Texto 8-Cine y Streaming
Texto 8-Cine y Streaming
Texto 8-Cine y Streaming
Parece que está claro, pagar una tarifa mensual para tener acceso a un contenido ilimitado de
series, películas y documentales es mucho más interesante (o al menos más rentable) para los
usuarios que comprar una entrada de cine o encender la televisión en prime-time para ver su
serie favorita. Netflix es la cabeza visible de este tsunami con casi 200 millones de suscriptores
en todo el mundo. Aunque otras plataformas como HBO, Amazon Prime Video, Movistar+ o
Filmin siguen cogiendo fuerza en nuestro país. La pregunta es, ¿habrá mercado para tanto
oferta? ¿Sobrevivirán las televisiones a las embestidas de las plataformas? O, ¿cuál será la
evolución de la distribución en salas?
Suscripciones y taquillas
Hablando de cine y streaming, todo parece indicar que al celuloide le quedan todavía muchos
años de vida y que podría convivir con el streaming. Pero ¿cómo es de rentable estrenar una
película en una plataforma sin antes pasar por una sala de cine? El problema parece surgir en
cuándo lanzar en pantalla grande determinadas producciones importantes y costosas o qué
otras producciones poner en marcha directamente en plataformas. Aunque, claro está, aquí
son las propias productoras, que poseen la distribución en streaming, quienes deciden qué
títulos se estrenarán antes en la gran pantalla y cuáles no. Todo parece indicar que el futuro de
las salas no corre peligro, de momento. El olor de las palomitas y las butacas mantienen su
valor al alza. Sin embargo, el público se ha hecho más selectivo y ya no se desplaza hasta la
sala si no existe una motivación lo suficientemente fuerte.
A ello hay que sumar que los precios de las plataformas de streaming han ido aumentando,
paulatinamente, a medida que sus catálogos van ganando peso. Esto se traduce en un
mercado volátil con una gran competencia entre ellas (el estreno que tenga una no lo tendrá la
otra). Además, el consumidor, sin lugar a dudas, tiene el poder de dar de baja su suscripción si
los estrenos no le resultan interesantes. Y entre medias de todo, no podemos olvidar el papel
que juegan las televisiones tradicionales, dueñas absolutas de informativos y determinados
eventos deportivos, que aunque ya comienzan a ofrecer la llamada televisión a la carta, aún les
queda un camino hasta la total adaptación a los modelos actuales de consumo y la
consecución de alianzas estratégicas.
Streaming Revolution
Ahora es el consumidor quien elige. Los hábitos de consumo cambian pero también lo hacen
los de la producción. La gran demanda exige gran oferta, por lo que las grandes plataformas
pelean por generar contenido propio que les distingan. Entre los grandes cambios que han
introducido las plataformas están los estrenos. Ahora las premieres de cine se han quedado en
poco más que una alfombra roja, mientras que el tipo de estrenos que busca el streaming van
más allá. Los eventos de comunicación globales, donde el usuario comenta (RRSS) y participa
de forma activa, son la forma elegida de presentar una producción al público y de ver (con
datos tangibles) resultados de aceptación prácticamente en el acto para su posterior estrategia
de posicionamiento, marketing y fidelización. Haciendo válido un símil textil, la vida útil del
“producto” quizá sea fugaz, pero la rotación de los “stocks” es continua.
A ello se suma otro cambio en el modelo de negocio de las productoras. Ahora son las
plataformas las que producen películas/series a cambio de sus derechos, lo que permite a las
productoras generar más contenido que antes a costa de no ser los propietarios de las
piezas. Una auténtica revolución en todos los sentidos. Las grandes plataformas son ahora
incluso parte activa en la decisión técnica de la elección de una u otra cámara, como hace
Netflix, para garantizar una calidad mínima del contenido de su repositorio.
Es conocido el malestar que producen las plataformas en los festivales tradicionales de cine. La
participación de Netflix en festivales con títulos que no han sido estrenados en la gran pantalla
provoca, cuanto menos, indignación entre los defensores del séptimo arte. El festival de cine
de Cannes, el mayor de los escaparates del cine mundial, ya se ha posicionado en esta
cuestión. Su director Thierry Fremaux ha asegurado que además de imponer sus reglas, han
sacado beneficio de la crisis del Covid dejando a la industria tradicional con poco margen de
actuación. Y, a este respecto, el director francés pide reflexionar sobre su participación en los
festivales. Algunos expertos apuntan a que la solución a este problema sea la creación de una
categoría especial para las películas de las grandes plataformas aunque, de momento, parece
no haber entendimiento.
Pero no siempre es así, a diferencia de Cannes, otros festivales de cine como el de Venecia han
incluido películas de gigantes del streaming entre sus principales competiciones. Sin ir más
lejos, ‘Roma’ la película de Netflix dirigida por Alfonso Cuarón, ganó no sólo el León de Oro de
este festival en 2018, sino que la gran industria hollywoodiense no tuvo más que “plegar velas”
y reconocer el trabajo del mexicano con el Óscar aun sabiendo que la producción estaba
auspiciada al 100% por el gigante de la marca roja.
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