Arpas de Mexico
Arpas de Mexico
Arpas de Mexico
787.972
C65a
ISBN 978-607-718-069-2
ISBN 978-607-718-069-2
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los derechos de autor y de intérprete de las piezas musicales y textos que aparecen en esta obra.
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se necesita cumplir con ciertas restricciones,
como ayunar y no “tocar a la mujer”. En caso de
que no se efectúen, uno corre el riesgo de perderse,
enfermar, morir o que la petición no se cumpla.
Yo tengo el don, no sé pero nací así y tengo tocando el arpa desde hace
12 años, pero desde los cinco años ya le rascaba; mi tío se enojaba, yo
tocaba y me iba corriendo. Tal vez sea un don que Dios me ha dado
porque yo tuve un sueño y le comenté a mi familia: “Tal vez no voy
a poder tocar el arpa, tengo ese gusto pero quién sabe”. Porque yo
donde vi ese sueño que tuve, pero yo vi sentado donde había un altar,
así, bastantes veladoras, y en medio, así, tocando sus cuerdas el arpa,
pero bastantes de veladoras, es lo que vi yo. Yo estaba en medio de las
veladoras y hacía así con mis manos, como si fuera nadando, porque
yo estaba sobre agua (Jurado y Camacho, trabajo de campo, 2005).
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envenenados. La competencia entre los arpistas y su papel sobresaliente
en los rituales y fiestas los ponen en peligro. Cabe señalar que en
la región del noroeste un buen arpista o violinista puede ser acusado
de haber hecho pacto con el diablo; aason conocidos como diableros.
Estos músicos, además de ser muy buenos con su instrumento, tienen
la capacidad de romper las cuerdas del músico contrario, hacer que se le
olvide la música o que enferme.
Existe una relación muy estrecha entre los músicos, los capitanes de
danza y los curanderos, adivinos o chamanes, no solo por confluir en los
mismos espacios rituales, sino que en muchos casos el curandero, adivino
o chamán es músico o capitán de danza. Saber tocar la música ritual, el
orden de los sones, sus usos, los espacios y tiempos adecuados para su
ejecución, es un conocimiento fundamental para el buen desarrollo de los
rituales, tanto familiares como comunales. En otras palabras, los músicos
y capitanes de danza, como los curanderos, adivinos o chamanes, son los
elegidos para obtener este conocimiento, son los especialistas rituales.
Su función es ser los intermediarios entre los hombres y las deidades.
Esta posición y conocimiento los distinguen del resto de la gente, por
lo cual son reconocidos y consultados cuando hay algún problema en
la familia o en la comunidad, generalmente relacionados con el ciclo
agrícola y el ciclo de vida.
El venado es otro personaje que se hace presente en el pensamiento mítico de varios pueblos indígenas
de México. En el caso de los pueblos del noroeste, es un animal deificado.
Dependiendo el pueblo indígena, el Niño Maíz recibe diferentes nombres. Los nahuas lo llaman
Chicomexóchitl (“siete flor”); los tének, Dhipaak, y los totonacos, Kitsisluwa (“cinco serpiente”).
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La relación que existe entre la música y el agua es muy estrecha, no
solo entre los pueblos indígenas de la Huasteca, sino también entre los
nahuas de Zongolica y Pajapan, Veracruz, y de la región de los Altos de
Chiapas. Personajes como Montezon, la Sirena, Santa Cecilia y San Juan
están asociados a la música, su morada se ubica en el mar y, en general,
en todos los lugares donde hay agua.
Entre tsotsiles y tseltales, San Juan es uno de los santos más venerados,
su morada esta en las cuevas, los cerros, los ojos de agua. A él se le
dedica la música de arpa. Por su parte, los tének asocian a San Juan
con Mam-Laab, dueño de la lluvia y del trueno; lo mismo sucede con
los totonacos, quienes lo asocian a Aktsini, dios del trueno que trae
el agua, también conocido como “el Sireno”. En la Huasteca, la Virgen
Sirena es considerada como la esposa de San Juan, tanto para nahuas y
tének como para los totonacos. Es ella quien les enseña la música a los
hombres, y en ocasiones se le asimila a Santa Cecilia. Por esto mismo,
todos los lugares donde hay agua se consideran sagrados. En cuevas,
ríos, ojos de agua, cerros y pozos se encuentra la música; ahí van los
músicos, pues son lugares privilegiados para la inspiración musical.
Un poco de historia
Los modelos
Las cuerdas para las arpas indígenas son hechas de diferentes materiales.
Todavía en la región del noroeste, en la Huasteca y en la misma costa
de Michoacán se puede encontrar arpas con cuerdas de tripa de diversos
animales, colocadas principalmente en los bordones. Sin embargo, las
cuerdas de nailon han desplazado tanto a las cuerdas de tripa como a las
de seda. En la región de los Altos de Chiapas, entre tsotsiles y tseltales
se utilizan cuerdas de metal.
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Bibliografía
Benavente, Fray Toribio de (Motolinía), Historia de los indios de Nueva España.
Colección para la Historia de México.
Cabrera, Antonio J., La Huasteca potosina. Ligeros apuntes sobre este país. México,
Colección Huasteca, CIESAS / El Colegio de San Luis, 2002.
Contreras, G., Atlas cultural de México. Música, México: SEP / INAH / Planeta, 1988.
Díaz del Castillo, B., Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, texto
comparado, ediciones de Alonso Remon, 1632, paleografía de Genaro García, 1904.
México, Gobierno del Estado de Chiapas, 1992.
García de León, Antonio, El mar de los deseos. El Caribe hispano musical. Historia y
contrapunto. México, Siglo XXI / Gobierno del Estado de Quintana Roo / Universidad
de Quintana Roo / Unesco, 2002.
Hernández, César, Huapango. El son huasteco y sus instrumentos en los siglos XIX
y XX. México, Colección Huasteca, CIESAS / El Colegio de San Luis / Programa de
Desarrollo Cultural de la Huasteca, 2003.
Discografía
La música de la costa nahua de Michoacán, México, CDI, 2005.
Jurado, María E. y Camilo R. Camacho, La Huasteca. Música de arpa en los rituales del
Costumbre: teenek, nahuas y totonacos, México: Conaculta-Fonca, 2004.
Warman, A., Música indígena de los Altos de Chiapas, México, Conaculta / INAH /
Pentagrama, 1969/2002.
Músicos de Tajlevilhó, Larráinzar
Tsotsilles de Chiapas
Foto: Netza Gramajo
• Cada instrumento tiene su propio ch’ulel, no se le puede tirar,
maltratar u ofender.
• El vob tiene sus santos tutelares: san Miguel sabe tocar bien la guitarra,
san José sabe elaborarlos y san Agustín sabe tocar bien el arpa.
• En cada etapa del trabajo se hacen ceremonias, se ofrecen velas,
veladoras e incienso.
• Existen días especiales para cortar el árbol: martes, jueves o
sábado para que la madera salga de muy buena calidad.
• La fabricación puede hacerse los días lunes, martes, jueves o
viernes. Los días miércoles y domingo no son apropiados.
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La identificación de estos riesgos para la continuidad de la
laudería chamula y, en general, la música tradicional indígena
de los Altos de Chiapas, plantea la necesidad de implementar
diferentes medidas de salvaguardia. Por un lado, deben realizarse
acciones de documentación e investigación, así como actividades
que promuevan y difundan estas expresiones culturales. Por
otra parte, se requieren apoyos humanos y financieros para el
mantenimiento y operación de los talleres de manufactura, para
la transmisión de los conocimientos a niños y jóvenes, y para la
implementación de talleres de enseñanza de música tradicional en
los espacios educativos formales e informales.
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En las celebraciones tradicionales del municipio de Oxchuc, como
el Carnaval y la fiesta patronal dedicada a santo Tomás apóstol,
se interpretan sones ceremoniales en los que el arpa ocupa un
lugar principal. Los músicos que ejecutan este instrumento rinden
tributo a sus maestros al tratar de tocar el instrumento de la
misma forma en que ellos lo hacían en sus comunidades de origen.
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Los sones de tarima y de artesa son fruto del encuentro entre
las tradiciones musicales indígenas, africanas y españolas. En la
actualidad, tienen una fuerte presencia en el estado de Guerrero,
particularmente en comunidades nahuas de la región central y en
localidades mixtecas y afromestizas de la Costa Chica. La música
de estos sones se interpreta con violín, arpa, vihuela y guitarrón,
que acompañan las coplas de cada pieza. El rasgo distintivo de este
género, sin embargo, es el ritmo marcado por la percusión del cajón
de tapeo y por los pies de los bailadores al danzar sobre la tarima o
sobre la artesa, invertida para servir como caja de resonancia.
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Estas dos piezas, presentadas durante el Primer Encuentro de
Arpas, son un testimonio invaluable pues dan cuenta de la última
intervención pública de don José Andrés Romualdo Antonia,
renombrado músico tradicional tének originario de Santa Bárbara,
San Luis Potosí. Nacido en 1933, don José se inició como danzante
de tsacam soon a los doce años de edad. Muy pronto se sintió
fascinado por el sonido del arpa, por lo que decidió aprender a
tocarla, para lo cual debía trasladarse a la vecina comunidad de
Eureka. Su arpa, que durante décadas le acompañó en fiestas y
ceremonias tradicionales, era del mismo estilo y dimensiones
que las primeras en llegar a tierras americanas en el siglo XVI, y
la construyó él mismo con madera de cedro rojo y 29 cuerdas
hechas de tripas de armadillo, coyote y zorrillo. Convencido del
valor sagrado de la música que interpretaba, siempre realizaba
una ceremonia propiciatoria antes de emprender cualquier viaje,
para proteger a los músicos, los danzantes y los instrumentos.
Poco después de su participación en el Encuentro de Arpas, don
José falleció en su comunidad natal a la edad de 82 años.
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En lengua tének, el término tsacam soon significa “danza chiquita”,
y con él se designa una categoría de la música tradicional huasteca
que se interpreta con arpa, rabel y, en algunas ocasiones, con un
ts’entsen o ajab, una guitarrita. Por lo general, el tsacam soon
utiliza un arpa pequeña, a diferencia del pulik soon, que se toca
con un arpa grande. Esta clase de música, así como la danza que
le acompaña, es de carácter ritual, por lo que está presente en
ceremonias petitorias y de agradecimiento de buenas cosechas,
para honrar a Dhipak (dios joven del maíz) y en festividades
religiosas del calendario católico, como Semana Santa, Navidad y
fiestas patronales. Asimismo, se interpreta en rituales de curación
y en celebraciones familiares y sociales como bodas y bautizos.
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Para las comunidades totonacas de la Sierra Norte de Puebla, la
música tiene un significado festivo, ritual y mágico-religioso, cumple
una función integradora y es depositaria de una tradición que
expresa la manera de concebir el mundo, la naturaleza, lo sagrado y
las relaciones humanas. Estos sones de costumbre se tocan durante
la fiesta de la Virgen del Rosario, celebrada el 7 de octubre, con la
finalidad de coadyuvar a la sanación de los enfermos. Los músicos
los aprendieron de sus padres y, con sus interpretaciones dentro
y fuera de la comunidad, promueven que las generaciones más
jóvenes aprecien, aprendan y conserven su valioso legado musical.
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La música para la danza de pascola se interpreta por un arpista o
alpalero, un violinista y un tambulero, quien toca a la vez el tambor
de doble parche y la flauta de carrizo. En ella intervienen, asimismo,
instrumentos de origen prehispánico que forman parte del atuendo
de los danzantes, como los ténabaris –tiras de cascabeles hechos de
capullos de mariposa– atados a los tobillos; el seenasom o sonaja, y
los coyoles, cascabeles metálicos que se sujetan a la cintura.
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Originaria de Xalapa, Veracruz, la maestra Cristina Cabrera es una
destacada concertista que ha sobresalido por su virtuosismo en el
arpa. Inició el estudio de este instrumento a los trece años, bajo
la dirección de maestros como Saúl Hernández Morales, Alberto
de la Rosa, Britta Shafer, Celso Duarte, Lucía Shiomitsu y Mariano
González. Su repertorio es muy amplio, pues abarca temas de
la música mexicana, europea clásica, venezolana y paraguaya,
entre otras. Ha realizado estancias en Japón y ha acompañado
en giras internacionales a la cantante de origen mixteco Lila
Downs. Asimismo, ha participado en más de 80 conciertos y
presentaciones en países como Alemania, Francia, Holanda,
Noruega, Bélgica, Suecia, Suiza, España, Reino Unido y Estados
Unidos. En noviembre de 2004 presentó su primer disco de
estudio, titulado Diálogo entre el viento y el mar, dedicado a la
música tradicional y popular mexicana.
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El son jarocho es una expresión emblemática de la música tradicional
mexicana, surgida durante la época colonial en el actual estado de
Veracruz como resultado de la fusión de ritmos africanos, música
indígena y la lírica popular española. Ese origen multicultural se
aprecia, asimismo, en la dotación instrumental, dominada por
arpa y jaranas, y la importancia de la tarima, el zapateado y los
movimientos corporales para llevar el ritmo. Se caracteriza por
combinar la poesía, la habilidad para improvisar los versos, el
virtuosismo en la ejecución de los instrumentos y la danza que
complementa a los instrumentos de percusión.
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Músicos de San Juan Cancuc
Tseltales de Chiapas
Foto: Netza Gramajo