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LA RELACIÓN ENTRE FE Y RAZÓN

FILOSOFÍA CRISTIANA

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NOMBRE: SARANGO MORANTE, KRENS LAYONEL
Código: 16030170

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ÍNDICE

1.-EL PROBLEMA DE LA RAZÓN-FE 1

1.1.-PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN 1

2.-. DOCTRINA DE LOS PRIMEROS ESCRITORES ECLESIÁSTICOS 2

3.- RAZÓN Y FE EN S. AGUSTÍN 3

4.-. DISTINCIÓN ENTRE FE Y RAZÓN, Y COLABORACIÓN ARMÓNICA ENTRE

AMBAS (STO. TOMÁS DE AQUINO) 5

5.-. SEPARACIÓN DE LA FE Y DE LA RAZÓN: OCKHAM 9

BIBLIOGRAFIA 10

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1.-EL PROBLEMA DE LA RAZON Y LA FE:

1.1.-PLANTEAMIENTO DE LA CUESTIÓN

El cristianismo no es una filosofía, sino que se presenta como una doctrina de


salvación del hombre revelada por Dios, a la que el hombre accede, no por
especulación racional, sino por la fe. Pero si la revelación divina contiene
misterios que superan la capacidad de la razón y se nos dan sólo en la fe, también
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es innegable que existe una relación del cristianismo con la filosofía:

El cristianismo tiene relación con la filosofía, porque contiene una determinada


visión de los grandes problemas y cuestiones que se plantea la filosofía. Es decir, no
se limita a aspectos puramente religiosos, sino que da una determinada solución al
problema de la realidad en sus tres grandes dimensiones: hombre, mundo y Dios.

- El cristianismo tiene relación con la filosofía, porque ha introducido


doctrinas concretas que influyeron decisivamente en la historia del pensamiento.
Como ejemplos, baste citar: el concepto de la creación del mundo por Dios, que va a
determinar una nueva ontología basada en el ser necesario y el ser contingente y,
como consecuencia, una nueva visión de la naturaleza; la consideración del hombre
como ser libre y responsable de su destino , que engendrará una nueva antropología
personalista; la introducción de la filosofía de la historia, en contraposición a la
concepción fatalista y cíclica de los griegos y, en fin, la concepción de Dios como
persona. Los grandes misterios de la fe tales como la Trinidad, la Encarnación y la
Eucaristía, obligaron, por otra parte, a replantear determinados conceptos
filosóficos: naturaleza, persona y substancia.

Si el cristianismo tiene una relación innegable con la filosofía, hay, sin


embargo, aspectos problemáticos que obligan a plantear la cuestión de
la relación entre fe y razón y que da pie a posturas distintas:

a) La sabiduría cristiana fundada en la fe es de índole sobrenatural y, en cuanto tal,


no siempre es comprendida por la razón humana. S. Pablo, de hecho, contrapone
la sabiduría divina a la sabiduría humana (Cor. c. 2)

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El cristianismo, por otra parte, no puede admitir ni el pluralismo filosófico ante
la verdad, ni la limitación del entendimiento humano – postura no infrecuente
entre los filósofos -, puesto que la fe se funda en una verdad absoluta e
inmutable, la verdad revelada por Dios. De ahí que, para el cristianismo, los
problemas fundamentales de la filosofía ya están resueltos por la Revelación, lo
cual estrecha considerablemente el campo de la discusión filosófica, por una
parte, y hace que la teología ostente la primacía respecto de la teología, por la

otra. “La filosofía, sierva de la teología.” (” S. Pedro Damiano) 2

Se pueden distinguir tres etapas en el problema de la relación entre razón y


fe: la primera, de poca maduración filosófica, corresponde a las teorías de los
primeros escritores eclesiásticos; la segunda está representada por S. Agustín y Sto.
Tomás de Aquino, que abordan la cuestión con más profundidad y precisión; y la
última conoce la crisis de esta relación en Guillermo de Okham.

2.-. DOCTRINA DE LOS PRIMEROS ESCRITORES ECLESIÁSTICOS

A. Postura negativa: la fe contra la razón

La diferencia entre el mundo de la fe y el mundo de la razón es propuesta como una


total contraposición por algunos apologetas cristianos, cuando el cristianismo aún
no estaba arraigado en la cultura. Así, Taciano (“Discurso a los griegos”), S. Ireneo
(Exposición y refutación del falso conocimiento”) y, sobre todo, Tertuliano, que
propone una especie de “irracionalismo” de la fe en forma parecida a la de Lutero:
“Credo, quía absurdum”.

B. Concordismo cristiano-filosófico

Otros pensadores, por el contrario, no ven oposición alguna entre cristianismo y la


filosofía griega. Clemente de Alejandría, por ejemplo, defiende que la filosofía
griega fue una especie de “revelación” natural por parte de Dios para preparar a los
gentiles a recibir a Cristo, de forma parecida a la preparación de los judíos en el
Antiguo Testamento.

C. Racionalización herética del cristianismo

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La herejía del gnosticismo defendía que la salvación no viene de la fe, sino del
conocimiento. La fe sólo es un punto de partida que está llamado a ser superado por
la ciencia o “gnosis”. La especulación racional, por tanto, disuelve los misterios de la
fe, y el gnosticismo es el primer intento de racionalización total del cristianismo.

3.- RAZÓN Y FE EN S. AGUSTÍN

Las dos posturas principales en el problema de la relación entre la razón y la fe son,


sin duda, las representadas por S. Agustín y por Sto. Tomás de Aquino, cuya
doctrina al respecto, más equilibrada, es la asumida por la Iglesia Católica:

A. Unidad, pero subordinación de la razón a la fe (S. Agustín)


“La fe, en efecto, es el peldaño de la intelección, y la inteligencia es la recompensa de la
fe”. Sermón 126, 1.
La fe y la razón se unen en un mismo objetivo. No cabe hacer una delimitación de
competencias entre ambas, pues sería artificial, ni mucho menos defender la
autonomía de la razón. La filosofía verdadera no es otra que la filosofía cristiana. En
efecto, San Agustín aspiraba a unir religión y filosofía en un solo proyecto como
partes colaborando en la consecución de un único fin, y esto se evidencia en textos
como este: “Porque se cree y se pone como fundamento de la salvación humana
que son una misma cosa la filosofía, esto es, el amor a la sabiduría, y la religión,
pues aquellos cuya doctrina rechazamos tampoco participan con nosotros de los
sacramentos” De Vera Religione, V, 8.

Pero la unión de filosofía y religión, para él, no implicaba la unión absoluta de fe y


razón, más bien, las reconocía como diferentes formas de acción humana: “Así, hay
en el alma tres operaciones que parecen ser cada una continuación de la otra que
es conveniente discernir: entender, creer y opinar, Por lo tanto, ¡lo que
comprendemos se lo debemos a la razón; lo que creemos, ¡a la autoridad; lo que
opinamos, al error”. De utilitate credendi, XI, 25.

“Entonces, la identidad entre religión y filosofía no consiste en la fusión de fe y


razón, sino en dos formas de unión que podemos llamar la existencial y la metaf
ísica.” García Junceda, J. A., 1986, págs. 107112.

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Veamos primero qué entiende Agustín por filosofía. Filosofía es amor a la
sabiduría y esta es posesión y contemplación de la verdad. El filósofo se
esfuerza por encontrarla verdad, pero, como nos muestra la historia de la filosofía, no
encuentra el camino. Esta es la opinión de Agustín, apoyada por su propia
experiencia.
En primer lugar, religión y filosofía tienen la misma función existencial para el
hombre, ¡tienen la misma finalidad; a saber, alcanzar la verdad que conduce a la
felicidad del alma. Son dos vías que llevan a un mismo lugar:
“Sabed ante todo que los filósofos en general perseguían toda una
finalidad común; hubo entre ellos cinco partidos, cada uno con su particular
doctrina. La aspiración de todos ellos en sus estudios, búsquedas, disputas y
maneras de vida era llegar a la vida feliz. Esta era la única causa de su
filosofar, y juzgo que los filósofos van en esto de acuerdo con nosotros. Pues si os
pregunto la razón de creer en Cristo y por qué os hicisteis cristianos, me
responderéis todos unánimes en esta verdad: Por la Vida feliz”. Sermón, 150,
4.

Entre fe y razón existe una unión y una colaboración muy estrecha, que S. Agustín
formula en un aforismo célebre: “Intellige, ut credas. Crede ut intelligas”. Es decir,
en un principio, la razón ayuda al hombre a acceder a la fe; posteriormente, la fe
orienta e ilumina a la razón; a su vez, la razón contribuye ulteriormente al
esclarecimiento de los contenidos de la fe. “Pues ciertamente lo que ahora estoy
hablando lo hablo para que crean los que aún no creen. Y, sin embargo, si no
entienden lo que hablo, no pueden creer. Por lo tanto, en cierto modo es verdad lo
que él dice: “Entienda yo y creeré” ; también lo es lo que digo yo con el profeta:
“Más bien cree para entender. ¡Ambos decimos la verdad; pongámonos de acuerdo.
En consecuencia, entiende para creer, cree para entender.” Sermón 43, 9.

Agustín no considera la razón como el principio del camino, decir


cómo radio, es la fe tiene la que tiene como misión inicial preparar el camino para la
razón, proveyéndole los temas de reflexión. A esta conclusión llegó por su propia
experiencia, pues a través del uso de la razón no logró hallar la verdad que la fe le
entregó.

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De ahí su propuesta: creer para saber. La fe busca para que el entendimiento
pueda encontrar: “Así se han de buscar las realidades incomprensibles, y no crea
que no ha encontrado nada el que comprende la incomprensibilidad de lo que
busca, ¿A qué buscar, si comprende que es incomprensible lo que busca, sino
porque sabe que no ha de cejar en su empeño mientras adelanta en la búsqueda de
lo incomprensible, pues cada día se hace mejor el que busca tan gran bien,
encontrando lo que busca y buscando lo que encuentra? Se le busca para
que sea más dulce el hallazgo, se le encuentra para buscarle con más avidez [...]
Busca la fe, encuentra el entendimiento”. De Trinitate, XV, 2

Una razón de carácter teórico y otra de carácter cultural explican esta doctrina de S.
Agustín: Desde el punto de vista teórico, no cabe separar la razón y la fe, porque la
verdad es sólo una, la cristiana, y lo único importante es alcanzarla y esclarecerla por
cualquier medio. Por otra parte, la distinción entre el orden natural y el orden
sobrenatural es puro artificio, ya que el hombre real e histórico fue elevado al orden
sobrenatural. El hombre real, por último, está disminuido en sus facultades
racionales por el pecado original, y se hace absolutamente necesaria la ayuda de la fe
para que pueda alcanzar la verdad sin error. Desde el punto de vista cultural, la
postura de S. Agustín se explica por el influjo del neoplatonismo. Como ya sabemos,
el neoplatonismo desarrolla una filosofía de arriba abajo, desde Dios. Esta visión
teológica de la filosofía favorece, como es lógico, la visión teológica desde la fe que
propone S. Agustín. La doctrina de S. Agustín es asumida por la mayoría de los
pensadores medievales, que especulan siempre desde la fe sin preocuparse de hacer
una delimitación de campos. No conocían otra filosofía que la filosofía cristiana. Sin
duda alguna, es esto lo que da a la especulación medieval un aliento religioso y
místico, pero, en contrapartida, acusa el defecto de rigor racional.

4.-. DISTINCIÓN ENTRE FE Y RAZÓN, Y COLABORACIÓN


ARMÓNICA ENTRE AMBAS (STO. TOMÁS DE AQUINO)

La llegada del aristotelismo a Occidente y la teoría averroísta de la doble verdad,


hacen plantear el problema de la relación entre razón y fe de forma más rigurosa y
precisa. La solución que propone Sto. Tomás es, sin duda, la más convincente:

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Para Santo Tomás, la distinción filosofía/teología descansa en la separación entre
orden natural y sobre- natural: el orden de conocimiento natural procede de la razón
humana, da lugar a la filosofía y tiene carácter demostrativo; el orden sobrenatural
procede de la revelación y de la fe y es un conocimiento oscuro; algunas de sus
verdades están al alcance de la razón, y otras la exceden. Ambos conocimientos
provienen, en último término, de Dios, por lo que entre ellos no puede haber
contradicción. Entre las dos esferas de conocimiento cabe la colaboración,
dando lugar a la teología: la revelación puede orientar a la razón y le permite evitar
errores; la razón le sirve a la fe para aclarar y defender los misterios de la revelación.
Algunas creencias nunca podrán ser demostradas por la razón y otras sí, como los
preámbulos de la fe (existencia de Dios e inmortalidad del alma). Habrá dos tipos de
teología: la racional o natural, que llega a Dios utilizando una capacidad ligada a la
naturaleza humana, la razón; y la teología cristiana o sobrenatural: su fundamento
es la doctrina revelada y la fe, pero usa también de la razón para conseguir un orden
científico y como arma dialéctica.

A.-La razón tiene unos límites:

“La fe no está contra la razón, sino sobre la razón, y por tanto no se dice que se
niega a la razón como si se destruyese a la verdadera razón, sino que la cautiva en
obsequio de Cristo". Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo (In
III Sent., dist.23, q.2, art.4, ad-3)

A diferencia de la filosofía neoplatónica, la teoría aristotélica del conocimiento, que


asume Sto. Tomás, concibe la filosofía como una especulación que va de abajo a
arriba. El objeto proporcionado a la razón humana no son las realidades
espirituales, sino las realidades sensibles. La razón humana, por tanto, tiene unos
límites, ya que, acerca de Dios y de las realidades espirituales sólo tenemos un
conocimiento indirecto e imperfecto. La fe cristiana proporciona conocimientos que
están más allá del alcance de la razón; son verdades reveladas por Dios
gratuitamente que, sin embargo, no vienen a eliminar la naturaleza humana, sino a
perfeccionarla.

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B. La razón y la fe se distinguen

"Sobre lo que creemos de Dios hay un doble orden de verdad. Hay ciertas verdades
acerca de Dios que sobrepasan la capacidad de la razón humana, como es, por
ejemplo, que Dios es uno y trino. Hay otras que pueden ser alcanzadas por la
razón natural, como la existencia y la unidad de Dios, etc., que incluso
demostraron los filósofos por la luz natural de la razón” Suma contra gentiles
Libro I cap. III

La fe, por una parte, contiene verdades que están más allá del poder de la razón: los
misterios. Pero, también contiene verdades que pertenecen al dominio de la razón:
verdades sobre el hombre, sobre la vida ética, sobre Dios, etc. Ahora bien, fe y razón
se distinguen porque son dos fuentes distintas de conocimiento. La fuente de la fe es
la autoridad divina, y la fuente de la filosofía, por su parte, es lo que el hombre
puede alcanzar por la reflexión racional. Por tanto, en lo que respecta al origen de
los respectivos conocimientos, se ha de defender una autonomía de la razón y una
autonomía de la fe.

"Ahora bien, los seres sensibles no contienen virtud suficiente para conducirnos a
ver en ellos lo que la esencia divina es, pues son efectos inadecuados a la virtud de
la causa, aunque llevan sin esfuerzo al conocimiento de que Dios existe y de otras
verdades semejantes pertenecientes al primer principio. Luego hay ciertas
verdades divinas accesibles a la razón humana, y otras que sobrepasan
absolutamente su capacidad". Suma contra gentiles Libro I cap. III.

C. No puede haber contradicción entre la razón y la fe

No se puede defender, tal como hace el averroísmo, una doble verdad, ya que la
verdad es sólo una y Dios es la fuente de toda verdad, tanto de la sobrenatural, como
de la natural. Las contradicciones entre verdades de fe y verdades de razón son, por
fuerza, sólo aparentes. Estas provienen, o bien de los errores de la razón que
propone como cierto algo que no lo es, o bien de una deficiente interpretación
teológica que propone como verdades de fe doctrinas que no lo son. Aunque la

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citada verdad de la fe exceda la capacidad de la razón humana, no por eso las
verdades racionales son contrarias a las verdades de la fe.
1) Lo naturalmente innato en la razón es tan verdadero que no hay posibilidad de
pensar en su falsedad. Y menos aún es lícito creer que es falso lo que poseemos
por la fe, ya que ha sido confirmado de modo tan evidente por Dios. Luego,
puesto que solamente lo falso es contrario a lo verdadero, como claramente
prueban sus mismas definiciones, no es posible que los principios racionales
sean contrarios a la verdad de la fe.
2) Además, lo que infundido por el maestro en el alma del discípulo pertenece a la
ciencia del doctor, a no ser que enseñe con engaño., lo cual no es lícito afirmar
de Dios. Ahora bien, el conocimiento natural de los primeros principios ha sido
infundido por Dios en nosotros, ya que Él es autor de nuestra naturaleza.
Luego estos primeros principios están contenidos en la Sabiduría divina. Por
consiguiente, todo lo que sea contrario a ellos será también contrario a la
sabiduría divina. Esto no es posible en el caso de Dios. En consecuencia, las
verdades que poseemos por revelación divina no pueden ser contrarias al
conocimiento natural.
3) Además, nuestro entendimiento no puede alcanzar el conocimiento de la
verdad cuando está atenazado por razones contrarias. Si Dios nos infundiera
conocimientos contrarios entre sí, nuestro entendimiento se encontraría
impedido para la captación de la verdad. Lo cual no puede ser tratándose de
Dios.
4) No es posible que algo natural cambie y que permanezca su naturaleza. Ahora
bien, en un mismo sujeto no pueden coexistir opiniones contrarias acerca de
una misma cosa, luego Dios no infunde en el hombre una certeza o fe contraria
al conocimiento natural. “Suma contra gentiles Libro I cap. VII.”

D. La razón ayuda a la fe

A pesar de la respectiva autonomía, la razón puede prestar, y de hecho presta, una


gran ayuda a la fe creando la ciencia teológica. La razón ordena las verdades de la fe
en un cuerpo sistemático de doctrina; proporciona datos filosóficos en orden a
confirmar y esclarecer las verdades de fe, y, en fin, acude en defensa de estas

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verdades cuando son atacadas por los filósofos.

E. La fe ayuda a la razón

Hay muchas verdades reveladas en el cristianismo que, pertenecen también al


dominio de la razón. Sto. Tomás opina que, dada la deficiente condición humana,
aparece como muy conveniente este apoyo que la razón recibe de la fe. En primer
lugar, porque muchos hombres carecen de tiempo y de preparación filosófica
suficiente para conocer, de forma rápida y segura, aquellas verdades que les son
necesarias para el ordenamiento ético de sus vidas. Y, en segundo lugar – una razón
que ya apunto S. Agustín-, porque la razón humana está aquejada de una debilidad
constante que la lleva continuamente al error. El criterio de la fe, además, sirve al
filósofo cristiano de norma constante para librarse del error en sus especulaciones.

Si se abandonase al esfuerzo de la sola razón el descubrimiento de estas verdades, se


seguirían tres inconvenientes. El primer inconveniente, que muy pocos hombres
conocerían a Dios. El segundo inconveniente es que los que llegan al hallazgo de
dicha verdad lo hacen con dificultad y después de mucho tiempo, ya que por su
misma profundidad, el entendimiento humano no es idóneo para captarla
racionalmente sino después de largo ejercicio. El tercer inconveniente es que, por la
misma debilidad de nuestro entendimiento para discernir y por la confusión de
fantasmas, las más de las veces la falsedad se mezcla en la investigación racional, y,
por lo tanto, para muchos serían dudosas verdades que realmente están
demostradas, ya que ignoran la fuerza de la demostración, y principalmente viendo
que los mismos sabios enseñan verdades contrarias. También entre muchas
verdades demostradas se introduce de vez en cuando algo falso que no se demuestra,
sino que se acepta por una razón probable o sofística, tenida como demostración.
Por esto fue conveniente presentar a los hombres, por vía de fe, una certeza fija y
una verdad pura de las cosas divinas.

5.-. SEPARACIÓN DE LA FE Y DE LA RAZÓN: OCKHAM

La unión o colaboración entre filosofía y teología, aspecto fundamental de la

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especulación en la Edad Media, entra en crisis con Guillermo de Ockham. Esta
separación constituye uno de los aspectos significativos del nuevo espíritu de la
Edad Moderna, representado por la Reforma Protestante. Lutero, de hecho, es
discípulo de Ockham, inaugurando un tipo de fe irracional (fideísmo) opuesto a la
mentalidad católica.

A. La razón no puede alcanzar las verdades de teología y ética natural

Ockham, consecuente con su tesis “nominalista”, niega que la razón pueda dar
afirmaciones seguras sobre Dios, sobre la inmortalidad del alma y sobre la ética, en
contraposición a lo defendido por la filosofía anterior. En consecuencia, la razón no
puede ayudar a la fe, ya que, sólo conoce con certeza las realidades sensibles
(agnosticismo metafísico). El mundo de la razón y el mundo de la fe se separan y no
tienen ninguna coincidencia.

B. Sólo la fe cristiana nos da las certezas sobre lo suprasensible

La existencia de Dios, sus atributos, la inmortalidad del alma y el orden ético lo conocemos
únicamente porque así está revelado en la Biblia. Ockham defiende el voluntarismo divino: el
bien y el mal no son exigencias de la naturaleza humana, sino libres decretos de la voluntad
divina. En resumen: la razón adquiere plena autonomía en el campo de lo sensible, por una
parte, y la fe adquiere plena autonomía en el campo de lo suprasensible, por la otra. La
separación es, pues, total.

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BIBLIOGRAFIA

-Frederic Copleston, Hª de la Filosofía, Vol., II Y III, Ed. Ariel 1981

-Étienne Gilson, “La filosofía en la Edad Media, Ed. Gredos, 1982

-F. Canals Vidal, “Sobre la esencia del conocimiento” Ed. PPU, 1987

-Ángel González Álvarez, “Tratado de Metafísica”, Ed. Gredos, 1986

- “Antología y Comentarios de textos, Alhambra 1982.

-J, Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, ed. Ariel, 1994

-Javier Echegoyen Ollera, “Ha de la Filosofía, VOL. II, Ed., Edinumen.

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