Teatro de Venezuela
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Índice
1Teatro precolombino
2Siglo XVI, XVII y XVIII
3Siglo XIX
4Siglo XX
5Teatro lírico
6Bibliografía
7Véase también
Teatro precolombino[editar]
Las manifestaciones teatrales venezolanas están poco documentadas durante el periodo
precolombino, en parte a la visión eurocéntrica del mundo, resaltando la cultura europea sobre
las aborígenes americanas, y al poco desarrollo de las tribus indígenas locales frente a
los aztecas, mayas e incas. Los grupos indígenas locales se limitaban a realizar pantomimas
sobre la recolección de alimentos. Y como en todas las culturas primitivas, se observa una
veneración hacia los fenómenos naturales, encontrándose presente el elemento del mito, la
explicación de por qué los animales o las plantas deben ser adornadas.
Allí se conoce entonces cómo el teatro cumplía una función importante en cuanto a la difusión
de la identidad de la tribu. En los andes venezolanos, los Timoto-cuica, Muku y Jirapoya sí
realizaban teatro propiamente dicho. Este era utilizado con un fin educativo y religioso, y llegó
a tener tal importancia dentro de sus sociedades, que fueron los únicos en Venezuela que
llegaron a desarrollar una estructura de madera para su realización. Este teatro era ritual,
trasmitido por tradición oral y esencialmente igual a lo largo del tiempo. Su estructura era
diferente a la que formalmente es conocida hoy en día, y los espectadores eran parte activa
del mismo. Además, se solía improvisar según el ritmo que la misma representación impusiera
sobre intérpretes y público.
Es solo en el siglo XVIII es cuando se pueden presentar en formas más o menos permanentes
en el coliseo de Caracas. La actividad fue casi permanente en las ciudades
de Caracas y Maracaibo, los autores más representativos fueron Calderon de la Barca y Lope
de Vega.
Lope de Vega
Pedro Calderon de la Barca
En 1804 fue estrenada en Caracas la obra teatral más antigua conocida escrita por un autor
venezolano, Andrés Bello: Venezuela consolada, una pieza breve de 344 versos, en la cual
participan tres personajes alegóricos: Venezuela, el Tiempo y Neptuno. El tema central era la
llegada de la vacuna antivariólica a Venezuela. Bello continuó produciendo para la escena
caraqueña diversas obras originales, además de traducir del francés una tragedia
de Voltaire, Zulima.
A partir de 1808 comenzaron a llegar distintas compañías de teatro y de ópera contratados por
el Coliseo de Caracas que enriquecieron la vida cultural del país, una de las cuales fue la
Compañía de Ópera Francesa, la cual fue recibida con gran entusiasmo. El mismo año,
la invasión de España por las fuerzas napoleónicas y el apresamiento en Francia de Fernando
VII, le dieron al teatro caraqueño un tinte político. Antes de las representaciones solían
cantarse en escena canciones patrióticas a favor de España que los espectadores
acompañaban o coreaban. En ese ambiente produjo Andrés Bello su segunda pieza
teatral, La España restaurada, conocida también como La Restauración de España o El
certamen de los patriotas, drama alegórico y antinapoleónico que motivó la primera crónica
teatral venezolana publicada en La Gazeta de Caracas. Después del 19 de abril de
1810 también se cantaban en el Coliseo canciones patriotas, pero dedicadas a Venezuela en
vez de España.
En marzo de 1812 ocurre el terremoto de Caracas y el Coliseo de Caracas fue destruido,
quedando suspendidas totalmente las actividades teatrales durante la guerra de
Independencia. Las representaciones dramáticas fueron en cierta medida sustituidas por actos
cívicos y las entradas triunfales en las ciudades, así como por la realización de cuadros vivos
con figuras simbólicas. Uno de estos últimos se hizo en Barrancas, a orillas del Orinoco, el 25
de diciembre de 1820, en conmemoración del primer aniversario de la creación de la Gran
Colombia.
En 1822, después de la Batalla de Carabobo y la consiguiente liberación de la capital, el
empresario Ambrosio Cardozo mandó a edificar un segundo teatro en terrenos de su
propiedad ubicados entre las esquinas del Chorro y Las Sanabrias, hoy llamada Coliseo, el
cual se convirtió inmediatamente en el principal centro de diversiones de la capital. En ese
mismo año se presentan en él algunos artistas italianos que interpretaban arias de ópera
italianas y francesas, estas son piezas teatrales o musicales compuestas para ser ejecutada
por un solo intérprete, es decir, ser cantada por una voz solista sin coro. Entre las primeras
obras que se presentaron en este escenario se encuentra el sainete criollo El café en
Venezuela de Isaac Álvarez Deleón.
En Caracas proliferaban los sitios destinados a las representaciones. Entre 1831 y 1836
funcionó un teatro muy amplio entre las esquinas de Veroes y Jesuitas de Caracas llamado
Teatro de los Jesuitas. Años más tarde, a partir de 1835 y hasta finales del siglo XIX, la pasión
venezolana por el teatro daría origen a más de cuarenta pequeños teatros ocasionales y
permanentes en la capital, y se registra la constante llegada de compañías europeas atraídas
por la afición teatral de los caraqueños.
Uno de los destacados grupos actorales fue el del cómico y actor catalán José Robreño, quien
en 1837 ofreció al público piezas ajenas como La misantropía y Ángelo, tirano de Padua.
Según una anécdota de la época, en una pequeña obra humorística suya
titulada Excelentísimo señor, se satirizaba con la figura del entonces vicepresidente encargado
de la presidencia de la república, Carlos Soublette. Enterado del asunto, mandó a llamar a
Robreño y le hizo leer el libreto frente a él. Luego de escuchar todo el texto, Soublette se
dirigió a Robreño y le señaló:
Efectivamente, veo que usted se burla un poco de mí, pero no está mal; yo esperaba algo peor.
Venezuela no se ha perdido, ni se perderá nunca, porque un ciudadano se burle del presidente.
Venezuela se perderá cuando el presidente se burle de los ciudadanos...
Siglo XX[editar]
Andrés Eloy Blanco
El “sainete”, una pieza dramática jocosa normalmente de carácter popular, que junto al “a
propósito” conforma la manera cómico-satírica de considerar el teatro criollo durante las
primeras décadas del siglo XX. La otra manera era la dramático-cómica, que fue menos
popular. Los primeros exponentes de este teatro criollo fueron Leoncio Martínez y Rafael
Guinand y la trilogía de actores cómicos formada por el propio Guinand, Antonio Saavedra y
Jesús Izquierdo. Dentro de las características del mercado criollo debe destacarse la obra de
Leopoldo Ayala Michelena, no solo porque su obra fue extensa y variada sino también porque
fue un decidido y perseverante propulsor del teatro nacional. Más tarde surge Teatro para
leer cuyos autores más representativos fueron Aquiles Nazoa, Francisco Pimentel, Miguel
Otero Silva y Andrés Eloy Blanco.
La puesta en escena de los saineteros se convierte en una crónica de la época; la sociedad
venezolana se ve reflejada a través de la gente de teatro, quienes hacen una crítica solapada
de la realidad nacional. En las décadas de los años 10 y 20 el sainete se caracterizó por pintar
costumbres y satirizar vicios y errores pero en las décadas de los años 30 y 40, este se torna
más crítico, tocando temas relacionados con el petróleo y el poder, donde se resalta la
caricatura política, especialmente hacia ministros y congresistas; como ejemplos se incluyen
las obras Yo también soy candidato (1939) de Rafael Guinand y Venezuela güele a oro(1942)
escrita por Andrés Eloy Blanco y Miguel Otero Silva en honor a Rafael Guinand.
Rómulo Gallegos también fue un reconocido narrador y escribió varias obras de teatro entre
1910 y 1915: El motor, El milagro del año, Los ídolos, La esperada, La doncella, Los
predestinados y El último patriota. En 1945 prepara su versión dramática de Doña Bárbara.
Desde 1939 la Compañía de Dramas y Comedias, contratada por el Ministerio del Trabajo,
pasó a llamarse "Teatro Obrero". En 1946 pasa a ser "Teatro del Pueblo", en 1948 "Teatro
Nacional Popular" y en 1971 se convierte en la "Compañía Nacional de Teatro" actual. En la
década de 1940 compañías extranjeras traen al país obras de importantes dramaturgos
como Eugene O’Neill, George Bernard Shaw, Henrik Ibsen y William Shakespeare. En 1942
se funda la "Sociedad de Amigos del Teatro" que logra la cohesión de la gente del medio,
gestiona recursos, hace relaciones públicas, fomenta la cooperación, motiva la participación y
realiza la producción de obras teatrales.
En 1946 se crea el Teatro de la Universidad, hoy Teatro Universitario de la Universidad
Central de Venezuela. Datan también de esta época compañías como "Proto-Arte Infantil".
Hubo también intensa actividad teatral en diferentes ciudades del interior del país,
especialmente en el estado Trujillo, donde había una Sociedad de Amigos del Teatro, igual
que en Valencia.
A partir de los años 1950 el teatro venezolano se hace universal. Hay una reacción contra el
exagerado criollismo y se evidencia la influencia de directores extranjeros que se quedan en
Venezuela. Entre los iniciadores del nuevo teatro se encuentra Alberto de Paz y Mateos,
español exiliado; la argentina Juana Sujo, formadora de actores, quien fue a Venezuela para
actuar en El demonio es un ángel y se quedó hasta su muerte, y Jesús Gómez Obregón,
formador de varias generaciones de actores.
En los años 50 nace el Teatro Experimental Universitario, cuyos exponentes más destacados
son Elisa Lerner, Ramón Díaz Sánchez, Alejandro Lasser, César Rengifo, Marco Poncio y
Cantón y Pilatos, Arturo Uslar Pietri, Ida Gramcko, Elizabeth Schön y Luis Julio Bermúdez. En
1959 se lleva a cabo el I Festival Nacional de Teatro Venezolano auspiciado por Pro-
Venezuela y el Ateneo de Caracas. El II Festival tiene lugar en 1961, auspiciado
popularmente, demostrándose así la aceptación que tenía la actividad teatral y el III Festival
tuvo lugar entre 1966 y 1967 en el marco de las celebraciones del Cuatricentenario de
Caracas.
La década de 1960 es propicia para el surgimiento de nuevos grupos teatrales, entre ellos el
Teatro de Bolsillo, el Centro de Investigación y Desarrollo del Teatro de UCV, el Teatro
Universitario, el Teatro Experimental de Arquitectura y el grupo del Ateneo de Caracas. En
1967 nace El Nuevo Grupo y Rajatabla. Carlos Giménez, director de teatro argentino, cambió
la historia del teatro venezolano. Él, con su Grupo de Teatro Rajatabla y Festival Internacional
de Teatro de Caracas rompieron muchos paradigmas de la época. También marcó su época
mediante el Taller Nacional de Teatro (TNT).
Por estos años se producen obras de teatro de numerosos dramaturgos venezolanos,
destacan las obras de Gilberto Pinto, Manuel Trujillo, Román Chalbaud, José Ignacio
Cabrujas, Isaac Chocrón, Ricardo Acosta, Arturo Uslar Pietri, Levy Rosell, Gilberto Agüero,
Wolfang Gil, Rodolfo Santana, Alberto Rodríguez Barrera, Andrés Martínez, Rafael Alvarado y
José Gabriel Núñez. La mayoría de ellos sigue produciendo en los años 70 y 80. Entre estos
dramaturgos puede verse el germen de un teatro más trascendental, destacando como
principales exponentes Chalbaud, Chocrón y Cabrujas. En 1983 se inaugura el Teatro Teresa
Carreño y aunque no está destinado ni exclusiva ni primordialmente a las representaciones
dramáticas, constituye un paso muy importante para dar estabilidad y solidez a la actividad
cultural de Venezuela.
Teatro lírico[editar]
La historia del teatro lírico profesional en Venezuela se inicia en 1808, a partir de la visita
realizada por la Compañía de Ópera Francesa de Monsieur Espenu cuando se empieza a
cantar profesionalmente. Antes, la enseñanza del canto estaba en manos de la iglesia y su
práctica consistía en acompañar los servicios religiosos. A su llegada a Caracas, esta
compañía lírica de cantantes profesionales ofreció al público selecciones y arias de óperas de
diversos autores, entre ellos Amadeus Mozart. Desde entonces, el gusto por el arte lírico se
convierte en una verdadera afición en Caracas.
En 1834 se forma en Caracas una compañía dramática dirigida por el actor Andrés Juliá
García y se le da continuidad a la lírica. En 1936 se comienza a escribir crítica operática en la
prensa caraqueña. En 1843 se presenta en el Coliseo de Caracas la Compañía Italiana de
Alessandro Galli y un enorme entusiasmo y gusto en el público. Entre los años 1852 y 1872 se
suceden distintas temporadas de ópera italiana y zarzuela que continuaron siendo lo más
notable del quehacer musical nacional y desde 1873, anualmente se alternaban obras
italianas y españolas consagradas con obras nuevas de músicos nacionales.
En 1887 Teresa Carreño trajo al Teatro Municipal de Caracas una compañía operática con
mucho éxito. Las compañías tomaron la costumbre de visitar la provincia cuando terminaban
sus actuaciones en Caracas, brindando una o dos funciones en las ciudades del interior más
grandes o más cultas. En 1904 se inaugura el Teatro Nacional de Venezuela que se utilizaría
con preferencia para realizar las operetas y zarzuelas y desde 1915 en adelante, las
temporadas anuales de ópera en el Teatro Municipal eran subsidiadas completamente por el
gobierno nacional. Entre 1933 y 1955 hay varias temporadas operáticas dispersas, en cambio,
las temporadas de zarzuelas se sucede con regularidad hasta el año 1981. A partir de 1983,
con la inauguración del Teatro Teresa Carreño, las temporadas operáticas contaron con coro
profesional y un elenco mayoritariamente nacional.
El Teatro en Venezuela
entre los siglos XVII Y XIX
Mucho antes de que la tradición hispánica teatral
llegara a Venezuela con el proceso de conquista y
colonización, ya los indígenas que poblaban lo que
actualmente corresponde a nuestro territorio
desarrollaron algunas manifestaciones proto-teatrales
o teatrales rudimentarias, tales como pantomimas y la
representación simbólica de los fenómenos naturales.
Para los mukus y jiraharas estas representaciones
funcionaban como medios de cohesión espiritual y
recurso educativo, para lo cual construyeron
estructuras físicas especialmente diseñadas para su
celebración: suerte de tinglados donde sólo hombres
lograban encarnar una historia, dialogando, narrando,
cantando y gesticulando. Un ejemplo de estas
celebraciones, lo tenemos en La Fiesta de la Tura,
fiesta ritual de los arahuacos, ayamanes y gayones de
la región limítrofe de los actuales estados Lara y
Falcón, la cual consistía en pantomimas relativas a los
períodos de la siembra y la cosecha.
El teatro hispánico poco a poco fue introduciéndose en
la venezolana colonial. En tal sentido, del 28 de junio
de 1600 es la primera licencia conocida que permite la
representación en Caracas de una comedia el día de
Santiago Apóstol, actividad que paulatinamente se irá
extendiendo hasta finales del siglo XVII y tomará
mayor impulso en el siglo XVIII. En relación a los libros
importados que llegaron desde la Península, figuraban
algunas obras teatrales, generalmente del Barroco, de
autores españoles o hispanoamericanos tales como
Pedro Calderón de la Barca, Juan Pérez de Montalbán,
Agustín Moreto, Juan Ruiz de Alarcón, Agustín Salazar
y Torres, y Juana Inés de la Cruz. En cuanto a los
lugares donde se celebraban las representaciones
artísticas, tenemos que durante todo el siglo XVII y
hasta que se construyó el Coliseo de Caracas a fines
del siglo XVIII, la actividad teatral estuvo en manos de
aficionados entusiastas, que se valían de las
festividades religiosas, de la coronación de un
monarca, de un matrimonio real, la creación de un
virreinato; lo cual buscaba romper con la monotonía
característica de la sociedad colonial. Aunque las
plazas mayores eran los lugares escogidos al principio
para la celebración de los actos teatrales, a mediados
del siglo XVIII, se abrieron patios o corrales de
comedias. Asimismo, en algunas mansiones
particulares de la élite social y cultural se
escenificaban piezas representadas por familiares y
amigos para un auditorio selecto. A pesar de que las
actividades abiertas no eliminaban las diferencias
étnicas y sociales entre la población, las mismas
funcionaban medios de homogeneización cultural y de
transmisión de los valores de la sociedad hispánica y
luego criolla, sobretodo si consideramos que para
entender y apreciar un obra teatral no era
indispensable saber leer.
A fines de 1766, o principios de 1767, se representan
en Caracas las 2 primeras piezas que pueden
atribuirse a un autor venezolano: el Auto Sacramental
de Nuestra Señora del Rosario y la Loa. En ambas
obras se podían apreciar la mezcla de elementos
clásicos, hispanos, americanos, locales, sagrados y
profanos, así como de personajes mitológicos y
simbólicos que dialogan entre sí. Aunque se
desconoce el nombre del autor de esta pequeña pieza,
la misma responde al momento cuando a mediados
del siglo XVIII llegaron a Venezuela, principalmente
Caracas, La Guaira y Maracaibo, los primeros cuerpos
regulares del ejército español, quienes contribuyeron a
una mayor promoción de la afición por el teatro. No
obstante, las representaciones teatrales fueron motivo
frecuente de disputa entre el sector militar o civil y las
autoridades eclesiásticas. En un dictamen de Carlos III,
recibido en Caracas en 1777, se establecía que residía
en la autoridad seglar la decisión sobre la
representación o no de determinadas obras
dramáticas. En 1784 se inaugura el primer Coliseo de
que dispone la ciudad de Caracas, construido por
orden del brigadier Manuel González Torres de
Navarra, gobernador y capitán general. Este primer
Coliseo estuvo ubicado entre las esquinas del Conde y
Carmelitas y tenía una capacidad para 1.500
espectadores. En sus instalaciones actuó la primera
actriz venezolana de que se tiene conocimiento: Ana
María Pinelo, nativa de La Guaira. Posteriormente, a
raíz de la Conspiración de Gual y España (1797) las
autoridades españolas, comenzaron a seguir de cerca
todas las representaciones dramáticas, con el objeto
de evitar cualquier brote revolucionario.
El Coliseo de Caracas fue destruido por el terremoto de
marzo de 1812, quedando suspendidas totalmente las
actividades teatrales durante la Guerra de
Independencia. Las representaciones dramáticas
fueron en cierta medida sustituidas por actos cívicos y
las entradas triunfales en las ciudades, así como por la
realización de cuadros vivos con figuras simbólicas.
Uno de estos últimos se hizo en Barrancas, a orillas del
Orinoco, el 25 de diciembre de 1820, en
conmemoración del primer aniversario de la creación
de la Gran Colombia. Después de la batalla de
Carabobo (24.06.1821) y la consiguiente liberación de
la capital, el empresario Ambrosio Cardozo mandó a
edificar en 1822 un segundo teatro en terrenos de su
propiedad ubicados entre las esquinas del Chorro y
Las Sanabrias (hoy llamada Coliseo), el cual se
convirtió inmediatamente en el principal centro de
diversiones de la capital. Entre las primeras obras que
se presentaron en este escenario se encuentra el
sainete criollo El café en Venezuela de Isaac Álvarez
Deleón. Años más tarde, a partir de 1835 y hasta
finales del siglo XIX florecieron más de 40 pequeños
teatros ocasionales y permanentes en Caracas, a la
vez que se registró la llegada de compañías europeas
atraídas por la afición teatral de los caraqueños. Uno
de estos grupos actorales fue el del catalán José
Robreño, quien en 1837 ofreció al público piezas
ajenas como La misantropía y Ángelo, tirano de Padua.
Según un anécdota de la época, en una pequeña obra
humorística suya titulada Excelentísimo señor, se
satirizaba con la figura del entonces vicepresidente
encargado de la presidencia de la República, Carlos
Soublette. Enterado éste del asunto, mandó a llamar a
Robreño y le hizo leer el libreto frente a él. Luego de
escuchar todo el texto Soublette se dirigió a Robreño y
le señaló: "Efectivamente, veo que usted se burla un
poco de mí, pero no está mal; yo esperaba algo peor.
Venezuela no se ha perdido, ni se perderá nunca,
porque un ciudadano se burle del presidente.
Venezuela se perderá cuando el presidente se burle de
los ciudadanos..." Después de esto, Robreño prosiguió
sus representaciones, pero se abstuvo de volver a
escenificar Excelentísimo señor.
El 23 de octubre de 1854 se inaugura en la capital de la
República, el teatro Caracas, lo cual constituyó en un
gran acontecimiento para la época. Para esta ocasión
fue presentada la opera Ernani, de Giuseppi Verdi. En
las décadas siguientes lo visitaron numerosas
compañías, entre ellas la de la actriz Adela Robreño,
llamada "la perla del teatro de las Antillas", en tiempos
del mariscal Juan Crisóstomo Falcón, a mediados de
1860. También en el teatro Caracas fue estrenada en
1873 la primera ópera nacional llevada a escena,
Virginia. Durante este tiempo la crítica teatral se
difundió extensamente en periódicos como el Diario de
Avisos y Semanario de las Provincias y El Porvenir,
ambos de Caracas. En términos generales, la misma
consistía en una amplia gama de conceptos, desde los
comentarios más o menos bien documentados hasta
aspectos referidos a la crónica social o a detalles del
vestuario. Entre 1870 y 1888, período en el que dominó
el escenario político Antonio Guzmán Blanco, se
llevaron a cabo numerosas representaciones teatrales:
comedias, zarzuelas, operas, sainetes. Asimismo, la
inauguración en este lapso del teatro Guzmán Blanco
(o Municipal), en enero de 1881, con El Trovador, de
Verdi, le da un nuevo impulso a la afición a las
representaciones dramáticas. Además de Caracas, en
la segunda mitad del sigo XIX se construyeron
edificaciones en otras ciudades. En Maracaibo, el
teatro abre sus puertas en 1883; el de Puerto Cabello
se inaugura en 1886 y el de Valencia lo tendrá en 1894.
En el teatro Guzmán Blanco (Municipal) de Caracas,
invitada especialmente por el presidente Joaquín
Crespo, dará varios conciertos en 1885 y 1886 la
pianista venezolana Teresa Carreño.
A fines del siglo XIX, pese a las dificultades
económicas y políticas experimentadas por Venezuela,
se siguieron presentando obras teatrales de autores
nacionales o activos en nuestro país tales como Casto
Ramón López, Vicente Micolao Sierra, Felipe Esteves,
Octavio Hernández, Eduardo Gallegos Celis. Entre
todos estos destaca José María Manrique que da a
temas como Un problema social (1880) y El divorcio
(1885). En 1896, coincidiendo con la celebración del I
Congreso Obrero realizado en Venezuela, se presenta
en Caracas el drama de intención social Juan José, de
Joaquín Dicenta, obra estrenada en Madrid el año
anterior, que tenía por protagonista un obrero. En
definitiva, el sainete característico del teatro criollo del
siglo XIX continuará en el siglo XX, pero influenciado
por otras tendencias artísticas.
TEATRO VENEZOLANO
El teatro de Venezuela es uno de los más reconocidos a nivel internacional, no solamente por su
antigüedad sino también por la calidad de sus espectáculos y de sus obras desde los primeros
colonos que llegaron a este país, hasta las influencias de muchos inmigrantes. El teatro en
Venezuela no empezó con la llega de los españoles sino que ya había empezado desde la época
de los aborígenes americanos, donde ellos realizaban demostraciones artísticas en diferentes
escenarios, con la llegada de los españoles a tierras americanas, el teatro tuvo una gran
evolución, especialmente a partir del siglo XVII.
En el siguiente siglo, el siglo XVIII se empezaron a construir los primeros corralones y patios
de comedia, se empezó a difundir el teatro en Venezuela, a pesar de que generalmente las obras
más populares se realizaban en las plazas mayores.
En el año 1767, ocurre un hecho de gran importancia para el teatro venezolano, se estrenan dos
obras de teatro de autores venezolanos, el nombre de las mismas fue Auto Sacramenta de
Nuestra Señora del Rosario y la otra obra tuvo como nombre Loa, una de las características
principales que tuvieron dichas obras fue su mezcla de las influencias culturales tanto española
como inglesa y americana.
El teatro es sin duda alguna, un arte, y así lo evidencian las expresiones "Arte dramático" y
"Arte escénico", que son otras formas de referirse a esta manifestación cultural
El espacio teatral:
La representación teatral tiene lugar en un espacio concreto, al que se debe adaptar toda la
puesta en escena, la forma más corriente es la denominada (Teatro a la italiana), que es un
edificio dividido en dos partes separadas: a.)El escenario b.) La sala.
La sala: era un espacio reservado para los espectadores, que podia estar constituida por uno o
varios pisos y, algunos casos, se hallan separadas del escenario por un foso reservado a la
orquesta. Este tipo de teatro, que ha sido el dominante durante muchos siglos, ha
evolucionado rápidamente a lo largo del siglo XX hacia espacios escénicos circulares o sin
ángulos, que avanzan a veces hacia el espectador y están dotados de plataformas móviles
Teatro 0ccidental: Aunque los orígenes del teatro occidental sean desconocidos, la mayor
parte de las teorías lo sitúan en ciertos ritos y prácticas religiosas de la antigüedad; aún hoy día
ese tipo de rituales sigue cargado de elementos teatrales.
Teatro clásico: Las cuatro formas teatrales del drama griego eran la tragedia, el drama
satírico, la comedia y el mimo.
Teatro del renacimiento: La música del teatro renacentista Los creadores e intelectuales
del renacimiento intentaron restaurar los ideales artísticos de la antigüedad clásica.
Teatro del siglo XVIII : El teatro del siglo XVIII era, básicamente, y en gran parte de
Europa, un teatro de actores. Estaba dominado por intérpretes para quienes se escribían obras
ajustadas a su estilo; a menudo estos actores adaptaban clásicos para complacer sus gustos y
adecuar las obras a sus características. Las obras de Shakespeare, en especial, eran alteradas
hasta no poder ser reconocidas no sólo para complacer a los actores sino, también, para
ajustarse a los ideales neoclásicos.
Teatro del siglo XIX : A lo largo del siglo XVIII ciertas ideas filosóficas fueron tomando
forma y finalmente acabaron fusionándose y cuajando a principios del siglo XIX, en un
movimiento llamado romanticismo.
Las mismas fuerzas que condujeron al romanticismo también, en combinación con varias
formas populares, condujeron al desarrollo del melodrama, el género dramático más arraigado
en el siglo XIX. El melodrama como literatura es a menudo ignorado o ridiculizado, cuando
menos desdeñado por los críticos, porque aporta imágenes de villanos que se atusan el bigote o
heroínas sujetas a vías de tren.
Teatro simbolista: El primero en adoptar las ideas de Wagner fue el movimiento simbolista
en Francia en la década de 1880. Los simbolistas hicieron una llamada a la "des teatralización"
del teatro, que se traducía en desnudar el teatro de todas sus trabas tecnológicas y escénicas del
siglo XIX, sustituyéndolas por la espiritualidad que debía provenir del texto y la interpretación.
Los textos estaban cargados de simbología de difícil interpretación, más que de sugerencias. El
ritmo de las obras era en general lento y semejante a un sueño. La intención era provocar una
respuesta inconsciente más que intelectual, y retratar los aspectos no racionales del personaje y
los episodios en escena.
En la actualidad los espectáculos del Teatro cuenta con su cartelera electrónica por internet ya
que una empresa, Al Teatro Si! Una iniciativa que nace de 3 caraqueños aficionados al teatro y
ligados al ámbito de comunicación digital y social web que busca agrupar e impulsar en un
website toda la "movida" teatral de Caracas bajo un formato visual innovador adaptado a las
tendencias actuales de comunicación 2.0. Queremos y buscamos el intercambio de ideas y
opiniones entre promotores y aficionados. ¡Somos tu cartelera teatral!
Orlando Arocha, opino:
¿Cuál es su diagnóstico de la situación actual del teatro en el país? --El teatro venezolano, al
igual que toda la cultura en el país, atraviesa un momento crítico y sumamente difícil. Es grave,
porque no es una crisis creativa sino una crisis de una nación que está revuelta, en la que el
nivel de incertidumbre es muy alto. El papel que le corresponde al teatro es el de tratar de
interpretar esa crisis. Corresponde al teatro venezolano interpretar ese inconsciente colectivo, o
consciente colectivo. Le toca al teatro venezolano hablar de lo que pasa hoy en día. Es en este
aspecto que uno siente que al teatro venezolano actual le ha quedado grande la situación del
país. Aunque pareciera que hay algo que está gestándose, que se está a punto de decir cosas, el
teatro no ha terminado de decirlas completamente, salvo pequeñas experiencias. El teatro ha
quedado entre dos panes: por un lado, el del teatro comercial, el evasivo, el de la diversión por
la diversión; y, por el otro, el del teatro que empieza a verse: el estatal. Ahora hay concursos de
dramaturgia enfocada en personajes como Cipriano Castro, que goza de la estima del gobierno.
El Estado está empezando a conducir al teatro hacia una zona e intenta que la gente haga un
teatro que se identifique con sus lineamientos. Pero las artes no están para eso, las artes están
para identificarse con el punto de vista más riesgosamente libre que pueda haber. El problema
es que el teatro venezolano dejó de correr riesgos. Y tiene que correr riesgos estéticos, políticos
y sociales para afrontar lo que ocurre: el 'ensanduchamiento' del teatro entre lo comercial y lo
estatal.
El teatro venezolano
El movimiento teatral venezolano es uno de los más importantes de Latinoamérica. Las obras
de dramaturgos como Rodolfo Santana, José Ignacio Cabrujas, Edilio Peña, Isaac Chocrón,
Román Chalbaud, Mariela Romero, son representadas con frecuencia en el exterior.
La actividad escénica es extensa y el lenguaje de los autores nacionales se combina con obras
clásicas del teatro universal o las últimas búsquedas del desempeño escénico. El grupo
“Rajatabla” está considerado como uno de los más importantes de la escena mundial. La
Compañía Nacional de Teatro, ubicada en el escenario del Teatro Nacional, representa desde el
“Don Juan” de Zorrilla hasta obras populares siempre con una gran audiencia. El grupo Theja,
en el teatro Alberto de Paz y Mateo, se distingue por sus búsquedas y un discurso fresco,
polémico y experimental. La cartelera siempre ofrece posibilidades de espectáculos teatrales,
siendo el Ateneo de Caracas el indiscutible centro de estas expresiones con sus distintas salas, y
el Festival Internacional de Teatro que coordina desde hace muchos años, permitiendo que
Caracas sea el núcleo donde confluyen las más importantes compañías teatrales del mundo
Por otra parte el teatro en Venezuela es uno de los más reconocidos a nivel internacional,
no solamente por su antigüedad sino también por la calidad de sus espectáculos y de sus
obras desde los primeros colonos que llegaron a este país, hasta las influencias de
muchos inmigrantes. El teatro en Venezuela no empezó con la llega de los españoles sino
que ya había empezado desde la época de los aborígenes americanos, donde ellos
realizaban demostraciones artísticas en diferentes escenarios, con la llegada de los
españoles a tierras americanas, el teatro tuvo una gran evolución, especialmente a partir
del siglo XVII.
El teatro venezolano representa uno de los más famosos a nivel mundial, no sólo por
su prehistoria, sino por la eficiencia de sus obras. Los principales índices de términos
teatrales en Venezuela se mostraron en el siglo XVII, particularmente, en el año 1600,
cuando la venida de los españoles se efectuó las primeras presentaciones de esta clase, la
mayoría fueron bajo el tema de la religión.
Asimismo en el lapso de la época del siglo XVII fueron otorgados los primeros permisos
para formalizar obras de teatro en la ciudad de Caracas, los autores de las obras teatrales
eran mayormente españoles y poseían una influencia escenográfica de estilo barroco. Luego
de producirse los primeros modelos teatrales, fue cuando comenzó la propagación de estas
expresiones culturales, ya que fueron una cantidad considerable de interesados que
desplegaron las diversas interpretaciones actorales en las celebraciones religiosas, porque la
presencia de feligreses era importante y certificaba en gran medida, que el público asistiera
a verla.
A partir del siglo XVIII, se comenzó a propagar el teatro en Venezuela, a pesar de que
habitualmente las obras más notorias y famosas se efectuaban en las plazas mayores. Por lo
tanto, se asentaba en el intercambio entre el universo escénico preciso y el universo
referencial o real, bajo la contemplación del asistente. En algunas ocasiones se afana por
hacer concordar las figuras de la presentación y la realidad.
Se considera que el mundo del teatro con el medio exterior, se ubica en el campo
del naturalismo, sin embargo la realidad simbolizada cambia de naturaleza, en el momento
en que comprende en el artificio. En algunas oportunidades el teatro renuncia a copiar la
vida y plantea la ventaja incondicional del momento de la representación, del aquí y el
ahora.
Así como la instauración literaria y las artes plásticas, el teatro se fracciona en una cadena
de formas básicas, de tipologías comunes, que se señalan como géneros: