La Alquimia - Fulcanelli

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LA ALQUIMIA SEGÚN FULCANELLI

LA ALQUIMIA SEGÚN FULCANELLI

El presente trabajo no pretende ser una explicación clara y concisa de la Alquimia,


sino la de indicar ciertos aspectos tratados en la obra del personaje que se
esconde tras el apodo de FULCANELLI. Las citas y extractos están sacados de sus dos
obras EL MISTERIO DE LAS CATEDRALES y LAS MORADAS FILOSOFALES.

Respecto al título del presente artículo: LA ALQUIMIA SEGÚN FULCANELLI, debo decir
que lo he elegido por razón de que existen muchos autores que han escrito sobre
ALQUIMIA y que existen muchas interpretaciones sobre este saber oculto: desde la
simple Espagiria (aspecto químico) a interpretaciones basadas en el Tantrismo. Ante
ello, solo debo afirmar que, como siempre, el que más habla de la Alquimia es el
que menos sabe de ella. Yo voy a mantenerme en el Ar-Got y, como dicen las Sagradas
Escrituras, el que tenga oídos que oiga.
Primeramente, debo decir cuál es la personalidad que se esconde bajo el apodo de
Fulcanelli y su origen y relaciones secretas con ciertas Órdenes Esotéricas:

Nombre: Dubois
Escuelas: Hermandad de Heliópolis y Sociedad Alquímica de Francia

Otro nombre de la Alquimia: Arte Real (Ars Regia)

Fulcanelli: De Vulcano (el fuego secreto)


Se han añadido algunos pequeños cometarios o aclaraciones, algunos sacados de la
Biblia y otros sacados de otras fuentes, para poder aclarar algo el sentido de las
frases.

LAS MORADAS FILOSOFALES


Extractos de la obra:

Dice Eugéne Canseliet en su prefacio a la obra:

La Piedra Filosofal se divide en Medicina Universal y en Polvo transmutatorio. Una


y otra aseguran al Adepto el triple patrimonio: conocimiento, salud y riqueza, que
exalta la estancia terrestre a la absoluta felicidad del Paraíso del Génesis.

Libro Primero:

LA CÁBALA HERMÉTICA
El libro de Tiphaigne de la Roche lleva el título de "Amilec ou la graine d’hommes"
y se debe leer "Alquimia o la crema de AUM". Este tratado se relaciona con la
extracción del espíritu incluído en la Materia Prima o Virgen Filosófica, que tiene
el mismo signo que la Virgen Celeste: el monograma A.V.M. (Ave María).

Libro Segundo:
LA SALAMANDRA DE LISIEUX

Esta palabra de Dios, que es el Verbum Dimissum de Trevisano y la palabra perdida


de los masones medievales, designa el secreto material de la Obra, cuya revelación
constituye el don de Dios y sobre cuya naturaleza, nombre vulgar o empleo, todos
los filósofos conservan un impenetrable silencio.
AZOT:

Alfabeto latino: A -> Z


Alfabeto griego: Alfa -> Omega

Alfabeto hebreo: Aleph ->Tau


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LA ALQUIMIA SEGÚN FULCANELLI

"Juan respondió a todos, diciendo: os bautizo en agua, pero llegando está otro más
fuerte que yo, a quien no soy digno de soltarle la correa de las sandalias: Él os
bautizará en el Espíritu Santo y en fuego"
El cuerpo de este Ángel está cubierto por el Sello del Libro Abierto, ornado con la
Estrella Cabalística y la divisa en 7 palabras del Vitriol: VISITA INTERIORA
TERRAE, RECTIFICANDO INVENIES OCCULTUM LAPIDEM

Cuando gritó con poderosa voz como león que ruge. Cuando gritó hablaron los 7
truenos con sus propias voces.

La Salamandra es el jeroglífico del fuego secreto de los sabios.


Filaleteo nos asegura que se encuentra escondido en el vientre de Aries o del
Carnero, constelación que recorre el Sol en el mes de marzo.
Cada uno de los frutos del jardín de las Hespérides es el resultado de una
condensación progresiva del fuego solar por el fuego secreto, verbo encarnado.
Ahí está el rubí mágico, agente provisto de la energía y sutileza ígneas, y
revestido del color y de las múltiples propiedades del fuego. Y ahí está también,
el Óleo de Cristo, o cristal.

Y como el Adepto debe aportar a la Obra Divina lo mejor de sus cualidades, si


quiere llevarla a buen término, parece justo y equitativo que recoja los frutos del
Árbol de la Vida y se aproveche de las manzanas maravillosas del jardín de las
Hespérides.

Aprended que todos nuestros lavados son ígneos, que todas nuestras purificaciones
se hacen el fuego, por el fuego y con el fuego.
Y la estrella terrestre, antorcha oculta de nuestra Natividad, será la marca
probatoria de la feliz unión del cielo y la tierra.

El nombre griego del pez está formado por las siglas de esta frase: Jesús Cristo,
Hijo de Dios, Salvador: ICQUS. Se ve con frecuencia esta palabra grabada en las
catacumbas romanas, y figura, asimismo, en el mosaico de San Apolinar de Rávena,
colocado en lo alto de una cruz constelada, elevada sobre las palabras latinas
SALUS MUNDI, que presenta en la extremidad de los brazos las letras A y W.

Dijo Jesucristo: "Yo Soy el Alfa y Omega, el principio y el fin"

Tal es el Graal, que contiene el vino eucarístico, licor de fuego espiritual, licor
vegetativo, vivo y vivificante introducido en las cosas materiales.

Pués, al igual que los Templarios, los Ofitas practicaban dos bautismos: uno, el de
agua, o exotérico; el otro, esotérico, el del espíritu o del fuego. San Justino y
San Ireneo lo llaman la iluminación. Es el bautismo de luz de los masones.

"Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo


para obtener el perdón de los pecados, y así recibir el don del Espíritu Santo"
(Hechos de los Apóstoles: 38)

"Entonces, aparecieron unas lenguas como de fuego, que se distribuían y se


colocaban sobre cada uno de ellos" (Hechos de los Apóstoles: 3)

Sin embargo, el famoso mito del Graal tiene su origen en esta alegoría.
Nadie ignora que, en la antigua leyenda germánica, Titurel eleva un templo al Santo
Graal en Montsalvat, y confía su custodia a 12 caballeros templarios.
Los 12 custodios recuerdan los 12 signos del Zodíaco que recorre el Sol, arquetipo
del fuego vivo.

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El Graal es el más alto misterio de la Caballería mística y de la masonería. Es el
velo del Fuego Creador, el Deus absconditus en la palabra INRI, grabada sobre la
cabeza de Jesús en la Cruz. (IGNE NATURA RENOVATUR INTEGRA)

Y ese Dios Fuego, ese Dios Amor se encarna eternamente en cada ser, ya que todo en
el Universo, tiene su chispa vital. Es el Cordero Inmolado desde el comienzo del
mundo, que la Iglesia Católica ofrece a sus fieles bajo las especies de la
Eucaristía conservada en el copón como el Sacramento de Amor.
El Pan y el Vino del sacrificio místico es el espíritu o el fuego en la materia
que, por su unión, producen la vida. He aquí por qué los manuales iniciáticos
cristianos, llamados Evangelios, hacen decir alegóricamente a Cristo: Yo soy la
Vida, soy el Pan vivo; he venido a prender fuego en las cosas.

EL MITO ALQUÍMICO DE ADÁN Y EVA


Según Filolao el pitagórico, los filósofos antiguos decían que el alma estaba
encerrada en el cuerpo, como en una tumba, como castigo por algún pecado.
En el Yucatán, en América, se llevaba al niño al templo, donde el sacerdote
derramaba sobre su cabeza el agua destinada a ese uso y se le daba un nombre.

En la India, cuando se da un nombre al niño, después de haber escrito este nombre


en su frente y de haberlo sumergido por 3 veces en el agua, el brahmán o sacerdote
exclama en voz alta: "Dios puro, único, invisible y perfecto, te ofrecemos a este
niño, nacido de una tribu santa, ungido por un aceite incorruptible y purificado
con agua".

Esta creencia universal en la caída del primer hombre iba, además, acompañada de la
esperanza de un MEDIADOR, personaje extraordinario que debía llevar la salvación a
los hombres y reconciliarlos con Dios.
Adamus, nombre latino de Adán, significa hecho de tierra roja. Es el primer ser de
naturaleza, el único entre las criaturas humanas que ha sido dotado con las dos
naturalezas del andrógino.

El primer Adán tuvo que borrarse, se especificó al perder su constitución original


y se convirtió en el segundo Adán, imperfecto y mortal.

La filosofía hermética está fundada en el conocimiento perfecto del Mercurio, en


griego Hermes.

Baco, divinidad emblemática del mercurio de los sabios, encarna un significado


secreto parecido al de Eva, madre de los vivos.

Por su intermedio, los metales vulgares, verdaderos y únicos agentes de la piedra,


se cambian en metales filosóficos, y gracias a ella son disueltos y purificados. En
ella encuentran y prosiguen su actividad perdida, y de muertos como estaban,
vuelven a la vida.
Los metales, licuados y disociados por el mercurio, encuentran de nuevo el poder
vegetativo que poseían en el momento de su aparición en el plano físico. El
disolvente hace para ellos, en cierto modo, el oficio de una verdadera fuente de
Juvencia. Los reanima, les da un vigor nuevo y los rejuvenece.
LOUIS D’ESTISSAC

No es raro encontrar en los textos medievales la alquimia calificada de arte de


música.

En las hermosas láminas que ilustran el Amphitheatrum Sapientiae Aeternae, de


Heinrich Khunrath (1610), hay una que representa el interior de un suntuoso
laboratorio. En medio hay una mesa cubierta de instrumentos de música y de
partituras.
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LA ALQUIMIA SEGÚN FULCANELLI

Esta sustancia doble, este compuesto perfectamente maduro, aumentado y


multiplicado, se convierte en el agente de transformaciones maravillosas que
caracterizan la piedra filosofal, Rosa Hermética.
Se sabe que la Virgen Celeste lleva una corona de rosas blancas y tampoco se ignora
que la rosa roja es la firma reservada a los iniciados de la orden superior o Rosa
Cruz.
La rosa central, en efecto, aparece en la mitad de una cruz de San Andrés.

Así está el gran símbolo de la Luz manifestada que se indica por la letra griega C.

También se ha convertido en el sello y marca de la iluminación y, por extensión, de


la revelación espiritual. El Espíritu Santo es siempre figurado por una paloma en
pleno vuelo, con las alas extendidas según un eje perpendicular al del cuerpo, es
decir una cruz. Pues la cruz griega y la de San Andrés tienen, en hermética, un
significado exactamente parecido. Se encuentra, con frecuencia, la imagen de la
paloma completada por una gloria que viene a precisar su sentido oculto.

La cruz de San Andrés es el número completo de la Obra, pues la Unidad, las Dos
naturalezas, los Tres principios y los Cuatro elementos dan la doble quintaesencia,
las dos V, fundidas en la cifra romana del número diez (X).

Es la traducción del fuego celeste o del fuego terrestre, del fuego potencial o
virtual que compone o disgrega, engendra o mata, vivifica o desorganiza. Hijo del
Sol que lo genera, servidor del hombre que lo libera, el fuego divino, caído,
decadente, aprisionado en la materia, determina su evolución y dirige su redención,
es Jesús en su Cruz, imagen de la irradiación ígnea, luminosa y espiritual
encarnada en todas las cosas. Es el Agnus Dei inmolado desde el comienzo del mundo
y es, también, el Agni, dios védico del fuego.

La esvástica o cruz gamada es el signo del espíritu divino, inmortal y puro, el


símbolo de la vida y del fuego.

Quienes reciben así al espíritu celeste del fuego sagrado, que lo llevan en sí y
son marcados por su signo son los elegidos, discípulos de Elías e hijos de Helios,
modernos cruzados.

¿Cuántos saben más que el asno que vió nacer, en Belén, al humilde Niño Dios, que
lo transportó en triunfo a Jerusalén y que recibió, como recuerdo, del Rey de
Reyes, la magnífica Cruz Negra que lleva en el espinazo?
Se trata del crisol, matraz de tierra.

Las catedrales góticas tienen su fachada construída según las líneas esenciales del
símbolo alquímico del Espíritu, y su plano, calcado de la huella de la cruz
redentora.
Ella sola permite a quién posee su sentido, abrir la puerta del jardín cerrado de
las Hespérides y tomar sin miedo para su salvación, la Rosa del Adeptado.

De cuanto acabamos de decir de la cruz y de la rosa que está en su centro o, más


exactamente, el corazón – ese corazón sangrante, radiante y glorioso del
Cristo-materia -, es fácil deducir que Louis d’Estissac llevaba el título elevado
de Rosa-Cruz, marca de iniciación superior, brillante testimonio de una ciencia
positiva, concretada en la realidad sustancial de lo absoluto.
Respecto a los Rosa-Cruz, son invisibles porque son desconocidos. Nada les
caracteriza sino la modestia, la simplicidad y la tolerancia.
Ya la palabra griega que sirve para designar la cabeza, nos aporta una indicación
útil, puesto que señala igualmente el lugar del Calvario, el Cólgota, donde Jesús,
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Redentor de los hombres, tuvo que sufrir la Pasión en su carne antes de
transfigurarse en espíritu. Pues bien, nuestros dos principios, uno de los cuáles
lleva la Cruz y el otro la Lanza que le atravesará el costado, son una imagen, un
reflejo de la Pasión de Cristo. Al igual que Él, deben resucitar en un Cuerpo
nuevo, claro, glorioso y espiritualizado.
Longino, en la Pasión de Jesucristo, desempeña el mismo papel que san Miguel y san
Jorge. Cadmo, Perseo y Jasón hacen oficio parecido entre los paganos. Atraviesa de
un lanzazo el costado de Cristo. Y ello nos recuerda a la lanza blandida por
Parsifal, conquistada a Klingsor y servida para cerrar la herida de Amfortas.

Es, en primer lugar, la varilla que Mercurio lanza contra la culebra y la serpiente
(Rea y Júpiter), y a cuyo alrededor se enroscan originando el caduceo, emblema de
paz y reconciliación. La leyenda cuenta que el Caduceo lo obtuvo Mercurio a cambio
de una Lira.
Es el signo de la unión y de la concordia, que es preciso saber realizar entre el
fuego y el agua. Superpuestos los dos triángulos: el del Agua y el del Fuego, se
forma la Stella (Compo Stella), el sello de Salomón (Sol-Om-On), la unión del cielo
y de la tierra.

Ése es el ojo solar, que los egipcios llamaban Udjad. Figura también entre los
emblemas masónicos, rodeado de una gloria en el centro de un triángulo. Este
símbolo ofrece el mismo significado que la letra G, séptima del alfabeto, que
figura en medio del pentagrama flameante.
Y si Basilio Valentín da a éste el sobrenombre de Peregrinus es porque debe
atravesar 6 ciudades celestes antes de llegar a fijar su residencia en la séptima.

EL HOMBRE DE LOS BOSQUES


Pués el Loco, emblema humanizado de los hijos de Hermes, evoca aun el Mercurio
mismo, única y propia materia de los sabios.

Por lo demás, basta con recordar que la palabra francesa FOU (loco) procede del
Latín Follis, soplillo para el fuego, para evocar la idea del soplador.
Por fin, el mercurio, llamado loco de la gran obra ve confirmado su significado en
la PRIMERA lámina del Tarot, llamada el loco o el alquimista.

El Tarot, jeroglífico complemento de la Gran Obra, contiene las VEINTIUNA


operaciones o fases por las cuáles pasa el mercurio filosófico antes de alcanzar la
perfección final del Elíxir.
EL MARAVILLOSO GRIMORIO DEL CASTILLO DE DAMPIERRE

Estas fases, diversamente coloreadas, llevan el nombre de regímenes o reinos. A


cada régimen, los filósofos han atribuído una de las divinidades superiores del
Olimpo y también uno de los planetas celestes.
Al reino de Mercurio (base, fundamento), (luna, sol y cruz) primer estadio de la
Obra, sucede el de Saturno (una cruz sobremontando una luna). A continuación
gobierna Júpiter (una luna sobremontando una cruz) y luego Diana o la Luna, de
brillante vestidura blanca. Venus (un sol sobremontando una cruz), inclinada al
verde, hereda entonces el trono, pero pronto la arroja marte (una cruz
sobremontando el sol) y este príncipe belicoso de atavío rojo es, a su vez,
derrotado por Apolo, el Sol del Magisterio, emperador escarlata.
En cuanto a nosotros, siempre hemos entendido el Ouroboros como un símbolo completo
de la obra alquímica y su resultado.
Yesod significa a la vez Fundamento y Mercurio, porque el mercurio es el fundamento
del arte transmutatorio.

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Y cuando Jesús salía del agua, Juan vió de pronto entreabrirse los cielos y
descender sobre él el Espíritu Santo en forma de paloma.
El misterio de la Palabra perdida o verbum dimissum, que nuestro Adepto lo ha
recibido de sus predecesores, nos lo transmite bajo el velo del símbolo.
(la letra H) también es el centro y el corazón de uno de los monogramas de Cristo:
IHS, abreviatura de Iesus Hominum Salvator. Igualmente, los masones medievales
empleaban este signo para designar las dos columnas del templo de Salomón: Jakin y
Bohas. Finalmente, es la indicación del primer peldaño de la escalera de los
Sabios, del conocimiento del agente hermético, promotor misterioso de las
transformaciones de la naturaleza mineral y la del secreto reencontrado de la
Palabra perdida

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