Derecho Público

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Las Instituciones Coloniales Venezolanas

- Los Cabildos

- La Real Hacienda,

- El Real Consulado

- La Real Audiencia

GRUPO N° 4: Johana Rivero.

Carmen Rodríguez.

Mervin Villegas

Jeimarilen Ruiz.
Los reyes de España determinaron que los territorios americanos recién
descubiertos, y luego asegurados por los conquistadores españoles, eran
patrimonio de la Corona de Castilla, lo cual fue ratificado por el Papa gracias a la
promesa de evangelizar en la religión cristiana a sus habitantes.

Una vez alcanzada la paz en gran parte del territorio americano, era imperativo
otorgar un ordenamiento político y jurídico bajo el cual se organizara la vida de la
población de los territorios americanos.

Así se fueron conformando las instituciones americanas, a semejanza de las que


se fueron creando en la misma España, a medida que se afianzaba el dominio
de los reyes de Castilla sobre la Península Ibérica.

La Corona: Bajo los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla,


que habían unido los ejércitos y recursos de esos dos reinos, fueron
conquistados definitivamente los reinos árabes que imperaban en el sur de
España. De tal modo, los Reyes Católicos se convirtieron en los más poderosos
de toda España, la cual desde entonces se unificó bajo un único gobierno y una
sola Corona, que en el siglo XVI correspondió primero a Carlos V y luego a
Felipe II, con el cual sus instituciones terminaron de estructurarse.

A la cabeza de esa estructura institucional se encontraba el Rey, que en América


delegaba directamente su autoridad ejecutiva en los virreyes y gobernadores.

El Consejo de Indias: En España el Consejo Real de Castilla, presidido por el


Rey, era el órgano central de gobierno. De forma semejante, entre 1517 y 1524,
se instituyó el Consejo Real y Supremo de Indias, conocido simplemente como
Consejo de Indias, que era no sólo una autoridad administrativa sino además el
tribunal supremo de todas las causas civiles y penales americanas. Sus
integrantes eran juristas y eclesiásticos de alta jerarquía salidos de las
universidades españolas. Su primer presidente fue el fray García de Loayza,
quien se convertiría después en Arzobispo de Sevilla.

En principio no tenía una sede física fija, sino que se trasladaba de un lugar a
otro con el Rey y su Corte hasta que Felipe II convirtió a Madrid en la residencia
real y el Consejo de Indias se instaló en unas salas del Palacio del Alcázar. Los
miembros del Consejo deliberaban sobre los asuntos de su competencia y sus
decisiones eran elevadas al Rey para su ratificación.

En el siglo XVII se amplió el Consejo de Indias mediante la creación de


departamentos especiales. Pero en el siglo XVIII se redujo progresivamente su
importancia con la creación por Felipe V de cuatro Secretarías, que asesoraban
directamente al Rey y sólo ocasionalmente se sometían al Consejo los asuntos
de Estado.

Las reformas borbónicas de 1714, con la creación de los ministros de despacho,


quitan las atribuciones administrativas y legales del Consejo. En 1717 el Rey
Felipe V crea una Secretaría de Marina e Indias, por lo que el Consejo va
decayendo hasta que fue suprimido en 1812, luego nuevamente puesto en
funcionamiento en 1814, cuando recupera la corona española Fernando VII y
definitivamente abolido, como organismo asesor, en 1834.

La primera institución que tuvo competencia sobre los asuntos de América fue la
Casa de Contratación de Indias, establecida por decreto real en 1503 en Sevilla,
para fomentar y regular el comercio y la navegación con el Nuevo Mundo. Su
denominación oficial era Casa y Audiencia de Indias.

El Tribunal de la Inquisición fue instituido en el año 1569 por el rey Felipe II y


quedó a cargo de una orden eclesiástica, los Dominicos; pero en América sólo
se aplicó en México y Perú. Su principal y única función era vigilar las
costumbres de la época de acuerdo a los principios de la religión, con la
potestad de juzgar y procesar a quienes, en su criterio, se apartaban de ellos:
herejes, invocadores del diablo, judíos, adivinos y hechiceros así como infieles,
bígamos y frailes corruptos o solicitantes. Esta institución era completamente
autónoma frente a las autoridades americanas.

El Cabildo: Fue una de las primeras instituciones propiamente americanas,


surgidas en su propio suelo, en cada ocasión que se fundaba una ciudad.
Entonces se demarcaban los solares para construir las viviendas de los que
habían participado en la fundación, organizados alrededor de una plaza mayor,
en la cual se construía una iglesia y la sede del gobierno local.

El Cabildo regía directamente los asuntos administrativos de cada ciudad, velaba


por los intereses de la comunidad y afrontaba los problemas que la afectaban en
materias tan diversas como aseo, ornato, manejo de bienes públicos, etc.;
además dictaba normas para una buena convivencia y reglaba los precios de
algunos productos de primera necesidad, como el pan. También administraban
los terrenos ejidos, autorizando su uso comercial, el matadero y los basurales;
velaban por el funcionamiento de la cárcel pública, la seguridad local y la
mantención del orden público.

Al principio, en el siglo XVI, los miembros del Cabildo eran elegidos cada año
entre los vecinos que habían participado en la fundación de la ciudad. Con el
tiempo, los cargos del Cabildo dejaron de ser electos y se hicieron venales: se
adquirían por compra; sin embargo, se mantuvo el privilegio concedido a los
fundadores de la ciudad, porque sólo sus descendientes podían ser designados
miembros del Cabildo.

Los Cabildos tenían además una gran importancia para los vecinos de sus
ciudades: tenían la facultad de dirigirse directamente al Rey para solicitar alguna
medida de su competencia o para quejarse de alguna disposición que los
afectase y solicitar su modificación. Las reuniones del Cabildo eran presididas
por el gobernador de la provincia en los casos de la ciudad capital de ésta, como
era el de Caracas; sin embargo, tenía voz en ellas, pero no voto. El poder e
importancia del Cabildo de Caracas fue tal que, en algunas ocasiones, se
enfrentaron al gobernador y hasta lograron destituirlo y gobernar en su lugar
mientras el Rey nombraba su sucesor.

La Real Audiencia: La corona española designó a la Real Audiencia como el


principal tribunal de justicia civil y criminal en América. En principio sus objetivos
eran velar por el cumplimiento y la interpretación de las leyes; sin embargo, tras
la promulgación de las Leyes Nuevas, en 1542, se le asignó competencia en
asuntos de gobierno, de modo que fiscalizaban a los virreyes y gobernadores y
de paso, les restaba poder.

Las reales audiencias estaban integradas por un presidente (que podía ser el
virrey, el gobernador o un oidor decano), cuatro oidores o jueces, relatores y un
fiscal. También formaban parte de ellas otros funcionarios con menores
responsabilidades, como el teniente del gran canciller, el alguacil mayor, los
escribanos, receptores y procuradores.

Los fallos de la Real Audiencia eran casi inapelables. La mayoría de los


procesos era finiquitada en esta instancia; solo los de mayor importancia y
controversia eran presentados ante el Consejo de Indias.

La primera Audiencia establecida en América fue la de Santo Domingo, en 1511,


a la que siguió la de México en 1527, con el expreso fin de contrapesar el poder
de Hernán Cortés, que había adquirido grandes dimensiones. Desde entonces
las audiencias se convirtieron en un control del ejercicio de la autoridad
gubernamental, con lo cual se destacaron como la más poderosa de las
instituciones americanas.

En Caracas se creó una Real Audiencia en 1786, casi al final del período
colonial. Al año siguiente se instituyó la del Cuzco, que fue la decimotercera y
última de las audiencias americanas.

La Real Hacienda: Este organismo se encontraba bajo la autoridad de la Casa


de Contratación y el Consejo de Indias y su principal función fue recibir o percibir
el dinero llegado a las arcas reales de las colonias y administrarlo
adecuadamente.

Sus principales funcionarios eran los tesoreros, contadores y los revisores. Éstos
dependían de la Real Audiencia y debían rendir fianza y presentar un inventario
acerca de todas sus posesiones para así evitar un enriquecimiento indebido.

Esta política financiera estaba regulada por una Junta de Real Hacienda, la cual
estaba formada por el gobernador, los oficiales reales, el fiscal de la Real
Audiencia y un oidor de la misma.

Las cuentas de esta institución debían remitirse cada cierto tiempo a sus dos
organismos superiores: Consejo de Indias y Casa de Contratación.

En la segunda mitad del siglo XVIII, como parte de las llamadas reformas
borbónicas, se crearon las Intendencias, que centralizaron en sus respectivas
jurisdicciones la recaudación de impuestos antes confiada a la Real Hacienda.

El Real Consulado: Fue una institución creada para intervenir en los asuntos
relacionado con el tráfico comercial, marítimo y terrestre, así como en la
reglamentación y fomento de las actividades vinculadas con la producción
agrícola y ganadera. Actuaba como tribunal judicial en asuntos mercantiles y
como junta de fomento de la economía.

La formación del territorio venezolano durante la época colonial no fue uniforme.


De los aportes de Arráiz Lucca (2011), Brewer Carías (2008) y Aveledo (2005),
puede inferirse que la unificación del territorio que después ocuparía la
República de Venezuela para finales del siglo XVIII fue un proceso que se
desarrolló en las siguientes etapas, uniendo a las distintas provincias bajo
autoridades únicas: a) La creación de la Intendencia del Ejército y Real Hacienda
(1776), que las reunió administrativamente; b) El establecimiento de la Capitanía
General de Venezuela (1777), que las puso bajo un mando militar unificado; c)
La creación de la Real Audiencia de Caracas (1786), que las unificó
judicialmente; d) La fundación del Real Consulado de Caracas (1793), que las
dotó de un organismo único de regulación y fomento económico; y e) La
Constitución del Arzobispado de Caracas (1803), que unió aquellas provincias
en lo eclesiástico.

En la consolidación del período colonial fueron fundamentales tres instituciones:


la Gobernación, en las provincias; la Intendencia, que agrupaba varias
provincias, y el Cabildo en cada ciudad.

El gobernador, como representante directo del Rey, ejercía el poder político y


militar en las provincias venezolanas en nombre de éste; y tenía también
atribuciones judiciales de primera instancia, las cuales delegaba en las
localidades de su provincia en los tenientes de gobernador.

Con la creación de la figura del Intendente se le restó poder a los gobernadores


y a los cabildos: fue un cargo creado, fundamentalmente, para la centralización
administrativa y ordenación fiscal de territorios americanos antes dispersos.

El cabildo, finalmente, era la instancia a través de las cuales los blancos criollos
deliberaban sobre los asuntos políticos y económicos cotidianos, los de sus
respectivas ciudades. Esa instancia será fundamental en los sucesos de 1810,
que dieron inicio a la revolución de Independencia, cuando, invadida España por
las tropas de Napoleón y depuesto el rey Fernando VII, se disolvieron las
restantes instituciones coloniales quedando sólo en pie los cabildos de cada
ciudad, que debieron encargarse del gobierno en esa emergencia.

Sin embargo, en ese complejo de instituciones que se contrapesaban unas a


otras, y con frecuencia sostuvieron fuertes conflictos entre sí, de modo que
siempre la última palabra la tenía el Rey, la más importante y poderosa de todas
era el cuerpo colegiado de las Reales Audiencias, conformado por eminentes
juristas de larga trayectoria y que generalmente actuaron en defensa de la ley y
el derecho corrigiendo injusticias y manteniendo el orden y la paz.

La amplia autonomía con la que los gobernadores obraban en las provincias


venezolanas en representación del reino español, la gran distancia entre la
Corona española y los territorios de América y, en particular, la poca importancia
política y económica que revistió Venezuela para los intereses de España, lo
cual permitió el surgimiento de una clase política y económica (los blancos
criollos), cuya autoridad era ejercida sin mayores controles de autoridades
exteriores, y que además, se encontraban organizados en torno a instancias de
deliberación política, como era el Cabildo; son aspectos que pudieran sugerir
que, aun cuando la estructura jurídico administrativa de la colonia venezolana
tendía a la centralización del poder político y económico en torno al reino
español, en el fondo, y por diversas razones, dichas estructuras eran
prácticamente descentralizadas respecto de la corona española.

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