Macartismo y Terror Estalinista
Macartismo y Terror Estalinista
Macartismo y Terror Estalinista
Durante la Guerra Fría se utilizó el miedo al enemigo externo como pretexto para combatir a
los enemigos internos, ya fueran reales o imaginarios. Tal y como indica Fontana, la guerra
fría fue utilizada como instrumento de control social y para el mantenimiento del orden social
de cada bando.
En Estados Unidos el comunismo se convirtió en el enemigo por excelencia, percibido como
una amenaza inminente. El ambiente de temor y sospecha dio lugar al llamado macartismo,
por el nombre del senador republicano Joseph MacCarthy, que se convirtió en el punto
culminante del Temor Rojo (The Red Scare). Entre 1950 hasta 1954, a partir de casos reales
de espionaje (el diplomático Alger Hiss y el matrimonio Rosenberg) se creó un clima de
paranoia y miedo a la infiltración comunista en el gobierno estadounidense, dando lugar a una
verdadera persecución judicial contra los sospechosos de militancia comunista.
En un principio, el objetivo era encontrar a los supuestos agentes comunistas infiltrados en los
organismos oficiales, pero más tarde se extiende a todo aquello que se considerase
subversivo, tanto a nivel político, sindical, cultural e incluso sexual (homosexualidad). Las
características propias del macartismo eran la intolerancia, la xenofobia, la obsesión por la
subversión interior, la delación, la represión y la restricción de las libertades. La consecuencia
inmediata fue la restricción de la libertad de expresión y la limitación de los derechos civiles.
En este contexto de paranoia anticomunista fueron condenados y ejecutados el matrimonio de
los Rosenberg, acusados de haber filtrado secretos nucleares a los soviéticos.
En definitiva, la persecución del enemigo interior contribuyó a debilitar las organizaciones de
izquierda, al movimiento de derechos civiles, además de otros aspectos como el de la
persecución de representantes de Hollywood.
Especial interés tiene el cine de Hollywood de temática extraterrestre, surgida en esos años,
en los que se hace un paralelismo implícito entre extraterrestres y comunistas. Los marcianos
se infiltran al igual que los comunistas. Este infiltrado está entre nosotros para irnos
devorando desde adentro. El afuera es siempre el lugar de donde procede el invasor. La
película más representativa es la Guerra de los mundos (1953) de Byron Haskin. La otra gran
película del macartismo es La invasión de los ladrones de cuerpos (1956) de Don Siegel, en
la que el protagonista se llama Kevin McCarthy.
Con respecto a la persecución del enemigo interior en el bloque soviético, Tony Judt
proporciona abundantes datos. El terror soviético tenía el precedente de los años treinta, en
los que Stalin afianzó su poder. Éste prosiguieron entre los años 1948 y 1954 de forma similar
en los regímenes comunistas del Este: purgas, encarcelamientos, juicios espectáculo, torturas,
confesiones y ejecuciones. En la URSS se vivió de nuevo la cara más dura del estalinismo:
purga del partido en Georgia (caso Mingrelian) y la represión contra los judíos soviéticos,
muchos de ellos deportados al Asia Central. Señala Judt que “la escala del castigo impuesto a
los ciudadanos de la URSS y de la Europa del Este durante la década siguiente a la Segunda
Guerra Mundial fue monumental”. “En 1952, en el apogeo de la segunda ola de terror
estalinista, los campos de trabajo registraban una población de 1.7 millones de prisioneros,
más de 800.000 en las colonias de trabajo y 2.753.000 en centros especiales”. Y concluye
Judt, “el Estado comunista vivía en un estado permanente de guerra no declarada contra sus
propios ciudadanos.”
En conclusión, la represión contra los enemigos internos durante los primeros de la Guerra
Fría años se produjo tanto en EEUU como en URSS, pero sus magnitudes no se pueden
comparar.
RETOS DE LA OTAN EN EL SIGLO XXI
Buenos días,
Voy a realizar mi pequeña aportación con respecto al debate sobre la OTAN que tan
acertadamente habéis planteado a raíz de la lectura del texto de Josep Fontana.
Tras la Segunda Guerra Mundial surge un nuevo orden internacional perfilado en las
conferencias de Teherán (1943), Yalta y Postdam (1945). Ha acabado la guerra
mundial y Europa ha sido el continente más afectado por las grandes pérdidas
humanas y materiales. Sin embargo, el mundo ha quedado dividido en dos bloques
liderados por dos superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, dando lugar a
la Guerra Fría.
Se considera que la Guerra Fría surge en la etapa final de la Segunda Guerra Mundial,
en torno a la conferencia de Postdam y toma cuerpo como doctrina de las relaciones
internacionales entre los años 1946 y 1947, y su final habría que situarlo entre el año
1985 y 1989, es decir entre el inicio de la Perestroika y la caída del muro de Berlín.
No obstante, La Guerra Fría “había comenzado ya mucho antes de mayo de 1945”.
“Porque lo cierto es que, en Europa, la Guerra Fría no comenzó después de la
Segunda Guerra Mundial, sino nada más terminar la Primera” (Judt, 2006:164)
No hay una causa única para el inicio de la guerra fría. Habría que hablar más bien de
causas en sentido amplio y de causas concretas. “La guerra fría fue sobre todo, pues,
el producto de un ambiente y no de una sucesión de agravios perfectamente
ordenados”. (Veiga, 2009: 7) En sentido amplio, obedecía a que los objetivos y los
fines de las partes implicadas eran incompatibles, es decir en la incompatibilidad de
los fundamentos del sistema soviético y los regímenes liberales que caracterizan la
vida política en Europa occidental y en Estados Unidos. En cuanto a los momentos
concretos que van a ir desatando la Guerra Fría se puede hablar de dos momentos
fundamentales. El primero sería la conferencia de Yalta donde se aprueba un
documento clave, la Declaración de la Europa Liberada, Según este documento, las
tres potencias firmantes (EEUU, Gran Bretaña y la URSS) “...asistirán conjuntamente
a la población de cualquier Estado liberado o antiguo satélite del Eje..con el fin de
formar gobiernos representativos, facilitar elecciones libres, etcétera”. (Judt, 2006:
161). Por tanto, las partes, fundamentalmente Estados Unidos y la Unión Soviética se
comprometen a respetar la soberanía de las naciones cuyos ejércitos han ocupado, así
como los derechos humanos y la vida democrática. La Unión Soviética va a incumplir
esta declaración en los Estados de la Europa central ocupados por el Ejército Rojo.
Posteriormente, el momento clave será la guerra civil griega. Los británicos que se
encargaban de respaldar a las fuerzas monárquicas o anticomunistas en Grecia se
manifiestan incompetentes económicamente; no pueden seguir manteniendo ese
apoyo y piden a Estados Unidos que lo asuma. El presidente Truman se dirige al
Congreso para pedir un presupuesto extraordinario con el que intervenir. Para
justificar ese presupuesto en el discurso plantea lo que se ha denominado con el
tiempo la doctrina Truman, consistente en considerar que la política de la Unión
Soviética tenía un carácter expansionista y antidemocrático. Este sería “uno de los
precedentes más directos de la guerra fría”. (Veiga, 2009:9)
El núcleo duro de la guerra fría llega hasta 1962. Este período tiene una serie de
rasgos definitorios. En primer lugar, la organización de las relaciones internacionales
gira en torno a un modelo que se conoce como sistema bipolar rígido, es decir la
existencia de dos superpotencias, en torno a las cuales se sitúan una serie de potencias
de segundo orden que están férreamente unidas mediante pactos militares, sistemas de
integración económica y dentro de las cuales rige un sistema ideológico de
confrontación y de solidaridad con los demás países del bloque. Sin embargo, los
vencedores de la Segunda Guerra mundial no habían pensado en este sistema bipolar,
al menos tan rígido. Lo que se plantea al final de la Segunda Guerra mundial es un
directorio de grandes potencias, de alguna manera similar al que había funcionado en
los años veinte y los primeros treinta, es decir los llamados grandes que participan en
Yalta y Postdam, con Gran Bretaña, Francia, e incluso China. La segunda
característica fundamental es la permanente búsqueda de un equilibrio estratégico, es
decir la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial está siempre presente durante la
Guerra Fría. La carrera armamentística, sobre todo la carrera nuclear obliga a los
Estados a una permanente tensión militar y a encaminar buena parte de sus esfuerzos
económicos y políticos a preparar esta eventualidad, que nadie desea pero que todo el
mundo tiene presente. En tercer lugar, lo que se ha venido a llamar la política de
riesgos calculados, es decir puesto que la confrontación global entre superpotencias
conduciría a la destrucción de la humanidad, lo que se trata es que en las zonas de
fricción de los dos bloques se puedan producir conflictos localizados. Zonas donde las
potencias o sus aliados puedan dirimir sus diferencias, donde los enfrentamientos
nunca van a trascender a un plano más global. Así, se puede citar la guerra civil
griega, la guerra de Corea y posteriormente la guerra de Vietnam, etc. Estos conflictos
van jalonando la etapa de la Guerra Fría, pero que normalmente están controlados por
las superpotencias y no implican en sí el riesgo de una guerra mundial. Y en cuarto
lugar, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) cuyo papel mediador es un
elemento enormemente positivo en la estabilización de las relaciones internacionales
durante la guerra fría.
Una vez iniciada la Guerra Fría entre las dos superpotencias la primera cuestión
conflictiva va a surgir por la cuestión alemana, el bloqueo de Berlín de 1948. Esta
crisis se origina por el problema de la división de Alemania en zonas de ocupación y
el futuro de este país, que acababa de perder la guerra. Los tres ocupantes occidentales
comienzan de forma unilateral a adoptar, en torno a 1947-1948, una serie de medidas
de organización económica y política que conducirán a la constitución en el año 1949
de la República Federal Alemana. La Unión Soviética, como cuarta potencia ocupante
se opone a ello, se niega a que su zona se integre, en las condiciones que se están
desarrollando en las otras tres y como medida de presión bloquea el acceso a las zonas
occidentales de Berlín. Se trata de la primera vez que norteamericanos y soviéticos
están frente a frente con sus dos ejércitos en Europa central y es, por tanto, la primera
gran crisis de la posguerra y la primera vez que se percibe la posibilidad de un
enfrentamiento militar abierto entre las potencias occidentales y la Unión Soviética.
Por tanto, en 1948 se oficializa la guerra fría porque surge el primer enfrentamiento
abierto entre los dos bloques que se están conformando. En ese sentido, más que la
guerra civil griega la crisis de Berlín de 1948 sería el punto de partida del
enfrentamiento global de la guerra fría.
La Guerra Fría dará lugar a lo que se ha llamado el equilibrio del terror. Estados
Unidos poseía la bomba atómica desde 1945 y a partir de 1949 también la Unión
Soviética. Este armamento implica un poder estratégico superior al de aquellos países
que sólo poseen armamento convencional. Así, la dinámica de los bloques se va
organizando en torno a las dos potencias atómicas. Las potencias menores,
especialmente las occidentales, aspiran a tener armamento atómico porque éste
termina ofreciendo unas posibilidades de independencia en el marco de las relaciones
internacionales que, como Francia, la Gran Bretaña o China, necesitan. Y estas
potencias cuando se convierten en potencias nucleares su papel en el sistema de
relaciones internacionales crece. El problema surge cuando a mediados de los setenta
y de los ochenta surgen potencias de las que se piensa que tienen armamento nuclear.
Podría ser el caso de Israel, Sudáfrica, Pakistán o la India. En ese momento el
armamento nuclear pasa a ser un elemento cada vez menos controlable porque cada
vez hay más países que pueden acceder al club atómico.
En 1950 se produce la primera guerra localizada, la guerra de Corea. Con la guerra de
Corea se da un paso más en esta tensión entre los bloques. Se produce un
enfrentamiento militar entre tropas norteamericanas y comunistas, aunque no
soviéticas. Lo importante es que los norteamericanos creen que el conflicto coreano es
un acto de voluntad soviética, un acto de expansionismo soviético y, por tanto,
movilizan recursos para impedir lo que ellos interpretan como una expansión. El
resultado fue la primera derrota de Estados Unidos, en el sentido de que no se
lograron los objetivos previstos. El objetivo era la celebración de unas elecciones en
Corea del Norte para decidir la unificación de los dos territorios y estas elecciones no
se producen. Por el contrario, se produce un división más profunda, todavía hoy
presente y objeto de tensión.
En 1953 finaliza la guerra de Corea y muere Stalin. Tres años más tarde se celebra el
XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. Va a comenzar la
desestalinización y la distensión. Sin embargo, este cambio de actitud no se va a
traducir en un mayor entendimiento entre las dos superpotencias. Se van a suceder las
crisis y se llega al año 1962 en el que se produce la máxima tensión con la crisis de
los misiles en Cuba. Se puede considerar a esta época como la época de apogeo de la
guerra fría. Es el momento en que los dos bloques se consolidan, en el que se sellan
las alianzas que van a dominar el período de la guerra fría y en el que la carrera
nuclear se está desarrollando hasta llegar a la gran crisis del año 1962. Pero, al tiempo
que la guerra fría se consolida y entra en su apogeo aparecen otros elementos que
influirán en el futuro, como es el proceso de la descolonización, el inicio de los
procesos de la unidad europea y el cisma sino-soviético. La etapa posterior,de
coexistencia pacífica, tiene sus fundamentos en esta década, en la que, sin embargo,
se produce el mayor momento de enfrentamiento entre las superpotencias.
JUDT, T. (2006) IV. El acuerdo imposible (pp. 159-200). En: JUDT, T. Postguerra.
Una historia de Europa. Barcelona: Taurus.
VEIGA, F. (2009) Aparición, apogeo y atenuación de la primera guerra
fría. Barcelona: FUOC.
“Antes de la Segunda Guerra Mundial, las relaciones entre Estados Unidos y Reino
Unido, por un lado, y la Unión Soviética, por otro, habían sido siempre tensas”. (Judt.
2006:165)
La guerra fría ha marcado las relaciones internacionales desde 1945 hasta 1989. Es un
referente obligado para entender el presente. Los acontecimientos clave de este
período serían los siguientes: