Opinion Sobre Los Partidos Politicos

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OPINIÓN: Los partidos políticos, en

crisis porque incumplen sus tareas


El actual sistema de partidos demostró en 30 años su eficacia para desmontar
el régimen de partido hegemónico, pero también carencias
jue 30 mayo 2013 03:17 PM
Autor: J. Alberto Aguilar Iñárritu | Otra fuente: 1
Nota del editor: José Alberto Aguilar Iñárritu es político y escritor,
con estudios de economía, derecho y ciencia política en la UNAM, de
administración pública en el INAP y de investigación en Desarrollo
Urbano y Regional en el Colegio de México. Fue diputado federal en
la LIX Legislatura en el Grupo Parlamentario del PRI. Actualmente es
coordinador técnico de la Comisión de Reforma del Estado de la
Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago). Puedes seguirlo en
su cuenta de Twitter: @aguilarinarritu
(CNNMéxico) — México asiste hoy a múltiples manifestaciones de
deterioro del actual sistema de partidos políticos.

El panorama nacional está amenazado por la propagación de lo que


llamo islas antisistema —problemática que debe ser atendida por
separado en distintos sitios y de distintas formas—. Unas se combaten
desde su origen: la delincuencia y el lastimado tejido social; otras no se
atienden desde su raíz: la incapacidad de los partidos políticos para
representar causas ciudadanas y canalizar el conflicto por las vías del
maltrecho Estado de Derecho.

En el contexto de un gobierno dividido —atrapado en la inoperativa


premisa de que 'el que gana, gana todo y el que pierde, pierde todo', sin
reglas para formar mayorías estables y obligado a maniobrar bajo el
coyuntural Pacto por México— el sistema de partidos abandona su
papel en la gobernabilidad y se convierte en otro de los grandes déficits
que dañan la eficacia del ejercicio democrático del poder. 

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México se encuentra dividido, el pacto del gobierno, que no de
cogobierno, saludable, pero a la larga insostenible, administra esa
debilidad pero no la resuelve, y su operacioón contribuye también al
deterioro del sitema de partidos y al conflicto con el legislativo..  

Adicionalmente, la creciente debilidad que se observa en las


oposiciones estimula la dominancia electoral del partido que ganó la
Presidencia, además de provocar el riesgo de convertir al PRI, una vez
más, en su representante solitario.

El artículo 41 constitucional, define a los partidos políticos como


"entidades de interés público cuyo fin es promover la participación del
pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de la
representación nacional y como organizaciones de ciudadanos, hacer
posible el acceso de estos al ejercicio del poder público, de acuerdo con
los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio
universal, libre, secreto y directo".

Sin embargo, considero que buena parte de esta misión no se cumple.

Construido de arriba hacia abajo a partir de la Ley Federal de


Organizaciones Políticas y Procesos Electorales, el actual sistema de
partidos políticos demostró en 30 años su eficacia para desmontar el
régimen de partido hegemónico, pero también su ineficacia para
garantizar la plena representación de las causas ciudadanas, su
educación democrática y consecuente construcción de ciudadanía, así
como para absorber el conflicto social y procesarlo por las vías
institucionales.

Ya en la alternancia, su morfología sucumbió ante los apetitos de sus


dirigencias y grupos internos de poder. Se convirtió en un
poder franquiciatario que produjo verdaderas cofradías adineradas
que enfatizaron el pragmatismo electoral y la negociación con los
fortalecidos poderes fácticos, antes que la representación de las causas
ciudadanas, cuya presencia se volvió coyuntural. Un mero asunto de
marketing electoral.

Mientras la política dejaba de respetar principios éticos e ideológicos y


se hacía un negocio cada vez más costoso, el sistema de partidos tendió
a representar las causas del poder, de sus grupos internos y de sus
negociaciones con los grupos externos, antes que a la gente.

Se requiere una nueva Ley de Partidos Políticos que enfatice su misión


constitucional de crear ciudadanía y cultura democrática, democratice
y transparente su vida interna, le otorgue certeza e imparcialidad
jurídica, y obligue a la formación de sus propios cuadros, ideológica y
programáticamente, a partir del debate cotidiano de las agendas de la
gente y de interactuar con ellas 365 días, no solo en periodo electoral.

Solo el debate cotidiano de causas ciudadanas acercará la política a la


sociedad y creará un compromiso programático exigible, so pena de
revocar el mandato.

Por eso, corregir la inoperatividad partidaria es una prioridad a


satisfacer, antes que la entropía del sistema ponga en serio riesgo la
vigencia de nuestra democracia.

Hace ya tiempo que los partidos políticos han dejado de representar a los
ciudadanos; su distanciamiento y falta de credibilidad social es algo tan
preocupante como urgente de resolver, y la actual sensación general de
corrupción política propicia la desconfianza y la indignación, ampliando el
divorcio entre los partidos y la sociedad. Muchos ciudadanos se sienten
incluso secuestrados en el ejercicio de sus derechos por unas
organizaciones que monopolizan el poder, controlando tanto el poder
legislativo como todos y cada uno de los niveles de gobierno, así como la
composición de las más altas instituciones del Estado. Esta partitocracia
limita sustantivamente el ejercicio real de la democracia, y los
ciudadanos tienen poco margen en la práctica para decidir sobre la
marcha de la sociedad. Se hace necesario, en definitiva, un mayor
equilibrio de poder entre los partidos políticos y la sociedad.

Son numerosos los estudios e instituciones que vienen evidenciando esta


negativa sensación sobre los partidos y la corrupción. Según el último
Barómetro del CIS la corrupción es el segundo motivo de preocupación
de los españoles, y los políticos y los partidos alcanzan asimismo una
destacada cuarta posición en el ranking, y con una clara tendencia al
alza. Por otra parte, en el último Índice de Percepción de la Corrupción
publicado por Transparencia Internacional, España ha sido el segundo
país del mundo que más ha empeorado en su valoración relativa a la
corrupción.

También en la última Encuesta Social Europea, los ciudadanos


españoles reprueban claramente tanto a los partidos como a los propios
políticos, calificándoles a ambos con la valoración más baja —con
diferencia— entre todas las instituciones: 1,9 sobre 10. Y en el último
Barómetro Global de la Corrupción, publicado por Transparencia
Internacional, los partidos políticos obtienen en nuestro país la peor
puntuación de todas las instituciones evaluadas, con una calificación de
4,4 sobre 5 (siendo 5 el máximo de corrupción). El mismo Consejo de
Europa, a través del último informe del GRECO, ha sacado los colores a
los partidos españoles en cuanto a su manifiestamente mejorable
transparencia financiera. Además, nos hemos enterado ahora los
ciudadanos, por el último informe del Tribunal de Cuentas, de que una
buena parte de los partidos políticos españoles se encuentran desde
hace años en situación de quiebra técnica, o lo que es lo mismo, tienen
un patrimonio neto negativo, por haber ido gastando bastante más de lo
que tenían.

Aunque no dudamos en principio de la honradez individual de la mayoría


de los políticos y cargos públicos, es evidente que algo falla en el
funcionamiento de los partidos y su relación con los ciudadanos. Y esta
situación ha de cambiar.

Tienen que publicar las cuentas y declarar que no hay


investigados por corrupción en sus listas
Los partidos políticos no pueden ignorar esta clara situación de rechazo
de la sociedad española, y los ciudadanos han de ser activos y
contundentes exigiendo urgentemente a los partidos actuaciones claras e
inequívocas por la transparencia y contra la corrupción. Y para ello los
ciudadanos no estamos solos, nos acompañan en este empeño muchos
aliados: un buen número de jueces realmente beligerantes contra la
corrupción, unas fuerzas de seguridad (UCO y UDEF) eficaces y con
personal altamente cualificado, unos medios de comunicación cada vez
más activos e incisivos contra los corruptos, y unas organizaciones
civiles, universidades, etcétera, cada vez más proactivas en combatir la
corrupción. Quienes, por el contrario, se han quedado solos son los
partidos políticos, y algo van a tener que hacer de forma urgente para
salir de este importante atolladero social en el que se encuentran.
Dado que los partidos han sido incapaces de llegar a un pacto o
compromiso colectivo contra la corrupción, es el momento de que los
ciudadanos les exijamos a ellos este compromiso con la sociedad, y que
controlemos si lo cumplen a través de nuestro voto en las elecciones,
que es de las pocos instrumentos —por no decir el único— que tenemos
para hacer algo que pueda influir sobre los partidos.

A la hora de decidir el voto en las próximas elecciones, los ciudadanos


deberían exigir y valorar la actuación y el compromiso de cambio —si es
que lo tienen— de unos y otros ante esta situación. Vamos a indicar
algunos criterios, emanados de los seminarios contra la corrupción
organizados por Transparencia Internacional España, para que los
ciudadanos que lo deseen puedan evaluar la situación y expectativas de
cada partido político en este terreno de la transparencia y la corrupción, y
disponer así de un posible elemento de juicio más a la hora de decidir a
qué partido político van a votar, y en definitiva qué papeleta (aunque sea
cerrada) van a introducir en las urnas electorales.

Los primeros criterios de transparencia que se indican deberían


cumplirse por los partidos ya en el momento de concurrir a las
elecciones. Los segundos criterios deberían incluirlos, al menos, como
compromisos contra la corrupción en sus respectivos programas
electorales.

Antes de decidir el voto, los electores deben exigir y valorar las


promesas de rectificación
1) Transparencia de los partidos

Los partidos políticos deberían publicar en sus respectivas páginas web


la siguiente información: 1) Cuentas anuales del partido (dos últimos
ejercicios). 2) Fechas en las que ha remitido sus cuentas al Tribunal de
Cuentas. 3) Último informe de fiscalización de las cuentas del partido
emitido por el Tribunal de Cuentas. 4) Presupuestos anuales (dos últimos
ejercicios) con la correspondiente liquidación presupuestaria. 5) Datos
básicos de las entidades vinculadas al partido (fundaciones,
asociaciones, etcétera). 6) Desglose (orgánico y geográfico) de los
gastos e ingresos, así como de los bienes patrimoniales. 7) Declaración
de la inexistencia en las listas electorales de procesados o investigados
por corrupción. 8) Límites legalmente establecidos para sus gastos
electorales. 9) Descripción del procedimiento de control y/o auditoría
interna del partido. 10) Currículum o datos biográficos (al menos cinco
líneas) de cada uno de los candidatos incluidos en las listas electorales.

2) Compromisos a incluir en los programas electorales


Los partidos deberían recoger en sus programas electorales una buena
parte de los siguientes compromisos: 1) Reforma de la legislación
electoral para desbloquear las listas cerradas de los partidos. 2)
Publicación de la liquidación de gastos e ingresos electorales, en los tres
meses siguientes a las elecciones. 3) Retención de toda subvención
pública a los partidos políticos que no hayan remitido sus cuentas al
Tribunal de Cuentas. 4) Cumplir estrictamente las recomendaciones
sobre transparencia financiera del Consejo de Europa (GRECO). 5)
Tipificación jurídica del delito de financiación ilegal de los partidos. 6)
Prohibición legal de las donaciones de empresas (u otras personas
jurídicas) a los partidos. 7) Prohibición legal de la condonación de deudas
a los partidos por las entidades financieras. 8) Debate parlamentario
anual sobre aquellos partidos políticos que estén en situación de quiebra
técnica. 9) Ley de protección al denunciante de corrupción, fraude, abuso
o despilfarro. 10) Cambiar la legislación para limitar los privilegios
jurídicos y judiciales de los aforados. 11) Limitación al máximo de la
concesión de indultos, excluyendo en todo caso los delitos por
corrupción. 12) Introducción en los distintos niveles educativos de
materias y contenidos éticos, de valores y contra la corrupción.

En todo caso, y al margen de que los ciudadanos puedan evaluar a los


partidos según los anteriores criterios, Transparencia Internacional
España va a tratar de colaborar en este control social divulgando en
estos próximos meses la opinión de los ciudadanos sobre estos criterios,
e informando sobre el nivel de su cumplimiento por los partidos que
concurran a las próximas elecciones.

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