Articulo Sin Derecho de Admision
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Resumen
Los partidos políticos son fundamentales para representar a los ciudadanos y darle
gobernabilidad al sistema político, en este artículo se reflexiona sobre la existencia nuevos
partidos políticos como un medio para tener una democracia en que las diferentes visiones
de la sociedad estén mejor representadas y por tanto el sistema político sea más estable y
funcional.
Antes de continuar hagamos una breve reflexión ¿a quién sirve que haya más
partidos? La respuesta es, a quién no se siente debidamente representado, y que puede
estar fuera del sistema de partidos o inconforme al interior de uno de ellos. La competencia
política se procesa dentro de los partidos y entre los partidos. Hasta ahora en México, los
partidos políticos nuevos son transiciones de la competencia intrapartidista a competencia
interpartidista y no proyectos políticos de ciudadanos, que habiéndose mantenido ajenos a
la política, deciden abordarla a través de una organización completamente nueva. El caso
de los tres institutos políticos que alcanzaron registro, e incluso el de México Libre, que es
el que se quedó más cerca de obtenerlo, es de disidentes de dirigencias partidistas que
buscan competir contra ellas en la boleta y ya no en el seno de la organización partidaria.
Dicho esto, es evidente que en México los partidos no están alineados claramente a
estos clivajes típicos de la teoría política y han oscilado de acuerdo con las coyunturas
políticas. Tampoco hay partidos de nicho o de minoría que reivindiquen causas puntuales,
y aunque existen decenas de partidos locales, ninguno de ellos tiene una agenda separatista
o al menos regionalista, lo que los coloca como competidores en desventaja de los partidos
nacionales.
Y con esto aunado a que los partidos no satisfacen a los electores y que las nuevas
formaciones son desprendimiento de las existentes, nos podemos preguntar ¿por qué no
surgen otros partidos políticos? O en su defecto ¿por qué no vemos más candidatos
independientes?
Se dice que se debe limitar el número de partidos políticos para evitar que se
atomice la representación y para impedir que cualquiera acceda a las prerrogativas que
gozan los partidos sin derecho a ello, así como impedir que grupos de presión o peor, el
crimen organizados infiltre el sistema de partidos. Estos argumentos gozan de simpatía,
principalmente entre quienes ya forman parte del sistema de partidos y se hayan
razonablemente bien representados, pero justo por eso vale la pena preguntarse algunas
cosas.
La dispersión mayor o menor del voto, ¿no debiera ser una decisión de los electores
en la boleta? ¿Le corresponde a las reglas del sistema acotar mediante obstáculos
procedimentales el número de partidos?
El ejercicio de prerrogativas por los partidos, ¿no son estas un conjunto de privilegios
que despiertan la indignación de los ciudadanos? ¿no sería mejor limitar las prerrogativas
en sí, que impedir que crezca el número de sus beneficiarios? Lo cual además no haría más
oneroso el sistema como ya hemos dicho, sino que distribuiría los mismos recursos entre
más actores.
Una reforma que invierta la lógica del sistema de partidos, haciéndolo de fácil
acceso, de pocos privilegios y alta exigencia es poco probable, porque quienes tendrían que
hacerla se benefician del sistema actual, sin embargo, la coyuntura política presente, en
que tenemos un partido dominante en el gobierno que enfrenta a una oposición
fragmentada y entre la que subyacen divisiones legítimas, puede generar cambios. Un
momento determinante será la elección intermedia del próximo año, en que veremos si
esta tendencia se consolida o se modifica. Finalmente recordemos que los grandes cambios
políticos siempre se han visto reflejados en el sistema de partidos, y este no será la
excepción, habrá que estar vigilantes de que nos lleven a un sistema más representativo,
democrático y de menores privilegios para la clase política. Un sistema de partidos que
fuera como dice Lope de Vega que es el amor, que tiene fácil la entrada y difícil la salida.
Referencias
• Seymour Martin Lipset & Stein Rokkan, Party Systems and Voter Alignements, Free
Press, 1967.
Sobre el autor