Entrenar A Un Cachorro
Entrenar A Un Cachorro
Entrenar A Un Cachorro
Tu nuevo compañero de piso, con esa mirada confiada y esas patitas torpes, hará que te
resulte muy complicado mantenerte siempre firme. ¿Quién es capaz de negarle a un
cachorrito un trozo de comida de la mesa o de impedirle que se acurruque en nuestra cama?
Pero ¿cómo va a entender que cuando se convierta en adulto todos esos privilegios se
esfumarán de la noche a la mañana? Por eso, lo primero es aclarar cómo queremos que sea
la vida con nuestro perro, qué comportamientos deseamos y cuáles no toleraremos. Si se
marcan estos límites desde el inicio y se mantienen consecuentemente, enseguida aprenderá
cuál es su «papel» y no habrá de qué preocuparse cuando el cachorro alcance la edad adulta.
¿Quién es el líder?
Los perros que han aprendido desde pequeños a aceptar la autoridad, suelen respetarla de
por vida, siempre y cuando el dueño mantenga su rol de «líder de la manada». Aunque el trato
autoritario ya no es la única vía posible en el ámbito empresarial o en el de la crianza de los
niños, en lo que respecta a la educación canina, no hay otra alternativa. Los perros quieren
ser independientes de sus dueños; para que puedan respetar sus decisiones y órdenes,
necesitan poder confiar en su criterio. Las instrucciones claras, el tono de voz tranquilo y
decisivo y un lenguaje corporal claro les dan seguridad.
Para que un perro interiorice cuáles son los comportamientos adecuados y cuáles reciben los
preciados halagos del dueño, la recompensa debe producirse inmediatamente después del
comportamiento. Los perros viven en el presente y consideran que las reacciones de los
humanos son siempre consecuencia de la situación que tiene lugar en ese preciso instante.
Del mismo modo, solo son capaces de entender una crítica si sigue al comportamiento. Si tu
todavía-no-muy-pudoroso amigo te deja un «regalito» en medio del salón y solo te das cuenta
un buen rato después, no sirve de nada regañarle. En lugar de eso, es mejor que le premies
las veces que consiga aguantar hasta salir a la calle. Puedes recompensar a tu cachorro con
chuches ―¡pero no demasiadas!―, palabras de afecto, caricias suaves, gestos cariñosos o
algún juguete que le guste. También sirven los pequeños momentos de libertad como, por
ejemplo, soltarle la correa, llevarle a jugar con otros perros o jugar a la pelota con él; para
ellos el esfuerzo por alcanzar estas gratificaciones vale la pena.