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Los mamíferos marinos adquirieron distintos rasgos para adaptarse a la vida en el mar, como un
tamaño generalmente mayor, forma corporal hidrodinámica, modificaron apéndices y
experimentaron adaptaciones termoregulatorias. Las diferentes especies, sin embargo, se
adaptaron a la vida marina en distintos grados. Los más adaptados son los cetáceos y los sirenios,
cuyo ciclo de vida discurre totalmente en el agua, mientras que los demás grupos pasan al menos
algún tiempo en tierra.
La posibilidad de bucear bajo el agua durante largos períodos de tiempo es una hazaña marina que
los mamíferos acuáticos han evolucionado durante millones de años. Los mamíferos al bucear
ralentizan su ritmo cardíaco, detienen su respiración, y la derivación de flujo de sangre desde sus
extremidades hacia el cerebro, el corazón y los músculos cuando se inicia una inmersión.
2. vasoconstricción periférica. Cuando se está bajo una alta presión inducida por el buceo, los
capilares de las extremidades empiezan a contraerse, deteniendo la circulación sanguínea
en esas áreas. Dejando más sangre para ser usada por el corazón y el cerebro.
Un estudio publicado el 13 de junio en la revista Science (SAINS) informa de que los mamíferos -
incluyendo ballenas, focas, nutrias y castores y ratas almizcleras incluso- cargan positivamente las
proteínas de unión de oxígeno, llamadas, mioglobina en sus músculos. Esta característica permite
a los animales positivos tener mucho más mioglobina en sus cuerpos que otros mamíferos, tales
como seres humanos y permite mantener más cantidad de oxígeno bajo el agua.
Pero, ¿qué pasa con el aumento de presión atmosférica? Todos hemos oído hablar de
la enfermedad de descompresión que pueden sufrir los buceadores inexpertos. Ésta consiste en
que, debido a los cambios de presión, se forman burbujas de nitrógeno que se acumulan en los
tejidos y vasos sanguíneos de las personas o, en este caso, de los animales buceadores. Estas
burbujas pueden causar daños muy significativos, por lo que es necesario eliminarlas.
Los animales que practican buceos breves y poco profundos solucionan este problema haciendo
una serie de paradas durante su ascenso. De este modo, las burbujas de nitrógeno tienden a
desaparecer de forma natural. Sin embargo, los que realizan buceos muy largos y a gran
profundidad (como la foca de Weddell), no necesitan realizar pausas ya que en estas especies no
llegan a formarse burbujas debido a sus adaptaciones anatómicas. No obstante, todos los
mamíferos marinos tienen una tolerancia mayor al nitrógeno que, por ejemplo, nosotros mismos.
Por tanto, son capaces de soportar una mayor cantidad de este elemento en su organismo antes
de que cause problemas.
Un grupo de personas conocidas como los bajau llevan el buceo libre al extremo: son capaces de
sumergirse durante 13 minutos a profundidades de 60 metros. Este pueblo nómada vive en las
aguas de las Filipinas, Malasia e Indonesia, donde se sumergen para pescar o en busca de
elementos naturales que pueden usarse en la artesanía.
Un estudio de la revista Cell aporta las primeras pruebas de que una mutación de ADN para tener
bazos más grandes proporciona a los bajau una ventaja genética para la inmersión en las
profundidades.
Investigaciones previas han demostrado que los bazos de las focas, mamíferos marinos que pasan
gran parte de su vida bajo el agua, tienen un tamaño desproporcionado. La autora del
estudio Melissa Llardo, quería comprobar si se aplicaba lo mismo a los humanos que bucean. ASI
QUE CON LA AYUDA DE una máquina de ultrasonidos portátil y material para la recolección de
saliva. SacaRON imágenes de sus bazos.
Aunque el bazo podría explicar en parte por qué los bajau bucean tan bien, otras adaptaciones
podrían estar implicadas, a la altitud elevada y a la profundidad extrema.
Cuando un humano se sumerge a más profundidad en el agua, el aumento de la presión hace que
los vasos sanguíneos de los pulmones se llenen con más sangre. En casos extremos, los vasos
pueden romperse, provocando la muerte. Además de las adaptaciones heredadas genéticamente,
el entrenamiento regular podría ayudar a evitar ese efecto.
Llardo tiene la teoría de que, con el paso del tiempo, la selección natural habría ayudado a los
bajau, que llevan miles de años viviendo en la región, a desarrollar esta ventaja genética.
El estudio de Llardo abre importantes oportunidades de investigación, pero necesita más pruebas
biológicas cuantificables antes de estar convencida de que un rasgo genético ayuda a los bajau a
ser mejores buceadores.