Entomologia Forense
Entomologia Forense
Entomologia Forense
net/publication/344897874
Entomología forense
CITATIONS READS
0 3,703
2 authors, including:
SEE PROFILE
All content following this page was uploaded by José Carlos Infante-Cabezón on 27 October 2020.
Artículo de revisión
Entomología forense
José Carlos INFANTE-CABEZÓN & Francisco Javier SORIA-IGLESIAS
Laboratorio de Entomología Aplicada, Universidad de Sevilla. Avda. Reina Mercedes 6, Sevilla 41012,
España. Email: [email protected]. Email: [email protected]
Forensic entomology
Abstract: A bibliographic review is provided about the use of insects in Forensic Science.
It starts with a historical recap, from the great ancient civilizations up to the first use of
insects in a real case in Europe. It is then followed up by the definition and characteristics
of the succession process. It describes the human body's decomposition in five stages and
it is finalized with an example of how the post-mortem interval is calculated.
Key words: Forensic entomology, succession, decomposition, post-mortem interval,
corpse.
INTRODUCCIÓN
La descomposición es un proceso continuo y natural en el que la materia orgánica
regresa al medio (Payne, 1965; Olaya Másmela, 2001). Comienza con la muerte y finaliza
cuando ya solo quedan huesos puesto que ya no hay materia orgánica (Goff, 2010). Los
cuerpos son reservas de alimento temporal y cambiante para numerosos tipos de
organismos, desde bacterias y hongos hasta artrópodos e incluso vertebrados (Richards
& Goff, 1997; Goff, 2002). Los primeros organismos que comienzan a descomponer el
cuerpo son las bacterias que habitan en nuestro interior. Mientras estamos vivos, nuestro
sistema inmunitario es capaz de controlarlas, pero una vez fallecemos, tienen vía libre
para actuar (Goff, 2010). Durante su labor de descomposición, estos organismos van
destruyendo células liberando sus enzimas y generando productos de deshecho olorosos
que son los que finalmente atraen a los artrópodos al cadáver (Reverte Coma, 1999;
Magaña, 2001).
Podría decirse, que la Ciencia Forense es una disciplina o conjunto de disciplinas
que podríamos delimitar por sus dos componentes. Forense hace referencia a las
134
Boletín de la SAE nº 30 (2020): 133-146.
cuestiones legales, como determinar las causas de la muerte; mientras que el término
ciencia alude al conjunto de conocimientos adquiridos mediante la observación de
fenómenos naturales de los que surgen principios y leyes generales comprobadas
mediante la experimentación (Rivers & Dahlem, 2014). Dentro la ciencia forense se
enmarca la entomología forense, una herramienta que se basa en el uso de los artrópodos
(en su gran mayoría insectos) para determinar el tiempo que lleva un individuo muerto,
así como las características de la zona de procedencia. Por este motivo, es una prueba
complementaria y, a veces, decisiva en las investigaciones criminales, como puede leerse
en muchos de los casos presentes en Goff (2002).
Allá donde se asiente el ser humano habrá insectos, pero no los mismos grupos
están en todas las zonas. Muchos son de unas regiones concretas con determinadas
condiciones ambientales. Durante una investigación se puede usar esta información
(insectos distintos en diferentes hábitats) para determinar si un cuerpo ha sido movido de
la escena de un crimen a la zona en la que ha sido encontrado, si las especies halladas en
el mismo, no se distribuyen en la zona donde haya aparecido. Por ejemplo, según Goff
(2002) se podría diferenciar entre poblaciones entomológicas distintas, como las de zonas
urbanas y zonas de cultivo.
Historia de la Entomología Forense
Cuando el ser humano se asentó en el planeta, empezó a convivir con los insectos,
devoraban las cosechas, transmitían enfermedades, etc. Como por ejemplo se puede
apreciar en las consecuencias que tuvieron algunas de las siete plagas de Egipto (McNeill,
1976).
La huella que dejaban estas “bestias de seis patas” ha sido descrita en antiguas
civilizaciones como la griega, china y egipcia, así como en jeroglíficos de Mayas y
Aztecas (Beutelspacher, 1988). Algunas de estas civilizaciones veneraban a los insectos,
asociándolos a la reencarnación o a la inmortalidad, debido en parte a la metamorfosis
completa u holometabolia que realizan coleópteros, lepidópteros y dípteros, entre otros
órdenes (Laufer, 1912; Beutelspacher, 1988). El recorrido que realizaba el escarabajo
pelotero con la bola de excremento de un lado para otro, representaba para los egipcios el
movimiento del Sol por el cielo; lo asociaban al Dios del sol Khepri. También los
relacionaban con la reencarnación ya que la hembra de Scarabaeus (s. str.) sacer
Linnaeus, 1758 realiza la puesta en la bola de excremento de la que posteriormente las
larvas se alimentarán y saldrán transformadas en imagos (Berenbaum, 1995).
El primer uso de la entomología forense se remonta al siglo XIII en China. En
muchos trabajos sobre esta disciplina, se relata el caso que ocurrió en una pequeña aldea
china en el año 1235 con el “detective” Sung Ts’u como protagonista que describe el
acontecimiento en su manual La eliminación de los errores. Comienza con el hallazgo de
un cuerpo sin vida de un hombre que presentaba varias puñaladas que Ts’u relacionó con
las de una hoz usada en el trabajo del campo. Decidió reunirlos a todos con sus
herramientas y las examinó, observando que en una de ellas las moscas se agolpaban
porque tenía restos de tejidos y sangre. Tras este hecho el propietario de la hoz confesó
135
Boletín de la SAE nº 30 (2020): 133-146.
una larva de mosca parasitada pueden emerger muchos individuos (Goff, 2002).
Los himenópteros y algunos escarabajos, además de poder ser parásitos o
depredadores de las especies necrófagas, se pueden alimentar directamente del cadáver
(Payne, 1965; Villet, 2011), siendo considerados como un grupo omnívoro e incluso, a
veces, una categoría aparte según el autor consultado (Goff, 2002). Cabe destacar que en
algunos casos el ritmo de la descomposición se ve ralentizado debido a que algunas
especies, como Solenopsis germinata (Fabricius, 1804), retiran del cadáver gran cantidad
de larvas de mosca (Early & Goff, 1986).
Especies adventicias
En esta categoría podemos enmarcar aquellas especies que usan el cadáver como
una extensión de su hábitat. Se incluyen grupos como colémbolos, arañas o miriápodos
(Goff, 2010, 2011). En estados avanzados de descomposición, estos animales tienden a
concentrarse en el sustrato bajo el cadáver. En las especies adventicias se incluyen
también algunas familias de ácaros (Acarideae, Lardoglyphidae y Winterschmidtiidae)
que se alimentan de los hongos que crecen en el cuerpo (Goff, 2011).
Especies accidentales
Las especies accidentales son un grupo que ha sido ampliamente subestimado por
algunos autores. Los componentes de este grupo no se relacionan directamente con el
cadáver, sino que llegan a él por casualidad. Estos organismos puede que se hayan caído
de la vegetación de alrededor de donde se encuentra situado el cuerpo debido a la
manipulación de las plantas en un intento de esconder el cuerpo (Goff, 2002, 2010). En
otras ocasiones puede que un insecto que iba volando acabara sobre la víctima de modo
casual (Goff, 2011). Esta fauna ayudaría a saber si ha habido traslado del cuerpo, e incluso
determinar la fecha de la muerte.
Descomposición
La descomposición es un proceso continuo y constante, pero para facilitar su
estudio, los entomólogos forenses dividen, de forma arbitraria, el proceso en etapas o
estados basándose en los cambios físicos y morfológicos que experimenta el cadáver
(Goff, 2010). El número de estos estados varía según los estudios, si bien la mayoría
establecen cuatro fases (Salazar-Ortega, 2008; Bygarski & LeBlanc, 2013; Abouzied,
2014), cinco (Early & Goff, 1986; Romero et al., 2006; Goff, 2010, 2011) o seis (Payne,
1965).
Se ha elegido hacer una descripción de cinco estados como término medio
siguiendo a Goff (2010, 2011).
Estado fresco
Esta fase comienza en el mismo momento de la muerte (Fig. 3) y finaliza cuando
se observa hinchazón externamente debido a la relajación del abdomen. Al cesar el
bombeo del corazón, el aporte de oxígeno se detiene y, mientras se va consumiendo, se
van poniendo en marcha procesos anaeróbicos. Tras la muerte se observan una serie de
139
Boletín de la SAE nº 30 (2020): 133-146.
procesos físicos como livor mortis, algor mortis y rigor mortis cuya aparición depende
principalmente de la temperatura y de la humedad (Rivers & Dahlem, 2014).
El periodo de exposición a los artrópodos se prolonga desde el fallecimiento hasta
que alguno de ellos coloniza el cuerpo. En esta fase el cuerpo está accesible a los insectos,
pero aún no han detectado su presencia (Tomberlin et al., 2011). Este estadio no dura
mucho ya que algunos califóridos, como Calliphora vicina Robineau-Desvoidy, 1830, y
sarcofágidos, como distintas especies del género Sarcophaga Meigen, 1826, pueden
aparecer a los pocos minutos (Tomberlin et al., 2011; Goff, 2011), depositando sus
huevos (Calliphora Robineau-Desvoidy, 1830) o larvas (Sarcophaga ) (Capó et al., 2004)
en los orificios naturales del cuerpo (nariz, boca, oídos, etc.) o en heridas previas en casos
de muertes violentas (Goff, 2010, 2011). También es posible encontrar algún sílfido,
aunque depende de la estación (Rivers & Dahlem, 2014).
Estado hinchado
Este estado se caracteriza por un aumento de la actividad descomponedora por
parte de la comunidad bacteriana (putrefacción). Se acentúa el catabolismo de
compuestos orgánicos, haciendo aún más propicio el ambiente a los microorganismos
anaeróbicos (Rivers & Dahlem, 2014). Como productos de las reacciones químicas se
hallan una gran cantidad de gases, que se acumulan en el interior de la cavidad abdominal
haciendo que se hinche como si fuera un globo (Fig. 4) (Goff, 2011). A veces, los líquidos
internos son expulsados al exterior por los orificios naturales o heridas debido a la presión
de los gases, los cuales también salen (Carter et al., 2007; Rivers & Dahlem, 2014). Estos
son ricos en amonio, sustancia atractiva para Calliphoridae, Sarcophagidae y Muscidae
(Rivers & Dahlem, 2014). En esta etapa, acuden también los depredadores como sílfidos,
estafilínidos e himenópteros (Byrd & Castner, 2010).
La actividad conjunta de las bacterias y las cresas (larvas de dípteros) en el interior
del cadáver hace aumentar la temperatura interna pudiendo alcanzar 50ºC (Goff, 2010),
concretamente el volumen de larvas en el interior del cuerpo es lo que hace aumentar la
temperatura. Es un factor a tener en cuenta ya que para calcular el IPM se usa el tiempo
de desarrollo de las especies, que varía con la temperatura (Gruner et al., 2017). El fin de
esta fase llega cuando la piel debilitada por los fluidos y la actividad de los organismos,
se rompe liberando el contenido al exterior. El resultado es el desinflado del cuerpo y la
entrada en el siguiente estado (Rivers & Dahlem, 2014).
Estado de putrefacción
Al quedar expuesto el interior del cadáver, en el ambiente se detecta un fuerte
hedor (Goff, 2010). Los tejidos se han necrosado, pero no están secos aún y se aprecia
una gran pérdida de masa corporal (Fig. 5). Desde el punto de vista entomológico, la
putrefacción o fase de consumo, es el auge de la colonización (Tomberlin et al., 2011;
Rivers & Dahlem, 2014). Las larvas de dípteros forman masas de agregados por todo el
cuerpo, que son las principales culpables de la gran pérdida de masa cadavérica. Como
es lógico, con tal cantidad de larvas disponibles, acuden muchos insectos depredadores
140
Boletín de la SAE nº 30 (2020): 133-146.
como sílfidos, estafilínidos e histéridos (Rivers & Dahlem, 2014) que, si ya habían
acudido en estados previos, ahora son más numerosos (Goff, 2010). También se pone en
marcha la fase de dispersión de las larvas de dípteros, que suelen haber acabado de
alimentarse y se alejan del cuerpo para pupar (Tomberlin et al., 2011). Hacia el final de
esta etapa las larvas de las moscas habrán dejado solo piel, hueso y cartílago (Goff, 2010).
Estado post-putrefacción
La mayoría de los tejidos del cuerpo han sido consumidos. No queda ningún resto
fresco y si lo hubiese, se secaría enseguida (Rivers & Dahlem, 2014) por eso otros autores
nombran este estado como seco (Payne, 1965) (Fig. 6). Los dípteros dejan de ser
predominantes y son reemplazados por los derméstidos, que hicieron acto de presencia al
final de la putrefacción y tanto larvas como adultos son predominantes en esta fase. Al
alimentarse de los restos secos, dejan los huesos totalmente limpios (Goff, 2010). Por eso
algunos museos usan, por ejemplo, a Dermestes maculatus De Geer, 1774, para limpiar
los huesos de los cadáveres de animales para luego exponer el esqueleto. Además de los
derméstidos, hay un aumento de insectos depredadores y avispas parásitas
(principalmente Braconidae y Pteromalidae) (Byrd & Castner, 2010; Goff, 2010).
3 4
5 6
Figura 3.- Estado fresco. Fuente: Goff, 2010. Figure 3.- Fresh stage. Source: Goff, 2010. Figura 4.-
Estado hinchado. Fuente: Goff, 2010. Figure 4.- Bloated stage. Source: Goff, 2010. Figura 5.- Estado
de putrefacción. Fuente: Goff, 2010. Figure 5.- Decay stage. Source: Goff, 2010. Figura 6.- Estado
post-putrefacción. Fuente: Goff, 2010. Figure 6-. Postdecay stage. Source: Goff, 2010.
141
Boletín de la SAE nº 30 (2020): 133-146.
Estado de esqueletización
La etapa anterior finaliza con el cadáver reducido a huesos y pelo, dando comienzo
a la etapa de esqueletización (Fig. 7) (Rivers & Dahlem, 2014). Al no haber materia de la
que poder alimentarse, no suelen observarse animales en este estado, aunque al inicio de
la esqueletización puede haber ácaros y colémbolos en la fauna del suelo bajo el cadáver,
que pueden usarse para estimar IPM (Goff, 2010). También al principio se pueden ver
pupas de moscas parasitadas por himenópteros, que puede ser útil para establecer el
periodo de actividad insectil. El final de la esqueletización es difícil de definir, dura hasta
que huesos y pelo se han desintegrado, cosa que puede llevar años (Rivers & Dahlem,
2014).
El principal factor que afecta a la descomposición es la temperatura. Cuando son
bajas se ralentiza debido a que disminuye la actividad bacteriana e insectil, cuando va
aumentando la temperatura, la velocidad de descomposición también lo hace. En climas
secos y de muy altas temperaturas, la actividad de los organismos también cesa (Goff,
2010). Si se impide el acceso de los insectos a un cuerpo no solo se retrasaría la
descomposición, sino que también dificultaría el establecimiento de una comunidad
(Pechal et al., 2014), lo que podría
afectar al mantenimiento de la
biodiversidad y a procesos ecológicos
tanto espacial como temporalmente
(Barton et al., 2013).
Debido a la cantidad de factores que
afectan a la descomposición y a la
variabilidad de la duración de cada
estado, no se ha considerado oportuno
poner la longitud temporal, aunque
Figura 7. Estado de esqueletización. Fuente: Goff, Early & Goff (1986) establecen la
2010. Figure 7. Skeletal stage. Source: Goff, 2010. duración de cada estado en su estudio.
DISCUSIÓN
La entomología forense sigue avanzando, demostrando que es una herramienta
fundamental en criminalística después de todo lo expuesto en el trabajo. Además de los
estudios clásicos de sucesiones que ya realizaban Mégnim en 1894 o Payne en 1965, se
seguirán haciendo avances en el conocimiento de los ciclos de vida de las especies
interesantes para la ciencia forense y se servirá, como ha empezado a hacer no hace
mucho, de otras ciencias como la genética o la biología molecular, usando el ADN como
base para identificar especies (Shayya et al., 2018) o incluso identificar ADN humano
(Tomberlin et al., 2011). También cobran importancia los trabajos sobre corología de
distintas especies de interés forense (Cabanillas, 2018), que ayudan a ampliar el
conocimiento del área geográfica en la que se encuentran, con el consiguiente uso para
estudios posteriores.
AGRADECIMIENTO
En primer lugar, nos gustaría agradecérselo a Domingo Infante, por los libros y
las revisiones a la hora de realizar este trabajo. A la profesora Mª Ángeles López por las
revisiones adicionales, a Inés Martínez, por la bibliografía aportada, a Javier Pérez por
las revisiones de la familia Silphidae y la bibliografía proporcionada y a los revisores y
editores de la SAE: Álvaro Pérez, José Manuel Barreda y Rafael Obregón.
BIBLIOGRAFÍA
ABOUZIED, E. M., 2014. Insect colonization and succession on rabbit carcasses in
Southwestern Mountains of the Kingdom of Saudi Arabia. Journal of Medical
Entomology, 51 (6): 1168-1174.
AMENDT, J., CAMPOBASSO, C.P., GAUDRY, E., REITER, C., LEBLANC, H.N. & HALL,
M.J.R., 2007. Best practice in forensic entomology-standars and guidelines.
International Journal of Legal Medicine, 121: 90-104.
AMENDT, J., KRETTEK, R. & ZEHNER, R., 2004. Forensic entomology.
Naturwissenschaften, 91: 51-65.
AMENDT, J., RICHARDS, C.S., CAMPOBASSO, C.P., ZEHNER, R. & HALL, M.J.R., 2011.
Forensic entomology: applications and limitations. Forensic Science, Medicine and
Pathology, 7: 379-392.
BARTON, S.P., CUNNINGHAM, S.A., LINDENMAYER, D.B. & MANNING, A.D., 2013. The
role of carrion in maintaining biodiversity and ecological processes in terrestrial
ecosystems. Oecologia, 171: 761-772.
144
Boletín de la SAE nº 30 (2020): 133-146.
BASS, B. & JEFFERSON, J., 2004. La Granja de Cadáveres. Alba Editorial, Barcelona. 340
pp.
BENECKE, M., 2001. A brief history of forensic entomology. Forensic Science
International, 120: 2-14.
BERENBAUM, M., 1995. Bugs in the System: Insects and their Impact on Human Affairs.
Helix Books, Berkeley, CA. 400 pp.
BEUTELSPACHER, C.R., 1988. Las Mariposas Entre los Antiguos Mexicanos. Fondo de
Cultura Económica, Avenida de la Universidad, México.
BONILLA, M., NAVARRETE, J.L. & ARI, J., 2016. Silphidae (Insecta: Coleoptera) de
Colombia: diversidad y distribución. Boletín de la Sociedad Entomológica Aragonesa,
58: 135-152.
BYGARSKI, K. & LEBLANC, H.N., 2013. Decomposition and Arthropod succession in
Whitehorse, Yukon Territory, Canada. Journal of Forensic Sciences, 58 (2): 413-418.
BYRD, J.H. & CASTNER, J.L., 2010. Insects of forensic importance. En BYRD, J.H. &
CASTNER, J.L. (Eds.). Forensic Entomology: the utility of arthropods in legal
investigations, (pp. 39-136). Second edition. CRC Press, New York.
CABANILLAS, D., 2018. Contribución al conocimiento de la Entomofauna sarcosaprófaga
(Insecta: Coleoptera, Diptera) de Tamajón (Guadalajara, España). Boletín de la
Sociedad Entomológica Aragonesa, 62: 273-277.
CAPÓ, M.A., PEINADO, M.V., MATEOS, J. & ANADÓN, Mª.J., 2004. Entomofauna
cadavérica establecida al aire libre. Medicina Balear, 19 (2): 29-38.
CARTER, D.O., YELLOWLEES, D. & TIBBETT, M., 2007. Cadaver decomposition in
terrestrial ecosystems. Naturwissenschaften, 94: 12-24.
EARLY, M. & GOFF, M.L., 1986. Arthropod succession patterns in exposed carrion on the
island of O’ahu, Hawaiian Islands, USA. Journal of Medical Entomology, 23 (5): 520-
531.
GOFF, M. L., 2002. El testimonio de las moscas. Cómo los insectos ayudan a resolver
crímenes. Alba Editorial, España. 267 pp.
GOFF, M.L., 2010. Early Postmortem Changes and Stages of Decomposition. En
AMENDT, J., GOFF, M.L., CAMPOBASSO, C.P. & GRASSBERGER, M. (Eds.). Current
Concepts in Forensic Entomology (pp. 1-24). Springer, Dordrecht.
GOFF, M.L., 2011. Forensic Entomology. En MOZAYANI, A. & NOZIGLIA, C. (eds.). The
Forensic Laboratory Handbook Procedures and Practice (pp. 447-478). Second
edition. Humana Press, New York.
GRUNER, S.V., SLONE, D.H., CAPINERA, J.L. & TURCO, M.P., 2017. Volume of larvae is
the most important single predictor of mass temperatures in the forensically important
145
Boletín de la SAE nº 30 (2020): 133-146.
ROMERO PALANCO, J. L., MUNGUÍA GIRÓN, F. & GAMERO LUCAS, J., 2006. Entomología
cadavérica en la provincia de Cádiz (S. De España). Ciencia Forense, 8: 83-106.
ROSS, H.H., 1961. A textbook of Entomology, Second edition. John Wiley & Sons Inc.,
New York. 519 pp.
SALAZAR-ORTEGA, J., 2008. Estudio de la Entomofauna sucesional asociada a la
descomposición de un cadáver de cerdo doméstico (Sus scrofa) en condiciones de
campo. Universitas Scientiarum, 13 (1): 21-32.
SALAZAR, M., COURI, M.S. & AGUIAR, V.M., 2018. Chronology of the intrapuparial
development of the blowfly Chrysomya albiceps (Diptera: Calliphoridae): application
in Forensic Entomology. Journal of Medical Entomology, 55 (4): 825-832.
SHAYYA, S., DEBRUYNE, R., NEL, A. & AZAR, D., 2018. Forensically relevant blow flies
in Lebanon survey and identification using molecular markers (Diptera:
Calliphoridae). Journal of Medical Entomology, 55 (5): 1113-1123.
SHIAO, S.F. & YEH, T.C., 2008. Larval Competition of Chrysomya megacephala and
Chrysomya rufifacies (Diptera: Calliphoridae): Behavior and Ecological Studies of
Two Blow Fly Species of Forensic Significance. Journal of Medical Entomology, 45
(4): 785-799.
SMITH, K.G.V., 1986. A Manual of Forensic Entomology. Cornell University Press,
Ithaca, New York. 205 pp.
THYSSEN, P. J., 2010. Keys for identification of immature insects. En AMENDT, J., GOFF,
M.L., CAMPOBASSO, C.P. & GRASSBERGER, M. (Eds.). Current Concepts in Forensic
Entomology, (pp. 25-42). Springer, Dordrecht.
TOMBERLIN, J.K., MOHR, R., BENBOW, M.E., TARONE, A.M. & VANLAERHOVEN, S.,
2011. A roadmap of bridging basic and applied research in forensic entomology.
Annual Review of Entomology, 56: 401-421.
VILLET, M. H., 2011. African Carrion Ecosystems and Their Insect Communities in
Relation to Forensic Entomology. Pest Technology, 5: 1–15.
VILLET, M. H., RICHARDS, C.S & MIDGLEY, J.M., 2010. Contemporary precision, bias and
accuracy of minimum post-mortem intervals estimated using development of carrion-
feeding insects. En AMENDT, J., GOFF, M.L., CAMPOBASSO, C.P. & GRASSBERGER, M.
(Eds.). Current Concepts in Forensic Entomology (pp. 109-137). Springer, Dordrecht.