua.

 También se le da al agua un uso energético, para centrales hidroeléctricas, térmicas y


nucleares. En los últimos años del siglo XIX la demanda urbana e industrial de electricidad da
lugar a la construcción de las primeras centrales hidroeléctricas.

Además, el agua se emplea también en el proceso de producción de energía eléctrica como


refrigerante en centrales térmicas convencionales y nucleares.

 Uso ambiental y recreativo. Este uso es importante y ríos, embalses y lagunas ofrecen
posibilidades variadas, aunque si se abusa puede provocar consecuencias nefastas para el
resto de las utilidades del agua. Hay actividades incompatibles, no se puede realizar
actividades deportivas en embalses cuya agua se usa para beber.

Actualmente, España almacena unos 55 Km3 de agua, se ha invertido en satisfacer la demanda


de agua creciente, excesiva y necesitada de racionalización. Se han construido embalses en el
curso de los afluentes por donde desaguan las montañas pues esta ubicación permite:
 Aprovechar las condiciones que ofrecen los valles estrechos del curso alto de los ríos para la
construcción del embalse
 Amortiguar las crecidas al regular los afluentes de cabecera.
 construir a la mayor cota para aumentar la altura de los saltos de producción de energía
eléctrica.
 Asegurar unas pendientes que permitan deslizar el agua en los canales de riego o
abastecimiento urbano.

En cuanto a las presas diremos que en el norte son más pequeñas, pues el clima oceánico
permite disponer de agua todo el año. Las cuencas del Duero, Tajo y Ebro proporcionan
recursos abundantes que sobrepasan las demandas. En cambio en la España mediterránea
serán necesarias presas grandes por las irregularidades del clima.

Estas presas se llenan de tarde en tarde y retienen agua en años lluviosos que está disponible
para los años siguientes. El déficit de agua se encuentran en las cuencas del Guadalquivir, Sur,
Segura y Baleares, donde se producen restricciones de agua en los años secos.

En las confederaciones del Guadiana, Júcar y Pirineo Oriental los recursos están casi
equilibrados con las demandas. Canarias mantiene un equilibrio muy precario. Una solución
para estos problemas es la creación de infraestructuras y equipamientos:

1. Obras Públicas. Presas y trasvases


España tiene gran cantidad de embalses construidos, pero también somos de los países que
más agua consume. Los embalses públicos forman la base de la política hidráulica española, los
privados se orientan a la producción de hidroelectricidad.

La irregular distribución del agua hace necesario la construcción de trasvases. La mayoría están
hechos para generar energía hidroeléctrica, cubrir abastecimiento urbano y pocos se han
realizado para riegos.

En España funcionan: trasvase Tajo-Segura, Turia-Júcar, Ebro-Tarragona y el trasvase de


Zadorra.

2. Infraestructuras para mejorar la calidad del agua: depuradoras y potabilizadoras.


Las depuradoras tratan las aguas residuales para que no contaminen. Pueden ser urbanas, que
tratan las aguas provenientes de uso doméstico; o industriales para las aguas provenientes de
industrias.

Las potabilizadoras son plantas para tratar el agua que se va a beber, se localizan al pie de una
sierra y cerca de los ríos. Se eliminan los residuos sólidos, se descontamina al aportarle
oxígeno y se le da una tercera fase de afino. La UE obliga a que todas las localidades tengan
estas plantas potabilizadoras.

Entre los principales problemas del agua en España destacan el consumo excesivo, la
creciente demanda, su mal uso, la contaminación,…ponen de manifiesto la fragilidad del
modelo tradicional del uso y gestión del agua en España, provocando tensiones sociales,
territoriales y políticas.

El excesivo consumo se debe al uso de técnicas tradicionales de riego, a las pérdidas de las
conducciones, canales, acequias y redes de abastecimiento. Se hace necesario racionalizar el
uso del agua, utilizando técnicas de menor gasto y sembrando cultivos que necesiten menos
cantidad de agua. El consumo humano está estimado en unos 200 litros / persona y día.
Supone una cantidad excesiva, pero este cómputo viene realzado por una creciente demanda
estival en las zonas turísticas.

La pérdida de calidad del agua se debe a la sobreexplotación de acuíferos, vertidos urbanos e


industriales, abonado de campos,…que han provocado la contaminación o salinización de las
aguas subterráneas que pueden llega a ser irreversible.

Guía para el comentario de un hidrograma o gráfico de caudal

1. Identificación (lo que es).


Tipo de mapa o gráfico y definición del fenómeno geográfico representado:

○ Un hidrograma nos permite analizar el régimen fluvial (variaciones mensuales del


caudal de un río)
○ Módulo o caudal absoluto medio anual (M o C): cantidad de agua que pasa por un
punto de un río por segundo como media de varios años se mide en metros cúbicos
por segundo (m3/s).
○ Coeficiente de caudal mensual (K): resultado de dividir el caudal medio de cada mes
entre el caudal anual, 1 significa sin variación de caudal, más de 1 aumenta el caudal,
menos decrece.
○ Caudal relativo (Mr o R): relación entre el caudal absoluto y la extensión de la
cuenca en Km2 (l/seg/km2)
○ Coeficiente de irregularidad (CI): dividiendo el caudal medio del año más caudaloso
por el año con menos caudal a lo largo.

2. Análisis: descripción (lo que vemos) e interpretación (lo que inferimos a partir de lo que
vemos)

2.A.- Irregularidades a lo largo del año: El caudal de los ríos presenta variaciones
estacionales ya que puede disminuir por la carencia de precipitaciones en verano o
aumentar como consecuencia del deshielo. Los ríos más irregulares de España son el
Júcar y el Guadiana y los más regulares son los ríos gallegos y los cantábricos.
a. Crecida: Aumento anormal en el caudal de un río, las más espectaculares y
fuertes crecidas se producen en los ríos levantinos como el Turia, el Júcar y el
Segura.
b. Estiaje: Disminución anormal en el caudal de un río que suele coincidir con
los meses secos de verano, uno de los ríos con un estiaje más fuerte es el
Guadalquivir.

2.B.- En función de lo anterior identificar el tipo de régimen fluvial:

a. Regímenes nivales y mixto: los puntos donde se sitúan las mediciones están en
posiciones elevadas cerca de los nacimientos de los ríos (por eso tienen poco caudal).
Tienen en común que a finales de primavera y en verano, tienen más caudal por el
deshielo.

· Régimen nival: (puntos a más de 2500m): más caudal en verano (+ de 3 k:


coeficiente de caudal) con deshielo.
· Régimen nivo-pluvial: (puntos situados entre 2000 y 2500m) más caudal en
mayo (+ de 2k), pero estiaje en verano (1k)
· Régimen pluvio-nival: (puntos situados entre 1600 y 1800m) pico en abril
marzo. Estiaje en verano hasta otoño.

b. Regímenes pluviales: caudal en función de las lluvias que acompañan a cada clima.
Hay que recordar que el dato de módulo absoluto decrece si se mide en un punto
cercano al nacimiento del río (datos de módulo aproximados en puntos del curso
bajo):

· Pluvial-oceánico: alto módulo absoluto (+200 m3/s) más caudal en invierno.


Suave estiaje. Bajo coeficiente de irregularidad (3)
· Pluvial mediterráneo continental: bajo caudal absoluto (entre 20 y 200
m3/s) más caudal en primavera y otoño. Importante estiaje. Alto coeficiente
de irregularidad (+7).
· Pluvial mediterráneo litoral del levante: bajo caudal (entre 10 y 20 m3/s)
menos el Ebro. Irregular, picos en octubre, febrero y mayo (al tener tres picos
se distingue del continental). Suave estiaje. Alto coeficiente de irregularidad
(+7).
· Pluvial mediterráneo litoral del sur subtropical. Escasísimo caudal absoluto
(10 m3/s) largo estiaje (de marzo a noviembre), se distingue de los nivales en
que tiene el pico este régimen tiene el pico en invierno

3. Ampliación del comentario (todo lo que sabemos). Desarrollo de otros aspectos teóricos
relacionados: factores que determinan e influyen en el régimen fluvial de un río, características
específicas del rio y su vertiente, gestión (confederaciones hidrográficas) y aprovechamiento
(infraestructuras hidráulicas) de los recursos hídricos.

Ejemplos:

Río n.° 1. Mijares en Villarreal (pluvial mediterráneo)

 El régimen del río está determinado


exclusivamente por los aportes hídricos
procedentes de las precipitaciones.

Presenta un caudal irregular con tres picos


de máximos: dos coincidiendo con las
precipitaciones de primavera (febrero y
junio) y otro con las de otoño (octubre) y
tres picos de mínimos: el principal en el
verano y dos secundarios en enero y abril.

Esta distribución es característica del


régimen pluvial mediterráneo, propio de los ríos de la vertiente mediterránea.
La escasez e irregularidad del caudal hace necesaria la construcción de obras de regularización
que permitan su aprovechamiento máximo como recurso hídrico y prevenir las inundaciones.

Río n.° 2 . Miño en Puente Mayor (pluvial oceánico)

El caudal del río está determinado


exclusivamente por los aportes
hídricos procedentes de las
precipitaciones.

Presenta un caudal con aguas altas


en invierno y notorio estiaje en
verano (siete meses por debajo de
la unidad, desde mayo a
noviembre), aunque hay que tener
en cuenta que los valores son
relativos al propio río y se refieren
a un módulo o caudal medio anual
elevado, por lo que no implican
escasez de caudal, como en el caso
de los ríos mediterráneos.

Esta distribución es característica


del régimen pluvial oceánico,
propio de los ríos de la vertiente
cantábrica peninsular. La abundancia y regularidad del caudal, unida a la topografía abrupta
característica de esta zona geográfica, permite usarlo para la producción de energía
hidroeléctrica.

Río n.° 3. Segre en la Seu d'Urgelle (nivo-pluvial)

Como es habitual en los


ríos de montaña, el Segre
presenta un máximo muy
marcado al final de la
primavera relacionado con
la fusión de la nieve y otro
secundario otoñal debido
a la lluvia.

Los valores mínimos se


producen durante el
invierno, época durante la
cual la mayor parte de las
precipitaciones de las
zonas altas se producen
en forma de nieve
mientras que el mínimo
estival se explica por la
coincidencia de un
aumento de las
temperaturas, y por tanto de la evaporación, y de una disminución relativa de las
precipitaciones.

Río n.° 4. Hidrograma del Ebro en Zaragoza (pluvial mediterráneo continentalizado)

En los ríos pluviales mediterráneos


aparece siempre un mínimo muy
marcado en verano, debido a la
práctica desaparición de las lluvias
en esta época. En el Ebro, que drena
una cuenca muy amplia con ríos muy
diversos, este mínimo se suaviza
gracias a los aportes de los afluentes
procedentes de la montaña.

Río n.° 5. Guadalhorce en El Chorro


(pluvial subtropical)
El régimen del río está determinado exclusivamente por los aportes hídricos procedentes de
las precipitaciones. Presenta un caudal muy irregular, con acusado mínimo en verano (siete
meses por debajo de la unidad, desde mayo a noviembre); aguas altas asociadas a las
precipitaciones invernales (febrero, marzo, con disminución relativa en enero por influencia
del anticiclón peninsular. Sus características hacen necesario construir obras regularizadoras
para asegurar el abastecimiento de agua y regularizar el caudal.

Río n.° 6. N. de Tor en Caldas de Bohí (nival)


El régimen del río está determinado exclusivamente por los aportes hídricos procedentes de la
fusión de la nieve. El caudal presenta un máximo acusado en primavera, al producirse el
deshielo, y un mínimo en invierno, por la retención del agua en forma de nieve o hielo. El
máximo tardío, en el mes de junio, permite precisar que se trata de un río con régimen nival
puro, situado en la alta montaña, en cotas cercanas a los 2 500 metros de altitud. El caudal
puede aprovecharse para la construcción de presas y la producción de hidroelectricidad.

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