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Historia de la filosofía

6 Cristianismo y filosofía

IES Séneca
Departamento de
Filosofía
IES Séneca Filosofía
6 Cristianismo y filosofía

Índice de contenidos

1. Transición de la religión cristiana a la teología

2. Aportaciones del judeocristianismo

3. Períodos del pensamiento cristiano antiguo y medieval


3.1 Patrística
3.2 Escolástica
4. Temas de la filosofía medieval

5. Las relaciones razón-fe


5.1 Agustinismo filosófico: San Anselmo
5.2 Averroísmo latino: teoría de la doble verdad
5.3 Tomás de Aquino
5.4 Ockham y el nominalismo

6. El problema de los universales

7. Demostración de la existencia de Dios


7.1 El argumento ontológico de San Anselmo
7.1 La existencia de Dios en Tomás de Aquino
7.3 La existencia de Dios en Ockham
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1 Transición de la religión cristiana a la teología


Comencemos por recordar que de la situación histórica de la filosofía helenístico-romana se desprendía un
sentimiento general de desasosiego o desazón. Esta situación quiso ser paliada por las escuelas filosóficas, surgiendo
numerosas escuelas de orientación ética cuya preocupación se orientaba a cuál era la mejor manera de obtener la
felicidad. Surgen así las filosofías del remedio, convirtiéndose la filosofía en una tabla de salvación ante el derrumbe de
los valores griegos, y la religión en salvación y esperanza.

 Las escuelas filosóficas que surgen son el estoicismo, el epicureísmo, el escepticismo y los cínicos.

 Entre las religiones mistéricas de salvación, nos encontramos con las diferentes sectas judías que surgieron a
raíz de las interpretaciones del Antiguo y Nuevo Testamento. Entre ellas, cabe destacar: saduceos, faristeos y
esenios. Junto a estas grandes sectas judías, aparecieron otras menores. Una de ellas sostenía que el Mesías,
esperado por los judíos, había llegado: era Jesús. Los seguidores de esta corriente se llamaron mesiánicos
(griego), que significa cristianismo (latín).

Al cristianismo hay que situarlo en este contexto y considerarlo, en primer lugar, como una respuesta hebrea al
estado de desesperación - con el anhelo de salvación y la religiosidad que caracterizan al pueblo judío. El Cristianismo
es un conjunto de creencias religiosas fundadas en una tradición que comporta la revelación de Dios al hombre y la
encarnación de Dios en Cristo. Junto a ese conjunto de creencias, al cristianismo le es esencial el aspecto pastoral: la
predicación del amor y la salvación al hombre; una predicación que encuentra su modo de expresión en la parábola, la
imagen poética, la reconvención moral, el salmo, etc.

Como religión, el cristianismo podía haberse encerrado en el misterio de Dios y en el recuerdo de Cristo, y, por lo
mismo, podía haber dejado de lado la filosofía, tanto por diversidad de objeto como por diversidad de método. Y así
fue, de hecho, al principio, cuando era más desnudamente una religión. En sus orígenes, el cristianismo se sentía
superior a la filosofía y la despreciaba. Sin embargo, esta actitud debió de cambiar pronto. A medida que el
cristianismo se iba difundiendo, primero entre los desheredados y después entre personas más cultas, surgía la
necesidad de dialogar con los paganos, de defender la religión cristiana contra los paganos, y, para ello, había que
conocer las doctrinas de éstos y usar sus propias armas intelectuales. Surge entonces la denominada literatura
apologética (una apología era un alegato jurídico encaminado a obtener del emperador romano el reconocimiento del
derecho legal a existir en un imperio oficialmente pagano). Hubo de asimilar el vocabulario más familiar a las clases
ilustradas del imperio, y este vocabulario coincidía en buena medida con el filosófico de la época helenístico-romana.

Comienza, entonces, un proceso de asimilación o de fusión entre el espíritu cristiano y la tradición filosófica.
Dicho proceso se extiende a lo largo de toda la Edad Media y ha sido valorado de distintas maneras por los
historiadores del cristianismo:

 Unos piensan que la asimilación supone la pérdida del mensaje original de Cristo, aplastado por el peso de la
filosofía griega.

 Otros piensan que la filosofía medieval representa un intento legítimo de aclarar, mediante las luces de la
razón, el misterio cristiano, fin para el que la filosofía griega habría servido como instrumento.

 Para otros, la filosofía cristiana es un pseudosaber, que, por una parte, tergiversa la filosofía griega, y, por
otra parte, fracasa en su intento de expresar la experiencia religiosa.

En los diez siglos que van del V al XV tienen lugar distintos acontecimientos de carácter religioso y cultural que
poseen una gran relevancia para comprender el tipo de filosofía hecha en esta época: una filosofía estrechamente
vinculada a la religión, sea ésta cristiana, islámica o judía. Entre los acontecimientos de tipo religioso, cabe destacar:

 La consolidación del cristianismo en Europa

 La aparición y expansión de una nueva religión, el Islam, a partir del siglo VII. La expansión de esta religión,
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que se basa en la revelación divina de Alá al profeta Mahoma (570-632), alcanzó zonas de influencia cristiana,
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 como la Península Ibérica.

2 Aportaciones del judeocristianismo

Las principales novedades doctrinales del judeocristianismo, frente al pensamiento griego, son:

1. La concepción lineal del tiempo: heredada de la mentalidad judía, frente a la concepción circular del tiempo
típicamente griega. La concepción lineal tiene por trasfondo el acontecer histórico del hombre, donde nada se
repite, frente a la concepción circular, que toma como modelo del devenir el tiempo cíclico de la naturaleza. El
mundo tiene un punto inicial absoluto -la creación-, un trazado -el suceder de las generaciones, jugándose su
destino-, y un final -el juicio final.

2. La identificación de Dios con la verdad y la sustitución del ideal griego del sabio por el ideal del santo
contemplativo: mientras que el filósofo griego poseía una verdad que había obtenido con el esfuerzo de su
inteligencia -una verdad siempre relativa-, el hombre cristiano se presenta en posesión de la verdad definitiva
y absoluta, a la que considera una gracia de Dios y a la que se adhiere por la fe.

3. El monoteísmo: no había sido postulado expresamente por la filosofía griega; se trata, más bien, de una
herencia de la religión judía.

4. La omnipotencia de Dios: los dioses de la filosofía griega no eran omnipotentes, sino que estaban sujetos al
orden necesario del mundo.

5. El creacionismo: la idea judeocristiana de que Dios creó el mundo ex nihilo (de la nada) es extraña a la filosofía
griega, la cual pensaba el mundo como eterno.

6. La concepción cristiana del hombre: incluye estos elementos: a) el hombre ha sido creado a imagen y
semejanza de Dios; b) el alma es inmortal -doctrina ya presente en Platón y otros pensadores griegos-, y c) los
cuerpos resucitarán al final de los tiempos.

7. La concepción cristiana de la existencia humana comportaba también una importante novedad en el ámbito
de la moral. La filosofía griega es básicamente intelectualista, respecto de la moral. En cambio, la moral
cristiana no es intelectualista. En el intelectualismo, el mal moral no es sino ignorancia; en el cristianismo, el
mal moral no es ignorancia, sino pecado. Y el pecado es el resultado de dos factores: la maldad humana, que
inclina al pecado, y la libertad humana, que cede a tal inclinación.

3 Períodos del pensamiento cristiano antiguo


y medieval

Dentro del pensamiento propiamente cristiano, podemos distinguir:

1. LA PATRÍSTICA: Durante los ss. III y IV, la especulación teológica y filosófica fue espoleada por la necesidad
de aclararse ante las herejías, que rompían la unidad doctrinal. Entre las doctrinas consideradas heréticas,
cabe destacar dos: el gnosticismo y el arrianismo.
El gnosticismo afirmaba que hay un modo de conocimiento, la gnosis, que es superior a la fe y a través del

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cual se alcanza la salvación. También sostenía que Dios es absolutamente trascendente: Dios no tiene
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contacto con el mundo; ni siquiera es su creador -el mundo material ha sido formado por una especie de
demiurgo inferior a Dios. El arrianismo, por su parte, afirmaba la semejanza de esencia entre Cristo y Dios.

Frente al gnosticismo, se impondrá como ortodoxa la doctrina de la unicidad de Dios, creador del mundo a
partir de la nada. Frente al arrianismo, el catolicismo defenderá la unidad de esencia entre Cristo y Dios. De
todas formas, el emperador Teodosio, en el 380, trató de resolver la cuestión planteada por el arrianismo,
declarando al imperio católico y persiguiendo a los arrianos.
La figura en que culmina la Patrística es Agustín de Hipona (354-430), quien recoge gran parte de la tradición
anterior y da un impulso enorme al pensamiento cristiano.

2. LA ESCOLÁSTICA: En sentido general, el término escolástica (de schola o escuela) designa la enseñanza que
durante la Edad Media se practicaba en las escuelas monacales, episcopales o palatinas; en sentido más
específico, el término se utiliza para denominar la doctrina filosófico-teológica que se desarrolló en las
escuelas y universidades cristianas medievales.
En la escolástica, los esfuerzos se dedican a la elaboración de una filosofía cristiana, lo que convertirá en un
caballo de batalla el problema de las relaciones entre fe y razón, entre teología y filosofía. Las dos tendencias
doctrinales distintas y a veces enfrentadas de la filosofía medieval cristiana serán el platonismo agustiniano y
el aristotelismo. Platón y Aristóteles constituyen, pues, el telón de fondo sobre el que se desarrolla la
filosofía medieval. En el s. XI destaca Anselmo de Canterbury.
El s. XIII coincide con la fundación de las primeras universidades en Europa–Oxford, en Inglaterra; París, en
Francia; Salamanca, en España-, y de las órdenes mendicantes de los franciscanos y los dominicos, las cuales
desde un primer momento se van a hacer cargo de las cátedras más importantes de filosofía y teología. La
novedad y característica fundamental de este período es la irrupción del aristotelismo y su asimilación por
parte del cristianismo, a pesar de las prohibiciones de que fue objeto la filosofía de Aristóteles por parte de la
Iglesia -prohibiciones en los años 1210, 1231 y 1277. Es la época de las grandes síntesis teológico-filosóficas y
la gran figura filosófica es Tomás de Aquino.
En el s. XIV s e lleva a cabo una revisión del intento de conciliación entre fe y razón, con la intención de
purificar la fe de las adherencias de la filosofía. Se separan, por tanto, filosofía y teología. La corriente
filosófica predominante es el agustinismo. La figura más importante es Guillermo de Ockham, quien prepara
en algunos aspectos la evolución hacia la filosofía moderna. Esta etapa representa la crisis y el fin de una
época y la antesala de una nueva etapa del pensamiento.

4 Temas de la filosofía cristiana


medieval
Tres son los grandes temas a que dedican sus esfuerzos intelectuales los filósofos y teólogos de la Edad Media:
 El problema de las relaciones entre razón y fe.
 El problema de los universales –que de alguna manera estaba ya presente en la filosofía antigua.
 El problema de la demostración racional de la existencia de Dios.

5 Las relaciones razón-fe

El problema puede ser enunciado de la siguiente manera: se trata de saber qué tipo de relación o vinculación
puede haber entre dos facultades distintas de conocimiento : de un lado, la razón, que establece y exige que todo
conocimiento, para ser considerado verdadero y auténtico, ha de ser demostrado y verificado como cierto, ya sea por
el testimonio de los sentidos, ya sea por las leyes de la lógica; y, de otro lado, la fe, que se basa en la creencia firme y
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sin necesidad de demostración y verificación de unas verdades reveladas por Dios a los hombres y contenidas en las
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sagradas Escrituras –verdades tales como la resurrección de los cuerpos, la inmortalidad del alma, el dogma de la
Trinidad, etc.
A lo largo de la Edad Media, se van a proponer cuatro soluciones a este problema: las representadas por San
Anselmo, los averroístas latinos, Tomás de Aquino y Guillermo de Ockham.

5.1 Agustinismo filosófico: San Anselmo


Anselmo de Canterbury sigue fielmente el planteamiento que de las relaciones razón-fe había hecho Agustín de
Hipona en el s. V. Para ambos, no hay separación entre razón y fe; ambas deben colaborar conjunta y solidariamente
en la explicación y esclarecimiento de la única verdad que existe: la verdad cristiana. El primer paso de esta
colaboración lo debe dar la fe. Es el acto de fe expresado en la frase: "crede ut intelligas" (“cree para que puedas
entender y comprender”). En este sentido, la fe precede a la razón. El segundo paso lo da la razón, ayudando a
esclarecer lo creído por la fe. Sería el paso del “intellige ut credas" ("entiende para creer").
En las Sagradas Escrituras, por ejemplo, aparece de forma clara que Dios existe. La existencia de Dios es, pues, una
verdad. Ahora bien, ¿puede el hombre descubrirla? Sí, y el primer paso está en que el hombre tenga fe, en que crea
que Dios existe. Ahora bien, hace falta algo más: hace falta que el hombre se preocupe e interese por ver la existencia
de Dios a la luz de la razón, es decir, por fundamentarla racionalmente.

5.2 Averroísmo latino: teoría de la doble verdad


La expresión averroísmo latino se utiliza para hacer referencia a una serie de filósofos del s. XIII, entre los que
destaca Sigerio de Brabante, que siguen el planteamiento que de las relaciones entre razón-fe había hecho el filósofo
árabe Averroes (1126-1198).
Averroes era un defensor acérrimo de la filosofía aristotélica. Según él, Aristóteles representa la culminación de la
filosofía. Ahora bien, Averroes, al mismo tiempo que es un aristotélico convencido, es un creyente que cree en la
revelación hecha por Alá a Mahoma y que está contenida en El Corán. Esta doble condición - la de ser un filósofo
aristotélico y la de ser creyente- le planteaba un grave problema, pues consideraba que entre lo que nos dice la razón -
Aristóteles- y lo que nos dice la fe -El Corán- existen contradicciones. La conclusión a que llegó Averroes fue la de que
no hay una única verdad, sino una doble verdad: la verdad a que nos conduce la razón y la verdad a que nos conduce
la fe.
Así, por ejemplo, acerca de un mismo asunto, el de si el alma es mortal o inmortal, la razón nos conduce a una
verdad racional o filosófica: "el alma es mortal", mientras que la fe nos conduce a otra verdad, religiosa en este caso:
"el alma es inmortal".
Los averroístas latinos aplican este mismo planteamiento al terreno de la religión cristiana. Para ellos, razón y fe
pueden llegar a conclusiones o verdades distintas, incluso contradictorias, acerca de determinadas cuestiones. Puede
ocurrir que haya un conflicto entre la razón y la fe, entre la filosofía y la. Ahora bien, en el caso de que se produzca tal
conflicto, los hombres deben atenerse a la verdad de la fe, pues la fe es creencia en la revelación hecha por Dios a los
hombres, y Dios no nos puede mentir o engañar.
Un ejemplo claro de conflicto entre razón y fe es el que se establece con relación a la cuestión del origen del
universo: la fe nos dice que el mundo fue creado por Dios a partir de la nada ( ex nihilo); la razón, en cambio, nos
conduce a la verdad de que "de la nada, nada puede salir", por lo que el mundo no puede haberse formado a partir de
la nada.
El pensamiento cristiano reaccionó de manera crítica frente a esta doctrina de la doble verdad, no tanto por los
averroístas como por los cristianos de la Universidad de París que la seguían, los cuales recibieron el nombre de
averroístas latinos. Hasta tal punto que la teoría fue considerada como herética por el obispo E. Tempier en el año
1277, y su principal defensor, Sigerio de Brabante, fue expulsado de la Universidad de París, de la cual era profesor.
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5.3 Tomás de Aquino


Se opone a la teoría de la doble verdad de los averroístas latinos y defiende la imposibilidad de contradicción
entre la razón y la fe. Tomás de Aquino admite que la filosofía y la teología son distintas tanto en contenido como en

método: la primera se funda en la razón, mientras que la segunda lo hace en la fe, en la revelación divina. Ahora
bien, piensa que el hecho de que sean distintas no significa que entre ellas haya de haber contradicción o conflicto,
pues en el fondo las dos proceden de Dios y admitir el conflicto supone admitir la contradicción en el mismo Dios.
A pesar de que son distintas, la religión y la filosofía tienen un campo común, el de la teología natural. Este campo
común lo conforman aquellas verdades, que, habiendo sido reveladas, podemos llegar a conocer también mediante
la razón. A esas verdades o dogmas Tomás de Aquino los denomina preámbulos de fe (preambula fidei). La existencia
de Dios es un ejemplo de ellos. En este campo común razón y fe deben colaborar y no pueden llegar a conclusiones
diferentes. En caso de que se produjera un conflicto entre ambas, dicho conflicto sería una señal de que ha habido
un error en el razonamiento filosófico. La fe en la revelación es, pues, quien establece si ha habido error en el
procedimiento racional del filósofo; la fe es el criterio extrínseco que señala que hay que revisar los razonamientos ,
cuando éstos llegan a conclusiones contrarias a la verdad revelada y admitida por fe.
No puede haber contradicción entre fe y razón. Pero, entonces, ¿por qué a veces hay contradicciones? Según
Tomás de Aquino, éstas son sólo aparentes. Cuando ocurren, hay que revisar la razón -la fe no es revisable, puesto que
no puede engañarnos nunca, debido a que proviene directamente de Dios. Pero, ¿no venía también la razón de Dios?
La razón tampoco puede engañarnos, el error o contradicción (engaño) viene del uso que hacemos los hombres al
utilizarla para elaborar razonamientos.
Además de esta teología natural, hay una teología revelada, la cual comprende un conjunto de verdades accesibles
únicamente a la fe, verdades que están más allá de los límites de conocimiento de la razón humana. La resurrección de
los cuerpos, el dogma de la Santísima Trinidad o la inmortalidad del alma serían ejemplos de este tipo de verdades.
De entre las verdades que Dios ha revelado a los seres humanos, hay verdades que la razón por sí misma puede
llegar a conocer. ¿Por qué, entonces, las ha revelado Dios? Según Tomás de Aquino, porque son necesarias para
nuestra salvación y porque no todos los seres humanos son capaces de descubrirlas – por diversos motivos: falta de
tiempo, insuficiente capacidad intelectual, etc. Si Dios no hubiese revelado tales verdades, los hombres estarían
condenados.

5.4 Ockham y el nominalismo


Guillermo de Ockham y la corriente filosófica que él inaugura, el nominalismo, apuestan por la separación entre la
fe y la razón, entre la religión y la filosofía. Para Ockham, razón y fe poseen ámbitos de conocimiento distintos. El
ámbito propio de la razón y de la filosofía es el ámbito de lo natural, de la naturaleza; el ámbito propio de la fe y de la
teología es el ámbito de la revelación divina, de lo sobrenatural. Ni razón ni fe pueden pretender salirse de su ámbito.
Al sostener esto, Ockham está dando los primeros pasos hacia lo que será la filosofía moderna, ya que defiende la
idea de que la filosofía se debe desvincular de la religión, pues ambas poseen ámbitos de conocimiento distintos y sin
ningún tipo de relación entre sí.

6 El problema de los universales


El problema puede ser enunciado así: se trata de averiguar el tipo de existencia que les corresponde a los
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denominados universales, es decir, a los conceptos que se aplican a los objetos de una misma especie o clase. Por
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ejemplo, saber qué tipo de existencia les corresponde a conceptos como hombre, mesa, árbol, etc., entendidos como
conceptos que se aplican a distintos seres individuales. Así, por ejemplo, decimos que Luis, Pedro, David, son hombres;
o que este pino y aquella encina son árboles.
Este problema filosófico tiene sus orígenes o antecedentes en la filosofía antigua. Está presente en Sócrates y su
búsqueda de la definición universal de las nociones morales, en Platón y su teoría de las Ideas, y también en Aristóteles
y su teoría hilemórfica.
A lo largo de la Edad Media, podemos reconocer tres posturas filosóficas en torno al problema de los universales:
A. REALISMO EXAGERADO: Defendido, entre otros, por Anselmo de Canterbury (1033-1109) y por Guillermo de
Champeaux (1070-1121), sostiene que los universales existen por sí mismos, independientemente de
aquellas cosas individuales de las cuales se predica y anteriores a ellas (ante rem). Los universales se hallan
enteramente en todos los objetos de una misma clase y las diferencias entre las cosas individuales son

debidas a los accidentes. El universal hombre, por ejemplo, es una realidad que permanece idéntica e
inmutable en todos los hombres singulares; son las diferencias accidentales las que hacen que podamos
distinguir a Juan Pablo de Carlos, y a éste de Daniel. Esta postura es heredera de la teoría de las Ideas de
Platón.

B. NOMINALISMO: aparece en el s. XI con Roscelino de Compiègne, pero triunfa en el s. XIV con Guillermo de
Ockham (1290-1349). Según esta solución, lo único que existe en la realidad son los seres individuales. Nada
existe en la realidad que sea universal. El universal solamente existe en la mente, como algo posterior a las
cosas (post rem), y su expresión es la palabra, el nominen. Es un conceptus animae, un producto de la mente,
que recoge aquello que es común a distintos objetos individuales, y al cual se le pone un nombre, un signo,
para reconocerlo. El universal no existe en la realidad de ninguna manera, ni exageradamente ni
moderadamente.

7 Demostración de la existencia de Dios

7.1 El argumento ontológico de San Anselmo


Anselmo de Canterbury (1033-1109), en una obra titulada Proslogion, ofrece un argumento, mediante el cual se
puede demostrar racionalmente la existencia de Dios. Este argumento es conocido como argumento ontológico -
veremos que Descartes lo vuelve a utilizar, para demostrar la existencia de Dios.

El punto de partida del argumento es la noción o concepto que de Dios tienen los hombres, incluso aquellos que
niegan la existencia de un ser tal que se corresponda con esa noción -esto es, los ateos. Esta noción de Dios es la
siguiente. "Dios es aquello mayor que lo cual nada puede pensarse "; lo que equivale a decir que Dios es el ser más
perfecto. Si el ateo dice que "Dios no existe", es porque entiende lo que quiere decir el concepto de Dios; por tanto,
Dios existe en su entendimiento, en su mente, pues entiende lo que significa Dios: el ser más perfecto que existe.
Ahora bien -continúa el razonamiento-, "aquel ser por encima del cual no se puede concebir otro más perfecto" debe
existir, además de en el entendimiento (in intellectu), en la realidad (in re); es decir, extra-mentalmente, porque, si
existiese sólo en el entendimiento, entonces no sería el ser más perfecto que pudiera pensarse. En tal caso, otro ser
másperfecto podría pensarse: un ser que existiese no sólo en el entendimiento, sino también en la realidad
extramental. Por tanto, Dios existe no sólo en el entendimiento, sino también en la realidad. Por tanto, quien
entiende el concepto de Dios y niega su existencia en la realidad se está contradiciendo. Este sería el caso del ateo,
quien, al contradecirse consigo mismo, se muestra como un insensato que no sabe muy bien lo que dice, cuando
afirma que Dios no existe.

Como podemos observar, la base de este argumento radica en la suposición de


que la existencia en la realidad (in re) añade perfección.

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El argumento ontológico de Anselmo de Canterbury ha sido objeto de diversas
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críticas. Entre ellas, vamos a destacar la de Tomás de Aquino.

 Tomás de Aquino dirige, a su vez, dos críticas al argumento ontológico:

a) El argumento es falaz, engañoso, porque, si el punto de partida es la esencia pensada de Dios - lo que es
Dios en la noción o concepto de Dios-, la conclusión sólo puede ser la existencia pensada, pero no una
existencia en la realidad. Según Tomás de Aquino, Anselmo da un salto injustificado desde el ámbito de
lo pensado hasta el ámbito de lo existente o real.

b) El argumento ontológico supone que la existencia de Dios es evidente para nosotros, los hombres,
cuando, en realidad, no lo es. La explicación es la siguiente: una proposición es evidente para nosotros,
cuando conocemos que el predicado está incluido en el sujeto. La existencia de Dios sería evidente para
nosotros, si los hombres fuéramos capaces de ver el predicado existe como algo perteneciente o incluido

en el sujeto Dios. Pero nosotros no conocemos la naturaleza de Dios, pues éste es trascendente, está más
allá del mundo y de los hombres, y, como tal, no podemos saber lo que es.

7.2 La existencia de Dios en Tomás de Aquino


Tomás de Aquino (1225-1274) responde a la cuestión de la existencia de Dios en varias obras, pero especialmente
en dos: Suma contra gentiles y Suma Teológica.

En primer lugar, se plantea la cuestión previa de si la existencia de Dios es evidente, es decir, la cuestión de si es
necesaria una demostración de la existencia de Dios, pues, si de la existencia de Dios tenemos una certeza tal que no
es posible tener duda alguna, una demostración resultaría innecesaria. La tesis de Tomás de Aquino es que la
existencia de Dios no es evidente para todos los hombres, pues es posible concebir lo contrario de la existencia de Dios
y, además, apoya su tesis en la frase bíblica: “dijo el necio en su corazón: no hay Dios”. La existencia de Dios es
evidente en sí misma -pues en la esencia de Dios está incluido el predicado existir, ya que su esencia se identifica con
su existencia-, pero no es evidente para nosotros. Para que lo fuera, tendríamos que conocer la esencia o naturaleza
de Dios y ello no nos es posible, ya que Dios es pura trascendencia y escapa a nuestras posibilidades de conocimiento.
Por tanto, si la existencia de Dios no es evidente para nosotros, es necesario diseñar argumentos o pruebas que nos
demuestren que Dios existe. Dicho de otro modo, la existencia de Dios no es un artículo de fe, sino un preámbulo de
fe, pues la verdad de que Dios existe no es asunto exclusivo de la fe, sino también de la razón o luz natural de los
hombres.

En cuanto al tipo de argumento al que recurre, hay que decir que Tomás de Aquino abandona el platonismo y su
demostración racionalista y deductiva, para pasar al aristotelismo y optar por el empirismo y la inducción. Demostrar
que Dios existe es posible mediante una demostración a posteriori, que parte de los efectos, pues éstos llevan
grabado en su ser el sello de la causa que los ha producido. Es decir, podemos conocer la existencia de una causa,
aunque no podamos conocer perfectamente la esencia o naturaleza de esa causa.

En la Suma Teológica, Tomás de Aquino ofrece cinco argumentos o vías, para tratar de demostrar racionalmente la
existencia de Dios -los denomina vías, por ser como caminos que nos conducen a la misma verdad: que Dios existe. Son
éstos:

PRIMERA VÍA
(Se basa en la existencia del movimiento)

Nos consta por los sentidos que hay seres de este mundo que se mueven; pero todo lo que se mueve es movido por
otro, y, como una serie infinita de causas es imposible, hemos de admitir la existencia de un primer motor no movido a

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su vez por otro, o motor inmóvil. Ese primer motor inmóvil es Dios.
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SEGUNDA VÍA
(Se basa en la causalidad eficiente)

Nos consta la existencia de causas eficientes que no pueden ser causa de sí mismas, ya que, para ello, tendrían que
haber existido antes de existir, lo cual es imposible. Además, tampoco podemos admitir una serie infinita de causas
eficientes, por lo que tiene que existir una primera causa eficiente incausada. Y esa causa incausada es Dios.

TERCERA VÍA
(Se basa en la distinción entre seres necesarios y seres contingentes)

Hay seres que comienzan a existir y que perecen, es decir, que no


son necesarios; si todos los seres fueran contingentes, no existiría
ninguno; pero de hecho existen, por lo que deben tener su causa, pues,
en un primer ser necesario, ya que una serie causal infinita de seres
contingentes es imposible. Y este ser necesario es Dios.

CUARTA VÍA
(Se basa en los grados de perfección)

Observamos distintos grados de perfección en los seres de este


mundo -bondad, belleza, etc. Y ello implica la existencia de un modelo con respecto al cual establecemos la
comparación, un ser óptimo, máximamente verdadero, un ser supremo. Y ese ser supremo es Dios.

QUINTA VÍA
(Se basa en la causalidad final)

Observamos que seres inorgánicos actúan con un fin; pero, al carecer de conocimiento e inteligencia, sólo pueden
tender a un fin, si son dirigidos por un ser inteligente. Luego, debe haber un ser sumamente inteligente que ordena
todas las cosas naturales dirigiéndolas a su fin. Y ese ser inteligente es Dios.

Como podemos observar, las cinco vías poseen la misma estructura argumentativa:

I. Punto de partida: constatación de un hecho de la naturaleza -lógicamente, este hecho es distinto en cada una
de las cinco vías. Se trata de un efecto observable, cuya existencia requiere una explicación.

II. Aplicación del principio de causalidad eficiente : ese hecho observado es causado por algo, es efecto de una
causa, dado que cualquier realidad está encadenada por relaciones causa-efecto. Para Tomás de Aquino, el
principio de causalidad eficiente es universalmente válido -se aplica a cualquier hecho o realidad.

III. Imposibilidad de un proceso infinito en la serie de las causas : el hecho observado es efecto de una causa,
que, a su vez, es efecto de otra causa anterior; y así sucesivamente. Ahora bien, como no podemos prolongar
hasta el infinito la serie de las causas causadas, es preciso detenerse y llegar a una primera causa que no haya
sido, a su vez, causada. Esa sería la causa inicial de toda la larga cadena de causas y efectos que intervienen en
la naturaleza.

IV. Conclusión: existencia de una causa primera o causa in-causada, es decir, que no es efecto de una
causa anterior; identificación de esta causa primera con Dios y, por tanto, afirmación de la existencia de Dios.

7.3 La existencia de Dios en Ockham

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Para Ockham -al igual que para Guillermo de Baskerville, el personaje


ficticio de la novela de Umberto Eco titulada El nombre de la rosa-, la
existencia de Dios no puede ser demostrada por la razón. En este sentido,
las cinco vías tomistas le parecen vanos intentos de demostrar lo que de por
sí es indemostrable.

Ockham llega a esta conclusión a partir de su crítica del principio de


causalidad, que, como acabamos de ver, constituye el fundamento de las
cinco vías tomistas. A juicio del monje franciscano, los fenómenos o hechos
que observamos en la naturaleza poseen causas y la observación detenida
de esos hechos nos permite conocer cuál es la causa concreta de cada
fenómeno. Ahora bien, no podemos afirmar la existencia de una causa
primera, que sea la causa primera de todos los hechos, y mucho menos
identificarla con Dios. Los seres humanos no estamos justificados para
hablar de una causa primera invisible, pues nuestras facultades
cognoscitivas naturales –nuestra razón- no pueden acceder a ella.

No obstante, Ockham admite la existencia de Dios –no olvidemos que él


es un monje franciscano, y, por tanto, una persona religiosa. Lo que ocurre es que, según él, a esta verdad sólo es
posible acceder mediante la fe, no mediante la razón.

8 Actividades

1. ¿Cuáles fueron las novedades doctrinales que aportó el cristianismo con respecto a la tradición filosófica?
2. ¿Qué entendemos por Patrística? ¿Quiénes eran los Padres de la Iglesia?
3. ¿Cuál fue la actitud de los apologistas cristianos con respecto a la filosofía?
4. ¿Qué eran el gnosticismo y el arrianismo? ¿Qué defendían?
5. ¿Quién fue Agustín de Hipona? Elabora una breve nota biográfica sobre este pensador cristiano.
6. ¿Qué se entiende por Escolástica?
7. ¿En qué momento alcanza la Escolástica su máximo esplendor y quién es considerado como su máximo
exponente?
8. ¿Qué dos filósofos griegos influyeron más en la filosofía cristiana medieval? ¿A qué dos tendencias
doctrinales dieron lugar en este período del pensamiento filosófico?
9. ¿Cuáles fueron los principales problemas filosóficos a que se dedicaron los autores cristianos medievales?
10. ¿A qué denominamos averroísmo latino? ¿Qué postura defendían los averroístas latinos?
11. Explica la diferencia entre artículos de fe y preámbulos de fe.
12. Explica la diferencia entre teología natural y teología revelada.
13. ¿Qué pensador cristiano medieval anuncia ya una mentalidad moderna con respecto al problema de la
relación entre razón y fe?
14. Elabora un cuadro-resumen con las diferentes posturas que se dieron entre los pensadores cristianos
medievales con relación al problema de la relación razón-fe.
15. ¿En qué consiste el denominado problema de los universales y qué posturas se dieron al respecto?
16. ¿Qué tres posiciones intelectuales podemos diferenciar con respecto a la cuestión de la demostración de la
existencia de dios?
17. ¿En qué obra expone San Anselmo su argumento ontológico? Expón, con tus propias palabras, dicho
argumento.
18. ¿Qué críticas le hace Tomás de Aquino al argumento ontológico?
19. ¿Qué quiere decir que la demostración de la existencia de Dios propuesta por Tomás de Aquino es una
demostración a posteriori?
20. Selecciona alguna de las cinco vías propuestas por Tomás de Aquino, exponla y realiza una valoración crítica
de la misma.

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IES Séneca Filosofía
21. ¿Cuál es la estructura o esquema general común que subyace en las cinco vías tomistas?
6 Cristianismo y filosofía
22. ¿Cómo argumenta Ockham su tesis de que la existencia de Dios no puede ser demostrada por la razón?
23. ¿Verdadero o falso? (Corrige aquellas afirmaciones que consideres falsas)

a) Para Tomás de Aquino, fe y razón son dos facultades de conocimiento contradictorias entre sí.
b) Para Guillermo de Ockham, carecen de sentido los intentos de demostrar racionalmente la
existencia de Dios.
c) El cristianismo no aportó nada nuevo a la cosmovisión del mundo antiguo.
d) La fusión de filosofía y religión cristiana en lo que denominamos Edad Media fue un proceso
pacífico y rápido.
e) La Escolástica constituye la culminación de la filosofía cristiana medieval.
f) El máximo representante de la Patrística es Guillermo de Ockham.
g) Los apologistas eran los sacerdotes encargados del culto al dios Apolo.
h) Una demostración a posteriori es aquella en la que, partiendo de un efecto, se trata de determinar
la causa que lo produce.

i) Tomás de Aquino basa su demostración de la existencia de Dios en el principio de causalidad


eficiente.
j) San Anselmo expuso su célebre argumento ontológico en una obra titulada Proslogion.
k) El agnóstico cree en la gnosis como forma de conocimiento superior a la fe.

24. Sitúa a los siguientes autores en un eje cronológico: Agustín de Hipona (cita obras), Escoto Eriúgena, San
Anselmo (cita obra), Pedro Abelardo, Averroes, Sigerio de Bravante, Tomás de Aquino (cita obras), Guillermo
de Ockham.

25. Visionado de la película El nombre de la rosa y realización del correspondiente cuestionario.

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