Zofar Reprende A Job

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Zofar reprende a Job

Llegado aquí, hemos oído los primeros discursos de Elifaz y Bildad, y las respuestas de
Job a ambos. Zofar está realmente indignado frente a las quejas continuas de Job y le
acusa de decir tonterías: “¿Quedará sin respuesta esa multitud de palabras, y será
absuelto el que mucho habla? ¿Harán tus jactancias callar a los hombres? ¿Harás escarnio
sin que nadie te reprenda?” (11:2–3). En los versículos siguientes (4–5), vemos cómo le
reprende con desdén por continuar defendiendo su inocencia y su sentido de justicia:
“Pues has dicho: ‘Mi enseñanza es pura, y soy inocente ante tus ojos.’ Mas, ¡quién diera
que Dios hablara, abriera sus labios contra ti”.

Zofar ensalza la sabiduría de Dios


Zofar continúa su discurso usando palabras grandilocuentes, aunque con un tono
excesivamente condescendiente:
¿Descubrirás tú las profundidades de Dios?
¿Descubrirás los límites del Todopoderoso?
Altos son como los cielos; ¿qué harás tú?
Más profundos son que el Seol; ¿qué puedes tú saber?
Más extensa que la tierra es su dimensión,
y más ancha que el mar. (11:7–9)
¡Zofar debería aplicarse a sí mismo estas palabras!
Zofar descansa en la omnisciencia y la sabiduría inescrutable de Dios y, naturalmente,
en su propio e inalienable sentido común. Además, afirma que hay muchas cosas en el
mundo que son un misterio para nosotros, pero que Dios continúa siendo justo. Tras el
punto de vista de Zofar, como en el caso de Elifaz, está la idea de que estamos en un
universo en que el mal es castigado: “Ve asimismo la iniquidad, ¿y no hará caso?” (RVR
1960, 11:11). Sin embargo, Zofar parece convertirla en una ley de la represalia divina: Si
debes algo, tienes que pagar y, por esto, pide a Job que se arrepienta.

El camino del arrepentimiento


En los versículos 13–14, Zofar expone cuatro pasos para llegar al arrepentimiento y
obtener las bendiciones que resultarán de ello:
Si diriges bien tu corazón
y extiendes a Él tu mano,
si en tu mano hay iniquidad y la alejas de ti
y no permites que la maldad more en tus tiendas,
entonces, ciertamente levantarás tu rostro sin mancha,
estarás firme y no temerás.
Porque olvidarás tu aflicción,
como aguas que han pasado la recordarás.
Tu vida será más radiante que el mediodía,
y hasta la oscuridad será como la mañana.
Entonces confiarás, porque hay esperanza,
mirarás alrededor y te acostarás seguro.
Descansarás y nadie te atemorizará,
y muchos procurarán tu favor. (11:13–19)
El primer paso es dirigir bien tu corazón; el segundo, extender tu mano a Dios a modo
de súplica; el tercero, alejar la iniquidad que hay en tu mano, es decir, los hechos
pecaminosos que hayas hecho en ese momento; y el cuarto, no permitir que la maldad
more en tus tiendas; es decir, todo lo que te rodea debe ser limpiado de pecado. Si haces
estas cosas, recibirás las bendiciones del penitente.
Los versículos 15–19 ilustran estas bendiciones: “levantarás tu rostro sin mancha”,
“estarás firme y no temerás”, “olvidarás tu aflicción” y “tu vida será más radiante que el
mediodía”, “confiarás porque hay esperanza”, “te acostarás seguro” y “descansarás y
nadie te atemorizará”.
Zofar tiene razón: la vida de fe debe estar basada en la penitencia y la obediencia, y
Dios otorga las bendiciones de la esperanza, la seguridad y la paz a su pueblo. Sin
embargo, Zofar, como sus amigos, sólo está diciendo la verdad a medias, ya que se
equivoca al olvidar que, a veces, Dios también permite el sufrimiento imprevisible y
aparentemente injusto, y al asumir que la solución para Job es el arrepentimiento.
Éste es el mensaje de Zofar: sólo con que Job se arrepintiera, recuperaría la felicidad.
Pero si no lo hace, seguirá el camino de los malvados (11:20). Zofar pasa por alto, muy
cruelmente, la necesidad más profunda de Job al no ver, al igual que los otros amigos, la
realidad de su situación.

b. El segundo discurso de Zofar (Job 20)


(Véanse pp. 223–225.)

La impaciencia de Zofa1

1 David Atkinson, Job: Sufrimiento y gracia, trans. Laia Martínez, Comentario Antiguo Testamento
Andamio (Barcelona; Grand Rapids, MI: Andamio; Libros Desafío, 2010), 76–78.

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