Un Año en La Vida Henrique IV

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/462: Un año en la vida

de Enrique IV, rey de Castilla


MIGUEL ANGEL LADERO QUESÁDA*

Mil cuatrocientos sesenta y dos fue probablemente el año más brillante y


pródigo en sucesos favorables para Enrique IV, pero también aquél en que se
manifestaron las primeras fisuras y crecieron los síntomas dc la quiebra y crisis
que amenazaba al edificio de su reinado. Más aparentes eran los primeros,
«todas estas cosas de tan alta prosperidad e honra temporal», y añade su
cronista Diego Enriquez del Castillo que la bonanza habría permanecido «si la
deslealtad no le fuera contraria e pudiera enclavar la rueda de la fortuna, que
nunca sc trastornara». Vano empeño, el de detener en su giro al símbolo por
excelencia de la vida política en el siglo XV. pero, al menos, durante 1462
parecía propicio: en el ámbito interior de Castilla la situación económica era
muy próspera, lo que permitía arriesgar, incluso, un nuevo proyecto de reforma
y tasa monetaria2. Nacía la princesa heredera Juana a finales de febrero; el
/)rivtId(> del rey, Beltrán de la Cueva, era promovido al título dc conde de
Ledesma y al maestrazgo de Santiago, y enlazaba por vía matrimonial con los
Mendoza, lo que permitía al rey mayor margen de maniobra política, o al
menos dc elección, frente al todopoderoso Juan Pacheco, marqués de Villena.
En la frontera de Granada caian durante el verano, sin gran esfuerzo, plazas
tan importantes como eran Arcliídona y Gibraltar. Mientras tanto, Enrique LV
se veía requerido para que tomara la dirección de la política peninsular y

Universidad Cornplolense. Madrid


Lva,ui ¡ a ¡ Cásuu¡ ti, O., (‘rauca de Enrique IV, cap. XLV. HAL vol. 71).
1 ¡a ¡ a is-abajos siMoneda y Lasa de proc ¡ os en 1 462. ti o episodio ignorado en la poiii ion
ccooola e de [ r’qoe IV de Casi ¡ ¡¡ji. en El aig/o XV en (>¡.ati/hr Eíicn/ca dc’ eco/a e po/Pisa fiví‘al.
1 tírco 1 ana ¡ 982 pp 114— 1 42 y, «La política monetaria en la Corona do Cusí¡ la. 1369— 1497>. Li li
Ls¡>ano YA clic ¡al <M ¡drid). 11 11988). pp. 79—1 23.

En la Espa¡io /dcdics’ol — N.” 14-199 - Editorial Universidad Conaplulense-Madrid


238 Miguel Angel Ladero Quesada

mediterránea que diversos miembros de la Casa de Trastámara hablan


desarrollado en uno u otro terreno: el bando beamontés lo reconoce dc hecho
corno protector, en Navarra, tras la muerte dcl principe dc Viana y cuando
fallece la hermana de éste y primera mujer de Enrique
— Blanca, en abril de -~

1462, lega a su ex marido los derechos que pudiera tener al trono navarro. Los
catalanes sublevados contra Juan II negocian su ayuda y lo proclaman rey en
agosto. Más allá el juego politico italiano lo busca como aliado dc LItIOS LI
otros: Nápoles, Roma, Génova y Venecia envían embajadas con estos
propósitos a lo largo del año, y es posible también que la del rcy dc Túnez
haya sido, más que un intento de apoyo a Granada, un movimiento precautorio
ante la posibilidad de que el monarca castellano proyectara ampliar sus planes
de cruzada en combinación con aquellas incitaciones italianas: no se olvide que
la indulgencia de cruzada y cl subsidio eclesiástico seguían cobrándose en
1462t
Aquella buena racha se vería truncada por el doble juego del marqués de
Villena y otros magnates castellanos, temerosos o molestos ante una posible
pérdida de poder, por la astucia diplomática de Juan II de Aragón y por el
triunfo del interés político de Luis XI de Francia, que prefirió evitar la
hegemonía castellana al S de los Pirineos aun a costa de quebrar la vieja
alianza entre ambos reinos. Pero tales sucesos corresponden a 1463 y, además,
no es objeto de este artículo volver sobre cuestiones bastante conocidas ya4,
salvo como introducción para entrar en el estudio de otras que lo son mucho
menos, por pertenecer a ese mundo cotidiano de la «pequeña historia», que a
menudo no es tan intrascendente como algunos opinan.
Nos da la posibilidad de hacerlo la conservación de unas amplias y
minuciosas cuentas del camarero del rey. Juan de Tordesillas: son las únicas
que se conocen de todo el reinado, y su lectura es una fuente continua de
noticias sobre el rey, su entorno humano inmediato, y diversos aspectos de su
carnara y casa. No todos, ni mucho menos, pues bastantes de los relativos a
la vida privada y, sobre todo, a la organización de la Corte, permanecían fuera
de las competencias del camarero real: la despensa, la caballeriza, el pago de
raciones, la cera, una parte de la acemileria, y de las obras en alcázares,
fortalezas y casas reales, o no sc incluyen o dan lugar a menciones margina-

Sobre la ituaclón 12 nanclera de la (jomna VIiI? apane de m¡ Ibm, La Hacienda [leal de Cas/ii/a
iii el dg/a XU L> Laguna de ‘l’cncr¡ It 1 973 mi estudio «El aí go dc [3[cgo Arias nás it a en 462»
‘fYeííq>a ¡ <pu> ¡o [‘Yama(Madrid> (ttun>c Li ijc al Prof It ti ~fli tu Ruino> 4 (1959> PP ‘7 1 .293 -
¡ JS noticia> generale> c>iic n>anc l~ ci> este 1 riba jo y 9 tic no proced u> dc 1 i ucnl a de Juan de
lo.rdcsilt is o dc tus erui>islii.s, han Sido tui>> íd is del í>>ii,i><.i estudio dc Sí síu, 1 1 ss sNiíi ¡ 1... en el lomo
XV dc la IP> ‘o, ¡a de España, di r R Nlc ncnde’, 1> i dat. Madrid 1 966 Dc su libro c n cuí íborae.ióii Cuí>
Ríii>síí 1’>¡ Vxii sil x, Y’., Maíru,íoíiio u di ¡cc/ii> suuc’eso,’iCi de ¡<ahí! la a/ii/u>, dI udolití 196<>. A.’vuís..s.
‘F. dc 1> ahí 1 lo 1 ¼tVií ‘a. M adrlcl 1964 Di ¡ vsi.. M .“ 1., A ahí 1 fa ( ata/u a pi un ‘a (¡468— /474).
al udc, 1 íd 1 974 1> u tui.> í’s, D.. W 1’ nr/que fi’ ant! (líe (m’i.iis of fm/fcca/Ii ( emí/íim 1 a> Ide. 1425—1480.
‘anhridgc M 975. Vii ‘ira Vis i .1 .~m’an /1 dc’ ,‘h’agch, 1J~9 /479) 1 Ianaí ~íí¡¿, i íc i a/Fmi ‘tún en ¡CF
hi.s¡íaña del siglo Xi”. Raree luía, 1 953. Mí .íis.•xi .í•s M <FN í~, Mi [3.4.1 /faí.so di’ ñu ‘lía, ‘ej u/e Casi dli,.
Avila. 1 988. ‘li ímííí•s a íí.s. 1.. fil ¡¡‘‘bu/pc do,í rl 1/huso, ¡465—1468. Mmci a. t 955 (2.’ ecl.>.
1462s Un año en la sida de Ant/que IV.. 239

les. Tampoco se integra en estas cuentas la Casa de la reina. Su importe


corresponde a lo que es estrictamente la Cámara del rey y oscila, como los
años inmediatos, en torno a los cinco millones de maravedies, sumando dinero,
paños, tejidos, plata y joyas, según puede leerse en el resumen general incluido
en el apéndiee<.
No obstante, la lectura de sus casi mil asientos o partidas facilita ntímerosí-
simos datos. Permite, ante todo, reconstruir con gran detalle el itinerario del
rey, en combinación con otra cuenta aún más fidedigna en este terreno, la del
boticario real Ferrán López, que día a día facilitaba a Enrique IV medicinas,
cocimientos, azúcar y otros remedios’: puede comprobarse, así, que los
itinerarios basados en documentos públicos no siempre son exactos, pues
podían expedirse —aun con la firma del rey~ en localidades donde el monarca
no estaba en ese motuento’.
En las páginas siguientes nos acercaremos a diversos aspectos de la vida
y persona de Enrique IV: su atuendo, sus armas, las ropas de su mesa y cama,
su salud; sus devociones, aficiones, limosnas y liberalidades; sus residencias;
su pasión por la caza y los animales salvajes; el reflejo de sus relaciones
políticas sobre la vida cotidiana. Y podremos también añadir noticias sobre las
personas próximas al rey: la reina y sus damas, la princesa recién nacida, los
infantes Alfbnso e Isabel: el privado Beltrán de la Cueva’, los tres donceles de
máxima cotifianza regia (Gonzalo de León. Andrés Cabrera, Alonso de
Herrera); numerosos cargos y personas, en fin, de su Casa y Corte, incluyendo
el servicio de guardia, que integraba, entre otros, a los «caballeros moros y
moriscos». He procurado evitar la prolijidad, descargando truchos datos en
notas, cLíadros y apéndices, pero taínbién recoger los que me parecían más
sígníftcativos, ante la imposibilidad de publicar ahora la transcripción íntegra
de la cuenta de Juan de Tordesillas.

1. ROPAS, PANOS Y ARMAS

La Cámara suele subdividirse, según las cuentas, en «de las ropas», «de los
paños» y ¿<de las armas». Viajaban con ella, en los continuos desplazamientos
regios, arcas de joyas, plata de la vajilla, y de los ornamentos de la capilla.
Para cada ocasión se contrataba la acemilería necesaria, y a veces alguna
carreta: lo más frecuente es un promedio de 85 acémilas ---entre 70 y ¡00
detallan las cuenías~, pero cuando el rey viajaba solo o ligeramente, por
ejemplo «corriendo monte», bastaban entre II y 19. Además, era preciso

La cuenta cte Tordesillas en Sit»aneas. ti’¡tsa y Silit>s Reates, tea. 97. 1V 199-31’]. Está ordenada
ion cuí¿ugica i>icnte, meza latido tos más diversos conceptos. y arel tíye cuí> el 12 í>equi tu Ii rmaclc> por el rey
cii Al ma~ái>, a 1 5 dc eí>erc> de t 463. Sigue a la eííeí>ta geí>era1 cte Dicgo Arias Dávila 9tic tic e>tcid mdi>
ci> el lrat,aju> citada en la nula tercera. y a la dcl bc>íicarií> real Ferrán López.
VV el itinei’arií> reconstruido, en el apéndice de este trabajo.
U Ir Tu ¡¡surs: E,>r,’ ¡‘ir’, J ., lIine,’aí’io de En¡’iqu,e ¡ 1” de (‘arcuifla. Murcia. l953~
240 Arh.goel Á uigel Las/etc Qee.”ac/a

cotuprar «lías de cáñamo», jerga y lienzo basto para completar los elementos
de embalaje que tenia la Cámara. Los precios de alquiler son siempre de 12
maravediesfdia por acémila y 25 por carreta, y la mitad para los viajes de
retomo que, además, al hacerse de vacio, eran más rápidos.

A) La vcst¡menta

«Fue su vivir e vestir mclv honesto. Ropas de paños de ana del traje de
aquellos sayos luengos.. y capuces e capas. Las insignias e certn>onias reales
muy agenas fueron de su condición.» (U. Luriqitez del Castillo).
«No bebía vino, ni quería vestir paños muy preciosos, nl curava de la
etrímonia que es devida a persona real.» (H. del Pulgar).
«Caeterutn eum saepe a multis lepide aí’gucretur qune non regio sed
cotnínuni cíteretur habi!u, respondil quia regalis dígniratís alius debe! esse
testis quarn purpurae aut prectoszt vestís.» (R. Sánchez de Arévalo).
«Usaba siempre de lúgubre aspecto, sin collar ni otro dislintivo real o
militar ciue le adornase: cubría sus piernas con toscas polainas y sus pies con
borceguíes u otro calzado ardí narí o y destrozado... Cubría siempre su hermosa
cabe!lera con feos casquetes o con ct>alqctier indecorosa caperuza o birrete.»
(A. de Palencia).

Los textos de los cronistas nos sIrven, en ésta y en otras ocasiones, para
introducir la cuestión de que se trate y comparar la opínion que manifiestan
-- sIempre adversa y biliosa en Palencia— con lo que las cuentas indican: el
resultado dice mucho en favor de la capacidad de observación y de la
exactitud, tantas veces puesta en tela de juicio, de aqítellos autores”. Nuestros
documentos no mencionan joyas, collares u otros obje’.os de LISO personal cicle
podamos considerar como insignias de la realeza o, al metios, (le distinción.
Respecto a la ropa, es cierto que hay pocas mencíonet; a sedas, salvo en los
jubones, y un predominio total dc los paños de ana, lo qcíe implica cierta
renuticia a la ostentación. Y es cieno, también, que los colores preferidos por
e! rey son siempre «prietos» y «pardillos», alguna vez verdes (incluso hay un
sayo de «verde gay»). Pero Enrique IV vistió, o al menos pudo hacerlo, con
toda dignidad y abundancia, de modo que si el «extremado descuido en el
vestir» a que alude Palencia fue cierto alguna vez, lo seria por voluntad del rey
pero no por escasez de medios a su disposición en la Cámara.
En 1462 se hizo Enrique IV nueve jubones. 14 sayos, cuatro capuces, cuatro
pares dc calzas, cinco caperuzas, dos lobas, un pelote, una capa y tres gabanes, amén
dc la ropa interior: 18 camisas, nueve pal-es de «pañetes», ocho escarpines. Más un
sombrero y 16 bonetes doblados o sencillos, 29 pares de borcegcíies y 39 de zapatos.

los reír,íti>s cíe Et>riujííe IV ci> Essievir iv”>. C’xs’i’ui¡¡. [3., (‘i’ñnic’uu... cap. 1. FliFSrsN[<u¡ilI í. P,s¡u,ss,
‘/l5¡’iF’5 l”iui’iF)iiti ile <‘a.s/ill¡¡~ Oxl’ord. 1971. ecl. R. 13. Tate. P~ ‘—1 1~ l’’s>iui’¡’s. A. cíe: (‘u’óu,/i’iu ¡Ii’ Eo¡’is
1oi’
U. RA 1. ss ¡1 257 IX’eaíla 1. L ib¡’u¡ 1. cap. It. Si st 7>>> ¡e .4,,>’ sa J e II.. ( mn>¡ps’ndú.sa )P,’tou’ra JItv¡’a¡¡¡¿ 7>.
cap. XXXIX (ii>cltíiílí> en la edición cte la (‘,‘ui,uIc’iu ile Lvsíari:r ¡¡ii (‘‘<tu> a. Madrid, SaneO>, 1757>.
/462: Uuí año en la c’id¿¡ de Entiqee 1 kV 241

Fis probable que cl rey no cisura miteho cada ropa de las que se acumtílaban en la
Cámara, al ectidado de Alfonso de Sahagún, y que pasaran des-pués a manos de
otras personas pero. a poco que lo hiciera, tenía donde elegir. El vestuario se va
renovando a lo largo del año, aunque en 1462 sobre todo en los días eentmles dc
enero, febrero, junio y octubre. e inti~ediatamcnte antes de Navidad.
llnriqcíe IV viste los mejores paños extranjeros de ana: «Contray». Brttjas,
Londres, Ruán «mayores». Altema los jubones de paño con los de seda y
terciopelo, o bien emplea la seda en mangas y cuello. Pero reserva el paño
«pardillo» de Segovia para los sayos que viste «para monte». Su hábito suele ser
a la etíropea, pcícs, al menos en 1462, sólo se hizo un «pelote largo» labrado con
seda «a la morisca», en eL mes de junio. Sus camisas son del mejor lienzo de
«olanda», y cítiliza borceguies y zapatos, según la ocasión. El rey no parece tener
sastre propio sino que apela a «traperos». ttíndidores. zapateros y cinteros, camiscras
y sasti’es de Segovia, y a veces de Madrid, Toledo o Valladolid. Es cliente de
cristianos, pero también en ocasiones de ¡tídios y mustílmanes: entre éstos destacan
el «trapero» y colchonero Simuel Meme o el sastre don Ysaque, en Segovia, y
también Abraham de Gcíadalajara, «mi ~apatero».y otro mttdéjar llamado Mahoínad,
vecino de Madrid. aunque el zapatero habitual es Gonzalo de Medina, asi como dos
carpinteros mctdéjares —Mahomad Mantequero y Gomar Castaño--— que hacen las
arcas (le madera forradas de paño azul donde viajan la ropa y la vajilla del rey.
Es, en conclusión, un atuendo personal sencillo, que trae a la imaginación
el supuesto y conocido retrato del Códice de Stuttgart, pero no mísero, Las
cuentas muestran la imagen de un rey que no buscaba en este aspecto nada
extraordinario, sino lo que pudiera ser hallado cotidianamente en las tiendas y
talleres de Segovia, Madrid o Toledo. Claro está que en una época de
desmesura en el lujo y de vinculación entre majestad y pompa. aquello podía
parecer a muchos nobles y cortesanos demérito de la real persona.

B) El armamento

Máxime porque Enrique IV no compensaba aquella modestia en su vestimenta


civil con mayor ostentación y uso dc los aparejos militares. En 1462 hubo una
btíena ocasión para hacerlo, cuando la Corte se desplazó a Agreda y hubo entradas
o escaramcízas en la frontera de Aragón. Cincuenta y cinco acémilas llevaron
muchos paveses, lanzas y ballestas de la <¿cámara de las annas», pero no hay
noticia de alardes o paradas militares sino sólo de la ptíesta a putito de las espadas,
annadcíra, capacetes, quixotes, baveras, corazas, adargas, ballestas y arneses. asi
como de las sillas ginetas que el rey solia usar’>. Fue preciso incluso «ensangostan>

t’reliri¿>. u la cusan,a de la caballeria árabe, la gii>el¡í. pl’i>pia para algaradas.


u¡ichirsii>i¡es ‘u’ esca¡’ai>>uz¡is. a ¡u más ní>ble Onda. lisacla pt>r nostílri>s ‘u’ por tí>s it¡utiaí>t>s,,. Y Esií¡u~u¡:r
¡>1 [ (‘‘Así ¡iii,:>, ‘luz> gran cabalgactí>r de la gii>cla, y cisábala cte cantillo. tai>li> que tí>s del i’eyna u stí
ex emp] í> caí> fui’,>> actí>> ile¡a ní>n la pc> 1 ce a ile ser t>ouobres cte ant a»>. Esíu ptíede que sea e izilo en el
nivel ci¡rtesai>o. pei’í’ la jineta Cía cte uso prcpiui>cteu’aníe ci> A¡iílatueia desde i»íict>a antes.
242 M/gue/ Áuíge/ Ladero Quesada

dos corazas regias en Agreda, a finales de agosto, para que el rey pudiera
utilizarlas con comodidad, y comprar algunas piezas a principios de septieíubre:
tres pares de corazas, otros tres de gocetes, un capacete y un gotial. una mida
de acero, así coíno tres caballos en noviembre, que se añaden a otro adquirido
en julio «para traer la lanza de contino». No parece, desde luego, que el
cuidado, uso y almacenamiento de armas hubiera sido grande con anterioridad,
sin duda por la falta dc alición regia.

C) Tapicería y camas

El confort que rodeaba al rey en sus continuos desplazamientos no era, a


decir verdad, mucho. Uno de sus elementos principales eran los «paños
franceses» o «de Ras» (de Arras), para cubrir paredes, asientos y suelos: paños
grandes de pared, bancales, paños de espalda, alínohadas y cojines, antepuertas,
<almofi’exes», alfombras, alcatilhs, «reposteros» con las armas reales... Los
paños se guamecian cli su reverso con lienzo basto, pero el desgaste era grande
y las reposiciones frecuentes: en 1462, cl camarero Juan de Tordesillas dio de
baja dos bancales grandes, cuatro antepuertas, cinco alfombras, cinco aleatifas
y 12 reposteros. Pero, al mismo tiempo, el contador mayor Diego Arias Dávila
adquiriría en las ferias de mayo y octubre de Medina del Campo, siete paños
«de la estoria del rey Alixandre desde que nas9io fasta que murió», otros dos
dc la «estorya de las syete virtudes», dos más <(de la estoria del triunfo de las
damas» y uno «de la estoria de los vi~ios e virtudes»: cada uno de ellos exigió
43 varas de lienzo para guarnecerlo, lo que da idea de sus grandes dimen-
siones. Las menciones a los temas que tratan diversos «paños» es siempre
curiosa: «estoría de unos salvajes», «una lka de salvajes que pelean con una
sierpe». «Unos cavalleros e damas que andan a cata dc aves», o bien la
«estoria de otras damas e escuderos», o, simplemente, «arboledas»,
El servicio de cama era otra preocupación constante del camarero y del
«repostero de camas», incluso en detalles menores pero importantes durante el
invíerno: el 18 dc enero se compraba un «escalentador» de cobre para el lecho
regio, con sus servíctos auxiliares ——palas y cazos para la brasa—-. Enrique IV
siempre viajaba con los accesorios de cama y mesa, en arcas «ensayaladas»,
y envueltos en lienzos, frisas y jergas bastas, de las que hay un consumo
continuo, pero sus l’recuentes estancias en Segovia le decidieron a instalar una
cama que <estouiese de continuo en los mis pala~ios»: el «trapero» Simuel
Meme facilitó a tal efecto lienzo de Bretaña para los cuatro colchones que se
requerian (18.5 varas por unidad), de Flandes para las sábanas (15 varas por
unidad), de «Olanda» para las almohadas (dos varas por unidad), con cintas de

liii la
1>aí’licta nt’ím. 155 cte la cuenta, se recc>í¡í>ec el g¿íslc¡ ctííraí>te el añc> de St) ‘aras de

tien zc>s baslí 1< cte caO amasas í> bit re, 2(1 de lii sa blanca 25 cte crea, 1 3 ctc,eenas cíe tias de canainí> ‘u’

esparíci. tí> ¡í “casis ci> sayaladas».


/462: Un año en la u/da de Enrique 1k-. 243

seda anaranjadas y moradas, y fundas de lienzo basto, más nueve arrobas de


lana lavada y convenientemente vareada por un maestro colchonero. Los
«paramentos» o colchas de sargas moradas y verdes, y media docena de
cojines, completaban el mullido conjunto, cuyo costo ascendió a unos 7.500
maravedíes. Además, Enrique IV tenía al menos dos camas en la Cámara, y
otras dos «ricas» en el alcázar segoviano, guarnecidas con lienzos bastos y
cordobanes, la una «chapada de quatro paños de la estoria de los cavalleros e
damas de Troya» y la otra «de tres paños bordados de la estoria de una dama
que está asentada en tína sylla rica».

U) Comidas, asco, salud

Menos todavía sc lee en las cuentas sobre la mesa del rey y su servicio,
pero también de interés: los lienzos de «Olanda» y Flandes «delgado» que se
utilizaban en «dos pares de hayalejas con que me strvieron en este dicho año
cl manjar», en las lO docenas de «pañizuelos de mesa», y en los seis pares
de «touajas» para la vajilla. Los «manteles reales» serían también de lienzo, y
se cita especialmente a los «manteles de Buytrago... en que se pone la plata
de la ini baxilla».
Espejos, cuchillos de mesa, peines, cepillos o «escobillas» de ropa,
perfumes de «estoraque», de «ánima» y «sevillanos», completaban aquel
conjunto de enseres cotidianos, cuyo gasto y reposición era continuo. Para el
servicio de baño el rey contaba, por lo que sabemos, con «tres bacinas
gratides».
La cuenta del boticario Ferrán López merece un estudio histórico-médico
para determinar hasta qué punto las continuas infusiones, gargarismos.
emplastes, ungúentos y otros remedios que se aplican al rey son consecuencía
de manías o de auténticas enfermedades. El consumo de azúcar «rosado», frutas
confitadas, membrillos y otros dulces nos lo mtíestra corno un desenfrenado
goloso:
«Con difietíltad entendía en cosa agena de su deletación, porqcíe cl
apetito le señoreaba la razón.» (H. del Pulgar).
«Su cotuer más fue desorden c1ue glotonia, por donde su complexión en
alguna manera se corrompió, e así padecía mal de la ijada, y a tiempo, dolor
de muelas: nunca jamás bebió vino.» (D. Enríquez del Castillo).
Uno dc aquellos «tiempOs» flíeron los días 19 y 20 dc abril cuando, leemos
en la cuenta, «yo íne sentí enojado de la yjada e de oydo e de las muelas».
El rey recurrió a los remedios clásicos: se hizo comprar medio azumbre de
aguardiente, lo usó con «<iertas vendas e tiras», se puso también <¿una beca
grande, la cual se aforró toda en martas zebellinas», y, como tantos creyentes
de la época, apeló al prodigio y llamó al «cura de la yglesia de Sant Blas de
Segovia, que inc llevó ciertas reliquias de la dicha yglesia, que estaua enojado
de la garganta».
244 M/gue/ Á mígel Ladero Quesada

Las menciones a médicos reales son í’nuy escasas en las cuentas, pues ni
siquiera aparece uno de los habituales, que es el judío Maestre Semaya. Sólo
Maestre Martín y el Doctor de Avila, asi coíno ——lo que es un detalle
interesante— dos «fisyeos del rey de Portogal, que a mi vinieron»: Don Mose
Aboacar y don Ca, su hijo, a los que el rey obsequia con esplendidez en
noviembre (16.000 mrs. y lO enriqttes de oro).
Poco aportarán estos datos a la historía clínica del monarca pero, al menos,
las notas sobre sus costumbres alimenticias y medicinales, y el futuro estudio
de la cuenta de su boticario, podrían aclarar a que enfennedad corresponde
aquel crónico «mal de la ijada».

2. DEVOCIONES, LIMOSNAS Y LIBERALIDADES

A) La capilla real

Las cuentas distinguen entre la «capilla rica» y la «capilla de contino»,


pero apenas dan noticias sobre su actividad, si no es para referirse a un suceso
extraordinario, como tite el robo que sufrió en Madrid, durante el mes de
febrero, precisamente «la noche que físe sala ——declara el rey— al dicho conde
de Armiñaque». Enriquez del Castillo se hace eco de otro robo semejante de
la cámara ——a no ser que sea el mismo y esté confundiendo fechas y
situaciones— durante la embajada que envió el duque de Bretaña en 1460, y
señala que hubo en la fiesta, en los «aparadores del rey», por valor de 20.000
marcos de plata dorada1>. Los atítores habrían sido dos escuderos, a quienes
el misíno monarca vio cometer el delito pero no qtíiso castigarlos. Y, por
cierto, este tipo de robo, que se excusaba en parte por la calidad de quienes
lo cometían, aparece en un contexto distinto pero contemporáneo, según lo
narra Fray José de Sigúenza a propósito del monasterio Jerónimo de Guisando:

«De lo poco que había de esto (plata) en Guisando puso mucha codicia
en cín escudero: corno no íe sobra a este linaje de gente nada, y están mucho
tiempo ociosos, consideran despacio su pobreza y sil hidalguía, y tratan de
remediarla a la más poca cosía que pueden. Pareciole a Gonzalo, que así se
1 amaba nuestro escudero, que con la plata del monasterio dc Gtti sando
saldría de laceria.»’>.

¡ M .s k~sNu rs, <u~, Luisa <‘a l,ia/u5cñc’o .soh,’i’ h’uuu’iaí,e ¡U’ de (‘i¡stillc¡ y <u, Iieínan~ Madrid. 1 947 si etie
sic icící la 1570 r a prcu xi mación a estas cci es 1 ¡oiles’
1 s ¡55<1 i r ¡<LI. Crss ¡‘1 [ ¡‘ ¡: (‘¡‘fuiiu’u,’cap. XXI Y’ 1-lay c
1ci ci tener piesúnte que la (?rón i e¡í be deshecha
en 1 467 c tu índíu Scgoy ja ‘tic u cuitada por lis’ p:urli clan cus cte 1 ir bote— ley Alían so, y 13iego Lnrict uez la
rccom puisíu it tichos ¡fas después, no si cmpie con ex acíitucí eronol ógica~
Sil ‘Mí N>s 1.. 1’/u’s(s¡u’ia dc’ la Orden iii’ .S’í¡¡u .Ji’¡’buui,uío 16(1(J). Madrid. 1 t>f9 (ci). cíe .1. Catalina
(niel u) Libio It cap. 14.
1462: Lb, año en la vidc~ de Enrique 1 U 245

Nuestro documento no contiene apreciac~oncs tan sutiles sobre las causas


específicas del latrocinio entre los hidalgos, aunque es muy probable que
Enrique IV las compartiera. Se limita a mencionar el robo, al joyero de la
reina, de «un par de touajas ricas de Cambray labradas con oro e seda», y la
recuperación de dos cálices y dos candeleros de plata, rotos, que el rey mandó
rehacer «más rico y dorado que de antes era».
Pocos datos más: hay tres sacristanes -‘—Diego Sánchez de Cuenca,
Cristóbal y Toribio Ginés—, algunas celebraciones de misas extraordinarias,
aunque Enrique IV las encargaba también en los ínonasterios segovianos y solía
oiría en La Iglesia Mayor. Y una reactivación navideña que coníleva cl encargo
de un altar, estrado, bancos de madera y un «fascistol de madero», y, sobre
todo, el que se entreguen el día 22 de diciembre a Rator, uno de los capellanes
y cantores, 9.000 mrs. «Para conprar todas las cosas que flieron tnenester para
las Marías e ángeles e pastores e profetas, para la remembranza del nas~i-
miento de Nuestro Señor de la noche de Navidad». Recordemos que el rey la
pasó en Almazán, lejos de su residencias habituales.
Apenas hay noticias sobre la piedad personal del rey, pues casi todas ellas
son de carácter ritual o consuetudinario. Así, a comienzos de julio envió a la
iglesia de Santiago de Compostela 22 varas de brocado verde rico, para
ornamentos, pues «fue eston~es el jubileo». Y en agosto hizo encuadernar con
terciopelo negro y plata dorada un «libro de oras y luminado» o «rico», que
había enviado a la cámara real Diego Arias Dávila. Hay que retener el dato
porque acaso es el mismo libro que figura años más tarde en la testamentaria
de Maria Enríquez, segunda mujer dc Beltrán de la Cueva: «Un libro de oras,
rico, guarnecido en terciopelo negro e raso negro, de dentro con sus manillas
de plata doradas, esmaltadas14.

B) El canto y la música

«Ura grand músico e tenía buena gracia en cantar e tañer e en fablar


en cosas generales.» (H. del Pulgar).
«E! tono de su voz dulce e muy proporcionado; todo canto triste le daba
deleyte: preciabase de tener cantores y con ellos cantaba mríehas veces. En
los divinos oficios mucho se dcleytaba. Estaba siempre retraydo; tañía
dulecínente latid; sentía bien la perfección de la música: los instrumentos de
ella le placían.» (U. Linríquez del Castillo).
Junto con los clérigos que actuaban sólo como capellanes, tal como Manuel
(Sil, que era arcipreste de Segovia, había otros que además eran tenores: el ya
citado Retor, y Alonso Martínez de Santa Gadea. El rey disponía de un cantor
principal, Cristóbal de Morales «cl mozo» o «el del duque», y de varios

¡ ‘~ Rcmruuam,¡’¡’, ‘u/ji ¡ “a A., h’osujiucjo /Ñogu’á/ic’o de i/o/u 1/el/uño iii’ la ( ‘u,eua Madiicl. 1881. cloe. 61.

p. 244.
246 Ivilguel .4t,ge/ Lac/í’ro Quesada

organistas fijos —Juan dc Brihuega, Juan de Castro— que cuidaban de dos


pares de órganos, dos «esclaue~imbaños» y varios monocordios que viajaban
con la cámara real. La nómina de sus tañedores de cámara, con los que tiene
diversas atenciones por valor de más dc 30.000 mrs., estaba compuesta al
menos por siete personas’<. Todo confirma, pues, la apreciación de los
cronistas.

C) Limosnas y liberalidades
«Era orne piadoso e no tenía ánimo de fazer mal ni ver padeseer a
ninguno.» (1-1. dcl Pulgar).
«A los enfermos caritativos, y Iiínosnero de secreto.» (O. Enríquez del
Castillo).

Aunque pocas cosas «de secreto» podría hacer un rey con su camarero al
lado, pero al menos las cuentas de 1462 parecen confirmar el buen natural
enriqueño, manifestado en más de 60 limosnas, cuyo importe total en dinero
o paños —93 varas-— alcanza los 33.000 mrs. Pero lo que más puede interesar
es la variedad misma de sus circunstancias y cuantías, que tienen en consi-
deración, no podía ser de otro modo entonces, la «calidad» de las personas.
Así, las más alias son para escuderos enfermos o ancianos (casi siempre por
encima de 500 mrs., y una de lO enriques). Otros 40 hombres y lO mujeres,
en númeíos redondos, son también beneficiarios, así como grupos de pobres
que piden a la puerta de la Iglesia Mayor, en Segovia o Toledo, algún fraile
jerónimo, un ermitaño «de perca de Soria» y una «muger hermitaña de La
Puebla», varios locos como «don Alvaro de Alcántara» y Femando del Castillo,
«dueñas envergonyantes», mujeres criando, una «moQa tollida» de Agreda, y
otros casos similares que desfilan por el breve escenario de miserias y dolores
que es, en este aspecto, la cuenta del camarero. Incluso recibe limosna de
2.000 maravedíes el mismo limosnero real, fray Alonso, que estaba herido.
1-lay que considerar aparte la gran limosna dc Jueves y Viernes Santo --—15
y 16 dc abril de 1462—’, pues tiene un carácter más ritual. El rey fue «a tener
la Pascua a Segovia», y allí, «el jueves de la gran,>, lavó los pies a 13
hombres y una mujer pobres, se los liínpió con cinco varas de lienzo de
Flandes, les repartió otras cien de paño «pardillo» le Segovia para su
vestimenta, y lO mrs. a cada uno para la comida del día Además «en giertas
yglesias e monasterios que yo fui andar las estagiones» repartió 60 reales de
plata y al siguiente día, «Viernes de la cruz», ofreció II enriques de oro «a
la cruz en la yglesia de Santa María la Mayor» e hizo repartir a su camarero
limosna de dos reales de plata a cada uno de 250 pobres. Dc modo que en
ambos días se empleó la suma dc 19.605 mrs.

Son: ]ea,, Dan’uiá n. ‘edro de Pei’ia O el. jaai, de Aníecíucra. Juan dc Bactajos. Bernal 1 erre u’.
hunsalo de Niebí u, D lego cte M utirid.
/462: Cm, año cpu la tida de Enrique IV.. 247

La Navidad era el otro momento anual de generosidad obligada, aunque


con muy diferente significado, no penitencial sino de regocijo. El rey la
celebraba según costumbres festivas al uso, que conocemos ya a través dc
alguna crónica de aquel tiempo, pero no tenía por qué llegar a los extremos
de ostentación que practicaba, por ejemplo, su condestable Miguel Lucas de
Iranzo, en Jaén, como nuevo noble”’, de modo que las cuentas sólo mencionan
dos tipos de gasto extraordinario. ambos relativos a la liberalidad regia con sus
allegados inmediatos.
Unos son las pérdidas, siempre intencionadas, en el juego de dados, que
se practicaba en Nochebuena y durante los días siguientes: el rey pierde 420
enriques y lOO doblas... «Los quales yo perdí a los dados e me los ganaron el
dicho conde de Ledesma e otros catíalleros que conmigo jugaron aquella
noche», o bien, en otra sesión, la misma reina Juana y su doncella Brayayda.
E incluso regala 30 doblas a su doncel Andrés Cabrera, para que pueda jugar.
El otro gasto son regalos y aguinaldos, también en oro (242 enriques y 20
doblas), hechos el día de Navidad y los dos siguientes. Lo más sencillo es
entímerarlos, para comprobar que se trata de personas vinculadas al afecto o
a las aficiones del rey, aparte de la ofrenda hecha para la misa navideña:

Ofrenda de la misa 20 enriques


Infaí,tes Alfonso e Isabel .... 100 enriques
Andrés Cabrera ....... 30 enriques
Gonzalo de León . 20 enriclues
Fernando, contador de la despensa . 7 enriques
Juan Damián, tañedor de cámara ...... . 30 enriques
Diego de Madrid. tañedor de cámara ~ . lO enriques
Retor, capellán y cantor .......... 20 doblas
Alvar Ferránclez. organista . . . It) enriques
Al fotiso cíe la Carrera, trompeta, y sus compañeros . . 5 enriques

3. MONJES, FRAILES Y FUNDACIONES

«Este rey fundó de principio los monasterios de la Virgen dc Santa


María del Parral de Segovia e dc Sant Geronirno del Paso de Madrid, que
son de la Orden de Sant Geronimo, e dotoles magníficamente, e otrosí el
monasterio de Sant Antonio de Segovia de la Orden de Sant Francisco, e tizo
otros grandes hedeficios e reparos en otras mttchas iglesias e monasterios de

¡‘leí/Fas dc’! ( ‘íF¡uí/í’slahIí’ [JiFa Ar/iguuel Lu¡c’ius dc’ /¡‘an’<¡. ccl. J cte Mala (V’¡in’iazo. M¿ucl ii d, 1 9411.
cap. Y’ y VII. añas 1460 y 1461 sul.a Nochebtíena de Navidad, dcspiuu)s de oyct¡ís tas biéspcí’as y venido
a utu pasa da, se lucíi ‘u al uegcu cte los dadcus con it tichas caua 1 lercu.s e genlites unbres e ricas mercaderes
e i bcta d untus cte la dic ha bitad (Jaén), Itás por cye lene ja e tin de ‘rancí ilcar ci cíe por ccubd i yja de gaula r.
Y en llinlo cltie cl ~iegoduró, qdíicr pci-diese o ganase. tanto icííliu que ver y airar a tinos y a otros, y
cIar y rcpzu rlir clublas y enrri cl tíes, can iii uy’ grayi usos y cícunosos motes, qcíe la uy puco lairatía los dadas
ni la stíeiie ci tic echa ua‘‘‘u> al’?u, el ciiía 1 1 cíegcu de dactos, e dar e reparí ir e llíger me i’yecies pasó cl ii eiípu.u
a N uuebeb Liclía, e la noche ile bi éspera cte1 año n tietío, e la noche de biéspc ‘a cte los Reyes..
248 A-ugt ¡el A, rge/ I.ade,‘o Q ¡esada

sus reinos, e clic>les grandes ti moslias e fízoles muchas mercedes.» (II. (leí
Pulgar).
«Grande cdi ficador de iglesias e monasterios, y dotador y scísteníador de
ellos: dábase a los religiosos e a su conversación.» (1). Enríquez del Castillo).

El interés dc Enrique IV por la reforma o promoción de algunas órdenes


religiosas ~-enespecial jerónimos y franciscanos— se mezeló por aquellos
años con la exacerbación de la polémica sobre los judeoconversos y con el
primer proyecto de establecer la Inquisición, que tuvo lugar en 1462 (bula Duní
tic/ej ea¡holu’ae, 5 de marzo). Dos años atrás. Fray Fernando de la Plaza y
otros franciscanos observunues habían instado ¿t ello, apoyados en el testimonio
del alegato de Fray Alonso de Espina (Eorualiu/um fidel, 1459), que era
«hombre muy letrado y gran predicador, y hera oseritante y confesor del rey»17.
También lo hacía, pero con otros criterios, Fray Alonso de Oropesa, general
de los jerónimos y hombres de la confianza regia.
Alguna relación con este proyecto tendría la estancia en Madrid, en la
Corte, durante enero y lebrero, dc 20 franciscanos, entre los que se contaban
Fray Luis de Saja y Fray Femando de la Plaza, guardián del monasterio de La
Espina. Este último era un vehemente predicador que en aquella ocasión, o en
otra anterior, había afirmado ante el rey tener «en su poder cien prepucios de
hijos de cristiano, que se habían circuncidado», cosa que el rey quiso
confirmar, infructuosamente, pidiendo la presentación de la pruebaiN. También
en febrero pasaron por la Corte tres jerónimos de Lupiana. no sabemos con
qué objeto, y a principios de mayo, por «Pascua de cinquesma» (Pentecostés),
celebraban los franciscanos capítulo en el convento de San Francisco dc Alcalá
de Henares, para cuyos gastos entregó el rey 11.200 mrs.’<.
Enrique IV siínpatizaba con la «observancia» franciscana pero, no obstante,
no quiso quitar a los «conventuales» su casa de San Francisco, en Segovia,
cuando ambas ramas de la Orden pelearon por ella2, e incluso contribuyó a
veces en 1462 a la alimentación de los frailes con pequeñas cantidades para
pan, vino y pescado, y se gastó en noviembre 75.000 mrs. en 30 camas,
hábitos y 25 «garnarrones» a repartir entre los conventuales de San Francisco
y sus rivales observantes de San Antonio. Una de sus grandes obras segovianas
había sido, desde hacía años, la construcción del monasterio de San Antonio,
a partir de una antigua casa de campo ya edificada cuando era príncipe. Las
cuentas de 1458 señalan una suma de 200.000 mrs. para la obra, y las dc 1462
tienen partidas por importe de otros 172.000, más 10.000 empIcados en la

Vurss. D. de. ¡1jeni <¡u-it,! de Diversas 1—/azcíña.>. Ud. 1~ cíe NI ata (‘arija za. N’I adj d. 1 94 1 . cap.
IV. año 1455.
La picsei¡eia de cus franciscanas en la Cune, en las paitidas 251) y 301. Sobre la pi’ectiezueióií
cUí liajte De la ‘taza, A’,ccuís~i. uy> tú’’ Pp 377—352. y Isis. A.. .S’u’=zoi’/t¡ e Luíu’iipuí’ lEV Secavia, í)

1 6.
Paiticta, núm. 444 cíe la cuciulcí
Fui Lo usina V¡ulera en el nuisilio capilulcí ciiacti¡ ci> nul¡í ni’im~ 17.
/462: Un tiño en la uit/a de Éní-ique ¡ PV - - 249

compra de libros y otros 15.000 para «tres retavlos pequeños que yo avía
mandado eonprar de cion~alo de Cuellar, trapero vesíno de Segovia», Llevaba
las obras desde 1455 como mayordomo real Ochoa de (.‘aray, junto con los
frailes (el guardián. Juan de San Pedro; el mayordomo, Juan de Madrigal; el
vwano, Alonso de Medina).
La fundación del monasterio jerónimo de Santa María del Parral databa de
1445-1446, cuando Enrique era príncipe, atraído por la belleza y recogimiento
del lugar, que tan soberbiamente describiría Fray José de Sigúenza:
« Ha 116 después de haberlo mi i-ad<> atentamente, rin puesto admirable para
el propósito, en la ribera del río (que) [lamanle los naturales Erezma, un poco
levantado cii la ladeía de una cuesta, abrigado con ella y con cinas peñas
dc los e erzas fríos. qcíc lo son mucho en ac]uel la tierra, puesto al mediodía.
donde le da cl sol desde la mañana hasta [a noche, a tiro de ballesta de los
mu ros, lronterc) del alcázar real... Allí había una cnnita cje tiempos atrás,
llamada nuestra Señora dcl Parral, porque estaba casi cubierta de una parra
antigua,. - En el contorno y junto de la ermita debajo dc tinos grandes riscos
que tieííe a las espaldas, hay niuchas fluentes caudalosas, de buen agua, en
q cíi en ni por lux’ as conti irías. iii por calares y granules secas cíe tiempo,
)amás vi ni crecimiento ni menguas. Unas y enclí hendiendo por entre las
peñas por scís secretos canales, y desde fuera se escucha el utírintirio; otras
salen btíllendo de lo profundo dc aquellas cavernas, mostrando sus ojos
cía ras, más que los n cieslios, riéndose entre las arenas y pedrequel as meiícídas.
()trtís nae i iii entos hay tan sosegados y tau pt.i ros. c1cíe atiiíqcie estáíí mciv
Fc) lid os, ciigañan a la vista, y el críe ‘pu diá ano o traspai’en te ,j cíota, sin
poderse hacer diferencia, la superficie suprema del agría con la profunda del

«No digo esto por tener gana de hacer pintura de este sitio (niás propio
oficio dc poeta que de historiador) —añade el monje— sino por decir la

verdad de lo que hay eíí él», y aquí lo hemos transcrito porque es (le ííítuir
que Enrique. dadas sus características temperamentales, sabria apreciarlo bien.
Pci-o las obras no comenzaron hasta que fue rey, cuando hizo labrar «un
edilicio dc lo bueno de aquel tiempo», con dos claustros y una liospederia
recia «donde se venía a recrear y comunícar con sc¡s religiosos, que los amaba
tiernamente». Para la obra de El Parral se asignaron 300.000 mrs. en 145522
pero en 1462 constan sólo 117.000 en las cuentas del cantarero, entregados en
diversas ocasiones al prior, Fray Diego (le Perrera. Mayor importancia tuvo
aquel año la hcchctra dc los «druanos grandes» —el monasterio tenía ya otros
-

pequeños- necesarios para el buen desarrollo dcl oficio de coro, tan


,

primordial entre los jerónimos. Hay noticia de haber traído el rey de Avila a
cinco «maestros horganeros». con Alfonso Díaz de Avila al frente, que los

2¡ SseÉicií~a, Lib
rcs III. cap. l4~
—— cas
clatuis suibie dujera para obra cte nuuuuíasicriíu ca 1455 islaus l<jnjzuclsjs< ile Siiíaanc-as, Fseribaíui¡í
May<ur ile Rentas. teg. 6. II 7
250 Art iguel Angel Ladero Quesada

construyeron, y afinaron también los menores y los dc la catedral segoviana:


recibieron al menos 73.500 turs. y ocho enriques por su trabajo a lo largo de
1462.
La obra de la cartuja burgalesa de Miraflores, a la que se habían destinado
300.000 mrs. en 1455, y donde debía recibir sepultura Juan II, no se menciona
en estas cuientas de 1462 donde, aparte de las dos ya indicadas sólo se anotan
algunas pequeñas limosnas a los conventos femeninos de Santa Clara la vieja
-agraciado también con 15.000 mrs. anuales de «juro», al menos- §3, y de
Santo Domingo de los barbechos, cuya priora era Constanza Alvarez. Otras,
también, a los franciscanos de Alcalá de Henares, San Francisco de Madrid,
e incluso Tarazona.
También en Madrid comenzaba a alzarse ya otra fundación enriqueña, la
del monasterio jerónimo de Santa María del Paso, llamado así para conmemorar
el «paso de annas» celebrado por Beltrán de la Cueva durante la estancia del
embajador del duque de Bretaña en 1460’t En enero de 1462 se estaban
construyendo los órganos de aquel «monasterio nuevo de Sant Jerónimo de
Madrid», y en julio bacía trasladar el rey desde Toledo «quatro retablos
grandes para el monasterio nuevo». Era otra muestra del afecto regio hacia la
Orden, que continuaría hasta su muerte: las circunstancias le impidieron ser
enterrado en El Parral, como era su propósito, pero lo fue al cabo en
Guadalupe, también monasterio de jerónimos1>.

4. LAS «POSADAS» DEL REY

Narran los cronistas, con diversas valoraciones, la atracción que Enrique IV


sentia por Segovia, y su deseo de residir en ella el mayor tiempo posible2.
Diego de Valera relata, al hilo de esta realidad, cómo el rey alzó en el alcázar
segoviano la torre principal y el corredor de «los cordones», y colocó en él las
estatuas de los reyes, a partir de Pelayo, «labradas muy sutilmente, de maderas
cubiertas de oro e plata», a las que añadió las del conde Fernán González y
el Cid, dando vida así al programa iconográfico de exaltación de la realeza más
importante y antiguo, por lo que sabemos, dc los que hubo en Castilla. Pero
la gran obra del alcázar, donde se conservaba el tesoro real y mucho
armamento, a la que se destinan todavía 300.000 mrs. en 145527, parece

1 ?ra ahaclesa en 462 Uña. Inés cíe U ‘efla- I~í dala sabie los mata y ecli es de j ~uí’acis Mi So—
¡curreña Man ji, Pos go ¡s l>iez ds,ccirncnios cíe clon Al lbnsí¡ como rey tic (‘así ilía ti t ¡tga res y tru,nast crí >5
cte la actuial prí’uvii>eia cte Segos ja>,. //íbo,eai¡¡c’. - Pi¾’s-ztu’ l~uia~! Silos. 1976. clac. 4.
l’aleíueia. Déccia 1. Libro \~
1< Cap 1.
l’it/~ mi trabajo. ssMeeci¡azga real s’ i¡obíiíarici en ui¡ttntstericus esp:uñc¡ies: ‘tus ¡eroniiFFos (siglos

Xv ~Y’L1iú1 t7:;;i~i¶c¡ 3(1986>, 1; 40ct43cfl¡i ua;cna¡ e- - - Laca rna) -

Simaneus.I-?MR.tcg. 6lV7~
/462: Un año en /a vida de Enrique IV. - 25 1

concluida en 1462, o al menos no ha dejado en nuestras cuentas sino tina


pequeña partida de 8.000 mrs., entregados al mayordomo de las obras,
Francisco Arias.
Enrique IV se preocupa más, por entonces, del aseo de Segovia —-3.000
maravedíes para blanquear la «cerca» de la ciudad, dados al asistente real,
Diego del Aguila—, y del decoro de su palacio urbano, que estaba situado en
la collación de San Martin: hace «trastejar y repasar» los desvanes, pone
candados y cerraduras en algunas estancias, acaso escarmentado por robos y
fugas; destitia una «sala baxa que está debaxo de la torre» para «la mi cámara
de las armas» y, sobre todo, encarga una extraña obra, a mediados de agosto,
consísíente en derribar las paredes de cal y canto de la cámara donde dormia,
hasta llegar a los cií’nientos «en roca viva y limpia», para edificar luego de
nuevo los muros, tal como antes, y hacer, a continuación, dentro de la cámara,
otra de madera labrada, «con su 9aqui9ami, e en el corredor de cabe la dicha
camara. un retrete». Sería interesante saber el porque de este rápido derribo
-‘

y reconstrucción ctíyo costo se elevó a 32.000 mrs., según la avenencia hecha


con el carpintero y albañil segoviano Domingo González.
La reina Juana disponía de sus propias casas de Segovia. Eran las mismas
donde, en 1455, «a la sazón posaba el maestre don Pedro Girón>?. acaso
próximas al convento de San Antonio. En julio y agosto de 1462 se repararon
algunas de sus «cámaras» para alojamiento de la reina y de los infantes
Alfénso e Isabel. que vivían con ella: en cinco jornadas, cinco maestros
albañiles y carpinteros y otros cuatro hombres hicieron una obra en «dos
cámaras grandes que son en lo baxo de las dichas casas». y unos días después
se tendieron en ellas cien brazas dc cordeles de cáñamo «con que se
emparamentaron dos salas e ~ínco camas de sargas e de paños»’>’.
Cuando la Corte se trasladó a Agreda fue preciso hacer de nuevo «aparta-
mentos, cámaras, retretes y pasadizos» en las «posadas» de la reina y de los
infantes, así como comunicarlos con el «palacio» del rey, todo ello a base de
madera, clavazón, yeso y ladrillo, rápido y barato, como en Segovia —cuatro
días, no más de 2000 a 2200 en cada ocasión- a cargo de una cuadrilla de

10 maestros y 15 peones, qite aseguraron aquella primaria forma de sedenta-


clon, repetida unos días antes de Navidad en Almazán, donde el rey y su
familia hicicion «posada» en casa de Pedro de Mendoza, señor de la plaza’.
La relativa importancia de estas noticias radica en lo muy escasas que son
para todo el reinado, pues sólo conocíamos cifras generales, referidas a obras

25 tíail. 756 dc la cuenta de ‘I’í,rctesilias


Raíl. 606 y 60’?: se eataspramn 80 tablones gruesas.3 caí’gcus cte cabrios, 37 t,ras de e avazón,
it> libras de yeso. 12 iroyas de cal, 205 cargas dc arena 15 libras de almagre, un cetetnin cte Iiu,oe’ssu.
Se repararon acletttás ludos los stíetu.us y se luieieiu.un dcus «cielos» cm tas calularas.
Pan. 3 1 2 y <>24. lila la primera. dc 26 cíe uetcubí’e. se en tiníera la eturopra dc das cargts cte
vigas en lesas. LI os docenas cte y ganes, 53 tablas grancIes aseimadizas, ci utecí claccijas cte tablas de e billas.
oc-ho c’Flllicus cte yesu.u, 51(0 ladrillos. SIl libras cte ctava,<’uim. seis eandtictas.
252 it’hgí.¡el .4¡ rgc’/ A-tui/e; -o Que.s’í it/ii

más dtíraderas y costosas. Así, por ejemple, en 1465 sc destinaron dos millones
a obras en alcázares, casas, bosques y fortalezas, y en 1458 otro tanto, pero
conocemos mejor el detalle’:
«111 bosques>, obras y ssanima lías» - 680.000
Alcázar cíe Segov ‘a 300.000
Alcázar de Madrid 200.000
«Para fazer una torre en El Pardos> 60000
Alcázar de loled 1 50000
Escalona . . . - 1 20.000
Atienza .. ‘ 150000
1.—con 50. 000
Ciudad Rodrigo 50.000
Otras abras en las palacios, a Felipe dc Cáceres 40.000
Es posible distinguir en esta relación, de una parte, las obras en los
alcázares de Segovia, Madrid y Toledo, y tal vez las de León, Ciudad Rodrigo
y Atienza y, de otra, las que se deslinan a lugares de caza, bosque y cría de
«animal as», lo que encamína nuestra atencion y derrotero hacia una de las
grandes pasiones. si no la mayor, que Enriqtie IV tuvo: los animales salvajes
y las monterias.

5. «ANIMALIAS» Y MONTERíAS

«Era grand mantero e plaziale muchas “escs andar por los basclues
apartada de las gentes.» (II. dcl Pulgar).
«Era gran cazador de todo linaje de animales y bestias lucras. St, mayc>r
deporte era andar por los inontes, y en aquellos hacer cdifieíos e sitios
cercados de diversas maneras de animales, e tenia con ellos grandes gaslos.»
<1). Enríquez del (“‘astillo).
«Enamorado de lo tenebroso de las selvas, sólo en las más espesas buscó
eí descansa, y en ellas mandt5 cercar can castí sima muro inaccesibles guaridas
y canstrttir cdi ficias adeecíaclas para su resideíieia y tecreo, reuniendo allí
colecciones de fieras recogidas (le todas partes. Para cuidarlas y para alejar
a las gentes, escogió hombres rudos y feroces cine. m entras él se encerraba
allí con al go nos rn al Sra dos. ‘ecoirí a n e aíi a ‘irías y a caballo las e u e rue ijadas,
ah tiye n tanda a los q u e pre tenclia n saludar al rey o tratar con él algún
negocio. » (A. de Palencia).

1 ,a alicion enriqueña a bosques, fieras y monterías es señalada por todos


los cronistas, aunque solo Palencia la deplore, relacionándola con perversas
mcl Ilaciones y can el torcido deseo dc huir del trato humano necesario al
alicia de íey: «recorría —escribe en otro lugar, refiriéndose a su uventud--
escondidos bosques e intrincadas selvas persiguiendo fieras, y huia del trato

Sim¡uae:us. 1?Y’l 1?. leg. 6. IV 7. NIcicedes y Piivi legi¡ucl<us, leg. 49.


/462: 1 i~¡ año en la tic/a de ¡Enrique ¡PV - - 253

de las gentes...», por «cl salvaje placer que en la contemplación de las fieras
encontraba»’ -

Es cierto que Enrique IV tenía algunas de acíuel las fieras en su propio


palacio, para hacer compatibles contemplación animal y sociabilidad htímana.
no sin algunos iíiconvenientes. A lo largo dc 1462. las cuentas señalan el
mantenimiento de cinco perros de caza alanos (3 mus/día cada uno) y de ocho
0505 (lO nírs. por cabeza, y uno 15): los osos rompieron una docena de
collares de cuero y lO cadenas gruesas de hierro en el transcurso del año, y
a uno de ellos hubo que hacerle en abril «un apartamiento fuerte e alto con sus
puertas, en rin corral de los tnis pala9ios de Segovia», mientras que otro fue
traído en septiembre, en una carreta, con jaula y encadenado, desde Soria,
«ofrecido» por el alcaide Beteta.
Regalar animales al rey era un medio bastante seguro de atraerse su
benevolencia: en enero, unos labradores de Majadahonda le traían «un cuero
de una osa» de grandes dimensiones. En septiembre. una embajada del rey de
Túnez se presentó en la Corte con un leopardo, cuyo mantenimiento resultó
costoso (15 mrs. por dia para un par de gallinas o rtn cuarto de cacuero).
Aunqite no hay noticia en las cuentas, parece que el rey seguía teniendo en su
palacio algunos leones, como en años atíteriores, cuando consta el pago de un
<sleoncro»¼.pues en abril una de las leonas «de las que están cii mi palacio,
se soltó» y mató un burro de un veetno segoviano.
Para evitar aquellos peligros y gozar con mayor calina de sus aficiones, el
í’cy había establecido das reservas campestres, en Valsain y El Pardo, además
de mantener algunos animales --un oso es citado durante el mes de julio en —

el alcázar de Escalona, así como otras mansiones de caza (El Adrada. por
ejemplo, «de cuya casa y fortaleza» era alcaide el montero de caballo Pedro
de Robledo). 1-iI bosque y casa de Valsain eran los predilectos del rey, sin
lugar a dudas:
<sEn Balsain, que es a das leguas de alli (Segovia\ hizo otra casa asa?
buena pitia su ucereación, con un bosque muy grande 9ercado de cal y canto,
en q nc ten la gran ni uchecluinhie cíe bestias salvajes,» <1). dc Valera).
«Las dilatadas selvas de altísimas pinos, cíe encinares y robledales que
le rodean y de los que nadie se atrevía a cortar la más pequeña ranla, a fin
de que os jabalíes, osas. ciervos, cabras monteses y gamos vivieran eoíí la
mayar seguridad... Tal atrevimiento llegaran a cobrar los ciervos y jabalíes,
qtíe devastaban todos los frutos de las cercanías a presencia de los
campesinas... Sucedía esto principalmente entre la ciudad y el Cabía, porque
allí hay bosques que Don Enrique Ii izo cercar can tapia en su mayor parte
y cii su nec’rilo coiistrctyó tin vasta y magn lico edilicia daíícle se eíícerraba

— Palencia. Déc. 1. Lib. It, cap. Ud y Lib. III, cap. 1.


Sita I?MR, cg. (u. IV 7. ¡uño 1458: «Al teunercus,. 1 (MIt> mis. A Juian de t’órdciba «para tas,
aiiimali¡ís sIc 161 ¡furcIa». 1 7l)t)t). -“u ‘echo cíe t’?spiu¡cusa, <¡para el mantenin,ientuu de bertas animalaís¡F.
47.tlt)tl . 5. 3 cuatí cte Mansilla, para lo mismo (usuta - A 3cían Mart hites cíe Las Ni asas, 25.000. ¿<5. u~ rico
eavucloi’cs¡. 42 (SIl).
254 Miguel Angel Ladero Quesa~Ia

a solas con los rufianes para celebrar sus banquetes y contemplar las
innumerables fieras que por allí habitaban.» (A. de Palencia).
No en vano, los nobles sublevados contra Enrique, y su mismo hermano
Alfonso. se cebaron en aquel símbolo del poder y de los afectos del rey, a raíz
de ocupar Segovia en 1467:
«Mayorpesar habla recibido (Enrique) cuando supo el estrago que en los
ciervos dcl monte habla hecho Don Alfonso matando muchos con su venablo
y permitiendo a su comitiva que hiciese lo mismo. Más de cuarenta se
cazaron aquel día, y hubieran pasado dc este número, a no intervenir con sus
súplicas los maestres de Santiago y de Alcántara para que no siguiera adelante
la matanza. En aquel recinto habla seguramente cerca de tres mil ciervos de
dikrentes edades; muchos gamos y cabras montesas, y un toro muy bravo que
no fue posible encontrar. A éste y a un jabalí deseaba Don Alfonso dar
muerte...» (A. de Palencia)TM.
En 1462 era «alcayde de la casa del bosque de Valsayn» el copero del
rey, Pedro de la Plata, que recibió a lo largo del año la suma de 175.424 mrs.,
empleados en el «mantenimiento de las alimañas» del bosque, en el reparo de
«la casa» y en la obra de la nueva «casa de Sancti Alifon». que es el actital
San Ildefonso, así como en diversas rozas efectuadas en los montes en tomo
a ella. Una suma importante —20.000 mrs.— sc destina a fin de año para
ayudar al propio Pedro de la Plata, cuya casa se habla quemado. Y otras
menores al reparo de redes, cuerdas, carretas y jaulas para el transporte de
animales, pues Enrique cuidaba la repoblación o implantación de especies: en
septiembre hizo llevar varios jabalíes de Valsain a la deben de las Gordillas
—que son los encinares de Avila—. También gustaba de su contemplación: en
agosto se compran dos candeleros grandes de cobre al mudéjar segoviano
Mahomad. y tres hachones de cera. «para mirar de noche las alimañas del
dicho bosque». La guarda dc los montes de Valsain corría a cargo de monteros
dc a caballo, cuyo sueldo oscilaba entre 450 y 600 mrs. mensuales: en el mes
de enero se menciona a 21.
El Pardo, a dos leguas de Madrid” contaba, según Diego de Valera, «con
un bosque poco menos bueno que el de Balsain».Era su alcaide, ya en 1458,
Juan de Córdoba, ballestero de caballo del rey, que todavía recibió en marzo
de 1462 12.600 mu. para la torre que sc hacía en «la dehesa e monte», y
otros 12.000 para diversas rozas efectuadas en febrero y mano. En la deben
se criaban toros, traídos a veces de otras partes, como los que envió a
comienzos de abril el maestre de Alcántara. Y el monte estaba siendo
repoblado con jabalíes: al menos lo se trajeron dc las sierras de Robledo de
(‘havela en el primer trimestre del año.

Los textos de Palencia cfi D&. 1, Lib. X. caps. 1 y IV.


Mu ha de conrundirse con la cas. dc cacería real existente también en lo que hoy es término
ile Villanueva dcl PardiIIo~
1462: Un año en la vida de Enrique ¡ E. - - 255

Las monterías eí-an siempre momentos principales en la vida del rey. De


ahí la importancia que tienen, en su entorno, los grupos de monteros y
ballesteros, en especial aquellos que se cuidaban de la preparación de redes y
otros aparejos precisos, como el montero mayor Diego de Valderrábano, o de
los ballesteros de caballo Nicolás de las Navas, Gonzalo de Córdoba y Diego
Gil, niencionados en repetidas ocasiones. Los gastos de tales preparativos
~unos44.01)0 mrs., en diversas partidas— eran, lógicamente mucho menores
-

qtíe los producidos en las monterías, de las que el rey llevó a cabo al menos
nueve, según se muestra en este etíadro sinóptico:

Fecha Du,’aeión Montes ¡V. “<‘It’ rn<,titúrO>


enero lO (u días Robledo. San Martín de Valde
iglesias, El Adrada .. 205
marzo 20 10 días San Martín. Esealona - 252
otavo 8 5 días Robledo 200
julio 6 8 días San Martín. El Adrada.
Esealona 325
agcusto 30 lO días Agreda. Voztííediaíia . 17
sept. 17 7 días San Martín, Escalona - 423
nav.-dic. 8-10 días Agreda 47
5-7 días Agreda 54
3 días Agreda 42

Las monterías en la zona de Agreda son eventuales, y dependen de la


presencia del rey en la frontera de Aragón, hasta el punto de que se utiliza
en ellas los servicios del montero mayor de Itían Ramírez de Arellano, señor
de Los Cameros, Juan Forte, de los otros monteros de aquel noble, y de
algunos vecinos de Yanguas. Matute y Anguiano. Por el contrario, las que
Enrique LV celebra con periodicidad bimensual en los montes de Robledo, San
Martín de Valdeiglesia~, Escalona y La Adrada, corresponden al ámbito
habitual de las actividades cinegéticas regias. Todos ellos habían sido muy
bien descritos, así como la manera de organizar la caza, en el Libro de la
Montería, de Alíbuso XI, y Enrique no hacía sino seguir los consejos y
aticiones de su antepasado>’.
Aquellas era grandes monterías, que movilizaban a cientos de personas y
requerían operaciones previas, fuente, todo ello, de ingresos para los campesi-
nos de las comarcas próximas, aunque las rozas a que obligaban, y el mismo
hecho de «andar a monte», alterarían otros aspectos de la economía rural. El
costo total de las monterías en 1462 supera los 120.000 mrs.. de los que un
94 ~0 corresponde a las realizadas en la zona de San Martín-Robledo-Escalona-

‘y’. el excelcí u te y deiall asIc> esícid o cte A>’> ¡si.>, (‘i. dc: ss Las cacerias en la pro>’ incla dc M acírid
ci> e’ siglo XIV según cl ¿sí.ibro cíe la Montería» dc Stlbis¿’c¡ Xlv>. -1 uuu u fis sic>! Iuu.s’tu’f uuluu u!> Es tu u u/lo.>
.4’IocI,’íIu’uis,s. XV it 978). >p. 27—57. XVIII (1981). pp. 9.22. XIX 1 952). pi,. 269—282.
256 ¡VIÍí<¿is~¡ Angel I.cucfero ()uíesc¡clc¿

La Adrada. Los monteros se contrataban en los pueblos comarcanos, a nixon


dc ocho maravedíes diarios’7.
* * *

Una actividad basta cierto punto próximo a la ca/a eran las corridas de
toros a ca bailo, practicadas en diversas i~stividades. FI rey hacia comprar los
animales para cada ocasión -~entre 800 y 1.000 rnrs. la res—, en cantidades
variables: el 17 de enero se corrieron en Madrid al menos cuatro. También en
Madrid, durante las fiestas en honor del conde de Armagnac. se corrieron ocho,
y nueve «el lunes dc las ochavas de Pascua», en Segovia. El jueves de la
Ascensión, en mayo, algunos más en Madrid -dos de ellos propiedad del -

mudéjar Acbmet Merina y el día de San Juan, también en Madrid, otros


—.

ocho, pagados a mil maravedíes cada uno «porque eran de escuderos». Pero
ignoramos el grado de afición personal del rey, qtíe parece más claro e intenso
en relación con venados. osos y jabalíes.

6. EL REFLEJO DE LAS RELACIONES Y CONTACTOS POLíTICOS

No son las cuentas de la Cámara el Irígar más adecuado para encontrar


referencias a la actividad política del momento, salvo de manera esporádica y
marginal. No obstante, puede ser de interés sistematizar las que aparecen, a
modo de complemento o contribución para otras investigaciones.

A) Andalucía

Varias embajadas o mcns~jeI’os de la frontera de Granada llegan a lo largo


del año. El 17 de enero estaban en la Corte el alcaide de Alcalá la Real, Juan
de Cañete, y un poderoso vecino, el jurado Fernando de Aranda. Seguramente
venia con ellos el cordobés Martín Alonso, que traía al rey un caballo bayo,
presente de la ciudad. A los tres obsequió Enrique magníficamente, pero
ignoramos cuál era el motivo de su x’iaje>. En torno al 1 7—20 de febrero

Lsus pueStos ii>eiiciuuiiactcuss’cuiuesisis: Lsealout> síu «lisura» (fi ,¡dals¡u ‘di. cus ‘y di isis
( ‘cíuicieiilo 1 a>’ Rozas. Mai>iclill>us. [searabajosa. Nav>uhonditl Noo,hcl u i~eluhsusiuuí Aluuusuiox) 1
Acti iii u síus atcte>us <l”ívsneditl¡u, l’iedr¡ulav’es. Sotilísí dc /UIr iii u lgletsiei’il 5 u M ¡ulítí cts
Val dciglesí ‘u>’ con El Puacící y Pc layos: y Nl ombeltrúi,, Nlarrupcu, un ( astil cte \ u oc1 u N us ~ulniOit iii.ndc
1 oric dIc 1 s¡cb¡uuu Ambrán, t3ríuncie. luerales, Las Nas’>is (hin dcl Marques) Li iu¡gíuer’u ½ ítclcuuu u
Ruuhtccísí ½ uldcnuac
1uecla, Cebreros. vitítulIs>. ITt ‘l’ienitulo. Nav’ui-íe’ metí-u t-l 1 sccuii ul t ¡ 1 ¡unu Vtclíii cl
(‘ci x cre ( curra1 cte las Monj ay. 1) sí rotil 1. (“¡u/a logros, 1 ‘II kurgci L ‘u i’u’e’s ¡¡cd ¡ ( o1 une u inc o Nl ¡¡lucí
¿sí ¡iciua Ruul cte M¡uiuscuuuu¡urcs, híug¡ures cte Óeí’u’a dc Avila. y hívoui-es ¡le lucir-u ¿te Sc”>>>’ u u ti iii uuucí u
Icitizcictius Sonsolo. La luisa. La 1 ilguera, Ruus¡uleíu. Rescuugí (lnii’os’u ½‘it dc 1 ozos u)
X Maruiuu Atsui¡so, lies v¡uu’¡is de seda ieu’eicupelsu ¡¡¡síu ¡clii sic.íiuu cfi ¡~íiuu cts. Brsul is ní.u>uuí píuctíllui
y 4.2(1<) oír>’.. A Juan de Cañele. nebsí ¿‘¡iras cte sect>¡ tercisupelo ¡izul y ¡¡clin cte paño <Cuan iuuavuir ¿‘¡uso.
15.00(1 uiurs ‘½t’eruiauid>u cte Aí’¡iuícl¡i, íes “¡unís cíe secta ieu’eisu1,eisu ií,uur>uclu’í y s¡eliu’i cte p¡uiisu sic Unirías
iuu¡>vsír’
/462: (Sn ciño en la sida de Enrique 11K.. 257

muy poco antes del nacimiento de la princesa Juana estuvieron en Madrid, -—

con el rey, Gonzalo Mexia, camarero del condestable Miguel Lucas, y su


criado Juan Díaz, y regresaron a Jaén con 200.000 mrs. de merced que el rey
enviaba a su antiguo hombre de confianza. La primera embajada de Granada
se produjo a primeros de mayo, cuando Garcia Jaén, capitán del rey de los
caballeros moros y moriscos, alojó a «seys cavalleros moros que a la sazon
vinieron dc Granada».
De nuevo, el 21 de agosto, Fernando de Jaén, otro criado de Miguel Lucas.
«traxo nuevas del dicho condestable, como se avía avido con los moros»,
después de concluida la tregua’>’. También en agosto, el día 13. recibían regalos
regios Juan Cortés, vecino de Ecija, y su hijo, del mismo nombre, y cuatro
días después despachaba Enrique IV un correo a Sevilla~u. Otros correos parten
pata Gibraltar, recién conquistado, eí 18 de septiembre y el 3 de noviembre.
Y, en el intermedio, a finales de octubre, llegaban a la Corte mensajeros
musulmanes con cadas (le Granada, entre ellos un Ah Aben~uleman, a los que
atiende también el capitán García de Jaén. Recordemos, por último, que la
embajada dcl rey de Tánez. con ci leopardo, había llegado a la Corte a
mediados dc septiembre.

B) Navarra y Cataluña

El único testimonio sobre Navarra, a comienzos de febrero, se limita a


señalar el mantenimiento en la Coite de don Luis de Beamonte, condestable
de Navarra (50.0(M) mrs3, el doctor Pedro de Ruina, del Consejo (12.000> y
el antiguo secretario del príncipe de Viana, Mau’tin de Lorica (8.000).
La secuencía de correos y enviados en relación con cl alzamiento de
Barcelona y con Juan II de Aragón, es como sigue en las cuentas:
enero 1 1 De Barcelona Martín de Navascuás, escudero que fue del
príncipe de Viana, con cautas de la ciudad.
cilio lO De Barcelona Nicolao de Valencia. con cautas de la ciudad.
agosto 12 De Lérida Diego dc Peralta, con cartas dc la ciudad.
septiembre lO lO varas de «Conti’ay» y seis de terciopelo
«prieto» a Juanes, cantor del arzobispo de
Zaragoza, <smi muy amado prí uno.., que a
avía venido con cartas».
septiembre II De Barcelona Diego dc Peralta con cañas de la ciudad.
septiembre 27 De Barcelona Fray irían (Suello, dominico, hermano del co-
mendador [gas Cuello, COn cadas dc «los cava—
lleros (le Barcelona».

1¿cc/u u.>” 45’! ( ‘suuude.s’scu/,/e, cap - ½‘


tI y Vtít. scu t,re tales sucesos.
A luían Coités ¿set x’ieic¡u¿. (1 ‘‘aras de pañuu cte Brujas mayor p¡ui’dillo y seis cte secta ¿uceiicini

prieto. .4 su hilo, suparzu sus boctuis. 2 “zuras cte pañuu cte Ruui~as p¡ui’stitto, cucho de Ríi¡uiu m¡¡yor del sello.
u ti cte tereispeluu p¡trctiltst y tres cíe acei¡uli¡i.
258 Miguel Angel Ladero Quue.s’acfo

octubre 14 De Barcelona Fray Juan Ctíello, con cadas.


noviembre 25 3000 mrs. para vestuario a juan Barbero.
vecino de Viltafranca de Barcelona.

Las respuestas de Enrique IV se conocen peor, pues casi nunca se indica


el destino de los correos que despachaba pagados por su cámara,
Las breves entradas o escaramuzas regias del otoño en la frontera de
Aragón han dejado algún peqtteño testimonio: Enrique IV estaba en Borja y
Vera «dentro en el regno de Aragón» el 29 dc octubre, y casi dos meses
después, el 19 de diciembre, hizo una cabalgada en Ari2a con 200 caballeros,
para tomar ganado. Los quebrantos también merecían su atención: el 25 de
diciembre hacía dar 10.000 mrs. a un vasallo suyo al que habian tomado dos
caballos en Aragón, y el 27 de diciembre II ~130al montero real Pedro de
Espinosa, para rescate de su compañero Pedro de la Larna.

C) Portugal

Apenas hay noticias, aparte de los envíos dc médicos y personal sanitario


en relación con el parto de la reina, y acaso con la salud misma del rey. El
8 de abril se menciona la embajada del licenciado Gutierre Ferrandes, enviado
por Alfonso V «mi muy caro e muy amado primo». El embajador recibe un
objeto numismático de prestigio, muy propio del momento: dos piezas de oro
dc 50 enriques de valor cada una.

U) Francia
Los dos momentos más importantes, aunque desiguales, de relación, tienen
lugar en febrero, durante las fiestas hechas en Madrid en honor del conde de
Armagnac («Armiñaqt¡e») y de los «otros cavalleros que con el vinieron de
Fran~ias>, y, en la primera mitad de diciembre, cuando el rey recibe a «Yugues
de Mondisier», senescal de Toulouse, embalador del rey de Francia.
En el primer caso se trata de una gran recepción cortesana, en la que
Eni’ique IV hace «sala» al noble francés -~quc venia como embajador de su
rey para confirmar la amistad entre los dos países——, sc consumen grandes
cantidades de dulces en las fiestas4, y se organiza una justa, para la que se
alza una «tela» o toldo, se traen «yelmos de torneos» de Sevilla, donde los
tenía. el comendador Gonzalo de Saavedra., e incluso se requieren los servIcios
del «rey de armas» Sidonia y de cinco «menestriles de cherumbeles», enviados
al efecto por el duque de Medina Sidonia~. Enrique y su Corte se visten dc
tiesta para la ocasión, pues así era la condición del rey que

¿ 1 2 1 cajas cte diacitru’un .346 cajas dc euui¡ t2ues. 4<) bol es de conservas. 1 sspast ¡us re¡u les de
nlacapái¡us.
TI cosuo (le la su ¡ etas> ‘cíe dc 2.852 mrs -, y 1 4.t.)t)(t eí rey’ sic a rnuas y sus au¡xu tiales.
/462: Un año cH ¡a vida de Enrique IV - - 259

«Usaba... de magnificencia en los recibimientos de grandes omes, e de


los enhaxadores de reyes que venian a él, l~ziéndoles grandes e suntuosas
fiestas e dándoles grandes dones.» (H. dcl Pulgar).

Por el contrario, la embajada de diciembre sólo da lugar a las habituales


dádivas dc paños43. En ella se propondria a buen seguro la entrevista que
Enrique IV y Luis Xl mantuvieron meses después44.

7. LA FAMILIA DEL REY

Como la reina Juana tuvo libertad para tbrmar su propia casa, y disponía
de rentas situadas en Olmedo y en su señorío de Aranda de Duero4>, las
menciones que se hacen a sus gastos en las cuentas de la cámara enriqueña son
relativamente escasas. La reina se proveia, no obstante, de los paños y sedas
guardados por el camarero de stu marido: una pieza entera de «paño de grana
colorada muy fina», se anota el 4 de febrero, y. a lo largo de otras siete
partidas, hasta 90 varas de sedas brocados o terciopelos, y II de paños
mayores de Ruán y Brujas, más dos guadamecies colorados para estrado, todo
ello a lo largo de 1462.
III gran acontecimiento del año para la reina fue el nacimiento de la
princesa Juana, ocurrido el 28 de febrero en Madrid. Desde mediados de enero
estaba en la Corte Man Gasca, partera, vecina de Almazán, que seguía allí dos
meses después (recibe 12.000 maravedíes), y acaso otra, portuguesa, llamada
Catalina Peres, a la que se despide a finales de junio con 5.000, Una vez
pasado el parto debió de haber algúíi momento dificil. pues se alude el 12 de
marzo a «Doña Xan~e, mora partera, vecina de Toledo, que yo (el rey) enbié
llamar». Y también los habria en las jornadas previas al parto, cuando Enrique
regala a su mujer un «relox de agua» (20 de febrero), o hace decir seis misas
en conventos de Madrid, llamadas de «aljueuecar», el día 26.
Todo fue bien, pero en las cuentas no hay reflejo alguno de fiestas,
regocijos, mercedes o noticias políticas tocantes a la princesa, sino sólo a tres
atenciones patemas: unas andas de madera y lienzo encerado que se confeccio-
naron en junio (1.650 mrs.) y se dieron a Beatriz Suárez, ama de la niña. «Una
esmeralda grande muy rica engastada en una sortija de oro, de la qual le fise
merced (a la reina) para echar al cuello a la prin9esa doña Juana mi fija» (26
de julio). Y la confección con paño de Ruán y «corderinas prietas» para el
forro, de una loba para «la prinQesa mi muy amada fija» (lO de diciembre).

‘r-ei nl.¡t varas cíe luce ituni leo n¡¡do. 1 2.5 sIc 1 ere iope 1 c Ciirmesi, oclío cte brocadru carmesi ssmuy

ruco»’
[TNIsusju¿i-:z
1)15k CÁS’’rli.Lc.s. (i,¼uuiu’’u.Cap. XLVII.
A/soNs, 1’. dc, j¿c,be/.. PP. 27-28. UNRiQu¿iz ISEL CAS’i’li.i si, (‘,áu¡u:o. cap. XXXII (Recibió
ArancIa cuí» ncto estaba embarazada, en 146 1).
260 ¿Vhiguc’I rl oge/ Lc,clcro Ou,c’sadci

En el entorno inmediato de la reina destaca otra mujer, su doticella


[3ra~ayda,cuyas funciones concretas ignoramos, aunque es e’y-identc que gozaba
de la confianza del rey, con ciertos altibajos, pues desde septiembre, al menos,
parece custodiaría el comendador Fernand Alfonso de Ocaña, aunque la dama
seguía en la Corte de su reina ya en l463~. El rey le hace mercedes entre
lebrero y agosto por valor de 131.700 rnrs. en dinero., y otros 10.000 en
diciembre, le entrena 16 varas de brocado prieto <cmt¡y rico.., para las fiestas
dcl conde de Armiñaque (24 dc febrero), y otras lO de brocado cannesí «en
albri~ias quando nasQió la prinyesa mi fija» (9 de marzo), amén de otras 58
varas de sedas terciopelos y brocados, y 25.5 de paños de Brujas y «Ruán»
mayores, en diversos momentos.
Todo esto sugiere tina posición de privanza con el rey que inc atrevería a
comparar, en algunos aspectos, a la que había tenido antes doña Guiomar de
Castro, dama noble llegada de Portugal con la reina, protegida del arzobispo
de Sevilla. Alfonso de Fonseca, de la «qual el rey se enaunoró y le mostrava
grande afición», aunque uio sabemos qué ocumna con Bra~ayda, cuyo linaje
debía de ser más modesto. Guioma.r (le Castro, a la que el rey llama «mi
prima», figura en cuatro partidas de las cuentas, entre marzo y noviembre,
recibiendo en total 280 000 mrs., pero no estaba en la Corte sino en Ocaña~ en
julio, y en Guadalupe, ya en noviembre.

* * *

los infantes Alfonso e Isabel fueron separados de la custodia dc su madre,


vínda de Juan II, y traídos a la Corte cuando ya se conocía el embarazo de la
reina .Luana, bajo cuyos cuidados inmediatos quedaron los dos niños. En esta
medida bay. muy posiblemente, más de cálculo político que no de amor
fraterno por parte de Enrique IV, y nuestras cuentas, aunqtíe no escasean en
datos, tampoco manifiestan que haya habido un interés contintiado del rey por
«los ynfantcs mis amados hermanos», ptues, aparte de darles alojamiento, sc
preocupé de ellos a principios de enero entregando a Juan Serrano, maestresala
de ambos 30.000 ¡urs. «para la costa de sti plato», y a la reina Juana 34 varas
de terciopelo «prieto» y azul y tina pieza de Ruán mayor «prieto» (23 varas),
más 60 martas «cebellinas finas», «con que ella lizo luego... ciertas ropas de
vestir» para ambos infantes, y las ‘orró.
No vuelve a haber noticias hasta septiembre, en que se produce una rttícva
remesa para vestuario, recibida por el guarda mayor de los infantes, Diego dc
Ribera y por el camarero ituan de Alvar lerrandes (10.5 varas de brocado
damasco y terciopelo para Al fénso, 42 para Isabel, que ya tenia doce anos).
Los infantes recibieron también tun obseqtíio dc tapices para su cuarto:

¡‘¿>‘< luí indica uun¡u e>uíuzí ¿tI rey. cíus’iaucta desde Arandzu. en 1463. ¿tute transcribe 1.. 5> ‘>sísí’.z,
..t’fu,uu-iouusuu!u, l’u/¿’s’c’c’/íus ,suus’u’.¿ou’u’su.... p. 89. ¡¡¡‘¡¡sí. 5.
/462: Un año e’u la u’icicu de Ln,-ic
1ue IV - - 261

«Quatro paños de ras con seda.., que son estos: un paño grande obrado
con seda de Luna estoria cíe LIB rey cíue mató una su tija, e los otros (los
panos con seda (le una 1 i~a dc salvajes e otras ‘tiguras, e ci otro paño grande
de arboleda.»
FI tema troyano de Agamenón e Ifigenia, que tal debe ser la «estoria de
47, peío
un reypreguntarse
cabe que mató si
a una su más
era el fija».adecuado
se repite para
en otros tapices
el cuarto de lala época
y para imaginación
de unos infames huérfanos, pues sugiere el sacrificio total de los afectos
familiares por los designios políticos.
La atención regia parece regularizarse desde finales de octubre: 32.000 mrs.
para la despensa. entregados en tres veces al ayo Diego de Ribera y al
despensero Juan de León, más ropa por Navidad (8 varas de brocado y una de
Ruán al inltunte, lO de brocado «pardillo rico» a la infanta), y el ya menciona-
do regalo de cien enriques. Por último, hay qtíe llamar la atención sobre una
mísa a la que asistieron l<)s infantes el 16 dc noviembre, para cuya ofrenda les
dio el rey 20 doblas «de la banda». ¿Qué memoria, aniversario o fiesta se
celebraba aquel día que ptídiera afeetarles especialmente? En suma, era la aten-
cion precisa, casi la mínima, mientras se incumplía el testamento de Juan II en
lo tocante a rentas de los infantes y el maestrazgo de Santiago, previsto para
cl in flunte Altbnso, pasaba a manos (le Beltrán tic la Cueva.

8, DON BELTRAN
Y LOS TRFS DONCELES

En 1462 alcanzó su apogeo la privanza de Beltrán de la Cueva sobre el


rey. En lebrero, durante las fiestas en honor del conde de Armagnac,
Enrhíue IV le hizo conde de Ledesma y miembro de su Consejo. En agosto
contrajo matrimonio en Guadalajara con Mencía de Mendoza, hija del marqués
de Santillana, Diego Hurtado de Mendoza, que le traspasó poco antes sus
rentas dc la villa de lluelma, en la frontera granadina, e ingresó así en uno de
los linajes más potentes de la alta nobleza: el rey estuvo en Guadalajara entre
cl 7 y cl 9 dc agosto para asistir a la boda, y otorgó a la plaza entonces el
título dc ciudad, como recuerd(> del acontecimiento<t
No es cuestión ahora de extenderse en otros pormenores sobre la carrera
de Beltrán de la Cueva sino de indicar hasta que punto el rey lo trata como
criado suyo y hombre de la mayor confianza —-—recordemos que era su
mayordomo, cargo personal y distinto al oficial de Mayordomo Mayor [)on -.

Beltrán, aunque disponía ya de señoríos y rentas, vive a costa de la Cámara


regía: recibe al menos 1 70.000 mrs. a lo largo del año, 00.000 de el los para

Rsuoí¿is ¡1 ¡[“7 Víi.u .A,A., Ho.squus’ftu /¿¡outráth’o (½‘. ncuta núm. 14). ¿Ae¡isst era cl iuuisu¡¡u tapiz?
.A,A., 1/sil. p. 17. ¡omauluu cíe Medina, ¡“irlo ¿¡u’! (‘ruu’cle,,oI Ms’uudozu,...
Rsui lisIs ¡¿‘1:7 ½“¡ii
262 Miguel -Angel ladero Quesada

los gastos que hubo de hacer durante las fiestas del conde de Armagnac,
cuando él mismo fue hecho conde4t El rey le viste: «doce varas de brocado
rico can’uesi... de que le fise merged quando le fise algar por conde», más otras
29 de terciopelo y 19 de paños de Ruán y Londres, y tres bonetes, en otros
momentos. E incluso le regala parte de su vajilla a fines de diciembre (50
marcos de plata en 21 piezas), o cubre sus caprichos, como sucede en Ayllón,
a fines de agosto, cuando da a su vecino Diego García siete enriques por un
crucifijo de oro que le había «tomado el dicho conde de Ledesma, mi criado».
Tampoco iban descaminados los cronistas al definir lo que Enrique IV era
en estos aspectos, de los que ya habian disfrutado anteriormente Juan Pacheco,
Pedro Girón o Miguel Lucas de Iranzo, entre otros:

«Tenía algunos mouos aeebtos de tos que con él se criavan. Amávalos


con gran afeción e dávalos grandes (ládivas,» (¡-1. del Pulgar).
«Holgábase mucho con sus servidores y criados; avía placer por darles
estado y ponerles en honra... De quien una vez se fiaba. sin sospecha
ninguna le daba mando e favor.» (D. Enríquez dcl Castillo).
* * *

En un plano de inferior calidad e importancia que el De la Cueva pero en


idéntica confianza regia vivían en la cámara de Enrique IV Gonzalo de León,
Andrés Cabrera y Alfonso de Herrera o Ferrán, llamados en las cuentas
donceles o criados del rey, denominaciones por demás imprecisas pero que no
ocultan su privanza. Leemos en una significativa partida del 16 de enero como
Enrique hizo comprar cinco bonetes de grana colorada doblados con otras
tantas ¿‘armeñolas idénticas y, reservándose uno, dio a don Beltrán y a los tres
donceles los otros, de modo que los cinco vinieron a llevar el mismo tocado.
De los tres hombres, quien más figura en las cuentas es Gonzalo de León:
33 partidas distintas que le reportan 95.200 mrs., 39.5 varas de terciopelos y
brocados, 77.5 de paños diversos de la mejor calidad, y más de 24 marcos de
plata en vajilla, según una anotación del 24 de septiembre que le da título de
comendador. Por entonces, el rey entregaba la alcaidía de Gibraltar, recién
conquistado, a su «fhvorecido» Pedro de Porres o Porras~>’.
Andrés Cabrera, futuro marqués de Moya en tiempos de Isabel 1, cuenta
ya también con buena posición: parece ser que recibió el cargo de mayordomo
del rey criando Beltrán de la Cueva obtuvo el título condal, pero su gran
ocasión llegaría a finales de 1468, cuando el monarca le confió la tenencia de
Segovia>. Seis años antes, las cuentas le reconocen el cobro de 48.300 vn., 23

ITs’isku¿;i’:¡ ¿fl’:¡. C7.ss’i’¡¡.i ¡u, <.‘rchuic’u. Clip. IX.


Psi .i’:Ns’L’s, DuSe. 1, lib. VI. cáp. IX
(‘sí xiii tui. CSxs”s.¿a u L -, C,-¿oEa </<‘ L’oh’u’quc’ ¡E Es]. luían ‘1 ‘curses Fontes. Murcia, 1 Ql/u. ea p.
11)3. PP. 337-33~.
1462: Un año en la vida de Enrique IV,. 263

varas de terciopelo y 33 de paños, amén de 19.600 mrs. que compartió con


Alonso de Herrera «para se adere~ar de algunas cosas para las dichas fiestas»
del conde de Armagnac. Durante su enfermedad en Madrid, a mediados de
abril, el rey le envio a su médico el doctor de Avila y le socorrió con otros
11.200 mrs. Al año siguiente, en verano, tendría otra, de la que le curó maestre
Semaya>2.
FI tercer doncel, Alonso de Herrera, aparece en las crónicas solamente a
finales de 1466, cuando ocurre un intento de captura de Enrique IV por
Pedrarias Dávila. en Fuencarral, que tuvo como único resultado el apresamiento
de este doncel, que estaba en la cámara regia y al que los agresores confun-
dieron con eí monarca5k De los tres donceles, parece el de menor categoría:
33.000 mrs.. 19.5 varas de terciopelo y brocado, 26.5 dc paños, más la merced
de un halcón. Aún así, su posícion es de mucha mayor privanza cerca del rey
que la de cualesquier otras personas y oficiales mencionados en la cuenta.

9. NOMINA DE PERSONAL

Los oficiales y servidores de la casa del rey, y el personal militar y de


guardia, recibían sus raciones y sueldos por otras vías distintas a las de la
cámara real, pero muchos de ellos aparecen de una u otra fonna en la cuenta
que ahora esttudiamos, bien por haber recibido alguna merced extraordinaria,
bien porque se les entregan cantidades para servicios especiales, o como
«socorros>. Sucede, no obstante, que tales menciones apenas se prestan a
comentario, por lo que las hemos reducido a una relación anexa a estas
páginas. En ella se encuentra referencia a otros donceles del rey, a maestresa-
las, porteros de cámara, despenseros y contadores de la despensa real, coperos,
reposteros de camas, braseros, caballerizos y mozos de espuelas, a otros
diversos criados y vasallos del rey, a los que hicieron servicios de correos en
1462 con cargo a la cámara, a los tres grupos de esclavos —14 personas en
total, de las que dos huyeron——— que servían en la cámara, a los pajes de la
lanza, trompetas y tambores.
Protegían directamente a Enrique IV un grupo de 4 ó 5 «monteros de
guarda, que duermen continuamente a la puerta de mi cámaras>, más otros 30
monteros de caballo o de pie, ballesteros de caballo, alguno «de maza» (45 en
total) y tina capitanía de 80 «lanzas» mandada por Ferrand Carrillo, amén de
otra capitanía de caballeros «moros y ínoriscoss> mandada por Garcia de Jaén,
y en la que formaban entonces al menos 25 personas, unos musulmanes y otros
conversos, como lo indican sus mismos nombres. Todas las noticias al respecto
quedan recogidas y resumidas como se ha indicado, y aquí sólo resta concluir:
tal vez la cuenta de Juan de Tordesillas pudo despertar mayores esperanzas al

V. carta citada en notas núns. 4i5.


55
sí. (tssva¡ár. <4¿nic’o. cñp. 82. p. 285.
264 /iiiguel -1 ogel tachero <)ues’cuda

leerla por primera vez, en medio de su increíble aridez, pero al cabo, el


resultado no es tan exiguo, pues facilita noticias, puntos de vista y sugerencias
valiosas para conocer mejor, al margen de versiones apasionadas, a aquel rey
«bumanus, mansuetus ac humi lis longe pluscíuam temporís malicia ex igit»,
como le definía Sánchez de Arévalo, en un momento crucial, antes de que sc
desencadenaran sobre su persona y después sobre su memoria las tempestades
dc una propaganda adversa.

Resumen de la cuenta de Juan de Tordesillas.

(Santidades y bienes: de que se le hace cargo

3.1192.553 turs.
866 enricí Lies cje oro.
5(1 clííht¡us cje bu hzu¡ts.t¡u cte tío
48 real es cte Malzí.
7<> museos, tun¡u a¡u>.a y eculutrc¡ i-ezules de plací, en diversas pie/as
[¡¡¡a est,,ei’zutda englusuactlu en tilia sorílilí cte aro.
151 va rlu5 cíe Isruis.it cias ri Clis.
432.5 va r¿u s cte sedzus jinlus.
49.5 va rus cte sedas rusos y’ daniaseos.
U ¡uit pie/a cnterzt, 27 “aras y 3/4 de p¡uñci cte viana.
539 viti-as y 3/4 cte pañuis maví¡res ti ncu s Ile tana -
1(19 “zt ras de paños cíe rítauísís níetiores cte tana -
N lleve paños cje rus, cciii sedzu.
1 ‘2 eoi tic ¿ sIc ras, con seda -
risus bauíc ales cje ras. ecin seda.
Seis anlepce u-tas de ‘as, elir secta.
1e~~is. cuití Síus goletas.
1 )u us cz¡uiias de sil rglu 5 cte coltites, 1 1 sIc p
44 var~u 5 cte sareas cte cal ore ¿ -
(jiííesu alt’sí¡iz bras.
‘tuatra ¡uicati lis.
1 2 re posleros -
69 tiilurlas cebel1 tías.
21.33 vzurz¡s sIc cl,aaíettítc.
34.5 va rIus de unanteles reales.
2(1 vau’=¡scte íiíatílc les cte Fis.uytu’au¡o.
t 25 varlu s cte lic ti/ti cte 01atuda.
35 “‘-u rIus cíe 1 Cuí/O de FI ancles
9 bíinetes.
I>u 5 lliorcus ese lavos ( t’i¡u>adsis ) -
121 cz¡jas cte ctiilci¡rsiui.
346 e~ijas cte ecun tites-
41) bsíies de cotí 1)1 turIus.
8 ¡,asOs reales.
i’res chulos ‘u ¡re.>’ pLilia les.
N tueve 55>1< lis> dc ci itas cte secta.
Seis -llrtueslus cte ugtu~as.
218 paveses (alcance cíe 1455).
Seis Pu veses t¿rlu udc s ute Barrera ( lulclutice cíe 1 455)
1 Xis capas de etic ti iii sís cte meszu -
Siete espc~cus.
u )u ¡ce pci íes
- i uicu.t e rato tías cte ti mpi lur rOplí -

41) ¿u tecílliS cte uIt sís ix sIc tít ciclas sí e lañe,’.


1462: (Jo año en la s’Ñlcs cíe Iflhriqne Itt - 265

22 tilunis tic pci fiiuiis.s

2(1 sIurlus cts. luís u


25 varas cte Itt” 1
13.5 desee isis cíe lis. cíe cisisanís>’.
virus cts. tiucusie
lies zutiiisuliexs.>’ líe piesile
lO zureas cus ,ut sí u>’
1 )u us sc rs i sisí les cíe cli tute.

Otras cuentas parciales de la (‘ala real

[‘tt 1./SsS (5 ¡iii 1 M IZ cg. 6. II 7)


I>ecírsu Ile Síes ¡Isí iii u lzí sicspeííszi, (i77.O0()
Peutrís cte Se’’ si’’ 1-sr o, 92 .200
Ilzii’rziszt, ¡15 u)ttt)
Nl zuesíte Scuus-ivzu u

[‘tu /465 (Smi M y t~. cci. 4c) [SM4. lee. II)


<‘¿uííiaí’zí del u ‘u ~ (ltl(t.(t0(t
ISespeuísa liSo (>00
( ‘zubzittci’i, ¡ ItA 500
Acciííileí u 41)1)110
I4zueisiuies (lOO) 0(1(1
Reiiizu sIsutí ¡ luí ¡ti u ¡ 500001)
Itítituula Isabel. 571100()

itinerario del rey en 1462

/9tt’5’O
i’.uu Mz¡ctrisl
5zíuí NIzuruin cte Vz¡lcteiglcsizus
15. ‘sso
/‘‘u’/í l~zigsí sic la ííícíííuerizí cuí
<.‘síívieuív.zt cii M asiricí
3 —y 7. Plugus zí Isis pesiuies c
1tie zul’iu’iei’siiu el paerisí dc !zí Fsíeuilt-izu s¿t~eír dsu yui estíutiges pasé, c1tiC \‘tizi zu Segciuiaí¿.
7. síLzí (‘ercgestiitztss
lO. ¿sl-ii la s.’zíszíss 1 \zt!szuiii)
¡3. iiíiisisíuzu cii ¡It iglesilí mliystr cíe Ses¡eivilu.
14. IP Iiarcluu.
1 .)csslc el 1 5. cuí Mací risi.
.“l’iuu,’za
liii Mziu.lrisi
29. uíltuití sic Izí ilíetntcrizi en San N’lzui’tin cíe Vzutc(eiglesizus.
/5,-ii
1 ilusizi el sai,zictit 10. cuí Mzudi’iet
r)5flhiñ~O cte l4zuuiiuus. Seguivizí. cluuiicle tuuuiliiiolu hzísuzu Ob cíe unes.
íS’/uui’ss
liii Nízucíricí Icucisí el mes
13. Pzuguí sIc la iiiu’uiíieria en t?sibtedsi
/uuaisu
a tíO. Segovia.
19 zt 25. Mautricí (21. [II
20. Illescas
25. 1síleclís.
- ¡su ha

ci 4. ‘l’síledcu
5. i’lsczítsuíízu.
266 zX’/iguel ,I ngel Ladero Quesada

6 y 2. 1. ¡u Asiractzi
8 ci 9. Sito Mzíruiíu sic \‘zuiulcigtcsiz¡s
it) y’ it - FTsc-atsii,zí
II a 29. ‘Folcíto
29. Illescas.
30. Mzistrid
>igui.¿l’sí
zu 4. lvlzislrid
- .átezulz) cíe [‘lcnzíu’es
7 ¡1 9. (,uiact ¡iujirzu.
it ‘y sisiutí (¿síu easaíí>.
12 ‘e’ ss Segovís.
lO Nu~ fluí u
20 y 1 Avilotí
21 a 23 Alíen/u.
24 áluoí’ín
25 Son
26 E un lles
27 y is Suiredí
.S’s’~íIuu itt/ti 5
Ii It) .\c.uecla
II Ssírí¡
4 a 1 6 Au ¡ncta dc ncc-es
17. AgsiilcutYíeuite
lO. LI Macuto
21 a 23. Rsibieslsi de Clíavela
24. (isi¡iclarra una
25 a =8.Valsz¡in
29 y 30. Scgcívi¡i
Os’ou/íu’c
1 y 2. Scgsuvia
3. Riaza
4. Ayilón San ITsteban de Coruníí/
5. Szun tisíchan sí e ti u~rma,
8. Vui/i¿iedianii
9 a 1 1 - Szunla Maria dc Veru elil
1 2 y ss. Agreda
29. Foirzislzi cii Verzí y Bsírjzi
\i¿> u’/s’uuu/uu’e

ti,, .4~ada tuidsí el tites


bis ‘/s’uuu/íu’e
a tíO. Agredís
tU. 1/ni racízí en Ari /a
22 y ss. Atrííazáui

Precios menejoitados en la cuenta

l’aflo¿ de Ittncu ( lzt vzuu’z¡):


C’oiitriíy iii ayor, 400/455 (miuras’ecli es sicutpu-e)
Urujas mayor. 24<) (pzurdillzu) ¡ 270 (verde)
t.síu,drcs, 180
¿suenea, paluautia, 55
Scgsív ia, pzurdit1 st. St) (en a gima siezus Cutí 40 sI 60> 52. 55 t ¿‘erde, zuzo. es,tcurzudui)
.S’c’s/su.s u.’ /iÚ’uuzsí.¿ ( ¿u s’zsrzí 1:
Daiazíscs, suprictos> 35.0
(ji nizí cte seda. 8
(‘iii’ ¡u cíe seda aretía, 2(1
lic ii/es cte Ql uncía, 70
/462: Un a/lo en la sido de Enrique IV - - 267

en /55 cte EIzíncles. 40 (enecracisí, tí2. 50>


Lien/sí de I3u-clziña, 3(1/25
Lien/sí bzusicí, 1 2/~)/ 13/7.5 (cuí títízí oeztsiu’uií)
Fu-isíu.30/25
]eruaa, 12

Lzinzi, tíníl zurrcuba, i St) (sin liuviur. 15 au-u-síbzus ciii lavar equivalen a ntueve lavadas)
Seda, tutía ouiza, 160/2112
Un som breres Ss betYeuí, 140
liii par cte hísreego les, 60
Un par dc borceguíes marroquates. 10(1
1 In par cte zzípalos. 2(1/25
Un cu.ueu-su ecurclobán. 230 a 250
t’lcchtiu-zu de ulí .1 tubuSuí. 2001
tíectiura sic tina canlisa. 6(1
[lech tuu-ii cte utí par cte calzas, 36
‘landir tina vau-a de paño, 6 y a veces 9
La arruíbzi de ¿st tas cte cáñamos> para etívolver. 200
LItí auca fsíru-ada dc paño, para u-tipa, 185
LI ti au-ca fsíu-u-acia de paño, para vajilla, 200
U ti tu-eh ijírracia cte paño. pa u-a u-opa de cama, 250
Utí par dc corazas, 500/60<)
Un par de gogeles. 350
Utí captíte con su babcu-a, 45(1/500
Una Iatdzí cte zuceu-o, 900
LI nzu vzui iii cíe espada, 35/40
U tízí espada, 1 50
tina latíza, 4(1
tina adarga, 260
tinzu silla ginelzí, 610
‘oner bramante a tina ballesta. 10/16.6
Li mpízu u- ana aruíiad uu-a 1 20
[luí caballo. cte la meiou- calidad, 8.000/8.570/9000
tín cabal sí. cte ca’ dad hz¡bittua 1, 3.000/3500/4.0l)0/4.600
[mu uu’ucílzu, 6(l(l0
t.l ti peu-usí zu latísí grande, 800
Un iízuícóuí, 1 .4t)t) (5 enu-i ques cte siso>
Una tiuííegzu dc echada, 30 (abril, Segovia) / 38 (octíubue. Agreda>
Una cau-gíí cte pitia, 8
tI tía libra cte cera, 17
Una libia dc csíbu-c, 35/40
[luía paizí de b errci, 60
Utí ceujeeno pau-a buey.
Un ciricí gruincle. 35
Un zt/umbu-e de asiuau-diente, 8<)
Un ¿se¡uu-gcísí cte vi gzu s gu-cuesas, 1 ‘70
tina duteena de vigones, 72
Utía lzit,izu ziseu-u-adiuszi, lO
tina sIsícena sic tablas cte chillas. 5
tín cabi/ cte yesci, 50
tít, t¿udu-illuu, 0.5
Lítía iibu-a de clava/otí, S
Un cancti¡cto. 16.6

Lzu esítíteer liii de tun 1 utíCítí í’cq tutu-la líes varas de paño. más la seda pau-a ¡itangas y cuello. cuí iii ezuiuí. Y. lid fi
gtizuriiccer y hurtar, sI
5í¿ u aras dc 1 curo dc ¿síatuda. síus dc 1 icuizcí t,asio, mcdiii sír¿’.a de seda ¡sise¡da y sííía Ii btu de
algsidu)ii. luís el ciii en sus de gaau-ííicuu)íí y lbrrsu venliun u coitar etuire 1 61) y 1911 urs.
268 .&‘1¿gu set <tuugs 1 1<,ele, ‘o Q¿ íes-ocho

Niuuessí’sí zulbzuñit sí ciurpinleru.u. 25 oir>’. puur síu’iizuctuu


líesuil zuit>uiñi 1 su cltrpuiiterli, II) a t 5
Msuiiiet’uí tu ¿sliaííílíu’e lzut’uruiclsuruu. 8
[Lía euurreíuu. pr ~jsírnuíctzu. 25 (llcuiu¡) ¡ 12.5 sacia)
tIsízí zueéuíiilzu. puir oriszida. 12 lleiízu) ¡ 6 (‘u’zteia).

Personas n,enciouiadas en la cuenta (le ‘¡‘ordesillas

isiuta dc (‘círlés. psírttíosíés. ssQsie utiusia eh iuí vii eziuí’uuu¡’uíí¿. (‘ituuíí’ctu¡ del u’ey.
7.35(1 iii. cuí di versuis ti u ereecles,
3 vutruis cte lereisípelsí y 1(1 de puiño ¿¿pulía stí ‘u’estsuuirusua.
Vuiscisí Gil cte Silvera, císítíeel dci rey.
00<) iii. sic’ zívtíclzu cte ceíslzí
.1 tiah cíe 1) vi ecísí. ctcííícc 1 ci el ley.
i”u’aííeiscsí sIc Xkuislés. ííízícstresuíluí.
5(l.l.ll)0 unís..
6 vuiras dc terciopelo.
(hite izí cte MesE íííuíestu’esalus.
2 vuiruis sie ~ii»li cíe R uiaii.
9.5 v’zíu’zus cte secizí ¿¿luipelcí
I’ci-ii’uiitlsu eciiiizictsir cte la ttespeuisuu del ley
3.1)011 iii .uíe sucííiuí.
13 varas cte pañí y 4 cte <estas.
hect u-sí dc A róvus luí, sicspeíí seta rezí1.
Al vuí r Ruídtigsi e/ cíe MuínsiItuu, císpeísí cte 1 ley,
3.1)1)11 iii.. pzurz¡ esíuííprar síuíuu uíísílus. (>lruís u (1(1(1 iii.
.1 tu u ti SItíO u» repeustero cte eaííí u s dcl ley.
tui tísuutese prielcí cisíbtzidsí.
M¡ui’iin cte u luirsí. iizu’e’aru’si. i’cpsusiei’si cíe cauu’u¡us del uey,
.821> iii. cte uííereecl su para <it ccísízus¿.
vulrut s cte pzí Os> de U ‘tuias.
I’3ieu¡si cte Vittzircuil. í’cpsísteu’sí de cizuinzus dci ley.
3 “aras cíe Rsíuin.
2.5 “‘1ti55 cíe scclzi leí-eisipel si.
Al Liiisss ti tus va. brasersí síel rey,
2.32<) ni. cíe u,scu’cecl.

Psus’/c’ <s.s/u’ c’¿iniou’hu

-luluin cte (‘isíní tel


t)icuzsí cíe luí Puierizí
Pecí reí cíe A sicti u
(h¡reiui cte AtuSs’uitsí
Al Ijíuiscí cte Susii¿igiiii
1 tanssi ISuiri’ziszi
\‘Iuuuuiiu cíe isílecisí

c’ ‘su/ííu//s’í’iz:sí
l)ieucsí cte lizirtuisa, cuzbuítlcrizss reuíl
Cuí u-e tui dc \¿ alea< a u’. eti uclís utel rey y «su/su cíe espitel zus
6.llll(l turs. II) ‘e’uuí’zís tIc putñcí y’ 3 de seduu sspztriu <lis ctesuicuscírisíssu
tisis Mtuno/, lii¡ci del relísisterhí de catílzís luían Msunci/
1.211(1 turs.. 4 vuul-zus de pañsí y’ 4 ele sedílí, putrul ‘e’csttuuurisu

.‘t’fsí:su.s c/c c’.~iu e/cus


1462: ¿lo año e.’;, ía u-ido de Enrique Itt. - 26~3

¡%ilCuiisuu sic \‘illuuuisuevuz.


111(111 tuis, etc’ uuuereecí
Al lbiissí del liitutsi I)iego de Ribera.
1 2(1(1(1 ¡[¡rs. par cí cíe se pcuedtsuí ¿cencas’ algar».
‘lrisiaui y .tsiu¡uielisi. 5’t/Ciiiiilis.
iii. iuti’ul vesuílarísí.
Pt’cseiiiuittuu iluisí t>síu- Alsitiscí cte u lerretus y cutrsí peur Anstusis ti’uubuerui

O/u-su ps’xcuiu[uu/ ¿¿(Síus’ ¿usa/su tui ¡su c’sulucu//u”u’Lo¿u

Atssuussu cíe’ ‘rítíedsí. ci Atuííusiltsí. suS nituslois. ¿Sc[ule me clicí Fu’usii(Sisesí de Palctseiuu, iii eapettuuii. c
1tie itutuidus
bes ir Csuuutii iglis.
343 uíí. y 7 s’u,u’as ste Rsiuiui tenor. pu¡i’uu s’estszuuruuí.
lernuincles cte [ Iruinus. euiictuscls>r sic lisos.
Pedí-sí cte Scesux’tuu. tullí/li etc uiluinsis.

O/uses pu-rs

1 )ous Vernaiicts’u cíe Iíortt¡gat. esunsendador cte tas ticodas -


SCí(t() turs. 14 s ¡ti>’ ele pañci cte Rsiu)ii y’ 2.5 ele uucciucusui.
lcíuuíí (‘icuilíití consend ucluir.
8 v’uuu’uus sIc p’uiiuu cte Bu suí.us.
Fi’ui’u’ sNlcíuissu luuuseisuicusí reu¡l. t ‘cx’ -
.01)0
i{suu] rigu.utu. de tu sri es sasul leí sic
Pecirtí <ioiiic/ ele huí ¡5 vascullo del rey’.
3.1)00 sí,.
.tuíuiti cte lis itss’i ~ u>’ itísí del rey.
3.11(10 iii.
luuuuuí <‘síu-lcd eritctui lId ley.
14 vuí rut s etc p un u u líe Isiuicí res y’ tirtí> u 5-
i3iegsu cte U ¡ci utsí~ tui uslsu del u-ev.
t”ruunciseuu ele ¿Ns II ¡ di u
5ueicu del rey.
Jítuuí, (‘tuilleesí cuí ¡eles del rey’.
híuuííei¿esu cte ás’it’t y c isun/uulcu ele Qsuesuidui. ertuiduis del u’cy’.
4.200 iísrs.
siui,uslsi cit Qtuc’.¿uct’u. eriicluu síel rey. lítisí sic t”eu’iiuuu,cisu cte Qtiesuistzi.
Ruicirtísís ele Msítutte¿. uuiii’is¡tisí eriz¡ciss del cautele cte 1 .eciesuíiut. ¿ut1due uísuuiidé bevir ecíu,iiitguíss (ciicieti,tsí’e 1462).
e) .(lll(t iii rs.. 8 vul u-ii s sic pañuí ele (cuán y- 3 ele leí-e cupe 1 si.
l’u-utíietsciuu cte Vuilcies.
8 vuuí’uus ele lucís cte 1< tiutus.
Alsíui¿uu cte ¡uuuiisiu’uu. ¿tui uíííbrc ele pies,
56(1 turs.
Rsuctrigsí tI Ilucul. uit ctíistuucisí del í’epsísueí’sí cíe esíruselsís fletiuuuí cte t’tzrbuuuisí.
1.11(1(1 turs. t,utu’ui s’esitíuuuisí.
1 suii>,uuluu Lsírcu’uu’cí. etupeisí sIc luí reiísuu.
9 s’uuu’uis ele l’íii ñsí Y’ 3 ele secluu -
1 iuut’eiul iZtistrtu/tue/. isiu’eu’lu ele tui ícuííuu.
( iuuí’e’tuu dc’ Atsgstluu. psíí’iersí cte euimau-uu etc luí 1-ciliul.
8 vutruis ite puutisí. .1 cte secta y 8.000 turs. ss~i5i’u¡ ¿sí>’ lísuetuisí>.

/‘s’u’.sus uíuu.s e’uus’u’uiu(uu.’¿ u’uutí e’uuu’luu.s ¿te’! ‘su’

2í’. Alsítísus
Suuuuel,st ele iiicíe líefuul.
Viiiuurreuul. gtiarshiuin
uíieuuicic ciet uííuínasierisí
de Msíttiíut, líe Suití Fruzneiscau ele N’luuclriei. cii.
cuí. huir. iii.
i(utsli’igui
1 cte i’spiilsisui. uiicuuitersí cte guarda. sin.
270 uVhigusc’l .1 ogel Lader<, Qusets’adeí

hedí su cii. (icítuuiel peiriersí ele (‘u\iiuuuu’ui, en.


]tíaui etc \¿ ítle’.-ís vuisatísí dcl u-ev. abr.
(jardí u ste U tel 90/. secreta ri si ele u u-ev. uubu-.
(jaueu -i ele Are--it sí. lílirte íes cte cámara, u -
I>ieuíei sic 1 otecíuí cerersí. uy. (uu tutu-itt)
Bachiller lii un de Segovia. vee. 5cscsív a. luí.
itíatí ele lieiu Co>’ sstísuiiíbre de pies. cuy. (it Ses-tíla)
Peel u sí cíe Ses 1111 riaclcí real. sep. (al auzeubiipí> cte Zai’agei/a)
Muirtutí cte It Ri.vna. set>. (a luí reitius. u Aruinelui>
R síciríu¡iu de Toretesi Itas, getuirda u-cuí1. sep.
iuuuuuí cíe 1 leucrtuu. ele h t ib ílttri,’uu real. ocí.
Roelriges de MciiiSc 1111 porte o ele cóiiiuurut. ocí. neuv.
Nl su-u tui ele ‘1 ‘otecicí pat u.usí ele cáuuuzu ra oct.
At tun¿sí dc \¿ ittal oíí Lsi. cusierest usicctepie, cies.
Nuivarrul)
Istuin sic Aei’cel’s. sítí (5 1 cicle
terís insto etc Teurdesit las copercí real. neu y.
U u ulí /uileí sic Córdoba O it lelers, cte cabal leí hoy - (tu fi Isruil luir)

A’!c’uuc/síoe-.s ci ,‘e’e’,’s tau os u sss/es

( istreicí cte Buidiuujcu/


t>iegc> ele Zau’ne>rui
(taret Métude, cíe ltaciuijo/
Pu¡j es. tu’eimi’ucias y tau,bures

Paje de’ /su ‘su/izo e/s.l u-si -


Puireja.
40<1 ni. 4.5 vuiras paño

1 usuOl/25’Ili.l e/s./ res’

Pedro de Reveííguu.
2.601.1 turs.
AII’einseu de Meditia.
Itt cnriejtues cte turtí.
Al ttunssu dc luí (Sarrerut

]=uníbore/s/ di/e/tse’ dC’ utIs’diuu a

líeduel I)euu’án,
.68<) mus, merced
Nl cinte u-cus. Bat lesícreus. escuderos. ese ia~’eis

Man h’u <s.s s/c! reí -

5 Mis iii tuíuteroís ele gtuarela. qtic deuert,,euí esuní netatu,ente a luí í>ducrta de iii eiuuuuuurut»:
(ióuíícur ele J>uuudsí
Pesirsí dc ía Latu,uu
(tutu-cia ele í-.spi nosa
Rsíelri gí> ele [¿sptuíeísuu (cuí \‘~uI saitu. ceutí Pedro ele lis ‘la luí)
8.600 para citiul cama (4 csle hciiies. 2 sáhuinuis. 2 ceul chas. 2 uuuuí uit ~us,ciii uit tasiOc de picote. g.iuaruiec icísí cciii
itt5 euuersis 1
I5cel u-si sic IT st,inosuu

t)/,v.c .u,/a,//e..-s..u.V

(tare luí ele L icuena


3 tuutui cíe 1 lelenul
licdu-o cíe Zsurri lía
Jetan. tullí de (isiu’íc’uuiss Reíd.
271
1462: U,; año su lo ‘ide; de Enrique 1LI --

Pedís,. luijuí ele ( isuul/utIlí Eerui¿uiidle/


Atitóuí ele Iuinedlus
icutun, tiijei etC .1tiuso ele [ lesera
A’!sí,i/c-í’o.s 5/1’ ssu/ssu//a sic’! /‘e’í’

I)iegsí de Vuilelcrru)bau’usi. nusíuuteruu uííuuy’or (sirse esítí deis bazas)


Disísciuíelsí <deis bauza.>’-)
iucdlu.ci de lucí 1 igersís
Pedí-ss cte Reisui les
[supe dc la I)elucsuu
¿Nleiuussi luuíyiin
[supe sic SuíuiuiBriuu,
32.80<) mrs. 3i’s~uis
1 (í ~‘uiruísele putñsí dc l
Jsuaíz ele ITipinosa <en L.a Adrada)

[‘sí !‘ísÍs’sui,í
icutuisí cciii suras 1 ti nisinsercis de uu sic:
Iltieges cte tus Pluiiui
ltíauíctío ele (‘)teyrtuun
Aíusirés de ½‘ i1 laIcíheis
Andrés de tjoíuui-eruis
Muutesí ele Seígtu insí
Asleivuis. cli tíísuí uusiniunus dc 12 de di ci euuihie. de pulga ¿sen seíeeírroís a mcm 1 ersus de cuíbuí it sí. se itic luxen esteis
u cimbres::
¿“u 1 t’u.unssi de líreii u (¿Pereña’?)
(cín/ul tu> el Reinisí
Austótí ele ledesuusa
íOuuíic luís etc Pecí í’susuu
A set rés ele ~v’ ittuit cíbsus
ltuuuíu \‘jeeíuie
Al buísc, (‘iii. 1 ustírcí
.1 tiuln Suuiuclitusí
mcciii sic Pliecisí
.ltuutii cte Msit ituetuis
Itiultí ele I>u’enuu (¿.líereñui’!)
.1 tuuííu ele (‘tieríui
l3iegsí luertuuludes del Rius

Be,//i’.ujs”’su u/e’ /uisízo s/e’l ss-u’

.1cuan tLe’uetri cuez de - rcilceío

b(subbe’.c/c’u’o.s s/c’ e’subisu/Io cíe’! íes’

( is.uii/uitli ele vlutelriguil


Jtuusuí ele C’ticrvcu
Lcuis de l’tsis¿as
N iesslui ¿ etc luí ¿ N a’as
M guíel Rsusitsgsle/
Diego Gil
síu/u Ii> ele Vega
(ictuS/ii leí cte Córelsíba
38 s’uu u-as.-’ sic rut Ocis. 9 cte sed a, 1 5.800 iii ‘5. ~d5r cii versuis clincepisus

Jsuuun ele’ tiói’e!uubui, utícuside ele El tutu-des

Seíce>í’rss sic 300 iiirs. a 37 batlesiercís dc calsuillo. a eueustu¡ de síu scíeldeí.


II lOt) iisrs. 112 de diciembre). Figuruutí. además de Luis de Bogas y Diego <iii:
Juuuín etc L.uíruu. el viejí>
272 As-/iglse! - -loge’! 1.acící ‘o <jacto u sta

leuiutí etc’ lutra. ¿tu isilsí


l}ieuitS cíe ixtia
.1tuuííí Ruiniire/
Atibuisus cte luí lítíebla
iíuuuíu ( itíl iéire/
Veluuscus Nuñtí
Al tisiises ‘l’uulssuveiíu
,‘\ set usas cte 1 celesir t
[‘ruitieisces
5edreu ele 1ulla isíu-res
uu (‘cupul
l
l5cei rcí cte L suceíutu
Lcuis Muiuustí, cl viejsí
.lu.uuííí cíe Suitiusuatuis
¿‘tI t\iísssu i:isgcírrutdiss
uuuííí de slcetiuia
Al fisusssu (jiitísus
113i casi ele Nl ací ri gui 1
1 Osiusís Reíiusehóus
ujísirvuu u tutu
itiuuís Mtuñsu/
Ited ru-u sic VuiI dcvi esís
J suuiu< etc Susus Muirlití
ecírsí ( Istí/ul 1 e/ de Suilsais (un
teu is PsAutuisui, cl ís’uuszsí
F’et’uuuuiuuiuu ele ‘N/erediuu
.1 tiusus ele Zuííuueíruu
ucd u-sitie t’suusíi v’ersis
teu-ii iii .1 iuiiú ne,
.1 tiusus ele 5itluu~uuu-. el ‘e’ie¡lu
Al [siusssu etc luí 1-sietite
(irisíóbuut ele \‘illuulc’uiu
.1siutía etc ‘y it luslóus
Al Ñíui¿si ~vl.1055/
.1 ti un sic ti tiu-sas 5

Iúss’iusbs’u’su.s’ ¿/e’ c’e,/usubba u/el i’s’t’

icísuin Rsíu)rigtueu. 2 ;euíuu 1


14 vuuu’uss de ~iiOli de R suátí
Feu’uiuuiideí sic Luuussuisiriei

Ls-e-Ls 5»-5 sbs’/

1 teei leí Cí negí-cí


(uslutí huí. stu tuieuier
<lite --~< y Peí’ic’ui. u,e’sa-sss
isíuuííieus cíe Niuiluugui
Muuhssussuuel cte (iruuuiutetui (htuietsí etc < ¡u’uuuuuíetus el 2 dc oetcílsíc. cestí tui uilliiejtuce
1uue)
A ti 1
itiutis cte Nlele
Leriiuuiusisí cci iliul
Sien
1 luí xuu
(.‘uuvctc
.>síuuul ele’ \‘uittutelíulie>
( iuíííu¿uulíí eie’’t’utrluíri5
‘Istustí kluíusesí (¿¿ascii-ss usegreusí. lucíieieu it AruseÑuis el 1 ele itutuisí)
Muiiiseiuiuuuucustsí,uu 7 íusrs. uscír peu’sesiiul y’ eliut.-—-C’ciuuuprus isseuusuuut cte euli pau- cte puiñeles y tuis putí’ cte zuipuilsis Suui’i5
e’uíetuu síus - Osus e’ií~i¿s y elsus silvIo’ 55 .¿ut’its luuuuuitcis u cutelus tisis. ele’ putíití cte Scguis’uut. y tisis c-uuuuuissuuses peir

perssíiuus. dle’¿slicuuzís isuusltiss


1462: (So ciño su la uñía s/c’ LSniquse’ 1!-”. -. 273

C ‘su/íal/e’u’ss.s síu’ Isí s’¿l/ui/ssuuiuu lis’ J-u’u’u’suuss/ (císu¡I/sí

Ssííu 80 u¿tuuiu,ussss.a3(l(l uuurs. síele sesesuru’sssí euueiuu suíuuí.. 24.0[)l) ísírs.


14 varas de Rtuu)uu y <u cte leí’eisípclcs a l”eí’rusííci (‘uíuíillsí
rerí-atiel (‘uurriliuu. euipilu’uus y
I’)iegsí t ‘uírriiles. su.u iuernsuuiueu (sirsetí cciii 6 luíuuzsísl
( cimeiuclltcluui’ Ltíis ele Mutii¡uuru’cs (sirve esius 4 lustí/as)
1 .su~ie cíe .‘Nvelluuiiedluiv
Die’ss cíe Avellusuiceja, sts tueruuuuuíucí (sirs-’euu cliii 5 tuia,uusi
(usaseíuttusdlsir ieíuííu cte lítureja (sirve cotí ciusecí luuuu>iuss)
5ere/ ele Msuistcussus¿’sur (3 luiisu’uís)
I’et-iiau’u i
,S’/uu ‘s’sí ‘‘síus 5/suc lsuuuzsís s’as/cí ushíss

.lííuuiu etc Aruuísítus de ,-\ leusló


)ieglí cte (‘es ‘veía
t’eu’uiaiueIss cíe Qssesuuetui
(iuurei Nsi/tícíe¡
~Nll¿íísssí k’ertlesssíss
t) iegci tcriiululdie/ ele (‘ó reicihus
1) ieglí sic A ctsií y ci
I3ieess Nielsí
iclutil sic’’ Reutí
Al tisuisí sic ALuí
Atlsuussu sic 1 Ituicuí¡es
l3iegsu de (‘epedus
‘isluin lié re, cte ‘y escala
uíedíes ele la
Ituis cíe lusviur
.leuutíu ( i ísu=s
Feruiuteisí cte S.S uílutíiiuuiueui
Suuu’icl’uuu sic’ (‘tuesluu

.S’/u’uc’í su-su us sísusí ‘¡cuasi cusí/su ususís

Sutiuciusí sic’ (‘uurraíuyci


hect u-si de R itucó tu
Ituuutí ele I’lturuussisi
Pecirís .\ sícuse,
.1 suisus etc s, illszgiis
,NI fisuusís ele ‘u’ illusícíheus
.1 tutu de’ Nt’uuiieIui
Pediu cíe Pus,
ituisís cte Argitc’ltiu
IJieges <)uti/
,Niiu¿suu cíe. ( ‘¿srclsíhuu
Ituultí ele l\-ltueii’id
Jtíuíuu de Rtucctuu
1 .sípe Mexiui
i7ci’uíutuisisi sic Musetricí
¿Nifsuíu¿su sic (‘enuiliul
~NiViii cte Seeuís iuí
Al tísuisís cte Iiuiu’tutsui
itturísusíuuu sic’ Ltsi—ruusuí

( ‘su/ííu!/s’s’us.s oíou’ís,s u’ oísss’tsso.s sic’ /55 gussuu’si/su sic’! ‘sss’

Ciusicius cte .luíéui. i.uiflhl~iii dcl uey


1:1 ¿silulauste’ ííussu’cu 5—teule Muulíuuiuit’cls¿
.‘kiesii¿ss 1 iuui’uasuu. ususuriscís
274 Miguel Angel Ladero Quese;cla

¡‘u ti el tuegisí
Jísílíel Jactuis
leitiuí ele lusrelesilluis el íuegrsu ci cl ííuusrísceí
( usreiuu sic .‘Nleuuiui
Muuuisíie, ¿uísssíí’sí íscgrsíus. síeseíííuuclsí plur el esuisde
sic (‘utísius. cítie’ tuuítstuí sicisí elct íitiiíite íuuusreu. hi¡su del rey etc
( irususuietus.
Fuírusx I)iuuscus
1 ‘anude sic Catuibil
‘uluuIlsuii’uuuel cte ialuui’ei’uu
Y’susiaf’, síu esceucícíes
Musiuí Qsucvi
“u isuísssí de tiruííuuueiuu
Alt (.Sui(Sesr
hedí
55 cíe Aguíi luir
Fi-tuneiscsi ele Nl irauueluí
.1 tius ti cte ¿‘tIc uit u). el iseerís
( Rin/ulí cte I3uie/ui
Leus Petusiul
N’leitc’s’ Dsslduue1sue, usprituso del catuctitísísí
1 lauuiete ¡Ntuuissiuu
(,‘ayde dc Atixir
ituan sic Xinueíía
hect ‘su de A ‘u ccletera

Gsusis>ssIs’tts/sis c’suhsu//s ‘io.s

(‘usuis pía ele cuí Isa Ilsus, pus res ele dita/as - cuspuueeles cts tu stís haBecius. paños verde gus>’ y lisie) ti i para tiiri’arleís.
¿¿duuruíeuss viiecuiiuusss Sl). 195
Puiruu sseuueuuvuulguir e elcur usríuudus e vesieiuuuieiss uit us¡sssit-ti uiegususs l\’lu’u(Sluie: 5 sutruis ele Lususelí-es itsí’dítui ~uii’uiclii
catitas, 75 ele Reuu)uu utíciusír puirsí eíuu selíste, tui jeubóíu. un psur cte Cuí/as y suuiul cuipertu/a. 4251’l plír ciii cuiButilsí.
1265 psur lis sitía iuuciul. luís espíteluis iseirisesuí, luí esputelut. luí taus/sí. luid uueluiu’guu cetbieruuu ele ceuleiu’uuelsi y ‘ucície,
tuis lSiiu- ele Issureegtíies y cuí, huir de ,uí~suutsís.
8.000 sin, para tutu cabusí les > 1 2 vusrut ¿ de 1sañsí uit cui¡si¡ñus ti uurci a de luséus -
5 sutruis de suruuisul tiussí’uísluu. 3 de Ríuu)íu iuuuuxeur uííuíuurilleí y 3.5 ele seelus uíeeiissusi cíe tabísres Isrietís usí iíutisíute Mítle
Mutis u ísscdl -

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