Esquema Sermon de Las Siete Palabras
Esquema Sermon de Las Siete Palabras
Esquema Sermon de Las Siete Palabras
VIERNES SANTO
Nota: Es importante de acuerdo a las circunstancias que para las personas que van a
predicar se les asigne un lugar adecuado. A continuación se propone el siguiente
guion.
1. Canto penitencial
2. Monición inicial
3. Oración preparatoria u oración al Espíritu Santo
Esquema básico para todas las siete palabras.
4. SE ENUNCIA LA PALABRA (Puede ir acompañada de un video cilp)
5. Reflexión
6. Canto
Al final se procede a desclavar al Señor de la cruz, ponerlo en el sepulcro y
trasladarlo a la ermita.
MONICIÓN INICIAL
Nos reunimos hermanos como hijos de un mismo Padre, para meditar el sufrimiento
que padeció Cristo en la cruz, un sufrimiento que se realizó por causa nuestra, por la
salvación de todas las almas. En esta noche meditaremos cada una de las últimas
palabras con las cuales Cristo cumple la misión del Padre.
ORACIÓN PREPARATORIA
Oh Rey de los corazones, meditaré sobre tus siete palabras en la Cruz. Las dirigiste
a todos, las dijiste también a mí. Permite que penetren profundamente en lo más
íntimo de mi corazón y yo pueda comprender todo su sentido. Que no se queden en
el olvido, sino que vivan y tengan fuerza en mi vida. Pronúncialas tú mismo para mí
y que yo escuche el eco de tu voz
Concédeme ahora recibir con un corazón dócil tus últimas palabras en la cruz.
Ven espíritu santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu
amor, envía señor tu espíritu y se renovará la faz de la tierra. Oh Dios que
aleccionaste los corazones de tus fieles con la ciencia de tu espíritu Santo, has que
guiados por este mismo espíritu saboreemos las dulzuras del bien y gocemos
siempre de sus divinos consuelos. Por Cristo nuestro Señor. Amén
PRIMERA PALABRA
Padre: escucha amoroso la voz del Salvador que pide perdón por nuestros
desvaríos, que sabe que tu amor nunca falla y que tu gracia no nos abandona, que
siente el rumor de tus palabras de esperanza porque sabe que de tu mano
bondadosa vendrá sobre el mundo la alegría del perdón y la bondad infinita de la
paz que inunda el alma de quien, arrepentido, te busca con sincero corazón.
APRENDER A PERDONAR.
En nuestro tiempo hay un enemigo que hace mucho daño. Se trata de la ignorancia.
No basta con tener títulos, ellos pueden servir de certificado pero no de garantía del
verdadero saber. Hay una ignorancia que abunda en los ilustrados, doctos, peritos;
hay una ignorancia que está presente en toda clase de personas. Está presente en
Santo Triduo Pascual
Seminario Conciliar María Inmaculada
DIMENSIÓN PASTORAL
Garzón - Huila
Actos de piedad celebración Semana Santa 2018
SERMÓN DE LAS SIETE PALABRAS
aquellos que tienen acceso a la educación como en los que carecen de ella. Una
ignorancia que en muchos casos esta disfrazada de conocimiento y trae
consecuencias funestas.
Esta ignorancia consiste en no medir la consecuencia de nuestros actos. Esta
ignorancia abundaba en la mayoría de las gentes que rodeaban el calvario la tarde
del viernes santo. Nuestro Señor el jueves santo nos da un nuevo mandamiento: el
amor (Jn 14,34), para que ilustremos no solo la mente sino también el corazón. El
no medir las consecuencias de los actos, llevó al rey Herodes a mandar matar a Juan
el Bautista, (Jn 14, 1-12); a Judas a traicionar al Maestro, (Jn18, 1-11; Mt 26,14-
16); a Pedro a negarlo, (Jn 18, 25-27); a Pilatos a lavarse las manos y a entregarlo
para que lo condenarán (Mt 27,24-26).
Pero en nuestro tiempo el no medir las consecuencias de nuestros actos hace que
cada día la violencia intrafamiliar abunde más…hay una ignorancia que concibe una
antropología encerrada en sí misma, que niega la verdad sobre el hombre como ser
integral; lo divide en partes ocupándose de unas necesidades que no son prioritarias
y descuidando su compuesto de cuerpo y alma, olvidando que Jesús vino a salvar al
hombre integralmente, cuerpo y alma. De ahí la necesidad de tomar conciencia de
nuestros actos y hacer un stop contra los atentados dirigidos a la salud.
El no medir las consecuencias de los actos lleva a destruir el propio cuerpo aunque
se piense que se está actuado a favor de él, no más pensemos cuántas personas han
sido víctimas de una liposucción, cuántos deportistas con sobredosis de
escopolamina han arruinado su profesión y su vida, cuántas jóvenes y padres
víctimas del alcohol, la droga y de toda clase de fármacos letales han destruido su
cuerpo y han perdido la salud. La salud es como el amor de un ser querido, a veces
queremos valorarlo cuando ya se ha ido.
El no medir las consecuencias de los actos crea hogares infelices, donde abunda el
egoísmo y el odio; el no medir las consecuencias de los actos crea padres y madres
sin la debida preparación; el no medir las consecuencias de los actos hace que el
hombre se destruya a sí mismo y atente contra su hermano; el no medir las
consecuencias de los actos hace que un padre se gaste el dinero que le corresponde a
sus hijos, destruya un hogar y acabe con su salud por medio del licor. Por no medir
las consecuencias el hombre se ensaña contra el mismo Dios.
Algún pensador decía que nuestros enemigos no son los que me odian a mí, sino los
que yo odio, y es una gran verdad. El que odia pierde en primer lugar su propia paz,
la de su agresor y de cuantos están a su lado
Toda la vida de Nuestro Señor fue un continuo ejemplo de perdón, no sólo curo a
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tantas personas de sus enfermedades, sino, que les perdonó sus pecados y esto fue
una de las cosas que más ofendía a sus enemigos. Perdonar es un don de Dios y solo
nos abriremos a él cuanto descubramos el valor de la paz y del amor verdadero.
Abrámonos al perdón para que experimentemos el amor y así podamos dar a amor a
nuestros hermanos.
Canto
SEGUNDA PALABRA
“Uno de los malhechores colgados, le insultaba: ¿No eres tú el Cristo? Pues ¡Sálvate
a ti mismo y a nosotros! Pero el otro le respondió diciendo: ¿es que no temes a Dios,
tú que sufres la misma condena? Y decía: JESÚS, ACUÉRDATE DE MÍ
CUANDO VENGAS CON TU REINO. JESÚS LE DIJO: YO TE ASEGURO:
HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO”.
Señor del Calvario: Mira a tu pueblo, mira esta patria colombiana sumida en
desastrosas honduras de pecado, mira en cada corazón la amargura de la
violencia, el dolor de las afrentas que vivimos día a día y danos la paz, la que halló
un salteador de caminos que en la última curva de la vida se ha encontrado en un
madero al único que puede cerrar los ojos ante su pecado para estrecharlo en el
abrazo del perdón en la puerta del Paraíso.
Decidirse por lo nuestro
Dios nos ha amado desde siempre, los profetas nos dicen que desde antes de nacer
(Jr 1,4-12). Con amor eterno te he amado. Sabemos que el único que puede
hacernos felices es Dios. Dios creo un universo maravilloso, preparo todo para
nosotros y luego nos crea con por y para el amor. La experiencia más grande que
puede tener el ser humano es sentirse amado por Dios, esta experiencia, supera el
amor de una madre en toda su grandeza y dedicación. Pero también la experiencia
más trágica que puede experimentar el ser humano es sentirse lejos del amor de
Dios, cuando ha roto esta unión por medio del pecado.
Aquél ladrón aunque se sentía solo, se dejó iluminar por la luz de Cristo y pudo
descubrir que aquel reino que por el momento pensaba haber perdido, era para él.
Con razón afirmaba San Agustín: “Nos hiciste para ti Señor y nuestro corazón está
inquieto hasta que descanse en ti”. Dios nos ha dado la inteligencia para que
descubramos a nuestro alrededor un paraíso sin igual, salido de la mano de Dios,
ideado por su sabiduría. Lamentablemente la sociedad de consumo impide que
descubramos lo esencial y nos pone cargas efímeras tras las cuales podemos estar
caminando sin darnos cuenta.
No nos dejemos arrebatar el reino del amor, de la verdad y la justicia, no nos
dejemos arrebatar la armonía familiar, el dialogo, los valores, los principios del
Evangelio; no nos dejemos arrebatar la salud, no la cambiemos por drogas, por la
diversión mal orientada. No cambiemos la paz espiritual por el pecado, no
cambiemos el mensaje de la Palabra de Dios por el horóscopo
Por favor padres, niños jóvenes y adultos, no nos dejemos arrebatar el Reino de
Dios. San Pablo nos dice: “fuimos comprados a precio de sangre” ( ). El paraíso
que Jesús le prometió y le dio al ladrón está dentro de nosotros porque tenemos la
posibilidad de encontrarnos en dialogo con Cristo. El paraíso no es otra cosa que
estar con Cristo, estar en Cristo. Esto lo entendieron muy bien los discípulos, “los
llamó para que estuvieran con él” (Jn 1,39). Aunque en el momento de la
crucifixión se alejaron un poco, en su corazón abrigaban la esperanza de volverse a
encontrar con él.
No podemos seguir siendo coleccionistas de pecados, errores, resentimientos y
toda clase de maldad. San Pablo nos dice que hay que evangelizar a tiempo y a
destiempo, esto lo cumplió muy bien Nuestro Señor, en todo momento supo
escuchar y socorrer al más necesitado. Toda su vida fue y sigue siendo evangelio
vivo. Cristo no deja de evangelizar, en primer lugar escuchando tierno y paciente a
los que vociferaban contra él, entre ellos uno de los ladrones a quien el dolor lo ha
sumido en lo más vil de la desconfianza, por otro lado aceptando sin ningún
reproche la oración de este convertido del calvario. “acuérdate de mí cuando
llegues a tu reino”.
Esta debe ser nuestra oración diaria, pero no esperemos estar como el ladrón con las
manos y los pies atados y el alma angustiada, ¡No! Invitémoslo a nuestros planes y
proyectos personales y no hagamos más parte de los enemigos de Jesús, él tuvo
muchos enemigos, pero de todos fue el mejor amigo. Es el momento para hacer
presente el Reino de Jesús en nuestra vida, aprovechemos cada segundo para
descubrirlo, así como nos dice San Agustín: “Teme a Dios que pasa porque quien
sabe si volverá a pasar con las mismas gracias.
Hoy Jesús nos hace la invitación a vivir su propuesta de amor libre y verdadero. Lo
tomas o lo dejas.
CANTO
Santo Triduo Pascual
Seminario Conciliar María Inmaculada
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SERMÓN DE LAS SIETE PALABRAS
TERCERA PALABRA
Madre, mira a tus hijos, engendrados hoy junto a la Cruz y, por tu dolor lleno de
esperanza, haznos descubrir la luz de la Pascua y concédenos amar a Dios, nuestro
Padre, con la ternura y humilde sumisión con la que tu cumpliste tu misión de
madre y maestra de la humanidad.
NO TE OLVIDES DE TU FAMILIA.
Sin duda uno de los primeros momentos que nunca olvidaremos son los vividos al
lado de nuestros padres y hermanos. Recuerdo cuando era niño que nos reuníamos
en torno a la luz de una velita para rezar el santo rosario a la Virgencita María,
esta devoción me llenaba de gran alegría porque nos permitía estar unidos y no
sentir miedo cuando mi padre contaba alguna historia escalofriante, pero nunca
tenía miedo porque siempre le escuche decir que el santo rosario era el seguro de
la puerta.
Jesús tuvo una familia al igual que nosotros, es más su familia es el modelo de
familia por antonomasia. El evangelio nos dice que el niño Jesús iba creciendo en
sabiduría y en gracia. Preguntémonos: ¿tus hijos, hermanos, sobrinos, papá, mamá
tus amigos y tú estamos creciendo en gracia? O sólo nos contentamos física e
intelectualmente, pero nos desentendemos de las cosas del espíritu. Es el momento
de volver la mirada a los hogares y descubrir que el mismo Dios haya querido el
calor de un hogar, la compañía de amigos, por los cuales lloró en los momentos
más difíciles como en el caso de Lázaro (Jn 11, 33-44). También tuvo el amor de
una Madre verdadera, con quien permaneció para siempre unido desde el momento
santo de la Encarnación.
Amemos nuestras familias. La fidelidad familiar no es solamente para los esposos
entre sí. Hay mucha infidelidad entre hermanos, entre hijos y padres. La fidelidad
familiar es mantener viva la llama del amor y fomentar lazos de comunicación entre
los miembros de un mismo hogar.
Casi siempre las madres son el prototipo del amor sincero y constante. Junto a la
Cruz María aparece como la mujer fiel, confirmando su maternidad divina e
inaugurando por querer de Cristo la maternidad sobre todos los hombres. María
está presente en el momento más grande de la historia, como Madre y como
víctima.
No ahorremos esfuerzo por rescatar de nuevo los valores de la familia, es allí
donde debemos hacer nuestra primera misión; es la misión más urgente.
Personalmente digo que es la más difícil, pero no importa no es necesario decir
muchas palabras, basta con nuestro testimonio, pero tengámoslas en cuenta. “Si
alguno no mira por los suyos, sobre todo por los de su casa, ha negado la fe y es
peor que un infiel” (1Tm 5,8). Un hogar puede ser un recinto de paz y amor, pero
desafortunadamente con los malos tratos y la falta de diálogo y comprensión allí
nace la violencia.
Propiciemos la nueva familia, allí donde nos encontremos. Que la oficina o el taller
o la empresa, el salón de clase. De esta manera el trabajo se convierte en
desempeño alegre de una misión y un servicio a la comunidad. Los caminos de Dios
unen, que todos los que habitamos bajo un mismo techo aunque no seamos papá y
mamá favorezcamos un ambiente familiar. Se necesita el afecto familiar en todas
partes, en la cárcel, hospitales y en todos los lugares donde el amor está ausente.
No nos de miedo volver a mirar a María. Hoy como la tarde del viernes santo
María y Juan quieren estar a nuestro lado en el momento del dolor. Juan y maría
están fortaleciendo tantas familias que sufren, Juan desafiando los temores. María
afrontando con la valentía que le otorga la fe. Invoquemos a la Virgencita dolorosa
para que su corazón traspasado vierta sobre nosotros sentimientos de amor y
valentía. Que seamos capaces de perseverar junto a los nuestros en todo momento
dándoles fuerza y permaneciendo fieles a la palabra dada.
CANTO
CUARTA PALABRA
“Desde la hora sexta se extendieron las tinieblas sobre la tierra hasta la hora de nona.
Hacia la hora de nona exclamó Jesús con voz fuerte, diciendo: « ¡Eloí, Eloí, lama
sabactaní! » Que quiere decir: DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS
ABANDONADO?
“Sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura,
dijo: TENGO SED”.
Oh Señor, Víctima santa, que tú sed nos recuerde que eres la fuente viva de todas
las alegrías, y que este mundo agobiado por el dolor y la violencia, encuentre en ti
la fuente de la esperanza. Déjanos renovar la confianza en tu misericordia, y no
olvides que en ti, fuente viva de aguas puras, está la alegría del mundo, la
esperanza del que sufre, la paz de nuestra Patria, la consolación de todos los
dolores y la fuente misma de la renovación de los corazones que, vueltos a ti
claman en su aflicción.
UNIDOS LO LOGRAREMOS
Nuestro Señor Jesucristo que “paso por el mundo haciendo el bien, curando toda
enfermedad y toda dolencia” (Mt 4,23). No fue indiferente ante ningún dolor o
necesidad del ser humano. Un día subió a la montaña como acostumbraba hacerlo
para orar, pero otra vez subió y desde allí predico el sermón de las
bienaventuranzas que argumento con su coherencia de vida.
Ahora desde lo alto de la cruz experimenta la sed causada por la pérdida de sangre y
el tormento que le causaban los esbirros. Nuestro Señor manifiesta una sed que
supera el plano físico. El sigue teniendo sed de nosotros. Jesucristo en el diálogo con
la mujer Samaritana se manifiesta como el agua viva que salta hasta la vida eterna
(Jn 4,8). Y se da como esa agua.
Jesús sigue teniendo sed de nosotros. Puede parecernos una injusticia que en vez de
agua le hayan dado vinagre, y es verdad, es injusticia que tal vez tú y yo cometemos
en la persona de nuestros hermanos, desde el más miserable, hasta el que tiene más
oportunidades. Y tal vez le negamos lo que le corresponde. Que fácil olvidamos las
enseñanzas del Maestro cuando dijo: “si vosotros siendo malos sabéis dar cosas
buenas a vuestros hijos, cuánto más vuestro Padre Celestial que está en los cielos”
(Mt 7,11).
Jesús sigue teniendo sed y a mí y a ti calmarla, no podemos contentarnos con dar
sólo cosas, a veces resulta fácil dar cosas. Resulta más fácil comprar una bala para
matar una persona, con el pretexto de que es un “desechable” o subversivo, más
fácil gastar en la guerra que en formar personas en ciencia y en conciencia. Puede
resultar fácil dar una moneda a un mendigo o un libra de arroz… para que se
marche rápido. Cuánto nos cuesta dialogar para conocer más y mejor a las
persona. Que fácil olvidamos el dialogo de Jesús con la Samarita, dialogo que
SEXTA PALABRA
“Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja
empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Cuando tomó Jesús el vinagre,
dijo: TODO ESTÁ CUMPLIDO. E inclinando la cabeza entregó el espíritu”.
redención de la humanidad. Tú, Señor, has hecho tu parte, tu cuerpo exánime sobre
el madero es ahora la señal de la vida y de la paz.
madre, niño y joven! “muy bien, sirvo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco; te
constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu Señor” (Mt 25, 21). Qué no
escuchemos de Jesús en el último día: “No os conozco, apartaos de mí…”.
Finalmente recordemos las palabras del Papa Juan Pablo II: “tratad a todos bien,
tratad de tal manera que Dios muy complacido os tenga que decir: ¡Qué bien!”
NCANTO.
SÉPTIMA PALABRA
“Era ya cerca de la hora sexta cuando al eclipsarse el sol, hubo oscuridad hasta la
hora nona sobre toda la tierra. El velo del santuario se rasgó por medio y Jesús,
dando un fuerte grito, dijo: PADRE, EN TU MANOS ENCOMIENDO MI
ESPÍRITU y, dicho esto, expiró”.
En tu silencio de Cruz doliente están retratados los rostros de Colombia. Los de los
desplazados, los de los rechazados, las víctimas de los secuestros, los torturados,
los perseguidos, el vacío de los desaparecidos que claman justicia al cielo.
Oh, Señor, que tu sangre gloriosa lave tanta sangre inocente derramada sin piedad
y que la paz de tu muerte nos haga vislumbrar detrás de la Cruz Gloriosa, el sol
radiante de la Pascua que esperamos. Amén.
Desde siempre en Dios
Son conocidas por la gran mayoría las virtudes teologales que la Iglesia nos
presenta (fe esperanza y caridad), virtudes que en algunos pueden estar como un
mero dato intelectual, en otros se convierte en un aliciente que da fuerza a sus
vidas. La séptima palabra de Jesús en la Cruz nos lleva a dar una mirada a la
esperanza.
Nos narra el Evangelio que el Niño Jesús crecía en sabiduría y en gracia delante de
Dios y de los hombres. Toda su vida estuvo orientada a cumplir la voluntad de su
Padre, su íntima unión con el Padre se manifestó en los momentos y decisiones más
trascendentes; antes de elegir a sus discípulos estuvo en profunda oración al Padre
celestial (Lc 6, 12-19).
Que alegría debemos experimentar al saber que tú y yo somos fruto de esa oración
de Jesús; y a esa oración agreguémosle el precio de su preciosa sangre derramada
sin reservarse nada para sí. Cuándo Nuestro Señor resucitó a Lázaro, hizo una
oración llena de humildad y confianza filial en el Padre, es una oración libre de
toda prepotencia o exigencia “Padre, te doy gracias porque me has escuchado;
yo sé que siempre me escuchas” (Jn 11, 41). En la oración del Padre Nuestro
revela la confianza que debemos tener en su Padre.
Hermanos, Nuestro Señor Jesucristo no esperó estar suspendido del madero de la
cruz para encomendarse al Padre; él hizo de su vida una continua ofrenda en la
confianza y el abandono, confío a la manera de su padre, tú y yo debemos confiar a
la manera de Dios , no según nuestro parecer. Hermanos, el libro de los proverbios
nos dice: “Encomienda al Señor tus afanes y el cumplirá los deseos de tu corazón”
(Pro 16,3; San Pablo agrega: “Yo sé en quien he puesto mi confianza”. Hermanos
no esperemos el último momento de nuestra vida para encomendarnos al Padre.
“Sí vivimos, para el Señor vivimos; si morimos, morimos para el Señor; sea que
vivamos, sea que muramos, somos del Señor” (Rm 14,8). Para mí la vida es Cristo
y la muerte una ganancia” (Fil 1,21). Qué bueno sería que en este tiempo los
padres de familia siguieran el ejemplo de María y de José que desde la más tierna
edad presentaron a Jesús al Padre. Qué bueno que antes de engendrarlos, los
concibieran en la mente y en el corazón. Qué bueno que desde el vientre materno
fueran ofrecidos a Dios.
Que agradable sería que los jóvenes vivieran con responsabilidad su juventud y su
vida. “En los días de tu juventud acuérdate de tu hacedor; antes de que vengan
los días malos” (Ecles 12,1). Qué bueno que todos los profesionales de las
diferentes áreas del saber se esforzarán por dar lo mejor sí sin buscar sus propios
intereses, sino buscando dar gloria a Dios y servir a sus hermanos.
Hermanos, que al final de nuestros días podamos decir: Señor en tus manos
encomiendo mi espíritu, esto sólo lo podremos repetir en ese momento definitivo si
antes lo hemos repetido muchas veces con la propia vida. Esforcémonos por
ofrecernos a Dios “como hostia viva, santa, grata a Dios”. En todo lo que hagamos
busquemos la voluntad de Dios “buena grata, perfecta” (Rm12, 1-2)
Es hora de decir: Señor en tus manos encomiendo mi vida, mi hogar, mis temores,
mi vocación, mis planes, mis proyectos, mis deficiencias, pero también mis
cualidades y mis valores para que con tu gracia los ponga al servicio de mis
hermanos. Aquí estoy Señor y quiero dejar de ser yo, para llegar a ser lo que
quieres tú. Hermanos el señor nos tiene a ti y a mí para grandes cosas, con el
apóstol Pablo te digo: “Tengo la confianza de que aquel que comenzó en ti esa
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Actos de piedad celebración Semana Santa 2018
SERMÓN DE LAS SIETE PALABRAS
buena obra, la llevará a feliz término” (Rm 1,6). Toma nuestra vida Señor con lo
que somos y lo que tenemos.
ORACIÓN
Pedí a Dios fortaleza para poder triunfar; fui hecho débil, para que aprenda
humildemente a obedecer.
Pedí salud para poder hacer grandes cosas; me fue dada flaqueza, para que
pueda hacer mejor las cosas.
Pedí riqueza para poder ser feliz; se me dio pobreza, para que pueda ser sabio.
Pedí poder, para ser el orgullo de los hombres; se me dio debilidad, para que
pueda sentir la necesidad de Dios.
Pedí todas las cosas para poder disfrutar la vida; se me concedió vida, para que
pueda disfrutar todas las cosas.
No se me dio nada de lo que pedí, pero se me dio todo o que deseaba y mucho
más, incluso a pesar de mí.