Manifiesto A Favor Del Ritmo - Poética de Henri Meschonnic
Manifiesto A Favor Del Ritmo - Poética de Henri Meschonnic
Manifiesto A Favor Del Ritmo - Poética de Henri Meschonnic
Hoy en día necesito, para ser un sujeto, para vivir como un sujeto, hacer un
lugar para el poema. Un lugar. Eso que veo a mi alrededor y que la mayoría
denomina poesía tiende extraña, insoportablemente, a retacearle un lugar, su
lugar, a lo que yo llamo un poema.
En la poesía a la francesa, y por razones que no son ajenas al mito del genio en
lengua francesa, se institucionalizó un culto rendido a la poesía que produce
una ausencia programada del poema.
Siempre ha habido modas. Pero esta moda ejerce una presión, la de varios
academicismos acumulados. Presión atmosférica: el aire del tiempo.
Contra este sofocamiento del poema por la poesía hay una necesidad de
manifestar el poema, una necesidad que experimentan periódicamente
algunos, de hacer salir una palabra sofocada por el poder de los conformismos
literarios que no hacen más que estetizar los esquemas de pensamiento, que
son esquemas de la sociedad.
Una idolatría de la poesía produce fetiches sin voz que se dan y se toman
como poesía. Contra todas estas poetizaciones, digo que sólo existe el poema
si una forma de vida transforma una forma de lenguaje y si recíprocamente
una forma de lenguaje transforma una forma de vida.
***
El poema es eso que nos enseña a no servirnos más del lenguaje. Solo nos
enseña que, contrariamente a las apariencias y las costumbres del
pensamiento, no nos servimos del lenguaje.
Pero el poema hace de nosotros una forma de sujeto específico. Nos hace un
sujeto diferente del que seríamos sin él. Esto ocurre por el lenguaje. Es en este
sentido que nos enseña que no nos servimos del lenguaje pero devenimos
lenguaje. No se puede contentar en decir, sino como una condición previa
aunque vaga, que somos lenguaje. Es más preciso decir que devenimos
lenguaje. Más o menos. Es cuestión de sentido, de sentido de lenguaje.
Pero sólo el poema que es poema nos lo enseña. No es eso que parece poesía.
Todo hecho por adelantado. El poema de la poesía. No encuentra otra cosa
que nuestra cultura. También variable. Y en la medida que nos burla,
haciéndose pasar por un poema, es una alimaña. Puesto que enfrenta a la vez
nuestra relación con nosotros como sujetos y la relación de nosotros mismos
en tren de devenir lenguaje. Las dos son inseparables. Este producto tiende a
hacer y rehacer de nosotros un producto en lugar de una actividad.
Por esto, la celebración, algo que ha sido tan habitual en la poesía, es enemiga
del poema. Porque celebrar es nombrar. Designar. Desgranar sustancias según
el rosario del sagrado asidero de la poesía. Al mismo tiempo que aceptar. No
sólo aceptar el mundo tal como es, el innoble “yo no tengo más que bien para
decir”, de Saint-John Perse, pero aceptar todas las nociones de la lengua a
través de aquéllos que ha representado. La atadura impensada entre el genio
del lugar y el genio de la lengua.
Un poema no celebra, transforma. Así tomo eso que dijo Mallarmé: “La
Poesía es la expresión, por el lenguaje humano devuelto a su ritmo esencial, el
sentido misterioso de los aspectos de la existencia: ella dota así de
autenticidad a nuestra estadía y constituye la sola labor espiritual”. Aquí es
donde algunos creen que esto está pasado de moda.
***
Un poema es un acto del lenguaje que no tiene lugar más que una vez y que
recomienza sin cesar. Porque hace al sujeto. No cesa de hacer sujeto. De
ustedes. Porque el poema es una actividad, no un producto.
***
No, las palabras no fueron hechas para designar las cosas. Están ahí para
situarnos con las cosas. Si se las ve como designaciones, uno demuestra que
tiene la idea más pobre del lenguaje. La más común también. Es el combate,
desde siempre, del poema contra el signo. David contra Goliat. Goliat, el
signo.
Es –y sí, así es- contra aquello que falta del poema, aún del poema, siempre
del poema. El ritmo, todavía el ritmo, siempre el ritmo. Contra la
semiotización generalizada de la sociedad. ¿En qué han creído algunos poetas,
o lo hicieron creer, al escapar por lo lúdico? El amor de la poesía, en lugar del
poema. Cavando su propia fosa con sus rimas. Miseria poética más que
tiempos de miseria.
***
Resta solamente: es pintura o no lo es. Como ya dijo Baudelaire. Es un poema
o no lo es. Así parece. Parecerse a la poesía. Puesto que hay un poema del
pensamiento o entonces no hay más que símiles. Mantener el orden.
Fuera del poema abundan no importa qué pretensiones, esos montajes que
continúan repitiendo el contrasentido tan extendido sobre la frase de Rimbaud:
“Es necesario ser absolutamente moderno”. Decididamente, nada más actual
que el “yo replicaré ante la agresión que los contemporáneos no saben leer”,
de Mallarmé. Aún el imbécil del presente que habla en este contrasentido. Lo
mismo quien es imbécil del lenguaje.
Un poema se hace con ese verso al cual uno va, que no se conoce y del cual
uno no se retira y que es vital reconocer.
No al ver tomado como escuchar. Los poetas han creído que hablaban de la
poesía poniendo todo sobre la mirada, el ver. Falta del sentido de lenguaje.
Las revoluciones de la mirada son efectos, no causas. Una manera de hablar
que enmascara su propio impensado. La oposición fuerte pasa entre el
pensamiento por ideas recibidas y pensar su voz, tener la voz en el
pensamiento.
No a la separación entre afecto y concepto, ese cliché del signo que no hace
sólo el símil poema sino también el símil-pensamiento.
***
No a la poesía como intención del poema, puesto que de inmediato es una
intención. De poseía. Que no puede dar más que literatura. Así como la poesía
de poesía es poco poesía, el sujeto filosófico no es sujeto del poema.
Fuentes:
https://circulodepoesia.com/2020/03/manifiesto-a-favor-del-ritmo-poetica-de-henri-meschonnic/
http://lobosuelto.com/manifiesto-a-favor-del-ritmo/