Franz Liszt

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Franz Liszt

Nació en Raiding, actual Hungría, 1811, y murió en Bayreuth, Alemania, 1886. Fue un compositor y
pianista húngaro. Su vida constituye una de las novelas más apasionantes de la historia de la
música. Virtuoso sin par, durante toda su trayectoria vital, y sobre todo durante su juventud, se
rodeó de una aureola de artista genial, violentamente escindido entre el arrebato místico y el
éxtasis demoníaco.

Paradigma del artista romántico, fue un niño prodigio que llegó a provocar el entusiasmo del
mismo Beethoven, músico poco dado por naturaleza al elogio. Alumno en Viena de Carl Czerny y
Antonio Salieri, sus recitales causaron sensación y motivaron que se trasladara con su padre a
París, donde en 1825 dio a conocer la única ópera de su catálogo, Don Sanche, ou Le Château
d'amour, fríamente acogida por un público que veía en el pequeño más un prodigioso pianista que
un compositor. En la capital gala conoció a dos de los músicos que habían de ejercer mayor
influencia en su formación: el compositor Hector Berlioz con su Sinfonía fantástica y, en mayor
medida aún, el violinista Niccolò Paganini. La audición de un recital de este último en 1831
constituyó una revelación que incidió de modo decisivo en la forma de tocar del joven virtuoso:
desde aquel momento, el objetivo de Liszt fue lograr al piano los asombrosos efectos que Paganini
conseguía extraer de su violín. Y lo consiguió, en especial en sus Estudios de ejecución
trascendente. Ídolo de los salones parisinos, del año 1834 data su relación con Marie d'Agoult,
condesa de Flavigny, de la cual nació su hija Cosima, futura esposa del director de orquesta Hans
von Bülow primero, y de Richard Wagner después. Su carrera musical, mientras tanto, proseguía
imparable, y en 1848 obtuvo el puesto de maestro de capilla de Weimar, ciudad que convirtió en
un foco de difusión de la música más avanzada de su tiempo, en especial la de Wagner, de quien
estrenó Lohengrin, y la de Berlioz, del que representó Benvenuto Cellini. Si hasta entonces su
producción se había circunscrito casi exclusivamente al terreno pianístico, los años que vivió en
Weimar marcaron el inicio de su dedicación a la composición de grandes obras para orquesta,
entre las que sobresalen las sinfonías Fausto y Dante, sus más célebres poemas sinfónicos (Tasso,
Los preludios, Mazeppa, Orfeo) y las versiones definitivas de sus dos conciertos para piano y
orquesta. Fue la época más prolífica en cuanto a nuevas obras, favorecida por el hecho de que el
músico decidió abandonar su carrera como virtuoso para centrarse en la creación y la dirección.

Por otra parte, entre 1839 y 1847 realizó giras por Europa y consiguió una fama sin precedentes.
Ese mismo año conoció a la princesa rusa Caroline Sayn-Wittgenstein, que permaneció a su lado
hasta su muerte.

Sin embargo, diversos conflictos e intrigas con las autoridades de la corte y el público lo indujeron
a dimitir de su cargo en 1858. Se iniciaba así la última etapa de su vida, dominada por un profundo
sentimiento religioso que le llevó a recibir en 1865 las órdenes menores y a escribir una serie de
composiciones sacras entre las que brillan con luz propia los oratorios La leyenda de santa Isabel
de Hungría y Christus, aunque no por ello el abate Liszt -como empezó a ser conocido desde aquel
momento- perdió su afición a los placeres terrenales. Su aportación a la historia de la música
puede resumirse en dos aspectos fundamentales: por un lado, amplió los recursos técnicos de la
escritura y la interpretación pianísticas, y por otro dio un impulso concluyente a la música de
programa, aquella que nace inspirada por un motivo extramusical, sea éste literario o pictórico.
Padre del poema sinfónico, su influencia en este campo fue decisiva en la obra de músicos
posteriores como Bedrich Smetana, Camille Saint-Saëns, César Franck o Richard Strauss. No menos
interés tiene la novedad de su lenguaje armónico, en cuyo cromatismo audaz se anticipan algunas
de las características de la música de su amigo y más adelante yerno Richard Wagner e, incluso, de
los integrantes de la Segunda Escuela de Viena. Todas estas características hacen de Liszt un
músico revolucionario. Sus composiciones y obras más celebres fueron:

*Composiciones: La Campanella, Liebesträume, Rapsodias húngaras...

*Obras: Sinfonía Dante, Hamlet, Mazeppa.

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